Explícito Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por AMMU TEIKOKU YUDAINA, 26 Abril 2025.

Cargando...
  1.  
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    1462
    Una raza de de seres vivos que son considerados como escorias para algunos, otros les tienen lastimas, otros se aprovechan de ellos y así se puede repetir todo de manera sin fin, considerados como Faunos y con la jerarquía de Alfas, Betas y Omegas, las cosas se complican mas.

    Un pequeño fauno carnero, ha tenido que vivir en un cierro total, aguantando el dolor de ver a quien mas ama y que siempre lo ha protegido siendo lastimado incontables noches, solo por el.

    Su único deseo es salvarlo, pero... Puede que durante ese proceso, encuentre algo mas, pero por esa libertad perderá a alguien y jamas podría recuperar, sin embargo puede que eso tuviera que pasar.

    Los personajes pertenecen a su respectivos creador Masami Kurumada
    --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    Capitulo 1 (Sacrificio)

    -Siempre he vivido encerrado en estas cuatro paredes, mi piel es muy pálida, pues los rayos del tenue sol apenas si la ha tocado por la ventanilla que deja ver su brillo en las mañanas- Un suspiro cansado y triste se escucha de esos labios tenuemente rosas.

    -Cada día debo soportar ver a mi progenitor ser utilizado por el hombre que lo compro- Apretaba sus labios, no debía llorar o haría sentir mal a su padre.

    -Él lo hace solo por mí… Para impedir que me hagan daño- Calla un segundo, sus pensamientos –Sé que utilizan su cuerpo de formas que ni siquiera debería saber- Un sollozo se escucha, tratando de ser ahogado por sus manos.

    -No soporto más aquí… Quiero solo salvarlo-

    Tener quince años, toda tu vida en cautiverio. Saber que no eres dueño de tu destino, que alguien más lo decidirá por ti y lo usara a su conveniencia, era lo que se le deparaba a los faunos omega.

    Siendo humano con características de animales, al igual que estos, también tenían una sociedad jerárquica, por Alfas, Betas y Omegas.

    Pero si ya de por sí, ser lo más bajo en esta cadena era malo, nacer como fauno era aún mucho peor. Aquellos con suerte eran salvajes y debían defenderse por sí solo, pero eso era logrado solo por los Alfas de la especie y algunos Betas, los Omegas también eran sometidos por estos, sin importar su condición.

    Los peores eran los humanos, ellos te compraban al mejor precioso y te volvían esclavos, algunos corrían la suerte de ser solo sirvientes, era lo mejor que podrían obtener.

    Sin embargo no todos portaban la misma suerte, aquellos tenían por órdenes de por vida satisfacer la vida sexual de sus amos y con aquello no se podía hacer absolutamente nada.

    Un joven carnerito, solo posea quince años de edad, vivía de esa manera, solo encerrado por su suerte, ya que su padre… Pidió a su amo que no le hiciera daño en cambio el haría lo que fuera, podría ser utilizado como mejor le plazca y el no haría anda al respecto.

    El pequeño, nunca había sido tocado por nadie, mucho menos marcad.

    Cabellos lilas, ojos grandes verdes y con una profunda tristeza, delgado porque apenas si se alimentaba, piel pálida, aun así poseía una belleza insuperable, escondida detrás del matriz de la opresión.

    Los faunos carneros eran una especie muy extraña, se podría decir al borde de la extinción. Por esa razón quien vendiera alguno, lo hacía a preciso inimaginables.

    -Mu… Come algo por favor hijo-

    Otro omega que compartía esa habitación tan oscura, fría de piedra, mas aprecia un calabozo.

    Un carnero mayor, aunque macho, era tratado como una hembra sin más. El cabello largo, esponjoso y verde, ojos de color rosa siempre melancólicos, pero al ver a su hijo podría sentirse feliz.

    Él era lo único que amaba, lo único que logro conservar de su primer alfa.

    Presentaba en su piel laceraciones, moretones, mordidas…Era normal, obligado a cada noche satisfacer a su dueño y también a los amigos de este.

    Pero no le importaba si con ello, si con ese sacrificio podría mantener a su pequeño a salvo, lo haría toda la vida de ser necesario.

    -Papá… Tú come lo mío, ayer te lastimaron mucho… Te debe dolor- Aquel joven decía con tristeza en su voz.

    Acaricia los cabellos de su hijo y pequeños cuernos de canerito que salían de su cabeza –Estoy bien… Tú debes comer, para crecer grande y fuerte- Aquí esta esa sonrisa que le dedicaba a su niño.

    Este no podía soporta… Cada día lloraba la suerte que su padre corría, y no poder hacer nada… Solo lo abrazaba y trataba de curar sus heridas, temía que algún día lo mataran y que no pudiera hacer nada.

    Solo era un Omega sin tanta fuerza como se pensaba.

    -¿Por qué debemos pasar por esto?, ¿Por qué te deben lastimar?- Bajo su cabeza, derramando esas lagrimas contenidas –Si yo… No hubiera nacido… Tú podrías ser… Libre- Estaba ya en un mar de lágrimas.

    -No reniegues de tu nacimiento… Por favor- El mayor llevaba sus ojos cristalizados, sus palabras sonaban como una súplica desgarradora.

    Aunque poseía una cornamenta en espiral, estaban limados para qe no tuvieran punta y sin opción de defenderse.

    -Eres lo mejor que me ha pasado– Esas palabras eran tan sinceras de parte de su padre –No me importa mi suerte, mientras yo pueda protegerte, hare lo que sea-

    -Pero te duele y mucho… No es justo- Se aferraba a su padre, temiendo que lo arrancaran de su lado.

    -No me duele nada… Todo estará bien algún día- Besaba la frente del carnero.

    Recordaba cuando era un bebe. En cierta forma sus bellos ojos le recordaban a ese fauno de tigre que lo marco por primera vez. El cual había entregado su ida por la de él.

    Por esa razón, él no se permitiría darse por vencido.

    -Debes comer, la medicina que tomas no debe caer en vacío o te hará daño- Hay estaba esa dulce voz de preocupación paternal.

    Alguien tan bueno no debía sufrir tanto… No debía.

    Bajo su mirada, no quería darle más preocupaciones a su padre, comió muy apenas aquellas sobras que conseguía. Unas migajas por lo que debía pasar, era injusto.

    Las noches eran peores, ver que se lo llevaban, vestido y arreglado de una manera tan vulgar, para hacer esas cosas, le dolía en el alma.

    Debía idear una forma de escapar, pero estaba solo… Nadie lo ayudaría.

    ¿Por qué le temían tanto a ese hombre?

    -Así me gusta, que seas eficiente Shion-

    Aquel hombre, sonreía al ver como el peliverde, era atento con sus invitados.

    Ver sus lágrimas, su tristeza le excitaba en su retorcida mente.

    Ser usado como una puta, era su vida. Pero no se quejaba, lo hacía para que nadie tocara a su hijo. Él lo defendería sin importar que.

    Cada noche por largas horas ese era su martirio.

    A veces, solo cerraba sus ojos, e imaginaba la vida que se le arrebato, ser libre junto al padre de Mu, las cosas tan diferentes.

    Al terminar, su cuerpo tan lastimado, aun debía limpiar el desastre, según fuera las ordenes de su amo, otras solo era un poco más de tortura.

    -No me mires así, lindo carnerito- Le sostenía la quijada fuertemente, apretándola cada vez mas –Deberías estarme agradecido… Aunque me diste esa sorpresa de tu embarazo, con algún otro fauno asqueroso, no me deshice de tu cría- Lamio sus labios –Debe ser muy hermoso, y su piel… Mucho más suave que la tuya- Sonrió de forma siniestra –Me pregunto ¿Qué tan estrecho debe ser?-

    La angustia se reflejó en sus ojos, cambiando su semblante a uno de derrota, cuando trataba de ser desafiante, él lo lastimaba de esa forma.

    -Así me gusta- Aventó al Omega fuertemente contra el piso y prosiguió a poseerlo de una forma salvaje.

    En su pensar, los humanos eran más aterradores que uno de su especie salvaje.

    -Lo que fuera para que a Mu jamás lo alcanzaran-

    Lamentablemente nadie cumple sus promesas por lo general.

    Aquel amo del carnero mayor, poseía una mirada despiadada y sádica, un cabello azul oscuro, ojos Viridian, alto, su piel un poco tostada, fornido. Tenía una gran crueldad en su corazón y la descargaba cada vez que quería en su Omega.

    Lo maldecía porque no le podía dar una cría, se supone que para eso compras a uno y siendo fauno, si salía como un Alfa, podría utilizarlo como herramienta de ataque, si es un Omega lo podría vender.

    Sin embargo existía algo por lo cual los carneros estaban en peligro de extinción y era que solo podían tener una cría toda su vida, por ende se comportan de manera sobreprotectora con ellos.

    Tarde que temprano vendería al mejor postor al pequeño, solo esperaba a su primer celo, para hacerlo suyo y después tener ganancias.
     
  2. Threadmarks: Capitulo 2 (Un Momento)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    2421
    ---Días después---

    Como cada semana, fue un martirio para ambos faunos, Shion regresando mal herido en todo su cuerpo, la sangre escurriendo de el mismo, tratando de cubrirse lo mejor que podía con las ropas que en vez de decir eso, era solo tela raída, que lo lograba cubrir más que nada de su parte baja, no quería que su pequeño viera nada de que lo asustara por los moretones que ella presentaba.

    Mu por su parte, trataba de cuidar de él, limpiándolo, vendándolo con misma tela de ese tipo, ambos se tragaban su dolor y tristeza, forzar una leve sonrisa cada madrugada era lo único que lograban hacer, al final el mayor lo abrazaba, tratando de cubrirlo, por la soledad que le estaba dando y no podía hacer nada.

    Pero existían noches, que se podrían der eran tan escasas, aunque sea unas veces al año, no debía cumplir esa obligación tan horrorosa. Cuando ese hombre tan despiadado, salía y se divertía en otros lugares, el peliverde podía respirar con tranquilidad, sintiendo como el alma le regresaba, sin temer que algo malo ocurriera.

    Y hoy era una de esas veces, había pasado la hora designada que el hombre obligaba a su fauno a ir con él, nunca irrumpió en el cuarto tan humilde que se encontraba debajo de la casa, un sótano húmedo y sucio.

    El pelilila, miraba con medo esa puerta, temía que se abriera en cualquier momento, se encontraba apoyado con su espalda a la pared, doblado de sus rodillas, abrazando las mismas, con tanto terror, que su piel palidecía con cualquier sonido, lo cubría una tela tan dura y vieja que parecía manta, siendo como vestido, lo mejor que pudiera suceder.

    Su padre suspiraba al verlo, le causaba tanta culpa de no darle una vida mejor, algo que no le causara tanto dolor, se odiaba a veces por haber nacido como un fauno omega, si fuera más fuerte y se enfrentara a él.

    Más temía como siempre, que no pudiera hacer nada más y al final tocara a su pequeño.

    Se acercó a su pequeño y lo abrazo con fuerza, atrayéndolo a su pecho, queriendo trasmitirle todo su amor y calor, para que olvidara ese medio, lo que provoco fue que al principio se sobresaltara y lo mirara con terror, pero al darse cuenta que era su progenitor, respiro tranquilo, pero las lágrimas cayeron, sobre el peliverde.

    El niño solo se abrazó fuertemente, se sentía seguro en los brazos del mayor, era el único lugar que podría decir que es suyo, pero que se lo podían arrebatar como siempre.

    Un sonido de pequeños golpes se escucharon de parte de esa puerta.

    Acto seguido, ambos levantaron la cabeza.

    Los ojos rosas, fijos en la puerta, mirando tristemente, no tendría tranquilidad esa noche, su pequeño aferrándose a él con toda sus fuerzas, ocultando su terror en él.

    -Oye… Pequeño fauno… Te traje algo de comer- La voz suave de un hombre, conocido por ambos, les trajo algo de calma.

    -Ese es…- El menor levanto su cabeza, le tranquilizo.

    -Camus…- Musito el peliverde, el cual se incorporó, con suma dificultad, después de todo cada noche su cuerpo lo resentía al día siguiente y posiblemente para el resto de su vida.

    Camino lento, hasta la puerta –Camus… ¿Eres tú?- Pregunto, por miedo a que fuera una trampa.

    -Si- Abrió la puerta lentamente, dejando en las manos del fauno lo que parecía ser un plato de una sopa fría y un pedazo de pan –Lo siento… Solo pude traer esto para tu hijo-

    Le sonrió débilmente, demostrando su agradecimiento –No, no te preocupes- Niega con la cabeza –Muchas gracias-

    -No te preocupes por esta noche, ese hombre… Se fue- Le dijo aquello, como si fuera la información más valiosa del mundo.

    Y lo era para esos dos carneros.

    Asienten débilmente –Me alegro-

    -Bueno, debo irme… Aun no término mis deberes- El hombre de cabellera aguamarina, y ojos azules, demostraba con ellos compasión, por ambos.

    Tenía la suerte de que aunque fuera Omega, no nació fauno, por ende aunque trabajaba en ese lugar como criado, nunca lo han lastimado de ninguna forma, si insultos sin duda ha recibido, pero no eran nada comparado con lo que ellos pasaban.

    Se mostraba siempre frio, ante todos por igual, no tenía muchos años de edad, era tan solo cuatro años mayor que el pequeño carnerito, pero demostraba tener una sabiduría mayor, tal vez por eso… Se compadecía del niño.

    No podría ayudarlos, aunque quería, lo único que podía hacer por ellos, era darles un poco de comida a escondidas.

    -Cerrare de nuevo la puerta- Suspira –Sabes que si pudiera… Yo…-

    -Entiendo…- Le regalo una sonrisa –Solo…- Bajo la voz un poco –Por favor… Prométeme, que cuando muera… Ayuda a Mu a salir de aquí- Aguanto las lágrimas, sabía que existía la posibilidad, cada día los golpes eran peor.

    Asiente firmemente –Así lo hare…- Cerro la puerta detrás de él, dejando de nuevo a ambos en esa lugar.

    El no pedía nada para el… No le importaba lo que apsara. Pero solo rogaba que si con su muerte era suficiente para que Mu saliera de esa prisión, lo haría sin pensarlo.

    Contuvo sus lágrimas, para voltear con esa comida hacia su hijo.

    -Tomo mi pequeño, come- Estando al mismo nivel que el niño, le tendió ambos alimentos.

    El pequeño, sujeto el pan en sus manos se sentía tan duro, la sopa se sentía un poco tibia, sabía que era lo mejor que la única persona que sentía aunque fuera algo de compasión, les podía dar.

    Estiro sus piernas, posando aquel palto en sus piernas y sosteniendo el pan con la mano derecha. Miro su propio reflejo en ese alimento, se preguntaba ¿Qué hacer para que cambiara todo?

    Shion por su parte, se sentó a su lado, mirando con atención a su pequeño, aunque también sintiera hambre… No le quistaría ni un bocado a Mu, el debía comer.

    Suspiro tristemente, y con todas sus fuerzas, partió el pan a la mitad, se escuchó ese fuerte crujido, tendiéndolo a su padre, mostrándole una sonrisa.

    -Mu… No…- Quiera negarse a aceptar, pero su pequeño le dedicaba una sonrisa con suplica, que sabía que no podría resistirse, además que su estómago comenzó a gruñir sonoramente.

    Lo tomo, sentía la textura, no estaba mal aquella hogaza de pan, pero sería difícil de tragar por la dureza del tiempo en ella.

    -La sopa aún se sentía algo tibia… Si ponemos el pan dentro de ella, será más fácil comerlo- Ofreciéndole ese alimento líquido, con su pequeña mano ante él.

    Por un segundo se preguntó… ¿Cómo es que el sentía aquello aun con calidez, si a su tacto estaba helado?

    Ese cuestionamiento, no le dio más importancia, cuando vio lo as adorable ante él.

    Su hijo ofreciéndole de su pan, ya antes mojado, para que le diera el primer mordiscó, aunque sabía que él también tenía hambre.

    No supo que decir y no se negaría, ver la angelical cara de su hijo, le causaba un estrujamiento en su ser, mordió aquello y con lágrimas lo mastico.

    Cuando Mu era pequeño, él también lo había hecho para que comiera, ahora su hijo lo hacía con él.

    Su bebe era inocente de toda esta maldad, no permitiría que sufriera más, de alguna u otra forma debía idear la manera que el saliera. Aunque con ello conllevara a su muerte prematura.

    Ambos así comieron compartiendo lo poco que tenían para alimentarse.

    Al terminar, dejaron el plato ocultó, no debía existir evidencia de que hubieran comido algo, cuando el amo de la casa nunca les mando nada.

    Ya la noche meritaba para dormir, Mu quería dormir a lado de su padre, acurrucado con el cómo las pocas o casi nulas veces que lo lograba.

    Estando apoyado contra la pared, el mayor llamo al pelilila, para que durmieran juntos, se recargado feliz en el regazo de su padre, era lo único a lo que podía llamar felicidad en este mundo.

    Este le acariciaba los cabellos desordenados y aunque estuvieran algo sucios, pues normal vivir así apenas si les daba para asearse un poco.

    No le importaba era su hijo, lo que más amaba en esta tierra.

    -Papá…- Llamo suavemente.

    -Sí, Mu- Bajo su mirada, para encontrarse con unas dulces esmeraldas.

    -¿Me… Puedes contar como… Se conocieron tú y mi padre?- Esa inocente pregunta, era una que siempre pedía el niño, cuando podían compartir el lecho de sueño.

    Aunque lo esperaba, no negaba que le causaba una gran emoción y nostalgia revivir aquellos meses cortos que fue feliz, desde que le habían arrebatado por primera vez la felicidad.

    Sonrió, cerrando sus ojos, mostrándose fuerte –Claro que si…- Suspiro levemente, levantando su mirada, como si pidiera permiso para platicar su propia historia.

    -Nos conocimos por pura casualidad… Tenía trece años- Miraba sin de verdad observa nada –Yo ya estaba encerrado en esa época paras ser vendido…- Trago un poco de saliva, recordar como habían asesinado a los suyos para capturar a los jóvenes faunos de su aldea –Era demasiado ocurrente, cuando nos vimos, me dio mucho miedo, creí que me atacaría aunque estuviera encerrado, pero…

    ---Flash Back---

    Ahora adentrándonos a los recuerdos de aquel fauno peliverde

    Recordaba con detalle, como se conocieron, el momento en que temblaba en su jaula, cubriéndose la cabeza, pensando que aquel fauno salvaje, lo atacaría, en esa noche lluviosa, que lo habían dejado a fuera, por tratar de escapar ese día.

    Pero no fue así, de hecho solo lo olfateo, y el fauno tigre le sonrió.

    -Oye niño… ¿Por qué estás en una jaula?- Inclinó levemente la cabeza, cuestionando aquello.

    Levanto su mirada, por encima de sus brazos, aun aterrado para moverse -¿No vas a comerme?-

    Lo miro extrañado el castaño -¿Comerte?- Dejo escapar una risa sonora –Jajajajajaja ¿Por qué te comería? Estas muy flaco, para que tengas buen sabor Jajajajajajaja- Aquella declaración, no le tranquilizó del todo, pero le agrado escuchar una risa que no fuera cruel.

    Sonrió apenas, hacía tiempo que no tenía una mirada amiga.

    El fauno tigre, le mostraba una sonrisa amigable, demostraba tener rayas en su cuerpo, pues no llevaba nada en la parte superior, solo un pantalón color café algo deteriorado, sujetado por una cuerda en la cintura. Sus cabellos castaños desordenado y algo largos, hasta los hombros, contrastaba perfectamente su piel un poco tostada con esa mirada del verde esperanza.

    Dedico una sonrisa, mostrando sus dientes y obvio los colmillos que poseía –Me llamo Dohko- Inclino levemente su cabeza -¿Cómo te llamas?-

    Por un momento, ver esa sonrisa, esos hermosos ojos, le parecía tan lindo. Era un joven fauno, ver una muestra de amabilidad después de tres años viviendo así, le causó un gran impacto.

    -Me… Me… Llamo Shion- Dijo con una voz muy baja.

    -¿Por qué estás en esa jaula Shion?- Pregunto sin más, aunque lloviera no le importaba, estaba más intrigado por el niño en ese lugar.

    Suspiro, bajando su mirada –Acabaron con mi aldea hace tiempo… Y me trajeron aquí para…- Unas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos rosas, le dolía recordar.

    Introduciendo su mano, por la jaula, aunque fuera estrecho el lugar, acarició sus cabellos verdes, para reconfortarlo –No llores… Creo que entiendo…- Sonrió tenuemente.

    Levantando su mirada levemente, encontrándose con las gemas verdes que brillaban tan inmensamente. No pudo hablar, pero sonrió.

    -¿Te puedo venir a ver otra vez?- Pregunto, entusiasta.

    -¿Por qué querrías venir a verme?- No comprendía la actitud de ese fauno.

    -Me caíste bien, y eres pequeño…- Callo un momento –Además, creo que necesitas un amigo- Sus sonrisas eran tan adorables que las demostraba a cada rato.

    -¿Amigo?- Sus ojos se abrieron un poco, se sorprendió.

    -¿Qué me dices Shion? ¿Si puedo?-

    Bajo la mirada lentamente –No se… Ahora estoy siento castigado, por…- Toco levemente sus cuernos pequeños.

    -Jajajajajaja ¿los atacaste?- Ríe levemente –Los cuernos de los carneros, son buenos para la defensa, pero… Si vas directo no funcionan, es mejor de lado, así los puedes lastimar con las puntas- Le explico claramente.

    Se sorprendió -¿Cómo sabes eso?- Sus dulces ojos rosas se iluminaban.

    -Qué lindo te ves- Declaro sin más.

    Ser llamado lindo, por ese extraño tigre, le causo un sonrojo muy grande en sus mejillas pálidas.

    Sin embargo, esa linda conexión de ambos jóvenes, fue interrumpida cuando se escucharon como unos pasos se acercaban y sabían que eso solo podía significar que quien tenía encerrado al carnero se aproximaba.

    El alfa olfateo, la lluvia no era impedimento para el –Creo que viene alguien-

    -Sera mejor que te vallas, podrían hacerte daño- Dijo preocupado, aun apenas de conocerlo no quería que nada le pasara.

    Sonrió triunfante –No te preocupes, me iré por esta noche, pero regresare luego para seguir hablando- Y como vino, desapareció rápidamente, tenía una gran velocidad.

    Shion solo se quedó mirando, como se alejó ese joven que le había provocado una extra sensación, pero mucha alegría cosa que ya no tenía mucho que experimentaba.

    ---Fin Flash Black---

    -En esa noche, fue como conocí a tu padre… La lluvia dejo de ser fría desde esa vez- Decía con la nostalgia plasmada en sus ojos, cada que lo contaba solo alegraba su corazón.

    No escucho contestación, miro hacia su regazo, y su pequeño ya estaba profundamente dormido, aferrado a las prendas que llevaba, sujetándola con fuerza.

    Si tenía un sueño o pesadilla, sería difícil saberlo, tenía una expresión aun preocupado en sus sueños.

    Las suaves caricias en el cabello del pelila, para tratar de hacer que descansará y no pensara en nada malo aunque fuera en su mundo de sueños.

    -Dohko… Como me hubiera gustado… Que lo conocieras- Derramo sus lágrimas suaves, limpiándolas de inmediato no quería que cayeran sobre la cara inocente –Tiene tus hermosos ojos… Trato de ser fuerte, pero… Siento que las fuerzas me abandonan cada día más- Cubrió su boca, ya no quería decir más, o gemir más… Dolía cada recuerdo hermoso, no poder volver a aquella época, cambiar aquel suceso.

    Cerró sus ojos, debía dormir… No le importaba tener que descansar en esa posición sentado, mientras Mu estuviera cómodo, el haría lo que fuera.

    Sus últimos pensamientos fueron de aquel día que ese tigre lo ayudo a salir de su cautiverio fue el único objetivó de esas personas, era venderlo.

    Los recuerdos volvieron dentro de sus sueños.
     
  3. Threadmarks: Capitulo 3 (Viejas Memorias)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    5717
    ---Recuerdos dentro del sueño---

    -Corre Shion…- Lo tira fuertemente del brazo, para que no pierda el paso.

    -¿A dónde iremos?- Está asustado, pues acaba de escapar de aquellos malditos humanos.

    -Muy lejos, donde no puedan venderte a nadie- Dice aquello con mucha determinación, sujetando el pálido brazos con fuerza, corriendo con todas sus fuerza, solo para salvarlo.

    Así siguieron por varios metros, hasta se podrían decir kilómetros, siendo faunos pueden resistir aquello. Pero el carnero, al haber tenido que estar en cautiverio sus últimos tres años, lo ha hecho perder condición.

    -Dohko…- Respira algo agitado, sus piernas comienzan a flaquear –No puedo… Más…-

    Se gira, deteniéndose de golpe para ver al peliverde -¿Estas bien?- Se acerca a él.

    Jadea sonoramente, su corazón late demasiado rápido, ha sudado por tanta carrera, aun se aferra a la mano del tigre –Solo… Necesito… Descansar un poco-

    Mira para todos lados, verificando que no exista peligro alguno.

    Ya están lejos de aquel lugar, posiblemente el descansar sea factible, y no ocasione que lleguen por el peliverde.

    -No te preocupes- Su respiración esta también agitada, pero al estar más acostumbrado a correr grandes distancias no le ocasiona problema alguno –Es seguro estar aquí-

    -¿Si?- Pregunta aun con miedo, no quiere volver a ese lugar.

    -Sí. Vamos a pasar la noche aquí y mañana seguiremos más tranquilos- Sonríe, sentándose junto al carnero, el cual ya no puede aguantar más.

    -¿Por qué te arriesgarte a salvarme?- Pregunta por requerimiento, no alcanza a comprender por qué Dohko ha hecho eso.

    Su rostro se vuelve serio, mirando hacia el suelo –Por qué… No quiero que nadie te compre- Contesta suavemente, y en un movimiento rápido, posa su mano sobre la del carnero.

    Sonrió tenuemente, le parece adorable que ese tigre tan impetuoso, pudiera tener una actitud tan tímida –Gracias- Su hermosa sonrisa por fin puede seguir existiendo, y ahora es solo para su amigo.

    Le encanta ver esa preciosa sonrisa, pero no es momento de decir nada cursi. Se sonroja demasiado y rápidamente trata de cambiar el tema –Bueno… Ja, ja, ja, ja. No fue nada- Sonríe de manera arrogante –Esos humanos no pueden contra un fauno como yo- Alza sus brazos para flexionar los codos y hacer que sus musculo se marquen.

    Shion deja escapar una gran risa, pues ver esa actitud del castaño, le parece lo más bonito del mundo –Y dime… Gran Tigre… ¿A dónde vamos a ir?-

    Abre sus ojos de golpe, pensando en la pregunta puesta sobre la mesa –Pues… Creo que podríamos ir a las tierras del Tíbet- Su rostro se pone demasiado pensativo –Si mal no recuerdo, es donde tu antes vivías ¿Verdad?- Al girarse, nota un rostro de sorpresa, con lágrimas brotando de sus ojos rosas.

    -¡¡¡SHION!!! ¡¡¡¿QUÉ TIENES?!!! ¡¡¡¿QUÉ TE PASA?!!!- No entiende que le pasa al corderito, y esas lágrimas le están causando terror.

    Sonríe aun con llanto en su rostro, para así aventarse contra el tigre, y darle un fuerte abrazo, dejando atónito a ese fauno -¡¡¡GRACIAS!!! ¡¡¡DOHKO ME HACES MUY FELIZ!!! ¡¡¡GRACIAS!!! ¡¡¡GRACIAS!!!-

    Es la primera vez que se dan un abrazo, el único contacto que habían tenido ha sido algunas caricias en sus cabellos y tocar sus manos suavemente. Pero ahora no existe prisión que los separe.

    Le devolvió el abrazo, aunque fueran un par de adolescentes, uno de trece y otro de quince años, tratan de sentirse protegidos, o más bien, los brazos fuertes del castaño envuelven el cuerpo del cordero.

    Fue solo un instante, uno muy hermoso, en que sus corazones laten al unísono con suavidad.

    Quieren permanecer mucho más tiempo así, pero la situación actual no se los va a permitir.

    Aun en contra de alejarse –Debemos irnos…- Se aparta del delicado cuerpo, desviando la mirada, esta rojo por aquel contacto.

    La dulce sonrisa del cordero se posa en ese tigre, las mejillas rojizas le adornan hermosamente –Si, vamos- Sujeta su mano para dejarse guiar por un leve impulso, se siente seguro junto al castaño.

    Ambos comienzan a caminar apresurados, para evitar que los alcancen, pero no tanto para cansarse, más que nada por Shion, su cuerpo no tiene condición para grandes distancias.

    -Si te cansas dime, te puedo cargar- Deja escapar aquella propuesta, aunque la verdad, su actitud impetuosa esta algo cohibida por las sensaciones tan extrañas de su corazón.

    Niega con la cabeza suavemente –Estaré bien. Sería una mayor carga para ti- Baja un poco su mirada, mientras tiene una tímida sonrisa en su cara.

    Mira atento al contrario –Claro que no. Tú para mí, nunca serias una carga. Yo te cuidare muy bien- Sujeta su mano con mayor fuerza, desea trasmitirle su sinceridad con esas palabras.

    -Ya lo haces, y te lo agradezco tanto-

    Sus miradas conectadas en ese atardecer. Les espera un largo camino hacia su destino…

    Es un viaje sumamente extenso, tendrán que pasar todo el país para llegar al vecino, y aun allí caminaran mucho más.

    Esas tierras heladas están muy al norte y su localización es completamente al sur, cerca de las costas.

    Varias veces debieron pasar tiempo en los diferentes pueblos que se encontraban en el camino, para comer, descansar, o pedir indicaciones.

    Bueno, el que lo hacía era Dohko, sabia como defenderse y tratar con los humanos y faunos. Además de que sabe ocultar muy bien su origen, ya que con cubrir su cuerpo es suficiente, nadie se daba cuenta de su herencia de Tigre.

    En cambio, los cuernos del corderito lo delatan mucho, y aunque se cubriera con alguna tela, se marcan demasiado. Además un Omega cerca de Alfas sería un enorme peligro.

    Por ende, siempre se quedaba a las afueras de los pueblos, pero bien oculto. El tigre le pedía que no hiciera ruido, que él volvería muy pronto y siempre lo hacía. Y aunque el castaño odiaba dejarlo solo, era la única forma de mantenerlo seguro y conseguir algunos suministros.

    Muchas veces regresaba con comida para ambos, y si, de repente tenía que hurtarla, algo que le regañaba el corderito, diciéndole que eso era muy malo.

    Por ello, a veces proponía a algunos pobladores que si les ayudaba a hacer algún trabajo a cambio de algún alimento.

    Y eso hacía mucho más feliz al pequeño peliverde, el cual le decía que él también le podía ayudar, así ambos trabajando conseguirían más.

    Pero Dohko se lo negaba. Ya que sí alguien viera un fauno tan hermoso como él, podría ser capturarlo para ser venderlo. Lamentablemente mucha gente practica ese horrible “Trabajo” si se le puede llamar así.

    Las noches las pasaban al aire libre, otras en cuevas, y a veces dentro de graneros que estuvieran descuidados para descansar.

    Se contaban pequeñas historias de su pasado.

    Shion aun con lágrimas, contaba su vida en Jamir. Como sus padres lo cuidaban mucho. Él es de la misma especie que el Omega que lo engendro, su padre era de otro tipo de fauno, pero solo heredo de él unas marcas en la frente. Algunos de ese pueblo las tenían, sin embargo no existía una explicación que conociera de ellas.

    Era un lugar pequeño, en su totalidad de faunos. Vivian todos felices, pero cuando cumplió los diez, todo cambio...

    Recordaba los gritos, el miedo en los rostros de sus amigos, la sangre de los adultos que corría de sus cuerpos por proteger a sus crías, y el fuego que lo separo de su vida feliz e inocente.

    El tigre odiaba verlo llorar, lo abrazo con fuerza, posicionándolo en medio de sus piernas para que se recargue en su pecho, esa es su manera de protegerlo. Posaba su barbilla sobre la cabeza del fauno, teniendo cuidado de los cuernos.

    Esa acción tranquilizaba al menor, y así podía dormir tranquilo.

    Las historias de Dohko, se podrían decir que eran de tristeza. Él nació de una Omega Tigresa, era muy extraño que un carnívoro depredador, tuviera esa índole, pero así fue.

    Su madre era la sirvienta de una casa lujosa, un destino mucho mejor de lo que muchos faunos pudieran aspirar.

    No sabía mucho de su padre, solo que fue un humano alfa. La fauno no quería contarle nada sobre ello, al parecer le causaba mucho dolor, pero eso no le impedía ser tan amorosa con su hijo.

    Ella tenía dos características animal, otra cosa bastante inusual de ver, usualmente solo heredan uno nada más. Las orejas y las rayas.

    Pero una noche… Toda su vida cambio. Hubo un revuelo en esa ciudad, las familias ricas fueron destronadas, matando a los miembros de cada una de ellas, incluyendo a los sirvientes. Él logro escapar por suerte, mas quedo herido. No pudo salvar a su madre, ella le dio la oportunidad de irse, mientras los detenía.

    Solo recordaba con tristeza aquel hecho, pero se tragaba las ganas de llorar, lo sentía como una debilidad de su parte.

    El corderito siempre le daba un fuerte abrazó cada que lo notaba mal, también quería cuidar de él, aunque fuera más pequeño de edad, trataría de estar a su lado por siempre.

    Ambos faunos solos en este mundo, con historias tristes, siendo separados de las personas que más amaban, que los criaron y cuidaron, por causa del egoísmo humanos.

    Pero ahora no parecía importarles más, solo tienen un pensamiento en mente y es, estar juntos, vivir tranquilos y felices.

    Mas el destino es caprichoso.

    El celo de un fauno Omega es más potente que el de un humano, despiden un olor cargado de feromonas que atrae a cualquier Alfa dispuesto a aparearse. Por eso muchos toman supresores para evitar esa condición.

    Cualquier Omega en esa situación, su cuerpo se debilita tanto, siente como sí ardiera por completo, suda mucho, su respiración agitada, apenas si se puede mantener en pie, su mente da vueltas. Es un tormento que sufren a gran escala.

    Ese dolor que sufrían solo se podía aliviar con la entrega sexual. Por eso existían muchas violaciones en este mundo. Pues en la mayoría de las veces, el Omega no deseaba de manera consiente hacerlo, aunque eso le causara tanta agonía.

    Pero eso solo era para quienes no estuvieran marcados. Cuando un Omega lo estaba, esa condición bajaba, solo el calor corporal era lo que conservaba y una insinuación descarada a su Alfa.

    Mas el primero de todos era el más difícil, asustaba y atemorizaba demasiado al joven que lo tuviera.

    -No entiendo, ¿Por qué no puedes comer carne?- Da un mordisco a sus alimentos carnívoros.

    -Conciencia gremial, además…- Mira con lo que ese tigre se está alimentando y le da un poco de asco –Yo tampoco entiendo eso de ti-

    Ríe sonoramente –Ja, ja, ja, ja, ja. Bueno, come tus plantitas, porque nos espera un largo camino- Mira al firmamento, es aún bastante temprano –Si caminamos todo el día, estaremos cerca de la frontera en tres días-

    Sonríe emocionado el carnero –Pronto llegaremos a Jamir- Su mirada llena de ilusión no se puede ocultar.

    -Sí, y me vas a enseñar ese lago en donde jugabas de niño- Esa mirada pone bastante feliz al tigre.

    -Veré de nuevo… Mi hogar...- Se acerca al carnívoro, recargando su cabeza en el hombro del castaño –Todo es gracias a ti, Dohko-

    Ese lindo rostro, la bella sonrisa que ahora se mantendrá por siempre, le encanta tanto ver, solo quiere protegerlo, vivir a su lado, y lo hará. Está decidido a permanecer a su lado pase lo que pase.

    Y en ese momento se atreve a más, y besa esa tibia mejilla.

    Provocando un sonrojo en el pálido rostro del corderito, pero lejos de alejarse, levanta su mirada para encontrarse con las esmeraldas del tigre, que lo observa con ese sentimiento llamado amor.

    Ambos así lo sienten tanto, que se acercan lentamente, quieren darse un beso, algo más que le demuestre al otro lo que nació en su corazón.

    Pero de repente, Dohko comienza a sentir un aroma demasiado fuerte que inunda sus fosas nasales, apartándolo de golpe de Shion.

    Esté no entendía que pasaba, ¿Por qué se alejó de repente? ¿Acaso no quería esa demostración de afectó?

    -¿Qué? ¿Qué pasa Dohko?- Se levanta de donde estaba sentado, para tratar de entender lo que ocurre, pero sus piernas comienzan a flaquear y cae al suelo de golpe.

    -¿Shion?- Está cubriendo su nariz con todas sus fuerzas, resistiendo lo que esto le pueda provocar.

    Una mueca de dolor se manifiesta en su rostro, temblando, sus mejillas comienzan a verse rojas, un sudor frio acompañado con unos espasmos le recorre por competo el cuerpo. Se está asustando tanto, no sabe que le esta pasando, siente que morirá en cualquier momento.

    -¿Q…Que… Me… Pa…sá…?- Le tiembla la voz, las lágrimas surcan sus mejillas, le está doliendo todo en él.

    -Es… Tu primer celo, Shion- Trata de alejarse del cordero, no sabe cuánto podrá aguantar estando cerca de ese dulce aroma, que lo invita hacer cosas, que aunque desea hacer, no debe.

    El peliverde, no sabe qué hacer, solo se queda en el suelo, tratando de aguantar esas sensaciones tan extrañas en su cuerpo, que le están dando tanto terror.

    -Si se queda aquí… Atraerá a otros alfas y…- Aprieta su mandíbula y puños.

    Imaginar que alguien más tome a ese fauno que ama, le está causando una ira digna de cualquier Alfa posesivo. Pero él no se aprovecharía de esta situación para calmar sus propios deseos.

    Tomo aire por la boca, y sujeta con fuerza al corderito para llevarlo a la cueva, que habían compartido para dormir, y lo dejo allí.

    Este no entendía nada de lo que ocurría, pero confía en el castaño. Sin embargo se asusta cuando este salió del lugar y lo dejo encerrado, poniendo una roca en la entrada.

    Se pegó de espaldas a esa puerta improvisada que acaba de hacer, para proteger a Shion de todos, incluso de él.

    El celo de un Omega, despierta el de los Alfas de cualquier especie, por eso debía tener cuidado. Dohko ya está muy excitado.

    -Doh… Ko… ¿Q… Que… Ha… Ces?- La voz entrecortada suena demasiado seductora para él.

    No debe estar cerca, aunque lo quisiera.

    -Tienes… Que quedarte allí… Hasta que pase- Respira tan agitado, su cuerpo lo siente caliente, por ese contacto, por todo lo que pasa.

    -Pe… Ro…- Siente su cuerpo pesado y muy cansado, ya no tiene casi fuerzas para hablar, se acomoda en el suelo para recostarse, doblando sus rodillas, abrazándose a sí mismo –Creo… Que moriré…-

    -No vas a morir… Solo durara tres días… Y… Estarás bien…- Jadea un poco –Yo me ocupare de traerte comida y agua, pero… Por nada del mundo saldrás de allí, hasta que estés mejor-

    -Tengo… Miedo…- Un débil susurro pudo pronunciar.

    -No temas… Yo haré lo que sea para mantenerte a salvo- Traga saliva, y en voz baja pronuncia lo siguiente –Hasta de mí lo estarás-

    Escuchar las sinceras palabras del fauno carnívoro, le tranquiliza un poco. Podría tratar de dormir, si es que su cuerpo se lo permite. Debe ser fuerte, aún falta mucho para llegar a su destino.

    -¿Shion?- Lo llama con dificultad, y al darse cuenta que no hay respuesta y no se escucha nada extraño, comprende que posiblemente este durmiendo. Algunos Omegas utilizan eso como una manera de calmar su celo, ya que su cuerpo se debilita mucho.

    Este Alfa, siente como su mente da vueltas en torno a ese fauno peliverde, le causó gran impacto en su cuerpo. Nunca creyó que oliera un celo tan fuerte que lo pusiera así de mal.

    Debe calmarse de alguna forma, esta erecto, tanto que le duele.

    Resuena en su mente una gentil voz, que aún recuerda a duras penas.

    -Algún día… Cuando encuentres a tu Omega destinado, serán muy felices, lo cuidaras y protegerás a tu familia-

    Piensa en ello, mientras se aleja de la cueva, sus instintos se están apoderando de él. No puede estar cerca de Shion por mucho tiempo.

    -Es… Mi Omega…- Con esa idea en mente, desea ir de inmediato y reclamarlo como suyo, pero… Aún queda algo de cordura en él, o tal vez… El lazo que han formado, el amor lo está ayudando a calmarse, a pensar en el bienestar del otro antes que en el suyo.

    -No puedo… Si lo hiciera con él ahora… Sería como violarlo…- Niega con la cabeza –Yo me ocupare de mí mismo, cuando… Este bien… Hablare de esto con él…-

    Y así se alejó un poco del lugar, lo suficiente para no percibir el débil aroma que queda en el ambiente, pero no tanto como para dejar de escuchar cualquier intruso cercano.

    Se calma a sí mismo, pensando en situaciones obscenas con el corderito, ese instinto dominante en él se intensifica con cada imagen que imagina. Hasta que se siente liberado.

    La hora de la comida, fue algo difícil. Mover la roca, la parte más sencilla.

    Dejar los alimentos y el agua, sintiendo como el aroma que se ha acumulado allí lo intoxica, lo vuelve loco… Pero se aleja antes de cometer ese acto imperdonable.

    Es un Alfa demasiado fuerte en sus instintos, pero de nuevo su reacción no se deja esperar.

    -Solo siete veces más… Y todo acabará-

    ---Dentro De La Cueva---

    Shion, siente como su cuerpo lo tortura, en su mente solo un pensamiento surca aun en contra de su inocencia. Solo piensa en Dohko, en estar a su lado, aparearse con él. Sabe que es lo que pasa, en esos tres años de cautiverio, pudo escuchar… Cuando algunos de esos hombres tomaban a Faunos Omegas no tan raros y los violaban.

    Pero… El mismo se pregunta, ¿Por qué es tan fuerte esta sensación? Que solo quiere estar con ese Tigre, que él lo marque y le pertenezca.

    Se vuelve loco con cada idea en su mente, su cuerpo arde tanto, siente como su entrepierna y ano gotean, esta mojado, la ropa que le había conseguido el castaño, y lo cubre mejor, está ahora sucia de su esencia.

    Se siente tan avergonzado de pensar en ello, pero es su instinto Omega nublando su juicio.

    Trata de comer lo que le han dejado, pero… Apenas sí puede probar bocado. Su cuerpo es tan ajeno para él.

    -Doh…Ko…- Deja salir un jadeo ante su llamado.

    Creía en su mente, que los Alfas siempre se volvían locos de inmediato cuando un Omega despedía un aroma especial… Que los tomaban sin importar que, pero… Ahora mismo se siente tan poca cosa…

    -Ni… Siquiera… Soy… Suficiente… Para que… Desees… Aparearte conmigo…- El celo no deja analizar las cosas de manera correcta. Él está creyendo que el tigre se aleja porque ese aroma le resulta repulsivo.

    Solo son amigos, no puede… Tal vez por eso no está siendo coherente en estos momentos. Quiere al castaño con él, Dohko es el único con quien desea aparearse.

    Si tan solo conociera el gran deseo que el Tigre está teniendo de poseerlo, y como esté lucha para que no ocurra nada que lamenten después.

    La noche cayo y esta fría… Aunque ninguno de los dos cuerpos en esta historia lo este de verdad por su estado.

    La última prueba del día y a descansar, dejarle los alimentos y el agua, es lo único que debe hacer.

    También cuidadoso, lleva un puñado de hojas secas, que varias veces han utilizado como manta, a la vez que la combino con heno silvestre.

    Lo dejara sobre el carnero, y huira antes de que el aroma lo enloquezca de nuevo.

    Mover la roca, la sintió un poco más ligera.

    Deja la comida y agua en el mismo lugar, nota que el peliverde ha comido de manera descuidada.

    Lo difícil viene ahora, verlo dormir… Le causa gran impacto, le gusta esa vista, pues el carnero se había quitado la parte superior de la ropa, dejando su tórax al desnudo, ya que el calor está demasiado intenso.

    La reacción es evidente en su cuerpo, pero hunde su cara en las hojas, olerlas podría hacer que se tranquilizara, pues también las había impregnado con un poco de lavanda, ayuda a relajar el cuerpo, y está siendo de poca ayuda.

    Está teniendo pensamientos de esa piel blanca, lo suave que se ve, el sabor dulce que debe tener y más sensaciones abrumadoras.

    Niega con su cabeza y dejo caer las hojas para cubrir a Shion, hecho esto debe alejarse rápido, está al borde de la locura.

    Pero no logra escapar esta vez.

    -Dohko… No te vayas…- La voz suave del peliverde, lo llama más como una súplica.

    La voz de ese Omega lo está poniendo de nervios, no debe verlo, esta de espaldas a él.

    -¿Por qué… No quieres… Estar conmigo?- Se quiebra con su débil voz, hace un esfuerzo por incorporar su cuerpo.

    -Shion… Yo…- No piensa claro, sus fosas nasales están siendo inundadas por ese aroma intoxicante para cualquier Alfa. Niega con la cabeza, no debe contestar, solo alejarse lo antes posible.

    -¡¡¡NO TE VAYAS!!! ¡¡¡ME DUELE MUCHO!!!- Sus mejillas tan rojas, su cabello un poco pegado a su piel desnuda, el sudor así lo reclama -¡¡¡POR FAVOR… QUÉDATE CONMIGO…!!!- Cierra sus ojos derramando lágrimas –No quiero… Estar sin ti-

    -¿Sabes… Lo que significa… que un Alfa se quede… con un Omega en estas condiciones?- El calor en su cuerpo aumenta a gran velocidad, ya está erecto de nuevo, su respiración agitada y un jadeo fuerte, dejan ver sus instintos más bajos aun controlados.

    -Quiero… Que eso pase… Quiero… Aparearme contigo… Por favor…- Su mirada rosa, su piel sonrojada, su jadeo fuerte, todo en él es apetitoso para cualquier Alfa.

    Solo eso se necesita para perder el control en ese Tigre, que ya no aguanta más, también está ansioso por ese momento. Si el cordero está de acuerdo en que él lo haga suyo, entonces ya no se detendrá ante nada.

    Va directo hacia el Omega que le ruega su atención, la mirada verde lo observa con atención, lujuria es lo que porta en esas gemas, ese aroma lo ha inundado y su cerebro solo tiene una cosa en mente, hacer suyo a su destinado.

    Lo reclama con ferocidad, un beso en sus labios de manera descontrolada, mordiéndolo un poco, dejando un rastro de sangre y saliva, invade con su lengua.

    Aquello es un deleite para el peliverde, siente su cuerpo tan sensible, ante las descaradas caricias del tigre, sus manos toscas tocando esa suave piel, es mejor de lo que había pensado.

    Bajo al cuello, no es nada cuidadoso, se está dejando guiar por los instintos primitivos de cada Alfa en ese momento, marcas en el cuello, mordidas que dejan salir sangre, lo siente tan caliente que le provocaba más deseo.

    Las hojas están haciendo algún tipo de colchón para estos dos faunos, que están por entregarse.

    -Sabes realmente delicioso…- Un jadeo sale de esa boca, que apenas sí se aparta de los pezones del herbívoro –Eres mi presa ahora, no te dejare ir… Jamás- Muerde con un poco de fuerza esos botones rosas.

    El gemido fuerte se deja escapar de la dulce boca, lagrimas recurren esas mejillas, cada toque es una oleada de excitación que no lo deja pensar bien, ni decir nada.

