Otro M de Mapache [Días de abecedario]

Tema en 'Relatos' iniciado por Wolf Boy, 14 Mayo 2017.

  1.  
    Wolf Boy

    Wolf Boy Big Boy

    Aries
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    Escritor
    Título:
    M de Mapache [Días de abecedario]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2939
    Esta es la M... con esta si que me esforcé.
    Insiste en que deberían haber màs géneros, no logro encontrar uno para algunas de mis historias xD
    Espero les guste tanto como ami :3´

    M de Mapache

    11:00 AM​

    Mapache era, bueno era Mapache. Emma era una chica bastante única, pequeña para su edad, siempre desarreglada, con los castaños cabellos despeinados, pero aun así bonita, y siempre con su estilo muy propio, sin dejar que nadie le cambie. La conocían de años atrás, cuando estaban en el colegio, y siempre fue esa persona, amable, ingenua, curiosa y soñadora. Se alegraban de que no haya cambiado en nada.

    Y desde que adoptaron a Ian, veían muy seguido, pues él y Lucas, el hijo menor de Emma, eran los mejores amigos, ambos de la misma edad contaban ya con nueve años.

    Ian y Lucas siempre habían estado juntos, desde los dos años. Ian era algo lanzado y arriesgado para sus condiciones, y Lucas era un niño muy tranquilo y calmo que no dañaría ni a una mosca, siempre y cuando nadie tocara a su mejor amigo, a sus hermanos o a alguien que le importaba, algo muy característica de aquella familia.

    —¿Entonces Lucas es tu mejor amigo? —Pegunta Puala, a pesar de que ya sabe la respuesta.

    —Claro que si, mamà. —Responde el niño, sin ni siquiera pensarlo, mientras mira por la ventana del auto. —Ya casi llegamos. —Dice emocionado, al reconocer las palmeras en la calle de su mejor amigo.

    El pequeño Lucas había invitado a Ian a comer, y pues aparte de eso aquel dìa podrían ver antes que nadie los últimos capítulos de la tan aclamada serie creada por la artista Emma, de la misma manera en la Emma y Leo las habían invitado a ellas. Se llevaban muy bien, y no eran las únicas, la prima de Puala también se pasaba seguido con Mapache, pues trabajaban juntas, o a el “tío” Julián, un hombre generoso y de buen corazón que habían tenido el placer de conocer gracias a Leo, el esposo de Emma.

    Era una salida causal, pues Mapache y compañía odiaban la formalidad. Su hijo llevaba una camiseta azul oscura con un cocodrilo estampado en medio y unos pantalones beige, llevaba su cabello ondulado y negro algo largo.

    El chico de cabellos color carbón bajo corriendo del auto apenas llegaron, y toco el timbre de la enorme casa. Segundos después se abre la puerta, dejando ver a una muchacha y a un muchacho, ambos de unos trece años, los hijos mayores de Emma, unos mellizos.

    —Annie. —Sonríe el niño y luego abraza a la niña que es la viva imagen de su madre a esa edad.

    La chica era bajita, al igual que su hermano. De largos cabellos castaños muy claros, casi rubios, y completamente despeinados, sus ojos eran del color de la miel, hermosos para ser “comunes”, de tez blanquecina. Llevaba una camiseta morada estampada con estrellas, y unos pantalones cortos de color rojo, sobre sus despeinados cabellos llevaba una gorra magenta con una estrella de la que salía un arcoíris, su nombre era Ana Paula, en honor a una de las madres de Ian. Muy contenta le devolvió el abrazo a su pequeño amigo, se separaron para después sonreírse.

    —Hola, Ian. —Saluda la joven Ana mientras lo despeina.

    —Luis Fe. —Dice emocionado saltando sobre el muchacho.

    El joven mellizo giro con Ian en brazos. Era muy parecido a su hermana solo que llevaba el cabello medianamente largo dejando ver que se ondulaba, al contrario que su hermana este era de un color castaño oscuro, como el de su madre, pero por lo demás eran muy parecidos, tenía los mismos ojos que su hermana, la misma sonrisa y expresiones, la misma pequeña y perfecta nariz, el mismo tono de piel solo que la tenía pecas. En conjunto a su hermana el llevaba una camiseta roja con una sola gran estrella estampada en medio, y unos pantalones cortos morados, y sobre su hermoso cabello una gorra blanca con azul con un pino del mismo color, su nombre era Luis Felipe, por alguien que Emma había conocido hace mucho tiempo.

