One-shot Luz

Tema en 'Vocaloid' iniciado por Yoko Higurashi, 6 Agosto 2016.

  1.  
    Yoko Higurashi

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    Luz
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    Drama
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    Luz
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    “Soñando un sueño del que no despertaremos en un largo tiempo, un lugar sólo para ti y para mí”.


    — ¡Ah! —despierto sudando sobre la cama. Jadeante y sediento, el sudor escurre por toda mi espalda, haciendo que mi piel se pegue contras las sábanas— el mismo sueño de nuevo.


    Me levanto sin muchos ánimos, bajando de la cama con mis pies descalzos mientras me encuentro rascando mi pecho desnudo. Aquella era una cálida mañana, o eso pensé al ver el sol traspasar las cortinas de mi ventana e iluminar mi rostro.


    Caminé hacía la ducha, mi cabello se encontraba enmarañado y sucio después de tantos días intentando componer aquella fallida canción; no importaba qué hiciera o buscara, no encontraba la inspiración. Sentí el agua fría recorrer mi cuerpo mientras el champú entraba a mis ojos, parpadee un par de veces y posteriormente me quejé.


    — Todo parece un fracaso… —suspiré mientras buscaba la toalla y en eso escuché el teléfono sonar— ¿Bueno? —contesté con un tono molesto.


    — ¿Mikuo? ¿Aún estás en casa? —escucho aquella gruesa voz regañarme.


    — Basta de sermones Gakupo… —decía eso mientras secaba mi pelo con la secadora, sosteniéndola con una mano y con la otra el teléfono— ya voy para allá.


    — ¡Eso no es cierto! —escucho como grita a través del teléfono— ¡Puedo escuchar claramente la secadora! ¿Acabas de salir de bañar?


    — Pesado… —suspiro.


    — ¡Te doy media hora para que aparezcas aquí Hatsune! —su voz se escucha furiosa— ¡No más! —y cuelga el teléfono.


    Seguramente Gakupo, Luki y Len ya estaban en el lugar de reunión pero, de ser franco, no tenía muchas ganas de ir, ciertamente no sentía inspiración. Había prometido componer una buena canción para este día, aunque ellos dijeron que no me presionara, decidí hacerlo pero nada bueno ha salido.


    — Sólo ella… —me quedé viendo a la nada mientras me comenzaba a vestir de forma automática— …la chica de mis sueños.


    Era algo extraño, algo sin precedentes, pero desde que me había propuesto a componer aquella canción, cada noche tenía el mismo extraño sueño. Yo estoy en una playa cerca de un faro, es de noche y apenas se puede ver algo, aún así puedo escuchar una armoniosa voz cantar a lo lejos, una voz tan similar y a la vez diferente a la mía.


    ¡Estoy sola! —grita aquella voz al final de su canción mientras llora. Cada noche corro desesperado a su encuentro, viendo junto a aquel enorme faro a una chica de largas coletas y esbelta figura, pero antes de poder hacer algo despierto.


    — ¡Por fin llega el príncipe encantador! —dice Gakupo mientras aplaude sarcásticamente; yo le ignoro y me limito a conectar mi guitarra— ¿Ahora me ignoras?


    — Si vas a regañarme, sí —respondo fríamente.


    — Tú… —antes de que él pudiera volver a decirme algo, la mano de Luki le toca el hombro para calmarlo.


    — Mikuo, deberías ser más responsable… —me mira fríamente con esos odiosos ojos azules.


    — ¿Tú qué sabes? —me encojo de hombros.


    — Chicos, chicos… —habla el enano de Len— por favor, mantengan la calma.


    — ¡Bien! —suspira Gakupo— pero cuando yo quedé como el jefe del grupo, quedamos en ser responsables con este proyecto.


    — Y lo somos… —dice Len.


    — No hablo por ti —responde enojado aquel chico de pelo morado mientras yo comienzo a tocar la guitarra violentamente.


    — Directo al grano, ¿Ah? —apenas escuché a Luki por el sonido de la guitarra, el cuál sin decir más se puso a tocar la batería siguiendo mi paso.


    — ¡Genial! —Len hizo lo mismo con su teclado.


    — Niños… —y Gakupo molesto, tomó su bajo y empezó a cantar.


    Ese era el ritmo que habíamos podido crear hasta ahora, pero siempre era imperfecto, había algo que le faltaba pero no sabíamos qué era. Gakupo cantaba con pasión, Luki era el ritmo y los tiempos, Len era el excelente acompañamiento pero mi guitarra no podía emparejar esas ideas.


    — ¡Basta! —dije molesto, dejando la guitarra a un lado, tomé mis cosas y decidí irme.


    — ¿Qué le pasa? —escuché a Len decir mientras me iba lejos de ahí.


    Tocaba y tocaba, pero la melodía no me satisfacía, había algo que faltaba y no sabía qué era o más bien sí sabía pero no quería aceptarlo. Ellos lo sabían, todos lo sabían y aunque no lo expresaran, sentían lástima por mí por el remedo de persona que era yo en ese momento, esa persona que no podía respirar.


    ¡Me siento sola! —antes de darme cuenta estaba dormido. En aquel sueño, yo estaba a espaldas de aquella chica, entonces la abrazaba fuertemente y acariciaba su pelo, consolándola.


    Miku… —la llamé y entonces desperté.


    Mi corazón se encontraba acelerado, mi mirada pérdida en el techo, mi respiración era turbia y mis ojos no dejaban de llorar. No lo entendía, no sabía por qué, pero por fin veía claro que la chica de mis sueños no era otra que mi querida hermana y eso me hacía sentir más inútil de lo que era.


    Lloré unos minutos en silencio, recostado contra el sofá mientras mis dedos se movían azarosamente sobre mi guitarra. En eso escuché el timbre y decidí abrir, caminando lentamente.


    — Hola… —era Luki.


    — ¿Qué hay? —respondí, mientras el levantaba un paquete de cervezas.


    — ¿Puedo pasar? —me encogí de hombros y me hice a un lado para que entrara.


    — Vaya que esto es una pocilga —se queja mientras se sentaba en el sofá.


    — Pues no es fácil ahora que vivo solo —suspiro mientras me siento a su lado.


    — Por eso vine —él me ofrece una botella y yo la acepto— ¿No quieres hablar de eso?


    — Dirás de ella —empecé a beber— y no realmente.


    — ¿La extrañas? —pero ignora lo que acabo de decir.


    — Sí… —suspiro mientras comienzo a llorar en silencio— pero… no es como si pudiera hacer algo.


    — No es tu culpa… —me da unas palmadas en la espalda.


    — ¡Cállate! —le doy un golpe en su mano— ¿¡Qué sabes tú!? Tú hermana sigue viva, la mía no… —grito y me recargo, peso completo, contra el sofá— yo era su hermano mayor, yo debía protegerla.


    —… —él se queda en silencio, sólo abriendo una botella de cerveza tras otra, acompañándome a purgar mis penas.


    Está fue la canción que me enseñaste… —ella sonríe en mis sueños.


    — ¿Eh? —la miro fijamente mientras ella me sonríe.


    La canto porque me recuerda a ti —ella sonríe con amor.


    ¿En serio? —empiezo a llorar mientras la abrazo— a pesar de que te fallé.


    Todo está bien —ella sonríe mientras acaricia mi espalda— la canto porque es la forma en que te sientes —y me toma la mano— si miras arriba, incluso si no hay nadie, mi cuerpo siempre sostendrá tu mano así. Aunque ya no exista en este mundo.


    Nunca debí dejarte sola —digo entre lágrimas mientras la sigo abrazando. Rogando que ese sueño nunca se acabe.


    — Nunca lo hiciste —ella empieza a llorar en esa obscuridad del faro— contigo, cada día, pasaba rápidamente, tanto que no me di cuenta del final. Aún así era muy feliz.


    Ella seguía cantando y su canción quedaba impresa en mi memoria, era la canción que tanto tiempo hacía buscado. Desde aquel trágico día, desde que el auto que conducía se estrelló con nosotros adentro, desde que los dos terminamos en el hospital, desde que mi cuerpo quedó en un pequeño coma hasta que desperté para darme cuenta que ella ya no estaba.


    Era la canción que buscaba para los chicos, para Gakupo, Luki, Len y para mí, era lo que realmente quería tocar y cantar. En ese momento, el faro se rompió y una intensa luz, más fuerte que el sol, apareció iluminando todo su alrededor en un nuevo sentimiento que me hacía sentir calidez.


    Empecé a cantar también aquella canción mientras no soltaba su mano en ningún momento, en esa intensa y última luz de nuestro existir juntos. Si ella lloraba, yo secaría sus lágrimas, si alguna vez me volvía a sentir solo la buscaría en el fondo de aquellos sueños, porque ella estaba en mi interior, en mi mente.


    Aunque su voz se escuchaba cada vez más lejana de mi presente, aunque su calor se alejaba de mí. Mi corazón palpitaba y entendía la conexión íntima que había entre los dos, entre nuestras dos existencias, y que ese vínculo difícilmente se rompería. Había tanto que quería decir y no podía, aún así era feliz por esa pequeña oportunidad, aunque fuera solo un sueño.


    — Gracias… —susurré mientras me sentía despertar.


    ¿Ya te vas? —ella empezaba a llorar mientras me abrazaba— me siento sola sin ti, cuando te sientes solo. Hay tanto que tengo que decirte, pero…


    — Yo nací para ti —la miro y le ofrezco mi dedo meñique para una promesaprometo volver.


    Yo te esperaré —ella susurra en su llanto— pero… ¡Cumple tu promesa!


    — Lo haré —le digo con una sonrisa mientras seco sus lágrimas— porque tú eres mi luz.


    Siento mi cuerpo retumbar con brusquedad, siento golpes y dolor mientras pienso en lo agradecido que estoy por ese regalo de volver a ver a mi hermana. Me despierto tirado en el suelo, con una botella de cerveza vacía en la mano y un dolor de cabeza terrible.


    — ¿Estás bien? —Luki se encuentra muy cerca de mí, tocando mi frente. Yo pongo mi mano encima de la suya.


    — Sí… —le sonrío— lo estoy.
     
    Última edición: 6 Agosto 2016

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