"Qué lindas se ven las estrellas, decorando y acompañando la oscuridad del cielo, y la soledad de la luna. Qué refrescantes los aires invernales, que acarician nuestros rostros, y agitan nuestros cabellos. Qué linda es tu compañía, qué lindos son los días. Qué irritante eran tus gritos, qué desesperante era mi oscuridad, cómo asfixiaba el no poder entregarte todo lo que quería. Qué sangrante es el alma, qué doloroso es querer, qué hiriente es tocarte, y qué trágico fue amarte." Fueron las últimas palabras de Lisa. Las últimas palabras de la mujer que más llegué a amar, la madre de mis hijos, con quien compartí mi vida entera. Fueron muchas las veces en las que le vi llorar... en las que le vi negar, secarse las lágrimas, y decir que se encontraba bien. Muchas veces supe que mentía, sus oscuros ojos me lo decían. Siempre estuvieron llenos de vida, llenos de alegría, pero había veces en las que no se hallaba nada de eso en su mirar. Vacío y más vacío. Nunca pensé que tanta tristeza que acumulaba podría terminar con ella. Yo creía que en verdad era feliz, y lo era, pero no siempre... Parecía que el sol la revivía, que el día la llenaba de gozo, que su felicidad era sumamente rebosante en las mañanas y en lo largo del tiempo en el que el sol se posaba en lo alto. Oh... pero en las noches... en las noches era ella misma. En las noches esa linda y radiante mujer pasaba de una bella rosa, a una negra y marchita. Pasaba de una guerrera con armadura de hierro, a un delicado pétalo. No pude entender su obsesión por la oscuridad, su amor por la noche y la luna, sus llantos y sollozos nocturnos, nunca entendí, que incluso antes de amarla, ella ya estaba muerta en vida.
Me ha parecido precioso y he de decir, que el final te ha quedado perfecto. Me ha puesto los pelos de punta y todo, es muy bonito. Y lo triste que es estar muerta en vida, me parece también hermoso. No sé. Escribes muy bien, ya te lo he dicho muchas veces y me reitero. Espero leer más cositas tuyas. ¡Un saludo! :)