    —Príncipe Ian. —Dice el joven Luis, haciendo una leve reverencia. —Pasen —sonríe a las madres del niño.

    Ambas saludan a los jóvenes hermanos de manera muy afectuosa, eran unos muy buenos niños. Entraron, allí había un amarillo sendero en dirección a la casa bordeada de grandes árboles que proyectaban grandes sombras. Entre los árboles se aproximó a toda velocidad un enorme perro blanco, que paro en seco a los pies de los mellizos.

    —Hola Dui. —Saluda el de cabellos como el carbón, rascando la cabeza del perro, que más que perro parecía lobo.

    No era la primera vez que iban a aquella casa, ya no les sorprendía nada, de hecho, era casi como su segundo hogar, siendo siempre bienvenidos. Siguieron caminando hacia la enorme casa.

    —Vamos Dui. —Se escucha la dulce voz de la pequeña Ana, sin bacilar el perro avanza a su lado.

    Avanzaron hasta llegar a la gran puerta de madera que ya estaba abierta. Entraron, el perro los siguió, los pisos eran de madera, justo al entrar había un espejo sobre una cómoda con varias fotos de la familia y amigos. A la derecha se encuentra la gran sala y más allá las escaleras que dan al segundo piso, a la izquierda está el comedor con una muy larga mesa, y tras la pared del espejo una amplia cocina, del lado opuesto otras escaleras.

    Girando para dirigirse hacia la sala, tenía tres sillones grandes que se conectaban y dos individuales. Frente al gran sillón conjunto estaba una gran televisión sobre un mueble alto con muchos estantes bajo que estaban llenos de distintas consolas, y estantes a los lados llenos de películas como videojuegos, series y una que otra figura para decorar. Mientras que la pared contraria a esta era un librero en sí, totalmente lleno, era casi toda la pared a excepción de dos huecos grandes para las ventanas, en frente de estas estaban los sillones individuales. En estos se encontraban sentados los dueños de la casa.

    —¡Mapache, León! —Chilla el niño de ojos azules, mientras se les lanza encima, totalmente emocionado.

    —Príncipe, Ian. —Dice feliz la de ojos melados, poniéndose en pie y dejando al niño con su esposo, y saluda a sus amigas. —Iré a por Lucas, no sé qué estará haciendo.

    Esa tarde Emma llevaba, una camiseta con un estampado de los guardianes de la galaxia, unos jeans azules, y un gorro de lana rojo que hacia juego con sus lentes.

    —El pequeño Ian. —Dice el hombre mientras le hace cosquillas al niño.

    El esposo de Emma, también era algo bajito, pero no era nada anormal. Tenía el cabello entre castaño y rubio, justo como su hija, lo llevaba de tal modo que con lo ondulado que era asemejaba una melena, y sus ojos color arena, de tez blanca y con pecas, llevaba unos lentes redondos de marcos algo gruesos. Llevaba una bufanda roja y amarilla, una camiseta negra con un estampado del escudo de los Targaryen y unos jeans.

    —Hola, señoritas. —Saluda, mientras besa la mano de cada una de sus amigas.

    Y en ese mismo instante baja a toda velocidad el tercer hijo del Mapache y el León. El niño era de la misma altura que Ian, de cabello ondulado y corto, no era tan oscuro como el de su madre ni tan claro como el de su padre, sus ojos eran color arena, tenía la cara llena de pecas y una permanente expresión de felicidad, como si se estuviera riendo de algo, era flacucho, alto y de tez pálida. Llevaba una camiseta naranja con el zorro del principito, y unos pantalones cortos verdes. Llevaba en las manos dos tirachinas y bajo los brazos dos tarros llenos de canicas, cosas que dejo sobre la mesa ratonera de la sala.

    —Zorro. —Saluda el joven de ojos azules, mirando con una sonrisa a su amigo y estirando las manos.

    —Príncipe. —Responde el niño de ojos como la arena, mientras choca las manos con su amigo haciendo su típico saludo.

    —Ustedes dos. —Dice Emma desde las gradas, señalando a las madres del niño. —Elijan, quien cocina y quien se encarga de los niños. —Se acerca a la pareja, junto a su esposo.

    —Yo iré a jugar con ellos. —Dice muy feliz Valentina, mirando a los niños, adoraba jugar con ellos.

    La de ojos de un azul grisáceo, llevaba el cabello sujetado en una simple cola baja, debido al calor, con una camiseta de mangas cortas de color blanca y bordes celestes que en el centro tenía estampado en letras grandes “AC/DC”, llevaba unos jeanas de un color celeste claro, todo esto la ayudaba a verse más joven de lo que era.

    —¿Podemos ir a jugar en el patio? —Pregunta Lucas mirando a los adultos y tomando sus cosas.

    —Claro que sí. —Dice Leo, mientras despeina a su hijo, y regresa a ver a los dos mayores. —Cuiden a sus hermanos.

    Los mellizos asienten, acomodándose la gorra hacia atrás. Y luego se dirigen a la cocina para salir por la puerta trasera.

    —Vamos Dui. —Dice el niño de cabello castaño, subiéndose a la espalda de su enorme perro, que empezó a caminar con dirección a la cocina.

    Tras todos los niños fue Valentina, con una gran sonrisa, esos eran de sus momentos favoritos.

    …​

    12:17 AM​

    Era pleno verano y hacia un sol tremendo. Aun así, se encontraban allí, jugando en aquel enorme patio trasero. Una larga extensión de pasto de un verde muy claro, en frente de un pequeño techado que provocaba el balcón, allí había varias sillas y una pequeña mesa, más allá estaba el taller, lleno de herramientas y juguetes. La larga extensión de tierra sombreada por los árboles, se dividía en dos; una cancha de fútbol, y la otra en un terreno desigual lleno de árboles de limón entre otros. En ese lado se encontraba una gran casa para perros.

    Los cuatro niños y la mujer jugaban fútbol, ella tapaba mientras los otros cuatro jugaban en equipos, los mellizos contra Ian y Lucas, era algo típico, el equipo que más goles anotaba era el ganador. Dui ayudaba a la morena en la portería de vez en cuando, y todo estuvo pacífico, hasta que el gigantesco perro agarro el balón en sus poderosas mandíbulas y hecho a correr con él.

    —Dui, no de nuevo. —Dice frustrado Luis, para después correr tras el perro con su hermana a la saga.

    —Ven aquí. —Dice Ana, mientras rodea al can.

    Ambos hermanos logran acorralar a la bestia blanca, era como si se comunicaran sin palabras, simplemente sabían que hacer, juntos siempre. El perrito para en seco en frente de la castaña, mientras Luis le salta a su espalda y le quita el balón.

    —¡Ma! —Llama el chico, mientras él y su hermana miran el muy babeado balón.

    —¿Qué pasa, Feli? —Dice la de cabellos desordenados, apoyándose en la gran puerta trasera y mirando a sus hijos.

    —Dui poncho otro balón. —Dice Ana, mientras acaricia de manera ruda la cabezota blanca de su mascota.

    —Dui… —Dice con una mirada penetrante al can, que se recuesta y gira sobre su espalda. —Pueden ir a comprar uno nuevo, y por helado. —Propone acercándose.

    Los otros dos niños y la de ojos azules se acercan.

    —¿Podemos? —Preguntan Ian y Lucas al mismo tiempo.

    —Si… —Dice la de ojos color miel, mientras les revuelve los cabellos a ambos. —Siempre y cuando, su tita Vale los quiera llevar, a ustedes cuatro y a Dui.

    —Vamos. —Dicen todos los niños, el perrito ladra poniéndose en pie.

    Valentina asiente sonriendo, esos niños le encantaban.

    …​

    2:09 PM​

    Llegaron mucho más tarde de lo esperado, pero es que hubieron “inconvenientes”. Se fueron a pie y regresaron a pie, con todas las cosas, y no, no era solo un balón y uno que otro helado, eran dulces, pelotas de tenis, entre otras cosas.

    —¿Qué sucedido? —Pregunta la de cabellos rizados, mirando a su hijo de pies a cabeza, para asegurarse de que este bien. —¿Por qué tardaron tanto? —Insiste, mientras toma el rostro de su esposa y la mira por todas partes.

    Desde la cocina aparecen los dueños de la casa, con miradas curiosas y despreocupadas. Los mellizos llevan a las compras hasta la cocina y regresan junto a los demás. Ian y Lucas susurran entre ellos, y luego sueltan la correa de Dui, que, en ese momento, sale a su patio.

    —Nada, solo nos tomamos nuestro tiempo. —Dice la morena, tomando las manos de su esposa y entrelazando sus dedos. —Paramos en el parque… —Desvía la mirada.

    En ese momento los jóvenes mejores amigos, salen corriendo hacia la cocina, en busca del helado y los dulces. Los adultos miran detenidamente las acciones de los niños, sabiendo que era lo que querían.

    —A, no de eso nada. —Dice Leo corriendo tras los niños.

    —Primero tienen que almorzar. —Suelta los dedos de su esposa y sale tras su hijo y el otro pequeño.

    —Esos dulces son para todos. —Corre hacia la cocina la dueña de la casa, con su actitud infantil.

    Aprovechando la situación, los mellizos intentan escabullirse, pero la de ojos azules los toma de los cuellos de las camisetas, impidiendo su huida. Los hermanos intercambian una mirada de frustración.

    —¿A dónde creen que van? —Pregunta con una voz seria, para soltarlos. Ambos se giran para mirarla a los ojos. —No voy a poder cubrirlos siempre…

    —Si… Gracias por eso… —Dicen al mismo tiempo, intercambiando una mirada apenados. —Perdónanos, Tía Vals. —Abrazan a su “tía”.

    —Está bien… —Dice, después de un muy largo suspiro mientras les corresponde el abrazo. —Solo no vuelvan a hacer esa clase de travesuras. —Su voz es firme pero cariñosa.

    Los niños se separan y asienten, los tres van a la cocina para encontrarse con el resto de la “familia”. Los mellizos tenían una gran capacidad para meterse en problemas, y para salir ilesos de la mayoría, y esto era algo que la de cabello color carbón sabia de sobra.


    4:45 PM​

    Después de almorzar, entre risas, conversaciones, ruidos y chistes, ambas familias dejaron todo limpio y se dirigieron a la sala.

    Allí verían los últimos capítulos, de la serie creada por Mapache, basada en el libro escrito por la misma. Los niños la adoraban, pero no solo ellos, sino que gente de todas las edades lo hacía.

    Ya en la sala, los cuatro niños estaban sentados en el sillón en frente a la televisión, mientras que Paula y Valentina se encontraban en el sillón de la derecha y los dueños de la casa en el de la izquierda. Luis se pone en pie y coloca los capítulos, para luego volver a sentarse entre su hermana e Ian. Dui estaba recostado a sus pies.

    La cinta empieza, abriendo con algunos acontecimientos del capítulo anterior. Después está el opening, tema creado por Leo, un músico excepcional.

    Los episodios pasan con emoción, hasta llegar a un punto de atención que tiene a todos interesados, incluso a Emma, quien ya sabía lo que sucedería.

    —Esta es mi parte favorita… —Dice asombrada la pequeña Ana, tomando más canguil, sin despegar los ojos de la pantalla.

    —¿Cómo puedes decir eso? —Pregunta su gemelo, mirándola horrorizado.

    Se dedicaron miradas, de las que se podía decir que salían chispas. Era raro que Luis y Ana discutieran por cosas así, era raro que discutieran en general.

    …​

    6:36 PM​

    Al terminar los siete capítulos de cierre de temporada, los mellizos ya estaban de a buenas. Todos quedaron muy satisfechos con el resultado de las cintas.

    Paula y Valentina se ponen de pie al ver el reloj, ya era hora de ir a casa.

    —¿Hijo, te quedaras a dormir? —Pregunta la de cabellos rizados, para luego sonreírle a su esposa.

    —¿Puedes? —Preguntan los tres hermanos.

    —Si… Aunque no tengo mis cosas para hacerlo. —Dice el niño emocionado por quedarse.

    —Yo las traje. —Dice la morena, tomando la mano de la de lentes. —Sé que siempre que vamos o ellos vienen, tienen que quedarse. —Le guiña el ojo a su hijo, entregándole una pequeña maleta.

    —No hay problema. —Dice Leo, poniéndose en pie y tomando a Luis por los hombros. —Ustedes siempre son bienvenidas, y tu Ian, eres como mi cuarto hijo. —Les dedica una de sus galantes sonrisas.

    —Eso es verdad, ustedes ya son familia. —Dice Emma abrazando a sus amigas.

    Felices los niños se despiden de la castaña y de la morena, de manera cariñosa, y suben las escaleras. La de ojos melados abraza otra vez a sus amigas para despedirse, se separa para que su esposo también pueda hacerlo.

    —Gracias por todo. —Dice la de lentes, colocándose su camisa.

    —Eres la mejor, Mapache. —La de finos rasgos, le quita el gorro a su amiga y se lo pone.

    —Adiós. —Mueve la mano en señal de despedida el León.

    —Diviértanse esta noche. —Dice Mapache, moviendo las cejas y sacándoles un sonrojo a ambas.

    La pareja sale de la enrome casa y sube a su auto, para ir a casa después de divertirse tanto aquel día. Los dueños de la casa cierran las puertas.

    —Eres mala. —Suelta, el músico abrazando por detrás a su esposa.

    —Lo sé. —Dice para después, darse la vuelta y darle un corto beso al amor de su vida. —Pero bien que a ti también te gusta molestar.

    Ambos ríen, entrando a su hermosa casa y subiendo las escaleras, antes de que los niños hagan un desastre,

    Fin.
     
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  2.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Saludos.

    Me quedó duda con esta oración.
    ...de la misma manera en la Emma y Leo las habían invitado a ellas.
    No sé si sobran palabras o faltan.

    Se nota trabajaste más este fic, le pusiste atención a las tildes, casi no hubieron fallos en ese ámbito. Me gustó que describieras a los personajes, sus ropas, los lugares y que algunos tuvieran apodos tan llamativos.

    En lo referente a la historia. Es un slice of life de dos familias que se conocen desde hace muchos años. Incluso los hijos son muy buenos amigos.
    Ambas parejas se quieren mucho, el romance aún sigue en el aire, algo muy bueno para parejas que llevan tantos años juntas. Además del cariño que les tienen a los niños es admirable. Y el perro me encantó, bastante travieso y obediente con los gemelos.

    Me gustó bastante, fue fresco y relajante. Un hermoso relato familiar y que muestra que las amistades pueden perdurar y ser cultivadas hasta casi crear que ambas familias fueran una sola.
     
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    Me parece Aryaa que tu narración tiene algunos buenos aspectos, pero en lo que más falla es que cuenta más de lo que tiene que contar. Dark RS dice que le gusta la descripción de las ropas y los lugares que haces, pero para mí es innecesario, no aporta casi nada a la lectura esas descripciones.

    La mayoría de las descripciones que se dan son insustanciales, deberías tomar en cuenta el consejo que da Julio Cortázar de que el cuento, en contraste con la novela, gana por knock-out. Todo lo que se escribe debe tener cierta relevancia dentro de la trama y no debe ser algo para adornarla.

    Es cierto, en la medida en que la novela acumula progresivamente sus efectos en el lector, mientras que un buen cuento es incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases. No se entienda esto demasiado literalmente, porque el buen cuentista es un boxeador muy astuto, y muchos de sus golpes iniciales pueden parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando ya las resistencias más sólidas del adversario. Tomen ustedes cualquier gran cuento que prefieran, y analicen su primera página. Me sorprendería que encontraran elementos gratuitos, meramente decorativos."

    Si entiendes y aplicas ese punto, tus historias mejorarán enormemente. También hay algunos errores sintácticos y ortográficos, pero no son tan importantes en comparación.
     
    Última edición: 25 Julio 2017
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