Explícito Mil voces (Citrus, Harumi x Matsuri)

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Faith das Schwarze F, 23 Diciembre 2024 a las 12:45 AM.

  1.  
    Faith das Schwarze F

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    Géminis
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    26 Agosto 2011
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mil voces (Citrus, Harumi x Matsuri)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    2010
    Capítulo 1: Eres mía.​

    Han pasado dos años desde que Yuzu y Mei ingresaron a la Universidad. Tal como lo previeron, se habían vuelto días increíblemente ocupados y demandantes. Apenas si había tiempo para compartir un almuerzo en la escuela, pero todo valía la pena. Yuzu estaba dándolo todo en su carrera como pedagoga, pues tenía el firme objetivo de apoyar a Mei en la academia. Mei, por su parte, llevaba la delantera en su carrera de administración. Su capacidad para gestionar tiempos y actividades estaba luciendo totalmente, pues debía estar pendiente de sus estudios, tareas y actividades grupales, todo sin dejar su labor en la academia, si bien Shô había regresado temporalmente para apoyarla.


    Entre tanto ajetreo, había un evento que mantenía en vilo al alumnado: el festival de verano. Era un evento sumamente importante en el cual participaban todos los alumnos, independientemente de su carrera o nacionalidad, pues incluían a los extranjeros en programas especiales que ayudaran además a dar difusión a sus culturas.

    Uno de ellos era un chico de la facultad de artes, muy popular entre las japonesas gracias a su atractivo y dotes en gran variedad de expresiones artísticas. Su popularidad se extendía incluso a otras áreas del campus.

    — ¿Supiste de la propuesta de David san para el festival? — hablaban dos chicas cerca de Yuzu, que repasaba sus apuntes antes de entrar a clase.

    — ¡Sí! ¡Qué nervios! ¿Vas a participar?

    — La verdad no creo… Ese tipo de baile es demasiado provocativo. No creo que muchas alumnas japonesas se apunten, más bien serán las extranjeras.

    — No lo sé, yo sí me estoy animando. Deberías ir y echar un vistazo. Hoy van a comenzar a armar la coreografía.

    — Vaya… ¿Será que todos los americanos son así de atrevidos?

    — Supongo que depende el país.

    — ¿De dónde es David san?

    — No lo sé, nunca le he preguntado.

    Yuzu alzó la mirada. Realmente le intrigaba todo ese tema. ¿Un alumno americano que armaría una coreografía para el festival? ¿Qué clase de coreografía sería para apenar así a las jóvenes?

    — Perdona la intromisión… — se dirigió a una de las chicas. — ¿dónde dices que harán el ensayo?

    — Ah, es en el estadio, en la cancha de básquetbol. ¿Vas a participar?

    — No, solo es curiosidad.

    — Ve, quizá te agrade. Es a las 5:00pm, te darás cuenta de inmediato cuando empiecen.

    — De acuerdo, muchas gracias.

    “Un baile provocativo originario de américa…” Durante la tarde, Yuzu fue al sitio a ver un poco de lo que se hablaba. En efecto, la música era muy llamativa. Tenía un ritmo alegre con percusiones y guitarra. No entendía la letra, pero parecía cantada con cierta coquetería.

    Había un pequeño grupo de jóvenes discutiendo los pasos. Uno de ellos invitó a una chica del grupo para mostrar algunos pasos y fue cuando Yuzu entendió el tema de lo prohibido para muchas de sus compañeras:

    La distancia entre ambos se acortó al máximo cuando el chico tomó de la cintura a la joven y colocó una pierna entre las de ella. Los movimientos eran básicamente un bamboleo de caderas que, por mucho que así no lo quisiera, evocaban situaciones de cama muy sugerentes. La fluidez de los pasos y la actuación de ambos era algo que fácilmente ruborizaba a los japoneses. En cambio, para el grupo de extranjeros parecía todo muy natural.

    — ¿Qué rayos es esto? — preguntó con el rostro totalmente enrojecido, aunque fue más un pensamiento en voz alta.

    — Se llama bachata. — respondió un compañero que no había visto a su lado. — Es muy sensual, ¿no?

    — ¿Sensual? Diría que es muy sexual…

    — Es lo mismo. ¿Vas a participar?

    — ¡¿Qué?! ¿Yo? ¡No, jamás! No podría…

    — Bueno, es una lástima. Es un baile que definitivamente une mucho a las parejas. Diría que ideal para darle un poco de sabor a la rutina. — el joven había visto el anillo en la mano de Yuzu.

    — ¿Darle sabor?

    — Sí. En fin, qué mal que no te apuntes. Yo te enseñaría con gusto.

    — Am… Y aún si no participara en el festival, ¿me enseñarías?

    — Seguro, aunque lo divertido es justo el evento. Mira, hagamos esto: te enseño los pasos básicos. Depende qué tan segura te sientas, podrías animarte a estar en el festival. También podrías traer a tu chico.

    — Ah, sí… Mi chico.

    — Casada, ¿no? Lo digo por tu sortija. Eres muy joven para estar casada, pero quién soy yo para opinar. En fin, si te decides, búscame aquí. Me llamo David.

    — Gracias, un gusto. Me llamo Aihara Yuzu.

    Las cosas habían estado muy frías últimamente con Mei. No que tuvieran problemas, sino que no habían podido estar juntas como habría querido. Las citas eran escasas, las comidas rara vez podían compartirlas… De pronto, la idea de bailar con ella se convirtió en una obsesión que la lleva a fantasear poder hacer una coreografía juntas. Le ruborizaba imaginarse haciendo ese tipo de movimientos, pero valía la pena si Mei bailaba con ella. Es que de solo pensar en ese bamboleo y sentir a Mei tan cerca…

    Sacudió la cabeza y se dio unos golpecitos en las mejillas.

    — ¡Bien! No pierdo nada si la invito.

    Al terminar las clases, fue hasta la facultad de artes y buscó a David. Así, la fueron guiando hasta dar con él.

    — ¡Vaya! Yuzu, ¿verdad? Qué bien, qué te trae por aquí.

    — Yo… estuve pensando y sí quiero aprender.

    — ¡Genial! ¿Empezamos mañana?

    — Sí, me parece bien. ¿Qué necesito?

    — Pues solo disposición. Trae un poco de agua si lo deseas. Por cierto, ¿ya has bailado antes?

    — No este género de música… ¿Es un problema?

    — No, para nada.

    Al día siguiente, Yuzu estuvo puntual en el ensayo. Luego del calentamiento, la música comenzó a sonar.

    — Muy bien, chicos. Recordemos que el baile es una forma de expresión y como tal tenemos que evocar el sentimiento correcto. Algunos de ustedes ya han bailado este u otros géneros, así que les será fácil. Quienes no han bailado antes, descuiden. Siempre podemos aprender y hacerlo bien. Así que, bueno, vamos a comenzar con los pasos básicos. ¿Listos?

    Yuzu se sentía perdida. Los pasos no solo se veían difíciles, sino que lo eran. Coordinar el movimiento de cadera y cintura con los hombros… Sencillamente estaba a otro nivel. Estaba comenzando a dudar si podría lograrlo.

    — ¿Cómo vas, Yuzu?

    — Ah… Soy un desastre.

    — Descuida, vamos de a poco. ¿Puedo? — extendió los brazos hacia ella.

    — Sí, claro…

    — Bien. — estrechó su cintura, ruborizando inmediatamente a la rubia. — Vamos, uno, dos, tres, cuatro. Sígueme.

    Yuzu observaba el movimiento de los pies, aumentando la velocidad a medida que coordinaba con la música.

    — ¿Sabes lo que dice la canción?

    — No, no la entiendo.

    — Bien, te la explico. Es un chico cantando a su amante. Ella está por casarse y él se niega a perderla, así que le advierte que la seguirá buscando. La letra dice: no te asombres si una noche entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía. Conoces mis errores, el egoísmo de ser dueño de tu vida.

    Yuzu se detuvo repentinamente, observando a David.

    — ¿Qué pasó?

    — ¡No, nada! ¡Perdón! Lamento mucho haber interrumpido así.

    — Tranquila, empecemos de nuevo.

    — David san… ¿me dirías el nombre de la canción? Quiero buscar su letra y entenderla más.

    — Claro, sin problema.

    Esa noche Yuzu estuvo escuchando una y otra vez aquella canción. David no solo le había pasado el nombre y la letra, sino que la había traducido personalmente para ella.

    — Sí… Creo que yo habría hecho eso mismo si Mei se hubiera casado con Udagawa san.

    — ¿Qué tanto balbuceas? — salió Mei de la ducha secándose el cabello.

    — No, nada. Es la letra de una canción que conocí hoy. Me recuerda mucho a nosotras.

    — ¿Qué es lo que dice?

    — Bueno… Básicamente es alguien que no se rinde, aunque la persona que ama vaya a casarse.

    — Ya veo.

    — Mei… Si te hubieras casado con Udagawa san y yo te propusiera ser amantes… ¿Habrías aceptado?

    — Es una pregunta complicada.

    — Entonces, ¿te habrías resignado? Siempre has sido muy devota a tus obligaciones. ¿No habría sido difícil despertar con él sin conocerlo? Bueno, también tendría un lado lindo: quizá ahora mismo ya tendrías un bebé. ¿Alguna vez quisiste tener uno? Es decir…

    Mei se inclinó sobre ella y le cerró la boca con un beso.

    — Yuzu, te escogí a ti. No sabemos lo que hubiera pasado de otro modo y la verdad es que no tengo interés en saberlo. Mi vida junto a ti es todo lo que necesito. Ahora entra a la cama, mañana hay que levantarse temprano. Descansa.

    Al día siguiente, durante el cambio de clases en la universidad, Mei vio pasar a Matsuri con su guitarra al hombro. Caminaba en sentido opuesto al de su facultad. Evidentemente estaba saltándose las clases.

    — ¿A dónde se supone que vas, Mizusawa? — La interceptó

    Matsuri se bajó los audífonos.

    — Mei san, buenos días.

    — Buenos días. ¿Podrías decirme a dónde se supone que vas?

    — Tranquila, presi. Oye, aquí no es necesario que andes tras el alumnado. No tienes cargos administrativos.

    — Lo sé. Si los tuviera ya estarías suspendida. Matsuri, ¿qué te está pasando? Eres una alumna brillante y además tienes mucho talento en lo que haces. — dijo mirando la guitarra. — Si te esforzaras un poco más…

    — Por favor, Mei san. No te metas en esto. ¿No llegas tarde a tu clase? — continuó su camino dejando a Mei sin tiempo a decir nada más.

    Mei la observó marcharse. Le era difícil entender cómo o qué podía distraer a Matsuri de aquello que amaba tanto: la música. Parecía un trabajo para Taniguchi, sin embargo, cuando se dio el tiempo para buscarla después de las clases, la respuesta fue algo que tampoco esperaba.

    — Presi, eres muy linda, pero no soy su mamá. Me parece que Matsuri es lo suficiente mayor como para hacerse responsable de sus tonterías.

    — ¿No te preocupa?

    — No. Ya no tengo ese problema conmigo, lo lamento.

    — Creí que ustedes estaban saliendo…

    — Pues no te has actualizado, presi. Esa locura insana duró muy poco, gracias a Dios.

    — Taniguchi… ¿Quieres hablar de ello?

    Harumi no la miró, pero sabía que había tristeza en ella. Revolvía las cosas en su bolso como si buscara algo, aunque en realidad solo quería un pretexto para no dar la cara.

    — Quizá más adelante, Aihara. Por ahora no tengo el humor ni el ánimo. — suspiró profundamente. — ¿No le dijiste a Yuzucchi que nos encontraríamos aquí? Ya se está tardando.

    — Últimamente tarda un poco más en salir de sus clases. Imagino que tendrá que ver con el festival.

    — ¿Van a participar?

    — Yo no, pero quizá ella sí lo esté contemplando.

    — Aihara… No es de mi incumbencia, pero… ¿Cómo les está yendo ahora que están casadas y viviendo solas?

    — Muy bien, pese a lo absorbente que ha sido la escuela.

    — Casi no comparten tiempo con todo esto, ¿no? Y aun así parecen amarse mucho.

    — Lo hacemos.

    Yuzu llegó corriendo hasta ellas, disculpándose varias veces por haber estado tarde en el punto de encuentro.

    — Por cierto… — trataba de controlar su respiración tras la carrera que había tenido que hacer para estar ahí — Matsuri me envió un mensaje. Dice que nos adelantemos a la cafetería y ahí nos ve.

    — Yuzucchi… — la miró Harumi. — sé que corriste para llegar aquí, pero estás muy roja.

    Em… Ya les explicaré… Vamos mejor a la cafetería, tengo muchas ganas de una crepa.






    ¡Hola! Les dejo aquí el primer capítulo de lo que supuestamente iba a ser un one shot. Es curioso cómo cosas tan pequeñas nos llevan a veces a dar vuelo a la imaginación con tanta fuerza...
    Cada capítulo llevará el nombre de la canción que me ayudó a desarrollarlo. No es un song fic como tal, según yo, por eso no les dejé el enlace a la canción al principio del escrito, pero se los voy a dejar al final. Ya saben, solo para compartir.
    Por cierto, si bien la historia arranca con Yuzu y Mei, no desesperen. Harumi y Matsuri vendrán antes de lo que creen. Ojalá les guste y puedan dejarme algún comentario.

    Romeo Santos - Eres Mía (Letra)
     
  2.  
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    Mil voces (Citrus, Harumi x Matsuri)
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    Romance/Amor
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    Capítulo 2: La mejor.

    — ¿Acaso te has vuelto loca? ¿Bailar? — miró Mei a su esposa con toda incredulidad, pero los ojos de Yuzu reflejaban completa ilusión. Devolvió la atención al libro que leía para disimular su sonrojo.

    — ¡Vamos, Mei! ¡Será divertido!

    — Lo lamento, Yuzu, pero no puedo acompañarte en eso. Busca otra pareja de baile si lo deseas.

    Matsuri y Taniguchi, que las acompañaban aquella tarde en la cafetería, se miraron por un instante. Yuzu se levantó para ir al baño y fue el momento en que Matsuri aprovechó para lanzar su ataque.

    — Mei san, comprendo que tienes una reputación que salvar, pero a veces deberías considerar compartir un poco más de pasatiempos con Yuzu. No sé si lo sepas, pero el matrimonio también requiere atención.

    — Es ridículo. No necesitamos esa clase de exhibicionismo para reafirmar nuestra relación.

    — Bueno, si tú lo dices.

    — ¿A qué te refieres? — bajó su libro un momento para centrar su mirada en ella.

    — Es que… No conoces al chico del que Yuzu habla, ¿verdad?

    — No he tenido el gusto.

    — Bien, déjame describírtelo: alto, moreno, espalda ancha, brazos fuertes, muslos firmes… Pero esa no es la mejor parte. Esas caderas locas… Créeme que te llevan de cero a cien en un segundo. Es muy habilidoso tanto para conquistar como para satisfacer.

    — ¿Qué me estás diciendo? Yuzu jamás caería en algo así.

    — ¿Por qué no? Antes de ti le gustaban los chicos.

    — No me refiero a eso.

    — Si quieres apostar todo a la buena voluntad de Yuzu chan está bien, pero no confiaría tanto en ese tipo. Es un amante diestro y peligroso. Al menos deberías darte el tiempo de ir a conocerlo y evaluar a tu enemigo. Recuerda que una relación es como una hoguera y debes alimentarla para que el fuego no se extinga.

    Mei miró a Taniguchi como si esperara su opinión al respecto.

    — Mira, Aihara, yo solo puedo decir que Yuzucchi ha dado mucho por ti y tú pareces escatimar mucho por ella. Es mejor pasar un pequeño bochorno y darle un gusto, ¿no? ¿Qué harás el día que esta negativa crezca tanto que fragmente su relación?

    Yuzu regresó del baño y la conversación cambió inmediatamente.

    — ¿De qué me perdí?

    — De nada. — respondió Mei regresando a su lectura.

    Terminada su pequeña reunión, las chicas se dispersaron a sus casas.

    — Nosotras nos vamos por este lado — dijo Matsuri despidiéndose.

    En el trayecto, Taniguchi aprovechó para preguntar a Matsuri cuándo conoció al bailarín.

    — ¿Conocerlo? Jamás en mi vida lo he visto. Ni siquiera sé qué baila.

    — ¡¿Qué?! ¿Y la descripción que le diste a Mei san?

    — Conjeturas y deducciones. Es latino, todos los latinos se ven iguales.

    — ¿Es latino?

    — Sí, ¿no? — se encogió de hombros. — ¿América Latina?

    — América se compone de más que solo América Latina. Además, ¿qué son esos estereotipos?

    — No son estereotipos, Senpai. Son guías de identificación rápida para los NPC´s que andan por ahí pululando el basto mundo.

    — Aun así, fuiste muy detallada…

    — Evidentemente tiene que ser moreno y alto. Es bailarín semiprofesional, obvio que tiene un gran físico. Y por supuesto que debe ser un excelente amante, ¿qué bailarín no lo es?

    — Pero, entonces no has estado con él tampoco… ¿Por qué mencionaste eso?

    — Quería ver tu reacción, Senpai. — se giró sobre su talón para quedar de frente a Harumi y detuvo su andar. — Lamentablemente no obtuve nada. Por lo demás, quiero meter esa espina en Mei san para que acceda a darle gusto a Yuzu chan.

    — Eres terrible… — La miró con desaprobación y continuó la caminata dejando detrás a Matsuri. — Ya están casadas, no entiendo qué más quieres empujar en su relación.

    — Mei es muy frívola.

    — Eso no puedes saberlo.

    — Claro que sí. Yuzu chan camina perfectamente bien, eso quiere decir que no le ha hecho ni la mitad de las cosas que le habría hecho yo. Si perdí mi oportunidad con ella, que al menos valga la pena.

    Harumi no respondió más. Ni siquiera volvió la mirada a ella.

    — Y… ¿es todo lo que dirás?

    — ¿Qué querías que dijera?

    — No lo sé. Algo respecto a mi supuesto encuentro con el señor bailarín.

    — No tengo nada que decir sobre eso. Eres libre de acostarte con quien te dé la gana.

    — A Yuzu chan y Mei san les falta fuego en su relación. A ti y a mí nos sobraba. Se sabe que donde hubo fuego, cenizas quedan. — dice abalanzándose sobre su espalda, obligándola a detenerse. Harumi dejó escapar un suspiro con enfado.

    — Nunca tuvimos una relación, no alucines. Y pasé muy bien la aspiradora, así que no encontrarás cenizas de nada.

    — ¿No hubo una relación? ¿Qué fue entonces?

    — Sexo casual, nada más. — se soltó de su abrazo y siguió caminando.

    — ¿Casual? ¿Diecisiete veces? — corrió hasta ponerse a su lado. Se llevó las manos a la espalda y le buscó la mirada.

    — ¡¿Quién cuenta eso?!

    — Yo. Llevo un registro en mi diario. Qué vestíamos, qué días lo hicimos, dónde, cómo, qué me dijiste o qué te dije, cuántas veces te hice llegar…

    — Ya basta. — se sonrojó Taniguchi —Olvídate de eso, Matsuri. No hubo, no hay y no habrá un “nosotras”.

    — ¿En verdad no extrañas perder la cabeza de esa forma?

    — Me hacías perder la cabeza en muchas formas, y no todas eran agradables. Valoro más mi paz mental, así que no. No lo extraño.

    La mirada de Matsuri cambió en un segundo.

    — Si es verdad, ¿por qué no te has mudado?

    — Será porque pagué por adelantado el alquiler. Múdate tú si tan incómoda estás.

    — Sí, claro. Deja que venza el contrato para que ya no esté a mi nombre.

    Matsuri se colocó los audífonos y continuó el camino. En un punto del trayecto se separaron lo suficiente para perderse el rastro mutuamente. Matsuri sentía tristeza e ira. Miró hacia el cielo mientras una lágrima intentaba escapar. Se frotó el rostro con el dorso de la mano de manera violenta como si con eso ahuyentara las ideas y emociones que revoloteaban por su mente. Tantos pensamientos gritando al mismo tiempo… Estaba a punto de arrojar su celular contra la pared (no era la primera vez que echaba a perder un celular por sus ataques de ira) cuando entró una llamada.

    — ¡Ey, Matsuri! ¿Qué hay? ¿Estás ocupada?

    — No, para nada. ¿Qué hay?

    — Pues una fiesta en mi casa. ¿Recuerdas a los chicos que te mencioné? Están aquí y están dispuestos a pagar lo que pidas si les cumples la fantasía. Te hice quedar muy bien con ellos, no vayas a decepcionarme… ¿Aceptas?

    Matsuri guardó silencio por unos segundos. —Sí, pásame la dirección.

    — ¡Fantástico! Oye, ¿comprarías los preservativos de camino acá?

    — Claro que no. ¿De quién es la fantasía? Inviertan un poco, malditos degenerados, consíganlos ustedes. Y lleva suficiente alcohol.

    — ¿Qué pasa? ¿Te falta valor?

    — No, me sobran pensamientos.

    Llegada la noche, Taniguchi comenzó a preocuparse. Matsuri no respondía el celular y no había señales de ella por ningún lado. Tenía un mal presentimiento, así que fue hasta la computadora y se puso a rastrear la ubicación GPS del móvil de la chica. Era un pequeño truco que ella misma le había enseñado en alguna ocasión. Cuando dio con el área aproximada, tomó su abrigo, las llaves del auto y salió a buscarla.

    En algún momento habían intentado una relación y se aventuraron a alquilar un departamento juntas. Eso les serviría además para tener un lugar más cercano a la universidad. Las cosas, a final de cuentas, no habían funcionado. Aun así, Matsuri seguía siendo un tema para Harumi. Se preocupaba constantemente por ella y trataba de apoyarla, aunque debía tener cuidado para que no se notara que lo hacía, como en el caso del alquiler.

    Cuando finalmente llegó al área triangulada, anduvo despacio buscando cualquier indicio. No demoró mucho para dar con el sitio. Era una casa de dos pisos. Había varios autos estacionados afuera y se escuchaba música adentro.

    Harumi bajó del auto, llamó a la puerta y abrieron un par de chicos notoriamente ahogados en alcohol.

    — Buenas noches. Vine a recoger a mi amiga, ¿podrían llamarla?

    — Pasa por ella, muñeca. ¿Quién es tu amiga?

    — Matsuri Mizusawa.

    — ¿Mizusawa? No creo que haya terminado tan pronto. Son varios y no tiene ni media hora que entraron.

    — ¿Terminado? ¿Varios? Ah… ¿Qué rayos haces, Matsuri?

    Se abrió paso entre los muchachos y entró abriendo puerta por puerta hasta encontrar la habitación correcta. Matsuri estaba totalmente inconsciente y acostada en la cama mientras cinco chicos se debatían quién iría primero.

    — Tu amiga cobró demasiado para nada, Nakada.

    — No sé qué le pasa, nunca me había hecho eso…

    — Ni hablar. Ya estamos aquí…

    — ¡Estamos nada! — Intervino Taniguchi empujando al que parecía atacaría primero.

    — Oye, linda, tranquila. ¿Qué pasa?

    — ¡¿Cómo que qué?! ¡Están por abusar de alguien inconsciente!

    — ¿Abusar? El abuso fue de ella. Nos prometió un servicio y solo vino a beber y dormir.

    — Me la voy a llevar de aquí, a un lado.

    — ¡Oye, oye, oye! Pagamos muy buen dinero. Si no va a cumplir, que lo devuelva.

    — ¿Cuánto le dieron?

    — Fueron ocho mil por cada uno.

    — ¡¿Ocho mil yenes?! Maldita sea, Matsuri… Mira, voy a mi auto por mi móvil. Le transfiero el total a uno de ustedes y de ahí se reparte cada quien lo suyo, ¿te parece?

    — Qué más da. Seguro, ve.

    — ¡Ey! — llamó uno de ellos a Taniguchi. — No te creas que somos unos abusones o pervertidos. Todo aquí es legal. Matsuri cobra por un servicio, nosotros pagamos lo que es debido.

    — Sí, claro.

    Tras ir por su celular, Harumi abrió su aplicación bancaria y se dispuso a mandar el dinero.

    — Oye… — interrumpió el mismo joven que se decía inocente. — No transfieras nada, déjalo así.

    — ¡Qué te pasa, hombre! — se quejaron los demás.

    — Mira, sé que esto no se ve bien. Siento cómo me juzgas. La carne es débil, Matsuri es muy linda… Además, es del modo en que se ayuda para llevar sus gastos.

    — ¿Gastos? ¿Cuáles malditos gastos? — Harumi era quien pagaba alquiler, servicios y comidas. Lo único que Matsuri debía pagar por sí misma era la universidad y cosas que le pidieran en la carrera.

    — No lo sé, los gastos que tenga. Yo me arreglo con este grupo de degenerados. Llévate a Matsuri y cuídala.

    Harumi llevó a Matsuri al auto con ayuda de aquel chico. Condujo de vuelta a casa llevando consigo una mezcla de desilusión, dolor, ira y frustración. Bajó como pudo a la chica y la subió igual por las escaleras. La metió a la ducha, la aseó, le colocó la pijama y la acostó en su cama.

    Se dirigió a su habitación, tomó una maleta y se dispuso a guardar sus cosas. Había sido el colmo. La manera en que Matsuri se ponía en peligro así, sin más, era algo que no podía manejar y terminaría explotándole en las manos.

    Antes de salir del departamento, miró a Matsuri dormir. Caminó hasta el estacionamiento. Dormiría en algún hotel hasta encontrar un cuarto para estudiantes.

    Ya había subido la maleta al auto cuando un pensamiento invadió su mente y su corazón: ¿qué será de Matsuri? Lloró un rato en el asiento del chofer y golpeó el volante un par de veces. No podía simplemente abandonarla y ya. Odiándose a sí misma, tomó de nuevo la maleta y regresó al departamento.

    A la mañana siguiente, Matsuri despertó con un terrible dolor de cabeza y el estómago revuelto. Tardó en entender que estaba en su habitación, pues todo le daba vueltas. De pronto, Harumi entró llevando consigo un vaso de agua y unas pastillas.

    — Vaya, despertaste. La verdad creí que dormirías más…

    — ¿Qué haces aquí? — preguntó con la mirada fija al techo llevándose el antebrazo a la frente, como si eso fuera a parar el mundo que le daba vueltas.

    — ¿Perdón? Aquí vivo, si no recuerdas.

    — Bien, no hice la pregunta correcta. ¿Qué hago yo aquí? Estaba en la casa de unos amigos…

    — ¿Amigos? Vaya amiguitos que tienes. Toma, bébelo en cuanto puedas. Se supone que eso te ayudará con la resaca.

    — ¿Qué pasó? Deja de evadir la pregunta.

    — No lo sé, tú dime. Fui a sacarte de un sitio donde iban a violarte, Matsuri. ¿Por qué haces estas cosas?

    — No iban a violarme, ya me habían pagado… ¿Los dejaste terminar?

    — ¡Obviamente no, torpe!

    — Maldita sea, entonces tengo que devolverles el dinero…

    — Después hablamos de eso. Matsuri, una cosa es que enviaras fotografías o videos sacados de Internet, y otra totalmente diferente es que concretes esta clase de encuentros. Es riesgoso por donde lo veas…

    Matsuri simplemente la ignoraba.

    — ¿En qué momento pasó? ¿Cuándo? ¿Por qué empezaste a prostituirte?

    — No me prostituyo, idiota.

    — ¿Dinero a cambio de sexo no es prostitución?

    — Nakada es un amigo de la secundaria. Tiene problemas, muchos problemas, pero el mayor de ellos es no poder lidiar con todos. Él busca un alivio a su pena, yo busco un sustento. Ahí está: oferta y demanda. Obtiene una solución a su problema y yo al mío. Todos ganamos. Me dijo de sus amigos y la verdad nunca me ha molestado experimentar. Ellos tenían un problema, yo tenía la solución. Yo tengo un problema, ellos lo iban a solucionar.

    — Es lo mismo, no le des tanta vuelta.

    — Bueno, ya que es lo mismo, vamos a poner un anuncio en los clasificados.

    — ¿Por qué no dejas de ser tan idiota?

    — ¿Por qué no dejas de enredarte con idiotas? A como yo lo veo, eres tú quien tiene la cura a su dolor.

    Taniguchi luchó por mantener la cordura. Es que nada ahí tenía sentido alguno: la familia de Matsuri no tenía necesidades económicas tan grandes como para orillarla a hacer esta clase de cosas, pero por alguna razón, ella estaba empecinada en no aceptar ningún tipo de ayuda de parte de ellos. Su carrera era bastante costosa, aceptar el apoyo económico de su familia habría sido lo normal.

    Respiró profundo y continuó.

    — ¿Qué problema se supone que tienes?

    — No es de tu incumbencia.

    — Claro que lo es. ¿Fue por la discusión que tuvimos? ¿Ese fue tu berrinche?

    — No tiene nada que ver contigo.

    — Entonces explícame para poder sentirme tranquila, Mizusawa. Estás faltando a clases, vas a reprobar materias… Te esforzaste mucho para entrar a la misma universidad que nosotras y lo estás echando a perder sin más. — estaba a punto de hacerse un nudo en su garganta, pero disimuló. —¿Qué no querías ser famosa?

    — ¿Qué? ¿Eres mi mamá ahora?

    Harumi guardó silencio unos instantes.

    — En su momento… — inició otra conversación. — En su momento… Sí te quise, Matsuri. Y deseaba que las cosas funcionaran.

    — ¿Ahora hablaremos de esto?

    — Sí, lo lamento, pero es ahora o nunca. Matsuri, siempre te cierras a hablar. Créeme que me hacía mucha ilusión vivir esta etapa contigo. Pero… Es que jamás hablas de lo que sientes. Te encierras en tu mundo y sales solo cuando tienes esa necesidad de sexo… Me hacías sentir como si fuera solo una muñeca o un juguete para ti. No pude conectar contigo emocionalmente…

    — ¿Eso fue? ¿Por eso es que me terminaste?

    — Sí. Créeme que si dejaras salir un poco más tus sentimientos sería mejor para ti en todas las formas.

    — No quieres saber mis sentimientos, Taniguchi.

    — Sí quiero. Es por eso que te lo pido. Oye, tienes una vida por vivir, amigas que te aman, un hermanito que te adora. ¿Qué diría tu hermanito si te viera así?

    — Inori… — Se cubrió el rostro en el ángulo del codo intentando ocultar las lágrimas, pero no sirvió.

    — Deja de esconder tus sentimientos. No te hace más fuerte reprimirlos, sino vivirlos y aprender a manejarlos. Aquí estoy para ti. Te ofrezco mi amistad, puedes hablar de lo que sea conmigo, si tú…

    — ¿Quieres que hable? — Interrumpió Matsuri mientras se sentaba en la cama. — Pues bien… Estoy harta, Taniguchi. Nada de lo que hago me sale bien. Me siento muy agotada de todo este circo llamado “vida”. He intentado escapar tantas veces… Y he fallado en todas las maneras posibles. Me pides que piense en Inori, ¡¿qué crees que hago?! Estoy con la farsa de la universidad cuando debería estar generando dinero. ¡¿Crees que es sencillo dejar a mi hermano en un hogar que se cae a pedazos?! — rompió en llanto. — Ya lo viví yo… Estar con alguien que se aferra a una relación absurda, que se pone de tapete para que no la abandonen… Tenía seis cuando los amigos de mi papá casi abusan de mí y todo porque él estaba ahogado en alcohol. Me dejó a expensas de ellos, Taniguchi. Por suerte mi madre tuvo un asomo de cordura e intervino. Si no fuera por eso, lo habría pasado mucho peor. Pese a ser la víctima, me llamaron revoltosa y me culparon de todo. Debí huir de casa, era mi anhelo. Pero tardé tanto en armarme de valor, que cuando quise dar ese paso, resultó que mi madre ya esperaba otro hijo. Le funcionó la treta un tiempo. En verdad parecía que las cosas por fin iban a mejorar, incluso pensé en olvidar todo y perdonarlos porque… siguen siendo mis padres…— sollozó — Los amo a pesar de todo. Pensé que por fin podríamos ser una familia. — secó sus lágrimas con coraje — Me esforcé por estar a la altura de la academia Aihara, por ser un orgullo para ellos. Papá realmente estaba luchando por cambiar. Él es bueno en lo que hace, siempre ha ganado muy bien por ello. Fue un periodo de estabilidad que me engañó. Me hizo creer que lo habíamos logrado, pero… Lo está haciendo de nuevo. Ha empezado a recaer. No quiero que Inori viva eso. Entre semana tiene la escuela para refugiarse, pero no los fines de semana. Me aterra que lo lastimen. Voy con él y nos vamos a algún hotel y a comer fuera desde el viernes hasta el lunes en la mañana que lo llevo a la escuela. Para hacer eso necesito dinero y ningún trabajo de medio tiempo paga tan bien como para hacerlo. ¡Sí pienso en mi hermano, Taniguchi! Perdona por no ser la chica sensible y decente que esperas. No sé hacer eso…

    Harumi escuchaba todo en silencio absoluto. Cuando Matsuri dejó de hablar, la tomó de la mano con firmeza.

    — Vístete y toma la medicina. Iremos por Inori en este momento. ¿Crees que ya tenga lista su maleta?

    — ¿Qué estás diciendo?

    — Que vamos por tu hermano. Si todo pinta tan mal, es mejor que lo traigas contigo. Por lo menos hasta que la situación con tu padre se estabilice un poco. Así que vamos por él y se quedará con nosotras indefinidamente. Date prisa, te espero en el auto.

    — Tus clases…

    — Al demonio las clases, ya las repondré después. Corre.

    Se trataba de un largo camino. Media hora en auto, por lo menos.

    — ¿Quién está en tu casa ahora?

    — Lo más seguro es que mi madre. Sabe que paso por él cada viernes en la tarde, aunque no sé cómo reaccionará cuando se dé cuenta que se lo voy a quitar. No tiene cabeza para nada en este momento, capaz ni se entera.

    — ¿Qué hay de tu padre?

    — No lo ha visto desde el martes. Comienza a beber y no hay poder humano que lo haga entrar en razón.

    Finalmente, llegaron hasta el edificio. El niño ya los esperaba en el lobby.

    — ¡Hermana, llegaste! — corrió hasta ella y la abrazó con fuerza.

    — Claro que sí. Ven, necesito que me esperes con Taniguchi un momento. — dijo llevando al niño de la mano hasta Harumi. Le colocó los audífonos, le sonrió y le pellizcó la Nariz. — No te los quites, ¿sí? Sé un buen niño.

    Matsuri regresó al interior de la casa. Poco tiempo pasó antes que se dejaran escuchar los gritos de su madre insultándola. La llamó de mil maneras que Harumi jamás habría imaginado que una madre llamaría a su hija. Inori comenzó a asustarse y Harumi apretó su mano, dedicándole una sonrisa amable con la pretensión de hacerle sentir que todo estaría bien. El niño subió el volumen, intentando concentrarse en la música.

    — Solo te aviso que Inori se quedará conmigo. Así vas a tener tiempo de calidad con papá. Ojalá les sirva para reflexionar y darse cuenta en lo que han fallado. — salía Matsuri con una aparente tranquilidad llevando los documentos y la mochila de su hermano consigo.

    — ¿Te crees mejor, acaso? ¿Qué se supone que vas a enseñarle a Inori? ¡Su madre soy yo!

    — Te aseguro que lo que le enseñe no incluirá insultos ni atentados contra su dignidad. Da una muestra de amor maternal por una vez en tu vida: no busques al niño. Me voy a quedar con su tutela y tú vas a cooperar si no quieres una demanda por negligencia infantil.

    Subieron los tres al auto y se pusieron en marcha de vuelta al departamento. Ahora, pensando las cosas, la actitud de Matsuri tenía una razón de ser. Harumi no quiso tocar el tema en todo el camino. La conocía demasiado bien como para ver a través de su “imperturbable tranquilidad”. Si Matsuri no iba haciendo bromas o molestando, era porque realmente se sentía abrumada y acorralada.

    Al llegar, Inori entró alegremente al departamento admirando todo cuanto veía.

    — ¿Esta vez no nos quedaremos en un hotel?

    — No, esta vez no. Ni tampoco tienes que regresar con mamá.

    — Ey, Inori — llamó Harumi al niño. — Ven, voy a mostrarte el departamento. Mira, aquí está el comedor, la cocina. Aquí está el refrigerador, puedes tomar lo que quieras. Acá está el baño y la ducha… Esta de aquí es tu habitación.

    — ¿Mi habitación? ¡¿En verdad?!

    — Sí, es verdad.

    — ¿Por qué hay cosas de chica? ¿Era tu habitación?

    — No… Bueno… Es que… — Miró una vieja cartera en forma de rana en su mesa de noche. —Es que Guiru se sentía sola y por eso venía a acompañarla a veces.

    — ¿Guiru?

    — Sí, mira. Vas a cuidarla por mí, ¿cierto? Seguro se pondrá muy feliz.

    — ¡Sí! — abrazó la figura con emoción.

    — Bueno, te dejo para que te instales. Mañana iremos al centro comercial a comprar cosas para que hagas de este sitio tu lugar. ¿Te parece?

    — ¡Sí! ¡Hermana, tu novia es genial! Ahora veo por qué la amas. — entró corriendo y saltó sobre la cama.

    — Te equivocas... — respondió Matsuri desde el umbral de la puerta.

    — No creo que necesite explicaciones. Déjalo disfrutar un rato. — Harumi se dio la vuelta, le dio unas palmadas en el hombro y salió de la habitación.

    — No es solo por eso que la amo tanto… — respondió Matsuri para sí misma.

    TONES AND I - THE GREATEST
     

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