Mi amor erróneo

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Kashey, 20 Abril 2013.

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    Mi amor erróneo
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1436
    Bueno, esta historia fue escrita para un trabajo de la escuela. Ya la tengo terminada e iré publicando de a poco capítulo por capítulo. La temática es extraña, ya que la tuve que sacar de unas palabras que la profesora dio. En si la historia habla de algunos de los problemas más fuertes en los adolescentes de este siglo. Espero que les guste, en principio iba a ser cuento pero me inspiré y salió esto...

    ---------------------------------------------------------------------------------------------------
    Capítulo 1 – Sara.

    Desperté emocionada, por fin había llegado el día que esperé por meses. Retiré de una sola vez las sábanas que me impedían abrirme paso hacia mi día perfecto y me apresuré a revisar el calendario, solo para asegurarme de que esta vez no era mi emoción la que me engañaba y me hacía creer que el momento había llegado. Abrí grandes los ojos y lo comprobé entusiasmada; era domingo 19 de julio, el día en que partiríamos. Había esperado unos cinco meses para ese día, el día que haría un viaje a España organizado por el colegio.

    Mi nombre es Sara Avedeer, tengo 16 años y asisto al colegio Diego Rivera. Vengo de una familia de una alta clase social, pero no soy igual de presumida y arrogante que mi madre y mi abuela. Soy solo una chica más, cabello castaño largo y ondulado, complexión normal, ni gorda ni flaca, ojos color cafés ni muy profundos ni muy claros, piel ni muy clara ni muy morena.



    Tomé mis maletas, las cuales había llenado con anticipación, y comencé mi viaje de Veracruz a Europa. Carolina y su mamá pasaron por mí a mi casa y nos fuimos directo al aeropuerto, donde la madre de Carolina esperó hasta que subimos al avión, el cual nos llevaría de Veracruz al D.F., en donde tomaríamos otro vuelo hacia España, Europa.
    Carolina es mi mejor amiga, una chica de mi misma edad, algo bajita, piel clara, un poco más que la mía. Tiene unos grandes ojos color verde claro, pelirroja natural, nariz respingada, con lindo cuerpo y muy deseada por varios chicos. Nos conocemos desde el preescolar, aunque no nos llevamos tan bien hasta que íbamos en tercer grado en la primaria, cuando murió su padre y yo comencé a hacerle compañía.

    Abordamos nuestro primer vuelo, me senté al lado de Carolina y miré por la ventana, noté como poco a poco las cosas comenzaron a estar más lejos de nosotras, y me mareé un poco. Bajé la pequeña cortina; coloqué mis audífonos en mis oídos y cerré los ojos. Pasó media hora y llegamos al D.F., nos sentamos a esperar unos 15 minutos y nuestro siguiente vuelo esperó a que lo abordáramos. Esta vez el vuelo sería más largo, era del D.F. a España, y tardaríamos diez horas con quince minutos. Partimos a las 6:30p.m. Llegando a las once de la mañana en Madrid, cuatro de la madrugada en horario mexicano. Comencé a pensar en Sebastián, es un chico que conocí en la fiesta de cumpleaños de Gabriel, primo de Carolina, la cual se celebró en un antro. Sebastián y Gabriel son mejores amigos, Sebastián es un chico alto, delgado, de cabello rizado muy claro, ojos tamaño normal color miel, un año mayor que Carolina y yo, al igual que Gabriel. Ambos cursan en el mismo colegio que nosotras, pero debido a que están un grado adelante, se encuentran en otra área. Yo nunca lo había visto hasta ese día, me llamó, me preguntó mi nombre y comenzamos una larga plática que duró hasta que me fui. No sé que haya pasado en mi, pero creo que fue amor a primera vista. Carolina iba hablando misa, no prestaba atención a ninguna de sus palabras. La estaba viendo a los ojos, sí, pero mi mente estaba en otro sitio, con Sebastián. Después de dos horas de tanto hablar, ella se dio cuenta de la situación ya que no pude evitar dar un gran y fuerte suspiro.

    — ¡Sara Avedeer!, ¿te he estado hablando durante todo este tiempo y no has hecho caso a lo que te he dicho?—. Cuestionó una muy molesta Carolina.

    Di un brinco, ese tono de voz fue inesperado, yo estaba en mi mundo de caramelo, y la chica estaba que ardía. ¡Oh oh!, los caramelos empezaban a derretirse.

    — Yo…, yo…— comencé. — disculpa, en serio…, es que, no es que no quiera escucharte, ¡me gusta mucho escucharte!, es solo que…

    — Habla jovencita, y más te vale que valga la pena como para haber gastado mi saliva durante dos horas sin que tu escuchases ni una sola palabra.

    — Caro…, creo que estoy enamorada. — confesé a la molesta chica, cuya expresión cambió de manera significativa en cuanto le anuncié mis sentimientos.

    — ¿Qué?— dijo confusa y emocionada — ¿tú, Sara? ¿Es en serio?

