Mentiras. [entrevistando al caos]

N/A: Esta historia fue escrita para la actividad "The Olympus Time!"​

Aclaraciones: ​

—Wiii—, diálogos.​

>>Lalalala—, continuación de los diálogos.​

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*Eris es la diosa del caos, hija de Zeus y Hera, excluida por los demás dioses, y hermana de Ares, dios de la guerra.​

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MENTIRAS​

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One-shot​

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Parte 1. La catedral.

Ares se presentó unos minutos antes en la entrada del laberinto, y sonrió con complacencia. Aún no estaba lista. Avanzó en línea recta, disfrutando del baile de las ponzoñosas flores abriéndole el paso hasta una gloriosa catedral blanca rodeada de bellísimas esculturas en posiciones sexuales cada vez más atrevidas y detalladas; durante un breve instante se desligó del paisaje para adentrarse en los recuerdos de su promiscua juventud, floreciendo en su rostro la lascivia que sentía.

—Si quieres, te las devuelvo a la vida —, se mofó una fastidiosa voz que provenía de las plantas.

Y de pronto le resultó lógico, ¡con razón le asaltaron los recuerdos tan rápidamente!, pero si eran las y los mismos amantes con las que hizo todo aquello, y todos los varoniles cuerpos—cabe recalcar— sin rostro eran él.; incluso tenía una copia exacta de Afrodita, excepto que, al ver el lunar de una zona muy íntima de su anatomía, se dio cuenta que no era una copia.

—Y te preguntas por qué eres una paria entre los dioses, —susurró mientras la diversión crecía en su interior.

Se adentró a la edificación sin entender muy bien si estaba más entretenido que molesto, pero con la firme resolución de tomar una pequeña venganza.

Parte 2. La periodista.

Un ligero crujido en el suelo hizo que la periodista levantara la cabeza con sorpresa, y su rostro se tornó bermellón al sorprenderle el cuerpo desnudo de una mujer rodeado por los brazos de un hombre vestido de esmoquin.

—Pensaba venir así de todas maneras —justificó, dándole un sonoro, y aparentemente doloroso, codazo en la entrepierna a su captor. — Empecemos. —ordenó con tranquilidad a la entrevistadora, que aún no se había recuperado del todo de la escena y miraba boquiabierta al elegante joven retorciéndose en una esquina.

Se sentó en la fea banca de madera, que después de unos pocos segundos había tomado la forma de un trono plateado con figuras moviéndose en su sufrimiento. La chica despertó rápidamente de la confusión que le sobrevino cuando la diosa alzó la ceja como incitándole a que se apresurara, y se concentró en las hojas que sostenía con suavidad, ignorando a los presentes hasta que terminó de ajustar la grabadora. Cuando la regresó a ver, varios tatuajes adornaban su piel marmórea, lo único que cubría su piel aparte de una diminuta lencería negra. Pese a que prefería no mirarla, era inevitable prestar atención a la devastadora presencia que imponía.

Parte 3. La entrevista.

— Desde pequeña demostró sus cualidades para el engaño. ¿Qué mentira nunca contaría y por qué?

—¿Te refieres a mí? ¡Pero si soy terriblemente sincera! Por ejemplo, si pudiera mentir, no te dijera que ese de allí ha tenido sexo con más hombres que una estrella porno gay. Pero, como dije, no puedo… —Sonríe socarronamente cuando un bufido indignado se abre paso a sus espaldas.

>>Nunca he tenido remordimientos al mentir, y no tengo ningún punto débil en eso, excepto si antes logran hacerme prometer que no lo haré, entonces es imposible que falte a mi palabra (estrategia creada por mi padre para evitar que el caos reinara en el Olimpo cuando aún era una niña).

—Fue su manzana y una mala decisión lo que provocó la guerra de Troya. Afrodita, Hera y Atenea, si usted hubiera tenido que escoger, ¿a quién hubiera elegido y por qué?
—Qué desagradable hablar de esas tres arpías cuando tocamos el tema de Paris, que por cierto, tenía menos interés en las mujeres que yo misma. De todas maneras, habría elegido a Atenea por su belleza refinada y que exhala fortaleza; estoy segura que sería un deleite jugar un poco con ella. —explicó lamiéndose el labio superior, y mirando impúdicamente el cuerpo de Ares. —Aunque, por supuesto, fue un deleite hacerla pasar por esa humillación: Atenea, diosa de la sabiduría, desesperada por ser la más hermosa. Qué ironía tan maravillosa.

>> Además, sólo me llevé el crédito de algo que hubiera ocurrido eventualmente; Helena era fácil y Paris tenía la habilidad de despertar el apetito hasta en una toronja; y con su malévolo razonamiento—sólo utilizó a la tonta de Helena para destruir Troya—, con gusto le habría convertido en uno de mis soldados… al servicio completo.

—Inundó la Atlántida, incendió el Sahara hasta convertirlo en un desierto, secó los jardines de Babilonia… Y su mayor logro: las diez plagas de Egipto. ¿Nunca se cansa de provocar calamidades?

—Me di cuenta, por tu repentina profesionalidad cuando empezamos la entrevista, que esto es algo que te gusta hacer, ¿alguna vez te cansas? —le preguntó con ironía, pero la rubia negó de todas maneras, pasando rápidamente al siguiente punto.

—¿Qué catástrofe le gustaría provocar?

—Zeus encargó a Poseidón una tabla que inventaron los egipcios para llamar a sus dioses—nosotros con otra apariencia—, que tiene la capacidad de anular sus poderes también, y está escondida en el fondo de la parte más oscura del océano, rodeado por sirenas que lo custodian celosamente.

>>He buscado por siglos el modo de llegar hasta allí, ¿imaginas el terror que podría provocar? —, resaltó con una placentera sensación recorriendo su cuerpo. —El mundo sería mío.

—Ya ha demostrado que puede llegar a sembrar el caos por medio de una simple fruta. Lo que yo me pregunto es: ¿qué malsano placer encuentra en engañar y arrastrar a los pobres mortales a la guerra?
—Los humanos necesitan del dolor y el conflicto, si no, fueran seres insignificantes y que serían tan interesantes como una piedra. Me agrada ver el cambio de la gente cuando se sume en la desesperación, el verdadero yo que únicamente sobresale cuando está en riesgo algo vital. Además, disfruto observar cómo se auto-destruyen.

>> Por otro lado, desde que nací estuve muy apegada a Zeus, quien me crió más “a su imagen”, y supongo que influyó en la diversión que me provoca la excitación, la adrenalina, el pisar un cráneo sólo para que su sangre corra debajo de mis pies; por un momento, siento que pertenezco más a los humanos que a los dioses.

—Hay muchas cosas que le disgustan, eso es obvio pero, ¿cuál es la cualidad que más le gusta de una mujer? ¿Y en un hombre?

En los dos, el gusto de ser dominados y dominar. Por separado, una mujer tendría que ser desafiante y un hombre aventurero.

—¿Cómo es la voz de su conciencia o usted no tiene de eso? Dígame una vez en que se haya arrepentido de algo.

—La consciencia es una estupidez, es una reacción a lo que los demás dicen que está mal; si estás seguro de lo que haces y te agrada, ¿por qué deberías sentirte culpable de entregarte a la voluptuosidad de tus deseos? —, en la última frase se quedó viendo largamente a Ares con altanería.

>>De enamorarme —, dijo con un tono y mirada que indicaban el fin del asunto.

—¿Cuál es su lema y por qué?
Se ríe y la tensión desaparece de inmediato.

—Nunca lo había pensado. Creo que “Toma cuanto quieras tomar”; es la única manera de que tu existencia sea más tuya que del mundo.

—Adora a su hermano. ¿Hay algo qué no perdonaría a Ares?

—Yo soy suya y él es mío, mientras eso siga igual, no hay nada.

—No voy a preguntarle si ha estado enamorada alguna vez…—carraspeó incómoda. — Perdón, ¿qué es para usted el amor?

—Una pérdida de tie…— Repentinamente, Ares tapó sus labios y respondió por ella.

—Para ella, es esto —, corrigió con arrogancia el dios cuando unos fieros colmillos perforaron su muñeca y un espeso líquido rojo profanara la pureza de la piel de Eris. —Querer y darlo todo—, explicó ante fascinación de la humana. El dios arrancó la hoja de sus manos e hizo la última pregunta, simulando la voz de la entrevistadora.

—Y ya para terminar. ¿Qué tres cosas se llevaría a una isla desierta y por qué?

Sujeta al brazo de Ares, y con la mitad de su cuerpo cubierto de sangre, respondió con alevosía:

—¿Suponiendo que no pudiera salir? Libros, y mis mascotas: Ares, y el kraken.

Antes de que la ultrajada deidad pudiera decir algo, Eris se mordió los labios obscenamente y desaparecieron los dos.

La única interrogante que no podía quitarse de la cabeza Viveka, era qué demonios iba a hacer con el trono, y si la gente gritando en silencio se cansaría alguna vez.

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FIN.​

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Y eso es todo. ​

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Eris es mi diosa favorita, así que me divertí imaginando cómo respondería a esto, aunque creo que en varios momentos me salí del personaje. Pero para la primera vez, no está tan mal.​

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Gracias por la actividad, y muchas más a los que lean esto y comenten. ​

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Adieu.​

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