    Sonríe de lado, nunca creyó que el momento de aparearse podría ser tan bueno, pero lo es, solo porque es con ese fauno tan hermoso.

    Acaricia su abdomen plano, la piel caliente y sudada, mira su obra en ese cuerpo frágil, las diferentes marcas, mordidas, es solo suyo. Solo un paso más y nadie lo podría reclamar nunca más.

    Ser delicado ha sido dejado de lado, no puede ser de otra manera, el celo de un Alfa se puede disparar cuando entra en contacto con el de un Omega. Lo había querido suprimir, pero no podía seguir haciéndolo.

    Toma los pantalones que porta el peliverde, y con fiereza despoja su cuerpo de ellos, dejando ver toda su anatomía, relame sus labios como lo hace un depredador que disfrutara de un gran manjar.

    Acaricia las piernas desnudas, son tersas. Las mordía también están presentes, cada parte de Shion es suya, como fuera posible.

    Este cordero, no opone resistencia a nada, quiere que cada sensación se intensifique. Siente como el calor de su cuerpo se disipara para dejar de doler. Aunque, aún queda un lugar más que necesita atención.

    ¿Acaso es un juego de los Alfas torturar de esta manera a los Omegas, antes de poseerlos? Él es nuevo en la materia, y no sabe si el castaño solo lo hace para jugar, pero no le importa.

    Mira con atención cada mueca del peliverde, lo está haciendo sentir bien y le agrada aquello.

    Esta algo preocupado de que no lo disfrute, está haciendo caso a sus instintos, que es lo que más le gusta, pero… Sin una experiencia previa, hace todo lo que se le ocurre.

    ¿Tal vez debería ser más delicado?

    ¿No tan desesperado?

    Pero solo lo quiere a él, y hacerlo suyo, ese deseo de poseerlo no se desvanece.

    La única prenda que quedaba en él, ya está fuera de su cuerpo, puede ver su erección completamente, compara su cuerpo con el del cordero, sin duda la diferencia de edad aunque no sea mucho de manera cronológica, anatómica si existe punto de comparación.

    Pero ¿Qué más da? Él debe ser quien lo proteja por siempre.

    Levanta las piernas del Omega, apoyándolas en sus hombros, aún sigue besándolas, puedo sentir de nuevo ese aroma que lo enloquece, sin duda la invitación para aparearse, se lo pide el cuerpo ajeno.

    No necesitan lubricación, puede notar que los Omegas lo hacen por sí mismo. Es el lugar que se supone su pene debe poseer, solo de él… Su mente sí que esta ida ya.

    Está ansioso por penetrarlo, no presta mucha atención en ese momento, pero algo lo llama con brusquedad.

    Es un débil gemido que sus oídos pueden captar, es Shion, quien tiene en su rostro un semblante de miedo, apretando su boca, el cuerpo temblando, teniendo los brazos delante de su pecho, como si tratara cubrirse.

    Aquella imagen lo hice reaccionar un poco, aun respirando agitado, el sudor de ambos combinados, estaban a punto de ser uno, pero alguien temía todavía.

    Sonríe, aun mostrando lujuria en su mirada, pero ahora… Un destello diferente podría ayudar al cordero.

    -Tranquilo… Seré gentil esta vez…- Besa su frente.

    -Dohko… ¿No me dejaras después de esto?- Ese es el pensamiento que lo atormenta.

    -Un Alfa, nunca es amable con un Omega que solo utiliza… Pero si lo es con uno que ama- Besa esos labios una vez más, es delicado por primera vez en esta noche.

    Abre sus ojos ante aquella declaración, poco romántica en lo normal, pero para ellos es lo mejor. Sus lágrimas brotan por la alegría, también quiere decirle lo que siente, pero no lo logra, ya que sus labios no serán dejados por ese Tigre jamás.

    Lentamente, el miembro del castaño se adentra en ano del Cordero, es un poco invasivo, y sumamente estrechó el lugar.

    Ambos gimen de placer, ante tal contacto. Está haciéndolo suyo, la sensación lo inunda de pies a cabeza, nunca experimento esto antes y no lo piensa dejar.

    Las embestidas no se dejan esperar, sin embargo sigue luchando contra sus instintos, no ser tan rudo esta vez, una velocidad media, se siente realmente bien de esta manera.

    Ver como Shion lo disfruta, le causa una sensación de felicidad, las lágrimas son de placer sin duda.

    Toca el miembro del fauno menor, lo acaricia un poco, esta muy preocupado porque ambos sientan placer.

    -Más… Por favor… Más…- Jadea esas palabras, su mirada parece estar ida por el placer en su cuerpo. Le súplica a ese Alfa que vaya más rápido.

    Esté solo sonríe –Si tú lo deseas…- Sus palabras seductoras con una voz provocativa especial para los Omegas.

    Obedece, embestidas más rápidas, toscas, es lo que pedía el Omega y el Tigre se lo da, si quiere eso, lo hará sentir muy bien. Además que él también lo disfruta tanto.

    Sujeta las caderas con tanta fuerza, que ha marcado sus manos en esa piel, que es solo suya.

    Un poco más, y llegaran al clímax.

    Su último hilo de cordura, le permite decir lo que su corazón anhela, ya no importa si es correcto o no, desea que solo él lo escuche.

    -Te amo… Eres mi tigre…- Su voz tan suave, llena de amor esta vez.

    Para un Alfa, esas palabras a veces no significan nada, pero sí es de parte de quien debe estar toda tu vida, el Omega que solo es para ti, como tú lo eres para él, lo es todo.

    Una nueva descarga de placer le invade, dándole embestidas mucho más fuertes, se escuchan sonidos obscenos de esa unión.

    Hasta que ambos sienten ese clic en sus cuerpos, que les indica que están por venirse.

    No hay más palabras, solo los gemidos salen de sus bocas, cuando tocan el cielo en el cuerpo ajeno. Uno corriéndose en el abdomen de ambos, pero el otro en el interior del Omega.

    Es una gran descarga, que después de sentir los espasmos que le indican que está terminando. Aun sale su semilla.

    Cuando se separan, nota que de la entrada de Shion, sale un poco de sangre. De inmediato se asusta un poco el Tigre, comenzando a sentirse avergonzado, de nuevo vuelve a ser como antes del celo.

    -Perdón… Te lastime…- Suplica que lo disculpe.

    El cordero, no entiende que esta pasando, su mente aun da vueltas por esa entrega -¿Qué?-

    -Te hice sangrar y yo… No…- Baja su mirada, está queriendo derramar lágrimas, cosa muy rara en él.

    Sonríe levemente, cuando entiende a que se refiere, trata de alcanzarlo, pero ahora duele de placer su cuerpo –Dohko… Fue mi primera vez, es normal que eso pase…-

    Levanta su mirada, acercándose de nuevo al carnero -¿Entonces no te lastime?-

    Niega con la cabeza… Aunque no tiene muchos ánimos de levantarse, solo quiere estar recostado a lado de ese Alfa.

    El castaño sonríe animado, para abrazarlo con fuerza, recostándose a su lado con suavidad, quedando sus miradas conectadas una de la otra.

    Un momento de placer, y ahora es de amor.

    -No sabía que el apareamiento fuera así de… Placentero- Estando rojo de vergüenza ahora, le comenta al castaño.

    Piensa un momento –Esto no solo fue apareamiento…-

    Lo mira ingenuo, no comprende bien esas palabras.

    -Creo que le dicen hacer el amor, cuando ambos se aman ¿No?- Piensa un momento, creyendo que está diciendo cosas raras.

    -Gracias por amarme, Dohko- Agradece como si fuera su deber.

    -Tú me amas y es lo único que me importa- Le plata un beso en los labios, ahora lo hará cada vez que deseen.

    Pero aún falta un requerimiento más, antes de que este completa la pertenencia.

    Un último vestigio del instinto Alfa.

    Aunque desee verlo por más tiempo a los ojos, quiere hacerlo antes de que cualquier otro lo haga. Lo sujeto con fuerza, haciendo que le dé la espalda, el peliverde no entiende que le pasa al Tigre, hasta que siente sus dientes en la parte posterior de su cuello, como se introducen en él, la sangre empieza a brotar de esa mordida.

    Cuando termina esto, Shion está asustado y molesto, pues le ha dolido tanto.

    -¡¡¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?!!!- Pregunta completamente enfadado.

    El Alfa, le sonríe con rastros de sangre en su boca –Te estoy dejando mi marca. Ahora me perteneces solo a mí-

    Pero sin duda, ese Omega siempre sumiso, esta vez se ha molestado mucho, no le agrado esa forma de marcarlo, y el dio un golpe en la cabeza, haciendo un puchero leve con sus mejillas, tocándose aquel lugar, mirando su sangre escurriendo por su hombro.

    -Dohko, esto sí me dolió-

    -Pero… Es necesario. Cualquier Alfa debe de marcar a su Omega, porque ahora eres mío y de nadie más- Lo abraza de manera posesiva, los instintos se están disparando de nuevo, pero solo por Shion de ahora en más.

    El carnero, no dice nada, se deja abrazar, le han gustado esas palabras dichas por ese castaño. Le pertenecería para siempre a un Alfa, a ese Tigre, y viceversa.

    Creyó que así podría vivir toda su vida, sonriendo junto a Dohko, para llegar a su tierra natal, criando algún día a su único hijo que podrían tener en un futuro.

    Soñaba con eso entre sus brazos.

    Mas todo el sueño hermoso que ahora el adulto carnero peliverde había tenido, eran sus recuerdos más preciados.

    Más todo oscureció, recordando la última vez que lo vio.

    Fueron descubiertos por esos vendedores de faunos, los mismos que tuvieron a Shion en cautiverio. Habían pasado unas semanas desde esa vez que lo marcó.

    Querían llevárselo, pero ahora había alguien dispuesto a protegerlo, más las armas de estos no dejarían que eso ocurriera de nuevo.

    Aunque trato de defenderlo, no pudo… Unas fuertes heridas de armas punzantes en su cuerpo, era fuerte cada que el cordero lo llamaba, le pedía que lo ayudara, más un disparo directo a su cabeza le hizo perder las fuerzas.

    El llamado de su nombre aún era perceptible, estiraba su mano para alcanzar a su Omega, este a su vez quería tocarlo, aferrarse a él, pero había sido capturado, estaba luchando ahora que sus cuernos estaban filados, había causado daño, pero un fuerte golpe en su cabeza nublo su vista, lo último que vio antes de regresar a ese encierro, fue el rostro de su Tigre derramando lágrimas.

    ---Vuelta A La Realidad Actual---

    Despierta de golpe con lágrimas en sus ojos, había estado llorando todo su sueño o más bien sus recuerdos tan vividos, pero algo lo trajo de vuelta a la cruda realidad.

    Fueron los fuertes golpes que venían de esa puerta en donde vivía el encierro, junto con su hijo, producto de esa noche, la mejor de su vida y la única feliz.

    Escuchar aquello no significaba nada bueno, abrazo a su cría con fuerza. Tiene tanto miedo de lo que está presintiendo sea verdad.

    Siendo algo muy ruin.
     
  4. Threadmarks: Capitulo 4 (Golpe)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    3590
    Se intensificaban cada vez más, golpe tras golpe en la desgastada puerta.

    -¿Hum?- El pelilila, levanto levente su cabeza, confundido por los ruidos que lo despertaron.

    Observo con cuidado el rostro de su padre, estaba atemorizado, sudaba, y lo abrazaba con fuerza. En su joven mente, entendía lo que aquello significaba.

    Era el… Venia por el peliverde…

    El menor se aferró con sus manos a su padre, pensaba que esa noche, aunque fuera una vez cada eternidad… Podría estar a su lado pensando que nada malo ocurrirá.

    -Tran…Tranquilo…- Decía con la mejor voz que podría presentar, pero temía aun en su corazón, en su mente algo le decía que algo malo podría pasar.

    -¡¡¡MALDITA PUERTA!!!- Se escuchó aquella declaración fuerte, los golpes parecían sustituidos por patadas fuertes, directamente en la perilla de esta.

    Un, dos, tres… Se logró partir de la cerradura, permitiéndole pasar, en un estado de embriagues sin duda.

    Mu al verlo, le deba demasiado miedo, tembló… La presencia de ese hombre en aquel lugar solo podía significar una cosa… Lastimaría su padre, lo violaría… Lo destruirá como siempre lo ha hecho… No podía permitirlo, pero estaba aterrado… Su corazón latía tan rápido que aprecia que se le saldría del pecho.

    Al sentir como su pequeño presentaba esos temores… Lo trataba de consolar, abrazándolo con fuerza, rodeándolo más con sus brazos, colocándolo a un costado, tratara de ocultarlo aunque fuera un poco…

    No lo demostraba, quería verse aunque fuera un poco fuerte, pero… Si dignidad ya había sido tantas veces pisoteada, que a veces creía que al defender a su hijo era el amor lo que lo movía y era así.

    Miraba a su amo con furia… por asustar al pequeño, pero el temor de que deseaba estaba presente.

    -Hola…- Su mirada fija en ambos, estando en esas condiciones alcoholizadas, y tambaleantes, mostraba imponencia en su presencia, incluyendo terror en el joven corazón -¿Los desperté, estúpidos faunos?- Arrojo una botella a un lado, estrellándola y esparciendo el líquido alcohólico por el lugar.

    Demasiado fuerte, para las fosas nasales de aquellos dos corderos.

    Aunque su cabeza estaba en dirección a la de ese hombre de cabellos azules, su mirada debía mantenerse a bajo -¿Qué desea…? Amo Saga- Se odiaba a si mismo por pronunciar ese nombre. El maldito que hacía con él lo que deseaba y lo tenía en la palma de su mano, para controlar su destino, y hasta el de Mu.

    -Tsk…- Escupió en dirección del peliverde -¿De ti? Jajaja- Rio a carcajadas como un psicópata en potencia –No quiero nada de ti… Si no de ese pequeño y hermoso corderito- Señalo al pelilila, ocultándose detrás del cuerpo mayor.

    Shion, abrió sus ojos de par en par, contrayendo su pupila, en su rostro se reflejó el miedo y terror que no creía que podría pasar, pero su mayor pesadilla se quería hacer realidad.

    -¡¡¡NO!!!- Lanzo ese grito, levándose como pudiera del suelo, parándose enfrente de ese hombre, cubriendo al menor.

    Aquello hizo molestar al hombre mucho, cualquier cosa que se le negara, lo hacía enfurecer -¿Qué? ¿Te atreves a cuestionar lo que quiero? Maldito fauno… Asqueroso-

    Se acercaba de manera intimidante al otro, pensaba que así lo podría hacer retroceder o intimidar, ya que siempre al final de las cosas, el obtenía lo que quería y podría amedrentar con una mirada a los demás.

    Pero su sorpresa fue grande, cuando ese cordero peliverde, se mantuvo firme…

    Por primera vez en toda esa agonía vivida por quince años, demostró coraje y valor para enfrentarlo.

    Lo había tratado de hacer tantas veces, pero siempre lo dominaba con su más grande debilidad y fuerza, su hijo…

    Promesas que nada malo le ocurriría, solo si el hacia lo que se le ordenará, siempre soportó los golpes, las violaciones sin cesar, aquellos maltratos, insultos, todo lo que quisiera hacerle a él, lo permitiría.

    Mas ahora, que ese maldito humano, estaba a punto de tocar a su hijo, a lo único que de verdad le importaba más que su vida, no lo permitiría.

    -¡¡¡APÁRTATE!!!- Sus ojos Viridian inyectados con esa maldad que predominaba en él. Furia incontrolada, lujuria solo con un propositivo profanar el frágil cuerpo del pelilila.

    -No lo hare- No lo negaría, temía… Su condición de Omega, lo hacía temblar, cualquier Alfa podría hacer eso, en una jerarquía inferior. Pero no era momento de eso, demostrar la poca fuerza que le quedaba por defender a su cría, lo mantendría allí como la última barrera para alcanzarlo.

    Sonrió sínicamente, sujeto el cuello del fauno con ambas manos, para demostrar su poder.

    -¿Estás seguro que no lo harás?- Estaría dispuesto hacer lo que fuera con tal de tomar a Mu.

    Respondió lo mejor que pudo, sujeto ambas muñecas del sujeto.

    El también podría tener un poco de fuerza, se valdría de ello, para hacer el único movimiento que le quedaba.

    -¡¡¡MU!!! ¡¡¡SAL DE AQUÍ RÁPIDO!!!- Frunció el ceño, sentía como el aire le estuviera faltando, pero ese agarre lo mantendría si era necesario para aparta al sujeto.

    El menor estando aterrado por lo que sucedía… Temblaba, sujetaba las ropas de su padre… Aquel grito que no alcanzaba a reaccionar bien… Su respiración estaba muy agitada, tenía tanto miedo.

    -¡¡¡A NO!!! ¡¡¡TU HIJO SERÁ MÍO!!!- Zafo una de sus manos del cuello herido del cordero, alejando la mano de este, para lograr sujetar al niño.

    No supo cómo, ni le importaba en lo más mínimo, pero en su reflejó, en su deseo de proteger a su cría, logro conectar un puñetazo en la cara del maldito que lo había dañado tanto.

    La fuerza que presentó, nunca antes lo había visto. Ni siquiera creyó que la pudiera tener, pero con eso, pudo liberarse de la mano agresiva en su cuello.

    Tosió un poco, tocándose el pecho, el aire le estaba faltando ya.

    Incluso lágrimas de desesperación había tenido, más aun no era tiempo de reponerse.

    Volteo a ver a Mu, el miedo en sus hermosos ojos verdes, lo impulsaba a protegerlo más.

    En un acto rápido, le dio un abrazo fuerte, solo cuestión de segundos, sabía que ese momento seria decisivo y si quería que él tuviera una oportunidad debía hacer todo porque Mu la tuviera.

    -Hijo… Te amo tanto… Trata de salir de aquí- Le susurro en el iodo.

    Aprovechaba que Saga, ese golpe lo había destanteado y cado al suelo, pero no cantaban victoria aun.

    -Pero…- Estaba hecho un mal de lágrimas, se aferraba al mayor con tanto miedo –Papá… Por favor… No…-

    Le sonrió, reteniendo las lágrimas de sus rosas ojos –Iré contigo en un momento… Solo adelántate por favor…- Beso su frente, sujetándolo de los débiles hombros.

    -No… Él te hará daño… No puedo…- Estaba aferrándose a él, y aquello significaba perder tiempo valioso.

    -Hazme caso… Por favor Mu…- Le dedicaba la sonrisa más sincera, pero triste que podría dar –Saldremos de aquí juntos, te lo prometo… Pero ve primero tu… ¿Si?- Le estaba rogando, que le hiciera caso.

    El corderito lloraba, sabía que debía hacer caso, pero su corazón tenía un presentimiento que lo estaba sofocando, sus miedos, sus terrores, todo estaba allí presente y más… Que ese sujeto haría algo horrible.

    -Maldito Shion…- Levanto su cuerpo del suelo, no creía lo que había ocurrido.

    Un fauno Omega, atreverse a levantar su puño contra el amo humano y alfa, era algo imperdonable ante los ojos de cualquiera que creía esas viejas costumbres.

    -¿Cómo te atreviste a golpearme?- Su voz sonaba realmente tosca y grave, sujetando el cuello roto de la botella antes quebrada, estaba dispuesto a usarla en contra de ambos.

    -Protegeré a Mu… Es lo único que me importa- Su parte Omega, temblaba ante esa voz de mando, pero ya no había vuelta atrás, todo acabaría si su hijo salía de allí.

    -¡¡¡NO DEJARE QUE HUYAN DE AQUÍ!!!- Los miraba con ojos llenos de odio, ardían en llamas. No dejaría que salieran, les pertenecían en su retorcida mente así era.

    Calculaba mentalmente lo que debía hacer, para que el pelilila saliera de esa situación, lo único era lo que pasaría a continuación.

    El valor en su corazón lo guiaba a hacer la mayor locura que pensó, pero no le importaba.

    Fue directo contra el sujeto peli azul, le daría el tiempo a su pequeño para que huyera.

    -Jajajaja ¡¡¡¿ASÍ QUE QUIERES MORIR?!!! Miserable puta- Saga, se preparó para recibir, cualquier golpe, lo esquivara y con esa arma punzante, le daría muerte sin dudarlo.

    Pero la sorpresa que se llevó, al darse cuenta que aun después de todas las veces que lastimo ese cuerpo, que quebró su alma, su espíritu, aun podría dar palea a estas alturas de la vida.

    Tal vez no fuera tan fuerte ahora… Pero lo distaría todo lo que fuera necesario.

    Mu miraba la escena, aun testando petrificado en su lugar, temblando… El miedo es lo peor que puedes sentir en esa situación en que la vida dependía de la decisión que tomaras.

    Si su padre por fin tenía el valor para enfrentarse a ese hombre, era solo por él.

    La única fuerza posible que le quedaba siendo Mu, tenía ese conocimiento no era tonto.

    Pero aún era un niño que deseaba permanecer a lado de su padre siempre.

    Mas su padre todas las pequeñas promesas que le hacía, las trataba de cumplir, las lograba al final.

    Si le prometió que saldrían de este lugar, juntos… Le debía creer.

    Solo correr lo am que pueda y tratar de encontrar la salida, solo debía hacer eso y se volviera a encontrar con su padre afuera.

    Lo debía creer con todas sus fuerzas, su mente se lo dictaba, solo por esta vez… Cree que el bien ganara, solo esta vez.

    La verde mirada, en dirección a la única salida del sótano en donde siempre vivió, rota, algo jamás hecho.

    Trago saliva, cerrando sus ojos, dejando caer sus lágrimas, corrió directo a la salida, lo más que pudo, sus piernas temblaban, no comprendía en que momento le reaccionaron.

    -¡¡¡MALDITO MOCOSO!!! ¡¡¡NO ESCAPARAS!!!- Giro su cuerpo, para ir a alcanzarlo, no dejaría que se le escapara el pequeño.

    Mas aquel peliverde, haría lo que fuera para detenerlo, así fue lo sujeto como pudiera, incluso haciendo de ancla, para que no lograra ir detrás de él.

    Ese sujeto estaba envuelto en odio y enojo puro, que en un movimiento rápido para zafarse de ese agarre, alzo su mano y clavo el pedazo de botella rota, justo en el abdomen del carnero.

    Se podía ver la expresión de dolor en el rostro de Shion, pero aun así no dejaba su agarra, lo detendría cueste lo que cueste, lo soportaría todo como siempre.

    Noto esa determinación desafiante en esos bellos ojos rosas, que no lo soltaría, hasta que la última fuerza de su cuerpo se le escapara.

    Clavo la botella con mayor fuerza en el interior del omega, la sangre había formado un charco debajo de ellos.

    Le dolía de verdad, sentía como el líquido cálido salía de su cuerpo, deslizándose por la piel.

    Incuso de su boca, una débil tos, le provoco que la sangre brotara, al fin de cuenta todo estaba conectado en el interior.

    Pero sin importar ese sufrimiento, sujetaba con toda la fuerza, para que no saliera tras su pequeño. Miraba con sus ojos llenos de coraje.

    Más las piernas eran las que estaban flaqueando, no podría mantenerse mucho tiempo de pie, lo sabía…

    Sintió como el arma de vidrio salió de su abdomen, dejando escapara más sangre, y pronto sintió un fuerte golpe en la cabeza, derribándolo.

    Ese líquido vital lo mancho por completo, su propia sangre estaba abandonando su cuerpo de manera tan abrupta, que el tiempo que le quedara estaba contando.

    Una sonrisa maquiavélica, como de una jodida broma se tratara para el –Ja… Si hubieras sido obediente y darme a tu hijo- Poso su pie, sobre la cabeza del omega en el suelo –Nos hubiéramos divertido los tres- La voz de burla no se hizo esperar –Pero quisiste jugar al papá protector y ahora… Tu hijo tendrá que ocupar tu lugar jajajajajajaja-

    Pensara que ahora ya no sería un estorbo, para ir por el carnerito menor. Se desquitaría con él, todo este mal momento.

    Mas al tratar de alejarse de ese cuerpo malherido, sintió como una mano sujetaba su tobillo izquierdo, deteniéndolo.

    Se giró con sumo enfado, ya estaba hartándose de que Shion se atrevería a portarse como algo que no fuera su Omega, que podría utilizar de todas las formas posibles.

    -¡¡¡AUN NO ENTIENDES!!! ¡¡¡¿VERDAD?!!!- Pareciera que le saldría espuma de la boca en cualquier momento, odiaba a ese fauno… Odiaba a todo ser vivo en la tierra. -¡¡¡TE ENSEÑARE TU LUGAR!!!-

    Tal vez en ese momento ya no podía escuchar nada, su vista podría estar nublándose, el olor a sangre ya no lograba alcanzarlo. Más de alguna forma se las había arreglado, para detenerlo, aun con sus últimas fuerzas.

    Solo pensaba en que Mu debía salir de allí, que el merecía una mejor vida, lo podría lograr… Lo haría al fin de cuenta, era fuerte… Más de lo que él pudo llegar a ser.

    Imágenes felices recorrían su mente, podría irse de este mundo con una sonrisa, pensando que su vida pudo ser otra, llena de felicidad y que ahora todo estaría bien.

    -Mu… Tu… Serás feliz…-

    ---Dentro de la mansión---

    Ese pequeño corderito, trataba de encontrar algún tipo de salida.

    Shion le conto la forma de salir.

    -Al salir del sótano, sube las escalaras, correr por los pasillos, hasta la división izquierda, tratara de encontrar la mesa con el espejó. Sabrás que estas cerca cuando te encuentres allí-

    -Sentirás un fuerte olor a humo, es de frente.-

    -Y la puerta… Puede estar abierta.-

    Recordaba todo y así lo logro encontrar, pensaba que su corazón saliera de su tórax, latía demasiado fuerte, que lo sentía en la garganta.

    Aun corrían sus lágrimas, aquel terror, lo había cambiado por la adrenalina del momento.

    Sus débiles piernas encontraron esa fuerza para continuar.

    Rogaba que la puerta estuviera abierta, sería la conexión a la libertad que anhelo toda la vida.

    Volteaba hacia atrás, esperando ver la melena verde ondeando en el aire, corriendo… Gritándole que siguiera, que pronto estarían libres.

    Pero no lo podía ver.

    Llego a esa puerta grande, antigua, y hecha de madera con una tonalidad tan oscura como la brea.

    Aquello lo intimido, y temió que estuviera cerrada, en ese casó todo había sido inútil.

    Tomo el picaporte, con sumo cuidado.

    Apretaba sus ojos, todo lo que quería era poder que ambos fueran libres, pero allí estaba solo el saliendo de el funesto lugar que lo vio crecer y aun así no reconocía en lo más mínimo de sus recuerdos.

    Jalo con fuerza, la puerta no tenía candado alguno, nada… Eso lo sorprendió.

    Siempre estaba cerrada, por lo mismo para que ellos no pudieran escapar.

    Se quiso detener, esperar a su padre… Pero sentía como si algo o alguien le invitara a salir de esa mansión, que si quería que todo valiera la pena lo hiciera, será su única y ultima oportunidad.

    Apretó su mandíbula, derramo más lágrimas, pero su primer paso fuera de ese lugar tan frio, le provoco un estremecimiento.

    Pero no era el tiempo para detenerse a sentir esa sensación extraña debajo de sus pies descalzos, correr era lo único que debía hacer.

    Abandonar aquella prisión… Cumplía el único deseo de ambos faunos... Pero no dejaba de sentirse culpable, de sentirse lo peor del mundo por dejar a su padre solo… Sentía que ya no merecía ser libre, mas sus pies aún continuaban, fuera de ese dolor que estuviera sintiendo debajo de ellos.

    -Todo dependerá de ti ahora… Pequeño- Una voz débil, apenas se escuchó, estando detrás de un pilar, sujetando con todas sus fuerzas un manojo de llaves doradas.

    La reja principal para salir de los dominios de ese sujeto, también estaba abierta.

    Corrió en dirección a los árboles frondosos más cercanos.

    En el bosque podría ocultarse estar a salvo, era de los conocimientos que su padre le había pasado.

    Las rocas, las ramas, todo allí le había provocado daño en sus pies, eran delicados después de todo, nunca había sentido la tierra y lo que hay en el suelo.

    Mas no lo detendría eso, estaba llegando lejos… Pensaba que en algún lugar se reuniría con Shion.

    Mantenía eso en su mente y le daba fuerza para seguir adelante, no tenía un rumbo fijo, no conocía nada del exterior, todo era tan incierto, pero no tenía el lujo de dudar, era algo que ya no podía.

    Una cosa puede ser cierta, cuando todo sale tan bien, como pudiera…

    La mala fortuna llega sin aviso alguno.

    Sus oídos no alcanzaron a darle aviso de lo que se acercaba a él peligrosamente.

    Una mano áspera, tosca y llena de sangre, lo sujeto por la muñeca, manchando así su piel frágil.

    Sintió un susto de muerte, al tacto pero palideció al ver el rostro de Saga, que lo miraba fijamente, con un destello de odio y lujuria.

    Su rostro se descompuso, estaba aterrado, trataba de huir, estando tan pálido como el papel, luchaba.

    -Te encontré… Hermoso…- Una sonrisa retorcida se formó en su rostro.

    Le excitaba el miedo en los ojos de sus víctimas, ese pequeño no sería el más joven en violar, pero si el más hermoso, con el que podría procrear alguna cría.

    -¡¡¡SUÉLTEME!!!- Nunca había levantado la voz, pero no media la consecuencia de hacer aquello, no quería ser tocado por ese hombre.

    -Jajajaja… No podrás huir…- Su fuerza era superior al del corderito.

    Lo sujetaba con fuerza de las manos, lo aventó contra el suelo de ese bosque de hojas caídas, donde el otoño era eterno.

    Aquel cuerpo frágil sintió lo duro del lugar contra su espalda, provoco dolor, pero aún tenía en la mente salir de esa situación, no podría permitir que lo lastimara.

    Pero aquel hombre se inclinó a él.

    ¡¡¡NO!!!... ¡¡¡ALÉJESE!!!- Trataba de luchar, era extraño en los Omegas que hicieran algo como eso, pero siendo un fauno, debía hacerlo aunque tuvieras las de perder.

    -¡¡¡CÁLLATE!!! ¡¡¡TE CONVERTIRÁS EN MI PROPIEDAD TE GUSTE O NO!!!- Rasgo la ropa que cubría al menor, dejando ver su hermoso cuerpo, la piel blanca, pero sobre todo lo que denotaba una herencia genética de su padre.

    Forcejaba, aun con sus manos sujetadas por una de él, estaba derramado lágrimas de miedo y depuración, no podría creer que alguien lo estuviera viendo desnudo, sobre todo ese hombre.

    -¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO ME HAGA DAÑO!!! ¡¡¡POR FAVOR!!!- Rogaba con todas sus fuerzas.

    -Así que… Fue un estúpido tigre quien ayudo a engendrarte- Tocaba la piel del pecho, le parecía tan apetitosa, que sus dedos la inspeccionaban con descaro –Eres sumamente bello, sería una lástima desperdiciarte- Esos ojos Viridian, fijos en ese inocente cuerpo, imaginando un sinfín de perversiones que haría realidad.

    -¡¡¡NO LO HAGA!!! ¡¡¡PAPÁ, POR FAVOR SÁLVAME!!!- Estaba desesperado, sus fuerzas no serían suficientes, para salvarse en esta ocasión.

    -Jajajaja tu padre no podrá salvarte- Desabrocho sus pantalones, no quería perder más tiempo. –El nunca más volverá a hacer un estorbo-

    Los grandes ojos verdes, se contrajeron, la revelación de parte de ese hombre, le trajo lo que más temía, hecho realidad, cabía la posibilidad de que…

    Se negaba a creerlo, solo quería que se rompiera, lo más seguro, no podría darle ese gusto -¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO LE CREO!!! ¡¡¡SUÉLTEME!!! ¡¡¡PAPÁ!!! ¡¡¡ALGUIEN POR FAVOR… SÁLVEME!!!- Gritaba a todo pulmón, aun forcejando, retorciéndose, tratando de que ese peso no le ganara.

    -¡¡¡PEQUEÑA ZORRA, MÁS TE VALE QUE TE QUEDES QUIETO!!!- No estaba de humor para batallar, le dio un fuerte golpe en la poca al menor, para callarlo y hacer que tal vez así fuera más dócil.

    Ese impacto, provocó que de la boca saliera sangre, reventó su labio inferior, quedo algo aturdido. Sus ojos apenas abiertos.

    Podía sentir esas asquerosas manos tocarlo, le estaba dando nauseas, quería vomitar.

    Pero aun así, pediría ayuda… Rogaría que alguien pudiera salvarlo.

    -No… Alguien… Ayúdenme...- Sus ojos trataban de alzar la mirada, para encontrar a una persona lo que fuera.

    El pobre carnero no sabía que… aunque alguien viera eso o escuchara, no lo salvarían… No existía privilegios o ayudar hacia los faunos de parte de la mayoría de los humanos y otro fauno dependería que fuera, solo un Alfo, pero sería para hacerle lo mismo al final.

    Un resultado cruel, no serviría de nada todo lo que había pasado su padre, como lo había cuidado y defendido, toda su tortura que sufrió solo porque el pudiera tener algo mejor.

    Esa noche sin duda su vida sería sellada, si recibía la mordida, la marca de un alfa, el quedaría condenado sin remedio.

    Sus verdes ojos, derramaba un sinfín de lágrimas… Aquellas manos estaban en su abdomen, no le tenían ningún respeto.

    Pero a veces en medio de la gran oscuridad que existe en la vida, puede ser que un rayo de sol, logre iluminar esta la peor situación.

    Un galope de un caballo, se escuchó como se detuvo… Sus oídos lo sentían demasiado lejos ese ruido.

    -¡¡¡DETÉNGASE!!! ¡¡¡NO SE ATREVA A TOCARLO MÁS!!!- La voz sonaba tan autoritaria, como lo hacía cualquier Alfa.
     
  5. Threadmarks: Capitulo 5 (Atenienses)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    3969
    -¡¡¡¿QUÉ DEMONIOS?!!!- Aquel hombre peli azul, giro su vista hacia dónde provenía esa voz.

    -Por… Por… Favor… A…Yu…Deme…- La voz del pequeño cordero, parecía apagarse, el golpe recibido, le provocaba que su vista se estuviera nublando, el terror lo estaba agotando.

    -¡¡¡Déjelo en paz!!!- El joven de cabellos rubios, delgado pero bien proporcionado, siendo alto, llevando una túnica de color beige, con detalles blanco, un cinturón negro grueso, pantalones negros y unas botas negras de igual forma, llevando un símbolo en el antebrazo.

    -¡¡¡PIÉRDETE IDIOTA!!!- No estaba prestándole mucha importancia al joven, haría lo que quería hacer, nunca nadie antes lo va a detener.

    Aquel chico, apretaba sus nudillos, y mandíbula odiaba ver esa injusticia en los faunos omegas de esas tierras.

    No se quedaría sin hacer nada, pertenecía a un gremio importante, donde la justicia era el lema principal.

    Sin pensarlo dos veces, en ambas manos invoco dos aros dorados, arrojándolos hacia el hombre que estaba por hacerle daño al pequeño.

    Mientras viajaban en el aire, se desplazaron a cuatro en total.

    Estos dieron en el blanco, provocando que el hombre fuera capturado por esas armas, dejándolo sujeto a un árbol por ambas extremidades.

    No era posible zafarse al menos que el dueño lo haga, si te tratabas de zafar se apretaban más contra la víctima.

    -¡¡¡HAAAAAAA!!! ¡¡¡MALDITOS SEAN… LOS SEGUIDORES DE ATENA!!!- Estando de esa forma en el árbol atrapado, con aquellos aros dorados ajustándose a sus muñecas y tobillos.

    Al no sentir ese opresor peso sobre él, intento incorporarse, aun debía huir… Alejarse lo más que pudiera, pero… No estaba bien, no se sentía estable.

    Su primer pensamiento fue tratar de cubrirse, pero su ropa estaba desecha, aun temía… Si ese nuevo humano enfrente de él, lo lastimaba, ya no tenía la fuerza para seguir.

    Sintió como se acerba, cerro sus ojos, estaba esperando algún golpe o lo que fuera… Estaba temblando, y se manchaba la sangre en su cuerpo del labio partido.

    Mas lo único que sintió fue como una sueva tela caía sobre él, para cubrir su frágil ser. Esto no lo esperó, levanto su rostro con suavidad, para encontrase con la cara de su salvador.

    Este hombre rubio por su parte se había inclinado a él, su mirada azul apenas visible por sus ojos entrecerraos, pero una cálida mirada, con una débil sonrisa, contemplaba al menor.

    -¿Estas bien?- trato de tocar el hombre del pequeño.

    -¡¡¡NO!!!- Se cubrió rápido con sus manos, sujetando la tela, y su temblor se hizo más presente.

    -Tranquilo… No te abre daño- Le habla con la voz más dulce posible, pero parecía que no funcionaba.

    -¡¡¡CUANDO SALGA DE AQUÍ!!! ¡¡¡TE HARE PAGARA MALDITO ENTROMETIDO!!! ¡¡¡Y ESE NIÑO SERÁ SOLO MÍO!!!- Si cabello estaba completamente desordenado, sus ropas desarregladas y una expresión de desquiciado en sus ojos.

    Este joven rubio, frunció el ceño, odiaba escuchar a sujetos como el alzar la voz. No eran para nada dignos de ser capaces de hablar, eran peores de lo que pensaran de los faunos.

    Ellos tenían más derechos de libertad que escorias como este sujeto.

    Más aún estaba sujetado por las reglas de su gremio, respetar cualquier vida de seres vivos nacidos bajo la luz.

    Pero no impedía, por lo menos callarlo, un quinto aro salió de sus manos, lanzo aquello para el cuello de ese sujeto, apretándolo un poco.

    -¡¡¡ESTO… LO… VAN… A PAGAR… MUY CARO…!!! Estaba perdiendo el sentido, la falta de aire lo estaba dominando.

    Solo suficiente para que quedara inconsciente.

    Mu, no se atrevía a mirar a otro punto que no fuera el suelo, quería salir corriendo, pero temía que sus piernas no respondieran para ponerse de pie, no creía tener fuerzas para nada.

    En su mente los humanos solo eran malos, que no podía confiar en ellos, pero… Hubo solo uno que lo ayudo, mas era un omega podría confiar en él, mas ahora otro Alfa allí cerca de él, podría hacerle daño…

    ¿Eso es lo que quiere? ¿Hacerme daño? Sus pensamientos se remolineaban en eso.

    -No te volverá hacer daño- Al dirigirse a él, su semblante cambio a uno más suave.

    No hubo respuesta alguna, el niño temía por todo, estaba tan asustado y se podía notar.

    -Escucha… No te puedes quedar aquí… Es muy peligroso para ti- Mantuvo su distancia, para que lograra confiar en él.

    El pelilila solo miraba para todos lados, pero su ojos nunca se alzaron, por alguna razón esos zafiros, le provocaba un extraño sentimiento.

    -Me llamo Shaka- Extendió su mano hacia él. Podría ser el típico saludo o alguna idea que se le ocurrió. –¿Cuál es tu nombre?-

    -Tengo frio… Debo buscar… A mi papá- Sus parpados estaban agotados, al igual que el resto de su cuerpo y su mente se estaba nublando, no se sentía nada bien… Sintió como un cumulo de sensaciones quedo en su estomagó pesado, amenazando con salir de su boca.

    -No te ves bien…- Apenas si pronuncio aquello antes de que el menor devolviera lo poco que su cuerpo había comido horas atrás.

    Al expectorar hacia un lado aun con el cuidado de no que cayera sobre el otro, esto lo agoto por última vez en esta oscura y fría madrugada, ya no podía más.

    Se desmayó del cansancio cayendo para al frente, justo a tiempo el rubio lo sujeto con cuidado de no dañarlo.

    Observo ese rostro inocente, que había sido marcado por ese golpe, que dejo ese camino de sangre de su pequeña boca hacia el cuello y parte de su pecho.

    Lo cargo suavemente, sosteniéndolo con firmeza al estilo princesa, cubriéndolo lo mejor posible con la capa.

    De por si Mu no era muy alto para su edad, aparentaba menos edad, por su forma de vida, esa mala nutrición, pesaba menos de lo que debía, su piel tan pálida que se lograba ver.

    -¿Qué clase de sufrimiento has tenido que pasar?- Se preguntó aquello mientras lo sostenía en sus brazos -¿Qué clase de maldito hace esto a un niño?- Esa fue su pregunta, mientras subía a su caballo con el quinceañero en brazos.

    Una mano lo sujetaba firme hacia su pecho, mientras con la otra tomaba firmemente las riendas, para dirigir al corcel avellana, el camino que aun debía recorrer para llegar a su destino.

    Tendría que ir más suave, no quería despertarlo.

    Siempre serio y estoico en todo lo que hacía, considerado el más iluminado en el gremio que pertenecía, el que calculaba todo y no demostraba sentimientos, mas allí estaba en ese lugar cuidando a un pequeño que acaba de conocer y revelando que de verdad podía sentir repugnancia hacia seres como ellos. Que eran capaces de lastimar a Faunos.

    Era consiente de leyes estúpidas y arcaicas que aún se mantenían en las cercanías de la ciudad a donde llegaba.

    Suspiro pesadamente, su deber era mantener a esos seres llamados Shadow lejos de las tierras sagradas que lo han visto nacer y crecer.

    Pero quería brindar libertad e igualdad a los Faunos, proteger a los Omegas. Él no quería pensar en la maldad que existía en el corazón de los humanos Alfa, pero estaba allí… Y a veces sentía que haber nacido con la condición de Humano Alfa podría ser una bendición o maldición.

    Sus pensamiento fueron interrumpidos, por un débil quejido entre sus brazos.

    El sollozo el menor, que ahora sujetaba la prenda que llevaba el mayor, derramo esas cálidas lagrimas –Papá… Por favor… Vuelve… Papá… prometiste… Que… Estarías conmigo… Siempre-

    Aquello por alguna razón, le estremeció el corazón, sujetando con mayor fuerza a ese pequeño cuerpo, tal vez brindándole un abrazado inconscientemente oculto en que no cayera.

    Pensó que era solo un niño no mayor de doce años tal vez menos, pero su sorpresa seria grande cuando supiera que solo el fauno era un año más joven que él.

    ---Horas más tarde---

    Una habitación sencilla, una puerta de madera, pero parecía ser firme, unos estantes vacíos, una pequeña mesita en medio un florero que parecía hace años no tenía agua o flores, pero ahora sí, eran lirios blancos, una silla de madera enfrenté de esta, un encendedor de donde podían prender y apagar la única luz del lugar.

    En medio de esta habitación pegada a la pared del frente de la puerta, una cama de madera, un colchón y unas sábanas blancas, sobre estas había un pequeño cuerpo, descansando, estando en posición fetal, sujetando con fuerza la prenda de cama y la almohada del mismo color pulcro.

    Una vena tan sobre este, en la pared, no estaba muy alta, pero si se sentaba en la cama, lograba ver el jardín que existía afuera. Más en este momento se encontraba cerrada.

    Se comenzaba a mover con suavidad, parecía que sus parpados estuvieran pesados, abría y cerraba, tallándolos. Se acostumbraba a la luz que había en ese lugar.

    Su mirada se dirigió hacia el lado izquierdo, se sorprendió que no reconociera para nada donde estaba, la pared lucia bien, no era nueva pero estaba bien conservada.

    Abrió sus ojos de golpe, el miedo y terror se apoderaron de su ser, quiso incorporarse, pero su cuerpo se sentía tan pesado y la suavidad de ese lecho, le sentía tan agradable.

    No sabía qué hacer, estaba aterrado un pequeño Fauno Omega en un lugar completamente desconocido, solo… Podía pensar en lo peor.

    -Qué bueno que ya despertaras- Una voz masculina, pero con un timbre de gentil, inundo sus oídos.

    Se giró de inmediato, quería saber que ocurría con certeza -¿Quién… Eres?- Pregunto con todo la fuerza que podía tener.

    -Tranquiló niño, no te pasara nada- Levantó sus manos en señal de paz. –Mi llamo Shura- Le dedicaba una sonrisa algo forzada, no era bueno demostrar emociones, pero el pequeño le daba algo de ternura.

    -¿Eres… Un Fauno?- Solo sabía hacer preguntas ahora.

    Inclino su cabeza asintiendo con esta –Si, como puedes ver, soy un fauno con cuernos de Cabra-

    -¿Una cabra?- Era la primera vez que veía a otro fauno que no fuera de su mismo linaje.

    -Sí, y tú eres uno cordero- Se levantó de la silla, sosteniendo un vaso con agua –Debes estar sediento- Le ofreció aquello al menor.

    El pequeño dudaba en tomarlo, no podía confiar en un perfecto desconocido -¿Eres un Alfa?- No tenía aun certeza de cómo saber por su propia cuenta esa índole, pero quería saber si estaría seguro, donde fuera que estuviera.

    Negó suavemente –No, soy un omega, al igual que tu- Volvió a ofrecerle el agua.

    Sus ojos se ensancharon al decirle tal cosa -¿Cómo sabes eso?- Empezaba a temblar, estaba temiendo por su vida de nuevo y no sabía porque… Sus terrores no lo dejarían en paz.

    -Me lo imagine, eres pequeño, delgado, y tienes una expresión inocente, así somos la mayoría de los Omega a esa edad- Callo un momento, pensando con una cara más seria –Debes tener unos doce años ¿Cierto?- Sonrió de nuevo, por tercera vez quería darle ese vaso.

    Sintió un poco de confianza, al saberse que ese hombre junto a él, de cabellos cortos verduscos, ojos jade, piel clara, de ropas color verde seco, similar a una camiseta sin hombros, pero llevando unas muñequeras grandes hasta casi los codos, parecía cuero, pero no estaba seguro, un cinturón grueso café y unos pantalones de color grisáceo. Sus brazos como su cuerpo eran delgados, pero poseía un poco de musculatura en sus antebrazos.

    Esta vez acepto el agua y la bebía con desesperación, su boca se sentía tan seca, mas no podía bajar la guardia.

    -Tengo Quince años- Bajo el vaso, sosteniéndolo entre sus manos, era la primera vez que veía el cristal, lo sentía tan ligero, sus ojos clavados en este objetó.

    Abrió levemente sus ojos, la sorpresa no lo cría -¿Quince años? Te vez mucho más pequeño- Miraba al pequeño inspeccionándolo con mayor cuidado, se notaba lo delgado que era, al grado de ver sus costillas, y los moretones.

    -Mi nombre… Es Mu…- Dudo en decirle, pero podría ser su mejor opción.

    Le sonrió –Es muy bonito tu nombre- Giro su vista hacia el plato de fruto que había en el lugar –Tienes que comer algo, aunque sea ligero, fueron las órdenes del médico- Le tendió un poco de este alimento en un plato.

    Las verdes esmeraldas del niño se abrieron como nunca antes, no podía creer que le dieran un plato de comida repleto a como él podía divisar, con toda esa cantidad de fruta que la mayoría desconocía. Su boca se hizo agua por un instante, pero no podía aceptarlo tan fácilmente.

    Podría ser una trampa en su pensar, bajo la mirada, cerrando sus ojos con fuerza para evitar mirar aquello, pero su estómago gruño sonoramente, con ese aroma suave.

    -Te diría que no tienes hambre, pero… Sé que no es verdad- Sujeto el vaso de las manos del chico, para que ahora lo cambiara por esto nuevo –No es mucho, pero es la cantidad suficiente que Albafica te recomendó, trata de comer-

    -¿Por qué eres tan bueno conmigo?- Sus lágrimas comenzaron a caer, estaba temblando, no creía que nadie pudiera ser bueno, pero allí estaba alguien de su misma condición ayudándolo.

