Marina. El color azul es el que te identifica, tan frío, tan vivo, tan pacífico. Me prometiste muchas cosas, que te quedarías conmigo. Oh... Marina... Recuerdo que te encantaban los rompecabezas, los laberintos y crucigramas. Te encantaban los juegos de acertijo y adivinanzas. También recuerdo que te encantaban todas las fotografías, o pinturas abstractas. Decías que cada quien veía lo que quisiera ver, cada quien veía lo que se era por dentro. Decías que la realidad no existe, que cada quien se ideaba y miraba una realidad diferente. Dejabas siempre y sin falta acertijos, adivinanzas, o pequeñas notitas en mi pupitre. Casi todo el tiempo, el premio era un beso tuyo en mi mejilla. No entendía por qué hacías eso, no entendía por qué cambiabas tu humor, tus contestaciones y tratos cada día. Pero contigo ningún día resultaba ser igual al anterior. Tu piel de porcelana contrastaba con tu cabello azulado, tu bello cabello eléctrico. ¿Recuerdas cuando yo subía hasta tu habitación, y nos sentábamos en el borde de la ventana? El viento azotaba tu cabello, y tú columpiabas tus piernas con un cigarro entre los labios. Nunca me gustó que fumaras, pero por más que intenté convencerte, no logré que lo dejaras. Eres terca, Marina, la persona más terca que he conocido en mi vida. Cada vez, tus acertijos y trampillas resultaban ser más y más difíciles, pero siempre terminaba resolviéndolas. A medida que avanzaban los días en tu compañía, me fui enamorando de todas esas cosas absurdas y sin sentido que hacías. Como tirarte desde tu armario y caer en tu cama, quedarte encima del edredón por horas mirando el techo, hasta esa vez en la que me llevaste arrastrando al bosque, a las afueras de la ciudad, y me obligaste a dormir a orillas de un río, casi en pleno otoño. Me amenazaste con ya no volver a hablarme si no lo hacía, y yo sé que todo lo que sale de tu boca es serio. Lo bueno, es que nos envolviste con una manta, y ambos dormimos juntos. Al día siguiente ya no estabas, pero sí había otro pequeño acertijo tuyo, y al resolverlo, me di cuenta que era un tipo de guía para llevarme a otro acertijo, y así consecutivamente. Después de media hora, di a dar contigo, te encontrabas en la cafetería cerca de mi casa, tomando una taza de café, y con otra taza del otro lado de tu mesa. Esperando por mí... Ahora sé para qué eran tantos acertijos, tanto misterio. "Mi actividad favorita es romper corazones, pero tranquilo, a ti no te haré eso", dijiste una vez. "Si un día llego a salir de tu vida sin más, guarda, y añora todas mis notas, adivinanzas, todos los crucigramas y laberintos, guarda todo lo que te he dado, ¿sí?, promételo". No sabía que ese día llegaría hoy. No sabía que desde un principio, todos esos juegos y cosas que hacías, eran tu despedida, no sabía que también te gustaba llegar, marcar, y desaparecer como el viento, como un misterio.
Me encanta, definitivamente me encanta. La verdad es que has descrito al personaje de Marina de una manera sensacional, un personaje con mucha personalidad y bueno, me encantó el desarrollo y el final, me sorprendió sobremanera. Lo has escrito muy bien, gramática, vocabulario, ortografía y redacción todo perfecto y exquisito. Te felicito. Espero leer más cosas tuyas. <3 ¡Un saludo! :)