Love, at the first Sight

Tema en 'Relatos' iniciado por Amakis, 9 Febrero 2009.

Estado del tema:
No se permiten más respuestas.
  1.  
    Amakis

    Amakis Iniciado

    Capricornio
    Miembro desde:
    29 Septiembre 2008
    Mensajes:
    4
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Love, at the first Sight
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    15653
    Love, at the first Sight

    Hola ^^
    Una historia corta, de sólo un capítulo, basada en una historia real, inspirada en un amigo que hace mucho no veía y hace poco lo vi ^^.
    Espero les guste.



    Love, at the first sight.


    Summary:

    Ella, lo vio por primera vez en aquella asamblea de carreras, sus ojos se cruzaron y algo sintió en su estomago, a pesar, de que sólo fueron unos segundos; lo ignoró, no podía pasarle eso con otra persona que no fuera su novio.
    Él, la vio entrar junto a otra niña, era el día en que los de primero serían presentados a los de grados más altos, para que así pudieran pedir ayuda en las materias que tuvieran dificultades. La miró desde que entró por aquella puerta color marrón oscuro, su sonrisa lo había cautivado, ella volteo la cabeza, y sus ojos se cruzaron, ella aún con su sonrisa lo miró fijo, sintió en sus mejillas un leve sonrojeo, desvió la mirada; él, tenía novia, y no la haría sufrir.






    Love, at the first sight.


    Era un día como todos, para todas las personas que habitan este país, menos para los estudiantes universitarios, de aquel lugar al que tantos querían entrar, pero sólo algunos, los más esforzados lo lograban, por algo era una de las mejores universidades, no sólo del país, sino del continente.

    Era un día cualquiera, un 5 de julio, una chica se veía caminar; se bajo del autobús como todos los días por la tarde, como odiaba el horario que le había tocado, de lunes a viernes, desde las 14:00 hasta las 17:30 horas, y los sábados, desde las 8:15 hasta las 13:30. Iba temprano, como era de costumbre, caminaba rápido por la vereda junto al centro comercial en construcción hasta llegar a la entrada de la gran universidad que había soñado con entrar desde que tenía 15 años. Entró como siempre, con una sonrisa en el rostro, y la mirada perdida en el horizonte, ignorando a cada persona que la miraba extraño, eso nunca le importo, siempre se sintió el bicho raro de cualquier lugar al que iba. Ya sabía el camino de memoria, llevaba tres años en el lugar, y ahora, este día, comenzaba su segundo semestre del tercer año de su carrera. Se dirigió hasta el panel que tenía un gran cartel con letras negras en el cual decía Ingeniería en Informática, ese era el que le correspondía, esa era su futura profesión, no había nada en el mundo que amara más que un computador. Miró detenidamente el panel, hasta que encontró lo que buscaba.
    -Aquí esta- dijo mientras señalaba con el dedo el nombre del salón en el que le tocaba- Si tan sólo hubiera puesto más atención en clases no tendría que hacer Cálculo I con los de primer año- dijo con un suspiro.
    Caminó, saludando a uno que otro profesor conocido que se le aparecía en el camino, hasta que llego al salón en el cual le tocaba.
    Se despertó sobresaltado, miró con asombró la calle desde la ventana del autobús, se puso de pie con rapidez, pidiendo permiso a la señora que iba junto a él para bajar de aquel enorme automóvil.
    -¡Maldición!- exclamo al darse cuenta que se había pasado muchas calles del lugar de su parada.
    El bus se detuvo, bajo y cruzó la calle corriendo, sin importarle que vinieran algunos autos cerca, llego al otro lado y corrió a subirse al bus que estaba parado. Se impresionó aún más al darse cuenta que se había pasado por más de diez cuadras. Al llegar a su paradero correspondiente, se bajo lo más rápido que pudo y corrió a la universidad, no quería llegar tarde a su primera clase de Cálculo I.

    Llegó agitado al salón que le correspondía, respiro profundo y abrió la puerta, gran fue su sorpresa al ver que la profesora aún no llegaba, a pesar de llevar treinta minutos de retraso. Miró a sus compañeros, un grupo estaba sentado al final, ellos eran de segundo año que habían reprobado el ramo; otro grupo más grande, estaba sentado en las primeras filas, ese era su curso, pero, una chica llamó su atención, estaba sola sentada entre el grupo de primero y los de segundo, tenía su bolso sobre la mesa y sus manos sobre su bolso, para dejar apoyado su mentón sobre ellas, su mirada perdida en el horizonte mientras movía los labios como tarareando, ella sonrió, como recordando alguna maldad, él sonrió de aquello.
    -¡Compañero!- le dijo un chico sentado en uno de los primeros asientos, mientras se ponía de pie- ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?- dijo mientras lo abrazaba.
    -Bien- respondió él, abrazando al chico y dejando de mirar a la chica.
    Aún le faltaban veinte minutos para que empezara la clase, llego al salón sin mayores problemas, era lógico, el primer año que entró se encargo de recorrer cada rincón de aquel enorme campus, incluso a veces, cuando llegaban los “nuevos”, ella los dirigía a los salones correspondientes, conocía mejor que sus compañeros de más alto grado el lugar donde estudiaba.

    Se sentó en la escalera, mirando hacía la montaña nevada que tenía en frente, mientras pasaban los minutos para que la clase comenzara. En esos momentos se sentía más sola que nunca, no porque estuviera sola en aquel instante, sino porque su mejor amiga, la compañera que tenía desde primer año de universidad, la cual se habían visto el primer día de clases y desde ese momento no se había separado, decidió retirarse de la carrera, y ahora, ella continuaba sola. Nunca fue muy sociable, a lo más entablaba amistad con una o dos personas, pero de muchas, ya se sentía extraña y no encajaba. Su teléfono sonó, un mensaje le había llegado, lo agarro y miró el aparato, “lo siento, por favor perdóname”, salía escrito en la pantalla de aquel objeto, era del chico al cual le dedico tres años de su vida, al que creía amaba con todo su corazón, y supuestamente era correspondida, su sorpresa fue grande al llegar un día a su casa para celebrar otro mes juntos, y lo que terminaron celebrando fue la despedida, ella no aguantaría que él estuviera en su casa, con aquella chica casi desnuda sobre sus piernas. Guardo el aparato sin responderle, fijó su mirada en la puerta verde del salón, cuando aparecieron unos cuantos chicos y chicas de segundo año y entraron en el. Los reconoció apenas entraron, no hace mucho había tenido un pequeño problema con una de ellos, por unas opiniones distintas, la chica se molesto bastante, llegando a casi la discusión a gritos, y como es la líder de los de segundo, todo el curso se fue en contra de ella, y ahora, cada vez que la ven, le lanzan sus miradas de odio.

