El bosque

Peligro Montana

—La pequeña Russel. —la voz ronca provino de su espalda y la apariencia de Montana era igual de siempre; con la hoja a modo de parche en su ojo derecho y la sonrisa torcida. Unos ojos tetricamente cuerdos, para variar. —¿Has venido por esos pastelitos que devoré en mi guardia? Nunca pensé que llegaría este día... —como no había música Montana silbó el ritmo de una película de vaqueros, la típica de un duelo de pistoleros. —Hoy saldaré de mi deuda. —le lanzó los centavos que encontró en el bosque. —Esas monedas están malditas, se llevaron a un buen samaritano... No sé su nombre pero sabía mucho sobre los esquimales, era muy sospechoso... pero murió y tengo que tacharlo de mi lista. Aproposito... ¿dónde estuviste en el momento de la desaparición de la mina Hackett?

 

Vix Russel

Solté una exclamación ahogada al escuchar una voz ronca tras mi espalda, y me giré con brusquedad para sujetar el bolso y golpear en la cara a quien fuera que se hubiese acercado. Me llevé una pata al pecho al ver que se trataba del loco de Montana, respirando hondo y... tampoco me alivió mucho su presencia, qué decir. Casi que retrocedí un paso inconscientemente.

—¿Asustar a chiquillas es ahora tu nuevo hobbie? —solté de mala gana, aún con el susto en el cuerpo. No comprendí nada acerca de lo que me decía, como era usual, y las monedas que me lanzó saltaron de entre mis patas como si quemasen hasta caer de vuelta al suelo. Palidecí de súbito, volviendo a sujetar mi bolso en un gesto de amenaza—. P-Por favor dime que no has matado a nadie y le has robado la cartera. De hecho, mejor no respondas —corregí de inmediato. No quería imaginar que de verdad había sostenido unas monedas de un "pobre samaritano sospechoso". Comencé a caminar, siguiendo la ruta que había sido interrumpida por Montana, escuchando su insistente pregunta siguiéndome de cerca—. No sé por qué debería excusarme con alguien que se dedica a asaltar gente en la oscuridad del bosque, pero si eso acaba con todo esto cuanto antes: aún no había vuelto de la ciudad. Al llegar a Possum Springs Kira ya llevaba unos días desaparecida.

Y a pesar de que no debería preguntar, la curiosidad seguía siendo más fuerte. Agregué, sin volverme hacia él.

>>¿Qué puedes decirme de ti?

 

Peligro Montana

Sacó su libreta invisible y tachó el nombre de William y anotó el de Vix con un signo de pregunta y un corazón a su lado, luego la cerró.

—Aqui vivo, Russel. Todos dicen que estoy loco, que oigo voces... pero hey, cuando comiencen a escucharlas ya será demasiado tarde; no podré salvarlos de la... cosa. Y esas monedas son... eran de Sherlock. Murió anoche, desapareció. —se puso en cuatro patas y en una fracción de segundos se puso a su lado y volvió a caminar en las traseras. —Cuando la niña Hackett desapareció yo estaba salvando el mundo, ¿que más? Pero la gata Cragler me acusó de sospechoso; maldita felina siempre va un paso delante de mí.

—¿A dónde vas, de todas formas? Seguro tu padre preferiría que vayas acompañado de alguien que pueda defenderte de locos y acosadores... ¡Y qué mejor un loco y un acosador para ello! Los huelo a la distancia, sé cómo actúan y lo más importante. —se le puso nariz con nariz. —Los oigo en mi cabeza. —sonrió. —Podemos ser Batman y Catwoman. O mejor dicho, Batman y Foxwoman. ¿Que me dices? Perdí a mi Robin... Seguro porque sabía más de lo que él tenía en cuenta. Nos están persiguiendo, Foxie. Y no es humano.

 

Vix Russel

Detuve mis pasos sobre la hojarasca, no supe exactamente por qué. Quizás, si le daba la atención que quería, se acabaría marchando en cualquier momento. El desconcierto no desapareció de mi semblante mientras le veía gesticular y moverse de un lado al otro, haciendo que soltase un respingo de vez en cuando. Nunca iba a acostumbrarme a lo inesperado que podía llegar a ser Montana, lo supe en ese preciso instante.

—Salvando el mundo, ya —concedí casi de manera mecánica, de patas cruzadas. Eso sí, no pudo evitar arrancarme una sonrisa fugaz el hecho de que Luna Crangler no tardase en ponerle la mira encima. Tenía que pasarme a saludarla al Snack Falcon más tarde. Cuando quise darme cuenta Montana estaba frente a mí, y retrocedí una vez más antes de resoplar, agotada. Me iba a acabar dando un ataque si seguía con esos arranques—. No quiero saber en qué líos metiste a tu Robin, y definitivamente no quiero correr su misma suerte...

Pero lo cierto es que había algo en su evidente locura y en lo improbables que resultaban cada una de sus acciones que una parte de sí misma sintió ganas de analizar y estudiar en profundidad. Era un sujeto extraño, y era aquello fuera de lo común lo que traía consigo nuevos descubrimientos al mundo. Y yo y mi debilidad por el conocimiento, tras un par de pasos, acabaron haciendo de las suyas. De nuevo.

—...Pero está bien, haz lo que quieras. Tenemos el mismo objetivo, al fin y al cabo: yo también quiero saber qué le sucedió a la niña.

>>Pero mantente al menos a un metro de distancia o volveré a golpearte con el bolso. Estás avisado.

 

Peligro Montana

Se lamió la pata y se la pasó por su frente, como si se peinara.

—Estoy a su disposición, Foxie. Pero antes de dar un paso mal tendremos que buscar a Jack, es mi mano derecha y él sabe de estas cosas. Además juega al póker y nos vendría bien un poco de suerte en el azar. Nunca se sabe cuándo podría ser nuestra última partida de cartas.

Miró a la hembra delante de él y luego el horizonte o al menos lo que los árboles le dejaban ver.

—En la gran City dónde estabas, ¿no has oído de conspiraciones del gobierno? —de pronto se llevó un dedo a la boca y señaló el cielo. —Aqui no, Foxie, ¿estás loca? Nos escuchan en todo momento. —y abrió la boca y gesticuló la palabra "Pejelagarto". —Son los que dominan el mundo en realidad. Tu tienda de pastelitos se hizo gracias a ellos, indirectamente claro. Aún recuerdo el horno caliente y los animales que ingresaban al local. A veces miraba por la ventana y estaba nublado y lloviendo y solamente podía mirar a los pasteles... "¿Que quieren de mi, pastelitos? ¿quieren que los coma, es eso?", te lo digo, esas cosas nos controlan. ¿Estás de novia?

 

Vix Russel

—Mientras tu mano derecha no sea un coco pintado, me parece bien.

Realmente una parte de mí dudaba en que buscar al tal Jack fuese a servirnos de algo. Probablemente solo existiese en su cabeza. Pero verme perdida en mitad del bosque, sin idea alguna de por dónde empezar a buscar y con la vida de una niña en juego, te hacía agarrarte a un clavo ardiendo sin pensarlo. Agité las orejas mientras empezaba a delirar una vez más; nada nuevo bajo el sol.

—Tengo una conspiración mejor —bajé el tono de mi voz, confidencial—, dicen las malas lenguas que existen unas criaturas misteriosas rondando Possum Springs desde tiempos inmemoriales, dedicándose única y exclusivamente a robar dulces de mi tienda para, supuestamente, alcanzar la vida eterna —me aparté al notar una telaraña sobre la rama que me encontraba evadiendo, asqueada, y volví la cabeza hacia él—. No me uses conspiraciones para excusar tus acciones; me debes más que un par de centavos del desgraciado de Sherlock para pagar los dulces que te comiste.

>>Oh y, Crazyman —le llamé, de espaldas a él mientras avanzaba sobre la hojarasca—, mi contrato como Foxwoman me prohíbe responder preguntas ajenas al caso. Una lástima.

Una oleada de alivio destensó mis hombros cuando divisé la salida del bosque. Con o sin sus delirios, debía agradecer la presencia de Montana. ¿Siempre había sido tan corta la trayectoria por el bosque?

 

Peligro Montana

—De hecho... Jack es un balón de fútbol. —dijo con orgullo. —Y un gran amigo. Mientras más conozco a los animales más quiero a Jack, ¿sabes lo que digo? Seguro que no, debes tener muchos amigos, pero dime... ¿cuántos de ellos son reales?

Tropezó con una piedra y cayó al suelo, pero cayó con mucha sutileza, ya que empezó a hacer lagartijas como si fuera lo más normal del mundo. Se reincorporó y la miró con una sonrisa ladina.

—Foxie, Foxie, no viste las letras pequeñas del contrato. Tu vida personal es necesaria ya que podría retrasar la investigación. ¡Oh! —recordó de pronto. —La gata Cragler dijo algo interesante, quizá encontremos una pista en el subterráneo, sí, sí. Hay que buscar a... bueno, no recuerdo el nombre, la verdad. Pero confío en mi instinto zarigüeya y tu percepción de zorra, ¿sabes que los de tu tipo tienen un oído muy agudo? Ya creo que sí, de otra forma no sé cómo rayos se enteraron que los pastelitos desaparecían en mi paladar. ¿Vamos? Es ahora o nunca, recuerda lo de Sherlock...