    Observo ese temor en el pequeño, aquel que alguna vez sintió de pequeño, solo era efímero pues a sus veintidós años había logrado superar mucho.

    -Nada malo te pasara aquí, así que tranquilizarte- Su voz trato de sonar dulce, para ayudarlo un poco.

    -Quiero… Ir con mi papá- Ese era su pensar y pena más grande. Recordaba lo sucedido anoche, y como le había dicho ese horrible hombre, que su padre no volviera a estar con él.

    Suspiro preocupado, ahora entendía un poco las cosas –No sabemos dónde está tu padre… Pero… Trataran de buscarlo sin falta, más debes comer algo primero, darte un baño y que te vuelva a ver el médico, para saber cómo te encuentras de salud y…-

    Negó con su cabeza, todo eso no lo alcanzaba a comprender, solo quería estar con su progenitor, estaba aturdido, nervioso, asustado y no había más que ese nuevo lugar.

    -Por favor Shura… Déjeme ir… Quiero buscarlo… Es lo único que tengo…- El menor quiso levantarse de la cama, mas al poner un pie fuera de esta, su vista se nublo, y la debilidad a su cuerpo volvió.

    El otro fauno allí presente lo sostuvo con fuerza, para que no cayera, haciendo que se volviera a sentar en la cama, mirándolo un poco serio –Mu, no puedes irte en este momento a ningún lado, estas demasiado débil, si sales solo logaras que te pasen cosas terribles, debes comprender… Que solo queremos ayudarte-

    La respiración agitada, sus pecho doliendo un poco, noto que llevaba una bata blanca, que le llegaba hasta los tobillos, o incluso lograra cubrirlo todo, no era de su talla.

    -¿Por qué me quieren ayudar? No lo entiendo- Estaba llorando, temió que la historia de su padre se repitiera con el de nuevo -¿Qué quieren de mí? Yo… No quiero que nadie me marque… Por favor… No quiero eso… Quiero estar solo con mi padre… Por favor… No me lastimen- trataba de cubrir su cabeza con las manos, estaba temblando sus lágrimas caían a mares por sus mejillas.

    -Mu… Mu…- Trataba de llamarlo, pero el menor no lo escuchaba, estaba llorando desesperadamente. Pensó ¿Que podría hacer en esta situación? Y solo se le ocurrió lo único que no le gustaba hacer, mas este niño posiblemente lo necesita.

    -Papá… por favor papá… No quiero estar lejos de ti…- Ese era su ruego más valioso que tenía y el único que poseía en cuestión.

    Shura se sentó sobre la cama a lado del pequeño y dudando un poco paso su brazo derecho por ambos hombros del niño, como un abrazo algo forzado para el cabrío, pero sería una señal de confort para el pelilila.

    Una suerte que no se estremeciera al contacto, tal vez no presentía tanto peligro de un Omega, pero no podía pensar lo mismo de algún otro Alfa o Beta incluso.

    Se mantuvo en la misma posición, no se recargo para anda en Shura, pero le permitió ese abrazo, solo necesitaba desahogarse con alguien, poder sacar el dolor que su corazón estaba guardando por años y… Ahora tal vez la pena más grande para siempre.

    No era un tonto… Solo un niño con miedo, y comprendía a pesar de negarlo, que esas palabras del amo de su padre, podrían ser ciertas.

    Su papá… La persona que dio todo por él, para mantenerlo seguro toda su vida, se sacrificara con su último aliento de su vida, solo para que tuviera la oportunidad de ser libre, aunque él jamás lo lograra.

    Las lágrimas seguían, no cesarían tal vez por años, pero debía empezar a dejar salir aquello.

    -Sé que… tal vez el… Este muerto… Por mi culpa… No pude…- No podía seguir, todo se le acumulaba en su garganta, ese vacío de alimento, pero con las emociones que dolían tanto.

    -Ya, ya… Tranquilo… No es tu culpa… Nada de lo que ocurriera es tu culpa… Solo hiciste lo que debías hacer…- Esas eran las únicas palabras de consuelo que podía darle a Mu.

    -Es mi culpa… Yo no debí nacer… El dio todo por protegerme… Y no pude ayudarlo a salir de ese lugar… Hasta… Que… Mi papá prefirió que yo… Me fuera… Antes que el…- Cubría su boca por inercia, antes no debía si quiera producir un ruido, si lloraba o se darían cuenta y podría ser peor.

    -No es bueno que digas eso… Si tu padre, hacia todo porque estuvieras bien… No debes desear no haber nacido- Su mirada severa se intensifico, pero su voz no combinaba, era tan dulce.

    -Soy alguien… Que fue capaz de abandonar a quien le dio la vida… Yo no merezco nada bueno…- Limpiaba su nariz con el antebrazo, el llanto no paraba.

    -No conozco nada de tu pasado y puede que no lo haga al menos que me lo digas, pero… Por como hablas de tu papá, te debió amar tanto, que dar la vida por quien amas así, no es algo que la otra persona deba renegar…- Suspiro triste ahora, sin duda estaba recordando algo que lo carcomía –Si él te oyera hablar así… Lo pondrías triste… Y sé que no quisieras eso-

    Ese corderito, levanto levemente su mirada, observando al mayor -¿Tú crees eso… Shura?- Por alguna razón pensar en que su padre estuviera triste por su culpa, lo forzaba a mostrar un semblante diferente.

    -Puede que ese sujeto te mintiera, y este con vida… Esperando a que regreses por él, con… Refuerzos y eso es lo que puedes hacer aquí- Trataba de calmarlo.

    Aquello le interesó mucho al niño -¿Cómo podría hacer eso?-

    -Has lo que te digo, come algo, date un baño, te traeré ropa limpia y dejaras que te revise el médico, después sabremos cómo estas y cuando mejores de salud, podrás hablar con los líderes del gremio- Sonaba feliz ahora, más aun un semblante frio se mostraba en su rostro.

    -¿Lideres?- Su pregunta que era eso.

    -Son los líderes del gremio Ateniense- Contesto serio, más muy confiado de saber tanto.

    -¿Gremio Ateniense?- Estaba confundido, limpiando sus lágrimas -¿Qué es eso?-

    Por un momento pensó en decir algo que podría hacerlo llorar de nuevo, entendió que ese niño indefenso, había vivido cosas muy fuertes en tan corta edad, era mejor no interrogarle nada y solo responderle.

    -Te lo diré, solo si me haces caso en lo que te he dicho y al final de todo, te contare toda la historia- Le dedica una sonrisa -¿Te parece bien?-

    Miro un instante al hombre, pensando si era bueno… Pero si quiera conocer más y si su padre aún estaba con vida, debía rescatarlo, fuera como fuera, debía lograrlo.

    -Está bien… Shura…- Sus manos temblaron al tratar de alcanzar la fruta, temía que fuera una trampa.

    Mas se sorprendió, como el joven se levantó de la cama, para darle indicaciones.

    -Mira, en esta puerta hay un baño, tiene lo básico, un jabón para limpiarte una esponja, te traeré ropa limpia para que te cambies y no te preocupes, yo estaré contigo cuando venga el médico- Esos ojos afilados como espadas, no podían concordar con esa sonrisa apenas visible que demostraba, no tenía destello de maldad, como siempre había conocido.

    Podría confiar en el…

    -Está bien...- Lo siguió con la mirada.

    Este se despidió por el momento, saliendo de la habitación, dejando al niño solo.

    Suspiro tristemente, mirando sus manos con esa fruta, de nuevo ese rugido de estómago lo llamo a la realidad.

    -Lucen tan deliciosas… ¿Qué podría ser esto?- Sostenía una pequeña bolita verde, que la apretó y soltó su jugo manchado su cara, pero de igual forma probo aquello y le aprecio muy delicioso.

    Comenzó a comer todo lo que pudiera, en verdad no recordaba la última vez que había probado algo tan dulce y suave, mientras engullía todo eso… Sus lágrimas brotaron de nuevo.

    Le causaba una gran nostalgia, mucho dolor, que no pudiera Star comiendo con su padre, como le gustaría compartir este banquete a su parecer con él.

    Apretaba las sabanas con su mano libre, juntas sus piernas así sostenía el plato y comía tan pesadamente y tragaba igual, pero era el dolor que volvía a sentir.

    No podría acabar ese tormento mental jamás, solo deseaba irse lejos con su padre, eso quería.

    ---Pasillo del Gremio---

    -Creo que esto será de la talla de ese pequeño- Sostenía unas cuantas prendas de colores vivos en sus manos.

    -¿Cómo se encuentra?- Una voz serena se hizo presente.

    El peliverde oscuro, se giró hacia donde la voz venia, haciendo una reverencia, inclinado la cabeza –Señor Shaka, el pequeño Fauno se encuentra… En un estado… Manejable para él-

    Suspiro algo triste –Ha pasado por mucho… Es normal que no confié en nosotros-

    -Su nombre es Mu, tiene quince años y está muy preocupado por su padre- Su mirada estaba puesta en el muchacho.

    Asiente, mas su sorpresa se hizo presente, al respirar un poco profundo –Pobre… Nadie debería tener ese pesar a su edad-

    -El solo acepto comer y ver al médico, si al final puede hablar con usted y el señor Aioros, para ayudarlo a rescatar a su padre-

    -Entiendo… Es lo único que tiene en su mente…- Suspiro algo molesto –Lo malo es que… Si su padre está marcado por ese hombre… No podremos hacer nada- Apretó sus puños, sentía tanta impotencia el que existieran esas leyes que solo servían para proteger a quienes trataban tan mal a los faunos, pero ahora tenía un pensar diferente, aunque no lo notara su enojo se intensificaba, el no poder ayudar al pelilila.

    -Si… Me permite… Tengo que llevarle esto a Mu y el medico Albafica, pronto llegara- Pensó detenidamente –Si el pequeño… Ve a otra persona entrar en su habitación estando solo, entraría en un estado de pánico-

    -¿Te ganaste su confianza tan rápido?- Estaba incrédulo por eso.

    Negó con su cabeza –No creo que me la ganara, solo pienso que se siente seguro si un Fauno Omega esta con el-

    Asiento de manera estoica, fijando su mirada al frente –Entiendo- Sus ojos apenas abiertos –Te pido por favor… Que lo acompañes siempre-

    Sonrió débilmente –Usted me lo pidió anoche que lo cuidaría en cuanto llego con él, lo hare… No solo por la petición de usted, sino porque ese pequeño…- Apretó aquellas ropas contra su pecho –Me da tanta pena…-
     
  6. Threadmarks: Capitulo 6 (Recomendaciones)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    3125
    Hizo una leve reverencia ante ese rubio, y se retiró con algo de prisa.

    El ojiazul, se quedó con un suspiro largo. Pensando en el pequeño que acababa de salvar.

    Recordando la calidez de su cuerpo al cargarlo, la suavidad de su lastimada piel.

    Se sorprendió al tener esos pensamientos, abriendo sus ojos de golpe.

    -No… No debo pensar en él de esa forma- Giro su cuerpo rápidamente, para irse a la otra dirección. Mas en su corazón le estaba rogando que debía ir a la habitación del fauno, no hacía caso.

    ---Habitación, ala oeste---

    -Espero que ya te tienes un poco mejor- Al entrar y cerrar la puerta detrás de él, diviso al pequeño sentado en el suelo, cubierto por una de las sábanas blancas, estando empapado.

    -Pero… ¿Que estás haciendo?- Dejo las ropas sobre la cama, para acercarse al pelilila.

    -Me dijiste… Que me diera un baño, eso hice- Apenas su levanto su mirada.

    -Pero… No se hace con la ropa puesta y quedarte así, te enfermara- Poso sus manos en las caderas -¿Qué acaso nunca te has balado?-

    El niño, lo miro con extrañeza y negó con la cabeza –No, nunca lo he hecho… Usualmente, mi padre, cuando lograba obtener un poco de agua, me lavaba la piel, pero solo eso…- Pensó un instante, sus lágrimas brotaban siempre que lo recordaba -¿Eso es un baño no?-

    El fauno cabra, suspiro resignado, pero compendia un poco lo que pasaba –Mira, si se utiliza el agua, pero… Te tienes que tañar la piel con una esponja y jabón, para quitarse la suciedad, además que no se hace con ropa y después te secas y cambias-

    -¿El jabón, es esa piedra que hace burbujas?- Ladeo su cabeza dudoso, sus ojos verdes notaban la tristeza de su alma.

    Solo atino a rascar su cabeza y dejar escapar un suspiro, sabía que debía explicarte lo que es un baño.

    -Solo esta vez, te ayudare… Pero aprenderás a hacerlo por ti-

    Lo tomo del brazo, quito esa sabana húmeda, y le dijo que debía quitarse la ropa, el pequeño dudo un momento, estaba temeroso aun, mas Shura le inspiraba un poco de confianza.

    Mas el peliverde oscuro, decidió voltearse para darle privacidad, indicándole lo que debía hacer pasó a paso.

    -Ya que estas mojado, ahora… Coloca un poco de esa botella blanca en tu mano y con tus palmas y manos distribúyelo en tu cabeza, de esta manera- Haciendo la función, para que el niño lo viera.

    Es listo, por ende entendió y empezó a imitarlo.

    Después de enseñarle la manera correcta de bañarse, lo envolvió en una toalla y le dio la ropa que debía usar de ahora en adelante.

    La ropa consistía en una playera de color blanco abajo, sobre esta un estilo de abrigo color amarillo largo, que llevaba debajo de las pompis, con un cinturón verde, pantalones negros y calzado estilo botas de color café.

    -Te queda bien- Asintió satisfecho, mientras terminaba de hacer la cama, sentía que debía enseñarle todo de una vez, no deseaba batallar.

    -Es muy suave- Tocaba esas prendas con su mano, las sentía muy cómodas, nunca antes había usado algo así.

    -Todas las prendas de este gremio son hechas a mano, por costureros y para hacer dichas telas, tenemos el algodón y gusanos de seda, todo es hecho aquí- Depositaba la ropa sucia en un cesto que lo más seguro la mayoría seria desechada.

    -¿Cuándo podre hablar con…?- Sus mirada baja, se levantó al escuchar como un golpecito da en la puerta.

    -¿Puedo pasar? Soy Albafica- Esa voz calmada y seria, similar a la de Shura. No era para nada agradable al chico.

    Este al escuchar aquello, se sobresaltó un poco y colocándose por inercia detrás del peliverde oscuro, que se sorprendió un poco.

    -Pasa, el pequeño ya está presentable- Estando quieto en su lugar y con los brazos cruzados.

    -Por favor… Que no pase, no me dejes solo con el- Sujeto sus ropas con fuerza, estaba temblando y sus ojos estaban llenándose de lágrimas.

    -No tengas miedo, te dije que Albafica es un médico y tiene que verificar como estas de salud- Lo dijo mirándolo de reojo, pero su tono trataba de sonar sencillo.

    -Pero…- Quería decir algo más, pero la presencia del otro hombre lo asustaba un poco.

    -Buenas tardes, ¿Cómo te encuentras hoy?- Una dulce sonrisa en sus labios se dibujaba de ese peli celeste, de piel blanca, alto, delgado, y un lindo lunar en su mejilla izquierda. Portaba un conjunto de ropa color celeste similar a su cabello, pantalones blancos y una bata del mismo color.

    El menor no conteste, seguía oculto detrás de Shura.

    -Discúlpalo Albafica, el pequeño…- Detuvo su lengua, no iré el quien hablar de algo así –Ha pasado por mucho-

    -Comprendo- Se encamino hacia la mesa, para poner sus objetos necesarios al chequeo –Mira no te hare nada malo, si es mucho más cómodo para ti, Shura se puede quedar, pero necesito verte si te encuentras bien o que no tengas alguna enfermedad. Si es el caso…- Buscaba algunas cosas para empezar –Tendré que darte algún tratamiento, pero no será nada doloroso.

    Mu no comprendía nada, solo estaba ocultándose, parecía un chiquillo detrás de lo único que le daba protección, y pues al ser el único otro fauno omega que conocía, se aferraba ahora a él.

    No quiere decir que olvidara a su padre, eso no lo haría nunca, pero de alguna forma sentía que debía sobrevivir y confiaba un poco en esta cabra.

    -Mu, escucha… Tienes que entender que te revisara, para que no tengas ningún problema, dile si te duele alguna parte, o cualquier cosa… Que sientas- Lo miraba directo, aun de piel.

    Temblaba –Pero… Él es un humano… Me hará daño…- Sus ojos derramaban lagrimas inconscientemente.

    Negando con la cabeza –No claro que no, él ya te curo la herida en el labio-

    -No sé si te de mas confianza esto, pero soy un beta. No tengo los instintos de un Alfa- Sonrió, cerrando sus ojos, poniéndose al mismo nivel que el joven –Entonces… ¿Puedo continuar?-

    -¿Me… Dejaría quedarme… Cerca de Shura?- No sostenía su mirada, le intimidaba el humano delante de él.

    Albafica levanto su mirada hacia los ojos oliva –Veo que se a encariñado contigo muy rápido- Rio levemente.

    Suspiro resignado, no le agradaba demostrar emoción alguna.

    -Claro que puedes quedarte juntó a él- Estiro sus manos, posándolas cerca del chico.

    Aunque él reaccionó con miedo encogiéndose de hombros, cerrando sus ojos y el tembló de su cuerpo no se detuvo.

    No sintió nada malo, al contrario una calidez se apodero de esas manos.

    El contacto no había, estando a algunos centímetros, es como realizaba ese chequeo.

    Después de unos diez minutos revisándolo de esta manera, pudo identificar cualquier problema.

    -Ya termine- Levantándose de su posición -¿Verdad que no dolió nada?-

    -No, de verdad que no…- Aun así el niño sentía miedo, cualquier humano le aterraba. Aunque le mostrara una sonrisa.

    En todo momento el cabrío, se mantuvo estoico en su lugar, serio, con los brazos cruzados, mientras taraba de no moverse.

    -Toma te has ganado este premio, pro ser tan buen paciente- Le extendió una pequeña manzana verde.

    Ese carnerito no sabía si tomarla o no, miraba con miedo cada acción del peli celeste.

    -Tómala, esa manzana no te hará daño- Shura le dijo esto, para animarlo.

    Levantó su mirada levemente ante ese comentario, de nuevo confiaría en el mayor, asi que con timidez, estiro sus manos, para sujetar ese fruto.

    Este Beta humano, tomo sus objetos y los guardaba.

    -Shura, ¿Podemos hablar afuera?- Su sonrisa siempre cálida, tratando de ganarse la confianza del pelilila.

    En cambio este, no le devolvía la sonrisa, trataba de mantenerse lejos de la vista de cualquiera.

    -Claro- Asintió con su cabeza –Mu, primero lava esa manzana, antes de comértela, volveré en un instante, hablare con Albafica ¿Entiendes?-

    Solo movió su cabeza para confirmar. No hablaba de repente.

    Ambos mayores, abrieron y cerraron la puerta, para dejar solo al menor y tener la privacidad de hablar libremente.

    La expresión sonriente del peli celeste hermoso, cambio a una de preocupación.

    -¿Qué es lo que le ocurre?- Sin rodeos era lo que identificaba a ese fauno.

    -Es un caso grave de desnutrición, tiene quince años y parece de doce, su estatura es de 1.32 cm y pesa 30 kilos. Si tuviera esa edad estaría bien, pero… Es mayor-

    -me comento que lo tenían encerrado, junto a su padre- Suspiro –Creo que te diste cuenta que no ha recibido mucho sol-

    -Eso también, falta de vitamina E, algunos de sus órganos trabajan con dificultad, por lo mismo de la mala alimentación- Negó –El pobre ha estado sobreviviendo, si hubiera vivido así un poco más, moriría sin duda-

    -¿Qué es lo que recomiendas?- Esperaba el tratamiento.

    -Ya di la dieta, eso deberá ser suficiente por la primera semana, después comer alimentos cocidos, para que su estómago se acostumbre a mayor variedad, a las dos semanas, sería suficiente para agregar una alimentación más cotidiana- Miro hacia el reloj de aquella pared de piedra de tiempos antiguos –Como es un hibrido, deberá probar algo de carne más adelante-

    Esto provocó un sobresalto en Shura –Pero es un cordero, ellos no pueden comer ese tipo de cosas-

    -Sus colmillos son un poco más pronunciados que los de un hibrido, por lo tanto la carne es necesario en su dieta, si no le gusta o no soporta lo sabremos y ya decidirá- Contesto lo más serio posible –Mas tarde le diré a Afrodita que le prepare un té, para ayudarle con su baja de Vitamina E- Suspiro, cruzando sus brazos –Deberá tomar sol, en las primeras hora de la mañana, hasta las diez y luego quedarse bajo techo, necesito ver como reacciona su piel ante esa exposición-

    -Entiendo, no te preocupes, estaré al pendiente de él- Sonrió tranquilo.

    -El señor Shaka, te pidió cuidarlo ¿Verdad?- Sonrió levemente, con sus ojos celestes puestos en este fauno.

    -Así es- Cruzo sus brazos, desviando su mirada –Solo por eso, debo cuidar a ese niño-

    -Jajaja, no creo que sea la única razón que ahora te estés preocupando- Siguió su camino, ya había dado sus indicaciones correspondientes y debía hablar con su protegido de esa nueva tarea que realizaría.

    Shura, no tuvo tiempo de reclamar algo, no le gustaba halagar, mas no quería que le levantaran falsos, aunque no lo era del todo. Prefirió regresa con el menor, para explicarle algunas cosas del gremio.

    Albafica camino en dirección a la zona del gremio que está dedicado a las plantas, remedios y curación.

    Antes de llegar se topó con uno de los líderes.

    -Buenas tardes señor Shaka- Bajo levemente la cabeza.

    -Buenas tardes Albafica- Saludo cortes mente, aunque su mente tenía una mayor preocupación.

    -Termine de hacerle el chequeo general al pequeño fauno- Lo miraba firme, no se impresionaba tanto como los Omegas, ser Beta tiene sus ventajas a veces.

    -¿Cómo se encuentra?- Esa voz seria y fría de costumbre, se notaba una leve preocupación que quería fingir.

    -No está del todo bien, internamente tiene algunos daños, pero nada que el tiempo no cure con el tratamiento que di- Se quedó callado un instante, pensando –En un mes, estará completamente sano- Sonrió, mostrando la sinceridad de sus palabras.

    -¿Qué tratamiento le dio?- Necesitaba saber como se encontraba el fauno que había ayudado, su corazón se lo dictaba que así lo hiciera.

    Aun no compendia ¿Por qué? Pero se dejaba llevar por este nuevo sentimiento.

    -Ya le deje todas las indicaciones a Shura, sé que es su cuidador por el tiempo que se acostumbré a este nuevo lugar- Había identificado como extraño, el interés que presentaba uno de los líderes.

    -Por favor, dime que es lo que necesita- Sus ojos que siempre se mantenían cerrados, seguían igual, pero su gesto notaba el ceño de preocupación y malestar, otra cosa atípica en el rubio.

    -La dieta de frutas se mantendrá una semana, después alimentos cocidos, y al cumplir la segunda semana aquí, podrá probar más comidas preparadas, deberá toar un te alto en Vitamina E que lo necesita, durante las mañanas los primeros rayos del sol deberán ser suficientes para acostumbrarlo a esta y al mes… Deberá alimentarse con algo de carne- Lo miro de reojo –Como ya está informado señor, él es un hibrido de cordero y por las marcas, de un tigre, tiene un lado carnívoro que él tiene que decidir adoptar o no-

    Asintió levemente –Muy bien, gracias por informarme- Solo su deseo era conocer lo que necesitaba, se encararía de todo lo que ese fauno debía tener.

    Se estaba comprometiendo demasiado en ese rescate que hizo, pero no era solo por su deber ser, sino porque así lo sentía.

    -Puedes retirarte y disculpa, si te interrumpo Albafica- Siempre tan cortes, de manera tajante.

    Estaba dispuesto a seguir su camino, cuando el peli celeste le dedico unas palabras.

    -Señor Shaka, entiendo que se preocupe mucho por el pequeño fauno, pero le debo recordar que, usted hizo un voto y cualquier otra intensión le ocasionará problemas a usted y a ese cordero- Sus palabras tan acertadas y firmes, a veces se podían confundir con el de un Alfa.

    Solo se detuvo dándole la espalda, dejo escapara un suspiro, sus parpados cerrados se contrajeron un poco.

    -No te preocupes, conozco bien lo que hice, y no estoy con otra intensión, de hecho me ofendes un poco que siquiera lo menciones, pero lo dejare pasar, pues eres el medico del gremio y te necesitamos- En esta última frase, la voz autoritaria se hizo notar, dejando al otro con un estremecimiento en su ser.

    Pero esas palabras del peli celeste hermoso, estaban llenas de verdad, desde que lo sostuvo en sus brazos, sintió algo que se supone era un pecado, conforme ahora estaba regido.

    Se supone que para eso entrenaba su vida entera, suprimir los deseos Alfa ante cualquier Omega, dejar que nada de eso te afecte, sin importar estar en contacto con ese olor particular.

    Lo había hecho bien, en ciertas temporadas que sucedía eso, aún era joven y nunca debería experimentar esos tipos de relaciones, así lo había jurado a los trece años, por su propia voluntad, siendo siempre tan firme y maduro en sus decisiones sorprendiendo a muchos.

    Ahora tres años después, estaba teniendo dudas de lo que en verdad deseaba.

    Era mejor ignorar eso, por el bien del pequeño fauno, aunque quisiera protegerlo… Solo si se mantenía alejado, seria suficiente.

    No deseaba experimentar el sufrimiento que el primer líder pasaba, al estar cerca de un fauno omega del gremio.

    ---A la mañana siguiente---

    -¿Cómo te sientes?- El de ropas cafés, tratando de comprender si el menor se sentía cómodo.

    No respondió, se sentía extraño, estando afuera de cuatro paredes, como siempre había estado aprisionado no conocía lo que era estar afuera.

    Apenas su habían caminado unos pasos afuera de la habitación, que por el momento le pertenecía al niño.

    Estando tan cohibido, temeroso, sujetaba sus manitas con cierto miedo.

    Sentía cada paso que daba como si fuera la primera vez y era que así es.

    Esa noche, tuvo que salir por su vida, huir por miedo, desesperación.

    Se sentía así por los recuerdos relacionados por sentir ese aire fresco matinal, no podía pasar mucho tiempo para sentirse mal o culpable, por haberlo dejado, pero… Apretaba sus ojos y labios para mantener alarmado.

    La respiración se le agitaba con facilidad, no merecía la libertad que estaba obteniendo, todos los cuidados y preocupaciones que estaba recibiendo, no debían ser para él… Su padre aun… No…

    Sus lágrimas salían a mares de sus ojos verdes, apretando sus ropas por los laterales.

    Shura comprendía al menor, estaba solo a unos cuantos pasos delante de él, lo observaba con cautele.

    No era propio de él, sentir compasión muy seguido y ese corderito es lo que le provocaba.

    Posiblemente le recordaba a sí mismo en un tiempo pasado, pero si el logro superar cosas terribles, mu también podía. El tiempo borra cualquier herida.

    Aunque Shura aun debía enfrentar más cosas horribles en su vida. Que deberá ser maravillosas, pero el destino aun lo quería ver sufrir en silencio.

    Había decidido hace unos años, no derramar de nuevo lagrimas por el pasado o por lo que no podría ser.

    Ninguno de los dos Omegas se dieron cuenta de quien se dirigía a ellos, estaban inmersos en sus tormentos.

    -Oye, pequeño corderito ¿Por qué lloras?- Esa gentil voz, tan familiar para el peliverde oscuro que el causaba un latir frenético en el corazón, provocando sus mejillas tornarse carmesí, y ponerse todo nervioso.

    Mu, levanto su mirada, toparse con unos ojos verdes oscuros, demasiado expresivos y peligrosamente cerca.

    Aquello estremeció demasiado al joven, dando pasos temerosos hacia atrás, el temblor en su cuerpo, provocaba que sus piernas estuvieran a punto de caer, sus manitas delante de sí mismo, para protegerse, sus ojos verde brillantes contraídos, su boca semi abierta por el miedo.

    Estaba entrado en el terror puro, otro humano… Diferente al de ayer, le aterraba todos ellos, le causaban un extraño molestar en su estómago, recordando imágenes en el encierro forzado.

    -Tranquilo- Ese hombre castaño, que poseía una cinta rija en su cabeza, vestido con ropas oscuras, una túnica de color azul marino, pantalones negros y en su brazo poseía un emblema.

    Sus lágrimas brotaron con rapidez, por el terror de pensar en solo sucesos horribles, creía que le haría daño, que todo era una farsa, que lo lastimarían, que solo logro hacer lo inicio que su cuerpo pudo reaccionar.

    -¡¡¡¡HAAAAAAAA!!! ¡¡¡NO, POR FAVOR NO ME LASTIME!!!- No aguanto más, cayo de rodillas al piso, su cabeza abajo, cubriéndose el rostro con sus manos y sus lilas cabellos desarreglados.

    -¡¡¡MU!!! ¡¡¡MU!!! ¡¡¡TRANQUILO!!! ¡¡¡NADA MALO TE VA A PASAR!!!- El cabrío rápidamente fue junto al pequeño, para tomar sus hombros. Pero era inútil estaba en un estado de pánico.

    -Shura… Lo siento… No quise…- Siendo el primer líder del gremio, un humano Alfa, se compadecía demasiado de los demás, conocido por su gran corazón e incapaz de hacer cualquier daño.

    Pero obvio ese dulce pelilila no sabía aquello. Ante sus ojos todos los seres humanos eran malos y que fueran alfas era lo peor que pudiera existir.

    -Señor… Aioros…- El peliverde, tratando de hacer reaccionar al corderito, mientras sentía su corazón latir y dolor a partes iguales.

    -¡¡¡¿QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO?!!!- El grito potente de un Alfa, al haber escuchado la desesperación de alguien importante, no lo dejo de lado.
     
  7. Threadmarks: Capitulo 7 (Darse Cuenta)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    2300
    -Shaka- El mayor de los ahí presentes, sorprendió que el rubio levantará la voz.

    -¿Señor Shaka?- Shura, como todo Omega, se sobre salto por esa forma de hablar.

    El llanto en la cara de Mu, había dejado escapara mares en él, temblando de rodillas seguía, en su mente revivía los gritos de aquel lugar, las voces, el miedo, todo se regresaba.

    Y que ese joven de ojos azules, hablara así, no ayudó a tranquilizarlo.

    Quería saber el por qué el fauno estaba de esa manera, pero sentía que debía tranquilizarlo.

    Aquella noche, lo hizo. Pudo tranquilizarlo, en el momento justo en que llego y evito aquella tragedia.

    Le dio poca importancia a los otros dos y se acercó levemente al menor, acercando su mano.

    El cabrío, esperaba que el menor entrara en pánico, temía aquello tanto, que quiso acercarse para calmarlo, pero no pudo.

    -Mu… Cálmate…- Lo llamo con la voz más dulce que pudo dar, sus ojos entreabiertos, fijos en el menor.

    El carnero levanto su mirada levemente, dejando ver la marca de la tristeza en este.

    Por una razón que desconocía, al chocar las esmeradas con los zafiros, sintió una leve sensación de tranquilidad, como si pudiera relajarse.

    Pero el contacto que tratara de hacer lo rechazaba, haciendo levemente su cuerpo para atrás.

    Su cabeza le decía que un alfa como el, tarde que temprano le haría daño, como a su padre, pero su corazón latía acelerado, tal vez porque estaba en un ataque de pánico, o porque eso le provocaba el rubio por todas las anteriores razones.

    -Nadie te hará daño aquí, solo confía en mí por favor- Un alfa que de nuevo suplicaba, es algo que solo ese cordero provocaba en él.

    Sintiendo como la vista se me comenzaba a nublar, sus fuerzas se estaban volviéndose nulas, ya no aguantaba el estrés que estaba experimentando en un cuerpo tan frágil.

    Y cayo de nuevo hacia adelante, justo a los brazos de uno de los líderes del gremio, desmayado por segunda vez al verlo.

    Un comportamiento muy extraño.

    Cuando un fauno siente miedo extremo, nunca dejaría que su cuerpo descansé, al contrario se mantenía alerta hasta el momento de sentirse seguro.

    Inconscientemente eso provocaba aquel humano en el pequeño, pero aun no se sabia la razón cierta.

    ¿Realmente importaba?

    -Mu- El susurro del peliverde oscuro, fue lo que salió de sus labios, estaba angustiado por el pequeño, pero no podía acercarse.

    Shaka, al sostenerlo de nuevo en sus brazos, sintió de nuevo las ganas de cuidarlo, protegerlo y no apartase de él, se pudo observar simplemente al momento de apretarlo contra su cuerpo, mirándolo fijamente.

    En la noche no pudo admirarlo mucho, la oscuridad no lo dejo, pero ahora podía ver que es en verdad un fauno muy lindo.

    Cerró de nuevo sus ojos de nuevo, esos pensamientos catalogados como impuros debían ser detenidos, no podía dejarse llevar.

    -¿Se encuentra bien?- Aioros rápidamente pregunto, se sentía culpable, por haber asustado al pequeño.

    -Solo se desmayó, creo que le provocaste un ataque de pánico- Que voz tan automática.

    -No quise asustarlo, solo quería presentarme, sabía que era el fauno que salvaste y…-

    Callo de inmediato, cuando el otro, se levantó de su posición, cargando con suavidad a ese pelilila durmiendo.

    Siempre ha sido reconocido, por no hablar mucho y actuar, pero todo siempre pensado y calculado con antelación.

    Debía llevarlo a la habitación que el menor tenía designada, solo era recorrer unos cuantos pasos atrás y llegaba.

    El de la cinta roja, solo observó en silencio, sabía que aquello que pasaba significaba algo, que el experimentaba cada instante al estar a solas con el fauno de enfrente, pero como eran de efectivos sus entrenamientos, para no actuar por instinto.

    La expresión de preocupación en el cabrío es demasiado evidente, el ceño fruncido, con eso lo dejaba en claro, queriendo ir de inmediato, pero ambos notaron la posición que ese rubio había ejercido por inercia se mantenían al margen.

    -Él tiene muchos miedos a los humanos- Tarto de romper el hielo entre ambos.

    -Vivió cosas muy difíciles- Su voz seria, pero desviando la mirada.

    -¿Te ha contado? Has sabido ganarse su confianza- Sonrió un poco.

    -Es un niño, solo se aferra a mí por lo que ha sucedido- Le quería restar importancia a todo eso.

    -Pobre, ¿Tiene unos doce años?- Solo quería sacarle algo de conversación.

    -Quince… Es una suerte que tenga vida aun- Él amaba la voz de ese hombre, pero trataba de mantener tranquilo, que su corazón no lo traicionara, como lo había hecho antes.

    -Shaka, te pidió que cuidarías de él ¿verdad?- Ya tenía conocimiento de esto, al ser el de mayor rango conocía cada movimiento que sucedía en el gremio, pero quería hacerse el desentendido.

    Solo asintió.

    -Te va a necesitar- Le dedico su mejor sonrisa –Te verás muy lindo de mamá-

    Por un momento tuvo la ilusión de ver al fauno con más crías a su alrededor, pero esos pensamientos debían ser controlados.

    Ambos se sonrojaron demasiado.

    El mayor solo se disculpó por lo que acaba de decir, a veces su instinto dejaba salir palabras d esa índole, era demasiado puro para darse cuenta que su corazón y cuerpo deseaba cosas que el había jurado no experimentar.

    Shura, por su parte… al quedarse a solas, miraba hacia el cuarto del menor, pero mientras dejaba escapar unas lágrimas de sus ojos, no mostraba la clara señal del dolor, el ceño fruncido no estaba, pero aun así se desahogaba.

    Desde que había llegado a ese lugar hace tres años, por la intervención de Aioros en aquella ciudad maldita, compendio que ese hombre alfa, era su destinado, pero la regla agrada, esos votos ridículos, que no permitía ninguna cercanía.

    Sufría en silencio, aun había tanto que aclarar.

    El de ojos azules, llevando esa carga preciada para él.

    La deposito con cuidado en la cama, admiraba a ese indefenso ser.

    Pensar que solo es un año menor que él, y había padecido cosas terribles.

    Se sentía realmente mal, como si fuera su culpa, cuando eso era campalmente absurdo, al contario fue quien lo salvo de aquel martirio.

    Aunque quisiera estar a su lado, el mismo debía mantenerse a raya, no quería eso pero es necesario para mantener la promesa hecha.

    Por esa razón lo admiraba de lejos y de pie, quería seguir tocando su suave piel y acariciar sus mejillas aunque fueran tan pálidas, por la falta de color y su estado.

    De verdad, quería quedarse a su lado. Pero no podía, no debía.

    Esa es la razón que Shura lo cuidaría, y le explicara todo lo que debía, eso lo quería hacer por ese pequeño.

    Debía alejarse, su corazón estaba demasiado alterado.

    Dio un fuerte suspiro, y salió. No sin antes dirigir su mirada al pequeño…

    Quería curar sus heridas de todo tipo, pero era indebido estar a su lado, con esos sentimientos que estaban creciendo de manera peligrosa.

    Al salir, solo cruzo miradas con el cabrío, indicándole que entrara a cuidarlo.

    Este solo le dio la reverencia dictada y entro a la habitación, para cerrarla detrás.

    Se iría a meditar, necesitaba hacerlo, para purificar su mente, de todo lo que había pensando.

    Debía buscar alguna manera de mantener calmo en su presencia, así como lo hacía el de cinta roja cuando estaba con el fauno de cabellos verdes oscuros.

    Se dirigía, hacia la sala destinada a dicha labro, pero fue detenido de forma inmediata.

    -Shaka, creo que debemos hablar- Parado de frente estando el primer líder Aioros de nueva cuenta.

    -¿Quieres ir al estudio?- Se mantenía sereno, tenía una leve idea de que le diría.

    -Sería mejor- Se encamino ha dicho lugar, con el rubio casi a su par.

    Pasaron un largo pasillo, pasando por un pabellón donde algunos aprendices ya entrenaban, en diferentes artes para detener a los Shadow´s, algunos faunos haciendo deberes, acompañados de omegas humanos de igual forma.

    Cada uno hacia reverencias al verlos.

    Respondieron, a cada uno, siempre viéndose tranquilos aunque por dentro estuvieran luchando con todo el alboroto en sus corones.

    Llegando a dicho lugar, con una puerta grande de madera y adornada de marcas a un estilo Griego, curvilíneas.

    Rápido entraron y cerraron la puerta detrás, para lograr hablar con privacidad.

    -¿De qué quieres hablar?- Directo ir al grano.

    -Shaka, por lo que veo…- Dudaba en seguir aquello, pero sabía que no se equivocaba –Ese pequeño te interesa ¿Verdad?-

    -Claro que no, solo quiero que este bien, como todos los de aquí- Sonó lo más seguro que pudo.

    -Cuando has rescatados a otros Omegas, no tienes ese semblante y tu aroma no se intensifica- Le hablaba como un hermano mayor, que trataba de que viera sus debilidades.

    No contestó, prefirió guardarse su respuesta.

    -Si las cosas fueran diferentes, me alegraría tanto que por fin encontrarás a alguien importante- Pensó un momento, el rostro del castaño oscuro, se volvió triste y un poco sombrío –Pero, sabes que nuestros votos, nos lo prohíben…-

    -Nos prohíben enamorarnos, porque eso lleva a deseos impuros, que nuestros cuerpos no deben experimentar, por dedicarle nuestra vida a la Diosa que salvo estas tierras y estamos solo para seguir cuidando lo que ella dejo- La desesperación de esa voz gruesa, quería mantenerse calmado, pero le estaba carcomiendo aquello.

    -Se lo que sientes, tu mente te recuerda los votos a cada instante, tu corazón quiere ser caso omiso, pero a la vez te sientes abrumado, porque… Lo conoces hace unos días, y ya crees que es parte de todo tu mundo- Callo un instante, recordando cuando el padeció aquello –No, que él es tu mundo entero, solo quieres estar con él… Pero- Levanta su mirada, directo al más joven, que se mantenía en su misma posición –Sabes que si eso pasara, el precio será un enorme castigo, no solo para ti, si no para Mu-

    Asintió –Por eso, me quedare al margen- Bajo levemente su cabeza.

    -No seré el más recomendable, para decirte que hacer… ¿Me has mirado como actuó cuando estoy con Shura?- Sonrió desanimado –Soy un desastre, pero aunque tres años lo he hecho sufrir, no puedo dejarlo ir… Soy de lo pero-

    Levanto su mirada, directo al castaño, para enfrentarlo –Yo no puedo hacerle eso, cuando llegue el momento, podrá irse, si lo desea- Suspiro, aquella idea no le agradaba –Pero, primero le ayudare a salvar a su padre, de aquel hombre-

    -Shaka, aun que quieras que él sea libre, no lo dejaras ir. Tu instinto te lo impedirá- Le decía estoy de manera tranquila, no podía alterarse.

    -He trabajado años, para que mi instinto no me domine, y te demostraré que puedo enfrentar lo que sea, incluso…- Apretó su mandíbula y puños –Si ese cordero es lo que llaman mi “Destinado” Eso es solo las feromonas de un Omega haciendo estragos en los Alfas, es todo- Quería sonar lo más indiferente posible, podría lograrlo con cualquiera, pero no con alguien que ya padeció el mismo mal.

    -¿Te has preguntado alguna ve lo siguiente? ¿Por qué el celo de otros Omega no tiene afecto en mí?- Sus brazos llevados hacia atrás de su espalda.

    -El entrenamiento desde niños, ha surtido efecto- Cortante, no podía seguir adelante con esta conversación.

    -Puede ser en parte eso, nuestro entrenamiento nos ayuda a que el celo de los Omegas, no nos afecte al grado de que nuestros instintos salga, pero… Si tu predeterminado ser especial, presenta esa condición en tu presencia, aunque tratas de controlarte podrías caer, es un aroma que solo tú puedes sentir tan necesitado- Su sonrojo fue grande, al recordar el aroma que solo Shura despedía en aquellos meses, siempre se debía mantener alejado, para no cometer tal acto.

    -Eso no pasara, no me acercare más- De nuevo quería mantenerse tranquiló.

    -Sería lo más recomendable, pero ese pequeño, presenta lo mismo que tu-

    -¿Cómo dices? Él se aterra con los humanos y peor si son alfas. Yo le causare solo temor- La mirada azul, se había apagado, prefería mantenerlos cerrados ahora.

    -Cuando tú llegaste, su miedo se fue disipando un poco, al grado de caer desmayado por el mismo, en su interior siente que contigo está seguro, aunque no lo comprenda-

    -¿Cómo puedes saber tanto?- No entendía esa característica de Aioros.

    -He vivido más que tú, y por ende experimentado más vivencias- Suspira –No puedes alejarte de él, si quieres que mejore, me temo que tienes que tratar de ayudarlo, si no temerá siempre-

    Tal vez era cierto o no, pero… Ese castaño, aunque él no pudiera ser feliz con quien amaba, quería que ese rubio lo experimentara.

    Lo veía como el hermano menor que alguna vez tuvo, pero un incidente de hace ocho años, le arrebato a toda su familia.

    Suspiro, sintiendo un gran dolor, por una parte solo debía enfocarse en que confiara en que los humanos no todos son malos y los Alfas pueden ser seres decentes. Mínimo que este lugar podría ser un hogar para él, si así lo quisiera, más tenerlo tan cerca lo podría condenar a una vida llena de sufrimiento.

    Si solo el rubio sufría, podría estar bien, pero que el corderito lo hiciera, no lo soportaría.

    Sinario un a mano en su hombro, cálida y reconfortable, haciéndolo salir de sus pensamientos.

    -Solo trata de que comprenda este mundo, que todo no siempre será malo- Le dedicó una sonrisa, algo paternal, recordándole a su propio padre, bajando su cabeza –Yo investigaré todo lo referente a ese hombre que viste y si se puede hacer algo para rescatar a su padre, lo haremos-

    -Gracias Aioros- Musito apenas… Paso saliva, le esperaría una vida que podría llamarse un afortunado destino demasiado cruel y hermoso a la vez.
     
  8. Threadmarks: Capitulo 8 (Shadow's)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    2864
    Aquella conversación dada entre ambos jóvenes, fue terminada sin más por el rubio, que en su mente aun surgía la preocupación de ese pequeño Fauno.

    Se preguntaba el ¿Cómo lograr ayudarlo?

    El terror en sus ojos verdes, le destrozaba completamente.

    Pero, al momento en que ambos estaban cerca, Mu podría descansar un poco.

    Se cuestionó aquello, recordando la suave y cálida piel el Fauno.

    Debía atender un llamado de ayuda que recibió y partir en cuanto pudiera.

    No se ausentaría mucho, salvo el resto del día. Mas trataría de investigar más sobre ese hombre que tuvo toda su vida a ese inocente corderito y si existía la forma de conocer el estado del progenitor de este, y ayudarlo lo haría.

    Lo que fuera por verlo sonreír.

    No conocía su sonrisa y quería hacerlo.

    Se había tomado atribuciones muy pronto, pero su propio instinto así se lo dictaba, se sentía mortificado el que aquello con lo que estaba luchando desde su infancia, para mantenerlo bajo control, ahora salga y juegue con su mente.

    Tal vez su propia seguridad no le importaba, pero la de ese pelilila, debía mantenerlo a salvo sin importar el costo.

    Después de esos pensamientos, preparándose para partir con su caballo, ha dicho lugar, protegiendo aquellas tierras que lo requería, como uno de los líderes del gremio Ateniense.

    Su deber siempre protegiendo a los habitantes de ese lugar ciudades vecinas de los Shadow’s.

    Esto siendo seres de oscuridad total, parecían como una especie de animales, como si de brea se tratara, sus esqueletos sobresalían en ciertas partes, sus costillas, cráneos y con algunas marcas de color rojo se denotaba en ellas.

    No poseían inteligencia como tal, en su mayoría, siendo animales salvajes en su extensión, incluso eran muy peligrosos para los faunos salvajes.

    Estos seres se alimentan del miedo, desesperación, confusión de los seres vivos, sean humanos o faunos.

    Si bien los Alfas de ambas especias, eran capaces de hacerles frente.

    Solo aquellos con conocimientos de métodos antiguos para destruirlos, y armas especiales para dicha tarea.

    Las garras y dientes de los faunos, podrían darles tiempo de escapar, pero no eran efectivas para detenerlos.

    Se podría decir por las malas lenguas que eran beneficios de magia como tal, que solo los de aquel bando pudieran detenerlos.

    Realmente eran escritos que solo los pertenecientes al gremio Ateniense, conocían y podían lavarlos a cambo, esto sin tener la necesidad de los votos.

    Mas esto último era necesario solo si querían acceder a mayor conocimientos de estos y que sus armas pudieran ser capaces de cortar y destripar a los de mayor antigüedad de los Shadow´s.

    Todo era por mayor poder y protección a los demás, solo que esto se requería ese sacrificio de cuerpo, alma y corazón.

    Y no cualquiera lo lograría, escogían bien a quienes pudieran y tenían la elección de aceptar o no.

    Uno de aquellas herencias literarias, mencionaba que existía un punto en medio de los tres gremios principales, de allí venían dichas bestias horripilantes.

    Una fosa de inmundicia oscura como la noche, maldita como el mismo infierno, de esa los Shadow’s, nacían y obtenían su poder.

    Pero llegar a ese punto había sido imposible, siempre existían muchos de esos seres, si entrabas allí aun con un ejército sería una masacre para todos, y no se llegaría ni cerca.

    Para que todos supieran el peligro, cada gremio importante marcaba aquellos límites con banderas representantes de sus fundadores y sellos, así los detendrían y serian zonas seguras.

    A veces esos sellos perdían fuerza y debían cambiarse de forma inmediata, mas algunos Shadow’s lograban salir y otros ya estaban en las tierras escondidos entre la noche y la oscuridad, en cualquier lugar que no fuera perceptible para los demás.

