Mi luz personal. Un ruidoso trueno se escuchó a la distancia, el sonido de la lluvia al caer era constante, romántico. Lucy tenía una perfecta sonrisa en su rostro, en su mano izquierda, una taza de café, y en la derecha, sobresaliendo de las múltiples y suaves mantas que la abrigaban, un libro. Ese día, en cuanto notó que inevitablemente iba a llover, se desvió de su camino habitual a su casa, y se encaminó a la vieja biblioteca cercana al Gremio. En un rincón oscuro, con páginas amarillentas y cubierto de polvo, encontró el libro. No tenía idea de quién era la autora, jamás había oído hablar de ella, ni de su libro. Pero le encantaba. Lucy amaba leer cuando llovía, era relajante de alguna forma. La luz artificial que alumbraba ligeramente la habitación permitiendo que pueda avanzar en su lectura parpadeó. Se preguntó si la tormenta estaba afectando la electricidad, y temiendo lo peor, suplicó en silencio que la iluminación no cediera, al menos, hasta que acabara ese capítulo. Un relámpago en la distancia iluminó su cuarto, y seguido de un estruendo ensordecedor, se llevó consigo la poca estabilidad eléctrica que quedaba. —No, no, no ¡No puedes hacerme ésto cuando iba a declararse!—Le gritó inútilmente a la lampara junto a ella, que ahora estaba apagada. Revisó sus cajones y cajas, buscando una lácrima de luz, una linterna, o lo que fuese, debía terminar ese libro o no podría estar tranquila. Se rindió, volvió a su cama, pataleó, intentó leer sin luz (inútilmente), terminó su café y miró por la ventana. Suspiró. —No puede ser. Cuando finalmente se resignó a terminar el libro cuando amaneciera, se acurrucó en su cama para intentar dormir. Por lo general, al igual que con la lectura, el sonido de la lluvia la relajaba y ayudaba a dormir, pero el suspenso la estaba matando, metafóricamente hablando. Volvió a suspirar y cerró sus ojos. Cerca de quince minutos más tarde, aún sin poder dormir y pensando incesantemente en las resoluciones posibles a las cuales podría llegar el libro, abrió los ojos al notar una ligera luz en su habitación. La iluminación repentina logró que abrir sus ojos se dificultara un poco, pero lo que veía, era rosa. —¿Natsu?—Preguntó cubriendo un poco sus ojos con su mano para que la luz no los lastimase. —¡Está lloviendo muchísimo fuera!—Afirmó el Dragon Slayer entrando por la ventana, iluminando todo el cuarto con un poco de fuego en su mano—Que oscuro está aquí. —Sí, se fue la electricidad—Informó frotando sus ojos para finalmente poder ver correctamente a su amigo. Natsu estaba empapado, su rosado cabello estaba levemente aplastado y, obviando su ropa ligera y las bajas temperaturas, se lo veía perfectamente normal. Entró sin preocuparse por mojar todo el cuarto de la rubia en el proceso, revolviendo su cabello para desarreglarlo como de costumbre, pero consiguiendo que se desordene de forma extraña, y salpicando a Lucy con las gotitas de lluvia. —¿Qué haces aquí, Natsu?—Cuestionó molesta secando su cara con la manga de su ropa de dormir. —¿No es muy pronto para dormir, Lucy?—Preguntó curioso, ignorando la mirada asesina de la rubia y mirando alrededor. La chica suspiró. —Intentaba leer—Explicó sin saber por qué—Pero ya no hay luz. —Mh, ¿tienes comida? —Vete. —¿Q-Qué te pasa?—Preguntó nervioso al notar las poco amigables intenciones de su mejor amiga, que caminaba hacia él. Como táctica de supervivencia, apagó el fuego que hasta ahora había permitido que se vieran entre ellos. Lucy, con un grito cómico, tropezó—¿Estás bien? —Natsu—Murmuró de forma espeluznante mientras se levantaba temblorosa, con su desarreglado cabello cubriendo sus ojos—¿Crees poder iluminar mi libro mientras lo acabo? El mago de fuego, aterrorizado por los cambios de actitud y la posibilidad de ser cruel y misteriosamente asesinado por la sonriente rubia en un futuro cercano, sonrió nervioso. —¿Sí?