Drabble Mao | Samurai Senso

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Tras recibir la noticia de la traición y posterior muerte de Mao, Kenzaburo se marchó sin volver la mirada una sola vez hacia atrás. Sólo los dioses saben cuánto le costó mantener aquella firmeza y aquel semblante rígido de fingida indiferencia. Caminó por Shizuoka sin saber qué calles había tomado, y como un perro callejero, Kenzaburo encontró el camino a su habitación en el Oyaji. Se sentó en el borde de la cama, pero sintió algo que se le clavaba bajo el muslo derecho. Rebuscó con la mano y extrajo un pequeña mariposa tallada en madera que antaño Mao le había regalado en sus tantos días en compañía.

"Todos merecemos segundas oportunidades, Kenzo"

Kenzaburo acarició la mariposa, recorriendo con sus yemas los detalles en la madera, como quién acaricia recuerdos dulces agriados por el tiempo y la vida. No lloró porque los guerreros no lloran, pero su corazón latía desbocado, sin control, desgarrado.