    Los más débiles de su clase, no podían estar bajo la luz del sol, sin duda los más fáciles e matar, pero otros podían soportar la luz solar tan bien, que no se les impedía nada.

    Cada gremio debía cuidar a los suyos como podía, usando los métodos necesarios.

    Atenienses, con el conocimiento previo, la sabiduría debía representarlos siempre, tranquilos y dispuestos a ayudar. Las armas solo necesarias en casos extremos y siempre protegidas por la bendición de aquella que dio su vida por todas esas tierras y purificarlas.

    El segundo Poseidón o Poseidenses, ese fue quien ayudo, prestando a su ejército en aquella época para detenerlos, cuando estaba todo fuera de control, teniendo un buen número de soldados listos para atacar, principalmente guiándose por las corrientes marítimas. Rodeado de agua e general sus tierras, siendo un lugar sumamente seguro, pues aquellos seres no pueden ser capaces de nadar, pero solo los voladores pudieran llegar. Se dice que aunque estuvieran más seguros dentro de sus territorios, al tener el pedido de ayuda de la fundadora del primer gremio, excedió a ayudarles.

    Por último el gremio, de la muerte misma. Este fue el último en unirse a la causa, pensando siglos atrás que esos seres podían ser combatidos con facilidad por ellos, pues venían también del inframundo de la oscuridad como se decía. Incluso se llegó a pesar que todos ellos, por practicar artes oscuras, fueron quienes los trajeron a la vida, además de la hostilidad con la que se guiaban siempre, no eran tan buenos como e pudiera creer. Pero incluso traer una maldición al mundo como esa, no eran capaces. No tenían la fuerza necesaria. Al final ayudaron solo porque sus territorios estaban siendo invadidos, y no eran suficientes.

    Ambos fundadores como se conocieron, dieron sus vidas, un sacrificio para que todo eso se lograra controlar.

    No podían acabar con todo, no lo lograrían aun en esta vida, pero todo su conocimiento, fuerza y unión lograron hacer que esa amenaza se contuviera en un solo punto en medio de todos ellos.

    Se decía en esos testamentos, que ese poso era mucho más grande de lo que se quedó ahora.

    Más aun estando presente, significaba que esos seres aun llegarían a este mundo a seguir causando estragos.

    Por esa razón cada gremio recibió la protección de aquellos que lograron detenerlo, con su fuerza, voluntad y poder.

    Ascendiendo como Dioses, pero llevándose el conocimiento de ¿Quién había provocado todo este desastre?

    Pues no siempre fue así.

    ---Mansión de Saga---

    Para este momento, el tiempo paso solo en dos semanas desde que el pequeño Mu había logrado escapar.

    Mas esto se había vuelto un infierno, peor al que estaban acostumbrados a los sirvientes.

    Usualmente Saga, se divertía complaciéndose sexualmente con faunos omegas, era como un fetiche que deseaba cada que podía.

    Antes tenía a Shion para hacer lo que deseara, pero desde aquella noche en que asesino a uno y el pequeño, logro escapara de sus garras, no perdonaba a nadie a su alrededor.

    Si bien, podía costearse faunos que se dedicaba a complacer de esa forma por dinero, deseaba más de ello. Por eso y sin que nadie se impusiera, llego a llevar a algunos faunos Omega a su mansión, para violarlos y después tirarlos como tal. Tenía un gran odio hacia esa especie.

    Escuchar los gritos de suplicas y desesperación de aquellos, podía causar bastante molesta a quienes lo servían, pero no llegaban hacer nada, sino un castigo recibirán y no querían estar en ese lugar por nada del mundo.

    Mas nunca nadie podría estar seguro, con alguien tan despiadado, calcular e inteligente.

    -¡¡¡NO, POR FAVOR!!!- Un llanto desgarrador, de alguien que estaba a punto de ser dañado.

    -¡¡¡CÁLLATE!!! ¡¡¡TÚ DEBES SERVIRME EN TODO LO QUE TE ORDENE!!!- Aquella voz, imponente y demostrando su poder.

    Un pobre sirviente de este peli azul, se encontraba debajo de este. Sin ropa, con algunas marcas de golpes en su cuerpo, sus brazos siendo sujetados con fuerza a aquella mesa, y sin lograr detenerlo, aquella penetración se llevó acabo en su ano, lastimándolo, provocando que saliera un poco de sangre y el llanto de él profanado no se hizo esperar.

    Sin portar las suplicas, las lágrimas, los gemidos de dolor, nada llegaba a ese sujeto. Solo deseaba seguir complaciéndose con cualquiera, ya no pedía que fuera Fauno, un Omega estaba bien, pero sin importar que en su enferma mente, solo podía ver el rostro de aquel pequeño pelilila, que se le había escapado, sin lograr hacerlo suyo.

    Eso era lo que más le molestaba, le carcomía, siempre obtenía lo que deseaba, pero el hecho de que no lo tomo en cuanto pudo, que se lo quitaran de sus manos le hacía sentir una furia inmensa.

    Preguntándose para sí mismo, ¿Cómo serían las expresiones que haría? ¿Qué tan apretado seria su cuerpo? ¿Cómo reaccionaría al ser suyo? Todas las preguntas que aun deseaba respuesta.

    Se conformaba con lo que pudiera, pero su deseo más profano solo tenía el nombre de ese corderito.

    No le importaría lo que fuera, lo obtendría de vuelta, solo para él.

    Una enferma idea, una obsesión obscena. Mu siendo un niño y el ya un hombre, que había dañado tanto al padre del menor, y ahora deseaba hacerlo con él.

    Aquello se llevaba a cabo en esa habitación destinada para esos placeres bajos.

    Aun así se podía escuchar el dolor por los lugares cercanos y el miedo en los rostros de aquellos Omegas que trabajan para ese hombre.

    Pensar que podrían ser los siguientes en ese lugar les aterraba, y aquello que habían pasado allí, no volvían hacer los mismo o vistos de nuevo.

    Camus aún era de los pocos que se habían salvado, tal vez su rostro y actitud que aun siendo omega no se veía tan indefenso, ese mirar lo podía hacer pasar por un beta de repente, salvo en sus momentos de celo, pero podía tener la impunidad de utilizar los supresores de aquella condición natural.

    Un elemento que solo ciertos Omegas que lograban trabajar en situaciones decentes, sin usar su cuerpo podían costeárselos.

    Esa noche, recordaba con suma tristeza al peliverde. Tal vez no fueron amigos como tal, pero lamentable ese cruel destino que vivió, que paso toda su vida.

    No sabía del destino que corrió el corderito, con el cual si había formado un lazo de amistad un poco más fuerte.

    Hizo lo que prometió al mayor, le ayudo a salir de allí.

    Siempre listo, pudo dejar todo en orden para que nadie se percatara quien había abierto las puertas.

    Pero no pudo ayudar a Shion.

    Al cerrar los ojos, podía volverlo a ver en ese charco de sangre que lo encontró, en ese sótano tan horrible y húmedo.

    Trato de ayudarlo, pero todo fue inútil, su vida había abandona ese cuerpo. Los daños de antes que soportó solo por su hijo, le cobraron factura en ese momento.

    Lo encontró muerto, le parecía algo muy triste. Pero sabía que todo fue para salvar a Mu.

    Hizo el último sacrificio que un padre haría por su retoño, lo protegió con su vida como lo había hecho siempre.

    El solo abrió una puerta.

    Negaba con la cabeza, aquello debía olvidarlo era lo mejor. Al fin de cuenta no se pudo hacer nada.

    Ahora él estaba en peligro también, sería mejor irse de allí lo antes posible. No quería ser violado por ese sujeto, que le causaba repugnancia.

    Camus deseaba permanecer así, sin ser tocado por nadie. No le importaba el celo ni nada, poder tomar aquel supresor le daba una ventaja, y nunca se había enamorado, su ideal no exista en su mente y siempre mejor así.

    Solo eso causaba problemas en su pensar.

    Decidió que era mejor dormir, pero trataba de descansar en aquella habitación para la servidumbre, con cerrojo y atrancada, nadie estaría a salvo. Ignorar el dolor ajeno sería lo mejor.

    ---Gremio Ateniense---

    -Te noto más recuperado- Un joven de cabellos azul cielo, miraba enternecido a un pelilila, que bebía aquel té dado por él.

    -Sí, me siento un poco mejor- Al terminar aquel medicamento natural, siempre dejaba la taza en la mesa, pero su marida plantada en el suelo, notaba su miedo a todos.

    Una caricia en su cabeza, de parte del mayor siempre le dedicaba cuando terminaba –Buen niño, pronto estarás listo para probar la deliciosa comida que hacen los cocineros- Esa sonrisa de aquel hombre, podría trasmitir un poco de confianza.

    -Gracias… Afro…Dita…- La costaba mucho confiar en alguien, pero lo intentaba aun con miedo.

    Otro fauno Omega que estaba siendo bueno con él. Aunque tuviera sus momentos de diva de repente, que le daba graciosa de repente, al tratar de hacerle conversación.

    Recogió la pequeña taza de porcelana color crema, se retiraría rápido, debía seguir estudiando con su maestro, tenían un nuevo lote de flora silvestre a las orillas. Necesaria para crear medicamento contra cualquier Shadow’s. Nunca se sabía que resultado podría tener las mordidas de estos en comparación anteriormente.

    Otra cosa más de estas criaturas de la misma noche, mordidas, rasguños de estos, podrían causar envenenamiento, perdida de algún sentido temporalmente si se trataba, incluso consumir su energía vital, causando un envejecimiento prematuro.

    Esas razones eran más que suficiente para estar realizando constantes investigaciones por cualquier cosa.

    -Deberías salir más, conocer a todos los el gremio sería bueno- Esa sonrisita juguetona y confiada que portaba, de un Omega que no había sufrido algún mal en su vida.

    Bajo más su cabeza, temía bastante aun.

    -No todo el tiempo Shura te va a estar cuidando, tienes que empezar a valerte por ti mismo- Se acercó para darle una brazo. A él también el causaba una cierta ternura el corderito.

    Además el contacto con Afrodita, no lo sentía para nada amenazador, pero si algo incómodo a veces, por sus miedos internos.

    Pero este Fauno que en su apariencia es completamente humana, salvo por las branquias que posea en su cuello, pero siempre fácilmente ocultas con su cabello suave, ligeramente ondulado, de un color azul cielo suave, ojos azulados hermosos, un lindo lunar en su mejilla izquierda, piel clara y complexión delgada como cualquier Omega.

    Sus ropas similares al de Albafica en tonalidades blancas y un tipo de blanca sobre todo, por ende casi no se notaban lo que portaba debajo. Pero llevaba unas botas de color negro, y un lazo en el cabello que a veces portaba al trabajar, siempre lo mantenía en una de las bolsas de aquella prenda.

    Sabia como ganarse la confianza del pequeño, unas pequeñas cosquillas de repente, para hacerlo reír.

    Tenía el conocimiento de lo que había sufrido, pues en algún momento de esas dos semanas, Shura le informo más detalladamente del ambiente que vivió el pequeño a Albafica.

    Todo esto, para que pudieran hacer algo de manera psicológica, aquellos traumas habían sido demasiado fuertes, debían curar mucho daño.

    Y bueno Afrodita, aun a veces siento algo orgullo y narcisista en su forma de ser, poseía un corazón muy noble, para aquellos que estuvieran indefensos, sobre todo pequeños niños.

    Si bien este no era tan grande tenía tan solo un año menos de Shura. Pero su instinto maternal muy grande en ocasiones.

    Mu en tan solo dos semanas, había logrado experimentar situaciones que antes no logro vivir, no por falta de amor, sino por la libertad negada.

    Esas leves risitas, las podía desprender sin medio de que alguien más las escuchara, pero las contenía mucho.

    -Mu, aquí nadie te dañara, debes tratar de que ese miedo desaparezca- Lo abrazó de lado –Aquí los Alfa no son capaces de dañar a nadie, algunos si están medio locos, pero de ocurrentes, no te dañarían, todos aquí queremos ayudarte- Le sonrió, cerrando sus ojos –Déjanos apoyarte en lo que requieras-

    Aquellas esmeraldas se abrieron de par en par, tanta bondad que le estaban trasmitiendo, una parte de él, quería ya confiar, pero su miedo interno se lo impedía, si bien ya había aceptado con mayor confianza a Albafica, sin temerle tanto Afrodita no era malo lo notaba.

    Mas cada que daba esos paseos recomendados con Shura, siempre se aferraba a él, apenas si lo dejaba caminar con libertad y si alguien se acercaba a saludar, el menor se escondía con miedo.

    Un punto a su favor era que ya no se desmayaba, al sentir cerca de algún alfa, por lo menos eso iba disminuyendo, pero aun así de lejos era mejor.

    Se levantó, de aquel asiento, para retirarse del lugar. No debían forzar nada, todo debía fluir natural.

    -Mu, sobre todo el señor Shaka, ha estado muy al pendiente de ti, debes agradecerle algún día- Le sonrió, antes de darle la espalda y salir del lugar.

    -¿Señor Shaka?- Su expresión quedo consternada y un leve sonrojo en sus mejillas se denoto.

    No compendia mucho eso, por no decir que nada.

    Recordaba esa noche en sus pesadillas, el frio… El dolor, ese cansancio, la impotencia, todo. Pero cuando en aquella parte de la miseria, lograba encontrarse con ese joven rubio, podía volverse un sueño más tranquilo.

    Recordar las sensaciones de seguridad que le transmitía en ese sueño, eso le había ayudado un poco en abrirse un poco más y querer superar ese terror, más le causaba mucha ansiedad aquello.

    Esos ojos azules, le podían dar un poco de confort, pero no se sentía capaz de estar cerca de él, sin temor alguno.
     
  9. Threadmarks: Capitulo 9 (Confianza)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    2983
    Solo por ser un Alfa, más sabia que las dos veces que estuvieron cerca se desmayó.

    Lo había hecho por que en su interior, compendia que estaba seguro, que en ningún lugar podría estarlo que en sus brazos.

    Pues lamentablemente quien siempre lo había amado, protegido sin ninguna condición ya no estaba para darle esos abrazos cálidos que el extrañaba.

    Pensar en eso le causaba un estrujamiento en su corazón, derramando lágrimas de amargura, su corazón siempre sangraría de dolor, nunca olvidaría a su padre.

    No era un tonto, le costaba aceptarlo, pero… Esas heridas que vio en su cuerpo, no podría salir de allí y el estado en el que estaba, no soportaría todo eso.

    Trataba de llorar en silencio siempre, al estar solo se lo permitía, ya no quería causarle problemas al fauno cabrío.

    Además con Shura, se sentía seguro también pero de forma diferente, pues lo cuidaba mucho, aunque a veces terminara con dolores de cabeza por su causa.

    Sabia como seria la rutian dentro de poco, empezaría a comer sólido y se imaginaba como seria eso.

    Todos estos cuidados, no los merecía, pero los aceptaba, porque… Sabía, en su interior que su padre estaría feliz y tranquilo que estuviera a salvo, solo por él, debía mantenerse fuerte, y superar todo ese dolor.

    Quedo en el pasado y continuar, siempre había sido su mejor opción.

    Pasaron los días y era el momento de que el pequeño carnero saliera más tiempo de su habitación.

    La recuperación estaba siendo todo un éxito, sus heridas internas y externas se estaban sanando muy bien.

    El alimento estaba siendo aceptado, aunque al principio tuviera algunas reacciones, su estómago no se acostumbró tan fácil a todo eso, obviamente los intestinos tendrían que hacer de la suyas.

    Pero nada que preocuparse.

    En todo momento Shura no se apartaba de él, pero cumplía sus deberes con el gremio, era un encargado de limpieza en sí.

    Afrodita, quien llevaba esos tés, y le hacía compañía al pequeño al estar solo, durante las tardes y hablarle de lo maravilloso que era el mundo.

    Digamos que hasta el momento eran las dos únicas personas en las cuales podría confiar más.

    Y una tercera si bien se mantenía al margen, era quien proporcionaba lo necesario al corderito.

    Shaka no se desentendía, pues Shura le comunicaba cada avance, su recuperación y todo.

    Podría ser todo alegría, que su situación mejoraría, pero no lo es siempre tan fácil.

    Aunque los daños físicos estuvieran curándose bien, los psicológicos tardan mucho más a veces toda la vida los tienes que cargar.

    -Albafica dijo que ahora puedes soportar periodos de sol más largos- El peliverde conversaba con el menor, mientras daban esa caminata daría.

    -Sí, siento que ya no me quema como antes lo hacía- Dio una leve sonrisa al mayor.

    -Es bueno… ¿Te gustaría acompañarme a mis deberes?- Pregunto, en su mente lo más seguro es que el pequeño le digiera que no.

    Sabía que una reacción así es demasiado evidente, Albafica el comento que ese tema sería muy delicado.

    Pero quería probar, no le gustaba dejar al niño solo tanto tiempo, aunque solo fueran partes de la tarde.

    Se quedó callado un instante, como si pensara y analizaras sus ocasiones.

    -¿Estaría con usted todo el tiempo?- Bajo sus ojitos verdes, estaba nervioso.

    -Sí, lo estarás- Su rostro serio, por un instante reflejo un poco de sorpresa.

    -Entonces… Me gustaría acompañarlo…- Aun temía un poco, estar fuera de esas cuatro paredes, aunque más limpias y espaciosas a donde había crecido.

    Pero entendía que debía superar ese miedo, aunque es más fácil decirlo que hacerlo.

    Saber que tienes un problema, es el primer paso… Afrontarlo y superarlo es lo difícil. No estaría solo y lo sabía de antemano.

    -Correcto Mu, después del almuerzo, te mostrare lo que hago- No era de sonreír y mucho menos en este día lo haría, pero de sus ojos color jade, le dedico una tierna mirada.

    Así pues paso el rato, y como lo dijo ese cabrío, después de almorzar un plato de arroz blanco con algunas verduras al vapor, ambos comían lo mismo, una forma de apoyo para el niño.

    Se dirigieron al pabellón cerca del invernadero, en esa zona tendría que hacer un poco de limpieza, pues las hojas habían caído a montón el día anterior, pues el viento estaba arreciando en esa temporada.

    Llegando se dispuso a hacer su labor, mientras Mu observaba sentando en una de las bancas del recinto.

    No había ido a esa parte del gremio. Cada día se convencía de que era enorme.

    Si bien otros miembros de este, pasaban por allí y miraban con curiosidad al menor, no solo por su angelical apariencia, si no que fuera un fauno carneo era tan solo extraño a proporciones mayores.

    Pero no se acercaban a saludar o algo por el estilo.

    Y no era por que supieran quien protegía al menor en el alto mando, sino porque el peliverde, les dedicaba una mirada desafiante a cualquiera que se acercara.

    Aquello intimidaba a los demás omegas, tanto humanaos como faunos.

    Los Betas preferían mantenerse a raya con él.

    Los Alfas, aquí no eran unos depravados que deseaban a cualquier Omega en cuestión, no se negaría que su belleza era muy grande, pero se sabía en secreto que este fauno era el interés del primer líder.

    No lo hacía de mala forma, pero esa era su expresión, aunque realmente no le importaba, le agradaba estar solo haciendo su trabajo, aunque esta vez había alguien que lo acompañaba.

    Se sentía algo nervioso, su sentido del olfato no era de los mejores, pero si su sentido del odio, por su condición de fauno, algunos tiene más desarrollo un sentido o más de uno.

    Escuchaba cada que alguien pasaba cerca, solo miraba por lo bajo, no quería ser notado, pensaba que lo hacía muy bien.

    Su corazón se aceleraba, en cada ocasión que los pasos pasaban por detrás de él, pero saber que Shura estaba a su lado, le tranquilizaba un poco.

    Mas no quería hablar con nadie, no estaba listo para eso.

    Observaba con atención cuando podía a la actividad del mayor. Recordando ese sonido que hacia la escoba al raspar el suelo.

    Pues lo escuchó al estar encerrado, más preciso cuando Camus barría afuera de su encierro y por instantes conversaban un poco.

    Aquello le dio una sensación de tristeza, sintió que se estremeció, porque recordar aquel lugar solo traía dolor, pero sería inevitable por el resto de su vida no pensar en eso.

    Dejo escapara algunas lágrimas, pero no quería de nuevo ser débil, no deseaba hacerlo. No podía, ya no quería causar problemas a los demás.

    Tan pequeño, sufrir tanto y aun preocupándose por que los demás no se preocuparan por su causa.

    Lo que siempre deseo evitar para su padre y no lo logro, quería ahora hacerlo, si pudiera evitar que los demás se preocuparan por él, lo haría.

    Se levantó de su asiento, se dirigía con paso algo lento y torpe hasta donde se encontraba el mayor.

    -Shu… Shura…- Su voz baja, y sus manitas juntas jugando con ellas, por los nervios.

    No paro de su labor, pero levanto la mirada, para observarlo -¿Qué sucede?

    -¿Po… Podría ayudarlo?- una débil sonrisa se dibujó en su rostro, y los ojos verdes que notaba que había llorado un poco, lo miraron un instante.

    Ahora sí que al expresión del fauno cambio a una de sorpresa -¿Estás seguro?- Hasta creyó que el menor no haría ese avance o cualquier otro hasta un tiempo después.

    -Si… Creo, que si… Le ayudo… Podría terminar antes…- Sentía los nervios correrle, pero quería controlarse.

    -Muy bien- Giro la vista para un recogedor de color blanco y palo de madera, que estaba al flanco derecho –Trae ese recogedor, y colócalo delante de mí, en el suelo-

    El pequeño asintió, dirigió sus pasos hasta aquel objetó y lo trajo consigo.

    Acto seguido, prosiguieron a terminar de limpiar aquella zona.

    Mu, parecía un poco más alegre y animado que antes.

    Podría significar un gran avance, que gustara de ayudar y que estuviera “Tranquilo” en lo que cabe, al estar en el exterior y miembros del gremio pasaran cerca de él.

    Algo magnifico, significaba que deseaba recuperarse de todo lo malo que le había ocurrido en el pasado.

    Mientras ambos faunos de cuernos terminaban ese aseo.

    El Alfa rubio, había estado observando todo a la distancia, con cautela de no ser descubierto, se suponía estar revisando unos documentos de la siguiente misión que llevaría a cabo dentro de unos días, pero allí estaba olvidando todo eso, para cuidar a ese pequeño fauno.

    Un comportamiento que el mismos había estaba mal, esos sentimientos, solo ocasionarían problemas, pero… No lo podía evitar, desde que lo conoció, solo tiene el pensamiento de estar a su lado protegiéndolo.

    Pero estaba el problema también de que ese dulce corderito, temía a los alfas con todas su fuerzas.

    -¿No sería mejor tomarle una foto? Así le puede durar más- Una risa burlona que partencia a un hombre de igual condición Alfa, pero con la diferencia que es un Fauno, pues la cola de Escorpión lo delataba, además sus cabellos cerúleos y mirada azul.

    Giro, para ver aquel hombre que le hablaba con cierto respeto y familiaridad -¿Qué quieres Milo?-

    -Vamos, ¿Qué no estas de humor?- Se posición a su lado –Es muy lindo el Omega que te gusta- Señalo con el dedo índice hacia esa dirección.

    Cuidado si te refieres con algún adjetivo de esa índole a un Omega que un Alfa estuviera interesado, porque puedes perder la cabeza.

    Mas no podía hacer eso, solo frunció el ceño, se odiaba, porque lo estuvieran descubriendo.

    -Ha, ha, ha, ha, No tienes que poner esa cara, es obvio que te llama algo la atención- Rio de nuevo sínicamente, que descarado se podía convertir, a sabiendas que era un elemento valioso –Tranquiló, no me llama la atención, los prefiero menos inocentes-

    De nuevo no contestó, aunque fuera mayor el otro, el rubio tenía una mejor posición y aun así podía guardarse las ganas de responderle.

    -Supe que es el pequeño fauno que salvaste en circunstancias muy horribles- Lo miro, ahora sus ojos denotaban cierta curiosidad -¿Verdad que hacer los votos de castidad, fue una mala idea?- Hay estaba la ironía en sus palabras.

    -Se hacen para tener mayor manejo de tu energía vital, y así acabar con los Shadow’s- A su pregunta, esta fue la respuesta.

    -Sí, sí, lo que digas. Pero yo sirvió aun al gremio, sin ellos y soy un excelente combatiente- Cerro los ojos, dándole la espalda al rubio –Sé que no puedo acceder a ser un líder como Aioros o tú, pero prefiero amor en vez de poder- Puede que fuera uno de los juguetones y aun a sus años haciendo jugarretas a los más jóvenes, pero hablaba con tanta certeza.

    De nuevo no podía decir nada, pues tenía tanta verdad y dolía esta.

    -Tienes que ser precavido, si andas tan atento a ese pequeño, cuando llegue tu celo, podrías volverte loco- Tan a la ligera decía esto, no recordaba que hacer una acusación así los metería en problemas a ambos.

    -Nunca ha pasado y no me pasara, que pierda el control- En automático dijo estas palabras.

    -Ja, admites que si te interesa el pequeño corderito- Lo señaló con el dedo índice, pues quería molestarlo.

    Aquello lo dejo desprevenido, abrió sus ojos azules un poco, pero para dedicarle una mirada de enfado y un leve sonrojo en sus mejillas, al pensar en el susodicho.

    En eso se escuchó de esa misma dirección que ambos miraban, un grito de sorpresa, que les llamo la atención rápidamente.

    -¡¡¡AAAAAH!!! ¡¡¡PEQUEÑO MU!!!- Afrodita con su forma de ser tan efusivo, no dudo en ir a abrazar al pelilila –Me alegra tanto que ya estas saliendo de su habitación- Lo abrazaba con tanta alegría.

    El menor, primero se quedó estático, si bien no gustaba que lo tocaran de ninguna forma, salvo el que alguna vez fue su padre, se estaba acostumbrado de a poco el que este fauno lo hiciera.

    Dudo un poco, pero le devolvió el abrazo tímidamente, aunque quería poner distancia de inmediato.

    -¿Verdad que aquí es más divertido que estar todo el día encerrado?- No pensaba antes de hablar, no fue con mala intención, pero podía que sus avances decayeran, con ciertas palabras.

    -Si… Es… Algo… Divertido…- Su ser aun temía un poco, pero se acostumbraba a esos abrazos asfixiantes en ocasiones, más una sonrisita pudo darle.

    Se separó un poco, sin dejar de tomar los delgados brazos del menor -¿Por qué no vienes a ver el invernadero? Las rosas florecerán dentro de poco, son casi tan bellas como yo- Y una pose de diva se dejó ver, su personalidad con tendencias narcisistas se reflejó.

    Esto le divirtió a Mu, provocándole que riera por la bajo, mientras cerraba los ojos, por que en verdad le causaba gracias.

    -Tomaré eso como un si- Casi se llevaba al menor, cuando el peliverde lo detuvo.

    -Afrodita, no lo sobrecargues, ya es momento de que descanse un poco- Estaba pensando en el menor, demasiadas emociones en un día, podía causarle cansancio.

    El peli celeste, hizo un puchero, en verdad quería salirse con la suya, y llevar al corderito con él.

    -Pero… ¿Qué tiene de malo? Además… Pronto deberé darle su té y sería mejor que lo hiciera en el jardín, alrededor de tantas flores, le ayudaría- Se paró con una pose de superioridad, cruzando los brazos y soltando al pelilila –La aromaterapia también ayuda a relajar-

    -Mu es mi responsabilidad, así que te pido que lo dejes tranquilo y que descanse- No era de aguantar pucheros de nadie.

    -Eres tan aburrido- Cruzaba los brazos delante de su pecho y giraba su cabeza, inflando las mejillas.

    Ver esa expresión, le parecía tan cómica, riendo un poco, como lo que era un joven fauno, que por su apariencia catalogaba como un niño.

    Esa risa, llamo la atención de ambos omegas y de algunos que estuvieran a su alrededor.

    Pero sobre todo de cierto rubio, que el sonido de esa risa, le aprecio una suave melodía para sus oídos.

    Si fuera la causa de su risa, le hubiera parecido más agradable, pero si estaba así significaba que las cosas malas en su vida se podrían superar.

    Recordando una frase que su progenitor le dijo al tener ocho años.

    -Una risa puede curar todo- Susurro aquello.

    El otro Alfa, lo miro con atención, si bien, no tenía tanto de conocerse como con el otro Alfa castaño. Le tenía unos años de amistad y aprecio.

    Pensó en una brillante idea, que solo Milo podría idear.

    Siendo de los pocos que podría ser capaz de arrastrar al más joven de los líderes, a cualquier cosa en público y no sería decapitado por él.

    Su idea era tan simple.

    Llevar al rubio, a donde estaban aquellos omegas.

    Sabia de lo ocurrido, pero no del que menor se asustaba al ver Alfas.

    En cuestión de segundos ya se encontraban delante de los tres.

    -Hola, ¿Cómo están?- Esa sonrisita amplia, y con el rubio sujetado firmemente de la muñeca.

    Era extraño ver al segundo líder en esa situación, pero sabían que ese fauno podría ser así de ocurrente aunque si se llevaría un castigo esta vez.

    -Buenas tardes señor Shaka- Inclino la cabeza, para hacer la típica reverencia.

    -Buenas tardes segundo líder- Ahora el peli celeste, mostraba sus respetos al rubio.

    Soltándose del agarre del contrario, prosiguió a contestar el saludo, dejando de lado que al escorpión nadie le profirió un saludo así de respetuoso.

    En cuanto habían llegado Mu se colocó detrás de Shura, dos Alfas… Le daban miedo aquellos que estaban en la punta de la pirámide alimenticia.

    Pero al ver aquellos ojos azules, que no podía olvidar, parecía un poco más interesado en el rubio.

    Más no dejaba su escondite.

    De nuevo recordó lo que una vez Shura le dijo, el primer día que llego.

    ---Flash Back---

    -Si quieres ir a ayudar a tu padre, primero recupérate y así podrías ver a los dos líderes, ellos te ayudaran a salvarlo-

    ---Fin Flas Back---

    Sabía que lo único que podía hacer para… Bueno… Tal vez no salvarlo comos e diría, pero la esperanza la quería mantener aunque fuera mínima, sabiendo que la posibilidad que estuviera vivo fuera la mínima.

    Sin contar que igualmente, el nombre del rubio lo recodaba, pues era quien lo salvo aquella noche y no sentía pavor al verlo, puede que tampoco una sensación de completa seguridad, pero si tranquilad.

    -¿Por qué nadie me saluda, así de respetuoso?- Se señaló así mismo y una expresión de tristeza se dibujó.

    -Pues no eres tan importante, como lo es el señor Shaka- Como ese pececito, podría ser tan venenoso, además quería divertirse un poco.

    -Que graciosito- Frunció el ceño.

    Por un instante el peliverde oscuro, estaba algo preocupado que el pequeño se llegara a desmayar, por esta situación, pero verlo que estaba detrás de sí, más atento a solo el segundo líder, le causó cierta intriga, pero serenidad.

    En un movimiento rápido, en una descargada de valor, queriendo enfrentar su mayor miedo, por solo una persona, hizo lo que nadie podría imaginar por el momento.

    -Se…Se…Ñor… Sha…Ka- Llamo al mayor, con tanto miedo, temblor en su voz, sujetando ambas manos contar su pecho, mirando hacia abajo. Si no fuera porque últimamente comía mejor, la fuerza de sus piernas hubieran flaqueado.

    Su nombre ser pronunciado por él, pareció algo sublime, y más que se atreviera hacerlo en su presencia, se suponía que temía a los Alfas y le hablaba por alguna razón.

    Sus ojos se fijaron en quien lo llamo, dándole toda su atención.
     
  10. Threadmarks: Capitulo 10 (Conocimiento)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    2932
    Ver aquel fauno delante de él, haciendo su mejor esfuerzo por hablar de manera adecuada, con timidez, miedo, con sus manos juntitas, hasta temblando un poco, pero forzándose a tener valor de alguna manera.

    -Dime…- Fue lo único que dijo, algo bastante automático en su comportamiento, pero le brindo una débil sonrisa, eso sí era extraño.

    Sentía que le faltaría el aire pronto, pues tan solo saber que es un Alfa le aterraba, incluso cerro sus ojitos, más presentía que ese rubio no era tan malo, le debía la vida.

    -Us…Ted ¿Podría… Ayudarme…? Yo…- Sus palabras apenas si salían, se sentía intimidado, su esfuerzo estaba comenzando a debilitarse.

    No pudo resistirse, un leve impulso fue lo siguiente, su mano la estiro un poco, para lograr tocar su hombro, un movimientos que solo podría tener dos opciones, uno era que aterraría al corderito, retrocediendo el gran avance que venía teniendo y el segundo que ese gesto le pudiera tranquilizar.

    La puesta iba a que la primera sucedería, pero en esta ruleta de la vida todo puede sorprender.

    Sentir en sus pequeños hombros ese tacto, aun con la ropa puesta, esa calidez le logro tranquilizar un poco, le recordó por un instante cuando su padre lo abrazaba y el mundo no importaba.

    Eso era lo que Shaka infundía en él, sin que lo supiera, sin darse cuenta, esa fue la primera sensación que le brindo aquella noche, inconscientemente lo recordaba.

    -Dime, Mu… ¿Qué es lo que deseas?- Quería ser más consigo, ayudarlo a que continuará sus palabras.

    Suspiro, cerrando de nuevo sus ojos y abriéndolos, tomando de nuevo fuerzas y seguir. Tal vez si no hubiera tantos ojos mirándolos, podría no sentirse tan nervioso, más que nada por el otro Alfa que no conocía, pero igual le ponía incómodo.

    -Por favor… Ayúdeme… Ha… Ha… Salvar a mi padre…- Los ojitos verdes, estaban conectados directamente a los zafiros del rubio, pero estos ya poseían lagrimas saliendo de estos.

    -Mu…- Un débil susurro salió de la boca de Shura, recordó entonces sus palabras que le habían dicho, para que se lograra calmar ese primer día.

    Mientras tanto Afrodita y Milo estaban ajenos a la escena, ya no debían comentar nada, que el fauno Alfa lo supiera, sin duda él podía sentir esa conexión entre ambos que hablaban.

    Sabía lo que ese corderito deseaba, se lo había dicho entre sueños cuando lo llevaba al gremio aquella noche, solo repetía ese nombre, y desde ese momento se había dedicado en secreto a buscar más información de donde había estado y de ese hombre.

    Quería hacer realidad ese sueño, pero existían muchas cosas que podrían destruirlo si no se manejaban de manera correcta.

    Guardo la calma, quería en ese momento abrazarlo y ahora el encargarse de su cuidado, pero eso no se podría si quería mantener la seguridad del pequeño.

    -Claro que te ayudare- Se lo dijo con un tono de voz un poco bajo, para no seguir asustándolo, era difícil a veces controlar ser un Alfa, pero lo intentaba.

    Que ese Alfa dijera esas palabras, lo tranquilizo mucho. Incluso su corazón se ponía a un ritmo más normal, sus ojos que derramaban lágrimas, lograron tener un débil brillo por un instante, adornar ese rostro con una dulce sonrisa, asintiendo con su cabeza, pronunciando una palabra –Gracias-

    -Mu… ¿Recuerdas algo más de ese lugar?- Era esa sonrisa, parecía iluminarla el día por completo y quería seguir escuchando su voz, la pregunta era un requisito necesario, cualquier cosa le ayudaría.

    -Yo… Bueno… Había un gran bosque… Y…- Le costaba recordar con exactitud, obviamente su escape fue de noche, no presto atención al panorama, solo quería salir de allí –Perdóneme… Pero… No recuerdo mucho…- Bajo la mirada, otra vez esa sensación de inutilidad se apoderaba de él, no recordar nada de forma tangible le mortificaba, su voz se estaba quebrando y el llanto de desesperación estaba saliendo de nueva cuenta.

    -El bosque, donde te encontré… ¿Estaba cerca de donde estabas?- Verlo llorar, le estaba estrujando el pecho, aún tenía su mano sobre ese frágil hombro, olvidar sus votos en ese momentos y solo abrazarlos contra su cuerpo, tenerlo cerca era lo que quería más que nada.

    Solo asintió, su carita baja, con las lágrimas corriendo por sus mejillas.

    -No te preocupes por nada, salvaremos a tu padre y lo traeremos contigo- Sabia que tocarlo de nueva cuenta, podría alterarlo, ya tenía una mano en su hombro y solo ese tacto podría tener –Te prometo que estará contigo- Sonrió muy apenas, no quería separarse de ese pequeño, pero debía hacerlo, si seguía oliéndolo, por sus instintos Alfa, tal vez no haría nada, pero no se arriesgaría.

    -Mu, ¿Quieres oler a tu habitación?- En ese momento el peliverde cabrío, se acercó al menor acariciando sus cabellos.

    -Si…- Se sentía cansado, y ahora con tanta vergüenza de haberse comportado así, sentía que estaba causando más problemas de los que debía, pedir cosas y luego soltarse a llorar, no se sentía bien.

    Shura hizo una leve reverencia ante el rubio, para retirarse con el pequeño, que ya no levantaba su rostro por pena.

    -Con su permiso señor Shaka- Ambos así se retiraron de escena, para llevar al menor a sus aposentos.

    No negaría que estaba apretando con algo de enojo sus puños, su mandíbula igual. Era lo mejor por ahora que se fuera, pero… Sintió algo de molestia que alguien lo tocara tan fácilmente, y él no podía hacerlo.

    Era ridículo, era obvio porque sucedía eso, se había aferrado a Shura por ser otro Omega y que tuviera más relación con la especie de fauno que es.

    El mismo le había encargado ese deber al peliverde oscuro, pero ahora deseaba el encargarse de cuidarlo.

    -Con su permiso señor Shaka- Afrodita se retiró igual, sobraba en ese instante y tenía que hacer otros deberes.

    De nuevo no reacciono ante el otro.

    -Oye… ¿Estas bien?- Ese fauno de cabellos cerúleos, le estaba preocupando el comportamiento del de mayor rango.

    -Si…- Una contestación muy autónoma

    -Creí que el pequeño tenia fobia a los Alfas, pero contigo fue bastante calmado- No sabía que decirle, podía sentir que en cualquier momento esa personalidad tranquila, pudiera desaparecer.

    -Está avanzando mucho, para superar todo- Le dijo aquello recuperando su compostura.

    -¿Cómo lo sabes? Oh… Claro, si lo espías cada instante es obvio- Cruzo sus brazos delante de su pecho, le gustaba fastidiar a todo el mundo.

    Suspiro, dándose la media vuelta, retirándose de aquel pabellón, debía seguir haciendo sus investigaciones de aquella misión y de paso, en el mapa de los alrededores averiguar de dónde pudo pasar todos esos años ese inocente ser, que completamente lo estaba controlando.

    -De nuevo me dejaron solo… Que bien, que bien…- Ya que más le queda, prefirió en ese instante ir a dar un paseo por las afueras del gremio, pensaba que por fin podría encontrar al amor de su vida, que sin duda ya creía que no existía, pero mantenía la fe con una sonrisa.

    Sabía que sería una investigación muy importante, y los resultados no podían salir a favor, si el padre del menor estaba vivo sería lo mejor, pero por los daños y lo poco que conocía mediante el cuidador del pelilila, solo apuntaba a que hubiera muerto.

    Pero si la esperanza estaba allí, existía una ligera posibilidad ahora la otra cuestión, si era de su propiedad y marcado, estarían en un problema.

    Las leyes tontas de las ciudades vecinas que no fuera la ciudadela del gremio, eran demasiado injustas para los faunos.

    Dictaba la siguiente, del párrafo 5, enmienda N° 706 “Cualquier Fauno que haya sido comprado, será objetó de mercancía de dicho propietario y nadie puede extraerlo sin su consentimiento, si no se enfrentara a una multa o prisión” Y ahora la enmienda N° 710 “Un Fauno con la marca de su Alfa, debe solo obedecer a esa persona, sin importar lo que sea, el solo se convertirá en una herramienta del gusto del de mayor rango”. La que seguía era aún peor enmienda N° 711 “Cualquier delito que cometa en nombre del Alfa, el será quien reciba el castigo”.

    Leyes estúpidas en lo que concierne a los faunos, todo estaba en desventaja.

    Aun así… Podría hacer algo, si se negaba a entregarlo por las buenas, podría usar el poder que ejercía el gremio contra él.

    Pero no deseaba llegar a ese extremo, incluso estaba dispuesto a comprar al padre del pequeño, solo para que Mu estuviera feliz y liberarlo de ese martirio.

    Solo si Shion estaba vivo podría hacerlo feliz. Se lo prometió, y por mantener esa dulce sonrisa en ese rostro que ya adoraba, no se daría por vencido.

    Existían posibilidades, solo quería que Mu fuera feliz y olvidara toda esa angustia.

    ---Mansión Blizanci---

    -Saga, por favor hermano, no puedes seguir así- Un hombre de cabellos azules un poco más claros que el mencionado, ojos Viridian, con un semblante casi igual al dueño de esa casa, pero su expresión no era de enfado constante si no uno más suave.

    -¿A qué te refieres?- El sujeto preguntaba esto, mientras seguía aquel juego de mesa que estaban disfrutando.

    -Se a lo que te dedicas, y no solo a como generas dinero- Suspiro, bajando las cartas, poniéndolas sobre la mesa boca abajo.

    Sonrió triunfante, mirando con aquellos ojos afilados al contrario –Hacer eso significa que te retiras-

    -Si, como quieras- Frunció el ceño, odiaba que el mayor le evitara ese tema –Pero debes entender que hacer eso, solo genera una mala reputación y…-

    -¡¡¡CÁLLATE!!! ¡¡¡LO QUE HAGA CON MI IDA, NO TE DEBE INCUMBIR!!!- Se levantó abruptamente, derribando la silla de detrás de él y con este la mesa de enfrente.

    El otro no se quedó atrás, e hizo lo mismo salvo que la mesa ya estaba abajo y las cartas regadas, pero la silla de tras se volcó –Me incumbe, porque con que sigas así, solo arruinaras tu vida- Frunció el ceño, manteniéndole la mirada.

    -Ja, ¿Desde cuándo te importa? Querido hermano- Ese tono de burla, como se refería al otro.

    Suspiro, sabía que sería difícil hacerlo entrara en razón, llevaba años intentándolo.

    -Sé que tuvimos nuestros problemas en el pasado, ambos hicimos cosas terribles para ganar lo que tenemos ahora, pero… Una fue robar, amenazar y secuestrar- Estaba aclarando los crímenes que ambos gemelos realizaron, para regresar el “Honor” A su familia –Pero la regla era no matar, ni hacer daño- Le recalco esto con una mirada intensa.

    -Tsk, si sabes perfectamente lo que hago, y sabes que no voy a detenerme- Embozo una sonrisa socarrona, recordar ese pasado, solo le hacía reír, pensando que ridículos eran antes.

    -Por eso te pido que pares, si continuas así, solo acabaras mal- Quería convencerlo, de que no siguiera ese camino.

    El menor, no vestía digamos tan elegante como el mayor, pero se veía bien, había renunciado a esa vida de lujos y fortuna, porque compendio que lo hacía de manera incorrecta, logaron hacer sufrir a muchas personas, aquello poco a poco lo hizo recapacitar y más cuando conoció a un fauno, que le robo el corazón.

    Así es, mientras uno lastimaba, violaba y mataba a esa especie, el otro se enamoró y se había alejado del mayor, procuraba a su destinado tanto.

    Saber que Saga, su único hermano en este mundo, hacia cosas terribles, le producía primero un malestar. Pensaba a ¿Dónde se había ido ese hombre tan buen? En lo que cabía, porque si ambos hacían cosas terribles para sobrevivir.

    Su escusa era que nunca lastimaron a ninguna persona más allá de algún golpe.

    -¿Acabar mal?- Pregunto aquello solo se mofaba del otro –Pero si hacer esto es mucho mejor, puedo disfrutar todo lo que quiera con diferentes faunos y no me importa nada más, hago lo que quiero y ellos no pueden impedirlo-

    -No está bien, ellos también sufren cuando los dañas- Apretaba los puños, y mandíbulas. El no compartía el odio a los de otra especie.

    Y sabía que el otro tampoco lo hacía antes.

    -Si tu visita es solo para importunarme, te pediré que te largas. Tengo cosas mejores que hacer- Estaba por retirarse de aquella sala, cuando el otro le grito algo.

    -¡¡¡YA ESPERA QUE ESE FAUNO NO TE AMARA Y SE UNIERA CON UNA ALFA!!!- Se lo dijo de golpe, más bien lo grito fuertemente, le daba igual quien escuchara, pero le estaba diciendo la verdad.

    El otro parecía, una furia hecha, apretó sus puños con fuerza, la mandíbula parecía rechinarle, y sus ojos el infierno mismo en ellos, se fue directo contra el toro, para darle un fuerte golpe, pero este lo esquivo.

    Sabía cómo esquivarlo, pero Saga igual, esa pelea a puños se podía convertir en la muerte de cualquiera.

    -¡¡¡CÁLLATE!!! ¡¡¡ES UN MALDITO TRAIDOR!!! ¡¡¡EN CUANTO VISTE LA OPORTUNIDAD ME DEJASTE SOLO!!! ¡¡¡YO ME VENGARE DE TODOS LOS FAUNOS, EN ESTE MUNDO!!! ¡¡¡LOS ODIO A TODOS!!!- Le gritaba aquello, mientras seguía tratando de darle algún golpe, pero ambos se sostuvieron los puños.

    -¡¡¡NINGUNO DE ELLOS TIENE LA CULPA!!! ¡¡¡SI ÉL NO TE AMABA, NO PODÍAS OBLIGARLO!!!- Se lo decía a la cara, ese era su recuerdo más doloroso y frágil, el que conllevo a aquella locura que vivía el mayor.

    -¡¡¡ÉL TIENE LA CULPA DE QUE ESTO OCURRA!!! HA, HA, HA, ¡¡¡TODOS SUFREN, PORQUE ÉL NO ME ACEPTÓ!!! ¡¡¡PERO LOGRE VENGARME DE ÉL Y TODA SU FAMILIA!!!- Estaba queriendo alcanzar el cuello de su rival, pero este se mantenía lejos.

    Negó con la cabeza, arrebatándole las manos el agarre de sus ropas, que ni cuenta se dio cuando lo logro -¡¡¡POR ESA RAZÓN ESTAS SOLO!!! ¡¡¡ASESINASTE A QUIEN CREÍAS “AMAR”!!! ¡¡¡ARRUINASTE TODO POR TU ODIO!!!- Bufo molesto, recodar como la cordura de su hermano se fue a pique.

    Reía a Carcajadas –Ha, ha, ha, ha, pensó que podría salvar a su hijo menor, pero logre alcanzarlo- Pero su sonrisa se borró, cuando vio de nuevo el rostro de Kanon –Pero tu… ¡¡¡TU TENÍAS QUE LLEGAR A DETENERME!!!-

    -¡¡¡POR HACER ESO, ME DISTE UNA BRUTAL GOLPIZA!!!- Lo miraba firme –Pero no permitiría que lastimaras a nadie-

    -Claro… Ya te habías vuelto un maldito idiota de ese Fauno- prestaba los dientes, la cólera de aquella noche, lo hacía querer estrangular al otro.

    -Mataste a su destinada, él pudo escapar con esa cría, pero ni siquiera sabemos si sobrevivieron y su hijo mayor, quedo en la orfandad- Se tocaba la cabeza, le carcomía la culpa de saber de todos esos hechos atroces -¿Qué más infeliz deben ser todos para que estés contento?- Le preguntaba ya por desesperación.

    -Nunca, dejar de herir a los demás, todos pagaran lo que ese maldito desgraciado, me causo- Su semblante era de un loco completamente, tal vez sufrió un mal de amores, pero no era ninguna excusa, para hacer todo ese alboroto, tanto daño que estaba haciendo y no le remordía la conciencia.

    Ya no sabía que más hacer, había prometido a su querido Omega, que sería la última vez que lo tratara de convencer de ir a los territorios de Poseidón, pero en el fondo no podía negar que le dolía ver a su hermano así, en ese estado tan lamentable.

    -Saga… Sabes que si sigues albergando todos esos sentimientos, al final serás devorado por ellos- Dijo esto, ya sin casi fuerzas de continuar la pelea.

    -Eso a ti no te importa ¡¡¡YA LÁRGATE Y NO VUELVAS!!!- le señalo la salida, con la mano.

    -La oferta de que te integres a nosotros puede que solo dure un poco, piénsalo bien…- Suspiro, negando con la cabeza –No acabes como lo hicieron nuestros padres… No repitas los mismos pasos- Con aquellas últimas palabras, se fue de aquel lugar, donde alguna vez reinaron risas y alegría y ahora solo se podía observar el miedo en la cara de los sirvientes y el olor a una esencia demasiado penetrante para cualquiera.

    Dejo solo en aquella sala al hombre con los peores sentimientos del mundo, su furia solo se intensificaba con cada recuerdo, cada imagen que había tendido que ver, como odio a esa mujer, como seguía aborreciendo a ese Omega que amo, y nunca le correspondió.

    -Todos… Deben pagar… Todos pagaran lo que me hizo ese Fauno- Esa imagen volvía a su mente, una y otra vez, esos cabellos cortos con un tono castaño claro, casi rubios se notaban, esos ojos azules, tan expresivos y grandes, que alguna vez lo vieron con admiración.

    A veces, al recordar podría tener unos instantes de querer regresar el tiempo y haber hecho algo más para tenerlo, tal vez quería no hacer hecho lo que hizo, pero eso jamás lo logaría, ahora pagaban inocentes por pecadores.

    El único error que cometió ese Omega fue enamorarse de su destinada, y dejar en el olvido a ese hombre, que en sí, nunca le dijo que lo quería más allá de ser amigos.

    Por alguna extraña razón, al recordar a quien adoro antes, la imagen del corderito de cabellos lilas vino a él.

    Su mente retroceda, le provocaba entender que tal vez esa era su oportunidad de tenerlo…

    -Pudo… A ver reencarnado en el… Ahora… Podría ser mío…- Decía incoherencias, no tenía sentido, peor su mente así estaba funcionando ya.

    Esto solo podría traer muchos problemas al pequeño Fauno, que ahora estaba muy lejos de este hombre, pero… Puede que el busque la manera de traerlo de vuelta y ahora si… No habría escapatoria.
     
  11. Threadmarks: Capitulo 11 (Carne)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    3338
    Si bien han pasado poco de un mes desde esa fatídica y afortunada noche, en la vida de dos carneros cambiaron para siempre, una se apagó y otra comenzó a brillar de a poco.

    Recientemente, el pequeño Mu ha estado aprendiendo mucho más de la vida exterior, con la ayuda de Shura, quien es su principal guardián entre los Omegas del gremio.

    Gozar de la fama del más malhumorado y aburrido debe ser bueno, nadie se mete contigo y mucho menos ahora con ese corderito pelilila que lo sigue a todos lados.

    Pues sí, Mu ha desarrollado un apego al cabrío, y al otro no le molesta tanto, pues de a poco se siente muy tranquilo a tenerlo cerca, es como si llegaran ambos a llenar un vacío.

    Pero no solo el si no que el peli celeste, quien ahora por mandado de su maestro ha dejado de darle los te, pues ya no los ha necesitado, su cuerpo ha reaccionado bien, las heridas sanados y la exposición al sol funcionado, mas sigue visitándolo casi todas las tardes, para que conozca y mostrarle modales.

    Si bien el peliverde oscuro, se encarga de mostrarle las reglas del recinto, que si bien por su forma de actuar primero rompió algunas, pero se les perdonaba, por su trauma correspondiente, y por qué cierto rubio intervenía por el ante el consejo de ancianos.

    Esos que hacían respetar las reglas al pie de la letra y sobre todo vigilar que los actuales líder cumplieran sus obligaciones.

    Ellos usualmente no se dirigían a los lugares de entrenamiento, o fuera del pabellón principal, pero sí que tenía oídos por todas partes y ojos de igual forma.

    Shaka debía tener cuidado, cuando deseaba observar en silencio al pequeño pelilila

    Mas el carnerito, cuando lo lograba ver, le dedicaba una sonrisa, por la promesa que le había hecho, si, aún no estaba cómodo con Alfas cerca hacia un esfuerzo, para cumplir con que debe hacer una reverencia con quienes tiene alto rango.

    Incluso llegaba a poder estar cerca del primer líder Aioros y no aterrarse, más aun se sentía nervioso y prefería mantenerse a lado del cabrío, pero este a su vez también sentía nervios por el castaño, un sinfín de cosas pasaban en este gremio.

    Seria pronto ese día en que Mu debería probar la carne, porque sus colmillitos que le daban la parte de hibrido que era, un dulce corderito con marcas de tigre, sumamente hermoso y más raro que cualquier cosa.

    No estaba convencido al principio, pero se le explico que era necesario que tuviera un acercamiento a este alimento, su cuerpo posiblemente lo necesitara, pero tenía opción de no consumirla si no era su deseo, mas debía intentarlo.

    Otra buena nueva, es que por su logro de confianza, ya no debía comer en su habitación, lo hacía en el comedor en donde varios que ayudaban en el gremio lo hacían.

    El primer día, sin duda fue el centro de atención de todos, y nunca le gusto serlo. Con un rápido movimiento se pegó a la cintura de Shura abrazándolo con fuerza.

    Ver al más serio y frio del lugar, con un corderito sujetado a él, es sin duda un espectáculo que nadie imagino.

    Pobre del peliverde oscuro, casi tropezaba, quería mantener su semblante de siempre, pero era muy difícil con Mu así.

    Gracias a su Diosa, Afrodita los esperaba junto a otros para que se sentara a con ellos. Había dos mujeres a su lado con él, ambas siendo Beta y fauno, aunque en una no se podría distinguir bien, salvo por su habilidad que la delataría.

    Ambas quedaron maravilladas por el pequeño, y por extraño que parezca esta vez ya no lo confundieron con un pequeño de doce, ya había logrado verse un poco más grande, tal vez una apariencia de trece o catorce a lo mucho.

    Tenía tanto que recorrer, ya no se veía tan desnutrido, sonreía más y eso le estaba ayudando a ganarse a muchos.

    Pero el más empalagoso seguía siendo Dita, que le causaba suma ternura el menor y ya este no le molestaba lo entendía como muestra de afecto.

    Volviendo al momento principal, la hora de degustar la carne, sería algo que el pobre enserio no estaba seguro, pero solo una prueba, algo pequeño y ya.

    -Shura… La carne… Entonces es de algún animal… pero eso sería…- Pensó por unos instantes, para recordar es apalabra antes mencionada –Canibalismo… Porque, aunque no sean faunos… Bueno… Yo… No estoy seguro- Bajaba su mirada, mientras caminaba junto al mayor, por los pasillos.

    -Solo come un bocado, puede que te guste- Tenia una cara de desagrado, él no era para nada partidario de consumir carne, por su condición de fauno puro de una especie herbívora.

    -Pero sería raro… Se supone que los Carneros solo comen vegetales, frutas y algunos otros alimentos no derivados de la carne- Le dijo esto con tanta seguridad en su voz y ojos.

    Le daba una ternura inmensa, como el pequeño se esforzaba por aprender más del mundo –Veo que has aprendido a memorizar lo que te he enseñado-

    -Gracias a usted… He aprendido a leer y escribir… Sé que me falta mucho, y su conocimiento lo agradezco…- Bajo su mirada, no pasaba mucho sin recordar a quien más extrañaba –Mi papá, me había enseñado un poco de todo eso, pero tampoco tuvo oportunidad de mayor conocimiento por…- Callo apretando los labios, debía no llorar, le dolía pero tenía una esperanza.

    Aunque su mente le decía que era imposible, la quería mantener para darse fuerza.

    -Lo has hecho bien, eso es lo único que debes pensar- Rápido llamo al joven con esa voz fría, prefería que se preguntara porque reaccionaba así el mayor a verlo triste.

    Al llegar al comedor, suspiro resignado, no había por que asustarse, solo comería carne de un animal inocente que murió y que ahora se alimentara de ese hecho.

    Así se lo planteaba en su mente y la sola idea le desagradaba.

    Sus ojos verdes, pudieron ver a Albafica esperándolos para que se viera el resultado de este evento. Algo así como un experimento nuevo, pero no de mala forma.

    Pero la sorpresa de Mu fue algo grande, cuando también vio el Alfa que siempre lo observaba y salvo, conversando con el peli celeste lacio.

    Al verlo de nueva cuenta, sintió algo diferente en cómo se había estado sintiendo, lo mismo que experimentaba cuando sus miradas conectaba, esa sensación de seguridad y tranquilidad que invadía todo su ser.

    Shaka no podría negar, más lo haría, verlo que poco a poco se hacía autosuficiente le alegraba, que lograra ver su sonrisa, escuchar esas risas y que no temiera a nadie. Verlo tan recuperado le tranquilizaba también, ya era un ser tan hermoso con esos cuernitos de carnero, pero ahora era mayor su belleza.

    Si alguien pudiera escuchar sus pensamientos lo más seguro es que sería azotado por ello, no le importaba el daño físico que tuviera que padecer, mientras que Mu estuviera bien, todo le podía ocurrir.

    -Hola Mu, ¿Estás listo?- Pregunto Albafica, dedicándole un sonrisa.

    Sonrió apenado, aun sentía un poco de intimidación con el olor de un Alfa –Creo que si… Pero… No estoy seguro-

    -Ya lo hemos hablado, por tu ascendencia, es necesario que lo hagas, solo una vez- Le señalo el plato tapado –Sé que tu condición de carnero es más fuerte que lo de tigre en ti, pero tu cuerpo necesita experimentar ese alimento, si no te apetece después, puede que tu organismo no lo requiera-

    Bajo su mirada a lo que estaba en ese plato, que fue destapado previamente por Shura, el olor a la carne era fuerte para ambos faunos, la carne no era para nada algo que un herbívoro gustara.

    Un pedazo de carne, podría ser un filete o algo así, solo era eso demasiado cocido para que no le hiciera algún otro efecto.

    La cruda no era una mejor opción, se necesitan jugos gástricos muy potentes para que destruyera cualquier bacteria y eso era algo que el corderito no poseía, o bueno lo más seguro.

    La mera vista de aquello, le causaba malestar, pero debía hacerlo, era lo que le repetían mucho. Sus manos juntitas, jugando con estas, paso saliva, el olor no era mejor.

    Pero lo haría, ya habría aprendido a cómo usar cubiertos, por lo menos lo básico, tomar un tenedor y con esta tratar de cortarlo, se le olvidaba que el cuchillo era para eso.

    Mas no era demasiado grueso aquello, corto con facilidad, clavando dicho elementó en la carne y preparándose mentalmente para probarla.

    El segundo líder, no pasaba por alto cada gesto, incluso se sentía molesto por hacer que pasara por esto, ya que compartía la ideología de no comer carne, pues al ser vegetariano tampoco la carne la agradaba.

    -Albafica, yo opino que no es necesario hacer que Mu pase por esto, aunque tenga un padre carnívoro, no significa que él pueda comer esto- Estaba ya con el ceño fruncido, cualquier cosa hasta la más mínima que pudiera atormentar al menor, le molestaba.

    -Señor Shaka, Mu debe hacer este esfuerzo, para ver como reaccionaria. Usualmente cuando existen casos como híbridos, heredan la genética más proveniente de un padre- Lo miraba, un poco nervioso, los ojos de un Alfa cuando perturban a quien ama, no es lo mejor que ver –En cambio… Él tiene dos características visibles, y una de carnívoro en un cuerpo herbívoro, puede ser algo que ayude en diferentes contextos para analizar-

    -En otras palabras, me estás dando a entender que consideras a Mu ¿Cómo rata de laboratorio?- Apretó sus puños, su quijada apretada, el ceño ya estaba más fruncido que nunca. Que trataran así al pelilila le estaba causando malestar intenso.

    Si no fuera su educación y que debe permanecer tranquiló, en ese momento de llevaba al pequeño lejos de ese lugar, más la voz del menor llego a él, para calmarlo.

    -Se…Señor Shaka… No tiene que enojarse…- Estaba nervioso, dirigirse al rubio le ocasionaba eso –Sé que debo intentarlo por mi bien… Así que solo lo hare… Y… No creo que sea tan malo- Sonrió, cerrando los ojos, y con un leve rubor-

    Ahora sí, ese corderito tenía la capacidad de calmar a un Alfa, si se enojaba, solo su voz y su rostro angelical lo lograría, siempre y cuando no estuviera en mayor peligro que comer carne.

    Tomo aire, asintió, y decidió hacerlo rápido.

    Llevo rápidamente el pedazo de carne a su boca, comiéndola con rapidez, masticando con fuerza.

    Su rostro no se veía nada bien, pues erraba los ojos con fuerza, mientras trataba de hacer más pasable la comida.

    Pobre del corderito, pues esto no le ayudo nada, el sabor, la sensación, nada de eso le agrado, cuando trato de tragar, no podía parecería que su cuerpo se negaba a hacerlo.

    Pero se forzó a sí mismo para que esto acabara, no escupiría la comida, sería una falta de respeto enfrente de todos ellos, sobre todo del rubio.

    No quería causar problemas al doctor así que, logro pasar ese bocado que le atormento tanto.

    Al hacerlo, parecía que hubiera hecho una gran Azaña, se odia notar que su color hubiera cambiado a uno más pálido, sus ojos casi llorosos por ese esfuerzo, pero decidió sonreír para que todos viran que estaba bien.

    Pero realmente no lograba convencer a nadie.

    -Creo que no funcionó- Miro al peli celeste.

    -Tienes razón, disculpa pequeño- Dirigió su vista al pequeño corderito, con algo de arrepentimiento –Creo que tú cuerpo no está hecho para consumir carne, con esto se acaba esto, no tienes que volver a probarla-

    Negó con la cabeza –No tiene que disculparse… Lo hizo por mi bien… Y lo comprendo- Sonrió, con gentileza.

    Para dos completamente un ser adorable, para otro lo más bello que ha logrado ver.

    La idea de estar en esa situación, si bien era para verlo, sentirlo cerca, su aroma, cuidarlo, pero también quería lograr hablar con él. Sobre un poco de información que había obtenido.

    Tosió levemente, para llamar la atención –Ya que esto ha terminado, me gustaría poder hablar con Mu a solas- Se estaba aventurando mucho, en querer estar a solas, pero no tanto por sus deseos Alfas, no aquello no dominaba en el tanto, si no que la información que tenía debía dársela solo a él.

    Albafica, miro levemente al rubio, él tenía una fuerte idea de lo que podría pasar por su mente, pero no sería capaz de hablar más allá.

    Solo asintió, y se retiró del lugar.

    Por otra parte del fauno cabrío, debía obedecer, y así lo hizo con la típica reverencia, pero no le agradaba la idea, ya que estaba sintiendo que esos dos más jóvenes que él, estaban dando un camino al sufrimiento, aunque uno no comprendiera todo, sucedería.

    El dulce carnerito, se quedó estático en su lugar, paso un poco de saliva, había tenido grandes avances, pero quedarse en un lugar a solas con un Alfa, era otra cosa… Podría comenzar a temblar, a hiperventilar, tener miedo, pánico.

    Pero por difícil que se pudiera creer, solo estaba nervioso y algo intimidado, cada que lo miraba, y esa sonrisa que le daba, le trasmitía calma, de una extraña manera, lo hacía y le reconfortaba, le hacía pensar que todo estaría perfectamente bien.

    -¿Aun tienes miedo?- Esa fue la primera pregunta que le hizo al estar solos, no se acercaría a tocarlo como esa vez, pero lo deseaba hacer.

    -Señor… Shaka… No es miedo… Es solo... Que…- Quería explicarse pero… No lo lograba aun.

    -Es normal, después de todo, lo que pasaste, los Alfas para ti deben ser… Seres que… Son todos malos, pero… No tienes que temer aquí- Le dedicaba una mirada de gentileza, esa sonrisa que solo el menor le arrancaba, el corazón le latía demasiado.

    Es malo ser el primero en enamorarse, pues el contrario aun no comprende los sentimientos que florecen, más no significaba que siempre tendría que ser así.

    Bajo la mirada –Sé que aquí, no tengo nada que temer…- Juagaba con sus manitas, un signo de que estaba nervioso –Pero… Aún es muy difícil… Confiar-

    -Pero… Confiaste en mi- Le sorprendió que digiera aquello y más cuando le había pedido algo de lo cual tenía algunas respuestas.

    Levanto la mirada en automático, para contestar lo mejor posible –Usted es diferente, me salvo… Y… Sé que no es malo…- Su semblante cambio a uno de preocupación, no quería ofender a quien le había rescatado.

    Ese movimiento ocular, para enfrentarse a los azules de alguna forma, le produjo una sensación que había olvidado hace unos días, pero volvía… Ese cosquilleó en el estómago, el corazón que latía con fuerza, y un pequeño temblor en su cuerpo.

    ¿Podría ser que eso hacen los Alfas con los omegas?

    La intimidación, pero no podía darle una explicación, se supone que eso haría que un Omega se alejará, pero no quería hacerlo.

    Sonrió de nuevo, pero se mantuvo en su lugar, si lo abrazaba u otra cosa, lo asustaría tanto. Además que no estaban solos como creía, podía sentir que los miraban.

    -Mu, con lo que me pediste- Le dijo de inmediato.

    -¿Si?-

    -Creo saber de quién se trata, el hombre… Que hizo todo esto- Cuidaba sus palabras, no debía hacer recordar sucesos malos al niño.

    Este no contesto, prefirió quedarse callado, cualquier cosa que supieran significaba que existían pequeñas esperanzas.

    -Saga Blizanci, es su nombre… Localizamos la mansión- Su semblante cambiaba a uno de molestia de a poco.

    -¿Podríamos rescatar a mi padre así?- Su asombroso estaba plasmado en su dulce carita, un breve destello de felicidad, le daba que así era.

    Dejo escapara un suspiro pesado, cerrando sus ojos, casi negando con la cabeza -¿Tu padre fue comprado por el?-

    Asintió, haciendo que sus ojos se volvieran apagar, estaba comprendiendo de a poco a que se refería.

    -Sera muy difícil, que logremos salvarlo…- Verlo así de triste, le hacía sentir el peor ser del mundo, no aguanto más y le dio un abrazo, no lo pensó, ni lo dudo.

    Su cuerpo se sobresaltó, al sentir ese contacto tan cálido, tanto que no podía moverse, pero no se sentía amenazado, al contario.

    -Pero te prometí, que haré cualquier cosa para que estés con él, lo cumpliré… No tienes nada que temer- Sentir su aroma, la esencia que desprendía era sumamente suave, delicado, no lo identificaba, eso era porque aún no había tenido el celo, no intensifica esa fragancia distintiva, pero no impedía que él no sintiera aquello.

    Sentir su cuerpo, un poco más pequeño que el suyo, estremeciéndose contare el propio, su cabello ese tono le gustaba, los cuernitos de carnero, le parecían tan adorables, que estaba por tocarlos, le daban curiosidad.

    Si pudiera permanecer de esta forma más tiempo, solo con ese inocente Omega, lo haría… Quería tenerlo así para siempre. Pero nada de eso ocurrirá, por las idiotez que cometió para poder defender a los demás, sin tomar en cuenta su propia felicidad, que se le negaba ahora.

    Hubiera permanecido así y hecho más promesa al corderito que no entendería ene se instante, pero fueron interrumpidos y agradeció que fuera Aioros, otro en su lugar hubiera dicho lo ocurrido.

    -¡¡¡SHAKA!!! ¡¡¡ES NECESARIO IR DE INMEDIATO AL GREMIO DE HADES!!!- Venía agitado, había corrido hasta ese lugar buscándolo, faltando a una de las reglas del recinto, pero no le importaba, estaban teniendo una oportunidad que tal vez no se repetiría.

    Encontrarlos abrazándose, o más bien el rubio capturando al menor, le asombró, pero eso no podría quitar el hecho de la noticia previa, que se necesitaba atender con urgencia.

    El comprendía la situación, entendía que necesitaba conocer más detalles, no quería pero debía soltarlo, para hacer sus responsabilidades.

    Verlo, sentirlo entre sus brazos, no podía negar que rechazaba la idea de alejarse, pero no había nada que hacer.

    Mu solo había permanecido estoico, sin moverse al estar siendo abrazado, no sabía cómo actuar al verse envuelto en tantas sensaciones en su joven cuerpo, que no reaccionó de inmediato.

    Pero sus manitas delante de su pecho, sus ojos verdes con un toque de miedo e intranquilidad, con sus mejillas rojizas, no podía hablar de inmediato.

    -Com…Con…Per…Miso…- Al ya nos entirse entre esos brazos, podía ser libre, pero una parte quería aun estar allí, aunque le daba miedo, salió casi corriendo de allí, ni siquiera se acordó de la reverencia, solo quería alejarse de lo que estaba sintiendo, no lo entendía y asustaba.

    Su corazón latía demasiado pronto, sus mejillas estaban rojas, cerro sus ojos, pues se le escaparon algunas lágrimas, de todo lo que sentía le estaba angustiando, quería entenderlo pero… No sabía si era miedo por los Alfas o algo más.

    Dentro del comedor, donde quedaron ambos líderes, el rubio trataba de componer su postura, y tratara de alejar esos pensamientos y el sonrojó de sus mejillas.

    -Discúlpame si interrumpí, pero… Esto no puede esperar y lo sabes- Hablaba tan autoritario, que no se le negaría que era algo de vida o muerte.

    -¿Que sucede Aioros? ¿Cómo es que lograste una reunión?- Debía tranquilizarse y pensar en sus deberes como líder.

    -Te explicaré en el camino- Le señalo la salida de inmediato -Debemos irnos en este instante, para llegar el día en que nos citaron, sin contar a los Shadow’s que nos toparemos- Su ceño fruncido y su semblante de líder, casaba que aquello era una combinación de cosas buenas y malas.

    El rubio solo asintió, no podía oponerse si el de mayor rango daba una orden y más con razones importantes de antemano.

    Que podía significar una alianza que tanto deseaban para combatir a los enemigos de todos en común.

    Este mundo tiene tantas guerras pasando al mismo tiempo, pero se necesita dar oportunidad a todas por igual, pero no se puede a la vez, si no causaría un conflicto mayor.
     
  12. Threadmarks: Capitulo 12 (Hades)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    2991
    En menos de una hora se pusieron ambos jóvenes líderes en dirección a aquel gremio nefasto.

    Pero que necesitaban de su lado, solo para contener a los Shadow´s. Sin las partes de pergaminos que ellos custodiaban no podrían seguir con aquella investigación.

    Con el gremio de los mares había sido más fácil seguir una alianza a pesar de los siglos.

    Por lo tanto los escritos habían ido a parar a los Atenienses, como muestra de confianza igual ellos daban algo a cambio, protección a las costas para que ninguna de esas criaturas pasaran.

    -Solo lleva lo necesario Shaka, sería un largo viaje y recuerda que debes mantener tu arma favorita contigo. Dio una leve risita, gustaba de hacer bromas ligeras.

    -Aioros, ¿No crees que es sospechoso todo esto?- Le preguntaba mientras alistaba su caballo.

    -Claro que es muy sospechosos, por esa razón, quiero que si se pone violenta la situación, regreses de inmediato, iremos con pocos guardias, para que los demás se queden protegiendo el gremio- Subía al caballo de color rojizo y crin negra.

    -Sabes que no te abandonaría de esa forma- Hablaba calmado, para salir de inmediato, suspiro un poco, lo único que le estaría pasando por su mente, sería que no pudo despedirse del pequeño Fauno.

    -Lo sé, pero recuerda. Si me pasa algo tu eres el que debes ascender y cuidaras muy bien de todos- Su vista al frente, con una leve sonrisa.

    Ambos jóvenes, se comenzaron a alejar montados en dichos animales que les pertenecían, para dirigirse a aquel gremio tan alejado, y tendrían que cuidarse muy bien, los Shadow’s estarían al acecho todo el tiempo, principalmente en la noche cuando la cantidad aumenta.

    Iban acompañados de varios soldados, para garantizar su seguridad, más se sabía que tenían la capacidad de protegerse solos, valía prevenir.

    En su andar, que duraría más o menos cuatro días de camino para llegar, el rubio había revisado aquel documento oficial, en donde la cabecilla de todo era Radamanthys.

    Jamás quiso tener una alianza con ninguno otro gremio, siempre igual de herméticos para hacer su voluntad en lo que quisieran y pretendiendo ser lo suficiente para acabar con los malditos que atormentaban a todos.

    Pero si ahora pedía esa reunión, seguro significaba que sus tropas estaban cayendo como moscas.

    Lo cual o están muy desesperados para hacer lo que se les pida, o desean carne de cañón para calmar a los Shadow’s, lo que fuera no sería bueno, debían tomar las medidas necesarias.

    Se tenía poca información de quienes pertenecían al gremio Hades, pero lo suficiente para saber que no dudarían en hacer lo que fuera por protegerse entre ellos.

    Ir con cautela era la única forma de cuidarse.

    Mas porque ahora tenía alguien a quien quería proteger a costa de lo que fuera, prometiéndole tanto, y dispuesto a cumplir.

    Debía regresar, aunque tal vez al pelilila eso no le importara, eso es lo que creía el segundo líder.

    ---Gremio Ateniense---

    -Por lo tanto, esa es la razón de que ambos líderes fueran hacia Hades- Un hombre de avanzada edad avanzada, rostro con las marcas del tiempo, cabellos cortos encanecidos y ojos color verde.

    Se notaba que era alguien de mucho respeto, pues como se ha considerado por años o tal vez siglos, siempre existe un concejo de ancianos, para tomar ediciones en ausencia de los líderes o también mantener las reglas siendo respetadas, por si alguno de los antes mencionados cometían una falta grave.

    Se mantenía en medio de los tres de edad adulto mayor, pero todos con un semblante frio, calculador, parecía que el tiempo los hubiera tratado mal.

    Todos ellos, alguna vez fueron líderes, acatando todas las reglas y mantenido la honra y gloria del gremio, sabían los sacrificios que tuvieron que hacer, ahora les tocaba que los jóvenes las siguieran al pie de la letra.

    -Milo, por lo tanto estarás protegiendo el gremio como principal prioridad- Un hombre de cabellos platinados, largos hasta los hombros y una cicatriz en un ojo que notaba la perdida de este, lo miraba al joven con seriedad.

    -Harás lo mismo Manigoldo con la ayuda de tu discípulo, estarán al pendiente de cualquier extraño que llegara a aparecer- Quien hablo en esta ocasión fue una mujer, su voz sonaba tan neutral, sin ninguna emoción, sin anda que pudiera delatar un estado de ánimo. Igual que todos portaba su cabellera blanquecina, corta y sus ojos de color verde, sin el brillo de la felicidad.

    -Entendido- El fauno Escorpión asintió.

    -Como ordenen- Hablo el alfa, con una sonrisa en sus labios.

    Después de acatar las órdenes, se retiraron del lugar.

    Siempre era difícil estar en presencia de esos ancianos, se notaba que lo único que deseaban era hacer respetar las reglas y cuidar la buena reputación del gremio.

    Para estos dos, un hombre y un fauno algo rebeldes, pero que tenían amor por la justicia les costaba estar cerca de ellos sin cuestionarles todo lo posible.

    Aunque no hubiera hecho los votos necesarios y renunciar a los demás placeres de la vida, eran considerados como buenos elementos, por su forma de lucha, mas solo eran de refuerzo, los principales se tuvieron que dirigir a un lugar bastante incierto.

    -Espero que estén bien- El fauno escorpión, caminaba algo desganado, pensando en su amigo que se acaba de ir.

    -Estarán bien, son los “Lideres”, así que no les pasara nada- Manigoldo le ánimo, con esa sonrisa de siempre.

    -Ya sé, pero creo que ambos están bastante distraídos últimamente- Cruzo sus brazos, suspirando, dirigiendo su vista al cielo.

    -Aioros, ya está acostumbrado dos años enamorado de su destinado y no poder hacerlo suyo, debe estar vuelto loco, pero no tanto- Dijo tan a la ligera esas palabras, que realmente no le interesaba ser escuchado.

    La razón era muy fácil, cuando recién había llegado Shura al gremio, traído por el primer líder, no lo dejaba a sol ni a sombra, literalmente él fue quien lo cuido y protegido, enseñándole cada una de las reglas que existían ene se lugar.

    Su vida parecía haber logrado tener un nuevo brillo, pero fueron los mismos ancianos que le recordaron los votos que prometió cumplir hasta el día de su muerte.

    Y que por si lo había olvidado, las consecuencias que tendría, siendo las mismas que sufrieron sus padres. Porque sí.

    Uno de los padres de Aioros había sido un líder de aquel gremio, el castigo que pago pudiera nos e nada si se tratara de un Alfa, pero lo peor fue al Omega.

    Pensar que Shura pudiera correr el mismo destino, al ver a quien lo engendró sufrir de aquella manera a diario, no lo podía permitir.

    Renuncio el estar junto a su destinado, aunque el cabrío comprendía, ambos sufrían en silencio esa decisión.

    Los castigos de ambos, hacían sangrar el corazón del otro, soportarían el propio, pero no deseaban que el otro fuera lastimado.

    -Más te vale que estés callado con lo que ocurre con Shaka- El mayor de ambos le amenazo, sabia lo boca floja que podía ser el Escorpión.

    -No diré, nada lo juro- Levanto sus manos en señal de que cumpliría.

    -Muy bien, es mejor que esos vejestorios, no sepan nada, si no le ira muy mal y no solo al rubio- Ese alfa de apariencia aterradora pero de un gran corazón, hablaba con tanta seriedad en sus palabras.

    -Le harían alejarse del pequeño Mu, lo acabaría… No creo que logre soportar estar sin él- Frunció el ceño, pensando en alguna manera de ayudarlo.

    -Es más joven que Aioros y nosotros, obviamente podría caer más rápido en sus instintos-

    -Si se lo propusiera, podría huir con ese carnerito- El de cabellos cerúleos, parecía convencido de esa idea.

    -Lo haría, de seguro que lo hará. Aunque no lo entiende por completó, pero quiere acabar con los Shadow´s, por aquella venganza- Suspiros, rascándose la cabeza.

    -Aioros, solo quiere mantener el gremio en buen estado, me sorprende que nunca pensara en vengar a sus padres y hermano- Ladeo la cabeza, deteniéndose antes de salir al jardín sur.

    -Tiene un corazón demasiado bueno, que perdonaría a cuquería- Negó con la cabeza, digiriendo su vista hacia el más joven –Iré a dar una ronda, mientras tu informa a los demás-

    -Entendido...- Pensó un instante –Oye, tú no me puedes dar órdenes. Si somos iguales- Lo miraba molesto.

    -Tengo más tiempo aquí y se cómo funciona esto, así que no repliques niño- Le dio un golpecito en la cabeza, para mantener su punto, retirándose con paso lento y una risa de burla.

    Dejando a un furico Escorpión, levantando su cola de esta especie y pensando en que le gustaría inyectarle algo de veneno, pero se calmó.

    Estaba en posición de ataque, así que a mejor opción era no hacerlo enojar ahora.

    Pasaron unos días, desde que los líderes se habían marchado, todo parecía estar tranquilo, no había nada fuera de lo usual.

    Nadie se quejaba de la ausencia de estos o que esos dos estuvieron a cargo de manera sustituta, pues no se necesitaba de mucho, para mantener todo en orden, el gremio tenía sus reglas tan extensas, no prohibían las risas o un poco de diversión, pero no se aceptaban gritos.

    La razón por la que muchas veces el rubio, pidió perdón en nombre de Mu, explicando su situación, si no hubiera sido por el anciano de cabellos largos que acepto y entendía la naturaleza que el pobre Fauno había experimentado, lo más probable es que los otros dos decidieran que se mantuviera aislado para que no alterar el orden.

    Volviendo al pequeño Corderito, gano más confianza, no tanta para estar a solas con algún Alfa, que no fuera Shaka, pero si lograba estar afuera de su habitación sin que Shura estuviera al pendiente de él.

    Aun temía bastante, pero no podía causar tantos problemas el cabrío, que suficiente ya tenía con su rostro triste que lo notaba desde que los líderes emprendieron la ida al Gremio de oscuridad.

    ---Invernadero del gremio Ateniense---

    -Me alegra mucho que vinieras a ver las flores pequeño- El peli celeste un poco ondulado, se sentía tan feliz, pro aquella visita.

    -Shura me dijo que podía venir- Sonrió nervioso.

    -Veras que no te arrepentirás, te mostrare las diferentes especies que crecen aquí y de cuales debes cuidarte- Le tomo del hombro, dándole ánimos.

    Asintió tímidamente, con sus ojos verdes mirando las delicadas flores delante de él, que se le hacían muy familiares, por el tono que parecían adquirir en la luz.

    -Esas flores son Lilas… Son similares a las violetas, pero se utilizan para diferentes cosas- Estaba explicando su tema favorito y se enorgullecía de su conocimiento –Las violetas pueden ser peligrosas para el consumo humano, pero son perfectas para las heridas de los faunos. En cambio las lilas así como la lavanda son perfectas como relajantes a los Alfas hombres-

    El pequeño, trataba de comprender a como pudiera ese conociendo, tocándose su cabello, pues esa plantas tenían un tono tan parecido que si pusiera uno de esos delicados pétalos se perderían entre sus finas hebras.

    Afrodita lo condujo por todos lados del invernadero, para mostrarle diferentes flores, colores, sus significados y en que podría utilizarlos.

    Conocimiento básico para él, pues quería enseñarle como lo hacía Shura, mientras más supiera, mejor para el corderito, así cuando deseara salir y se encontrará en una situación de sanarse con alguna planta o flor, sabría qué hacer.

    Las últimas fueron unas flores de color amarillo como el oro.

    Se impresiono por su color, le hacían recordar a Shaka, sonriendo ligeramente y suspirando. No comprendía por que le pasaba eso, y más cuando lo estaba haciendo de manera inocente.

    Perdió el sentido de las palabras del otro, pues su mente voló un instante, sabía que se habían ido por algo importante, pero extrañaba verlo a lo lejos, sus ojos azules, y ese aroma que estaba acostumbrándose a sentir, que no era demasiado fuerte, pero tampoco suave para confundirse con otro.

    Se sentía extraño, desde ese abrazó que lo sintió de manera consiente y su corazón se aceleró y su cara se calentó demasiado, estaba confundido.

    Y no sabía a quién preguntarle. Ya que Shura desde ese mismo día, se volvió demasiado triste, sus ojos solo estaban en el suelo, suspirando, hasta sentía que algo le dolía.

    -Esas son las Aguaturmas, son unas plantas comestibles, parecidas a los girasoles, pero no con toxinas tan altas como…- Se fijó en el pequeño, que ya entendía que no le prestaba atención alguna.

    Si fuera otro se enojaría tanto, pero como Mu tenía una paciencia tan grande.

    -¿Te gusta más el color Amarillo?- Una simple pregunta, que tenía un doble sentido.

    Ese corderito, levanto su vista, para enfrentarse con los celestes del otro Fauno.

    -Sí, son bastante bonitas…- Apretó sus labios, pensando en si podía hablarle sobre sus miedos –Afrodita… ¿Te podría preguntar algo?- Estaba siendo de nuevo tímido, pero su confianza pareciera que hubiera despertado.

    -Claro que sí, háblame de lo que guste- Esa sonrisa tan hermosa que solo ese Omega tenia, dejaba en claro la calma que poesía en su interior.

    -Es que… Desde que… El Señor Shaka… Se fue… He tenido… Pensamientos extraños- Negó con su cabeza rápido –No, desde que… Me abrazo… Yo… Quisiera poder volver a estar a su lado, y sentir su aroma…- Bajo su vista, no había razón en su mente, pero se sentía avergonzado por esas palabras.

    Ladeo su cabeza, con una ligera sonrisa, Afrodita comprendía a que se refería, lo que significaba eso, lo entendía, pero… No creía que llegara tan rápido, lo que todos temían se había vuelto realidad.

    Mu estaba sintiendo sentimientos profundos por el segundo líder.

    Destinado, era el sentido de esto.

    -No le veo lo extraño… Porque estás enamorado…- Pero el Peli celeste, le dijo la verdad sin muchos rodeos, era mejor hablar claro, si no se complicaría.

    -¿Enamorado?- Esa palabra se la hacía extraña, pero algo familiar.

    Anteriormente, alguien la había dicho en su presencia, pensó un instante… Cuando en su mente escuchó esa voz… La de su padre, que le dijo… Lo enamorado que aún estaba de su padre.

    En aquel momento puede que no entendiera del todo, pero ahora tampoco lo hacía bien.

    -¿Qué es estar enamorado?- Prosiguió a preguntar mejor, sus ojos verdes clavados en el rostro del fauno pez.

    Sonrió nervioso, sabía que al final de esta información el cabrío lo iba a querer matar, pero sería inútil no revelarle esta información, era mejor instruirlo, antes de que cualquiera se pudiera aprovechar de esta información y advertirle lo que pasaba si era descuidado.

    Así pues, le comenzó a contar sobre el significado del amor, de manera detallada, pero sin ondear en temas sexuales, ese sería el trabajo de Shura, después de todo… Se notaba que se convirtió en una madre sustituta del Omega carnero.

    ---Gremio Hades---

    -Por fin hemos llegado- Suspiro cansado, cabalgando cuatro días sin casi detenerse, había hecho estragos en sus cuerpos, y el calor del ambiente igual.

    Los únicos momentos que tuvieron que detener su caminata, era en las noches para dormir algo y defenderse de los Shadow’s, que buscaban alimentarse de sus cuerpos.

    Con las flechas de Aioros y los aros de Shaka, eso era pan comido, pero no podrían usar toda su fuerza vital.

    -Todo se siente normal- Sus ojos azules se fijaban en todos lados, iba con tanta cautela que no los tomaron desprevenidos.

    De igual forma quienes los acompañaban, mantenían la guardia alta, debían protegerlos a como fuera.

    Las puertas de aquel gran fuerte se abrieron de repente, se les tomo de raro, pues no existían centinelas en las torres altas.

    Una figura de cabellos cortos y de una tonalidad morado oscuro, se paró delante de ellos, al abrir. Sin duda las artes oscuras que ellos practicaban, les ayudaban en cualquier momento.

    Su olor y su pose siendo la de un Alfa de gran estatus, no era diferente a los otros dos líderes, pero su esencia de orígenes oscuros se notaba a leguas.

    -Bienvenidos Atenienses- Sonrió con cierta burla.

    Ambos saludaron con la misma calidad de respeto, pero su semblante más serio.

    Comenzó a caminar, para indiciarles el lugar –Vengan, mi hermano mayor los está esperando- Parecía canturrear aquella última frase.

    Todo el lugar, demasiado sombrío, con un aroma ha muerto en el ambiente, tan peculiar y desagradable.

    Los demás integrantes del gremio, los miraban como si quisieran asesinarlos.

    Aunque no les prestaron atención alguna, preferían mantenerse tranquilos y fríos.

    El camino fue algo largo, pero no tanto como para cansarse.

    Se les indico que solo los dos podrían entrar a la salía principal de la arquitectura al estilo castillo barroco y gótico. Una combinación que solo ellos podrían considerar adecuada.

    Aceptaron aquello, pidiendo a quienes los acompañaban, quedaran a fuera, pero tenían las instrucciones de cualquier ruido o cosa fuera de lo usual y podrían atacar si era necesario.

    Unas escaleras más que subir, con un pasos firme, imponían también su autoridad.

    Las puertas de nueva abiertas por las artes oscuras, el de cabellos morados hacia alarde de sus técnicas.

    Para molestar a los ajenos al gremio.

    Entraron en aquella sala, adornada con toques azules y negros. Bastante sencillo, pero podría verse elegante.

    Sentando en una silla de terciopelo negreo, con una mesa delante en donde se podía ver una botella de cristal rectangular finamente tallado contenido un líquido dorado.

    El olor a Whisky se podía sentir, tanto que embriagaría a cualquiera.

    -Hermano Radamanthys, los líderes han llegado- El segundón, se acercó a otro, mostrando aires de superioridad por compartir la misma sangre que el rubio.

    Se levantó, sin darle mucha importancia a nadie, camino con paso lento y firme, sus brazos detrás de su espalda, para quedar de cara a los invitados.

    Sonrió divirtiéndose con un toque de maldad en esos ojos –Sean bienvenidos al mismo infierno en la tierra-
     
  13. Threadmarks: Capitulo 13 (Fantasías)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    3461
    Ese sujeto de cabellos rubios, cortos y algo desarreglados siendo parte de su encanto natural de un Alfa, su uniceja se veía bastante prominente, ese estilo de un humano dominante, se mostraba una sonrisa maquiavélica digna de los de ese gremio.

    -Gracias por la bienvenida- Usualmente quien habla más en las reuniones de cualquier índole era Aioros, mientras Shaka se quedaba a su lado, más para inspeccionar cualquier cosa extraña.

    -Gracias líder Radamanthys- Esto era lo que agregaba o hablaba entre las reuniones, un saludo y la despedida, si daba su opinión debía ser algo que de verdad lo molestará.

    -Siempre tan corteses los privilegiados líderes del gremio Ateniense, deben pensar que nosotros somos unos descortés por vivir un estilo diferente- No se inmutaba hablar de más, pero no dejaba su porte soberbio, ni su bebida.

    -Para nada, cada quien vive como guste su vida y lidera su gremio como mejor pueda- Ese Alfa castaño sí que sabía cómo manejarse ante cualquier dificultad.

    -Líder Aioros, me pregunto ¿Por qué en su liderazgo no han permitido las bebidas alcohólicas? Si recuerdo que en su adolescencia, era un poco más rebelde.

    -Solo una vez bebí de esa forma, la carga de conciencia y arrepentimiento moral fueron mucho prefiero seguir las reglas- Esa sonrisa mostrada, representaba que conocía un poco a ese líder.

    Posiblemente, en algún punto los líderes actuales tuvieron que conocerse más jóvenes, por algún u otro motivo.

    -Tsk, en verdad sus reglas son molestas, tener que aparentar ser correctos todo el tiempo, y sobre todo ¿Qué pasa con eso de la castidad?- Tenia sus razones para tenerle un desprecio a los Atenienses, y sus normas tan ridículas.

    -Son leyes de hace más siglos de los que podemos contar- Aioros no sabía a donde mirar, pero se mantenía firma, pues el mismo tenía un dilema con esa regla.

    -¿Para que solicitó que viniéramos?- El rubio se daba cuenta de lo difícil que era para ambos ese tema en este momento.

    -Oh, el joven líder Shaka, de ti sí que nunca vi nada en nuestra juventud, pero reconozco que tu edad me sorprende algo- Lo miraba como si no representara la gran cosa –Admito que ir directo al grano es lo mejor-

    Se acomodó en su asiento, para poder hablar sobre el principal asunto.

    -Escuchen, como sabrán en los territorios de mi gremio, los Shadow´s, están más presentes que nunca, mis hombres han tratado de detenerlos, pero debo admitir que somos menos últimamente, por el hecho de que han nacido más Omegas que Alfas e incluso los Betas han escaseados- Su semblante de fastidio no se ocultaba.

    -Sabemos que los Shadow´s se han intensificado más en su territorio y como antes le hemos informado, podemos darles asistencia en ejército, además de que nuestros guerreros alcanzan habilidades con sus armas tocadas por la divinidad de nuestra Diosa protectora- El de cinta roja hablaba, tan tranquilo, su tono podía lograr reconfortar a cualquiera.

    -Sí, ya se, reconozco que en armamento y Alfas… Son excelentes, pero que no será gratis esta ayuda ¿Verdad?- Así como tal sin rodeos por el motivo del que estaban aquí, sabía que todo tenía un precio.

    -Nosotros lo haríamos de buena fe, pero lamentablemente ustedes han negado un pacto de alianza, por lo tanto nosotros si podemos ayudarlos- Cerro sus ojos suspirando –Y esta no se le niega a nadie, pero necesitaríamos la seguridad que, quienes enviemos para ayudarlos, estén también seguro y no los vuelvan carne de caño- Debía actuar algo autoritario como el otro Alfa, pues eran su gente de la que hablaba.

    -Como dicen seremos unos malditos, pero sabemos cómo recompensar a quienes nos ayudan- Esa sonrisa despreciable, no representaría gran peligro, si todos movían sus piezas de manera correcta, suspiro algo cansado, mientras dejaba aquel vaso de cristal en la mesa –Les daremos los antiguos escritos que desean, a cambio de Alfas que nos puedan ayudar, mientras preparamos a la siguiente línea de guerra- Esa era su propuesta definitiva.

    -Eso sería muy amable de su parte, gracias por considerar la alianza con nuestro gremio y obviamente con el de Poseidón- El rostro tranquiló del primero reflejaba, que era una maravillosa noticia para todos.

    -Nunca dije nada de alianza, es solo un cambio de bienes, porque se presentó una dificultad- No daría su brazo a torcer.

    -¿Por qué insiste en no estar en una alianza con nosotros?, antes se tuvo que formar para detener el surgimiento de los Shadow’s y de aquel mal- Su voz se notaba de confusión, no comprendía todo podría ser diferente.

    -Lo que paso antes no me importa, solo el ahora, quiero que los Shadow’s sean erradicados de mis territorios y lo serán, ustedes requieren esos antiguos escritos y los obtendrán a cambio de armamento bélico, sus Alfas y claro que serán devueltos, aunque si algún, se quiere unir a nosotros no habrá posición- Siempre tenía una intención oculta en todo.

    -Es solo un trato por un bien común, después de todo, ustedes tendrán defensas y nosotros tendremos la parte de escritos que nos hace falta- Suspiró era un triunfo a medias, pero representaba un avance.

    -¿Ya te diste cuenta Aioros? Todos ganamos en este pacto- Creía que la discusión se había acabado.

    -Aun no queda todo claro- El de ojos azules, quiso agregar algo a esta conversación.

    -¿Qué es lo que quieres pequeño líder?- Se lo decía de burla, al ser más bajo que estos y joven.

    -No creo que el hecho de tener menos Alfas sea lo que atormente a su gremio, ustedes tiene otra intención, si me lo permite decir- Hablo tan respetuoso, pero desafiante a la vez.

    -Mocoso, no te metas en asuntos de adultos- Esa fue su respuesta, para fastidiar el rubio.

    -Shaka, se ganó el grado de segundo líder, por lo tanto merece también respeto- Esa sonrisa tan tranquila de Aioros siempre puede causar terror, pues no era un Alfa que pudieran llamar inofensivo si lo provocan.

    -Ja, como digas… ¿Aceptan el trato o no?- Su voz se tornó algo seria.

    -Radamanthys, si existe otro motivo por el que hagas este pacto entre nosotros, me gustaría conocer todos ellos, antes de darte mi decisión, que yo hablo por todo el gremio Ateniense- Su manera diplomática de hacer las cosas causaba bastante respeto.

    El hermano menor del rubio, se había estado en todo momento callado, pues el mayor le exigió que no se interponga en esto, pues sabia lo comunicativo que era, pero estaba molestó porque le hablaran de esa forma al líder.

    -Se supone que ustedes son corteses en su forma de hablar siempre, ¿Por qué dudan de mi hermano?- Aiacos estaba indignado por como actuaban.

    -No es que dudemos, pero preferimos una respuesta sincera, a algo que claramente nos están ocultando un detalle importante- El rubio tan sereno hablo.

    -Está bien Aiacos… Si quieren saber se los diré- Guardo un segundo silencio, conocía los ideales de aquellos hombres, si nos e decía la verdad, nada, ni siquiera amenazas serias, los harían cambiar de parecer –Mi destinada está esperando un hijo mío, y no deseo que anda malo les pase a ellos, por eso necesito que exista el doble de protección para todo el gremio, de lo que ya existe- Se había posicionado delante de ambos Atenienses, con sus brazos por los costados, mirándolos desafiante, y el ceño fruncido.

    -¿Tendrás un hijo?- Aioros pregunto sorprendido, pero con un semblante de emoción –Felicidades líder Radamanthys-

    -Sí, si, como digas… ¿Entonces si aceptan o no?- Le incomodaba que actuaran de esa forma por una criatura, y no mal interpreten al uniceja, si ama a su futuro hijo y a quien lo engendró con él, pero no es un hombre de demostrar afecto como tal.

    -Por ayudar a que un pequeño este bien, lo haremos y aceptaremos los escritos de igual forma- El castaño podría ser de un buen corazón, pero debía pensar en los intereses de su gremio.

    -Ja, claro que si los tendrán mañana por la mañana- Con esa sonrisa regreso a su asiento, para ver a los otros desde su altura –Se pueden quedar en las habitaciones vacías para nuestros visitantes, espero que el calor no les molesté mucho- Cada palabra que salía de su boca, sonaba tan hipócrita y molesta.

    -¿No sería posible que nos la entregaran de una vez?- El rubio estaba algo nervioso e inseguro, cosa que no lo notarían los demás, pero si quien venía con él.

    -Mi hermano ha dicho que mañana, y les ha ofrecido hospedaje, ¿Podrían ser menos groseros con esto? ¿Qué no se supone que son los más corteses y educados de los gremios?- Cruzo sus brazos el sujeto de cabellos oscuros.

    -¿Pasa algo niño?- No desaprovecharía ninguna oportunidad para molestar al rubio.

    Este no dijo nada, y negó con la cabeza.

    Entendió que esta situación lo colocaría en un gran problema, dentro de poco, podría causarle algo de molestia.

    -Me disculpo por Shaka, esta algo cansado por el viaje y aceptamos su invitación a quedarnos- Estaba siendo cortes, pero estaba ya preocupado por el rubio, que no lo notaba muy bien.

    -Aiacos, muéstrales sus habitaciones de inmediato y a sus hombres también denles un lugar donde descansar- Podría ser el líder de un gremio hostil y bastante errante, pero si alguien les hacia un pequeño favor, pagarían con favor, para estar iguales y no deber nada.

    Este acepto de mala gana mostrarles donde debían descansar y que después tendrían alimentos para cenar y así pasar la supuesta noche eterna del lugar.

    Igual cuando los dejo en dicho lugar, se dirigió a los hombres que venían con ellos, para hacer lo mismo, pero en habitaciones menos ostentosas.

    El castaño, entendía que algo muy malo estaba pasando con Shaka e incluso se podría atrever a pensar que ya sabe de qué se trataba, pues había pasado el tiempo exacto.

    Fue de inmediato a la habitación donde descarnaría el rubio, para encontrarlo sentando, con la mirada al frente, suspirando y el ceño fruncido.

    -Estarás bien, no es la primera vez que te ocurre…- Quería ayudarlo para que se estabilizara.

    -Aioros, ya de por si es malo… Cuando llega el celo de un Alfa, sin que tengamos la posibilidad de supresores por nuestro Gremio, pero el calor de este lugar, no me ayudara mucho- No estaba acostumbrado a dar tantas explicaciones, pero la actitud de algunos de su condición tiende a cambiar, cuando está llegando esa señal de deseo.

    Suspiro, sentándose delante de él, para darle una conversación que podría necesitar de ahora en adelante –Esto debí decírtelo desde que me di cuenta que amas al pequeño corderito, pero… El celo se vuelve peor cuando has encontrado a tu destinado- Negó con la cabeza, tocando su frente, era un tema complicado.

    Sentía que el calor le haría mal en cualquier momento, incluso estaba sudando más de lo normal -¿De qué hablas? Explícate por favor…- Su voz tranquila, estaba sonando más fuerte de lo normal.

    -Lo digo por experiencia- Bajo la mirada, suspirando agobiado –Caudino un Alfa encuentra a su destinado, obviamente desea marcarlo, hacerlo suyo, y obviamente procrear con ese ser que se supone es solo para ti- Explicaba lo básico de su ascendencia –El Alfa que experimenta el celo, su único pensar es estar con su Omega, por necesidad, la mente solo piensa en él, y no se detiene hasta que pase el tiempo indicado, pero te deja muy débil, incluso los instintos se disparan…- Negó con la cabeza, pero lamentaba el hecho que eso ocurriera con el rubio –Por eso… Es que deberías pensar en romper esa regla y consumir supresores-

    Abrió sus ojos azules con sorpresa, no por el hecho de todo lo que le estaba explicando, desde hace unos momentos había estado demasiado sumergido en pensar en el corderito de mil formas, pero se controlaba un poco, pero que le digiera que rompiera las reglas, eso significaba, que esto lo que ocurriría con él, sin duda sería muy malo.

    Si bien los Alfas su celo es que se intensifiquen sexualmente sus instintos, su personalidad se vuelve más dominante, y de carácter imponente, ellos serían capaz de tomar a cualquiera para satisfacerse, no era el estilo del gremio y de su forma de ser, pero si vieran en ese momento a quienes sus corazones pertenecían, no podrían asegurar nada.

    -¡¡¡AIOROS… NO PUEDO HACER ESO!!!- Existían cosas que ni el mismo se podría permitir, pero ya había roto las reglas al enamorar.

    -Es por tu bien… Puede que en este, tu cuerpo y mente lo recientan mucho, pero no pase de eso, pues Mu está muy lejos de tu alcance…- Estaba serio, sabia de lo que estaba hablando, él lo vivió hace dos años atrás –Pero ¿Qué pasara dentro de seis meses, que tu celo vuelva y lo tengas cerca? ¿Podrás controlarte? ¿Serias capaz de violarlo? Solo ¿para satisfacerte?- Era claro, trataba de hacerlo entrar en razón, tenían una oportunidad muy buena de que esto llegara en estas circunstancias.

    -¡¡¡POR SUPUESTO QUE NO!!! ¡¡¡NUNCA LE HARÍA ESO!!! ¡¡¡SE CÓMO FUNCIONA EL CELO, LO DOMINARE!!!- Aquella voz que estaba usando, se notaba intimidante, incluso ante los oídos del mayor, podrían ser un detonante de una pelea, pues ambos Alfas no se dejarían amedrentar por ninguno.

    -No podrás… Te lo aseguro- Trataba de estar tranquilo, pero levantarle la voz a un Alfa nunca es una buena señal, gracias a todo, que tuviera un carácter tan amable.

    -¡¡¡EL HECHO QUE TU NO PUDIERAS CONTROLARTE, NO SIGNIFICA QUE YO HAGA LO MISMO!!!- Acababa de dar un golpe bajo.

    Esto no fue algo que Aioros se lo pudiera tomar de buena forma, apretó su mandíbula, tenía un cargo de conciencia, que no se perdonaría, pero no dejaría que Shaka se lo digiera en la cara como sí.

    -¡¡¡LO QUE TE ESTOY DICIENDO ES POR TU BIEN Y POR MU!!! ¡¡¡SABES MEJOR QUE NADIE, SI LLEGAS A POSEERLO, EL CASTIGO DE AMBOS SERÁ DEMASIADO PARA ÉL!!! ¡¡¡¿ESO QUIERES?!!!- Tal vez esto se lo decía a sí mismo, que al rubio, pero no se sabía con acierto.

    Miraba desafiante al de cinta roja, apretando sus dientes, casi mostrándolos como una clara señal de amenaza, esta noche no sería nada tranquila para Shaka.

    -Veo que no estás en condiciones de contestar, solo tranquilízate hasta después de comer algo y podrás sufrir un momento en silencio, si eso quieres- Se levantó del asiento, estaba molestó, pero se seguía preocupando por el bienestar de quien había aceptado como un hermano.

    Respiraba con dificultad, la cabeza le daba vueltas, pero sus pensamientos solo giraban a un lugar y ese era con Mu, una y otra vez es a donde tornaban.

    Pero debía tranquilizarse, nadie lo debía verlo en ese estado.

    Decidió meditar, ni siquiera se daba cuenta que había logrado lastimar al castaño con sus palabras, pero después sabría qué hacer.

    Por su estado, no se percató que Aioros había dejado algo sobre la única mesa del lugar. Tal vez después la necesitaría.

    Paso el tiempo y la comida llego, fue una verdadera burla para el rubio, pues en este gremio la carne era el principal alimento “Vital” Como ellos llamaban, decidió comer solo los granos de arroz que la acompañaban, ni siquiera se atrevió a comer las verduras bañadas en esa salsa oscura de la carne.

    Sentía su cuerpo acalorado, más de lo normal. Deseaba deshacerse de la ropa que tenía, pero solo lo hizo con la superior para tratar de conciliar el sueño.

    Que sabía de antemano que no lo lograría.

    El sudor, la agitación de su respiración, su miembro excitado, con sus instintos primitivos intensificándose, ese ceño fruncido denotaba que se sentía aprisionado por sí mismo.

    No tardaría mucho para que su virilidad comenzara a molestarle por las ropas.

    Pero no solo físicamente el celo hace estragos en los Alfas, mentalmente los consume también.

    Cerraba sus ojos, pero solo podía ver imágenes sin pudor de aquel inocente corderito, que lo cautivo en todas sus formas.

    Unas donde, el pequeño sin ropa en su cama, mirándolo con esos ojos verdes, la piel suave y tersa. Parecía el manjar más apetitoso del mundo, solo para él.

    Podría tomarlo en su mente, sin oponerse el pelilila, recibiéndolo con alegría.

    Se imaginaba el dulce aroma que podría despedir, una combinación de miel y lirios, no sabía cuál sería esa esencia propia del cordero, pero creía que tendría que ser algo exótico y delicioso.

    Se incorporó de donde estaba acostado, pegando su espalda al respaldó de la cama, no podía aguantar más, necesitaba el mismo satisfacerse un poco, para liberarse.

    No sería lo mismo, y pudiera ser que esa práctica que si bien estaba mal vista, era siempre la única forma en que un Alfa pudiera relajarse.

    Se despojó de toda su ropa, y comenzó a masturbarse con desesperación, mientras las imágenes de Mu venían cada vez más.

    Su boca la pertenecería de todas las formas, besar esos labios, morderlos un poco, cada centímetro de piel blanca la marcaria con sus dientes, tenía unas imágenes de verdad del cuerpo inocente de Mu guardadas en su memoria, pues al rescatarlo vio su anatomía.

    Se odiaba en ese momento, por recordarlo en ese suelo, con la ropa rasgada, mirando esos pezones rosados.

    Sentirlos, acariciarlos, chuparlos, se imaginaba los hermosos gemidos que le arrebataría.

    Hacer que se encargara de su erección, no estaba dejando que su cordura mental lo detuviera, en su fantasía podría hacer todo con el pelilila. Hacerlo que chupara su pene, venirse en su boca y después en esa cama… En donde el segundo líder descansaba cada noche, sería el lugar perfecto para hacerlo suyo.

    Su entrada, estaría lubricada para el pene del rubio, seria suyo.

    Limpiaría sus lágrimas, lo abrazaría mientras fueran solo uno, los instintos no significaban que el lado romántico no pudiera emerger.

    Le dedicara palabras de amor, le diría que es suyo y que de ahora en adelante ningún otro Alfa lo podría dañar, que él lo protegería.

    Su mano, estaba manchada de líquido pre seminal, no estaba consciente de que su cuerpo reaccionaba de más a esas fantasías sexuales.

    En estas estaba sintiendo la necesidad de acabar dentro del corderito, que le rogaba que fuera más despacio, pero no podía hacerlo. Sentía que el clímax llegaría en cualquier momento.

    Decidió que era el momento de marcarlo, tomando su largo cabello lila, levantándolo un poco, para su cuello descubierto, no pediría permiso y le dejaría aquello que demostrara que pertenecía a un Alfa.

    Y con eso sintió que llegaba a su límite, viniéndose en el interior y sabiendo que si eso pasara el Omega podría quedar preñado.

    Fuera de esas ideas, que tanto estaba añorando vivir y experimentar, se dio cuenta de a poco que su cuerpo estaba mejorando, pero el calor aún seguía y sobre todo en la base del pene.

    Ese nudo como se llama, cuando se ese lugar se hincha un poco para procurar que el semen dentro logre fecundar y una criatura nazca.

    Su respiración estaba más agitada de lo habitual, abría sus ojos con dificultad, el sudor se podría notar recorrer su cuerpo, su larga cabellera rubia se había pegado a su espalda y pecho, diviso las manchas de su semilla en la mano y sabanas.

    Llevo la otra mano a su ruborizado rostro, sintiéndose como un miserable, por haber hecho so, pero por pensar en Mu de esa forma, debía respetarlo, si lo amaba como decía, no podía dejar que sus instintos lo dominaran y que hiciera lo que gustara.

    No podría, él ya había sufrido, recibiendo tanta violencia y miradas perversas, si él fuera capaz de hacerlo, estaría tan mal de su parte.

    Pero, la diferencia era que Shaka, si amaba al corderito, si deseaba hacerlo feliz, poseerlo y hacerlo suyo, pero mantenerlo a su lado siempre, protegiéndolo y algún día si tuvieran crías, él se encargaría de defenderlos.

    Todo sonaba tan hermoso en su mente, más aún estaba sus estúpidos votos, que ahora si estaba arrepintiéndose más.

    ¿Qué podría hacer? Ni el mismo sabía la respuesta.

    Además la noche no le ayudaría y el calor de esas tierras tampoco.

    De a poco el nudo se iba relajando, pero sabía que no duraría mucho hasta que sintiera la necesidad de nuevo liberarse.

    Tenía que estar calmado, si esa noche no dormir, o las que seguían, no importaba mucho, pero solo pensaba que dentro de unos meses, tendría que estar así y cerca del corderito, temía no controlar este impulso.

    Estaba tan contraído, que no podría pensar con claridad.

    Pero la noche sería su peor enemiga esta vez.
     
  14. Threadmarks: Capitulo 14 (Advertencia)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    3750
    A la mañana siguiente, consiguieron aquellos pergaminos de ese Gremio, prometiendo que refuerzos de los Atenienses llegarían en dos semanas a más tardar.

    Con aquel trato los dos líderes se retiraron de aquellos anfitriones, para dirigirse al gremio propio.

    Otro largo recorrido, de casi cinco días, apenas tendría tiempo de hacer algunos preparativos, pero tendrían la suerte de realizarlos.

    Pero justamente a su destino, existía una pequeña curiosidad en el corazón del corderito, que estaba añorando el regreso de alguien, a su manera.

    Era su costumbre, después de todo se había recuperado perfectamente, puede que la única secuela de no haber tenido una nutrición y desarrollo de manera normal, sería su estatura y aparecían pues podría seguir viéndose como un niño, mas era un joven de quince años.

    Ahora que estaba mejor, estando un poco más seguro del lugar, aunque prefería mantenerse a raya con los otros Alfas, aunque la mayoría por lo mismo se alejaba, advertencia de Milo, pues les decía si osaban hablarle a Mu, el segundo líder se enojaría.

    Queriendo evitar la parte de que este sentía un afecto especial por el pelilila, si no metería en problemas a Shaka.

    También había estado ayudando a Shura con sus tareas, ya que poco a poco Mu recibió algunas para mantenerlo ocupado y quería ser útil. Siendo muy maduro a veces, sabía que nada en la vida era gratis, pero prefería obviamente y mil veces pagara con trabajo, que con otra cosa.

    Podría confiar, pero no del todo. Creía que en cualquier momento le podrían ordenar que pagara por todo lo que el gremio había gastado en él.

    Se aseguraba de estar seguro en cada momento, los miedos no desaparecen aun estando físicamente bien.

    Mas olvidaba aquello a veces, cuando pensaba en esos ojos azules, le estremecía un poco el cuerpo, no de terror, si no que recordaba esa calidez, y lo seguro que se sentía a su lado.

    Su mente traía en momentos las dulces palabras que su papá le dedicaba aquellas contadas noches que narraba su historia, pensó en eso durante este lapso en donde Shaka no había estado y podría sentir sensaciones extrañas, jamás experimentadas.

    Aquella platica con Afrodita, le había abierto los ojos a lo que sentía, “¿Enamorado?” era lo que tenía, de ese rubio, pero… Creí que sería malo.

    ¿Los Alfas son malos?

    Se lo cuestiono, pero más bien, la pregunta correcta es.

    ¿Shaka es malo?

    Pensaba mucho en eso, que dolía su cabeza, podría ser que sus cuernitos que estaban aún pequeños se habían desarrollado un poco, no sería la cornamenta más grande del mundo, pero se notaba más y se podría notar amenazante al terminar de crecer, mas su rostro de bebe era una combinación exótica.

    Había querido hablar con Shura, un fauno que había sentido como una figura paternal. Tal vez por su pérdida abrupta y la necesidad de sentirse apoyado por alguien.

    Mas existía algo que se lo impedía, el rostro triste y desolado del peliverde, siempre estaba suspirando, los ojos aprecian que querían derramar lágrimas, pero las contenía, ocultado sus ojos por su flequillo.

    Incluso se había vuelto más callado y en todo ese tiempo no vio una sonrisa, y si es extraño que Shura haga ese gesto, pero con el pequeño corderito era algo que ocurría más seguido.

    Se había hecho una idea y quería equivocarse, porque le dolía aquello, mas sentía necesitada de preguntarle directamente.

    La oportunidad se dio, en una tarde algo fría de aquella época, pronto seria la época del frio eterno como la llamaba en aquella zona.

    Las estaciones se comprendían por cuatro, sus nombres siendo la primera la doncella de la resurrección, la segunda doncella de la calidez, la doncella del cambio y la doncella del frio eterno.

    Por lo tanto pronto acabaría la tercera y la cuarta comenzaría.

    Esto solo ocurría en ciertos lugares, pues en el gremio de Hades, el clima siempre era cálido.

    Pero esto era una historia que no cabe en esta.

    Se había armado de valor, terminadas de hacer las pequeñas tareas, y encontró a Shura sentado en una jardinera, suspirando cabizbajo, incluso se podría atrever a pensar que lloraba.

    -Shura…- Lo llamo, sentándose a su lado, tan cerca que se tocaban.

    Salió de sus pensamientos al escuchar esa dulce voz que lo traía a la realidad de golpe, girándose a verlo -¿Qué ocurre Mu?-

    Bajo su mirada, jugando con sus deditos, por lo que preguntaría, se podría llevar una mirada de enfado, lo que menos quería, mas debía saber que le ocurría al Omega que consideraba alguien importante.

    -Te he notado muy triste últimamente… ¿Te… Te… Pasa algo?- Levanto su mirada, con esos ojos suplicantes y tímidos.

    -No es nada, es solo que… Mi celo está por llegar y a veces actuó así...- Desvió la mirada del pequeño, estaba mintiéndole, pero no debía saberlo.

    Tal vez conociera el tema del celo, por tantas cosas que vivió y escuchó, pero aún no lo experimentaba, así que a veces le causaba miedo.

    -¿Puedo preguntarte algo?- Pedía permiso, porque lo que diría, sería tan extraño.

    Acaricio los lacios cabellos lilas, para darle confianza al menor que aún no estaba tan preparado para enfrentar el mundo –Pregunta lo que gustes, Mu-

    -Tu… ¿Extrañas… Al señor Aioros… O al señor… Shaka?- Le costó tanto preguntar, pensando que la respuesta le podría dolor en el alma, aun sin comprenderlo del todo.

    El de cornamenta de Cabra, abrió sus ojos a todo lo que podía, incluso su boca se abrió de golpe, la pregunta era demasiado para procesarla.

    ¿Acaso era tan obvio que estaba extrañando a alguien?

    Estaba siendo descubierto fácilmente por ese pequeño niño, que había cuidado desde que conoció y no creía que tuviera esa capacidad de observación. Lo dejo atónito esa revelación.

    -Mu… ¿De que estas hablando? Yo… No extraño a nadie- Con esto último cerro sus ojos, suspirando, no podría seguir con esta conversación, sin verse descubierto.

    -Shura, sé que extrañas a uno de ellos, porque… Está muy triste, suspiras a cada rato… Y te noto que quisieras ver a alguien…- Bajo su mirada, para susurrar algo –Yo también extraño a alguien…-

    Pudo escuchar eso con facilidad, aun tratando de ocultarlo, sus oídos de Omega estaban diseñados para escuchar hasta el sonido más débil y el corderito estaba a su lado, no era difícil.

    ¿A quién extrañas?- Le pregunto bastante serio, estaba sospechando muchas cosas, pero no podían ser ciertas.

    Bajo su mirada, apretando sus labios, de nuevo juego con sus manitas, los nervios lo invadían, que incluso recargo su cabeza en el brazo del contrario, necesitaba estar en un refugio seguro.

    -Al señor Shaka... Lo extraño… Mucho… No sé por qué exactamente… Pero… Quiero verlo- No podía levantar su cabeza, estaba avergonzado por decir estas palabras y más con lo que estaba pensando, sus mejilla estaban rojas, pero debía seguir –Si, tu… Lo extrañas… Yo… Lo entendería y…-

    -Espera…- Levanto aquel delicado rostro para mirar –Mu, yo no extraño al señor Shaka- Había comprendido a que se refería el pequeño, lo que más temía que pasara y lo que ocurría, debió haberle hablado primero de los votos, el significado y graves consecuencias, pero para eso contar su historia era lo que pasaría

    -Entonces… ¿Extrañas al señor Aioros?- Su rostro estaba confundido un poco, pero se iluminaba, al saber que el peliverde no consideraba alguien importante de esa forma al rubio.

    Estaba atrapado en esa situación, no podía ser que este Omega lo hubiera puesto contra la espada y la pared, pero así sucedía. Además que no podía enfadarse con él, pues sabía que la culpa solo la tenía el mismo.

    Además esto le podría ser útil, explicarle una parte de las reglas del gremio, que quiso omitir hasta una edad que el corderito no le causara impacto.

    Pero en sí, su vida había sido tan difícil, caótica y tormentosa, que le asombraba la inocencia que poesía, esa forma en que aún le decía existían esperanzas en este mundo podrido.

    Suspiro derrotado –Es correcto Mu, extrañó a Aioros- Declarara esto, podría haber sonado tranquilo, pero por dentro era lo más difícil que hacía.

    -¿Lo quieres?-

    Le impresionó esa forma de hablar, pero tenía el conocimiento de aquellos dulces relatos que Mu gozaba en platicarle, de sus padres, obviamente no tenía todo los detalles, pero si el sentimiento transmitido.

    -Si- Contesto tan serio y frio como su costumbre.

    -Entonces… ¿Por qué no están juntos? ¿Por qué no se abrazan?- Sonrió con algo de emoción, aquel tema le traía recuerdos de los pocos bonitos, que aún conservaba.

    -Simplemente no se puede hacer eso- Su mirada de color Jade, podría ser la marca de la tristeza que reflejaba, existía más de lo que se podía decir.

    -Pero… ¿Por qué? El señor Aioros… ¿No lo quiere? ¿No son destinados?- Sus preguntas estaban siendo lanzadas como un bombardeo, no era la intención de molestar, pero estaba bastante curioso.

    -Él… Y yo… Jamás estaremos juntos… Y no es por… La falta de sentimientos…- Cada palabra, era demasiada para poder seguir, pero debía sacar fuerza, si no quería que el menor tuviera el mismo cruel destino de dolor.

    -Entonces… ¿Qué los detiene? Si los dos se quieren, es lógico estar juntos- Se acercaba con más entusiasmo al Cabrío –Ambos están vivos, y están bastante cerca… Deberían poder quererse, y cuidarse, no entiendo que los separa-

    Esos inocentes ojos, que le estaban cuestionado algo que ante cualquiera sería lógico, están vivos, cerca, se corresponden, ¿Por qué no estar juntos?

    -Mu, en este gremio existe algo llamado votos de castidad- Miraba fijamente hacia delante, suspiraba bastante tranquilo, aunque por dentro lo destrozaba -¿Sabes lo que es la castidad?-

    El fauno menor, parpadeo varias veces, tenía la idea de alguna forma remota –Creo… Que tiene que ver… Con… ¿No ser marcado?- Tenia la idea, no muy lejos de la verdad, pero necesitaba más información.

    Suspiro, tener que explicarle este tema, no sería muy cómodo, pero era mejor que supiera más, y no solo por las malas experiencias.

    -La castidad, tiene que ver con la virginidad, no llegar a tener intimidad con alguien- Tocaba el tema bastante sutil.

    La verde mirada bajo, aquella palabra, la entendía… Relacionándola con malos recuerdos, era lo que aquel hombre Alfa le quiso arrebatar, esa noche que conoció al rubio.

    Tal vez aun le aterraba, pero cada que su mente volaba al punto en donde escapo, prefería concentrarse en que conoció a Shaka, le traía alivia a su corazón.

    -Entiendo-

    -Los dos líderes, hicieron un voto de castidad, así accediendo a mayor poder, para derrotar a los Shadow´s, tienen que sacrificar los “placeres” mundanos de la vida-

    -Ellos, ¿Nunca podrán tener crías?- Preguntaba a lo que necesitaba, pero comprendía de a poco cada palabra.

    -Así es, y no se les permite tener pareja, ni siquiera enamorarse de nadie- Esto último lo decía con tanto dolor, pues de hecho estaba perdidamente prendado del castaño, y no podían estar juntos.

    -Pero… Eso no tiene sentido…- Su voz parecía querer quebrarse –Tienen la suerte de estar vivos, y… Y… Que la persona que quieren está a su alcance y no… Muerta… ¿Por qué desperdician así su vida?- En este punto hablaba, la desesperación de acordarse de las lágrimas de Shion, al no poder estar junto a su padre… Todo le traía un recuerdo latente.

    -Mu… Las cosas no son tan fáciles como crees- Le dio un abrazo, posiblemente si, lo necesitaba el menor, pero también él.

    -¿Por qué… No… Pueden ser… Fáciles…?- Para este punto, sus mejillas estaban rojizas, al igual que si nariz, el frio no era mucho, pero más las lágrimas eran lo que provocaban ese efecto.

    -Es muy complicado… Incluso yo… No lo entiendo…- Sentía una necesidad de querer acunar a ese fauno, pero sería un poco extrañó y ya era algo grande para hacer eso.

    -¿Desde… Cuando se quieren?- Quería calmarse, si preguntaba algo diferente, ayudaría.

    -Desde hace poco más de dos años, cuando Aioros me salvo- Estaba dispuesto hablar con la verdad.

    -¿Te salvo? ¿De qué?- Estaba curioso, aun con sus lágrimas, pues no concia nada del paso del otro, sería su oportunidad.

    Cubrió su boca con la mano, suspiro pesadamente, hablaría de un tema que odiaba, pero podía confiar en el pequeño… Le traía paz su sola presencia, llenar ese vacío.

    -Es una historia muy similar a la de tu papá…- Aquella voz antes seria, ahora dejaba un poco el malestar que le provocaba.

    Mu no hablo, dejaría que hablara.

    -Fui criado por mi padre, un fauno Alfa, que logro abrirse paso entre la sociedad, porque decidió deshacerse de una parte de el- En ese momento llevo una de sus manos a la cabeza –Desde muy joven, se le ocurrió una idea, para darse una mejor vida, corto sus cuernos, al grado casi de la piel… Fue algo demasiado doloroso para él, pero le funciono-

    Su rostro se contrajo, abrió sus ojos con tanto miedo, nunca había escuchado que alguien cercenara una parte de su cuerpo por gusto.

    -Pudo vivir bastante tranquilo, alejándose de ser un fauno en aparecían, tratando de ser lo mejor que pueda, para lograr un puesto importante, uno donde pudo invertir con la personas correctas, no era alguien rico, pero tampoco pasaba miserias- Era de lo poco que recordaba de aquel quien le mostro lo que era una familia. –No supe quien fue mi madre, solo que en una noche en donde bebió mucho, mi padre… El Cid, como era conocido, tuvo algo que ver con una prostituta, y de allí nací yo-

    -¿Por qué tu mamá, no te cuido?- Sentía curiosidad, cada palabra le prestaba atención.

    -Ella quería seguir en esa vida, le pidió a mi padre una cantidad, por mi…- Sonrió de manera desganada, con esos ojos afilados –Desde pequeño fui tratado como una moneda de cambio, pero mi padre me quería a mí, no le importo gastar tanto, solo para que ella no nos molestara más-

    Sus lágrimas se habían ido, sonrió al ver que Shura también tuvo alguien bueno en su vida –Tu padre… Te quería mucho… ¿Qué pasó con él?-

    Levanto la cabeza, pidiendo la fuerza que necesita –Viví muy feliz a su lado, pero debíamos ocultar mis facciones de Fauno, para que nadie sospechara y que no se metieran conmigo, de pequeños es fácil pues nuestros cuernos son diminutos y el cabello lo oculta bastante- Estaba recordando más cosas, pero el tiempo no le era suficiente, mejor ir directo –Me había hablado que lo mejor era, cortarlos… Posiblemente pensaba que de raíz sería mejor, tenía seis años y pronto crecerían y no se ocultarían bien- Fue en este punto donde su cara se tensó.

    -Una noche… semanas antes de que, tuviera esa cirugía para que los cuernos no se notaran y pudiera pasar por un omega “Humano”, unos hombres entraron a la casa… para robar- Su mirada estaba perdida, y sin aviso unas lágrimas cayeron, mojando al menor, que lo observaba atento.

    -Trato de defender la casa, me pidió que me fuera, pero no le hice caso, quería ayudarle, fue mi error… Todo los padres, presienten el peligro y desean que escapemos de él- Se dirigió a Mu –Tu hiciste bien en obedecer a tu papá, si no hubieras corrido un destino horrible… Hirieron a mi padre… Me quede a su lado, pero al notar que yo era un fauno, eso les alegro y me llevaron con ellos…- Apretaba su mandíbula, donde sus manos estaban, apretaban la ropa –Creí que mi vida había acabado justo en ese momento, fui vendido por ellos… No era tan raro como los corderos, pero servía de algo…-

    Observar aquellas lagrimas caer de aquel rostro siempre serio y con sus suaves manos, las limpiaba, le dolía verlo llorar, pues lo apreciaba tanto, entendió a qué se refería… Lo había visto antes, por suerte nunca lo vivió.

    -Viví así, más de diez años… Soportando… Tantas cosas… Incluso… Varias veces… Yo… quede encinta…- Esta era la parte que del dolor le costaba.

    El embarazo de un Omega causaba una sensación de emoción y cuidado por la cría que llevaban dentro, siento algo instintivo –Pero… Al enterarse… Me lastimaban, para que abortara…- Su llanto incremento, cubriéndose el rostro, con una mano, pero por alguna razón, la otra abrazaba al pequeño Omega, el cual también estaba compartiendo su dolor, llorando a su lado, tenían una tristeza diferente, pero la misma razón.

    La maldad humana.

    Pero seguiría, prefiera terminar con esto y jamás volver a tocar el tema, Mu sería la segunda persona en conocer su historia, para nunca más hablar de ello.

    -Aioros, me encontró en un callejón de una ciudad muy lejana de aquí, tenía que complacer a unos tipos, pero ya no podía más, quería huir…- Guardo silencio un instante, recuperando de a poco su compostura -Me topé con él al intentar huir, creí que me dañaría, pero… Al ver que otros me estaban persiguiendo, los encaro, no permitió que se me acercaran, les cuestiono ¿Qué eran lo que querían? Obviamente dijeron que yo era de su pertenencia-

    Cada palabra sonaba un poco más relajada, sin duda allí comenzaba sus recuerdos más importantes.

    -Aioros reviso rápidamente mi cuello, sé que tenía varias marcas, fui mordido varias veces en esa zona que estaba muy adolorido, pero él sabiendo las reglas, no dudo y ofreció una cantidad de dinero demasiado alta por mí- Sonrió como de burla se tratara –Solo era mercancía, que pensaba que ya no tenía valor, mas aceptaron y pude ser libre- Bajo su mirada, para encontrarse con esas esmeraldas, que solo observaban –Aunque, me llevo con él esa noche y llegamos a este lugar, trato de calmarse tanto, y yo actué de manera tan rebelde, pensando que mi vida sería peor, pero… Solo mejor- Esa sonrisa, era la de alguien que había encontrado la felicidad, pero estaba aún esa tristeza en sus ojos.

    -¿Te gusto a primer vista?- Sus preguntas aun sonaba inocentes.

    -Sí, puede que sí, pero había vivido tanto dolor… Que… Nunca creí que eso pasara, me cuido demasiado, fue atento conmigo desde el primer segundo, de hecho él fue quien me enseño todo, me cuido en las noches de pesadillas, incluso me dio los supresores, protegió y obviamente la connivencia fue más, no temía en específico a los Alfa, Betas, Faunos o Humanos, todos podían ser crueles, con el poder del dinero, el me mostró que la vida era tan diferente-

    Se levantó de su lado, estaba pensando en declarar su punto, para decirle algo importante –Entonces… Si el señor Aioros siente lo mismo por ti ¿Por qué no rompe los votos y ya? Así pueden estar juntos y…-

    -Eso nunca será fácil… El castigo que recibiría sería demasiado- Ya era el punto que se debía tocar.

    -¿Cuál es el castigo?- Sintió que sudo frio, por la manera que hablo Shura.

    Suspiró, pero era necesario que el pequeño lo supiera –El líder que rompa los votos, recibirá latigazos en su espalda, hasta que su piel este abierta y la sangre escurra, dejándolo sumamente herido- Bajaba su mirada, ese era el destino que correría su amado castaño, no lo podía soportar –Para la pareja que lo lleve a romper los votos, recibirá la marca de culpa-

    -¿Qué es eso?- Estaba tan impresionado por lo anterior que no entendía esto último.

    -Usualmente, si no, es que siempre, los líderes son Alfas, y obviamente quienes lo lleven a romper los votos son Omegas, por lo tanto a estos se les “Maldice” con una marca en su frente que se absorbe, pero su real motivo es penetrar en la mente, causando un dolor de locura, provocando alucinaciones, complejos, sintiendo culpa por haber seducido al otro- Apretaba sus labios, sentía que podría pagar ese precio por estar con el primer líder, pero esa razón era por al que el otro no se atrevía a acercársele –Parece extraño pero los dejan estar juntos después de esos castigos, más el de mayor rango es destituido y se vuelve solo uno más, puede no parecer gran cosa, pero tan solo lo que torturan… Es suficiente para no querer seguir- Estaba con la mirada baja, sus lágrimas volvían pero eran escasas, había llorado antes ese pesar.

    -Pero… El amor, no debería ser tratado así… Al contrario, el amor puede vencer todo Y…- No sabía que decir, su mente voló a pensar que si su sentimiento seguía… Podría ocurrirle algo malo a quien estaba queriendo tanto.

    -Es el miedo que sentimos, porque el otro sea castigado, que no nos permitimos seguir…- Recordó la primera vez que sintió el celo de Aioros.

    Siendo una noche bastante caliente, se habían encontrado por casualidad, el dominante perdió el control y se atrevió a tocarlo, besándolo, acariciándolo, aquel Fauno disfrutaba esas mano, porque no eran con malicia, lo sentía bien, el amor estaba allí, besaba la piel con tanto cuidado, dominaba sus instintos de ser feroz, pero antes de hacer algo más… Se detuvo, sabía que estaba mal, y que Shura recibiría la peor parte del castigo.

    Aioros concia el castigo, porque él fue el producto de una líder destituida y un Omega marcado con es maldición.

    -Te digo esto, aunque puedes sentirte aterrado, pero… Lo digo porque si tu estas empezando a sentir algo por el señor Shaka, será mejor que lo olvides, solo sufrirás- Le estaba advirtiendo.

    -Pero… Si yo lo quiero… No significa que él me quiera… Puedo estar en silencio queriéndolo, no quiero… olvidarlo…- Su ojitos estaban derramando lágrimas, era demasiado joven para comprender todo lo que significaba, pero no quería alejarse de ese rubio.

    Suspiro, no se lo diría, pues era alimentar su ilusión, pero conocía esas miradas que el Alfa le daba al menor, eran de amor y eso solo vendría con la desgracia que ya se le había predicho.

    -Quiero dejar de temer… Y solo con el señor Shaka, puedo sentirme seguro, aun me aterra estar cerca de los Alfas, pero… No siento eso a su lado- Limpiaba sus lágrimas, estaba dejando escapara lo que guardaba.

    -Mu…- Ya entendería, era lo que pensaba, y decidió mejor darle un abrazo, pronto comprendería… Ahora no lo sentía del todo, pero la vida puede estar llena de sufrimiento por solo amar.
     
  15. Threadmarks: Capitulo 15 (Quiero Aprender)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    3420
    Pasaron los días necesarios para que llegaran ambos líderes, siendo recibidos de una manera tranquila, dando su reporte, aunque ellos necesitaban primero ver aunque fuera de lejos a quienes amaban en un profundo secreto.

    Siendo aún un joven corderito, sus instintos, su cariño a veces podría hacer que se dejara llevar y más por los concejos bien intencionados de Afrodita.

    Cuando logro ver al rubio, hizo la reverencia que todos debían por respeto, pero su sonrisa estaba presenté, obviamente quería darle un abrazo, pero aún estaba el miedo en su ser.

    Mas sabemos que Shaka no lo dejaría pasar y actuó, después de todo lo que había pasado y tener su celo ya bajo control, se logró acercar a él y darle un abrazo, tal vez no fuera tanto, pero significaba todo para el rubio.

    Y esta vez Mu, logro sentirse tranquilo, no quedándose estático, el miedo desaparecía en esos brazos que había pensaba que era una zona segura de todo mal.

    Shura quisiera tener la valentía de hacer lo mismo que ese niño, pero no lo haría. Pues jamás quisiera que algo malo le pasara a Aioria y este a su vez pensaba lo mismo.

    A la distancia, separados, podrían ver que aun siendo jóvenes, el pelilila y el de ojos azules, tenían un poco más de valentía de demostrarse de alguna forma algo de ese dulce amor que pensaran no existía en el otro, se podía observar.

    Tenían que ayudarlos entre las sombras, para que nadie pudiera verlos.

    Pararon los días, ya hacía casi tres meses que Mu había llegado, y se acostumbraba muy bien al entorno, no dejaba n un día en pensar de su progenitor, pero sentía que a poco su corazón lo estaba asimilando, la muerte de él.

    Aunque Shaka le quería mantener la ilusión, compendia que es más doloroso tenerla, mas quería mantenerse ocupado.

    Así que se interesó en una de las labores bastante importantes, pero solo tenía a un ser que las hiciera y era cansado para ella.

    -¿Estás seguro que Shura te dejara hace esto?- La mujer de cabellos rubios cenizos atados en una coleta alta, ojos color celeste, y unas alas de grulla en su espalda.

    -Mmmh- El pequeño lo pensó, sabia más o menos como era la reparación de las armas en este gremio, y sobre todo lo que se debía hacer para que lograran extra perfectas, tener que dar un poco de su sangre, por cada reparación.

    -Con eso me has dicho todo- Ella volvió a su labor, bastante seria como era cuando estaba ocupada –Sera mejor que realices otra tarea pequeño, no deseo enfrentarme a la ira de Shura, que de por sí está enojado por llevarte a la ciudad la otra vez- Suspiro cansada, se daba cuenta de cómo el peliverde oscuro sobreprotegía al corderito, pero no podía hacer más.

    -Pero… Yo… Quiero ser más útil… Por favor…- Suplicaba, en verdad quería ser de mayor ayuda al gremio que lo acogió, cuando estaba asolo pero sobre todo, deseaba ayudar más que nada al rubio, pues había que las armas de este se encontraban en reparación desde hace unos días, por el trabajo acumulado.

    -Sera más útil en la cocina o ayuda a Afrodita a sus pantas, porque aquí… Tendrás que hacer trabajo más pesado y aun estas muy pequeño para eso- Podría parecer una fauno bastante amable y lo era, pero también sincera, reparar esas armas no era cosa de cualquiera.

    -Por favor señorita Yuzuriha… Quiero… Reparara las armas del señor Shaka, para que este a salvo- Dijo su verdadero motivo, cerró sus ojos, y sus manos en puño, estando nervioso por decir aquello.

    A ella le tomo de raro ese interés en ese Alfa humano, sabía que el corderito temía a estos, pero no con el rubio, al contrarió tenía una hermosa sonrisa a su lado.

    Pronto se dio cuenta a lo que esto significaba, le dio una ternura inmensa, que este pequeño estuviera enamorado del segundo líder.

    Sabia de esas leyes, pero para ella eran lo más absurdo, si tenía que ayudarlos a estar juntos, apoyaría sin importar que, incluso guardarle secreto que aún no se le confiaba.

    Esperaba una respuesta, pues la fauno no dijo nada más, escucho como dio unos pasos, creyendo que lo estaba ignorando, estaba a punto de salir del lugar, sintiéndose de verdad miserable e inútil.

    Más no espero lo que ocurriera.

    Un mandil de herrero se le fue arrojado encima, quedando sobre los cuernos, dejando ver su rostro asombrado.

    Ella acercándose a él, con un cincel y un martillo en cada mano.

    -Si quieres reparara las armas, debes aprender a martillar y pulir de manera perfecta, afilar las que se necesitan, pero sobre todo…- Mostro el dorso de su muñeca, de donde estaba quitando una venda, dejando ver las múltiples cicatrices que exista en su piel –Debes estar seguro, de hacer esto, si tienes miedo, estas nervioso o te asusta, será mejor que lo pienses dos veces-

    Se impresionó era obvio, esas cicatrices le traían recuerdos, aunque fueran en otra persona, era algo que le perturbaría por muchos años en su inocente mente.

    Pero a veces cuando deseas hacer algo por alguien, para ayudarlo, demostrarle que significa algo para ese ser… Te infunde valor, confianza, el amor logra hacer tanto.

    Lo sabía bien, conocía ese sentido de sacrificio.

    Asintió, mirando a la joven fauno –Si, está bien…- Estaba asustado, pero se obligaba a si mismo hacerlo, solo quería ser útil para Shaka, que supiera que de verdad le agradecía lo que había hecho.

    -Entonces, lo primero en hacer, tenemos que verificar que si tu sangre es apta para este proceso- Decía esto con tranquilidad, mientras iba por un cuchillo pequeño, pero algo afilado.

    -¿Apto? Si no lo es… ¿No podré hacerlo?-

    -Es un proceso en donde este líquido vital se tiene que acoplar a las armas, no cualquiera puede hacer esto- Lo miro atento, compartían una similitud aparte de ser faunos y era esos dos puntos en su frente, en el corderito de un color morado, en los de ella anaranjado –Puede que esto- Señala aquellas tikas –Sea una clave para saber si eres compartible o no- Sonrió, sosteniendo la mano del pequeño, aun siendo ella una hembra de su especie, se notaba ser más grande que él.

    -Note que tenemos los mismos puntos, mi papá también los tenía y me conto que mi abuelo igual- Le contaba, sabiendo que aquel instrumento debería cortar un poco de su piel, para extraer la sangre.

    Estando aun nervioso, sonrió, porque sentía que de esa forma demostraría lo que sentía, tal vez no tanto como quisiera, pero no sabía mucho en el tema, solo fue una idea de un joven inexperto y temeroso, peor con deseos de ser útil en lo que pudiera.

    Sintió el cuchillo cortarle la piel, fue bastante suave, pero el dolor llego, la sangre escurrió un poco, dejando caer unas gotas, la joven ya tenía un pequeño recipiente debajo de aquella zona, para que no se desperdiciara.

    Esto asusto obviamente al corderito, pero se hacia el fuerte en todo momento, empezó a temblar un poco. Pero ya había terminado, ella sabía cómo aliviar esas heridas, tenía siempre listo un poco de medicamento natural para que la función de cicatrización fuera bastante rápida, y la venda en dicha muñeca no faltaría.

    -No tardaremos mucho en saber si eres apto- Sostenía aquel recipiente con cuidado, con la sangre del corderito, haría aquel proceso.

    -¿Esto lo hace sola siempre?- Esta bastante intrigado.

    -Sí, tengo desde que era una niña dentro del gremio, y cuando descubrí que era muy hábil para esto, ayude…- Suspiro con melancolía –Antes la sangre utilizada no era la que en verdad se necesitaba, pero no había de otra, cuando se descubrió que yo podía hacer esto por todos los medios, me convertir en la reparadora de las armas- Sonrió de lado –Es un trabajo importante, pero si es bastante cansador, lo bueno es que tengo siempre fruta fresca, para que no me desmayé-

    -Espero poder ayudarte- Sonrió como ella lo hacía, los betas ya no le daban tanto pavor como antes, estaba tranquilo en el gremio, aun así evitaba a los Alfas cuanto fura posible.

    Salvo que Milo a veces le gustaba estar cerca para hacer bromas a todos, y quería hacerse amigo del corderito para animarlo, más este solo se alejaba.

    No paso mucho tiempo hasta que alguien llego a aquella herrería.

    -Yuzuriha, sé que estas ocupada, pero necesito que repares mis armas- Noto la presencia del pelilila en aquel lugar, obviamente su corazón no pudo detener su latir con fuerza, la sonrisa que solo ese corderito podía sacar.

    Izo aquella reverencia que Shura le enseño, demostrando que él también estaba feliz de verlo en a su manera discreta –Buenas tardes… Señor Shaka- Aun estaba nervioso, pero a poco se le pasaba.

    -Hola Mu- Ese tono distintivo, que no cualquier Alfa hacia a la ligera, podría el Omega no notarlo, pero aquella Beta sí.

    Se podría decir, que aunque fuera algo por respeto y las reglas, no quería que el corderito se inclinara ante él, al contrario sentía ese rubio que él debía estar a su disposición, para cuidarlo y protegerlo, ese instinto nato de quienes lleven esos genes dominantes.

    Pero pronto noto aquella venda que llevaba en su muñeca derecha, esto no lo esperaba, abrió aquellos ojo lo más que pudo, frunciendo su ceño, sujeto el brazo del Omega, para ver más de cerca -¡¡¡¿QUÉ FUE LO QUE PASO?!!! ¡¡¡¿QUIÉN TE HIZO DAÑO?!!!- Elevar la voz de esta forma, no sería algo recomendable, para alguien que había sufrido de ese miedo desde pequeño, pero… No lo pensó.

    -¿Eh?- Mu, no comprendía que le pasaba, verlo enojado era lo que menos quería, se estremeció por ese contacto brusco, que incluso quería retroceder, pero ya no quería temer, aun con todo ese miedo logro hablar –Yo… Yo… Quiero ayudar a la… reparación de armas… Y… Sé que la sangre es necesaria… Yo…- Su voz temblaba, como su cuerpo, pero quería mantenerse firme, con sus ojos verdes directo a los zafiros, eso sí que era una falta de respeto.

    Shaka, no comprendía, ¿Cómo era que el corderito quería hacer ese trabajo? –Mu, pero… Tienes que dar tu sangre para eso, además que… Puede que no seas compatible y… Solo te lastimaras…- Sujeto con más fuerza aquel delgado brazo, con ganas de nunca soltarlo, pero… Estaba procesando lo que él menor quería.

    -Se lo que tengo que hacer… Pero no tengo miedo, si eso me hace útil en este gremio- Su seguridad podría ir y venir, mas con el rubio lo mantenía más seguro.

    Pensó en esto rápidamente, que su destinado tuviera que dar parte de su sangre en las armas, le parecía algo que obviamente no aprobaría, y lo dejaría en claro, su autoridad era primero después de todo.

    Dirigió su mirada a la Beat, que se encontraba algo expectante a la situación –Yuzuriha, prohíbo determinadamente que Mu haga esto- Su ceño fruncido, aquellos ojos azules que denotaban enojo, aun custodiando la frágil mano con la suya.

    Ella solo asintió tranquilo –Como ordene señor Shaka-

    -¿Qué? Pero… ¿porque?- El corderito no entendía, por qué él no podía ser algo por el gremio y más por el rubio.

    -Ya lo dijo, no quiero que estés trabajando en la reparación de armas, puedes hacer otras cosas, pero aquí nunca lo harás- Al decir esto, notar la angustia en su corderito, le comenzaba a remover su corazón, pero sería firme, le soltó la mano, para retirarse, sin darle más importancia a las protestas del menor.

    -Espere… Por favor… Señor Shaka…- Él quería una explicación, de por qué no podía, así que valiéndole las reglas, dejo a la mujer de cabellos cenizos en la herrería y fue detrás del segundo líder, a la velocidad que sus piernas le daban.

    Llamar de forma sonora sería mala idea, pero no comprendía por que se había enojado el otro, quería una explicación de por que actuaba así.

    No tenía la condición de un Omega salvaje, por eso batallo para alcanzarlo cuando este se retiraba a paso acelerado.

    Mas al lograrlo, le sostuvo parte de la ropa por la espalda, para detenerlo, estaba rompiendo varias reglas en una sola vez, pero debía siempre tener la serte de que no lo viera nadie que pudiera ser un conflicto.

    -Por favor…- Trataba de recuperar la respiración –Señor… Shaka… Por favor…- Sus ojo suplicantes, querían encontrarse de los zafios.

    -Mu, sabes que no debes corre por el gremio, tampoco alzar la voz en público- Le hizo falta la tercer aquel rompió, no tirar de la ropa de un líder.

    -Por favor… Dígame… ¿Por qué no puedo ayudar en el gremio?- Pensaba como era posible que se le prohibiera algo, que quisiera hacer, podría ser solo un Omega que habrá sufrido, pero tenía un carácter que no se dejaría doblegar jamás, aun en contra de las situaciones.

    -Si quieres ayudar en el gremio, será mejor en la cocina, limpieza o cuidar a los caballos, lo que sea menos estar dando tu sangre como si nada importara- Le hablaba de manera fría, pero no porque estuviera enojado con él, sino con el simple hecho de que este recibiera algún dañado le causaba mucha impotencia.

    -¡¡¡YO QUIERO REPARARA SUS ARMAS!!!- Le grito esto, en verdad su voz suave no alcanzaría un tono tan fuerte como el de un Alfa, pero quería demostrar que él también debía ser tomado en cuenta, si quería hacer algo.

    Esta sería la primera vez que alguien se le enfrentará y no era nadie más que ese corderito que estaba siempre tratando de cuidar, pero ahora le estaba demostrando que es más fuerte de lo que pensaba.

    -¿Mis armas? ¿Por qué querrías hacer eso?- Le tomaba de raro y la sorpresa incrementaba al grado de que su mirada estaba fija en el menor, con tanta atención.

    -Por qué quiero serle útil señor Shaka, usted me salvo…- Esta vez no lloraría, seria fuerte para que el otro viera que no necesitaba ser cuidado todo el tiempo, que podría hacer cualquier cosa –Así que… Quiero… Ayudarlo más- Bajo sus esmeraldas un poco –Sé que se tarda mucho la reparación, Yuzuriha tiene que hacerlo sola y si yo pudiera ayudarla, podría hacer que sus armas fueran las primeras en reparar y mi sangre seria solo para ellas- Estaba rojo por decir esto, ya que estaba declarando sus verdaderas intenciones inocentes.

    Verlo así, aquellas suaves palabras que habían salido de esos delicados labios, le estremecieron, pensando en cómo el corderito en verdad quería ayudar, serle de mayor ayuda, incluso dando una parte de él.

    La sangre era el líquido vital con el cual cualquier ser vivo necesitaba, pero Mu estaría dispuesto a dar parte de ello, con el único beneficio de que esas armas estuvieran bien.

    No quería permitirlo, pero sería imposible ahora, pues negarle algo al menor le era sumamente difícil, pues nunca pedía nada que no fuera extraño.

    El rescate de su padre, que podía ver que Mu había perdido esperanzas, pero él quería mantenérselas, aunque sea un pequeño destello haría lo que fuera.

    Incluso si esto podía hacer que corriera algún peligro, conocía que este corderito no se daría por vencido, y buscaría la forma de hacerlo, después de todo siendo un Omega, más joven, con una apariencia angelical, le demostraba que se quería volverse fuerte y tenía ese valor en su sangre.

    Se odiaría si algo malo le pasara, Shaka deseaba mantenerlo siempre a salvo, pero al final si eso pasaba, lo tendría encerrado por toda su vida, y no podía permitirse córtale las alas antes de que alguna vez volara lejos del encierro y soledad.

    Lo amaba siendo su destinado, pero debía darle su espacio, podría ser un amor que deseaba brincar esa libertad que se le negó desde el nacimiento, pero quería protegerlo, era una constante lucha por sus sentimientos.

    Amara a alguien a grado de que tendrías que sepárate de él, pero a la vez la necesidad y el deseo de solo que sea tuyo.

    Suspiro, se cansaba de tener que guardar siempre las apariencias, de no poder simple y sencillamente abrazarlo, darle un beso y proclamar que era su destinado, y que nadie pensara en si quería en Mu como una posible presa de conquista.

    No era el momento, las reglas, las consecuencias, ese corderito tendría la peor parte. Podría el soportar los castigos físicos, cualquiera si con ello no le pasaba nada a su amado, pero el gremio no se iría con juegos, en ese punto siempre se consideraba muy estricto.

    Tuvo suerte que su padre no hiciera los votos, poder conocer al Omega que lo engendro a él y a su hermano mayor, pero al final estaba solo también, perdió a todos en solo un momento.

    -Mu…- Un abrazo no significaría nada, pero en este momento quería hacerlo, siendo unos centímetros más alto, le dio aquella demostración de afecto puro, este correspondió, no se estremecía tanto, al contrario, con una sonrisa tímida y sus ojos cerrados, estaba en una seguridad tan grande.

    Podrían quedarse así por todo el tiempo posible, no era malo, y estaban en un sitio bastante aislado, que muy pocos van al menos que necesitaran sus armas.

    Sentir el pequeño cuerpo entre sus brazos, ese cabello lila que desprendía una fragancia muy suave, todo en Mu era simple y sencillamente perfecto.

    Incluso se sentía culpable, por haberlo pensando en esos momentos de celo, en situaciones indecorosas, pero no lo pudo evitar y tampoco deseaba dejar esas imágenes en el fondo de su mente.

    Si viera como esas tiernas mejillas se teñían de un color carmesí, lo más seguro que le valdrán las reglas y lo hubiera besado en ese instante.

    Gracias a su sensatez no paso, pues… Un par de ojos antiguos los observaba, suspirando bastante pesado.

    -Señor… Shaka… Por favor… ¿Me dejaría ayudar a Yuzuriha?- El no abandonaría su idea de ayudar más.

    Suspiro, no quería soltarlo, pero debía verlo a los ojos, esas esmeraldas que estaban mando tanto y le hicieron falta en aquella visita al gremio Hades.

    -Usa la mínima cantidad de sangre posible… Y solo tienes permitido usarla con mis armas- Se diría que sus celos se manifestaban en muchas circunstancias, no sería un loco por ello, pero incluso imaginar que ese líquido valioso cayera en otros armamento no lo permitiría.

    Sonrió mostrando sus dientes, que brillante era su rostro con esa alegría genuina que se hacía cada vez más en sí, todos habían ayudado para que Mu fuera feliz.

    -Sí, así lo hare, solo mi sangre será de ustedes- Tal vez se refería a las armas, pero aquello fue lo que salió de sus labios, una declaración algo dulce y torpe –Pero, si no uso mi sangre ¿Puedo reparar las otras? Como martillar, pulirlas, reparara, para que estén más rápido todas-

    ¿Porque era así de adorable? ¿Por qué aun después de todo el dolor, era feliz?

    Quería pensar que él podría ser el motivo, pero su mente le decía que posiblemente no.

    -Solo ten mucho cuidado- Esos ojos azules, fijos en ese pelilila, se atrevió de nuevo a tocar las suaves mejillas, quería contemplarlo toda la vida así, pero un presentimiento inundo sus sentidos, poniéndose alerta.

    -Gracias señor Shaka, le juro que no lo decepcionare- Tomo la mano del rubio, para sostenerla con ambas suyas, quería más contacto con el segundo líder, pero era imposible aun para él, a darle un abrazo iniciado y los besos no sabía cuándo darlos, más aun no era necesario, hizo de inmediato la reverencia, rabia volver con la joven Beta –Con permiso, Yuzuriha ahora sabrá que si puede enseñarme, gracias- Sonrió de nuevo y separándose de Shaka, se dirigió de nuevo a la herrería.

    Que dulce ser, un inocente Omega, en un mundo donde aquella luz que desprendía siempre alguien la quiera tomar, incluso el mismo lo quería hacer.

    -Sabes lo que estas siendo es algo que pondrá a ambos en peligro- Esa voz ronca, antigua, pero incluso con preocupación en ella.

    -Él no ha hecho nada, lo que has visto es solo mi responsabilidad- Dijo esto tan sereno y tranquilo, mas su seño estaba fruncido, que pensaran en hacerle daño al pelilila, no será la opción, él estaba dispuesto a pelear si era necesario, incluso constándole todo.
     
  16. Threadmarks: Capitulo 16 (Ciudadela)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    2765
    Los días pasaron, el clima frio comenzó a intensificarse.

    Aquellos ataques de esas bestias se habían calmado, estaban intentando resolver el pergamino, que tenían por todos los fragmentos de cada gremio principal.

    Estaba completo, podrían lograr hacer una mejor barrera, para defenderse, y acercarse al nido principal.

    Si solo tuvieran una oportunidad, pero siempre existía la posibilidad de riesgo.

    En el gremio de Hades o inframundo como gusten llamarle, lograron evitar que esos seres de sombra retrocedieran, pero entendían que sería temporal, si el numero seguía avanzando de esa manera, podrían dañarlos a ellos, tomando aquellas tierras del norte.

    Era cuestión de tiempo y el miedo, no ayudaría a controlarlos.

    Todo esto rondaba la mente del segundo líder, tenía noches de desvelo absoluto, pensando y resolviendo cada parte que hacía falta, todo cobraba sentido.

    Su concentración, y habilidad de lenguas antiguas era algo beneficiosos, siempre tan centrado, pero ya tenía otros motivos, no solo el defender el gremio y lograr encontrar a quien le arrebato a su familia.

    Ese corderito deseaba protegerlo, puede que esa pequeña luz era lo que hacía falta en su vida, para que limpiará los rastros de las sombras de antaño que solo causaban que su corazón se contaminara de odio.

    Aun durmiendo tan tarde, y recibiendo regaños del castaño, se las arreglaba para poder ver al pelilila, no negaría que pasaba más seguido por la herrería.

    Esa sonrisa que le compartía a la joven Beta, como se sorprendía por aquellas habilidades que aprendía, todo lo que veía en el simplemente adorable.

    Cuando aquella arma de su pertenecía fue arreglada, le sorprendió lo tan preciosa que había quedado.

    Verlo dársela, sin duda la cuidara más, para que el no diera su sangre, por que ver aquellas vendas en sus muñecas le molestaba tanto, pero cumplía el menor la promesa de que solo ese líquido vital seria usada en ellas.

    Notaba algo extraño cada día que pasaba en Mu, pero no se atrevía a preguntar, podría no ser nada, su imaginación o sus tontos miedos.

    Ese corderito tenía algunas ojeras, que las notaba más cada día.

    No podía quedarse a solas con él y peguntarle, pues desde aquella vez, en donde uno de los ancianos le advirtió que aquello que estaba haciendo, debiera pararlo si no quiera que ese Omega sufriera.

    Fue eficiente para helarle la sangre.

    Por eso trabajaba sin parar, había estado pensando seriamente en esa idea que lo rondaba cada vez.

    Si en ese gremio no permitirían su amor, olvidaría todo.

    Pretendía ayudarlos, lograr controlar a los Shadow´s, mas al acabar esa tarea, se retirara de ser el segundo líder renunciaría, sin dar más explicaciones y tomaría a Mu para irse lejos de allí.

    Puede que su padre fuera parte del gremio Ateniense desde que nació y que el igual tenía ese mismo origen, pero aquel que le dio vida, no pertenecía a ese lugar.

    Conocía que tenía otro hogar que lo esperaría, y sin importar nada, cumpliría su deber con el corazón.

    Solo rogaba que Mu, estuviera de acuerdo con esto, si no su sufrimiento aumentaría, mas no se separaría, aguantaría en el gremio en silencio entonces, con la intención de cuidarlo toda la vida.

    -Hoy es noche vieja, ¿Ya saben que harán?- El peli celeste tan feliz, platicando con los otros dos Omegas amigos.

    -Solo quiero dormir, no me siento muy bien- Cruzaba sus brazos, suspirando cansado.

    -¿Qué se hace en estas fechas?- Su pregunta tenía tanta duda, pues no conocía ninguna costumbre o tradición.

    -Pues veras, la mayoría del gremio, con excepción del amargado a tu lado- Señalo a Shura, el cual solo lo miro con ganas de asesinarlo –Vamos a la ciudadela y vemos los fuegos artificiales, comemos tanto, vemos a los danzarines y damos gracias a nuestra Diosa por que otro año termine bien- Contaba como si fuera la mayor ilusión en su vida.

    -Wow- Sus ojitos brillaban con tanta intensidad, se estaba imaginando lo que podía, pero los fuegos artificiales no podía pues no los conocía.

    -Este será tu primer año que los veras, así que debes venir- Afrodita sujetaba ambas manitas, para entusiasmarlo, quería que experimentara cada cosa que había perdido.

    -¡¡¡¿ENSERIO PUEDO IR?!!!- Preguntaba con una gran sonrisa en su carita.

    -Pues claro, todos vamos- Toco su nariz –Y tú no serás la excepción-

    Ambos Omegas, sonrieron, sosteniendo sus manos brincando en su lugar, logro contagiar al corderito con esa emoción de esas festividades.

    -¿Va a venir con nosotros?- Las esmeraldas del menor, se posicionaron en aquellos jades, de una tonalidad más oscura.

    El cariño que tenía hacia el corderito se había convertido en uno tan grande, se habían logrado ayudarse, Mu necesitaba a alguien que lo cuidara aun, un padre o una madre, que perdió y Shura, ese vacío que su cuerpo y mente había experimentado todo esos años de daño irreparable.

    Para ese cabrío Mu era un hijo, que cuidaría aunque sintiera que no era su deber, quería hacerlo.

    Y no podía negarle algo que lo llenara de felicidad.

    -Si…- Dio tan serio, de mala gana, y ni siquiera los miraba.

    Aquel fauno de cabellos celestes, se le abrieron los ojos de golpe, nadie había logrado que Shura cambiara de opinión en festividades, siempre se quedaba en el gremio, y ahora el pequeño le pedía que fuera.

    No sabía la historia del peliverde oscuro, pero se alegraba que su amigo estuviera dispuesto a estar más tranquilo y sin tanta amargura en su rostro.

    Afrodita se daba cuenta que Mu solo había venido para traer alegría al gremio, un toque de inocencia, un pequeño que animaba a los demás.

    Que estaba superando el miedo hacia aquellos Alfas, mínimo ya toleraba estar cerca de Milo y Aioros.

    Tanto que reía por las ocurrencias del Fauno Escorpión.

    Pero no aceptaba que ningún se le acercara o lo tocara, es si era un límite que había puesto muy en claro siempre.

    Sin contar que sí podrían molestarlo, se enfrentarían a Shura y a Shaka, si bien el ultimo es un líder, el cabrío es más peligroso enojado, no tiene un límite de ataque si se lo propone.

    Se tenía que hacer algunas cosas antes, y el encargado de aquello esta ocasión fue justamente el que odiaba ir a multitudes de persona, sin duda algo le decía que esto lo fastidiaría tanto.

    El universo estaba en su contra, pero no renegaría, había vivido cosas peores, mas ahora tenía un pequeño que lo acompañaba a donde fuera, le tranquilizaba estar a su lado, cuidarlo.

    -¿Van a ir a la ciudadela tan temprano?- El escorpión hablo de manera juguetona a la entrada del gremio.

    -Tenemos que ir por unas cosas para la cena, me toco- Lo miro molesto –Algo me dice que tu hiciste que me tocara ir de compras hoy- Le estaba acusando de forma directa.

    -Cálmate cabrita- Levanto sus manos con nervios y una sonrisa.

    -Sí, fuiste tú…- Camino sujetando la mano del pelilila, que miraba la escena son una sonrisa en sus labios –Me las vas a pagar- Estaba frunciendo el ceño, enserio que esto no podría ir peor.

    -Oh vamos, no es tan malo… Es más…- Se encamino con ellos –Yo iré con ustedes a cuidarlos- Sonrió confiado.

    -¿Quién necesita de tus cuidados?- Lo fulmino con la mirada –Si vienes, tendremos que cuidarte a ti-

    -Vamos, no te enojes- Miro a Mu, y le susurro un poco –Oye, ¿Cómo es que lo soportas?-

    El pelilila sonrió, mientras negó con su cabeza –Shura es muy bueno, no deberías molestarlo Milo- Esa sonrisa inocente, que cautivaba a todos, por la ternura impresa.

    -Eso lo dices porque lo quieres, y él te quiere, pero es muy malo conmigo- Hizo un puchero, que divertía al menor, pero fastidiaba tanto al mayor.

    -Milo, ya cállate… Haces más ruido que un niño chiquito- Suspiro cansado, con los brazos cruzados –Pobre del alma, que sea tu destinado… Lo harás sufrir tanto-

    -Te equivocas, cuando conozca a mi destinado…- Se puso a ilusionarse, pensando en tantas cosas –Lo hare el Omega más feliz de todo el mundo- Junto sus manos en el pecho, sus ojos brillaron, estaba sin duda enamorado de la idea de amar a alguien.

    -¿Cómo sabes si es tu destinado?- Estaba curioso en saber cómo los Alfas entendía eso.

    Levanto el dedo índice, para explicar esta situación –Ya tienes quince años, sabrás que cuando un Alfa se enamora mucho de un Omega, ese sentimiento crece tanto, que literalmente nosotros nos hacemos esclavos de quien robe nuestro corazón, vivimos solo por ellos, para protegerlos, cuidarlos, darles lo que necesiten y cuando nos den una familia es nuestro deber mantenerlos a salvo- Decía sus palabras tan calmado, pero tenían ese toque de emoción que solo el Escorpión daba.

    -¿Lo protegen?- Ladeo su cabeza algo confundido, pero más bien pensativo, tenía una idea con esa palabra.

    -Sí, lo protege, además que…- Puso una mirada picara una sonrisa igual –Al momento en que se confiesa y se dan cuenta que son correspondido, llega el celo y es allí cuando…- Se sonrojo algo, pues estaba a punto de decir una barbaridad en oídos castos.

    -¡¡¡YA CÁLLATE!!!- Shura le grito lo más que pudo, su voz no fue elevado tanto, pero no se intimidaba por ese Alfa.

    Mu solo miro de nuevo la escena, casi era golpeado el peli cerúleo, por un tema, que aunque no quisiera aceptar, el pelilila conocía bastante del tema, lo vivido no fue en vano.

    -Shura… Por favor… Cálmate… Yo… Yo…- Estaba exagerando un poco, el hecho de sentir arrepentimiento.

    Suspiro, apretando los dientes, se estaba hartando de la compañía del fauno Alfa –Porque no solo vas a lo que tienes que ir y nos dejas solos- Si no fuera porque estaban rodeado de tantas personas, pues habían llegado a la ciudadela, ya le hubiera golpeado.

    El lugar adornado con listones, banderas de colores rojo y dorado, un ambiente frio, pero las hogares y tiendas lucían tan cálidos. La piedra y madera hacían contraste antiguo y relajante como el ambiente mismo, los arboles ya no tenían hojas, la briza helada, suficiente para molestar, pero ropa abrigadoras reconfortaban.

    Un dulce aroma de comidas, postres y calidez que el pequeño estaba experimentando por primera vez en su vida, estaba encantando. Que si no fuera porque Shura sostenía su mano, se hubiera quedado atrás.

    Quería ver todo lo que pudiera, pero no había tanto tiempo ahora, además que aún es muy temprano para ver todo el esplender. Estaban dando los últimos toques pero se veía tan perfecto así como estaba.

    El escorpión noto esto, y mirando al pelilila, le dijo algo –Y eso que no lo has visto de noche, se enciende el cielo, y el aroma de la comida, el licor, el baile, todo es bastante divertido- Iba a darle una palmada en la cabeza, pero recordó que eso no sería lo mejor.

    -¿Cómo son?- Preguntaba eso, como si fuera lo único que tuviera en su mente.

    -Sera mejor que lo veas por ti mismo, esta noche a que yo te lo cuente- Sonrió triunfante, mientras caminaba junto a ambos Omegas, pues quería seguir fastidiando al peliverde.

    Mientras hacia sus compras, el cabrío en verdad, deseaba deshacerse de Milo, además que lograba apartar al corderito del otro, mientras le contaba historias bastante ridículas a su parecer, sentía que debía proteger los oídos castos del pequeño, pero este hacia cada tontería.

    -Shura, ¿Te molestaría si me llevo a Mu, a mi encargo?- Como si supiera que era lo que más le molestaba al otro.

    -Sí, y no creas que lo harás, de seguro iras a un lugar a coquetear con los Omegas y llevarte a un niño atraerá su atención y conseguirás una cita para esta noche- Se cruzó de brazos, mientras terminaba de pagar.

    -Vamos, él quiere ir ¿Verdad?- Se giró al menor, que lo miraba con algo de incertidumbre, ya no estaba tan temeroso con el peli cerúleo, pues se ganó su confianza, pero no estaba dispuesto a ir con él tan a la ligera, y menos sin el consentimiento del cabrío.

    -Emm… Yo…- No sabía que decir.

    Suspiro, estaba en una lucha entre, querer protegerlo de todos y otra en donde sabía que era necesario que aprendiera a estar solo, fuera del gremio.

    ¿Demasiado pronto?

    Al fin de cuenta Mu, estaba llevando la situación bastante bien.

    Además que Milo podría ser cualquier cosa, pero cuidaría bien de él, y no solo porque tendría que enfrentar varias irías si algo malo le pasaba a ese pequeño.

    -¿A dónde iras?- Cerro sus ojos, esperando la respuesta que ya pensaba.

    -Sabes que cada año, debo hacer este encargo de parte de Manigoldo- Rasco su cabeza, algo apenada, desviando su mirada.

    Miro a Mu, aun penando si era plausible esto -¿Solo iras a esa florería y regresaras?-

    -Si- Por primera vez contesto bastante serio.

    -Los esperare a las afueras de la ciudadela, para regresar, no tardes más de diez minutos, cuida bien de Mu y si lo descuidas un solo segundo y le pasa algo malo, te juro que te matare- Su voz sonaba fuerte, pero no le grito esta vez, estando en público.

    Sonrió triunfante, mirando al pelilila –Genial, Mama Shura te dejo andar un rato con el tío Milo, vamos que será divertido- Empezó a caminar, esperando que el menor lo siguiera.

    Este corderito, no se movió ni un solo paso, pues no estaba seguro si podía ir o no, además que le daba algo de temor.

    -Puedes ir, Milo será un idiota, pero cuidaría que nada malo te pase, solo irán rápido a una florería y regresaran- Le daba ánimos de empezar a guiarse por sí solo.

    Asintió, dándole una sonrisa –Esta bien, volveremos pronto-

    Rápido alcanzo al fauno Escorpión, para dirigirse a dicho lugar.

    Aunque se divertía con Milo, mantenía siempre su distancia, el aroma de un Alfa le daba bastante inseguridad aun, pero solo el de uno, era capaz de tranquilizarlo, cada día se confirmaba lo antes dicho.

    -Disculpa… Pero ¿A qué vas a una florería?-

    Sonrió, con paso lento.

    -Veras, hace tiempo Manigoldo tenía un hijo, y este tuvo una prometida, pero… Por cosas de la muerte, pues el murió y, Manigoldo aún sigue viendo por la joven Beta que alguna vez iba a formar parte de su familia y a ella es a la que iremos a ver, pues tiene un pequeño presente para Helena- Mostro una pequeña caja envuelta en un delicado envoltorio.

    -Entiendo…- No sabía que decir, conocía que la muerte era capaz de separar a almas gemelas, que se amaban, entendía el destino cruel –Es la costumbre de estas tierras, dar un detalle a las persona que aprecias en noche vieja- Sonrió de lado.

    -Sí, entiendes rápido- Sostenía el regalo, bien alto, iba jugando sin ningún cuidado –Manigoldo no le gusta salir mucho desde entonces, así que me pide cada año en dar este regalo a la joven-

    Le relataba un poco de esa historia, hasta que se vieron delante de la tienda de dicha persona.

    Entraron ambos, Mu siempre se impresionaba por las flores, aunque sabía perfectamente que las más hermosas son del invernadero del gremio que Afrodita cuidaba con esmero junto a su maestro.

    -Oh, bienvenidos- Una voz femenina se dejó escuchar, tan amable como siempre.

    -Hola, Helena, ¿Cómo estás?- Le sonrió, dándole el presenté.

    -Bien- Sostuvo el regalo entre sus manos, los ojos de la castaña se querían llenar de lágrimas, al recordar la vida que no pudo tener, pero sonrió de nuevo –Siempre se acuerda de mí-

    -Es obvio, eres lo que más amo Death, así que te aprecia mucho- Se acomodó, y de hecho estaba por presentar al pelilila, cuando un aroma extrañó llamo su atención.

    -Helena… ¿Dónde quieres que ponga esto?- Aquella voz masculina venia de atrás de la joven, justamente en el almacén.

    No solo Milo sintió ese aroma que lo estaba invitando a conocerlo, si no que ese timbre de voz, le sonaba muy familia al menor, al grado de sentir tanta curiosidad, que alzo la mirada sus ojos brillaban por ilusión.

    -Déjalas en la entrada, pero al atardecer las quitaremos pues son muy frágiles para la noche fría- Tan tranquila, pero al ver esos rostros de aquellos faunos, se preocupó.

    -Esta…- Ingresando a la tienda por la parte posterior, casi dejo caer las cajas al ver a ese corderito, y más con vida.
     
  17. Threadmarks: Capitulo 17 (Celos)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    3639
    Abrió aquellos ojos verdes lo más que pudo, llevando sus pequeñas manos a su boca por la sorpresa, incluso un leve temblor sintió en sus piernas… No era de miedo, si no de volver a ver a alguien que le ayudo tanto y podría tener información valiosa para él.

    -¿Ca… Ca… Mus?- Sus palabras apenas si se articulan.

    -Mu…- No lo pensó más, dejando a un lado las cajas, se acerca al pequeño pelilila, ese corderito que aprecio en ese encierro, y que desobedeció un poco las reglas por tenerlo a salvo –Lograste escapar- Asintió suavemente, acercándose a él, para comprobar que si fuera verdad su presencia.

    El pelilila no lo dudó ni un segundo más y abrazo al omega con fuerza, le alegraba verlo, algo dentro de él le decía que significa una buena señal, pero también una terrible noticia.

    Para Camus, aquellas demostración física de afecto y más en público, es algo que no le agrada en lo más mínimo, pero… No rechazaría al menor, sabía lo que sufrió, las peripecias que debió padecer, encontrarlo con vida le alivio, pero igual le preocupo pues… Conocía el odio de Saga.

    -Mu, ¿Cómo lograste escapar de Saga?- Lo sostuvo de los brazos, aunque se apartó del abrazo, aún mantenía contacto con el menor, mirándolo a esos ojos verdes, siempre le ha gustado el contacto visual para hablar.

    Aquel nombre… Le atemorizó en solo volver a pensar en aquella noche, temblando un poco, pero cerro sus ojos, pero no, esta vez no se pondría a llorar.

    Desvió la mirada levemente al suelo, apretando los puños, respirando profundamente.

    -Camus…- Levanto su mirada, aquellos ojos se plantaron en los violentas del peliaguamarina –Mi padre… Esta…- Temblaban sus labios, la duda tenia respuesta que concia, pero necesitaba que se la confirmaran.

    El otro Omega no pudo seguir sosteniendo la mirada al menor, la respuesta no podía ni siquiera pronunciarla, más cuando fue el único que contemplo su muerte en aquel oscuro lugar que fue el encierro de ambos por años.

    -Mu… Lo siento… Tanto…- No sabía que decir, que hacer o como explicarle la situación.

    Esa es la razón principal por la cual Camus prefería mantenerse al margen de relaciones con otras personas, no queriendo generar empatía, pues nunca ha sido bueno en estas situaciones.

    Y allí estaba el de cabellos aguamarinos, diciéndole la peor noticia que le puedes dar a un niño, que se ha quedado solo en este mundo lleno de crueldad.

    Las lágrimas comenzaron a hacer, machando las suaves mejillas, los labios temblorosos, sujetando con puño su ropa, tratando de callar el dolor en su tierno corazón.

    -¿Mu?- Aunque estuviera hipnotizado por el Omega que se encontraba delante de él, al ver al pequeño pelilila en ese estado, se acercó… Tratando de no tocarlo, sabía el sobresalto del menor ante un Alfa.

    -¿Esta bien? Milo... ¿Quién es el pequeño Fauno?- La joven Beta, que permaneció tan callada y ajena al espectáculo que se daba en su tienda, por fin hablo.

    -¿Quieres volver con Shura?- Puede que busque el amor, pero le tenía tanto aprecio al menor, que sabía que es mejor opción ir de regreso al gremio.

    Negó con su cabeza, limpiando sus lágrimas, no quería seguir haciendo una escena, en el fondo sabía que la muerte de su padre fue eminente, pero ahora ya no tenía la mínima esperanza de que lo encontrará.

    -¿Fue… Esa… Noche…?- Aun trataba de controlarse, pero el dolor le impedía hablar correctamente.

    Asintió, con los ojos cerrados –Si…- En un acto rápido, acaricio los suaves cabellos del Corderito –El solo quería que salieras con vida de ese lugar, era el único deseo que tenía desde el día que naciste- Pensando que dedicarle esas palabras serviría para tranquilizarlo.

    Mu asintió, su corazón estando destrozado, las lágrimas salían sin permiso, conocía ese deseo latente en el que fue su papá, solo quería verlo feliz, tranquilo, libre.

    Y al fin lo estaba, en aquel gremio con sus tontas regla, pero tenía mayor libertad que cualquiera en su vida, tranquilidad, y su felicidad consistía en él mismo junto a un rubio que también lo ama, pero no podía decirle nada aun.

    -Tu nombre es Camus ¿Cierto?- Por primera vez hablo con el Omega que le llamo la atención, mas estando tan absorto en aquella conversación, que de echo entendí a la perfección conocía el origen del fauno -¿Qué tipo de relación tienes con el pequeño corderito?-

    Los ojos violetas del Omega, se enfocaron en aquel Alfa que lo miro entre una mezcla de curiosidad y expectativa.

    -Eso a ti no te incumbe en lo más mínimo- Tan serio y tangente le contestó, no es un Omega para nada sumiso, sobre todo con esos ojos violetas que le dedicaba una mirada de desprecio.

    -¡¡¡¿CÓMO QUE NO ME INCUMBE?!!! Este pequeño está bajo mi cuidado ahora, así que debo saber- Por una parte decía esto porque es verdad, Shaka le pidió cuidarlo cuando no estuviera cerca al igual que Shura lo hacía, pero deseaba seguir hablando con ese peliaguamarina, pues cautivo su corazón, por esa forma de ser reservada y rebelde a la vez.

    Siendo ignorado por el contrario, dirigió su vista al pelilila, que continuaba dejando escapar sus lágrimas aunque quisiera retenerlas –Mu, ¿Quién es este Alfa? Y ¿Por qué te está acompañando?- Sentía cierto interés y preocupación que el corderito estuviera acompañado de otro Fauno.

    -Él… Es Milo…- Trataba de calmase pero se volvía inútil sus intentes.

    -Soy parte del gremio Ateniense, que protege y cuida esta ciudadela y las zonas alrededor- Cruzo sus brazos, encarando al omega que lo mira desafiante, se atrevió incluso a interponerse entre Mu y Camus –Este pequeño Fauno, es parte también… Al ser rescatado por uno de nuestros líderes y vive muy tranquilo con nosotros- Le sonrió triúnfate, pareciendo una disputa por el menor, aunque Camus no lo hacía con esa intención.

    El peliaguamarino, lo miro de rejo y volviendo ignorar, dirigió su vista al pequeño, que sus lágrimas descendían, pero su respiración estaba normalizándose y su cuerpo dejando de a poco de temblar.

    -Mu, sé que esto no cambia las cosas, pero… A tu papá lo pude enterrar en un lugar… En donde podrás… Llevarle flores…- Fue lo único que se le ocurrió decirle, para darle a entender que aún existía un lugar que podría compartir con el fauno quien le dio vida.

    Alzo su vista, no podía sonreír por nada, pero trataba de dar su esfuerzo, tan joven y cada día debía seguir adelante aguantando el dolor que ahora se desborda.

    -¿Enserio? ¿Dónde?- El deseo de estar con él, aunque sea de esa forma, es más grande que cualquier cosa, pedía despedirse de alguna forma, contarle todo lo que ha pasado.

    Estando a punto de decirle algo, recordó que ese lugar sería una zona de peligro más para el pequeño, pues quedaba tan cerca de las tierras de aquel maldito loco.

    -Mu… Si te digo, prométeme que nunca te atreverás a ir solo… Es muy cerca de la mansión Blizanci…- Cerro sus ojos, abriéndolos casi inmediato, la respiración le estaba cobrando factura a él, tuvo suerte, demasiada de que no lo pudieran tocar, pero la mayoría de la servidumbre… Es un caos.

    -Camus… ¿Tú me podrías acompañar algún día?- Hablo firme, sus lágrimas caían, por su rostro aun infantil quería demostrar seriedad, no quería volver a tenerle miedo a ese hombre que les hizo la vida imposible y acabo con la de su padre… Podría ser ahora la venganza en su interior.

    Aquello le impacto al humano, abrió sus ojos como platos, solo desviando su mirada, el sí que estaba temiendo ahora más que el menor, no es fácil volver a un lugar cercano a donde estuviste a punto de perderlo todo.

    -Creo que debemos tranquilizarnos… Para Camus las cosas no han sido fáciles- Helena que escuchaba atenta, intervino el peliaguamarino, parecía enmudecer.

    Los ojos verdes del corderito se clavaron en quien lo había ayudado por tantos años a como pudo, acercándose preocupado, sosteniendo sus manos –Saga… También te…- No podía completar las palabras, asustado pensando que el pobre había tenido que sustituir a su papá para satisfacer al otro.

    Negó con su cabeza, mirando al niño con algo de ternura –No, escape antes de que eso pasara y…- Se giró a ver a la castaña –Helena me ayudo tanto…-

    Ella solo sonrió, aquel encuentro entre ambos fue obra del destino, o lo que fuera, pero al final de cuentas la joven ayudo y salvo al Omega de un futuro incierto.

    -En ese caso, puedes venir con nosotros al gremio Ateniense- Aquel escorpión le hablo al otro con un toque de seducción en su voz y una mirada que no concordaba como lo había tratado hace un momento.

    -Prefiero quedarme aquí- Le contesto tan serio y una mirada tan fría que el ambiente se pudiera sentir helado.

    Milo solo le dedico una mirada de tristeza, fue amor a primera vista, con un olor especial que lo hipnotizaba y una belleza que le indicaba que ese Omega humano delante suyo es su destinado, pero el otro solo le decía con esos violetas ojos, que se alejara y que ya lo odiaba.

    -¿puedo venir a visitarte?- Ese cordero que perdió su linda sonrisa en esos momentos, trataba de hacerlo nuevamente, pero el dolor se lo impedía cada esfuerzo, al final ese hombre de apariencia fría y severa es un amigo especial.

    Camus se giró a ver a la dueña, al final de cuenta es su lugar de trabajo ahora y también uno donde puede vivir tranquilo.

    Ella le dedico una sonrisa, confirmándole que no existía problema.

    -Claro que si…- Mas su rostro se ensombreció, con un toque de preocupación, debía comunicarle todo al menor –Pero primero escúchame bien…- Suspiro pesadamente –Saga te sigue buscando… Para que regreses con él, se ha vuelto loco para poder encontrarte, aunque este lejos de aquí, ha movido a varios para encontrar tu paradero…- Lo tomo de los hombros suavemente –No puedes arriesgarte de ninguna manera Mu-

    Solo frunció el ceño, apretando sus labios, ya estaba harto de que ese maldito peli azul, decidiera todo en su vida, no volvería a ese lugar jamás, por la promesa hacia su papá, por la libertad que conoció y por qué… Sin importar lo que fuera no está dispuesto a apartarse de Shaka nunca.

    -En ese caso, tendrás que ir tú a visitarlo al gremio- Milo y con sus grandes ideas, tomando en cuenta que el pelilila y el Peliaguamarino, son tan cercanos y desean seguir viéndose, lo aprovecharía para acercarse a su interés amoroso.

    Negó con su cabeza, ese Fauno Alfa, pudo sacarle una ligera sonrisa, comprendió sus intenciones, y le daba gracia que lo intentara con Camus, conociéndolo un poco, sabía que eso no funcionaría en él.

    -Ha sido un gusto volver a verte…- Aguanto su dolor nuevamente, no quería llorar enfrente de nadie más… -Gracias… Por todo… Y me cuidare…- Quiso darle un brazo, pero no creía que sería prudente, después de todo… Es renuente el peliaguamarino a esas demostraciones.

    -Debes cuidare mucho pequeño- Ignorando las palabra descaradas del otro, solo le dedico una mirada y un suspiro al menor, pero esta vez le dio un leve abrazo, también quería hacerlo… Le agrado tanto verlo con vida y a salvo.

    Sobre todo porque el gremio a que se había afiliado, es un muy importante y que sin duda podría protegerlo, no tenía anda de que temer y con esto cumplía la promesa a Shion, el niño está a salvo, nada debe temer ahora su padre.

    El fauno escorpión estando sintiendo celos de un pequeño corderito que sin duda tenía el don de robar los corazones de los Omega adultos.

    Se escuchó aquel tintineó de la campana de la puerta abriéndose, indicando que alguien ingresaba.

    -Bienvenido- Ella saludo como de costumbre, al tratarse de un posible cliente.

    -¿Por qué están demorando…- Ver a Mu abrazando a otro Omega, de una manera tan amorosa, porque el pequeño así lo sentía, un cierto alivio en los brazos de Camus –…Tanto?-

    -Shura, no nos regañes, que nuestro pequeño Mu, se encontró a un viejo amigo que quiere mucho- Las palabra estaban algo apagadas, como quería ser quien abrazaba al peliaguamarino, no siendo con intención de herir el corazón del cabrío, que sintió molestia de que alguien más tocara al fauno que estaba cuidando.

    Los ojos violeta y jade se cruzaron un momento, el de apariencia fría lo miro con algo de intriga, más que nada la razón es que aquella seriedad le indicaba que estaba molestándole que tocara al pelilila.

    Ni se daba cuenta que aquella acción, su leve alegría de encontrarse a alguien que le dio información de su parte, aunque fue la peor noticia en su vida, le traía paz por fin.

    No existía la necesidad de volver a ese lugar, aunque su papá estuviera muerto, ya estaba tranquilo, nadie lo lastimaría jamás, y Mu debía seguir cumpliendo las promesas, pero también en el fondo deseaba ir a su tumba y llorar todo lo que sentía.

    En otra ocasión lo haría, cuando estuviera a salvo, al ser más grande, al poder defenderse mejor, pero no dejaría de ir a ver algún día a su padre y decirle que a está a salvo que todos sus esfuerzos valieron la pena, que su sonrisa por fin seria de verdad.

    Al escuchar esa voz aunque seria, le regalaba la serenidad que logro obtener en el gremio con sus cuidados, no es un reemplazo de quien lo amo toda su vida, pero al fin de cuentas se ayudan mutuamente.

    -¡¡¡SHURA!!!- Se apartó de los brazos del contrario, para ir con el peliverde oscuro, con una leve sonrisa y la marca de agua salada en sus mejillas –Lamento mucho que tuvieras que espatarrarnos, pero… Tenía que hablar con Camus- Señalo al mencionado con la mano –¿Recuerda que le platique de él?- Su inocencia no le indicaba la molestia que sentía el Cabrío, pero se desvaneció de a poco al sentirlo a su lado.

    -Sí, no recuerdo- No dijo más, ni una mueca dedico –Debemos irnos, si es que quieres venir en la noche- Tomo con algo de fuerza la mano del pelilila para salir, ni siquiera dándole tiempo de despedirse adecuadamente.

    No le tomo de raro al Corderito, conocía la personalidad del fauno.

    -Bueno… Nos tenemos que ir...- Sonrió con ese toque coqueto al peliaguamarino –Nos vemos en la noche- Salió por la puerta, despidiéndose de la forma más extravagante que le dio, para ir directo con los Omegas que caminaban algo rápido.

    Al quedar solo ellos dos en la florería.

    Camus estando con un cumulo de emociones, felicidad por encontrar al corderito, tristeza por la noticia, preocupación por que el pequeño esté en peligro y un desagrado por ese Alfa que lo miro de manera extraño y una última emoción… Confusión… Solo eso, no sabía descifrarse en esos momentos.

    -Así que ese es el fauno del que me contaste- La castaña le sonrió –Es muy lindo, y pequeño- Miro por la puerta –No puedo creer que ese sujeto horrible de Saga, quiera lastimarlo- Apretó sus puños, ella estando en contra de esa maldita practica de compra y venta de Faunos para propósitos ruines.

    -Estará a salvo… Sé que ese gremio lo cuidara…- No sabía que más decir, sentía algo extraño en su ser, amas que es de pocas palabras.

    -Camus, ¿Te diste cuenta?- Apoyo su mentón sobre su mano que se sostenía en la mesa.

    -¿Qué cosa?- Volvió a su labor con su actitud tranquila.

    -Milo se interesó en ti, es la primera vez que lo veo tan feliz- Le soltó de golpe, sin siquiera preparar al Omega.

    -¡¡¡¿QUÉ?!!!- Un leve sonrojo se plasmó en sus mejillas, que provoco que soltara de nuevo la caja.

    -Ja, ja, ja, ja No te preocupes, él no es un Alfa malo como muchos, te cuidaría tanto… Lo has enamorado- Riendo, se dirigió a la parte trasera de la tienda.

    Dejando a un pobre Camus alterado, rojo, molesto y sin sabré expresarse correctamente.

    ---Gremio Ateniense---

    Durante el camino de regreso, aunque su dolor crecía más, al enterarse de aquella noticia, por más preparado y que su mente le decía que esa era la única posibilidad, le dolía tanto.

    Le contó lo sucedido a Shura, las lágrimas no pudieron detenerse en lo más mínimo, pero queriendo mostrar una sonrisa aunque le doliera, no deseaba preocupar al Cabrío.

    Omitió el hecho de que Saga lo está buscando, aquello lo noto Milo, pero no dijo nada… Si Mu no hablaba de ese tema tendría sus razones, estando más concentrado en el peliaguamarino, queriendo tener la oportunidad de verlo nuevamente.

    No se dio cuenta, cuando ni en qué momento rodeo los hombros del pequeño fauno, dándole un abrazo de lado, siendo su especialidad y lo único que se le ocurría.

    Ese tacto le dio confort al pequeño corderito, mostrándose más fuerte que nunca, solo deseando seguir cumpliendo la promesa a su papá, las lágrimas tibias siendo limpiadas por la mano de Shura.

    El escorpión, solo podría decir que esa escena le parecía algo adorable, aunque fueran de especies similares, siguen siendo diferentes.

    Dos Omegas que perdieron a seres amados, se ayudaban a superar el terrible dolor en sus corazones.

    Mu teniendo ese amor que le hacía tanta falta, pero conoció y pudo disfrutar.

    En cambio Shura, nunca logro tener a sus crías en sus manos, aun siendo producto de constantes violaciones, deseaba tenerlas.

    Esa es una razón por la cual sintió que ese sujeto que conocía al pequeño, se lo pudiera arrebatar.

    Es tonto sentirse así, celos… Por una cría que no es propia, pero la ha tomado como tal, no quisiera que nada malo le ocurriera, y que se alejara del gremio… Le dolía.

    Se aferraba a un pequeño que en algún momento se apartaría de su lado. Teniendo tanto que trabar. Nunca mostraría su sentir, no es típico en él, pero no negaba la preocupación que le daba la presencia de ese otro omega.

    Mu no es de sangre pero lo ama como si lo fuera, un hijo… Que lo necesita.

    Incluso cumpliéndole deseos que antes no haría, como ir a esa fiesta de fin de año en la ciudadela.

    Al llegar, cada uno debía cumplir las obligaciones que se estipulaban, todo debía estar listo y todos hacían su parte.

    El pelilila podría ser un niño ante los ojos de todos, pero… Noto con el viaje de regreso el comportamiento de Shura, conociendo su historia, la de ambos no tardo en atar cabos.

    Se sentía feliz que ese cabrío lo considerara alguien preciado, y es reciprocó, ninguno podría ocupar el lugar de otros, pero si el propio.

    Tenía en mente la advertencia de Camus, temía un poco, quería venganza pero no podía permitirse ser de nuevo capturado, no después de todo lo que ha ocurrido.

    Pensó que si salía en la noche con todos, habiendo tantas personas, en una de esas podría ser que…

    Sobre analizaba cada situación, no permitiría que el esfuerzo que hizo su papá se fuera a la basura, por sus deseos infantiles, no era el momento de disfrutar todo tranquilamente, debía aun mantenerse a salvo.

    Sabía que no iría, lo decidió durante el día.

    Pero… ¿Cómo decirle a Shura eso?

    Puede que no lo digiera, pero Mu noto que le entusiasmo la idea un poco, y después decirle que no, y tener que explicarle todo.

    Suspiro… Caminando por los pasillos del lugar cabizbajo –Sé que debería decirle, pero… Si lo hago… No le dejara salir de nuevo… Ni con el…- Apoyo su cuerpo en uno de los pilares del recinto, seria sobreprotegido por el Cabrío y eso que solo pensaba en Shura, imaginar cómo se pondría el rubio… Bueno es otra historia.

    Por lo menos esta noche quería que disfrutara de tranquilidad que las cosas estén bien. Pensaba en los demás antes que en sí mismo.

    Mañana ya le contaría lo que sabía, sobre que Saga lo está buscando, pero mientras que se despreocupé.

    No iría, pero Shura si y tenía que ser feliz para él.

    Formulo un pequeño plan, en donde Mu no figuraba más que pidiendo un favor, y vería la forma de aun en el gremio mirar aquellas luces brillantes que le describieron.

    Sonrió levemente, recordaba cada instante las palabras de Camus, su padre, y el miedo. Lo atormentaba ahora, pero no se derrumbaría, no aun.

    Buscaba a alguien entre todos los lugares, la única persona que podría hacer feliz a ese cabrío que merecía también ser feliz, que tenía oportunidades de serlo, sin importar las circunstancias, debía luchar…

    Aunque solo sea de alguna forma… Cuidándose de que todo se notará normal y sin doble intención… Para que disfrutaran esa noche de noche vieja.

    Encontró a ese Alfa que le ayudaría, caminando tan tranquilo preparando lo que daría esa noche a sus seres queridos.

    -Se…Señor… Aioros…- Su vocecita aun es tembloroso al tratarse de un Alfa, pero estaba haciendo un esfuerzo por quien lo ha cuidado.

    La dulce voz del menor llego a los oídos del castaño, quien lo miro con una sonrisa enorme como es su costumbre.

