Saint Seiya Munzel (ShakaXMu) Yaoi

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por AMMU TEIKOKU YUDAINA, 26 Abril 2025.

Cargando...
  1.  
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1111
    ¿Qué les parece una loca combinación de Enredados y Saint Seiya?

    No se piénsenlo, aunque realmente aquí esta y es lo que ando ando en este crossover.

    Me basare en la película obvio, cambiare algunos datos para hacerlo mas ameno a lo que conocemos en el anime.

    Como digo ambas obras no me pertenecen solo baso en ellas, ya lo demás es mío.

    Solo lean, disfruten.
    --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Capitulo 1 (Flor De Aries)


    -Esta es la historia, de un bandido, que solo quería una cosa-

    -Vivir bien, tranquilo y que no le estuvieran molestando a cada rato-

    -Pero que al final murió-

    Se escucha una pequeña risita –Pero tranquilos, que en realidad es una historia bastante divertida-

    -Y la verdad, ni siquiera es mía-

    Aclara su voz, para seguir narrando –Esta es la historia de un joven, llamado Munzel-

    -Y todo comienza con las constelaciones, más precisamente la primera-

    -Hace muchos años una gota de las estrellas de Aries cayó del cielo-

    -Y de esta pequeña gota, creció una mágica flor lila-

    -Tenía el poder de sanar a los enfermos, heridos, aumentando incluso su energía vital si era el caso-

    -Si se fijan bien… Un anciano, que va rumbo a la flor- Calla un momento –Harán bien en recordarlo, es alguien importante-

    -En fin pasaron los siglos-

    -Aquellas tierras fueron bendecidas por el amor de una Diosa que bajo para proteger de sus rivales y enemigos familiares al mundo, pero que allí fue la base de su enorme ejército-

    -Al concluir y proteger todo lo que amaba, designo a una familia de los humanos que la ayudaron para que se alzaran como un reino, lleno de bondad, amor y respetando sus más fieles creencias-

    -Ese reino era regido por su amado rey Dohkric y su reina Shinna-

    Su tono de voz se vuelve un poco más serio -Y el reina, estaba a punto de tener un bebe, pero enfermo-

    -Estaba muy grave y le quedaba poco tiempo-

    -Y es aquí cuando las personas empiezan a buscar un milagro-

    -O en este caso una mágica flor dorada-

    -Aunque si me lo pregunta… ¿No hubiera sido mejor buscarla de día, que de noche?- Su cuestionamiento valido ante esta incógnita.

    -Aaaa, les dije que sería importante- Refiriéndose se nueva cuenta a aquel anciano del inicio.

    -Verán en lugar de compartir, el regalo de Aries, este hombre madre Sagtel-

    -Escondió su poder de curación y lo uso para mantenerse joven por cientos de años-

    -Lo único que tenía que hacer, era cantar una canción especial-

    Dejando un momento su rol de narrador.

    -Flor que da fulgor, con tu brillo fiel, mueve el tiempo atrás, volviendo a lo que fue, a lo que fue…-

    Mientras el anciano cantaba, hacia movimientos circulares con sus manos alrededor de la flor y al final, su piel arrugada, cabellos canosos y silueta cansada, rejuveneció.

    Ahora vuelve el narrador.

    -Sí, ya entienden la idea-

    -Le canta a la flor y rejuvenece…- Mostrando un tono de desagrado –Que miedo… ¿No?-

    Vuelve la narradora normal por un rato.

    Puesto en escena, al escucharse los ruidos de los habitantes del reino de Atena, oculto rápidamente la flor, con un camuflaje de hojas, pero torpemente el mismo lo dejo al descubierto al retirarse de prisa.

    De esta forma, los soldados, lograron encontrar la flor mágica que podría salvar a su reina.

    Extrañándola de raíz con sumo cuidado.

    Más sin embargo aquel hombre observaba desde lejos como su fuente de juventud se la quitaban.

    De nuevo toma la batuta el primer narrador.

    -La magia de la flor lila, sano a su reina-

    -Nació un fuerte y saludable bebito, un príncipe doncel-

    Deja escapara un leve suspiro –Con hermoso cabello lila-

    Aquí podemos ver, una hermosa escena de ambos reyes con su hijo de bebe, Shinna cargando al pequeño, demostrándole cuanto lo amaba, ante sus ojos era el ser más lindo de todo el universo.

    Dohkric, ese pequeño era, es y podría seguir siendo su mayor orgullo, colocándole la corona que algún día portaría en su cabeza, aunque esta callera un poco por ser tan pequeño aun.

    -Les doy una pista, él es Munzel-

    -Para celebrar su nacimiento, ambos padres, monarcas de ese reino, lanzaban cargas de polvo estelar, para agradecer el regalo de su Diosa, los cuales adornaban el cielo, y sumados con los de todo el pueblo-

    -Y por ese preciso instante, todo fue perfecto-

    Una voz más seria se deja escuchar –Luego ese instante termino-

    El anciano, logro de alguna forma burlar la seguridad del castillo y entrar hasta donde se encontraba aquel bebe.

    Recitando la extraña canción, para con la flor lila usaba, y ante esa criatura pareció reaccionar, pues su cabello lila, estaba brillando, al ver esto tomo un mechón del cabello y lo corto, mas sin embargo al hacerlo, su poder desapareció, volviéndose de un color rubio como el de su madre.

    Se escucharon los llantos del bebe.

    -Sagtel se introdujo al castillo, se robó al niño y desapareció, sin dejar rastro-

    -Todo el reino busco y busco, pero jamás hallaron al príncipe-

    -Pues en lo más profundo del bosque una torre oculta-

    -Sagtel, crio al niño como su fuera suyo-

    Así pues, con el pasar de los años, enseño aquella canción al pequeño, y cada que le cepillaba los largos cabellos lila, este cantaba para rejuvenecer al hombre.

    -Sagtel había encontrado, una nueva flor mágica-

    -Pero esta vez se aseguraría de mantenerlo oculto-

    Aquí ya vamos a interactuar más con los personajes en una narración más presencial.

    -¿Por qué no puedo salir?- Preguntaba el pequeño, algo triste.

    -El mundo del exterior está lleno de peligros, las personas son malvadas y egoístas, tienes que quedarte aquí- Decía esto, con una mueca de felicidad, mientras cepillaba esos cabellos largos, del menor. –Donde estas a salvo ¿Lo entiendes mi pequeño?-

    -Si… Mami- Dijo esto triste el niño.

    Otra vez al narrador.

    -Pero los muros de la torre de Jamir no podían ocultar todo-

    -Cada año en el cumpleaños de su hijo, él rey y él reina, lanzaban mieles de cargas de polvo estelar, con la esperanza de que un día su príncipe perdido regresara-

    El pequeño Munzel, por la única ventana de esa torre, de noche se colaba una vez al año, para poder observar aquellos destellos que se reflejaban en el cielo de ese polvo que era lanzado solo para él, aunque aún no lo sabía.

    Sonriendo ante ese espectáculo nocturno, añorando poder algún día presenciarlo más de cerca.

    Y aquí es donde inicia la historia, después de ver un poco el pasado de esta y entenderlo mejor.
     
  2. Threadmarks: Capitulo 2 (Mañana)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    3497
    ---Años después---

    Un pequeño corderito corría a toda prisa por la orilla de una ventana, donde había unas macetas repletas de flores.

    Rápidamente se escondió entre unas rojizas, pues su lana era de ese color se podría camuflajear de forma perfecta, sin duda se veía agitado el pobre, si de verdad quisiera huir de algo o alguien.

    De repente la protección de ese ventanal fue abierta de golpe, dejando ver a un joven doncel, de una cabellera larga y lila, se vía realmente entusiasmado, buscando por todas partes del lugar, sin duda era a ese corderito su objetivó.

    -Mmm- Se recogió algunos mechones que le habían caído en la cara, echándolos para atrás –Valla creo que Kiki se escondió en otro lado- Se fue retirando del lugar, de manera lenta, con las manos para atrás, girando sus ojos despreocupadamente.

    El corderito por su parte rio de manera suave, para no ser escuchado, aunque fue más un bramido leve.

    Sin embargo eso le duro poco, pues de su torso fue enredado por un mecho lila y siendo levantando suavemente, quedando de cabeza.

    -Te tengo- De igual forma el joven pelilila se presentó, causándole un susto, mientras el chico sonreía de par en par.

    Sin duda por su triunfa en las escondidas.

    -Ya son veintidós a mi favor- Lo bajo rápidamente, pues sujetarlo con su cabello era divertido, dejándolo en la orilla de la ventana.

    -¿Jugamos veintitrés de cuarenta y cinco?- Miro al pequeño corderito, posicionando sus manos en sus caderas levemente marcadas, buscando la aprobación de esa pregunta.

    Kiki, solo negó con la cabeza, cerrando sus ojos, mostrándole una cara de que no le gustaba para nada esa idea.

    -Ok…- Se sentó junto al pequeño –Y tu ¿Quieres hacer?-

    El pequeño sonrió de oreja a oreja, dando unos leves saltitos, señalo con su cabeza, debajo de esa inmensa torre, dándole a entender su deseo.

    -Si…- Levanto al cuadrúpedo miniatura y lo puso en su regazo, mientras él se sentaba dejando colgadas sus piernas –Yo creo que no, es lindo estar adentro y a ti te gusta- Señalo a su amigo.

    Por su parte el animalito, lo miro con cara de aburrimiento y le saco la lengua, retunda negación ahora doble.

    -Ay… No te enfades Kiki- Lo cargo entre sus manos, para cercarlo más a su cara –No es tan malo estar aquí- Con el pequeño en brazos, se retiró de la ventana, sin duda para comenzar hacer alguna otra actividad en mente.

    Correr por dentro de la torre para comenzar hacer sus quehaceres, era la misma rutina de cada día.

    Primero apoyado e impulsado por su cabello, se colocaba en las vigas de madera más altas, para lograr abrir el tragaluz que tenía por donde los rayos matutinos hacia su Aparicio.

    Siendo todo más fácil con metros y metros de cabello, que utilizaba para jalar esa palanca y sostenerse sin más.

    Al bajar, miro el reloj fijándose en la hora.

    -Siete a.m. un nuevo día dio inicio- Tomo a su corderito entre las manos, para llevarlo con él a todas partes.

    Poniéndose a barrer, el poco polvo que lograba juntar, levantando su cabellera para no estorbar y colocando toda la basura en el recogedor de mano que su amigo le sostenía ensuciándolo al pobre.

    Ahora haciendo uso de un trapeador, dos pares de cepillos para tallar de mano colocados en sus pies, como si fueran patines, pulía y enceraba el piso, de manera divertida pero efectiva. Mientras el pequeño corderito le ayudaba de igual forma con uno de esos cepillos.

    Subir por las esclareas con ropa que lavar.

    Sacudir cualquier cosa, para dejarla con brillo.

    Lavar la loza.

    -Termine, ¿Qué hora es?- Se fijó en el reloj, dando un resoplido por lo agotada que estaba –Siete con dieciséis- Sin duda la respuesta no le había gustado, pues solo se sorprendió, girando sus hermosos ojos verdes, apoyándose con la escoba, y de igual forma su amigo que portaba en la cabeza, estaba decepcionado.

    -Un libro leeré, o tal vez dos o tres- Rápidamente tomo aquellos objetos literarios, para sujetarlos contra su pecho y llevarlos para distraerse.

    -O en mi herrería, algo nuevo hare- Sujetando un martillo pequeño y un cincel, para hacer algunas figuras en un pedazo de metal. Mientras Kiki lo observaba con suma atención alegre.

    -Guitarra tocare- Entusiasmado, sujetando la guitarra acústica, dejando escuchar algunas notas, bien ejecutadas, pero haciendo pantomimas como si estuviera haciéndolo frente a un gran público.

    -Tejo- Después de fue a tejer, con dos agujas, una bufanda roja hecha por el, que cubría al pequeño corderito, y parecía que la haría más larga de lo que ya estaba.

    -Horneo- Sacando un delicioso pay con cuidado del horno de piedra, sujetando todo con un guante de cocina el cual desprendía un olor exquisito que ambos podían oler.

    Fijo su mirada en la última pieza de metal grande, en la cual no había hecho una de sus obras, el cual estaba sobre la chimenea que recubría un espacio vacío y su mente comenzó a divagar, pensando en las posibilidades que podría llegar hacer en ese objetó.

    Buscando sus herramientas, para comenzar a explayar su imaginación con suma facilidad, ya que tenía mucha creatividad, aunque eso no significaba que sus manos fueran toscas al contrario, aun eran suaves y delicadas, cosas raras, se supone que los herreros deberían tener hasta cayos, pero sin duda él era diferente al resto.

    Cuando término, se colocó con su amigo en el suelo, para armar algún rompecabezas, que sin duda ya tienen memorizada cada pieza.

    Lanzar los dardos, era una actividad que podrían disfrutar con cuidado.

    Ahora sacando del horno un montón de galletas con chispas de chocolate, que el pequeño corderito ya degustaba, mientras las levaba a la mesa.

    Distraerse tenia tantas ideas para hacer.

    Una máscara de papel mache, con su imagen para asustar a su pequeño amigo.

    Luego unos pequeños pasos de baile, girando se enredó el mismo con su cabello, cayendo al suelo estrepitosamente, pero aun así logro hacer un Jaque Mate contra Kiki.

    Buen herrero y también alfarero.

    Jugar a ser ventrílocuo utilizando al corderito como muñequito, que este le seguía el juego de igual forma.

    Cosa rara, ahora hasta velas sabía hacer, y por su expresión también le pareció eso algo extraño.

    Ahora estirándose, bajando sin doblar las rodillas tocando su pie derecho con el brazo izquierdo y de igual forma el brazo zurdo en la pierna diestra.

    Un bonito dibujo por hacer.

    Jugar a trepar hasta el tope de la torre, con ayuda de su cabello.

    Cocer linda ropa para el corderito, que esa era la actividad que menos gustaba, su cara de enojado de notaba, aunque el pelilila, lo mirada con ojos grandes y adorables de ternura. Aunque aprecia gemelos de prendas, pues era un vestido igual al de él, arriba amarillo con encaje rojo en el cuello y brazos y en la falda con diferentes tonos de verde y unos detalles en rojo de un signo peculiar.

    -Los libros releeré- Ya estaba sin duda fastidiado, lo notaba en su cara, sujetando los mismos libros que de la mañana leyó. –El rato hay que pasar- Y así acostado en su cama, ya aburrido lea con atención, acompañado de Kiki.

    Buscaba algún otro material en el cual trabajar en su herrería, pero lamentablemente para él, ya estaba todo hecho y sin contar que los pintaba, igual ya estaban completos, no había más que hacer en ese lugar improvisado por él.

    Frente a su espejo de cuerpo entero, comenzó a cepillar su hermoso cabello lila, tan largo, que no tenía fin, hasta terminar casi subido de nuevo en las vigas para terminas con las puntas y dejarse caer, de lo exhausto que esa labor era.

    En su mente solo una pregunta se hacía, mientras jugaba con su cabello, dando saltos y dejándolo caer en círculo alrededor de él y era la siguiente –Yo me pregunto… ¿Qué cuando yo empezare a vivir?- Suspiro resignado, mirando cabizbajo al suelo.

    Se dirigió a la ventana, para lograr ver el firmamento diurno, apoyándose con sus manos en la misma de madera, comenzó a recitar unas palabras –Esas luces que deseo contemplar, cada año… En mi cumpleaños…- Kiki se acercó a él, subiéndose por su hombro –Están-

    Girándose de nuevo a dentro de su torre, se cuestionaba lo siguiente -¿De dónde son?- Miro con atención lo que había hecho ene se día, el gran pedazo de metal, lo había vuelto en un paisaje hermoso, detallando esas luces que lograba ver cada año, en un valle verde por debajo –Hay quiero ir…- Camino con duda, hasta esa obra –Quizás hoy… Mi madre-

    Comenzó a detallar otra figura en el metal, para ser precisos a él mismo, sentado en lo que parecía un árbol, él en la copa, tallando con ayuda de su cincel y martillo, su cabellera y pintándola después –Me permita… Ya salir-

    Se quedó contemplando ese paisaje, que le traía cierta tristeza, quería ser libre aunque fuera por un instante solo para ver esas luces, que lo cautivaban.

    ---Reino de Atena---

    Se escuchaban los pasos apresurados de tres personas, que iban de techo en techo, haciendo el menos ruido posible.

    Escalando cada torre, con cuidado en cada tejado, subiendo y bajando. Sin duda no eran buenas noticias para nada.

    Más precisamente, estaban sobre el castillo real.

    Iban siendo guiados por uno en particular con una cabellera rubia, mientras los otros dos más fornidos que este lo seguían a paso rápido.

    Burlaban la seguridad y a los guardias reales, que no se imaginaban por no girar su cabeza hacia arriba estaban a punto de robar algo de ese castillo.

    El líder a lo que parecía, se fijó en el paisaje que se lograba ver desde esa altura y exclamo lo siguiente –Wow… ¿A quién le gustaría esta vista?-

    -Rider- Fue llamado por su nombre por uno de esos tipos que lo acompañaban. -¿Qué esperas?-

    -Un segundo- Dijo esto sin darle mayor importancias a sus reclamos, de hecho valiéndole lo que le digieran –Si… Ya me gusto- Sonrió de manera socarrona, cruzando sus brazos por delante de su pecho –Quiero un palacio como los que hay en las tierras de la India-.

    El joven rubio lleva, una camisa blanca hasta los codos, y una chaqueta beige, con unas hebillas que funcionaban de botones doradas, con un cinturón de cuero cafe, pantalón del mismo tono que la parte superior. En su frente tenía un Bindi de color rojo, sin duda no era de estas tierras tal vez por eso su insistencia en un palacio de las tierras Indias.

    El mismo hombre que hablo primero, se le quedo mirando de manera despectiva, sin duda el rubio a veces tenia ideas raras, que sacaban a todos de sí. Pero utilizando ello a su favor –Luego de este robo, te compraras tu palacio-

    Lo sujeto de la ropa por detrás, pero no porque fuera menos fornido se dejaría.

    Y en un movimiento rápido, se lo quitó de encima, sujetándolo de la muñeca o más bien haciéndole presión en la palma de la mano, provocándole un fuerte dolor al sujeto.

    -Mi amigo, si quieres mi atención, solo pídemela cortésmente- Sonrió triunfante, el rubio era de temer cuando quería.

    El segundo, solo giro sus ojos, sabía que meterse con ese hombre era mala idea solo, pero entre dos se podría manejar –Solo baja de una vez, antes de que nos atrapen-

    Cero sus ojos, sonriendo de manera burlona, enredó la cuerda a su cintura, para bajar por ese agujero en el techo que era de su talla.

    Cosa rara a mi parecer, hacer el trabajo a ciegas, pero según así se había vuelto un gran ladrón en muchas ocasiones, podría manejar todo mejor con los ojos cerrados que abiertos.

    Bajo así sujetado con la cuerda, hasta su objetivo, no debía hacer ruido, pues delante de él había guardias reales, dándole la espalda al objetó más codiciado del reino.

    Un estornudo fuerte se escuchó, pero gracias al cielo, no fue él, sino uno de los guardias. Aunque rápidamente este acomodo su postura de proteger la corona.

    -Ho… ¿Fiebre de heno?- Pegunto de manera despreocupada, ya había obtenido su objetivo, en un morral de cuero, sujetándolo con fuerza y apoyándose con su codo en el cojín donde el objetó antes reposaba.

    -Si…- Contesto el guardia despreocupado, sin siquiera darse cuenta ene se momento que se trataba de un ladrón engreído.

    Al reaccionar, ya era tarde, pues este se había regresado hacia el techo con la ayuda de la cuerda y desaparecer de la vista.

    -¡¡¡EY!!! ¡¡¡ALTO!!!- Trato de llamar el guardia, pero sería inútil -¡¡¡NO!!! ¡¡¡REGRESA!!!-

    Con aquel grito, los demás guardias rápidamente se acercaron mirando por donde habían escapados los ladrones.

    Sin duda corrían rápido, ya se encontraban cruzando el puente de roca por el cual salías del reino, aunque el rubio iba fanfarroneando de sus ideas.

    -¿Pueden verme en mi propio palacio?- Corriendo en medio de ambos hombres uno de cabellos verde oscuro y otro de cabellos rosas intenso, los cuales solo lo miraban de forma despectiva. –Porque yo si lo hago Jajaja- Lanzo una risa burlesca –Todo lo que hemos “visto” y apenas son la diez de la mañana- Aunque este llevaba los ojos cerrados, podía maniobrar su andar a la perfección.

    -Caballeros hoy es un día muy especial- Se había adelantando corriendo, con dirección al boque.

    ---Torre de Jamir---

    Dejando escapar un suspiro, mientras guardaba sus utensilios de herrería, siendo apoyado por el rojito amigo –Estoy listo, hoy es un día muy especial Kiki-

    Ríe levemente, mientras el corderito subía por su brazos para posarse en su hombro –Al fin, hoy se lo diré- Miraba decidido hacia cualquier punto en el techo –Le preguntare-

    -¡¡¡MUNZEL!!!- Una voz masculina con un timbre que deseaba sonar más suave.

    Escucho su nombre, ser llamado desde abajo, sabia de quien se trataba, y sonrió emocionado ante eso, de igual forma el borreguito también.

    -¡¡¡DEJA CAER TU CABELLO!!!- Otro llamado más.

    Sonaba entusiasmado, pero algo nervioso, mirando al corderito que igual le dedicaba una mirada cómplice –Ya es tiempo…-

    El pequeño le quería infundir confianza, parándose erguido y solmene, a lo cual el joven solo respondió más tranquilo –Lo sé, lo se Jejeje- Tomándolo suavemente con la mano –No dejes que te vea- Lo oculto detrás de una cortina que igual allí estaba su mayor obra e ilusión.

    Mirándola con atención una última vez, para tampoco ser vista por su “Madre”, sin embargo otro llamado lo tuvo que sacar de su ensoñamiento.

    -¡¡¡¿MUNZEL?!!!-

    Se bajó de arriba de la chimenea, para ir directo a la ventana por donde abajo lo llamaban.

    -No me hare joven aguardando aquí- Un hombre con un vestido negro con unos toques rojizos y dorados, de cabello azul, estando abajo llamando al joven.

    Salió por la ventana el pelilila –Ya voy madre- llevaba una gran sonrisa en su rostro.

    Había un gancho de color negro, hecho de metal sólido, por donde enganchaba su cabello, para dejarlo caer y de esa forma aquel hombre lograra subir, sujetando el lila con fuerza, enredándolo en su mano para hacer una especie de apoyo y no caer.

    Aunque era joven y algo delgado por su complexión, tenía la fuerza suficiente para subir al peli azul, que sin duda era pesado por ser adulto.

    Portaba una capa de igual color negro, que al llegar al pie de la ventana se quitó, para dejar ver su rostro que admitámoslo, era atractivo… Pero no bueno.

    -Hola- Una sonrisa en su rostro -Bienvenido madre- El muchacho trataba de descolgar su larga cabellera lila.

    Se ordenó sus cabellos largos y azules, aunque no tan lagos como el pelilila, deshaciéndose del efecto de la capa –Ufff Munzel- Bajo de la ventana –Yo no podría hacer esto sin falta cada día, de cada semana- Se acercó al muchacho, parecía que lo abrazaría pero solo toco su hombre, mostrando una mueca de angustia y cansancio. –Cariño esto para ti, deber ser agotador- Le acaricio el cabello y contorno de la delicada cara, posando su mano debajo del mentón, mirándolo con tristeza a su “hijo”

    -Ho jejeje- Lanzo una diminuta risa, mostrando sus dientes de manera temida –No es nada- Declaro, inclinando un poco su cabeza.

    -Entonces no sé qué te hace tardar tanto- Toco la nariz del joven con la punta de su dedo índice, con una expresión de burla.

    Dejando al menor algo incrédulo por aquello.

    -Jajajajajajajajajaja- Su risa sonando molesta y orgullosa –Cariño no hablo enserio- Paso de largo del pelilila.

    Este lanzo una risa fingida, el chiste no había sido bueno, pero no sería irrespetuoso con su madre –Jejejejejejeje- Se giró para encontrarlo de nueva cuenta –Entiendo…- Tomo valor para seguir con su idea, colocando sus manos en puño delante de él, entusiasmado –Escucha madre…-

    El hombre se dirigió hacia el espejo de cuerpo entero, para poder mirarse con atención, arrojando la capa al suelo y pareciendo ignorar el chico. Pues solo se admiraba en este, buscando alguna línea de expresión, en su cara y cuello.

    Sin embargo este siguió hablando.

    -Como sabes… Mañana es un día muy especial- Se colocó de lado derecho del peli azul.

    -Munzel acércate al espejo- Lo llamo, sujetándolo del brazo.

    -¿Sabes que hay allí?- Le pregunto sin más, a lo que el joven lo miro algo extrañado –Un chico fuerte, joven, muy hermoso y seguro de sí mismo- Esas palabras se notaban cargadas de sentimiento maternal, pues el chico sonrió entusiasmado, lleno de alegría, pensando que eran para él.

    Miro con atención el espejo y pos sus ojos en el reflejo del pelilila –Haaaa y hay estas tu- Señalándolo de nuevo con su dedo índice al chico, dejando escapar una carcajada sonora –Jajajajajajaja No hablo enserio- Le dio un leve codazo al chico, dejándolo con la mirada de estupefacción –No tomes todo tan enserio- Comenzó a estirarse la cara, para ver sus facciones más definidas.

    -Claro…- Guardo silencio un segundo –He… Madre te decía que mañana es…-

    Sin duda no le prestaba atención, pues al ver sus manos reflejadas en el espejo, noto que la edad lo estaba marcando –Munzel, tu madre se siente un tanto cansado, cantarías para mi cariñó- Mostro un rostro de tristeza y queriendo que los demás sintieran compasión por él.

    Algo que ya sabía lograba manipular el corazón del muchacho, así olvidando su petición.

    -Luego te escucho- Aun seguía mirándose con suma atención al espejo.

    El chico que de igual observaba su reflejo –Hooo, claro madre- Sonrió animado, saliendo de escena, para preparar lo que necesitaría para hacer dicha acción.

    Aunque el peli azul mostro una cara de fastidio, hacia el chico que ya tenía idea de que le iba a pedir.

    Rápidamente frente a la chimenea apagada, coloco una silla de madera confeccionada por el mismo hace tiempo, colocando un banquito a los pies de esta, se acercaba el peli azul para sentarse, pero el chico le ayudo a hacerlo, impresionándolo, luego le coloca rápidamente el cepillo entre sus manos, poniéndole un poco de su cabello en el regazo, para cepillarlo y sentándose rápidamente en el asiento antes colocado por el mismo, quedando más bajo de lo que ya por si era.

    -Flor que da fulgor, con tu brillo fiel, mueve el tiempo atrás, volviendo a lo que fue- Estaba cantando tan rápido, con sus ojos cerrados, provocando dicha canción que su cabello de un lila suave brillara, mostrándose ahora más hermoso de lo que ya era.

    -¿Qué haces?- Su madre, lo miro sorprendido, sin entender la prisa, lo comenzó a cepillar.

    -Quita enfermedad y el destino cruel, trae lo que perdí, volviendo a lo que fue- El destello de su brillo, levantado con la magia que en guardaba, rejuveneció al hombre.

    -¡¡¡MUNZEL!!!- Se notaba enojado, dejando caer el cabello de manera brusca e igual el cepillo.

    El chico se abalanzó rápidamente hacia el peli azul, mirándolo directo a los ojos con una cara de alegría sin más –Bien madre, te decía que mañana es un día muy especial y creo que no lo sabes así que voy a decirte- Sonrió aburándolo con efusividad del brazo -¡¡¡ES MI CUMPLEAÑOS!!! Jajajajaja ¡¡¡TARAN!!!- Apoyo la cabeza en el hombro ajeno.

    Este a su vez, lo miro despectivamente, retirando al muchacho de ese agarre, para que no lo siguiera atosigando.

    Negó con la cabeza –No, no, no, no puede ser. Eso lo recuerdo muy bien- Bajo su mirada pensando seriamente –Tu cumpleaños fue hace un año- Lo miro inquisitivamente.

    Bajo su mirada tratando de recobrar su alegría inicial –Es lo bueno de los cumpleaños- Le dedico una sonrisa, y gesticulándolo con las manos para enfatizar –Tienden a ser anuales-

    Se sentó tímidamente en el pequeño banco, algo pensativo, para exponer su punto.
     
  3. Threadmarks: Capitulo 3 (Sabio Es Mamá)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    3056
    -Madre… Cumplo dieciocho y quería decirte…- Deja escapara un suspiro, posicionando sus manos sobre el pecho, dejando ver una sonrisa de súplica –Que es lo que deseo de cumpleaños…- Desvía la mirada empezando a jugar con su cabello –Lo he deseado desde varios cumpleaños de hecho…-

    -Por favor Munzel basta- Parecía estar molesto en esta ocasión –No más balbuceos- Sonrió de manera burlesca –Detesto cuando empiezas a balbucear bla, bla, bla, bla- Hizo un movimiento con sus manos juntando y separando los dedos –Es muy irritante- Ahora otra vez esa sonrisa tonta, que mostraba –No hablo enserio- Se acerca para apretar su mejilla –Eres muy adorable, ya sabes que te amo cariño- Se levanta dejando al joven, preocupado, sujetando con fuerza su cabello, por esas palabras.

    Parecía resignado a que no podría decirle lo que en verdad quería, bajo su mirada y un pequeño bramido le llamo la atención, al girarse, hay estaba el corderito rojito, dándole ánimos desde lejos, para que continuará.

    Armándose de valor, soltó su único pedido con fuerza en su voz, dejándose el cabello y haciendo cara a su madre.

    -¡¡¡QUIERO VER LAS LUCES FLOTANTES!!!- Lo dijo sin más, pidiendo a todo en lo que creía que pudiera ceder su madre esta vez.

    Estaba tomando una manzana, al escuchar aquello se quedó estático, aunque poco duro lanzando una risita sarcástica, dejo con rapidez la fruta, dirigiéndose al menor -¿Qué?- Con una voz de lo más gentil que pudiera sonar.

    -Hom… Bueno…- Se subió sobre un banquillo de patas largas blanco, para llegar hasta arriba de la chimenea, para dejar ver lo que había hecho este día –Esperaba que me llevaras a ver las luces flotantes- Descubrió su arte.

    -Ho- Sonrió –Hablas de las estrellas- Volvió a ignorarlo, buscando alguna cosa entre las canastas del lugar.

    Sonrió emocionado –No, no es así- Lanzo un largo mechón lila, para arriba, enredándolo a una pequeña puerta que dejaba ver la luz del sol, a un mural que tenia de las constelaciones, el paso del sol y la luna, varias estrellas plasmadas en estas –He estudiado las estrellas, y siempre son constantes, pero estas...- Enfatiza aquella declaración, mirando con atención al peli azul –Aparecen sin falta en mi cumpleaños, madre- Frunce un poco el ceño –Solo en mi cumpleaños- Voltea a ver de nuevo el tallado en el metal –Y no sé por qué siento… Que son- Baja la cabeza, apoyándose en la parte superior de la chimenea, dejando escapar un suspiro –Solamente para mí- Toca su pecho.

    Madre Sagtel, se queda mirando al pelilila, con una cara de pocos amigos, decidió girarse para volverlo a ignorar.

    -Necesito verlas madre- Estaba dispuesto a encararlo esta vez –Y no desde mi ventana… En persona- Cerró sus ojos, tomando el valor requerido para seguir su discurso –Quiero averiguar qué cosas son-

    Se dirigía a la ventana con sigilo -¿Quieres salir de la torre?- Su voz sonaba de preocupación fingida –Ay Munzel- Cerro la ventana de golpe.

    Acercándose directamente al chico, tomándolo de los brazos, comenzó a dar giros junto al chico –Mírate tan frágil como un brote-

    Estiro ambos brazos, luego doblando las propias, para acercarse al doncel –Un retoño nuevo… De una flor- Le palmeo con suavidad la cabeza, soltando sus manos.

    Comenzó a explicarle ahora su punto señalándolo con las palmas.

    -Sabes por qué estamos en la torre- Levanto sus brazos al aire.

    -Lo sé, pero…- Trataba de acercarse, pero es interrumpida.

    -Así es…- Toma su cabello, acariciándolo con suavidad y tocando su cara con este –Es por tu bien querido.

    Posa desesperado, ante una ventana cerrada, con unas macetas colgando, angustiado por lo que su “Hijo” Decía –Este día tan triste ya esperaba- Cerro la cortina, para que la luz no llegara y la torre quedara a oscuras por dentro –Dejaras el nido así será- Caminaba delante del pelilila, posando su antemano sobre la frente, todo angustiado por lo que decía.

    -Pero aun no- Comenzaba a subir las escaleras.

    -Pero…- Quería interrumpirlo, no era lo que traba de decir, más lo callo posando uno de sus dedos sobre los labios.

    -Shhh, creme amor- Se recargo en la pared –Sabio es mamá- Dio un golpe con sus caderas a la pared, para que una palanca subiera por el mecanismo y dejara todo el ambiente a oscuras.

    El joven incendio una vela con un cerillo, para iluminar esa oscuridad.

    -Sabio es mamá, óyeme atento-

    El muchacho se giró, para ir justamente a buscarlo, pero el mayor lo asusta, poniendo una cara de susto, levanto sus manos como garras –El mundo exterior es cruel-

    Siguió mirando en esa dirección, para ver si lo volvía a divisar, pero aquello fue interrumpido sintiendo un tirón en su cabello, que lo hacía caminar hacia atrás, soltando la vela, para lograr tomar su cabello y zafarlo de saber qué cosa.

    Tiro fuertemente, que al soltarlo el contrario, provocó que perdiera el equilibrio, cayendo hacia atrás, pero siendo sujetado por el peli azul.

    -Sabio es mama de alguna manera… Algo saldrá mal… Lose.- Después de esta frase dicha, lo soltó a escasos centímetros el suelo.

    De igual como apareció, desapareció, dejando al joven en medio de la única zona que tenía un poco de luz y al rededor solo oscuridad.

    Él lo buscaba, no entendía lo que pasaba.

    -Sucios rufianes- Apareció la sombra de un bandido, con una garras y sientes afilados, asustando al pobre muchacho.

    -Hiedra venenosa- Ahora la sombra de dicha planta, que sorprendió a Munzel.

    Volviendo a aparecer, con una sartén mientras daba vuelta a una muñeca con dos trencas, de color lila y un vestido amarillo –Comen niños o… El mal- Portando una lámpara de color verde entre la oscuridad, sorprendiendo al chico.

    -No-

    -Si-

    -Pero…-

    De nuevo la luz verde se apagó y apareció ahora un trapeador por la espalda del pelila para empujarlo y que cayera para adelante.

    -Hombres también… De largos colmillos-

    Un dibujo en color rojo estaba en el piso, simulaba la cara de algún hombre, con colmillos afilados y una mirada que asustaba a cualquiera, el pobre miro aquello, quedándose muy incómodo, levantándose, alejándose de aquel garabato.

    Apreciando Madre Sagtel apoyado en el piso, con una mano, otra vez su pose de sufrido, con antemano descansando en su frente con un pincel en mano con tinta roja.

    -No, no más que me atormentas- Su voz de angustia plena, por el sufrimiento que decía que sucedería.

    El muchacho, ya había caído en cuenta que el mundo exterior era muy peligroso para él. Estando envuelto en su totalidad con su cabello, sentado en el piso, sujetando con ambas manos su capucha lila, mirando a todas partes con miedo y una vela alumbrándolo. Parecía un niño asustado.

    -Madre está aquí- Sujeto la mano de Munzel, para levantarlo, palmeando el antebrazo del niño. –Madre te protege- Abre sus brazos, para que le diera un abrazo –Mi concejo escucha y ya-

    El pelila, lo abrazo, pero al darse cuenta que no era alguien vivo, pues abrazaba a esos maniquíes de costura, cubierto por la capa de su “Madre”, se alejó asustado ¿De qué había pasado?

    -No hagas drama- Baja las escalares, solo iluminadas por un sin número de velas encendidas a las orillas de los escalones –Mami te ama-

    Levantó ambos brazos enfatizando la última frase de nuevo –Sabio es mamá- Y con un giro de su capa, apago las velas, dejando el lugar de nuevo en penumbras, lanzando una risa.

    Aquel pilila, encendía velas colocadas en una hilera, para ayudarse a ver en la oscuridad, pero iban siendo apagadas por el peli azul, de igual forma.

    -Sabio es mamá, mami es tu soporte, solo no subsistirás- Reía por las palabras un tanto acidas que dedicaba al muchacho.

    Ahora delante de un espejo, se podía ver Munzel de cuerpo entero.

    -Simple, sin calzar- Madre Sagtel bajo el espejo comprobando que el muchacho no llevaba zapatos.

    -Inmaduro, torpe-

    Rápidamente se tapó los pies, le dio pena aquello y su cara de preocupación lo notaba, cada palabra lo estaba hiriendo.

    Estaba agachado así que su lumbar de equilibrio era bajo, un tirón en su cabello lo hicieron caer al suelo.

    -Vivo te comerán- Ahora como si de un juego se tratara giro al chico por el suelo, enredándolo en su cabellera.

    Levantándolo, con el cabello todo en el cuerpo ajeno, este solo estaba asustado por lo que hacia ese hombre que se supone que era su madre.

    -Crédulo, infantil- Tiro de su cabello, para desenvolverlo, haciéndolo que girara un poco hacia la izquierda –Y sin duda lento, parlanchín, ingenuo-

    Mareado quedo por aquellas vueltas, sus ojos algo bizcos por esto y el peli azul acercándolo a él, solo para seguir burlándose –Hmmm… ¿Ves?- Lo tomo por el mentón, para que le sostuviera la mirada.

    Ahora con una voz un poco más chillona de lo normal, la cerecita al pastel –Creo que también… Algo regordete- Palmeo el mentol del muchacho y este quedo completamente fuera de sí, por aquello.

    Sujeto ambas mejillas apretándolas, haciendo intensificar sus labios un poco –Te lo digo… Pues te queño- Lo atrajo para que sus mejillas se tocaran, haciéndolo un cariño algo brusco, que le desagradaba al muchacho.

    Soltándolo con la misma y volviéndose a retirar de escena. –Madre entiende bien-

    Las luces volvieron apagarse asustando al chico lanzando un débil grito –Haaaa-

    -Madre de apoya y te advierte nada mas- Apareció en medio de la oscuridad, una luz lo iluminaba.

    Si me lo peguntan a mí, esto ya era una cuestión de brujería que otra cosa.

    Al pelilila sonrió al verlo y fue directo a él, para darle un abrazo, pues este se lo ofrecía.

    Ambos un abrazo aunque uno si fuera genuino su necesidad de calor y afecto maternal, el otro se lo correspondía, acariciando su cabello con cuidado, para darle una sensación se seguridad.

    -Munzel- Llamo con la voz más maternal posible.

    -¿Si?- Sonrió algo emocionado, mirando al peli azul con un destello de inocencia, este sujetándolo por los hombros se notaba comprensivo.

    -No vuelvas a desear salir de aquí jamás- Su rostro volviéndose serio y molesto. -¿Oíste?- Apretó ambos hombros del chico, para hacer aclarado su punto.

    Apretó sus labios, ya no tenía fuerzas para contradecirlo, bajando la mirada angustiado.

    -Si madre- Su voz triste se notaba a distancia.

    Un suspiro lanzo, levantado el mentón del joven, para dedicarle unas breves palabras –Te quiero mucho mi niño-

    -Yo te quiero mas- Sonrió débilmente.

    Acaricio su rostro, acomodándole unos mechones –Yo te quiero aún más- Aliso sus largos cabellos, dándole un beso en la cabeza.

    -Si lo olvidas- Se alejó, tocándole la punta de la nariz con una mueca de sonrisa forzada –Te castigas- Dándole unas palmaditas en la cabeza, lentas y constantes.

    Dio una vuelta, quedando de lado derecho del chico –Sabio es mamá- Alejándose, mientras sujetaba los dos largos mechones delanteros de esa cabellera lila, estirándolos hasta que estuvo lejos, y los soltó.

    Munzel, quedo allí solo, pensando en como fracaso su intento de salir, ajando la mirada triste, en verdad era su único anhelo, solo quería poder ver esas luces en vivo.

    -Te veré más tarde mi borreguito- Volvía a bajar de la torre con el único método que era esa larga cabellera.

    Mientras Munzel, se quedaba mirándolo como se alejaba, de la torre que lo tenía en cautiverio sin duda.

    -Te espero aquí…- Descolgó su cabello, solo esa ventana su única conexión con el mundo exterior. Apoyando sus brazos en la madera adornada, para ver lo que se estaba perdiendo.

    Su cabello lila ondeaba con la suave brisa de la mañana, seria hermoso si tan solo una bocanada de libertad se le daba.

    ---En el bosque---

    En un árbol dos afiches de tres ladrones se podían ver.

    Uno alguien que ya conocemos pero con un dibujo extraño en la mitad de su cara

    Y los otros dos también conocidos los secuaces y compinches del mal de este primero. De nombre Agobbin y Shiton

    Justo en ese momento pasaron los dos primeros delante de este árbol corriendo, huyendo de la guardia real, mientras que nuestro ladrón rubio, al pasar, se detuvo pues no podía ver lo que sus ojos no abiertos apreciaban.

    -No, no, no, no- Se notaba realmente mortificado por ver ese afiche, que arranco rápidamente –Esto es malo, esto es mucho peor que malo, esto es pésimo-

    Los dos ladrones, lo miraban confundidos, que le pasaba y aprovecharon para tomar un segundo aire.

    Poniendo el afiche junto a su cara hizo una pregunta importante para su vida -¿Así no es mi nariz? O ¿Si?- Su mueca de preocupación infinita por algo tan insignificante.

    De hecho la nariz si se veía muy rara, no combinaba con su cara, demasiado grande y tosca

    -¿A quién le interesa?- Cuestiono el de cabellos rosas.

    -Que fácil para ti decirlo- Lo “Miro” de reojo.

    Si inclino para ver de cerca el cartel que decía “Se busca Muertos o Vivos” Al igual que el propio –Ustedes salieron fantásticos-

    Salió de su pensar, pues un ruido de relinchos y galopes de caballos se dejaron escuchar, girándose para ver como los guardias estaban buscándolos, al divisarlos regresaron a la persecución contra esos bandidos.

    Así pues volvieron a huir por sus vidas, mientras el rubio guardaba el afiche en ese morral de cuero en donde el tesoro robado se encontraba.

    Corriendo a toda prisa, atravesaron arboles caídos, rocas y arbustos se toparon con una situación que los podrían en apuros.

    Un gran muro de piedra, hecha por la propia madre naturaleza, cortándoles el paso.

    Los tres se quedaron mirando, pero el rubio tomo el control de la situación.

    -Ok, ya se. Súbanme y los subo después- Propuso.

    Amos se miraron, entendiéndose sin palabra alguna

    -Deja antes la bolsa- Shiva fue el que hablo en esta ocasión.

    -¡¡¡¿QUÉ?!!!- Se sorprendió por esa falta de confianza -¿Crees?- Sujeto la bolsa por el cordón cruzado en su cuerpo, tratando de hablar hasta con las manos -¿Significa que después de pasar esto juntos aun no confían en mí?- Puso su mano en el pecho.

    Los dos hombres corpulentos, no le contestaron, mirándolo con una cara inexpresiva. Con eso le daban todo a entender.

    Dedico una mirada serio y algo indignado –Auch…- descolgó la bolsa, entregándola al hombre que le había cuestionado primero.

    Al depositarla, la soltó fuertemente, ni se tomaba la molestia de mirarlos feo, ya con esa cara se los decía.

    Así pues sin perder más tiempo, se pusieron uno encima del otro, el orden iba Shiton abajo, Agobbin arriba de este y Shaflyn subía sobre ellos, para llegar al borde, para salir de ese allí.

    Al lograr llegar, por ese método de escalera, se giró para verlos aun en doblado de rodillas.

    Agobbin estiro la mano, al rubio –Súbenos ahora bribón-

    -Lo siento- Sonaba triste –Manos llenas- Mostro como se las ingenio, para robarles la bolsa que contenía la corona y después de una sonrisa sínica, salió corriendo, dejándolos a su suerte a ambos.

    -¿Qué?- Sorprendido, se buscaba la bolsa, no creyendo que se la habían quietado enfrente de sus narices -¡¡¡RIDER!!!- Lanzo ese grito molesto, sin duda se vengaría en algún momento.

    El rubio ladrón, no le importo y aun sonriendo, corría para alejarse de esos hombres “Camaradas” suyos, y de la guardia que le pisaban los talones, pero es un hombre demasiado confiado, para intimidarse por ello.

    Pero los guardias, rápidamente pudieron encontrarle el rastro.

    El capitán de la guardia real Aiodos, montado en su blanco corcel de nombre Seimux, dirigía a sus hombres, para capturar a los maleantes.

    -¡¡¡RECUPEREN LA BOLSA A TODA COSTA!!!- Se dirigió a los demás soldados, que venían con él, esa era la orden principal.

    -¡¡¡SI SEÑOR!!!- Los demás gritaron la afirmación al unísono.

    Pero que bien entrenados los tenía el capitán.

    El caballo del mismo, relincho como si de esta forma le diera órdenes a los demás corceles castaños que iban un poco detrás de él.

    Y esto de igual forma que los soldados, relincharon como afirmación.

    Los hombres tenían en la mira a Shaflyn, con sus ballestas listas para lanzar las fechas.

    Y así lo hicieron, si no fuera que tuvo que pasar un árbol por abajo, su cabeza y cuerpo hubieran quedado perforados por estas, que se enterraron en ese tronco caído.

    Solo volteo para darse cuenta de lo cerca de la vio venir.

    Huyendo del lugar con rapidez y astucia.

    Yendo en caballo atravesar ese obstáculo era fácil, solo salaban un poco y listo, el ladrón rubio corría haciendo su mejor esfuerzo para perderles el rastro, pero no lo estaba consiguiendo como lo pensaba.

    Pues le lanzaban las flechas para taparle de paso en cualquier dirección, y teniendo que esquivarlos.

    Pensó rápido, al ver un árbol que estaba plantado en toda su intensidad y cortaba el paso, lo atravesó saltando, era tan ágil como un gato aunque sería uno murto si no se escondía.

    Por suerte para él, los caballos no podían pasar, no existía lugar suficiente para ellos y su carga.

    Mas el caballo del capitán no se daría por vencido, igual de terco y necio que el mayor rango. Persiguiéndolo, a paso apresurado no dejarían que se burlaran del reino de Atena tan fácilmente.

    -No escapara Seimux- El capitán le comentó al caballo, sujetando con fuerza su ballesta.

    Provocando una gran motivación en el corcel, que se apresuró a seguir al delincuente.

    Este al percatarse, corrió con todas sus fuerzas, que le permitieran las piernas, tuvo una idea, al ver una liana verde colgar de un árbol, era gruesa así que tendría suficiente fuerza para su peso.

    Rápidamente se colgó de esta, tomando impulso dio una gran vuelta con ella, llegando por detrás al capitán, dándole una fuerte patada, sacándolo del corcel en el que montaba.

    Y a su vez, ahora el cayendo sobre el caballo, aun estando en galope. El pobre no se había dado cuenta que su jinete no estaba.

    Hasta que el ladrón tomo sus riendas, noto que no era la misma voz al jactarse de lo que acaba de hacer.

    Se detuvo rápidamente, no sería cabalgado por alguien como ese sujeto.
     
  4. Threadmarks: Capitulo 4 (Pelea)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    3920
    Giro su cabeza, para ver al ladrón.

    La mirada del equino siendo de enojo puro, resoplando con fuerza.

    Pero el rubio bribón no se dejaría intimidar por un caballeo, acomodándose en la silla de montar.

    -Arggg ¿Qué esperas pulgoso? ¡¡¡AVANZA!!!- Le dio un golpe con ambas piernas a los costados del corcel.

    Pero Seimux, se da cuenta que trae la bolsa, mirándola fijamente, dispuesto a alcanzarla. El ladrón se da cuenta de aquello, pero es rápido.

    Lanza una mordida, para atraparla, pero rápidamente el hombre la aleja.

    Un caballo de la guardia real ¿Qué esperaba?

    -No, no, no, no- Dacia aquella negación, mientras trataba de alejar la bolsa del agarre del equino, que seguía la bolsa pues sabía que era necesario recuperarla.

    Incluso aun teniéndolo sobre, hacia maniobras para alcanzarla. Cabalgando de manera torpe y graciosa.

    -¡¡¡QUIETO!!! ¡¡¡QUIETO!!!- Haciendo usos de su mano libre, alejaba el hocico del animal, para que no tocara el tesoro preciado que acaba de robar.

    Pero sus intentos fallaron, al final, el caballero lo alcanzo con el hocico, dando varios jalones cada quien por su lado, para no dejarse vencer por el contrario.

    -¡¡¡DAME ESO!!! ¡¡¡DAME ESO!!!- Estaba molesto, no dejaría que ese corcel le ganara sin dar pelea.

    Pero por andar forcejeando cada quien por su lado, la bolsa salió volando, estando cerca de un barranco, parecía que se caería por ese lugar.

    Mas su sorpresa y gracias a quien fuera, cayó sobre un árbol crecido a la orilla de este.

    Enganchándose la bolsa en una de esas ramas.

    Ambos miraron todo con suma atención del mundo, sus ojos bien abiertos, las bocas iguales de sorpresa.

    Por un instante se miraron levemente. Pues era cuestión de quien fuera más rápido en alcanzarla.

    Así fue como cada uno salió corriendo en dirección a la bolsa.

    Shaflyn, salto del lomo del animal, y este trato de detenerlo pero el humano era ágil.

    Pero un caballo es mucho más rápido, aunque un ladrón tiene sus trucos sucios y es, sujetarle una pata para que caiga el animal.

    Eso podría darle más ventaja de tiempo.

    Mas Seimux no se daría tan fácil por vencido, aun pasando sobre él, sujeto el pantalón del hombre, ahora el caía de bruces contra el suelo.

    Al llegar al tronco de ese árbol ladeado, se dieron cuenta que es algo frágil, mas pues el que pisaba primero es el enorme corcel un peso bastante grande.

    Mas no se daría este por vencido, pisando con delicadeza iba el caballero de la guardia real, pisadas cortas y con mucho cuidado.

    El rubio, se subió arriba de la cabeza del animal, para que este lo llevara, no estaría contento de ser utilizado así por un ladrón sin escrúpulos.

    Movió bruscamente su cabeza, provocando que este cayera directo al tronco o al precipicio lo que ocurriera primero.

    Pero que ágil Shaflyn, se sujetó del tronco estando del otro lado. Dejando sus pies y piernas sujetas alrededor de la madera y con una alta posibilidad de ser pisoteados por el caballero.

    Cosa que sin duda no dejaría pasar.

    Dicho esto, Seimux comenzó a pisar fuerte y pesadamente, justamente en las extremidades que alcanzaba a ver, no dejaría que nadie se saliera con la suya de deshonrar el nombre del reino de Atena.

    Mas igual es rubio avanzaba, lo más rápido posible en dirección a la bolsa, ya no solo para alcanzarla, si no para no ser pisoteado por el corcel.

    Pero ningún se fijó que esos movimientos bruscos de ambos, hacía que la bolsa se estuviera desenganchándose de la rama que aun la mantenía al alcance.

    Apresuro el paso, no dejaría que la corona se perdiera. En un movimiento rápido, se lanzó a la rama, para alcanzarla antes de que cayera. Sujetándola con la mano y dando un grito de triunfo.

    -¡¡¡JA!!!- Su mirada triunfante, hacia el animal le denotaba la alegría que sentía.

    El otro contendiente por la bolsa, lo miro molesto, estuvo a poco de alcanzarlo.

    Mas ese intercambio de miradas, termino muy pronto, pus un ruido o más bien un crujido les llamo la atención, pues no significaba nada bueno, que el árbol hiciera eso.

    Y dicho esto, ese árbol cayó por el barranco, llevándolos a ambos en este hacia abajo.

    La caída era demasiado alta, miraban con miedo lo que estaba pasando, no se podía ver ni siquiera el final por lo lato que era, no reaccionaron para nada.

    Una escena bastante cómica al momento de verse nuevamente ambos y luego lanzar cada quien su grito de miedo

    Uno en relinchó y otro en grito humano.

    Se sujetaban del árbol, como su única ancla para no perder la vida.

    La caída les hizo llegar rápidamente hacia una roca puntiaguda, que por gracia a lo que fuera, no les hizo daño alguno, solo partió el tronco por la mitad, y cada quien estando en un lado diferente.

    Separándose así cada quien, pues se soltaron del árbol por el impacto y salieron volando, sin dejar de gritar.

    El pobre caballo cayo en el césped, de espaldas, luego dio una voltereta y derrapo con sus cuatro patas estiradas debajo, igual su cara recibió impacto.

    Había caído bastante cantidad de tierra y pasto en su hocico, escupiéndola en cuando se sintió seguro.

    Pero rápido se levantó, no podía quedarse así, debía volver a buscar al ladrón y esa bolsa importante.

    Su pose de blanco corcel dejaba ver su energía, mas su cara de susto y desconcierto no lo dejaba de lado.

    Rápido miro y miro de un lado a otros, solo quería encontrar su deber de manera inmediata.

    Al no ver nada, decidió buscar con el olfato, rápidamente se puso en acción.

    Sus grandes fosas nasales se movían al inhalar y exhalar, estaba encontrando el rastro como su fuera un perro sabueso, rápidamente siguió el camino hacia delante. Tenía algo.

    Paso unos árboles, unas rocas muy grandes, pero parecía que l rastro no seguía por allí, más porque había un montón de lianas verdes llenas de hojas y a la simple vista, parecía que no hubiera nada del otros lado.

    Siguió de largo, sentía que estaba cerca, peor no sabía exactamente que tanto

    Hasta que salió de escena, fue que el ladrón rubio abandono la seguridad de esa roca que le dio una oportunidad de salirse con la suya.

    Caminando de espaldas, mirando en dirección a done Seimux se había ido, se colgó la bolsa como siempre, se giró con cuidado y trato de tocar la pared detrás de las lianas verdes.

    Mas su sorpresa fue grande, cuando su mano no toco soporte y se fue hacia adelante.

    Rápido recupero su postura y abrió esa cortina hecha por la naturaleza, viendo que del otro lado había una gran forma de refugio.

    Y sí que era oportuno, pues el caballero relincho, parecía que se hubiera dado cuenta de la treta que le hizo el hombre.

    Adentrarse rápido, abrió sus ojos con susto, sujetando la bolsa de la correa, decidió ocultarse por ese lugar, entrando allí. Para no ser visto por quien lo perseguía.

    Era una cueva muy oscura, pero lo suficientemente buena para no ser encontrado.

    Y justo a tiempo, para que el caballo que estaba regresando, no lo encontrara y solo se pudiera ver la sombra del equino, buscando con desesperación al hombre.

    Relincho con molestia, no entendía como era posible que no lo encontrara y sintiendo su rastro tan cerca. Se fue en otra dirección.

    Cuando vio que no había peligro decidió adentrarse hacia la cueva, parecía la mejor idea y denotaba un destello de luz del otro lado.

    Aun miraba hacia atrás, temía que el corcel llegara en cualquier momento.

    Que no se había dado cuenta de lo que estaba por encontrar, teniéndolo delante de él.

    Mas al girarse su rostro de seriedad y pánico, cambio a una de asombro, tanto que abrió sus ojos azules de lo sorprendido, dejando su boca abierta.

    Mira la belleza del valle verde, esa hermosa cascada que estaba detrás cayendo por entre un par de rocas enormes y en medio de todo ese lugar, una torre que le aprecia realmente preciosa en esos instantes como un refugio.

    Se quedó observando todo con sumo cuidado, no se movía, parecía que los Dioses se hubieran compadecido de él, y le daban una oportunidad de ocultarse hasta que el peligro apsara.

    Mas su ensoñación se escapó, cuando oía como ese caballo se acercaba por el relinchido que daba.

    Poniéndolo en sobre aviso al ladrón, que debía actuar rápido si quería salir bien librado.

    En un instante se encontraba escalándolo la torre, ayudado con un par de flechas, enterrándolas en las rocas del edificio construido.

    Llego hasta arriba, se movía demasiado rápido para salir bien librado.

    Apoyándose en el marco de la ventana, se adentró a la oscuridad del lugar de manera sigilosa.

    Cuando estuvo seguro, cerro la ventana, para que nadie lo viera, pensaba que estuviera desierto el lugar.

    Dio un suspiro de alivio, tocando su pecho, y la agitación de su voz estaba descansando, ya no correría peligro de ser encontrado.

    Suspiro aliviado, se desgancho la bolsa, para revisar que la corona aun estuviera allí.

    Y cuando lo confirmo, sonrió.

    -Solos al fin- Esa sonrisa coqueta se la dedico al botín.

    Pero duro muy poco su alegría, pues un fuerte golpe con un martillo en su cabeza se dejó escuchar, provocándole que perdiera la conciencia y se fuera de bruces hacia adelante, una expresión de tonto se podía ver, sus ojos desorbitados y esa sonrisa pedida.

    El había invadido la torre de Jamir, donde se encontraba viviendo el joven pelilila, por defenderse le dio ese golpe, más aún estaba asustado, nunca antes había visto otro humano en su vida.

    Sosteniendo sobre su cabeza, mirándolo fijamente como había caído.

    -¡¡¡HAAAAAAAA!!!- Lanzo ese grito agudo, su sorpresa era demasiada, mas por lo que su madre le había dicho en la mañana.

    Rápido se alejó del hombre, para ponerse a salvo, detrás del maniquí de costura, ocultándose de la vista del rubio.

    Aunque estaba intrigado, alzo su cabeza de su escondida, para verlo con atención al caído.

    Al darse cuenta que no se movía, empezó a interesarse más en ese sujeto, mas valía ser cuidadoso, poniendo el maniquí de escudó entre ambos, se encamino hacia el.

    Sus ojos verdes estaban aterrados, pero debía ser valiente, para defender su hogar.

    Sus labios algo apretados, para no soltar otro grito, posicionó su martillo delante de él, para atacar su se levantaba.

    Como no respondía, le dio unos leves empujones con el arma de metal en la cabeza, para ver si reaccionaba, pero nada.

    Eso le ocasionó más confusión, pero su curiosidad le estaba ganado.

    Miro al pequeño corderito a su lado, con una cara de súplica para que lo ayudara.

    En cambio este, solo alzo las pequeñas patitas, en señal de que el tampoco comprendía que estaba pasando con ese hombre rubio.

    Se volvió a acercar manteniendo su distancia, con su utensilio de herrero, movió su cabeza a un lado, para que pudiera ver su rostro cubierto por algunos mechones dorados.

    Sus ojos grandes y verdes, estaban fijos en el con su expresión de miedo, se alejaba con cautela.

    Miro a la dirección de Kiki, como preguntándole ¿Qué debía hacer?

    Al corderito rojizo, se acercó al dibujo hecho por madre Sagtel anteriormente, en donde era una cara de un hombre con dientes puntiagudos.

    Haciendo esta seña, le daba a entender al muchacho que se fijara en eso.

    Utilizando el mango del martillo, lo coloco en la boca de este, para ver si tenía colmillos en esos dientes blancos. Más no había nada de esos puntiagudos.

    El rostro del pelilila estaba contraído del medio, mas al darse cuenta que no había peligro de índole de los colmillos, se relajó más, aun fruncía el ceño y de igual forma sus labios.

    Se aventuró más, y con el mango de nuevo, despejo el rostro del hombre, de esos mechones rubio dejando ver sus ojos cerrados.

    El doncel, se quedó sorprendido de verlo, aun dormido no le producía ya tanto miedo, su boca abierta levemente y sus ojos fijos en ese hombre desmayado.

    Se inclinaba más para verlo de cerca, le estaba dando igual su propia seguridad, queriendo admirarlo con más atención.

    Pero eso duro muy poco, pues abrió sus azules ojos de golpe, asustando al niño, lo que provoco que le diera otro golpe en la cabeza, para volver a dejar fuera de sí.

    Solo sonó el golpe seco, sin duda tenía una gran fuerza. Pero no tanto como para matarlo.

    Enredo al hombre extraño con su cabello, para poder encerrarlo en el armario, aunque fuera demasiado pesado para él, lo arrastraba por el suelo.

    Al estar cerca, no midió la distancia y se pegó contra la puerta del armario, pero al fin descanso soltando un resoplido de cansancio.

    Y se preguntó como lo haría entrar.

    Primero probo arrastrándolo por las piernas, para que entra de esta forma, pero la espalda de este choco con la entrada y el pobre Munzel resbalo al suelo. También cayendo al suelo.

    Ahora usando su cabello y que tiene la habilidad de colgarse de las vigas con él, sujeto al hombre por un extremo y lo arrojó directo al aramio cerrándolo de golpe al bajarlo, más obvio un problema, su cabello se quedó atorado al atrancar las puertas.

    Aunque lo estiraba con todas sus fuerzas, haciendo el ruidito de fuerza, pero nunca salió de allí.

    Sintiéndose frustrado se dio un golpe con la puerta en la frente.

    Abrió de nuevo el armario, Shaflyn, estaba en una posición rara, las piernas estiradas hacia el frente, la espalda pegada al fondo del armario y la cabeza colgando en la puerta en misma dirección que las piernas, los brazos estirados y su cabello algo largo hasta el suelo caía.

    El pelilila, poso una mano en su mejilla pensativo, mientras el otro brazo hacía de soporté para el otro y con un pie delante del otro, estaba en pose.

    Se le ocurrió la idea, de empujarlo con fuerza hacia adentro, cerrando de nuevo fuertemente la puerta, a su espalda, para que no saliera de nuevo.

    Pensó que ya había logrado terminar esa tarea, pues su sonrisa de triunfo lo delataba.

    Camino orgulloso, pero al puerta se abrió de golpe, no soportando el peso de adentro y cayendo sobre el cuerpo del doncel.

    Este rubio estando su cabeza sobre las pompas del muchacho, mas no se había dado cuenta, estaba más sorprendido de que su plan no funcionara. Sus brazos estirados en el suelo y su mirada de desconcierto.

    Se ayudó con una escoba, para empujarlo dentro del armario con fuerza, apoyándose con el palo de esta y luego con su espalda, para que se quedara dentro de nuevo. Ya estaba fastidiado de batallar, al verlo dentro, cerro de nuevo las puertas, pero nos e fijo que los dedos de este intruso quedaron afuera.

    Pero con su carita de inocente al verlos así, los empezó a empujar uno a uno, hacia adentro. Para que no hubiera evidencia de lo que paso.

    Rápido arrastro la silla verde, para atrancarla mejor.

    -Ok, ok, ok… Hay una persona atrapada ahí- Caminando de espaldas, aun sosteniendo su martillo delante de él, con cuidado por si despertaba y salía a atacarlo.

    -Hay una persona atrapada ahí- Se miró en el espejó de lado izquierdo, se admiró un poco por su expresión y lo que acaba de hacer.

    Asintiendo delante de su espejo –Capture una persona…- Sonrió emocionado, al darse cuenta de su gran hazaña –En mi ¡¡¡ARMARIO!!!- Alzo su cabeza con orgullo y una mueca de felicidad plena, aun sosteniendo con fuerza su martillo –Ja, ja, ja,- Lanzo un suspiro de satisfacción y un poco de orgullo -¿Afuera no se cuidarme solo? ¿He madre?- Limpio su utensilillo con una de sus manos, mientras ponía una de sus manos en su cadera, estaba confiado sin duda –Ja, ja, ja. Bueno… Dile eso a mí martillo- Comenzó a girarlo delante de él, pero se dio un golpe en la ceja fuertemente resonando en la torre.

    Este dejo ver una mueca de dolor, tocándose con cuidado la zona lastimada, frotándosela un instante, sujetaba más fuerte el mango del martillo.

    Pero aquello pronto se dejó pasar, pues en el reflejo del espejo, pudo ver que algo le llamo la atención tanto y era el contenido de la bolsa, brillaba demasiado.

    Fue directo allí, la bolsa estaba abierta y tomo la corona con cuidado, admirándola por lo hermosa que se veía, con esas piedras preciosas y esa decoración en dorado.

    Podría verla con atención, portaba tres diamantes arriba, uno en medio el más grande y los dos de cada lado un poco más pequeños, otras piedras más pequeñas de blanco y verde, alrededor en forma de flor, después abajo más cristales en cada una de las rendirlas doradas del metal hecho esa corona que sin duda era oro, luego unas piedras rojas brillantes, cruzaban tan hermosas.

    Sus manos temblaba un poco por aquel accesorio nunca antes visto, en sus recuerdos cocientes.

    Miraba con más atención, le aprecia hermoso y extraño loa cerco más a su cara.

    Luego se las ingeniaba para ver cuál era su uso, primero pensó que era un tipo de pulsera, paso su brazo por el circulo de este, mas no le convencía, su vista se giró directo haría Kiki, el cual también se quedó atónito por cómo se miraba ese objetó en el brazos delgado del muchacho.

    Negó con la cabeza, afirmando que para eso no era.

    Luego lo coloco delante de su cara, observando por los diamantes, al pequeño corderito en todas las formas posibles, pero este también negó, de que ese no era la forma correcta de usarlo.

    Después miro hacia su lado izquierdo directo al espejo, estando de perfil, miro su reflejo con atención, giro por completo su cuerpo, para quedar de frente, sosteniendo la corona entre sus manos, estaba demasiado intrigado, pero la curiosidad le estaba ganando.

    Y como si algo dentro de su ser, le indicara que ese hermoso objetó perteneciera a su cabeza, la coloco en dicho lugar, al depositarla se admiró de su reflejo, como se veía.

    En su reflejo se veía realmente precioso con ello encima, como si hubiera sido hecha solo para él. Algo que solo el podría portar con orgullo.

    Incluso el pequeño corderito, estaba con la boca abierta y ojos igual, admirando a su amigo humano.

    Pero de la nada negó que tampoco ese podría ser la utilizad que debía hacer.

    El pelilila, aun seguía dentro de su ensoñamiento de cómo se vía, mas salió de inmediato al escuchar un grito muy conocido.

    -¡¡¡MUNZEL!!!-

    Se asustó al escucharlo, y rápidamente se decido a quitarse la corona, incluso empujo el espejo con su espalda.

    Escondió la bolsa y corona en una vasija de flores en el suelo.

    -¡¡¡DEJA CAER TU CABELLO!!!- Esa voz chillona y molesta que no agradaba en lo más mínimo, pero si aterraba de vez en vez.

    Abrió rápidamente la entrada, para colgar su cabello en el gancho y darle oportunidad d su “Madre” de subir.

    -Haa… Un momento madre-

    -Tengo una sorpresa para ti- Sujetaba una canasta y una sonrisa algo burlona.

    Empezó a tirar de su cabellera con fuerza para subir a la mujer –Haaaa… Igual que yo-

    Colgándose de esa cabellera pelilila y subiendo a la torre –Hooo Siiii… Pero mi sorpresa es mejor-

    La vocecita del menor, se notaba nerviosa –Dudo que lo sea- una linda risita salió de sus labios.

    Llego a la ventana, sentándose en la orilla de esta, sonriendo con mucho triunfo –Compre muchos nabos- Sonreía como si fuera la mejor noticia del mundo -Te preparare sopa de avellanas para cenar- Lo señalo con el dedo índice –Tu favorita- Se levantó de esa madera, alzando los brazos con mucho entusiasmo -¡¡¡SORPRESA!!!-

    Descolgó su cabello, poniendo sus manos delante de él, juntándolas y su sonrisa tan hermosa, con un leve sonrojo por el esfuerzo –Antes madre, tengo que mostrarte una cosa ¿Si?-

    -Ay… Munzel- Dejo su capa en el gancho de ropa delante de él -detesto tener que dejarte después de una pelea- Poso su mano delante e si, con algo de soberbia –Y más cuando yo no he cometido ningún error- Camino con pasos salerosos hacia la mesa, dejando la canasta de los alimentos comprados.

    Miro al peli azul y luego en dirección a armario –Escucha, ya pensé en todo lo que me dijiste hace rato- Se encamino hacia el armario, poniendo sus manos adelante.

    -Hijo, espero que ya no estés hablando de las estrellas- Ahora usaba una voz un poco más profunda, sonriendo, pero sus ojos afilados en molestia.

    -Luces flotantes- Corrigió al mayor. –Y si… Quiero hablarte de ellas Por…- Volvió a su camino para la silla delante del guardarropas.

    -Por qué te dije que no quería hablar de eso cariño- Le daba la espalda, mas su semblante no había cambiado de molestia.

    Detuvo su andar, para seguir con la conversación -No madre, iba a decir que…- Ahora estaba señalándolo con su mano –Tú crees que no puedo cuidarme allá afuera- Se encaminaba de nuevo al armario para tocar el picaporte.

    Lanzo un resoplido ya algo fastidiado –Ho cariño, Yo sé que no eres capaz de cuidarte allá fuera- Su mirada afilada como de un lince, se clavó en el muchacho.

    -Pero si escuchas…- Suplicaba con su mirada, estaba algo desesperado.

    -Munzel, no quiero seguir hablando de esto…- Se giró, mostrando una mueca de sonrisa fingida, los dientes apretados y su mirada de enfado, incluso su manos estaba apretada.

    -Créeme…- Siguió su camino, de espaldas.

    -Munzel-

    -Yo sé que te voy a…- Quería quitar la silla, pero esa alegata con su madre, estaba calentándose.

    -¡¡¡MUNZEL!!!- Llamo la atención, los nervios se le estaban crispando.

    Lanzo un suspiró –Haaa… Te lo pido…- Frunció su ceño de tristeza.

    -¡¡¡OLVIDA LAS LUCES MUNZEL!!!- Había perdido la paciencia, estaba sumamente enojado, que le grito al joven, con esa voz grave y atemorizante -¡¡¡NO DEJARAS NUNCA ESTA TORRE!!!- Se encaró más al chico, su rostro estaba completamente descompuesto por ese coraje que sentía -¡¡¡JAMÁS!!!-

    Estaba asustado, su carita de miedo, ojos verdes demasiado expresivos del temor, su boca ligeramente abierta, y sus manos una sujetando la silla y la otra delante de su pecho, estaba preocupado, no le agradaba hacer enojar a ese hombre.

    Parpadeo varias veces, para lograr volver en sí, y aparto la mano de lasilla verde, con miedo.

    -Haaaaaaa…- Se dejó caer en una silla de madera, haciendo una mueca de lamento –Genial- Se recargo en la mesa de junto, poniendo su cabeza sobre esta –Yo soy el malo ahora- Cerro sus ojos, masajeando sus cienes.

    Munzel, tenía su cabeza baja, pero su mirada levemente levantada hacia su madre, con las manos algo cercanas, pensando en alguna forma de salir de esa situación bien librado.

    Giro sus ojos hacia el armario, aun su boca abierta, pensado que podría darle una solución a su más grande deseo.

    Después con un suspiro levanto su mirada hacia lo que hizo esa mañana, donde se vía a si mismo sorbe unos árboles contemplando esas luces tan hermosas.

    Luego su vista de nuevo en el armario, y después en el suelo, tenía una idea, no sabía si funcionaria, pero debía probar en hacerla.
     
  5. Threadmarks: Capitulo 5 (Trato)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    2648
    -Solo quería decirte madre, que…- Bajo su mirada dejando escapar un suave suspiro –Ya...- Movió con cuidado su cabello, para sentarse en la silla de colore verde –Ya sé que quiero para mi cumpleaños- Sus brazos ligeramente cruzados, pero su mirada triste se reflejaba.

    -¿Y, que quieres ahora?- Madre Sagtel apoyando su cabeza en su mano, con los ojos cerrados y de verdad fastidiado.

    -Quiero… Materiales de herrería…- Bajo su mirada tratando de recordar –Una vez me trajiste unas láminas de acero hechos con caracoles blancos de las tierras cerca del mar-

    -Pero ese es un viaje largo y lo sabes Munzel- Levanto su vista, hacia el doncel frunciendo el ceño –Un viaje de tres días- Giro sus ojos.

    Notándose temeroso –Creí… que era una mejor idea que las… Estrellas- Como le costó tener que afirmar algo en lo que no creía.

    El hombre, lo miro con atención, dejando escapar un suspiro y formándose una ligera sonrisa en sus labios, se paró de su asiento.

    -¿Seguro que puedes quedarte solo?- Se acercó hasta donde estaba el joven.

    Este a su vez, se levantó del asiento, para dedicarle una sonrisa a quien lo había criado.

    Le dio un abrazo, recargándose en su pecho, tratando de mostrar que estaba conforme con la nueva idea que presento –Si me quedo aquí… Sé que estaré bien-

    El mayor acaricio sus suaves cabellos, deslizando sus dedos y después depositándole un beso en la cabeza, siendo lo más maternal que podría lograr.

    Munzel, preparaba la canasta para su madre, con diferentes frutas, pan y queso, guardándola con cuidado.

    Madre Sagtel se colocaba la capa para salir de la torre.

    Al estar listo el pelilila se acercó ofreciéndole la canasta, para el viaje largo que procedería a realizar.

    -Volveré dentro de tres días- Su voz podría sonar triste, al despedirse del pequeño –Te quiero mucho mi niño-

    -Yo te quiero más- Sonaba tiste en despedirse de él, aunque le ordenaba y le hablaba sobre los peligros del mundo de manera exagerada, amaba mucho a su madre.

    -Yo te quiero aún más-

    Con esas palabras se despidieron, para que él mayor baja de nuevo por el cabello del jovencito, mirándose con atención mientras desparecía por ese camino rocoso, que lo conducía hacia afuera.

    Una última señal de adiós, ambos levantaron sus manos para agitarlas en el aire y de esta forma de decir que volverían a verse pronto.

    Al perderse el peli azul de la vista del doncel, este abrió sus ojos verdes con algo de alegría, girándolos hacia el armario y poner su plan en marcha.

    Primero quitando la silla que estaba recargada en la puerta.

    Coló ese objeto verde, delante de él, encogiéndose de hombros, sosteniendo el martillo de hace rato. Estaba temblando un poco, pero debía enfrentar a quien fuera.

    Tomo un respiro con fuerza –Listo- Asintió de manera solemne con los ojos cerrados y luego abriéndolos.

    Sujeto un mechón de su cabello, haciendo un movimiento para atrás, así lo arrogaría a la perilla del armario, para jalarlo y abrir esas puertas que lo apartaban del intruso.

    Se quedó mirando al rubio, aun en posición de guardia alta, pero aún seguía completamente desmayado el otro.

    Haciendo que cayera de cara hacia el piso. Quedando en una posición algo extraña, con el trasero levantando.

    Munzel estaba algo sorprendido de esa acción, sus ojos bien abiertos y su boca igual, más sostenía con ambas manos el martillo delante.

    Esa posición provoca que el ladrón, resbalara de cara, hasta quedar todo el cuerpo en el suelo por completó.

    El pelilila, se acercó con cautela hasta quedar a escasos centímetro del otro.

    Estaba preparado para darle en la cabeza su era necesario, inspeccionaba con la mirada al hombre, le aprecia curioso.

    Pero tenía una idea para mantenerse protegido por cualquier cosa.

    Paso un rato, cuando el rubio ahora se encontraba atado a una silla por el cabello lila, aún estaba inconsciente y fue puesto en el único lugar donde los rayos del sol se dejaba ver ahora.

    El pequeño corderito rojo, estaba en el hombro del rubio, bramo un poco, lo miro con unos ojos de molestia, le dio un pequeño topecito en la mejilla, pero no despertó. Aquello molesto al mini animalito, le volvió a dar un tope ahora más fuerte en la mejilla, pero nada.

    Tuvo la idea de hacer lo siguiente, tomo todo el aire que pudo y lanzo un fuerte bramido en la oreja del inconsciente hombre.

    Sin duda el ruido fuerte funciono con este.

    Pues despertó por el susto del ruido adorable.

    -¡¡¡AUUU!!!- Abrió sus ojos azules de golpe, mirando a su alrededor -¿He? ¿Qué?- Miro hacia abajo, al sentir la opresión en su cuerpo y la sorpresa fue tan grande al ver todo ese cabello lila atrapándolo en esa silla.

    Intento moverse, pero no lo lograba, estaba muy bien sujetado. Siguió con la mirada la larga cabellera.

    -¿Eso es…Cabello?- Por todos lados siguió ese camino, subía hasta el techo, sumamente largo, hasta una viga que parecía había una persona.

    -Luchar… Lu…Char, no te servirá- Ocultó entre las sombras, con el martillo en mano y una voz de medo se reflejaba en él.

    -¿Haa?-

    Entrecerró los ojos, para distinguir la figura, pero luego al siguió, pues decencia de su lugar estratégico.

    -Ya sé que quieres y… No me das miedo… ¿Oíste?- Ahora estando en el piso de nievo, pero con la oscuridad de su lado, se sentía más seguro.

    -¿Qué?- Preguntaba confundido, no comprendía a que se refería esa tierna voz.

    Presto más atención, cuando noto que se movía hacia él.

    Con cada paso lento, revelaba su verdadero ser enfrente de la luz.

    Trataba de verse firme, pero su adorable cara no le permitía verse amenazante, aunque el arma en manos pudiera decir lo contrario de esa angelical figura.

    Mas mostraba esas esmeralda la sorpresa en su ser.

    -¿Quién eres?- frunció levemente el ceño, le causaba mucha curiosidad ese hombre, el primero que veía fuera de su madre y él -¿Quién te ayudo a encontrarme?- Caminaba amenazante, levantando ligeramente su herramienta.

    Shaflyn, parecía incrédulo a lo que observaba, los zafiros notaban confusión, estaban abiertos sus ojos, necesitaba conocer ¿Quién lo había capturado?

    -Aja- Fue lo único que contesto por la sorpresa.

    -¿Quién eres? Y ¿Quién te ayudo a encontrarme?- La voz gentil, se notaba molesta y su dulce carita, se volvió a una de enfado, mostrando levemente los dientes apretando la mandíbula, levantando con fuerza el martillo, por un lado, por si lo necesitaba.

    Se quedó mirando al pelilila por un instante más, algo en ese joven le había llamado mucho la atención, pero debía salir de allí de forma inmediata.

    Aclaro su garganta un poco, tenía un plan en mente –Yo no sé… ¿Quién seáis? Ni que treta es la que me trajo aquí- Bajo su mirada cerrando sus ojos, como una pausa dramática –Pero me gustaría decir…- Formo una sonrisa socarrona, mostrando su mejor lado y una coquetería muy descarada –Hola- Así miro al doncel, queriéndose ganar su confianza o algo más.

    Pero este no aprecia reaccionar, al contrario solo sirvió para mantener su guardia más alta, no comprendía las intenciones de este hombre y no las dejaría pasar ninguna.

    -¿Qué tal? Me llamo Shaflyn Rider- Se presentó aun con sus aires de grandeza.

    Abrió sus ojos un poco, aun frunciendo el ceño, pero esa situación le estaba incomodando, movió sus pupilas hacia la izquierda, regresándola al instante al sujeto atado.

    -¿Cómo va todo? ¿He?-

    Lanzo un suspiro de desesperación, le gustaba ir al grano en este momento –¿Qué otro conoce mi ubicación?- Lo amenazo sosteniendo el martillo delante de él, provocando que el rubio se inclinara lo poco que podía para atrás –Shaflyn Rider-

    -Quieto precioso- Sonaba confiado.

    -Munzel- Contesto amenazante.

    -Salud lindo, te contare-Empezó a hablar con las manos, pero ahora ya otra vez había cerrado sus ojos, para mantener su aire de misterio –Tuve un incidente, caminando por el bosque. Luego vi tu torre y vi…- Sus expresión cambio a una de sorpresa al recordar que algo le faltaba –¿He? Oh no, ¿Dónde está mi bolsa?- Rápido se giró hacia el chico, aun sin ver.

    -La escondí- Cruzado sus brazos delante del pecho, sonriendo triunfante –Y jamás la vas a encontrar- Esa mirada verde mostraba que estaba ganando ese duelo.

    El rubio, inspección el lugar, buscando deliberadamente solo con la “Mirada”, hasta que se topó con algo –Esta en la vasija ¿No?-

    El pelilila, al darse cuenta que estaba en lo cierto y no había tampoco tomado en eso que la dejo a la vista, decidió dejarlo de nuevo sin conciencia.

    Un golpe de metal seco se escuchó.

    De nuevo despertó de la misma forma que lo hizo con anterioridad, un bramido fuerte de ese corderito, le ayudo a volver en sí.

    Al ver a ese animalito, se movió desesperado, sentía el dolor en su oído, hasta lo tallaba en su hombro para aliviar el dolor.

    -¡¡¡DEJA DE HACERME ESO!!!- Su cara se descompuso, mostrando el enfado en él.

    -Ahora, la escondí donde no la vas encontrar- Negó con su cabeza, brazos cruzados, se mostraba muy confiado el doncel, sus mejillas rosas y esa sonrisa.

    -Mmm- Fue lo único que salió de los labios de Shaflyn.

    -Entonces- Lanzo un poco de sus cabellos hacia atrás, para aproximarse al sujeto, caminando a su alrededor -¿Qué quieres hacer con mi cabello?- Lo señalo usando el martillo en cuestión -¿Cortarlo?-

    -¡¡¡¿QUÉ?!!!- Seguía al joven con la mirada, pero esas preguntas le aprecian tan fuera de lugar.

    -¿Venderlo?- Sonó furioso, posicionando el arma debajo de la barbilla el rubio.

    -Nooooooo- Seguía sin abrir sus ojos, pero seguía todo sus movimientos gráciles –Oye lo único que quisiera hacer con él, es quitarlo de aquí, literalmente- Se movía desesperado.

    -Y…- Pensó lo que había escuchado -¿Qué? ¿No quieres mi cabello?- Lo miro incrédulo, bajando el martillo.

    -¿Por qué crees que querría algo así?- Abrió sus ojos levemente, para fijarlos en los del muchacho –Oye, alguien me seguía, encontré una torre, la subí, eso es todo- Cerro de nuevo sus ojos, ya se había desesperado por tratar con ese chico.

    -Y… ¿Todo eso es cierto?- Señalo al rubio, sin poder creerle.

    -¡¡¡SI!!!- Lo encaro.

    Pero Munzel, no estaba seguro si de confiar en ese hombre extraño o no.

    Su pequeño amiguito apareció de entre su cabello, subiendo por su hombro y descendiendo por el brazo de este.

    Para ponerse de frente al rubio, que lo miraba atentamente, los pequeños ojitos lilas, bien abiertos, queriendo intimidar. Lo inspecciono de arriba abajo, no se le escapara ningún detalle, para mantener seguro a su amigo humano.

    Se volvió al doncel, para señalarle que tenía que “Conversar” los dos solos la suerte del rubio, pero con la misma volvió a plantarle cara al atado, entrecerrando sus lindos ojitos y bramando de manera ronca.

    Shaflyn, todo esto le aprecio extraño, pero no se dejaría intimidar por un joven tan pequeño y un animalito tan adorable, que no inspiraba nada de terror.

    Pero aun así los seguía con la mirada atento.

    Están a una distancia prudente comenzaron a hablar.

    Bramando el corderito rojizo primero

    -Lose…Si no ¿Quién puede guiarme?- Espero al respuesta del animalito, sosteniéndolo en sus manos.

    Un bramido se hizo presente seguido de algunos más cortos.

    -Creo que nos está diciendo la verdad- Hablaba bajito, moviendo su cabeza como afirmación.

    Seguía bramando suavemente, para seguir la conversación.

    Mas el rubio, se inclinó un poco hacia el lado izquierdo, para ahora si ver mejo en toda la extensión de la palara. Los zafiros, miraban pero no creían que alguien pudiera comunicarse con los animales.

    Ya estaba pensando para este momento que el pelilila era sin duda un loco ermitaño.

    -No tiene colmillos- Negó con la cabeza.

    Otro bramido adóbale.

    -pero si no ¿Entonces qué hago?-

    Los dulces bramidos de ese corderitos se vieron opacados, por el ruido de la silla saltando o mínimo eso trataba el ladrón, que quería huir.

    Suspiro ante este ruido.

    -Ahora… Shaflyn Rider- Coloco al corderito en su hombro –Voy a proponerte un trato- Camino seguro hacia la chimenea.

    -¿Trato?- Estaba confuso, esa forma de actuar del menor lo dejo sin comprender nada.

    -Mira hacia acá- Lo giro con su cabello, pero al fuerza fue tal y el equilibrio nulo, que cayó de cara de nuevo al piso.

    Se subió a la madera sobre la chimenea, para abrir la cortina de satín roja que cubría aquel trabajo de herrería. -¿Tienes idea, de que es esto?- Abrió dicha tela, para que el tumbado en el piso lo viera.

    -Hablas del polvo estelar que lanzan para el príncipe- Su voz se notaba trastocada, estaba en el suelo y no salía del todo bien.

    -¿Polvo estelar?- Sosteniendo la tela, sus ojos fijos al frente, con una leve sonrisa, levanto su vista hacia su máximo sueño –Sabia que no eran estrellas- Su amiguito la hizo salir de su ensoñamiento, para regresar al discurso –Hooo… Mañana al meterse el sol- Lo señalo –Iluminaran el cielo nocturno con ese… Polvo estelar- Marco de nuevo su pose –Tú vas a ser mi guía, iremos a ver el polvo estelar- Lo pensó un momento –Y luego vas a regresarme aquí, entonces y solo entonces- Que confianza había adquirido en su mirada –Te entregare la bolsa que escondí- Recogió su brazo estirado, para posarlo ahora al frente de su pecho –Ese es mi trato-

    -Si…- Se trató de levantar aun atado y con todo y la silla, se giró hacia un lado –Yo creo que no- De nuevo esa sonrisa socarrona, que solo podía dar aires de galancete –Lamento decirte que mi relaciono con el reino no es… “Amistosa” en este momento- Negó con la cabeza –Así que no puedo ser tu guía-

    Se quedó mirándolo un instante, pensando en que más podría hacer, observo al corderito, el cual le hacia una seña de golpearlo para que hiciera lo que quisieran.

    Frunció el ceño hacia el rubio, Levantó su falda levemente para ayudarse a bajar, de donde se encontraba, al descender jalo de nuevo su cabello, para tenerlo de frente.

    -Una fuerza te rajo aquí Shaflyn Rider- Jalo con fuerza, para que este se volviera a su posición original y arrastrarlo a con él.

    -Llámalo como quieras- Camino hacia él, sujetando cada manchón pelilila con fuerza –Suerte, destino…-

    -Un caballo- Que voz más ronca y seria profirió, con un semblante de igual forma.

    -Así que tome la decisión… De creer en ti- Se acercaba a él, con mucha confianza.

    -Terrible decisión enserio- Sus ojos cerrados de nuevo, y sus cejas arqueadas.

    -Pero cree en mi cuando te digo esto- Se había puesto tan serio en su dulce mirada, que podría ahora si inspirar un poco de miedo, jalo con fuerza su cabello, provocando que se fuera para delante la silla, más la sostuvo con su brazo derecho, encarando al rubio –Si quieres destruye la torre en pedazos, piedra por piedra. Pero sin mi ayuda Shaflyn- Tomo aire, mostrando al seriedad de sus palabras –No vas a recuperar, la bolsa que quieres- Planto cara con todas sus fuerzas, era su último recurso y lo usaría a su favor.

    Sin contar que Kiki siempre estuvo en su hombro, dándole apoyo al joven en cada instante y mirando desafiante al rubio en cuestión.

    Aclaro su voz –A ver si te entendí- Serio con sus ojos mirando las esmeradas -¿Quieres ir a ver el polvo estelar, volvemos aquí y recupero mi bolsa entonces?-

    -Lo prometo- Su gentil voz, estaba cargada de tanta sinceridad.
     
  6. Threadmarks: Capitulo 6 (Culpa)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    2876
    La mirada del rubio, se clavó en el pelilila, una expresión de que no le creía ninguna palabra.

    -Y cuando prometo algo Shaflyn, yo jamás, jamás rompo una promesa- Esos dulces y adorables ojos verdes, con el ceño fruncido, enfrentándose a los azul cielo del ladrón, para que confiara en él.

    El cautivo, solo levanto una ceja, dando señal de que sus palabras no podrían ser creíbles.

    -Jamás- Fue lo último que dijo, estaban en una contienda de miradas, para ver quien obtenía la victoria en convencer.

    Mientras el pequeño corderito, asentía con una grácil sonrisa, apostando al pelilila su confianza.

    Este rubio, no le convencía ni congenia para nada este trato, así que dejando su mirada despectiva hacia el doncel, decidió sonreír triunfante pues tenía un as bajo la manga.

    -Oye, oye, no quería tener que hacer esto, pero no me dejas elección- Ladeo su cabeza para la izquierda, tratando de hacerse el misterioso –Es mi arma mortal- Bajo su cabeza, ocultando así su rostro de la vista el joven.

    De repente alzo su rostro, con el ceño fruncido, pero en vez de enojo, sus cejas estaban un poco levantadas, sus labios simulando un beso o cara de pato, a como se pudiera interpretar. Con esa extraña expresión, pensando en su mente que era un estilo de coqueteo y ligue, incluso abriendo sus ojos un poco, mirándolo para así lograr enamorarlo.

    Pero Munzel no es alguien fácil de convencer, el por su parte seguía con su linda cara de decisión y sus labios apretados, esperando la respuesta del hombre.

    El corderito era el que miraba con mayor desagrado las intenciones del rubio.

    Espero unos cuantos segundos, que parecieron muy largos.

    -Ha sido un día raro para mí, esto no suele pasarme- Siguió tratando unos segundos más, pero los intentos de seducir al joven fueron en vano.

    -Bien, te guiare hasta ese polvo estelar- Desistió de su deshonroso intento.

    -¡¡¡AY!!! ¡¡¡¿ENSERIO?!!!- El jovencito, no salía de su emoción, tanto que soltó el único apoyo de la silla y por ende del rubio, cayendo de cara al piso con fuerza.

    -Ups- Sus manitas juntas, con algo de nervios, mirando al hombre caído.

    -Rompiste mi arma mortal- Su voz sonaba adolorida, su cuerpo sufrió algo de daño, pero su cara recibió lo peor.

    Ahora podemos apreciar, que nuestro querido ladrón rubio, está bajando por un costado de la torre haciendo uso de las flechas con las que escalo momentos antes.

    Mirando cuanto le faltaba, seguía con su andar.

    -¿No vienes precioso?- Alzo su mirada y levantando su voz, paras ser escuchado.

    Y con la misma sin esperar respuesta, siguió bajando.

    Caminando sosteniendo su cabello, previamente colgado del gancho negro que usaba para subir a su madre, con el martillo debajo del brazos, se notaba asustado, angustiado y preocupado, por lo que estaba a punto de hacer.

    No era momento de arrepentirse por lo que deseaba, si quería salir de la torre era ahora o nunca, el miedo debía quedar a un lado.

    Se asomó un poco a lo que podría encontrar debajo de la ventana que siempre lo comunico con el exterior.

    Mirado como su “Guía” Descendía con rapidez, ya casi llegando al suelo.

    Parecía que los pajaritos cercas hacían un coro de alguna canción extraña.

    -Estoy tan cerca, de ese mundo externo- Levanto su mirada esmeralda –A eso tan grande voy, no me atreveré- Estaba dudando su corazón si era lo correcto, por esa razón miro de nuevo hacia dentro de su torre, para ver la obra de sí mismo y el polvo estelar que contemplaba.

    -Aquí estoy, por fin. Tengo que hacerlo- Su voz sonaba de triste a feliz en un segundo.

    -¿Y si?- Queriendo retratarse, parecía conducirse de nuevo al interior.

    Pero en un instante, tomo valor y regreso –No- Su ceño levemente fruncido, lleno de determinación en su acción –Lo hare- Su vista de nuevo hacia abajo, ya debía hacer lo que dictaba su corazón.

    Incluso el pequeño corderito, se sujetaba unos mechones del cabello lila a la cintura, para no caer al descender.

    Aquella acción le aprecio adorable al doncel.

    Lanzo su cabello hacia el vacío, deslizándose por este, sujetándolo con las piernas y ambas manos.

    Su sonrisa y leve risita denotaba el grado de felicidad que lo consumía

    Mirando hacia todos lados, impresionado por lo nuevo que estaba a punto de descubrir.

    Su cabello y vestido ondeaban en el aire.

    Más todo esto desaprecio al estar a escasos centímetros del suelo verde del lugar. Mirándolo como si fuera la cosa más hermosa del mundo.

    Estuvo colgando allí unos segundos, mirando fijo, la respiración demasiado agitada para regularizarla.

    Bajo primero su pie izquierdo, tocándolo con la punta de sus delicados dedos.

    Cuando lo sintió seguro, bajo el otro, ahora si ambas plantas sintiendo el césped verde, tan fresco y suave.

    Jugueteando con estos, mientras sentía sensaciones nuevas y riendo con gracia.

    -Césped y tierra son igual que imagine- Se inclina hasta tocar el lugar con las rodillas, sintiéndolo con sus suaves manos, haciéndose hacia adelante mientras acariciaba la verde alfombra.

    Después de esto, se acostó boca arriba, sonriendo de oreja a oreja, minado hacia el firmamento.

    La mirada verde descubría ese lugar por primera vez, y era sumamente perfecto en su interior.

    Detecto un diente de león, levantando su cabeza con emoción, como si descubriera el mayor tesoro de todos.

    -La brisa sopla y va- Cerro sus ojos al sentir esa oleada de aire fresco y como se desprendía los pequeños puntos blancos de esa común planta.

    Siguiéndolo con la mirada, levantándose para ir detrás de cada uno.

    -Con ella viajare- Tratando de alcanzarlo con sus manos, sintió como había llegado sus pies al pequeño riachuelo que pasaba por la torre.

    Impresionándolo, el sentir el agua fresca –Esto es sentirse libre, por primera vez- Tomo un poco del líquido vital, para aventarlo sobre él y sintiendo las pequeñas gotas en su rostro y cuerpo.

    Un dulce pajarito de color azul, revoloteando a su alrededor, Munzel siguiéndolo con la mirada y girando su cuerpo para continuar su labor.

    Esa pequeña ave se dirigió justamente a la cueva que debía atravesar para salir al bosque y poder conferir que está libre cien por ciento.

    -Y voy corriendo, jugando, danzando, siguiendo, saltando, atando, soltando, latiendo, salpico y giro- Su andar fue apresurado, atravesó el lugar oscuro, para encontrarse con el sol, el follaje de los árboles y la amplitud del bosque que estaba esperando que él lo explorara –Y al fin yo lo siento- Giro sobre su propio eje, alzando sus brazos hacia los laterales, para sentirse tan libre como pudiera –Mi vida empieza, si- Sin duda tenía una entonación vocal y sobre todo fuerza para sostener aquella nota.

    Incluso una parvada de pájaros azules, conocidos como azulejos pasaron sobre él, por un pequeño hueco que había entre los árboles y que los rayos del sol, lo iluminaban.

    -No es posible- Toco su cara, no salía de su emoción -¡¡¡SI, LO HICE!!!- Reacción en ese momento, su sonrisa se esfumo un momento, poniendo sus manos delante de su boca –No es posible, lo hice- Y de nuevo volvió a estar mega feliz, girando a su alrededor –No es posible, lo hice- Saltaba de nuevo, con la emoción más grande expresándose.

    -Mi madre estará furioso- Cruzo sus brazos delante, la expresión de miedo en sus bellos ojos se reflejó.

    Y vamos a ver cambios de escenarios repentinos.

    Munzel, sentado sobre una roca, que estaba entre el agua y muchas hermosas flores de loto.

    Una siendo sostenida por el joven doncel de cabellos lilas, el cual estaba sobre las rocas traseras el suelo, para que no cayera al agua y Shaflyn, mirándolo con molestia desde lejos, por impresionarse por todo.

    -No es tan malo, si no se entera no le hará daño ¿Cierto?- Buscaba esa aprobación en vez de creérsela.

    Ahora pasamos a una cueva rocosa, oscura, húmeda, llena de estalagmitas.

    Con el dulce pelilila, sentando en el suelo, abrazando sus piernas, meciéndose y sintiendo la culpa

    -¿Qué voy hacer? Esto lo destrozara-

    El rubio estando afuera, solo observando.

    Ahora estando en un prado verde, lleno de flores, mientras el rubio con una cara de aburrimiento, mirando sus uñas, y apoyándose con el codo en el otro brazo

    Mientras el doncel de vestido amarillo y verde, salía de un lado, corriendo esparciendo hojas, y dejando que su cabello se arrastre por el pasto –¡¡¡ESTO ES MUY DIVERTIDO!!!- Esa lluvia de fragmentos verdes, cayendo sobre el malhumorado ladrón.

    Subido en un árbol, decaído, recargad su cabeza en el tronco de un árbol viejo y casi muerto, dejaba escapar aquellas palabras –Soy un pésimo hijo, voy a volver-

    Shaflyn mirando a la distancia, aquellos cambios de emociones de un momento a otro.

    -¡¡¡NO VOY A VOLVER JAMÁS!!!- Dándose una voltereta en el pasto, dejándose car al final, rodando y enredándose en el cabello largo, hermoso y lila.

    Sonriendo sin ninguna preocupación, riendo a cada instante.

    Pasando al cambio de humor, número tres.

    Boca abajo, en unas plantas que dejaban el contorno del joven a relucir.

    Su compañero sentando a su lado, con una expresión de aburrimiento pura, estaba dejando que el otro se expresará.

    -Soy un ser humano despreciable- Esa voz tan desesperada.

    Columpiándose con ayuda de su cabello, alrededor de un árbol majestuoso, con un tronco muy grueso, reía a todo pulmón, divirtiéndose por lo que hacía.

    El otro recargado en este, su expresión de pocos amigos y ojos cerrados lo decía todo.

    -¡¡¡QUE… GRAN… DÍA…!!!- Giraba y giraba alrededor del árbol con toda la diversión del mundo en su ser.

    Al final termino de nuevo sintiéndose mal, pero ahora lloraba desconsolado.

    Recordado en una roca pequeña, sentando en el suelo, cubriendo su rostro dejando escapara las lágrimas y su cabello enredado entre un tronco detrás de él.

    Vamos como Shaflyn, se acerba lentamente al doncel, “Mirándolo” fijo a lo que hacía.

    Aclaro su garganta, para mostrar su presencia.

    Agachándose a la altura del menor –Oye, creo que es obvio, que ahora te encuentras en una guerra contigo- Poso la mano en su mentón, para analizar las cosas.

    -¿Qué?- Aspiro un poco por la nariz, levantando su cara para encontrarse con él, limpiando sus lágrimas delicadamente.

    -obviamente solo tengo algunas piezas- Se levantó de golpe –Madre sobreprotector, un viaje prohibido. Es bastante delicado- Alzaba sus brazos con cada palabra que pronunciaba.

    Ese rostro plasmado con la tristeza, angustia y desolación lo miraba atento.

    -Pero yo calmare tu conciencia- Sonrió satisfecho –Esto es parte de crecer, algo de rebeldía, algo de aventura, es necesario y sano también- Sentía que acaba de dar el mejor discurso de su vida.

    El corderito subió a su hombro mirándolo con desconfianza, pero el rubio lo tiro de él, con un empujoncito.

    -Ja, ja, ja ¿Eso crees?- Limpio su nariz con el dorso de su brazo, mientras sonreía algo más convencido.

    -Lo sé- Toco su pecho, y luego alzo el brazo delante de él –Ya no te agobies con esto, créeme-

    Sus palabras parecían tan sinceras, pero tenían un doble sentido sin duda.

    Posiciono su pierna izquierda sobre la roca detrás del doncel, para apoyarse y enfatizar sus palabras -¿Qué tu madre se lo merece? No- Miro hacia abajo.

    Munzel, negó con la cabeza, las palabras ahora le estaban haciendo pensar.

    -¿Qué le rompes el corazón y estrujas su alma? Claro- Se acercaba más al niño, parecía quererle infundir más angustia –Pero es algo que tienes que hacer- Cruzo sus brazos satisfecho.

    Su mirada de borreguito, con todo el dolor y culpa del mundo -¿Romper su corazón?- Apenas esa pregunta salió como un hilo de voz.

    -En dos- Sujeto una pequeña baya entre sus dedos.

    -Estrujar su alma- Sujeto un mecho de su cabello que se hacia adelante, con toda la fuerza posible.

    Aplasto aquel fruto rojo –Como una uva- Su rostro serio y estoico se mantuvo siempre.

    -Lo lastimaría mucho- Que inocente se veía por creer en las sínicas palabras del rubio, mientras este lo levantaba con cuidado del suelo –Tienes razón-

    -La tengo- Mostraba una falsa preocupación y apoyo hacia el pelilila –Cierto, que pena-

    Por un instante se quedó mirando al vacío, preguntándose internamiento ¿Qué debía hacer?

    -Escucha, esto me duele mucho pero, te libero del trato- Camino delante del doncel.

    -¿Qué?- Su expresión cambio a una de sorpresa.

    -Así es, no me lo agradezcas- Sujeto el martillo y al corderito rojo –Hay que dar la vuelta y te guiare a casa- Dándole los objetos uno por uno –Tu martillo y tu chiva-

    Sujeto por el hombro a Munzel, arrasándolo hacia adelante, para regresar a la torre.

    -Yo recupero mi bolsa, tú y tu madre trabajan en una relación basada en confianza y lealtad. Y ¡¡¡WUALA!!! Olvidamos que todo esto paso-

    El pequeño doncel, seguía el camino a fuerzas, pues no le agradaba para nada lo que ese hombre decía, no quería volver.

    -¡¡¡NO!!!- rápidamente le dio un fuerte empujón, para que lo soltara y no regresar –Quiero ver el polvo estelar-

    Ya se había desesperado, agitando las manos delante de él, frunciendo su ceño de enojo lo más que podía -¡¡¡AY, POR FAVOR!!!¿Qué tengo que hacer para que me des esa bolsa?- Poso ambas manos en sus caderas, mirando furioso al niño.

    Pero este pelilila nos e dejaría amedrentar por nadie.

    Levanto el martillo al nivel del mentón del rubio, su arma más letal –Usare esto-

    Un fuerte ruido se escuchó de entre los arbustos detrás de ellos, aprecian ramas rompiéndose, como si algo estuviera pisando con fuerza.

    El susto de Munzel fue tal, que rápidamente se subió en el ladrón, aferrándose por la espalda, con los brazos y piernas cruzadas en su cintura.

    -Haaaaaaa ¿Serán rufianes? ¿Ladrones? ¡¡¡VIENEN POR MÍ!!!- Sujetaba el cuello de Shaflyn, mientras que con la otra mano libre la derecha, sujetaba el martillo intentando amenazar a quien era el dueño de esos ruidos.

    Incluso el corderito estaba asustado en el hombro del doncel.

    Esperando unos segundos así, el rubio estaba tratando de no perder el equilibrio, por el agarré del pelilila, estando fijo en lo que pudiera aparecer, más tranquilo en su expresión.

    Y al final resultó ser un adorable conejito de un pelaje café por arriba, en su pecho y hocico blanco, los maridaba atento.

    Dio un saltito, el niño que experimentaba medo, incluso dio un respingón en la altura que estaba.

    -Quieto, quizás pueda olfatear el miedo- Su voz de molestia, ser tratado como un poste de seguridad, no el agrado en lo más mínimo.

    -Hooo… Je, je, je- Bajo de su lugar seguro y protegido –Lo siento, es que me siento un poco nervioso- Sonreía mostrando sus dientes, por el espectáculo que acababa de dar, sintiendo vergüenza y mirando al rubio.

    -Me paree mejor evitar rufianes y a ladrones- Parecía asentir solemnemente ante alguna idea que se cruzaba por su mente.

    -Ja, ja, ja, ja, si, pienso eso también- La inocencia de sus dieciocho años, no le dejaba ver más allá de la fachada de buen samaritano que representaba el rubio.

    Mas Kiki, parecía lograr ver atreves de todo, dándole una mirada de desaprobación.

    Pensó rápido, y su semblante cambio a uno más alegre de repente -¿Tienes hambre? Conozco un lugar para almorzar- Que sonriente se mostraba, poniendo ambos puños en sus caderas.

    Una leve risita se dejó escapar de los dulces labios del pelilila –Ja, ja, ja ¿Dónde?-

    -Ay, tu descuida- Sujeto el martillo del menor, jalándolo con este –Lo sabrás cuando lo huelas-

    El menor se dejó llevar, confiaba en ese ladrón, que dulce e inocente criatura.

    Ahora pasemos a otro extremo del bosque en donde Seimux seguía tratando de conseguir el rastro de ese ladronzuelo.

    Caminando desesperado y su hocico completamente en el suelo, buscaba con tanta prisa.

    Hasta que se topó con un afiche colgado en un árbol en medio del bosque, alzo su mirada sorprendido.

    Se fijó bien, entrecerró los ojos y comenzó a acercarse.

    Miro atento, y rápidamente tapo la nariz del hombre dibujado, para poder darse cuenta que era en efecto Shaflyn, el ladrón que buscaba.

    Solo que este dibujado con una nariz muy levantando, haciendo similar al de un cerdito.

    Al tener toda esa información consiente, relincho molesto, arranco el papel rápidamente y la destrozo haciéndola añicos con los dientes.

    Clara prueba de que odiaba a ese hombre rubio que lo había hecho caer de un barranco.

    Escucho un ruido de ramas rompiéndose y eso significaba pisadas, dejo de hacer aquello

    Levanto su mirada, concentrando su sentido del oído en aquello.

    Frunciendo su ceño, se encamino hacia donde provenían, pensando que de seguro seria ese ladrón de quinta.

    Escabulléndose y escondiéndose rápidamente.

    Para no ser visto, saliendo de sorpresa en cualquier momento.

    Detrás de una roca con curioso diseño de cuerpo de caballo y jalando con su hocico una rama frondosa que asemejaba la cara de caballo.

    Esperaba hasta que se acerca la persona que hacia esos ruidos.

    Vio la sombra acercarse a donde estaba y cuando la tuvo lo suficientemente a su alcanza, salió saltando, relinchando y mostrándose amenazante para el contrario.
     
  7. Threadmarks: Capitulo 7 (El Cangrejito Modosito)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    3513
    Pero a quien había logrado sorprenderá, era a un hombre de cabellos azules, con una capa oscura y una canasta, que solo lanzo un grito de asombró.

    Relincho decepcionado de su gran error, girando los ojos.

    Este hombre lanzo un suspiro al saber que solo se trataba de un corcel cualquiera –Un caballo del castillo- Pero su rostro se descompuso, y los ojos bien abiertos al darse cuenta de lo siguiente -¿Y tú jinete?- Posiblemente la imagen del pelilila, llego a su mente –Munzel…-

    Giro su cuerpo de regreso, para darse cuenta que podría ser encontrado el doncel.

    Dejo incluso tirada la canasta, para volver a la torre.

    -¡¡¡MUNZEL!!!-

    El caballo solo lo miro alejarse, sin atender que le había pasado, un relinchido lo confirmo.

    Su capacidad de correr es asombrosa, pues de un momento para el otro, ya se encontraba atravesando la cueva, para estar al frente de la torre.

    Se notaba todo sombrío, pues como se posiciona en medio de montañas, que el sol estuviera puesto al poniente, oscurecía algo el lugar.

    -¡¡¡MUNZEL!!! ¡¡¡DEJA CAER TU CABELLO!!!- Grito lo más que pudo, tratando de sonar tranquilo, pero al no haber contestación volvió a intentarlo -¡¡¡¿MUNZEL?!!!- Sus ojos puestos hacia arriba de la torre, no caía el cabello del jovencito. Se angustio mucho más y su mirada se fijó en algún punto al pie de dicho lugar.

    Se encontraba realmente desesperado, su voz agitada, la respiración igual, buscaba algún tipo de entrada, cubierta por hiedra y flores e color azul oscuro.

    Rápidamente Madre Sagtel comenzó a arrancar con fuerza esa maleza y una pequeña puerta bloqueada por piedras, que fue quitando una por una, para acceder a la torre por debajo de esta.

    La desesperación en el rostro de este hombre lo denotaba completamente, quería llegar al interior a como diera lugar. No podía permitir que su fuente de la juventud se le volviera escapará.

    Al poder entrar, por aquel bloqueo, tenía que remover una pequeña pieza de loza en el suelo del segundo piso, para llegar a la habitación de Munzel.

    Al estar allí, se puso de pie y miro para todos lados, con la esperanza de que el pelilila estuviera por allí, dormido o escondido.

    Grito su nombre varias veces con una desesperación y angustia digna de cualquier “Madre” Si tan solo esa fuera el caso por el que quería encontrarlo.

    Distendió la cama, incluso arrancó la cortina, pero nada, no encontraba al joven por ningún lado.

    Los jadeos no faltaron, y su mente de seguro daba mil vueltas de ¿Que podría pasar? o ¿Dónde está el pequeño?, llevo sus manos hacia la cabeza, quería pensar con claridad solo que no podía.

    Se movía desesperado, tratando de hallar la solución, hasta que un reflejo de luz le fue dando directo en el ojo, lo cual llamo su atención.

    Justo diviso aquel destello por el pie de las escaleras.

    -¿Qué?- Se dispuso a acercarse a dicho lugar, con cautela podría ser una trampa.

    Levanto aquel peldaño de la escalera, para descubrir de donde provenía ese brillo.

    Diviso la bolsa de cuero, y rápidamente se inclinó, para abrirla.

    Saco la corona, para admirarla con atención, pero al darse cuenta de aquel objetó, lo arrojo lejos.

    Dejando escapara un jadeo sordo.

    Sabía bien de dónde había llegado dicho objeto, entendía que podría ser un problema.

    Pensó lo más rápido que pudo, miraba a su alrededor, buscando alguna otra señal de ¿Quién estuvo allí?

    De nuevo miro el interior de la bolsa y encuentro la hoja de papel, el afiche de Shaflyn Rider. Lo miro con atención, su ceño fruncido, notaba molestia.

    Por el rabillo del ojo, diviso unos cajones de color blanco, hechos de manera, y abrió el primero, en donde se encontraba una daga, que el mango siendo de un color dorado.

    La tomo con su mano, sacándola y guardándola entre sus ropas.

    Ajora pasemos al bosque de nueva cuenta y con nuestra linda parejita.

    -Sé que esta por aquí, en alguna parte- Atravesaban un pequeño camino, el rubio buscaba donde comer.

    El más joven, venía detrás de él, con su martillo en mano algo preocupado, pues no conocía nada y estaba con la expectativa de que algo apsara.

    Giro su cabeza levemente a la izquierda y lanzo un grito de alivio –Haaaaa, hay esta- Se encamino por ese sendero, y más al ver el cartel.

    -El cangrejito modosito- Y en dicho cartel de madera, esta dibujado el animalito que decía, pintando de un color azulado.

    -tranquilo, es muy pintoresco- Su voz con tanta confianza, podría divisarse mas de burla en este nivel. –Perfecto para ti- Le dio un leve golpe en el hombro –No quiero que te asustes y arrepienta de hacer este viaje- Como era tan buen actor para mostrar empatía hacia el pelilila -¿Entiendes?-

    -Bueno- Lanzo una risita nerviosa –Los cangrejitos son lindos- Abrazaba su martillo, con una mirada de ilusión y felicidad, pensando que el rubio era ahora un amigo de fiar.

    -¡¡¡HURRA!!!- Su rostro quería mostrar alegría, con esa sonrisa amplia y sus ojos cerrados, solo para transmitir una confianza y empatía que realmente no había.

    Se abrió la puerta de golpe, siendo Shaflyn quien lo hizo, sujetando al pelilila por la cintura y muy cerca.

    -¡¡¡GARZÓN, DEME SU MEJOR MESA!!!- Su grito de emoción se vio opacado.

    Por la expresión de horror en el menor, al ver en interior del supuesto “Restaurante pintoresco”

    Lo que vio Munzel, fueron a varios hombres que tenían un aspecto de maleantes, malvados, ladrones, gandayas, todo lo que su madre le había advertido del mundo exterior.

    Y obviamente los recién llegados no pasaron desapercibidos por los demás.

    Primero, un hombre rodeado de cuervos negros, que los traía alrededor del cuerpo, sonriéndole de manera maliciosa.

    Luego un hombre limpiando lo que aprecia un garfio en vez de mano, para amenazarlos con este

    Se puso en guardia, con el martillo hacia el frente, amputándolo a cada uno, prevenir que le hicieron algún tipo de daño.

    Sus lindos ojitos verdes, estaban aterrados, se veía que no podía respirar con facilidad.

    El ladrón acompañante, le tomo el hombro y un abrazo, acercándose a él, con una sonrisa burlona.

    -¿Hueles eso?- Esa pregunta tan descarada –Anda, inhala hondo por la nariz- Empezó a caminar empujando al menor, mientras hacía dicha acción, para inundar sus pulmones –Deja que se impregne el olor-

    Atravesar por en medio de todos esos personajes con tan malas pintas, ropas negras, de cuero, malgastadas, con hebillas, cascos, armas, los miraban a ambos como si fueran sus próximas víctimas.

    -¿A que huele?- Estaba disfrutando haciendo sufrir a Munzel –Creo que una parte, huele a hombre apestoso y la otra huela a hombre súper apestosos- Gozaba con asustarlo más.

    El pelilila, solo caminaba, poniendo su arma de guardia, mirando alrededor, diviso a un sujeto cocinando en una olla algo que tenía tentáculos con algunas plantas dentro.

    Pobre del corderito en su hombro, iba igual asustado, ocultándose un poco en el cabello largo, bramando un poco y leve con cada movimiento brusco.

    -No sé por qué, pero el olor me hace pensar en el color marrón- Se acercó por el lado derecho al de ojos verdes -¿Tu que dices?-

    Sintió un fuerte tirón en su cabello, que lo dejo muy preocupado, girándose para atrás y tratar de sujetarlo, para alejarse de ese hombre.

    -Es un largo cabello- Sujetó el cabello lila entre sus manos, un hombre bajo y algo regordete.

    -Así le gusta- El rubio se quedó al lado del hombre, con las manos en sus caderas. -¿Tienes sangre en el bigote?- Señalado dicho lugar –Oye, mira esto, ahí sangre sobre su bigote- Sonaba como si fuera el mayor descubrimiento, pero todo era parte de su plan, para asustar al doncel –Oiga, esa es mucha sangre-

    Caminaba hacia atrás, sujetando su largo cabello entre sus brazos y pecho. Mientras con el otro sostenía su martillo.

    Choco de espaldas contra un hombre, sentando en una silla, que se giró un poco molesto.

    Esto aterro al pelilila tanto, dando un salto hacia atrás, para alejarse del sujeto intimidante.

    Mientras su “Guía”, se acercaba al joven, para “Ayudarlo”.

    -Oye, creo que estas algo pálido- Lo miraba de arriba abajo, fingía su preocupación -¿Tal vez quieras ir a casa?- Dio un paso con cautela –Para que descanses-

    Munzel estaba al borde del pánico, sobre alerta y pensando que todo se podría poner peor, respiraba agitado, siempre pensó que todo esto era malo y aquello le confirmaba.

    -Es mejor precioso- Sujeto su espalda, para ahora sacarlo del lugar –Esta taberna es cinco estrellas, y si es demasiado para ti-

    Pobre pequeño pelilila, giraba su mirada para atrás, quedaba en guarda a cada rato, todo su ser estaba sobresaltado.

    -Pues tal vez estés más seguro en tu torre- Caminaba sujetando el brazo cubierto por la tela amarilla, pero la puerta fu cerrada de golpe.

    Provocando que ambos se fijaran sobre lo que pasaba.

    Y era que uno de esos hombres de la taberna, les había cerrado la única salida visible, con su mano y en esta un afiche de “Se busca” perteneciente a Shaflyn.

    -¿Eres tú?- La voz profunda de aquel hombre, señalando la imagen impresa.

    Munzel aterrado, detrás del rubio, que rápidamente se giró a ver la puerta, para verificar algo sumamente importante.

    Quitando un dedo que ocultaba el punto central de su cara y sí que se llevó una horrible sorpresa, al ver que de nueva cuenta le habían dibujado… Una muy exagerada, grande y larga nariz.

    -Oh, esto ya es crueldad- La decepción de su voz, pudo notarse por toda la taberna.

    -Es él en persona- El mismo hombre que pulía un casco, de cabellos morados y una escasa barba, se acerca peligrosamente –Milo, los guardias, pronto.

    -De inmediato- El hombre de cabellos cerúleo, salió de la taberna, para cumplir el pedido.

    -Esa recompensa, va a comprarme litros de cerveza- Lo amenazaba con una espada y se veía intimidante con esa sonrisa torcida.

    -También quiero el dinero- Otro hombre de cabellos verde oscuro, tomo al rubio por el cuello haciendo uso de su brazo.

    -¿Qué hay de mí? Soy pobre- Ahora el que primero los había encerrado en dicho lugar, sujetaba al rubio con fuerza. Un de verdad muy alto, musculoso, una característica era que no poseía una oreja –Apártense es mío-

    Y así fue como todos los rufianes, ladrones y demás que estaban en he dicho local, se abalanzaron para obtener la posibilidad de capturar al famoso ladrón rubio y entregarlo para tener la recompensa.

    -¡¡¡RUFIANES ALTO!!!- El pobre, fue empujado un poco por los demás, mientras trataba de detenerlos, pero sus llamados fueron inútiles.

    -Hay que negociar- Estaban estrujándolo y jalando sus extremidades, para obtenerlo. Sin duda una situación bastante incomoda.

    -Ey, no lo lastimen- Trataba de verdad alcanzarlo, pero su altura y complexión no le ayudaba a pasar por todos aquellos sujetos.

    -Calma, por favor…- Lo estaban casi asfixiando.

    -Estando a la orilla de ese revuelo, golpeaba con su martillo a quien fuera más cercano, para que lo soltaron, pero sus intentos no surtían efecto alguno –Devuélvanme a mi guía- Ya estaba desesperado -¡¡¡RUFIANES!!!-

    En un momento a otro, lo sujetaron entre todos, para que el hombre de barba escasa, le diera un buen golpe en la cara, le volverían a romper su arma mortal por tercera o cuarta vez en el día.

    El pelilila, ya estaba cansado de ser ignorado y que lastimaran al ladrón que le “Ayudaba”, así que usando su cabello, lanzándolo y colgándolo de una viga de madera, para sujetar una rama de adorno que había en el lugar, para jalarla con fuerza, y de esta forma detener al sujeto antes de darle un buen golpe al rubio.

    -No la nariz, no la nariz, no la nariz- Es lo que pedía Shaflyn, tal vez si fueran menos, podría defenderse, pero igual sabía que debía tener cuidado pues atacar al doncel que lo acompaña, no quería que sucedería…

    Más descubriría que él no era tan indefenso como aparentaba.

    Al dejar ir aquella rama, le dio de lleno al de cabellos morados, haciéndolo estremece pues el golpe fue directo a la cabeza, provocando que se detuviera.

    -¡¡¡BÁJENLO OYERON!!!- Ahora que tenía la atención de todos, demostraba s fuerza, su carita de enojo se dejaba ver.

    El sujeto que recibió el golpe, lo miro enfadado, sería capaz de golpearlo.

    -Haaaagg- resoplo un poco –No sé dónde estoy, saben- Miraba para todos lados buscando a su martillo y cuando lo encontró, señalo al rubio sujetado –Y quiero que él me lleve a ver el polvo estelar, porque he pasado mi vida esperando, poder verlas algún día- Enfatizaba con sus manos, la desesperación en su voz y cara, apretando sus dientes, frunciendo el ceño -¡¡¡TENGAN COMPASIÓN!!!- Dejo escapara el grito, ya no sabía cómo hacerlos entender -¿Ninguno tuvo un sueño alguna vez?- pregunto hacia los rufianes, que lo miraban atento. Que inocente joven pensando que podría hacer alguna diferencia.

    Quien golpearía en la cara a Shaflyn, saco su espada de nuevo, para ir directo hacia el jovencito de cabellos lila.

    El más grande y musculoso, dejo colgando al rubio en un gancho.

    Este no daba crédito a lo que Munzel acaba de hacer, estaba atónito, tanto que abrió sus ojos.

    Al momento de que este se acercaba con mirada amenazante y arma en mano. El toro caminaba hacia atrás, ya estaba pensando que había sido pésima idea enfrentarlos.

    Tan cerca, que se tuvo que recargar en la barra, por el miedo que infundía su cara de odio.

    Se esperaba lo peor de aquella situación.

    -Yo… Algún día… Soñé- Miraba a la nada, con el menor aterrado casi debajo de él, lanzando su espada contra un pobre hombre en la esquina, que estaba encadenado con un grillete, y comenzó a tocar un acordeón, pues aquella arma dio en la pared de madera, quitándole el sombrero.

    Shaflyn, ya no entendía nada, le aprecia tan bizarra esta situación, estando allí colgado, que solo miraba.

    -Soy maloso, pavoroso- Señalo su cara, haciendo una mueca bastante desagradable.

    Munzel se ponía el martillo de frente, por algo de miedo.

    -Mi gesto es horroroso- Señala unas marcas de cinta blanca de alguna persona, con un ancha clavada al piso –Mis manos no es tan del todo limpias-

    Camino, un poco guiando al pelilila –Pero aun que me vea vil, con mi cara y mi perfil- Sí que tenía una buena voz, y una pose bastante imponente cuando quería.

    Mientras el otro solo mirada atento cada acción y como logro arrojar a un sujeto para quitarlo del asiento –Yo siempre quise ser un gran pianista- Apareció detrás de él un piano, tocándolo con sus manos de manera grácil y perfectas las notas –En el escenario interpretar a Mozart, tecleando firma y sin parar- Y por la fuerza implementada, arrojo todas las teclas de marfil, para producir sonido, cayendo cerca del pelilila y este cubriéndose con su martillo y una sonrisa de emoción en su lindo rostro.

    -Sí, prefiero que de miedo, mi domino de instrumentó- Siguió sonando el piano, aun con las teclas faltantes -¡¡¡GRACIAS!!!- Miraba al doncel –Por qué en el fondo tengo un sueño ideal-

    El más joven sonrío enternecido, por aquella declaración, que le parecí bastante sincera.

    Mientras los demás, les hacían coro con la parte de –Un sueño ideal, un sueño ideal-

    Shaflyn, miraba desde donde lo tenían colgado, con una de desagrado total.

    -Y no soy tan cruel y fiero en realidad- Seguía tocando, como presumiendo sus habilidades.

    Pero se debía fijar que había un segundo hombre de cabellos celestes, que lo mirada algo molesto desde lejos, el cual no cantaba, pero detesto que el portara algo atento con el muchacho.

    Aparte de eso, un hombre más alto, musculoso y con una uniceja se acercaba al pelilila, pero el “Gran pianista”, le dio un golpe sin querer, al enfatizar su música, Munzel solo se agacho, sin darse cuenta que eso conecto contra alguien.

    -Si me gusta romper huesos- Apretó sus puños emocionados –Pero tengo muchos sueños- Dio un leve abrazo de hombros al pelilila –Y como todos tengo un sueño ideal-

    El corderito rojizo, se encontraba cerca de unos cuervos, que aprecian bailar al son de aquella singular canción, este los miraba igual como el rubio lo hacía.

    El escandalo se escuchaba afuera de la taberna, llamando la atención de alguien encapuchado, que se acercaba peligrosamente al lugar.

    Al quitarse aquella prenda de la cabeza, dejo ver una cabellera azul y larga.

    De vuelta al lugar de la música.

    -Tengo cicatrices feas- El hombre de una sola ceja, le contaba sus desgracias al pelilila, el cual lo sorprendió un poco su canto, y lo escucho atento –Y aquí me escurre un flujo- Se levanta el brazo, señalándose una párate de este –Y ya no hablar de mi fisionomía- Enfatizo su rostro con sus manos.

    Munzel, es demasiado dulce y bueno, como para alejarse de este hombre. Solo lo escuchaba atento, con una sonrisa, le aprecia interesante.

    -Tengo un dedo más aquí- Levanta su pie desnudo, mueve estos.

    Para el otro, este la parecía muy interesante, con los ojos verdes bien abiertos.

    -Y mi bocio y mi nariz- Mostro su cuello con una protuberancia en él y una nariz bastante grande, más que las dibujadas en los afiches –Mas quiero que el amor llegue a mi vida- Le da una pequeña flor blanca al doncel, quien al tomo con suavidad, sonriendo enternecido.

    Todo aquello la precio muy dulce.

    -Me imagino con la doncella elegida- Sostenía un palo de madera enredado en cuerdas, dentro de un baño de igual material, muy grande y otro hombre más bajito, con barba blanca y una sombrilla abierta.

    -En un botecito ir a remar- Aquel palo lo utilizaba como remo, para moverse por el lugar.

    Pasaron por delante del pelilila, que miraba a ambos. Este sueño le aprecia bastante adorable, aun escuchando la música de piano de fondo.

    -Aunque sea un sinvergüenza- Bajaba una cuerda mano a mano, mientras el hombre de barba blanca, subía vestido solo con un pañal, unas alitas blancas, arco y flecha, creo que trataban de recrear a un cupido –Quiero amor y no la guerra- Sujeto la cuerda que sujetaba al pequeño hombre y la alzo levemente, para que este girara alrededor del lugar –Por qué en el fondo, tengo un sueño ideal-

    -Mi sueño ideal, mi sueño ideal-

    -Un sueño ideal, un sueño ideal-

    Sí que todos aquí presentaban dotes de grandes voces.

    -Sé Que reinara, el romance de verdad- Cantaba el grandote.

    Todos felices y festejando por los sueños.

    Pero el rubio olvidado, estaba con una cara de pocos amigos, fastidiado, molestó, ceño fruncido y ojos cerrados. Se sentía ridículo de solo escuchar todo lo que decían y de ver, a mejor prefirió alejar las imágenes.

    -Y aunque tenga un rostro horrible- Llevaba sujetando de su brazos a Munzel, mientras le tiraba la cerveza a otro de los bandidos de allí –Soy un soñador sublime- Abrazando a ambos por los hombros – y como todos, tengo un sueño ideal-

    Uno de los antes mencionados bandidos, comenzó a decir los sueños de sus demás camaradas.

    -Afrodita quisiera ser un gran florista- Un hombre de cabellos celestes, demostraba sus habilidades, armando un arreglo de flores, con un casco sostenido por los dos cuernos que sobresalían, colocando rosas rojas, unos cráneos en medio de ellas, y una rosa negra arriba que escurría un poco de sangre.

    Munzel se encontraba sorprendido, por la habilidad, de rapidez y que aunque fueran elementos no muy comunes, le pareció lo más hermoso del mundo, su carita lo delataba, dando aplausos de igual forma.

    -Shura, quiere ser decorador- Ahora un honre serio, de porte elegante, posaba en un rincón con un cuadro de una cabra triste, un sillón de oso, una mesita con un florero y una lámpara de madera, un lugar muy acogedor.

    -Kanon un mimo es- Un hombre bastante similar a madre Sagtel, pero con la cara pintada de blanco y negro, ropas iguales. Se acercaba para hacerle maldades al rubio colgado.

    -Y así lo hornea, hay que ver- Otro hombre, que no se podía saber quién era, pues su casco le ocultaba por competo la cara, le ofrecía unas galletas, muy bien hechas y con chispitas de chocolate al pelilila, que sus ojitos brillaban, pues ya tenía hambre.

    -O tejer- Un rubio ondulado, tejía con esmero, lo que aprecia una botita verde –Remendar- Un sujeto cocía una cicatriz en quien estaba con la atención en su labor.

    -Marionetas manejar- ¿Quién sería el rufián, que manejaba los personaje de aquel hombre? Jamás lo sabremos.

    -Y Cassios con pegasos, es feliz- De nuevo el hombre que había encerrados a los ajenos a este grupo, mostraba su cara seria, dos pequeñas figuras de pegasos, los juntaba por las caras, dándose un besito y sonrió.
     
  8. Threadmarks: Capitulo 8 (Pasadizo)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    2045
    El hombre con una escasa barba, al termina de decir aquello, concluyo en una idea solamente.

    Girándose a ver a aquel rubio, que por alguna razón ya se había descolgado del lugar, mirándolos tan serio como siempre, sus brazos cruzados.

    -Solo faltas tú- Dirigiéndose al joven.

    -¿Disculpa?- Alzo una ceja en señal de molestia, su plan no había salido como lo planeo.

    -¿Cuáles es tu sueño?- Ahora fue el ladrón que busca el amor, quien siguió con aquella interrogante.

    -No, no, no, lo siento amigos- Lanzo una sonrisa sínica –Yo no canto- Un gesto de superioridad, quiso demostrar.

    Pero aquellos ladrones, no lo dejarían ir tan fácilmente, si no hacía lo mismo que todos.

    Lo amenazaron con sus armas, cerca de la cara de este. Mas el rubio no se inmuto mucho, se le veía confiado, posiblemente demasiado.

    Demostraba su orgullo, no sería intimidado por algo así.

    Lástima que ese ladroncillo, ya tenga una debilidad que ni el mismo pensó y fue que el doncel, le dedico una mirada de súplica, para hiciera lo mismo que todos y una linda sonrisa adorable en ese rostro angelical.

    Al final cedió.

    -Yo no sueño tan bonito- Sus brazos cruzados, sobre aquella barra de madera, se notaba ya fastidiado -No soy tan sensitivo-

    -Quiero un lugar soleado y sereno- Ya se estaba divirtiendo con la idea, fue rápido a robarle uno de los pequeños pegasos al hombre con solo una oreja.

    -Una isla aquí- Coloco dicho juguetito, en un cuenco con algo dentro que aprecia arroz y una piedra dentro de este –Y un bronceado que lucir-

    Parecía que a nadie le hacía gracia su sueño ni su forma de hablar…

    Pero bueno al único que le prestaba suma atención era sin duda Munzel, mirándolo con detalle.

    -Rodeado de montones de dinero- Fue sujetado por todos los allí ya arrojado hacia arriba.

    Posiblemente la diversión menos querida para el rubio.

    -Mi sueño ideal- Munzel levanto su brazo derecho, estando sobre una mesa.

    -Tu sueño idea- Los demás ahí presentes, haciendo el coro.

    -Mi sueño ideal- Sonreía emocionado, le agradaba poder compartir la alegría que sentía.

    -Tu sueño ideal- Levantando sus tarros de madera, llenos de alguna bebida.

    -El polvo estelar, ver brillando en el cielo- Alzando sus brazos, para enfatizar y sonriendo, dando unas vueltas por la emoción.

    -¡¡¡SI!!!- Todos los presentes, dándole la razón, ante su sueño.

    -Cada hora más me alegra, de mi torre no estar cerca- Sus ojos cerrados por la emoción, juntando sus manos delante de su pecho, en verdad el pelilila estaba a punto de cumplir un deseo de años.

    Pero para la mala suerte de Munzel, su querido madre Sagtel no había encontrado, observando por la ventana atentamente cada movimiento y pensando en algún plan, para regresarlo con él a esa torre.

    -Y como todos tengo un sueño ideal- El pequeño pelilila, se abrazaba a sí mismo, con suma ilusión, todo le parecía preciosos ahora.

    -Un sueño ideal, tu sueño ideal-

    Era el coro que se escuchaba por un lado y el otro.

    Un hombre colgado en una diana de esas circulares blancas y negras, donde arrojas dardos, pero en su vez, siendo hachas, espadas y demás objetos corte punzante.

    Otros lanzándose entre sí. Barriles de cerveza a aparecer, divirtiéndose, parecía todo un número musical de ¿Quién sabe dónde lo sacaron?

    Shaflyn, se encontraba observando todo muy consternado y hasta sintiendo algo de pena ajena, por lo que estaba pasando.

    Incluso pudo darse cuenta la diferencia entre un corderito miniatura y una chiva de verdad, pues existía una en ese lugar, comiendo. Realmente no hay que preguntar ¿Qué es lo que devoraba el animal?

    -Pues no somos tan distintos de verdad- Otra parte de la canción extraña.

    En el lugar donde permanecía de pie el ladrón acompañante de Munzel, estaba una tabla suelta y la utilizaron para dar un gran pisotón y lanzándolo por el aire.

    Extraña forma de divertirse y ya estaba enojado el hombre, en cualquier momento se podrían alterar las cosas.

    Se sostuvo de los cuernos del casco de uno de los allí presentes.

    -Dime bruto- Sonrió y lanzo al pobre hombre.

    -perverso- Otro agrego, mientras pateaba el barril en donde aterrizo el rubio y lo hizo salir caminando en este.

    -Y optimista cien por ciento-

    Tenía que seguir el equilibrio mientras maniobraba y darse cuenta que se dirigía a una especie de malabares con objetos en llamas, bastante curioso el espectáculo.

    ¿Acaso querían matar a Shaflyn?

    Eso nunca lo sabremos.

    -Por qué en el fondo tengo un sueño ideal- Atravesó el fuego sin más, pero otro de esos bandidos tenía una gran idea y es que al llegar el rubio al frente de él.

    Escupió un líquido, que se volvió fuego ante el fosforo que tenía delante.

    Tuvo la necesidad de abrir los ojos, para alejarse de allí y quedarse asombrado.

    -Mi sueño ideal-

    Seguían cantando, mientras otros tres estaban arrojando agua, para apagar el fuego que se prendió en el lugar, colgados de un candelabro de madera.

    Valla grupo de rufianes que son.

    Quien portaba el casco y no se veía quien era, bailaba bastante curioso, de lado estirando los brazos a la izquierda, mientras a su derecha posicionaba sus piernas, alternando con el ritmo.

    El que buscaba el amor, dando unos brincos y marometas, saltando en el aire y cayendo de manera espectacular. Como un salto mortal, que acabo atravesando la ventana detrás del rubio, provocando que este se agachara.

    Y el mimo acercándose a este, para hacer una pantomima sonriendo y sus palmas extendidas delante de sí mismo.

    Su parecido con madre Sagtel pudo poner en sobresalto a Munzel, pero la cara pintada lograba que eso no sucediera.

    La fuente improvisada, con un líquido que digamos que es agua, arriba de esta el mismo hombre con alitas y un pañal, representando cupido, se veían dos ladrones de cada lado posando, con la rodilla en el suelo y la otra apoyada.

    Munzel, iba sujetada de los brazos del hombre con escasa barba, cabellos morados y el grandote de uniceja. Se estaba divirtiendo mucho.

    Ayudándolo a subir a una mesa, para terminar el espectáculo, con los brazos por ambos lados, y su voz aunque aguda, en ese momento trataba de ser potente, para contagiar a todos de su alegría.

    -Si en el fondo tengo un sueño ideal-

    -¡¡¡SI!!!- Terminaron con esa última palabra y lanzaron sus bebidas al aire, súper animados.

    Tanto que el hombre de una barba blanquecina y alitas, cayó en los brazos de Munzel, sorprendiéndolo, pero como no pesaba mucho ese ser, él lo sostuvo firme, mientras sus ojos verdes aún estaban ilusionados por todo.

    Justo ene se momento, entro por la puerta, provocando que todos miraran hacia allí.

    -Llame a los guardias- El hombre de cabellos cerúleos, cría que había hecho un gran trabajo.

    Aquello sorprendió a ambos, y Shaflyn rápidamente tomo de la mano al pelilila, para bajarlo de la mesa e ir a esconderse de los guardias que estaban por llegar.

    -¿Dónde está Rider? ¿Dónde está?- El Capitán Aiodos, entro junto a sus hombres buscando al ladrón de la corona.

    Comenzó a inspeccionar el lugar –Sé que está en alguna arte- Se notaba furioso, en esos momentos ya habían perdido mucho tiempo buscándolo –Búsquelo, si hace falta destruyan esta taberna- Dio un puñetazo a la barra de madera.

    Justo en ese punto se encontraban Shaflyn escondido junto a Munzel y el pequeño corderito rojizo, sus expresiones de susto, y asombro no se hicieron esperar.

    Se escuchaba como los guardias reales, ya estaban poniendo el lugar patas arriba.

    Incluso voces de reclamos de parte de los allí presentes, de que tomaron las cosas con calma.

    Este rubio, se tuvo que asomar un poco, para ver cuál era su posibilidad de salir, en una sola pieza.

    Pero que sorpresa se llevó al ver que junto a los guardias, iban ya como prisioneros sus ex compañeros de atraco, ya esposados y enojados, buscándolo también para hacerlo pagar en cualquier momento.

    Se tuvo que de nuevo esconder, pensando cómo salir de allí de alguna manera, sin ser vistos pero no tenía ni la menor idea de ¿Qué hacer?

    Hasta que una mano amiga, fue ofrecida.

    Y ambos jóvenes observaron que se trataba del primer hombre que hablo de sus sueños de ser pianista.

    Este solo le hizo una seña con los ojos, dirigiéndolos rápidamente hacia su lado derecho, tenía un plan.

    Los condujo rápidamente hacia un pasadizo secreto debajo del lugar.

    Asombrados por el buen corazón del ladrón.

    Mas lucia muy ocurso y aterrados, pero siendo su única opción.

    -Anda, ve por tu sueño- Hablo tan conmovido.

    -Eso hare- El de ojos azul cielo, contesto.

    -Tu sueño apesta, se lo decía él- De nuevo aquella vez profunda, y dando una seña de que en sí, esas palabras solo siendo dedicadas al pelilila.

    Ya enojado con mayor razón, se dirigió caminando ágatas por aquella salida.

    Aquel doncel, miro con cierta pena al rubio, que ya estaba con ese semblante de molesto -Gracias por ayudarnos- Tomo el rostro del hombre y le dio un beso en la mejilla como agradecimiento, sosteniendo, para seguir a su guía.

    Deatgar, solo sonrió, le enterneció la acción del joven doncel, que en comparación con todos allí presentes, solo era un niño con un hermoso sueño.

    -Y parece que este es el hombre que ustedes quieren- Otro de los hombres entretenía a los guardias, con un afiche del rubio y mostrando al hombre disfrazado de cupido.

    -Arrésteme- Levanto las manos, para que le colocaran las esposas.

    El guarda de cabellos castaños, vio esto como un insulto en sí.

    -Señor, no hay señal de Rider- Uno de sus subordinados fue quien hablo, bajando las escaleras del lugar.

    Esto lo hizo pensar, en que más se podría hacer.

    En ese instante se escuchó el relinchido del caballo principal de la guardia.

    Y como tal hizo su Aparicio el equino, abriendo la puerta de golpe, sorprendiendo a todos.

    -Seimux- Rápidamente hablo el capitán.

    Dicho animal, comenzó a olfatear el piso, tenía el rastro del rubio en su nariz y lo haría pagar por todas las malas jugadas que le había hecho pasar.

    Cuando llegó a un punto en donde lo localizo, se abrió paso entre los bandidos del recinto, con su semblante serio, que no encajaba para anda en su cara de caballo risueño.

    Todos los demás se quedaron expectantes, sabían que ese equino podría encontrar rápidamente al bandido que buscaba.

    -¿Qué es lo que hace?- Pregunto un guardia de cabellos aguamarinos, algo turbado por el comportamiento del corcel blanco.

    Pero Aiodos, lo callo cubriendo su boca con la mano, el solo prestaba atención a lo que hacía el animal, confiaba en sus capacidades ciegamente.

    Seimux, señalo unas palancas que estaban sobra la barra, con una pata, principalmente aquella que tenía un tallado de un cangrejo en la punta.

    El capitán no comprendía, lo que trataba de comunicarles y negó con la cabeza, si es que se le cruzo por la mente beber un poco de lo que servían en la taberna.

    Solo relincho y le dedico una mirada de molestia.

    Con su misma pata, empujo aquello, se pudo escuchar y ver como el pasadizo secreto era descubierto.

    -¡¡¡UN PASAJE!!!- Quito su mano de aquel guardia que callo –Síganme por acá-

    Varios guardias siguieron al capitán.

    -Crisdin, no dejes que escapen esos dos- Le encargo a uno solo que se quedó en la superficie, custodiando a los compañeros de fechorías de Shaflyn.

    Sostenía una especie de lanza combinada con un hacha, frunciendo el ceño y apuntándola contar ambos hombres.

    Aun estando esposados, no les costó mucho noquear al sujeto. Uno le dio un fuerte golpe cabeza con cabeza.

    -fugarnos…- Sostenido la arma de este, con las manos esposadas, para ayudarse mutuamente a soltarse.

    Primero uno y después el otro –O ir tras la corona-

    Se rieron con malicia, para encaminarse al pasadizo, e ir tras el rubio que los estafo.

    El peli azul largo, miraba todo desde la ventana, atento a todo lo que ocurría, debía quedar como expectante por el momento. Sus ojos detonaban que ya estaba pensado en algún pan, para llevarse a su “Hijo” de ese lugar.
     
  9. Threadmarks: Capitulo 9 (Enfrentamiento)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1650
    De la taberna, venia saliendo el mismo hombre anciano, mal encarado en muchas ocasiones, pero ebrio siempre con el pañal y el arco de cuido. Tabaleándose, tanto que estuvo a punto de caer si no fuera porque se detuvo en el marco de la puerta.

    -Mi… Sueño idea… Mi…- Abrió sus ojos de sorpresa, por quien estaba delante de él –Oh, alguien valla por un… Tarro- Se acomodó con una poseo de coqueteo, bastante patica a mi opinión –Por qué voy a tomar un gran trago… De agua-

    Esas palabras se las dedicaba a nadie más, ni nada menos que a Madre Sagtel.

    -Ja, ja, ja ya basta amorcito- Contesto el coqueteo con uno de igual forma, una risita.

    Parecía que hubiera funcionado esa estrategia, pero fue lo contrario, rápidamente saco la daga dorada que llevara oculta, apuntándola a la nariz del anciano

    -¿A dónde lleva ese túnel?- Pregunto con la voz más profunda que pudo dejar salir.

    El sujeto se atemorizo mucho, mirando aquel objeto corto punzante tan cerca -¿Tiene filo?

    En el túnel, era oscuro, sucio, con ratas caminando por todos lados, hasta esqueletos de hombres desgraciados que no lograron salir a salvo.

    -Oye, tengo que admitirlo, en realidad no estás tan indefenso- Ilumino con la lámpara que portaba en su mano derecha a un esqueleto clavado a la pared con una espada –Eso fue muy impresionante-

    -¡¡¡LO SÉ!!!- Grito emocionado, de que estuviera enfrentando aquellos miedos impuestos por su madre, pero se calmó cuando el rubio se giró a mirarlo algo incómodo por la efusividad del muchacho –Lo sé- Fue más tranquilo, una voz más delicada esta ocasión y una leve inclinación de la cabeza.

    En su hombro izquierdo portaba al pequeño corderito que se había mantenido a su lado.

    Por un instante Shaflyn, miro algo secado de onda al pelilila, pero después le regalo una sonrisa gentil, y dirigió su vista al frente.

    -Entonces…- Se acomodó un mechón de cabello –Shaflyn, ¿De dónde vienes?- Estaba interesado en conocer más al ladrón, sonriendo de una manera angelical.

    -Oh, eso no precioso- Le contesto rápido, poniendo una mano delante, como señal de que se detuviera –Nada del pasado, sin embargo estoy cada vez más interesado en el tuyo- Caminaba, mirando levemente hacia el doncel –Ahora no hablaras de tu cabello lo sé- Su voz sonaba más relajada, que la fingida o la de molestia.

    -No- Sus ojos fijos en el mayor, y una sonrisa de superioridad se dibujó.

    -O tu madre- De nuevo se rio para atrasa verlo.

    Negó con su cabeza, relajado de tocar ese tema, y no alterarse.

    -Preguntar sobre tu chiva, me asusta- Miraba hacia el suelo, enfatizando con su mano libre, aquella interrogante.

    -Corderito- Munzel, señaló a su pequeño amiguito rojo y dedicándole una mirada de desaprobación al rubio.

    -Lo que sea- De nuevo un semblante de galancete al verlo –Esta es mi pregunta… Si quisiste ver el polvo estelar, toda tu vida- Se detuvo, para girarse completamente hacia el menor -¿Por qué no fuiste antes a verlo?-

    -Haaaa, je, je, je- Lo había desarmado por completo, y dio una risita nerviosa, bajando su mirada –Bueno…-

    Un ruido de pierdas cayendo, se escuchó y al girar al suelo, estas comenzaban a temblar, señal de que algo se avecinaba.

    El ruido se estaba intensificando, provocando que el pelila se asustara un poco, alzando su mano para alcanzar al rubio.

    -He… Shaflyn- Miro hacia atrás.

    Cuando diviso, como varios guardias se acercaban a ellos corriendo, con linternas y antorcha

    Mientras cada uno decía frases como “Ahí está”, “Vamos, atrápenlo”.

    -¡¡¡SHAFLYN!!!- Su respiración se agito, y sus verdes ojos se ensancharon.

    No solo venían todos los guardes, si no que el mismo aballo también venía con ellos.

    -Atrapen a Rider- Fue lo que se escuchó de parte del capitán.

    -¡¡¡CORRE!!! ¡¡¡CORRE!!!- Le ordeno rápido al menor, sujetándolo por el hombro, para que fuera adelante.

    Mientras el pelilila, rápidamente recogía u cabello, para no hacerlo tropezar, ni que lo utilizaran para alcanzarlo.

    Corriendo lo más rápido que sus piernas les daba fuerza, estaban tan oscuro el camino, donde solo si llevabas una lámpara o antorcha, podrías iluminarte.

    Sus perseguidores les estaban pisando los talones.

    Al final llegaron a una pequeña barraca, parecía la construcción en pausa de una represa.

    Un lugar bastante salto como para salir, se asomaron a la orilla, muy agitados por la persecución. Observando pata todos lados, cuantas opciones de escape tenían.

    De un túnel sellado, salieron los antiguos compañeros ladrones del rubio, mirándolos directamente hacia donde estaban, con ese ceño fruncido que los caracterizaba a ambos maleantes.

    -¿Quiénes son?- Munzel, al verlos se preguntó aquello, con su cabello entre los brazo y su martillo igual.

    -No les caigo bien- Señalo con su dedo índice a dichos hombres de cabellos verdes y rosados.

    Y de igual forma por dónde venían, salieron los guardias reales, cortándoles el paso y ahora si acorralándolos.

    -¿Quiénes son?- Se giró a verlos, como estos llegaban de ese lado.

    -Tampoco les caigo bien- Contesto con una voz agitada.

    -¿Y ese?- Refiriéndose al blanco corcel que llegaba de detrás de los hombres con armadura del reino de Atena.

    Sujeto al menor de ambos hombros, y mirándolo directo a la cara –Hay que suponer por el momento que a ninguno de aquí le caigo bien- Lo soltó, para colocar sus manos delante de sí mismo.

    Mas el pelilila, tenía una capacidad de pensamiento mucho más rápida que cualquiera, dejando su cabello de lado y dándole su martillo al rubio, tenía ya un plan rápido.

    -Ten- Arrojo su cabello hacia adelanté, enredándolo en una viga vieja de madera, comprobó que estaba firme.

    Y acto seguido, se impulsó, para arrojarse al vacío, sujetándose del cabello, para d esa forma llegar al otro lado, salir del peligro era su opción principal.

    El ladrón acompañarte, lo observó atento, siempre lograba dejarlo boquiabierto en cada ocasión, pero eso duro poco pues el capitán real se acercaba peligrosamente a él.

    -Ja, ja, ja, espere un largo tiempo, para esto- Arrojo la antorcha y desenvainó al espalda, para enfrentarse al bandido.

    Sus hombres caminaban detrás de él, para acorralar al rubio.

    Al darse cuenta que solo estaba armado con el martillo del doncel, sabía que estaría en problemas.

    Fue directo a atacarlo con la espada, Shaflyn era habilidoso, lo esquivo, y le dio un fuerte golpe con ese martilló casi celestial, noqueando al capitán.

    Otro de los guardias, trato de también atacarlo, pero de nuevo, lo esquivo y remato con un golpe en la cabeza.

    El tercero, recibió un martillazo en la cara.

    Y el cuarto de uno en la barbilla perdiendo la conciencia.

    No se negaría que se había quedado sorprendido, con lo que acaba de lograr con ese utensilio de herrería.

    -Oh, fabuloso, tengo que conseguirme uno de estos- Dijo esto, mientras observaba aquella herramienta, moviéndola y lanzándola un poco, se sentía orgulloso.

    Más existía un oponente que no había logrado derribar y ese era a Seimux el caballo que ya le tenía algo de coraje desde que se conocieron.

    Ambos se enfrentaban, uno con espada en hocico y el otro con martillo en mano.

    Este no sería un rival fácil de derrotar, se daba cuenta pues se fue contra él, dándole batalla, aunque esquivaba y defendía, no lograría darle un golpe suficientemente fuerte, para noquear a ese caballo.

    Munzel observaba desde lejos, en el lugar donde se encontraba, pensando en cómo traía al rubio a su lado.

    -Te digo algo…- Conversar con un caballero, solo Shaflyn podría hacer algo así –Creo que… Nunca hice- Esquivó un golpe, bajando el cuerpo un poco –Algo más extrañó…- Y por andar haciendo una charla amistosa, perdió el martillo de Munzel.

    Ambos observaron cómo se alejaba hacia el vacío del lugar.

    Se escuchó como cayo, lo metálico sonó tan seco.

    -¿Te parece dos de tres?- Una sonrisa burlo se dibujó en su rostro mirando al blanco corcel de crin marrón.

    Ahora era el momento de ventaja de Seimux, lo acorralo con la espalda cerca del cuello, Shaflyn solo levanto sus manos en señal que no intentaría nada más.

    Estaba desarmado y sería un conflicto muy grande ahora.

    -¡¡¡SHAFLYN!!!- El pelilila rápido llamo, arrojándole su larga cabellera.

    De esta forma enredó la mano del hombre, su plan es salvarlo rápido

    Ambo se dieron cuenta y miraron hacia esa larga cabellera lila.

    Lo jalo con fuerza, y ya más confiado este se despidió del corcel, el cual se quedó con una cara de incredulidad. Casi se le caía la espada.

    -¡¡¡SHAFLYN!!! ¡¡¡CUIDADO!!!- Había visto que los maleantes de cabellos verdes y rosas, estaban esperándolo para cuando cayera y atraparlo.

    Este solo seguí sujetado al cabello, tratando de subir por este. Sin duda ese doncel debía tener más fuerza de la que aparentaba.

    Ambos ayudándose mutuamente, lograron que este los esquivara, aun en contra de que estos lanzaron sus espadas para atravesarlo con ellas.

    -Ja, deberían ver sus caras por que se ven…- Lamentablemente choco contra una tabla salida, dándole en el estómago, sacándole el aire, pobre rubio, sin duda celebrar antes de tiempo es lo peor que puede suceder.

    -Ri…Di…Cu… Los…- Esto fue lo único que logro decir.

    El de larga cabellera, solo lo miraba con algo de pena, el golpe fue muy fuerte.

    Más duro poco, pues el caballo pesaba en otra idea para capturar al rubio, estaba dando patadas hacia unas vigas, para hacerlas caer y crear un puente en dirección al doncel.

    Cruzando con rapidez.

    Pero esta acción ocasionaría que una fuga de agua se vinera rápido.

    -Rápido precioso- Llamo la atención del pelilila, que ya estaba asustándose ahora todos contra él.

    -¡¡¡SALTA!!!- Shaflyn ya lo esperaba del otro lado del camino, sujetando el cabello.
     
  10. Threadmarks: Capitulo 10 (Agua)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1524
    El pelilila, miraba al ladrón, algo asustado por lo que debía hacer, pero sabía que no tenía más opción, el caballo venía detrás de él y los guardias ya se estaban recuperando.

    Era ahora o nunca.

    Corrió para tomar impulso y salto, sujetando su cabello como si de una liana se tratara, sujetando con toda la fuerza que sus brazos le daban.

    Seimux trato de alcanzarlo, lanzándole una mordida, para tomar, peor no lo logro. Fue el tiempo justo para salir de allí.

    Caía sabía perfectamente, que debía recoger sus piernas, sujetarse muy bien, para no caer o lastimarse.

    El pobre corderito rojito, iba tan aferrado al hombro del doncel, porque temía también caerse.

    Al llegar al agua, se soltó del agarre, sabía que estaba seguro, pero solo duro unos segundos, pues los ex compañeros del rubio, lo estaban esperando para capturarlo ahora.

    Shaflyn estando arriba, vio como ahora Munzel estaba en peligro y no podía dejarlo, solo así que corrió hacia él, por medio de esos conductos de madera para el agua.

    Atravesando este caminar como si estuviera surfeando. Pero el peso del joven, fue demasiado para las tablas y si bien esa fue su intención desde el principio, para cortarles el paso a todos.

    La estructura se destruía, el agua y la madera harían su trabajo de detener a los otros.

    Y como pudo ese hombre de ojos azules, logro estar a salvo en el suelo.

    A la mirada preocupada del pelilila, que aun corriendo estaba buscándolo, sosteniendo su cabello lila entre sus manos.

    Al encontrarse no se detuvieron, y decidieron seguir corriendo alejándose del caos que se estaba formando detrás de ambos.

    Lo ayudo, a sujetar su cabello que no podía cargar, y lo tomo entre sus manos y cría detrás de él.

    Y con esos movimientos, la represa que según estaba en construcción, se fue desmoronando, provocando que el cuerpo de agua dulce que contenía se desbordará

    Sumergiendo a todos los allí presentes.

    Llevándose todo a su paso, incluso a los amigos ladrones del rubio.

    En cambio Munzel y Shaflyn, trataban de escapar de aquello.

    Pero la corriente de agua, se estaba volviendo más violenta, tanto que una roca muy larga, por la presión se derrumbó, justo sobre ellos, o bueno lo estaba haciendo como si una cámara lenta se tratara.

    La sombra se podía percibir en ellos, delante había una cueva de mina, clausurada, se veía por las maderas en la entrada, pero era la única opción que tenían si querían escapar de la roca gigante y el agua.

    O en sus mentes parecía ser una excelente idea.

    Con cada paso se acercaban, pero se sentían eternos, como si nunca lo pudieran lograr.

    Pero en el último momento, llegaron dentro de esa cueva, ocultándose ambos, también el martillo de Munzel cayo, pero el rubio como todo un caballero, lo tomo antes de que se quedaran atrapados.

    Se creían a salvo, pero lamentable. La roca no sellaba por completó y el agua se estaba colando por rendijas de la misma.

    Al ver que esta entraba, aun estando oscuro ese doncel se alarmo, haciéndose para atrás.

    Por unos segundos contemplaron eso, sabían que debían ir más alto, para lograr tener una oportunidad de sobrevivir.

    Había más camino, adentrarse a la cueva les serviría, solo si existía alguna forma para escapar.

    Agitados y con todo en contra lo intentaban.

    Pero rápidamente se toparon con una pared de pequeñas rocas, perfectamente compactadas.

    Subieron como pudieron sobre ellas, hasta alcanzara el techo sujetándose con las extremidades de aquellas paredes.

    Mas el rubio, tratando de encontrar alguna salida, se sumergió entre el agua que poco a poco iba inundando el lugar.

    Munzel buscaba la manera de salir de allí, moviendo rocas, tocando todo pensando que había una salida. Incluso el corderito quería ayudar, pero sus pezuñas no eran lo suficientemente fuertes para aferrarse a ese lugar.

    Shaflyn salió para tomar un poco de aire, pero volvió a sumergirse, no había encontrado nada.

    Ahora el pelilila, con su martillo golpeaba las piedras, para moverlas o hacer algo que el agua escapara por otro conducto.

    Pero resultaba inútil, no había ni un punto débil, que les ayudara. Pegando con el martillo y luego con el mango de este, pero no funcionaba.

    La expresión del doncel era de desesperación plena.

    De nuevo fuera del agua, para respirar, notando el esfuerzo que el otro hacía, él también quiso ayudar, tratando de sacar fuerzas de donde fuera, para mover las rocas, primero por un lado, pero no lo logro y luego poniéndose al nivel del pelila, tratando de hacer algo contra aquello que les impedía salir, pero solo logro cortarse la palma de la mano.

    Dejando escapara un gruñido de molestia, Munzel, al escuchar eso le preocupó bastante, pero no podría hacer nada, estando atrapados.

    De nuevo se volvió a sumergir, no quedaba mucho tiempo, el agua ya llegaba a sus cinturas.

    Tratar de golpear el techo con su herramienta, pero no estaba dando resultado alguno.

    Nada funcionaba.

    Volviendo a tomar aire, no podía contener tanto el aire.

    -Es inútil…- Trataba de recuperar el aire, y quitar su cabello rubio pegado a la cara –No logro ver nada- Trataba de limpiarse el agua y respirar con normalidad.

    Ese pelila no se daría por vencido, tomo aire suficiente, y se hundió en el agua.

    Pero al mismo momento Shaflyn lo tomo rápidamente.

    -¡¡¡OYE!!!- Sujeto ambos hombros –No se puede- Retire el cabello de su cara, quería hablarle lo más tranquilo posible en esta situación tan precaria –No puedes ver nada halla-

    Se separaron, cada uno a un rincón de ese espacio de un metro y medio de distancia, recargando sus espaldas en la pared de rocas, ya estaban pensando que sería su final y así podría ser.

    Sus semblantes de derrota, era lo único que quedaba, y ese corderito miniatura en el cabello mojado del doncel, que también estaba preocupado.

    Ambos estaban agitados, sus voces que notaban la falta de aire y de esperanzas.

    -Todo esto es culpa mía- Su dulce voz, se notaba angustiado, mirando a su alrededor. Llevando una de sus manos a la cara, se estaba quebrando y el llanto estaba allí presente, recordando lo que su madre le había dicho –Él tenía razón, nunca debí hacer esto- Cerro sus ojos, dejando escapar las lágrimas en silencio. Se sentía muy mal por meter al rubio en esto.

    El hombre de ojos azules, miro al pobre joven, le causaba algo de pena verlo así, quería hacerle entender que no era todo su culpa, pero no tenía experiencia con más personas al tratar de ser empático.

    -Como… Como… Lo siento… Shaflyn…- Gimió levemente, su llanto se volvió más sonoro, en verdad que le pasara algo malo al otro solo era su cumpla por el capricho de querer cumple ese sueño.

    Verlo así, le parecía moverle algo en su interior, no le agrado verlo llorar, donde que lo conoció hace pocas horas, mostraba una sonrisa, ahora estaba destrozado, le dio tanta pena

    Que tomo el valor de quienes abe donde.

    Suspiro y le dijo una gran verdad –Shakene- Su voz zona derrotado.

    -¿Qué?- Levanto su cara, observó al rubio algo confundido.

    -Mi nombre es Shakene Fitzherbert- Hizo una mueca de incomodad, mirándolo directamente a los ojos verdes –Jamás se lo he dicho a nadie- Bajo un poco la mirada, el agua ya les estaba llegando al nivel del pecho.

    -Hmmm…- Una leve sonrisa se enmarco en el menor, limpiándose la nariz con el dorso de la mano –Mi cabello mágico irradia luz cuando canto- Le acaba de confesar el mayor secreto de su vida, lo hizo con una sonrisa y un baile de parpadeo.

    -¿Qué?- Esto sí que este hombre ahora con nuevo nombre, no se esperaba aquello.

    -¡¡¡MI CABELLO!!!- Rápidamente comenzó a acariciarse un mechón del mismo –Mágico irradia luz cuando canto- De nuevo la alegría le volvía al ser, tenían una única esperanza de vida.

    Mientras el rubio no entendía nada y parecía que estaba junto a un lunático en cuestión, el otro comenzó a cantar.

    Pues debía charlo rápido el agua estaba por llegarles al cuello y pronto cubrirlos por completó.

    -Flor que da fulgor, con tu brillo fiel…- No pudo continuar, el agua estaba llegando al tope.

    Solo dieron a tomar una bocanada de aire antes de que todo se inundara.

    Estando abajo, por completa oscuridad se podría apreciar.

    Mas en un instante se iluminaba, por lo que acaba de decir Munzel, su cabello irradiaba esa luz de un color lila.

    Ahora Shakene, al ver esto, se sorprendió tanto que dejo escapar un –Woow- Pero debía reservar aquel aire, que era lo único que los mantendría con vida.

    Mientras el faro andando cerraba sus ojos y cantaba a sus adentros, para que la magia siguiera.

    Y el corderito igual abajo del agua aferrado al cabello de su amigo.

    Gracias a la larga cabellera, podían ver que existía un camino, una forma de escapé, pues este parecía ser atraído por una corriente de agua, por en medio de unas rocas algo más frágiles en el fondo.
     
  11. Threadmarks: Capitulo 11 (Sorpresa)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1639
    Al ver aquello, tanto el pelilila como el rubio se miraron, conteniendo la respiración, asintieron ante lo que estaban observando, sabía que podría ser su ultimo aro de esperanza.

    Nadaron con rapidez hasta ese punto, para ir quitando las rocas, que en si estaban más fáciles de mover, ambos haciendo este trabajo en conjunto, sería más rápido.

    El aire que poseían muy pronto se acabaría.

    Por un instante todo se oscureció, podría ser su vista, que no lo lograran.

    Mas en un momento, viendo que del otro lado donde estaban, el agua salía y justo era el punto de la mina bloqueada de manera trasera.

    Se vio de repente como la mano del ladrón, salió al quitar una roca, con esto la presión del agua haría que esa pared se destruyera por completo y los dejaría libre a los tres.

    Se formaba una cascada, estaba algo alto de donde su escape se hizo realidad.

    Ya que conducía a un rio, que atravesaba el bosque, no se vaya por ningún lado a nuestros protagonistas, pero de repente a la orilla de este cuerpo de agua dulce.

    Se pudo ver como salieron, primero el doncel dando una fuerte bocanada de aire, lo necesitaba, aun sosteniendo su martillo y habiendo cuidado de que Kiki estuviera a salvó también.

    Después a los segundos el rubio, también, necesitaba aire, aguantarlo demasiado les pudo haber causado un desmayo.

    Con el tórax sobre la tierra, pero aun la parte inferior en el agua, es como se estaban recuperando de esa intensa travesía.

    Tosían, necesitaban sacar el agua que se pudiera haber colado a sus pulmones, que agitados estaban y sumamente mojados, después de todo habían estado hundidos en ella por tanto.

    Aun agitado ya sonrió Munzel, estaba con vida, mirando al pequeño corderito, estaba feliz de que todo acabara por el momento.

    -Lo logramos- Eso fue apenas un susurro, su voz tan calmada, y un rostro cansado.

    -Si irradia luz- En cambio el rubio, estaba recuperándose, pero recordar lo que vio del pelilila, lo dejo traumado, pues sus ojos muy abiertos, y sus cejas levantadas de asombro.

    -Estoy vivo- Esa sonrisa de emoción que daba igual tranquilidad a su alrededor.

    El corderito observaba a cada uno al momento de que hablaban por separado, pero miraba con malos ojos al hombre, seguía sin agradarle.

    -¡¡¡ESTAMOS VIVOS!!!- Ya no pudo aguantar más y salió por completo del agua, para lograr secarse y caminar un poco, su alegría aumentaba. Ya no recordaba o no quería pensar en que casi moría hace unos segundos.

    -No me esperaba eso- Bajo su mirada al suelo, casi pegando su frente a este, quitándose el cabello de la cara, sumamente confundido, por lo que acababa de ver.

    -Shakene- Lo llamo el menor.

    -Dijo que irradia luz- Levanto su vista, para toparse con el corderito, que lo observó igual.

    -Shakene- De nuevo llamo, pues este no le prestaba atención, por seguir traumatizado por lo del cabello largo.

    -¡¡¡¿POR QUÉ HACE ALGO ASÍ?!!!- Le grito en su desesperación al mini rojito, que solo se hizo para atrás. En cierta forma parecía comprender su asombro.

    -¡¡¡SHAKENE!!!- Ya estaba fastidiado de que el otro no le contestara, más aún mantenía su tono dulce.

    -¡¡¡¿QUÉ?!!!- Dirigió su vista al doncel, pues no estaba en óptimas condiciones, todo le aprecia irreal.

    Munzel estaba sacando todo su cabello del agua, colándose en una parte alta a la orilla del rio.

    -Ha- Se levantó por completo, tomando parte de su cabello entre sus manos –No es lo único… Que hace-

    Kiki, le sonrió al rubio y este lo miraba de una forma estando aterrado, por aquella situación en que se había metido.

    -Está sonriéndome…- En todo el camino no había perdido la compostura, pero ahora si lo ameritaba -¿Por qué?- Su pregunta sonaba de angustia total, dirigiendo de nuevo su vista al corderito.

    En otra parte del camino de aquel túnel que nuestros amigos habían tomado, pero que dejaron de largo.

    Apareció una puerta escondida entre troncos, cubierta por algo de musgo y con un cangrejito rojo dibujado en este, se escuchaban algunos ruidos provenientes de allí.

    Se notaba que era una parte más profunda del bosque, pues la oscuridad estaba reinando, y eso que era el atardecer, lo que nos daría a entender que en es aparte el sol no llega después de unas horas.

    Detrás de una roca, se podría ver que Madre Sagtel ya estaba esperando a quien saliera de esa puerta, con la daga dorada en mano y estando encapuchado.

    Su mirada era demasiado fría, dispuesto hacer lo que sea, para mantener su fuente de la juventud a salvo.

    Frunció el ceño, al darse cuenta que abrieran tal lugar, y se dirigió con cautela hasta allá, la arma blanca estaba empuñada para cualquier cosa.

    Escuchándose que alguien tosía, y así fue que la puerta se abrió por completó, revelando quien emergía.

    Siendo los antiguos compañeros ladrones de nuestro rubio.

    Estando agitados, tosían porque lo más seguro enfrentaron la casi muerte por agua.

    Madre Sagtel se sorprendió de este, no eran sus verdaderas presas, así que volvió he esconderse, para no ser visto.

    Pero observaba con cautela cualquier cosa, le podría servir para encontrar a Munzel.

    Primero el peliverde salió y detrás de este, venia el peli rosa.

    -Le enseñare…- Estaba caminando pero la falta de aire estaba haciendo un poco su efecto –Le enseñare a Rider-

    El otro solo asintió, apoyándose en las raíces del gran árbol.

    A escuchar ese apellido, Sagtel vio una oportunidad, para formular algún plan que le sirviera. Siendo siempre frio y demasiado calculador.

    -Lo emboscaremos en el reino y le quitaremos la corona- Ese era el plan que se estaban planteando ambos sujetos.

    Ya sintiéndose mejor, se pudieron en marcha al reino de Atena, para cumplir sus metas.

    -¡¡¡SÍGUEME!!!- Le dio un leve golpe en el pecho, al peli rosa.

    -¡¡¡O!!!- Sonó bastante fuerte su llamado, pero con un toque coqueto.

    Esto provoco que ambos se giraran a ver de dónde provenía.

    -Podrían dejar de portarse igual que unos perros siguiendo sus colas y…- Saco la bolsa de cuero –Usar la cabeza- Con un toque de burla siempre era el peli azul.

    El ver esta oportunidad de recuperar su tesoro, desenvainaron sus armas, para atacarlo.

    -Ha, ha, ha, cálmense, eso no hace falta- Arrojo la bolsa a las manos del peliverde, en verdad no le tenía ni el más mínimo interés.

    Al momento que cayó en sus manos, el otro se abalanzó para obtener lo que tenía.

    Pelándose un poco con empujones y codazos, para tener la corona tan deseada. Más que nada confirmar que no estuvieran siendo engañados.

    Pero al darse cuenta que la corona estaba allí, se asombraron, pues no creían que fuera verdad.

    Sonriendo de oreja a oreja de una manera siniestra.

    -Bueno… Si eso es todo lo que desean, se pueden retirar- Levantando sus brazos, haciendo un ademan de dicha indicación, cerrando sus ojos con esos aires de grandeza que se cargaba –Yo quería ofrecerles algo que vale centenares de coronas, los habría hecho ricos y poderosos- Mirando sus uñas con desdén, pero al decir ciertas palabras, de reojo podía observar sus expresiones, pues podría hacer uso de ese lado manipulador que poseía –Y esa no era la mejor parte- Rio, poniendo su mano delante de su poco, un signo coqueto –En fin C´est la vie- Se estaba despidiendo, al ver que su método estaba funcionando tan bien –Que gocen su corona- Estaba retirándose.

    Ambos pensaron en aquella propuesta, muy buena para ser cierta, pero les servirá si ofrecía más.

    -¿Cuál es la mejor parte?- Quien sostenía la corona pregunto aquello.

    Esperando la respuesta, lo miraban.

    Este peli azul, se giró levemente, quedando de perfil, para decirles su plan.

    -La que viene con la venganza contra Shaflyn Rider- Saco uno de esos carteles de “Se Busca”, mostrándola como apreciación visual.

    Y esa era la mejor parte, que ambos ladrones esperaban, dinero, poder y venganza contra ese rubio traidor.

    Ya estando de noche, Shakene como ahora se había revelado su nombre original, y Munzel estaban sentados sobre un tronco, al frente una fogata, para el frio de aquella noche, qué bueno que de alguna forma logaron secarse.

    El doncel enredaba parte de su cabello en la mano herida del rubio, con cuidado.

    -Sabes… Te portas un poco enigmático, en lo que envuelves mi herida con tu cabello mágico- Quiso romper un poco el hielo.

    El pelilila levantó su vista, con una grácil sonrisa.

    Mas el rubio se quejó algo, pues el dolor de repente venia y que usara un poco de fuerza en colocar su cabello, lo provocaba molesta.

    -Lo siento- Su rostro estaba angustiado, nervios, apenado. Suspiro lo que haría podría causar más complicación a su pareja de viaje –Solo… No… No entres en pánico ¿Si?-

    Eso fue lo que le dijo, mirando con esos ojos verdes.

    El de ojos zafiro, le preocupo más aquello, pero no dijo nada, ya esperaba cualquier cosa de ese joven.

    Dejo escapar un suspiro, cerrando sus ojos estaba listo para hacer lo propio –Flor que da fulgor, con tu brillo fiel-

    Al cantar aquellas palabras, su cabello lila se encendía en un brillo sin par.

    Asombrando de nueva cuenta el rubio, que hecho levemente su cuerpo para atrás, pero no perdía el contando que Munzel ejercía en su mano.

    Observaba con atención como los metros de cabello se iluminaba.

    -Mueve el tiempo atrás, volviendo a lo que fue-

    Shakene, observaba como el lugar oscuro era interrumpido por el color lila brillante, y que de repente el corderito apareciera en el pasto, sonriendo tan tranquilo, y que una de sus patitas delanteras, la levantara, como una seña de que viera su propia mano.
     
  12. Threadmarks: Capitulo 12 (Pasado)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1382
    -Quita enfermedad, y el destino cruel-

    Hizo caso a esta señal, y miraba como su mano siendo sostenida, por las delicadas del Munzel, envuelta en ese cabello, dejaba de dolor de a poco.

    No podía dar crédito a lo que miraba, el cabello enredado brillando con ese tono lila tan hermoso, lo estaba impresionando.

    -Trae lo que perdí, volviendo a lo que fue…- Sus ojos cerrados, concentrándose en su labor.

    Shakene, miro de nueva cuenta al corderito, que solo sonreía y asentía por lo que estaba pasando.

    -A lo que… Fue…- Término de cantar, tomándose unos momentos antes de que su cabello dejara de iluminarse y levantar la vista al ladrón.

    Parpadeo varias veces, antes de poner su mano al nivel de su cara, para descubrirla de esos cabellos lilas, y darse cuenta que aquella herida estaba completamente sanada ahora.

    -Aaah…- Lanzo ese alarido débil, sus ojos azules estaban contraídos, en ese punto.

    Movió su mano, mirándola por el dorso, de manera lenta. Estaba teniendo un choque emocional, no sabía que decir, ni hacer, solo miraba su mano y al doncel y repetía esto cada vez más seguido.

    Quería lanzar un grito, al no poder procesar todo.

    -¡¡¡NO ENTRES EN PÁNICO!!!- El pelilila, coloco sus manos delante en una señal de calma, también estando angustiado por la reacción del rubio.

    Se quedó con la boca abierta, pues el grito había sido detenido, pero quería expresarle de alguna forma posible.

    Miro de nuevo a Munzel, que le suplicaba que se calmara, estaban en una situación bastante incomoda.

    -Aah… No, no hay pánico, no hay razón- Sonio nervioso, colocando su mano recién curada en su barbilla para apoyarse –Solo me intriga tu cabello, y las mágicas cualidades que posee- Seguía mirándose aquella extremidad, con cuidado, no sabía cómo acomodarse, sin sentirse extraño –Y ¿Hace cuánto puedes hacer todo esto?- Sonrió nervioso, cruzando sus brazos sobre su pecho, meciéndose en su propio asiento.

    -Aaaaah- Aun viéndolo ansioso, pero que quería seguir una conversación tranquiló, le siguió la corriente –Pues siempre, creo…- Su semblante comenzó a cambiar a uno más triste y desolador, mirando hacia aquel fuego, pues estaba a punto de contarle su historia –Mi madre dice que cuando era bebe, muchos quisieron cortarlo. Todos anhelaban su poder- Movió un poco su cabello de la zona de la nuca, para dejar ver un mechón corto de color rubio –Pero cuando lo cortas, se torna amarillo y pierde su poder-

    Shakene, miraba atento al joven, escuchando con atención la historia, mirando aquella parte de su cabellera, sentía como si todo esto fuera un cuento de hadas, muy raro.

    -Un don como este, tiene que ser protegido- Miraba triste un mechón de su cabello, con el cual jugaban sus manos –Por eso mi madre nunca me…- Suspiro de manera melancólica, estaba pensando en cómo su vida había sido tan desolada, por el poder que se le otorgo –Por eso yo… Nunca había salido y…- Ya no podía continuar, un nudo en su garganta se formó, que le impedía hablar, dejando que sus sueños se escurrieran de sus manos en muchas ocasiones.

    -Nunca abandonaste la torre- El rubio, lo miro atento… Incluso sus ojos parecían proyectar una leve tristeza por el estado en que Munzel se encontraba.

    El doncel solo se giró levemente su rostro, para verlo, y de esta forma asentir a sus palabras.

    -¿Y regresaras de todos modos?- Le cuestiono aquello, sabiendo ahora ya la verdad de que estuviera encerrado.

    -¡¡¡NO!!!- Quería sonar seguro, pero no podría seguir así siempre, viéndose derrotado ante la única realidad que no puede negar –Si… Aaaaaah- Bajo su cara, hasta sostenerla con las manos, para no ser visto –Es complicado- Dijo esto apenas audible.

    El corderito se acercó a sus pies, para darle confort, solo el pequeño sabía cómo había estado viviendo todos esos años, desde que se encontraron.

    Ambos mirando al pelilila, que ocultaba su rostro, incluso podríamos atrevernos a decir, que deseaba dejar escapara lágrimas, por su cruel destino.

    Pero no se dejaría vencer aun, pues debía cumplir su único sueño, antes de volver.

    Descubrió un poco su rostro, mirando al ladrón, dándose el mismo valor, para acomodarse el cabello, para liberar un poco de tención, suspirando y colocando sus manos en sus hombros, sujetando la larga cabellera, prefería cambiar de tema de alguna manera.

    -Así que… ¿Shakene Fitzherbert? ¿Ah?- Dedico una leve sonrisa forzada, haciendo lo mejor para que el ambiente mejorara, mirándolo con esos hermosos ojos verdes, que su brillo apenas era visible.

    -Así… Bueno- Comprendió de inmediato que ya no deseaba ser el punto de atención de los allí presentes, pero también era un tema bastante complicado para el rubio. –No voy a contar las penas, del pobre huérfano Shakene Fitzherbert, eso me parece… Algo deprimente ¿Si?- Asintió un poco más en esa oración, pues su vida no había sido tampoco lo más maravilloso del mundo.

    Pero Munzel quería escucharlo por completo, le prestaría toda su atención, estaba intrigado, acercándose lo más que podía al rubio, con una linda sonrisa y unos ojos vivos llenos de curiosidad, cruzando sus piernas y apoyando sus codos en estas y su cabeza en ellas.

    Esto le dio bastante gracia al mayor, soltando un respingón, pero no podría negarse ahora.

    Lo miro un poco tomando confianza y valor del doncel.

    Su vista se fue al suelo, para iniciar su historia.

    -Había un libro- Tenía la costumbre de hablar con las manos también –Siempre lo leía a los demás niños cada noche- Miraba de reojo al pelilila –Los cuentos de Flennegar Rider- Alzo la mano, como si estuviera mirando aquel título –Un aventurero errante, rico y poderos- Apoyaba las manos en sus piernas –Afortunado con los donceles de todo tipo- Se le acerco como si se lo digiera en secreto al pelilila.

    Esto último, hizo reír un poco al más joven, colocando ahora las manos en sus rodillas, para acomodarse.

    -Claro que no presumía sus virtudes- Llevando la mano izquierda a su barbilla, estando a punto de decir alguna otra cosa.

    -Mmmh, ¿También era un ladrón?-

    -Aaaaah…- Para este punto, ya no sabía que decir, mirando para todos lados, estaba atrapado –Pues no…- Musito, pero luego volvió a su sonrisa de siempre –En realidad, con su gran fortuna, podría hacer todo lo que quería- Alzo la cabeza, para seguir contando esa historia que lo guio de alguna manera hacia ese doncel –Podría viajar a cualquier lado que deseara- Levanto sus brazos, enfatizaba cada palabra, pero ahora su rostro parecía recordar la tristeza del ayer. –Y, y… Para un niño… Sin nada- Suspiro, apoyándose de nuevo en sus piernas –No lo sé… Creo… Que parecía una mejor opción- Se abría por completo al pelilila, contar su pasado no era algo fácil de hacer.

    -Mmmh- Fue lo único que dijo Munzel, o que dejo escapara de sus labios, al mirarlo de aquella manera, un tanto vulnerable ante él, le aprecia tierno.

    -No le cuentes a nadie, la verdad ¿Oíste?- Quería volver a su porte galán de siempre y un tanto misterioso –Eso arruinaría mi reputación-

    Y Hay estaba la razón del ¿Por qué no?

    -Ja- Esto en señal de burla, ante el comentario –No quiero arruinarla- Inclino su cabeza, al nivel del contario, para mirarlo a los ojos.

    -Ah, una falsa reputación es todo lo que me queda- También inclino su cabeza, estando un tanto cerca ambos.

    Estaban riéndose de forma divertida, negando con la cabeza y cerrando los ojos.

    Una situación algo adorable, sin señales de incomodad alguna.

    Munzel levanto su cabeza, mirándolo de frente al rubio, esos ojos grandes y verdes, la dulce sonrisa y un leve sonrojar en sus mejillas, destinadas para el contrario.

    De igual roma Shakene, lo observó por unos segundos, pero el hecho de que estuviera sintiéndose atraído de alguna manera por el doncel, lo asustaba un poco.

    Por lo tanto busco alguna excusa para alejarse, aunque ya no estaba seguro de que si podría seguir haciéndolo.

    -Bueno…Creo que…- Se levantó de aquel tronco en donde estaban sentados -Creo que hace falta más leña para el fuego- Dándole la espalda al pelilila, para ir a buscar dicho material para mantener la fogata en buen estado.
     
  13. Threadmarks: Capitulo 13 (Corona)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1437
    -Oye- Llamo la atención del rubio, con esa suave voz que solo Munzel tenía. Sentando en aquel tronco con sus tobillos cruzados y manos en su regazo.

    Este solo giro al llamado del otro.

    -¿Puedo decirte algo?- Estaba algo nervios, jugando con sus delicadas manitas –Ceo que Shakene Fitzherbert, suena mejor que Shaflyn Rider- Le dedico una sonrisa, era su forma de aumentarle el ánimo al ladronzuelo.

    Este se dio cuenta de sus intenciones, también sonrió, pero un ligero sonriso se divisó en sus mejillas, desvió algo la mirada para contestar –Bueno, te convierte en el primero- Apretó sus manos, pues era una situación algo incomoda –Pero gracias-

    Con las miradas de aquellos zafiros y esas esmeraldas se podría decir que en silencio se habían ayudado, y que esta relación que al principio inicio algo conflictiva, podría ser diferente de ahora y más.

    Shakene, se fue a buscar la madera necesaria para la fogata dejando solo al doncel que sin pensarlo lo esperaría a su regreso.

    Munzel sonrió enternecido, mirando comos e alejaba, pensaba que haberle dicho eso, lo hizo feliz. Era lo que su corazón dictaba.

    Esas mejillas ruborizadas y sus nervios se iban a intensificar cada vez más.

    Pero la dulzura y el buen ambiente no pueden durar para siempre.

    -¡¡¡VAAALLAAAA!!!- Una figura con ropas negras y capucha estaba detrás del pelilila, pero se sabía de quien era con solo su voz chillante –Creí que jamás se iría- Se acercó al menor, con ese semblante histriónico de enfatizar todo.

    Esto hizo que el muchacho se asustara tanto, sus ojos bien abiertos y boca igual, me atrevería a decir que estaba temblaba de ese tremendo impacto.

    -¿Madre?- Se giró, pensando que podría ser una broma.

    Este se descubrió la cabeza, revelando quien era en realidad, con una sonrisa satisfecha.

    -Hola, cielo- Le saludo tan desinteresado, pero se notaba un poco de vez en su rostro y cabellos.

    -Pero, pero, pero… ¿Cómo…?- Se levantó de aquel tronco, tartamudeando.

    Incluso el corderito rojo, se ocultó en la oscuridad del mismo, para no ser visto por aquel hombre amenazante.

    -¿Cómo lograste encontrarme?- Pregunto esto, sin darle explicaciones de lo que pasaba.

    Sagtel solo lo abrazo, como si fuera en realidad le preocupará quien lo motivo a llegar con él.

    -¡¡¡OOOOH!!! En realidad fue sencillo- Su mirada Viridian, demostraba su malvado plan –Solo escuche las voces de la absoluta traición a tu madre y las fui siguiendo- Acariciaba su espalda, para reconfortarlo, pero tenía el efecto contrario.

    -Uohm…- No sabía que decir, estaba atrapado con todo esto, el pelilila estaba sintiendo que todo había acabado –Madre…- Quería disculparse y que entendiera, su voz estaba de derrota total.

    -Nos vamos a casa Munzel. Ahora- Rápidamente lo soltó del abrazo, pero sujetaba sus muñecas, con la autoridad que ese nombre le daba.

    Comenzó a caminar, jalándolo, pero Munzel ahora era un poco más firme en sus decisiones.

    -No, es que no lo entiendes- Tomo con suavidad la mano del hombre de cabellera azul, quería hacerlo entender de alguna forma –Todo ha sido increíble y alegre y he visto y he conocido mucho…- Callo un instante, porque estaba a punto de decirle su sentir muy hermoso –Y conocí a una persona- Miraba con sus ojitos brillantes y una sonrisa sincera.

    -Sí, el ladrón que huye, que feliz me siento- Estaba siendo sarcástico en su hablar –Camina Munzel- Le valía todo lo que ese muchacho le explicaba, tomo de nuevo su muñeca para llevarlo con él.

    -Madre aguarda- Se soltó de aquel agarre del peli azul, para encararlo, aunque temía en su rostro se mostraba.

    Por su parte, Madre Sagtel quedo con la cara de sorpresa, nunca se imaginó la confianza que estaba ganando el doncel.

    -Creo… Que le agrado también- Bajo su dulce rostro, con esa sonrisa sin par y ojos iluminados, por ese sentimiento nuevo.

    -¿Le agradas? Se giró con toda la intención de hacerlo sufrir –Pero Munzel, que demencia-

    -Pero madre, yo…-Quería arreglar todas las cosas con quien lo había criado, por eso se trataba de acercar.

    -No debiste irte, claro está- Caminaba a su alrededor, ignorando su explicación.

    Suspiro derrotado, era difícil tratara con ese peli azul, al ponerse en esa actitud.

    -Todo este romance que hoy inventas- Tocaba su frente, demostrando su desesperación –Nos muestra… Tu inocencia…- Acercándose por detrás, sujetando sus brazos y acercándose por un lado a su rostro –Profunda-

    Lo soltó, para irse de frente y tocar su cara, como mostrando preocupación e interés en su ser.

    -¿Qué tú le agradas? ¿Por qué seria?- Sujeto las pequeñas manos del doncel, para hacer girar a ambos en su propio eje, pero en realidad, quería demostrara un punto.

    Rápido ese rostro preocupado de un fingido lado maternal, se convirtió en enojo, sujetando los dos largos y gruesos mechones lilas, de frente, para acercarse a su delicado rostro.

    -¡¡¡MÍRATE!!! ¿Crees que se impresiono?- Esas crueles palabras, después alejándose para poner una cara de preocupación que no estaba allí –No seas bobito, ven conmigito- Puso sus manos delante de su pecho, para dar un mensaje de que lo protegería –Sabio…-

    -¡¡¡NO!!!- Rápido declaro, porque no era lo que en realidad quería hacer.

    -¿No?- Tenia ya su plan B, por cualquier cosa que pasara –Oh…- Miro de arriba abajo al doncel –Ahora es así-

    Miro a su “Hijo” de forma despectiva, pero con un destello de algún grado de maldad.

    A Munzel, le dio un mal presentimiento aquella actitud que tomo su “Madre”.

    -muy bien Munzel- Caminaba hacia él, de manera lenta y amenazante –Tan sabio y tan maduro un doncel muy formal- Le dio unas ligeras palmaditas en la cabeza.

    Tocar su mejilla, para alejar su mano de repente –Muy bien Munzel- De nuevo se alejó, dándole la espalda, como si nada –Pues si estás seguro, dale esto y ya verás- Mostro la bolsa de cuero delante del pelilila.

    -¿De dónde lo…?- Estaba sorprendido, de ver aquello, pues se supone lo había dejado en su torre.

    Saco la corona, para apoyar su punto -¡¡¡ESTO QUIERE EL!!! ¡¡¡NO TE EQUIVOQUES!!!- Le arrojo la corona a sus manos –Dáselo y comprobaras-

    -¡¡¡LO HARE!!!- Sujetaba la corona entre sus manos, pero estaba seguro que Shakene no lo abandonaría por esto.

    -Créeme que así- Trono sus dedos –Va a abandonarte- De nuevo que había tomado distancia, volvía a acortarla, para colgarle la bolsa en su cuerpo y hacerlo girar un poco –Sabes que te lo advertí- Lo soltó a la vuelta –Sabio eres Munzel- Quería hacerlo dudar con cada palabra, parecía lograrlo de a poco –Si él es tan adorable, ponlo a prueba y sabrás- Fue lo último que le dijo antes de comenzar a alejarse.

    Munzel ya estaba teniendo sus dudas, pero no quería estar en malos términos con su madre, después de todo lo quería bastante.

    -¡¡¡MADRE, ESPERA!!!- Quiso alcanzarlo, aun con la corona en mano, pero se alejaba demasiado rápido.

    -No te quejes, si te miente, sabio es… Mamá- Lo miro enojado, parecía que cantaba esa última estrofa, antes de girarse, con su capa cubriéndose y desapareciendo de repente.

    La neblina oscura que se había formado, se fue disipando de a poco, dejando al doncel más confundido, preocupado de pensar si lo que acaba de ver era verdad o una fábula de su mente, para torturarlo, pero la corona se lo comprobaba que era genuina.

    Estaba mirando la corona con bastante angustia, pero la voz el rubio le saco de sus pensamientos profundos.

    -¡¡¡EY!!!-

    Se asustó bastante, guardando la corona en la bolsa y pensando en donde ocultarla. Su delicado rostro de miedo lo podría evidenciar.

    -Oye… ¿Puedo preguntarte algo?-

    Con un montón de leña en mano, regresaba preguntando algunas cosas que había tenido tiempo de meditar.

    -¿De casualidad voy a desarrollar súper fuerza en mis brazos?- Su voz sonaba algo divertida, por la idea –Por qué no voy a mentirte, eso sería estupendo-

    Pero al ver que no contestaba y le daba la espalda, sentando en el tronco, Shakene se preocupó un tanto, no era normal esa actitud en el doncel, aunque tenía muy poco de conocerlo.

    -Oye ¿Qué tienes?-

    Se giró al del cabellos de oro, con la mejor sonrisa que pudo regalarle –Ah, lo siento… No es nada- lo miro de frente, juagando con su cabello –Estoy… Algo distraído creo…- Puso sus manos delante, bajándolas para mostrarse tranquilo.

    El rubio solo asintió, le creía como fuera todo.
     
  14. Threadmarks: Capitulo 14 (Tregua)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1368
    -Me puse a pensar en algo- Dejando con cuidado la madera en el suelo –Me puse a pensar en algo, belleza sobre humana esa ya la tengo, nací con ella, pero fuerza sobrehumana, ¿Te imaginas el mundo de posibilidades?-

    Aunque hablara Shakene, el joven pelilila estaba más angustiado por aquella corona que estaba olvidada en esa bolsa, pero que podría significar tanto y le daba miedo el pensar que se alejara de él.

    Más estaban siendo observados, por aquel hombre e cabellos azules, junto con los ex secuaces del ladronzuelo.

    Querían atacarlo de una vez, pero Sagtel no se lo permitiría, tenía su plan aparte para ganar.

    -Paciencia muchachos, solo aguarden y conseguirán lo que desean- Esa mirada de aquellos ojos Viridian que proyectaban la maldad contenida, la escena dulce de los jóvenes sin duda le repugnaba.

    La noche paso, dando lugar a la mañana cálida.

    Ambos habían dormido en el suelo, aunque por separado, el doncel cubriéndose con su cabello largo, mientras que el rubio reposaba su cabeza sobre una roca.

    Pero este sería interrumpido su sueño, por unas gotas de agua, que le habían caído en la mejilla, molestándolo poco a poco, hasta despertar.

    -¿Qué?- Al abrir sus ojos, pudo ver a su “Amigo” equino mirándolo con enojo y completamente empapado.

    -Hola, espero que quieras disculparte- Esto fue lo que dijo, sin darle mayor importancia y volviendo a retomar su sueño.

    Mas el grito despavorido de Shakene se escuchó por todo el lugar, provocando que el pelilila el pequeño corderito, se levantaran abruptamente, mirando para todos lados, asustados.

    Por lo que Munzel miro fue al rubio siendo arrasado por el caballeo quien lo sostenía de la bota, queriéndolo llevar hacia el castillo, capturando así al ladrón.

    -¡¡¡NO!!! ¡¡¡SUÉLTAME!!!- Gritaba esto, para intentar zafarse, pero no lo lograría.

    El doncel fue corriendo, para sostener las manos del ladrón, y llevarlo con él, deteniendo al caballo, mas su fuerza no sería suficiente.

    Parecía un juego de estira y afloja, entre ese corcel blanco y el pelilila.

    -Dámelo, ya basta- Decía entre dientes, por la fuerza impresa en aquel acto.

    Seimux, jalaba por los lados la pierna del ladrón, como respuesta a que no cedería.

    Ambos lados con fuerzas disparejas, pero gracias a lo que fuera, la bota salió del pie de Shakene, provocando que el caballo de fuera para atrás, y ambos jóvenes también, cayendo el rubio sobre Munzel.

    Obviamente sabiendo el carácter testarudo del corcel, no se detenía y cuando recuperó su postura, fue directo a buscar a quien quería.

    Pero el doncel no dejaría que nada malo le pasara a su guía, levantando de inmediato, poniéndose entre ambos.

    -No, no, no, no, no- Lo detenía por cada lado que quiera pasar –Ey, tranquilo, tranquilo, tranquilo, bonito, no ya calmado- Sus palabras dulces, para que este animal le obedeciera parece que nos surtían efecto.

    Incuso levantándose en sus patas traseras, intimidando de esta forma a ambos.

    -Calmado, calmado, tranquilo- Se armó de valor, acercándose más, dándole una hermosa sonrisa, mirándolo directo, podría funcionar.

    El equino se estaba tranquilizando, observándolo con suma atención, incluso levantando la mirada para ver el corderito miniatura, tan serió, para que se calmara también.

    Esto le tomo bastante raro, pero…

    -Ahora siéntate- Le dio una leve orden.

    Seimux obedeció un poco, pero no del todo.

    -Sentando- Hablo un poco más fuerte.

    Este obedeció por completo, haciendo dicha acción.

    -¿Qué?- El rubio, no creía lo que veía.

    -Ahora suelta la bota- Le señalaba con el dedo índice, el suelo

    Pero el blanco corcel, hacían un puchero de que no cedería fácilmente.

    -Obedece- Su voz tenía ese toque de autoridad, y con su belleza culminaba a que no lo ignoraran.

    Al final, soltó la bota, dejándola caer al suelo, de mala gana.

    -Ooohm…- Le parecía adorable el caballo ahora, se acercó para tocarla la cara y hacerle algunos cariños –Pero que chico tan bueno-

    Le hacía bastantes cariños, y el otro reacciono moviendo la cola, como si de un perito se tratara.

    -¿Quién te quiere?- Estando fascinando, acariciándolo con ánimo, estaba emocionado pro ese nuevo amigo que estaba haciendo -¿Estás cansado de perseguir al hombre malo por el bosque?- Su rostro de comprensión genuina, mirando con tristeza al animalito.

    Este solo sintió también decepcionado, triste y preocupado.

    -¿Disculpa?- Obviamente el rubio no le aprecio agradable ese comentario.

    -Jamás aprecian lo que haces ¿O sí?- Lo abrazo, para empatizar más fácilmente.

    Seimux negó con la cabeza, sin duda Munzel lo estaba consintiendo y este se aprovechaba para hacerse la víctima.

    Tal vez celos, molestia o lo que fuera, ´pero le aprecia bastante ridículo ese espectáculo.

    -Ay por favor- Estaba bastante indignado -¡¡¡ES UN CABALLO CRUEL!!!-

    -Claro que no- Refuto algo molesto -Es adorable y cariñoso- Se había ganado el corazón del pelilila, mientras le daba mimos y este corcel, se sentía bastante feliz con estas caricias y se acurrucaba cerca de ese dulce rostro, relinchando.

    -¿No es así?- Le rascaba debajo del hocicó, mientras se daba cuenta de la insignia que portaba, mostrando de donde venía y el nombre de este –Seimux-

    -En verdad es un chiste malo- Cruzo sus brazos, molesto por la actitud del doncel, que ahora lo ignoraba y prestaba toda su atención a ese corcel que disfrutaba de al suaves manos, de las caricias delicadas.

    Pero solo escuchar esa voz, lo ponía en alerta al guardián.

    -Oye- Rio suavemente, tentaba algo su suerte –Yo diría que hoy, es el día más grande de mi vida- Estaba hablando con Seimux, para llegar a un trato, pues se alejó para que lo entendiera, acercándose al rubio ahora –Y sucede que, necesito que no lo arrestes por ahora- Le ayudo a levantarse.

    Obviamente este caballo no estaba para nada de acuerdo con esa idea, frunciendo el ceño, relinchando con molestia.

    -Solo por veinticuatro horas, y luego se sigue correteando todo lo que quiera, ¿Qué dicen?- Ponía sus ojitos de borreguito, para convencer a ambos.

    Suspiro bastante molesto, pero había llegado a un punto, que aun miraba con enfado a ese corcel, no podía negarle algo a Munzel, extendió su mano, como una muestra de paz momentánea.

    Seimux al ver esto, se giró refunfuñando, no estaba dispuesto hacer eso.

    Mas el pelilila tenía un truquito bajo la manga.

    -Y es… Mi cumpleaños… Solo quería decirte- Ladeo su cabeza, sonriendo, ocultando detrás sus manos.

    En este punto ya estaba derrotado, relincho, volvió la mirada al otro y dio su pata, como muestra que tenían esa tregua momentánea y aceptaba.

    Ambos sujetaban dicha extremidad, sus miradas chocaban con odio mutuo, no se toleraría, salvo por ese doncel que logro ganarle del corazón, de diferentes formas, pero estaban a su merced.

    Pero algo llamo la atención del pelilila, provocando cruzarse en medio de ambos, rompiendo la unión, parecía hipnotizado por algo.

    Estos lo miraron extrañados, pero Seimux de forma despistado, le dio un golpe en le estomago con su pezuña, sacándole el aire al otro, este solo le lanzo una mirada de enojo y estaba dispuesto a regresársela de alguna manera.

    Mas el pelilila, les hizo señas de que debían continuar, pues su marida estaba en lo cerca que estaban del reino y su fascinación solo crecía.

    Llegando al puente del reino de Atena, ese doncel solo miraba maravillado cada aspecto de esta estructura, llegaría a donde podría ver aquel polvo estelar que siempre soñó ver.

    Incluso sin darle importancia a que su cabello pronto podría ser un obstáculo en su camino.

    Aunque nuestro querido rubio, estaba notando que estaba en carteles de “Se Busca” por todos lados y seria blanco fácil en los terrenos dl reino.

    Al verlos obviamente los quito, haciéndolos bolita.

    Seimux se enojaba por esto, pero Shakene, riéndose del caballo, se lo metió al hocicó, para molestarlo.

    Pero este lo escupió a su cara, todo babeado el papel y dejando ver el rostro mal pintado del ladrón.

    Hora este se burlaba de su “Amigo” humano.

    Este obviamente se quitó el papel, listo para pelear con el corcel blanco. Ambos dándose empujones, nos e soportaban por mucho tiempo y ni tenían las ganas de llevarse bien.
     
  15. Threadmarks: Capitulo 15 (Baile)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1938
    Mientras el caballo le daba una mordida en la pierna, el otro le jalaba la orea, para darle un puñetazo, algo de verdad digno de una comedia.

    Mas el corderito rojo bramo, para llamar su atención, y lo logro.

    Aun siendo tan pequeño que cabía en la palma de la mano de Munzel, los miro de una manera fea, indicando que debían detenerse.

    Ambos lo entendieron, pues principalmente arruinar el sueño del pelilila no sería una opción, se quedaron quietos, con esa expresión de pocos amigos.

    Shakene le dio un codazo al caballo en el cuello y este respondió, empujándolo con el cuerpo.

    Valla par de “Amigos”.

    Entrando a los territorios del reino, Munzel notaba todo a su alrededor tan fascinante y maravilloso, las personas a su alrededor, la arquitectura, era nuevo para él.

    Colorido, con música suave, que despertaba la emoción en él, aquellas banderas colgadas con un símbolo de una flor lila y el fondo de un color dorado y en otras rojas.

    Estaba aunque no lo supiera en casa.

    Obviamente su apariencia era tan peculiar, llamo la atención de varias personas, que lo vena con sonrisas amistosas.

    Tarto de dar un paso, pero una carreta a toda velocidad paso, haciéndolo retroceder, asustándose, chocando con una mujer que llevaba una canasta, luego unos patos que caminaban a su lado.

    Chocando con otro hombre, sintiendo como su cabello era tirado, porque muchos pasaban sin cuidado sobre él.

    Después de todo estaba por todo el suelo, llamaba la atención, pero embozaba.

    Rápidamente llegando junto a él ese rubio ladrón, sujetando el largo cabello, llegando con él.

    Ambos lo sujetaban con cuidado, pues no sabían que hacer, sería un problema llevarlo suelto.

    Pero nuestro querido rubio, tenía una excelente idea, al escuchar unas risas infantiles y ver que unos niños jugaban.

    Uno de cabellos largos, negros y lacios parecía el mayor, le hacia una trenza a una niña de cabellos azabache, mientras está a uno de cabellos verdes, que se notaba una condición de doncel, a su vez a un rubio con el cabello más corto, pero se hacía hacer lo que el otro quisiera, mas estaba algo malhumorado con los brazos cruzados.

    Están los cuatro sentándose en la fuente central.

    Al ver esto, pensó que la solución la tenían ya, les silbo sonoramente, para atraer su atención.

    Fue bastante eficaz, se giraron a verlos.

    Les mostro todo el cabello lila, que podrían utilizar como un entrenamiento mayor.

    Para la niña y el doncel, eso se vería realmente divertido.

    El mayor solo sonrió, al ver ambos tan emocionados, y el rubio pues solo giro sus ojos.

    En un espacio libre del reino, Munzel se sentó en el suelo de rodillas, mientras los niños le hacían una trenza realmente larga y gruesa, pero que ayudaría a que caminara mejor por el lugar.

    Y sonreía al escuchar esas dulces risas infantiles, además que su cabello les diera ese momento de alegría, le hacía sentir tan feliz.

    Mientras Shakene esperaba a que terminara ese cambio de look en el pelilila, se cuidaba de no ser visto por los guardas ocultándose cuando era necesario.

    Obviamente Seimux, lo miraba con malos ojos, como quisiera entregarlo a las máximas autoridades, pero no lo haría por esa promesa al doncel.

    Después de este episodio de seguridad, se giró, y lo qué vio lo dejo en verdad asombrado.

    Pues Munzel, lucía una trenza muy bien hecha, adornada con flores de diferentes colores, girando emocionado por lo que habían hecho en su cabello.

    -Oh, Gracias- Dijo a los niños, dando un giro sobre su eje.

    La sonrisa del rubio no se pudo disimularse, solo ver al doncel le provoco alegría. Pues después de todo, Munzel es realmente hermoso.

    El caballo blanco, se acercó para hacerle un gesto de burla, notando este el interés en el doncel.

    Al darse cuenta de esta burla, solo lo empujo, no estaba enojado si no avergonzado, incluso desviando la mirada, pues no quería expresar su sentir.

    Después de arreglar el cabello, ambos jóvenes fueron por todo el reino, Munzel estaba asombrado por cada puesto, lugar, todo provocaba un asombro en este doncel.

    Pues era nuevo, cada color, sensación, sonido, era sumamente perfecto.

    Jalando de un lado a otro a Shakene, y este rubio pues se dejaba llevar por su hermoso acompañante.

    Se detuvieron un momento en un puesto haciendo fila, y obvio el pelilila miraba para todos lados, disfrutando de reino.

    Hasta que algo llamo su atención, que abandono la fila detrás del rubio, para acercarse más a ese mural que una pareja estaba sosteniendo a un bebe.

    Eran los reyes, luciendo sus ropas, y el reina sostenía al bebe de cabellos lilas y ojos verdes como los del padre.

    Mucha gente estaba admirando dicho mural.

    Alcanzo a escucha una joven, que le decía a una pequeña niña en brazos de su madre, lo siguiente.

    -Es para el príncipe perdido- Dejando una flor a los pies de esa pintura, que se lograba ver varios adornos de estos materiales.

    Munzel miro todo eso, pero su atención se fijó más en aquellos rostros, incluso girando su cabeza, pues él bebe lo llamaba tanto la atención, como si algo que quisiera dar a entender.

    Mas fue interrumpido en aquella concentración, cuando vio un grupo de personas tocando un acordeón, un violín, flauta, esto entusiasmo al doncel y fue detrás de ellos.

    Mientras el rubio pagaba lo que parecía ser pan, y girarse, ver al pelilila bailar, dando pequeños saltos y unos giros al son de la música, lo dejo tan impresionado.

    Se divertía, con solo bailar, se animaba y deseaba compartir su alegría con otros.

    Fue primero a animar a un niño que miraba el baile, sosteniéndolo de las manos para que hiciera lo mismo, esa sonrisa con la que demostraba su felicidad.

    Bailando en círculos, sosteniendo las manos del niño, llevándolo al centro de lugar.

    Luego ir por un hombre que miraba y esperaba escapar, pero el doncel no lo dejaría.

    Animando a más personas a unirse a un gran grupo de baile que estaba haciendo el pelilila.

    La felicidad reinaba en el lugar, solo por un joven doncel, que bailaba al son de la música, esa sonrisa y su ánimo no se dejaba escapar.

    Los aplausos no se dejaban escapar, todo al compás, haciendo un círculo alrededor de aquellos mosaicos en forma de flor de un tono lila en el suelo.

    Todos se estaban reuniendo alrededor para unirse, para observar, contemplar a quien animo a todo el barullo.

    Incluidos Shakene, el caballo y el pequeño Kiki que iba sobre este.

    Munzel, quería animar al rubio a baila, pero este negó, pues no era de los que se atrevía a esa actividad.

    Seimux lo empujo con fuerza, suficiente para unirlo al escenario y una mujer lo sostuvo del brazo, para iniciar el baile, este solo dio una mirada de furia al equino.

    Era como una pequeña venganza y ayuda, por partes iguales, el caballo estaba relinchando por lo que había hecho.

    Durante un momento pasaremos a ver todas las cosas que habían hecho, antes de este baile.

    Comprarle una bandera con el símbolo del reino que era tanto el nombre Atena y la flor lila, como un pequeño regalo al doncel que admiraba cada objeto, solo un pedazo de tela con ese tejido, era suficiente para sacarle una sonrisa.

    Ambos mirando, como si fuera la cosa más maravillosa.

    De nuevo al baile, el pelilila estiro sus manos para lograr bailar con Shakene y este igual deseaba tener esa danza con él, pero fueron interceptados por otros y alejarlos.

    Solo las miradas verdes y azules se conectaron, para dar un símbolo de la próxima será.

    Ahora en un instante el pelilila, mostro sus habilidades artísticas, dibujando en el suelo con un gises, la flor simbólica del reino, en verdad talentoso, aunque ya manchado en manos y rodillas, pero lo aguantaría, sus obras aun así eran perfectas.

    Debíamos admitir que hermosos trazos, incluyendo el rubio lo notaba.

    Un poco del baile, esa sonrisa del doncel, seguía bailando con otros que no eran el rubio, parecía que la canción pronto terminaría.

    Incluso ellos habían tenido que esconderse de los guardias, vigilando que no los vieran, mientras comían un rico pastelillo cada uno, con betún uno de fresa y otro de vainilla. Era como si se vieran de forma clandestina.

    Esas sonrisas ya no eran solo fingidas o de otro tipo de emoción, solo verse juntos.

    Más baile, saltos, diversión, intensándose el sonido del violín y la flauta.

    Fueron a la biblioteca el lugar, admirando ambos un mapa de todo el mundo.

    Y ahora si el baile estaba a punto de terminar, no habían logrado estar juntos en ningún instante, eso parecía ya no molestar tanto a Munzel pues disfrutaba de la música, con los ojos cerrados, sintiéndola. Pero en cambio el rubio, sí que estaba buscando al otro con la mirada, pues estaba ansioso por sostener sus manos y realizar aquella actividad.

    Varias vueltas fueron las que el pelilila se dio, con la punta de sus pies, sintiendo cada nota música, hasta que de eso resulto encontrarse con Shakene, este sostenido la delicada mano izquierda del doncel con la derecha, la otra mientras en la cintura ajena, acercándolo más a él.

    Sus miradas se conectaron por ese breve instante, esas sonrisas encantados de verse.

    Solo un momento para ambos. Y justo la música tenía que terminar.

    Pero ellos no les importo, hasta que de a poco los aplausos y palabras de las otras personas los fueron sacando de ese trance.

    Munzel se sintió apenado, con una sonrisa tímida se separado del ladrón, desviando su mirada hacia el suelo, y este pobre sí que estaba sufriendo por no hacer aceptado bailar con él desde el momento que este lo invito.

    Vieron como toda la gente se iba a las orilla del gran cuerpo de agua, como decían que irían a los botes. Era el momento en que el polvo estelar seria lanzado para conmemorar el cumpleaños del príncipe perdido.

    E igual para eso estaban allí.

    Munzel y Shakene se subieron a un bote de madera, para ir mas adentro del mar cerca de donde estaría el tan anhelado espectáculo.

    El rubio obviamente era quien llevaba los remos, mientras el pelilila solo admiraba todo a su alrededor, seria hermoso, su sueño por fin cumplido.

    Obviamente Seimux no podría acompañarlos, pues un caballo sería un poco difícil para subir a ese pequeño bote de madera.

    Parecía que el rubio le tenía un regalo a este amigo.

    -Ey Seimux- Y el rubio arrojó un saco con algún tipo de frita dentro.

    Pues en el muelle cayeron y salieron varias manzanas rojas, grandes y muy jugosas, esto obviamente al corcel le tomo de raro, mirándolo despectivamente.

    -¿Qué? Las compre, ¿Si?- Hasta sonaba ofendido, pues la duda ofende mucho.

    Prosiguió a seguir remando, dándole la espalda al corcel.

    Después de eso creyendo que era verdad, prosiguió a comer algunas de esas ricas manzanas, tan tranquilo hasta que el rubio le dijo algunas otras palabras.

    -Al menos la mayoría- Con esto era una burla hacia el corcel guardián.

    Esto dejo a Seimux tan confundido, pensándose que lo correcto sería no comer más de ellas.

    -¿A dónde quieres ir?- El doncel le estaba cuestionando, pues no compendia el hecho de tener que ir a uno de esos vehículos marinos.

    -Oye, el mejor día de tu vida te mereces el mejor asiento- Po primera vez en todo el camino el corderito iba en el hombro del rubio, y este lo coloco en una parte del bote, así podría el estar a gusto también.
     
  16. Threadmarks: Capitulo 16 (Reyes)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1147
    Paso un largo tiempo, en donde quedaron en medio del mar que rodeaba el reino, contemplando la oscuridad que se posicionaba en el cielo, la hora estaba a punto de llegar.

    Mas el pelilila suspiro, con algo de nostalgia y temor, preocupado por alguna situación, el rubio, ya con poco tiempo estaba conociendo si algo molestaba al doncel.

    -¿Te sucede algo?- Estando a la orilla del bote, con las manos apoyadas, presto toda la atención al joven a su lado.

    -Estoy muy asustado- Bajo la mirada, apretando sus labios.

    -¿A si?- Lo miraba fijamente, le intrigaba esa inseguridad del pelilila, cuando se había dedicado ser un rayo de sol todo el momento.

    -Eh pasado… dieciocho años soñando con lo que ahí tras la ventana- Levanto la vista hacia el cielo, ilusionado –Solo esperando, adivinando que sentiría cuando el polvo estelar se alzara en el cielo- Aun con la mirada perdida en el firmamento –Y ¿Si no es… Tan hermoso como siempre imagine?-

    Le estaba revelando al rubio un poco de su malestar, mientras este se encontraba contemplándolo con aquellos ojos azules profundo que lo estaban admirando, una sonrisa fugaz se dibujó en sus labios.

    -Sera hermoso- Fue lo único que alcanzo a decir, tal vez no solo se refería al espectáculo que están esperando.

    -Mmmh- Cerro sus ojos, con una risita tenue -¿Y qué pasa si no es?- Lo miraba esperando aquella respuesta anhelada -¿Qué hare entonces?-

    Shakene, ahora miraba hacia el frente, filosofando un poco –Creo que es lo mejor de todo… Sales tras otro sueño- Concluyo a decirle su opinión al respecto, que en si se sentía como la más acertado del mundo.

    Aquel intercambio de miradas cómplices entre ambos, una sonrisas de agradecimiento, para luego alzar la vista a lo que estaban esperando, un momento en donde estarían en silencio.

    ---Castillo de Atena---

    Dentro del silencioso castillo, se encontraba el rey terminando de acomodar el traje que usaría para conmemorar aquel dulce y doloroso aniversario.

    Se dio cuenta que su esposo, de nuevo estaba lamentándose en silencio, mirando aquella cuna que estaba abandonada desde hace tanto.

    La acariciaba con sus manos blancas, esperando que en cualquier momento el tiempo se detuviera y su pequeño volviera, pero hace tiempo que las esperanzas estaban perdiéndose.

    -Shinna mi amor…- Se acercó al rubio que portaba aquella corona significado que es el reina.

    Negó con su cabeza, derramando lágrimas de esos orbes rosas –Ya no puedo… Dohkric… Nuestro hijo…- Trataba de contenerse, pero su dolor aumentaba cada vez, rompiendo en llanto, aferrándose a donde su bebe alguna vez durmió.

    -Tenemos que ser fuertes…- Lo abrazaba por detrás, envolviéndolo, para darle ese refugio que necesitaba –El aun esta allá afuera, sé que pronto volverá… Y…- Su voz se quebraba, suspirando con aquella lagrima que derramaba.

    -Han pasado tanto… Que… Siento…- El cabello rubio y desordenado, cubría su cara –Que nunca volverla y… No puedo soportar más…- Las lágrimas caían de manera rápida, contenía el llanto frente a todos, para dar la imagen de un monarca, pero en la soledad de aquella habitación que compartía con su amado, podía desahogarse.

    -No digas eso… Nuestro hijo volverá- Le animaba, aunque también necesita ayuda, pero debía ser el pilar de su amado rubio –Por eso debemos… Debes hacer que el polvo estelar lo guie- Sostenía sus manos que temblaban por el dolor.

    El contacto tibio con el hombre que ama desde que eran bastante jóvenes, que formaron un gran vinculo, se casaron y tuvieron un hermoso bebe, reinando aquellas tierras con manos firme pro bondadoso corazón, siempre sabía lo que necesitaba, aunque fueran solo palabras, para Shinna significaba todo, su corazón tan herido, a veces quería darse por vencido, pero no podía abandonar las esperanzas y cuando estaba a punto de hacerlo allí estaba la otra mitad de su ser animándolo.

    -Quiero… Volver a tenerlo entre mis brazos- Se abrazó al rey con toda sus fuerzas –Era tan pequeño, indefenso… ¿Por qué se lo tuvo que llevar?- Llorando, sus palabras se cortaban, los gimoteos reinaban, solo sacar el dolor era necesario.

    Le reconfortaba, mientras aprovechaba para llorar a su lado, extrañaba tanto al fruto de su amor, esa criatura fue un milagro, por todas las complicaciones que habían existido para su nacimiento, se volvió su adoración, quería recuperarlo para hacer feliz a su rubio, pero también el necesitaba a su hijo.

    Si el reina supiera todo lo que había hecho, para recuperarlo, posiblemente le regañaría por incluso utilizar favores a personas que no tenían buenos sentimientos ni intenciones, pero sentía la misma desesperación por su hijo, además que deseaba algún tipo de venganza por quien lo alejo de su hogar.

    -Cumpliría hoy dieciocho, debe ser tan hermoso…- Su voz está calmándose, con ese confortable amor mutuo, y las dulces caricias en su cabello –Sus ojos eran iguales a los tuyo- Sonrió limpiando el rastro de la amargura –Su sonrisa tan linda como la tuya- Cerro sus ojos demostrándole una mueca forzada de alivio.

    -Tus lindas tikas son la marca que le heredaste- Le dio un suave beso en los labios, esas pequeñas demostraciones de afecto eran lo único que los alegraba.

    -He pedido a nuestra Diosa, que este año lo traiga con nosotros- Suspiro cabizbajo, pero no lloraría, aunque su corazón sangrara.

    -Sé que nos lo concederá, mi hermoso amor- Sostenía sus manos, para besarlas, le tenía una devoción enorme al rubio y un gran amor en toda la expresión de la palabra.

    De a poco y con pesadez se levantó, para atender esa última labor, debía mostrar que la esperanza aun podía reinar, cuando sintiera que no era así, pedía un milagro un gran deseo en silencio.

    Aquel corazón que perdió a su pequeño, lloraba siempre, pero resistía por esa fuerza que su rey le daba, solo eso necesitaba una ilusión que lo reconfortara.

    Entendía a su esposo completamente, le daría la fuerza que necesitara, y trataría de devolverle esa felicidad que se les arrebato.

    Se abrieron las puertas con aquel símbolo de la Diosa, para dejar ver aquel recipiente en donde el polvo estelar descansaba y solo podía ser tomado por las manos de la línea sanguínea del reino.

    Ambos reyes tomados de la mano, llegaron hasta aquel recipiente, soportando su dolor en silencio, las delicadas manos del rubio, tomo esto, para concentrarse, sintiendo algunas lágrimas caer, el castaño lo apoyaba.

    Solo eso basto, para que el primer polvo estelar fuera lanzado, mientras de forma manual, los de aquellos evitándoles dejaran escapar el ya preparado para conmemorar esa fecha tan hermosa y triste.

    Iluminando de a poco el cielo nocturno, que se elevaba de a poco, provocando que el reino estuviera brillando con esa luz tan blanca al principio y luego volverse un poco dorada.

    Todo esto en el nombre del príncipe perdido.
     
  17. Threadmarks: Capitulo 17 (Veo En Ti La Luz)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1358
    Esperando el momento indicado, distrayéndose un poco, con las flores que portaba en su larga cabellera, Shakene sostenía algunas en su mano, mientras el pelilila las ponía en el agua, para que flotaran, una forma de entretenimiento que les funciona.

    Pero al fijarse con detalle en el agua, pudo ver el reflejo de los primeros rastros del polvo estelar que se dejaba ver en el cielo.

    Sus ojos se abrieron de golpe, observado su mayor anhelo volverse realidad.

    Y una canción ¿Que quien sabe de dónde salió?

    Comenzó a sonar, pero es linda así que vamos a por ella.

    -Tiempo aquel viendo a la distancia-

    -Tiempo fue viendo al interior-

    Munzel tuvo un sobresalto, provocando que el pequeño barco en el que van se tambaleara, el rubio se sorprendió, manteniendo el equilibro.

    Mientras el doncel se acomodaba en una parte del barco al estribor, sosteniéndose con sus brazos y piernas, para ver el espectáculo nocturno.

    -Tiempo que, no me imaginaba, lo que me perdí-

    Sus ojos verdes, fijos en el castillo que al principio lucia tan oscuro, pero ahora el dorado polvo estelar estaba yendo al cielo, iluminando de a poco, mirando todo tan hermoso.

    -Y hoy aquí, viendo las estrellas-

    -Hoy aquí todo es claridad-

    No solo del castillo salía aquella dulce luz, si no de algunos barcos cercanos alrededor de la imponente estructura, convirtiendo esto en un hermoso espectáculo.

    -Desde aquí, ya puedo ver… Que es donde debo estar-

    Su carita iluminada porque su sueño se estaba haciendo realidad, su boca ligeramente abierta, sosteniéndose con fuerza para no caer, pero eso le tenía sin importancia.

    -Y la luz encuentro al fin, se aclaró aquella niebla-

    -Y la luz encuentro al fin, ahora el cielo es azul-

    Munzel dejo escapara un suspiro, dejando descansar su mentón en la parte donde estaba subido, abrazando con fuerza, nunca ni en sus sueños más locos se imaginó que fuera tan bello ese cielo nocturno.

    -Es real brillando así-

    Pero no solo nuestro pelilila está encantando, si no que el pequeño borreguito que acompaña a nuestros amigos, se encontraba tan fascinado por el polvo estelar y la felicidad del otro.

    -Ya cambio la vida entera-

    -Esta vez todo es diferente, veo en ti la luz-

    Su rostro lleno de felicidad, de pronto se contrajo, una de preocupación se dejó ver, sintiendo algo raro detrás de él, se giró algo temeroso.

    Solo se iluminó con el reflejo de un poco de polvo estelar que se podría adquirir en las pequeñas tiendas, pero no se ilumina sin que la primera parte sea lanzada por los reyes y el resto sigue su camino.

    Ese rubio estaba tratando de hacer esa noche para ese dulce doncel la más especial de todas.

    Munzel rápidamente volvió a tomar asiento, abriendo su boca sin saber que decir, pero una idea surco su mente rápidamente.

    Sonrió, y busco rápidamente dentro de los asientos de madera.

    -También tengo algo para ti- Y lo que saco fue aquella bolsa de cuero que contenía la hermosa corona que el ladrón busca.

    -Sé que debí dártela mucho antes, pero estaba asustado, solo que ahora…- Bajo su mirada, sosteniendo la bolsa delante de su pecho, algo nervioso –Ya no me asusta más, ¿Comprendes?- Levanto su mirada, buscando la aprobación de su compañero.

    Mas esta vez se notaba que a Shakene la bolsa o más bien el contenido no le importa en lo más mínimo, pues aunque viera a detalle su forma de expresarse, solo decidió bajarla del área que cubría al menor.

    -Empiezo a hacerlo- Su voz sonaba muy diferente a como siempre, un poco más grave, de una manera que trasmitía algo más que solo esas palabras cargadas de un sentimiento genuino.

    Ese pequeño instante en donde sus miradas chocaron, las esmeraldas de Munzel con los zafiros del Shakene, estando destinados a solo verse, con el dulce adorno del polvo estelar detrás de ellos, iluminando la oscuridad, en donde solo ese momento importa.

    Dándole un poco del polvo estelar, si no fuera porque están ocupados mirándose fijamente al rostro, ilusionados por sus pensamientos más íntimos, hubieran podido notar que al contactó con las manos del pelilila, dejo ver un leve destello dorado.

    -Tiempo aquel persiguiendo sueños-

    -Tiempo fue en la oscuridad-

    Dejando que aquel material delicado se esparciera al cielo, subiendo de a poco, para tener tantos diminutos puntos que parecían estrellas caídas, más cercas de la humanidad.

    Aun así lo que habían dejado escapara de sus manos se trataba de mantener juntos.

    Uniéndose a la inmensa cantidad del polvo estelar que ya iluminaba y de igual forma brillando al contacto con el de la familia real.

    -Tiempo que, no había visto como es la realidad-

    -Él aquí, luce como estrella-

    En este punto parecía que la canción, nos está narrando los dulces sentimientos del rubio hacia Munzel, el cual está a la orilla del barco, mirando el polvo estelar que subía y bajaba, su rostro solo deja ver aquella felicidad.

    Shakene notaba cada facción, como si quisiera memorizar la felicidad que solo ese doncel le estaba dando, su corazón latía demasiado rápido, queriendo volviéndose más cercano al pelilila.

    -Él aquí, todo es claridad-

    Unos fragmentos de polvo estelar parecían ir bajando, lo que provocaría que perdieran su encanto al caer al agua.

    Munzel se estiro su brazo, sujetándose con su otra mano, para no caer.

    Con el simple toque en su mano, solo trato de subirlo de nueva cuenta, brillo de nuevo, pero no tomaron importancia, al final de cuentas.

    Su cuerpo estirado, sujetándose del barco, los ojos verdes dejan ver la ilusión cumplida, la alegría inmensa y que todo el ambiente es simplemente perfecto.

    -Si aquí esta, es fácil ver que aquí hoy quiero estar-

    No lo pensó mucho, el rubio tomo la delicada mano del pelilila, para guiar de esta forma a ambas, para sostenerlas entras las suyas.

    Esto dejo a Munzel sonrojado, pero no se negaba a la idea de que ambas manos estén juntas.

    Ahora si es que ambos están cantando.

    -Y la luz encuentro al fin-

    Mirándose fijamente a la cara, con todo su alrededor iluminado, sonriéndose mutuamente, dedicándose una canción que salía de sus corazones.

    -Se aclaró aquella niebla- Shakene dejando expresa un poco sus sentimientos.

    -Y la luz encuentro al fin-

    -Ahora el cielo es azul- Tomo un poco de aire, dejando escarpar un tierno suspiro de amor.

    El polvo estelar parecía que les concedía un momento mágico, alrededor de ellos, como si bailara al son de esa canción que se dedicaban mutuamente.

    Solo ellos en ese punto, en medio del agua, nadie los molestaría nunca.

    -Es real brillando así, ya cambio la vida entera-

    -Esta vez…todo es diferente… Veo en ti… La luz-

    EL rubio acerco las manos del doncel a su ser, para tenerlo de frente, sus rostro tan cerca, que sus respiraciones chocan, sin duda sucedería algo para sellar sus dulces sentimientos.

    El corderito que de por si su lana es rojiza, ahora su rostro se puso de igual forma… Cubriéndose con sus patitas delanteras, para no ver lo que sucedería, más que nada por pudor.

    Pero la curiosidad ganaba y destapo uno de a poco.

    -Veo en ti… La luz-

    Esa última frase de dijeron, el mayor fijo en el menor, sus ojos solo tenían lugar para los contrarios.

    Aparto un ligero mechón lila del rostro de Munzel, para apreciarlo mejor, no quería que nada ocultara esa belleza exótica.

    Acaricio un poco su mejilla y levemente su cuello, pero la sonrisa de ambos solo reflejaba lo que su corazón deseaba.

    Tomo ligeramente su mentón, llevando su mano derecha a un costado del rostro, para atraerlo más a él.

    Quería darle una muestra de su afecto, no solo con palabras si no una inocente acción, y el otro no opondría resistencia, también lo desea.

    Dejándose llevar, cerro sus ojos, sabía que ese contacto estaría muy pronto, solo con ese rubio ladrón lo quería experimentar.

    El otro por su parte, igual entrecerraba sus ojos, preparándose para besar los rosados labios que el otro se los dejaba de forma libre.

    Acercándose de a poco, la distancia se acortaba, pero algo sucedió.
     
  18. Threadmarks: Capitulo 18 (Ladrones)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    2043
    Cerca de la orilla, en tierra firme se podía ver una lámpara de color verde bastante brillante, que deslumbraba a dos figuras ya antes conocidas.

    Este suceso interrumpió el dulce beso que ambos jóvenes estaban por darse.

    Para Shakene, verlos no traería nada bueno, pero en su mente algo se le ocurría para mantener a Munzel seguro, cueste lo que cueste.

    Sabía que lo atacarían en cuanto tuvieran oportunidad.

    -Ah… ¿Todo está bien?- Estar esperando ese beso, y darse cuenta que nunca llego, le provocó abrir sus ojos, y dirigir su mirada hacia lo que el rubio observaba detrás de él.

    -¿Eh?- Salió de ese trance repentino, sujetándose de la barca, pensando alguna buena excusa –Oh, si…Amm… Aja, si estoy bien, solo…- Miro de reojo la bolsa que contenía la corona, estaba ideando su mejo plan.

    Frunció el ceño, tendría la única forma para mantener a ese pelila a salvo de esos hombres, que alguna vez fueron sus amigos.

    Al legar a la orilla, rápidamente Shakene salió de la barca con cuidado, sin decir absolutamente nada de lo paneado, manteniendo en secreto, por el momento.

    Subió a la tierra firme aquel vehículo marino, con el doncel sobre este, haciendo todo lo posible para mantenerlo a salvo, sin que el otro lo supiera.

    -Lo lamentó, todo está bien- Se acercó despacio, su rostro no reflejaba la tranquilidad de todo el tiempo –Tengo algo importante que hacer ¿Está bien?- Tomo la bolsa de la braca, sujetándola a su cuerpo con el brazo izquierdo, mirando de manera seria al pelilila.

    Este a su vez, sentado, lo miraba, su rostro ya temía lo peor, lo que su madre le había contado, pero aun deseaba darle su voto de confianza.

    -Claro- Sonrió de manera forzada, con su mano izquierda sobre su regazo en forma de puño, no le agradaba a cómo iba la situación.

    Dio algunos pasos hacia atrás, poniendo la bolsa dentar de él –Espérame aquí- Esas fueron las palabras que le dedico, antes de dar vuelta a su flanco derecho y caminar, hacia una roca que estaba de lado y la neblina cubriendo e a poco a, visibilidad.

    No iba con su cuerpo erguido por completo, si no la cabeza agachada, pensando en tantas posibilidades, pero su paso aún se notaba firme.

    Tanto Munzel como Kiki lo miraron desaparecer de su vista. El pequeño corderito rojo sobre el hombro del doncel.

    Aparto un momento la vista hacia el frente, y dedico una al pequeño acompañante –No te asuste Kiki- Le dio una leve sonrisa.

    Logro calmar al corderito, pero él no estaba para anda tranquilo, su corazón estando inquieto de que algo malo estuviera por pasar.

    Sin contar que su mente asaltada por las duras palabras de Madre Sagtel, de que solo quisiera la corona, que en realidad nunca le intereso.

    No deseaba que fuera realidad, aunque las posibilidades estuvieran aumentando.

    Camino un poco, sabia a donde debía llegar y encontrarse con sus antiguos compañeros de delitos, si deseaban la bolsa, se las daría y sin más para segur con su vida, ahora a lado de alguien que había logrado cautivar su corazón.

    Encontrando al peliverde, tallando algún objetó en madera.

    Usaría su labia para convencerlos de dejarlo tranquilo, que gran confianza.

    -Aaaah, los encontré…Ja estuve buscándolos por todas partes, desde que nos separamos- Camino hacia aquel sujeto sentando en una roja, deteniéndose de repente para lanzar algún cumplido no sincero –Oye, esas patullas se ven extraordinarias- Le sonrió –Seguro estas orgulloso-

    Pero en cambio este no contestó, siguió tallando con su espada en aquel pedazo de madera, dedicándole una mirada que si fuera capaz de aquella acción lo fulminaría.

    Dándose cuenta que no llegaría a nada.

    Decidió tomar su postura seria y relajada.

    Carraspeando un poco, ara llamar su atención.

    -En fin quiero decirles que…Dejarlos estuvo mal, la corona es toda suya- Alzo la bolsa enfrenté de sí mismo, arrojándola con una sonrisa, al suelo rocoso, para que supieran que ya no le interesaba aquel objetó sin valor a su parecer –Los voy a extrañar, pero así será…- Comenzó a caminar para devolverse con Munzel, su idea jamás fue abandonarlo, pero el otro de cabellos rosas, se lo impidió.

    Choco con el otro, este alzo su mirada algo contraída -¿Mejor?-

    Este lo miro con el único ojo bueno que le queda.

    En cambió el otro tan tranquilo, seguía tallando lo que fuera, sereno… Comenzó a dar su discurso.

    -Sigues ocultando cosas- Levanto la vista con una sonrisa sínica -¿Eh Rider?-

    -¿Qué?- El rubio abrió sus ojos, dejando que la angustia lo invadiera, lo que fuera menos que supieran ese secreto.

    -Oí que encontraste algo- Se levantó de la roca, alzando su cuchillo largo y con la misma arrojándolo al suelo, quedando clavado en este –Algo mucho más valioso que una corona- Camino sin importarle darle una ligera patada a ese símbolo real.

    Se posiciono delante del rubio, estando casi a la misma altura, haciendo uso de su apariencia más tosca y aterradora, para intimidar, si es que este se oponía, ya tenían un plan.

    -Entréganos al chico- Ese era ahora el nuevo objetivo de aquellos dos ladrones.

    Para Shakene, eso era lo único que no deseaba escuchar, pero se encontraba esta vez atrapado, formular un plan en este estado, sería difícil, pero debía intentarlo.

    Nuestro querido pelilila, abrazando un poco la parte superior de la braca, mirando desesperado hacia donde el rubio se había ido, temiendo lo peor.

    Pero cuando sus hermosos ojos verdes y grandes, divisaron una figura alta entre la neblina, que venía caminando hacia él, sintió que podía relajarse.

    Y no solo él, si no que el pequeño corderito también, sonriendo y dejando escapar un suspiro de alivio.

    -Creí que decidirías irte con la corona y dejarme- Sonrió algo tímido, arreglando un poco su cabello, para apartarlo del rostro, esa sonrisa enmarcaba que todo estaría bien, pero… No es así.

    A los pocos segundos, noto que esa figura masculina, se volvían dos.

    Posicionando el puño sobre su pecho, entrecerrando sus ojos, al igual que el corderito rojo que no le gustaba como estaban sucediendo las cosas ahora

    Al ver de quienes se tragaban Munzel, abrió sus ojos, su boca de igual forma… El miedo lo invadió, creyendo que esto en verdad no estaba pasando.

    Ellos se divertían por la expresión de terror en el más joven, y aumento al decirle esas horribles palabras, confirmándole lo peor.

    -Eso hizo-

    -¿Qué?- No se lo creía, no podía ser cierto. En su corazón ese rubio no podía abandonarlo con esos dos –No- Frunció el ceño, enfrentándose a los presentes –No lo haría-

    El que más hablaba, de cabellos verdes, señalo con su mano derecha hacia el pequeño velero que navegaba sobre aquella agua –Ahí lo tienes-

    Sin poderlo crear, teniendo que verlo por sí mismo, entrecerró de nuevo los ojos, para lograr ver desde la distancia, camino a la orilla, incluso el pequeño corderito miraba sin poder creerlo.

    -¿Shakene?- El nombre salió en un débil hilo de voz, pues cuando pudo ver la figura conocida de él, aun en medio de la oscuridad, la tristeza lo invadió, creyendo que de verdad lo había vendido a esos sujetos por la corona, no lo creía -¡¡¡¿SHAKENE!!!- Grito con fuerza, queriendo alcanzarlo con su voz, pero no lo logro.

    Mirando como el giraba el timón, sin voltearlo a ver e ignorando su llamado.

    Aquellos hombres se comenzaron a acercar por detrás del pelilila, sin darse cuenta el mismo, pero si Kiki, quien se ocultó con miedo entre el cabello del joven.

    -Un cambio justo- Toco las largas hebras lilas sin ningún cuidado –La corona, por el chico de cabello mágico-

    Sabe que su secreto se ha descubierto, se giró rápido a ellos, temiendo lo peor… Sabiendo que debía huir.

    -¿Cuánto nos darán por no envejecer nunca y tener salud por siempre?- Hablo con aquella voz ronca y malévola, su maldito plan aprecia perfecto ahora.

    -No…- Pedía en una débil suplica.

    Mas cuando uno de ellos saco un saco, en donde posiblemente seria el método que lo llevaran.

    -Por favor…- Verlos acercarse, le indicaba que debía salir corriendo –No-

    Salió corriendo lo mejor que pudo, casi tropezándose en un momento por el miedo en todo su ser.

    El vestido le estorbaba, teniendo que subirlo un poco para correr más libremente, pasando aquella roca inclinada y esquivando un tronco.

    Pedía que de verdad no lo hicieran, pero serian en vano sus suplicas.

    Al saltar aquel tronco, la trenza que lleva se atoro en este, jalándolo hacia atrás, provocándole un poco de dolor.

    No pensaba con claridad, solo de huir era lo único que quería hacer, si no la libertad que había disfrutado, se escaparía y estaría en una prisión peor que en aquella torre.

    Jalo su cabello con fuerza, pidiendo que se desenganchará, no existía tiempo que perder.

    Mas unos fuertes golpes logro escuchar, y los quejidos de aquellos dos villanos.

    Esto no sabía cómo tomarlo, si como algo bueno o peor.

    Miro aquel camino, esperando ver que alguien más fuera contra él.

    -¡¡¡¿MUNZEL?!!!- La voz de Madre Sagtel, escuchándose tan angustiado por su pequeño.

    Suspiro aliviado, con su boca algo abierta, y la marca de la preocupación en sus ojos.

    Dejando de lado lo atorado que estaba su cabello a un lado, regresando de nuevo por el camino, esperando enserio que fuera un rostro amigable.

    Lo que vio por alguna razón lo tranquilizo tanto, ver a aquel peli azul con un gran tronco en sus manos, y a esos hombres tirados en el suelo, inocentes.

    Sus ojos Viridiana, buscando por todos lados al pelilila, cuando lo logro divisar, el mayor soltó el pequeño tronco.

    -Oh, mi precioso nene- Junto sus manos delante de su pequeño, mostrando la alegría de verlos a salvo.

    -¿Madre?- El pelilila, suspiro siéndose aliviado de verlo, corriendo a sus brazos, estrechándolo contra él.

    -¿Estas bien- Sagtel lo abrazo, inspeccionándolo de arriba abajo, sosteniéndolo al frente rápido, mirando su rostro, con la angustia de cualquier “Progenitor” -¿Estas herido?-

    -Madre, ¿Quién… Quien te dijo?- No comprendía como ese hombre de cabellos azul, lo hubiera salvado justo a tiempo.

    -Estaba angustiado por ti hijo- Acomodo su cabello, para verlo mejor –Así que te seguí- Miro hacia un lado, de repente tomo su mentón y luego lo abrazo con fuerza, cubriendo al cuerpo más delgado –Y luego vi cómo te atacaron- Se abrazo fue bastante fugaz, pues sabían que el peligro aún está latente –Rápido, hay que irnos ya- Lo tomo de ambas manos, para encaminarse lejos –No vallan a despertar-

    Disputó a irse con aquel hombre, pero se detuvo mirando hacia la dirección que el rubio se había ido, dejándolo a su suerte, darse cuenta que no le había importado nunca, si no… La corona siempre fue el ovejito desde un principio.

    El barco estando tan lejos, apenas si se distingue su sombra.

    Sus manos juntas en el pecho, los ojos grandes y verdes amenazando con derramar lágrimas, sus pequeñas tikas juntas, por marcar el dolor de esa separación.

    Todo había pasado tan rápido, que apenas lo creía, sin parpadear lentamente se giró hacia atrás, para toparse con el peli azul, que lo esperaba con una lámpara de un color verde lima, igual que los de aquellos ladrones.

    Se miraron por un instante.

    Sagtel bajo la lámpara, para abrió sus brazos, y ofrecerle un abrazo cálido y reconfortable.

    El doncel, no podía resistir el dolor que estaba llevando en su corazón, frunciendo su labio inferior con un puchero, derramando un poco las lágrimas que estaba conteniendo, estando sufriendo por que Shakene lo abandonara de la peor manera.

    Corrió a darle un fuerte abrazo al peli azul, para así ambos encaminarse a su hogar, con un paso lento.

    -Tenías razón madre…- Su voz quebrada en un solloza –Tenias razón en todo-

    -Lo se cariño…- Aun abrazándolo como podía, tomo la lámpara para alumbrarse con una mano –Lo sé- Y así ambos se fueron, dejando aquel episodio atrás. Uno llorando todo el dolor que su corazón experimentaba y el otro, posiblemente fingiendo que lo comprendía.
     
  19. Threadmarks: Capitulo 19 (Despertar)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1466
    Por el otro lado, en donde Shakene se había ido en aquella barca, topo contra el muelle a las faldas del castaño, provocando que varios soldados se sorprendieran al verlo.

    Sobre todo, en cómo iba y la evidencia del crimen.

    -Mira- Uno de ellos hablo, de cabellos aguamarinos, junto a otro.

    -La… Corona…- Fue el otro que menciono aquello que habían robado de la familia real.

    Justo en eso y por el golpe que recibió al llegar, fue despertando, confundido, parpadeando varias veces.

    -¿Munzel…?- Esa fue su primera palabra, y su primer pensamiento.

    Estando atando del timón con una cuerdas y la corona en su mano derecha, también que detrás de él, había un pilar de madera, que lo sujetaba por el cuello para mantenerlo de pie.

    Abrió sus ojos, cuando se acostumbró a la luz, asustado y preocupado, por no saber dónde estaba el pelilila, lo estaba llamando desesperado.

    -¡¡¡MUNZEL!!!-

    No tararon mucho, para bajar desde una de las tres que vigilaban los alrededores del castillo e ir a apresarlo, por el crimen hacia el reino.

    -¡¡¡NO!!! ¡¡¡ESPEREN!!!- Desesperado, trataba de hablarles, para que escucharan lo que realmente estaba pasando, que alguien más estaba en peligro, pero en el que se encontraba el mismo.

    Aquel caballo de críen castaña, aun estando en el otro muelle esperándolos a que volvieran, pudo escuchar ese escándalo.

    Girándose a buscar el origen de los gritos.

    Tuvieron que hacer falta cuatro soldados, para poder llevar al rubio dentro del castillo, justo en la parte del calabozo, aun así no dejaba de tratar de gritar lo que pensaba y sobre todo, aun buscando al joven doncel que no tenía ni la menor idea donde se encontraba, aquello le hacía angustiarse más.

    -¡¡¡NO!!! ¡¡¡ESPEREN UN MOMENTO!!!- Trataba de zafarse, pero sería en vano, estando atado y siendo empujado -¡¡¡MUNZEL!!!-

    El corcel se acercó sigilosamente, para apreciar mejor lo que estaba ocurriendo, pero sobre todo, no comprendía como ese rubio ladrón, estaba siendo apresado y el joven pelilila, donde se encontraría.

    Fijo su mirada en la pequeña isla cercana, donde ellos se perdieron por un momento y ahora todo era completamente diferente.

    Sin duda Seimux tendría alguna idea rápida.

    Todo esto había sucedido en el transcurso de la noche.

    Ahora estando de mañana, Shakene parecía un animal enjaulado, caminando de un lado a otro, queriendo salir, no por su libertad, si no para encontrar al doncel.

    Golpeaba la pared con su puño, se tocaba la frente, pensando en que le harían esos malditos, en que debería hacer, como convencería a los guardias de que Munzel estaba más en peligro.

    Se giraba para todos lados, sujetando los barrotes de una ventana, mirando hacia el punto que daba, sus pensamientos giraban alrededor de Munzel, solo importaba que tuviera bien.

    Escucho como la puerta de su celda se abrió, volteándose a ver.

    El capitán de la guardia Aiodos, fue quien teniendo las llaves, lo miraba serio y decidido, junto con el soldado de cabellos aguamarina.

    Y otro más detrás de ambos.

    -Es hora, de terminar con esto- Le dijo serio, pues el crimen que había cometido es bastante alto.

    El rubio no se dejaría intimar -¿Qué quieres decir?- El tono que bastante grave.

    Solo la mirada del mayor castaño, basto para darle el mensaje, del fatal destino que le depararía.

    Este ladrón, abrió sus ojos, apretando la mandíbula apretando que esta vez estaba por perder, tocándose el cuello levemente, la expresión le decía todo.

    Ahora, devuelta a la torre.

    Vemos como Madre Sagtel le quitaba las hermosas flores que adornaban y sostenían el cabello del Munzel en una trenza.

    -Listo- Había apartado la última flor de aquel hermoso cabello largo, arrojándola en una canasta –Todo ha vuelto a la normalidad-

    Munzel sentando en la orilla de su cama, con las manos sobre su regazo, cabizbajo, tan triste.

    Mientras el peli azul, de igual forma sentando, pero su mueca no era de tristeza, si no de absoluta alegría.

    -Ahora, lávate para cenar- Parándose, sosteniendo la canasta, listo para salir de aquella habitación, con un grácil caminar, algo altanero.

    -Prepararé sopa de avellanas- Decía esto con un tono de canto, estando a la puerta de la habitación del doncel.

    Al ver que no existía constatación, que el pelilila se encontraba cabizbajo, tiste, ocultando algo entre sus manos.

    Suspiro, como si tuviera una gran empatía hacia el joven –Yo trate de decírtelo Munzel. Que entendieras los riesgos del exterior- Bajo su mirada, enfadado –El mundo es oscuro y salvaje- Sosteniendo las cortinas de color vino que daban algo de privacidad a la habitación, fungiendo como puerta –Y egoísta. Y al más fino rayo de sol y su alegría, los destruye- Dicho esto y con la intención de que estas duras palabras rompiera el espíritu del menor.

    Cerró aquellas cortinas, dejado al pelilila en una completa oscuridad.

    Escuchando que los pasos del peli azul se alejaban, levanto su mirada levemente, asegurándose que estuviera solo.

    Y volvió a bajarla, su tristeza se reflejaba en aquel rostro inocente que había perdido por completo las esperanzas.

    Abrió sus manos, dejando ver aquel secreto, conservaba la pequeña bandera del reino de Atena, un recuerdo bastante doloroso y preciado de aquel rubio, que había traicionado su corazón.

    Extendiendo aquella tela, su mirada solo refleja dolor, sus lágrimas no pudieron contenerse, escapándose de a poco hasta caer en ese símbolo…

    El corderito rojizo, bramo un poco para llamar la atención del joven, acurrucándose a un costado, para brindarle confort.

    Munzel, solo lo miro de reojo, y volvió a ver aquella tela, que tenía en el centro un símbolo de color rojo conocido como marca de la familia real, Aries… Es como se llama.

    Se cansó de aquel dolor y decidió recostarse en la cama, de espaldas, llevando aquello a su pecho, cerrando sus ojos, frunciendo su ceño, dejando que las lágrimas corrían por sus mejillas y se perdieron en su piel y cabellos de este.

    Abrió sus ojos suspirando, mirando su techo, pensando en sus recuerdos de la noche anterior y sus días que había logrado probar un poco la libertad y sentir un sentimiento tan cálido y hermoso, que ahora le había roto el corazón.

    De a poco, estar viendo hacia todo lo que había hecho, que coloco aquellos adornos hasta en el techo y algunas pinturas, todo le estaba dando una idea, que en vez de calmarlo lo confundía.

    Levanto aquella tela, comparándola con su entorno.

    Varias veces, colocándose delante de sus ojos y apartándola, para ver a su alrededor, algo no le cuadraba.

    Frunció su ceño de nueva cuenta, no de tristeza, si no de confusión, las lágrimas se detuvieron, levanto levemente su torso apoyándose en su codo, abriendo muy bien sus ojos verdes.

    Existía algo que estaba viendo, que solo él podía entender, pero se le estaba dificultando tanto.

    Hasta que de a poco, fue dándose cuenta.

    Sin saber por qué… Sus ojos le mostraban, el mismo símbolo que llevaba entre sus manos, en aquel techo, como si una luz algo rojiza se lo dejara en claro.

    Miro lentamente hasta otro punto, y volvió a distinguirlo.

    Pero no solo en el techo, si no buscando en sus adornos hechos de metal, como la herrería le gustaba, también lo encontraba ocultó a simple vista.

    Poco a poco, noto que varios lugares existía aquel símbolo, es como si su inocente le hubiera dejado un mensaje por todos lados, y que no lograba ver hasta ese día.

    Se levantó de la cama, parándose en medio de la habitación, mirando asombrado hacia arriba, la boca ligeramente abierta.

    Y como si eso activara algún recuerdo, su mente trajo imágenes borrosas, de que ese símbolo lo llegó a ver alguna vez, en otro lado, como un recuerdo muy antiguo, girándose sobre él.

    Y dos figuras… Alguien de cabellos rubios, y otro castaño, portando algo brillante sobre sus cabezas, acercándose a él, pero no lograba ver sus rostros.

    Pero su mente, recuerdo a verlas visto recientemente.

    Regresando a ver aquel mural de cristales, que contempló en la ciudad del castaño, los reyes de aquel lugar.

    Y el pequeño bebe que sostenían entre sus manos.

    Como si de un golpe de luz se tratara, ahora su mente le volvía a recordar cuando uso aquella corona que el rubio había robado, cuando se la probo, delante del espejo.

    Esos recuerdos, provocaron que su equilibrio flaqueara, siendo demasiado que procesar para una persona, que estaba descubriendo cosas que no sabía que había perdido.

    Camino hacia atrás, golpeándose contra el tocador de madera, respirando agitadamente, sosteniéndose de lo que pudiera.

    Abrió de nuevo los ojos, queriendo comprender que es lo que ocurría en su mente y que significaba todas imágenes, que se volvían recuerdos que tenía, pero no sabía cómo.
     
  20. Threadmarks: Capitulo 20 (Gritos)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Munzel (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    27
     
    Palabras:
    1600
    ---Calabozo del castillo---

    Caminando por aquel lúgubre pasillo de piedra, rodeado de celdas con prisioneros de diferente calaña, sujetándolo por los brazos por dos guardias y unas esposas sujetando sus muñecas, se dirigí a su destino final.

    Este rubio cabizbajo, solo pensando en que le había ocurrido, fue traicionado como él, lo hizo con aquellos ladrones, pero lo que más le dolía, es no saber qué ha pasado con Munzel.

    Su preocupación más grande, no le dejaba idear un plan para salir de esta, aunque necesitaría un milagro para que eso ocurrirá.

    Miro por un instante a los otros que igual que él, esperarían su final en la horca.

    Pero su sorpresa se volvió grande, cuando vio a sus antiguos compañeros de igual forma encerrados. Estos, le devolvieron la mirada.

    Provocando un sentimiento de enojo profundo, porque sabía que ellos tuvieron algo que ver con todo esto y no le importara su suerte si aquel pelilila se encontrará bien, pero ni siquiera de eso está seguro.

    No lo pensó más, dándoles un cabezazo a los guardias, para que lo soltaran, aun estando esposado no se dejaría vencer, si saber de su doncel.

    Dio un salto alto, para que sus manos estuvieran hacia delante, así poder sujetar a uno de esos por el cuello y hacerlo hablar.

    Se acercó a la celda, sujetando al de cabellos verdes, golpeándolo contra los barrotes.

    -¡¡¡¿QUIÉN LES CONTO SOBRE ÉL?!!!- Ordenó con voz potente, sus ojos azules solo reflejaban la furia guardada en su corazón -¡¡¡DIME, YA!!!- Volvió a darle un golpe contras los barrotes.

    -No fue idea nuestra… Nos dijo el anciano…- Aun siendo un ladrón, por primera vez se sentía tan temeroso del temperamento del rubio.

    -¿Anciano?- Pensó un instante, atando cabos en su propia mente de que es lo que podría significar.

    Pero no pudo seguir haciéndolo, pues los guardas que había golpeado antes, lo volvieron a sujetar por los brazos, para llevarlo a recibir su castigo.

    -No, alto- tuvo que soltar al otro, pues la misma fuerza los otros la ejercieron contra él, golpeándolo levemente contra la puerta de la celda.

    -Alto… No lo entienden…- Se trataba de zafar de aquellos guardias, no existía posibilidad… Siendo tres contra él, sus intentos eran en vano –Está en peligro… Esperen….-

    ---Torre---

    -¿Munzel?- Madre Sagtel, llamando al pelilila desde el inicio de las escaleras, por el ruido que se había escuchado con anterioridad.

    Empezó a subir las escalaras, sintiendo algo de preocupación de que es lo que estaba pasando con el joven doncel.

    -Munzel ¿Qué estás haciendo arriba?-

    Su respiración agitada, mirando hacia un punto, como si estuviera perdido y asimilando un montón de cosas.

    Se estaba revelando ante él, una gran verdad, dándose cuenta que todo lo que había estado conociendo hasta el momento fue solo una gran mentira.

    -¿Te encuentras bien?- Aquel peli azul, se acercaba con cuidado a la habitación del joven.

    Munzel, salió… Aun agitado y bastante desconcertado, su mirada fija al suelo, como si aún sintiera mareos por todas las imagen dando vueltas en su mente.

    Teniendo que sujetarse de la cortina de su entrada, para no caer.

    Esto sorprendió al mayor que se detuvo para verlo.

    -Soy el príncipe perdido…- Murmuro aquellas palabras, muy apenas audibles.

    Giro sus ojos con cierta molestia, demostrando que le irrita esa manera de comportarse del menor.

    -¿Puedes hablar bien Munzel?- Su vos de enojo nunca se hizo esperar, con esos ojos afilados y fijos en el –Te he dicho que odio que balbuces-

    La voz que siempre había estado escuchando, la que le “Advertía” del supuesto peligro que existía afuera, como lo ha logrado maltratar de una manera psicológica para que fura tan inseguro.

    Lo confronto por primera vez en su vida, no dejaría que las cosas siguieran, por lo que acababa de descubrir.

    -¡¡¡YO SOY EL PRÍNCIPE PERDIDO!!!- Frunció su ceño, levantando la mirada para mirar al peli azul -¿No es cierto?-

    Sagtel se quedó callado, preguntándose mentalmente, como fue que él menor se había dado cuenta.

    Aquellos ojos verdes, que siempre demostraban inocencia y algo de nervios, ahora llevaban en ellos determinación y un cierto enojo.

    Su verdadero ser y carácter estaba saliendo a flote.

    -¿Estoy balbuceando, madre?- Siguió caminando fuera de su habitación, soltando las cortinas, para pararse firme ante madre Sagtel -¿Sigo diciéndote así?- Le retaba, no solo con la mirada, si no con esas palabras, su postura, el pelilila demostraba que al descubrir la verdad no se dejaría volver a pisotear por nadie.

    Sin embargo el otro aun creía que podría tener en su mano al niño, sonriendo, girando los ojos, como si todo lo que acababa de decir solo fuera un gran chiste.

    -Ja, Munzel… ¿De dónde sacas esas ideas?- Subía las escaleras tan confiado que aun podía manipularlo a su antojo -¿Por qué preguntas una cosa tan ridícula, hijo? Ja, ja, ja, - Abrió sus brazos para darle un abrazo.

    Nunca se imaginó que el pelilila lo rechazaría, empujando sus brazos a un lado, quería alejarse lo más rápido de ese sujeto.

    -¡¡¡FUISTE TÚ!!! ¡¡¡TÚ HICISTE TODO ESTO!!!- Dio unos pasos para atrás, aquella dulce voz volvió, pero seguía conmocionado.

    Esto dejo sin crearlo a Sagtel, con su mano levantada, pero frunció el ceño, para dedicarle algunas palabras –Sabes que solo quería… Protegerte y ya- Ahora entendía que su plan de dieciocho años se había ido.

    El doncel, aun no podía creer el cinismo que tenía el mayor, al decirle que lo quería proteger, tomo la fuerza necesaria, empujo a Sagtel para salir de allí, no es necesario quedarse, al contrario ese lugar se había vuelto de mayor peligro.

    -¡¡¡MUNZEL!!- Lo llamo con furia, pues aquel empujón lo golpeo contra la pared, no podía dejar que su fuente de la juventud se le escapara de las manos.

    -¡¡¡EH PASADO MI VIDA ENTERA OCULTÁNDOME DEL MUNDO QUE EXPLOTARÍA MI PODER!!!- Caminaba lo más rápido posible, bajando las escalaras, mientras igual hablaba fuerte, sintiéndose dolido, enojado y frustrado.

    -¡¡¡MUNZEL!!!- Sagtel caminando detrás, llamándolo con furia.

    -Cuando tenía que esconderme…- Se giró estando en el piso firme –¡¡¡DE TI!!!-

    -¿Y a dónde iras?, él no está esperándote- Sabía dónde estaba el punto frágil del pelilila.

    Podría un recuerdo del joven rubio, siendo llevado a la fuerza por los guardias a su destino.

    -¿Qué fue lo que le hiciste?- Su voz sonaba con miedo, imaginándose que tenía que ver el peli azul.

    -Ese criminal… Ira a la horca por sus crímenes- Estaba satisfecho con el final que le esperaría al rubio.

    Sus ojos se abrieron de par, retrocedió –Ha no…- Junto sus manos, con la preocupación en su cuerpo entero, no deseaba que nada le pasara a Shakene.

    -Ya, ya, tranquilo, escúchame- Sonriendo pensando que esa mascara maternal le serviría de nueva cuenta con el joven, se le acercó para poder calmarlo –Todo esto es lo que tenía que… Pasar- Estaba a punto de darle unas palmaditas en la cabeza.

    Pero fue detenido por el propio Munzel, tomando su muñeca con fuerza, no dejaría que lo volviera a tocar o a usar su poder.

    -¡¡¡NO!!!-

    De nueva cuenta, demostraba su carácter, deteniendo a Sagtel. Encarándolo para enseñarle que no está dispuesto de nuevo en estar bajo sus ideales.

    -El mundo no escomo tú dices-

    Sagtel, no se creía que este doncel tuviera tanta fuerza, pues al tratar de zafarse, no podía, le preocupaba este incrementó de confianza repentino.

    -Y yo tampoco soy como piensas… ¡¡¡Y TE ASEGURO QUE JAMÁS TE DEJARE USAR MI CABELLO!!! ¡¡¡OÍSTE!!!-

    Entre esos gritos, el otro trataba de zafarse.

    Munzel lo soltó, provocando que el otro perdiera levemente el equilibrio tropezando contra el espejo de pie, el cual cayó al piso, destruyéndose en varios pedazos.

    Sagtel, respiraba agitado, mirando aquel desastre, y luego observando la nueva postura del pelilila.

    Aun siendo joven y bajo, se paró erguido, con la cabeza en alto, una digna pose real, frunciendo el ceño con gran molesta, se giró dispuesto a salir de aquella oscura torre en donde lo habían confinado desde que era apenas un bebe.

    Para este punto Sagtel volvería hacer lo que fuera para conservarlo a su lado, sin importar lo que hiciera, se saldría con la suya, así funcionaba en su mente.

    -¿Quieres volverme el villano?- Aquella pregunta dirigida hacia Munzel –Bien, seré también el villano- Se digirió con paso lento hacia el pelilila. No lo dejaría escapara tan fácilmente.

    ---Calabozo del castillo---

    Aun tratando de huir, sin ningún éxito.

    El pobre rubio, solo quería irse, escapar, pero no para vivir libre, si no para salvar a ese doncel que robo su corazón y sabía que si se quedaba a lado de aquel hombre, le haría la pida miserable, no lo podía permitir.

    Su mirada se dirigía a todos lados, esperando encontrar alguna forma de escape, pero algo le intrigo, ver en una de las áreas de aquel calabozo una especie de juguete miniatura un Pegaso… No es algo que se encuentre todos los días.

    Le tomo tanto de raro que no lo dejo de ver, sabía que lo reconocía de algún lado.

    Volvió su vista al frente, cuando escucho como al puerta por donde debían cruzar, se cerró de golpe, justo en la cara del captan.

    Y no solo aquella, si no todas las de ese pasillo.

    Llamando la atención del capitán Seimux, los dos guardias y el prisionero.
     
Cargando...
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso