Hola, lo primero es saludarles, así que espero que todos estén bien. He traído un nuevo fic. Resumen: Hinata: una dulce chica con el sueño de ser enfermera. Naruto: un tipo alegre, gritón e hiperactivo, cuya meta es ser presidente. Miel y Limón. Lunes 20 de Abril de 1998. EL día estaba oscuro como un pozo de petróleo, tal vez porque eran más de las seis de la tarde, algunas estrellas adornaban suavemente el firmamento. No se veían ni señas de la luna; abrí la puerta de mi coche, luego de unos cuantos intentos, tiré mi maletín y algunos papeles en asiento del copiloto. ¡Vaya día! Odiaba este trabajo tan aburrido, ¿quién demonios quería ser empresario? Las cuentas me estaban volviendo loco, esa secretaria de cabellos rubios era una inepta y sólo pasaba mirándose al espejo. Ni yo mismo tenía idea de por qué había elegido el trabajo, ah, sí, ¡quería ser presidente! ¡Que fiasco! —¡Naruto! —gritó a mis espalda Sakura, al voltearme vislumbré su largo cabello rosado y sus hermosos ojos verdes. —¿Qué sucede? —¡Es terrible! ¡Sasuke…! —¿Ese idiota? ¿Ahora qué hizo? —¡Oí que intentó robarle la novia a Kiba! —¿Mi secretaria? —¡Sí! —Ese bastardo no aprende. —Fruncí el seño, realmente era su quinta o sexta víctima del mes. —Kiba y él se dieron una golpiza. Casi se me había olvidado ese gran detalle, mi amiga Sakura Haruno siempre se entera de todo lo que pasa en unos mil kilómetros a la redonda, no por nada es una famosa reportera, sin embargo no se conforma con eso y sigue estudiando modismo. —Naruto, pareces distraído. —Gruñó ella muy enojada— ¿Acaso aún no superas lo de tu última noviecita? —¡Ja,ja,ja! Debes estar soñando. Tú sabes que aunque Tenten es hermosa, nunca me amó y yo tampoco sentí nada por ella. —Ajá y mi cabello es teñido. —Si no tienes nada importante que decirme, me voy. Volteé mi cuerpo dándole la espalda, me senté en el asiento del piloto y encendí el auto, ella se despidió con un gesto, aunque podía notar lo furiosa que estaba. Otro día le pediría disculpas. Conduje hasta mi apartamento, un sencillo cuarto con lo básico: un baño, unos sillones, una cama, una cocina, un refrigerador y una televisión. Me tiré en sillón, coloqué mi maleta y algunos trabajos pendientes en una pequeña mesita que había frente al sofá, agarré el mando de la televisión y la encendí, pasé los canales sin prestarles gran atención, al poco rato me quedé dormido.
Buenas, traigo el segundo capítulo. Es que hace mucho que no subía nada. :c Martes 21 de Abril de 1998. ¡Tarde, voy tarde! No puedo creerlo, es la primera cosa importante que me pide mi padre que haga en muchos años y yo voy tarde. ¡Pensé que a los 19 años ya era más que madura como para llegar tarde! Corrí como una loca desquiciada, estaba asustada, me faltaba el aire y apenas podía mantenerme en pie, me subí en el primer ascensor que tuve en frente y comencé a acomodarme mi vestido, los tacones me iban a matar y el escote me parecía demasiado provocador, no podía evitar sonrojarme. ¡Por qué Tenten me obligaba a vestirme así! Llené de aire mis pulmones, peiné mi melena azabache con los dedos mientras intentaba no desesperarme con el molesto ruido que producía el ascensor. ¡Espero que el tipo sea bastante amable, sino ya estoy muerta! Cuando la puerta se abrió, salí como toda una empresaria, bueno, eso deseara, realmente temblaba y tenía la cara pálida. Hablé con una mujer hermosa de cabellos color mostaza y unos hermosos ojos verde musgo. —Ah, vienes buscando a ese vago de Shikamaru, será mejor que tomes asiento, uno bien cómodo. La miré sin comprender sin palabras, ella extendió su mano señalándome un pequeño sofá de color beige, dejé que mi cuerpo cayera sobre el cómodo y mullido mueble, solté un suave suspiro. Tendría un largo día; luego de media hora de estar hablando con Temari, sí llegué a conocer tan bien a la muchacha que hasta sabía su edad y algunos gustos que tenía. Era unos años mayor que yo, tenía veintiocho años, aunque seguía pareciendo terriblemente joven, tal vez de diecisiete. —Mujer, ¿qué demonios haces desde tan temprano? —Preguntó un chico moreno de ojos cafés, cabello negro atado en una coleta alta, tiene cierto parecido a una piña. —¡Serás vago! —le dio un fuerte golpe en la cabeza al pobre tipo— ¡Esta niña lleva esperándote un largo rato! —Menuda molestia. —Rezongó el chico, me pareció un poco violenta la manera en que Temari había tratado al pobre tipo. Ellos se miraron ligeramente, Shikamaru soltó un bostezo y abrió una gran puerta, luego habló con uno calmado. —Pasa a mi oficina. Asentí con la cabeza, elevé mi cuerpo del sillón y caminé detrás él, así me adentré en su oficina, era bastante sencilla, decorada con los colores blanco y negro. Un diseño que nunca falla. —¿Se puede saber qué la trae por acá, Hinata? —Mi padre me envió a recoger unos documentos —contesté con la voz temblorosa, él soltó un gruñido y luego me extendió un puño de hojas. —Para que le sean útiles a su padre debe ir primero donde la señorita Ino Yamanaka, ella tiene los sellos que le hacen falta. —Gracias. —Sonreí dulcemente mientras hacía una leve reverencia, cuando salí de la oficina me despedí de la amigable Temari, seguidamente llamé a Neji, quien me dijo lo mismo que Shikamaru. No tenía más opción que ir a donde esa tal Ino, pero aún tenía más trabajos pendientes, entre ellos una charla con Tsunade sobre mi carrera de enfermería y recoger una ropa que me había pagado a hacer hace algún tiempo. Una vez afuera del edificio me topé con un sol resplandeciente, un calor infalible y un extraño olor a rosas. Alcé mis orbes claros, noté una gran floristería y entonces supe que el tenue perfume provenía de ahí. Reí suavemente, casi había olvidado ir a donde Tsunade. Recorrí algunas calles hasta llegar a la academia de enfermería, saludé a algunas conocidas que andaban empezando sus carreras y sentí una gran tristeza, me alegraba por ellas, pero yo había quedado atrás, perdí mi primer cuatrimestre por culpa de una pelea con mi padre. El afirmó que no me pagaría la carrera de enfermería, que la pagara yo sola y eso estaba tratando de hacer. —Hinata —habló una mujer rubia con aspecto juvenil, unos pechos grandes y unos ojos color miel—, ¡querida! , ¡Qué gusto verte! —El gusto es mío, señorita Tsunade. Eso de decirle señorita aún después de saber su edad es una larga historia, sonreí al recordar esa vieja anécdota. ¡Era casi imposible creer que una médica tan famosa fuera la presidenta! —¿Quieres pasar un rato? —Asentí con la cabeza, ella esbozó algo similar a una sonrisa mientras hice una suave reverencia. Hablamos de algunas cosas triviales, también sobre su cargo y sobre mi carrera, discutimos un poco sobre pedir una beca y sobre trabajar como auxiliar en algún hospital para poder ganarme algo de dinero, la charla se extendió más de lo que debía y sin darme cuenta ya era de noche. Esa noche recibí muchos reclamos por parte de mi padre, no obstante intenté arreglar el error diciéndole que mañana iría a buscar a la joven Yamanaka, tampoco le hizo mucha gracia, pero aceptó. Neji me dio un sermón de los más largos en la historia de la vida y Tenten, mi cuñada, me comentó que mi primo andaba de malas pulgas porque ella había decidido encelarlo haciéndose novia de un chico, no mencionó mucho al respecto, nada más que él era muy amable y alegre, que había decido ayudarla a conquistar a ese trozo de hielo de Neji Hyuuga.