Microrrelato Músico

Músico​

Estaba muy nervioso, sudaba y mis manos estaban temblando. Cada que me ponía a tocar un par de notas en la guitarra, me latía muy fuerte el corazón. Era la primera vez que tocaba para un público, y para quienes tocaban mi acompañamiento también, por lo que ellos compartían el nerviosismo.

Era una pequeña muestra de los talleres de música en mi colegio, ese día se celebraba el día de la música. Nos habíamos estado esforzando mucho para que toquemos bien. Las semanas previas nos encontrábamos totalmente relajados, pero una vez llegó la hora de nuestra actuación por fin sentimos el miedo de subir al escenario. Éramos el último grupo de la muestra, el cierre.

Todos nos estaban mirando, todas esas personas estaban esperando a que hagamos nuestra música. Ese era el momento en que mi corazón latió con más fuerza, yo creí que sería como la calma que precede a la tempestad.

El piano empezó tocando la intro, y yo tenía que seguirlo desde cierto punto de la misma con mi guitarra electroacústica. Comencé a tocar yo también, y al poco tiempo se sumó otro amigo, igualmente con una guitarra. Las primeras notas costaron un poco, pero me di cuenta de que no era como yo pensaba. Al contrario, era una tempestad que precede a la calma. Me sumergí en la música que estaba tocando, escuchando al piano y a las guitarras. Por esos momentos, olvidé que estaba en un escenario. Me sentí de nuevo en una de las clases de práctica, tocando con mis amigos para que la canción salga bien. Una sonrisa se dibujó inevitablemente en mi rostro. El miedo desaparecía al ritmo en que mis dedos se movían a través del mástil de la guitarra. Era una sensación única que hacía que mi pecho se revuelva. Mi corazón latía rápido, pero por la emoción de tocar.

Sin darme cuenta, la canción terminó. Y fue sucedida por una lluvia de aplausos de parte del público. Mi sonrisa y la de mis compañeros se agrandaron aún más al ver que nuestra actuación les había gustado. A un lado del escenario, nuestro profesor aplaudía más fuerte que cualquier otro y tenía una sonrisa enorme en el rostro. Bajamos del escenario y él nos felicitó, diciéndonos que estuvimos excelentes y que nos quería un montón. Ese día fue el mejor de todos.

La muestra terminó con un pequeño discurso del coordinador de los talleres y todos se fueron después de ellos, incluidos nosotros. En la puerta de salida, me alegré mucho al escuchar comentarios como “Los últimos fueron los mejores” o “Lo mejor para el final”. Luego de unos días comprendí que yo quería eso para mi vida, quería ser músico.

Mis padres me preguntaron si en verdad yo quería vivir de la música. A lo que yo respondí: No. Yo no quiero vivir de tocar. Yo quiero vivir para tocar.