    Se levantó del peldaño de la escalera y entró en el salón, no quería sentarse muy atrás. Afortunadamente, los de segundo se fueron todos al fondo del salón, ella se sentó en el centro, desde allí podía ver a la perfección el pizarrón completo. Los chicos de primero comenzaron a llegar, se sentaron en la parte delantera del salón, una chica entró avisando que la profesora había tenido un problema y llegaría una hora más tarde. Dejo su bolso sobre la mesa, y sus manos sobre su bolso, así apoyo su mentón en sus manos, recordando y tarareando la canción Black Diamond, de Stratovarius. Alguien abrió la puerta, no lo tomó en cuenta, sabía que la profesora tardaría bastante en llegar. Sonrió, al recordar que una vez un chico le había tocado esa canción con su guitarra diciéndole que la había compuesto él. Una voz de un chico la sacó de sus pensamientos, miró al frente, y allí estaba él, aquel chico que cuando lo vio meses atrás le había hecho sentir cosas en su estomago, abrazaba a un compañero, se veía distinto a aquel día que lo vio por primera vez, se veía más lindo.
    -¡Hola!- le dijo un chico de segundo que llegaba a su lado.
    -¡Hola!- le respondió ella saliendo de sus pensamientos y regalándole una sonrisa al chico que estaba juntó a ella- ¿Cómo estas?
    -Bien, gracias- le respondió el chico sonriendo- ¿Y tú?
    -Igual, bien- le dijo ella aún con esa sonrisa típica.
    Él, escuchaba a su amigo contarle lo que había hecho en las vacaciones de invierno, le ponía atención, aunque no lo escuchaba del todo, un “hola”, lo distrajo completamente de su amigo, busco con la mirada de donde provenía la voz, hasta que vio frente a él que un chico de segundo año hablaba con la chica que había visto, la chica que lo había encantando con su sonrisa, no pudo evitar molestarse, al ver que ella le sonreía al chico que tenía en frente con total naturalidad, se sintió celoso, pues él, deseaba esas sonrisas. Su teléfono vibró, metió su mano al bolsillo y saco el pequeño aparato, sin dejar de mirar a la chica ningún instante, respondió.
    -¿Alo?- dijo y se le notó el tono molesto.
    -Soy yo, ¿Qué tienes?- dijo una chica al otro lado del teléfono.
    -Nada- le respondió él, mientras salía del salón- ¿Pasa algo?
    -Te aviso que vengo saliendo del doctor- le dijo la chica con alegría- Tú hijo y yo estamos perfectamente.
    -Eso es genial- dijo él apoyado en el umbral de la puerta, no pudo evitar mirarla a ella que seguía hablando con el chico de segundo.
    -No se te nota muy convencido- dijo la chica, su alegría se había apagado.
    -No, no, si lo estoy- dijo él apresuradamente- Sólo que no pase buena noche y me pase por unas cuantas cuadras de la universidad, llegué tarde a clases.
    -¡Estas en clases!- dijo la chica- ¡Es cierto!, te amo, hablamos después.
    La chica colgó y él no alcanzó siquiera a despedirse, metió su teléfono al bolsillo y entro en el salón, su mirada ya no estaba sobre ella, ahora estaba con sus amigos. Se sentó sobre una mesa, mientras todos conversaban sobre sus vacaciones, él sólo escuchaba, sus vacaciones no habían sido lo que esperaba, en aquellas tres semanas se había enterado que sería papá, algo que al principio le fascino, pero que ahora no estaba seguro. No pudo evitar volver a mirarla, algo tenía ella que atraía toda su atención, ahora, otro chico de segundo se había unido a la conversación, ella seguía hablando y sonriendo de lo mejor, se veía tan feliz, suspiro, mientras pensaba en que le encantaría hacerla sonreír de esa manera.

    Se puso de pie y camino en dirección a donde estaban los chicos de segundo con ella, él conocía al chico que había llegado después, lo saludaría y se le presentaría a ella. Llego frente a ellos y saludo con un apretón de manos al chico de segundo, se acercó a ella, pudo verle los ojos de cerca, unos ojos castaños claros preciosos, quedo enganchado a ellos, sintió que se hundía en ellos, ella le sonreía.
    -Vicente- le dijo mientras le estiraba la mano en señal de saludo.
    -Beatriz- respondió ella mientras le tomaba la mano y se ponía de pie para darle un beso en la mejilla.
    Un montón de sensaciones le provoco el roce de sus manos, nunca pensó que ella le haría sentir tales cosas, un cosquilleo recorrió todo su cuerpo desde que toco su suave piel, al sentir sus labios sobre él, sintió que un sonrojeo lo cubrió, sus labios tan suaves se habían posado sobre su mejilla, los deseo junto a los suyos.

    Hablaba con aquel chico de segundo, le contaba sobre sus vacaciones viendo anime, el chico era un fanático más de aquellos dibujos animados, ella también lo era, no lo negaba, le encantaba ver algunas series.
    -¿Vas a ir al anime festival este año?- le preguntó el chico con ojos brillosos, el entusiasmo por aquella convención se le salía por todos lados.
    -No lo se- respondió ella- Mí amiga es la que se encargaba de eso- dijo con algo de melancolía- Ahora que se retiro, esta preparando todo para irse del país.
    -Yo te invito- le dijo el chico al ver que la sonrisa de ella había desaparecido al recordar a su amiga.
    -¿En serio?- dijo ella volviendo a sonreír como solía hacerlo siempre.
    -Claro- respondió el chico- Voy como parte del staff de los videojuegos, se que te encantan, así que serás mi ayudante.
    -¿En serio?- dijo ella sin poder ocultar su felicidad.
    -Claro, claro que sí- dijo el chico tan emocionado como ella.
    -¿Qué tal sus vacaciones?- dijo otro chico de segundo que venía recién llegando y se sentó junto a ellos.
    -Bien- le respondió ella mirándolo a los ojos.
    -¡Geniales!- exclamo el primero de los chicos.
    -Me alegro- fue lo único que dijo el segundo.
    Continuaron hablando, hasta que alguien llego, ella levantó su vista, y allí estaba él, se había acercado a saludar al chico de segundo con un apretón de manos. Él la miró, ella también, se perdió en sus ojos castaños oscuros, no sabía nada de él, pero, había algo que la atraía sin poder contenerse.
    -Vicente- le dijo él ofreciendo su mano.
    -Beatriz- respondió ella sin dejar de mirar sus ojos.
    Sus ojos la habían cautivado, tenían un aire de melancolía, pero a la vez felicidad, tomo su mano, un escalofrió la recorrió entera; como una reacción a la cual no puedes escapar, ella se puso de pie y besó la mejilla de él, que suave tenía su piel, a pesar de tener una corta barba, sintió que aquel pequeño beso había sido eterno, pero en realidad, sólo habían pasado unos segundos. Al separarse de él volvió a mirar sus ojos, se veía reflejada en ellos, sonrió al ver que él se había sonrojado. Algo la llenaba de felicidad al mirar esos ojos, no sabía que era, pero de lo que estaba segura es que nunca lo había sentido, ni siquiera por aquel, por el cual había estado llorando la mayor parte de sus vacaciones, cuando lo conoció la hacía reír mucho, eso la hizo caer en sus brazos rápidamente, pero esta sensación, no la había sentido con nadie más que con él.
    La miró retroceder unos centímetros luego de darle aquel beso de saludo, la miró a los ojos, que bellos los tenía, al igual que su nariz, pequeña y respingona, sus mejillas blancas se veían tan suaves, su pelo largo, castaño claro, casi rubio y medio ondulado, le colgaba suelto que con total naturalidad se movía al ritmo de sus sonrisas, al igual que toda ella, no era raro, que los chicos la miraran y dijeran cosas cuando ella pasaba, pero nadie sabía si ella tenía o no tenía novio, es más, los rumores más conocidos es que le gustan las mujeres, y es por esta razón, que muchos se han querido acercar, pero ella no deja que cualquiera lo haga, “la niña hielo”, fue el nombre por el cual la conoció cuando pregunto quien era, aquella vez en la asamblea de presentación. Se sonrojo, al notar que ella lo miraba fijo, ella sonrío, miró sus ojos, sonreían al igual que sus labios, se vio reflejado en ellos, su teléfono vibro, miró su bolsillo y saco el aparato, ella se sentó, la comunicación visual se había perdido, maldijo por lo bajo y leyó el mensaje que le había llegado, era de su novia “te espero en mi casa, habrá una pequeña comida con la familia, te amo”, su corazón se apretó, él tenía una responsabilidad, y lo que estaba haciendo, no tenía nombre, pero que podía hacer, si era cosa que ella respirara para que su atención se desviara por completo, a todo el bello ser que la componía.

    La puerta se abrió y la profesora entró, saludo a todos en forma general, a lo que sus alumnos respondieron de la mejor manera posible, aquella profesora era una de las mejores en la materia, alegre como siempre, ayudaba a todos sin hacer diferencia, y lo más importante, se encargaba de enseñar, y de que los alumnos aprendieran.

