Historia Interactiva Mage One: Una historia del Cebollaverso

Era un día tormentoso y Lyon estaba aprovechando su tiempo libre para estudiar en condiciones. Sentado en su excéntrico escritorio, con un libro abierto y unos cuantos más al alcance de su mano.

El día anterior había llegado a sus oídos que la hija de cierto sujeto, muy importante en la comunidad, había caído presa de una terrible enfermedad. Movido más por la ambición y el prestigio que por la compasión, pero ni lento ni perezoso, el Semi-Elfo se dió a la tarea de hallar alguna cura.

Y tras varias referencias cruzadas en docenas de libros de sanación diferentes, creyó haber hallado lo que necesitaba. Lo primero, una explicación a la extraña dolencia de la pequeña. Infección por Mimics, un fenómeno extraño pero no imposible, en el que uno o más Mimics se pegan a la piel y empiezan a consumir a su huésped como garrapatas.

Y lo segundo, dos potenciales curas a la enfermedad de la pequeña. Una de ellas era un salmo especial, pero él no era sacerdote, y el único que había en todo el pueblo no podía hacer ésto. No es que no supiera como hacerlo una vez leída la letra, pero es que cantaba tan mal, pero tan mal, que Lyon podría jurar que ante semejante despliegue de su soberana falta de talento, hasta los dioses se tapaban los oídos. Es más, según los rumores, una vez el sacerdote había cantado tan mal tan fuerte que despertó a un muerto, sin la ayuda de ningún tipo de deidad.

La cuestión era que aquel salmo estaba fuera de toda posibilidad. La otra posible cura era un ungüento especial con una receta carísima, pero el lado positivo era que la mayoría de ingredientes se podían conseguir fácilmente en las cercanías del poblado. Había dos o tres cuya obtención era potencialmente peligrosa, pero a Lyon eso le daba igual. Escribió la lista de cosas que tenía que conseguir, se guardó su siempre fiable mazo en el bolsillo, preparó una bolsa con cosas que con toda seguridad fuese a necesitar más adelante, y partió.

¿A dónde se dirige Lyon ahora?

1) A por la saliva de un dragón.
2) A comprar Harina Azul y otros ingredientes básicos para el ungüento.
3) A tratar de sacarle una buena cantidad de mocos a los Ogros Narigudos de la montaña enana.
4) A averiguar a la biblioteca local a ver cuál es el lugar más cercano para conseguir sal.

Reglas:

Contenido oculto

- Para Continuar la historia se requiere por lo menos de un voto.
- De haber empate en las votaciones se lanzará un dado.
- Cuando haya un combate, se añadirán a ésta caja las reglas que debe seguir Lyon para usar sus poderes.

-Sobrevive de la forma que se te ocurra, nunca jugar en pacífico, no salir de los límites del mapa, diviértete, settings recomendadas render distance 10 chunks o más, desactiva las nubes.
Okno

 

Lyon se dirige a por la saliva de un dragón. Para ello, debe dirigirse a las montañas del norte de la región, dónde los dragones suelen habitar. Así que prepara una bolsa con algunas provisiones para el viaje y algo de dinero, y se dirige a rentar un caballo.

Al llegar, se encuentra con un viejo borracho con un olor a vino tan intenso que Lyon podía olerlo hasta con los ojos.

—Hola Shhhheñor. — Lo recibe el viejo intentando penosamente fingir un mínimo grado de sobriedad.

— Buenos días. — Responde Lyon cortésmente a pesar de todo.

—¿Dese ¡Hic! Desea rrrrentar un cabaio? — Preguntó el viejo, casi cayéndose de espaldas con el ataque de hipo.

— Sí, el de siempre por favor. — Dijo Lyon, quién parecía no sorprenderse para nada de la tremenda ebriedad del sujeto. A decir verdad, él ya sabía que se lo iba a encontrar en éste estado, porque ya llevaba así quince años consecutivos. Aún así, y a pesar de todo, aquel borracho era al menos lo suficientemente competente para mantener a flote su negocio.

— Amigo, algún día tengo que averiguar cómo devolverte la sobriedad. — Dijo antes de retirarse y, concluyendo la parada en el negocio, con su caballo ya alquilado, Lyon partió hacia las montañas.

A mitad de camino, surgió un problema. Lyon había previsto que sentiría hambre y se había preparado algo rápido: Había guardado una banana. Pero cuando la sacó, se había dado cuenta de su error, esa no era una banana cualquiera, era la banana de "En cualquier momento cometerás una soberana estupidez" o "Ecmcuse" abreviado. Era una banana maldita que, tras comerla, te fuerza una única vez a cometer una soberana estupidez, en algún momento al azar. Más allá de eso la banana es total y absolutamente indistinguible de una banana ordinaria al ojo no entrenado. Se ve cómo una banana, huele a banana, pesa lo que una banana, se siente cómo una banana, y sabe a banana, pero la gente con un entrenamiento cómo el de Lyon sabe distinguirlas igualmente.

A sabiendas de ello, Lyon decidió comérsela. Al fin y al cabo, su siguiente destino era el hogar de su amigo Carlitos. Así que, despreocupado, Lyon siguió su camino a caballo. Llegó al pie de la montaña y empezó a subir. Finalmente llegó.

Golpeó las palmas a la entrada de la cueva, el hogar de su amigo Carlitos. Y ahí estaba, el majestuoso dragón de treinta metros, con sus alas y sus zarpas y sus poderosas mandíbulas capaces de tragarse un mamut con sobrepeso cómo si fuera una simple galleta.

— Hola Carlitos. —Lyon saludó al dragón cómo si nada y éste le devolvió el saludo con una sonrisa.

— Lyon ¿Qué te trae por aquí? — Respondió con una voz algo grave pero con un tono similar al del dinosaurio Barney.

— Estoy haciendo una cura para una niña y necesito de un dragón pequeño para extraerle la saliva. — Dijo. — ¿Sabes a dónde se fue tu hermanito?

— Ah, sí. Mira, Muerdecaras se mudó a la montaña enana, está cien kilómetros más al norte. Deberías darte prisa, si vas a caballo, llegarás para el atardecer.

— Está bien, muchas gracias Carlitos.

Entonces, Lyon se retiró y emprendió la marcha directo hacia el norte. Entonces, a los 51 kilómetros el efecto de la banana se desvaneció, y Lyon se dió cuenta.

— ¡Podría haberle pedido su saliva a Carlitos!

Sin embargo ya era tarde para dar la vuelta, si lo hacía llegaría a la montaña de Carlitos para el anochecer, y eso sería un riesgo muy grande. Por otro lado la montaña enana estaba tan sólo a unos pocos kilómetros al sur de un pueblo con un río bastante caudaloso que lo dejaría cerca de casa en cuestión de sólo unas pocas horas. Pero Muerdecaras era un dragón con una reputación bastante mala, al contrario que Carlitos. Si seguía por esa dirección, el enfrentamiento sería inevitable.

¿Qué debería hacer Lyon?

1) Volver a lo de Carlitos y arriesgarse a enfrentar los peligros de su montaña.
2) Seguir derecho y enfrentar a Muerdecaras.