    -¿Qué pasa pequeño? ¿Estás buscando a Shaka?- Conocía los sentimientos de ambos, también siendo muy observador, pero es reservado por las leyes tontas que el mismo seguía, provocando sufrimiento propio.

    Negó con su cabeza, mostrando algo de desconfianza, no podía darse el lujo de dudar, lo haría –Quiero… Pedirle un favor…- Lo miro con esos ojos verdes temerosos.
     
  18. Threadmarks: Capitulo 18 (Cobardía)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    2753
    ---Ciudadela (Noche) ---

    Las festividades para esta época, estando en su apogeo, todos ya se encontraban en la ciudadela, mirando las pequeñas atracciones, algunos puestos de comida, las representaciones de pequeñas historias.

    Todo para el entretenimiento de niños y adultos.

    Obviamente varios integrantes del gremio Ateniense estaban allí, disfrutando la comida, los dulces, algunos juegos, todo podría ser tan pacifico en una época tan nostálgica.

    Sin embargo no todos estaban a gusto en ese lugar.

    El Omega cabrío que siempre ha estado cuidando al Corderito, lo está justamente esperando en la plaza central en donde personas tanto humanos y faunos se están reuniendo pues el disparo de los fuegos artificiales este algo cerca.

    Y Shura guarda un lugar allí, para que el pequeño disfruté esa noche que sería la primera en su vida, de ver aquellas flores de distintas tonalidades de luz.

    Suspiro cansado y fastidiado, no aguanta mucho estar rodeado de tanta gente y sus ojos de enfado nunca se dejan de lado –Debí haberlo esperado-

    Es lo que decía en un susurro, no quería que nadie lo escuchara y maldecía por lo bajo a Afrodita que lo había dejado solo por andar curioseando en los pequeños puestos.

    Lo que había pasado, fue que Mu le dijo que tenía que terminar unas armas con Yuzuriha y que si lo hacían ambos terminarían antes, y que él se adelantara para que tuviera la mejor vista.

    Obviamente Shura no estaba nada convencido con esta idea, él prefería quedarse a esperarlo hasta que terminara y así llegar juntos, para pasar recibir el próximo año.

    Pero lo brillantes ojos de Mu, lo lograron convencer.

    Prometiendo que llegaría con Milo y la joven Beta.

    Sin embargo el tiempo pasado y no veía rastro de ninguno, comenzando a preocuparle, hasta ya deseando largarse de ese lugar, para saber si ese corderito está bien.

    No le importaba mucho estar recibiendo el año nuevo con un sinfín de Faunos y Humanos que ni siquiera conocer a la mayoría, prefería estar en el gremio a solas como siempre, pero con mu se sentiría mejor.

    Solo estaba allí por el pelilila y si no llegaba no tenía algún sentido.

    Por un instante, hubiera deseado que… Un castaño estuviera junto a él, pero sabía que eso nunca se haría realidad.

    -Aioros… Eres un idiota…- Los recuerdos lo inundaron de repente, es un sentimiento que desearía olvidar, pero no lo logra.

    Cerro sus ojos un momento, aunque el ruido estuviera en su apogeo con música festiva y todos hablando, riendo y cantando.

    Adema que parejas de enamorados, se declaraban su amor con dulces palabras o acciones modestas.

    Prefería ignorarlos, pues la envidia es lo único que le provocaría.

    Pero sintió como una mirada demasiado obvia lo está observando, aun con sus ojos cerrados sentía esa sensación, que le molestaba a gran medida.

    Pensando que podría tratarse de algún idiota que tuviera gustos por los Faunos, él se defendería en esta vida otorgada, sin importarle tener que luchar, ya no dejaría que nadie lo dañaría.

    Abrió sus ojos con el ceño fruncido, pero lo único que logro, fue toparse con unos ojos verdes que no brillaban tanto como los del pequeño, pero lo miraban con una calidez muy diferente, esa cinta roja ondeando en el aire, dedicándole una sonrisa tímida.

    -¿Puedo?- Señalo el lugar que estaba vacío a su lado.

    La sorpresa solo creció, pero recobro la compostura, asintiendo de inmediato –Si, señor Aioros-

    -Gracias- Se sentó en ese lugar junto al peliverde con aquellos cuernos de Cabrío –Sí que hay mucha gente…- Queriendo sacar una conversación.

    -Si…- Miro al frente, sus mejillas se sonrojaron un poco, pero podría ser por el frio que incrementaba.

    -Me sorprende que vinieras- Hablo sin pensarlo, se le dificulta a veces hablar con Shura, por los sentimientos que están en su corazón –Desde que estas en el gremio… Nunca te gusto…- Rio por lo bajo, ahora él también se sonrojaba.

    Estaban al aire libre, pasaban un poco desapercibidos por toda la multitud que exista y los entretenimientos, además que no había ancianos que estuvieran vigilando a los líderes.

    -Solo vine porque Mu quería, pero…- Mira para todos lados, ya desesperándose, su corazón con ese sentimiento paternal, le molestaba algo.

    Comenzando a imaginarse que tal vez al venir… Algo malo le pasara, pero negaba la opción venía con Milo y ese sujeto se ve que es un tonto, pero posee una fuerza muy grande, con una valentía igual.

    Entonces otra idea le surco y fue… Que Mu hubiera preferido estar al lado de Camus para este momento, después de todo, lo conocía de hace un tiempo.

    Causándole una peor inquietud, suspirando demasiado profundo, moviendo levente sus piernas, un claro ejemplo de ansiedad en su cuerpo.

    -Shura… ¿Estas bien?- El castaño miro las acciones que realizaba, no son cotidianas en él, pero las había notado al principio, cuando lo rescato.

    -Me… Me tengo que ir…- Se levantó de golpe, sus ojos una clara señal de que la preocupación estaba en su corazón y no saldría hasta confirmar o negar lo que pensó.

    Pero esta vez Aioros no lo dejaría escapara, aunque fuera contra las reglas, no harían nada malo, solo pasar el tiempo y más cuando un pequeño le logro animar.

    -Shura… Tranquilo… ¿Qué sucede?- Le hablo con calma, ese tono que es raro en un Alfa, mas es muy relajante para un Omega asustado.

    -Se…Señor Aioros… Yo… Tengo que… Buscar a Mu…- Fue lo primero que dejo escapar de sus labios.

    Estando a punto de escapar, pues… Con ese miedo, la cercanía y no saber controlar sus sentimientos del todo, es mejor alejarse en silencio si pudiera.

    -Él está bien… No vendrá, pero me dijo que se quedaría en el gremio- Le soltó de golpe aquellas palabras.

    -¿Qué? ¿Cómo lo sabe?- Se giró por completó a él, encarándolo… Con esos ojos color jade que le suplicaban explicaciones y hasta decir que se las exigían.

    Sonrió, para transmitirte un poco de serenidad, sujeto discretamente su brazo, para conducirlo de nuevo a aquella banca y sentarse.

    -Sí, el pequeño me dijo que era mejor quedarse en el gremio, que al fin de cuentas aun… Tiene un poco de miedo de los Alfas, que apenas se está acostumbrando a nosotros y una multitud podría ser demasiado- Le sonrió, aun sujetando el del otro aunque la ropa le cubría por completó el frio es bastante fuerte.

    -¿Por qué no me lo dijo?- Negó con la cabeza, no podía creerlo, si el pequeño estaba muy feliz en la mañana.

    -Por qué no quería arruinarte esta noche- Se lo dijo tan tranquilo, aunque sabía que no usar las palabras correctas podría provocar que Shura se parara para irse.

    -Ja, ¿Arruinarme la noche? Si estoy aquí por él- Suspiro, minado al frente, con el ceño fruncido –Si Mu no está aquí, que es quien quería venir, prefiero irme- Cerro sus ojos, listo para alejarse.

    -Lo siento… Pero no te dejare ir esta vez- Una mirada distinta de lo normal, un toque seductor pero aun amoroso –Disfruta conmigo esta noche vieja, por favor- Aun con unos guantes protegiendo las suaves manos del Cabrío, las tomo para sostenerlas con las suyas.

    Deseo la mirada, estando rojo, no se dejaría engañar tan fácilmente -¿No se supone que los lideres no deberían hacer esto?- Estando desafiando aunque fuera algo que deseaba.

    -Solo esta noche… Seré valiente y… Olvidarse esas reglas…- erro sus ojos y suspiro, no podría ir más allá que eso –Shura… Quisiera poder… Estar contigo siempre, pero…-

    -Lo se… Esa regla te lo prohíbe… Y crees que no aguantaré el castigo- Se notaba molestó, con la necesidad de casi derramar alguna lagrima traicionera.

    -Shura… No quiero que te pase nada, no quiero que tengas el mismo destino que mi papá- Cerro sus ojos apretándolos al igual que sus labios.

    El recuerdo de sus padres, aunque el Omega fuera el Hombre y la mujer la Alfa, fueron felices, pero… El castigo que su madre recibió por desobedecer los votos, le dejo cicatrices por toda la espalda, más las resistió.

    Pero el castigo que su papá recibió aquella marca en la frente, que indicaba lo que había hecho, le atormentaba, siendo la maldita culpa de haber dañado a un líder.

    Sabía el sufrimiento que padeció por diez años.

    Él fue el producto de su primera unión, aun así después de todo el gremio fue lo que sus padres conocían, la Alfa debía pensar todo pues ya tenía una familia.

    Y al nacer el menor de la familia, podría ser que la felicidad seguiría, aun después de quien les dio a luz, sufría con aquella marca, pero se hacia el fuerte.

    Mas una noche, cuando Aioria su hermano menor apenas si tenía un año, el gremio fue atacado por personas que jama sabia visto, él fue oculto junto a los más jóvenes del mismo recinto, siendo cuidados por los Betas.

    Lamentablemente su madre murió por una grave herida que la desangro en un lugar apartado.

    De su papá no se halló rastro y sabía que su hermano menor estaba con él, pero… Nunca se supo más.

    Lo único que recuerda que le diera una pista, que logro ver por las rendijas que dejaba ver afuera el fuego y la carnicería, unos cabellos azules acompañados de una voz áspera, que en sus pesadillas le venía.

    Aioros por esa razón no abandono el gremio, siguió sus ideas, pensaba que algún día la familia que le quedaba, volvería…

    Eso es lo que puede recordar, lo que siempre.

    Y no deseaba que Shura tuviera un sufrimiento a su lado, por algún error, que lo condenará a tener aquella marca, se negaba completamente ello.

    Aunque sufrieran ambos es preferible a que su mente sea corrompida. Lo ama tanto para alejarlo, pero no para que otro lo tenga.

    Es un cobarde egoísta.

    Su mente se fue por un instante, hasta que el peliverde lo volvió a llamar.

    Suspiro resignado –me quedare… Pero solo diem una cosa-

    -¿Qué deseas?- La cobardía que había estado presentando desde un inicio de su encuentro, le avergonzaba, por eso tendía a ser más relajado con aquel Omega y cualquier cosa que le diga, lo aceptaba.

    -Mu se quedó con el señor Shaka ¿No es así?- Su mirada inspeccionada al castaño.

    -Si- Asintió, posando su mano en la banca y tomando la contraria, sintiéndolo en esa fría noche de felicidad.

    -Espero…Que no esté en celo, no quisiera…- Apretó su mandíbula, preocupándole que algo le pasara el pelilila.

    -No, eso ya paso y aún faltan meses para que ocurra- Lo miraba con detalle, si no pudiera ver ese bello rostro de nuevo moriría, aprovechaba cada instante, Shura podría ser impredecible si se lo quisiera.

    -Me quedare… Merece ser feliz, aunque…- La mirada de decepción lo invadió para ver al de cinta roja –Mu también siga el mismo camino, de un dolor que nadie se lo podrá quitar, por la cobardía de ustedes-

    Negó con la cabeza, aun siendo un Alfa las palabras de ese Cabrío le dolía, sabían que son dedicadas a el –Shaka tiene más valentía que yo… Esta dispuesto a hacer lo que sea por ese pequeño corderito, no lo dañara te lo aseguro-

    No respondió, otorgo que eso podría ser verdad, no quería pensar más… Esos dos corazones que en medio de la multitud se sentían tan solos, por que estando tan cerca debían guardar la distancia.

    Ninguno lo quería, pero aquella ley les prohibía estar juntos.

    Si Aioros fuera un poco más valiente, si Shura se atreviera a más.

    Ambos se detenían por el otro.

    Un amor así podría estar destinado a fracasar, pero aunque eso creía que es su destino, están dispuestos a que los dos más jóvenes que apreciaban y querían tanto, tuvieran un momento especial.

    Tomados de la mano, en silencio, así se quedaron, solo mirando al frente, apreciando la belleza nocturna, algunas palabras escapaban de vez en cuando, pero todo debía ser como si solo fueran unos amigos.

    ---Gremio ateniense---

    Sus pasillos solitarios, el frio igual estaba más presente con un ligero aire gélido.

    Caminar ahora, aunque fuera temprano alrededor de las diez de aquella última noche del año, parecía una travesía por un lugar fantasmal.

    Usualmente hasta de noche algunos miembros estaban paseando o entrenado, pero ahora, solo los guardias por cada entrada están protegiendo.

    La mayoría estando en la ciudadela, para recibir el año nuevo, acompañados de sus familiares y amigos.

    Hubiera deseado estar con ellos, pero debía pensar un poco en que no sería lo as conveniente, si lo están buscando, para volverlo a dañar, estaría poniendo a todos en riesgo, además… Tenía un deseo muy grande.

    Caminando por aquellos pasillos, brin abrigado como Shura le había pedido desde que el frio comenzó a hacerse más potente, dirigía cada paso hacia una habitación que más bien es un pequeño despacho, que tenía las luces encendidas.

    Cosa rara, que incluso la zona en donde los ancianos descansan se encuentran apagadas, demostrando que la mayoría están durmiendo o haciendo alguna otra cosa, pero todo con una tranquilidad.

    Entre sus pequeñas manos llevando un pequeño objetó, que tenía un solo destino.

    Su corazón latía, sus mejillas están algo rojizas, su aliento se podía reflejar en un pequeño vapor que salía de su boca, aun llevando una bufanda roja que le cubría hasta la nariz.

    Le conto un poco de aquella preocupación al primer líder, con todo su miedo hacia los Alfas, estaba logrando acostumbrarse a los del gremio, sintiendo que ellos no le harían daño, pero… Solo uno de ellos lograba calmarlo sin importar la condición dominante que posee.

    Agradecía que Aioros hubiera comprendido, que por esa noche le hiciera caso a su corazón y pasara junto a Shura.

    Lo convenció, le dio un poco de valor, que se atreviera.

    Mu tenía ese poder, de que las personas a su alrededor pudieran atreverse a hacer más, su dulce sonrisa, su cara infantil tenía ese don de convencer que las personas siguieran a su corazón por un momento.

    Conocer las consecuencias de estar junto a un líder lo sabía, pero… Su corazón quería estar a su lado, aunque fuera de una manera inocente, no sería capaz de decirle lo que siente, pero solo la simple presencia es suficiente.

    Se sentía tan feliz, y lo comprobó cuando volvió y quiso darle un abrazo, pero el miedo aun lo aturdía, ahora… Quiere pasar esa noche con él, y poder decirle tantas cosas.

    Llego delante de aquella puerta imponente, de un color café, parecía hecha de madera algún roble.

    Dudo un instante, su corazón latía demasiado rápido, es aún un pequeño que experimenta emociones demasiado fuertes, pero que sabe que están bien.

    Teniendo el débil recuerdo de lo que su papá le conto, el amor no es algo malo al contrario da fuerzas cuando sientes que ya no puedes.

    Toco la puerta con cuidado.

    Espero solo unos segundos, cuando la voz de aquel rubio le indico que podía entrar.

    -Adelante- Sonaba tan monótona, con un toque de nostalgia.

    Abrió con algo de dificultad la puerta, es pesada para su tamaño.

    -Buenas noches señor Shaka- Saludo tan tranquillo, esa sonrisa que le regalaba al rubio es bastante especial y esas mejillas pálidas sonrojándose le hacen notar hermoso.

    Para Shaka, verlo esa noche tan lindo en sus palabras, es como si el año que está por acabar le diera el mejor regalo.

    Se sorprendió verlo, abrió un poco su boca, sus ojos azules se contrajeron.

    -¿Mu? ¿Qué haces aquí? ¿No irías con Shura y los demás?- No pasaba nada en la vida del pelilila que el rubio no lograra saber.

    La puerta se cerró detrás de él, provocando un ruido fuerte que le estremeció –Pues… Si… Iba a ir, pero… Bueno… Algo paso…- Bajo su mirada, sonriendo forzadamente.

    Se había memorizado cada expresión del menor, notándolo algo extraño, incluso se atrevería a decir que la tristeza que trataba de ocultar ese corderito la notaba.

    Frunció el ceño, pensar que alguien le hubiera hecho algo o dicho lo que fuera, le estaba hirviendo la sangre, al fin de cuenta cualquier Alfa que note mal a su destinado lo pone en alerta.

    Aunque aún no sean nada de eso oficialmente, ni en secreto mutuo.

    -¿Qué fue Lo que paso?- El tono de cualquier Alfa molestó, pero controlándose. No podría atreverse a asustar al pequeño.
     
  19. Threadmarks: Capitulo 19 (Robado)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    3131
    Suspiró un poco, jugando con sus dedos algo nervioso –Creo que es mejor… Que Shura y el señor Aioros tengan un momento… Juntos- Se lo dijo sin poder mirarlo a la cara, pues aunque es en parte verdad, ocultaba más.

    Lo miro con sus zafiros detenidamente, de a poco se había vuelto un experto en reconocer sus expresiones.

    -¿Eso es todo?- No quería mostrarse tan intimidante, pero reconocía que le ocultaba algo.

    Para el joven corderito, el mentir no era la mejor opción, pero no quería preocupar a nadie, más que podía hacer si con ese rubio sería difícil ocultarlo.

    Bajo la mirada, apretando sus labios, suspirando débilmente –Yo…-

    Podía ejercer su autoridad con los demás, pero se había prometido que con Mu, sería más suave, todo lo que había pasado, los sentimientos que tenía hacia él, su propio corazón le ordenaba que no lo presionara.

    -Si no me quieres contarme, está bien- Se levantó de su asiento, caminando hacia él, mirándolo con una ternura infinita en aquellos ojos que trataba de tener calma de no abrazarlo como deseaba.

    Se comenzó a sentir algo mal, estaba tratando de guardar todo su dolor y miedo en el interior, pero sabía que eso a la larga sería contraproducente, si algo malo apsara y ellos no sabían seria su culpa.

    Pero solo quería en esa noche vieja, olvidar la amargura que había tenido que soportar toda su vida y que hasta hace unos dos meses y medio cambio, por algo que le dio felicidad, pero le arrebato a un apersona sumamente importante.

    Respiro profundo, ver al mayor por un año delante de él, con una sonrisa tenue, que le calmaba su corazón inocente, le traía paz.

    Sonrió lo más genuino que pudo, con las mejillas levemente rojizas –Seño Shaka, ¿Por qué no fue… Con los demás a la ciudadela?- Una pregunta que había pedido respuesta hace rato con el castaño, pero este le había dicho que era mejor que le respondiera el rubio.

    Sus ojos se contrajeron levemente, desviando la mirada, posando sus manos detrás, apretó su mandíbula, sin duda algo le molestaba en ese aspecto, que le traía una gran cólera.

    -¿Por qué quieres saber eso?- Sin darse cuenta su tono de voz fue un poco más grave, suficiente para marcar su autoridad.

    Esta acción incomodo algo al Omega, asustándolo, pero no se dejaría intimidar, aunque se sorprendió por la reacción.

    -Es que… Todos… Los vi emocionados… Y creí que usted también… Bueno- Bajo sus ojitos, con un leve puchero de arrepentimiento, creyó que había hecho algo muy malo –Lo siento… No debí preguntar algo-

    El tierno corazón del corderito se estremeció, preocupado por que hiciera enojar al rubio, cuando en ningún momento fuera su intención, más ahora que no quería perderlo, ya había confirmado la muerte de alguien, pero ahora le aterraba el hecho de que una persona que ama se alejara, por una imprudencia, le daba miedo, incluso las ganas de llorar se podrían ver.

    Shaka, se a poco se dio cuenta lo que había hecho, un tono de voz grave, para un pequeño que sufrió y temió a los Alfas, sería un retroceso para todo el gran avance que tenía.

    No se guiaría por la antigua ley, en cuanto terminará su trabajo, como antes menciono, renunciaría a ser un líder, todo para estará lado del Omega que le robo el corazón, tendría cuidado de cuando estuvieran a solas, pero hoy en esta noche podía acercarse más a él.

    Ambos no son tan altos, Shaka con dieciséis años y Mu que había ganado un poco más de peso y altura, apenas ya le llegaba al otro al nivel de los hombros, cuando antes estaba un poco más bajo.

    No lo analizara más, solo dejo que su cuerpo siguiera con lo que deseaba hacer, le dio un abrazo, para tratar de calmarlo, lo estrechó contra su pecho, sus manos en la espalda acariciando los suaves cabellos lilas.

    Mu por su parte, sus manos delante de su pecho, no se atrevía a corresponder aun, pero sintiendo la calidez del cuerpo del rubio, calmándolo de a poco.

    -Perdóname… Pero es muy difícil para mí hablar de eso- Le hablo con un susurro al oído, el tono más suave que podía darle.

    -No tiene que disculparse… Yo… No debí preguntar… Fui imprudente- Le temblaba la voz, tanto por el ligero miedo que sintió y los nervios que lo invadieron.

    -Sí, si tengo… Nunca debí haberte alzado la voz… Yo...- Suspiro resignado, podría contarle su secreto y una de sus motivaciones para seguir en donde está.

    Miro el reloj antiguo de madera que estaba al pie de una esquina, marcando que aún faltaba un poco para la media noche, y conocía el mejor lugar para ver los fuegos artificiales, que sin importar donde sea, Mu lograría apreciar su belleza.

    Rompió el abrazo, pero no el contacto, mirar el rostro pálido de Mu, con esos ojos grandes y brillantes que amenazaban con dejar salir una lagrima, ese sonrojo que lo estaba invitando a hacer algo demasiado atrevido pero que deseaba.

    Contuvo sus deseos, y sujetándolo suavemente de la mano, lo guio a la ventana, en donde había colocado un sofá, en donde te podías acomodar y mirar el cielo nocturno tan tranquilo, estando a un nivel alto se apreciaba muy bien la lejanía, y más al estar en un sector bastante discreto del gremio.

    Ambos se sentaron, quedando juntos, uno a lado del otro.

    El corderito, se sentía nervioso, su corazón latía demasiado rápido, cada vez que estaba de esa manera con el segundo líder, el amor que senté se incrementaba, pero al ser aún bastante inocente, no sabía cómo más expresase que no fuera el hecho de querer estar con él.

    Un momento se quedó serio, meditando su siguiente paso, no haría nada de lo que pudiera asustar al menor, tampoco se atrevería a tocarlo, y agradecía que su celo ya hubiera pasado, si existiera peligro de que eso pasara… tendría que alejarlo.

    -Mu… La razón por la que no voy a festejar a la ciudadela es, porque en estas fechas… Justo esta noche… Mi hermano mayor fue asesinado- Le conto algo que guardaba en un gran secreto, que solo lo conocía el primer líder y los ancianos del lugar.

    Las grandes esmeraldas del Omega, se abrieron de golpe, mirándolo con atención, su corazón se estrujo, aquel relato se parecía mucho al propio.

    -¿Qué… Fue… Quienes?- Temblaba su voz, pero quería conocer más al rubio, incluso sus recuerdos dolores, trataría de calmarlos, así como Shaka logro calmar los suyos.

    -Tenía cuatro años, mi hermano tenia quince, siendo un Omega, se enamoró profundamente de un Alfa que le correspondía, eran destinados, pero este provenía de una familia nada buena- Apretó sus manos, formando puños, frunciendo el ceño, le molestaba tanto recordarlo –Deuteros no era malo, se había alejado de su familia por lo mismo, siendo cinco años mayor, lo cuido tanto y Asmita fue tan feliz, pero… Nada de eso duro-

    EL pelilila callo, no interrumpiría.

    -Nuestros padres, aceptaron su relación, incluso pronto se casarían, lo recuerdo bien aunque fuera un infante, pero… La noche vieja de aquella vez, ellos no volvieron y al día siguiente, sus cuerpos fueron encontrados sin vida y…- Cerro sus ojos, aguantando las ganas de estañar en cólera y dejar escapar el odio que contenía –No se pudo probar nada, pero estoy seguro que… Esa familia fue la que acabo con ellos…-

    -¿Por qué… Lastimarían a alguien de ellos?- No compendia Mu, como entre los propios humanos, se pudiera dañar tanto.

    -Deuteros, no quiso seguir haciendo los trabajos de la familia, por lo tanto su padre Caín, lo desterró, pero cuando el hermano mayor de este subió, quería acabar con quienes tuviera información de lo que su familia hacia- Suspiro cansado –Al final esa familia cuando hizo todo esto, ya habían caído en desgracia y poco después ese hombre murió-

    El cuerpo del rubio se tensó demasiado por el hecho de estar relatando lo que recordaba y había sabido después de la pérdida de su hermano, pero no acaba eso con su sufrimiento.

    El corderito, ahora comprendía de mayor forma al rubio, ambos tenían un fuerte dolor en su corazón, después de conocer una felicidad, que se les arrebato alguien.

    Tomo sus manos, indicándole que lo apoyaba y que está con él ahora.

    Ese tacto con aquellas suaves manos, que una se mantenía tibias por estar cubiertas, le trajeron calma, Mu estaba a su lado y no permitiría que nadie se lo arrebatara.

    -¿Y sus padres?- Con algo de miedo pegunto, pero necesitaba también saberlo.

    Bajo la cabeza, frunciendo el ceño de nuevo –Mi padre no se volvió líder, porque se enamoró de un omega en uno de sus viajes de investigación de los Shadow´s, así que no hizo los votos, y pudo continuar en el gremio así como Milo lo ha hecho, mi papá vino con él, y al poco tiempo se unieron en una ceremonia perteneciente a la familia Devica- Sonrió levemente, recuerdo todos los momentos felices con su familia.

    Sonrió, se sentía feliz de poder verlo con una sonrisa en su rostro, no le importaba nada en ese momento.

    -Pero… Después de la muerte de mi hermano, ellos trataron de encontrar a quienes lo hizo, pero también protegerme, sin embargo una noche… Todo cambio, una noche el gremio fue atacado, todos trataron de proteger a los niños y omegas, pero en un descuido mi papá trato de ayudar a mi padre, no podían separarse y…- La mano que tenía libre, dio un fuerte golpe en el asiento, casi rompiendo aquella parte.

    Ese arranque de odio, estremeció al pelilila, pero no podía temer, no cuando la persona que lo había salvado y robado su corazón, sufría, no sabía cómo, pero lo ayudaría a sentirse mejor, aunque fuera un poco.

    Nunca lo había hecho antes, abrazar a un Alfa, iniciarlo como tal… Pero no podía dejar que el otro sufriera en silencio.

    Así que, decidido con nervios y cerrando sus ojos, darle un abrazo, aun siendo pequeño por su condición de omega, lo rodeo como pudo, queriéndolo calmar, brindándole su amor.

    -Perdóneme… No debí preguntarle, pero… Lo siento mucho- Le decía estas palabras, pero estaba en un punto de quiebre, ahora sabia más del rubio, también perdió a sus padres, pero en vez de temer, guardaba odio y tenía la idea de vengarlos tal vez o seguir su propio camino, no le quedó claro en ese momento.

    Solo sabía que debía ahora brindarle un poco de confort.

    Se sorprendió, al sentir ese cálido cuerpo dándole el abrazo más agradable de su vida, no lo pensó dos veces y le correspondió, sintiéndolo, oliendo su suave fragancia, una pequeña esencia que aun indicaba que es bastante joven, pero que con eso bastaba para sentir una atracción junto con el amor.

    Pero en un momento, empezó a sentir las lágrimas del menor, cayendo sobre su ropa, sobre todo en sus hombros, Mu se aferraba a él con todas sus fuerzas.

    No pudo soportar más, también se rompió en ese dolor, la noticia que recibió le consumió toda su felicidad, cuando al contrario quería ser muy feliz esa noche.

    -Mu…- Lo llamo sumamente, acariciando sus cabellos.

    -Señor Shaka… No hace falta… Que busque a mi padre… Ya sé, que no está con vida…- Sollozo, queriendo hablar lo más claro, su respiración entrecortada le revelaba el dolor.

    -¿Cómo sabes eso?- Su preocupación aumento, se imaginó mil cosas en un instante.

    -Hoy… Al ir con Shura y Milo… Yo, me encuentre con Camus, y… Me dijo eso…- Rompió en llanto, abrazándolo más, no supo en que unto, perdió la idea de tener que apoyar al rubio y ahora era él quien buscaba confort, en sus brazos.

    -¿Dónde lo vistes?- Creyendo que hubiera sido una trampa, o que Saga… Lo tuviera en la vista ahora.

    -En… Una florería… Donde Milo dejo un regalo… Allí trabaja, logro salir de las garras de Saga, pero… Me advirtió algo…- Sus lágrimas corrían por sus mejillas, no las retenía.

    -¿Qué te advirtió?- Ya no aguanto más la incertidumbre, sujeto sus delgados hombros, mirándolo a la cara, buscando que le respondiera, verlo con las lágrimas corriendo por sus mejillas, le destrozaba.

    -No fui a la ciudadela porque…- Bajo su mirada –Saga… Me sigue buscando… No se detendrá… Hasta tenerme… No quiero… Volver… Tengo miedo…- Tembló, recordando aquellos horribles días, y pensar que el tuviera que ocupar el lugar de papá, que ese sujeto lo tomara… Le causaba una gran rabia.

    -No dejare que él se te acerque, ni que se atreva a tocarte- Lo tomo de las manos, con desesperación, la rabia incremento, pensar en que ese sujeto estuviera buscando a ese inocente corderito, que se atrevería a pensar de nuevo en llevarlo a su maldita mansión.

    -No quiero… Que nadie salga herido… No puedo… No sé qué hacer…- Temblando de miedo, su cuerpo se estremecía, llorando con todo su dolor, cerrando sus ojos.

    El rubio, al verlo así… Estaba entre querer matar a Saga, aun en contra de sus creencias, y proteger al pequeño Fauno a como diera lugar, lo abrazó, para calmarlo.

    -Mu, escúchame… No tienes que preocuparte por nada, no permitiré que Saga se te acerqué y no temas por mi seguridad, yo puedo defenderte, y cuidarte de todo, jamás tendrás que volver a preocuparte por ese maldito- Tocaba su espalda, acariciándolo para que se calmara un poco.

    -Pero… Si algo le hace, por mi culpa… Yo… No me lo perdonarían…- Las mejillas estando rojas, igual que sus ojos, porque el llanto no paraba.

    -Y yo, no me perdonaría que algo malo te ocurriera, Mu… Yo quiero que estés bien… Deseo que seas feliz, es demasiado egoísta lo que te diere pero… Se feliz conmigo por favor…- No sabía si es el momento correcto de declararle sus sentimientos, pero no podía dejarlo pasar.

    -Ya soy feliz a su lado…- Levanto su mirada, sonriendo con el llanto aun en sus ojos –Por eso… Tengo miedo de que me la arrebaten…-

    -No tengas miedo, te juro… por mi vida, que nada te pasara… Estaremos juntos siempre- Ver con esa sonrisa, le devolvía el alma al cuerpo, acaricio su rostro arreglando su cabello que caí en el rostro.

    Se miraron por un instante, conectaron sus miradas, ambos sufrieran, perdieron a los que más querían siendo jóvenes, aunque la diferencia es que uno pudo tener una vida más libre, con personas que lo querían y cuidaron, en cambio otro sufrió por que quien le dio la vida, se sacrificaba siempre para tenerlo a salvo.

    Nunca olvidaran a aquellos que ya se fueron, pero debían seguir por los que estaban a su lado.

    El amor en su corazón, estaba impreso en su rostro, habían compartido unos abrazos cálidos, se sintió así, sin importar el clima gélido de afuera.

    El contacto visual, se estaba acortando, el rubio se acercaba al rostro del menor, este solo se quedó sonriéndole, no se imaginaba lo que pudiera pasar.

    Pero justo allí, el sonido de los fuegos artificiales los interrumpió, provocando que ambos miraran hacia la ventana, contemplando aquellas flores coloridas, que iluminaban el cielo nocturno.

    Mu, abrió sus ojos, asombrado por ese espectáculo, siendo la primera vez que lo contemplaba, se olvidó por completó del decoro y se subió por completó a ese sofá, arrodillándose y levantando su tronco, para poder ver mejor, la ventana les daba esa oportunidad.

    Las lágrimas parecían solo ligeros brillos en sus ojos y mejillas, que la alegría e ilusión infantil que aun poseía dominaba.

    Estando por un instante olvidando todo el miedo y ese dolor que aun luchaba.

    No se enojaría, verlo de esa manera, es mejor que lo que planeaba.

    Solo deseaba, preservar esa felicidad, de un sr puro, que casi le arrebataban la vida por completó, si hubiera llegado tarde, aquella vez… No, no pensaría en eso.

    Sonrió, se giró igual que Mu, pero más tranquilo, ver al corderito de esa manera, es mejor que contemplar los fuegos artificiales.

    Así que tomo la mano del Fauno, aunque este no lo sintió de alguna mala forma, al contrario sonrió, pero no podía dejar de contemplar aquellas luces.

    Paso el tiempo, los fuegos artificiales se iban acabando, así que el rubio, le dio el pequeño presente que le guardaba, por esas fechas.

    No sabía dar obsequios, pero creyó que le gustaría…

    Incluso le daba bastante vergüenza hacerlo, pero se lo entrego con cuidado.

    Un peluche de un cordero de un color verde, tenía el significado… Mu lo comprendía, su corazón latió más, sonrió, aun una pequeña lágrima salió, pero su felicidad fue mayor.

    De igual forma le entregó a este su presenté, reconoció el símbolo que le daba.

    -Yo… Mismo lo hice… Yuzuriha, me enseño hacerlo…- Bajo su mirada, con las mejillas ruborizadas –Quería… Que el primero que hiciera, fuera para usted…-

    -Gracias… Lo voy atesorar toda la vida- Aquel objeto simbolizaba el signo de la familia del rubio, pensó que lo más seguro fuera que Aioros le diera esa idea, o le pidiera alguna ayuda.

    Saber que ese corderito se esforzó por darle algo así, le dio una facilidad tan grande.

    De a poco el tiempo paso, y siguieron estando juntos, hablando un poco, o mirando por la ventana.

    Hasta que el sueño venció al más joven, que se quedó dormido en el hombro el rubio, abrazando aquel peluche con todas sus fuerzas.

    Si había hecho algo muy bueno en su vida, lo sabía ahora… Tener a ese Omega así, a su lado, es todo lo que necesitaba.

    No se movieron del lugar, al contrario se quedaría a su lado.

    Pero bajo la ayuda nocturna, el valor de los sentimientos acumulados, el amor que sentía y profesaba, le dieron la oportunidad de hacer un movimiento que nunca se arrepentiría.

    Levanto con cuidado el delicado mentón del menor, para acércalo al propio y robarle un beso, solo un toque de sus labios en los de ese pelilila, un sabor tan puro y adictivo que podría sobrevivir por el momento después de probarlos, pero… Debía estar tranquilo, no se atrevería a tocarlo más.

    -Mu... Te amo… Nadie te tocara…- Gracias a que el sofá fuera grande, se recostó en él, poniendo al pequeño sobre su pecho, dormirían juntos, sin ningún deseo sexual, solo el amor puro e inocente por esta noche.

    Las promesas que se hicieron, debían perdurar, y así sería… Ni siquiera alguien tan malo como Saga podía tener poder para separarlos, pero la maldad nunca duerme y si se descuida un segundo… Se puede perder.
     
  20. Threadmarks: Capitulo 20 (Recopilación)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    382
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Mi Único Deseo (ShakaXMu) Yaoi
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    51
     
    Palabras:
    1955
    El tiempo pasó, el clima frio se fue, dejando paso a la dulce primavera.

    Durante este tiempo, la cercanía del corderito con el segundo líder no se dejó escapar, una en donde solo existía una amistad, que disfrutaba un sentimiento más profundo.

    Obviamente se debía tener precaución, más porque el mayor ya tenía una advertencia, por uno de los ancianos.

    Pero, el mismo había dejado su postura en claro desde aquella vez.

    Solo era precavido para que no se atreverían a reprender al menor, si eso pasara olvidaría quien es en ese gremio y se volvería en su contra.

    Cabe mencionar que desde aquel beso que Shaka le robo al pequeño, no existió otro hasta el momento, pero Mu recordaba que algo así paso, por que sintió una sensación extraña desde esa vez, solo al estar con aquel rubio.

    El cual se mantenía incluso dispuesto durante varias noches, para lograr descifrar todos los pergaminos junto al castaño.

    Existía un fragmento en el pergamino del gremio de Hades, que les resultaba difícil de completar con los otros.

    Mas lo estaban logrando, lo que habían descubierto en esas noches, sería la única solución posible para detener el gran aumento de los Shadow’s.

    Sin embargo tenía una fase bastante cruel, que los confundía o tal vez porque si tuvieran que escoger seria no realizarla.

    -Aioros, esto nos dicta que se deben hacer tres sacrificios de cada gremio, recitar estas antiguas runas y con eso sellaremos ese pozo de donde los Shadow’s provienen…- Sonaba realmente desorientado, pensando en sí que sería correcto.

    -Pero… Es… Demasiado inexacto, está escrito que los más poderosos deben ser sacrificados, pero igual deben ser quienes reciten las runas, pero… La muerte debe llegarles primero- Tocaba su cabeza, llevando su cabello hacia atrás –Simplemente no tiene sentido-

    Esa se convirtió en la preocupación de ambos, desde el momento en que lograron conocer la verdad, pero estaba completamente incoherente, si la muerte debe llagar, ¿Quién recitaría las runas después?

    Podría ser los segundos a cargo, pero… No quedaría exacto, se supone que el nivel debe ser el mismo alcanzado.

    Aquello lo estarían pensando bastante, incluso reunieron una asamblea con los líderes, para debatir, aunque el representante del gremio de oscuridad, no se presentó salvo por una carta, que solo quería reunir si fuera importante, no per especulaciones.

    Para este punto el castaño primer líder, había comprendido más cosas, aprendiendo incluso de alguien más joven que él.

    Si un pequeño fauno, que había perdido todo, sufrió demasiado, aún tenía el valor de seguir adelante y aferrarse a la felicidad que había conocido de hace poco.

    Entonces, debía hacer lo mismo. No deseaba venganza, puede que el amor lo sanara, pero no le quitara el miedo del todo.

    Ahora buscaba al igual que el rubio, encontrarse con su destinado, aunque fuera un instante como amigos, sin embargó… Shura no temía tanto por si bienestar, así que si… Se atrevió a darle un beso al castaño.

    Cada que pudiera, estando en algún lugar privado como los pabellones más lejanos del gremio.

    No podían seguir negando lo que sentían, pero no se atrevían a darlo a conocer.

    Una relación como pareja, siendo destinados es lo que debería ser correcto… Pero la valentía faltaba a uno de ellos.

    Ya era suficiente de esconder su amor por dos años, solo sufriendo en silencio, si de verdad su amor es genuino, triunfara.

    No creían que dos chiquillos pudieran enseñarles más cosas de lo que ellos en su vida conocieron.

    Obviamente, quienes sabían de aquello, eran exactamente los mismos que estaban en las mismas.

    Por su parte, Shura aún seguía sintiéndose algo aterrad porque Mu lo dejara de ver como una figura protectora, sintiendo malestar por que deseara ver a Camus.

    Pero ese corderito, entendió sus sentimientos y le dejo en claro que, al final él también le ayudo más de lo que cree, le enseño tanto… Inclusos aprendió a leer y escribir por él, enseñándole las reglas, advirtiéndole, además que, si hubiera conocido a su papá, seguramente le estaría agradecido.

    Aún seguían siendo tan unidos, le daba más espacio…

    Pero se moría de preocupación también, ya se había enterado de quien buscaba al menor, por eso la seguridad se reforzó un poco más.

    Y Mu no salía del gremio al menos que estuviera acompañado de algún Alfa.

    Esto le convenía tanto al fauno escorpión, pues cada que el pequeño deseaba ver a Camus, Milo se ofrecía a llevarlo, y si bien no existía comunicación entre el peliaguamarino y el peli cerúleo, porque este primero solo se dedicaba a trabajar y hablar con Mu.

    Pero igual que el cabrío no era de demostrar mucho sus sentimientos y se incomodaba demasiado con ese fauno Alfa, que siempre lo miraba embobado.

    Y debemos incluir que existieron momentos en que Milo, literalmente arrastro por toda la ciudadela el peliaguamarino, para llevarlo al gremio, eso fue en el cumpleaños de Mu que quisieron sorprenderlo y Camus termino embarrado en esto, conoció gente nueva y sintió el odio de Shura por mucho tiempo.

    Pero obvio nuestro Escorpión amigo, lo llevo de vuelta, Helena fue invitada, pero no quiso ir, el dolor de ese recuerdo, no la dejaba. Era mejor mantener la distancia.

    -¿Te gustaría salir la próxima semana? Sabemos, conozco un lugar que prepara una carne muy buena- Su voz bastante animada.

    -No gracias, no me gusta salir- Contestando tan frio como su apariencia.

    -Entonces, ¿Puedo ir a vitarte a la florería mañana?- Sus ojos brillantes, acercándose al otro.

    -Tengo que trabajar, he dejado sola a Helena por mucho tiempo y le debo bastante- Suspiro, bajando la mirada un poco.

    -Sé que a ella no le molestara, además puedo ayudarlos- Presumiendo sus bíceps, para que el otro viera.

    -¿No tienes responsabilidades en el gremio?- Lo miro algo avergonzado por aquella demostración del cuerpo ajeno.

    -Sí, pero… Puedo escaparme u poco…- Le gusto verlo de esa manera, lucia tan hermoso, con ese sonrojo.

    Después de todo, Milo podía enamorarse abiertamente de quien fuera, no tenía los votos que se lo impidieran, siendo un Alfa sin tener a su destinado, pero ahora ene se momento sabía que ya lo encontró y por la Diosa antigua, no lo dejaría ir nunca.

    Además debía estar muy atento, Por lo que conocía… Ese sujeto es sumamente peligroso, defendería a Camus si ese se atreviera a buscarlo.

    Por esa razón iba casi todos los días a molestar y fingiendo que iba a ver a Helena o a comprar cualquier cosa y pasaba.

    Obviamente para el Omega humano, aquello se le hacía bastante incomodo, pero de una manera que le estaba dejando sin armamento ni defensas para negar que su interior unos sentimientos extraños surgían con solo verlo.

    Negaría ese hecho todo el tiempo que pudiera.

    Si pasamos de nuevo por el gremio, otro Omega que quería mucho al corderito, que también lo animaba a seguir amando al rubio.

    Afrodita, seguía en su propia vida, su estilo, su manera de ser.

    Perfecto, bueno, y cariñoso, el único que no probaba celos, ni sentía por que estuviera con el corderito, además que le enseñaba algunas plantas medicinales y su uso.

    Y fue quien le doy la idea de que sería bueno, en un futuro pudiera ir ante la tumba de su padre, y alejarlo de aquella horrible prisión, pero todo esto después de que Saga despareciera o fuera aprendido.

    Le enseño que plantas podían servirle si alguien intentará atacarlo, algunas que podían paralizar o cegar en forma de polvo para arrojar.

    Medidas que el Omega aprendió del Beta que lo cuido y sigue cuidándolo.

    Pare este punto ya se sabía más del origen de Afrodita, salvo que solo fue por una breve conversación que Albafica sostuvo con Manigoldo. Siendo de alguna forma contemporáneos, se llevan bien.

    Uno con un hijo aunque no sea propio lo quería casi como tal, pues… Le recordaba al Alfa del que se enamoró, pero… El destino le jugo muy cruel, este formo un vínculo con una Omega que le doy aquel peli celeste.

    Le destrozo el corazón, pero Minos nunca supo sus sentimientos y cuando aquel Fauno hembra, murió por ciertas complicaciones.

    Albafica se acercó más, y le ayudo a cuidar a ese pequeño, sin embargo no fue para siempre, y en un día que azotó una plaga en esa ciudad.

    Minos le rogo que cuidara a Afrodita, que se lo llevara lejos, que esto no tendría remedio…

    Aunque siendo un doctor Albafica tuvo que irse, no se podía hacer por los contaminados, además que los Shadow’s llegaban en masa, por el sufrimiento.

    Por esa razón, de a poco llego a aquel gremio y fue aceptado, contando su historia a los que estaban a cargo y le permitieron cuidar de los allí presentes.

    Afrodita nunca debería conocer, el verdadero origen de su padre, pues este… Compartía sangre con ciertos líderes del gremio Hades, pero Mino decidió irse, no quería ningún puesto, sus razones tuvo y se fue alejándose, llegando a las tierras del gremio Ateniense.

    Pero esto sería algo que Albafica se llevaría a la tumba.

    El sufrimiento que Manigoldo tenía, nunca se acabaría, pero siempre era agradable compartir una bebida con un buen amigo.

    Parece que las cosas han estado avanzando muy bien en los últimos meses, que la maldad podría no alcanzarlos a ninguno o por lo menos se pudiera mantener al margen.

    -Aquí es donde Camus huyo-

    -Más adelante esta el Gemio Ateniense-

    -Si ese idiota esta por aquí, puede que el Fauno que busca, no esté lejos-

    Dos sujetos de una aparecían grotesca, sonreían mirando a la entrada de la ciudadela, observando a todos.

    Cada quien portando la alegría y paz en sus semblantes, no sabían que esos sujetos que estaban allí, buscando traer una revuelta, por solo buscar a un fauno Omega que logró escapar de su jefe.

    El cual se encontraba a su lado, observando con una mirada despiadada, pensando que ya había pasado mucho tiempo, perdió bastante buscando por los alrededores de su mansión, y si estaba en este lugar, solo era por que seguía.

    Si su antiguo sirviente encontró refugio aquí, tal vez especulaba que el menor igual.

    Relamía sus labios, pensando en que tendría la oportunidad de volverlo a ver y tomarlo esta vez, por las buenas o malas.

    Necesitando satisfacer sus malditas ideas profanas.

    No lo dejaría ir, jamás… Aunque se lo suplicara.

    Cumpliría su deseo.

    Además que tenía una deuda pendiente con el gremio Ateniense, poner un pie en esa ciudadela le traía recuerdos, de cuando conoció al Omega que le robo su corazón, uno que fue un fauno, un lindo lencito, que deseo que lo amara, pero su corazón le pertenecía a una joven Alfa.

    Volver a ese gremio, significaba recordar la matanza que pudo cometer, las vidas que arrebato.

    Esperaba que aun recordaran esa crueldad que cometió, y se salió con la suya, nunca supieron su nombre y su aparecían solo fue conocida por quienes asesino.

    De nuevo, si Mu se encontraba cerca, asesinaría a quien fuera que se atrevería a impedirle llevárselo.

    En su mente enferma, Mu es de su propiedad y lo marcaria, solo esperaba que no hubiera cometido la estupidez de dejarse marcar por otro Alfa, si eso ocurría… Tendría que acabar con la vida de ese infeliz, porque ese Corderito es solo suyo.

    Guardaba tanto odio por el rubio, que lo recodaba tan bien su rostro, que se llevó su propiedad, y lo mataría delante de los ojos del pelilila, para demostrarle que sin importar que, o quien lo salve volviera a estar en sus garras.

    Sonrió de una manera retorcida –Te he estado buscando mi lindo Esclavo- Sus ojos se afilaron, pensando en tantas perversiones.
     
Cargando...
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso