Momentos de un pasado remoto

Decir que la nieta del primer Hokage había comenzando a sufrir después que su hermano y amante murieran era intentar juzgar su existencia por encima de la superficie. Desde los inicios de su niñez se había visto avasallada por los fuertes regímenes de conducta y educación únicamente reservados a los integrantes de un clan poderoso, en este caso, ser la heredera del Godaime le daba un nulo poder de decisión sobre su propio destino; los días eran rutinarios, el nacimiento de Dan uno de los pocos atisbos de felicidad en aquellos días nublados por la guerra y la repentina muerte de sus padres.
Aunque ostentaba el título de princesa, su carácter rebelde y temperamental provocaba serios disgustos a sus profesores, los cuales esperaban convertirla en una señorita que, en un futuro no muy lejano, pudiera ser utilizada como lazo de alguna potencia poderosa; ante esto la rubia fruncía el seño… ¿casarse con algún crío de los que había visto en la última reunión de los señores feudales?, ni pensarlo, el recuerdo de uno de esos niños sacándose los mocos con su abanico de mano dándole deseos de vomitar.

Y un día mando todo al demonio. Grito lo más fuerte que pudo, de un puñetazo partió la mesa donde la obligaban a practicar una perfecta caligrafía, de una patada apartó al educador en turno y con una fuerte mordida se libró del ninja custodio.

El bosque de Konoha era el único lugar al que se le ocurrió escapar, todos los pobladores sin excepción conocían su rostro; aunque sabía que no podría huir por siempre por lo menos quería estar a solas el tiempo suficiente para que su corazón y razón volvieran a un cauce tranquilo.

Observando su entorno Tsunade pronto se dio cuenta de que se encontraba en una zona de entrenamiento, probablemente un campo para novatos, notando una serie de muñecos que pretendían modular fieros ninjas enemigos.

-¿Qué hace una niña rica como tú por aquí?-

La futura Sannin se dio la vuelta con rapidez, vislumbrando a un niño que no podía ser mayor que ella -¿desde cuándo está prohibido caminar por el bosque?-la rubia hizo un gesto despectivo, sonriendo de lado- como princesa de Konoha tengo la obligación de vigilar que no entren extraños a nuestras tierras-era irónico que queriendo escapar de su cautiverio estuviera hablando con tanto orgullo acerca de su posición dentro de la aldea.

-mmm… pero es extraño, nunca te he visto sin compañia-el peliblanco cruzo las manos tras su nuca- aquí entre nos… ¿te dejan sola cuando cagas?

Shock… completo shock ante las palabras del otro.

-¡eres un idiota!-un sonrojo apareció en sus mejillas- ¡claro que me dejan sola! Rayos… por puro sentido común…-cerró los ojos y calló, respirando profundo, no encontrando motivos para seguir con aquella ridiculez.

-ya veo… ¿te gustan los animales?-al darse cuenta que la voz del chico se encontraba muy próxima, abrió nuevamente sus parpados, notando una sonrisilla que de inocente sólo tenía la intención.

-yo… depende…-murmuro insegura, mirándole con sospecha

-¿te gustan las ranas?-el misterioso muchacho levantó las cejas varias veces, como si fuera imposible una respuesta negativa

-no, son asquerosas-respondió Tsunade con rotundidad, aun confundida por el particular rumbo en el que iba la conversación.

-¿en serio? Que pena… la rana que puse en tu cabeza se ve de lo más cómoda-

Con ademán mecánico y atemorizado la mano de la rubia subió lentamente hacia su cabeza, palpando, sintiendo una protuberancia pegajosa que comenzó a moverse ante su toque.

-AHHH!!!-de un manotazo el inocente anfibio salió volando hacia los arbusto más cercanos -¡TE MATARÉ!- con furia inimaginable se lanzó contra el otro chiquillo, que riendo escapó por los pelos.

-no deberías enojarte tanto, dicen que la orina de rana es magnífica para el cuero cabelludo…- y aunque sus palabras intentaban ser conciliadoras no hizo más que añadir leña al fuego, iniciando una nueva persecución donde ambos peleaban con kunais y utilizaban técnicas elementales para su edad.

-espera…-la nieta del Hokage se sostuvo del primer tronco disponible, mirando al otro con una sonrisa-dejemos esto en un empate… -respirando con dificultad se dejo caer en el césped-ya ni siquiera estoy molesta…-murmuró, mirando tranquilamente hacia el cielo.

-ahora pareces alguien normal-dijo Jiraiya solemnemente, notando los pequeños cortes, tierra y hojas que se distribuían por la anatomía de su compañera.

-¿a qué te refieres? Estoy hecha un asco…-

-mmm… parecías un hada salida de un cuento, pensé eras una diosa hasta que me acerque y vi que eras la nieta del Hokage-los honestos ojos del peliblanco hablaban por si solos.

-un… ¿un hada?...-Tsunade agarró nerviosamente su cabello, sonrojándose.

-jajaja aunque un hada con pecho plano jajajaja-

Y cualquier tipo de reconciliación se vino al traste.

-voy a machacarte…-un aura oscura rodeó a la rubia, tronándose los dedos ante el susto del chiquillo.

Pero antes de que cualquier venganza se llevara a cabo fueron interrumpidos.

-Tsunade-sama!-un jounin apareció frente a ellos, arrodillándose ante la figura de la niña- todos en el pueblo la están buscando, Tsunade-sama no puede irse de esa manera…- con ojo crítico el hombre notó las heridas y desastre que eran sus ropas- señorita… ¿Qué le ha sucedido? ¿Alguien le hizo daño?

-estoy perfectamente, me resbale… eso es todo-

-pero Tsunade-sama…

-he dicho que me resbale-dijo la menor con rotundidad

-claro señorita, mis disculpas-

Ambos chicos se miraron, sonriendo, las palabras claramente estaban de más.

Y aunque aquél había sido su primer encuentro, una verdadera amistad no nacería hasta años después, cuando el equipo conformado por los futuros Sannin comenzarían su entrenamiento.

FIN

Bien! Mi primera aportación al foro. Le relación de estos dos me parece de lo más linda, en mi opinión es un amor platónico en toda regla :D.