    Los segundos, minutos y horas comenzaron a pasar, la profesora había decidido hacer un trabajo en grupos de cuatro alumnos con la materia que había pasado ese día, ella le preguntó a una chica de primero que estaba sentada a su derecha, si quería formar grupo con ella, a lo que la chica respondió que si; él busco con la mirada con quien formar grupo, sus ojos se posaron en ella, ella sintió que la miraban y lo miró a él; el chico de segundo que la había invitado a la convención se interpuso entre sus miradas.
    -Trabajare contigo- le dijo sentándose cerca.
    -Esta bien- le respondió ella- Pero, no estoy sola- le dijo señalando a la chica de primero.
    -Un gusto- le dijo el chico de segundo a la niña de primero, que a simple vista se veía una persona muy agradable.
    La profesora comenzó a anotar los ejercicios en el pizarrón, el otro chico de segundo se unió al grupo de ella; mientras que él, había formado grupo con tres compañeros de su grado. Por la manera en que se dispusieron los grupos, quedaron sentados frente a frente, sólo los mantenían separados unos cuantos metros, ella anotaba el primer ejercicio de la pizarra y lo realizaba, para después comparar con el resto de su grupo, así era la manera en que la profesora les pedía trabajar. Él aprovecho la situación y la miraba cada vez que podía, le causaban risa las caras que ponía cuando un ejercicio se le complicaba, luego de unos segundos de observar su cuaderno, sonreía y movía su cabeza en forma de negación, ella levantó la cabeza y miró a la pizarra, sus ojos chocaron, él bajo la cabeza, y continuo con el ejercicio, ella lo había descubierto mientras la miraba. Ella sonrío para sí, él sentía algo por ella y eso la alegro.

    El tiempo acabo y el trabajo entregaron todos, ella guardo sus cosas en su bolso, se despidió de sus compañeros de grupo y salió del salón, rumbo a la parada del autobús, mientras más rápido, más pronto llegaba a su casa. Él, también guardo todo y salió del salón, pero a diferencia de ella, para él mientras más lento mejor, no quería ir a aquella cena, pero debía, se sentía culpable por las sensaciones que le provocaba ella, y se sentía culpable por ir a ver su novia y haber estado todo el día pensando en Beatriz.

    Los días comenzaron a pasar, se vieron una que otra vez durante la semana, sus ojos se buscaban, y cuando se encontraban, la única manera de separarlos era que alguien o algo se interpusiera entre ellos. No se atrevían a hablarse, él porque se sentía demasiado culpable por lo de su novia, y ella, porque le daba demasiada timidez.

    Hasta que llegó el esperado lunes, otra vez estarían juntos en el salón, ella estaba decidida a hablarle un poco más que sólo los nombres, quería saber el por que, él le provocaba tales sensaciones. Camino al salón, llegó, y antes de entrar escucho a alguien hablar.
    -“Beatriz, verdadera alabanza de Dios, ¿no socorres a aquel que te amó tanto y abandonó por ti la baja esfera? ¿No oyes su queja conmovedora? ¿No ves la muerte contra la cuál combate esta riada, más terrible que el mismo mar?”
    Ella se volteo a mirar a quien pronuncio tales palabras de uno de sus libros favoritos, gran fue su sorpresa al ver a Vicente parado tras ella.
    -Dante Alighieri- dijo ella con un suave susurro sin perder de vista los ojos de él.
    -La Divina Comedia- dijo él besándole la mejilla en señal de saludo.
    -Me encanta- dijo ella mirando esos ojos y sonriéndole lo más que pudiera.
    -Pasa- dijo él abriendo la puerta.
    -Gracias- dijo ella mientras entraba al salón.
    Caminó hasta llegar a donde se había sentado la semana pasada, él la siguió, estaba dispuesto a conocerla un poco más, se sentó a su derecha, ella lo miró y le sonrió, él no sabía como empezar un tema de conversación y eso lo estaba matando, no quería que se le fuera la oportunidad.
    -¿Te gusta la Divina Comedia?- dijo ella sacándolo de sus pensamientos.
    -Me gusta el nombre Beatriz- respondió él- Y la mujer por la cuál Dante va al infierno tiene ese nombre.
    -¿Lo leíste sólo por qué se llama Beatriz?- dijo ella sonriéndole.
    -No, claro que no- dijo él con risa- Mi hermana, me dijo hace un tiempo que lo leyera.
    -Tienes una hermana- le dijo ella con asombro- ¿Mayor o menor?
    -Mayor- dijo el con seguridad- Es la mayor de todos.
    -¿Tienes más hermanos?- preguntó Beatriz.
    -Uno más- dijo él- Yo soy el menor.
    -Eres el bebé- dijo ella sonriéndole.
    -¿Y tú?- preguntó él- ¿Tienes más hermanos?
    -Si- dijo ella- Soy la mayor de tres hermanas.
    -Sólo mujeres- dijo él sorprendido- Tú papá debe ser el más contento.
    -No lo se- dijo ella riendo- Ambos son espectaculares con nosotras.
    -Ya me imagino como se debe poner con sus novios- dijo él tratando de sacar información.
    -Más con mi hermana del medio- le respondió ella- Yo sólo he tenido un novio como para presentarlo, y la otra, aún es muy pequeña.
    -¿Ya no tienes novio?- preguntó él con curiosidad.
    -No, ya no- dijo ella y en sus ojos él noto algo de tristeza.
    -No es un buen tema- dijo él con algo de arrepentimiento.
    -Da igual- dijo ella sonriendo otra vez- Que me dices de ti, ¿tienes novia?
    -Si- respondió él sin ganas- Voy a ser papá.
    -Valla- fue lo único que logró articular ella, había quedado sorprendida por tal confesión- Felicitaciones- dijo tratando que no se le notara su molestia.
    -Gracias- respondió él bajando la cabeza, no quería mostrarle a ella su tristeza.
    Se quedaron en silencio, ambos pensaban en lo que había confesado Vicente, ella, confundida no sabía que hacer; él, se arrepintió de haberlo dicho. Ninguno se miraba, ambos se sentían culpables, él por pensar en Beatriz como su todo, y ella, por pensar en Vicente como algo más que amigos, siendo que él es un chico prohibido.
    -¿Crees en el amor a primera vista?- preguntó ella rompiendo el silencio.
    No supo por que preguntó eso, su idea era poner un tema de conversación, lo miró mientras le preguntaba, él levanto su vista hasta llegar a sus ojos, ella notó en su mirada algo de confusión.
    -Si creo- dijo él con tono inseguro- ¿Por qué lo preguntas?
    -Simple curiosidad- dijo ella con una pequeña sonrisa- ¿Qué crees que es?
    -No lo se- respondió él algo confundido- Algo mágico.
    -Yo creo que es el reconocimiento de una alma gemela- aseguró ella.
    -¿Crees en las almas gemelas?- preguntó él mirándola atentamente a los ojos de ella que brillaban.
    -Claro que si- dijo ella segura.
    -¿Te gusta leer?- preguntó él desvirtuando un poco el tema.
    -Me encanta- respondió ella- No hay nada mejor que un buen libro.
    -¿Leíste Only Love?- preguntó él.
    -¿El libro del psicólogo?- preguntó confusa ella.
    -Si, ese- dijo él.
    -No, no lo he leído- dijo ella- Pero me han dicho que es bueno, aunque no se bien de que trata.
    -De lo que dijiste recién- dijo él- El reconocimiento de las almas gemelas.
    -Quiero leerlo- dijo ella frunciendo el ceño e inflando las mejillas.
    -¡Hola!- dijo una chica interrumpiendo su conversación.
    Ambos, la miraron y la saludaron con un alegre hola, la chica se sentó junto a Beatriz, en el mismo lugar que se había sentado la clase pasada, y se unió a la conversación. Le dijo a Beatriz que ella tenía aquel libro, y que se lo prestaría; continuaron conversando y conociéndose los tres hasta que llego la profesora y comenzó con la clase del día.

    El día paso rápido, él estuvo junto a ella todo el tiempo, de ratos la miraba mientras ella ponía atención a la clase, bajaba la mirada cuando recordaba que no podía pensar en ella, se lamentaba, pero ya no había vuelta atrás, por lo menos, ya casi la tenía como amiga, con eso se conformaba, sólo tenerla cerca y poder sentir su aroma, su piel, su simple presencia, que ella le alegrara el día con una sonrisa, aquella sonrisa que llenaba todo su ser de felicidad.

    Ella, no dejaba de pensar en que él sería padre, a veces lo miraba junto a ella, a pesar de ser prohibido no podía negar cuanto le encantaba que estuviera a su lado, en algunas ocasiones, creía sentir la mirada de él sobre ella, lo ignoraba, él tiene novia y sería papá, “es imposible que le guste”, pensaba ella.

    La profesora pidió otro trabajo grupal, al igual que la clase pasada, esta vez, los chicos de segundo no fueron a clases, ella volvió a juntarse con la chica, y él, se les unió, como los alumnos esta vez eran impares, quedo su grupo sólo de tres integrantes. Comenzaron a trabajar, se dieron cuenta que los tres formaban un muy buen equipo, él sabia mucho y entendía con facilidad, les explicaba a ambas chicas cuando tenían dudas, entre risas y comentarios, no se dieron ni cuenta cuando ya había terminado el trabajo, lo entregaron y la profesora le dijo que podían retirarse.
    -Al fin- dijo ella mientras guardaba sus cosas.
    -¿No te gusta la compañía?- dijo él interrogante, mientras la miraba fijo y levantando una ceja- ¿Prefieres a los mayores?
    -No, no- respondió ella rápidamente- No, a las dos preguntas- dijo sonriendo- Me gusta estar con ustedes, y no me llevo con los de mi grado o los mayores, para que decir de los de segundo.
    -Todos sabemos lo que paso- dijo él riendo- Estábamos allí aquel día.
    -Ni que me lo recuerdes- dijo ella poniéndose su bolso colgado en el hombro derecho- Sólo me llevo bien con dos chicos de segundo.
    -¿Los del otro día?- dijo la chica de primero con la que hacían el trabajo.
    -Si, ellos- le respondió ella esperando a que ambos chicos terminaran de acomodar sus cosas.
    -Estoy listo- dijo él colgando su bolso cruzado en su hombro izquierdo.
    -Yo igual- dijo la chica poniéndose su bolso en la espalda colgando de ambos hombros.
    -Nos vamos- les dijo ella mientras encabezaba la marcha a la salida del salón.
    Ella se despidió de la profesora, y sus acompañantes la siguieron, despidiéndose de la profesora y de sus compañeros; ella salió del salón, y a los minutos salieron ellos, una vez que se habían despedido de sus amigos.
    -¿Hacía donde viajan?- preguntó él mientras bajaban por la escalera camino a la salida de aquel edificio.
    -Hacía el sur- respondieron ambas chicas a la vez, se miraron y sonrieron por la coincidencia.
    -Yo igual- dijo él poniéndose en el centro de ambas chicas y ofreciéndoles sus brazos, una vez que llegaron abajo- ¿Nos vamos juntos?- dijo mirando a Beatriz.
    -Si- respondió ella sonriéndole, no pudo evitar su alegría al saber que viajaría con él, agarro su brazo- ¿Te parece la idea?- dijo ella mirando a la chica de primero por delante de él.
    -Si- respondió la chica tomando del brazo a Vicente.
    Caminaron hacía la salida de la universidad, riendo y hablando de los temas que habían quedado pendiente en clases; él observaba como los demás estudiantes se quedaban mirándola a ella, tanto hombres como mujeres la miraban de pies a cabeza, él sonrió al recordar los rumores que le habían dicho sobre ella, sonrió aún más, al recordar que ella le había dicho que ya no tenía novio. Detuvo su paso, ella lo había soltado y se alejaba de su lado.
    -Conoce a mucha gente que trabaja aquí- dijo la chica de primero.
    -¿Ah? Sí- dijo él sin entender, la busco con la mirada hasta encontrarla, ella saludaba al jardinero de la universidad.
    Sonriente como siempre, saludaba a un señor al cual él, nunca en su vida se hubiera acercado.
    -¡Qué este bien!- grito agitando su mano en señal de despedida.
    Llego al lado de los chicos y volvió a tomar el brazo de Vicente, les sonrió y continuaron con la marcha hacía el paradero de buses. Entre tanto caminaban ella seguía saludando y entablando pequeñas conversaciones con los guardias, personas del aseo, y hasta los señores y señoras de los pequeños negocios de la universidad, nunca se ha llevado con la gente de su edad, siempre ha sido mejor con los más pequeños o los adultos; los pequeños, porque les encanta divertirse, y con los adultos, porque siempre tienen algo nuevo que enseñar, no por nada han estado tanto tiempo en este mundo. Sus acompañantes, sólo la miraban y se reían, ella caminaba alegre por aquellas frías calles de invierno, con su sonrisa y sus ojos resplandecientes podría hacer que el frió se fuera, o eso era lo que pensaba él. Con cada minuto que pasaba, más se enganchaba de su sonrisa, su mirada, su cabello suelto, y a la vez, por cada minuto que pasaba, era una maldición que no salía de sus labios, pero se quedaba en su mente, cada minuto, era un instante menos que quedaba para que se separara de ella y volviera a lo que es su vida habitual, junto a su novia.

    Llegaron a la parada del autobús, el frió aumento, ella abotono hasta el último botón de su abrigo gris, él subió la cremallera de su chaqueta, la chica de primero, ya estaba lo suficiente abrigada como para ir a la Antártica. El bus que les servía a los tres se aproximaba, los tres sacaron sus tarjetas y esperaron a que el bus se detuviera, Vicente dejó que ellas pasaran primero, Beatriz, fue la primera en entrar.
    -Buenas tardes- le dijo ella al conductor- Gracias- le dijo después de cancelar.
    Camino hasta la última fila de asientos, así se irían los tres sentados juntos. Se sentó junto a la ventana, le daba igual en donde sentarse, de todas maneras debía llegar al final de recorrido de aquel bus; la chica de primero se sentó junto a ella, él vio que quedaría separado de Beatriz, frunció el ceño.
    -Yo al centro- fue lo primero que se le vino a la mente para quedar junto a ella- Así la conversación fluye.
    -Esta vez no- dijo la chica- Queremos hablar cosas de mujeres- le dijo con mirada picara.
    -¡Me quiero sentar junto a Beatriz!- dijo él subiendo el tono de voz.
    Ella lo miró fijamente, sintió sus mejillas arder, no quería ruborizarse pero al parecer era demasiado tarde, él, quería sentarse junto a ella, no había notado los rasgos físicos del chico hasta ese momento, no era muy alto, no mucho más que ella, debía estar entre el metro setenta y algo, mientras que ella, llegaba al metro sesenta y ocho, su cabello corto castaño oscuro, su pequeña y corta barba, su nariz fina y puntiaguda, sus labios, no eran ni gruesos ni muy finos, eran perfectos, y lo que más le gustaban, los ojos, esos ojos profundos en los que se perdía.
    -Gracias- dijo él mientras la chica de primero se corría para darle paso a sentarse junto a ella.
    Ella lo seguía mirando, no lo perdió de vista hasta que se sentó junto a ella, él la miró y ella se avergonzó, sentía su cara arder, bajo la mirada, y miró por la ventana, a través de ella podía ver el reflejo de Vicente que la miraba, se sonrojo aún más. A los pocos minutos la chica de primero rompió el silencio y puso tema de conversación, ambos se unieron y volvieron a la agradable conversación que habían tenido todo el día. El viaje se les hizo demasiado corto, ya era hora de separarse, la chica de primero debía tomar otro bus, ellos decidieron ir a dejarla hasta que se subiera a aquel automóvil, luego Vicente decidió ir a dejar a Beatriz lo más cerca de su casa que le fuera posible, llegaron a una esquina, donde se despidieron con un beso en la mejilla, ella le sonrió y se dio la vuelta camino a su casa, él se quedo mirándola caminar hasta que se perdió en su hogar.

    Los días comenzaron a pasar, pero esta vez, cuando se veían en la universidad, se saludaban y se quedaban conversando algunos minutos, incluso, él la acompañaba hasta los salones en los que ella tenía clases.


    Ambos esperaban ansiosos el día en que al fin se juntaban sus horarios, se acostumbraron a sentarse siempre donde mismo, ella en el centro de ambos chicos de primero, trabajaban juntos en los trabajos que hacían en todas las clases de Cálculo I, la profesora los felicitaba por sus excelentes calificación, ellos se alegraban por formar tan buen equipo, al finalizar cada clase, se iban los tres juntos desde aquel día, en que él hizo un pequeño berrinche por no estar junto a ella en el asiento de aquel bus, desde aquel día, que todos los lunes él la deja lo más cerca de su casa, él es feliz con todo el tiempo que le dedica, ella, es feliz con tener su amistad, sabe que no puede aspirar a más que eso.


    Ya habían pasado varias semanas desde que se hablaron por primera vez, las lluvias comenzaban a intensificarse, ya había comenzando el invierno en toda su gloria y majestad. Él, había llegado más temprano que de costumbre, dejo su bolso en la mesa y puso su cabeza encima, cerró sus ojos y se quedo descansando. Ella, caminaba lento bajo la suave lluvia que caía, le encantaba eso, le encantaba la lluvia en su cara, mientras más lento, más lo disfrutaba, llego a la universidad y miró su reloj, aún tenía media hora para hacer nada, suspiro y camino al salón esperando no encontrar a nadie, era demasiado temprano. Camino con su sonrisa típica, sin mirar a nadie, hace un tiempo que se había cansado de las miradas de sus compañeros de universidad, no lo negaba, al principio le encantaba, porque tenían un propósito, hacer pensar a la gente que ella y su mejor amiga eran novias, no había nada en el mundo que les encantara más que ver las caras de las personas cuando las veían caminar de la mano, eran algo que nunca nada, ni nadie podrá borrar de sus memorias, agacho la cabeza mientras caminaba y recordaba eso, la nostalgia se mostró en su rostro, como extrañaba a su mejor amiga, sintió ganas de llorar, respiro profundo, sonrió y levantó la cabeza, debía llegar al salón, hoy lo vería a él.

    Llego a la puerta y la abrió, sonrió al verlo a él dormido sobre su mesa, entró silenciosamente y sin hacer ruido se sentó junto a él, dejo su mochila encima de la mesa y con su mano comenzó a acariciar la cabeza de él, suavemente, pudo ver que él sonrió, una vez le había comentado cuando le encantaba que le hicieran eso mientras dormía.
    -Beatriz- dijo él dormido y sonriendo.
    Ella sonrió, él la había llamado en sus sueños, su corazón se lleno de felicidad, no se había dado cuenta, o no se quería dar cuenta, que ese chico ya se había metido demasiado en su interior, por más que intentara no mirarlo más que como amigo, no funcionaba, él, ya era parte importante en su vida, a pesar de que fuera un chico prohibido. Continuó acariciando su cabeza, eso comenzó a relajarla, quería apoyar la cabeza junto a él y dormir, pero no podía, ¿qué pasaría si entrara alguien y los viera así?, se armaría el escándalo, y él no puede exponerse a eso.
    -Hola- dijo él levantándose y estirando los brazos hacía el cielo.
    -Hola- respondió ella dejando su cabeza apoyada en la mochila sobre la mesa- ¿Pasaste mala noche?- le preguntó mirándolo a los ojos.
    -Un poco- respondió él mientras se seguía estirando- Muchas entregas de trabajos para esta semana, se puso algo pesado.
    -Siempre pasa- respondió ella- Te toca con cuatro de los mejores profesores de la carrera, y ellos se encargaran ver tu capacidad frente a diferentes obstáculos.
    -Es verdad- dijo él sonriéndole- Tú ya pasaste por todo esto.
    -Así es- dijo ella bostezando- Estas hablando con una experta.
    -¡Hey!- se escucho la voz de un chico a la vez que se abría la puerta- ¡Hasta que te encuentro!- dijo al llegar a su lado.
    -¿Dónde más podría estar?- dijo ella levantando su cabeza- Tenemos clases aquí- dijo mirando al chico de segundo.
    -¿No te avisaron?- preguntó el recién llegado mientras tomaba una silla y se sentaba frente a ella- Hoy no habrá clases.
    -¿Cómo?- dijo ella con algo de enfado- ¿Tú sabias?- dijo mirando a Vicente.
    -No- respondió él confundido- De haberlo sabido me quedo en mi casa.
    -Fernanda, quedo de avisarles a todos- dijo el chico de segundo.
    -¿Fernanda?- dijo ella con algo de sarcasmo- Con razón no me aviso- dijo volviendo a poner su cabeza apoyada en la mochila.
    -Preguntare a alguno de mis compañeros- dijo él- ¿Sofía no te dijo nada?
    -No- respondió ella recordando la conversación que había tenido hace uno dos días con la chica de primero- Ella y su familia iban a visitar a una tía al Sur, por lo que me dijo, allá casi no llega señal telefónica.
    -Llamaré a alguno de los que deberían saber- dijo él sacando el teléfono de su bolsillo y buscando algún número.
    -Esta bien- le dijo ella- ¿Por qué no me avisaste tú?- le reclamó al chico de segundo.
    -Pensé que te habían avisado- dijo el chico mirándolo a él- Últimamente pasas mucho tiempo con él- dijo señalándolo con los ojos.
    -La pasamos bien- respondió ella.
    -Así veo- dijo el chico dándole una extraña mirada a él- A lo que venía- dijo cambiando su mirada a una sonrisa dirigida a ella- Ya tengo los pases para el Anime Festival.
    -¿En serio?- dijo ella sin poder ocultar su alegría.
    -Aquí esta- dijo el chico entregándole una credencial para que entrara gratis a aquel evento- Cuídala mucho.
    -Será mi tesoro- dijo ella- ¿Cuándo es?- preguntó
    -El 25 de septiembre- dijo el chico con un singular brillo en sus ojos.
    -¡Ya quiero que sea ese día!- dijo ella tomando el pase y abrazándolo.
    -Yo también- dijo el chico de segundo con una sonrisa de oreja a oreja.
    -Que no respondí las llamadas- dijo Vicente interrumpiendo la conversación de ella- Según me estuvieron llamando- dijo interponiéndose entre ella y el chico de segundo.
    -Por mi no importa- dijo ella sonriendo- Si no hubiera venido, no te hubiera visto- le dijo al chico de segundo.
    -Si verdad- dijo Vicente algo molesto y agarrando su bolso- Me voy.
    -Yo también- dijo ella- ¡Mira!- le grito a él- Ya tengo mi pase liberado- le dijo sacándole la lengua.
    -Que bien- respondió él sin darle importancia.
    -¿Te dieron alguna mala noticia?- preguntó ella al ver que él no reaccionaba como ella pensaba.
    -No, para nada- dijo colgándose el bolso en el hombro izquierdo.
    -Vamos, no te enojes- le dijo ella sonriendo y parándose a su lado- No será la primera ni la última vez que un profesor te deje plantado.
    -Es verdad- dijo el chico de segundo- Si supieras todas las veces que…
    -No me interesa- interrumpió Vicente.
    -Esta bien- dijo el chico de segundo- Parece que el enojo es conmigo- dijo mirando a Vicente- Bea, nos vemos luego.
    -Claro que si- dijo ella haciendo una seña con la mano al estilo militar- Cuídate mucho.
    -Tú igual- respondió el chico dándole una última mirada a la espalda de Vicente, una mirada con algo de odio.
    -Me iré a mi casita a ver si hago algo productivo- dijo ella cuando el chico de segundo salió por la puerta.
    -Si te apuras lo alcanzas- le dijo Vicente mirando hacía la ventana.
    -¿A quién?- preguntó confundida ella.
    -Al tipo ese- dijo Vicente dando una patada al suelo.
    Ella sonrió, él estaba celoso, le gustaba esa sensación, se acerco por atrás y lo abrazo, sus labios quedaron cerca de la oreja de Vicente.
    -¿Te quieres ir conmigo?- le dijo casi en susurro.
    Él dio un salto, esa sensación en su oído había sido de lo mejor, no supo que decir frente a esa situación, sonrió. Ella lo notó y lo soltó.
    -Tu sonrisa me dice que es un sí- dijo ella cruzándose el bolso en su hombro derecho.
    -Me sorprendiste con eso- dijo él mientras caminaba hacía ella.
    -Era la idea- le respondió al salir del salón.
    Caminaron como siempre por aquellos edificios y pasillos, hasta salir de aquel campus y llegar al paradero. Las finas gotas de lluvia caían sobre sus rostros, ella aún sonreía por los celos de él cuando llego el bus y se subieron, como pocas veces en esa época, el bus estaba lleno, ella camino hasta encontrar un lugar donde se pudieran afirmar bien, es bien sabido por todos, lo poco que le importan los pasajeras a algunos chóferes. Se instalo entre la ventana y unos pasamanos, él, se paró frente a ella.

    Se miraron a los ojos por unos instantes, sintiendo la cercanía del otro, ella se avergonzó, y sus mejillas lo dieron a conocer, estaban tan cerca y a la vez tan lejos, que para ellos no existía nadie más que la persona que tenían enfrente.

    Habían pasado unos minutos desde que el bus había salido de la universidad rumbo a sus hogares, hablaban como siempre, sin dejar de mirarse a los ojos, un brusco movimiento del bus al llegar a una parada hizo que Vicente se fuera sobre Beatriz, quedando sólo a unos centímetros de sus labios. Ella, apoyada con la espalda en la ventana, y él, con todo su cuerpo sobre ella, alcanzó a poner su mano en la ventana para no aplastarla, pero en ese instante, no había nada más importante que los labios de cada uno.
    -¿Vicente?- se escucho una voz de chica cerca de ellos.
    Él se giró a ver quien era, maldiciendo por haber interrumpido justo en aquel momento, ella, miró por entre el brazo de él que estaba apoyado aún en la ventana, vio a aquella chica, miró hacía atrás del bus, vio un asiento desocupado y camino en dirección a el, se sentó junto a la ventana mirando hacía afuera, no quería verla a aquella chica.
    -Hola- dijo él a la chica que lo saludaba, sin darle mucha importancia giro la cabeza, mirando hacía atrás del bus buscándola a ella, la encontró sentada mirando por la ventana.
    -¿Cómo estas?- preguntó la recién llegada.
    -Bien- le respondió él no tenía ganas de conversar con ella, nunca le ha agrado mucho.
    -¿Qué haces por estos lados?- preguntó la chica sin darse cuenta que no era bienvenida.
    -Vengo de la universidad- respondió él con tono seco.
    -¿Cómo esta Francisca?, ¿Ya queda poco para que nazca su bebé?- preguntó con curiosidad la chica.
    -Esta bien- respondió él volviendo a la realidad, se sintió mal por lo que había pasado hace unos momentos con Beatriz- Y faltan como 2 meses.
    -Quiero ir a ver a mi amiga- dijo la chica- La extraño tanto.
    -Ahora esta siempre en su casa- le dijo él aún con tono seco.
    -No he tenido tiempo- respondió- Estuve saliendo con un chico, más bien, se me metió en la cabeza cuando me dijeron que tenía novia de hace tres años- dijo la chica con tono de orgullo.
    -¿Te gustan andar rompiendo relaciones?- dijo él con tono de desapruebo.
    -No, no es eso- dijo ella medio riendo- Lo vi una vez en una fiesta, y me gusto mucho, es tan lindo- continuó relatando- Bailamos una canción, y me dejo loca, al rato llego una chica, no la pude ver bien porque andaba con gorra, pero supe que era su novia porque la agarro y se empezaron a besar mientras bailaban un lento.
    -¿Y fue cuando decidiste separarlos?- dijo él sin tomar atención a aquello, con esas cosas, esa chica menos le agradaba.
    -No, no- respondió rápidamente- Pero, me dio envidia que la besara a ella, de esa manera.
    -Bueno- dijo él- Ya te tienes que bajar, fue un gusto hablar contigo.
    -Pero, Vicente- dijo la chica.
    -¿Qué?- respondió él sin ánimos.
    -Aunque sea despídete bien- reclamo cruzando los brazos y haciendo muecas con la cara como si fuera una niña pequeña que no le quieren comprar lo que pide.
    -Una cosa es que seas amiga de Francisca y otra my distinta es que a mi me agrades- le dijo fríamente Vicente.
    -¿Qué quieres decir?- preguntó confundida la chica.
    -Que no me agradas, así que por favor si me ves en algún lado, ahórrame la molestia y no te acerques- luego de decir esto, se dio la vuelta y camino a donde ella.
    Ella seguía mirando por la ventana, la rabia y la ira las sentía en su cara, respiro profundo y comenzó a relajarse, muchas cosas pasaban por su cabeza, lo que había pasado aquel día, y ahora, se le aparece en la micro, y es amiga de Vicente, y él se había quedado conversando con aquella, que ni el nombre sabía y poco le importaba, esa situación, le hizo olvidar lo que había pasado unos instantes antes con él, olvido que sus labios estuvieron a punto de juntarse por culpa del movimiento del bus, sólo pensaba en aquella chica, aquella y Vicente conversando. Miro por la ventana, se quedo con la vista perdida mirando el horizonte, veía las pequeñas gotitas de lluvia caer suavemente sobre los carros, de a poco los iba mojando, hasta quedar completamente empapados, lo mismo pasaba con las calles, árboles y personas, le encantaba el invierno.
    Sintió que alguien se sentó junto a ella, miro por el reflejo de la ventana, y era él. Vio sus labios por el reflejo, y recordó que estuvo a punto de besarse con él, eso la hizo enrojecer y bajar la cabeza, que le pasaba, él era un chico prohibido para ella y para cualquiera que no fuera la madre de su hijo, se sintió mal, tanto que una lagrima rodó desde su ojo por su mejilla hasta perderse en su cuello. Pero, no podía llorar, ella debía ser fuerte, intento sonreír como siempre, le costo al principio, hasta que lo logró, lo miro a él.
    -¿Por qué te arrancaste?- preguntó curioso él al sentir la mirada de ella sobre él.
    -Ella no me agrada- le respondió ella sin darle importancia al tema.
    -¿Por qué?, si se puede saber- preguntó él aún más curioso.
    -Ya nos tenemos que bajar- dijo ella con antipatía, no quería hablar del tema.
    Ambos se pusieron de pie y caminaron a la puerta que unos segundos más tarde se abrió para que pudieran bajar. Descendieron del autobús y ella camino rápidamente en dirección a su casa, no quería darle explicaciones a él, sentía que no era necesario, y si lo hacía su relación podría cambiar, ella ya lo quería demasiado como para perderlo.
    -Espera- dijo él caminando tras ella con algo de enfado.
    -¿No te iras a tu casa?- preguntó ella sin dejar el paso y sin mirarlo.
    -Siempre te dejo o más cerca de tu casa que pueda- dijo él.
    -Vete a tu casa- le dijo ella fríamente.
    -¿Qué te pasa?- dijo él agarrándola del brazo y dejándola frente a él cuando llegaron a una esquina.
    -Nada- respondió ella bajando la cabeza.
    -¿Cómo que nada?- preguntó él molesto- Estas rara desde que ella…- se quedo en silencio, la miro, ella seguía con la cabeza baja- ¿Estas celosa?- le preguntó con una sonrisa en su rostro.
    -¿Yo?- dijo ella subiendo su mirada hasta dejar sus ojos reflejados en los de él- Ya dejo de llover- dijo ella cambiando el tema.
    -No me cambies el tema- dijo él con una sonrisa más grande- ¿No qué era yo el celoso?- rió esta vez.
    -¿Celosa de quien?- preguntó ella haciéndose la desentendida.
    -De mí- respondió con seguridad él- Te pusiste así desde que ella llego a mí lado.
    -Que ego centrista eres- le dijo ella riendo- ¿Me sueltas?- le dijo para que él soltará de sus brazos que aún los tenía agarrados.
    -Esta bien- le dijo él soltándola y alejándose un poco de ella.
    Ella sonrió, y le tomo de la mano, lo jaló ignorando las preguntas de él, caminaron durante dos cuadras hasta que llegaron a uno de los lugares favoritos de ella, el gimnasio de la villa donde vive, le encantaba ese lugar, porque podía patinar cuando quería, y cuantas veces quería, sin que los chóferes la estuvieran molestando. Por ahora estaba cerrado, porque nadie lo cuidaba, los niños que en su época lo usaban junto a ella, habían crecido, y del gimnasio nadie se acordaba, sólo ella, que extrañaba aquellos días sin preocupaciones donde lo único que importaba era divertirse de manera sana.

    Lo obligó a pasar por un agujero que había en la reja, cuando él preguntó cómo sabía de aquel paso para entrar, ella sólo lo miró y se sonrojo, él le sonrió, por lo que llevaba conociéndola, sólo eso le bastaba para saber que la causante de aquel pasó, era ella. Entraron y se sentaron en las galerías, ella comenzó con charla luego de un rato de silencio.
    -Nunca te he contado lo que me paso estas vacaciones- le dijo con la mirada perdida en el suelo del gimnasio.
    -No, no lo has hecho- respondió él sabiendo que ella no lo hacía porque era algo que le había causado mucho daño.
    -No lo he hablado, casi- dijo con una mirada de tristeza, que preocupó al chico- Mi mejor amiga- dijo cortadamente- Ella me escucho, pero ya no lo hace.
    -¿Quieres hablar conmigo?- preguntó él preocupado.
    -Si me quieres escuchar, si- le dijo clavando sus ojos en los de él.
    -Te escucho- le dijo él abrazándola muy fuerte.
    -Íbamos a cumplir tres años y un mes- comenzó a decir con su cara apoyada en el hombro de él- Fui a su casa para celebrarlo, como ya era conocida, su madre me había dado copias de las llaves por si alguna vez a mi ex se le olvidaban, entré para darle una sorpresa- dijo y una lagrima rodó por su mejilla- No pensaba que aún me doliera- susurro.
    -Tranquila- dijo él con tono suave- Si no quieres decirme, nadie te obliga.
    -Es necesario- dijo ella con seguridad- Necesito dejarlo atrás.
    -Yo te escuchare todo lo que quieras- le dijo él abrazándola más fuerte.
    -Entré, y en el sillón de su casa, en la sala principal- se quedo en silencio, las palabras no le salían, a pesar de haber pasado mucho tiempo el simple hecho de recordar lo sucedido le hacía mal- Estaba sentado, sólo en boxer, y una chica sobre él, sin nada más que sus diminutas bragas.
    -Es un imbécil- dijo él- Si tu fueras mía, sólo te haría feliz- la abrazo fuerte, se quedó pensando en sus palabras, si ella fuera de él, nunca una lágrima derramaría.
    -La chica- dijo ella- Es la que te encontraste en el bus- le dijo separándose un momento de él y lo miraba a los ojos- Por eso me fui lo más rápido que pude, y por eso me puse así.
    -Algo me contó sobre un tipo que se lo había quitado a otro alguien- dijo él mirándola a los ojos- No pensé que esa fuera tu historia.
    -La vida si da vueltas- dijo ella tratando de sonreír.
    Él la volvió a abrazar más fuerte, ella olvido rápidamente todo, los minutos comenzaron a pasar, a ninguno le importó, ella se sentía tan protegida en sus brazos que no quería volver a salir; él, por otro lado, sólo pensaba en como hacerla feliz, aunque eso le costara cualquier precio, estaba decido, él únicamente la quería a ella, no sabía como, ni donde, ni cuando, pero estaba profundamente enamorado de ella, y le encantaría que ella sintiera lo mismo por él, aunque él sabe que eso es imposible, ella es una chica que tiene un gran respeto por los demás seres vivos, y él, tenía dos seres vivos a los que le haría mucho daño, y ella no sería capaz de estar con él sabiendo eso.
    Ella miró la hora, ya era tarde, se separó de él y le dijo que se fueran, bajaron de las galerías y caminaron al orificio de la reja, salieron sin mayores problemas, y caminaron dos cuadras en dirección a la casa de ella.

    Al llegar a la esquina, se despidieron con un gran abrazo y unos cuantos besos en la mejilla. Ella se dio la vuelta y camino rumbo a su casa, entró y cerro la reja de afuera tras de sí, se quedo un rato parada mirando hacía afuera, levanto la cabeza y unas cuantas gotas de lluvia cayeron sobre su rostro, cómo le gustaría que él no fuera el chico prohibido, pensaba mientras la lluvia se hacía más intensa, entró a su hogar, y las horas pasaron.

    Camina sonriente como siempre por el campus de la universidad, iba a otra de sus clases de Cálculo I, una que otra vez ponía atención en las personas que rondaban por los pasillos, lo buscaba a él, no se quería dar cuenta que él se había clavado en su corazón, desde aquel momento en que lo vio en esa reunión de carrera. Como deseaba que su mejor amiga estuviera allí, con ella, para contarle lo que le pasaba, y para tener algún tipo de idea de otra persona, pero no, su mejor amiga se había marchado para siempre, a otro país, esperaba tener noticias de ella, lo esperaba con ansias, lo único que conseguía día a día era un decepción, su amiga había desaparecido, si no fuera porque llamo a la mamá de su amiga, hubiera pensado cualquier cosa, por suerte aún estaba aquella señora a la que su amiga le debía la vida.

    Tenía la necesidad de hablar con alguien, aquel sentimiento la estaba matando, no podía sentir algo más que amistad por Vicente, pero cada día que pasaba, ese sentimiento se volvía más y más fuerte.
    -Cuidado- escucho una voz familiar frente a ella- No siempre seré yo con quien chocas- dijo una voz con risa mientras unos brazos rodeaban su cintura y la pegaban a un cuerpo dando un caluroso abrazo.
    -Lo siento- contesto ella ruborizada- Iba pensando y no me di cuenta.
    Él sonrió, una de las cosas que más le encantaban de ella, era su fácil distracción en algunas cosas, y su inocencia. Ella peleaba consigo misma para calmar todas las mariposas que sentía en su estomago al sentir el simple contacto de un abrazo con Vicente. Se separó de él, beso su mejilla, tomo su mano y lo jalo rumbo al salón.
    -¿Te pasa algo?- preguntó él al ver que ella no lo miraba.
    -No, nada- respondió ella- No quiero llegar tarde.
    -No te das cuenta de nada- río él.
    -¿Por qué lo dices?- preguntó ella deteniendo el paso y mirándolo fijo a los ojos.
    -Es la semana de la universidad, las clases se suspenden hoy- dijo riendo aún más.
    -¿Y eso lo avisaron?- preguntó ella incrédula.
    -Claro- dijo él- Sólo mira los carteles a tu alrededor.
    -Que despistada soy- dijo ella dándose una pequeña palmada en la frente- Me iré a mi casa- dijo comenzando a caminar en rumbo contrario.
    -Te propongo hacer otra cosa- dijo él agarrando la mano de ella fuerte para que no se fuera.
    -¿Qué cosa?- preguntó ella mirándolo a los ojos.
    -Ven- dijo él jalando de la mano de ella y llevándola fuera del campus.
    Caminaron fuera de la universidad por unas pocas cuadras hacía el este, llagaron a un pequeño parque y se sentaron en el césped, ese día, tenía unas cuantas nubes negras y de a ratos se asomaba un bello sol; ella se lanzo de espaldas al césped, hace mucho tiempo que no se relajaba de esa manera, él hizo lo mismo.
    -Tengo que decirte algo- dijo él rompiendo el silencio que había desde que llegaron al lugar.
    -Dime- dijo ella con los ojos cerrados- Soy toda oídos.
    -He estado pensándolo mucho….- dijo el titubeante- Y ya no lo aguanto más… debo decírtelo.
    -¿Qué cosa?- dijo ella abriendo sus ojos ya que una sombra se le cruzo- Me estas poniendo nerviosa- dijo sentándose en el césped.
    -Es tan difícil hacerlo- dijo él poniéndose de pie.
    -Dímelo rápido y claro- dijo ella parándose al frente de él clavando sus ojos en los de él.
    -Te amo- dijo él mirándola a los ojos- No se como, no se cuando, no se nada- dijo poniendo sus manos en su cabeza moviendo su pelo- Sólo se que me enamore de ti.
    -Yo…- dijo ella mirando esos ojos- ¿Por qué?- preguntó y unas lágrimas rodaron por sus ojos.
    -No se- dijo él- No se.
    Se miraron por un rato, él la quería abrazar y besar, ella quería ser abrazada y besada por él, pero era imposible, él es el chico prohibido, se dio la media vuelta y corrió al paradero.