—Pero no sonaba como una afirmación. En el suelo, sentados uno al lado del otro, rodeados de comida para Natsu y con Lucy completamente concentrada en el libro, de espaldas a la pared que les servía como soporte y con la lluvia de fondo, no era exactamente relajante, pero estaba inexplicablemente cómoda y feliz por poder acabar el libro. Natsu sostenía la llama cerca de ella y el libro, con la rubia advirtiendo cada tanto que evitara quemar su cabello y/o el libro, comiendo los variados alimentos chatarra que la maga de espíritus le regaló a cambio de su servicio de iluminación. —Natsu, dame una galleta—Exigió la rubia sin apartar los ojos de las amarillentas páginas de su nuevo tesoro. El dragón obedeció distraído, dejando de devorar lo que fuese que estaba comiendo (no estaba muy seguro) para poner una galleta de chocolate en la boca de la rubia. Lucy se sonrojó de repente. —¡Así no!—Chilló sin quitar la galleta de su boca, masticó y volvió a voltear hacia el libro—Como sea—murmuró. —¿No podías pedirle a Loki que iluminara con su Regulus o a Virgo que consiguiera una linterna?—Cuestionó aburrido un tiempo más tarde. Le dolía el brazo. —Estarían en una fiesta, ya sabes—,respondió sin apartar su mirada—no quería molestarlos. Por suerte no tenía problema alguno en molestar a Natsu. Estar allí con Natsu, debía admitir, tenía sus ventajas. En pleno invierno podía sin problemas sentarse en el suelo sin abrigo alguno gracias a su magia. La luz de Natsu, de repente, se apagó. —¿Natsu? ¡Natsu, despierta! —¿Eh? Ah, sí—Volvió a encender el fuego, más débil esta vez, y suspiró—¿Ya acabas? —Tú puedes, unos minutos más—Pidió sacudiendo un poco a su adormilado amigo. Amanecía, la lluvia había acabado y las calles de Magnolia comenzaban finalmente a secarse luego de la lluvia continua de la noche anterior. Un gato azul volador se dirigía a la casa de su amiga, buscando a Natsu, que no había ido a su casa la noche anterior, y que, debido a la lluvia, no se molestó en buscar hasta ahora. Desde lejos, podía notar el cambio de temperatura con sólo acercarse a su destino. Así que sin duda él estaba allí. Entró por la ventana, para su fortuna abierta, y se quedó allí, mirando el interior de la habitación. Lucy dormía junto a Natsu, ambos sentados y rodeados de interminables envoltorios de comida, uno apoyado en el otro. En las piernas de Lucy descansaba un extraño libro rojizo que Happy jamás había visto, y Natsu tenía su mano sobre la de ella, que a la vez estaba sobre el libro. El pelirrosa roncaba levemente, y la rubia sonreía dormida, con el libro, aún abierto casi en las últimas páginas, apunto de caer al suelo. Happy no dudó, salió volando por donde había llegado, y volvió poco tiempo después, con una cámara entre sus pequeñas patitas, y solamente luego de tomar una foto de la parejita, para mostrarla a Mira, a todo el Gremio y a cualquiera que quisiera verla, se permitió sonreír y pronunciar en un susurro: —Se gusssssssstan. Fin. Dedicado a Joquin, muchas gracias por comentar tanto, es por personas como tú que sigo escribiendo ^^ te agradezco muchísimo por todo, y aunque no te conozco tanto, espero que este regalito te agrade. Por cierto, amo leer con lluvia, y aquí está lloviendo, simple inspiración basada en el clima (?) A todas y cada una de las personas que lean esta pequeña historia, gracias.
estuvo geniaaal,muchas gracias por dedicarmelo :v creo que es la primera vez que me dedican algo ademas de una cancion de feliz cumpleaños XD
Hey :3 ¡Por fin pude encontrar un ratito para leer! Si te digo la verdad desde que Natsu hizo su aparición en escena no he dejado de imaginármelo con el pelo aplastado y mojado, tan guapo jajaja Pero pobrecito, siendo explotado como esclavo :(! Lucy ya puede ;) agradecérselo ;) bien ;) you know jajaja ¡Sigue escribiendo así!
Se que es un poco tarde y que soy nueva, pero he de decir que me encanto tu historia. Como redactas el texto, como te expresas,etc. Ojalá que pudiese expresarme así. En fin, espero que sigas escribiendo y que cada día se te de mejor. Que seas feliz como una perdiz y que comas muchas lombrices. P/A: No preguntes, a veces se me va la olla.