Contenido oculto: ANTES DE LEER. Bueno, estoy haciendo un reto de 100 temas para hacer fanfics~ así que lo publicaré aquí y en un blog personal ^^ Primer tema: Mentir. Fandom: Haikyuu. Parejas: KuroKen y TsukkiYama./ ¿KuroTsukki? :| Tipo: One-shot. Advertencias: Ninguna C: Ds: Los personajes de Haikyuu no me pertenecen ni tampoco las imágenes de la portada. La historia sí es totalmente mía. Aclaraciones: sé que esta historia da para mucho más, pero no me gusta alargar las cosas, así que lo resumo, es como mi estilo hacerlo de este modo, perdón las molestias. Oh, además las imágenes no tienen nada que ver con la historia, son solo para ilustrar las parejas. Contenido oculto: Personajes TsukkiYama. KuroKen. MIENTES. Tsukishima Kei siempre fue un chico que pensó las cosas seriamente. Él, en toda su desconfianza pudo depositar un poco de ella en manos de cierto chico provocador que pudo ver a través él. Sí, se puede decir que de verdad le gustaba Kuroo Tetsurou, sin embargo ¿por qué ahora todo se caía tan estrepitosamente? ¿Por qué el dolor no lo abandonaba? °°° Esa mañana había decidido salir a pasear un poco, decidió que necesitaba ropa nueva y también había querido averiguar unos libros que desde hacía tiempo quería leer. Temprano aún, se alistó y se dirigió al centro comercial que estaba más cerca de su hogar. Estaba tranquilo, el día daba como para comer algo frío así que caminó hacia el puesto de refrescos, pero… oh, sorpresa. ¿No era ese Kuroo de la mano de aquel chico con el pelo teñido? ¿No era ese Kuroo sonriéndole con tanto amor? Vaya… era justo ese Kuroo el que no quiso ver repartiéndole un beso al menor. Dio media vuelta sobre sus talones y caminó, parecía más sereno de lo que en realidad se encontraba. Decepción. Tiró las bolsas de compras en la cama y se sentó en la misma tomando su teléfono. Al final ya era tarde en la noche, se había quedado vagueando por ahí… no quería volver a casa o fue el simple hecho de que su mente estuvo maquinando tantos pensamientos que al final su día se fue muy rápido. El caso, eran pasadas las nueve de la noche y no sabía si aquel chico contestaría. — ¿Hinata? Sí… ¡No grites, bastardo! Necesito el número de ese amigo tuyo… el bajo que siempre tiene cara de aburrido. Sí, eso… Kenma. ¿Me lo darías?... ¡Son cosas personales, estúpido! Vale… gracias —el chico colgó la llamada, todas sus conversaciones con el pequeño de pelo naranja le hacían perder un poco el control. Esperó hasta que le llegó un mensaje de texto que contenía el número telefónico; lo observó por largo rato como pensando que hacer… por más que intentara ocultarlo: dolía. Cerró de nuevo el móvil, tal vez esperaría a mañana, no podría hablar con ese chico si se sentía tan alterado; ni loco le daría la imagen de chico desesperado y traicionado, eso nunca. Terminó recostándose en la cama tirando todas las compras al piso, gesto por demás extraño en el ordenado chico, pero justo ahora no le importaba. Se quedó pensando, imaginando que no era lo que vio, engañando sus recuerdos… pero sabía que no era así, que tenía que afrontarlo y que por más que dolía tenía que recuperarse de ello. Y con ese pensamiento en mente cerró los ojos y se dispuso a dormir… o intentar hacerlo. —Hey, Kei… levanta —unas manos grandes lo empezaron a sacudir un poco, refunfuñó empezando a abrir un poco uno de sus ojos… maldito Akiteru ¿cómo se atrevía a levantarle si hacía tan poco había logrado dormir? —Kei-chan~ levanta. Es casi medio día, vago. Es bastante raro en ti… ¿y ese desorden? ¡Oh, tampoco traes ropa de dormir! ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Te enfermaste? —maldita sea esa manía de su hermano de hablar tanto, con tanta pregunta rápida ya se le había disuelto por completo el sueño. Decidió entonces levantarse, su corazón se doblegó un poco… hoy era el día que lo cambiaría todo ¿no? —Ya, ya. Estoy despierto y bien, solo me dolía un poco la cabeza y solo pensé en dormir… no es nada —terminó sentenciando mientras entraba al baño y dejaba a su hermano a cuadros. °°° —Maldición… al final lo estoy posponiendo —susurró el rubio para sí mismo mientras terminaba de arreglar su habitación; se había pasado toda la tarde en ello y no es que estuviera precisamente sucia o desarreglada, es solo que el rubio organizó y re-organizó todo, incluso se descubrió a sí mismo limpiando algunas cosas por más de dos veces. Estaba a punto de terminar su labor cuando su teléfono vibró haciendo que hasta él mismo se sobresaltara. “Oye, veamos hoy ¿sí? Paso por ti a las siete, no digas que no —Kuroo.” Kei leyó de nuevo el mensaje… oh, justo ahora deseaba que nada estuviera pasando, deseaba confiar en Kuroo. “No vengas, encontrémonos en el parque cerca de la estación. —Tsukishima.” Pero ya no confiaba… sabía que todo acababa ahí. Terminó de acomodar la última figurita de dinosaurio sobre su escritorio y se fue a dar una ducha, tenía que apresurarse si quería tener todo listo para las siete. Eran las seis de la tarde y Tsukishima se sentó en una de las bancas del parque que a esas horas ya no estaba tan poblado. Sacó su móvil y miró el número en el mensaje de texto de la noche anterior, suspiró profundo y marcó. Un timbre. Dos… Tres… — ¿Bueno? —la voz al otro lado sonó monótona, casi aburrida. Seguro que era él. El rubio esperó un momento, respiró de nuevo y entonces por fin hablo. —Hola… Habla Tsukishima Kei —terminó por informar, escuchando solo el silencio del otro lado de la línea, fue así por algunos segundo que a él le parecieron eternos. —Oh… ya veo, ¿en qué te puedo ayudar? —su voz seguía monótona sin embargo Kei sintió el ligero cambio del nerviosismo… maldición. Parecía absurdo preguntar algo así por teléfono, hasta le parecía una broma de mal gusto; pero no tenía opción, no podía esperar más tiempo sin saberlo y tampoco es como si supiera donde vivía el otro chico. Era ahora o nunca, así, de esa manera tan poco convencional y ridícula. Tomó aire de nuevo y simplemente lo soltó. —Solo quería saber… ¿Sales con Kuroo Tetsurou? —preguntó de nuevo. Por Dios, casi se echó a llorar con lo sínico que era todo aquello. —Sí —fue todo lo que sonó al otro lado, ni una explicación, ni un remordimiento; hasta se llegó a preguntar si el chico tenía conocimiento de su existencia… ¡Pero mierda, claro que la tenía! — ¿Sabes quién soy, verdad? —aun así preguntó, sintiéndose más mal a cada palabra, más humillado, más pisoteado. —Sí… —pudo jurar que sintió su voz temblar a la otra línea, pero ya no importaba nada. —Ya… Gracias, adiós —y terminó, aquella llamada tan bizarra, tan cliché, tan patética. Dolor. Sí, maldición, sí… él ya lo sabía. Lo supo desde que los vio, era algo tan obvio. Sin embargo se hizo pensar en otra cosa, se hizo imaginar las explicaciones más increíbles… se hizo creer, pero no era así. Toda aquella confianza depositada fue pisoteada y tirada a la basura. Patético. Se quedó ahí sentado, pensando… al final era culpa suya por confiar ¿no? Era culpa suya por querer… era culpa suya porque perdió. No era lo suficiente, ¿verdad? Al final él nunca era suficiente para nada, para nadie. Oh, porque sí, Tsukishima Kei, aquel chico chocante y odioso no tenía precisamente la mejor estima… tampoco es que se menos preciara, pero digamos que tenía muy bien pensado lo que era y lo que no… y para él, él mismo no era necesario. — ¡Kei! —el chico de pelo negro y parado de forma bastante peculiar lo llamó, aunque ya estaba bastante cerca. —Kuroo —saludó el rubio parándose de su asiento, sintiendo la gravedad con más fuerza. —Oh~ que serio, ¿qué? ¿Tuviste un mal día? —preguntó despreocupado mientras le sonreía como siempre. Pero Tsukishima lo notó, esa no era la forma en la que le sonreía a Kenma, eran tan malditamente distintas que le dolió y se obligó a que sus rodillas no le temblaran. — ¿Me quieres? —susurró mirando hacia abajo, tan impropio de él que el mismo Kuroo se preocupó. — ¿Qué es eso tan de repente? ¿Quieres mimos? —respondió sonriendo de nuevo mientras acariciaba los cortos cabellos rubios, pero el de lentes lo esquivó. —No respondes… —dijo por fin mirándolo a los ojos, serio como nunca, su mirada tan helada que Kuroo juró que quemaba. —Claro que te quiero, tonto. Enserio, ¿a qué viene eso? —interrogó poniéndose también serio. Eso no le gustaba nada. Mientes. Tsukishima apretó los puños a los costados de su cuerpo. Seguía mirándole. Mientes. Se mordió la lengua mientras sentía un puntazo en la parte de atrás de sus ojos. Mientes. Entonces una lágrima traicionera bajó, pero él la secó tan rápidamente como cayó. —Mientes… Tetsurou —susurró de nuevo, mordiéndose la parte interior de su mejilla —Lo sé… lo sé porque no me miras igual que a Kenma, ¿verdad? —terminó sonriendo, algo que siempre hacía cuando de verdad estaba herido o molesto. —Espera Kei… eso… verás —y por primera vez, Tsukishima Kei vio a Kuroo bajando la mirada. —Aléjate Tetsurou, ¿sí? Aléjate todo lo que puedas de mí… olvídame, no quiero verte nunca más —palabras comunes para un sentimiento tan nuevo. La ira creció en él, dio media vuelta y se marchó, no merecía la pena verlo una vez más. No valía la pena… y sin embargo las lágrimas ahora caían gruesas. °°° El tiempo había pasado tan lento, tan frustrante, sin embargo ya estaba mucho mejor; los días no se hacían tan largos, las noches no eran tan frías. El dolor estaba cicatrizando. ¿Seis? ¿Siete? ¿Ocho? Quién sabe cuántos meses habían pasado ya; Tsukishima ya no quería pensar más en ello. En ese largo periodo de tiempo vivió tantos momentos, tantos dolores, lloró noches enteras… porque sí, Tsukishima de verdad estaba herido y defraudado. Aun así, la noche en la que Kuroo le llamó pidiéndole hablar con él, Kei de verdad supo que ya la herida no estaba abierta y de la mejor forma declinó la oferta; tal vez en otro momento el rubio habría cedido, pero ya no más. Un año después, un año sin tener noticias del moreno, le llegó por boca de Hinata la noticia de que Kuroo se iría a vivir a Tokio con su ahora prometido, Kenma. Y pudo sentir tantas cosas: dolor, rencor, odio… sin embargo lo que sintió fue la fría y desolada nada. No sintió nada. Ya había sanado. °°° — ¡Tsukki! —el chico le gritó mientras corría hacia él. Su cabello se revolvió y sus pecas estaban manchadas por un toque de color rojizo, ya que el chico venía corriendo en pleno verano. — Muy ruidoso… Cállate, Yamaguchi —sentenció el rubio parándose y acomodándose sus lentes; empezó a andar con el otro chico siguiéndolo. La verdad es que Tsukishima no había vuelto a ser el mismo desde lo ocurrido con Kuroo, se volvió más frío y tosco de lo que en realidad ya era antes. Sus amigos más cercanos siempre le advertían que se iba a quedar solo si seguía siendo tan huraño y odioso. Entonces apareció Yamaguchi Tadashi; aquel chico pecoso y tímido que llegó a la universidad cuando ya llevaba unos cuantos meses empezadas las clases. Bastó que Tsukishima, al verlo tan perdido en las aulas, lo ayudara a encontrar la que necesitaba, lo que no fue gran fastidio ya que al parecer el rubio y aquel nervioso pecoso estudiaban en casi las mismas aulas. Y con esa muestra desinteresada de ayuda que le brindó el chico alto fue suficiente para que tuviera a Tadashi pegado de él en cada momento que tenían libre. —Hey, Tsukki, estás despistado ¿estás bien? —preguntó el más bajo mirándolo un poco. —Sí, solo recordaba cómo fue que te me pegaste como un chicle —habló serio, pero en realidad burlón. Vio como el otro chico bajaba la mirada y se apartaba un poco de él, como dándose cuenta de que era verdad y sonrojándose al instante. —L-lo siento, Tsukki… —susurró el pecoso y Kei sonrió mientras agarraba la mano de Tadashi haciendo que este le miraba sorprendido y más rojo que antes. Tsukishima sonrío de nuevo para sus adentros, pero esta vez no dijo nada, solo siguió caminando, así de cómodo agarrando la mano de Tadashi, parecía que era hecha a su medida, pero sabía que eso solo eran cursilería que se le pasaban por la mente y que obviamente no diría en voz alta. Yamaguchi no dijo nada, pero sonrío bajo también mientras apretaba un poco la mano que se aferraba a la suya. Y tal vez eso era lo que más le gustaba a Kei del chico tímido y pecoso. No importaba lo irritante o su pasado, porque Tadashi aceptaba todo de él, porque Tadashi demostraba amarlo con todos sus defectos y valores… porque sentía el amor de Yamaguchi. Y lo más importante, sentía que Tadashi nunca le mentiría. Tal vez solo era el deseo de que no lo hiciera nunca, pero viviría añorando que el otro chico no lo iba a traicionar. Y Yamaguchi Tadashi sabía que jamás lo haría, porque solo quería ver a Tsukishima sonreír día a día. Sí, Kei pudo cambiar mucho, pero Tadashi le había devuelto aquello que había perdido: la confianza y el poder amar a alguien.
Ay que ternura dios mío. Me gusta que tu forma de escribir sea tan...no sé, limpia, prolija, como tranquila. Me gusta. No me gustó tanto el hecho de que lo pusieras "de villano" a Kuroo, puede que sea porque yo lo veo como un buen chico, o porque yo soy muy sensible como para aguantar estas cosas. El angst de corazones rotos y eso me pega muy fuerte siempre. Pero, fuera de eso, todos cometen errores, así que puede que Tetsurou también haya hecho algo así y esté mal y todo, pero ¿qué se le puede hacer? Pobre Tsukishima ;A; Me rompe el corazón. Me alegra muchísimo esto del principio triste triste y el final feliz, pero no se borra la herida, si no que permanece y se convive con eso, porque Yamaguchi lo acepta así como es, y eso es lindo. Te deja con un buen sabor en la boca(? En fin, me gustó mucho tu fic. Gracias.