    — Pues sí, mira, no dejo de pensar en él, a cada momento me lo imagino, siento algo calientito adentro de mi pecho cada que lo pienso y…, y…

    — ¿Y qué, mujer, qué?

    — Es extraño para mí, sabes que no soy de la clase de chicas que se enamoran, es la primera vez que me enamoro y se siente tan extraño.

    — ¡Que emoción! Yo soy la que siempre se la pasa hablando de sus amores, pero ahora tu también. Dime, cuéntame quién es esa persona. — Exigió con una luz en los ojos.

    — Bueno, ya lo conoces…, estoy enamorada de Sergio.

    La expresión de Carolina cambió una vez más de manera brusca. Después de unos segundos pudo articular palabra nuevamente.

    — Olvídalo, no te acerques más a él. — dijo con una expresión tan fría que intimidaba.

    — ¿Pero por q…

    — ¡Aléjate de él! — Interrumpió — no es bueno para ti, cada que Gabriel y él salen, Sergio termina briago. No es bueno para ti, aléjate de él.

    La chica hablaba en serio. Se quedó callada y pensativa desde ese momento hasta que a las nueve de la noche se quedó dormida. Tomé una manta y la abrigué. Comencé a pensar en lo que había dicho, ella estaba preocupada por mí. La miré y besé su frente. No quería que sufriera por mí, pero era algo que no podía evitar sentir, nunca me había enamorado de nadie y no sabía cómo controlar los sentimientos que ahora se alojaban en mí. Además, nadie es perfecto.

    De pronto mi celular vibró, era una llamada número desconocido. Respondí con cautela.

    — ¿Diga?

    — ¿Sara?

    — ¿Quién habla?

    — Habla Sergio, ¿asististe al viaje?

    — ¿Sergio? ¿Cómo conseguiste mi número?, sí, estoy en el avión justo ahora.

    — Gabriel me lo dio, ¿podemos vernos? También estoy en el vuelo.

    — ¡Cl- claro! — Tartamudeé sin querer — ¿en dónde nos vemos?

    — Dime en que parte estás, yo iré.

    — Justo en la parte de atrás de la cabina.

    — Ok, espera, ya voy.

    Colgó, y más o menos uno o dos minutos después ya estaba ahí. Nos sentamos en el suelo del avión para poder platicar más a gusto ya que Carolina estaba dormida, y al lado del asiento de Sergio, Gabriel también dormía. Nuestros teléfonos marcaron las dos de la mañana y nosotros seguíamos juntos. Algo calientito se introducía más en mi estómago, y me sentía muy feliz.De un momento a otro, la charla dio un giro inesperado. Sergio tomó mi mano y me miró a los ojos. Creo que el color de mis mejillas cambió, sentí cosquillas en ellas y sentí que me empezaron a hervir.

    — Creo…, creo que me gustas — Me dijo, bajando la mirada.
     
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    1344
    Capítulo 2 – El secreto.

    Corrí por aquellas nubes, blancas, relucientes y esponjosas. Me lanzaba hacia ellas y dejaba que mi cuerpo se hundiera. La luz era magnífica, era perfecta. De pronto, el rose de sus labios y los míos me obligó a volver a la realidad. Era todo, estaba perdida. Una sola lágrima rodó por mi mejilla. Un festival de emociones comenzó a hacerse presente en mi interior. Sergio se alejó muy suavemente de mí, limpió aquella lágrima y me miró con firmeza a los ojos. Mi rostro aún reflejaba sorpresa, mi mente regresó a aquellas blancas nubes, me lanzaba hacia ellas y Sergio caía a mi lado, ahora él también brincaba conmigo.

    — Más que eso…, creo que me enamoré de ti.

    — Yo…, yo también lo estoy de ti. — Respondí.

    Fue entonces cuando Carolina despertó. Me fulminó con la mirada, se levantó y se fue. Me disculpé con Sergio pidiéndole hablar luego y fui tras Carolina.

    — ¡Te dije que te alejaras! — Reclamó intentando no hablar demasiado fuerte. Se paró a un lado de los lavamanos y se comenzó a lavar la cara.

    — Discúlpame, pero nadie es perfecto, ni siquiera tú, ¿quién eres para juzgar a Sergio teniendo tú también tantos defectos?

    — Mal agradecida, una tratando de cuidar de ti… — comenzó a quebrársele la voz. Caminó hacia mí, colocó sus manos en mis hombros, me miró a los ojos y dijo — tienes que alejarte de él, no te enamores, no es una buena persona…

    — ¿Y tú cómo lo sabes? Tener problemas de alcoholismo es algo que puede arreglarse. No te preocupes tanto por mí, no pasa nada.