    Él corría tras ella gritando su nombre, las nubes cerraron por completo el paso del sol, las gotas de lluvia comenzaron a caer como si fuera a estallar una tormenta, ella llegó al paradero, apretó sus puños y maldijo su suerte, ningún bus que le sirviera se veía.
    -Bea- dijo él mientras agarraba su brazo y la dejaba mirándolo a él- No te estoy pidiendo nada- le dijo y unas lágrimas rodaron por sus mejillas.
    -No puedo darte algo- le dijo ella mientras con sus ojos le imploraba que la abrazará.
    -Lo entiendo- dijo él abrazándola fuerte, vio en su mirada la necesidad de un abrazo de él.
    -No esta bien- dijo ella aguantando las lágrimas- No lo está.
    -Ya no se que es bien o que es mal- dijo él con una sonrisa sarcástica.
    -Esto es mal- dijo ella- Tú eres el chico prohibido.
    -¿Prohibido?- dijo él sonriendo, su teléfono vibro, lo agarro y contesto- ¿Diga?
    -¡Esta por nacer!- se escucho un grito de mujer al otro lado del auricular.
    Ella se separó de sus brazos rápidamente y dio tres pasos hacía atrás, él la miró alejarse, y entendió porque es el chico prohibido, él tenía familia, su hijo estaba por nacer, mientras le declaraba su amor a la mujer de su vida, nunca más volvería a sentir lo que ella le provocaba, al ver como se alejaba, él comprendió todo, ella nunca sería de él como quisiera.
    -Debes irte- le dijo ella en susurro.
    -Lo se- respondió él bajando la cabeza, sentía que su lucha había sido en vano.
    -Ya viene mi bus- dijo ella sin saber que decir.
    -Ya la veo- dijo él con tristeza.
    Ella se acerco a él y tomo su cara entre sus manos, lo miró fijo a los ojos y le sonrío dulcemente, aunque las lágrimas seguían saliendo de sus ojos. Besó su frente suavemente, con sus ojos cerrados dejó sus labios pegados un momento en la piel de él.
    -Me hubiera encanto ser la que está en la clínica en estos momentos- dijo mientras se alejaba de él- Se feliz- dijo caminando en dirección al bus que había parado unos pasos más adelanté de donde estaba ella.
    Él la miró alejarse y subir a aquel bus, aún estaba digiriendo las palabras que le había dicho ella, la vio subir y caminar hacía el centro del bus, se detuvo frente a la segunda puerta de bajaba, él llego al frente para mirarla a través del vidrio, agradeció al semáforo que justo se había puesto en rojo, puso su mano en la puerta y ella puso la de ella sobre el vidrio y encima de la de él. Sonrieron.
    -Te amo- dijo él mientras el bus se ponía en marcha.
    Ella agacho la cabeza, seco sus lágrimas y camino al final del bus, allí se sentó al lado de la ventana, lloraba mientras veía caer la lluvia sobre aquella ciudad que no le gustaba, sonrió al pensar que ya llegaría a su hogar, donde la esperaba su cálida habitación, y de seguro, un rico plato invernal preparado por su tan apreciada mamá. Cerró los ojos, y continúo con su camino tratando de olvidar las palabras de él, algo que le resultaba imposible, se sentía feliz por lo que él le había dicho, pero a la vez, la tristeza le ganaba, ella y él nunca podrían estar juntos, ella no aguantaría que él dejara sus obligaciones, ella ya había visto lo que es crecer sin un padre a su lado, ya había visto sufrir a su pequeña prima lo que es ser molestada y discriminada por no tener un padre, y ella no estaba dispuesta a aguantar que él hiciera eso con su hijo.

    Los días comenzaron a pasar, ya no sonreía como antes mientras caminaba por el campus de la universidad, de pronto comenzó a sentirse más sola que nunca, ya no estaba su amiga, la persona en quien confío durante tres años la había engañado de la peor manera, y él, andaba por ahí y por allá, con aspecto de zombie, cuando lo veía lo ignoraba, aguantando el inmenso dolor que eso le provocaba en el pecho.

    Él por otro lado, la buscaba desesperadamente, desde aquel día en que le había confesado su amor, que ella se había alejado de él, eso le dolía demasiado, pero tenía el pequeño consuelo que ella sentía algo fuerte por él, sus palabras de despedida nunca las olvidaría, a pesar que ella ahora lo ignorara, y con cada vez que lo hacía, partía su corazón.

    Camino a la salida de la universidad, rápidamente siguió su camino al paradero, no quería quedar empapada por la fuerte lluvia que caía. Él la vio salir, apresuradamente se despidió de sus amigos y salió tras ella, comenzó a correr, ella le llevaba demasiada ventaja y necesitaba hablarle.

    Ella escucho que gritaban “Bea”, era la voz de él, apretó los puños y continuo caminando ignorando la llamada, “Beatriz”, grito él y ella detuvo su paso al llegar a la mitad entre el paradero y la calle. No sabía que era, pero cada vez que escuchaba su nombre entero de su boca, quedaba estática esperando que él apareciera, frente a ella o por atrás.
    -Necesito hablarte- dijo él por atrás- Se que me estas evitando y ya no aguanto eso.
    Ella permaneció en silencio, no sabía que decirle, bajó la cabeza y aguanto las ganas de llorar, era precisamente por eso, que lo evitaba. No quería enfrentarlo.
    -Por favor- dijo él tomando su mano.
    Ella se dio media vuelta y lo miró fijo a los ojos, él sonrío por volver a tenerla tan cerca, ella se sonrojo al recordar las palabras de él, ¿Qué debía decirle?, no tenía idea, ni siquiera sabía algo de su hijo.
    -Ahora ya se que esta mal- dijo él con tristeza- Ya entendí lo del chico prohibido, y te encuentro la razón, yo no soy lo que tú necesitas…- su voz se entrecorto y de sus ojos brotaron lágrimas- A lo mejor, en otro momento, en otras circunstancias, en otro tiempo…- entrecruzo sus dedos con los de ella, sintiendo el peso de aquellos ojos que tanto amaba sobre él- Cómo me gustaría…- dijo pero fue interrumpido.
    -Te amo- dijo ella interrumpiéndolo- Tampoco me preguntes como, ni donde, ni porque, ni nada, sólo se que…- esta vez fue interrumpida ella.
    Esas dos pequeñas palabras bastaron para llenarle el corazón de alegría a él, no aguanto más, su felicidad era infinita, no había nada más lindo que escuchar aquellas dos palabras salir de la boca de ella, hace mucho tiempo que lo esperaba, su corazón estallaría de felicidad en cualquier momento, agarró la cara de ella entre sus manos, ella hablaba, pero él ya no quería escuchar, lo único que le importaban eran aquellas dos palabras, rápidamente acerco su cara a la de ella, y junto sus labios, la estaba besando y no se la podía creer, sus labios sabían mucho mejor que todo lo favorito para él, y lo mejor, es que ella le estaba respondiendo de la misma manera.

    No se dio ni cuenta cuando él había juntado sus labios a los de ella, por un momento pensó en separarse, pero no pudo, aquella sensación, aquella felicidad que lleno su corazón al momento de sentir los labios de él sobre los de ella, se lo impedían, rodeo el cuello de él con sus brazos, él la abrazó por la cintura pegándola a él, ninguno quería soltar al otro, ese podía ser el primer y único besó que se darían, sólo el tiempo lo diría, por ahora, querían seguir saboreando los labios del otro, sin importarles nada, no les interesaba si alguien los veía, no les importaba si él tenía deberes; lo único importante que tenían, era la persona que tenían al frente, aquella persona que era todo, aquella persona por la que darían la vida, aquella persona que es imposible tener, aquella persona que es su verdadero amor, su amor a primera vista.



    FIN






    Se agradece a "Vicente", por dejarme tomar su historia y plasmarla en este pequeño escrito, suerte en todo mi querido amigo ^^.
    Muchas gracias a todas las personas que lo leyeron ^^, espero les haya gustado.

    Gracias!!!!
     
Estado del tema:
No se permiten más respuestas.

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso