Miedo a tu respuesta

“Miedo a tu respuesta”​

Cuando me di cuenta, me encontraba corriendo hacia algún lugar, no tengo idea hacia donde me dirigía, pero eso no importaba ahora, solo quería correr y alejarme de allí.
Estaba agitada, pero no me iba a detener, de mis ojos brotaron unas pequeñas lágrimas, que luego se convirtieron en sollozos.
Sequé mis lágrimas y me dirigí hacia un gran árbol que estaba situado allí.

“Él no me encontrará aquí, estoy segura de que ni siquiera me siguió y no se preocupó por mí”; estos pensamientos me torturaban.
Sí, yo no soy más que una niña tonta para él, tan solo me ve como otra amiga.

De mis ojos volvieron a brotar más y más lágrimas, hasta tal punto en que ya no podía contenerlas, y sólo me dejé llevar.

¾ ¡Ariel! ¾oí gritar cerca del árbol, la voz tenía un tono de preocupación¾ ¿Dónde estás?

Me alteré, él no podía encontrarme, ni mucho menos verme en este estado.
Por lo que intenté escabullirme por un costado del árbol, intentando que no me viera.

Sentí una que algo sostenía mi brazo, impidiendome avanzar.
Lentamente, un escalofrío recorrió mi espalda.

¾ Ariel, ¿por qué huiste? ¾me cuestionó, con el poco aire que le quedaba. Estaba jadeando, y su rostro tenía un gesto de enojo y preocupación.

¾ E-eso no importa ya… después de todo, no debí haberte dicho lo de antes, sólo fue una pérdida de tiempo. Ya sé tú respuesta ¾respondí indiferente, ocultando mi decepción.

¾ ¿¡Qué!? ¾exclamó¾ ¡Pero si ni siquiera has escuchado mi respuesta! ¾añadió enojado.

¾ Hm, entonces… ¿Cuál es? ¾cuestioné, otra vez con actitud indiferente, mirando hacia otro lugar tratando de no mostrar el miedo a su respuesta.

Él vaciló un momento, me vio fijamente a los ojos y luego bajó su mirada al suelo con un gran sonrojo, lo que provocó una tímida sonrisa en mí.

Cerré mis ojos, quería sentir la brisa acariciando mi rostro con delicadeza. Unos segundos después, sentí una cálida, suave y dulce sensación en mis labios, aún no habría mis ojos. Sentí que me envolvía en ese sentimiento. Tan dulce como un caramelo.

Al separar mis labios de aquello que me provocaba tal sentimiento y abrir mis ojos, quedé completamente atónita y, aunque no vi mi cara, juro que me puse totalmente roja igual a un tomate.

¾ L-lo siento… mi respuesta a tu confesión es, “también me gustas, Ariel. Y quiero aprender junto a ti el significado de amar” ¾me dijo con un bello gesto de felicidad. Y nuestros labios se volvieron a juntar en un tierno y maravilloso beso.