Fantasía Murmullos en el mar [Husiren]

Murmullos en el mar​

La brisa del mar era helada, el cielo vestido de gris claro y el resonar de las olas les arrullaban, que cansancio.

Habían caminado por todo el puerto, comiendo mariscos, viendo baratijas, observando barcos de contenedores a lo lejos, disfrutando de un día soleado, pero justo cuando decidieron ir a la periferia de aquella ciudad, en un intento de encontrar aguas aptas para el baño, el clima había decidido cambiar al actual. A pesar de eso ahí estaban, de la mano, sintiendo la fría arena en sus pies, mojada.

—Lo que daría por sumergirme —comentó melancólica la chica, perdiendo su vista en el mar. Su acompañante le miró extrañado.

—¿A pesar del frío?

—Eso no influye—. Había volteado a mirarle, sonriéndole con suavidad.

Le sonrió de vuelta, nuevamente dirigieron su vista al horizonte, faltaba poco para que empezara a atardecer, deseaba que por lo menos estuviera más despejado a esas alturas.

—Oh, eso me recuerda… —comentó de la nada el chico, su acompañante era quien ahora le miraba curiosa—. Nunca nos hemos bañado juntos.

—¿Compartirías tina conmigo? — Una sonrisa cursó su rostro mirándolo, divertida, le hacía gracia.

—¡N-no!— A ratos aún era cómo un niño—. Me refería en piscinas, ríos, playas... lo que sea menos tinas—. Hundió su rostro en polerón, sonrojado.

La chica volvió su vista a las aguas, tranquilas abrazaban la arena, su rostro expresaba seriedad. Soltó la mano de su compañero, el cual con mirada dudosa solo atinó a guardársela en el bolsillo, como tenía la otra.

—Creo… que ya es hora…— La chica empezó a despojarse de sus prendas, quedando tan solo con bañador, el tipo estaba boquiabierto.

—¡¿Qu-qué diablos haces?! ¡¿Hablabas en serio?! ¡Te vas a resfriar si te metes con este frío! — Pero sus palabras no representaban acciones, por lo que ahí se quedó estático, observando el actuar de su amada.

—No te preocupes, estoy más acostumbrada de lo que piensas —contestó, empezaba a dar sus primeros pasos en el agua, dejando huellas a su paso—. Ya no puedo seguir con esto en el pecho.

Sí en ese momento no estaba confundido, si que lo estuvo cundo la rubia se sumergió completamente, perdiéndose entre el grisáceo mar, estaba empezando a ponerse nervioso.

—¡Nella! ¡Nella! ¡¿Qué rayos?! ¡Sal de ahí! — Pero no respondió, es más, ni siquiera se asomaba a la superficie, cruzándose de brazos esperó a que saliera, había dicho cosas raras y tomó acciones igual de extrañas, se sentía frustrado al no entenderla a veces.

Los segundos pasaron, sin llegar a saber si fueron minutos, ya estaba harto y bastante preocupado de que la chica no asomara su cabeza del agua; ahora él se deshizo de sus ropas quedando solo con el short de baño, rayos, al final el clima no le libró de darse un chapuzón y usarlo.

Entonces se fue mar adentro, cada vez con el agua cubriéndole más y más el torso, nadie más estaba en el lugar en esos momentos, por lo que el arrullo del mar parecía fuerte ante el silencio; él llamaba por ella, pero ella no parecía querer mostrarse ¿Se habría hundido? No se podía creer como hasta esas alturas no estaba enterado sí sabía o no nadar.

Trató de visualizar algo bajo el agua, alguna pista, cualquier cosa, movía sus manos por debajo de esta, cómo sí sirviera de algo. Entonces, aquello sucedió, algo se aferró a sus manos y le hundió en el agua, apenas le había dado tiempo para cerrar los ojos, no alcanzó a tomar aire.

Todo había ocurrido muy rápido, la fría agua era punzante y lo entumecía, el pánico de poder ahogarse aceleraba su corazón sin pisar freno, el palpitar y su propio cuerpo parecían avanzar veloces por el agua. Sus ojos siempre se mantuvieron fuertemente cerrados, aferrándose a las manos que le guiaba.

—¡Waaa! —dio una gran bocanada de aire, respirando agitadamente, alguien le había ayudado a sentarse entre unas rocas de gris oscuro, el pecho le subía y bajaba incansable ¿Cuánto tiempo estuvieron bajo el mar? Podía ver con la vista borrosa la costa algo lejana, pero era lo suficientemente cerca para que un buen nadador llegara sin detenerse de por medio.

El cielo se había despejado tiñéndose de incontables tonos rojos, amarillos y naranjas. Volvió a soltar una exclamación quebradiza en un suspiro, era un escenario raro.

—¡Dios, Nella! ¡Me has asustado! — Le regañó al verla en el agua, aferrada con los brazos a unas de las rocas que sobresalían.

—Y yo creía que nunca me seguirías —. Esta frunció el ceño, pero lo relajó de inmediato, dando paso a una mirada preocupada, nerviosa, mirando nuevamente la piedra que le era de soporte—. No… no podía mostrártelo ahí —sentenció.

Un silencio se formó entre ambos, se escucharon gaviotas a lo lejos, la bocina del buque de carga, para finalmente sentir nuevamente el murmullo de las olas, ahora más tranquilas.

—¿Mo-mostrarme qué? — ¿Tanta privacidad necesitaba la chica? Para eso podrían haber esperado tener privacidad en la casa de ella.

La rubia se volteó completamente, ahora era su espalda la que reposaba en la piedra, y levantó sus piernas por sobre el agua… o por lo menos las que eran sus piernas.

—N-no podía seguir ocultándolo… — Ella miraba la puesta del sol volviendo a su posición inicial, claramente tratando de evitar el rostro impactado del chico, él sentía que le faltaba el aire—. Así que… tenía que mostrártelo… para que no fuera más difícil el momento… dónde lo descubrieras por tu cuenta—. Su voz sonaba dolida-. Abandonándome.

Las últimas palabras se sintieron como una estaca en su corazón ¿Abandonarla? ¿Tan solo por ese… “detalle”?

Él no estaba dispuesto a eso, sí había estado con la chica hasta ese mismísimo momento era por algo, si, la noticia le impactaba; pero más le impactaba el valor que tenía ella de decirla, sabiendo que ponía en riesgo su relación, ya sea de pareja, amigos o conocidos: por el bien de que en un posible mal escenario no sufrieran más de la cuenta.

—No… no seas tontita—. Trataba de sonreír, pero le costaba con todos esos sentimientos con los que lidiar, ella volteó a mirarlo—. Con más o menos olor a salmón mi amor no cambiará—. Se sumergió en el agua, acercándose—. El tuyo tampoco lo haría ¿Verdad?-. La abrazó de los hombros, para reposar después su espalda en la piedra más grande, pendiente de que sus pies no resbalasen de esta, pues provocaría que se hundiera en el mar profundo, le acarició la cabeza.

El sol se escondía, el mar murmuraba y ella lloraba, abrazándole de vuelta.

—¡Claro que no!

Y con las cosas claras, la sirena por fin pudo besar con total honestidad y confianza a quien amaba.

Junto a la puesta de sol todos los secretos se marcharon.

fin​

Contenido oculto: Nota de la autora

Había pensado en este escrito cuando me salió la temática "Playa/piscina" en la actividad "Simulador de citas" de Amane , pero no es asta ahora que salió algo más o menos decente.
El relato ya es por cuenta propia y no para la actividad, obviamente, aun así espero que te haya gustado Amane :3 (AunqueSeaUnPoco)
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