LUNA AZUL (Digimon)

Tema en 'Archivo Abandonado' iniciado por OverLordGabriel, 10 Noviembre 2015.

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    OverLordGabriel

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    LUNA AZUL (Digimon)
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Aventura
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    2
     
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    LUNA AZUL

    PROLOGO​



    "Toda historia tiene su principio, su desarrollo, y su final. La mía no es la excepción a esa regla básica, y si, mi historia tiene un desarrollo y tuvo un desenlace, pero su principio… bueno, antes de hablarles de él, debo decir que cada historia que se relata, sea como sea, tiene orígenes que vienen de mucho tiempo atrás en el pasado. En mi caso, son cientos de años en el pasado.

    Para que puedan entenderme, debo contarles lo que sucedió en ese pasado, y lo hare personalmente por que soy buena y amable. No lo cuento como fue, por que ni siquiera había nacido cuando sucedió. Pero… si puedo contarlo como me lo conto mi padre, y su padre a él, y así y así…

    Bueno, basta de hacerlos esperar, ahora si les contare como paso:

    Verán, mi hogar es una pequeña aldea, la cual se encuentra en una enorme zona del digimundo. Es un hermoso lugar, lleno de bastas praderas extensas y llenas de vida. Bosques frondosos, pero tan verdes y bellos que podrías perderte en ellos de solo quedarte admirándolos. Lagos de agua cristalina y pura, pero tan profundos que es difícil imaginar los misterios que pueden ocultar en sus aguas. Montañas altas y escarpadas, por las cuales, pocos se atreven a aventurarse. Una enorme zona llena de digimons variados, los cuales siempre viven en paz y en armonía. Aunque no falta siempre alguien que quiere causar problemas, pero bueno, eso es común en cualquier parte.

    Sí, mi hogar es un lugar perfecto ahora. Pero, en el pasado del cual les voy a hablar, ese lugar perfecto solo era un sueño lejano para quienes habitaban en esta zona, que en ese tiempo, parecía más una zona de guerra.

    Sin importar hacia qué dirección se viera, todo era una verdadera carnicería. Masacre tras masacre de digimons inocentes, a manos del ejército más cruel y despiadado que alguna vez hubiera pisado ese lugar, o cualquier otro en el digimundo.
    Durante un largo tiempo, incontables vidas se perdieron en las garras de los digimons que conformaban ese ejército. Todos ellos eran dirigidos por un solo digimon, pero no uno cualquiera, era uno cuyo nombre era conocido en el digimundo desde hacia muchísimos años. Era que de solo ser nombrado causaba terror, tanto por sus terribles poderes, como por los misterios que ocultaba. Ni siquiera los Siete Grandes Reyes Demonios se atrevían a interferir con él.

    Su nombre… era Grandracmon.
    Conocido también como el rey de los vampiros digimon. Una bestia enorme y aterradora. Parecido a un centauro, de pelaje marrón rojizo como la sangre derramada por sus víctimas, dos extrañas y alargadas cabezas de dientes afilados como navajas que salían de sus patas frontales, y parecían tener siempre hambre. El cuerpo de Grandracmon, con brazos largos y vendados como los de un Devimon, parte tenía el mismo pelaje rojizo, pero parte de su pecho y su rostro estaban expuestos, mostrando una piel pálida, como la de un muerto. Dos enormes alas negras salían de su espalda, y al extenderlas lo hacían ver más grande de lo que era realmente. Se dice que su voz es hermosa y refleja caballerosidad, y por eso muchos son atraídos por ella, solo para terminar siendo devorados por él. Grandracmon, era algo así… como el diablo en persona, y lo único que deseaba era inundar esa zona del digimundo con su oscuridad y su odio, y beber la sangre de cuantos enemigos derrotados pudiera, esa era su principal base de sustento.
    Los barbáricos soldados de ese ejercito peleaban por él y para él, y solo respondían cuando el así lo disponía. Nunca cuestionaban las órdenes de Grandracmon, a quien veían casi como un dios. Y para contentar a su dios, arremetían contra todos los que se interponían en su camino, matándolos con crueles métodos, para luego dárselos a su señor para que pudiera saciar su apetito.