    — Sara, yo he visto cosas, lo conozco desde antes que tú. Varias veces Gabriel me invitó a ir con ellos a sus fiestas, y cuando Sergio se embriaga es otra persona. En una ocasión fue con Claudia, quien ahora es su ex-novia. Cuando se puso briago empezó a faltarle al respeto, intentaba tocarla y ella no se dejaba. Llegó un momento en el que estuvo a punto de pegarle, de no ser porque Gabriel estuvo ahí para detenerlo yo creo que Sergio abría pasado algunos días o más en la cárcel. La cosa es, Sara, que yo no quiero que te pase nada malo. Eres como una hermana, no quiero verte mal. — Concluyó, y comenzó a llorar.

    —Tranquila, no pasará nada, tranquila. — Repetía, mientras pasaba mis dedos por entre su cabello.

    — Tienes que prometerme que te alejarás de él. — Suplicó llorando.

    No tenía opción, no quería que continuara sufriendo.

    — Lo prometo. — Le dije, sabiendo en mi mente que era una total mentira.

    Carolina me abrazó fuerte y en la mirada se le veía que se había quitado un gran peso de encima.
    Regresamos a nuestros asientos, nuestros teléfonos marcaron las 4:30a.m. y solo esperábamos escuchar la voz del piloto avisándonos que estábamos a punto de aterrizar. Descendimos y nos dirigieron a un camión el cual nos llevaría a nuestro respectivo hotel. Eran las 11:30a.m. En España. Nos acomodaron por parejas en cada habitación, ya fueran de dos mujeres o de dos hombres cada una, pero ninguna mixta, por razones obvias. Avisé a mi madre que ya había llegado, me recosté y quedé profundamente dormida. Me desperté a las cinco de la tarde. Carolina estaba sentada al pie de la cama con una hoja entre las manos.

    — ¿Qué es eso? — Pregunté.

    — Hasta que despiertas. Es la lista de lo que haremos mañana, pasado mañana nosotras elegimos entre ir al zoológico o ir a un acuario, ¿a dónde quieres ir?

    — ¡Al zoológico! — Respondí en seguida.

    — Lo sabía. — Afirmó sonriendo. Después me observó atentamente, su cara reflejaba dolor.

    — ¿Qué te pasa?

    — Nada, nada. — Respondió, y volvió a sonreír. — Bueno, debes tener hambre, ¿quieres que ordene algo a la habitación mientras te leo lo que haremos mañana?

    — Está bien. — Respondí pensativa.

    Sabía que me estaba ocultando algo, pero quería que ella me lo dijera. Ordenó unos huevos revueltos y comenzó a leerme el horario del día siguiente.

    — Tenemos que estar en recepción a las 9. para ir a un desayuno al cual tenemos que ir bien vestidas ya que es un restaurant de etiqueta. A las 11 estaremos en un planetario, en donde nos darán una función especial. A la 1 de la tarde estaremos volviendo para estar listos e ir a comer a las 3, podemos ir con ropa a nuestro gusto, comeremos tortillas de patatas, es comida española…, no suena apetitoso, pero es lo que dice en el horario. A las 5 regresaremos y tenemos la tarde libre para ir a los videojuegos o a un pequeño antro aquí mismo en el hotel.

    — Perfecto, ¡ya quiero ver a los animales!— Dije entusiasmada. Carolina me sonrió.

    Llamaron a la puerta y entregaron mi desayuno vespertino. Mientras comía pensaba en qué era lo que Carolina me estaba escondiendo. Era mi mejor amiga y no me gustaba que me ocultara cosas, aunque bueno…, yo sabía que seguiría hablando con Sergio, así que prácticamente estábamos a mano. ¡Sergio!, tomé mi celular para ver si había llamado, tenía dos llamadas perdidas y un mensaje:

    “No te dejé dormir nada anoche ¿verdad? Cuando te despiertes envíame un texto. Te extraño Sara.”

    Di un suspiro involuntario y le respondí:

    “Me agrada el que no me hayas dejado dormir. Ya estoy despierta, estoy “desayunando” jaja. ¿Mañana nos vemos en el cuarto de videojuegos o en el antro? Porque no puedo no verte. Tenemos que vernos mañana.”

    Me sentía algo mal por ocultarle esto a Carolina, pero ella también estaba ocultándome algo. Estaba allí, al pie de la cama haciendo como que repasaba el horario, pero yo sabía perfectamente que estaba pensando en algo, la conocía demasiado bien.

    — ¿Quieres? — Ofrecí, acercando mi plato de comida.

    — Oh no, gracias, comí hace apenas un rato. — Respondió, sonrojándose un poco. — Bueno, me iré a bañar, y luego dormiré. No he dormido nada, he estado cuidando de ti desde que te dormiste.

    Ella siempre cuidando de mí. Aproveché ese momento y le llamé a Sergio.

    — Estaba respondiéndote el mensaje. Que oportuna.

    — Jaja, ¿qué haces?

    — Pienso en ti y en que quiero estar contigo justo ahora. ¿Puedes ir un momento a recepción? Quiero verte.

    — Te veo en cinco. — Dije, y colgué.

