Nahum

Tema en 'Relatos' iniciado por montsehinata, 10 Septiembre 2011.

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    montsehinata

    montsehinata Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    19 Enero 2010
    Mensajes:
    140
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Nahum
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2214
    Si de por si es horrible vivir como esclavo imagínate vivir como esclavo de una civilización más débil que la tuya propia. Nos falta número de guerreros pero no fuerza, nosotros somos más fuertes que ellos y nos temen. Por eso nos matan de hambre y de cansancio. Nos tienen pánico y eso los alienta en dominarnos aún más de las maneras más viles y degradantes. Nos dominaron hace más de un siglo, nadie entiende como nuestros abuelos fueron vencidos. Nuestros abuelos tenían la magia de su lado, tenía conocimientos y la ayuda del bosque que los protegía como una madre protege a sus crías de los depredadores. Los humanos debieron de haber sido débiles pero por lo que cuentas los viejo en sus historias nuestros abuelos se confiaron y los humanos astutos. Los humanos asesinaron a miles y dejaron vivir a los débiles, los obligaron a usar su magia para ellos a cambio de dejarles vivir. Yo hubiera preferido morir antes de degradarme a tal punto.

    Soy pequeño pero los grandes me temen, soy joven pero soy más sabio que sus más estudiosos profetas y eruditos. Por eso me tiene encerrado donde no entra ni la luz del sol ni los ruidos de la noche junto con otros como yo. Soy un hechicero, brujo o hasta demonio. Me catalogan como salvador para los de mi raza pero soy la mayor amenaza para los humanos.

    ¿Por qué aun no nos levantamos en contra de nuestros opresores? Por nuestro miedo hacia la hoguera, las maquinas de tortura y los castigos que los humanos han diseñado para nosotros. Además de eso ellos nos superan en número; solo su ejército es cuatro veces mayor que el total de nuestra raza. Mi pueblo está mal entrenado nuestro poderes han sido consumidos hasta el mínimo por nuestra falta de entrenamiento y la mala calidad de vida. Estoy encerrado porque no tengo miedo; porque desde hace años que he dejado de sentir dolor y temor.

    -¿Qué estás haciendo ahora?- pregunta Enoc mientras trata de sacar su cabeza de la celda. Es más grande que yo pero solo por dos años, el ha estado encerrado casi la misma cantidad de tiempo que yo pero jamás he notado alguna iniciativa por escapar.

    -Canalizando la energía del frio.- respondo mientras le muestro como una esfera de color azul claro da vueltas en su propio eje sobre la palma de mi mano. Enoc sonríe y hace lo mismo que yo pero en vez de usar la energía del frio de la prisión usa la humedad haciendo que su esfera sea de un color azul sucio.

    Ahora nuestras esferas son lo único que alumbra la tétrica prisión donde encierran a los más poderosos de nuestra clase. Son en total 15 celdas para 20 prisioneros, y eso es solo en el piso más bajo de esta prisión, en total incluyendo la torre mayor son 14 pisos. Irónicamente la mayoría de este piso de máxima seguridad tenemos entre 14 y 18 años.

    -Podrían apagar eso de una vez.- nos grita Daila, mi vecina de celda. –Van a despertar al guardia.-

    Saca la cabeza de su celda y solo puedo alcanzar a ver su largo cabello castaño que se mueve al son que el suave viento invernal. Daila es la más joven de aquí, tiene solo 14 años, pero para el punto de vista de todos los de aquí es la única madura del grupo.

    -¿A que le tienes miedo Daila?- pregunta otra chica que se encuentra en la celda más alejada. -¿Qué más nos pueden hacer?- su voz es agrio y fría, sé que es la mayor de aquí pero jamás la he visto en persona. Pocos lo han hecho.

    -A la hoguera.- bromeó mientras vuelvo mi esfera de color azul a rojo combinado con naranja, la mitad de nosotros se ríe, la otra mitad incluyendo a Daila solo se quedan en silencio. Enoc también transforma su esfera a color rojo pero este color es brillante, tanto que logra alumbrar toda su celda.

    -A la hoguera. – repite Enoc con una sonrisa picara en el rostro. – ¿En serio Nahum, no le tienes miedo a la hoguera?-

    -¿Por qué debería?-

    ***

    Observo mi comida con asco, estoy sentado justamente en medio de un cuarto completamente cerrado rodeado por mis compañeros de piso. Como siempre cerca de una docena de guardias nos vigilan con lanzas y espadas en mano.

    Nadie ha tocado su “comida” y para mi punto de vista eso no debe de ser una buena a señal. El cuarto esta en completo silencio pero en el ambiente algo me gritaba que hiciera ruido; maldita hiperactividad. De pronto el chico nuevo, Hageo, se levanta de su asiento con plato en mano y se lo entrega a uno de los guardias. Todo mundo contiene el aliento, incluyéndome.

    -No pienso comer esto.- Hageo es de mi edad y es su primera comida con nosotros, visiblemente no tiene ningún instinto de supervivencia.

    -Pues es lo que hay.- le responde el Guardia mientras lo empuja con su espada. Hageo cae de espaldas y la comida cae al suelo haciendo un gran escándalo. Enoc y yo nos volvemos hacia donde se encuentra el nuevo preocupados, todos a nuestro alrededor tratan de ignorar la escena. Ahora el guardia se encuentra pisando a Hageo con su gran bota en el estomago, Hageo trata de levantarse pero el guardia no lo deja.

    -¿Por qué no haces aparecer tu propia comida fenómeno?- Me muerdo al lengua para evitar responder. Desde que soy consciente me han llamado fenómeno, demonio y otras maldiciones que me duele hasta repetirlas.

    -¡Mejor fenómeno que bestias salvajes como ustedes!-

    Ahora todos observan al nuevo con miradas de asombro y de terror, solamente una persona había insultado a un guardia de esa manera y el castigo que le fue aplicado fue peor que la muerte. El guardia gruño con fastidio y con solo aplicar un poco más de fuerza sobre el muchacho le rompió dos costillas. Hageo grita por culpa del dolor pero el guardia no ha terminado. Le propia dos patadas en el estomago y una en la cara, las chicas cierran los ojos horrorizadas.

    ¿Por qué tenemos que sufrir esto? ¿Por qué debemos dejarnos pisotear por animales sin conocimiento ni valor moral? Me levanto de mi lugar y sin siquiera moverme empujo al guardia abusivo contra la pared, mi magia está despertando por fin.

    -¡¿Qué crees que estás haciendo?!- me grita el guardia mientras se levanta de un salto, Hageo sigue en el suelo aullando de dolor.

    -Pulmones aquae mortisque- susurro mientras alzo mi brazo derecho y hago un puño lentamente.

    Tres de los guardias comienzan a temblar y a escupir agua, poco a poco su piel se vuelve azulada y se tiran al suelo mientras tratan de tomar aire. ¿Estarán recordando a cuentos hechiceros lanzaron al mar con piedras en los pies? Sonrío con malicia cuando dejan de moverse y se quedan inmóviles con los ojos abiertos, vacios y vidriosos. Estoy tan concentrado en mis primeros asesinatos que olvido que hay más de tres guardias a mi alrededor.

    -¡Nahum!- me grita Daila mientras apunta a la flecha que se dirige directo a mi cabeza.

    Trato de moverme pero todo sucede demasiado rápido. Cierro los ojos esperando el golpe pero este nunca llega. Al abrir los ojos veo que la flecha se encuentra suspendida en el aire a treinta centímetros de distancia. Enoc tiene la mano estirada y con solo ver el color de sus ojos se que él fue el que detuvo la flecha. Le sonrió tratando de darle las gracias, segundos después la flecha cae a mis pies.

    -¡REVELIÓN!- gritan los guardias mientras se acercan a nosotros con las espadas desenfundadas.

    -Pilum ignis.- susurra Lea, una hechicera que hasta donde queda mi conocimiento es especialista en el elemento del fuego. Mis dudas desaparecen cuando veo como 2 de los guardias se vuelven antorchas humanas en menos de 5 segundos. ¿Cuántos de nuestros padres y hermanos no murieron de la misma manera mientras los humanos se burlaban de ellos?

    -Aegritudo bestiae.- recita Enoc mientras apunta hacia uno de los guardias. Este se tira al piso en el acto y mientras grita agónicamente sus brazos y piernas se separan de su cuerpo. ¿Qué clase de mente enferma habrá inventado el potro y la guillotina?

    En menos de cinco minutos todos los guardias se encuentran muertos alrededor nuestro. Enoc, Lea y yo nos arrodillamos en el suelo incapaces de controlar nuestros poderes. Es la primera vez los utilizamos con hechizos reales y estos nos demandan por más.

    Daila y otras chicas están curando a Hageo mientras que los chicos están recogiendo las armas de los guardias. Me levanto con dificultad y al extender mi mano una esfera color roja aparece. Es tan poderosa que me quema y me lastima. Apunto a la gran puerta de hierro con nos encierra y lanzo la energía hacia ella. La puerta explota sonoramente haciendo retumbar las paredes de la habitación.

    -¿Ahora qué?- me pregunta Enoc aun arrodillado en el suelo, esta temblando y puedo ver que le falta el aliento.

    -A acabar lo que empezamos.- trato de sonar seguro pero apenas tengo 15 años. ¿Cómo se supone que guie a un grupo de 17 adolescentes contra el ejercito del rey? Daila se levanta de un salto y sin siquiera decirme nada me abofetea con fuerza. Cuando intenta abofetearme de nuevo la sujeto por la muñeca y la obligo a mirarme.

    -¡Estás loco!- me grita enfurecida, ahora Hageo se encuentra bien y todos nos observan con curiosidad.- ¡Vas a hacer que nos maten a todos!-

    Sigue forcejeando y gracias a lo que acaba de decir veo el desanimo de todos mis compañeros.

    -¿Pues mejor morir que seguir viviendo en una mugrosa celda no lo crees?- no estoy enojado pero si tengo miedo que gracias a la gran boca de Daila todo mundo se eche para atrás. –Y no te estoy obligando a nada.-

    La suelto en cuanto termino la frase y comienzo a caminar en dirección al hueco donde antes se encontraba la puerta. No necesito a nadie, soy suficientemente poderoso como para poder escapar de esta prisión. Ya fuera encontrare la forma de convencer a los hechiceros del exterior de levantarnos en contra de nuestros opresores.

    -Nahum.- me habla Enoc a mis espaldas; está corriendo en dirección hacia mi seguido por otros diez hechiceros, incluyendo Lea y Hageo. Tengo ganas de llorar cuando siento los brazos de Enoc rodearme con cariño. Hace tanto que no siento ningún contacto humano que este acto amistoso me hace recordar por que estoy haciendo esto. No quiero ser igual que mis padres que permitieron a los humanos encerrarme por tantos años sin presentar batalla. No quiero ser igual que varios hechiceros que prefirieron esconder sus dones en vez de enfrentar a la policía.

    -¿Están listos?- pregunta Lea mientras toma una antorcha de la pared y absorbe la llama con su palma derecha, por primera vez la veo reír. Por primera vez veo sonreír a los chicos de mi alrededor y por primera vez en tantos años yo rio con ganas.

    -Por supuesto.-
     

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