    De los digimons que vivían en esa zona pues… algunos perecieron durante los ataques. Otros huyeron a otras zonas del digimundo, aunque sabían que cuando Grandracmon acabara con esa zona, se desplazaría a otras, con todo y su ejército.
    Solo unos pocos se organizaron en un intento de ejército para hacerles frente al digimon demoniaco y a sus digimons oscuros. Eran valientes, entregados y llenos de sueños y esperanzas. Pero sus esperanzas desaparecieron cuando ellos lo hicieron, bajo el terrible poder de Grandracmon.

    Fueron días muy oscuros para todos. La zona estaba cada vez más cerca de ser destruida, junto con todos y cada uno de sus habitantes. Pero como muchas veces se dice, aun en las sombras más oscuras siempre brilla una luz de esperanza, y en este caso, era una brillante luz de color azul.

    Una noche de luna llena, de la nada, apareció un Miragegaogamon, con su hermosa y brillante armadura de Chromo Digizoid azul, una capa roja que ondeaba con cada movimiento, y afiladas garras de acero, hechas para destruir cualquier cosa.

    El vio el gran desastre que Grandracmon había causado junto a su ejército, y decidió que era momento de ponerle fin. Esa noche, Grandracmon y Miragegaogamon lucharon sin descanso, tratando de destruir a su oponente. La noche continúo igual que la batalla pero aun no había un vencedor y un derrotado, ambos seguían en pie, sin rendirse.

    Cuando los primeros rayos del sol de la mañana empezaban a verse en el horizonte, la batalla todavía continuaba. Después de una larga e intensa batalla, Miragegaogamon decidió poner fin y uso un hechizo para sellar a Grandracmon en una dimensión paralela, dentro de un enorme vitral y luego lo escondió en un lugar lejano.

    Con la derrota de su líder, el ejército de Grandracmon se disperso y se fueron a lugares lejanos, teniendo miedo de que su destino fuera el mismo que el de su líder.

    Con la derrota de Grandracmon, la zona empezó a florecer y a convertirse en lo que es hoy en día.
    Pero… luego de haber usado aquel hechizo, Miragegaogamon murió debido al cansancio extremo. Se dice que su cuerpo desapareció en el viento, y lo único que quedo de él fue su casco. Un pequeño grupo de Gaomons tomaron el casco y en honor al que se había convertido en su héroe, formaron una tribu.
    La tribu creció y creció hasta convertirse en una aldea que solo era habitada por Gaomons, la cual prospero tanto que incluso tenía su propio pueblo del origen, aunque más pequeño, del cual nacían los Gaomons, los cuales nacían cuando otro Gaomon clonaba sus datos, dando origen a un Gaomon que era igual en apariencia, pero que desarrollaba su propia personalidad, siendo algo asi como hijos de los Gaomons, o donde aquellos que habían muerto podían volver a la vida, siempre y cuando su vida no hubiera sido muy extensa.

    La aldea se mantiene en paz y armonía hasta el día de hoy, y en honor a Miragegaogamon, la aldea recibió el nombre de –Aldea Mirage-.

    Bueno, con esto acaba el relato de lo que sucedió en el pasado.
    Si quieren cual es mi hogar, pues acabo de mencionarlo, es la Aldea Mirage. Y por tanto, soy una Gaomon, y me llamo Tsuki.

    Seguro más de uno tiene dudas, pero todas ellas serán aclaradas cuando mi historia comience a ser contada, hasta entonces tendrán que esperar."

    ------------------------

    GARO OST - Jikai - YouTube
    (reproducir, música de fondo)

    Tsuki: "Mi historia pronto dará comienzo, y podrán conocer todo acerca de mi vida en la aldea Mirage, aunque no todo son cosas buenas. El primer capítulo, Nace una nueva luna. Nos veremos pronto"
     
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    buen prologo haber como sigue el resto de la historia
     
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    OverLordGabriel

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    Capítulo 1

    Nace una nueva luna



    Era una noche lluviosa en la aldea Mirage. Una pequeña figura cruzaba por las calles que en ese momento estaban limpias y desiertas. La oscuridad no permitía ver bien como era, solo se distinguía que llevaba puesta una túnica para protegerse de la lluvia. El misterioso ser estuvo corriendo durante varios minutos hasta que por fin se detuvo cerca de un pequeño bosque. Lo cruzo y se encontró con un extenso prado lleno de digihuevos.


    -Finalmente he llegado- dijo la extraña criatura, quitándose la capucha y mostrándose como era realmente, se trataba de un Gaomon.


    Este Gaomon se quedó admirando los digihuevos por un momento. Este digimon no era uno cualquiera. Hacia unos pocos días había sentido que una parte de sí mismo se había separado de su cuerpo y había desaparecido. Sabía lo que eso significaba, que había vivido mucho tiempo y ahora su energía daba origen a un digimon, a su hijo, y ahora esperaba encontrarlo.


    Puso sus manos en su corazón y cerro sus ojos, tratando de sentir algo, una voz o una señal del lugar donde estaba su hijo, pero no sintió nada. Fue a distintos lados de ese mismo prado, pero no sintió nada.


    -Tal vez me equivoque y no está aquí- pensó resignado y apunto de marcharse. Pero en ese momento, escucho algo, el sonido de un latido - será…-


    Gaomon entonces volteo a ver hacia la dirección de la cual venia el sonido, y trataba de distinguir su ubicación, hasta que encontró el lugar. Para ese momento, la lluvia ya había parado y las nubes empezaron a disiparse, y al hacerlo, le permitieron ver un hermoso cielo estrellado y una gran luna llena. Gaomon se quedó contemplando el cielo unos segundos más, hasta que se dio cuenta de algo, la luz de la luna caía directamente sobre un digihuevo, y al concentrarse una vez más, pudo sentir de nuevo el sonido de un latido, pero ahora sabia de dónde provenía, provenía de aquel huevo iluminado por la luz de la luna.


    Gaomon se llevó su huevo a su casa y lo cuido durante mucho tiempo hasta que finalmente empollo y nacio de el un pequeño Botamon. Con el pasar del tiempo y gracias a los cuidados de su padre, el Botamon evoluciono y se convirtió en un Wanyamon. Pero también fue en ese momento en el que su padre se dio cuenta de algo que jamás había pasado en la aldea.


    Este Wanyamon en especial, hablaba con una voz más delicada de lo normal, y su forma de actuar y reaccionar no eran iguales a la de los demás, parecía más una chica. Entonces el Gaomon lo examino para salir de dudas, y se dio cuenta de que de hecho, era una chica. ¿Una chica?, para el Gaomon fue algo más que insólito y extraño. Los Gaomon desde siempre habían nacido machos, pero por primera vez en la historia del digimundo, había nacido una Gaomon hembra, y él no tenía un hijo sino una hija.

    Sin embargo, esto no fue ningún impedimento. El Gaomon cuidaba y amaba a su hija igual a como lo había hecho siempre, y para diferenciarla de los demás, decidió darle un nombre. Después de mucho pensarlo, la llamo "Tsuki" que en japonés significaba "Luna". Ella había nacido en una noche de luna llena y por eso le había puesto ese nombre.


    Ambos, el padre y la hija vivieron felices y contentos, pero para el resto de la aldea, Tsuki era una mala señal y no la querían, aunque a su padre no le importaba y apoyaba a su hija siempre.


    Habian pasado varios años, tres para ser más exactos. La pequeña Tsuki era ahora una Gaomon joven y pequeña, igual a todos los demás.


    Una mañana, como era de costumbre, tomo el desayuno con su padre, tomo su mochila y se preparó para irse.


    -Ya me voy papá- dijo Tsuki.


    -Adiós querida, y espero que estés bien- le dijo su padre, un Gaomon ahora más alto y con un pelaje algo más oscuro que cuando era más joven.


    -Adiós papá- dijo la Gaomon y le dio un beso en la mejilla a su padre antes de salir de la casa.


    Después de despedirse, Tsuki salió de la casa, lista para empezar a caminar directo a la escuela. Pero se quedó quieta como una estatua apenas unos centímetros de distancia de la puerta mientras pensaba. Estaba contenta de ir y aprender siempre cosas nuevas, pero también le daba algo de miedo y tristeza ya que estaba segura de que ese día sería igual a los anteriores, y al caminar de regreso a casa, se sentiría derrotada y sola. La pequeña Gaomon estuvo a punto de llorar, pero cuando se dio cuenta de lo que haría, se secó las lágrimas y empezó a sonreír con energía y trato de olvidarse de todas esas malas ideas.


