One-shot de Pokémon - No subestimes a Shayne

Bien, quise hacer algo distinto, conversarles un poco del receso que hacen todos los entrenadores luego de un campeonato tan épico como la Liga Sinnoh, espero que les divierta, lo escribí con mucho amor.
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Diariamente mi vida se veía impactada por diversos retos: Combates, gente nueva, descifrar caminos, evitar que el Equipo Rocket robara Pokémon, en fin, la deliciosamente dura vida que llevamos los entrenadores con un sueño; el mío: Ser Maestra Pokémon. Esa es mi realdad, aunque a veces me gustaba tomar un descanso, o como me gusta llamarlo: Ir a casa. Allí me esperaban Shayne y mis Pokémon y no había lugar que yo apreciara más que ése.

Los días en Ciudad Verde no eran precisamente pacíficos, eran más bien interesantes ya que las distintas aventuras de todos los ciudadanos hacían de todos los días algo nuevo. Sin duda un lugar digno para vivir, con buenos vecinos, incluso una vieja escuela a la que asistí antes de convertirme en Entrenadora Pokémon. Sin embargo mi hogar era un tanto distinto… después de todo, no todas las familias están conformadas por un vaquero experto en Pokémon, un excéntrico karateca y por una inquieta entrenadora que le costaba socializar; así que, como podrán imaginar, a veces la convivencia no era fácil, menos cuando los hombres de la casa se reunían luego de un largo tiempo sin verse.

Aquél día, partió como cualquiera después de un largo viaje: tomamos el desayuno todos juntos en la cocina y luego alimentamos a nuestros respectivos Pokémon, para luego, cada uno dedicarse a lo que gustaba cada uno.

Shayne se recostó en un sillón del living, con las piernas encima de un banquillo para leer el periódico, mientras que su Flareon se echó bajo el espacio que dejaban sus piernas elevadas del suelo acomodándose para dormir. A veces pensaba que mi padre parecía tener 60 años en lugar de 40.

Por otro lado, Zack despareció. Seguramente estaría encerrado en su habitación y jugaría videojuegos todo el día.

De mi parte, no había mucho que aportar, solamente observaba el constante cambio de páginas que hacía mi vaquero, mientras las ganas de jugarle una broma iban acelerando. Pero a mis 15 años no podía andar con jueguitos, eso no lo hacía alguien en plan de madurez y si mis instintos infantiles superaran mi orgullo, tal vez Shayne no se lo tomara a lo ligero como hace 5 años atrás.

Suspiré resignada y quise salir a tomar aire, recorrer los caminos que tantos recuerdos me traían. De mi cuarto saqué una de las Pokéballs que guardaba Shayne en mi cuarto –Squirtle fue mi elección- y salí a la calle a buscar algunas batallas. Mi afán no moría, me gustaba entrenar aún estando de vacaciones, eso a veces me asustaba, pero en ese minuto lo amé. Estaba sumida en estos pensamientos, cuando sentí un ruido extraño, y vi a Zack saltando por la ventana de su cuarto desde el segundo piso.

-¿Qué estás haciendo?

Él me miró misteriosamente y se escabulló hasta llegar a la puerta principal. Arqueé una ceja y me pregunté si tenía 5 años en lugar de 21.
-Atacar al simio –susurró entrando sigilosamente a la casa.

Mi intuición femenina casi no fallaba, menos si se trataba de las locuras de Zack, así que me escurrí hasta llegar a la ventana que daba la vista exacta de nuestro living, estaba segura que haría algo extraño.

Zack se “echó” en el sofá que daba la espalda al sillón de Shayne, encendió el televisor y sintonizó el canal de luchas.

-Anda a ver tele a tu cuarto –dijo seriamente mi padre sin quitar la vista de su periódico.

-No puedo, Navaja me lo quitó –dijo con serenidad.

-<< ¡¿Qué tengo que ver yo!?>> pensé disgustada.

-¿Y el televisor de ella? –preguntó indiferente, arqueando una ceja. Ese gesto lo reconocería a cien kilómetros de distancia, se estaba molestando por las mentiras de Zack.

-La muy astuta quiso cambiarla de lugar y desconectó lo cables y dijo “¡Ups! Zacky, préstame la tuya”–dijo ridiculizando mi timbre de voz- Y como soy caballeroso, la cedí con gusto.

-Hm, no es hora de su programa favorito- contestó mi padre. No había persona que me conociera más que él, no cualquiera le engañaba y menos tratándose de sus Pokémon o de mi.

-Pero estaban pasando Barney y me rogó que la dejara verlo-mintió Zack.

La paciencia de Shayne se agotó y se levantó a quitarle el control remoto a mi primo, lo cual éste evadió como si estuviera en un combate de lucha: dio una voltereta hacia atrás y cayó de pie sobre la mesa.

-¡Baja de mi mesa! –reclamó Shayne.

-Bájame…anciano –le desafió mi primo. Él sabía que esa palabra le molestaba a mi padre, no debía provocarlo así si no le gustaban los moretones.

-No me provoques, que muerdo –contestó el vaquero.

-No podrías enfrentarte con este cuerpo de bisonte- advirtió Zack, quitándose la camiseta blanca, enseñando su abdomen bien trabajado.

Shayne carcajeó con ganas, agarrándose el mechón rubio de su frente -pose característica suya-, su burla me causó risa y me reí también.

-Tu Pokémon tiene más músculos que tú- dijo Shayne cuando dejó de reír.

-¿Quién, Machoke? ¡Yo le enseñé todo lo que sabe! –Contestó Zack- Deberías sentirte orgulloso de tener a un Cinta Marrón como sobrino.

-Orgulloso me sentiré cuando cambies ese peinado de Sandlash- se defendió Shayne.

-Primero revisa el tuyo, pareces del siglo pasado-se burló Zack.

No sabía a dónde quería llegar con el numerito, pero me estaba divirtiendo así que tenían mi absoluto permiso de seguir.

-¿Acabaste con el chiste? –preguntó Shayne con ironía.

-No hasta que bailes, viejito- dijo Zack con tu típico tono de acción.

-¿Vie…jito?

-¡Uy! Tocó fondo –exclamé cubriendo mis ojos.

-Cavarás la tumba de tu cadáver, amigo- dijo Shayne remangándose los puños de su camisa celeste.

De pronto, una mano tocó mi hombro izquierdo, provocando que me sobresaltara.

-¡Ay! –grité.

-¿Qué ocurre, señorita? –preguntó amablemente una voz femenina.

- Oh, Cielo, me asusté –suspiré colocando mi mano debajo del cuello- Estoy viendo algo épico. Se van a noquear –dije con picardía.

-¿Quiénes? –preguntó con inocencia la coordinadora.

-No querrás saberlo –dije haciendo una mueca, arrepintiéndome de haber hablado.

-¿Acaso es Shayne? –preguntó pasmada. Creí que me regañaría por reírme de algo así. Pero su reacción no fue la esperada.

-¡Déjame ver! –gritó histérica mientras se inclinaba a mi lado a mirar por la ventana.

-¿Es en serio? –pregunté poco convencida.

-Ver a tu padre peleando cuerpo a cuerpo no es algo que se pasara por mi cabeza-contestó sonriendo- Hm, sabía que no era tan pasivo como dicen –dijo con algo de misterio en sus ojos.

Una mujer adulta no debería emocionarse con algo tan bizarro, pero al menos tenía la seguridad que alguien se reiría de ellos en mi ausencia. Por otra parte, debido a la conversación ignoramos lo que sucedía adentro.

Lo que vimos fue impresionante: Shayne había atado manos y tobillos de Zack con su lazo, mientras le ponía el pie encima de las costillas, igual que a un cordero de las praderas, sosteniendo fuertemente su lazo con ambas manos.

-¡Yija!, ¡A esto llamo yo hacer obedecer! –gritó con su característico tono vaquero, mientras reía con orgullo.

Solo atiné a reírme de la vergonzosa posición de Zack, que lloriqueaba como un bebé, sometido ante Shayne; en cambio Cielo estaba hiperventilada, sus ojos brillaban como si apreciara algo de leyenda.

-Cielo, ¿te encuentras bien? –pregunté preocupada.

-¡Por supuesto! –Contestó con sus ojos pardos bien abiertos- Nunca había visto esa autoridad… Shayne es un padre ejemplar. ¡Qué forma de educar!

-Sí. Shayne es lo más parecido a un padre que tengo, ¡digo! Es… un padre ejemplar –dije sintiéndome orgullosa de mis palabras.

Shayne podría ser frío, jocoso, arrogante y un poco perezoso, pero no conocía alguien más valiente, noble, cariñoso y leal que él. Dudosamente conocería alguien podría asemejarlo como persona o superarlo. Mi viejo era mi héroe.

Navaja