    Me acomodé un poco el cabello, tragué mi comida, me lavé rápido los dientes y salí. Pude escuchar a Carolina preguntarme a dónde iba, solo respondí que ya volvía. Cuando lo vi me emocioné mucho, tenía tantas ganas de verlo y abrazarlo. Corrimos el uno hacia el otro y nos besamos con una pasión descomunal. Me invitó a su habitación y yo acepté. Gabriel no estaba, había ido a acompañar a uno de los profesores para recoger los pases para el planetario al que iríamos al día siguiente. Comenzamos a besarnos más y más, hasta que llegamos a un punto en el que no podíamos parar, y me entregué en cuerpo y alma a esa persona.
     
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    1741
    Capítulo 3 – La bomba ha explotado.

    Unas desesperantes vibradas interrumpieron mi sueño. Desperté aburrida de ellos y tomé mi celular, eran las 3a.m., y Carolina me estaba llamando una vez más después de treinta y nueve llamadas perdidas. Contesté con algo de miedo:

    — Ehmmm, ¿sí? — Respondí. Sabía que iba a regañarme, lo sabía.


    — ¿Dónde demonios estás? Es tan tarde, ¡me tienes preocupada!

    — Ahora voy, no te preocupes, ya voy.

    Le colgué, tomé mi ropa, escribí una nota para Sergio, lo besé suavemente y me fui a mi habitación. Una enfurecida Carolina me estaba esperando.

    — ¿Por qué mentiste? ¡Dijiste que te alejarías de él!

    — ¿De qué estas habl…

    — ¡No trates de mentir! — dijo señalando a Gabriel, quien yacía dormido en el sofá de la habitación. — Vino a la las doce de la madrugada pidiendo asilo ya que llegó a su habitación y escuchó… ¡Cosas!, y no quería interrumpir. ¿Por qué lo hiciste? ¡Tuviste sexo con él!

    — ¡No soy la única que oculta cosas!, ¡tú también estás haciéndolo, y no trates de ocultarlo porque te conozco como a la palma de mi mano!

    — ¡Si me conocieras tanto como dices sabrías qué es lo que me pasa!

    — ¡Te conozco, mas no soy adivina!

    — ¡Eres una tonta, no tienes que ser adivina para adivinar lo que me pasa!

    — ¡Y tú eres… — No pude terminar la palabra. Carolina se lanzó sobre de mí y me besó.

    Mis ojos se abrieron tanto como no sabía que se podían abrir. Carolina se hizo hacia atrás, el color de su rostro cambió y comenzó a llorar. Se fue corriendo y yo no hice nada, solo la vi al salir. Me quedé petrificada unos minutos, mi mente no soportaba lo que acababa de pasar, no lo digería. Al cabo de cinco minutos reaccioné.

    — ¡Carolina! — Grité mientras corría tras ella.

    Corrí y corrí y no la encontraba. Pensé en todo lo que sabría sobre ella, y supuse se abría encerrado en el cuarto de mantenimiento, tal y como hacía cuando su padre acababa de morir y comencé a prestar atención a aquella chica, la cual estaba sola igual que yo, porque no me gustaba estar con la gente, porque la gente defrauda. Es por eso que no me había enamorado de nadie. Más que nada, lo había evitado. Carolina, en cambio, siempre ha buscado amor. Supongo que necesita llenar algún vacío, pero yo siempre la tuve a ella, así que no tenía que llenar nada. Hace poco ella y yo comenzamos a distanciarnos, puede que por eso me haya enamorado de Sergio. ¿Será que se alejó de mí porque sentía algo? Estaba tan confundida en ese instante… Corrí hacia el cuarto de mantenimiento y abrí la puerta.

    — ¿Carolina?

    La encontré allí, sentada, echa una bolita, llorando. Me senté a su lado y la abracé.

    — No llores, no pasa nada, yo sigo aquí. — Le dije, sin saber realmente lo que decía. ¿Por qué ella estaba sintiendo todo esto? No era lo que tenía que pasar, nunca estuve preparada para algo como esto, nunca me paso por la cabeza algo como esto.

    — No tienes por qué estar conmigo — dijo al fin entre sollozos. — Puedes irte si quieres, no necesito que te quedes conmigo por compasión, y no necesito que te quedes ahora que sabes qué es lo que pasa.

    — Seguimos siendo amigas, mejores amigas, y no voy a dejarte sola en estos momentos. Carolina, en serio lo siento, lamento no haberme dado cuenta antes de lo que estabas sintiendo. Creo que debió ser duro que yo comenzara a interesarme en Sergio siendo que tú…, bueno…, siendo que tú sientes esto por mí y…, lo siento en serio.

    — En realidad, también estoy preocupada por todo lo que te dije…

    — ¿Puedo hacerte una pregunta?

    — Sí. — Respondió.

    — ¿Por qué sientes lo que sientes por mí?

    — Bueno, tú siempre has estado allí para mi incondicionalmente sin importar la circunstancia. Hace poco me di cuenta que siempre he buscado en otras personas lo que he tenido en ti.

    — Caro…, tú sabes que yo no soy así. Hasta la fecha nunca he sentido nada por una chica, y dudo mucho que lo sienta en el futuro.

    — Lo sé, y siento mucho haber hecho lo que hice. — Respondió dándome una sonrisa mientras sus ojos se llenaban nuevamente de lágrimas.
    — ¿Puedo pedirte algo?

    — Adelante. — Respondí.

    — ¿Podrías darme solo un beso?

    Me incliné levemente e intenté besarla. Antes de rosar sus labios me detuve.

    — Disculpa, no puedo hacerlo.

    — Está bien — anunció con una sonrisa falsa. — No pasa nada… ¿Puedo pedirte al menos que no cambie nada entre nosotras?

    — Eso no pasará. — Afirmé, con una sonrisa en el rostro. — Siempre seremos amigas.

    Nos fuimos a dormir y llegó el día siguiente. Despertamos a Gabriel y se fue a cambiar para el desayuno. El día se pasó rápido, yo quería que llegara la noche. Todo entre Carolina y yo iba como si nada, solo que ella se ponía nerviosa o se avergonzaba con cualquier cosa. Sabía que se le pasaría, pero no sabía cuando, y eso me incomodaba.Se hizo de noche y me vestí para ir al antro con Sergio, ya que en la tarde me había mandado un mensaje diciéndome que fuéramos allí. Me sentí muy bien al estar con él, el incómodo tema de Carolina dejó mi mente por un rato. Volví a ir a su habitación y todo volvió a pasar, terminamos juntos.
    El día del zoológico fue un poco incómodo, no es como que sintiera rechazo hacia mi mejor amiga, sino que no podía expresarme como siempre lo había hecho. Fue un día agotador y a penas llegué a la habitación, me quedé dormida. Aparte de que los días anteriores no había dormido bien y de que ahora me sentía angustiada…, el cansancio me estaba acabando.

    Al día siguiente Carolina estaba haciendo las maletas de ambas.

    — Yo puedo hacerlo. — Dije, en tono aún amodorrado.

    — Ya terminé con las tuyas, y solo me falta una maleta mía. ¿Hay alguna cosa que haya olvidado de tus pertenencias?

    — No lo creo, lo único que mantenía afuera era mi cepillo dental y un perfume que estaba en la repisa.

    — Entonces lo he guardado todo. Vamos a desayunar, partiremos a las 11 de la mañana.

    — ¿Llegaremos…, a las 4: 30 más o menos?

    — Así es, ¿no es irónico que sean diez horas y cuarto de venida, pero que sean doce horas y cuarto de regreso?

    — Lo es. ¿Pediremos servicio a la habitación?

    — Sí. ¿Quieres huevos con salchichas?

    — Oh sí, con una limonada quedarían perfectos.

    — Ahora los ordeno. — Respondió Carolina con una gran sonrisa.

    Aún seguía portándose linda conmigo, era un poco incómodo. A veces estaba feliz, pero otras la mirada se le perdía y sus ojos reflejaban un dolor inmenso. Me sentía culpable. Pero no fue mi intención que ella se sintiera de la manera en la que se sentía. Mi celular comenzó a sonar, y ella se fue hacia el baño, como si no quisiera escuchar quién llamaba.

    — ¿Diga?


    — Sara, soy Sergio. ¿Puedes salir un momento? Estoy afuera de tu habitación.


    — Ya voy.

    Colgué y me dirigí rápidamente hacia la entrada. Estaba hecha un desastre ya que me acababa de levantar. Él me abrazó y me pidió algo que no me había pedido aún.

    — ¿Quieres ser mi novia?

    Obviamente yo dije que sí, y salté en sus brazos llena de felicidad. Volvimos al D.F., pasaron dos semanas y las cosas con Carolina iban de mal en peor, una vez regresamos nos distanciamos mucho. Yo creo que está bien, ella necesita aclarar su mente y sus sentimientos. De vez en cuando le envío un mensaje para saber cómo está ya que me preocupa, pero no lo hago mucho, no quiero estorbar cuando ella me está olvidando.

    Una semana más tarde me alarmé, no me bajaba la regla y yo era muy regular…, en todo este tiempo había estado con Sergio dos veces, y había sido dos días después de que me bajó por última vez. Había escuchado una vez en la televisión que cuando se tenía relaciones en esas fechas no pasaba nada, pero ¿por qué no me había bajado aún? Decidí hacerme un test de embarazo casero. Llamé a la farmacia, hice lo que decían las instrucciones del aparato y esperé.
    Fue positivo. Estaba embarazada.
     
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    1780
    Capítulo 4 – La fuga.
    “No, no puede ser, no es posible” repetía para mis adentros, una y otra vez. Quería convencerme de que no era cierto. Tomé mi teléfono y con las manos temblándome, llamé a Sergio.
    — ¿Qué pasó amor? — Preguntó.
    — ¿Podemos vernos? Ahora.
    — Claro, ¿puedes venir a la cafetería? Ya casi termina mi turno. ¿Por qué tienes ese tono de voz? ¿Pasa algo malo?
    — Hablamos en cuanto llegue.
    Y colgué. No era de esa clase de cosas que pueden decirse por teléfono, teníamos que vernos, y pronto.
    Llegué en quince minutos, su trabajo estaba algo cerca de mi casa, a unas 10 cuadras. Me senté en una mesa y esperé a que su turno acabara. Se quitó el delantal y se sentó.
    — ¿Qué pasa? ¿por qué no quisiste decirme qué andaba mal?
    — Sergio…, — Dije, con la voz quebrada. Lo miré a los ojos y terminé la frase — Estoy embarazada.
    Su rostro cambió completamente, la angustia se le notaba lo vieras por donde lo vieras.
    — ¿Va-vamos a tener…, un bebé? — Dijo al fin.
    — Sí, tendremos un bebé. Sergio, voy a desprestigiar a mi familia, van a correrme de la casa, me siento sola, y seguramente tú vas a dejarme. — Sollozaba.
    — ¡No!, no voy a dejarte no digas tonterías. Me quedaré contigo…, Sara, tienes que venir conmigo, no podemos quedarnos aquí. No tengo nada de dinero, pero me ofrecieron un trabajo antier, lo aceptaré y nos iremos de aquí.
    — ¿Un trabajo?, ¿qué trabajo? — Le cuestioné.
    — Es solo un trabajo. Vamos, te llevaré a tu casa, debo ir a ver si aún me necesitan antes de que me lo ganen. No te preocupes por nada, todo saldrá bien. — Intentó calmarme.
    Caminamos hasta mi casa, me dio un beso y se fue. Necesitaba contarle esto a alguien, pero Carolina no era una opción en este momento, ¿y cómo se encontraba ella? ¿Estaba bien o estaba deprimida? No había ido a verla, no por ser mala amiga, sino que no quería ponerla peor. Entonces llamé a Gabriel:
    — Habla Sara, ¿cómo está Carolina?
    — Sigue pensativa y a veces se pone a llorar, pero ya está mejor. ¿Por qué no quieres decirme el motivo de que se encuentre así, y por qué no has venido a verla?
    — Es algo privado…, como sea, iré a verla hoy. No le digas nada, no quiero que se valla y no pueda verla.
    — ¿Está enojada contigo? Está bien, no diré nada. Te espero.
    Gabriel y Carolina viven juntos, ya que los padres de ambos murieron en el mismo accidente. Sus mamás encontraron apoyo y comprensión la una en la otra y se hicieron muy buenas amigas, tanto que se tratan como hermanas. Gabriel le dice tía a la mamá de Caro y viceversa. Llegué a su casa, Gabriel me recibió amablemente y me llevó al cuarto de Caro.
    — Intenta animarla. — Me susurró.
    — Lo intentaré, no prometo nada. Por cierto, antes de entrar… ¿Has hablado con Sergio?
    — Bueno, hace rato dijo que había algo importante que debía comentarme. ¿Sabes qué pasó?
    — Sí, pero él debe decirte, solo dile que eres la única persona que debe saberlo, y que también se lo diré a Carolina. De todos modos al rato que hable con él se lo recordaré. Gracias Gabo, intentaré que Caro esté mejor.
    — La dejo en tus manos. — Dijo, y se fue.
    Abrí suavemente la puerta, Carolina estaba acostada con los audífonos de aceituna puestos en ambos oídos, así que no podía escucharme entrar. Caminé hacia ella y dio un brinco.
    — ¿Qué haces aquí?— Preguntó retirando los audífonos de sus oídos.
    — Vine a ver cómo estabas…, y a contarte algo. ¿Estás mejor? Mira, nunca fue mi intención que te pusieras así, sabes que somos amigas y…
    — No hace falta que des explicaciones ni que pidas disculpas. Sí, seguimos siendo amigas y agradezco que me sigas considerando una, y sabes que me alejé porque necesitaba estar sola un tiempo y pensar.
    — Lo sé, por eso no había molestado, pero necesito contarte algo…, es urgente.
    — ¿Qué pasa?
    — Verás, es que… — Tomé una gran bocanada de aire, los ojos se me llenaron de lágrimas y lo solté. — Estoy embarazada.
    — ¿Qué?
    — ¡Lo sé, soy una estúpida!— Grité.
    — Eres una dramática. — Me dijo con cara de pocos amigos. — Vamos a arreglar esto, ¿qué dijo Sergio, se hará cargo?
    — Sí, ahorita fue a aceptar un trabajo. Caro, me voy a ir con él.
    — ¡Estás loca! ¿Cómo vas a irte con él? ¿No te has puesto a pensar en tu familia, o si todo sale mal con él?
    — Todo saldrá bien, si le digo a mis papás van a matarme literalmente, van a echarme a la calle y me dejarán morir. Tú sabes cómo son, dirán que deshonré a la familia, me van a echar…, prefiero irme antes de que me digan todas esas cosas y me hagan sentir tan mal.
    — ¿Y a dónde van a ir? — tomó una cajita de donde sacó unos cinco mil pesos. — Toma, he estado ahorrando para comprarle una casa linda a mi mamá, pero tú en este momento lo necesitas más. Págame cuando puedas, tómalo.
    Tomé desconfiadamente el dinero, no quería tomarlo, pero como ella dijo, lo necesitaba. Sonó mi celular, era Sergio.
    — Ya tengo dinero. Nos vamos hoy en la noche.
    — Sí — Respondí incorporándome en una pieza. — Ya mismo voy a hacer mis maletas.
    Colgué.
    — Tengo que irme Caro, te llamo después, iré a hacer mis maletas.
    — Espera. — Dijo, y corrió a abrazarme. — Prométeme que vas a estar bien.
    — Te lo prometo, estaré bien. — Aseguré, y me dejó ir.
    Me sentía bien, había recuperado una amiga, y me sentía mal, tenía un problema muy grande. Llegué a mi casa y comencé a hacer mis maletas. Mi madre me llamó para comer, comimos, se hizo de noche y mis padres se fueron a dormir. Empecé a dar vueltas por la cama, debía esperar a que Sergio me llamara. Dieron las once de la noche y recibí su llamada.
    ¿Estás lista?
    Sí, ahora salgo.
    Tomé mi maleta y me dirigí a la salida. Sergio me estaba esperando. Me llevó a Chiapas, me sorprendí al ver que la casa a la que me llevó ya estaba amueblada.
    — ¿De dónde sacaste dinero?
    — Te dije que me ofrecieron un trabajo.
    — ¿Qué clase de trabajo?
    — ¿A caso importa? Estamos bien, no te quejes.
    — ¿Por qué me hablas así?
    — Disculpa, estoy estresado…, solo no te quejes por favor y agradece que tenemos un techo en el cual refugiarnos.
    Dejé de hacer preguntas. A veces me decía que iría a trabajar, otras veces se quedaba en la casa conmigo. Lo extraño era que teníamos hasta televisión de paga, ¿cómo es qué lo hacía? No hacía preguntas, solo lo aceptaba. Pasó el primer mes y Sergio empezó a salir en las tardes. Llegaba muy noche y de su aliento emanaba aroma a licor. Poco a poco comenzó a llegar más ebrio, hasta que un día me decidí a reclamarle.
    — ¿Por qué siempre llegas tarde? ¿Y de dónde sacas dinero para mantenernos y para tu bebida?
    — ¿No te dije que no preguntaras?
    — Merezco saberlo, ¡estamos viviendo juntos!
    — ¡¿Quién te crees para hablarme así?!
    Y entonces dio el primer golpe.
     
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  5.  
    Kashey

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    Escritor
    Título:
    Mi amor erróneo
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    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1430
    Capítulo 5 – Pérdidas.
    Desperté en el suelo, me dolía todo el cuerpo. Busqué y busqué pero no lo encontré. Había evitado comunicarme con Carolina porque sabía que podrían rastrearme, así que no podía contactarla. Sentí un leve dolor en el abdomen, y me preocupé. No podía más, llamé a Carolina.
    ¿Dónde estás, cómo estás, por qué no me has respondido, por qué no me has llamado? — Preguntó Carolina, muy preocupada.
    Carolina, ayúdame, me duele, me duele el abdomen. Sergio me pegó, me duele, me duele mucho, duele demasiado.
    ¿Pero dónde estás? ¡Responde!
    En algún lugar de Chiapas, no sé exactamente en dónde.
    ¿Es Sara?— Se escuchó al fondo. — ¡Sí, dice que está en Chiapas, y puede que esté a punto de perder al bebé! — La persona del fondo…, era mi madre. — Sara, vamos a ir por ti, están rastreando la llamada, no te preocupes ya vamos para allá, aguanta, ¿Sara?... ¡Sara!
    Solté el teléfono y me desmayé. Cuando desperté me encontraba en un hospital, y mi poco abultado vientre se sentía vacío. ¡¿Lo perdí, aborté?! De pronto se abrió la puerta de la habitación.
    — ¡Ya despertaste!, ¿cómo te encuentras?— Preguntó desesperada Carolina.
    — Mi bebé, ¿qué pasó con mi bebé?
    — Sara…
    — ¡Respóndeme!, ¡¿qué pasó con mi bebé?— Exigí con lágrimas en los ojos.
    — Lo…, lo perdiste. ¡Lo siento!, los doctores hicieron todo lo posible pero…
    — No…, no es posible… ¡No!, ¡no, no!
    — ¡Sara, Sara!— Y entonces unas enfermeras entraron y me inyectaron. Me quedé dormida en unos instantes.
    Cuando desperté mi madre estaba a mi lado.
    — ¿Cómo estás? Carolina me dijo que ya sabías lo de…, bueno, te alegrará saber que la policía ya está tras Sergio, tu padre está con ellos. Se le agregaron los cargos de violencia intrafamiliar, además de que los oficiales ya lo estaban buscando por venta de drogas en una secundaria.
    — No… él ¡déjenlo en paz!, déjenlo tranquilo.
    — ¿Cómo puedes decir eso? ¿No ves que él fue quien mató a tu bebé?
    — Yo…, yo…, no sé qué hacer mamá, no sé en qué pensar— Me sentía sola, no quería aceptar que él había sido quien mató a mi bebé. Mi madre me abrazó.
    — No te preocupes, estoy contigo, tu padre también y también tienes a Carolina, nosotros estaremos contigo.
    Me quedé callada, al cabo de unas horas mi madre se fue. Una enfermera entró e intentó darme de comer, pero no quería. Se pasaban los días, y no encontraban a Sergio. Comenzaron a darme antidepresivos y me daban comida a la fuerza. Comía poco, así que me daban comida modificada, alta en proteínas y con los carbohidratos suficientes que mi cuerpo necesitaba para sostenerse.
    Poco a poco comencé a aceptar lo que había pasado, empecé a comer más y decidí que mi vida debía comenzar de cero. Conforme empecé a tener nuevas expectativas de mi vida, mi salud empezó a mejorar. El medico dijo que estaba mal porque no quería sanar, que ya no había nada malo en mí. Después de un mes me dieron de alta, Carolina seguía mostrando mucha preocupación por mí, pero dejé de preocuparme por ello, al fin y al cabo ella era lo único a lo que quería y al mismo tiempo podía aferrarme.
    Un día recibí un mensaje, era un número desconocido. Un flash back vino a mi memoria, el día en que Sergio me llamó en el avión. Nuevamente tomé la llamada.
    ¿Sara?
    — ¿S-sergio?
    ¡Sara! ¡Sara, necesito verte!, ¡Por favor, quiero verte!
    ¡No, déjame tranquila! No quiero tener nada que ver contigo, me has hecho bastante daño, te quiero fuera de mi vida, ¡Te quiero fuera para siempre!
    Sara, por favor, solo déjame verte una vez. Estoy en el parque de tu colonia, por favor ven, necesito decirte algo, no me siento tranquilo. Te lo suplico, ven por favor. Te estaré esperando, esperaré una hora, no tengo mucho tiempo, por favor, ven.
    Y colgó. Me quedé pensando, no sabía si ir o no…, pero su tono de voz me llamaba, sentía una gran necesidad en ella. Así que, como la tonta que soy, fui al parque. Al llegar le llamé, y fue hacia mí.
    — Gracias por venir, necesitaba verte. Sara, quiero pedirte perdón, perdóname por todo, Sara te amo, voy a cambiar, te prometo que cambiaré.
    — Los hombres no cambian.
    — Yo cambiaré, lo prometo, solo dame tiempo, separémonos un tiempo, dejaré los vicios, me alejaré del negocio, y seré alguien bueno. Soy el único culpable de lo que pasó con nuestro hijo y contigo, y ahora quiero ser responsable de que seas feliz, quiero cambiar.
    — Vete, vete y cambia, cambia por ti, no para mí. Yo ya no te quiero más en mi vida, ya no más, y no vuelvas a buscarme o llamaré a la policía.
    Y escuchamos la sirena de la patrulla. Sergio corrió y subió a su automóvil, no sabía que era de él.
    — ¡Te amo, cambiaré por ti! — Fue lo último que me dijo.
    Comenzó la persecución, regresé a mi casa y me puse a pensar en lo que Sergio me había dicho. Me quedé dormida. Al día siguiente al despertar me dirigí al lavabo, me lavé los dientes y encendí el televisor. Comencé a prepararme un plato de cereal, y de pronto lo dijeron.
    —… la noche de ayer en la carretera panamericana el un joven perdió la vida. Enfrentaba cargos por violencia intrafamiliar y por venta y consumo de drogas. El cuerpo se ha recogido y enviado a la SEMEFO.
    No…, Sergio, ¿Sergio? Sergio no… ¡No!
    El tiempo ha pasado. Carolina es todo lo que tengo, pero no puedo quererla de la forma en la que ella me quiere. El tiempo sigue pasando, y no encuentro una razón para aferrarme a la vida. El tiempo pasa y pasa, y el vacío que yace en mi corazón no se llena.
    Desperté dolorida, di un suspiro vacío y abrí los ojos con dolor.
    — Un día más. — Pronuncié.
    Retiré suavemente las sábanas que me ayudaban a olvidarme unas horas del mundo. Mi vida ya no sabía igual que antes, ya no lo hacía. Con el tiempo comencé a olvidar todo lo que había pasado, pero aunque quiera negarlo nunca lo podré hacer. Sergio siempre ocupará un lugar muy importante en mi corazón. Siempre.
     
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  6.  
    Ice darcy

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    awww el capitulo 1 es HERMOSO *u*... como cambia el color en sus mejillas, tan timido y diciendo: " Creo…, creo que me gustas "
    fue increiblee C: a leer los otros capitulos, pero el primero exelente ^^
     
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