    -Tengo que recordar lo que papá siempre dice, si piensas positivo, cosas positivas pasaran- pensaba mientras seguía sonriendo –Seré positiva, y así me ira muy bien-


    Y con esta idea, inicio su caminata hacia la escuela.


    En todo el camino, Tsuki veía a los demás habitantes de la aldea en sus mismas actividades de todos los días.

    Algunos de los Gaomon paseaban por entre las casas, ya fuera solos o en pequeños grupos, pero sin un rumbo exacto, solo paseaban por gusto. A estos Tsuki siempre los saludaba sin detenerse, algunos se detenían unos segundos para regalarle a la joven Gaomon una sonrisa y devolverle el saludo de una forma muy amable, aunque había otros que solo seguían de largo sin prestarle atención. Esto le pasaba ocasionalmente, pero eso no la detenía para seguir con su camino.


    También había Gaomons que permanecían fuera de sus casas, ya fuera charlando, jugando o simplemente sentados, viendo pasar el día. Tsuki también los saludaba de forma muy amable, pero la mayoría de estos la ignoraban o la miraban con ojos llenos de desconfianza, a veces llenos de odio. Esto también era común que le sucediera a Tsuki, como también lo era que cuando ella iba a la escuela se encontrara pequeños grupos de Botamons o de Wanyamons jugando en medio del camino. Estos digimons veían a Tsuki y se acercaban a ella para saludarla y pedirle que jugara con ellos, lo que la ponía contenta, pero también era en momentos así cuando algunos de los Gaomons tomaban a los bebes que eran sus hijos para alejarlos de Tsuki aunque ellos protestaran. En el mejor de los casos los Gaomon solo se llevaban a sus hijos, y en el peor de los casos, los Gaomon se llevaban a sus hijos, no sin antes gritarle a la Gaomon "¡No los vuelvas a tocar!", "¡te dije que no les hablaras!", "¡sigue tu camino y no los molestes!", entre otros que siempre dejaban a Tsuki muy triste y llorando. Afortunadamente no había tenido que pasar por eso ese día.


    Tsuki seguía con su recorrido, ya estaba muy cerca de llegar pero antes decidió parar en una pequeña tienda llamada "Gaogalmacen" para comprar algo. Era una de las pocas tiendas que tenía la aldea Mirage y era atendida por un Gaogamon de una larga barba, colmillos más largos de lo normal, y un pelaje de un azul grisáceo, lo que mostraba que ya era bastante viejo.


    Dos Gaomons estaban parados cerca de la tienda, pero en cuanto vieron venir a Tsuki, se alejaron hacia otra dirección lo más disimuladamente posible y sin hacer ruido. Sin embargo, Tsuki se dio cuenta y no pudo evitar sentirse triste, y esto no pasó desapercibido para el tendero.


    -No les hagas caso- dijo el Gaogamon en un tono dulce –Siempre hay tipos que se comportan de forma desagradable, pero lo que importa es no hacerles mucho caso-


    Una lágrima empezó a asomarse en los ojos de Tsuki, pero Gaogamon saco sus garras y con mucho cuidado las limpio.


    -Lo sé, pero no me gusta ser la única a la que le hacen esta clase de cosas todos los días, parece como si todos me odiaran… y no sé porque- dijo Tsuki muy triste y tratando de contener más lagrimas que querían salir.


    -es que ellos no saben ver que eres alguien especial Tsuki- respondió el Gaogamon sonriendo, lo que hiso que Tsuki empezara a sonreír también –pero hay también quienes te aprecian y saben ver quién eres pequeña, ah por cierto…- Gaogamon fue hacia los anaqueles que están en la parte de atrás de la tienda y empieza a revolcar entre las cajas buscando algo hasta que por fin lo encuentro y fue de nuevo hacia donde esta Tsuki para mostrárselo –venias a buscar esto ¿verdad?- pregunto sonriendo.


    Lo que Gaogamon tenía en las manos era una barra de chocolate, y efectivamente era eso lo que Tsuki había venido a buscar ya que le gustaban mucho y siempre que podía las compraba. Tsuki la recibió y no tardó mucho en empezar a comérsela.


    -Muchas gracias señor Gaogamon- dijo con algo de chocolate en la boca.


    -No tienes por qué agradecerme, siempre tengo una guardada para ti, algo más…- El Gaogamon nuevamente buscaba en los anaqueles algo para dárselo a Tsuki, esta vez era una manzana roja muy brillante y una hoja doblada –Sé que no debería pedirte esto… pero quisiera que le entregaras esto a la maestra de mi parte-


    En ese momento, el anciano empezó a sonreír y se ruborizo un poco aunque trato de disimularlo, pero de todos modos Tsuki era demasiado pequeña como para entender lo que significaba.


    La Gaomon tomo la manzana y el papel y los guardo en su mochila, se despidió y siguió su camino corriendo y terminándose su barra de chocolate.


    Solo tardo unos minutos en llegar a la escuela, la cual estaba bastante alejada de la aldea. Consistía en una casa bastante sencilla y un patio para jugar, con un lago, varias zonas de hierba y tierra, columpios, rodaderos y muchos otros juegos.

    Todo el lugar estaba lleno de Gaomons jugando y divirtiéndose, y entre ellos había un pequeño grupo que jugaba futbol con un balón usando toda su energía.


    Al ver a los demás Gaomon tan entretenidos y felices, Tsuki empezó a sentirse incomoda, quería dar media vuelta y regresar a su casa, pero decidió no hacerlo y siguió a delante.


    Mientras caminaba por el patio, nadie había notado su presencia, nadie la saludaba ni le decía nada. Eso era ya muy común para Tsuki, que todos la vieran como algo extraño y ni siquiera le hablaran.


    Todo siguió igual que siempre, hasta que algo golpeo a Tsuki en la cabeza y la hizo caer al suelo.

    La pequeña digimon quedo bastante conmocionada por el golpe y le costó un poco recuperar el conocimiento, pero en cuanto lo hizo se dio cuenta que lo que la había golpeado era un balón de futbol, el mismo balón con el que jugaban los Gaomon que había visto hacia poco.


    Uno de los Gaomon se acercó a Tsuki corriendo y empezó a revisar el golpe para asegurarse que no tenía nada grave.


    -¿te encuentras bien?- pregunto el Gaomon algo preocupado.

    -Si estoy bien, solo algo mareada por el golpe- respondió Tsuki aun tocándose la cabeza.

    -Déjame ayudarte- dijo el Gaomon ofreciéndole la mano.


    Tsuki se sentía feliz al ver la amabilidad de ese digimon y lo demostró con una sonrisa. Ella extendió su mano para tomar la del Gaomon que le ofrecía ayuda. En ese mismo momento, otro Gaomon se acercó y tomo de la muñeca al Gaomon que estaba con Tsuki para hacerlo a un lado y quedar frente a frente con la Gaomon.

    Este Gaomon era exactamente igual al otro, excepto que este miraba a Tsuki con enojo y era más que obvio que no pretendía ayudarla.


    Tsuki empezó a asustarse por la forma en la que ese Gaomon la miraba, pero se llevó una sorpresa cuando este la empujo con el pie, dejándola en el piso.

    Tsuki intento levantarse, y fue cuando el Gaomon le coloco el pie encima para mantenerla inmóvil y hablo.


    -¿Qué crees que haces? ¿Acaso querías despertar lastima en todos? Bueno, eso no funciona conmigo- dijo furioso y poniendo más peso en su pie, lastimando a Tsuki.

    -Por favor deja de lastimarla- pidió el otro Gaomon pero no le hacía caso.


    El Gaomon solo la seguía pisando, lastimando cada vez más a Tsuki.


    -Por… por favor… déjame ir… yo no te hecho nada- suplico Tsuki con mucha dificultad, pero eso no parecía importarle a su atacante.

    -Tú no perteneces aquí ¿entiendes? Esta es una aldea de hombres, así que lárgate de aquí- le respondió el Gaomon pisándola con más fuerza –No eres un Gaomon porque eres una chica, eres un fenómeno y nadie te quiere aquí-


    Esas crueles palabras le rompieron el corazón a Tsuki, y no era la primera vez que le pasaba. Ella sabía bien que era diferente a los demás Gaomons porque todos eran hombres y ella era la única mujer, y debido a eso era rechazada por todos y le decían cosas tan horribles.


    En ese momento los demás Gaomon formaron un círculo alrededor de Tsuki y su atacante y empezaron a gritarle cosas terribles a la pobre chica. Le decían "fenómeno", "nadie te quiere mujer", "lárgate de nuestra aldea", "¿Por qué no te mueres?", y el escucharlos decir todo eso la lastimaba profundamente y estaba a punto de llorar, pero ni siquiera eso los detenía de seguir con sus insultos y sus ofensas. Lo que Tsuki estaba pasando en ese momento, lo había tenido que sufrir muchas veces antes, el desprecio de su propia aldea. Pero en ocasiones así, siempre aparecía algo para salvarla.


    Una enorme sombra se proyectó sobre los Gaomon cubriéndolos. Todos miraron hacia arriba y se pusieron nerviosos al ver quien generaba esa sombra. Se trataba de una Garudamon, pero esta era aún poco diferente de las demás. Era muchísimo más pequeña, de unos dos metros o un poco más, llevaba puesto un ajustado chaleco rojo y tenía una figura más femenina que la mayoría de su misma especie.


    Parecía estar muy molesta y los Gaomon se alejaron de Tsuki mientras la digimon ave se acercaba a ellos.


    -ah… maestra…-tartamudeo uno de los Gaomon pero no podía articular ni una sola palabra.

    -¡Escúchenme todos, vayan ahora mismo al salón y no quiero ver otro espectáculo de estos ¿les quedo claro?- dijo la Garudamon furiosa.

    -¡si señorita!- responden todos y salieron corriendo a la casa y entraron.


    Una vez todos se fueron, Garudamon aterrizo cerca de Tsuki y la ayuda a levantarse. La Gaomon estaba muy sucia, y también llena de lágrimas y Garudamon no pudo evitar sentirse algo triste y culpable de encontrársela en esa condición.


    -Debí imaginarme que esto sucedería- dijo Garudamon muy dolida mientras limpia a Tsuki pasando sus alas sobre ella –Perdóname Tsuki por no haber llegado antes para evitarte esto-


    Tsuki no fue capaz de decir nada, solo se abrazó a Garudamon y siguió llorando mientras que la maestra la envolvía en sus alas para tratar de calmarla.


    -Tranquila mi niña, no llores más- decía tratando de calmarla.


    Después de unos minutos, Tsuki logro calmarse y entro junto con la maestra Garudamon al salón y se sentó en su lugar.


    Durante todo el día, Garudamon dictaba su clase, pero estaba todo el tiempo pendiente de que nadie intentara molestar a Tsuki, y si alguien la molestaba, levantaba la voz para detener a quien lo hiciera o lo castigaba.

    Tsuki por otro lado ponía atención a todo lo que la maestra Garudamon decía, pero no dejaba de pensar en lo que le había sucedido esa mañana antes de entrar a clases. No podía dejar de pensar en todas las cosas horribles que sus compañeros le habían dicho y se ponía triste de que, solo por ser diferente a los demás, le tuvieran un odio tan grande.


    El día había pasado rápido y las clases también. Todos los Gaomon habían salido hacia sus casas, todos menos Tsuki que aún seguía en el salón de clases al igual que la maestra.


    -la clase ya termino Tsuki, es momento de que vayas a casa- dijo Garudamon al ver que Tsuki aún seguía sentada en su lugar.


    Tsuki no le contesto, solo miraba por la ventana del salón. Garudamon se acercó a la ventana para saber qué era lo que estaba mirando y lo entendió.


    -Quisiera esperar a que todos se fueran antes de salir- respondió Tsuki bastante triste.


    Garudamon entonces supo que la digimon todavía tenía muy presente en su mente lo que le había sucedido esa mañana y sabía que debía hablar muy seriamente con ella.


    -¿te digo algo Tsuki?- empezó a hablar Garudamon –creo saber cómo te sientes-

    -¿enserio?- pregunto Tsuki interesada con lo que decía su maestra.

    -Sí, y es que cuando era muy pequeña, a mí también me molestaban porque era pequeña y me asustaba por todo, e incluso recuerdo que una vez unos digimons me ataron a un árbol y me dejaron ahí, tarde casi una hora en liberarme-

    -¡Vaya! Debió ser muy duro-

    -Lo fue, recuerdo que por esos malos tratos terminaba durante muchas noches llorando- Garudamon se puso algo triste al recordar aquellos malos tiempos, pero luego miro a Tsuki y empezó a sonreír –Pero con el tiempo me di cuenta de algo-

    -¿de qué maestra?- quiso saber la Gaomon.

    -Que sin importar que tan dura sea la vida, debemos ser fuertes y seguir adelante- Respondió Garudamon sonriendo –eso lo aprendí de la primera amiga que tuve, y de hecho fue ella quien me libero de ese árbol en aquella ocasión-

    -¿enserio? Y ¿Quién era?-

    -Era una Gatomon muy linda, pero también de buen corazón- Garudamon empezó a sonreír al recordarla –Ella me enseño que lo que significa la amistad y me apoyo cuando nadie más lo hizo. De no haber sido por ella… tal vez nunca me hubiera esforzado en seguir adelante y seguiría llorando por las ofensas de los demás-

    -¡Vaya!-

    -Y fue gracias a ese esfuerzo que todos dejaron de molestarme y tuve amigos-

    -¿y qué pasó con Gatomon?-

    -Hace años cada una tomo un camino diferente, pero nos hicimos la promesa de volvernos a ver- Garudamon saco un collar de plata de uno de los bolsillos de su chaleco, el cual tenía un medallón en forma de águila –Prueba de esa promesa fue que ella me regalo este collar, y yo le regale un medallón con forma de gato. No sé adónde habrá ido ella, yo fui digievolucionando hasta ser lo que soy ahora, llegue a esta aldea buscando un hogar-

    -¿la recibieron bien maestra?-

    -Con algo de miedo por mi nivel, pero poco a poco me gane su confianza y conseguí trabajo en esta escuela, enseñando- Garudamon envolvió a Tsuki con unas de sus alas y le sonrío- ¿sabes Tsuki? Viéndote, me recuerdas a mí misma cuando era joven. Sé que esto por lo que estás pasando no es fácil, pero quiero que sepas no debes dejarte vencer, tienes que seguir adelante, hacerte valer y mostrarle a todos quien eres en verdad, así como Gatomon me lo enseño a mí-


    Tsuki parecía que iba a empezar a llorar, pero no por tristeza sino de felicidad por esas lindas palabras de su maestra, al mismo tiempo que sonreía. Garudamon también empezaba a sonreír al ver a la pequeña Gaomon y recordar los buenos tiempos que paso después de haber conocido a Gatomon.


    -Gracias señorita Garudamon, ya me siento un poco mejor- dijo Tsuki sonriendo- ah casi lo olvido –Buscando algo en su mochila, hasta que por fin encuentro la manzana y la nota que Gaogamon le había dado y se las entrego- El señor Gaogamon del Gaogalmacen le envía esto-


    Garudamon las recibió y se quedó admirando esos dos objetos con ojos llenos de ternura y además se había sonrojado un poco. Permaneció así unos segundos más y luego guardo ambas cosas en uno de sus bolsillos y miro a Tsuki.


    -¿te gustaría que te llevara hasta tu casa?- le pregunto la maestra.


    -¡claro, me encantaría!- respondió Tsuki muy emocionada, como cualquier niña pequeña.


    Ambas salieron de la escuela y para ese momento todos los demás estudiantes ya se habían ido.


    Garudamon sujeto a Tsuki y ambas empiezan a sobrevolar toda la aldea. Para Garudamon era natural mientras que para Tsuki, era lo más emocionante que había hecho en su vida.


    Finalmente llegaron a la casa de la pequeña Gaomon. Garudamon la dejo en la entrada y se despidió de ella mientras se alejaba volando.

    Tsuki entro a su casa y hay estaba su padre ya esperándola.

    Ella le conto todo lo que había pasado ese día, incluyendo las cosas que Gaogamon y la maestra Garudamon le habían dicho. El Gaomon se sentía algo mal de que su hija siguiera pasando por aquellos malos tratos, pero le alegraba saber que había quienes la respetaban y la apoyaban.


    Después de la conversación, ambos se sentaron a cenar. No era algo muy elaborado, algunas verduras, arroz, un pan y algo caliente de beber, pero a Tsuki no le interesaba que fuera la comida, solo le importaba que podía compartirla con su padre.

    Después de cenar, y como ya era costumbre en esa casa. El Gaomon le conto a su pequeña hija su historia favorita, la cual era la misma que había sido contada por su abuelo y bisabuelo y generaciones atrás. La historia de cómo la aldea Mirage se formó, y como el valiente Miragegaogamon derroto al malvado Grandracmon.


    -Me encanta esa historia, yo quisiera ser como ese gran héroe algún día- decía Tsuki sonriendo siempre que terminaba de escuchar aquella historia.

    -Estoy seguro que algún día lo serás pequeña, pero ya es hora de dormir, así que hasta mañana-

    -Hasta mañana papá-


    Y ambos Gaomons se fueron a sus habitaciones.


    La noche ya había caído y tanto padre como hija estaban listos para irse a dormir. Sin embargo, Tsuki aún no estaba dormida. Estaba en el baño mirándose en el espejo, recordando cómo había sido su vida hasta ese momento. Por ser una hembra, lo que nunca había sucedido en la vida de los Gaomons, era rechazada por los Gaomons mayores a pesar de los intentos de su padre porque todos respetaran a su hija. Ese rechazo por parte de los Gaomons mayores se transmitió a los hijos de estos, haciendo que Tsuki fuera rechazada y maltratada por la mayoría de ellos en su escuela y que no tuviera ni un solo amigo.

    Siempre se sentía degradada y odiada por los demás, pero había tres seres que le daban la fuerza suficiente para seguir adelante. Esos eran su padre que nunca dejaba de mostrarle lo mucho que la amaba y que le importaba, el anciano del Gaogalmacen Gaogamon, que veía en ella una digimon especial y la apoyaba siempre para que nunca se dejara vencer por los insultos de los demás, y finalmente estaba la maestra Garudamon, quien se daba cuenta de los malos tratos que recibía, pero siempre la defendía y la animaba a seguir adelante y a nunca dejarse vencer.


    Mientras se miraba en el espejo, pensaba que gracias a ellos tres era que podía seguir, pero ya era el momento de que ella hiciera su parte.


    -Siempre me he sentido odiada por todos…- pensaba sin dejar de ver su reflejo –Pero ya no más. Si ellos no me quieren, entonces hare que me quieran, mostrándoles quien soy realmente. Si demuestro que aunque sea diferente, no hay razón para que me teman o me odien, y se darán cuenta que soy igual a ellos. Si ellos me insultan y yo no me dejo vencer por eso, les demostrare mi fuerza y poco a poco me ganare su respeto. Si quiero que todos dejen de despreciarme, debo dejar de ser débil, y cambiar para ser más fuerte. Este cambio solo depende de mí y de nadie más, y de hoy en adelante seré más fuerte, y así poder ganarme el respeto y el cariño de toda esta aldea-


    Después de esta reflexión, Tsuki se fue a dormir con una gran sonrisa en su rostro, porque sabía que desde ese día ella cambiaria para bien, esperando que de esa manera, la aldea que tanto la despreciaba llegara a quererla.


    Desde ese momento, la Tsuki débil y llorona desaparecería, y en su lugar… nacería una nueva luna.


    Continuara…


    Tsuki: "La promesa que me hice se ha cumplido, y ahora mi vida ha cambiado para bien. Pero cuando todo parece estar en paz, una desgracia siempre aparecerá para cambiarlo todo. En el próximo capítulo, Tsunami. La aldea Mirage deberá estar preparada"
     
  4.  
    mastermystery

    mastermystery el enigmático

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    me gusto pobre tsuki pero lo que no te mata te hace mas fuerte , sigue asi
     
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