Saludos a todos los presentes, en especial a mi querido amigo Agus estresado que ha estado esperando el regreso de esta historia en la que será su parte final. Este será el desenlace de más de siete años escribiendo esta historia, algo que empecé por el 2017 y que acabará este 2024, aunque yo siempre digo que "nunca es el final; siempre es un nuevo comienzo". Simplemente espero y deseo que aquellos que os paséis a leer por aquí, os vayáis con una buena sensación de cierre y que os guste lo que queda por venir. Nos vemos por aquí. Sinopsis: Dos años después de la breve pero intensa guerra entre la Alianza y los Veerham, el territorio conocido se reduce a Paraíso, el único mundo habitado por los humanos, neonianos, sylerianos y thunianos. Forzadas a comenzar de nuevo, las cuatro especies unidas trabajan en recomponerse en todos los sentidos y centrarse en el presente, aunque para algunos está la posibilidad de empezar de nuevo en otro lugar, con los supervivientes anixis. La gran arca está en proceso, sirviendo como una alternativa a aquellos que temen el regreso de Mente Colmena. Nadie estará a salvo hasta que la amenaza sea completamente erradicada, aunque se tenga que destruir parte del legado que les llevó a ser Los Viajeros. Una paz relativa — Creo que eso sería un error, agitar el avispero. Pero no niego que sería una paz relativa para toda nuestra población y un alivio para cualquiera el saber que los Veerham no volverían a atacarnos nunca más. El basto vacío interestelar asomaba tras el extenso ventanal que separaba a la comandante de la Nolartis del frío espacial del exterior. La mujer se encontraba cruzada de brazos, con la mirada perdida en la cantidad infinita de estrellas que iluminaban la oscuridad eterna. Más allá de sus ojos todo era desconocido, pero de donde venía, pocas cosas eran ya reconocibles. Habían pasado exactamente veintiún meses y treinta días desde que la guerra contra los Veerham en el territorio conocido había terminado. Necios eran los que pensaban que la guerra había acabado en aquel entonces, pues el enemigo había perdido la batalla por infectar a las especies de la Alianza, pero la Mente Colmena seguía ahí fuera. Y mientras la bacteria inteligente siguiese viva, mientras su nido se mantuviese oculto, el peligro para todos era más que evidente. Ashley recordaba las palabras de la gobernadora humana en la reunión posterior a la última batalla. Ella no debía estar presente en dicho cónclave de líderes, pero como comandante del ejército de la Alianza, estuvo allí, aunque no presencialmente. Ripley monitorizaba la conversación entre sus superiores mediante las cámaras de seguridad, desde las cuáles se podía tener acceso directo mediante el Sistema de Comunicaciones de Red, en la vivienda principal de la base militar de Ciudad Anixis. — Comandante Ripley, es la hora. La mujer salió de su cascada de pensamientos al escuchar a uno de sus soldados de a bordo, quién la buscó hasta dar con ella en uno de los lados de la Nolartis. El tipo, un syleriano uniformado con la insignia del ejército de la Alianza, se puso firme al tener a su superior de frente. La comandante asintió. — Vamos. [...] — ¡Mirada al frente, puños arriba y posición de contraataque! ¡Vamos! Un soldado neoniano, bien entrado en una edad madura, indicó la directriz que sus alumnos debían llevar a cabo. Cuarenta niños —había de las cuatro especies— que aspiraban a ser los soldados del futuro, quiénes se encargarían de velar por la seguridad de los aliados, obedecieron inmediatamente a su profesor de combate táctico. El entrenamiento se estaba llevando a cabo en las afueras de Ciudad Anixis. El césped artificial era la superficie perfecta para aprender a pelear cuerpo a cuerpo y evitar que los jóvenes pudiesen hacerse un daño excesivo. Colocados en parejas elegidas por los propios niños, estos ejecutaban los movimientos marcados por el experimentado militar de la Alianza, mientras éste les observaba detenidamente junto a tres soldados más —un humano, un thuniano y un syleriano— que hacían la función de asistentes, para que el profesor tuviese una ayuda extra y un mejor control de su clase. Una de esas parejas estaba formada por Jackon y Omnius, quiénes compartían una gran amistad desde hacía varios años. Ahora huérfano, el joven Vaalot estaba bajo el cuidado de la familia Crane Carver, al igual que su hermana, a quienes acogían en su hogar. El hijo del Elegido aprovechó estos dos años para mejorar sus habilidades de pelea —los niños no aprenderían el uso de armas hasta los dieciséis años de edad— y sobre todo, su capacidad como futuro representante de la especie syleriana. El joven humano tenía un mejor manejo del cuerpo a cuerpo que su homónimo alienígena. — ¡Buen trabajo, Vaalot! — Exclamó el asistente humano del profesor — ¡Un gancho perfecto, hijo! — ¡Vamos, Paokt! ¡Levántate de una maldita vez! — Le gritó el asistente syleriano a su símil infante — ¡Aquí no está tu padre para ayudarte! ¡Aquí estás solo! Omnius se levantaba lentamente con una expresión de resentimiento considerable, pero no hacia su oponente, sino hacia ese asistente syleriano. Su actitud, al igual que la del resto de profesores, indicaba que había algo oculto que los muchachos no sabían. Era bastante probable que los cuatro soldados, siendo uno de cada especie, hubiesen hecho algún tipo de apuesta por ver cuál raza aportaba los mejores jóvenes soldados. Un motivo de orgullo para algunos y una completa indiferencia para otros. — ¿Estás bien? — El joven Vaalot le tendió la mano a su amigo, siendo aceptada por éste — Ignóralos, esto es un simple entrenamiento, no una batalla a muerte. — Pues menos mal... — El pequeño Paokt, ahora ya no tan pequeño, se incorporó al mismo tiempo que se desempolvaba la ropa — Porque si lo fuera, jugarme la vida contra ti sería una temeridad. — No digas tonterías, Om — Le recriminó Jackon, negando con la cabeza — Si nos hicieran pelear a muerte, no pelearía contra ti. Seríamos tú y yo, espalda con espalda, quiénes pelearíamos contra aquellos que pretendiesen hacernos luchar a muerte. — Por supuesto, hermano humano — Omnius parecía haberse olvidado de las palabras del asistente y soldado syleriano gracias a la muestra de aprecio por parte de su oponente y también amigo. A una corta distancia pero la suficiente como para que ambos no se percatasen, Echo observaba el abrazo que se estaban dando Jackon y Omnius, siendo en ese momento cuando la chica recibió una fuerte patada en el abdomen que terminó por derribarla. Su oponente fue rápidamente a ayudarla, al mismo tiempo que el asistente humano se dirigía a ambos compañeros y rivales. — ¡Si caes, te levantas! — Exclamó el tipo, mostrándose inflexible — ¡En combate no hay treguas! ¡Vamos! La joven Mercer lanzó una mirada despectiva hacia el propio profesor, quién no se percató y siguió alentando —a su modo— a los demás niños. Su oponente era Karla, quién pese a no querer ser una soldado, había decidido aprender algunos conceptos básicos de combate tras haberlo hablado con la que era comandante del ejército de la Alianza, ahora ausente por misión. Echo se incorporó, ayudada por la joven Vaalot, quién se había percatado del porqué de la distracción de su compañera. — ¿Por qué no le invitas a salir? — Karla esbozó una sonrisa pícara. — No lo sé, la verdad — Contestó Echo, mostrándose algo cabizbaja — Ya no hablamos como lo hacíamos antes, tú lo sabes. — Antes éramos unos niños, ahora estamos en la etapa de la adolescencia — La aspirante a científica fue directa con su amiga de la infancia — Si no le dices ahora a Jackon que te interesa, no se lo dirás nunca. Y otra chica ocupará tu lugar. — ¿Cómo estás tan segura de eso? — Créeme, no eres la única que mira así a mi hermano... — ¡¿Qué mierda haces?! Esas palabras captaron la atención inmediata no solo de Echo y Karla, sino también de la mayoría de jóvenes presentes. Dos chicos estaban encarándose con pocas intenciones amistosas, algo que denotaba que esa pareja era una de las pocas que no se había elegido mutuamente. Cuando la joven Vaalot se percató, vio que se trataba de Kendall y Owen, ambos confrontados. — ¡Deja de quejarte como una nenaza y asume que te estás llevando todos los golpes! — Exclamó el chico con rasgos asiáticos. — ¡Claro, porque todos tus golpes son bajos! — Owen estaba muy molesto — ¡Esto es un entrenamiento, hay reglas en la pelea! — Crane está en lo correcto — Indicó el soldado y profesor thuniano, aproximándose al dúo — Xom, cumple con las normas establecidas. — ¡Si alguien te quiere hacer daño, no se aplica a las normas que haya! — Kendall quería demostrar su punto — ¡Se supone que esto es para prepararnos de cara a futuros conflictos o problemas que tengamos! — Lo es, chico, pero aquí se trabaja bajo unas pautas que debes seguir, ¿entendido? — ¡Esto es ridículo! ¡Me largo! Visiblemente enfadado, el joven Xom dejó su posición y se marchó de la zona de entrenamiento, en dirección al lugar en el que estaban todas las mochilas de los alumnos. Con esa interrupción de la clase y la hora que era, el principal profesor decidió dar la lección de ese día por concluida. Vraco se aproximó a Owen mientras veía marcharse a Kendall con el rostro serio. — Creo que le ocurre algo — Murmuró el joven thuniano y futuro líder de su especie — Ken no reacciona de esa manera normalmente. — Lo sé, pero no pienso ir detrás suya a preguntarle que le pasa — Respondió Owen con un evidente enfado encima — Porque siempre le pasa algo. El segundo hijo de los Crane Carver emprendió el camino hacia las mochilas, dejando a solas a un Vraco que simplemente quería calmar las cosas. Con la clase de combate táctico terminada, todavía faltaba por finalizar la clase de tiro, en el interior de la colonia. Allí, los jóvenes de dieciséis años hasta los dieciocho, se encargaban de aprender el manejo de las armas de fuego. Es ahí donde se encontraba Gina. La chica apuntaba con un Striker hacia los hologramas que debían ser disparados, algo que estaban haciendo todos en esa clase. Los monitores, que a su vez eran soldados de la Alianza, se aseguraban de que todo estuviese en orden y de que los futuros soldados —aunque no todos lo serían o no todos superarían el corte— aprendían a usar correctamente el armamento del ejército. — Crane, excelente puntería — Murmuró uno de los instructores, un soldado humano — Supongo que sigues con tus intenciones claras, ¿me equivoco? — En absoluto, señor — Contestó Regina una vez dejaba el Striker en una mesa — Estoy aprendiendo a defenderme y a manejar un arma, pero ser una soldado no es mi objetivo. — Es una lástima, supongo que tendremos que confiar en que tu hermano quiera aspirar a ser el próximo comandante Crane de la Alianza. El instructor sonrió con aprecio a la chica, a quién consideraba una joven con potencial para destacar en la milicia de la AIE. Sin embargo, los propósitos de la hija de los Crane Carver eran bien diferentes al respecto. Las cosas podían cambiar, pero por el momento, la idea era simplemente convertirse en alguien capaz de cualquier cosa. En estos tiempos, se necesitaban expertos en casi cualquier campo de trabajo, para el progreso de las especies —aún mermadas por todos estos años de conflictos y destrucción—. — Cualquiera que se apellide Crane Carver tiene el potencial para ser un futuro comandante, soldado. Tanto Gina como el propio instructor se voltearon al ver llegar a todo un ex comandante. El conocido soldado Lill Crane hizo acto de presencia, dejando marchar al soldado para quedarse a solas con su primera hija. El hombre y la adolescente se abrazaron cariñosamente. — ¿Cómo ha ido la práctica de hoy, jovencita? — Bastante bien, soy de las mejores. — No me sorprende — Lill asintió con seguridad — Lo llevas en la sangre. — Ya, tal vez... — Aunque tenemos pendiente ese entrenamiento especial que te prometí. — Cierto, papá. — Me aseguraré de que sea pronto. Ahora debo irme, tengo una cosa que hacer. ¿Te veo luego en casa? — Así es, ahí nos veremos — Regina no tenía problema en esperar ese momento — Pero no me olvidaré de lo que me debes. — Yo tampoco, Gina. Su padre se marchó dándole un beso en la mejilla y con una grata sonrisa en su rostro mientras ella se limitaba a recoger la mochila con sus pertenencias junto a otros compañeros de la clase de tiro, una vez finalizada esta. La primera hija de Lill y Snow esperaría el transporte público —una lanzadera alargada, idéntica a un autobús— para volver a su casa. [...] Crane paseaba por la principal avenida de Ciudad Anixis, la calle más concurrida de la capital de Paraíso, con tranquilidad y detenimiento. Se paraba en los distintos escaparates de las tiendas y de otros locales con diferentes servicios, con la intención de comprar algo en específico. Una de esas tiendas era una joyería, en la cual el hombre había puesto su mirada. Sin embargo, lo más llamativo era el hecho de que su escaparate estaba hecho trizas, debido a los restos caídos en el planeta durante la batalla en órbita. Además, un cartel revelaba que todo el stock estaba en liquidación. Extrañado porque tras dos años de ese suceso aquello no hubiese sido arreglado, el ex comandante de la Nolartis entró en la tienda, dirigiéndose al mostrador. En el se encontraba una mujer syleriana. — Disculpa, ¿por qué está roto el cristal del escaparate? — Es mi forma de protestar contra nuestro gobierno por haber tardado en enviar una misión que acabe con los seres que nos atacaron — Reveló la dueña del local, sorprendiendo al humano — Esos Veerham, hace casi dos años, intentaron invadir este mundo. No lo lograron aquí, pero sí en mi planeta y en los otros. — Tú misma lo has dicho, eso pasó hace casi dos años — Lill no comprendía del todo los motivos de la mujer syleriana — ¿Y qué tiene que ver el gobierno de la Alianza con esto? — Protegieron Paraíso con toda la flota, pero a costa de sacrificar Neonia, Virm, Vulkano y mi Syleria — La mujer sonaba calmada, pero era evidente que estaba muy molesta — Enviaron una expedición ahí fuera y con ella llegaron nuevos enemigos. Errores constantes de un gobierno y una Alianza que se deterioran cada vez más. — Yo estuve en esa expedición y te puedo asegurar que no pretendíamos traer con nosotros a los Veerham — El que fuera comandante en la Nolartis se vio en la obligación de argumentar contra la syleriana — Era cuestión de tiempo que nos encontraran. Ni el gobierno ni la expedición tienen culpa de lo que ha sucedido. — Ojalá pudiera escucharte mi hijo, pero lo mataron esas cosas en Syleria — La dueña de la joyería frunció el ceño al conocer que Lill había formado parte de ello — Ya veo... tú eres el comandante Crane. Tu rostro me era familiar. — Siento mucho lo de tu hijo, señora... — No pienso darte mi nombre. No lo mereces. — Bueno, no pretendía molestar. Tan solo quiero comprarles algo a mi mujer y a mis hijos. — Tengo prisa por vender todo esto e irme a esa nueva arca que lleva meses en construcción, lejos de la jurisdicción de este maldito gobierno — La syleriana sorprendió a Crane con ese curioso dato — Pero ahora que sé quién eres... no pienso venderte nada. — Descuida, tampoco tenía pensado darle mis alianzas a alguien tan maleducada como tú. Qué tenga un buen día. — Espero que tú no. Lill tuvo que contenerse por no golpear alguna de las estanterías llenas de joyas y provocar un altercado, pues la actitud combativa de la tendera syleriana le hacía hervir la sangre con semejantes declaraciones. El ex comandante de la Nolartis salió de la joyería y se dispuso a entrar en el bar de enfrente, en el cual se tomaría algo mientras pensaba en qué otra tienda podría comprar algún detalle a su familia. Su sorpresa fue máxima cuando en aquel local, con un aspecto bastante civil, se encontró con el mismísimo Elegido Paokt. Su viejo amigo y compañero de expediciones parecía no estar en una posición cómoda. — Vas a pagarme esa maldita cerveza que me has tirado al suelo, amigo mío — Un neoniano de aspecto fornido se estaba encarando con Om — Lo has hecho a propósito y te estoy dando la oportunidad de salir bien parado. — ¿Y qué pasa si no te pago, amigo mío? — El syleriano mostró una sonrisa burlona — No lo he hecho a propósito, tú no te apartabas y yo sutilmente te he apartado. Probablemente te sudan las manos y te ha resbalado tu cerveza al suelo. — ¡Vosotros dos, no quiero peleas en mi bar! — Exclamó el que parecía el gerente del local, un humilde thuniano — Por favor, apenas he abierto mi negocio. No quiero problemas aquí. — Lo siento jefe, pero parece que este syleriano sí quiere problemas — El neoniano trataba de intimidarle — Tienes diez segundos para darme el dinero que me ha costado esa cerveza. — ¡Hermano, es el maldito líder syleriano! — Otro de los presentes le reconoció ipso facto. — ¡Pero si el vaso estaba casi vacío, idiota! — Le reprochó Paokt, riéndose de una situación que había vivido varias veces a lo largo de su vida, durante su juventud en Sovaam — Mira, hagamos un trato. Te sientas con tus amigos, yo me pido mi bebida y hacemos como que no ha ocurrido nada, ¿entendido? — No acepto ese trato, escoria. — Una lástima, porque yo no pienso pagarte nada. — Entonces lo vas a lamentar, Elegido. El portentoso neoniano levantó el puño con la clara intención de golpear a Om, que lo vio venir y se apartó drásticamente para evitar ser alcanzado. Sin embargo, antes de que pudiese contraatacar, otro neoniano le golpeó con una silla en la espalda, derribándolo. La silla se partió en varios trozos en cuanto impactó en la espalda del líder syleriano —la cual era metálica— pero aquel acto fue suficiente como para que el ex comandante de la Nolartis entrase en acción. Lill dirigió su puño derecho —el metálico— hacia el rostro del atacante que mostró una gran cobardía al golpear por detrás a Om. Éste no se lo esperó y bajo la atenta mirada tanto de los clientes como de los camareros y el pobre dueño thuniano, recibió un duro golpe en la mandíbula. El puñetazo era doloroso de por si, pero proveniente de una mano hecha de metal, se multiplicaba por diez. El impactó noqueó literalmente al neoniano, provocando una reacción de furia en el otro, el principal protagonista de la pelea. — ¡Tu maldito amigo no saldrá con vida de aquí! — Gritó el fornido neoniano con una expresión de ira más que visible — ¡A por él! Om se volteó, muy sorprendido de ver allí a su viejo compañero de aventuras, mientras observaba como aquel que le había incordiado a él, ahora se lanzaba a por el ex comandante. Y además, no lo hacía solo, pues una docena de clientes se lanzaron a detenerlo. Viéndose un tanto abrumado por la cantidad de oponentes que le rodeaban, Lill decidió desplegar la rabia contenida que había obtenido de la conversación con la joyera syleriana. Paokt se levantó bruscamente y se colocó espalda con espalda con Crane, ambos cara a cara con seis personas amenazantes cada uno. Uno de esos doce neonianos decidió tomar una mesa y lanzarse al ataque con ella como escudo, enfrentándose así al humano de la mano metálica. Viéndolo aproximarse a gran velocidad en el espacio reducido en el que se encontraban —la sala principal y ese bar en sí no eran especialmente grandes—, el ex comandante usó toda su fuerza para golpear con dicho puño de metal a su oponente. El impacto fue tal, que la mesa —tanto la mesa como las sillas estaban hechas de una madera robusta— se partió en dos trozos justo antes de que el puñetazo de Lill impactase en el torso del neoniano. Aquel ser cayó al suelo totalmente fulminado, como si un disparo le hubiese atravesado el corazón. No estaba muerto gracias a que usó la mesa como escudo, de lo contrario, podría no haberla contado. El resto de amigos suyos, los once restantes que formaban una especie de banda de moteros neoniana —aunque no había motos ni eran moteros— se quedaron helados, optando por cesar sus hostilidades. No obstante, el destrozo ya estaba hecho y el encargado del local ya había avisado a las autoridades, las cuáles no tardaron nada en aparecer. — A ver, ¿qué diablos ha pas...? ¿Lill? ¡¿Om?! — ¿Ender? — El ex comandante de la Nolartis no se esperaba al mismísimo comisario de la ciudad — ¿Tú atiendes este tipo de situaciones? — No hay mucha policía en la ciudad y prefiero atender situaciones que permanecer en mi cómodo despacho — Se sinceró el comisario Xom, captando la atención de todos — ¡Todos, largo de aquí! ¡Yo me ocupo! Los clientes que no tuvieron nada que ver en el conflicto no dudaron ni un instante en marcharse, excepto el dúo humano y los doce neonianos rebeldes, además del propio dueño thuniano. El jefe de policía se cruzó de brazos dispuesto a escuchar la versión oficial del suceso. — Tú debes ser el gerente de este local... — Ender se aproximó a la barra, donde estaba el thuniano — Quiero la verdad de lo ocurrido. Si dudo de lo que me dices, pediré la grabación de las cámaras y si mientes, tendrás también tu correspondiente penalización. — Uno de los neonianos incordió al Elegido, que fue golpeado por otro cuando de pronto llegó el humano con su mano metálica e intervino. El neoniano que está en el suelo fue golpeado por él. — ¡Tiene una maldita mano hecha de metal! ¡¿Qué clase de prótesis es esa?! — Recriminó uno de los neonianos. — ¡Eso es un arma ilegal, agente! — Exclamó otro. Ender permaneció pensativo durante un largo minuto en el que el silencio se hizo presente, hasta que finalmente lanzó una deliberación clara. — ¡Vosotros, podéis iros! ¡Y como vuelva a oír sobre peleas de bar en las que estáis involucrados, no seré tan amistoso como hoy! — El comisario de Ciudad Anixis se dirigió primero al grupo de neonianos, quiénes se fueron sin rechistar, para después centrarse en sus amigos — No voy a poner cargos a ninguno de los dos bandos, ¿entendido? — Me parece bien — Musitó Om, quién no tenía problema en que los otros se marchasen sin castigo — Eso si, como vuelvan a joderme, la mano de Lill será la menor de sus preocupaciones. — Genial, amigo mío, porque no pienso estar siempre contigo en tus peleas de bar — Crane comenzó a reírse al decir eso — Además, eres el líder syleriano. No queda bien que vayas pegándote por ahí. — ¡Comisario! ¡¿Quién me va a pagar los destrozos?! — El dueño del local quería justicia — ¡No puedes dejar marchar a todo el mundo sin más! — Los gastos corren a mi cuenta, presenta una factura en la comisaría cuando evalúes todos los daños — Ender sorprendió a sus dos viejos conocidos y al propio thuniano — ¿Está bien? — Est... sí, comisario. Sin problema. — Bueno, chicos, ¿os apetece tomar algo? — Propuso Xom, sonando bastante sarcástico pese a decirlo en serio. [...] Tras un día de trabajo que se había prolongado una hora más, la gobernadora Carver tomó su vehículo personal desde la base militar de Ciudad Anixis hasta su casa, ubicada a las afueras. El chofer la dejó justo en la entrada principal, lugar por el que debía recorrer un pequeño sendero hasta encontrar su invernadero, el jardín y posteriormente su vivienda. La luz del sol de Faro de la Esperanza ya comenzaba a esconderse, evidenciando el atardecer de un día largo para la líder de la humanidad. — Muchas gracias por traerme — Le indicó la mujer al chofer, quién asintió agradecido — ¿Mañana también ocuparás el puesto de Thomas? — Así es, gobernadora. El señor Thomas se encuentra enfermo y debo sustituirle al menos toda la semana — Indicó el piloto de la lanzadera y chofer personal de Snow, mostrándose sonriente — Espero ser de su agrado. — Tranquilo, me has traído sana y salva — Contestó Carver con ironía pero aprecio, haciendo ver al nuevo chofer que estaba agradecida — ¿Cuál es tu nombre? — Zack. Me llamo Zack. — Mucho gusto, Zack. Nos veremos mañana por la mañana. — Por supuesto, gobernadora — El piloto, llamado Zack, mostró una sonrisa un tanto peculiar — Cuídese mucho. — Igualmente. Algo extrañada por el último comentario y la expresión facial del chofer, la gobernadora de la humanidad emprendió el camino hacia su hogar, debiendo pasear por unos minutos por un hermoso sendero rodeado de árboles florecientes. La lanzadera que la trajo, sin embargo, no emprendió el vuelo de regreso a la ciudad, algo que no entendía la mujer. Sin embargo, antes de que pudiese dar rienda suelta a sus pensamientos al respecto, varios hombres y mujeres salieron de detrás de los árboles. Todos iban encapuchados y cubiertos para dificultar seriamente que Snow pudiese verles el rostro. — ¡¿Qué diablos es esto?! — La líder humana vio como estaba siendo rodeada por diez individuos — ¡¿Qué queréis?! — Gobernadora Carver... — Uno de ellos tomó la palabra, revelándose como un hombre humano — Tú y tus amigos, aquellos que fueron en la expedición de la Nolartis... también los demás líderes... vais a pagar por habernos puesto a todos en peligro. — ¿De qué hablas? — Snow estaba en peligro y en desventaja, por lo que optó por el diálogo — Sea lo que sea esto, podemos discutirlo como seres civilizados, no hay necesidad de... — ¡Se acabó el ser civilizados, Snow! — Exclamó aquel hombre, escondiéndose tras sus ropas — ¡Aquí no solo hay humanos, también hay neonianos, sylerianos y thunianos! ¡Unidos contra una Alianza que solo piensa en sus intereses y en los de unos pocos! ¡Hemos perdido seres queridos en una guerra que nunca habría sucedido si vosotros, los líderes, no hubieseis enviado una expedición en busca de los Anixis! ¡Yo, personalmente, lo perdí todo! ¡Mi hijo... por culpa de la puta de Cinthia Marlow! ¡Tú y todos los que os hacéis llamar Los Viajeros, merecéis morir! ¡Y esta noche, empezaremos contigo! — ¡Espera! ¡¿Adam Brant?! — La gobernadora Carver lo identificó al escuchar esos datos — ¡¿De veras eres tú?! ¡¿Qué pretendes con esto?! — Restaurar el orden en la Alianza... y destruir el legado de Los Viajeros. Tras esa reveladora respuesta del que antaño era un multimillonario con varios planes de futuro, el resto de asaltantes se lanzaron contra la gobernadora de la humanidad. No había armas de por medio, pero la mujer no pudo hacer frente a una golpiza que le caía por todos lados. Un frenesí de golpes por parte de esos nueve individuos que parecían seguir las órdenes del décimo, del propio Adam Brant. Snow luchó desesperadamente por defenderse y huir en dirección a su casa, que estaba a escasos metros. No obstante, una fuerte patada en su rostro la terminó dejando inconsciente, momento en el que todos cesaron la paliza que le estaban propinando. — ¿Está muerta? — Preguntó uno de ellos, queriendo que así fuera. — Parece que aún respira — Indicó otro, tomándole el pulso mientras observaba a Adam — ¿Qué hacemos? — Matadla. Es a lo que hemos venido — Reveló Brant, con la furia interna de quién lo ha perdido todo y busca culpables — Ella será la primera de la lista. Uno de sus secuaces se dispuso a pisarle con dureza la cabeza a Snow, con claras intenciones de rematarla, cuando una lanzadera aterrizó justo al lado de aquella que pilotaba Zack, quién resultaba ser uno más de los que quería venganza contra la gobernadora humana. Al ver esto, el grupo de diez personas corrió en dirección a su lanzadera mientras el propio Zack se preparaba para huir de allí, viendo que alguien había llegado. — ¡Mierda, vámonos! — Ordenó Adam, el cabecilla de aquel entramado — ¡Rápido, Zack! Mientras su lanzadera partía del lugar, de la recién aterrizada salió Regina, quién regresaba en ese instante de las clases militares del día. Intrigada por ver una lanzadera que apenas se iba cuando ella aterrizaba, la joven dio unos pasos al frente hasta que pudo identificar a alguien en el suelo, completamente inerte. Un pequeño charco de sangre rodeaba la cabeza de Snow, quién sangraba por los oídos y por la nariz de una forma lenta e intermitente. Al reconocerla, Gina corrió velozmente hasta arrodillarse a su lado, comprobando que su madre se encontraba en un grave estado de salud. — ¡¡¡Mamá!!! — Exclamó la joven Crane Carver, sollozando — ¡¡¡Por favor, no te mueras!!! [...] — Sistemas de sigilo en marcha, comandante Ripley. La inteligencia artificial de la nave compartió ese dato ante la llegada inminente de la líder de la expedición que tenía como misión encontrar y destruir a Mente Colmena. Dicha tecnología de sigilo se implementó en la Nolartis en los meses posteriores a la guerra en el territorio conocido, siendo una idea principal de Eeron que con ayuda de Lynx y Wadrak como ingenieros, lograron aplicar exitosamente. El gesto serio de todos los trabajadores y soldados en el puente de mando denotaba la gran concentración y profesionalidad con la que se llevaba a cabo todo. Acompañada por el soldado syleriano que la avisó, Ashley captó la atención de todos los presentes en aquella sala, dirigiéndose directamente al puesto del piloto. — Estamos en el sistema Anixis — Confirmó Tyra, una vez más al mando de la Nolartis — Ni rastro de defensas enemigas por el momento. — Acércate a la órbita de Anyxa con todos los sentidos en alerta — La veterana líder del equipo tenía el semblante serio y decidido — Oda, avisa al pelotón de descenso. Es el momento de prepararse para la infiltración. — Recibido, comandante. Aparte del intercambio de palabras entre la comandante, la piloto y la IA de la nave, el silencio era la tónica general en el puente de mando. Ashley emprendió el camino de salida seguida nuevamente del soldado syleriano, quién aprovechó para conversar con su superior. — Comandante, querría formar parte del pelotón de descenso. — ¿Y eso por qué, Thanix? — Esa bacteria aniquiló a toda mi familia con la destrucción de Sovaam, usted lo sabe, lo leyó en mi solicitud de acceso a la expedición — El soldado syleriano, apellidado Thanix, caminaba apresuradamente junto a su comandante — Quiero formar parte de su destrucción en primera persona. — Soldado, el pelotón está conformado por diez soldados, ni uno más ni uno menos — Ashley mantenía la vista al frente mientras avanzaban por uno de los pasillos exteriores — Se trata de una infiltración, no queremos llamar la atención. — Comandante, por favor... El syleriano se detuvo ante su superior, frenándole los pies en lo que podría considerarse una insubordinación o falta de respeto a la comandante. Ripley se cruzó de brazos y frunció el ceño sin quitarle la vista de encima a su súbdito, quién se mostró cabizbajo pero determinado a formar parte de la partida. — Solo le pido que lo reconsidere. Soy uno de los soldados más experimentados de la misión. — Apártate, Olver — Le ordenó la humana muy seriamente — Lo pensaré mientras me preparo, pero no te hagas ilusiones. El soldado syleriano, llamado Olver Thanix, se quedó quieto ante las palabras de la comandante mientras esta simplemente seguía caminando en dirección a la armería, donde el resto del pelotón designado para el descenso tiempo atrás se estaba preparando para el momento. En dicho lugar de la nave se encontraban los nueve soldados que inicialmente acompañarían a Ashley en su misión de infiltrarse en el complejo que antaño visitaron en la última expedición que se hizo, ahora para encontrar pistas e información que les pudiese llevar a la ubicación del verdadero artífice de que existiesen los Veerham. Las miradas de todos los miembros de ese selecto grupo estaban enfocadas en el armamento que cargarían consigo; desde armas principales hasta arrojadizas. Varios Striker, Flasher y Winlock se entremezclaban con granadas y dagas de energía, contando también con munición suficiente y con la protección necesaria en los trajes para un posible combate terrestre. La entrada en la sala de la comandante no pasó desapercibida para ninguno de ellos, quiénes alzaron la vista inmediatamente. — Comandante Ripley, estamos listos. Dos minutos para que la lanzadera esté lista según el ingeniero Herswood. — Entendido, subcomandante Santos — La mujer sonrió a su viejo amigo, agradecida de contar con él en semejante misión de ese calibre — Dirigíos al hangar y abordad la lanzadera; cuando Lynx diga, saldremos. — A sus órdenes, comandante — Murmuraron varios de los soldados del ejército de la Alianza. Diez miembros de la expedición formarían parte del pelotón de infiltración de un total de cincuenta y cinco personas a bordo de la Nolartis, los cuales formaban la totalidad de la expedición. Parte del hangar tuvo que ser reconvertido en una sala de estar con catres para los soldados, ya que la nave no estaba equipada para albergar más de veinte tripulantes. Uno a uno y en orden de fila, fueron saliendo de la armería ocho soldados, ya equipados en todos los aspectos que requería la misión. La última en salir era una soldado humana que se detuvo unos segundos para abrazarse con el subcomandante de la expedición, viéndose un tanto nerviosa y preocupada. Tras el abrazo, la mujer prosiguió el camino de sus compañeros mientras los principales líderes de la nave la observaban. — Ash, no quiero que Iris participe en la infiltración — El hombre de Ceres fue sincero con su amiga y superior en cadena de mando — Es evidente que está un poco asustada. — Confío en sus capacidades, Lio — Contestó la mujer, consciente de la preocupación de él — Y no puedo hacer excepciones, no quiero que mis soldados vean como elijo a quién no arriesgar y a quién sí. — Dudo mucho que se fijen en ese detalle, no es algo que suelas hacer a la ligera. — Además, ¿crees que Iris querrá quedarse al margen? — Hablé con ella hace unos días sobre esto — El subcomandante asintió, convencido — Subió a bordo de la misión porque convocaste a Lynx y me pediste ser tu subcomandante, pero no quería estar aquí. La guerra en casa le afectó en gran medida. — Está bien, dale la orden de que se queda a bordo — Aunque a Ash no le gustaba hacer concesiones, tampoco quería negarle a su viejo amigo la posibilidad de mantener a salvo a un ser muy querido — De hecho, ya tengo un sustituto inmediato. Oda, ¿me oyes? — Alto y claro, comandante. ¿Qué desea? — Convoca a Olver Thanix en el hangar dentro de cinco minutos, previa preparación aquí, en el armería. — Le notificaré la orden. Lio sonrió tímidamente y asintió, agradecido a su comandante por ese gesto de buena fe. El subcomandante emprendió la dirección hacia el hangar por el pasillo, mientras la comandante esperaba la llegada del soldado syleriano que deseaba formar parte de la misión. Su deseo había sido cumplido. Mientras tanto, Lynx se aseguraba de que la lanzadera de descenso estuviese en óptimas condiciones para el aterrizaje en Anyxa. Las coordenadas ya estaban marcadas gracias a la última vez que visitaron el planeta natal de los Anixis hacía ya más de dos años. Sería en un lugar próximo al complejo al que fueron llevados en la última expedición, cuando fueron capturados por los Veerham en el abordaje de estos a la Nolartis. — ¿Estás listo, joven? Uno de los soldados que formaba parte de ese escuadrón de infiltración se aproximó al ingeniero e informático humano, ahora también en el equipo de luchadores. Si algo llamaba la atención de ese tipo era el hecho de que su altura sobrepasaba al resto de miembros. Su rostro descubierto y su traje de combate, algo diferente al resto, le hacían totalmente reconocible. — Lo estoy, Eeron — Musitó Lynx, decidido pero nervioso — Más de un año de viaje para llegar hasta este momento, destruir el hogar de esa cosa y regresar triunfales a casa. — Volveremos a nuestros hogares, amigo mío — El emisario anixis sonaba convencido y optimista — Y después, yo volveré a mí casa. Ojalá gente con tu pericia y talento estén a bordo de la gran arca conmigo. — Ya veremos, todavía no lo hemos decidido Iris y yo. — Habrá tiempo para hacerlo. Ahora concentrémonos en lo que nos pertoca. — Así es. Te veo en el descenso. En ese momento Lio e Iris se aproximaron a Lynx para informarle sobre el cambio que iba a hacer con la mujer, instante en el que la comandante llegaba al hangar junto al soldado syleriano que la sustituiría. — ¿Estás segura? — El ingeniero lo prefería, ya que estar en la Nolartis era lo más seguro por el momento. — Creo que sí, no... no me siento centrada — La soldado Hennessey reconocía que tenía dudas y miedo — Seré de más utilidad a bordo. — Todo sea por tu bienestar, hija mía — Santos la abrazó con ternura — Tranquila, ya lo he hablado con Ash y ha accedido. De hecho, trae a tu sustituto. — Perfecto, papá. Iris abrazó de vuelta a Lio y posteriormente le dio un suave beso a su novio, despidiéndose así sin saber cuánto tiempo exactamente les tomaría el reunirse de nuevo. La chica no era de despedidas muy sentimentales porque se le hacían mucho más dolorosas, por lo que simplemente las hacía más sencillas. Lynx la veía marchar y sonrió aliviado de no tener la preocupación de que le pudiese ocurrir algo en el terreno. A escasos metros de esa escena, una mujer se aseguraba de que el arma que portaba estuviese en condiciones aptas para el enfrentamiento, que era preferiblemente evitable, pero no por ello sería algo seguro evadirlo. Alzó la vista un instante para percatarse de la presencia de la comandante. Los ojos de esa mujer eran los de Bárbara Mason. La soldado, científica y ex gobernadora de la humanidad decidió formar parte de la expedición al haber sentido que había estado ausente y que su participación en la guerra fue mínima. Sin nadie por quién preocuparse y con la rabia de que Mente Colmena hubiese reducido el territorio conocido a la única colonia de Paraíso, sus deseos de venganza y de acción ganaron a su incertidumbre. Todos los presentes, que no solo eran los diez miembros del pelotón sino muchos soldados que vivían en el hangar, centraron su atención en la comandante Ripley, quién lanzaría un último discurso antes de partir de vuelta a Anyxa, esta vez con un claro objetivo. — Camaradas, ha sido un largo año de viaje. Un año en el que hemos estado a merced de cualquier peligro en el espacio exterior, lejos de casa y de nuestros seres queridos. Algunos tenéis aquí a familiares y amigos; otros los perdisteis en la guerra que trajo Mente Colmena a nuestro territorio. Sé que muchos de vosotros estáis aquí por sed de venganza y algunos simplemente por la vocación de ayudar a que nuestras futuras generaciones no vivan con el miedo del regreso de los Veerham — Ashley veía en los rostros de todos sus súbditos, diferentes expresiones, de todo tipo — Pero aquellos que siguen vivos en casa o aquellos que perdieron la vida luchando por todos nosotros... nos están viendo. Están aquí, con nosotros, en cada uno de vosotros. Saben de la importancia de esta expedición. Cuando logramos expulsar al enemigo, sabíamos que la guerra no había terminado. Muchos lo dijimos... este debe ser el último viaje. Debemos hacer que lo sea. ¡Acabemos con un enemigo que ha influido en nuestra existencia desde siglos pasados! ¡Esta es la historia de todos nosotros, no solo de los Anixis! ¡Es nuestro legado!
Saludos, amigo. Es un gran honor estar aquí para retomar nuestras tan queridas lecturas e n simultáneo. Primero que nada, decirte que me pone muy feliz que retomemos esta práctica. Pero segundo que nada, me apena que estemos llegando al final de LV Tal y como tú lo dices, fueron 7 años mágicos. Empezamos en el 2017 sin saber que tan lejos llegaríamos, y aquí estamos. Año 2024 leyendo en simultáneo nuestras grandes obras. Comienzo a comentar este capítulo. Arrancamos con la partida de Ashley hacia el planeta Anyxa, listos para buscar el nido de la Mente Colmena y así poder llevarla a la extinción. Y rezo para que lo encuentren pronto, y que ya mismo se le ponga fin a su amenaza. La siguiente escena me encantó. Los angelitos están juntos y preparados para entrenar, aprender y ser defensores en el futuro. Omnius y Jackon pelean 1 vs 1, mientras que los instructores (especialmente el syleriano) les observan. Se nota mucho que hay camaradería entre ellos dos, y me agrada. Así como Axlor fue cercano con Vanth en su tiempo, me agrada la idea de que su hijo lo sea con otro alien. Ansioso por ver a estos dos pateando culos cuando sean mayores, como no te das una idea. Desde lejos, Karla y Echo observan. Aprendemos por la conversación entre ellas que hay por lo menos otra chica interesada en Jackon. Sin dudas Jackon ya se va a ir ganando el apodo de 'el mojabragas de la clase'. Intrigado por conocer a esa persona de quien habla. Eso sí, Jackon es de Echo. Ni se te ocurra meterme a otra en medio de los dos. Sé que han habido distanciamientos entre los dos, pero ella no debe dormirse. Vamos, Echo, yo sé que el chico todavía te gusta. No te duermas en los laureles y reclama tu lugar La última escena de entrenamiento nos muestra a Ken y a Owen, juntos. Ken parece estar bastante frustrado por la muerte de su madre, ya que al perderla, se quedó huérfano de madre por segunda vez. Yo lo entiendo, no debe ser sencillo vivir eso, pero no es excusa para que se desquite con mi angelito favorito. Más le vale no hacerle daño a Owen, ni en entrenamiento ni en la vida real, o de lo contrario, perderá mi cariño Lo siguiente que vemos es a la mayor de los Crane Carver entrenando con rifles. Vemos que es una gran tiradora, y que Lill lo reconoce. Hasta ahora, no recuerdo un momento tan cercano entre padre e hija. Me da gusto ver que se llevan mejor, ya que en la parte IX parecía que a Gina no le gustaba mucho la idea de ver marchar a su padre constantemente. Me alegra ver que su relación se recompuso, y hasta Lill le debe un entrenamiento especial. Luego de la escuela, Lill se va a una tienda, dispuesto a comprar algo y es atendido por una syleriana malhumorada y maleducada. La tipa tendría que estar agradecida de estar viva y de que tiene un negocio para prosperar, por más de que lo haya perdido todo, incluso a su familia. En vez de eso, se pone a llorar como mis hermanos latinos cuando Argentina ganó la copa america. Bitch, si no te gusta te pegas un tiro o directamente te vuelves a Syleria, a ver si te gusta vivir allí Lill sale de allí y luego se ve involucrado en una pelea de bar con su amigo Om. Espero que esos moteros de segunda de Neonia no les causen más problemas. Menos mal Lill y Om los contuvieron hasta que Ender llegó. Luego se viene la escena más aterradora para mí. Adam y un grupo de gente se la tiene jurada a los Viajeros, y planeaban matar y casi lo consiguen a mi pobre Snow. Malditos bastardos, que lastima que murió Tales y no el maldito de Adam. Tendríamos un angelito más en el grupo, y en vez de eso tenemos a un líder de grupo rebelde. Por suerte Gina llegó a tiempo de que lastimen a Snow, y ellos marcharon, pero no se ha terminado. Sé que volverán a joder, pero al menos ahora pueden estar más alerta y protegerse mutuamente La escena final nos muestra a Ashley preparándose para descender en Anyxa. Lio y Barbara están en esa expedición junto a Tyra, Lynx, Iris y Wadrak y más soldados listos para dar su vida por la causa. ¿Vieron eso Adam y la syleriana hija de puta? La alianza busca protegerlos y ustedes andan de resentidos. Haberse presentado voluntarios para ir a pelear. Iris, por algún motivo, no se siente bien para descender, y por eso un syleriano llamado Olver la reemplaza. Ver el ímpetu del syleriano me agrada, porque muestra compromiso, pero también me da miedo. El fantasma de Dhejam vuelve a las andadas, porque tengo el presentimiento de que este tal Olver se va a mandar una cagada xD. Eeron suelta un comentario diciendo que quiere a Lynx y a Iris en el arca (y yo también los quiero). Lynx le dice que tiene que pensarlo. Pensar nada. Él tiene que ir junto con Iris. Y yo sé que irán. Me has dicho que no, pero sé que es una tapadera. Ellos dos van a ir, lo sé Bueno amigo, hasta aquí mi comentario. Esperaba algo tranquilo pero fue una sorpresa lo que encontré. Hubo acción en la dosis correcta. Ya ansío leer el siguiente y ver que nos depara el futuro a esta parte final. Será hasta la semana que viene. Un abrazo y cuídate mucho
Saludos, aprovechando que tengo tiempo ahora, he decidido publicar la continuación del primer capítulo de esta parte final de Los Viajeros, la cual (no lo dije anteriormente) constará de 14 capítulos. Voy a aprovechar también para actualizar la guía de personajes. Como siempre, gracias a mi gran amigo Agus estresado por estar siempre pendiente de este universo y por disfrutarlo tanto como yo al escribirlo. Espero que disfrute la lectura. Operando en la sombra Ciudad Anixis era rodeada por una muralla de paneles metálicos que servían como protección de cualquier cosa que se encontrase en el exterior, aunque se terminase descubriendo tiempo después que Paraíso no tenía ninguna forma de vida en su superficie. Esos muros fueron construidos por orden del capitán del arca número cuatro de La Unión, Gar Xom, posteriormente a su fortuita llegada al planeta artificial. Desde entonces, ningún líder se decidió por retirar esa barrera que, sin embargo, hacía sentir a la ciudadanía segura. En los aledaños de la amurallada ciudad también había pequeños edificios y casas en ruinas, abandonadas a su suerte con el paso de los años, ya que la población del arca cuatro vivía bien replegada en el interior de su fortaleza improvisada. Por ello, muchos lugares externos fueron cogiendo polvo, aunque dada la arquitectura de origen anixis, seguían manteniéndose en pie debido a su buena estructura. Y es que en lo que era una pequeña nave industrial, alejada varios kilómetros del muro y rodeada por otras edificaciones, se escondían un grupo de personas; las mismas que emboscaron estratégicamente a la gobernadora de la humanidad. La lanzadera con la que huyeron de la escena del asalto se encontraba aterrizada en el interior de la propia nave industrial, mientras un numeroso grupo de al menos treinta personas se hallaba alrededor de un barril en el que ardía la madera seca de los árboles artificiales del bosque más próximo. Adam salió del interior de la lanzadera con el semblante serio, mientras sus súbditos alzaban la vista para observar su aparición. Apenas habían pasado unas horas desde el ataque a Snow. — ¿Qué dicen las noticias? — Preguntó un syleriano allí presente, calentándose las manos en aquel barril en llamas. — Sigue viva — Musitó el multimillonario, ahora sin fortuna alguna — En coma, pero viva. — Eso está bien, ¿no? — Intervino Zack, aquel que pilotaba la lanzadera de la gobernadora — Quiero decir, estar en coma nunca es buena señal. La probabili... — ¡Me importa una mierda la probabilidad, Zack! ¡Me importa una mierda el coma! — Exclamó Brant, visiblemente furioso — ¡Está viva! ¡No debería ser así! ¡Elaboramos todo ese plan para matarla allí mismo! Todos los presentes mantuvieron un silencio casi sepulcral. Solo el crepitar del fuego sobre la madera falsa daba algo de sonido de ambiente a ese espacio tan vacío en mitad de la nave industrial. Uno de ellos, un neoniano, quiso añadir algo a la tensa conversación. — Yo me encontré con el líder syleriano en aquel bar thuniano del que te hablé. Poco después apareció su marido, ese tal Lill Crane. Podríamos haberlos matado allí mismo pero llegó el comisario Xom. — Oh, sí, el marido de la gobernadora estuvo en mi tienda — Una syleriana que sujetaba en sus brazos un Striker se dirigió a su líder — Fue inesperado, de lo contrario podría haber dado la voz de alarma. — Lill Crane es un objetivo secundario en nuestra cruzada — Explicó el humano y principal artífice de dicho grupo rebelde — Pero Gybuk, has perdido una grandísima oportunidad en ese bar. Tenías allí al mismísimo Om Paokt en persona. — Lo sé, jefe, y siento haber fracasado — Murmuró el neoniano, llamado Gybuk, mientras miraba a más de sus homónimos presentes — Todos lo sentimos. Brant comenzó a dar vueltas alrededor de sus súbditos, exceptuando a unos pocos que patrullaban las entradas a la nave industrial por una precaución más que obvia. — Ya sabéis que nuestro principal objetivo es acabar con los actuales representantes de la Alianza, operando en la sombra. Snow Carver está fuera de juego por el momento, pero debemos asegurarnos de que nunca despierte. ¿Krissa? — Me encargaré de ello personalmente — Indicó la syleriana de antes, llamada Krissa — Buscaré la manera de entrar en el hospital de la base militar. — Muy bien. Gybuk, es muy probable que Om Paokt vuelva a visitar ese bar. Si es así, no le dejes escapar, pero elabora un plan para la próxima vez si no quieres acabar muerto o entre rejas. — Entendido, jefe. — Zack, tu misión es acercarte a Yak Quetaryan. Piensa en algo; hazte niñero de su bebé, su sirviente... lo que sea. Tendrás lo que necesites. — Me pondré a ello. — Y yo sería el candidato perfecto para acabar con el sabio Cyprus. Un thuniano de edad avanzada y vestido con una especie de sotana encima, se aproximó a la pequeña agrupación que rodeaba el fuego. Adam sonrió irónicamente, como si le hubiesen leído los pensamientos en aquel instante. — Un sabio para otro sabio — Brant asintió repetidas veces con la cabeza — Me gusta la iniciativa, Dexton. — Sabes que soy la mejor opción — Dijo el que era uno de los tres sabios que quedaban con vida, contando al actual líder thuniano — Cyprus no se esperará un golpe de alguien tan próximo. — Hazlo, pero ve con precaución. Sé que tú y el otro sabio le servís como ayudantes, pero no considero que sea sencillo cumplir tu propósito. — Si es necesario, morirán ambos sabios. — Vaya, Dexton, eres el primer anciano thuniano que me da verdaderamente miedo — El que fuera antaño multimillonario sonrió pícaramente — Eso si, no me gustaría que te pasara nada. Tus visiones podrían sernos útiles para lo que venga. De hecho, ¿has visto algo recientemente? El sabio Dexton se tomó una pausa y por ende un silencio que todos mantuvieron, mientras sus miradas se centraban en él. Adam se cruzó de brazos y cambió su semblante risueño a uno más serio e intrigado. Su ceño fruncido no tardó en ser testigo de la respuesta. — Lo único que he logrado percibir estos últimos dos años tras la guerra contra los Veerham... — El sabio thuniano tenía la mirada gacha, como si hiciese introspectiva — ...es que surgirá un gran cambio en la Alianza y por ende, en las vidas de todos. No sé si eso será un buen augurio o un mal presagio. [...] — ...con una noticia de última hora, ocurrida en la noche de ayer. La ciudadanía está conmocionada al saber que la gobernadora de la humanidad y uno de nuestros líderes de la Alianza, Snow Carver, sufrió un asalto violento en las cercanías de su vivienda. Se desconoce la identidad de los agresores, aunque sabemos que la hija de la gobernadora, Gina Crane, pudo ver que eran un total de diez individuos con los rostros encubiertos antes de que estos huyeran. En estos momentos, el comisario Xom se encuentra... — ¿Necesitas algo, papá? ¿Tal vez un café? — Estoy bien, Gina, no te preocupes. — Papá... ¿seguro? — La Crane Carver se encontraba sentada al lado del ex comandante de la expedición de la Nolartis, en un extenso pasillo del hospital de la base militar de Ciudad Anixis — Sé que esto es horrible, no te mientas a ti mismo. Yo lo estoy pasando muy mal. — Entonces no me hagas preguntas ridículas — El hombre contestó bastante feo, pero al momento rectificó — Lo siento, mi niña. No estoy bien. Gina podría haberse tomado mal esa contestación de quién era su padre, pero comprendía la situación por la que debía estar pasando y recordó que ella tampoco fue especialmente amable cuando él se fue a la expedición hacía ya cuatro años. No obstante, tampoco estaban en la misma situación. Snow estaba hospitalizada en estado grave, debiendo ser inducida a un coma por los médicos para evitarle mucho dolor y sufrimiento. Sin embargo, el pronóstico no era nada alentador tras haber recibido una paliza de parte de varios asaltantes a la vez. Con Owen consciente de la situación y en el hogar de los Crane Carver, el hombre se quedaría junto a su esposa, aunque el irrefrenable deseo de ir en busca de aquellos que la habían dejado en ese grave estado estaba más que presente. Aunque su corazón le decía que debía quedarse junto a su mujer, a su lado, confiando en que pudiese despertar eventualmente y mitigar la gravedad de sus heridas. Con una conmoción cerebral, contusiones en la cabeza y el torso y hemorragia interna en el abdomen, la situación para la actual líder no podía pintar peor. — Perdonad por la tardanza, he tenido que movilizar a un buen número de mis agentes — Ender apareció rápidamente ante Lill y Gina, quiénes estaban tan sumidos en sus pensamientos que no lo vieron llegar — Apenas me he enterado de lo sucedido, he venido lo antes posible. — ¿Has iniciado la investigación? — Preguntó la adolescente, mostrándose seria. — Así es, tengo a mis mejores policías en ello — Indicó el comisario de Ciudad Anixis, alguien muy efectivo y capaz en su trabajo — Mientras ellos me proveen de todos los datos que encuentren, yo investigaré personalmente por mi cuenta. Llegaré hasta el fondo de esto, Lill, tienes mi palabra. — Sé que harás todo lo posible, Ender — Crane estaba demasiado dolido como para siquiera levantar la vista al frente. — Yo iré contigo — Gina se ofreció a ayudar al propio jefe de policía — Cuatro ojos ven mejor que dos y dos mentes piensan mejor que una. — En absoluto, Gina. Tú no vas a hacer nada — Le recriminó su padre — De hecho, te irás a casa junto a tu hermano y los Vaalot. Yo me quedaré con tu madre. — Por supuesto — Ender se volteó hacia Lill, quién estaba lógicamente deprimido — ¿Estaréis bien aquí? — No me pienso alejar de mi mujer — Confirmó el ex comandante de la expedición, mirando fijamente a los ojos de su amigo por primera vez en mucho rato — Encontrad a esos hijos de puta lo más rápido posible. — Haremos justicia, amigo mío — Ender estaba decidido a capturar a los individuos que habían intentado un homicidio contra la gobernadora Carver — Lo pagarán. — Me alegra que seáis vosotros los que estéis en la investigación — Reveló el marido de la afectada — Porque si yo formara parte, si yo fuera con vosotros... los mataría. No haría justicia, sino venganza. — No es lo correcto, Lill, lo sabes — Le recriminó el comisario Xom, aunque comprendía a su amigo — Entiendo que está el precedente de Om, pero actuar así va en contra de lo que siempre hemos querido construir; una sociedad civilizada. — Lo sé — Asintió Crane — Mantenme informado, por favor. — Lo haré — Ender abrazó afectivamente a su amigo, consolándolo — Vosotros cuidad de Snow. Si la quieren muerta, podrían venir aquí a terminar el trabajo. Estamos en contacto. El comisario de policía se despidió de su amigo y de la hija de éste, alejándose cada vez más por el pasillo y adentrándose en el tumulto de gente formada por enfermos y enfermeros, bajo la atenta mirada de un Lill que no se despegaría ni un metro de la habitación de su mujer. Snow tendría un cordón de seguridad —su propia familia y la protección de la base militar— para evitar que los asaltantes que intentaron matarla, lo volvieran a intentar de nuevo, aprovechando su estado vulnerable. Mientras tanto, la humanidad estaba temporalmente sin un representante, por lo que las decisiones recaían en el resto de líderes de la Alianza. [...] Unas horas después — Lo de tu madre me recuerda que yo nunca podré volver a ver a la mía. Owen se giró instantáneamente al escuchar a su amiga decir semejante cosa, lo que evidenciaba que él no era el único que lo estaba pasando mal por lo que le había ocurrido a Snow. No obstante, el chico parecía llevar el dolor por dentro y apenas lo exteriorizaba, cosa que Karla no pudo evitar. Las lágrimas recorrían sus mejillas mientras él la miraba detenidamente con unos ojos vidriosos que parecían haberse contagiado de los de ella. Ambos jóvenes de catorce años de edad se fundieron en un cálido y doloroso abrazo mientras fundían sus lágrimas con las del otro, sin percatarse de que en la puerta entreabierta de la habitación yacía el otro mellizo Vaalot, observando la escena con cierta lástima. Si bien él tenía una personalidad más distante y seria, eso no quitaba que padeciese la situación de Snow, quién le había acogido a él y a su hermana como dos hijos más. — Dejémoslos un rato — Musitó Regina, apareciendo tras el propio Jackon — Sígueme, tenemos que hablar. El joven Vaalot se volteó algo sobresaltado para acto seguido, seguir los pasos de la más adulta de los cuatro. Tanto la adolescente como el chico salieron de la vivienda y se dirigieron al invernadero, el cual estaba a escasos metros de la casa. El chico no entendía a qué iban a ese lugar, pero pronto sus dudas serían aclaradas. La joven Crane no entró en el invernadero, sino que se fue a la parte de atrás, por el exterior. Una pala yacía clavada en una tierra algo revuelta, lo que evidenciaba que algo había sido enterrado ahí no hacía mucho tiempo. — ¿Qué se supone que es esto, Gina? — Intrigado y un tanto preocupado, Jackon observaba como la chica comenzaba a cavar. — Ahora lo verás, Jack. Apenas unos minutos después de haber llegado y empezado a cavar, la joven Crane Carver había desenterrado una bolsa blanca con cremallera. No era un tamaño muy grande sino más bien medio, por lo que su contenido no debía ser nada especial, pensaba Vaalot. Sin embargo, pronto descubrió que el interior de esa bolsa albergaba algo que no era tan fácil de tener en propiedad. Aquello se trataba de un alijo de armas. — Mi padre escondió esto aquí cuando regresó de la expedición, hace ya varios años — Contaba Regina, mientras revelaba un Striker, dos Flasher, un Buster y dos dagas de energía — Me dijo que las cosas podrían ponerse feas eventualmente y yo supuse que se refería a la guerra contra los Veerham... pero ahora lo entiendo. Él enterró esto aquí y me lo enseñó, pero nunca lo sacamos. — Hasta hoy — Musitó Jackon, viendo con asombro el pequeño alijo de armas — ¿Crees que tu padre se refería al hecho de que por su condición de persona importante podría sufrir algún asalto como con tu madre? — Exactamente, estoy convencida de ello. Sino, ¿por qué enterrar esto y no cogerlo durante la llegada de los Veerham al territorio conocido? — Cierto, es extraño. — ¿Cuál quieres? El joven Vaalot observó con detenimiento las opciones que tenía y tras diez segundos, escogió hacerse dueño de un Striker. Gina decidió coger el resto de la bolsa y cargar con ella hasta el interior de la vivienda, donde Owen y Karla se encontraban ahora en el salón principal. Al ver entrar a sus respectivos hermanos, se incorporaron del sofá con caras de sorpresa al ver a Jackon portando en sus brazos un flamante Striker, algo sucio y descolorido. — ¿Qué está pasando? — El joven Crane se aproximó a su hermana mientras esta dejaba el alijo de armas sobre la mesita de la sala — ¿De dónde has sacado todo eso? — Cortesía de papá — Respondió ella, sin querer dar muchos más detalles — Él se quedará en el hospital con mamá, para asegurarse de que está bien. Nosotros debemos cuidar de nosotros mismos ahora, al menos unos días. — No entiendo nada — Karla se veía algo preocupada — ¿Nos van a atacar a nosotros? — Podría ocurrir — Su mellizo no dudó en contestar a esa pregunta — No viene mal que estemos preparados para defendernos. — Así es, por ello, debéis escoger un arma cada uno. Las palabras de Gina sonaban como una orden para Owen y Karla, aunque no iban a ponerle objeciones si sus vidas podían correr peligro. A regañadientes, el joven Crane cogió un Flasher, mientras que la joven Vaalot se quedó con el Buster. El Flasher restante sería entonces el arma de la propia Regina y las dos dagas de energía fueron tomadas por ella misma y por Jackon, pues eran los más habilidosos en el combate cuerpo a cuerpo. — Sé que puede sonar muy extremista, pero deberemos hacer turnos de guardia nocturnos — Advirtió la adolescente Crane Carver — Sin salir de la casa, obviamente. Dentro estaremos más seguros. [...] — ¡Vale, ya está bien por hoy! — Un obrero thuniano comenzó a golpear una campana que informaba del final de la jornada de trabajo — ¡Se acabó el turno! El ingeniero Bragg observaba desde lo alto de una grúa el aspecto remodelado que iba adquiriendo la famosa arca número cuatro del extinto gobierno humano de La Unión. Un soplo de ventisca fresca y el comienzo del atardecer indicaban, junto al constante sonido de la campana, que el arduo trabajo de los obreros había terminado por hoy. El aspecto del arca humana evidenciaba que en el último año había empezado su reconversión hacia lo que sería la gran arca de la que Eeron habló a los principales líderes hacía ya dos años. Sin el emisario anixis en el proyecto —ya que se fue en la nueva y última expedición de la Nolartis— pero con él siendo el artífice, el peso de la ambiciosa idea recayó en Wadrak. Aunque los planos fueron diseñados por el anixis, el propio neoniano y Lynx, era el ingeniero Bragg quién lideraba la reconstrucción. La idea era utilizar la estructura del arca cuatro, que estaba sirviendo como colonia en Paraíso, para no tener que construir un arca desde cero, ante la falta evidente de materiales tras la breve pero intensa guerra contra Mente Colmena. Con ello, se había ganado muchísimo tiempo y avance en el proyecto de la gran arca. Ahora no tomaría tantos años la construcción de semejante nave ya que con el arca cuatro de la humanidad solo debían modificar algunas partes con tecnología anixis, además de los motores, que requerían de un cambio total. No obstante, no requeriría de una cantidad desorbitada de suministros, por lo que en menos de una década, la gran arca sería una realidad. Aunque no todo podría ser posible sin algunos benefactores para el proyecto. Antaño siendo la idea de Adam Brant, ahora dependía del dinero de otros millonarios que estuviesen dispuestos a financiar ese proyecto. — Ingeniero Bragg, la señorita Gallagher solicita reunirse con usted para conocer los avances del proyecto. — Entendido, enseguida bajo. Wadrak no era muy fan de hablar con los benefactores del proyecto, aunque Raven Gallagher era la que más financiaba el proyecto que años atrás pertenecía a Adam Brant. Por ello, debía reunirse con ella siempre que la mujer lo exigiese. El neoniano bajó por el ascensor de la grúa hasta pisar tierra firme. A su alrededor, los obreros y demás trabajadores estaban recogiendo las cosas para marcharse a sus hogares tras un productivo día laboral. Apenas pudo dar unos pasos antes de encontrarse con la millonaria humana, quién iba acompañada de dos niños. — Ingeniero Bragg — Comenzó diciendo la señora Gallagher, que hacía pocos años intentó ser gobernadora de la humanidad, sin éxito — Que gusto encontrarte tan rápido. — Desde luego — Contestó el neoniano en un tono algo sarcástico — Dime, Raven, ¿qué te trae por aquí? Nos reunimos junto al resto de benefactores hace unas pocas semanas. — Lo sé, pero me gusta hacer visitas personales al proyecto en el que más dinero estoy destinando, a fin de cuentas, quiero asegurarme de que funcione — Raven sonrió forzadamente, mientras señalaba a un niño y una niña que estaban con ella — Creo que no conoces a mi hijo Brandon ni a mi apadrinada Echo. Ambos irán en esa gran arca. Wadrak recordaba vagamente a la joven Mercer, quién era huérfana de padres tras Colapso y fue adoptada por un matrimonio neoniano que lamentablemente falleció durante la invasión Veerham en Neonia. Nuevamente, la chica había sido apadrinada, esta vez por una mujer humana, soltera y multimillonaria. El joven llamado Brandon si que demostraba ser hijo de la mujer, pues había ciertos rasgos en su rostro que para el ingeniero eran fáciles de identificar. Su sonrisa falsa era idéntica a la de su madre, algo que contrastaba con la seriedad que mostraba Echo en su cara. — Vaya, un placer conoceros, chicos — Asintió Wadrak, siendo cortés para acto seguido dirigirse de nuevo a la adulta — Y bien, ¿qué deseas saber, Raven? — En la reunión informaste de que cambiar los motores principales requeriría de años, probablemente — Especificó la mujer, dando a entender que ese asunto era algo que la incordiaba — ¿Hay alguna manera de acelerar eso? — No hay manera de acelerar algo que de por sí requiere su tiempo. — Debe haber alguna manera, Wadrak. — Si la hubiera, ya la habría encontrado. — Quizá se te pasa algo por alto. — ¿Por qué tienes tanta prisa en subir a bordo? — El neoniano estaba incomodado con esa conversación — Tú y los demás benefactores sabéis lo que nos tomará reconvertir ese arca humana en un arca funcional y con la tecnología avanzada anixis. — Si te soy sincera — La mujer se aproximó al oído del ingeniero para que los niños no escuchasen lo siguiente que iba a decir — La misión de la Nolartis con la bomba de energía me pone los pelos de punta. Temo que fracasen y esos Veerham regresen aquí. — Entiendo tu preocupación, pero es imposible de saber — Indicó Bragg, un tanto molesto por haber requerido de su presencia para dicha conversación — Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que la gran arca tardará entre seis y diez años en estar lista. No tienes más opción que aceptar ese dato. Si me disculpa, señora Gallagher... niños. Cansado de ser siempre ninguneado y exigido por los benefactores que invertían su dinero en el proyecto de la gran arca, Wadrak se marchó dejando a Raven con la palabra en la boca. Si bien él no acostumbraba a actuar así, estaba estresado por el trabajo y lo que menos necesitaba era a alguien metiéndole prisa con algo que no podía ir más rápido. Eran tiempos difíciles para la sociedad que conformaba la Alianza Interestelar de Especies. [...] La noche había caído en la vivienda de los Crane Carver en lo que era el primer día transcurrido desde el intento de asesinato contra la gobernadora humana. Sin adultos en la casa y conscientes de la posibilidad de estar en peligro, los jóvenes que convivían en la casa decidieron armarse y protegerse de la manera que habían sido enseñados en la academia de formación de la AIE. La guardia le tocaba inicialmente, por sorteo, al joven Crane. El chico sujetaba el Flasher que había escogido del alijo de armas que su hermana introdujo en el hogar mientras patrullaba en el salón de estar. Las persianas estaban mínimamente bajadas pero tenían una rendija por la que asomarse y otear el exterior, iluminado por pequeñas luces plantadas en el jardín y los alrededores. Sumido en sus pensamientos, los cuales eran todos temores sobre que su madre no despertase del coma inducido nunca más, o en su defecto, que muriese oficialmente por no superar sus traumatismos, le tenían en vilo. Sin embargo, estaba tan enfrascado en sus pensamientos que no se percató en primera instancia de unos extraños ruidos en el exterior. Pasos sobre la hierba que evidenciaban la llegada de alguien. — ¡Owen! — Jackon apareció detrás de su amigo, susurrándole fuerte para sacarlo de su trance — ¡¿Qué mierda haces?! ¡¿No oyes eso?! — ¿Qué? ¿El qué? Apenas hizo las breves preguntas, Owen escuchó junto a Jackon esas pisadas que ya se encontraban en el porche de la entrada y por ende en la puerta principal. Ambos jóvenes se cubrieron a ambos lados de la sala de estar, uno tras el sofá y otro tras el mostrador de la cocina, que conectaba con el salón. Cuando se esperaban una irrupción repentina en la casa, en su lugar recibieron unos golpes suaves en la puerta. Tan inesperados como extraños, el joven Vaalot le indicó al joven Crane con un gesto que él tomaría el avance en el asunto y que éste le cubriese por si ocurría algo. — ¿Quién es? — Preguntó Jackon, aproximándose a la puerta con el Striker en alto. — ¿Jackon? — La voz era femenina y fue rápidamente reconocida por los chicos — Hace frío aquí fuera, ¿me puedes abrir? El joven Vaalot abrió lentamente la puerta y cruzó miradas con Echo, que se encontraba en la entrada. El chico le indicó que pasara mientras ella observaba, sorprendida, como sus dos amigos portaban armas estándares del ejército de la Alianza. El pequeño alboroto despertó tanto a Gina como Karla, que bajaron inmediatamente las escaleras, armadas con sus respectivas armas. — ¿Qué está pasando aquí? — La joven Mercer no entendía todo aquel armamento. — Es por seguridad — Contestó Jackon, cerrando la puerta tras ella — ¿Y tú? ¿Por qué has venido? — No me gusta vivir en la casa de los Gallagher, ya lo sabéis — Explicó la chica, algo cabizbaja — Además, Brandon es muy molesto. Solo quiere regalarme flores y decirme lo bien que me queda el vestido estampado que me ha comprado su madre. — Ese tipo es medio idiota. La respuesta de Jackon no pasó inadvertida para los demás, que se echaron a reír no solo por el comentario, sino conocedores de que el mellizo siempre tuvo un interés especial por la chica y aquello sonó a celos. Tras unos segundos de risas, la joven Mercer fue invitada a ponerse cómoda. Ya desvelados, los cinco adolescentes decidieron sentarse en el salón principal y hablar entre ellos. No obstante, con el paso del tiempo el sueño volvió a sus cuerpos y uno por uno se fueron a dormir, hasta que únicamente se quedaron Jackon y la propia Echo. — Me voy a la cama — Gina bostezó y estiró sus brazos hacia el cielo — Buenas noches, chicos. — Buenas noches — Dijeron ambos al unísono. Con la ausencia de Gina y previamente la de Owen y Karla, ambos jóvenes se quedaron a solas. No habían interactuado mucho durante los últimos meses, aunque tras la guerra en el territorio conocido contra los Veerham, estuvieron conviviendo todos juntos durante un tiempo. Finalmente, Echo obtuvo una familia de acogida ya que Lill y Snow no podían permitirse más gente al adoptar a los mellizos Vaalot Tidder en honor y favor a la fallecida Arva. — ¿Qué tal es vivir con una familia rica? — Preguntó repentinamente el hijo de la mujer de la Luna — Seguro que tendrás todo lo que pidas, ¿no? — No pido nada, Jack — Musitó ella, algo desanimada — Desde que perdí a mis padres verdaderos y luego a mis padres neonianos, siento que he perdido el interés por formar parte de una familia. Preferiría estar sola... o con alguien especial. — Ya, te comprendo — El chico asintió — Yo he vivido sin padre desde que nací, pero perder a mi madre ha sido... todavía me despierto algunas noches pensando en buscarla y decirle algo, pero entonces me doy cuenta de que ya no está. — Esos malditos Veerham... — Me hubiese gustado estar en esa expedición de la Nolartis, aunque por edad era imposible. — Pues ya somos dos — Dijo Echo, mostrándose vengativa — Espero que la comandante Ripley y los soldados que fueron con ella acaben con esos seres para siempre. Merecen la extinción absoluta. — Así es — Musitó él, que de pronto cambió de tema — Oye, Echo, ¿es verdad eso que dijiste la última vez que hablamos? — ¿El qué? — Que te irás en la gran arca cuando esté lista. — Eso quiere mi madr... eso quiere Raven. — Pero, ¿tú quieres eso también? Esa pregunta indujo en Mercer una pausa de silencio que mantuvo a Vaalot en vilo durante unos segundos, esperando una respuesta. — Creo que sí — Murmuró ella, confirmando que esas eran sus más que probables intenciones en un futuro — Ya no me queda prácticamente nada aquí. Un nuevo comienzo podría servirme. — Entiendo. — ¿Y tú? ¿Qué tienes pensando hacer en el futuro? — Mi idea en principio es quedarme y ayudar a que Paraíso sea seguro para la gente y para los niños. No quiero que otros pierdan lo que yo perdí. — Eso es precioso. — Solo sigo el ejemplo de mis padres. — Eso es aún mejor, Jackon. Echo estaba cansada de disimular e inhibir sus sentimientos, por lo que aprovechó la soledad de ambos y el hecho de que estaban manteniendo una conversación íntima para acercarse a Jackon. El chico vio el movimiento y se puso nervioso, pero para nada se esperaba que la chica le plantase un simple beso en los labios. El joven Vaalot se quedó bloqueado durante unos instantes en los que la joven Mercer se avergonzó por haber hecho eso, levantándose bruscamente y decidida a marcharse, saliendo repentinamente por la puerta. — ¡E-Echo, espera! Él se incorporó rápidamente y la persiguió hasta el jardín de la vivienda, donde las pocas luces iluminaban el lugar bajo la absoluta penumbra de la noche. Ella detuvo sus pasos y se volteó, con los ojos vidriosos. — L-lo siento, Jackon, yo... — Perdóname, Echo — El chico se aproximó a la chica y la tomó de las manos, demostrando una madurez más que asombrosa para su edad — La verdad es que yo también tengo sentimientos por ti. — ¿En serio? — Sí, de veras. Pero tengo miedo. — ¿Miedo? ¿De qué? — De perderte — Se sinceró el joven Vaalot, abriendo su corazón como muy pocas veces había hecho a lo largo de su corta vida — Sé que con los Gallagher estás bien y eso me deja tranquilo. Pero saber que te vas a ir en esa arca y no te volveré a ver... — No he dicho que sea seguro, solo que es una posibilidad que tengo muy presente — La joven Mercer estaba sonrojada al ver como su interés amoroso se abría sentimentalmente con ella — Además, faltan años para ver que pasa con el arca. — No es solo eso. He perdido a mi padre incluso antes de que naciera. Mi madre fue a pelear por mi futuro y el de mi hermana y murió. Tú casi mueres también en Neonia. El enemigo sigue ahí fuera y temo que regrese. Temo verte morir como temo que le ocurra a mi hermana y a mis amigos. Estoy verdaderamente aterrado cuando lo pienso. — No tengas miedo, Jackon. Yo estoy contigo. Echo se abrazó fuertemente al joven Vaalot, quién correspondió dulcemente el gesto mientras las lágrimas recorrían sus heladas mejillas en el frío exterior de la vivienda, evidenciando que Paraíso estaba en su etapa invernal. Un comienzo del invierno artificial que propició que en aquel jardín cayesen los primeros copos de nieve. Una nieve suave que también se posó sobre los hombros del abrigo de Brandon Gallagher, presente en los alrededores de la casa de los Crane Carver con el rostro serio y un tanto triste por ver a Echo junto a Jackon.
Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo de este finde. Todo empieza con el grupo de renegados liderado por Adam, a quien no le basta con haber dejado en coma a Snow, y la quiere muerta, pues necesitan deshacerse de los líderes de la alianza. Vemos que todos se ponen en mil planes para tratar de deshacerse de Yak, Om y Cyprus. Descubrimos que Lill corrió peligro al haber entrado en la tienda de Krisa, y que no fue casualidad que Om fuese atacado por los neonianos moteros. Ahora, lo que de verdad da miedo de verdad es que uno de los sabios de Cyprus planea matarlo a él y quizá al otro de ser necesario. Espero que a Cyprus lo alerte una de sus visiones, o de lo contrario, estarán en problemas serios. Ahora, me da mucho miedo lo que estos tipos puedan hacer. Están llenos de odio y van con toda contra los líderes. Espero que Ender pueda atraparlos pronto, antes de que cometan una locura en el territorio Lill y Gina están juntos en el hospital, y cuando aparece Ender, Lill demuestra una gran madurez al no intervenir en la investigación, sabiendo que debe proteger a Snow y que él sería incapaz de contenerse si los llegase a encontrar. Espero que Snow esté bien. Lill no merece perderla así El hombre pide a Gina que vaya a casa a cuidar a los otros chicos. Durante una jornada de trabajo, vemos que Wadrak está trabajando en el proyecto de la gran arca para llevarse a los humanos lejos del planeta. También nos enteramos que Raven, una ex candidata a presidente, es la que financia el proyecto porque Adam ha perdido toda su fortuna (toma esa, ricachón hijo puta ). Se descubre también que ella tiene un hijo, al cual se ve que ha críado sola, pues el joven Brandon lleva el apellido de su madre. Y también ha adoptado a Echo. Me preocupa eso. Seguro Brandon estaría haciéndose ideas que no son, y espero que no moleste demasiado a Echo. Wadrak recibe y rechaza los reclamos de Raven de trabajar más rápido, y entiendo, construir un arca que viaje a un sitio tan lejano debe llevar su tiempo. Pero también entiendo a Raven. Tiene miedo de que la misión falle y la bacteria tenga un arma de destrucción masiva en sus manos. En la residencia de los Crane Carver, vemos que Owen y Karla sufren por lo que ha pasado a Snow, mientras que Jackon está triste por lo que pasó. Pues para ellos, Snow fue una segunda madre tras haber perdido a Arva. Cuando Gina aparece, ella le dice a Jackon y los demás que deben tomar un arma en las manos y hacer turnos para protegerse puesto a que desconocen si volverán a ser atacados. Entiendo que a ellos no los dañarán, ya que así solo ensuciarían su reputación, además de que daría pie a que la policía actuara con mayor severidad. Pero bueno, toda precaución es poca, y me da gusto saber que los bebés pueden defenderse. En medio de la noche, alguien llega a la casa, tomando al grupo en alerta. Pero resulta que se trataba de Echo. Ella, infeliz en su hogar, donde cuenta que Brandon es tremendo simp con ella, se escapó para ir a visitar a su amigo. Los cinco jovencitos pasan un tiempo juntos, hasta que solo quedan Jackon y Echo. Los dos hablan sobre cómo desearían haber ido en la expedición para exterminar a Mente Colmena, y sobre sus deseos. Jackon de seguro no quiere irse en el arca, puesto a que fue adoptado, pero a Echo se le entiende. Perdió a sus padres 2 veces, y no está muy feliz en su estado actual. Ella tiene deseos de marcharse, pero quiere mantenerse junto a su amigo, de quien está enamorada. Tras un malentendido luego de demostrarse afecto, Jackon y ella salen afuera, donde aclaran todo. Ahí vemos que los dos están con sentimientos el uno al otro, y se dan un abrazo en el comienzo de un invierto artificial Escena super bonita, pero justo llega Brandon para ver todo. ¿Ya viste, simp? Echo tiene en su corazón a Jackon. Así que vas calladito y te buscas a otra, no te quiero tener molestando en el futuro Ha sido un gran capítulo, más tranquilo que el primero, pero con conversaciones que permiten saber lo que piensa y siente cada personaje por los sucesos actuales. Con eso me despido por ahora, amigo. Fue una excelente jornada de lecturas en simultáneo. Será hasta la semana que viene, si dios quiere, que ya muero por ver cómo sigue la trama en Paraíso, que pese a que la acción heavy se dará en Anyxa con el enfrentamiento a Mente Colmena, en casa tendremos nuestra propia civil war. Eso es todo por ahora. Un abrazo y cuídate mucho
Saludos a todos, en especial a mi querido amigo Agus estresado por estar siempre presente. No me explayaré en decir nada dado que pensaba que había publicado, así que espero que disfrutéis del capítulo. ¡Hasta pronto! Los Renegados Gybuk Dhrajo: un callejón sin salida Om se había terminado su cuarta copa del día en el local de bebidas que más frecuentaba de Ciudad Anixis. Era evidente que en los últimos dos años el syleriano estaba deprimido por no haber salvado a muchos de los ciudadanos de Syleria, pero especialmente por haber perdido la ciudad de Sovaam. El último bastión de su civilización era ahora un lugar más, impregnado por la toxicidad centenaria que un día los neonianos les legaron. Ahora debía convivir, él y su especie, en el planeta de la humanidad por excelencia. No era la única especie salpicada por la tragedia ya que los neonianos también se sentían como un pez fuera del agua. Paradójicamente, Neonia era ahora un lugar tóxico, aunque en este caso estaba impregnado de un veneno infeccioso que habitaba el aire. Mente Colmena fracasó en su intento de convertir el planeta neoniano en su base en el territorio conocido, pero tuvo éxito a la hora de destruir la moral de sus habitantes. Observando al líder syleriano desde una esquina del bar se encontraba Gybuk. El corpulento neoniano era la fuerza bruta de aquellos súbditos de más confianza de Adam Brant, líder el grupo que se hacía llamar Los Renegados —aunque no lo predicasen por ahí a los cuatro vientos—. Gybuk había sido soldado del ejército de la AIE hasta el final de la guerra, donde sintió que los representantes del gobierno podían haber hecho más por evitar la invasión de los Veerham. Su frustración por no poder cambiar las cosas le llevó a conocer al magnate humano, ahora en bancarrota al haber perdido sus principales activos —entre los que estaba Puerto Arcadia—. Fue uno de los primeros decepcionados que convenció Adam para su causa. Ahora, tenía la directriz clara de terminar con la vida del Elegido para causar más conmoción entre la ciudadanía, ya impactada con el intento de asesinato de Snow. Cuando Paokt pagó sus copas y se dispuso a marcharse del local thuniano, el neoniano apellidado Dhrajo no dudó ni un instante en seguirle. Había aprendido de su primera pelea contra el syleriano: no enfrentarse a él dentro, sino fuera. Om no quería ser visto por la gente al salir de un bar, ya que tenía una imagen que dar, por lo que usó la puerta trasera del lugar. Gybuk siguió sus pasos, asegurándose de que nadie le veía. — ¿Qué mierda es esto? ¿Quiénes sois? El syleriano vio como cinco neonianos le cortaban el paso en aquel callejón que solo tenía una única salida y era la del frente. Gybuk fue inteligente y mandó a sus secuaces a esperar en el callejón, logrando provocar una encerrona al líder syleriano. Era la oportunidad perfecta para terminar con la vida de Om, quién se percató de que Gybuk estaba detrás suya, una vez la puerta tras él se terminaba de cerrar lentamente. — Oh, vosotros otra vez... — Paokt negaba con la cabeza, resignándose a tener que pelear — No sé cual es el problema que tenéis conmigo, pero... — ¡Cierra la maldita boca, escoria syleriana! Dhrajo golpeó en la nuca a su objetivo, derribándolo instantáneamente y dejándole aturdido en el suelo. Sus compañeros sonreían mientras se acercaban al Elegido, sintiéndose superiores y en clara ventaja. No obstante, ninguno de los seis presentes esperó ver una daga de energía en las manos de Om, que activó el modo espada en el arma 'blanca' e hizo un giro de trescientos sesenta grados con la mano, abriendo los estómagos de los seis neonianos presentes, que al estar muy cerca de él, se llevaron el profundo corte en sus abdómenes. — ¡¡¡No!!! — ¡¡¡Maldición, mi barriga!!! — ¡¡¡Puto Ikorf rastrero!!! Paokt se incorporó lentamente, aún dolorido por el fuerte golpe en la nuca, mientras la sangre iba tiñendo el asfalto cimentado del callejón. Gybuk se cubría el profundo corte con una de sus manos mientras que con la otra desenfundaba de detrás de su pantalón la versión pistola del Striker, la cual guardaba para una situación límite como esa. No quería tener que llegar a usarla porque un disparo sería escuchado en la calle y sus posibilidades de escapar de la policía serían remotas. Sin embargo, era eso o morir ante el filo de energía de la espada de Om. — ¡Suelta la espada de energía o te disparo aquí mismo! — No hables mucho — Murmuró el Elegido, arrodillándose ante el neoniano — Percibo como se te va la fuerza por la boca. — Ah, ¿sí? — Gybuk tenía algunas dificultades para hablar, debido al dolor del corte y a la hemorragia interna que estaba padeciendo — ¿Quieres percibir una bala en el torso, Paokt? — Claro que no — Om estaba asombrosamente serio para la situación tan preocupante en la que se encontraba; casi parecía que no le importaba el desenlace de aquello — ¿Qué quieres que haga? — ¡Dile que llame urgentemente a la ambulancia, Gybuk! — ¡Sí, eso, necesitamos un médico o moriremos desangrados! — ¡Llama a emergencias y vete, syleriano! ¡No diremos nada de esto, perdónanos la vida! El líder syleriano escuchó, al igual que el propio Dhrajo, las peticiones y súplicas de algunos de los neonianos malheridos. El poder de decisión parecía recaer ahora en los hombros del cabecilla de esa operación, que aún empuñaba el arma contra Paokt. Los segundos pasaron mientras el silencio era omitido por los quejidos de los neonianos, que veían como poco a poco iban perdiendo sangre debido a esos limpios cortes en el abdomen. — ¿Qué será, Gybuk? — Om ni se inmutó mientras hablaba — ¿Aviso a emergencias y os dejo vivir o me disparas y morimos todos aquí? — Eso último sería poético. — Sí, lo sería. Pero no voy a morir aquí, ni así. — Ja, yo tampoco, syleriano. — ¿Entonces? — Llama a emergencias. — Claro. Para sorpresa de todos los neonianos, Om accedió a llamar a emergencias mediante su teléfono móvil, el cual era un comunicador implementado en el antebrazo derecha de su vestimenta. Sin embargo, todo fue un engaño de Gybuk, quién decidió jugarse su salvación en una acción rápida pero arriesgada. El fuerte neoniano apretó el gatillo de la pistola Striker, acertándole en el centro de la espalda al líder syleriano. No obstante, lo que habría matado o dejado paralítico a cualquiera, a Om no le hizo nada. Algo de sangre comenzó a brotar de la espalda del Elegido, que se volteó con una expresión de locura en su rostro que hizo estremecerse a Gybuk y a todos los presentes en aquel callejón. Todos estaban aterrorizados por lo que acababan de ver, y es que la columna vertebral de Paokt era metálica por cortesía del fallecido ingeniero Regan, quién le operó tras el accidente de lanzadera que tuvo el syleriano durante Regresión. — ¡¿Pero qué diablos eres?! — Gybuk estaba en shock mientras veía a Om acercarse de nuevo a él con la espada de energía en la mano — ¡Deberías estar desplomado en el suelo! ¡Deberías estar inmóvil! — Debería, tienes razón en eso. Hasta yo estoy sorprendido — Om comprobó que tenía una pequeña herida de la cual surgía un hilo de sangre — Pero parece que seréis vosotros los que os vais a quedar inmóviles. — ¡Espera, Elegido, no lo hagas! Paokt no se lo pensó dos veces y degolló a Gybuk con la espada de energía, para realizar la misma acción con los cinco neonianos restantes. Aquel callejón se había teñido de sangre en cuestión de segundos, pero también recibió la mirada de testigos que escucharon el disparo. Muchos ciudadanos vieron a uno de sus representantes, quién acababa de asesinar a seis neonianos como si nada. Om soltó la espada de energía, consciente de que su popularidad y su cargo corrían serio peligro. Estaba en un callejón sin salida. [...] Zack Milner: la ventaja Un grupo de seis personas se encontraban fuera de una lanzadera recién aterrizada —aún se percibía el calor que desprendían sus motores— en las proximidades de la base militar de Ciudad Anixis, muy cerca de un precipicio al abismo. Dos de esas personas eran los 'lugartenientes' de Adam, tratándose del propio Zack Milner y del sabio Dexton. Ambos compartían la coincidencia de que sus respectivas misiones debían llevarse a cabo en el lugar más vigilado y protegido de la ciudad, por lo que viendo que esto era así, decidieron unificar sus planes. Habiéndolo estudiado todo antes, el plan consistía en que el sabio Dexton entrase en la base —su estatus de sabio le permitía acceder al recinto sin impedimentos— con la lanzadera, siendo pilotada por el propio Zack y aterrizando en el hangar. Allí corraborarían que el thuniano es uno de los líderes de su gente y uno de los principales apoyos de Cyprus, mientras los otros cuatro miembros restantes esperarían, agazapados, en el interior de la lanzadera. Ellos estaban allí para la siguiente fase del plan, la cual era crear una distracción interna. Dexton tenía la tarea rastrera y peligrosa de asesinar al sabio Cyprus, aunque el otro sabio thuniano que quedaba podría estar presente y ser un daño colateral. La idea del sabio renegado era la de encontrar la manera de simular el fallecimiento del principal representante de su especie, por lo que tenía preparado un veneno especial para serle inoculado a Cyprus. Zack, por su parte, requería mucho más de la distracción de sus compañeros para colarse en el edificio principal y dirigirse a los aposentos del líder neoniano, donde presuponía que estaría su bebé. Secuestrar al hijo de Yak Quetaryan sería un duro golpe para el actual líder de su gente. — Hagámoslo. El grupo de seis regenados se subieron de nuevo a la lanzadera y se dirigieron a la amplia zona de aterrizaje de la base militar, la cual también servía de hangar. Al ser una lanzadera con el logo oficial de la Alianza —el humano apellidado Milner se encargó de ello durante su infiltración como piloto de la gobernadora Carver— los soldados que monitorizaban la entrada y salida de vehículos no pusieron objeción alguna a su descenso. En el interior del aparato, Zack y Dexton se miraron fijamente durante unos instantes, antes de que el thuniano saliera. — Suerte, sabio — Murmuró el humano, con fe ciega en su compañero — Pronto estaremos guiando a la Alianza por el camino correcto. — Así será, amigo mío. El sabio thuniano asintió con convicción y salió de la lanzadera, dirigiéndose con absoluta tranquilidad al interior del recinto, viendo que ningún soldado le paraba los pies al conocerle. Milner se volteó a sus cuatro compañeros restantes, de los cuáles requería su ayuda. Estos sacaron de unas mochilas unas granadas de energía, famosas por ser de fabricación neoniana —aunque ahora usaban tecnología anixis tras el efecto de Regresión—. La idea era desplegarlas en las proximidades para que ejercieran un campo de energía que inutilizara temporalmente los sistemas de cámaras próximos al edificio de la base. Con eso, Zack podría entrar al edificio sin problema ya que no sería reconocido por las cámaras y los soldados del hangar le verían con el clásico uniforme de los pilotos de la base. Fue así que los cuatro renegados llevados a esa misión de Milner salieron repentinamente de la lanzadera y lanzaron las granadas de energía por todo el hangar. Inmediatamente los sistemas eléctricos de la entrada principal tuvieron interferencias y errores, fallando las cámaras e incluso las propias armas de los soldados presentes. Zack aprovechó la confusión para salir como si nada y hacerse el sorprendido, acercándose a una pareja de soldados humanos que estaban percatándose del error eléctrico en sus aparatos. — ¡No puedo despegar con la lanzadera! — Dijo Zack en un tono preocupado — ¡¿Sabéis que está ocurriendo?! — ¡Ni idea, la radio no funciona! — ¡Y el seguro electrónico de las armas ha enloquecido! — ¡Tranquilos, iré dentro a preguntar que sucede! El falso piloto Milner logró así tener una coartada para infiltrarse en el edificio de la base militar, mientras sus cuatro compañeros permanecían en el interior de la lanzadera, quietos y en silencio a la espera de recibir cualquier orden por el comunicador que portaban. Una vez pasada la puerta de acceso al edificio, la cual tenía un bloqueo eléctrico que solo podía ser desactivado con una tarjeta de acceso, Zack pudo entrar al haber un fallo eléctrico en el sistema, pues la puerta quedó abierta. Ya dentro del lugar, el humano fue directo a las escaleras para subir a la última planta, lugar donde residían Yak y su hijo Jaarik. El ascensor estaba inutilizado y los trabajadores de ese sector de la base iban de un lado a otro buscando el origen del fallo eléctrico, por lo que nadie prestaba especial atención al renegado. En cuestión de cinco minutos, Zack estaba frente a la puerta del hogar del líder neoniano, donde dos guardias de la misma especie custodiaban la entrada. Al ver allí al humano, le apuntaron con sus armas mientras mostraban su hostilidad evidente. Zack levantó las manos, simulando ser un trabajador más de la base que estaba atemorizado por lo que sucedía. — ¡No disparen, trabajo aquí! — Exclamó Milner, con las manos en alto — ¡He venido por orden del sabio Cyprus! ¡Alguien ha inutilizado los sistemas eléctricos de este sector de la base! ¡Creemos que podría ser un intento de hackeo! — ¡¿Qué?! ¡¿Cómo es eso posible?! — Uno de ellos se sorprendió del suceso. — ¡¿Y qué quiere el sabio Cyprus de nuestro líder?! — El otro soldado demostraba desconfiar del humano. — ¡Debemos ponerlos a resguardo en el búnker de la base, por precaución! ¡Podríamos estar bajo ataque! Si bien las palabras de Zack no eran ciertas, sonaban algo convincentes dada la situación. Los dos soldados neonianos tenían sus dudas, pero decidieron abrir las puertas de la vivienda de Quetaryan para informarle de lo que estaba sucediendo. Sin embargo, en cuanto lo hicieron y le dieron la espalda al humano, éste atravesó la zona baja de la espalda de uno de ellos con una daga de energía. El otro soldado quiso reaccionar a tiempo pero Zack lo tomó del cuello por detrás y le apuñaló repetidas veces la parte baja de la espalda, al igual que su compañero. Yak escuchó una especie de altercado en su puerta y salió de la habitación en la que se encontraba, pero al ver los cadáveres en el suelo de sus dos guardias, supo que estaba en peligro. Cuando corrió hacia la habitación de su hijo pequeño, se encontró con Zack justo al lado de la cuna de Jaarik, quién parecía dormir plácidamente. El líder neoniano apretó los puños instantáneamente y su rostro se tensó considerablemente. — Sea lo que sea que quieras, podemos hablarlo — Quetaryan era consciente, pese a la rabia interna que recorría sus venas, que debía ser dialogante en ese preciso instante — Pero si le pones la mano encima a mi hijo, será lo último que hagas. — Eres bastante intimidante en persona, Yak Quetaryan — Zack parecía estar burlándose de él — Pero como puedes ver, no me das miedo. Aquí yo tengo la ventaja. — Yo no estaría tan convencido. Dime, ¿eres Mente Colmena? El líder neoniano pensó inmediatamente en la posibilidad de que el enemigo que hace dos años atacó el territorio conocido pudiese haber dejado atrás algunos infectados, quiénes estarían provocando daños internamente. Milner se echó a reír al oír aquello, aún sujetando la daga de energía ensangrentada en sus manos. — Entiendo que pienses que soy él, de verdad, tiene sentido incluso hasta para mí — El humano asentía con la cabeza mientras sonreía sarcásticamente — Pero no, esa bacteria asquerosa se llevó a mis seres queridos, pero no a mí. — También se llevó a seres queridos míos — Yak recordó inmediatamente a personas como Halisha o Erie — Solo me queda ese niño... así que, por favor, déjalo y hablemos. Puedo darte lo que quieras. — ¡Zack, hemos oído las interferencias! ¡Estamos subiendo! El humano había estado dando golpecitos a su comunicador, teniéndolo activado durante toda la conversación, para así darle una señal a sus compañeros de que acudiesen en su ayuda. Apenas pasaron tres minutos cuando los cuatro renegados hicieron acto de presencia en el lugar, rodeando rápidamente a Quetaryan. El líder neoniano supo que esa gente no quería algo a cambio, sino que más bien querían provocarle daño por motivos que aún no lograba comprender. — Estáis cometiendo un grave error — Les dijo Yak a aquellos que estaban en su vivienda — Os daré caza. — Sabemos que lo harás, pero mientras tanto, tu hijo será nuestro seguro — Zack tomó en sus brazos al bebé neoniano, que comenzó a llorar al ser despertado — Tranquilo, chico, te vamos a cuidar mucho mejor de lo que tu padre podrá nunca jamás. — ¡Os voy a matar, Ikorfs! ¡Os encontraré y os mataré lentamente! — Gritó un enrabietado Yak. — Eso está por verse — Zack cargaba con Jaarik en brazos mientras salía por la puerta principal — Camaradas, podemos marcharnos o podéis intentar acabar con la vida del líder neoniano. Cualquiera de las dos opciones complacerá a nuestro jefe. — No pienso dejaros marchar sin más — Musitó Quetaryan, decidido a pelear hasta la muerte por recuperar a su hijo. Los cuatro renegados se miraron entre sí, dudando de qué hacer mientras Zack ya había emprendido el camino de regreso a la lanzadera, aprovechando el caos que estaba generándose en la base no solo con los sistemas eléctricos de un sector, sino con dos sucesos más que ocurrían paralelamente al mismo tiempo y en el mismo lugar. Lo que estaba siendo un ataque con la precisión de un cirujano estaba convirtiéndose en una hemorragia interna en mitad de la base militar de Ciudad Anixis. — Nos sacrificaremos por él si es necesario — Dijo uno de los renegados, pareciendo un extremista religioso — Nos ha prometido un cambio de rumbo para la Alianza. [...] Krissa Xallo: parte del problema Aprovechando lo que podría considerarse como un plan coordinado en la base militar de Ciudad Anixis, los errores en el sistema eléctrico propiciaron facilidades en la misión no solo para Zack Milner o el sabio Dexton, sino también para Krissa Xallo. La syleriana tenía el objetivo de infiltrarse en la zona hospital de la base para rematar a la gobernadora de la humanidad, en un coma inducido por los médicos para esperar una reacción positiva de su cuerpo a las hemorragias internas. El caos generado por los fallos eléctricos propició que la syleriana se colase en la enfermería, pudiendo colocarse encima parte de un uniforme médico. Krissa observó como una de las tantas cámaras de vigilancia grababa el lugar en el que se encontraba cambiándose, pero supo que con el caos que se sucedía en ese sector de la base, para cuando revisasen las grabaciones ella ya estaría bien lejos de allí. Además, no le importaba ser capturada, pues estaba sola en la vida tras haber perdido a sus familiares en la guerra contra los Veerham. Xallo salió de un pequeño almacén de productos de limpieza vestida como una enfermera al uso, dirigiéndose entonces a la habitación de Snow. El hospital en la base se componía de un extenso pasillo con diversas habitaciones a cada lado, por lo que encontrar la que ocupaba la líder humana no sería un gran problema. Sus pasos resonaban en el vacío pasillo mientras observaba habitación por habitación en busca de su objetivo, sujetando en una de sus manos una pequeña probeta que contenía un líquido altamente venenoso. Rápidamente, la syleriana dio con la habitación de la gobernadora humana, percatándose de que ésta estaba sola. Krissa abrió lentamente la puerta del cuarto y vio su distribución; una mesita a un lado de la camilla, el gotero con un suero para mantener a la paciente hidratada y nutrida, un pequeño armario y un amplio sillón para quién estuviese de visita. La renegada se aproximó a Snow con la probeta en la mano, dispuesta a depositarle el líquido venenoso de su contenido en el gotero que tenía introducido en la vena, lo que sería más que suficiente para que la humana muriese por un fallo cardiorespiratorio. — Tu muerte será rápida e indolora, gobernadora Carver — Murmuró la syleriana, internamente contenta de hacer semejante acto ruín — No como la de mis seres queridos, sufriendo bajo la intoxicación de Syleria y las armas de los Veerham. La mujer alienígena apellidada Xallo comenzó el procedimiento para inocular ese veneno en el torrente sanguíneo de la gobernadora de la humanidad, pero antes de que pudiese abrir la probeta y echar su contenido líquido en el suero, recibió una fuerte embestida que la lanzó contra la pared y precipitó la probeta al suelo, rompiéndose y liberándose el veneno. Krissa supo que su plan había ido como la seda hasta ese instante en el que el marido de la líder humana se encontraba ante ella. — ¡¿Qué pretendías hacer, maldita?! — Lill se aproximaba a ella hecho una furia, hasta que identificó a la renegada — Espera... tú eres la dueña de esa joyería en ruinas que me recriminó por la expedición pasada. — Y tú eres parte del problema de que todo haya empeorado en los últimos años — Contestó ella, tratando de plantarle cara, aunque atemorizada — Tranquilo, os llegará vuestro momento, a los Crane Carver. — Tú y tus amigos intentasteis asesinar a mi mujer, ahora vienes a terminar el trabajo y encima amenazas a mi familia en mi cara... — El hombre estaba con los puños apretados y el rostro tensado, decidido a que sus manos le diesen un final a la syleriana — Tenía pensado dejar esto en manos de la policía, pero he cambiado de idea. Voy a ir a por todos vosotros, empezando aquí contigo. Krissa no era una experta luchadora y no llevaba un arma de fuego encima, pero sí una daga de energía para alguna situación así. La syleriana se echó la mano a la parte trasera para desenfundar el arma blanca, consciente de que Lill era un soldado veterano y ella una simple vendedora de joyas que quería un cambio de gobierno mediante la coacción y el crimen. El humano se abalanzó sobre ella y la syleriana alzó la daga, pero de poco sirvió intentar algo con ella cuando el puño metálico de Lill le impactó en dicha mano, quitándole la daga y además rompiéndole la muñeca. El grito de la renegada se escuchó por todo el pasillo debido a la fractura de huesos en su mano derecha, mientras el ex comandante Crane la tomaba del cuello con su mano metálica y empezaba a apretárselo sin miramientos. Por un instante, el hombre disfrutaba de aplicar la venganza sobre una de las personas que había intentado asesinar a su mujer pero rápidamente cayó en la cuenta de que, muerta, esa mujer no le serviría para obtener más información sobre lo que parecía evidente que era un grupo criminal organizado. Lill aplicó la suficiente fuerza como para dejarla unos largos segundos sin aire, soltándola para ver como Krissa caía al suelo falta de aire. — Tengo muchas ganas de mandar tu cadáver al sol, pero tengo más ganas de encontrar a todo tu grupo — El ex comandante de expediciones miraba a la syleriana con absoluto desprecio — Si colaboras, quizá valore dejar que te pudras en una celda en lugar de morir tan pronto. Krissa aún se estaba recuperando de la falta de aire, pero escuchó alto y claro el mensaje del humano. Si bien ella no pretendía delatar a Los Renegados ni a su líder Adam Brant, sabía que debería dar respuestas certeras si no quería perder la vida a manos de Lill. Su misión era, relativamente, la más sencilla de todas. Sin embargo, su fracaso inesperado era un contratiempo para los planes generales del grupo y la situación no era del todo la ideal. [...] Dexton: condena a muerte La base militar de Ciudad Anixis contaba con un edificio de tres plantas y una subterránea, lugar que contenía un búnker y una prisión. La primera planta a día de hoy constituía el lugar donde se realizaba todo: ingeniería, ciencia, hospital y demás utilidades para el ejército y para la población en general. La segunda planta era el hogar del reconocido Sistema de Comunicaciones desde el cual se controlaban todos los datos, estando incluido en la que también era la vivienda del gobernador humano —o en su defecto, del líder de la base—. La tercera planta era ahora otra vivienda más y también ocupaba la azotea, siendo actualmente el hogar del líder Quetaryan. El líder y representante thuniano vivía en la segunda planta tras el beneplácito de Snow para ello. Cyprus se encontraba en la que era su casa, aunque solía compartirla de día con algunos trabajadores que monitorizaban el Sistema de Comunicaciones y también con su apadrinado Vraco, huérfano tras la guerra. Debido al fallo en algunos sistemas eléctricos de la base —fruto de la distracción creada por Los Renegados— los trabajadores en la sala fueron en busca de más información en el piso inferior, por lo que Cyprus se quedó a solas junto a otro de los sabios thunianos, presente en el lugar en esos momentos. Ninguno de los dos entendía que estaba ocurriendo pero no estaban realmente preocupados, pues si se tratase de un ataque serio, los soldados habrían aparecido en la puerta inmediatamente para llevarles al búnker por su seguridad. No obstante, ninguna figura autoritaria aparecía por allí, por lo que aguardaron acontecimientos y mantuvieron la compostura. De pronto, unos golpes en la puerta captaron la atención del sabio que acompañaba a Cyprus, por lo que se decidió a abrir, suponiendo que podía tratarse de noticias frescas sobre lo que ocurría. — ¿Dexton? — Cohren. Ambos sabios thunianos se saludaron con cordialidad, incluida una reverencia muy característica entre ellos. Cyprus, el sabio de máxima referencia entre los suyos, se volteó para ver la llegada de uno de sus principales apoyos en lo que a toma de decisiones sobre su especie concernía. Su presencia en el lugar no era extraña, por lo que ninguno de los dos sabios pensó siquiera que el tercero en discordia tuviese intenciones ocultas. — ¿Sabes que está ocurriendo con los apagones? — El líder thuniano se aproximó a su símil, realizando la característica reverencia — Parece que la base ha perdido el control durante un rato. — Acabo de llegar y he visto todo el revuelo — Musitó el sabio renegado, mintiendo — Pero parece que lo tienen controlado. — Dexton, ¿se debe a algo tu visita? — Cohren, que era el nombre del otro sabio presente, no esperaba a su homónimo allí. — En efecto, estimado amigo, vengo justamente a pedirte algo. Cyprus y Cohren permanecieron atentos a la petición de su compañero sabio, mientras éste se mostraba calmado. — ¿Qué necesitas? — Necesito hablar a solas con Cyprus. Es una cuestión muy personal. El actual líder thuniano estaba serio pero a su vez relajado y aquella respuesta le perturbó considerablemente. Algo en sus entrañas le decía que no confiase en él, pero Cohren no lo interpretó de esa manera y asintió, consciente de que debía dejarles a solas para que tratasen sus asuntos. — Descuida, Dexton, me marcharé unos minutos, si es lo que necesitas. — Unos minutos es más que perfecto, Cohren. Gracias. El tercer sabio thuniano decidió emprender el camino de salida bajo la atenta mirada de sus dos compañeros de rango, quiénes se quedaron presuntamente a solas. — Vraco, no salgas de la habitación bajo ningún concepto. La advertencia de Cyprus fue inesperada para Vraco, que se encontraba en el interior de su habitación haciendo tareas marcadas por su padrino sabio para ir guiándolo por el camino del futuro liderazgo que debería impartir a su especie. El niño thuniano no contestó, pues le bastó con la orden de su referente para no moverse de su sitio. No obstante, si que prestó atención a lo que escuchaba tras la puerta de su cuarto. — ¿De qué quieres que hablemos, Dexton? El principal representante thuniano presentía que algo malo estaba por ocurrir, por lo que ocupó una posición defensiva que interpretó rápidamente el renegado. — Tu tiempo guíando a nuestra especie ya es historia. — ¿Lo dice quién? — Yo, hermano. Cyprus no se esperó un movimiento tanto ágil como repentino de Dexton, que le hundió media daga de energía en el abdomen, encontrándose ambos rostros a escasos centímetros el uno del otro. El sabio renegado profundizó con la daga en la herida que acababa de provocarle al más anciano de los sabios y su superior. Los ojos de Cyprus estaban vidriosos y muy pronto se llenaron de lágrimas, mientras la traición se hacía evidente. — Dex... Dexton, ¿por... qué...? — Has liderado a nuestra especie en su peor momento y lo has hecho muy bien hasta este punto — Dexton le habló telepáticamente, habilidad propia de los thunianos — Pero desde las visiones de los Veerham, has dejado que el resto de líderes de las otras especies tomasen el mando de la nuestra. Nos has traído a la extinción más probable y ello te condena a muerte. El sabio anciano tosió sangre sobre la sotana amarilla de aquel que le acababa de traicionar apuñalándolo, tiñéndola de un color vino allá donde la salpicadura cayó, a la altura del hombro derecho. Lentamente, como si la vida se le fuese por la boca, Cyprus posó su cabeza sobre el hombro que había ensuciado con su sangre, hasta que Dexton lo tomó en sus brazos y lo acostó en el suelo. El sabio renegado miró fijamente a los ojos vacíos de Cyprus y a su boca abierta, la cual ya había exhalado su último aliento. La daga de energía seguía clavada en el estómago del thuniano anciano cuando Cohren hizo acto de presencia, quedando petrificado ante la escena. — No... — El sabio restante dejó caer una bandeja con tres tazas de una infusión thuniana conocida — Qué... ¿qué has hecho, Dexton? — ¿Yo? Nada. Dexton sacó la daga del abdomen del asesinado Cyprus y se acercó a su símil con ella en la mano, empezando a hacerse cortes en los brazos y en el rostro, simulando una intensa pelea contra ese mismo cuchillo de energía. Cohren estaban tan perplejo con lo que estaba viendo que no fue consciente de lo que su compañero judas pretendía. Una vez se hizo una docena de cortes visibles, el sabio renegado le intentó apuñalar en el torso, pero Cohren reaccionó a tiempo para golpearle la mano y quitarle la daga. Sin embargo, en ese instante llegaban soldados thunianos al encuentro con las armas en alto, encontrándose aquella dantesca escena. — ¡El sabio Cohren ha matado a Cyprus y pretendía hacerme lo mismo! — Exclamó Dexton, mostrándose todo lo vulnerable que no era — ¡Por favor, detened a este traidor! — ¡Al suelo, sabio Cohren! ¡Tire la daga! — ¡Fue él, soldados! ¡Yo nunca haría eso! ¡Acabo de regresar de...! — ¡Cierra la boca, te hemos descubierto con el arma en la mano y amenazando al sabio Dexton! — El soldado derribó a Cohren en el suelo, poniéndole las manos en la espalda para mayor facilidad de someterlo — ¡Estarás bajo custodia hasta la investigación policial! — Y eso significa un tiempo en el calabozo, sabio Cohren, porque la policía ya tiene sus propios problemas en estos momentos — Añadió otro de los soldados, intrigando a Dexton — Al parecer, el Elegido Paokt ha asesinado a varios neonianos a la salida de un bar. Y el hijo del líder Quetaryan acaba de desaparecer durante los errores eléctricos, mientras una lanzadera extraña ha huido de nuestra zona de aterrizaje. Y en el hospital, alguien ha intentado asesinar a la gobernadora humana, pero por suerte su marido estaba allí y ha sometido al homicida. Dexton reveló una expresión de preocupación notable mientras los soldados se llevaban a un alterado Cohren, que no dejaba de gritar que él no era un asesino. La puerta de la habitación se abrió lentamente, pero el sabio no se percató de ello. Vraco se asomó solo para encontrarse una escena del crimen horrible, siendo un presagio de la orden que Cyprus le dio minutos antes. El futuro líder thuniano había sido testigo de una traición histórica entre los sabios de su especie.
Saludos, amigo, paso a comentar este tercer capítulo de la historia. Primero que nada, decirte que fue una gran lectura en simultáneo. Llevamos 3 seguidas, y todas bastante geniales por el momento. Espero sigan así. No esperaba un capítulo destinado a los Renegados, pero ha servido para ver bien cómo se manejan en grupo. Este ha sido en el cual intentaron poner fin a los líderes de la Alianza, algunos planes salieron bien, otros mal. Pero las cosas han concluido. El primero en haber sufrido el atentado fue Om. Los neonianos moteros le tendieron la emboscada clásica de callejón, y hasta lo atacaron en patota listos para matarlo. Por fortuna, Om fue más precavido y se mandó una tremenda maniobra con su espada y los cortó a los seis al mismo tiempo. Irónico. Si hubiera sido atacado por uno solo, el plan no habría salido. Pero todos se le echaron encima y acabaron como acabaron. Todos querían un pedazo de él, y en su lugar, a cada uno le arrancaron un pedazo. El líder neoniano, Gykub, le suplica piedad, pero pronto termina por atacar a traición a Om. Es el esqueleto metálico el que ataja la bala, y Om termina mandándose una sextuple kill en el capítulo. Épico, les salió mal el tiro. En la base de los líderes, vemos como Zack el humano y uno de los sabios traidores se preparan para atacar a Yak y a Cyprus. Tras cortar la energía con un apagón (todos los criminales les hacen la misma, Lynx, Tyra y Norman lo hicieron en la parte VII y ahora los renegados se la aplicaron aquí, dejen de venderles granadas PEM a los civiles ) los dos empiezan a moverse. Zack logra meterse en la habitación de Yak tras haber engañado a los guardias. Y allí es donde consigue acceso al hijo bebé del líder. Yak llega hasta ese lugar, garantizándole que si tocan al niño, será lo último que hagan. Zack elige no provocar un baño de sangre, y secuestra al chico para asegurar que Yak no inicie una cacería, aunque me da que fue más para retrasarlo que para detenerlo. Yak se las ve contra los 4 renegados restantes, y está dispuesto a ir con todo sobre ellos. Luego, en el hospital, Krissa logra infiltrarse en la habitación de Snow para envenenarla. Eso sí que me asustó amigo. Por un momento pensé que iba a perder a Snow, me comí el bait de que sería envenenada . Gracias a dios no fue así y Lill llegó al rescate. El ex comandante le dio a Krissa la paliza de su vida (que no fe tanta la paliza, pero para una civil fue potente) y la tiene retenida para obligarla a hablar. Dudo mucho que la syleriana le diga algo útil, pero quizá logren engañarla de alguna forma. De cualquier modo, mi bebé Snow se salvó, y ella podrá despertar pronto del coma para seguir viviendo junto con Lill y sus bebés.... ¿verdad? Y por último, Dexton se manda un tremendo movimiento. Logra llegar hasta Cyprus, y tras convencer a Cohren de salir del lugar, este realiza un asesinato. Vraco estuvo presente, pero vemos que solo se quedó quieto por las órdenes de su sabio, que también lo adoptó. Dexton realiza un ataque que acaba con Cyprus, y cuando Cohren llega al lugar, se deja herir para así hacer ver a los soldados que en realidad fue su compañero el asesino. Los guardias, quienes reciben la noticia de que Om fue atacado, el hijo de Yak fue secuestrado y Snow sufrió un atentado, le creen a los hechos que tienen en frente y se llevan al sabio inocente. Ahora Vraco deberá decidir qué hace. Y eso podría ser bueno. Vemos que el propio Dexton admitió que el trabajo de Cyprus, en tiempo pasado, fue bueno para su gente. Tal vez, ayudando a resolver este misterio, pueda empezar a forjar su camino para ser el próximo sabio en la conti. Vamos, Vraco, mi casa te apoya Y así se termina este capítulo. Dos líderes sobrevivieron al intento en contra de sus vidas, uno ha muerto y el otro está vivo, pero con su hijo secuestrado. No sé que harán Om y Lill con Ender ante todo lo ocurrido, porque ahora no podrán desenfocarse demasiado de sus vidas, ya que se distraen una vez y los intentan matar. Espero que Ender ponga más agentes para resolver todo, ya que puede que los bebés estén en peligro. Si se metieron con el bebé de Yak, podrían hacerlo con los otros angelitos. En fin amigo, gran capítulo. Ha sido interesante ver el POV de los Renegados. Se ve que no son un grupo que va a su bola sin cabeza, sino que están bien organizados. Aunque Adam es bastante cómodo. No se ha ensuciado las manos. Se me hace que al tipo lo tienen en un altar, y que no quiere verse involucrado en todo esto. Aunque Snow lo reconoció. El tema es que si ella no sobrevive, o si lo hace y no recuerda nada, no podrá denunciarlo. Quedamos a la espera de ver que ocurrirá. Con eso será todo. Fue un capitulo muy bueno, intenso en los ratos más cruciales. Estaré esperando por la próxima semana y la próxima lectura en simultáneo, ya que esta ha sido verdaderamente disfrutable. Como suelen ser siempre. Eso es todo por esta semana. Un abrazo y cuídate mucho
Bueno, parece que el foro volvió (a ver por cuanto tiempo XD), así que me apresuro en publicar el siguiente capítulo, el cual sigue los acontecimientos del primero. No me andaré con rodeos, solo agradeceré a mi querido amigo Agus estresado por estar siempre aquí, al pie del cañón. Sin más, que él y los visitantes disfruten la lectura. Veerhamia: la última colonia El fuego estaba ardiendo en el hangar de la Nolartis mientras decenas de cuerpos yacían tirados en el suelo. Las luces de emergencia parpadeaban incansablemente mientras el molesto ruido de la alarma general de la nave sonaba repetidas veces cada pocos segundos. Se escuchaban gritos, murmullos y llantos conforme los oídos en el interior del casco del traje se acostumbraban al ruido externo. La comandante Ripley había estado inconsciente durante varios minutos en los que todo se había descontrolado. — No... no... — Musitaba Ashley, observando la preocupante escena a su alrededor. Algunos soldados trataban de ayudar a otros, malheridos y atrapados, mientras muchos otros no se levantaban al haber recibido fuertes golpes en la cabeza y no llevar la protección que otorgaban los trajes de soldado, que no llevaban puestos al no formar parte del pelotón de descenso. Apenas diez minutos antes, tras el discurso de la propia comandante previo al descenso a Anyxa, sucedió lo inesperado. Todo se oscureció y la nave comenzó a zarandearse, atraída por una fuerza gravitacional que algunos supieron identificar casi de inmediato. Al estar atravesando la oscuridad, el caos tomó el control. Tras eso, se hizo el silencio para la mayoría, siendo aturdidos o noqueados al salir disparados por todo el hangar. Por desgracia, algunos no tuvieron la fortuna de caer bien y habían perdido la vida al chocar contra las paredes u otras superficies resistentes. — ¡Ash! La mujer escuchó como alguien la llamaba mientras luchaba por incorporarse, siendo pronto ayudada por esa voz que había oído segundos antes. La comandante tenía la vista algo borrosa debido al aturdimiento que provoca el paso por un agujero negro, sea natural o artificial. Pero sus ojos pudieron reconocer el rostro de Lio tras el vidrio de su casco. — ¡¿Estás bien?! — Sí... eso creo — La mujer se dolía un poco de todo, pese a haber contado con la protección del traje — ¿Estado? — Daños en la mayoría de los sistemas, aunque la estructura de la nave ha soportado la absorción del agujero negro artificial — Oda sorprendió a Ashley hablándole por el comunicador del traje, una implementación más que acertada — No sabemos como nos han detectado con la tecnología de camuflaje que instalamos en la Nolartis, pero nos han llevado a otro lugar que no es Anyxa. — ¿Qué? — La comandante no lograba comprender a qué se refería la IA — ¿Y dónde se supone que estamos? — Parece que en la última colonia que crearon los Anixis — Reveló Oda — Es el mundo que vimos en la anterior expedición antes de ser absorbidos por aquel agujero artificial, tal y como ha sucedido ahora. — ¿Por qué enviarnos ahí? ¿Qué planea Mente Colmena y como sabía de nuestra llegada? — El hombre de Ceres se hacía esas preguntas. — No lo sé a ciencia cierta, pero si mis cálculos son correctos, estamos en el planeta de la bacteria. Ella misma nos ha traído aquí. La expresión facial de Lio revelaba una preocupación más que notable, pues parecía que Mente Colmena no solo estaba preparada o advertida de la llegada de la expedición, sino que además había decidido guiarla directamente hacia su mundo. Algo que solo haría con un propósito evidente. — Oye, ¿ha habido muchas bajas? — La pregunta de Ashley hacia referencia a las personas que no se levantaban del suelo. — Bárbara está haciendo un recuento junto a Eeron, pero sí — Contestó el hombre, algo apenado — Al menos una veintena de soldados, probablemente. Mientras la comandante recuperaba la compostura junto a su subcomandante, en el puente de mando la situación era muy tensa. La piloto Maxwell observaba los datos que estaba recopilando el sensor de proximidad, al haber sufrido un impacto contra la superficie de ese mundo que por suerte, no había sido muy catastrófico. Junto a ella se encontraba la pareja de jóvenes Lynx e Iris, analizando todos los datos que se estaban recabando mientras algunos trabajadores realizaban reparaciones de emergencia por todo el puente y varios soldados corrían a toda velocidad para armarse, al estar en estado de alerta. — Hay vegetación y por ende, hay vida — Confirmaba Tyra mientras sacaba una lectura de los datos — Aunque se detecta una sustancia en el aire... esporas. ¡El aire está contaminado de esporas! — ¡¿Cómo?! — Iris se estremeció al escuchar a su compañera decir eso. — Tranquilas, aquí dentro deberíamos estar a salvo, pero ahí fuera tendremos que usar los trajes y los cascos puestos — Lynx abogó por mantener la calma, algo muy necesario en esos momentos — La Nolartis es prácticamente hermética, esas esporas no podrán entrar como si nada. — A menos que haya boquetes o agujeros — La piloto de la nave se temió lo peor, por lo que se dirigió a la IA — ¡Oda! ¡¿Hay algún orificio en la estructura debido al accidente?! — No detecto ninguno, Tyra. El trío de jóvenes respiró muy aliviado tras escuchar las palabras de la inteligencia artificial de la Nolartis, pues eso significaba que el peligro, por el momento, se mantenía fuera de la nave. Al puente de mando llegaron los dos principales líderes de la expedición, dispuestos a recibir información sobre la situación en general. Tanto la comandante Ripley como el subcomandante Santos fueron puestos al tanto de lo que sucedía en el exterior de ese planeta que solo visitaron con un dron hacía ya cuatro años, antes de ser engullidos por un agujero artificial de creación anixis. — Ese ser nos ha traído aquí para infectarnos, casi seguro — Teorizó Lio, frunciendo el ceño — Poner los pies ahí fuera será arriesgar nuestras vidas como los filtros del traje no bloqueen las esporas. — Si pudiéramos poner en marcha la Nolartis y eyectar la bomba de energía hacia el sol de este sistema, no haría falta ni salir de aquí — Ashley sabía que la mejor opción parecía casi imposible dada la situación de la propia nave — Oda, ¿la cámara ha sufrido algún daño? — Negativo, comandante Ripley. La cámara ha soportado el impacto y la bomba de energía se mantiene óptima. Sin embargo, los controles de eyección están dañados y al ser solo manuales, no puedo activarla. — Om y sus científicos lo hicieron con motivo — El hombre de Ceres lo entendió inmediatamente — No han querido arriesgarse a otra situación como la del Supremo. — Oda no es como ese chip malicioso — La joven Hennessey defendió a la IA de la nave. — Lo sé, pero toda precaución es poca — El padrastro de la joven estaba de acuerdo con el procedimiento impuesto por los expertos sylerianos — No te ofendas, Oda, pero suelo desconfiar de las IA's por inercia. — No me ofendo, subcomandante. Conozco el protocolo. — Bien, ¿entonces qué mierda hacemos? — El joven Herswood se cruzó de brazos, sin saber cual era el siguiente paso a dar — No podemos irnos porque la Nolartis tiene daños que se lo impiden, no podemos eyectar la bomba y salir sin los trajes es un suicidio. — El plan no ha cambiado: un escuadrón de diez soldados saldrá ahí fuera con el vehículo terrestre — La comandante de la expedición tomó la palabra, indicando que se iba a hacer — El objetivo es hallar la ubicación donde se esconde Mente Colmena y si no podemos destruir el sistema, acabaremos con su nido en persona. [...] Una vez la situación estuvo bajo control dentro de lo posible, la comandante preparó el pelotón de diez soldados que iban a ser, encontrándose nuevamente en el hangar aunque esta vez, sin muertos de por medio. Al menos diecinueve miembros de la expedición perdieron la vida durante el choque con la superficie planetaria y sus cuerpos ya descansaban en unos ataúdes dispuestos para ello. Pasadas ocho horas desde haber sido atraídos por el agujero negro artificial que manejaban los Veerham, todos tuvieron su momento para relajarse tras la tensión vivida no hacía mucho tiempo atrás. En su camarote, el ingeniero e informático se encontraba tumbado a un costado de su cama con la mirada fija en el techo, mientras la soldado estaba en el baño. Sumido en sus pensamientos, Lynx no se percató de que Iris estaba llorando en silencio frente al espejo del aseo, mientras observaba un test de embarazo que confirmaba lo que eran presagios que la mujer tenía en las últimas semanas. Por ese motivo la joven Hennessey estaba atemorizada con la idea de salir fuera de la nave, con todo lo que ello implicaba, especialmente ahora. El test revelaba que la chica estaba de dos meses de embarazo, motivo por el cual aún no se le notaba el crecimiento de la panza. Y no es porque no quisiera tenerlo, pero el contexto no era el mejor para ello y añadía una preocupación extra a las ya incontables que tenía en su mente. Además, ese niño nacería en el espacio, algo que complicaba el parto. Una situación difícil para Iris, que pese a tomar precauciones, no pudo evitar que la vida se abriese paso en su interior. Sin embargo, el debate de que hacer sería exclusivo para ella, ya que no tenía intención alguna de revelarle ese dato a un Lynx que formaría parte del pelotón de diez soldados que partiría al exterior. — Amor, debo irme ya — Lynx golpeó la puerta del baño con suavidad — ¿Va todo bien? — S-sí... sí, estoy bien — La mujer se secaba las lágrimas de los ojos antes de salir. — ¿Vas a salir a darme un beso o debo irme sin recibirlo? — No seas tonto. Hennessey salió del baño poniendo su mejor sonrisa mientras abrazaba a su chico por la altura del cuello, para plantarle un dulce beso que Herswood prolongó más tiempo del indicado. Ambos se fundieron en esa pasión que se tenían y que aún se mantenía muy viva tras más de tres años de relación. — Te quiero — Le dijo él, consciente de que era la hora — Nos veremos pronto, créeme. — Lo sé — Musitó ella, luchando por contener sus emociones — Te quiero, cielo. La pareja fue interrumpida por varios golpes en la puerta del camarote, la cual se abrió tras el beneplácito de Lynx, apareciendo el hombre de Ceres en escena. — Hora de irnos, Lynx — Indicó el subcomandante, señalando la salida — La comandante y el resto del equipo aguardan en el hangar. — Sí, señor. Pese al respeto y aprecio que se tenían, ambos actuaban cordial y profesionalmente entre ellos la mayoría del tiempo. El ingeniero, informático y además soldado, emprendió el camino de salida de su camarote sin quitarle la vista de encima a su amada, quién se quedó a solas con aquel que años atrás la había adoptado. Santos se fundió en un cálido abrazo con su ahijada, que no pudo evitar romper en llanto tras haberse contenido tanto. — Mi niña, ¿estás bien? — Lio supuso que ocurría algo. — No, papá, es solo que... — La chica no quiso revelarle que estaba embarazada — Me preocupa que os pueda pasar algo. — Oye, escucha — El hombre tomó a Iris de las mejillas con suavidad, para poder mirarla directamente — Voy a cuidar de Lynx, lo sabes, ¿verdad? — También me preocupas tú. — No me va a pasar nada, ya sabes que soy un perro viejo — Santos provocó una risa en su ahijada — En serio, me estoy haciendo viejo para esto. Te doy mi palabra de que esta es la última misión que hago. — Y la mía, probablemente — Respondió ella, imaginándose la vida de una madre. — Bueno, no voy a negar que eso me dejaría muy tranquilo. — Ya... anda, que llegas tarde, subcomandante. — Cierto. Nos vemos pronto, bonita. Y con buenas noticias. — No espero menos, papá. Confío en vosotros. Lio asintió con una sonrisa y la convicción de que todo iba a salir bien, marchándose del camarote de su hija adoptiva, que se encontraba en un estado anímico muy diferente al de él. Así, el subcomandante Santos puso rumbo al hangar de la nave, donde el escuadrón de diez soldados que eran se subirían al vehículo terrestre y saldrían al exterior. Debían ser rápidos para evitar que ninguna espora de Mente Colmena entrase en la nave, por lo que Oda preparó una medida de contención especial que consistía en formar una barrera de energía con el exterior, una vez la compuerta general se abriese. Algo que solo podía hacerse con la energía de la bomba. — Adelante — Ordenó la comandante de la expedición al conductor — Cruza la barrera de energía. Aquellos que se quedaban a bordo veían como ese pelotón marchaba. La soldado thuniana que conducía el vehículo terrestre asintió con determinación y salió por la rampa del hangar que les guiaba al exterior de aquel planeta, desconocido para la mayoría, pero sin ser sus primeros visitantes. Desde las ventanas del aparato motorizado se podía apreciar que el ambiente estaba cargado, pesado, como si unas nubes muy densas y tóxicas se hubiesen posado sobre la superficie. Aquello era una gran cantidad de esporas concentradas en muy poco espacio, pero los filtros de los trajes espaciales podrían aguantarlo siempre y cuando no tuviesen fallos. — ¿El radar muestra algún objeto tecnológico cercano o alguna edificación? — El subcomandante tomó la iniciativa, consciente de que necesitaban un destino al que ir — Debemos encontrar algo que nos indique donde puede esconderse esa maldita bacteria. El radar incorporado en el vehículo terrestre comenzó a señalar la proximidad de lo que parecían ser un conjunto de edificios, lo que daba un claro propósito al escuadrón compuesto por diez soldados. La conductora thuniana condujo en dicha dirección con cautela, pues no se conocían el terreno y corrían el riesgo de estrellarse ante tan poca visibilidad o de incluso precipitarse por algún acantilado. No obstante, la distancia desde la estrellada Nolartis hasta dichas edificaciones no era larga y en cuestión de veinte minutos en tiempo humano pudieron observar que se encontraban a los pies de una ciudad. Aquel núcleo urbano era, muy probablemente, la ciudad abandonada que la expedición liderada por el comandante Lill Crane observó de cerca con un dron, justo antes de ser engullidos por el mismo agujero artificial que les llevó a Anyxa, salvo que esta vez, el camino fue el opuesto. Unos pocos años después se encontraban nuevamente allí, en la que se presuponía era la última colonia anixis, antes de que la infección comenzase a apoderarse de la sociedad galáctica de la especie. Ashley ordenó aparcar el vehículo en la entrada de la ciudad y salir de este, pues para explorarla, consideraba que era mejor a pie y separándose. — Nos dividiremos en dos grupos de cinco soldados, para abarcar más terreno — Explicó la comandante a sus soldados — No se ve una ciudad grande y quizá podamos hallar pistas sobre donde se esconde Mente Colmena. — Recibido, comandante — Lio supuso que él lideraría el segundo grupo — Herswood, Clinton, Mason y Faggor; venís conmigo. — Perfecto, en ese caso los demás estáis conmigo — La comandante Ripley señaló a los soldados restantes — Eeron, Thanix, Rhadmo y Trent. Dicho y hecho, el escuadrón de diez soldados se dividió en dos equipos de cinco, liderados por la comandante y el subcomandante, respectivamente. Acto seguido, obtuvieron las máximas provisiones posibles que pudieron cargar desde el vehículo terrestre y se dispusieron para partir, cada uno en una dirección opuesta. Mientras algunos compañeros se despedían de los otros, los principales líderes de la actual expedición se dieron un abrazo que evidenciaba el aprecio y la preocupación que se tenían ambos. — Recuerda que no estamos solos aquí — Murmuró Santos a su querida amiga y superior — Mente Colmena nos ha traído aquí con un propósito y dudo mucho que no tenga a soldados Veerham para protegerse. — Contaba con ello — Ripley asintió, posando su mano izquierda sobre el hombro derecho de su segundo al mando — Cuídate y nos vemos aquí, donde hemos dejado el vehículo, en tres horas como mucho. No quiero exponer los filtros de aire de los trajes a la posibilidad de que las esporas penetren. El hombre de Ceres asintió, acatando la orden de su comandante mientras se volteaba hacia su pequeño pelotón, ya listo para iniciar su aventura propia. La líder también arengó a los suyos para emprender camino hacia el interior de la ciudad. Ambos grupos se vieron marchar, empezando así su misión: hallar el nido de la bacteria. Para ello, deberían adentrarse en territorio inexplorado y hostil, mientras en la Nolartis trabajaban a destajo para recomponer sus sistemas y salir de allí en cuanto se diese la orden de hacerlo. [...] Grupo 1: Comandante Ripley, Eeron, Thanix, Rhadmo y Trent La exploración apenas llevaba media hora transcurriendo en lo que había sido avanzar por las calles desiertas de esa ciudad fantasma en la que se encontraban. Sin ver nada destacable, el grupo siguió caminando sin rumbo fijo, desembocando en lo que parecía ser una especie de gran plaza, la cual tenía en el centro una gloriosa estatua a la que le faltaba la cabeza. Los cinco soldados se aproximaron a ella, especialmente el propio Eeron, quién estaba observando los resquicios de una vieja colonia que trató de construir su propia especie. — "Al honor y la gloria de nuestro Gran General, héroe del imperio y ejemplo de sacrificio" — Leyó el anixis en la inscripción de la estatua, captando la atención de sus compañeros. — ¿Eso es lo que pone ahí? — Preguntó Thanix, el syleriano que quería formar parte de la misión. — ¿Los anixis venerabais a ese tal Gran General? — Rhadmo, la soldado thuniana, se vio intrigada. — No se trataba de venerar, sino de prestigio — Eeron sabía bien de lo que trataba — El Gran General, según he oído de generaciones pasadas, era el comandante del ejército anixis y un héroe para el pueblo. Se ganó su reconocimiento luchando contra las injusticias y gracias a él, se dice que el viejo imperio vivió sus mejores tiempos. — Hasta la llegada de esta puta bacteria... — Añadió Ashley, que habría escupido al suelo de no ser porque llevaba el casco puesto — En fin. Vaya, le falta la cabeza. — Aquí comenzó el fin de la sociedad anixis — Con el orgullo herido, Eeron le dio la espalda a la estatua — Ni siquiera el Gran General pudo frenar la caída del viejo imperio. — Amigo, le honraremos venciendo a Mente Colmena para siempre, aquí y ahora — Olver, el soldado syleriano, se mostró confiado y queriendo apoyar al anixis. El emisario apreció el gesto de su compañero de pelotón mientras Rhadmo y Trent, que había permanecido callado hasta ese momento, sonreían con convicción. La comandante no pudo evitar sentir un halo de esperanza al ver a sus soldados apoyándose mutuamente, pero especialmente, al verlos determinados y optimistas sobre el desenlace de una guerra que por historia llevaba cientos de años librándose. — Sigamos, a ver que más encontramos — Ashley no quiso quedarse quieta mucho tiempo, pues el silencio en el lugar la incomodaba — Andando. La densidad de las esporas en el ambiente dificultaba la visión en la lejana distancia, pero muy pronto los grandes edificios de la pequeña colonia se hicieron visibles ante el grupo de soldados, a pies de lo que parecían ser casi rascacielos. La arquitectura del lugar evidenciaba que los anixis tenían planes de convertir esa ciudad en una especie de megápolis, quedándose a medio camino. — Comandante — Murmuró el anixis del pelotón, captando la atención de todos — Podríamos hallar más información en ese edificio. — ¿Cómo estás tan seguro? — Ash vio como su soldado y amigo señalaba la entrada a un edificio de enfrente. — En la entrada indica que se trata de la Casa Superior. — ¿Y qué diablos es eso? — Trent, el soldado humano que había permanecido en silencio todo este tiempo, intervino repentinamente en la conversación. — Es similar a la sede de la Alianza, en la base militar de Ciudad Anixis — Ripley lo sabía gracias a conversaciones con Eeron en las que obtuvo ese tipo de datos — Bien visto, Eeron. Entraremos para realizar un barrido. — Iré en cabeza, comandante — Indicó Olver, alzando el Striker que portaba consigo y tomando la iniciativa. — Te cubro, hermano — Añadió un Trent que no quería dejar desprotegido a su compañero. — Rhadmo, retaguardia — Le ordenó la líder a su soldado. — Recibido, comandante. El pequeño grupo conformado por cinco soldados accedió al interior del alargado edificio anixis, concretamente, a una amplia sala principal en la cual no se apreciaba ningún rastro de combate, algo que se presuponía debido a la supuesta ausencia de habitantes en la ciudad. Sin embargo, el lugar si se veía misteriosamente impoluto, como si alguien hubiese pasado por allí para dejarlo todo limpio —lo limpio que podía estar tras años sin mantenimiento— y sin rastro alguno de conflicto. Sin duda, aquello solo hacía más que poner en tensión al escuadrón liderado por la comandante Ripley, que en completo silencio, ordenó a Thanix y Trent que confirmaran al grupo como la única presencia en aquel lugar, aunque tuviese demasiadas plantas que peinar. En cuestión de dos minutos, ambos soldados informaron de que la sala principal estaba vacía de posibles enemigos. Eeron aprovechó para acercarse a lo que parecía ser un mostrador, comprobando que en el había un objeto el cual le resultaba familiar. — ¿Un comunicador...? Sorprendido, el emisario anixis lo tomó en sus manos y trató de activarlo, generando un holograma en tres dimensiones que revelaba una preocupante grabación visual del anixis que trabajaba como recepcionista en el lugar. Al ver aquello, el resto del equipo rodeó a Eeron. — Grábate y deja constancia de lo que estás haciendo. — ¿Por qué? — ¡Hazlo, Haren, maldita sea! — Vale, vale. Mi nombre es Haren y me encuentro en mi puesto de trabajo. Soy la secretaria del... ¡¿Qué ha sido eso?! — ¡Haren! ¡Al suelo! — ¡¿Qué está pasando?! — ¡Son los soldados del Gran General! ¡Se han tornado contra nosotros! — ¡¿Por qué?! ¡¿Cómo es posible?! — ¡No lo sé! ¡Avisa a la planta del supervisor colonial y...! ¡Argh, me han dado! — ¡Baron! ¡Baron! — ¡¡¡Huye!!! La grabación visual se acababa ahí, pero lo que revelaba era bastante preocupante. Gracias a los datos recabados en la expedición liderada por el comandante Crane se descubrió que esa colonia fue la última que fundaron los anixis, siendo el lugar desde donde Mente Colmena comenzó su infección a toda la gran civilización que representaban los anixis. Se tenía entendido que esto fue una lenta y encubierta infección a la población de la colonia, no obstante, esto revelaba un conflicto armado que había comenzado en la mismísima ciudad. — Entonces, ¿cómo es que no hay cadáveres descompuestos o restos de una batalla en los alrededores? — La soldado thuniana de nombre Rhadmo no entendía lo que significaba esa grabación. — ¿Y la cabeza que le falta a la estatua del Gran General ahí fuera? Eso lo ha debido hacer alguien o algo — Pensó en voz alta el soldado syleriano. — Lo que sé es que mis antepasados no pudieron advertir de lo que sucedió en esta colonia hasta que los Veerham se contaron por miles de individuos y atacaron las colonias más concurridas estratégicamente — Eeron aportó lo que sabía al respecto — La misión del Gran General aquí era reconocer el terreno y formar una colonia, de ahí la estatua en la plaza central de la ciudad. Él no estaba aquí, pero es obvio que por la grabación, sus soldados se tornaron contra los colonos. — A mi esta mierda no me gusta ni un poco — Trent negaba con la cabeza mientras sujetaba con fuerza su Flasher — Comandante, es obvio que la bacteria habita este maldito planeta. ¿Por qué no arreglamos directamente la Nolartis, eyectamos la bomba al puto sol del sistema y nos largamos a casita? — Soldado, eso sería una idea magnífica si no fuese porque la nave no puede volar y porque nuestra misión es confirmar el nido de Mente Colmena antes de lanzar la bomba y arriesgarnos a que no esté aquí — Ashley no dudó en contestar, algo molesta — Sigamos investigando este lugar, nos quedan aún unas horas de oxíg... — ¡Ashley! — La voz alterada del subcomandante Santos por la radio del traje hizo a todos temerse lo peor — ¡Hemos encontrado resistencia enemiga en una excavación próxima a los límites de la ciudad! — ¡Lio! ¡¿Qué clase de resistencia?! — La mujer salió rápidamente del edificio, seguida por sus soldados, atentos a la conversación. — ¡Son soldados anixis! ¡Veerham! ¡Demasiados para cinco soldados! — ¡Mándame inmediatamente tu posición! — ¡Mierda, hemos perdido a Clinton! ¡Atrás, Bárbara! ¡Lynx, Faggor, fuego de cobertura! ¡Ya, maldita sea! — ¡Lio, la puta ubicación! — ¡Acabo de mandarla! — Exclamó el hombre de Ceres, viéndose en claros aprietos — ¡Ash, esto es sin duda el nido de Mente Colmena! ¡Salen como hormigas! — ¡Aguantad, estamos de camino! — Indicó Ripley, que junto a sus soldados, comenzaron a correr en la dirección indicada por el subcomandante — ¡Resiste! — ¡No podremos resistir mucho! ¡Tenemos la munición justa y el vehículo no está cerca! ¡Si vamos hacia vosotros, les llevaremos hacia la ubicación de la Nolartis y eso no puede suceder! — ¡Mente Colmena nos ha traído aquí a morir! ¡Sabía que era una jodida trampa! — Visiblemente impotente, Trent apretaba los dientes sin dejar de correr. — ¡Lio, por favor, no hagas ninguna estupidez! — Aterrada, la comandante aceleró el paso — ¡No puedo perderos ni aquí ni ahora! — ¡No se trata de perdernos a nosotros, sino de ganar esta guerra que lleva milenios librándose! — El ruido de fondo eran los disparos que se sucedían entre ambos bandos — ¡Si es necesario, moriremos! ¡Pero no dejaremos que esta bacteria infernal se salga con la suya! ¡Está será la última colonia que habite!
Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo de la semana. Agradecido de que el foro haya estado en pie para poder leer esta gran historia. El capítulo arranca inesperado, con una nave averiada y muchas bajas tras la activación del agujero negro. Esto luego se confirma que fue obra de Mente Colmena, quien los vio venir y activó el agujero negro para mandarlos no a Anyxa, sino a su mundo de origen, Veehramia. ¿Cómo supo que venía la expedición? Se me hace que entre los soldados hay aunque sea un infectado. Mis sospechas están sobre Olver, quien parecía estar muy insistente con querer partir a la expedición, y sobre Tyra, quien por poco escapó de la destrucción de la nave cuando rescató a Echo. Me asusta pensar que alguno de ellos dos sea infectado, porque eso quiere decir que sabe de los movimientos del grupo y se lo está pasando todo por telepatía a la bacteria de origen de todo. Luego de que cuentan los cuerpos, el grupo nota las esporas en el ambiente, y sienten que pueden estar en un gran peligro al salir. La nave está averiada, por lo que no pueden salir y mucho menos lanzar la bomba de energía al sol (aunque primero deben averiguar si el nido es el mismo sitio en el que están ahora). Ashley advierte a los soldados para que se preparen para salir, y estos se empiezan a despedir y a equipar listos para la acción. Mientras Lynx disfruta de estar con Iris antes de partir, esta se hace un test de embarazo y confirma que está embarazada, y que, pese a que es un contexto aterrador para el momento en que tendría su hijo, ella se imagina como una madre en el futuro, y lejos de la acción. No es muy alentador que un pequeño pueda nacer en el espacio o incluso en el conflicto, pero siempre es agradable saber que podríamos tener nuevo angelito en el futuro Ahora bien, quiero dejarte muy en claro estos puntos con respecto al bebé de Lynx e Iris. Más te vale abrir bien los ojos y leerte lo siguiente No quiero que Lynx muera antes de que nazca su bebé No quiero que Iris muera en el parto No quiero que el bebé muera tras nacer No quiero que el bebé nazca infectado por la bacteria No quiero que el niño tenga a uno de los padres ausentes por cualquier conflicto Espero haberme explicado bien con mis deseos para ese angelito Continuamos con el comentario. Tras despedirse de su novio y de Lio, Iris se queda sola procesando todo lo que puede pasar, pues su padre y su pareja se arriesgan a morir en la expedición, y me da que uno de los dos no la cuenta. Una vez puesto en marcha el protocolo, Ashley y Lio salen con sus expediciones y dividen al equipo en dos tras llegar a las puestas de la ciudad. Ashley se va con Eeron y con Olver, junto con un thuniano y un humano que habla poco y me siento identificado porque yo muy extrovertido no soy, y en un contexto así poco saldría de mi boca, así que Trent es el personaje de LV con el que puedo decir "soy ese" :v Llegan a una ciudad que quería ser una megápolis, y encuentran una estatua del Gran General, con la cabeza cortada. Tremenda poesía la de la bacteria. Le cortó la cabeza al mayor símbolo de prosperidad del imperio anixis para dar el mensaje de que todos los infectados pierden la cabeza y de que no hay nadie que le pueda hacer frente Tras inspeccionar un edificio y ver la grabación, todo se comprende. La bacteria fue por los soldados del gran general y luego infectó a los civiles y se deshizo de quienes no le servían. Poco más pueden hacer en ese sitio, ya que Lio manda el mensaje diciendole a Ashley que encontraron algo que parece ser el nido de mente colmena, puesto a que se encuentran con una gran resistencia y empieza un enfrentamiento. Mi miedo de que Lynx o Lio puedan morir allí se intensifica, como no te das una idea. Lio le pide a Ashley que no los tenga en cuenta, puesto a que es mejor que él y los demás mueran, antes de que Mente Colmena gane la guerra. No digas eso, bebé, yo sé que todo saldrá bien al final y tú vas a ser abuelo En fin amigo, capítulo corto, pero intenso y de paso muy aterrador. El poder de Mente Colmena en su prime pues está en su mundo y los tiene donde quería, conocimos un poco más de la historia del Gran General de los Anixis, y de paso queda la duda de que podría haber alguien mínimo en la expedición que esté infectado. Creo que ha sido genial. Diría que es el mejor capítulo en lo que llevamos de la parte. Ojalá el conflicto acabe pronto y los protas puedan festejar una victoria, pero se me hace que faltará un poco para que se de esa situación. Me despido hasta la semana que viene, y ojalá tengamos otra leída en simultáneo y el foro nos lo permita. Será hasta la siguiente. Un abrazo y cuídate mucho
Hola a todos los presentes, ya estamos en el quinto capítulo de esta parte final de Los Viajeros y como siempre, quiero agradecer la presencia de Agus estresado por seguir aquí, a la orden del día y sin perderse ninguna actualización. Las leídas en simultáneo que hacemos las valoro mucho, al igual que sus comentarios y su opinión sobre según que eventos de la historia. Mil gracias por seguir ahí, amigo. Disfrutad la lectura. Mente Colmena Grupo 2: Subcomandante Santos, Herswood, Clinton, Mason y Faggor — Subcomandante, fíjate en eso. Un soldado neoniano llamado Faggor señalaba una extensa excavación casi en los límites de la ciudad, la cual llevaban más de media hora recorriendo. La idea de rodear la colonia por el exterior fue del propio Herswood, que supuso que sería interesante observar hasta donde se construyó y que fue lo que paralizó la expansión colonial. Aquello fue un acierto por parte de Lynx, pues se encontraban en la boca de una cueva subterránea la cual era visible gracias a lo que parecía ser gran maquinaria pesada en las proximidades. Sin prisa pero sin pausa, el grupo de cinco soldados se acercó a las inmediaciones de aquel profundo agujero, pero como si una alarma hubiese sido activada, un pequeño terremoto sacudió el área e hizo tambalearse al equipo durante varios segundos. Fue rápido pero se percibió. Lo que prosiguió acto seguido fue tan inesperado como aterrador para el pequeño escuadrón, que vio como de aquel oscuro agujero comenzaron a emerger soldados anixis —conocidos como Veerham— en una serie de oleadas, como si se tratasen de muertos vivientes. Iban desarmados pero su aspecto era algo diferente al de los soldados Veerham que habían acostumbrado a ver durante el ataque al territorio conocido por parte de estos. No portaban ropa del ejército anixis —rasgo muy característico en los otros Veerham anteriormente vistos— sino harapos que revelaban su piel grisácea llena de cortes que supuraban un extraño líquido y una espuma en la boca seguida de unos aterradores gruñidos que parecían darles un toque monstruoso. Sus ojos estaban inyectados en sangre y enseñaban sus dientes como si de una especie primitiva y sanguinaria se tratase. — ¡¿Pero qué...?! — Faggor se veía aterrado. — ¡Son demasiados! — Gritó la ex gobernadora Mason. — ¡Abrid fuego! — Ordenó Lio, al mismo tiempo que encendía la radio de su traje — ¡Ashley! — ¡Cuidado, Clinton! La advertencia de Lynx no fue suficiente como para que su compañero escapase de las garras de varios Veerham enloquecidos, que se abalanzaron sobre él como si se tratase del tesoro más preciado que podían obtener. Todos los demás fueron testigos de como el soldado humano era literalmente despedazado por las manos y bocas del enemigo, mostrándose primitivos pero brutales en todos los aspectos. Automáticamente, los soldados restantes levantaron las armas y empezaron a disparar casi sin aparente dirección, dispersando las balas y agotando sus cargadores a la desesperada mientras su líder avisaba a la comandante de la situación tan repentina como crítica que estaban viviendo. Habían hallado el nido de Mente Colmena. [...] — ¿Hay noticias? — Nada, solo estática. La piloto Maxwell negaba con la cabeza al mismo tiempo que intentaba establecer contacto con el escuadrón que había salido de la nave hacia varias horas. La soldado Hennessey estaba justo detrás de ella, visiblemente preocupada. — Deben haberse alejado del radio de contacto — Supuso la mujer a los mandos de la Nolartis — Estarán bien, seguro. — ¿Tú crees? — El nerviosismo de Iris era palpable. — Estoy segurísima — Consciente de que su compañera no se sentía bien al respecto, Tyra se incorporó de su asiento para reconfortarla — Estamos hablando de la comandante Ripley, el subcomandante Santos y soldados cualificados para misiones así. La ahijada de Lio asintió un tanto forzada, pero algo más aliviada gracias a una sorprendente acción de Tyra, la cual terminó abrazando a la chica. Tiempo atrás, probablemente la piloto de la nave no habría llegado a ese punto para animar a Iris, pues no tenían ningún vínculo afectivo pese a haber compartido las vivencias de la expedición que comandó Lill Crane. Sin embargo, habiendo pasado dos años del conflicto con los Veerham en el territorio conocido, la ex criminal logró ablandarse un poco respecto a su personalidad anterior. Eso y el hecho de que su mejor amigo, Lynx, empezó una relación oficial con Iris una vez acabaron la misión. Ahora, ellos tres estaban nuevamente en la expedición y Tyra no iba a alejarse de ellos esta vez. — Iris, Tyra; trataré de limpiar la señal para obtener claridad en los posibles mensajes que podamos llegar a recibir del escuadrón liderado por la comandante Ripley. La voz de Oda indicando que intentaría mejorar las comunicaciones —afectadas, entre muchas otras cosas, tras el accidente al ser engullidos por el agujero— sirvió de tranquilizante para ambas mujeres, especialmente para una Iris que temía por las vidas de su padrastro y su novio, del cual esperaba un bebé al que no quería dejar huérfano ni de padre, ni de madre, ni de abuelo. [...] — ¡No se trata de perdernos a nosotros, sino de ganar esta guerra que lleva milenios librándose! — El ruido de fondo eran los disparos que se sucedían entre ambos bandos — ¡Si es necesario, moriremos! ¡Pero no dejaremos que esta bacteria infernal se salga con la suya! ¡Está será la última colonia que habite! — ¡Maldición, Lio! — Exclamó la comandante de la actual expedición, muy tensa dada la situación — ¡Huye de ahí si es necesario, pero no te sacrifiques! La ausencia de una respuesta provocó una reacción de preocupación en cadena entre el grupo de Ashley, prolongada en el tiempo conforme avanzaban los minutos y el subcomandante no contradecía a su superior. Apenas diez minutos de intensa carrera de desgaste para el equipo y ya se encontraban en el punto estipulado por el otro pelotón, aunque allí ya no había nadie. Temiéndose que todos hubiesen muerto, la comandante comenzó a gritar desesperadamente los nombres de sus soldados, deseando obtener una respuesta. — ¡Lio! ¡Lynx! ¡Bar! ¡Faggor! Eeron, Trent, Rhadmo y Olver miraban a su alrededor buscando una señal de vida por parte de sus compañeros, sin éxito alguno. No obstante, fue cuestión de tiempo encontrarse con algo que les dejó sin aliento. El cuerpo de uno de los soldados yacía inerte en la entrada de aquel túnel que parecía haber sido hallado en una excavación. Mientras los demás vigilaban su retaguardia y el radio más próximo a ellos, la comandante Ripley se aproximó al lugar y concretamente al cadáver, el cual se encontraba boca abajo. Temiendo que se tratase de Lio por ser aquel que más le importaba de todos, la mujer lo volteó lentamente. Su suspiro de alivio vino acompañado de resignación, pues aunque se trataba de Faggor —el soldado neoniano—, aquello solo significaba que había perdido otro miembro de la expedición, mientras el resto estaban en paradero desconocido. Los demás se aproximaron a su superior, comprobando también de quién se trataba su compañero muerto. — Joder... — Murmuró Trent, siendo el más impulsivo e irascible de los presentes — ¡Lo pagaréis, hijos de puta! ¡Os vamos a volar en pedazos! ¡Salid de vuestra maldita madriguera! — ¡Eh! ¡¿Qué crees que haces?! — El soldado syleriano, Olver, lo confrontó al entender que estaba siendo imprudente — ¡¿Acaso quieres delatar nuestra posición?! — ¡¿No te parece que ya la conocen, idiota?! — Contestó el humano, empujando a su compañero con desprecio — ¡Incluso la comandante se ha puesto a gritar sus nombres! ¡Si hubiese Veerham aquí, ya habrían aparecido! — No tiene porqué ser así, chico — Musitó Eeron, mucho más calmado que el resto del grupo — Ashley, nuestros compañeros podrían estar ahí dentro, al igual que los Veerham que les han atacado. — Lo sé — La líder de la expedición se incorporó, tras haberse arrodillado ante el cuerpo sin vida de Faggor — ¿Tenemos otra opción? — Regresar a la Nolartis, ponerla a punto e irnos de aquí — Dijo el único anixis presente, sorprendiendo al resto de sus camaradas — Sé que debemos corraborar que el nido de Mente Colmena está en este planeta antes de eyectar la bomba de energía al sol del sistema, pero esto parece demasiado evidente. — Estoy con el anixis, deberíamos largarnos y destruir este puto mundo — Trent estaba furioso — Ya basta de dar vueltas mientras morimos uno detrás de otro. — Haremos lo que la comandante ordene — Intervino Thanix, mostrándose leal a su superior — No lo que tus rabietas quieran. — Cierto, estamos en esta misión y hay una cadena de mando que debemos respetar — La soldado thuniana llamada Rhadmo apoyaba a su compañero syleriano. — ¡Sois increíblemente estúpidos! — Gritó Trent, negando con la cabeza y haciendo aspavientos — ¡Me vuelvo a la maldita Nolartis! ¡Al menos allí sabrán que lo mejor es largarnos cuanto antes de este maldito mundo! — Eso solo ocurrirá cuando yo dé la orden, Trent — Ashley se sintió muy decepcionada con su soldado — Está bien, ve a la nave. Pero cuando regresemos a casa serás despojado de tus rangos como soldado. Ve pensando en otro trabajo con el que mantenerte. — Será mejor eso a morir, comandante — El soldado la miró con enfado, emprendiendo el camino de regreso a la nave — Buena suerte sacrificando vuestras vidas por las de soldados que ya estarán muertos en el interior de esa cueva. Las palabras de Trent sin duda ofendían bastante a sus compañeros, pero no tenía sentido contraatacar verbalmente cuando la prioridad era enfocarse en introducirse en ese túnel y buscar a sus tres compañeros desaparecidos, muy probablemente en el interior de ese lugar. Lio, Lynx y Bar necesitaban ayuda y Ashley, Eeron, Olver y Rhadmo estaban dispuestos a ayudarles antes de que la Nolartis estuviese lista para partir y para destruir Veerhamia de una vez por todas. — Iré en la delantera — Avisó Olver, seriamente. La comandante asintió ante su soldado, mientras le indicaba a Rhadmo que vigilara la retaguardia. El acceso al interior de aquel túnel —que no parecía haber sido creado artificialmente— era un tanto estrecho como para poder entrar todos al mismo tiempo, por lo que el pequeño grupo se vio obligado a hacer fila para adentrarse en lo que presuponían que sería el nido de Mente Colmena. Confirmar este dato sería algo definitivo para que la Nolartis, una vez preparada para el viaje espacial, pudiese eyectar la bomba de energía que construyeron los científicos sylerianos dos años atrás. — Ashley, debemos estar preparados para cualquier cosa — Murmuró Eeron mientras todo el equipo avanzaba, a cierta distancia entre sí — Muy probablemente mis símiles caminaron por este túnel y se encontraron el horror de sucumbir ante el control de otro. — ¿Qué me quieres decir con esto, Eeron? Consciente de que el anixis solía hablar con segundas en algunas ocasiones, la comandante aminoró la marcha para colocarse a su lado y escucharlo más claramente. — Solo te advierto de que podemos encontrarnos con algo desagradable y peligroso — Matizó el emisario, que quiso añadir más — Nuestros compañeros podrían estar muertos, tal y como ha dicho Trent. O podrían estar infectados. — Lidiaremos con lo que sea que nos encontremos — La comandante no quería imaginarse la posibilidad de perder a sus soldados, especialmente al propio Lio — Mantén los ojos abiertos. Eeron no quería molestar o preocupar a su comandante y amiga, pero entendía que debía hacerle ver la situación que podría presentársele conforme se adentrasen más y más en aquel oscuro agujero, que parecía ser una suave pendiente hacia abajo. Casi como si se tratase de una entrada al mismísimo infierno, excepto que por el momento, no había demonios al acecho. [...] El soldado llamado Trent caminaba por un sendero improvisado tras haber dejado atrás, y a pie, la ciudad que los anixis intentaron crear en el pasado. También a sus compañeros y comandante, quién ya le había advertido de que su deserción voluntaria y ante los demás le valdría de una expulsión clara del ejército de la Alianza una vez se consumase el regreso a casa. El humano estaba fastidiado e indignado con el transcurso de la misión y en especial con la última orden de Ashley, la cual era ir a buscar al otro pelotón en el interior de una excavación en la que se encontraron los cadáveres de Clinton y Faggor, lo que indicaba que había peligro. Le había tomado cerca de una hora el irse caminando pese a haber podido tomar el vehículo, pero él era consciente de que si su regreso se hubiese dado de esa manera, nadie en la Nolartis le habría dejado entrar de primeras, al no regresar con la comandante y los demás. Personalmente, no le importó andar hasta la ubicación de la nave, pues Veerhamia era un planeta muy silencioso. Sin signos de animales salvajes ni nada por el estilo, solo aquello que se encontraba en aquel agujero de la excavación podía ser considerado hostil, cosa con la que él ya no tendría que lidiar. — Es increíble que me alistara para esta expedición con semejantes líderes ridículos... — Pensó para sí mismo mientras avanzaba y negaba la cabeza al mismo tiempo — Nos gobiernan y comandan unos ineptos. Sumido en su diálogo interno, Trent no se percató de que estaba siendo sutilmente rodeado por los Veerham. Cuando alzó la vista, el soldado se estremeció casi al instante, pues al menos dos docenas de enemigos se interponían en su camino y en todas direcciones, saliendo del frondoso bosque por el que transitaba. Nadie decía nada, solo permanecían quietos y mirando fijamente al humano. Su aspecto era idéntico al de aquellos infectados que habían salido de aquella excavación y habían provocado el caos en el equipo del subcomandante. — Está claro que estoy maldito — Musitó Trent para sí mismo, aunque lo lanzara al aire — ¡Atrás, hijos de perra! El soldado de la expedición levantó su arma contra los enemigos, que ni se inmutaron ante tal gesto. Era evidente que Mente Colmena sabía que aquel pobre humano no tenía opciones de salir de aquel embrollo. Trent sintió como sus piernas flaqueaban cuando todos los enemigos comenzaron a hablarle, sonando una única voz en la boca de diferentes individuos. — Ahora veo porqué sois las subespecies de los anixis. Actuáis con arrogancia y prepotencia, os ponéis en contra de vosotros mismos y por ello el precio lo pagan otros. Pero eso se acabó. Vuestra expedición ha venido para quedarse y esa bomba de energía que portáis en su interior será la que destruya Paraíso y con ello a todas las especies de la Alianza. Ya no me interesa la infección total, solo el exterminio. Sois un incordio. Trent sintió como su cuerpo comenzaba a temblar de miedo, pues era consciente de que muy probablemente aquel era su final. Además, la propia bacteria era consciente del plan de la Alianza de eyectar la bomba en su sistema y destruirla, lo que generó muchas dudas en el soldado. Al mismo tiempo que pensó en eso, el humano tuvo una idea para, al menos, llevarse consigo a esos Veerham que se encontraban cerca de la Nolartis. — Tal vez tengas razón, pero si hay algo en lo que te equivocas, es en como va a ocurrir todo — El soldado de la expedición desabrochó dos granadas de fragmentación que portaba en su traje, llevando una en cada mano — ¡Si voy a morir hoy, será bajo mis términos! Los infectados anixis se lanzaron en troba hacia Trent, que se dispuso a detonar esas granadas allí mismo para suicidarse y evitar que los enemigos acabasen con él, pero aprovechando para llevárselos a todos por el camino. El soldado humano sonrió y cerró los ojos mientras realizaba el acto y los Veerham se abalanzaban sobre él para impedirlo. Del tiempo dependería cual sería el desenlace de este fatal encuentro. [...] El camino se iba haciendo cada vez más y más estrecho para el grupo formado por la comandante Ripley, el emisario Eeron, la soldado thuniana Rhadmo y el soldado syleriano Thanix. No obstante, pronto ese oscuro, angosto y profundo túnel convergería en una especie de cámara, la cual se apreciaba que no había sido creada artificialmente, sino que formaba parte del terreno y su estructura. Una especie de cueva subterránea secreta y natural por la que todavía no había salido nada hostil, algo que preocupaba al cuarteto. Las linternas de los trajes que los soldados portaban les servían de bien poco para observar más allá de tres pasos hacia delante, sin embargo, casi en el centro de la sala se apreciaba un agujero por el cual penetraba la luz solar, alumbrando tímidamente el lugar y concretamente a lo que parecía ser un árbol un tanto extraño, con ramificaciones que se extendían por todo el lugar. Las esporas ahí estaban mucho más dispersas que en la superficie, donde estaban más concentradas. El escuadrón mantenía sus armas en alto mientras analizaban su alrededor, mostrándose alertas pero a su vez muy tensos. Cualquier peligro podía aparecer en cualquier momento, o al menos, eso creían. De repente, siendo algo absolutamente inesperado en ese punto, la propia Ashley se percató de que una de sus soldados yacía en el suelo de esa cámara natural, descubriendo conforme se aproximaba que se trataba de la ex gobernadora Mason, del pelotón de Lio. — ¡Bárbara! Ashley fue la primera en socorrerla, viendo como la mujer reaccionaba lentamente al llamado. El resto permaneció rodeando a su comandante y mirando de frente a la penumbra que les acechaba y que hacía incomprensible el saber que tan grande era esa cueva subterránea. La comandante tomó del rostro a Bárbara mientras esta, visiblemente intacta, abría los ojos lentamente tras el cristal protector de su casco. — ¿A-Ash...? — Bar parecía haberse despertado tras estar inconsciente — ¿Cómo habéis...? — Incorpórate con calma, ya estamos aquí — La comandante ayudaba a su soldado — ¿Estás bien? — Sí... eso creo. La antigua líder de la humanidad y pionera de toda la misión de las expediciones que pretendían desentrañar el misterio Anixis —tal y como se terminó haciendo— se fue incorporando con cierta dificultad, siendo ayudada por la líder de la actual expedición de la Nolartis. — ¿Dónde están Lio y Lynx? — Ash suponía que la soldado recientemente encontrada tendría algo de información sobre el paradero de sus dos soldados desaparecidos — ¿Estaban contigo? ¿Qué te pasó? — Estábamos fuera y entonces... empezaron a salir infectados de este maldito agujero — Explicaba una confundida Mason, pareciese que tratando de hallar esos recuerdos en su memoria — Clinton fue el primero en morir, empezamos a disparar y cayó Faggor, Lio y Lynx no lo sé, yo corrí hacia aquí dentro y sentí un golpe que me noqueó, pero... — Eso no tiene sentido — Intervino Eeron, sorprendiendo al resto — ¿Por qué irías hacia el interior de un lugar del que salieron los enemigos? La pregunta del emisario captó la atención de todos, trayendo el silencio al lugar y propiciando un ambiente un tanto enrarecido. De pronto, casi como si todo hubiese dado un giro de ciento ochenta grados, la ex gobernadora y ex científica humana comenzó a reírse tímidamente, algo que extrañó a todos los presentes. Incluso la comandante se apartó de su lado al ver semejante reacción macabra a la pregunta de Eeron. El rostro de Bárbara estaba desencajado, como lo estuvieron los rostros de Halisha y Fallon en su momento. Aquello fue prueba suficiente de que ya no era la mujer que vino en la expedición, decidida a frenar la amenaza de Mente Colmena. Ahora ella era una sierva más de la bacteria. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de los cuatro soldados presentes ante la infectada. — Tú... el anixis — La mujer se sonrió y señaló al emisario — Te recuerdo, he hablado contigo antes. Fue en esa nave con la que habéis llegado. Rhadmo y Olver se miraron entre sí, entendiendo que Bárbara estaba infectada y ahora era una Veerham. Eeron se mostraba muy serio mientras que Ashley sentía pena, pues cuando Lio se enterase, lo pasaría mal una vez conociese lo sucedido con una mujer a la que apreciaba sentimentalmente, al menos hasta cierto punto. Y es que no tenía el traje roto, al menos no a la vista, pero era obvio que su filtro de aire fue dañado. Por ahí hallaron las esporas el modo de infectar a una inconsciente Mason. — ¿Por qué a ella la has infectado y no la has matado? — La pregunta provino de la comandante — Acabaremos contigo infectes a quien infectes. — Cuando la vi, supe que esta humana fue importante. Lo recuerdo — Mente Colmena, hablando a través de ella, reconoció su propósito — Ella alberga información de mi interés. Aunque ya era consciente de vuestra llegada mucho antes de teneros aquí, en Veerhamia. — ¿Cómo es eso posible? — El soldado syleriano apellidado Thanix se sentía burlado — ¡¿Cómo has sabido que veníamos?! — No voy a darte explicaciones, syleriano. Si tienes un mínimo de inteligencia, lo descubrirás por ti mismo. — ¿Dónde están los demás? — Rhadmo no quiso quedarse callada — ¿Dónde tienes a nuestros compañeros? Bárbara, ahora siendo manipulada como una títere por Mente Colmena, se aproximó a la soldado thuniana sin supuestas intenciones malvadas. — ¿De verdad creéis que responderé a vuestras preguntas como en aquel interrogatorio que me hicisteis en el territorio conocido? — Mason abrió los brazos, extendiéndolos, al mismo tiempo que de las sombras comenzaron a emerger decenas de Veerham — Aquí, en mi hogar, yo soy mayoría. Habéis entrado en mi nido pero no saldréis de el. Al igual que la Nolartis no saldrá de este planeta y las subespecies no prosperaréis. Hoy es el inicio del fin para la Alianza. Y luego los anixis cobardes que huyeron de su destino. La mujer humana —e infectada— le sonrió a Rhadmo justo antes de que un Veerham la atravesara por detrás con una lanza un tanto rudimentaria pero efectiva. Aquello fue un movimiento inesperado para los demás, que desenfundaron sus armas y fusilaron literalmente a la que antaño fue la representante de la humanidad y a dicho infectado que acababa de asesinar a la thuniana. Los flashes de los disparos alumbraron momentáneamente la cantidad abrumadora de enemigos que había en aquel oscuro y tétrico lugar. El árbol que era iluminado por el sol comenzó a latir repentinamente, como si se tratase de un órgano natural en su frenesí. Antes de ir al ataque, los Veerham gritaron al unísono: — ¡¡¡Por la colmena!!! [...] — Oye, ¿te sientes bien? El rostro de uno de los médicos que se encontraban a bordo de la Nolartis y que fue enviado en la expedición para atender a cualquier soldado que se sintiese mal o tuviese heridas de guerra, observaba detenidamente a los ojos de Trent. El hombre acababa de regresar a la nave hacia un par de minutos, siendo llevado directamente a la enfermería al tener parte del traje abollado, comprimiéndole parte del torso y dificultándole la respiración. Dos soldados custodiaban la entrada y miraban fijamente a su compañero recién llegado del exterior, desconfiando de su situación personal. — Mejor ahora que estoy aquí, doctor. Trent le mostró una media sonrisa al médico que, por algún misterioso motivo, se sintió intimidado. — V-vale — Musitó, alejándose del soldado — Volveré más tarde a ver como te encuentras. Toma reposo. Una vez el médico salió de la sala de enfermería y cerró la puerta tras de sí, se dirigió a los dos soldados que custodiaban la entrada por precaución. — No puedo decirlo con seguridad, pero ese soldado tiene algo extraño en su forma de ver y hablar — Indicó el hombre, experto en salud además de desconfiado. — Doc, ¿cree que podría estar infectado? — Uno de los soldados fue directo al grano. — Es una posibilidad. Muy probable. — Mierda, doctor, no podemos avisar a la comandante sin las comunicaciones arregladas y la cadena de mando establece a la piloto como líder provisional — Dictó el otro tipo, mostrándose preocupado — ¿Deberíamos avisarla? — En efecto, creo que sería lo más sensato — El médico no se andó con rodeos — Colocaré el código de seguridad para bloquear la puerta de la enfermería y que ese soldado no pueda salir de aquí sin nuestro permiso. — Entendido, nosotros iremos al puente de mando para advertir a Maxwell. Los dos soldados marcharon al mismo tiempo en dirección al puente mientras el doctor se disponía a poner el código de cierre manual de la enfermería, cuando repentinamente, la compuerta se abrió bruscamente y Trent apareció hecho una furia, tomando al médico por el cuello y estampándolo contra la pared del pasillo. — Las subespecies sois tan ingenuas y predecibles... — Dijo el Veerham humano con el rostro prominente y las facciones de este un tanto desencajadas — Dime, ¿en que parte de la nave escondéis la bomba de energía? — N-no te... argh... no diré... Por mucho que el doctor intentase dar una respuesta, la presión de la mano derecha de Trent en el cuello de éste era demasiada. Ya se podía escuchar como los huesos del cuello se resquebrajaban ante semejante fuerza sobrehumana, la cual era proporcionada por la bacteria en el organismo. El tripulante de la Nolartis exhaló su último aliento con los pies por encima del suelo, hasta que finalmente Trent lo soltó, cayendo aparatosamente en el suelo. El médico había fallecido asfixiado. — Atención: brecha de seguridad — Oda, que estaba en toda la nave pero no podía actuar sin una orden, emitió un claro mensaje — Hay un enemigo a bordo de la nave bajo el nombre de Trent Simons. Está en enfermería. — Vaya, esa maldita IA otra vez — Mente Colmena la recordaba de cuando infectó a Fallon y enfrentó a parte de la tripulación en la sala de ingeniería, durante la primera expedición de la cual hacia más de dos años — Debo hacer tiempo para que mi plan avance.
Saludos, amigo. Paso a comentar el capítulo de esta semana. Otra gran leída en simultáneo, que podríamos haberla tenido ayer, pero el destino no lo quiso así. Pero pese a todo, logramos estar. El capítulo arranca con el grupo de Lio, Bar, Lynx y dos randoms. Los 5 logran encontrarse con una cueva, y deciden ir a investigarla, cuando unos infectados veerham que tienen la pinta de estar infectados por la rabia los ataca. Joder, entiendo que estar infectado por tanto tiempo debe afectar al sistema de los anixis, pero esos monstruos eran realmente aterradores. Se cargan a dos de ellos casi sin problema. Me imagino que así se dio la situación. Los veerham: La expedición: En la nave, vemos como en el puente de mando tenemos a Iris conviviendo junto a Tyra. En un momento de camaradería, las dos chicas comparten su preocupación por la expedición, siendo mucho más notoria en Iris, pues su padre y su pareja están allí, y lleva a un bebé dentro suyo. Ojalá nada malo les pase, que yo quiero ver a Iris con un bebé, y que todos estén allí para ella. No me quites eso, amigo Cuando Ashley y su grupo llegan al lugar, Trent estalla y lanza una deserción en plena misión. El soldado sabe que meterse en la cueva es una sentencia de muerte, y que entrar cuando 2 de los 5 de la expedición ya se han muerto no le vale la pena. Ashley toma la decisión de expulsarlo del ejército, algo que hace a Trent más feliz que triste, puesto a que él es muy impulsivo y piensa que cualquier plan que no sea lanzar la bomba de energía no sirve de mucho. Mientras regresa hacia la nave, es emboscado por los soldados de mente colmena, revelando así que la mente colmena conoce los planes. Eso confirma al 200% mi teoría de que alguien venía infectado en la expedición. Sin embargo, tiene que ser alguien que no conozca sobre la ubicación de la bomba, ya que al final se nos dice que la bacteria no lo sabe. Ashley, Eron, Olver y Rhadmo ingresan, siendo Olver el que toma la delantera. Joder, se haga lo que se haga, el syleriano no deja de verse suspicious ante mis ojos XD. No me culpes :P . Tengo muchas sospechas de que es él, aunque bien, podría ser un infectado inconsciente, o bien podría ser que quiera pasar desapercibido. Olver los termina guiando hacia un sitio, en donde se encuentra con Bárbara, quien se encuentra sola. Todo esto me da mucho miedo. ¿Dónde están Lio y Lynx? Malvado, Iris está embarazada, no puedes asustarme así con su desaparición. Los quiero sanos y salvos al final de todo, eh Bar no logró superar el desafío, y terminó por ser infectada, causando una nueva conversación entre Mente Colmena y Eeron. Luego, se desata la trampa y los veerham aparecen. Y es tal y como lo dice MC, están en su terreno, juegan de visitante contra un enemigo muy poderoso. Rhadmo muere pronto, y quedan solo Ashley y Eron. Eso debería ser indicador de que Olver es un infectado inconsciente o que está actuando, ya que le pregunta cómo sabe tanto, y MC le dice que lo sabría si fuera listo. Pero bueno, ahora Ashley y Eeron la tienen difícil. Tuvieron que acabar con Barbara y ahora tienen una colonia entera encima. Trent regresa a la nave, y un médico lo atiende. Pese a que es listo, no es lo suficientemente avispado, pues Trent escapa de la enfermería y acaba con él, sabiendo que o bien le dice donde está la bomba de energía para que así pueda ir a Paraíso o bien, le quita a los enemigos a alguien del personal médico. Oda detecta al intruso y da la alarma. Es una pena que Trent no haya llegado a sucumbir por sus propios términos, ya que MC tomó control de su cuerpo. Y lo que es peor, podría haberle robado las granadas para que las use en la nave. En fin, los soldados están atrapados en el exterior, Lio y Lynx desaparecidos, y Trent infectado en la Nolartis, listo para la partida de Among Us más épica del siglo. Espero que no le toque un pelo a Iris, que mi bebé está embarazada En fin, amigo, eso es todo por el momento. Gran capítulo, y gran lectura. Espero con ansias por la llegada del siguiente. Todavía no hemos llegado a la mitad de esta parte, y ojalá nos tardemos un poco, puesto a que cuando acabemos, me quedo sin historia. Pero sé que las disfrutaremos como nunca a estas grandes juntadas futuras que nos esperan. Será hasta la próxima. Un abrazo y cuídate mucho
Bienvenidos al sexto capítulo de esta parte final. Como han ido viendo en anteriores capítulos, las cosas han ido de lleno a la acción y la intensidad, así que no esperen un frenazo ahora sino todo lo contrario. Como siempre, apreciar la presencia de mi hermano lejano Agus estresado por no perderse ninguna actualización de esta historia, la cual espero que esté disfrutando en su parte final. Sin más que añadir, os dejo con la lectura. Persecución — ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! — ¡Es un desquiciado! — ¡Asesino! — ¡Desde que perdió a su mujer se volvió loco! — ¡No puede ser el líder de los sylerianos! Una multitud de seres de las cuatro especies se congregó en las puertas de la comisaria de Ciudad Anixis, la cual debía ser vigilada por algunos de los policías para evitar que ciudadanos furiosos irrumpiesen en el lugar mientras se estaba llevando a cabo un exhaustivo interrogatorio entre el Elegido Paokt y el comisario Xom. El líder syleriano escuchaba los gritos y cánticos de la gente en el exterior, desde una sala diminuta en la que estaba sentado frente al policía humano. Una mesa metálica y rectangular les separaba entre sí, momento en el que Ender apoyó sus manos sobre la fría superficie metálica de la mesa. — Om, no puedo simplemente dejarte ir — El jefe de la policía de Ciudad Anixis lo decía con resignación — Has matado a un grupo de neonianos a la salida de un bar. — Ya te lo he dicho, ellos me atacaron primero — Insistió el Elegido, con la mirada perdida en algún punto de la mesa que estaba ante sus ojos — Además, sabes quiénes eran. Ya me atacaron antes. — Lo sé, pero cara al mundo has quedado como un asesino — Xom buscaba la mirada de su amigo — Soy consciente de que actuaste en defensa propia y una vez la investigación lo confirme, serás libre. Pero te expondrás a los cargos estipulados por el alto mando de la Alianza. — Descuida, Ender — El syleriano se incorporó de la silla, alzando la vista finalmente — Conozco las normas. Aunque lo ocurrido con Om había sido en autodefensa, las leyes de la Alianza dictaban que un representante de esta no podía actuar bajo sus propias ideas en ningún concepto, a menos que hubiese riesgo de muerte. Pese a que la había, si la policía no podía demostrarlo o la gente consideraba que su líder había actuado desmedidamente, un cambio de posición podría darse. Paokt ya estaba en la cuerda floja tras haberse tomado la justicia por su cuenta con el asesinato de Davon Phenom. Y ahora, su puesto como Elegido pendía de un hilo. — Puedes irte, si quieres — Le indicó Ender, viendo que Om tenía intención de marcharse — Estaremos en contacto. El Elegido asintió con el semblante serio y se dirigió a la salida de la sala de interrogatorios pero esta se abrió repentinamente, dando paso a un policía sobresaltado. El tipo, un joven neoniano con la cara llena de sudor y resoplando, preocupó a los dos presentes pero más especialmente a su superior. El comisario se acercó a uno de sus tantos pupilos para saber el porqué de su estado. — ¡Comisario! — Exclamó el joven aprendiz de policía, sin percatarse de la presencia de Om — ¡Hemos recibido una llamada de la base militar! — ¿Qué ocurre? — ¡Han asesinado al sabio Cyprus y han secuestrado al hijo del líder Quetaryan! Paokt se giró drásticamente para observar la reacción de Xom, quién quedó petrificado, pues con esa noticia todo parecía tener una conexión más que evidente. Sin embargo, no había tiempo para pararse a pensar. Los gritos de la muchedumbre que estaba a las puertas de la comisaria se intensificó hasta el grado que tuvieron que hacerse varios disparos para atemorizar al pueblo. Visiblemente estresado, Ender salió corriendo seguido de Om y de aquel pupilo neoniano. Los policías que trataban de trabajar con normalidad en los despachos de la comisaria no tuvieron más remedio que salir con las armas en las manos, temiéndose un atentado contra ellos. No obstante, lo que había provocado la alteración del altercado no había sido una agresividad en ascenso por parte de los ciudadanos, sino la aparición de alguien en el lugar. El actual líder de los neonianos hizo acto de escena con su escolta de seguridad, descendiendo su lanzadera personal allí mismo, en mitad de la gran y concurrida avenida donde se concentraba la multitud y se hallaban los principales puntos importantes de la ciudad. Al ver a uno de los representantes, algunos ciudadanos se pusieron a abuchearlo y amenazarlo mientras los demás se mantenían indiferentes dados los quebraderos de cabeza y decepciones que se habían llevado con sus superiores en los últimos años. — ¡Apartad todos! — La seguridad de Yak empujaba a la gente — ¡Aléjense, maldita sea! El comisario salió por la puerta junto al Elegido, pero la gente estaba centrada en la llegada del líder neoniano, quién se fue directo a por ellos dos al entender que necesitaba su ayuda para encontrar a su hijo. — ¿Qué haces aquí, Yak? — También es un placer verte, Ender — Dijo sarcásticamente el líder neoniano — Om, he escuchado que has matado a varios neonianos, pero no he venido aquí por eso. — Ten cuidado con lo que dices en alto — El Elegido lo dijo por tener precaución más que por intimidar a su viejo amigo y compañero de misiones pasadas — Al parecer, soy un asesino por defenderme de un grupo de maleantes. — Deberíamos hablar dentro — Indicó Ender, consciente de que en la puerta de la comisaria no era el lugar idóneo — Vayamos. Quetaryan ordenó con la mirada a su escolta privada que se quedaran en la puerta mientras él entraba en la comisaria, algo que agradecían los guardias de la entrada, agotados de tener que impedir el libre acceso de los ciudadanos más descontentos al lugar. Una vez en el interior de la sala de interrogatorios, nuevamente y para más privacidad, los tres presentes iniciaron la conversación para la que estaban allí. — Han secuestrado a mi hijo Jaarik — Murmuró Yak, visiblemente serio y conteniendo la rabia — Lo primero que he pensado es en venir aquí y pedir una investigación a la policía. Pero no quiero a cualquiera, te necesito a ti, Ender. — Eso va a ser difícil, principalmente porque tengo varios frentes abiertos que atender — Contestó Xom, de brazos cruzados y una expresión de estrés evidente — Estoy en la investigación por el intento de asesinato de Snow, también con lo sucedido a Om y... Maldición, esto es una clara persecución hacia los líderes. — Podríamos ayudarnos entre los tres — Musitó Om, interviniendo en la charla — Yo soy inocente y quiero que eso quede demostrado. Que mejor que al mismísimo líder neoniano argumentando que no he matado neonianos por mi supuesto odio ancestral, sino por defensa propia. Si Yak accede, yo me comprometo a ayudarle en la búsqueda de su hijo. Pondré todos los medios disponibles a su disposición o si prefiere, tendrá mi ayuda personal. — Me parece excelente — Quetaryan accedió sin dudarlo a esa idea — ¿Ender? — ¿Y a mí quién diablos me ayuda? — Si tú nos ayudas con lo nuestro, nosotros te ayudaremos con tu investigación sobre el intento de asesinato de Snow — El neoniano veía que los tres salían ganando, acordándose de alguien más en el proceso — Incluso el mismísimo Lill accedería, estoy seguro. — Cierto, deberíamos contactarle y contarle lo que sabemos — Paokt creyó que era lo más sensato — Es evidente que todo esto es una cacería contra quiénes somos los representantes de la Alianza. Con el sabio Cyprus muerto y Snow en coma, quedamos nosotros dos. A mi me han intentado matar y a Yak le han secuestrado a su hijo, probablemente para hacerle ir a algún lugar en el que poder emboscarle y matarlo. — Son conclusiones un tanto precipitadas, sin una investigación... — Xom no quería dar todo por sentado, pero incluso así, todo parecía encajar — Pero sí. No quería introducir en esto a Lill, pero lo llamaré ahora mismo. Espero que esté dispuesto a colaborar. [...] — Papá, ¿qué es todo esto? Ante los ojos de sus hijos y de los mellizos Vaalot Tidder, el ex comandante Crane maniataba en una silla a Krissa Xallo, la syleriana miembro de Los Renegados, que había intentado envenenar a la gobernadora Carver en el propio hospital. Todos estaban presentes en el salón de la vivienda de los Crane Carver, donde estaban los cuatro niños hasta la inesperada aparición de Lill con su rehén. — ¿Vais armados? — En el rostro del hombre apenas se percibió un atisbo de asombro por ese detalle — Bien, no sabemos que está pasando ahí fuera. — ¿A qué se refiere, señor Crane? — Jackon, que se despidió de Echo esa misma mañana, no entendía que estaba ocurriendo fuera. — No tiene sentido que me guarde esto — Dijo Lill, pensando en voz alta y dirigiéndose a los jóvenes — Algunos están intentando asesinar a los principales líderes de la Alianza. Por lo que he oído, parece algo organizado. — ¿Y qué tiene que ver todo eso con que hayas traído a esta syleriana aquí? — Algo preocupado por ver a su padre tan hiperactivo, Owen intervino en la conversación — ¿Quién es ella? — Es una maldita asesina cobarde — Murmuró Crane mientras apretaba los dientes y se aseguraba de que la syleriana estuviese bien atada a la silla — Se ha colado en el hospital para envenenar a tu madre. La he detenido y la he traído conmigo porque me va a decir donde se esconde su grupo de ratas escurridizas. Voy a encontrarlos y a acabar con su cruzada. Krissa estaba inconsciente todo este tiempo en el que estaba siendo maniatada por Lill, por lo que desconocía a donde había sido llevada. Los mellizos Vaalot y los hermanos Crane se miraron entre sí, más que sorprendidos, pues nunca habían visto actuar así al mismísimo ex comandante del ejército humano y de la expedición de la Nolartis. — ¿Y que hay de la señorita Carver? ¿Estará a salvo? — Preocupada por la madre del chico al que quería, Karla se interesó en saber cual era su situación. — Ahora mismo la base militar y sus alrededores están siendo muy controlados — Aunque no confiaba al cien por cien en la seguridad de la base, Lill entendía que quedándose junto a Snow no podría hallar a los culpables de su intento de asesinato y todo lo que vino después — Espero que sepan hacer su maldito trabajo. — Yo podría quedarme con ella — Propuso Gina, la más mayor de los jóvenes — Puedo protegerla. — No lo dudo, pero os quiero a todos aquí — Dijo el adulto presente, sin titubear — Dispersarnos más ahora con todo lo que está sucediendo sería un error. — ¿Pero estamos todos en peligro, señor? — Jackon, temiendo que Echo pudiese estar en problemas también, quiso asegurarse de ello — ¿Qué quiere esta syleriana y su grupo exactamente? — Por lo que se ve, matar a los líderes de la Alianza y provocar el caos — Supuso el ex comandante, serio mientras observaba por las ventanas para asegurarse de que nada ni nadie estaba en las proximidades — Snow, Yak, Om y... bueno, según sé, Cyprus ha sido asesinado. Los demás en principio no corremos peligro, aunque nosotros, siendo familia de Snow, podríamos estarlo. El joven Vaalot respiró un tanto aliviado sabiendo que Echo y los Gallagher, en principio, no estaban en la diana de ese grupo rebelde el cual desconocía que se hacía llamar Los Renegados. Eso también significaba que otros amigos como Vraco y Kendall estaban a salvo al no tener figuras paternas en cargos de representantes de la Alianza, aunque temía por su buen amigo Omnius, del cual desconocía su paradero. En ese instante, Crane recibió una llamada telefónica que mantuvo en vilo a los más pequeños. — Al habla Lill. ¿Quién es? [...] — "...noticias sobre los incidentes ocurridos en el núcleo urbano de Ciudad Anixis han traído consigo diferentes situaciones tensas entre la población. Era un secreto a voces que los líderes de la Alianza habían perdido credibilidad de cara a la ciudadanía, pero ahora..." Raven negaba con la cabeza mientras escuchaba el noticiero, el cual advertía de algunos disturbios en la principal —y prácticamente única— ciudad de Paraíso. La multimillonaria, que hacia unos pocos años se postuló a representante de la humanidad tras la dimisión de Bárbara, estaba ahora enfrascada en su gran inversión: la gran arca. Un proyecto que inició Adam Brant, pero que tras su desaparición en combate, fue adquirido por la señora Gallagher y otros benefactores. Mientras la mujer mantenía su atención en la gran pantalla que ocupaba una pared entera del salón, su hijo y su hija adoptiva se hallaban en el jardín artificial de la vivienda, una lujosa casa a las afueras de Ciudad Anixis protegida por vallas altas hechas de madera. La joven Mercer —que se negaba a aceptar el apellido Gallagher en su lugar— yacía en una tumbona, tomando el sol blanquecino que había ese día, mientras estaba bajo la atenta mirada de su hermanastro. Cansado del silencio y frustrado por un suceso ocurrido días anteriores, Brandon decidió hablar. — ¿Qué hacías en casa de los Crane Carver? — ¿Qué? — La pregunta pilló por sorpresa a la chica, que abrió los ojos y se giró hacia él — ¿Cómo sabes...? — Te estuve siguiendo — Sin un mínimo de vergüenza, Brandon confirmó las sospechas de su hermanastra — Te seguí esa noche y te vi con aquel chico... Jackon Vaalot, ¿verdad? — ¿Por qué mierda me seguiste? — Echo le confrontó sin miedo alguno — ¿Cómo te atreves? — Mi madre te adoptó porque siempre ha querido tener una hija — Dijo de pronto el joven Gallagher — Y mi padre también quería una, pero murió cuando yo apenas tenía unos meses de vida, durante la guerra de las Dos Humanidades. Tú triste situación como huérfana por partida doble bastó para que ella no dudara en acogerte; te da una casa, una vida digna y unas normas que no sabes cumplir. ¿Acaso no recuerdas lo que siempre nos dice? — Sí, lo recuerdo — Asintió Echo, que tras escuchar aquello, no pudo evitar sentirse mal — Prohibido salir de casa por nuestra cuenta. — Veo que al menos no eres sorda — Contestó Brandon, evidenciando cierto enfado — Así que sí, te seguí porque quería asegurarme de que estabas a salvo. Las cosas ahí fuera son peligrosas, incluso con la guerra terminada. — Vamos a clases militares, Brandon, estamos preparados para defendernos — La chica tampoco iba a dejarse pisotear — Ah, perdona, que tú estás estudiando medicina porque crees que es más importante. — Ambas cosas lo son, no te hagas la ingenua, Echo. — Lo sé, pero el que tendría que tener cuidado ahí fuera eres tú, no yo — Le recriminó la joven Mercer — Te recuerdo que yo fui secuestrada por los Veerham en Neonia, vi a mis padres adoptivos morir y mucho antes perdí a mis padres biológicos en la misma guerra en la que murió tu padre soldado. Tu madre al menos pudo recibir una compensación económica y la hizo crecer exponencialmente, pero a mi no me quedó nada, solo esperar a que alguien me adoptase. — Eso no es justif... — ¡Cierra la boca! — Echo silenció a Brandon con esa subida de tono — ¡No te lo volveré a advertir! ¡No me vuelvas a seguir, idiota! La adolescente de catorce años se marchó inmediatamente del jardín, dejando sin opción de réplica a su hermanastro, que se quedó bastante contrariado al no poder contestar a su pequeña amenaza. Atraída por ese grito, Raven se asomó al jardín, encontrándose con su hijo sentado en una de las tumbonas próximas a la piscina climatizada. — ¿Qué ha sido ese grito? ¿Echo? — Sí, mamá — Asintió él, sin siquiera voltearse a ver a su madre — No te preocupes, está todo bien. — Eso mismo me decía tu padre cada vez que algo le rondaba la cabeza — La mujer lanzó un breve suspiro, consciente de que su hijo biológico y su hija adoptiva habían discutido muy probablemente — En fin, sea lo que sea, arréglalo, Brandon. Ella es parte de la familia. [...] Unos pasos tímidos descendían por las escaleras que llevaban al extenso sótano de la base militar de Ciudad Anixis. Temporalmente sin vigilancia por la alta demanda de policías y militares en la ciudad debido a los disturbios y la tensión generada por el asesinato de unos neonianos a manos de Om, el secuestro del hijo de Yak y el asesinato de Cyprus a manos de otro de los sabios restantes, llamado Cohren. Precisamente éste se encontraba encerrado en uno de los calabozos de la base subterránea, lugar al que se había dirigido Vraco. Los pasos del joven thunianos, hijo de los fallecidos Ñjar y Shajila, se escuchaban con más fuerza conforme iba bajando escalones hasta finalmente encontrarse allí presente. Había otras personas detenidas de diversas especies, pero muy pocas, pues la breve guerra contra Mente Colmena había diezmado más aún la población total de las especies de la Alianza y con los criminales no fue una excepción. Al verlo, Cohren se apresuró a llamarlo mentalmente, habilidad exclusiva de los thunianos, para que se aproximara a su celda. — Vraco, muchacho, no deberías estar aquí — Le dijo el sabio thuniano, visiblemente entristecido — Podrías correr peligro. — Vivimos en constante peligro en estos tiempos, según veo — Vraco apoyó sus manos en las del sabio — He visto lo que el sabio Dexton le ha hecho a Cyprus. Al oír aquello en el interior de su mente, Cohren abrió los ojos, absorto. Eso significaba que había un testigo que podía informar que el asesino de Cyprus no era otro que el propio Dexton, quién inculpó sin escrúpulos al propio Cohren. Sin embargo, era la palabra de un niño traumatizado por los eventos transcurridos en el pasado reciente y existía la posibilidad de que fuese inútil. — En otras circunstancias te diría que me ayudaras, pero la situación actual me invita a reconsiderar esa petición — El sabio encarcelado se mostró cabizbajo — Te aconsejo que te lleves ese secreto a la tumba, porque revelarlo te pondría en extremo peligro. Deberás seguirle el juego al sabio Dexton, que ocupará el lugar de Cyprus, hasta que éste muera y tú ocupes su lugar, como corresponde. — ¡Pero no quiero ser tutelado por ese asesino! — El joven thuniano tenía los ojos inundados de lágrimas — ¡Puedo decir lo que vi, eso podría salvarte! — O podría condenarte a ti, Vraco. Piénsalo, si lo cuentas a las autoridades y deciden no creerte, o no hallan suficientes pruebas... el siguiente en morir a manos de Dexton serías tú. Y si eso ocurre, no podría perdonarme a mí mismo. Ni honraría la memoria de Cyprus. Vraco sintió una fuerte punzada en el pecho al pensar en ello. Repentinamente, fue consciente de que su vida estaba ahora más en juego que nunca y las palabras de Cohren cobraban especial relevancia. El niño thuniano estaba enfrentando su primer gran dilema tras afrontar en un corto periodo de tiempo la muerte de sus padres. — Por favor, muchacho, haz lo que te pido — El thuniano encerrado en su celda apretó los barrotes con fuerza mientras las lágrimas recorrían sus delgadas mejillas — Dime que obedecerás, por Cyprus. Dímelo y vete de aquí lo más rápido posible. — Est-está bien, sabio Cohren — Vraco agachó la cabeza, dolido por tomar esa cruda decisión — Lo haré por usted... y por Cyprus. [...] — ¡Tío Ender! Kendall tomó rápidamente el teléfono fijo de su hogar en cuanto este sonó. Estaba solo en la vivienda por petición del propio Ender, quién le indicó que no iría a la escuela en los próximos días debido a lo que estaba sucediendo. Con la ausencia de noticias y el temor en el cuerpo de que se pudiese desarrollar una guerra civil, el joven Xom esperaba la noticia del regreso a casa de su tío y tutor legal. — Ken, me alegra que hayas respondido con rapidez — Indicó el comisario de la ciudad — Escucha, por el momento te vas a quedar en casa. Lill pasará a recogerte y te llevará a su casa, allí están sus hijos y los Vaalot. Así no estarás solo. — ¡Vale, vale! Pero, ¿por qué no vienes tú a por mí? ¿Qué está ocurriendo, tío? — Las cosas en las calles están muy tensas y es peligroso, además como comisario de policía debo mantener el orden en estos momentos — Ender prefería omitir cierta información antes de revelarle que había varios asesinatos en la alta esfera de la Alianza y demás cosas — Descuida, nos veremos pronto igualmente, en casa de los Crane Carver. Cuando escuches tres golpes a la puerta, se tratará de Lill. Te vas con él, ¿entendido? — Entendido — Muy nervioso por lo que estaba sucediendo pero manteniendo la compostura pese a su edad, Kendall colgó el teléfono de su casa — Por favor, tío Ender, ten mucho cuidado... [...] Varios soldados sylerianos protegían la tercera planta de la base militar, lugar en el que se encontraba también la vivienda del Elegido Paokt. En ella, se encontraba su hijo, consciente de lo sucedido hacia muy poco tiempo y sin noticias de su padre, algo que le aterraba. Pese a ello, los miembros de la seguridad del líder syleriano se mantuvieron impasibles ante cualquiera otra cosa que no fuera quedarse protegiendo al futuro heredero del trono, sabedores de que así lo querría el propio Om. No obstante, a las horas, recibieron órdenes directas del propio Elegido que se le fueron trasladadas a Omnius por parte de algunos soldados. — Tu padre se encuentra detenido por el momento en la comisaría de la ciudad por supuestamente haber asesinado a un grupo de neonianos, pero nos ha dicho que te hagamos saber que está bien y que los mató en defensa propia. Absolutamente impactado por la noticia tan repentina y sin saber como reaccionar, Omnius debería asimilar aún más información. — También nos ha ordenado que te protejamos, que nos quedemos aquí y que no intentes marcharte en su búsqueda. Va a colaborar con las autoridades para esclarecer todos los hechos y evitar que la ciudad se suma en un conflicto mucho peor. — V-vale... — Por cierto, te hemos traído compañía — El soldado syleriano dejó pasar a Vraco a la vivienda, sorprendiendo así al propio Omnius — Quedaos aquí, estaremos tras la puerta. Cualquier cosa que necesitéis, llamadnos. [...] Cuando Lill entró por la puerta de su casa acompañado de Kendall, el resto de jóvenes entendieron que la situación en la ciudad era bastante seria. En el hogar de los Crane Carver —un tanto aislado en el exterior de Ciudad Anixis— también se encontraban el comisario Xom, el Elegido Paokt y el líder Quetaryan, tras haber llamado a su viejo amigo y ex comandante. Los adolescentes no tuvieron más remedio que ceder las armas que Gina sacó de un alijo secreto, quedando ahora en manos de los adultos capacitados. — ¡Soltadme! — Gritaba Krissa, la syleriana miembro de Los Renegados que había sido capturada por el propio Lill justo antes de que ésta intentase envenenar a una comatosa Snow — ¡Vais a arrepentiros de esto! Yak le lanzó una mirada de odio a la vez que comprobaba el estado del Striker que tenía en sus manos, mientras que los demás adultos se reunían a escasos metros de ella sin importarles que la cautiva oyese su conversación. Los jóvenes Crane Carver y Vaalot Tidder se llevaron consigo al joven Xom Brume, quien apenas estaba enterándose de todo lo que había sucedido en las pasadas horas respecto a los asesinatos de líderes. — Con Cyprus caído y Snow en coma, el gobierno pende de un hilo — Ender se apresuró a poner las cartas sobre la mesa — La ausencia de Yak y Om para dar explicaciones a la población no sentará bien, aunque sé que queréis hacer esto antes que nada. — Puedes estar seguro — El líder neoniano se acercó al grupo con un Striker en brazos — Quiero a mi hijo de vuelta y a ese grupo de Ikorfs malnacidos pagando por todo lo que están haciendo. — Vuestro patético gobierno está por cambiar — Murmuró de pronto la retenida syleriana, atada de pies y manos a una silla — Tenemos planes de apoyo por si las cosas no salen según lo esperado. No hemos podido acabar con todos los líderes de la Alianza, visto lo visto... pero podemos derrocar vuestro gobierno de muchas maneras. — ¡¿Entonces por qué no vinisteis a por mí, en lugar de a por mí hijo?! — Bastante furioso, Quetaryan se aproximó a la renegada — ¡¿Qué queréis de mí Jaarik?! — No pienso revelar nada, Yak Quetaryan — Dijo Krissa, conteniendo una sonrisa — Soy consciente de que yo no sobreviviré a esto, pero al menos veremos el renacer de una nueva sociedad. Una que merezca la pena y nos una verdaderamente a todos. Mientras Lill, Ender, Yak y Om elaboraban un plan para encontrar a los Renegados y al hijo del neoniano, en la ubicación de la vieja arca número cuatro de La Unión —ahora siendo reconstruida con componentes anixis para convertirla en el proyecto de la gran arca— se terminaba una nueva jornada laboral. Viendo las tensiones entre la ciudadanía y el súbito asesinato del sabio Cyprus, los trabajadores podían marcharse antes del horario previsto. El ingeniero Bragg, uno de los principales artífices de que el proyecto avanzase según lo previsto por los benefactores, se encontraba ultimando unos trabajos a mano de cara a la remodelación de los motores del arca, anticuados debido a que eran tecnología humana previa a descubrir la provechosa tecnología anixis. De pronto, el neoniano se percató, desde la ventana de su oficina móvil, que un grupo de personas se hallaba en la zona próxima al acceso del arca, por lo que pensó que se trataba de los trabajadores, que debían haberse ido hacía al menos media hora. Sin embargo, eso no era así. Wadrak se asomó a la ventana y comprobó como este grupo empezaba a entrar en el recinto clausurado del proyecto, el cual era rodeado por vallas metálicas improvisadas para negar el acceso a posibles despistados. Consciente de que estos no eran sus trabajadores, el ingeniero militar salió de su despacho para llamar su atención y hacerles saber que estaban cometiendo un serio delito al allanar la zona de obra. — ¡Oigan! — Exclamó el neoniano, captando la atención de ese extraño grupo — ¡Eso es una zona de construcción tecnológica! ¡Está terminantemente prohibido acceder sin autorización! Aquellos individuos —que eran más de diez y además de diferentes especies— se voltearon con parsimonia, a excepción de uno de ellos, que se acercó caminando hacia Bragg como si no ocurriese nada. Vestía un guardapolvo oscuro y con la luz del sol diluyéndose en el horizonte, su figura parecía una sombra acechando. Ese hombre se aproximó al neoniano, que pudo verle el rostro. — Disculpe, señor... — Soy el ingeniero jefe, Wadrak Bragg. Están cometiendo un delito usted y sus amigos. Márchense. — Claro, perdone, ahora nos iremos... Antes de que Wadrak pudiese percatarse, ya fue tarde. Aquel hombre, que era humano, desenfundó un Striker reconvertido a pistola y asestó tres disparos en el torso del neoniano, que apenas logró poner la mano delante como acto reflejo antes de desplomarse en el suelo. Jadeando y con la sangre brotando de su boca además de de los orificios de bala, el ingeniero Bragg observó detenidamente al hombre que lo estaba matando. — Q-qui... quién... ¿quién es... usted...? El humano, siendo observado por el resto de su grupo a una distancia prudente, se arrodilló ante el cuerpo que estaba desfalleciendo poco a poco. Su rostro se pudo ver con más claridad, y aunque el neoniano no lo identificaba, las palabras salidas de su boca le produjeron un último escalofrío antes de recibir el cuarto y último disparo que pondría fin a su vida. — Me llamáis Veerham, un calificativo antiguo que usaban vuestros ancestros... aunque siempre he preferido Mente Colmena.
Saludos, amigo, paso a comentar el capítulo de esta semana. Algo breve, pero no por eso carente de intensidad. Se nota la construcción para algo que está a punto de explotar más adelante. El capítulo arranca con una manifestación de ciudadanos a las puertas de la comisaría. Malditos bastardos, se hubieran ido a pelear ellos contra Mente Colmena si es que se iban a poner tan demandantes. Que los líderes hacen lo que hacen por ellos mismos, y ahora están ahí queriendo cabezas. Me recuerda a LGC. La población no es tan sabia en ninguno de los universos. Mientras Om declara por un asesinato que fue en defensa propia, Yak llega para alertar que su hijo ha sido secuestrado. Así es como Ender y Om suman 2 + 2 y saben que están yendo por los líderes de la alianza. Con Cyprus muerto, un niño secuestrado, un líder sufriendo atentado y otro en coma, todo está siendo un caos para los líderes, quienes están en la mierda D: Tras acordar ayudarse mutuamente, Ender y Om ponen a salvo a sus pequeños y llaman a Lill para darle la advertencia. En el hogar de Lill, vemos que este deja maniatada a la syleriana maleducada que ha tratado de envenenar a su esposa. Allí les explica a sus cuatro hijitos, los dos biológicos y los dos adoptados, todo lo que ha estado ocurriendo. Y cómo planeará todo para llegar al final de esto, mientras su esposa sigue luchando por la vida y la muerte. Luego recibe la llamada de Ender, quien le indica lo que debe hacer para mantener a salvo a su bebé. Más tarde en el capítulo, Lill recoje al pequeño Kendall y lo lleva a su casa. Mientras tanto, Om ordena a los suyos que protejan a su hijo pequeño, al tiempo que Vraco, quien recibe indicaciones de Cohren de no precipitarse al actuar, se quedan por su lado. Los angelitos están juntitos, aunque no todos en el mismo sitio. Ha sido jodido como Vraco tiene que guardar las apariencias por el momento mientras que Dexton se pasea como si fuera el nuevo líder thuniano, pero eso es lo que hay. Espero algo se le ocurra y no se quede pasivo ante todo. Punto y a parte, me da gusto ver que Yak está más centrado y colaborativo en esta parte, lo he dicho en la lectura por discord, pero creo que le vino bien perder a su pareja y que le secuestren a su hijo. Se está desarrollando como personaje :) En la casa de los Gallagher, el SIMP de Brandon le recrimina a Echo por haberse fugado por su cuenta e irse a la vivienda de los Crane Carver, y de paso que se haya mostrado cariñosa con Jackon. Echo no se deja pisotear, y demuestra su actitud, cerrándole la boca al jovencito. Lo lamento mucho, Brandon, pero el juego terminó para ti. Si quieres una novia tendrás que buscar en otro lado, porque tu hermanastra va a quedarse con Jackon, y tú tendrás que soportar Tras una discusión entre hermanos, Raven le pide a Brandon que arregle las cosas con Echo porque son familia. Y eso me hace pensar, ¿será que Brandon aceptará lo que pasó y dejará en paz a los angelitos? Si lo hace, será bienvenido al grupo. Sino, bien, pues festejaré si no lo volvemos a ver En la reunión de líderes y ex líderes en la casa de Lill, los 4 personajes principales saben que van a tener que actuar rápido, pues el tiempo apremia. Mientras tanto, Krisa se despierta y les promete que, aunque ella tal vez muera, los renegados conseguirán el cambio que desean. Ya te gustaría, perra. Mis bebés acabarán con todo, y la paz volverá a reinar en Paraíso, y tendrás que verlo todo desde el más allá. La escena final sí que dio miedo. Wadrak recibe visitas de gente con una apariencia de delincuente, y sabiendo que no son sus trabajadores, se los va a increpar. Sin embargo, uno de ellos lo ataca y acaba con él. Pensé que sería Adam, y creo que sí lo es, puesto a que tiene sentido que el proyecto que era suyo lo quiera recuperar. Pero la frase final nos revela que se trata ni nada más que la obra y gracia de... ¡Mente Colmena! Esa maldita bacteria está también en el territorio conocido, en ese caso, así es como supo que iban a buscarlo Espero que esto sirva para matar dos pájaros de un tiro, por favor. No quiero a los Renegados, y no quiero a Mente Colmena. Matar a uno es matar a los dos, como si fuera la mezcla de Michael y Orz de LGC, perdón el spam XD. Ahora, el mayor miedo que tengo es ver si todos los demás renegados están infectados. Creería que no, y que es solo Adam, puesto a que cuando hicieron el plan, tuvieron que reunirse todos para discutirlo, y eso es algo que al Veerham no le hace falta. Además, la vivienda de los Crane Carver ya la conocen. Si tuvieran acceso a la mente de Krissa sabrían que Lill se la llevaría a su casa y habrían ido a interceptarlo. Pero bueno, sea como sea, ojalá cada infectado acabe muriendo, y si son renegados, también. Se viene una tremenda batalla final, ya que Mente Colmena está tanto en Paraíso como en Veerhamia. Aunque tengo la duda de qué pasaría si matan a la bacteria original en su casa. ¿Todos los infectados son libres o morirían? Linda pregunta, y ojalá ver esa respuesta. Con eso me despido por ahora, amigo. Otra semana más, otra leída en simultáneo genial, y hay que aprovecharlas porque faltará poco para que lleguen a su final. Pero por el momento, las disfrutaremos. Creo que quedan 9 capítulos más, así que ya los estoy esperando con total ansia, como no te das una idea. Espero la vida nos de salud, buena conexión de internet, y tiempo para la semana que viene, que quiero seguir disfrutando de estas amenas y divertidísimas lecturas. Un 10/10 como siempre hacemos, y ahora a prepararnos de cara a la siguiente semana. Eso es todo. Un abrazo y cuídate mucho
Un saludo a todos los presentes, en especial a mi querido amigo Agus estresado por estar siempre por aquí, disfrutando de esta historia de mi autoría. Esta vez no me explayaré mucho, ya que tampoco hay gran cosa que decir. Espero que aquellos que leáis, os guste. Un plan desesperado — ¡Oh, no! ¡Tales! — Exclamó Cinthia, echándose las manos a la boca — ¡No, no, no! ¡Oh, Dios, no! — ¡Apártate de mi hijo, puta loca! — Brant la empujó bruscamente mientras sujetaba al niño en brazos, el cuál ya no respiraba — Mi niño... has matado a mi niño... ¡Has matado a mi hijo! Furioso por haberse encontrado muerto a su hijo, el magnate de Puerto Arcadia dejó el cadáver a un lado y se abalanzó sobre la médico, poniendo sus manos sobre el cuello en un claro intento de estrangularla. Cinthia estaba en shock por la muerte del joven Brant, pero no esperaba esa reacción por parte de Adam, quién apretaba con todas sus fuerzas el cuello de la mujer mientras ésta luchaba desesperadamente por zafarse. A su alrededor sucedía toda una cruda batalla por la supervivencia, con los infectados Anixis aniquilando a todo ser viviente que viesen en el complejo, mientras ambos humanos peleaban entre sí. — ¡¡¡Muérete ya, muérete!!! — Gritaba un alocado Adam, totalmente fuera de sí mientras estrangulaba a la médico — ¡¡¡Has matado a mi hijo y yo te mataré a ti!!! — Ad... Adam... no... — Ella intentaba articular palabra, pero el intento solo hacía que agotar sus fuerzas, las cuáles le salían por la boca — P-para... pa... Marlow quería zafarse rápidamente, pero Brant estaba tan cegado por el odio que no sentía los golpes que la mujer le propiciaba en el abdomen, pareciendo un tipo hecho de metal. Poco a poco, la fuerza en la médico se fue desvaneciendo mientras las manos de Adam rodeaban con más ahínco el cuello de ésta, hasta que los ojos de la mujer se quedaron abiertos pero sin vida, mientras su cuerpo caía flácido en los aledaños del hotel, como un cadáver más de tantos. La médico que estuvo a bordo de la famosa expedición II de La Unión, que había sobrevivido a varias guerras, no lo hizo a esta, tras un suceso horrendo e inesperado que terminó por arrastrarla a su fin. Un cúmulo de malas decisiones que la llevaron a su muerte, mientras su asesino la dejaba allí tirada, llevándose el cuerpo de su hijo fallecido mientras a su alrededor iban muriendo todos. Adam se perdió entre la lejanía, mientras Cinthia se despedía de la vida de una forma lenta y cruel. Mientras tanto, al enemigo no le importaba lo más mínimo lo que pasase entre sus víctimas, pues su objetivo era el OCVD. Las tropas que erradicaron la vida de Puerto Arcadia pusieron rumbo inmediato al complejo científico del polo sur, dejando caos y destrucción allá por donde pasaba. Una batalla crucial para el devenir de la guerra estaba por librarse y sin embargo, muchos ya habían perecido en el camino. [...] El polo norte de Vulkano había sido testigo de una invasión rápida y destructiva que terminó con prácticamente toda la población de Puerto Arcadia. Los soldados Veerham marchaban en sus naves en dirección al polo sur, al Observatorio Científico Vanth Dheer, mientras el fuego consumía los edificios colindantes y el mismísimo resort. El dueño de todo esto, el multimillonario Brant, se perdió por entre los árboles del pequeño bosque que rodeaba el complejo. El hombre se arrodilló frente a un árbol, casi al borde de la zona que delimitaba el polo norte habitable del basto desierto volcánico del resto del planeta, observando sus manos temblorosas mientras rememoraba la muerte de su hijo Tales, ya enterrado, y el asesinato de Cinthia. Su llanto desconsolado pareció ser suficiente para atraer la atención de un escuadrón enemigo que pretendía subir a bordo de su nave, en dirección al OCVD. Ante la potencia de los motores del vehículo aéreo, las copas de las árboles se balancearon con violencia, soplando un viento artificial característico de naves con tecnología Anixis. Hasta ocho Veerham rodearon al solitario humano, que seguía arrodillado y sin ánimos de levantar la cabeza, sin deseos de luchar y dispuesto a morir si ese era su destino. Sin embargo, uno de los enemigos se aproximó a Adam y se arrodilló frente a él. Atónito, el dueño de Puerto Arcadia levantó la vista, observando los ojos negros del anixis infectado; unos ojos oscuros, vacíos, sin alma. Brant sintió un escalofrío, pero más allá de eso, estaba decidido a dejarse llevar. Vivir ya no era una prioridad. — ¿Qué diablos queréis de mí? — El humano lanzó la pregunta con un tono serio, pero agotado. El Veerham mantuvo la postura y la mirada fija en Adam durante diez segundos que se hicieron eternos para el hombre, impaciente y temeroso de su reacción, aunque el desenlace de esa situación fuese desfavorable para él. — Veo... y siento... que lo has perdido todo — Adam se quedó perplejo al oír al Veerham — Las vidas de los seres biológicamente inteligentes, bípedos y hechos de sustancia, son tan frágiles... El multimillonario se incorporó bruscamente, por primera vez, temiendo algo peor que la muerte. No comprendía porque ese ser quería interactuar y mucho menos entendía qué propósito podía tener con él. Aquel soldado Veerham no se levantó y permaneció arrodillado, aunque sí alzó la vista hacia la del humano. Casi sin que Brant pudiese hacer nada, los otros soldados Veerham se la abalanzaron encima. Ese contacto bastó para que Mente Colmena pudiese conocer, mediante los recuerdos e imágenes en la mente de Adam, quién era. — Conozco algunas de las caras que rondan tus pensamientos... Snow Carver, Lill Crane... percibo odio hacia sus rostros. Odio que podría serme útil... — ¡Soltadme, malditos alienígenas de mierda! — Exclamaba Adam, furioso y sin nada que perder — ¡¿Cómo puedes leerme la puta mente?! — No lo entenderías, Adam Brant — El Veerham esbozó una sonrisa un tanto perturbadora, característica en aquellos títeres a través de los cuáles se comunicaba Mente Colmena — Pero dime, ¿consideras a la gobernadora y a su marido, entre otros más, como culpables de que estemos invadiendo el territorio conocido? ¿Consideras a la Alianza como traidores? — ¡Y tanto que sí, joder! ¡Ellos nos han traído a esta situación! ¡Una vez que acaben con vosotros, me encargaré de que ese gobierno se hunda! — ¿Y si hacemos un trato, Adam? ¿Por qué no te cedo el control y te encargas de destruir a la Alianza desde dentro? Me harías un favor, porque si no es necesario, no me gusta infectar a toda la población de una especie. Me es útil si se rinde ante mis deseos. Tú podrías ser el líder de estas especies nómadas, huérfanas de un ente superior que las dirija. Ese sería yo, y tú mi nexo. Podríamos beneficiarnos mutuamente. Sujetado por los demás Veerham, el dueño de Puerto Arcadia poco podía hacer para moverse. No obstante, esa propuesta del enemigo no le parecía descabellada, especialmente tras tener servido en bandeja el liderazgo de las especies a futuro. Todo lo que no fuese a los líderes actuales de la Alianza gobernando y llevando a las especies a otras guerras, lo veía como un éxito. Incluso aunque eso significase pactar con aquel que prácticamente extinguió a los Anixis. — ¿Cómo puedo fiarme de tus palabras? — No te infectaré para que seas uno de mis títeres — Indicó Mente Colmena, con un plan claro — Sé que esta guerra está lejos de terminar, soy consciente de que no venceré en vuestro territorio. Pero si algo se me da bien, es dejar agentes atrás. Tú serías uno de ellos. Nos comunicaríamos constantemente, pero tendrías control absoluto de tu cuerpo... siempre y cuando respetes mis órdenes. Adam tragó saliva, siendo presa de los nervios. Estaba a punto de convertirse en un traidor para la humanidad y el resto de especies, pero para él, obtener ese poder era mejor que servir a unos líderes que odiaba. Sin su hijo y sin nadie por quien luchar, decidió entregarse a la causa de un ente alienígena que le prometió lo que a todos: la vida de sus sueños. — Está bien — Musitó, serio y decidido — Seré uno de tus agentes. [...] Actualidad Cuando la lanzadera tocó la superficie asfaltada que rodeaba el polígono industrial, rápidamente salieron Lill y Yak con sus Striker en alto para asegurar la zona, seguidos de Om, quién custodiaba junto a Ender a la syleriana retenida. Ésta no se opuso a revelar el paradero de su base de operaciones, donde los proclamados 'Renegados' planificaban y elaboraban sus movimientos contra el gobierno de la Alianza Interestelar de Especies. Una fina lluvia se precipitaba en la zona, alejada de la urbe principal de la civilización que poblaba ahora el planeta artificial de origen anixis. El cuarteto era consciente de que Krissa les había dado sin rechistar la ubicación de la nave industrial porque esperaba que hubiese resistencia por parte de sus compañeros, pero se llevó una grata sorpresa cuando descubrió que no había nadie en el área. — Está despejado — Informó Crane, ya una vez dentro de la nave industrial — Nos ha engañado. Dirigiéndose a la syleriana cautiva, Quetaryan colocó el cañón de su arma sobre su rostro, visiblemente tenso y desesperado por saber el paradero de su hijo. — ¡Maldita desgraciada! ¡¿Acaso crees que estamos jugando?! ¡Dinos dónde está Jaarik y dónde se esconden tus amigos o tu vida llega a su fin hoy! — ¡Cálmate, Yak! — Intervino el comisario, colocándose entre el arma y la retenida — Matarla no hará que encuentres a tu hijo antes. — ¡Pero hará que esta escoria pague por su silencio! — Amigo — Lill posó su mano sobre el hombro del líder neoniano, en un intento por tranquilizarlo — Entiendo como te sientes, créeme, pero esto es solo una forma de perder el tiempo. — Así es — Añadió Paokt, sumándose a la conversación para rebajar la tensión — Encontraremos a tu hijo y pararemos a los responsables de lo que está ocurriendo. Sin estar muy calmado pese a las palabras de sus viejos amigos pero consciente de que tenían razón, Quetaryan bajó el arma y se apartó de la syleriana, que mostraba una media sonrisa al ver la impotencia del neoniano. El pequeño grupo comprobó que la nave estaba prácticamente vacía, pero había indicios de que estuvo siendo habitada hasta hacía no mucho tiempo, por lo que la información de la cautiva no era tan mala como parecía. Para asegurarse de que no se dejaban ninguna pista atrás antes de irse, tanto Lill como Yak y Om dieron una vuelta por la nave, buscando cualquier indicio que revelase el siguiente paso en el plan de los Renegados por tomar el poder gubernamental. Ender permaneció junto a Krissa, la cual estaba atada de pies y manos, esperando que sus compañeros le indicasen el hallazgo de algo interesante. Sin embargo, el jefe de policía escuchó algo tras él, lo que le hizo voltearse rápidamente con su pistola Striker en alto. El ruido provenía de una caja metálica en la que solo resaltaban cuatro agujeros de menor tamaño en la parte frontal. Xom se estremeció cuando vio unos diminutos ojos asomarse por dos de los agujeros, revelándose así que ahí dentro había alguien retenido. Por el tamaño de la caja, un niño. Mientras el comisario se aproximaba a la caja y Krissa lo miraba atentamente sin parecer comprender que había ahí dentro, el ex comandante de la expedición de la Nolartis encontraba en una sala cerrada de dicha nave, una maqueta de lo que parecía ser el arca cuatro de La Unión, la cual estaba siendo reconstruida y mejorada para ser el arca que se llevaría a parte de la población al nuevo mundo de los Anixis. Apenas le tomó un minuto para comprobar que ahí era donde, muy probablemente, los Renegados habían ido. El proyecto de la gran arca se encontraba en peligro y antes de que Lill pudiese decir algo, los gritos de sus amigos captaron su atención. — ¡Aquí dentro hay un niño! — Exclamaba Ender, buscando la forma de abrir la caja metálica — ¡Vamos, ayudadme! Yak y Om acudieron corriendo hacia el comisario mientras que Lill decidió cargar con la maqueta del arca para revelar la evidencia a sus compañeros. Ender trataba de hallar una cerradura que pudiese ser forzada, pero no se veía a priori. Asumiendo que ahí dentro se podía encontrar su hijo, el líder neoniano buscó desesperadamente el modo de abrirla, hasta que detectó una diminuta palanca en la parte de abajo de la caja, bastante bien escondida al ojo. Quetaryan la accionó sin dudarlo ni un instante y la puerta se abrió lentamente, revelando al grupo la mirada tierna de un niño neoniano de tan solo dos años de edad. El joven Jaarik estaba amordazado, por ello sus llantos no podían oírse, pero al moverse drásticamente pudo hacer el ruido que alertó al comisario de Ciudad Anixis. Su padre lo sacó rápidamente de ahí, colocándoselo en sus brazos mientras las lágrimas brotaban de sus ojos, emocionado. El resto, a excepción de Krissa, respiraron aliviados. — ¿Qué clase de personas harían algo así con un niño? — El policía humano no podía aceptar que hubiese gente así de cruel. — La clase de personas que se creen que pueden cambiar las cosas con violencia y extorsión... — Murmuró Om, mirando fijamente a su homónima cautiva. — Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas — Dijo la syleriana renegada al líder de su especie. — Eso es un dicho popular humano — Lill la confrontó — Se nota que has pasado tiempo con los míos. — Los Renegados no son solo humanos, hay seres de las cuatro especies — Le recriminó la retenida apellidada Xallo — El cambio no lo quieren solo humanos, sino todos. — Te aseguro que lo único que va a cambiar aquí es tu libertad, porque esta se ha acabado — Ender la agarró con fuerza, decidido a encerrarla en la cárcel de la base militar de Ciudad Anixis — Voy a meter a esta rata en su alcantarilla y después evaluaremos donde encontrar a... — Están en el arca — Indicó Crane, lanzando al suelo la maqueta que había encontrado — Dudo que hagan maquetas en tamaño pequeño de edificios emblemáticos. — Iré contigo, Lill — Reveló el Elegido, aproximándose a su viejo amigo — Confirmaremos que están en el arca, sea lo que sea que tramen, y daremos parte a las autoridades. — No actuéis sin la policía y el ejército — El policía no quería que Lill y Om buscasen la justicia por su mano — Encerraré a esta arpía en el calabozo y me reuniré con vosotros allí. Llevaré conmigo a varias patrullas y aprovecharé para avisar a las autoridades del arca. — Yo dejaré a mi hijo a salvo e iré con vosotros — Yak estaba decidido a intervenir en el conflicto — Han secuestrado a mi hijo y no dejaré ir eso como si nada. — Entonces está todo dicho — Crane asintió, ya habiendo aclarado cual iba a ser el siguiente paso — Os dejaremos donde queráis y después iré con Om al arca. La zona que está en construcción sería un buen lugar por el que acceder, si están a bordo, no se esperarán que lleguemos por allí y les pillemos por la espalda. — ¿Crees que están tomando el arca? — Preguntó Xom, quién no creía tener las pruebas suficientes para creer eso — ¿Para qué harían eso? — Si mis compañeros se encuentran en el arca, es porque han decidido accionar un plan desesperado — Reveló Krissa, enmudeciendo por unos segundos al cuarteto — La última opción por si el plan principal de eliminar a los líderes fracasaba. Y como lo ha hecho, van a por el arca. Pero no puedo hablar más o él me... — ¿Y qué mierda pretenden hacer allí? — Lill frunció el ceño mientras clavaba la vista en la syleriana. — Lo que deb... ¡argh! Xallo comenzó a retorcerse mientras se colocaba las manos —las cuales tenía atadas— en la cabeza y gritaba de dolor, cayendo de rodillas al suelo ante la mirada estupefacta de los cuatro presentes, que veían como la syleriana retenida caía muerta tras veinte segundos de un dolor que parecía ser muy intenso en la zona prefrontal de su cabeza. Ender corrió a confirmar su estado, comprobando ipso facto que la mujer estaba muerta. Un hilo de sangre empezaba a salir de sus orificios nasales ante el shock que tenían los demás, ocasionado por el repentino suceso. [...] Pese a la reconversión del arca número cuatro de La Unión en el famoso proyecto de la gran arca que llevaría a quiénes quisiesen a la colonia lejana de los Anixis, la nave era aún habitada por aquellos que no tenían sitio en la ciudad o que simplemente preferían el actual asentamiento. Con la jornada laboral de los trabajadores concluida y la noche acechando en el horizonte, los ciudadanos del arca cuatro se dirigían a sus hogares, no sin antes echar un vistazo al precioso paisaje que se daba durante unos minutos, antes de que el sol de Faro de la Esperanza se escondiese tras el planeta artificial. Había miradores en ambos extremos del arca, donde a esa hora del día, colonos y visitantes disfrutaban de las vistas. Un hombre y su hija, de apenas nueve años de edad, se encontraban en uno de esos miradores. La joven vislumbraba el horizonte con un brillo en los ojos que obviaba su asombro por la tonalidad de colores que se formaban mediante el sol se iba escondiendo. Amarillo, naranja, rojo... era todo un espectáculo. Faltaban escasos minutos para que ese espectro de colores diese paso a un rojo cada vez más oscuro hasta teñir el cielo de negro. Solo los astros lejanos iluminarían la estampa como pequeños puntos de luz en el firmamento. — Está a punto de acabarse el día, cariño — Murmuró el padre humano, volteándose hacia su pequeña — Vayamos de vuelta a casa, mamá nos debe estar esperando. — ¡Espera, espera! — Exclamó la niña, entusiasmada — ¡Déjame ver al menos como se esconde el sol! — Como si no lo hubieras visto todas las veces anteriores que hemos venido aquí... — Masculló el hombre para sí mismo, dirigiéndose acto seguido hacia su hija — Está bien, Andrómeda. Observa con atención. La joven de nueve años, llamada Andrómeda, miraba con tal atención al horizonte que se abstrajo completamente de lo que empezaba a suceder a su alrededor. De pronto, la gente comenzó a correr desesperadamente en la misma dirección, opuesta a una zona en la cual se empezaron a escuchar disparos. En pleno estado de confusión, su padre vio aproximarse a un tipo que trabajaba con él, por lo que lo interceptó para obtener respuestas. — ¡¿Qué está pasando, Colter?! — ¡Vermeer! — Gritó el otro hombre, que esquivó a varias personas en carrera hasta acercarse — ¡Hay disparos en el ala este del arca! — ¡¿Cómo que disparos?! ¡¿Son los Veerham?! — ¡No, no! — El tipo apellidado Colter trataba de explicarse, evidenciando un estado de pánico — ¡Son de los nuestros! ¡Humanos, sylerianos, neonianos y thunianos! ¡Deben ser terroristas! — ¡Esto no puede estar pas...! Repentinamente, el sonido de los disparos se intensificó, provocando que una avalancha de gente empezase a correr por el ala oeste, donde se hallaban. Colter se marchó sin pensárselo dos veces, siguiendo a la multitud que corría por sus vidas. Cuando Vermeer se volteó, vio a su hija con una expresión de terror en su rostro mientras las lágrimas recorrían sus mejillas a gran velocidad. Temiendo por su vida pero sobre todo por la de su hija, el hombre no dudó en tomarla en sus brazos y empezar a correr desesperadamente en la dirección opuesta a la masacre que se escuchaba tras él. — ¡No abras los ojos, Andrómeda! ¡No los abras! — Exclamaba su padre repetidas veces, sin dejar de correr — ¡Te llevaré a casa! ¡Estarás a salvo! Andrómeda apretaba los ojos con fuerza, tanto, que se hacía incluso daño en los párpados. La muchedumbre que corría alejándose de los disparos se vio, inesperadamente, ante otro suceso horrible. Otro grupo de esos terroristas estaban haciendo lo propio; asesinando a la población. Sin embargo, este grupo estaba colocando cargas explosivas sin ningún miramiento. Los que no ayudaban con ello se dedicaban a fusilar a cualquiera que anduviese cerca. La multitud se vio sorprendida por ellos y fue alcanzada por una lluvia de balas. La joven Vermeer tenía cierta habilidad especial para inhibirse del exterior y sumirse en el interior de su mente, apaciguando el ruido y el miedo. Escuchaba los disparos como si fuesen a cámara lenta, oía los gritos como si fuesen excesivamente prolongados y el ritmo del corazón de su padre acelerado, hasta que este se detuvo drásticamente. Lo siguiente que sintió fue el peso de su padre sobre ella, mientras ambos caían al suelo. Andrómeda no abrió los ojos, ni se movió en ningún momento. Era lo que su padre le había dicho que hiciera. [...] El suelo se teñía de un color rojo oscuro conforme los Renegados avanzaban por las alas este y oeste del arca, colocando cargas explosivas cada doscientos metros con el objetivo de detonar la base central de la gran nave y destruir el hogar de muchísimas personas. El grupo de Adam se encargaba de un lado mientras que Dexton y sus soldados hacían lo propio en el otro. Ahora sí, este grupo definido como terrorista por la gente ya no se escondía. Con el intento de asesinato de varios de los líderes de la AIE y el asalto al arca, estaban dejando en claro que pretendían iniciar una especie de guerra civil contra el gobierno, decididos a llevarse incluso a gente inocente por el camino, si era necesario. Los ciudadanos del arca cuatro que sobrevivieron a la oleada de disparos inicial estaban escondidos en sus hogares o marchándose del arca por diversas salidas. Esto dejó gran parte de la nave en desuso y a merced de los Renegados, que prácticamente tomaron el control. No era un grupo muy amplio de por sí, por lo que solo había una treintena de terroristas y algunos soldados del ejército que habían sido manipulados por el sabio Dexton. El thuniano, tras haber asesinado a Cyprus en la base militar de Ciudad Anixis, tenía el poder sobre los thunianos, y así fue como convenció a esos pocos soldados de su especie de que era necesario un cambio en el gobierno, aunque fuese a ese modo, como un golpe de estado. — Adam, me alegra ver que el plan está funcionando — El thuniano se aproximó a su líder renegado. — Bueno, podría haber salido mucho mejor, pero con esto ya no hay marcha atrás — Dijo el antaño dueño de Puerto Arcadia — ¿Está toda el arca con las cargas explosivas puestas? — En efecto, puestas y listas para ser detonadas — Indicó Dexton, sonriendo — ¿Te encargas del siguiente paso? — Por supuesto. Brant ordenó con un gesto a uno de sus hombres que le trajera una radio de frecuencia remota, hecha de forma un tanto rudimentaria, pero que cumpliría su cometido de comunicarse con los líderes de la Alianza que quedasen con vida. El encargado de entregarle dicho aparato fue Zack, aquel que fingió ser piloto de la gobernadora Carver durante su intento de asesinato y el mismo que capturó a Jaarik en la base militar. — Milner, ¿has cumplido con tu parte? — Le preguntó Adam a su súbdito, una vez tomó la radio. — El hijo de Yak Quetaryan está en la nave industrial, a resguardo, como dijimos — Confirmó Zack, sin saber que el niño neoniano ya había sido liberado — ¿Dónde se encuentra Krissa? — Muerta — Indicó Adam con cierta frialdad — Ha hecho suficiente por la causa. Al ser un grupo con una convicción política idéntica pero cero sentimientos ni entre sí ni con los demás, nadie se vio afligido por la pérdida de una de ellos. Brant accionó la radio y realizó un par de comandos en esta antes de disponerse a hablar, bajo la atenta mirada de algunos de sus renegados. — Somos Los Renegados y tenemos el control del arca cuatro. Si no obedecéis, esto será destruido y vuestro proyecto de viaje hacia los Anixis será historia. No me importan las vidas de nadie, únicamente una cosa: la muerte de los líderes de la Alianza. Así que líderes, entregaos en el arca cuatro. Hacedlo por el pueblo, u observad como mueren ellos junto a vuestro sueño. [...] — Maldición... El Elegido se encontraba de rodillas ante el cuerpo sin vida del ingeniero neoniano Bragg. Cuatro disparos en su torso confirmaban lo que era un brutal asesinato de un ser brillante que estaba dedicando sus esfuerzos a la creación de la gran arca. Om se veía bastante afectado por ello, pues fue él mismo quién le promovió cuando éste le ayudó en la investigación sobre el asesinato de Hylda. — No solo los Veerham, sino que ahora nos matamos entre nosotros... de nuevo — Murmuró Crane, frustrado. — No — Contestó rápidamente el líder syleriano — No nos estamos matando entre nosotros. — ¿A qué te refieres? — Lill no entendía nada — Por lo que veo, es así. La historia se repite. — Te equivocas, porque no estamos luchando entre nosotros como hicimos años atrás. Es él — Om parecía haberse percatado de algo — Lo que le ha pasado a Krissa, esa syleriana, ha sido repentino y extraño. No tiene lógica una muerte así, como si le hubiesen apagado el interruptor que la mantenía con vida. No era ella, o al menos no completamente. Es él. — Mente Colmena — Esta vez, el ex comandante sí entendió a qué hacía referencia su amigo — ¿Crees que esos Renegados estén bajo su control? — Resulta evidente. Quizá no bajo su completo control, pero sí actúan en base a su voluntad — Paokt se incorporó, fijando su mirada en el arca, próxima a su posición — Estoy convencido de que este era su verdadero plan cuando invadió el territorio conocido. Un plan desesperado, pero efectivo al largo plazo.
Saludos, amigo, paso a comentar el capítulo de esta semana tras una jornada más de leídas en simultáneo. Primero decir que me entristece saber que ya hemos llegado a la mitad de la parte (noooooo :( ) pero que me alegra ver que las tramas están avanzadas. Prácticamente, el enemigo ha hecho sus movimientos en ambos sitios. Pero vamos paso a paso. Comenzamos con el flashback de Adam perdiendo a Tales y matando a Cinthia. Básicamente, las dos personas por las que vivía. Aunque fue su actitud la que los apartó y causó eso, entiendo su enojo. Atrapado por el dolor, los veerham los detectan y van con él. Incluso Mente Colmena, que apenas había llegado a infectar a Maya por poco tiempo, le dice que puede hacer algo en venganza. Adam, sorprendido por todo, y también asustado, pero sin nada que perder, acepta los términos y condiciones de Mente Colmena, y es así como se convierte en un infectado de forma parcial. Entiendo eso mismo le ha pasado a todos los demás, pero bueno pronto llegaremos a eso. Cuando Lill, Yak, Ender y Om llegan al lugar que Krissa les indicó, estos lo encuentran vacío, creyendo que la mujer les engañó, pero pronto terminan encontrando pistas sobre su próximo objetivo, que era el Arca que Adam estaba construyendo, y que pronto pasó a manos de otra millonaria. También vemos que tenían retenido allí al pobre Jaarik, que estaba metido en una caja y encima amordazado. Por suerte al jovencito neoniano lo logran rescatar, y logran dar con el próximo paso de los Renegados. Cuando Krissa estaba por derramar el té, ella es asesinada, una clara maniobra de Mente Colmena para deshacerse de todas las marionetas que tenía a su disposición cuando no le sirvan más. Teniendo decidido que van a acabar con ellos, acuerdan dejar a los niños a salvo, y luego ir a tomar cartas en el asunto. Pasamos a una escena un poco más fuera de los habituales protagonistas para ver a un adulto con una niña, de nombre Andrómeda, y con tan solo 9 añitos de edad. Mientras los dos disfrutan del atardecer, se empieza a gestar un atentado terrorista por parte de los Renegados controlados por Mente Colmena. El caos se desata, y estos atacan a toda la población civil, acabando con la vida del hombre, quien cae y deja a su hija con lo que parece ser un trauma severo por el susto recibido. Y pues, bien, aquí vamos... otro angelito más que pierde a uno de los padres y queda huérfano. Ya parece que te lo estás tomando muy en serio, dime cuando son las olimpiadas de dejar huerfanos a los bebés que voy a ir allí a darte ánimos, porque el entrenamiento lo estás llevando bien, eh Okno, es broma XD. Pero es curioso ver como las chances de quedar huérfano, incluso sin guerra oficial declarada, son muy altas. ¿Ahora ves por qué tengo miedo por el bebé de Lynx e Iris? Más te vale que a ese no le quites a ninguno de sus padres. Luego del atentado inicial, y de colocar las cargas en el Arca, toman un altavoz y se ponen a anunciar que están listos para volarlo todo por los aires, en un claro intento de llamar a los líderes allí para que den su cuello y mueran. Y bueno, entiendo que el plan de Mente Colmena era tomar el poder, y que incluso dijera que, si no es necesario, no le gustaba infectar a toda la población, pero creo que aquí ya no le quedará de otra. Ha matado a mucha gente inocente, en lo que fue su atentado, y todavía no ha terminado. Dudo mucho que la gente los quiera seguir, incluso aquellos que odiasen también a los líderes del gobierno. Pero bueno, ahora la suerte está echada. Tanto en Paraíso como en Veerhamia, Mente Colmena tiene las cartas en juego, y a todos nuestros protas acorralados y listos para obligarlos a actuar. Eso me dice que se pueden venir capítulos con una gran dosis de acción en ambos mundos. Ojalá esto signifique que se viene el fin definitivo de Mente Colmena, porque ya cansa tenerlo molestando. Vamos, bebés, ustedes pueden acabar con esa bacteria. Échenle un buen desinfectando o denle bien con la bomba solar. Cualquiera me sirve Para el final, vemos que Lill y Om hablan sobre lo que acontece. Lill, quien ha vivido en la guerra de la Resistencia y de los Humanizados Anixis, cree que está de nuevo en un conflicto civil donde se matan entre ellos, pero Om, quien conoce a los sylerianos muy bien, sabe que la muerte de Krissa no fue accidental, y mucho menos natural. Está claro para él que es Mente Colmena. Mientras la Expedición la tiene complicada en Veerhamia, ellos también tienen al enemigo en las puertas. Ahora les toca irse por todo, y creo que fue una buena decisión de tu parte. Ya habíamos visto 2 guerras civiles entre la población, y creo que una tercera ya habría sido desgastar mucho ese recurso. Haciendo que los Renegados sean agentes de Mente Colmena se trae un aire fresco a la trama, al mismo tiempo que agranda la figura villanezca de esta maldita bacteria, que espero muera pronto y deje en paz a mis favoritos Bueno, amigo, me despido aquí. Fue genial, no lo voy a negar. Me queda un tremendo hype para la próxima juntada en Discord con leída en simultáneo, que no podrá ser la semana próxima, pero espero no tarden en volver. Porque ya quiero seguir leyendo sobre este magnífico universo Eso es todo por ahora. Un abrazo y cuídate mucho
Habiendo superado el ecuador de esta parte final de Los Viajeros, nos adentramos en dos capítulos trepidantes que marcarán un cierre para algunas de las tramas que se llevan dando en las últimas partes. Este capítulo es exclusivo para la expedición en Veerhamia, mientras que el siguiente a este estará centrado en los personajes de Paraíso. Como siempre, agradecer a mi querido amigo Agus estresado por mantenerse al día con esta historia y hypearse con ella, cosa que me alegra ver. Sin más que añadir, espero que tanto él como los demás que os paséis por aquí, disfrutéis de la lectura. Eyección — Atención: brecha de seguridad. Hay un enemigo a bordo de la nave bajo el nombre de Trent Simons. Está en enfermería. Un grupo de soldados recorría los pasillos de la Nolartis a toda velocidad tras el anuncio de Oda por megafonía revelando que había un infectado a bordo. Cuando estos llegaron a la entrada de la enfermería, se encontraron con uno de los médicos tirado en el suelo. Una thuniana se arrodilló para comprobar su estado, confirmando su muerte apenas unos segundos después. — Trent Simons ha escapado de la enfermería — Informó uno de los soldados por radio — Hay un médico muerto. Mientras tanto, los dos guardias que habían ido al puente de mando para avisar a la líder provisional, ya lo habían hecho. Tyra se incorporó rápidamente de su asiento, cediéndole el control de la nave a Oda —aunque aún no estuviese reparada como para despegar— al mismo tiempo que ponía rumbo a la armería, seguida de varios soldados. — ¡Proteged la bomba de energía! — Ordenó la piloto a sus hombres — ¡Vamos! — ¿Y qué hacemos con Simons? — Preguntó una soldado neoniana, queriendo saber cual era el veredicto. — Está infectado. Disparad a matar. Al mismo tiempo que esa conversación estaba teniendo lugar a la salida del puente de mando, el infectado Trent ya se encontraba en las puertas de la sala del núcleo, donde se almacenaba la bomba de energía, de la cual se estaba extrayendo una mínima parte para crear el escudo que protegía a la Nolartis del acceso de esporas Veerham. Bajo el control directo de Mente Colmena, el soldado humano forzó la compuerta hasta finalmente acceder. Dos guardias que custodiaban la entrada yacían sin vida en el suelo. — Por fin te encuentro... Trent se aproximaba lentamente a la bomba de energía, siendo esta una cápsula del tamaño de una persona en la cual se contenía, en su interior, una ingente cantidad de energía. De ser abierta esa cápsula allí mismo, significaría la destrucción de la nave y de Veerhamia inclusive. La bacteria no iba a hacer aquello porque eso significaría su fin, sino que su objetivo era obtenerla para sí mismo con la intención de regresar a Paraíso con ella y así, destruir definitivamente a la Alianza. En casa, sus agentes estaban haciendo todo lo posible, pero Mente Colmena comenzaba a dudar de esa estrategia, por lo que la bomba de energía era una baza que de obtenerla, sería casi garantía de éxito. — Ni se te ocurra ponerle las manos encima. El soldado infectado frenó en seco su aproximación a la bomba, girando lentamente sobre su eje hasta entablar contacto visual con la voz femenina que le había llamado la atención. Allí, ante él, se encontraba Iris con el semblante serio aunque eso si, desarmada. Trent no pudo evitar sonreír al ver que sin un arma, ni una mujer ni un hombre podrían acabar con él. La fuerza que proporcionaba la bacteria era un tanto sorprendente. — Eres muy valiente apareciendo aquí, sin armas, dispuesta a enfrentarme. ¿Acaso quieres morir? — El único que va a morir aquí, eres tú — Indicó Hennessey, consciente de que sus compañeros estaban de camino — Es cuestión de tiempo antes de que lleguen más soldados. Y ellos sí irán armados. — En efecto, vienen de camino y van provistos. Tanto Trent como Iris no fueron conscientes de la presencia de Tyra, quién se había adelantado a los soldados tras coger un Flasher de la armería. Las dos mujeres se encontraban cara a cara con Mente Colmena en la forma del soldado humano que desertó bajo las órdenes de la comandante Ripley. La piloto apuntaba firmemente al infectado, pero éste, sabedor de que estaba en serios apuros, se lanzó contra Iris para obtener así un rehén. El acto fue tan rápido e inesperado que Trent consiguió su objetivo e Iris se encontraba cautiva entre sus brazos. — Te recomiendo que no dispares ese Flasher aquí dentro — Simons esbozaba una sonrisa que desquiciaría a cualquiera — Podrías dañar la bomba y moriríamos todos... — Si fuese necesario para destruirte definitivamente, estaría dispuesta a hacerlo — Le amenazó Maxwell, sin dudarlo — Suéltala, bastardo. — No lo pienso hacer — El infectado se aproximó lentamente a la puerta, mientras se escuchaban los pasos de los soldados corriendo hacia dicha sala — Ni tampoco permitiré que tus amigos entren aquí. Mente Colmena no dudó ni un instante en pulsar el botón de cierre de emergencia, lo que bloqueaba la compuerta de la sala del núcleo por seguridad. Ni siquiera Oda podía anular esos controles, ya que era exclusivos para el personal de a bordo en caso de peligro. Los soldados llegaron a la puerta y comenzaron a aporrearla e intentar abrirla sin éxito alguno. Tyra e Iris se encontraban cara a cara con su principal enemigo y con la bomba de energía ahí presente, latente y a la espera de ser eyectada al sol. — Da igual que cierres la puerta, malnacido, tú mueres hoy. Dichas palabras de la piloto fueron seguidas de un disparo de desesperación que apenas rozó el rostro de Trent, pero que de no haber apuntado bien, podría incluso haber herido a Iris. El infectado no se esperó ese gesto de la humana y se vio obligado a soltar a su rehén mientras se echaba al suelo. Hennessey cayó al suelo mientras Maxwell veía ahí la oportunidad para abrir la puerta. — ¡Corre Iris, ábrela! La soldado se levantó conforme pudo y corrió hacia el interruptor, pero antes de que pudiese llegar, Simons la tomó de las piernas y la hizo caer de nuevo al suelo. Tyra apuntó con su arma al infectado pero este actuó velozmente y le lanzó a Iris, haciendo que ambas chicas chocasen y cayesen al suelo. El Flasher salió volando hacia un lado de la sala mientras los demás soldados veían por la pequeña escotilla de cristal toda la escena, rabiosos por no poder acceder y ayudarlas. — Es vuestro fin, humanas. El Veerham cogió el arma entre sus brazos y se dispuso a fusilar a las dos mujeres, pero Iris actuó con rapidez y le asestó una patada giratoria que le quitó el arma de las manos, para acto seguido ver a Tyra lanzar un tackle sobre el torso de Trent, haciéndolo retroceder. Ambas se colocaron en posición de pelea cuerpo a cuerpo y el soldado infectado hizo lo propio, sonriendo como aquel que disfruta de lo que considera un juego. Esta vez fue la piloto la que tomó la iniciativa. Maxwell se lanzó al ataque con dos ágiles puñetazos que, sin embargo, no impactaron en el rostro de Simons. El infectado los esquivó con facilidad y siendo consciente de que Hennessey se preparaba para atacarle por el costado, decidió noquear sorprendentemente a Tyra. Con un golpe seco y limpio en la boca del estómago, la comandante provisional de la nave cayó de rodillas al suelo mientras se tomaba el abdomen, antes de recibir una fuerte patada en la cabeza que la lanzó a un lado de la habitación, quedando realmente aturdida. — ¡Tyra! — Exclamó Iris, que se lanzó al ataque. La embarazada no quería correr riesgos y eso era un hándicap a la hora de enfrentar a alguien tan temible como Mente Colmena. Su títere esquivó magistralmente dos patadas voladoras de la humana, que se vio repentinamente muy cerca de su contrincante. Trent intentó repetir la misma jugada con Iris asestándole un puñetazo en la barriga, pero ésta saltó hacia atrás con agilidad y lo evitó. No obstante, su rostro quedó expuesto para que el Veerham le hundiera un rodillazo en la barbilla, provocando un fuerte daño en su boca. La soldado Hennessey se desplomó en el suelo con una cascada de sangre saliendo de su nariz. — Ya me he cansado de jugar con vosotras — Murmuró Mente Colmena, sentándose sobre el cuerpo de Iris y colocándole las manos en el cuello — Las subespecies sois frágiles, así que terminaré con esto rápido. Mientras Trent se disponía a asfixiar a Iris hasta la muerte, Tyra veía como todo le daba vueltas. Aún aturdida, la piloto aprovechó que el infectado estaba distraído con su otra víctima para arrastrarse hasta el Flasher y obtenerlo, sin embargo, cuando se volteó para apuntarle, recibió un puntapié en el rostro y el arma volvió a desplazarse hacia un costado. Mente Colmena lanzó un grito de rabia al sentir que estaba perdiendo el tiempo y la posibilidad de llevarse la bomba de energía, por lo que comenzó a golpear brutalmente al cuerpo de Maxwell con golpes de todo tipo. La potencia de estos solo hacía que destrozar por dentro a la comandante provisional, que veía como perdía sus fuerzas a cada impacto que recibía su cuerpo. — ¡Me voy a llevar esa maldita bomba cueste lo que cueste! — Gritó Trent, pisándole la cabeza a Tyra repetidas veces, hasta que los huesos de su rostro se resquebrajaron bajo sus zapatos — ¡Así me gusta! ¡Oír como tu masa de carne sucumbe ante mí! — ¡¡¡Apártate de ella, hijo de perra!!! El Veerham se volteó rápidamente, pudiendo ver a Iris con el Flasher en sus brazos y el rostro totalmente ensangrentado, justo antes de recibir una lluvia de plasma que le agujereó todo el pecho. El cuerpo de Trent fue lanzado contra la pared por los disparos, tiñíendo de sangre el lugar. Sangre que se entremezclaba con la de la piloto, que ya no respiraba. La paliza que había recibido en tan poco tiempo pero a tanta intensidad había acabado con su vida. Iris abrió la compuerta mediante el cierre de seguridad manual y los soldados entraron inmediatamente, incluyendo una doctora syleriana que se acercó a comprobar el estado de Tyra, que resultó ser la más damnificada. La expresión en su cara lo dijo todo, haciendo que Hennessey se convirtiese en un mar de lágrimas. Tyra había sacrificado su vida por ella y por los demás. [...] La comandante Ripley corría a toda velocidad por el bosque próximo al nido de Mente Colmena, dirigiéndose en una ruta bastante directa hacia la Nolartis, siendo seguida por el emisario anixis y el soldado syleriano Thanix. Atrás habían quedado todas las víctimas que habían perecido en la misión: Rhadmo, Faggor, Clinton y Bárbara, siendo esta última la muerte que más afectaba a la líder de la expedición. Antaño la gobernadora de la humanidad, tras dejar su puesto y vivir de cerca la guerra en el territorio conocido, decidió embarcarse en la Nolartis con la intención de pelear contra el enemigo que destruyó gran parte de las colonias habitadas. Su muerte no sería en vano, pensaba Ashley. Eeron jamás esperaba vivir una situación como aquella. Cuando fue enviado desde su colonia hasta el viejo imperio para evaluar el estado de las cosas, cientos de años después, nunca se imaginó que conocería a las subespecies y que entablaría vínculos emocionales con algunos de ellos. Pero lo que menos podía pensar era que enfrentaría al mismísimo enemigo de sus antepasados, una bacteria inteligente que se empeñó en la destrucción de su especie y ahora de sus subespecies. El emisario no quiso regresar a su hogar para quedarse a ayudar a la Alianza, consciente de que podía ser lo último que hiciese. El soldado syleriano perdió a su familia en la ciudad de Sovaam, durante la invasión Veerham en Syleria. Un shock del cual apenas habían pasado dos años, pero un golpe que significó para Olver —ya miembro del ejército de la AIE— la decisión de alistarse en la expedición de la Nolartis, la segunda de esta nave, con el propósito definitivo de destruir a Mente Colmena definitivamente. Ahora, Thanix sentía que estaban tan cerca pero a la vez tan lejos de ese objetivo, que se centraba únicamente en el presente sin querer pensar en el luego. Y en el presente, los tres se encontraban huyendo de una gran multitud de Veerham en su estado más primitivo; caníbales hibernando en aquel nido hasta ser despertados por la llegada de la Nolartis. — ¡Ya estamos cerca! — Indicó la líder de la misión, tras estar corriendo durante un par de horas, sin apenas pausas — ¡Vamos, nos deben estar pisando los talones! Ashley no se equivocaba, pues a menos de dos minutos se hallaba un numeroso grupo de enemigos sedientos de destrucción, títeres enviados por un ente y organismo diferente a los conocidos. Mente Colmena dirigía sus operaciones desde aquel nido que la expedición acababa de visitar y solo con la bomba de energía se destruiría ese sistema en el que cual nació semejante peligro para el resto de formas de vida de la galaxia. — ¡Ahí! ¡La veo! Olver señaló la nave que les trajo a Veerhamia, en la etapa final de sus reparaciones para salir de allí, pero habiendo sufrido el contratiempo de lidiar con el infectado Trent. El trío desconocía que el soldado desertor terminó poseído por las esporas de Mente Colmena durante su camino de regreso, pero apenas podrían ponerse al día, pues la situación era límite y las oleadas de Veerham pronto rodearían la Nolartis como si de un caramelo para hormigas se tratase. El ambiente tan cargado de esporas en aquel planeta dificultaba la visión, especialmente en las cercanías a la nave, como si estas cosas se hubiesen concentrado en ese área para mayor probabilidad de infectar a toda la tripulación y evitar que la bomba saliese de ese mundo. No obstante, las cámaras externas detectaron la presencia de la comandante y sus acompañantes, por lo que abrieron la compuerta externa —protegida por una delgada capa de energía sustraída de la bomba— para darles acceso. Una vez dentro, varios soldados apuntaron tanto a su líder como a los otros dos soldados, decididos a no cometer el mismo error que con el soldado Simons. — ¡De rodillas y al suelo! ¡Ahora! — Exclamó uno de los soldados — ¡Es el protocolo de emergencia contra infectados! — ¡No estamos infectados, soldado! — Contestó Ashley, bastante molesta con ese acto — ¡¿Desde cuando se recibe así a la comandante de la expedición?! — Es por precaución — Musitó Iris, apareciendo entre el montón de personas que se había formado alrededor del trío recién llegado — Trent Simons subió a bordo infectado. — Mierda... — La líder de la misión agachó la cabeza, mostrándose cabizbaja y entendiendo ahora los motivos. — Desertó — Informó el emisario a los presentes — Encontramos varios cuerpos del segundo grupo y el nido de Mente Colmena. — Así es, ahora mismo deben estar viniendo muchos Veerham a esta posición — Añadió Thanix, visiblemente tenso — Mente Colmena sabía que vendríamos a su planeta y con la bomba de energía... — Espera, ¿qué cuerpos encontrasteis? — Hennessey centró su mirada en Ashley, pese a que fue Eeron quién dio esa información — ¿Mi padre y mi novio han...? — No lo sabemos — Contestó la comandante, tajante — Solo estaban los cadáveres de Faggor, Clinton... y Mason. — ¿Bárbara? — Preguntó uno de los presentes, un ingeniero, algo desolado. — La antigua gobernadora ha muerto... — Murmuró otro, un soldado el cual la tenía aprecio. — No puede ser. — Increíble. — Esto no vale más vidas. — ¡Silencio, maldita sea! — Exclamó la comandante Ripley, acallando murmullos innecesarios y levantándose tras haber estado arrodillada desde su entrada a la nave — Escuchadme todos. Quiero la Nolartis reparada lo más rápido posible y lista para partir, ¿entendido? Oda, informa a Tyra para que esté preparada. — Comandante Ripley, siento informarla de que la piloto Maxwell ha sido asesinada por el soldado infectado Trent Simons, quién se atrincheró con ella e Iris en la sala del núcleo con la intención de llevarse la bomba de energía. También han muerto un médico y dos guardias. Ashley sintió como si haber regresado a la nave hubiese sido un error, dado el aluvión de noticias negativas que se estaban intercambiando en el hangar. Sin embargo, aunque una muerte como la de Tyra también le infligía dolor dado todo lo que habían compartido en los últimos años, sabía que debía mantenerse fría en esos momentos. Algo que sería clave para escapar de Veerhamia con vida y eyectar la bomba hacia el sol del sistema, terminando definitivamente con la amenaza de Mente Colmena. — Ya me habéis oído — Dijo Ripley, con el semblante serio ante la mirada de todos — ¡Terminad las putas reparaciones y destruyamos este sistema para siempre! ¡Por la Alianza! — ¡Sí! — ¡Vamos, joder! — ¡Por la Alianza! — ¡¡¡POR LA ALIANZA!!! Los gritos efusivos de la tripulación, mermada por la cantidad de muertes acontecida desde su llegada al planeta de la bacteria, sembraron un ambiente de esperanza y trabajo en un momento en el que más lo necesitaban. Los ingenieros corrieron a proseguir con sus reparaciones, haciéndolo con ahínco y determinación al encontrarse en la etapa final de dichos arreglos. Los soldados ayudaban en lo que pudiesen y otros trabajadores dejaban preparados los comandos a accionar cuando la nave estuviese lista para partir. Iris se aproximó a Ashley y la tomó del brazo, gesto que no gustó nada a la comandante de la expedición. — No me cojas así nunca más — Le recriminó Ripley, sonando bastante amenazante — Recuerda que aquí soy la autoridad. — Recuerda tú que Lio y Lynx están ahí fuera — La soldado Hennessey tampoco estaba de buen humor, pero soltó a su superior — No voy a permitir que nos marchemos sin ellos. — Lo haremos, si es necesario — Dijo Ash, con la hoja de ruta clara — Tu padre lo entendería. — Me importa una mierda si lo entendería o no, no dejaré que esta nave salga de aquí sin ellos a bordo — Murmuró Iris, para no alzar la voz y llamar la atención de otros — Déjame coger un vehículo y salir ahí fuera a buscarlos. — Ni de broma, eso sería un suicidio de tu parte. Están viniendo Veerham en este momento, debemos partir cuanto antes. — No puedo irme sin ellos, Ash. — Oye, te entiendo, pero piensa lo que... — Estoy embarazada. La comandante enmudeció inmediatamente al escuchar aquello. Se quedó bloqueada durante un instante, observando el rostro de la joven soldado, mientras procesaba una noticia que aunque era agradable, no era buena dadas las circunstancias. Antes de poder contestar a semejante revelación, la voz de la IA de la Nolartis interrumpió cualquier trabajo o conversación que se estuviese llevando a cabo en cualquier parte de la nave. — Detecto formas de vida hostiles rodeando el perímetro de la nave. Signos de vida conocidos como Veerham. La Nolartis está siendo rodeada por cientos de ellos. — ¡¿Cientos?! — Gritó un neoniano que se estremecía al pensarlo. — ¡¿Qué hacemos?! — Exclamó un ingeniero thuniano, bloqueado en sus funciones al oír aquello. — ¡Acabad lo que tenéis que hacer y antes nos iremos! — Ordenó la comandante de la expedición, consciente de que iban contrarreloj — ¡Oda! ¡¿Podrá resistir el escudo de energía que bloquea la entrada de esporas y otros a la nave?! — Si seguimos usando esa energía durante más tiempo, la bomba podría perder efecto una vez eyectada al sol y el sistema tal vez no colapsaría enteramente — Explicó la IA — Lo que podría acabar en la no destrucción de este mundo y la supervivencia de Mente Colmena. — ¿De cuánto tiempo estamos hablando? — Tenemos diecisiete minutos antes de que sostener el escudo de energía haga insostenible la destrucción del sistema estelar mediante la bomba. — Mantén la cuenta atrás y cuando falte un minuto, si la nave sigue sin poder salir de aquí, eyectaré la bomba desde esta misma posición — Ordenó Ashley, mientras los presentes escuchaban estupefactos por lo que significaba esa orden — Calcula una ruta directa hasta el sol de este sistema y prepárate para lanzarla en ese momento. Si así debe ser, que así sea. — ¡Por Dios! — ¡La comandante ha perdido la cabeza! — ¡Vamos a morir todos si hace eso! — De igual manera moriremos todos si no destruimos para siempre a Mente Colmena — Eeron intervino a favor de Ashley, entendiendo que podría ser necesario el sacrificio de todos para que el territorio conocido sobreviviese. Cada uno tenía su función y debían darse prisa si querían sobrevivir a esa cuenta atrás impuesta por la necesidad y controlada por Oda, que de pronto, anunció algo inesperado a la vez que sorprendente para todos. — Actualización de estado: los Veerham estaban agolpados contra la estructura de la nave, golpeándola incesantemente, pero algo ha desviado su atención. — ¿Y qué ha sido? — Preguntó Olver, también en la sala del hangar. — Hay disparos — Respondió Oda, dando un atisbo de esperanza a algunas personas de las allí presentes — Probablemente sean el subcomandante Santos y el ingeniero Herswood. [...] — ¿Ves eso? Los ojos del hombre de Ceres estaban clavados en la escena que tenía justo delante: una cantidad ingente de Veerham rodeaba la nave como si se tratase de una horda de animales salvajes acosando a su presa. Lynx sintió como un escalofrío recorría su columna vertebral solo de pensar siquiera en como podrían atravesar a esa multitud rabiosa y salir ilesos en el proceso. Lio, por su parte, se había visto muchas veces en situaciones críticas, por lo que el miedo no era la principal emoción que ocupaba su mente; sí lo era el evitar que esos seres entrasen en la Nolartis y matasen a su ahijada. — Como para no verlo, chico — Musitó el subcomandante de la expedición — Esto no va a ser fácil. — Espera, ¿qué? — Lynx no esperaba que el padrastro de su novia tuviese un plan — ¿Cómo pretendes que atravesemos a todos esos Veerham? ¡Nos destrozarán antes de acercarnos siquiera! — ¿Te quedan balas? — Fue la pregunta de Lio mientras comprobaba su munición — Me queda un cargador y medio. Ciento veinte balas. — Dime que estás de broma, Lio... — El ingeniero veía esa pregunta como algo desalentador, mientras comprobaba el estado de su cargador — Veinte balas. Con esto no voy a ningún lado, tío. ¿Cuál es tu plan de psicópata? Santos le cedió medio cargador, haciendo que Herswood contase ahora con sesenta balas, lo que hacía casi un cargador completo. Observando la escena desde cierta distancia para mayor prudencia, tras una espesa maleza y una escasa visión, subcomandante y soldado salieron de su posición con la clara intención de revelar su ubicación. El plan del hombre de Ceres era claro: distraer a los Veerham el tiempo suficiente como para que la Nolartis pudiese partir y así Iris quedase a salvo, aunque ello significase su muerte y la del propio Lynx. No obstante, antes de apretar el gatillo de sus Striker, su radio emitió un mensaje claro. — Subcomandante Santos, ¿me recibe? Soy Oda. — Te recibo, alto y claro. ¿Situación dentro? — A salvo, pero por poco tiempo. Nos quedan quince minutos de energía antes de que la bomba pierda eficacia, por lo que la comandante ha ordenado eyectar la bomba desde aquí antes de que se agote dicha energía. — ¡Espera! ¡¿La comandante pretendía abandonarnos aquí?! — El joven Herswood no se lo podía creer. — Es lógico, piensa un poco, muchacho — Lio entendía bastante bien la situación — Es lo que un líder debe hacer. Ashley es una líder, no me sorprende que haya tomado esa difícil decisión. — No he contactado aún con la comandante para revelarle que estáis vivos, porque como IA de esta nave, estoy programada para obedecer pero sobre todo para mantener la estructura de la Nolartis. Y con los Veerham ahí fuera, el despegue será peligroso. Podrían estar dañando la protección externa de la nave y que nuestro viaje de regreso peligrase. — Oda... — El hombre de Ceres supo inmediatamente lo que ésta quería decirle — A veces pienso que eres algo más que una simple IA con la que charlar. Ojalá haberte tenido también en la Arcadia, cuando el viaje no hizo más que empezar. — Ha sido un privilegio colaborar con alguien como tú, subcomandante Santos. He aprendido mucho de ti. Gracias por entenderlo. La transmisión se cortó tras el último mensaje de la IA, dejando a un Herswood totalmente perplejo respecto a lo que estaba oyendo. Si su intuición no le fallaba, Oda les había pedido subliminalmente que se sacrificasen por el bien de la nave y por ende, de aquellos que la habitan. Sus manos comenzaron a temblar incansablemente, hasta que Santos apoyó las suyas en los hombros del ingeniero. Los ojos de ambos se cruzaron desde el interior de sus cascos. — Tienes que irte, Lynx — Indicó el subcomandante al novio de su ahijada — Aléjate y rodea el perímetro, sé sigiloso e inteligente. Te daré la oportunidad de que regreses a la nave atrayendo a esos Veerham hacia mí. — L-Lio, tú... — Herswood supo inmediatamente que pretendía hacer su suegro — ¿Qué le digo a Iris? — Simplemente dile que su aparición en mi vida me salvó de morir mucho antes — Contestó Lio, mostrándole una sonrisa al ingeniero que éste pocas veces había visto — Morir por una causa como esta, morir para que ella y otros tengan un futuro, merece totalmente la pena. Todo ser humano merece morir por algo que le dé sentido a su vida y para mí es esto. Ha llegado mi momento. — Y-yo... — Lynx le tendió la mano a su subcomandante y también familia durante los últimos años — Gracias. Por todo. — Cuida de Iris, chico — Sentenció Santos, estrechándole la mano con respeto y aprecio — Ahora vete, rápido. Lynx asintió con determinación y se marchó corriendo, consciente de que contaba con el tiempo justo mientras Lio efectuaba su drástico plan, ese que terminaría con su más que probable final. Ochenta balas para frenar a cientos de Veerham, demasiados como para contarlos. Siervos de Mente Colmena durante un siglo que después de tanto tiempo habían salido a la luz con la orden de evitar que una luz más potente le destruyera. Antaño vidas simples en una sociedad imperial que se expandía por la Vía Láctea, siendo ahora un ejército de marionetas contra un único hombre, un ser humano llamado Leonardo Santos; el hombre de Ceres. — Fabián, Hillary, Westley, Dyrian, Lina, Axlor, Arva... nos vemos pronto — Lio miró una última vez al cielo, Striker en mano, sintiendo los rayos del sol penetrar a través de su casco — Lill, Snow, Ash, Iris... os estaré esperando. Gracias a todos por haber sido parte de mi familia. [...] — Hay disparos. Probablemente sean el subcomandante Santos y el ingeniero Herswood. Desesperada por verlos, Iris corrió hacia uno de los ventanales de la segunda planta —ya que en el hangar y en la primera planta no había visión de cara al exterior— y se percató de que esa muchedumbre de infectados anixis se lanzaba contra lo que parecía ser un único hombre, clavado en la lejanía como si de la silueta de un héroe se tratase. La ausencia de alguien a su lado hizo que la soldado supusiese, inmediatamente, que se trataba de un plan que solo podía haber sido orquestado por la mente de su padrastro. — ¡No! ¡Espera! — Exclamó la mujer mientras golpeaba el cristal del ventanal con desesperación — ¡Papá! ¡Papá, no lo hagas! ¡Lio! De pronto, el ruido de los disparos del hombre de Ceres en el exterior se entremezcló con el sonido de disparos en el hangar de la nave. Hennessey se volteó con nerviosismo, temiéndose lo peor, mientras empezaba a bajar escalones hasta regresar a la primera planta y ver que estaba ocurriendo. Varios trabajadores fueron junto a ella, atraídos por la curiosidad de ver que estaba pasando a la vez que preocupados por oír disparos en la propia Nolartis. Lo que sus ojos vieron fue una escena bastante tensa. — ¡No dejéis que entren! — ¡Disparad con todo! — ¡Son demasiados! La barrera de energía se había desconectado por orden de la comandante dado el consejo de Oda de no forzar a la bomba de energía para que esta no perdiese su efectividad una vez el tiempo establecido llegaba a su fin. Además, la irrupción de los Veerham en el hangar llegó precedida por la aparición inesperada de Lynx, que se encontraba ayudando a sus compañeros de tripulación, disparando su arma contra los enemigos que intentaban abrirse paso entre los soldados de la Alianza. Una batalla campal en el hangar para evitar que Mente Colmena tomase el control de la nave y evitase su despegue. — ¡Iris! — Ashley apareció junto a la soldado, cediéndole un Flasher rápidamente mientras disparaba a varios Veerham que estaban enfrentando a algunos soldados — ¡Corre a ponerte el traje, las esporas han entrado! — Comandante, las reparaciones han finalizado — Informó Oda por megafonía, haciendo sabedores a todos de este dato de especial relevancia — Me dispongo a despegar. — ¡Hazlo, Oda! La compuerta del exterior se comenzó a cerrar, evitando el paso de más infectados. Sin embargo, no habían pocos a bordo y el hangar se había convertido en una pequeña zona de guerra en la que soldados aliados enfrentaban a los Veerham tanto con armas como cuerpo a cuerpo. Las esporas comenzaron a invadir velozmente el espacio del hangar, por lo que Ripley optó por cerrar manualmente las compuertas y evitar así que nadie saliese del lugar, estuviese infectado o no. La líder de la expedición no quería correr riesgo alguno. — ¡Lynx! — Gritó Iris, viendo que su pareja se quedaría encerrada ahí dentro con muchos potenciales infectados. — ¡Tiene el traje, las esporas no le harán nada! — Ashley quiso tranquilizar a la chica — ¡Resistirá! La Nolartis comenzó a alzarse en el cielo y sus propulsores fundieron a muchos Veerham que se quedaron bajo ellos, hasta que finalmente salió disparada a la órbita planetaria, desde la cual se eyectaría la bomba en dirección al sol de dicho sistema. La salida de Veerhamia apenas tomó veinte segundos y la nave, que estaba siendo pilotada por Oda, prosiguió con el plan. La comandante, seguida por Iris, Eeron y Olver, se dirigió a la sala del núcleo, hogar de la bomba de energía que los científicos sylerianos construyeron hacía más de dos años en Sovaam, previo a la invasión del enemigo. Una vez en la habitación central de la nave, Ashley sabía que solo quedaba un último paso antes de lanzar la bomba: la activación manual. Sin dudarlo ni un instante y bajo la atenta mirada de sus acompañantes, la comandante Ripley efectuó el comando pertinente para acto seguido tener que salir de la sala. Un agujero en el techo se abrió repentinamente mientras la bomba de energía era colocada en ese hueco por unos brazos mecanizados. Acto seguido, la sala se llenó de un humo tan blanquecino que apenas se podía ver nada, haciendo que los presentes se preguntasen si todo iba bien o había algún tipo de problema en el lanzamiento. — ¿Oda? — Eeron buscaba una explicación de parte de la IA que no tardaría en llegar. — Ruta calculada y objetivo fijado — Dijo Oda, que ya se había encargado de cartografiar la trayectoria de la bomba hasta el sol — Tres, dos, uno... eyección. La bomba de energía ha sido lanzada con éxito. — Sácanos de aquí — Ordenó Ripley, sintiéndose por primera vez en mucho tiempo, aliviada — Quiero alejarme del infierno que está a punto de darse aquí. — Recibido, comandante. Estableciendo ruta de regreso a casa. [...] El hombre de Ceres se había quedado sin munición, por lo que solo le quedaba enfrentar a sus enemigos cuerpo a cuerpo mientras estos se lanzaban hacia él con absoluto ímpetu y deseo de aniquilarlo. La desesperación de Mente Colmena tras ver fracasar su plan se podía ver en la brutalidad con la que sus infectados perseguían y rodeaban al humano que se había quedado atrás para darles así una oportunidad a los suyos. Santos solo podía defenderse con sus golpes y esquivar a los más atrevidos en su intento por agarrarle, hasta que de pronto, una luz completamente cegadora frenó al propio soldado y a los Veerham. Fue solo un segundo en el que todo se veía de un blanco muy potente que hacía imposible distinguir siquiera lo que tenías delante. Tras esto, todo volvió a la normalidad, pero el subcomandante de la expedición se percató de que ningún enemigo le atacaba. Todos levantaban la mirada hacia el cielo, en el cual se podía ver un punto brillante que se hacía cada vez más grande y que Lio supo reconocer por el suceso que vivió desde Neonia hacía muchos años atrás: Colapso. — Vaya... con que así se siente — Musitó para sí mismo el hombre de Ceres, justo antes de poner fin a su existencia sin dolor ni sufrimiento. La Nolartis ya se había alejado lo suficiente como para perderse el espectáculo de luces que iba a ocasionar la bomba de energía en el sistema que vio nacer a la bacteria. La expedición había perdido a mucha gente en la misión, pero esta estaba cumplida y por ende, tocaba regresar al territorio conocido sabiendo que la mayor amenaza de sus vidas había sido erradicada. La lucha en el hangar se seguía dando durante un rato más y los soldados, entre los que estaba Lynx, empezaban a temer que los infectados por Mente Colmena aún pudiesen seguir activos y bajo su influencia pese a la destrucción de su nido, lo que significaría que la guerra aún no había terminado. No obstante, los Veerham se detuvieron en sus ataques repentinamente, sorprendiendo a los soldados de la AIE, mientras se quedaban quietos como si de cascarones vacíos se tratasen. Aquellos tripulantes que habían inhalado inevitablemente las esporas que irrumpieron en el hangar y por ende estaban siendo infectados, cayeron al suelo como si un rayo fulminante los hubiese matado. Únicamente el ingeniero Herswood quedó en pie, observando a su alrededor decenas de cuerpos sin vida, sintiéndose en una pesadilla de la cual pronto podría despertar. La compuerta que daba acceso al hangar se abrió y tras ella apareció Iris, que no dudó en correr hacia los brazos de su amado y abrazarlo con fuerza, sin poder contener el llanto. — Te amo, Iris — Musitó Lynx, con lágrimas en los ojos — Jamás volveré a separarme de ti. Al mismo tiempo que esto sucedía en el hangar, el emisario anixis observaba desde uno de los amplios ventanales laterales de la nave como un destello cada vez más minúsculo destacaba débilmente en el firmamento, conforme la Nolartis se iba alejando de la destrucción del sistema de los Veerham. Eeron lanzó un suspiro de resignación por todas las muertes acontecidas y por sus ancestros caídos en batalla contra el mismo enemigo, pero también suspiró de alivio por haber puesto fin al peligro que representaba Mente Colmena para su especie y para las subespecies, a las cuales había cogido un cariño especial. Olver se encontraba sentado en el puente de mando, con la mirada fija en el basto horizonte que se abría ante sus ojos y con la gratificación de un trabajo bien hecho. Con el fin de la misión y la venganza por haber perdido a su familia en el ataque a Syleria, el soldado syleriano sonrió pese a las pérdidas, porque él al menos seguía vivo para contarlo. Y eso era más que suficiente para sonreír. Aunque no se sentía igual la comandante de la expedición, a solas en su camarote, en el cual liberaba toda esa tensión y estrés que había acumulado anteriormente. Ashley sollozaba desconsolada en su cama, recordando a todos aquellos que habían perdido la vida bajo los seres manipulados por Mente Colmena. Especialmente dura era la muerte de Lio, a quien ella consideraba más que un amigo, un hermano. Su sacrificio era honorable, pero su pérdida era irreparable. Ripley sentía que no podía haber llegado hasta ahí de no ser por el apoyo y al aprendizaje que el hombre de Ceres le brindo a lo largo de los años. — Descansa en paz, viejo amigo — Se dijo para sí misma, con el recuerdo de Lio muy presente — Nunca dejaré de quererte. [...] Unas horas después Lynx dormía plácidamente, exhausto tras los sucesos que había vivido en Veerhamia y en la Nolartis hacia muy poco tiempo. A su lado se encontraba Iris, con los ojos abiertos y la mirada fijada en el techo del camarote que ambos compartían. La mujer se acarició la tripa mientras pensaba en la pérdida de su padrastro y en el fin de la misión, consciente de que Lio había dado su vida para que ella junto a Lynx —y ese bebé— tuviesen un futuro. De pronto, Hennessey decidió que ya no tenía sentido callarse sobre el embarazo, por lo que despertó suavemente a su novio, al cual le tomó un minuto completo desperezarse y abrir los ojos. Herswood se recostó sobre el pecho de su pareja, sabedor de que si esta le había despertado, era para contarle algo importante. — ¿De qué se trata? — Preguntó el ingeniero repentinamente, evidenciando lo mucho que conocía a su novia tras varios años a su lado. — Estoy embarazada de varias semanas — Contestó ella rápidamente mientras le acariciaba el cabello, sin ninguna pausa y siendo directa — Vamos a ser padres. Lynx apenas se movió de su posición. Estaba demasiado agotado tanto física como mentalmente como para celebrarlo con efusividad y además tampoco es que se sintiera bien emocionalmente, tras ser testigo del sacrificio de Lio y de otras muertes con anterioridad. Sin embargo, en sus ojos se pudo percibir un brillo que fue seguido por un brote de lágrimas silenciosas e incesantes. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al mismo tiempo que él cerraba los ojos y se colocaba mejor sobre el vientre de Iris. Ella también sonrió, emocionada. — No creo que puedas oírlo aún — Murmuró Hennessey, sin dejar de acariciarle el pelo a su pareja — Quizá sea demasiado pronto. — Estoy deseando escucharlo — Respondió Herswood, entrecerrando los ojos debido al cansancio y a la comodidad en la que se sentía, olvidando por un instante todo lo que había pasado horas antes — Comprendo porqué no me lo dijiste antes y me alegra que no lo hicieras. — ¿Por qué? — Porque me hubiese quedado a bordo. No habría estado ahí fuera para ayudar a tu padre y despedirme de él. — ¿Qué te dijo? — Simplemente dile que su aparición en mi vida me salvó de morir mucho antes. Morir por una causa como esta, morir para que ella y otros tengan un futuro, merece totalmente la pena. Todo ser humano merece morir por algo que le dé sentido a su vida y para mí es esto. Ha llegado mi momento. — Que tu aparición en su vida le salvó de morir mucho antes. Y que morir para que todos tengamos un futuro es lo que le ha dado sentido a su vida — Reveló Lynx, ante la incontrolable cascada de lágrimas en lo que se convirtió el rostro de Iris — Quiero seguir su consejo, amor mío. Quiero mantener su legado vivo. — Lo haremos.
Bueno, amigo, ya tuvimos leída en simultáneo el finde, y por eso no me extenderé, pero no por eso quiero comentar lo más destacado para mí en este capítulo. Primero, creo que Tyra tuvo un momento de poca lucidez al no haber disparado a Trent mientras estaba distraído. Se dice que podría haber hecho daño a la bomba, pero podía ser un riesgo válido, sobre todo sabiendo que era un enemigo a quien no podrían dañar físicamente. Terminó muerta por eso, ya que luego ella e Iris apenas tenían apoyo. Al menos no lastimaste a Iris, que eso habría sido imperdonable. Segundo, creo que la escena de Lio y Lynx procesando todo lo que estaba pasando fue genial. Los enemigos les agolpaban la nave, y por eso, la tenían jodida. Incluso vemos que Oda, pese a haber sido diseñada para servir a la población, les insinuó que se sacrificaran para no comprometer la misión. Pero bueno, Lio no iba a dejar que su pequeña se quedara sin su pareja, y mucho menos con el destino fatídico de quedarse atrás y morir en la explosión de una bomba solar, tal y como él perdió a Hillary. Fue bonito, y las palabras que le dijo para que él le diga a Iris fueron bonitas Tercero, la narración de Lio enfrentándose a los Veerham y luego estos quedándose quietos viendo el resplandor fue genial. Te luciste en esa parte. Lio estuvo desde el comienzo, justamente él debutó en el capítulo 1. No puede haber algo más OG que eso. Pasó por guerras, conflictos, atravesó los bandos de los buenos y de los malos, y tuvo un desarrollo espectacular, cargado de decisiones pesadas, creación de amistades, enemistades y tragedias. Es una pena que él no haya podido establecer una familia propia, pese a que tuvo varias pretendientes a lo largo de la historia, pero quizá ese no era su destino. Al final, crió a Iris y la preparó para el futuro. Cuarto, cuando el sistema explota y Mente Colmena muere para siempre (síííííí, adiós para siempre a esa bacteria maldita ) vemos que los veerham que estaban en la nave caen muertos. Lo que significa que los infectados en Paraíso también deberían morir, sin embargo, si el capítulo transcurre en la misma línea de tiempo que este, podría pasar un tiempo antes de que eso pase. Creo que los Renegados, por lo menos los infectados, tienen las horas contadas. Solo espero que no me quiten a un personaje querido antes de que eso pase Quinto y último, me encantó la escena final de Lynx e Iris. Y pronto, esa familia tendrá un nuevo integrante. Quiero más de ellos, y ya sabes a qué me refiero cuando digo esto Con eso me despido. Ojalá este finde el foro esté en pie para que podamos leer por allí, pero sino, sabes que ahí estaremos Un abrazo.
Menos mal que el foro ha vuelto, porque últimamente anda cayéndose más que un niño de dos años XD. Quiero agradecer a mi querido amigo Agus estresado por su presencia siempre aquí, pero especialmente por la leída en simultáneo del finde pasado, que lastimosamente no pudo hacerse en el foro. Ojalá podamos tener algunas más antes de que se caiga... bueno, espero que tarde mucho en ocurrir. Sin más, le dejo a él y a quiénes estéis aquí, para disfrutar la lectura. Este capítulo cierra un ciclo y abre otro, espero os guste. El despertar de la colmena — Somos Los Renegados y tenemos el control del arca cuatro. Si no obedecéis, esto será destruido y vuestro proyecto de viaje hacia los Anixis será historia. No me importan las vidas de nadie, únicamente una cosa: la muerte de los líderes de la Alianza. Así que líderes, entregaos en el arca cuatro. Hacedlo por el pueblo, u observad como mueren ellos junto a vuestro sueño. Los policías de la comisaria de Ciudad Anixis escuchaban ese mensaje por todas las radios al unísono. También lo oyeron en la base militar, donde aún se estaba asimilando el asesinato de Cyprus y el asalto que se había llevado a cabo por Los Renegados. Ender y Yak llegaron a esos respectivos lugares, cada uno con un propósito diferente. El humano, ya con la información obvia de que el grupo terrorista pretendía destruir el arca, se disponía a preparar a todo policía para intervenir. — ¡Aquí el comisario Xom enviando un mensaje hacia la centralita de Ciudad Alianza! ¡Arca cuatro! ¡¿Me recibís?! ¡Tenemos información de que estáis bajo ataque! ¡Confirmad! El neoniano, por otra parte, dejaba a su hijo en manos de los soldados que protegían y custodiaban la base, los cuales llevaron al pequeño Jaarik hasta la vivienda donde protegían también a Vraco y Omnius, al ser jóvenes relevantes de cara al futuro de la propia Alianza. — Aquí estarás a salvo, Jaarik — Le dijo su padre, mientras los jóvenes presentes miraban la escena con atención — Vraco y Omnius, ¿verdad? — Así es — Asintió el hijo del Elegido — ¿Sabe usted que está pasando ahí fuera? — Es una larga historia, joven — Respondió Yak, viéndose bastante apurado — Seguro que tu padre te la cuenta una vez se solucione todo. — Señor Quetaryan. El thuniano huérfano captó la atención del adulto, el cual iba escoltado por dos soldados de la Alianza. Aquel que sería el futuro líder de su especie se aproximó al actual líder neoniano con absoluta seriedad. — Debería saber que el asesino de Cyprus no fue el sabio Cohren, sino el sabio Dexton. Esa impactante revelación sorprendió tanto a Yak como a los dos soldados que le acompañaban por su seguridad. Incluso Omnius, quien desconocía ese dato, se quedó perplejo durante unos segundos, observando a un Vraco que no pudo contener las lágrimas. El joven thuniano recibió el apoyo de su amigo syleriano, que le rodeó con el brazo en señal de fuerza y aprecio mientras el líder de los neonianos asimilaba la chocante noticia. Uno de los soldados quiso informar a su superior. — Líder Quetaryan, el sabio Cohren está en una de las celdas esperando su juicio y... — Vraco, ¿estás seguro de lo que dices? — Yak se dirigió de nuevo al joven — ¿Cómo sé que cuentas la verdad? — Lo comprobará usted mismo — Le replicó el thuniano mientras se quitaba las lágrimas — El sabio Dexton se ha ido a Ciudad Alianza con un grupo de soldados thunianos que han sido engañados por él. Ciudad Alianza hacia referencia al arca cuatro de La Unión que servía de colonia en Paraíso junto a la más poblada Ciudad Anixis. Aunque no se usaba mucho ese nombre, el arca fue bautizada así hacía dos años, tras el fin de la invasión Veerham en el territorio conocido. Precisamente en ese lugar es donde se acababa de dar una masacre, ya que parte de sus colonos habían sido aniquilados por al menos cuarenta miembros de Los Renegados, liderados por Adam Brant. — ¡Aquí el comisario Xom enviando un mensaje hacia la centralita de Ciudad Alianza! ¡Arca cuatro! ¡¿Me recibís?! ¡Tenemos información de que estáis bajo ataque! ¡Confirmad! — Apaga ese comunicador — Un malhumorado Brant lanzó la orden directa a uno de sus súbditos. — Por supuesto, jefe. Zack, uno de los miembros de más confianza para el antaño multimillonario de Puerto Arcadia, obedeció la orden dada por el mismo. La comunicación directa con Ciudad Anixis había sido cortada de raíz, por lo que ahora en dicha ciudad solo podrían recibir los mensajes desde el arca, sin poder enviar ellos alguno. El líder del grupo de agentes infiltrados que Mente Colmena poseía en el territorio conocido se levantó de su silla, donde estaba, con el semblante serio y visiblemente frustrado. Su solicitud de que los líderes restantes de la Alianza se presentasen allí en la colonia como sacrificio por su pueblo no había servido de nada. — Esos malnacidos... quieren mantenerse en el poder cueste lo que cueste — Murmuraba Adam para sí mismo, ante la vista de varios de sus hombres en aquella centralita de comunicaciones del arca — Zack, ve a ver si Dexton tiene la situación bajo control. Llévate a un grupo armado contigo y esperad la llegada de las autoridades. No van a obedecer a mis peticiones, así que verán como el arca vuela en pedazos. — Las bombas detonarán en media hora — Informó un syleriano renegado — ¿Órdenes? — ¡¿No me has oído, inépto?! ¡Resistid a las autoridades, maldita sea! ¡Van a venir! ¡Es cuestión de...! Las palabras de Adam se vieron interrumpidas por un tiroteo no muy lejano a la sala donde se encontraba, lo que presagiaba el inicio de un conflicto armado, algo muy diferente a ir masacrando a la población inofensiva de Ciudad Alianza. El líder de los Renegados lanzó una mirada furiosa a sus súbditos, quiénes lo interpretaron como la orden de ponerse en marcha, mientras el tiroteo se intensificaba en el exterior. El grupo de soldados thunianos comandado por el sabio Dexton estaba enfrentando a dos únicos tiradores que se lanzaron a hacerles frente. Cuando el actual líder thuniano los reconoció, no pudo evitar sonreír, consciente de que al menos uno de los líderes de la Alianza estaba allí presente, siendo el otro el marido de la gobernadora humana. Aquello fue considerado por Dexton como una buena oportunidad para asestar un golpe mortal al liderazgo de la AIE, renqueante durante los últimos dos años tras todo lo sucedido. — No podremos enfrentarlos a todos — Dijo Crane, cubriéndose tras una gruesa pared — Solo somos dos. — ¿Qué sugieres, Lill? — Uno de los dos debería quedarse aquí y distraer a ese grupo mientras el otro se escabulle y les ataca por la retaguardia. Es arriesgado, pero daremos tiempo a que llegue Ender con policías y a Yak con soldados. — Está bien, nadie dijo que fuese a ser fácil. — Nunca lo es, amigo mío. — Yo los distraeré — Decidió Paokt, determinado a ello — Tú vete y sorpréndelos por donde no se lo esperen. El ex comandante de la expedición de la Nolartis asintió al Elegido syleriano, asomándose una última vez por su cobertura para efectuar unos disparos disuasorios que irían seguidos de una balacera por parte de Om para que Lill pudiese salir corriendo en la dirección óptima. La lluvia de disparos devueltos por los renegados obligaron al syleriano a resguardarse rápidamente si no quería ser alcanzado. Sus ojos vieron marchar a Lill por una esquina, perdiéndole de vista al mismo tiempo que su pensamiento iba con el guerrero humano. — Ve con cuidado, hermano. [...] El sabio Dexton se encontraba tras la línea de tiro, armado pero sin efectuar ningún disparo, tan solo observando como sus súbditos —en especial los soldados thunianos de la Alianza que habían sido manipulados por su palabra— servían a sus deseos y obedecían sin rechistar tanto a él como al principal artífice de la existencia de Los Renegados, el propio Brant. El que antaño manejaba el resort turístico del polo norte de Vulkano lideraba ahora las operaciones de su grupo terrorista desde la sala central de comunicaciones del arca, también desde donde escuchaba todo el ruido del conflicto que se estaba dando. Pronto, esos disparos un tanto aislados se convertirían en una batalla campal entre Striker, Flashers y otras armas de gran calibre. Varias lanzaderas se avecinaban a la ubicación de Ciudad Alianza, en las cuales iban Ender y Yak decididos a terminar con la amenaza terrorista que había sumido en el caos a la debilitada sociedad de Paraíso. Al ver esto, el pequeño grupo liderado por Milner se preparó para recibirles con una fuerte resistencia. Los renegados se posicionaron en diferentes lugares mientras las lanzaderas de la Alianza iban tomando posiciones, aterrizando en diferentes sectores y plantas del arca, usando los miradores de ambos lados para ello. — ¡Abrid fuego! — Gritó Zack a los suyos, siendo esa orden precedida por una balacera contra los vehículos aéreos de las autoridades. De una de esas lanzaderas bajó el comisario Xom, que tuvo que saltar ágilmente hacia un costado para obtener una cobertura ventajosa, ya que apenas había lugares en los diferentes miradores donde cubrirse. En cuestión de minutos, el arca se convirtió en un escenario de batalla entre policías y soldados de la Alianza contra los terroristas que se hacían llamar Renegados. Brant observaba por las cámaras de la sala central del arca como se sucedía todo, una vez activadas por él mismo para mayor control de la situación. Lo que el líder renegado y agente de Mente Colmena no sabía era que su zona segura ya no lo era. Adam vio en una de las pantallas el reflejo de una figura bastante familiar, acechándole en la entrada a dicha sala. — Voltéate, Adam — Le indicó Lill con su Striker en alto y apuntándole — Lentamente. El tipo obedeció sin más opción que esa, encontrándose cara a cara con el marido de la que consideraba su archienemiga, aquella a la que había dado orden de asesinar y la cual se encontraba en coma por ese acto. Los dos hombres se miraron detenidamente durante unos segundos, teniendo la clara ventaja Lill, al estar sujetando el arma en sus manos. El silencio en el lugar era roto por el incesante ruido de los disparos entre ambos bandos, pero posteriormente, el propio Adam fue el encargado de abrir la boca. — ¿Qué tal está Snow? — La pregunta hecha por el líder renegado hizo que Lill enfureciera — He oído que está bastante mal, que quizá no despierte del coma. — Me voy a asegurar de que tú tampoco despiertes, nunca jamás — El ex comandante irradiaba odio por los poros, algo que era evidente para su enemigo. — Bueno, puedes matarme si es lo que quieres — Brant expandió sus brazos en un gesto de superioridad que no sentó especialmente bien a Lill — A estas alturas seguro que sabes que todo esto no terminará conmigo. — Tengo puestas mis esperanzas en la expedición, Mente Colmena — Crane se dirigió a la bacteria, esa que estaba dentro del humano que por el momento tenía el control de su cuerpo — Ahora dime, Adam. ¿Por qué? ¿Qué ganaste dándole tu vida a ese ser y traicionando a tu propia gente? — ¿Que qué gané, Lill? ¿De verdad me preguntas eso? — El que fuera dueño del destruido Puerto Arcadia lanzó una carcajada al aire antes de contestar — Tú, tu mujer, los líderes de la Alianza... trajistéis a los Veerham al territorio conocido, todo por esa estúpida expedición por encontrar respuestas sobre los Anixis. Perdí mi dinero, mi reputación, mi proyecto del arca, Puerto Arcadia, incluso a mi hijo... Crane pudo ver en el líder de Los Renegados como un par de lágrimas brotaban de sus ojos, sabiendo así que en ese preciso momento, Adam estaba en control de sí mismo. El infectado siguió hablando, mientras una parte de su consciente influenciado por Mente Colmena advertía a algunos de sus súbditos sobre la presencia de Lill en la sala central, por lo que varios enemigos se dirigían al lugar sin que el ex comandante lo supiese. — Yo le propuse a Snow aliarnos, le pedí a la Alianza que financiara conmigo el proyecto del arca y a su vez estaba dispuesto a enviar una segunda expedición en busca de la que tú comandabas, perdida durante cinco meses ahí fuera — Roto por el dolor, Brant alzó la voz mientras crecía la rabia en su interior — ¡La Alianza me rechazó como basura y además contribuyó a que lo perdiese todo! ¡Tú, Lill Crane, eres tan culpable como tu mujer! ¡Ambos vais a morir y no formaréis parte del renacer de esta sociedad bajo el mando de Mente Colmena! Antes de que Lill pudiese responder, varios disparos atravesaron los cristales de la sala, haciendo que el ex comandante se lanzase al suelo para evitar ser alcanzado. Adam aprovechó ese momento para salir corriendo, dejando a Crane en una situación muy peliaguda. Cuatro renegados entraron con sus armas en alto buscando al hombre de la Alianza, que se había escondido tras una de las mesas. Siendo una sala no muy grande, era cuestión de tiempo que le encontraran, por lo que Lill salió de su escondite y pilló por la espalda a uno de los terroristas, tomándolo del cuello y robándole su Striker. — ¡Ahí está! — ¡Matadlo! — ¡Que no escape! El ex comandante de la Nolartis utilizó de escudo a aquel renegado, que se vio en una tesitura demasiado difícil de salvar. Sus compañeros no dudaron en abrir fuego contra él, agujereándolo como si de un queso se tratase. Uno de los disparos rozó el muslo de su pierna izquierda, por lo que Crane tuvo que echarse a un lado ya que con semejante lluvia de balas sería imposible resistir. Dolorido y contra tres oponentes bien armados, la suerte empezaba a acabarse para el hombre. No obstante, cuando parecía que se iba a encontrar en un muy serio apuro, una ráfaga de disparos plasma rápidos impactó en los tres renegados que iban a cazar a Lill, haciendo que estos cayesen inertes al suelo. El humano se levantó conforme pudo mientras veía aparecer a su viejo amigo Om, que no dudó en ir a ayudarle. — ¿Estás bien? — Le preguntó el líder syleriano, viendo la herida de bala en una de las piernas. — Si no hubieses llegado a tiempo no sé que habría sido de mí — Se sinceró Lill, lanzando una risa nerviosa tras sus palabras — Gracias, Om. — Para eso estamos, hermano. [...] Ender organizaba a las fuerzas policiales que había traído consigo para la batalla campal que se estaba dando en toda el arca cuatro. El intercambio de balas entre ambos bandos se intensificó al principio, pero con diversas bajas en los dos lados, todo pasó a ser una lucha más estratégica, de disparos aislados. El comisario de Ciudad Anixis observó como uno de los renegados, aquel que no dejaba de mascullar órdenes a su gente, se subía a bordo de una lanzadera para abandonar la zona. El jefe de policía no dudó en tomar la radio para informar de ello. — ¡Aquí el comisario Xom! ¡Uno de los terroristas ha tomado una lanzadera y se dispone a huir del área! ¡Solicito fuego contra ese vehículo aéreo! ¡Derribadlo inmediatamente! — Recibido, Ender. — ¿Yak? — Al oír esa voz por la radio, el policía creyó reconocer al líder neoniano — Yak, ¿eres tú? El hombre no obtuvo respuesta alguna, pero si pudo ver con sus ojos una escena bastante peliculera, pues cuando la lanzadera de Zack Milner estaba alzándose sobre el mirador, otra con los colores de la Alianza apareció a toda velocidad. Ender observó atónito como ambos vehículos aéreos chocaban en pleno aire, estrellándose ambas contra la planta superior del arca, una zona de viviendas. El comisario se acercó a dos de sus agentes y les indicó con un gesto que le acompañasen allí arriba en busca de víctimas tanto civiles como criminales. En la lanzadera renegada, los varios súbditos que iban dentro se encontraban sin vida debido al impacto, a excepción del propio Zack, bastante malherido pero aún con vida. El aparato estaba tremendamente abollado, por lo que sería imposible para el humano infectado el hacerlo despegar para huir. Conforme salía del vehículo, el humo y el calor abrasador del pequeño fuego que se había encendido en la lanzadera de la Alianza le imposibilitaron la visión de su alrededor más próximo. En cuanto superó la capa de humo espeso que hacía de cortina ante sus ojos, Milner descubrió a Quetaryan ante él. El líder neoniano también estaba algo magullado y dolorido, con diversas heridas superficiales en el rostro y las extremidades, pero cargando consigo un Buster que apuntaba directamente al renegado. Zack levantó los brazos y en su rostro se podía ver el temor a morir, pero repentinamente, algo cambió en él. El tipo dejó caer los brazos y se quedó de rodillas, con la cabeza mirando hacia el suelo. En aquel instante aparecieron Ender y dos de sus policías, que se encontraron con esa extraña escena. Yak no entendía nada pero no por ello bajó la guardia, e hizo bien. — Líder Quetaryan... — Musitó Zack en un tono más oscuro del que tenía — ¿Recuerdas cuando te arrebaté a Halisha Landom? — ¡No menciones a mi mujer, maldito parásito! — Yak supo inmediatamente que estaba hablando con la mismísima Mente Colmena — ¡Espero que la expedición te esté exterminando en este instante! — Pase lo que pase, tú, Yak Quetaryan, me recordarás el resto de tu miserable y corta vida. Tras decir aquello, Zack se incorporó abruptamente y lanzó un grito desgarrador, seguido de una carrera desesperada hacia el propio neoniano, que no dudó ni un segundo en apretar el gatillo de su Buster. La escopeta de creación humana le formó un boquete en el torso a un Zack que había sido controlado finalmente por la bacteria, pero que en su intento desesperado por hacer algún daño, terminó perdiendo la vida a manos de Yak. Los dos policías que acompañaban a su comisario se aseguraron de que el resto de renegados del interior de la lanzadera estaba muertos, mientras Ender se aproximaba a su superior y amigo, que se quedó absorto en sus pensamientos durante unos segundos. En ese momento, los otros dos agentes salieron de la lanzadera enemiga, confirmando el fallecimiento de los que la ocupaban. — Todavía quedan rezagados renegados en el arca y según la información recabada hay bombas de detonación manual puestas por toda el arca — Xom sabía que la situación estaba por llegar a su final, pero de ellos dependía que ese final fuese el deseado o el mayor desastre en años ocurrido en Paraíso — ¿Estás bien, Yak? Te necesito para poner fin a esto. — Sí, claro — Quetaryan asintió, aún contrariado por las palabras que el infectado Zack le había dedicado antes de lanzarse al ataque — Acabemos con esto. [...] — Estamos perdiendo a todos nuestros súbditos, Adam. — Lo sé, Dexton. Lo sé. — Él nos lo hará pagar, lo sabes, ¿verdad? — No si escapamos de esta y nos preparamos para volver otro día. Aún podemos hacer algo. — ¿Aún tienes el detonador? — En efecto. Destruiremos el arca y planearemos como seguir a partir de ahí. — No sé si él estará satisfecho con esa opción. — Es la que nos queda. Reúnete conmigo en el sur del arca, allí dejé mi lanzadera, aislada del caos. Escapemos hoy para destruir a la Alianza mañana. — Estoy de camino. Con las fuerzas de la Alianza sobreponiéndose a los pocos Renegados que quedaban oponiendo resistencia, sus dos líderes decidieron huir del lugar para así tener opciones de, algún día, hallar el modo de tomar el control de la Alianza. Sus planes hasta el momento habían fracasado y Mente Colmena empezaba a dudar de sus dos agentes infiltrados en la sociedad de Paraíso, sobre todo viendo el desenlace de ese plan. Aún con la destrucción del arca por parte de las bombas, los Renegados eran ahora historia. Adam llegó primero a la zona sur de la colonia, empezando a accionar los comandos para tener lista la lanzadera y efectuar rápidamente el despegue. Pasados menos de dos minutos apareció Dexton, el cual se disponía a entrar por la puerta de la lanzadera, cuando un disparo plasma alcanzó su espalda y lo mató a sangre fría de forma inesperada. El cuerpo sin vida del sabio thuniano se encontraba sobre el suelo de la lanzadera siendo observado por el líder de los Renegados, consciente de que ya casi no tenía escapatoria. — ¡Sal de esa puta lanzadera, Adam! — Exclamó Lill, quién iba acompañado de Om, el autor del disparo que había matado a Dexton — ¡Si no lo haces, la destruiremos antes de que despegue! Brant no sabía que hacer, por primera vez en mucho tiempo se veía sin opciones y el miedo le paralizó por completo. En ese momento, algo en su interior empezó a emerger, una voz profunda que él supo reconocer inmediatamente. Mente Colmena empezaba a ejercer su control sobre el cuerpo del antaño multimillonario humano. Su corazón empezó a acelerarse, sus manos temblaban y su rostro se desencajaba a medida que la bacteria ejercía su fuerza en el organismo del hombre. — Has fracasado, Adam Brant. Ahora yo tomaré el mando de este asunto. Si he de morir, que al menos sea causando el mayor daño posible. La conciencia de Adam murió en ese instante y con ella, la persona tras de sí. Ahora el cuerpo del líder de los Renegados pertenecía exclusivamente a Mente Colmena, quién asumió el control en Paraíso mientras al mismo tiempo, en Veerhamia, la expedición se preparaba para eyectar la bomba de energía al sol de su sistema. Lill y Om vieron como Adam salía de la lanzadera con un pequeño dispositivo en su mano derecha, tratándose de un detonador remoto. El dúo no contaba con ese dato a diferencia de Ender y Yak, por lo que se sorprendieron al verlo, conscientes de la seriedad que entrañaba la posibilidad de que el arca fuese destruida. — Estáis venciendo, lo sé — Comenzó diciendo Brant, mientras se colocaba a una distancia prudente del dúo — Se avecina mi fin, he de admitirlo. He subestimado a las subespecies. Habéis resultado ser mucho más capaces que los anixis. — Deja ese dispositivo en el suelo, Adam, todavía puedes salir de esto — Lill trataba de apelar al espíritu humano del que fuera dueño de Puerto Arcadia — Lo he visto antes en tus ojos, te duele esta situación. — Adam ya no siente dolor, comandante Crane — Indicó Mente Colmena, revelando que se trataba de él — Este ser humano ha pasado a lo que algunos llamáis mejor vida. Este cuerpo es mío, de momento. — ¿Y qué pretendes hacer con ese dispositivo? ¿Acaso no has dicho que te hemos vencido? ¿Qué tu final es inminente? — En efecto, así es, humano. Pero en mi lecho de muerte me aseguraré de dejar una huella imborrable en vuestra historia. No seré una amenaza más con la que hayáis lidiado, sino una mancha negra en la historia de las especies aliadas. Venceréis, pero el precio a pagar será demasiado alto. Vuestra sociedad nunca volverá a ser la misma. Nada regresará a como era antes. — Te equivocas — Intervino el Elegido syleriano, que había permanecido en silencio durante toda la conversación hasta ahora — Resurgiremos. Reconstruiremos. Volveremos a como éramos antes. — El inquebrantable espíritu syleriano de esperar que todo mejorará — Mente Colmena asintió hacia sus adentros, mientras observaba el detonador en sus manos — Es paradójico que una de tus bombas de energía vaya a terminar con mi existencia y unas bombas colocadas por toda el arca vayan a destruirla y con ello vuestras vidas y esperanzas. — No te dejaremos hacerlo — Dijo Crane, más por ímpetu que por posibilidad de evitarlo — No causarás más daño. — Resurgiremos. Reconstruiremos — Paokt insistió en esas palabras mencionadas anteriormente — Volveremos a como éramos antes. — Eso está por verse y yo no lo veré, pero vosotros seguro que tampoco. Este es mi fin, pero también será el vuestr... De pronto, como si un interruptor se hubiese apagado en el interior de Adam, este cayó al suelo desplomado, soltando el detonador justo antes de que lo accionara. Lo que parecía un milagro dada la gravedad de la situación empezó a ocurrir en el resto del arca, donde los pocos súbditos renegados que quedaban, desfallecían sin explicación aparente. Policías y soldados de la Alianza observaban con asombro la escena, mientras a un año luz aproximadamente, el sistema que vio nacer a Mente Colmena había sido erradicado de la faz del universo en ese preciso instante. Una pura coincidencia que había salvado incontable cantidad de vidas en el presente y en el futuro. Con el despertar de la colmena había llegado su final. Desde los ancestros anixis que habitaron los cúmulos conocidos y legaron su tecnología a las subespecies, seres con potencial que se vieron ayudadas por la inteligencia superior de estos, hasta las propias especies aliadas que se habían unido bajo el riesgo de extinción cada vez más acuciante. Una Alianza que se había sobrepuesto a todos los peligros que entrañaba el universo de muchos más que podía haber ahí fuera, pero que enfrentarían unidos. [...] Unas horas después Volver a la normalidad tomaría un tiempo en Paraíso tras lo acontecido, pero la amenaza de Mente Colmena ya era historia y un nuevo comienzo de cara al futuro se abría ante los ojos de aquellos que habían sobrevivido a la guerra contra los Veerham. No sería fácil ni sencillo, pero las cuatro especies que formaban la Alianza Interestelar de Especies ya sabían lo que era sobreponerse a las adversidades y afrontar el mañana con esperanzas. Se avecinaba, salvo sorpresa, un periodo de paz que era necesario como el comer. Los Crane Carver se encontraban al completo en el hospital, donde la matriarca de la familia estaba ingresada tras haber sido asaltada por los Renegados. Llevaba semanas en un coma del que los médicos eran poco optimistas respecto a su despertar, pero en el día de hoy parecían obrarse algunos milagros, aunque no todos eran afortunados. El líder Quetaryan había regresado a la base militar con el deseo de reencontrarse con su hijo, pero aquel día no todos iban a tener un final feliz. — Señor Crane, su mujer ha despertado. Snow sonreía desde su cama al ver entrar a su marido y sus dos hijos, quiénes se apresuraron en darle un abrazo de lo más emotivo. Gina a un lado y Owen al otro, ambos siendo rodeados por los brazos de su madre, mientras Lill sentía en su interior una felicidad inmensa, indescriptible. — Líder Quetaryan, su hijo... El neoniano se acercó a la cama donde Jaarik se hallaba. El niño de dos años no se movía, no respiraba y tenía su mirada clavada en techo, vacía, sin vida. Junto a él se encontraban varios médicos de la base y unos pocos soldados, lo que evidenciaba que habían hecho todo lo posible por reanimarle. Incluso Vraco, Omnius y su padre, allí presentes, veían la escena desgarradora sin atreverse a decir nada. — Esto no... esto no puede estar... ¿q-qué ha pasado? — Fue abrupto, líder Quetaryan — Uno de los doctores decidió tomar la palabra — De repente se desvaneció sin una causa aparente. — ¡¿Y cómo puede pasar algo así?! — Yak estaba empezando a perder el control de sus actos, tomando al médico por el cuello — ¡¿Qué explicación hay?! — No lo sé, amor mío, solo sé que he estado soñando todo este tiempo que he estado en coma — La gobernadora de la humanidad sonreía, emocionada — Y en mis sueños, todo estaba bien. Por fin teníamos la vida que siempre hemos anhelado. Sin miedo, sin peligro. — Bueno, cielo, puede que ese sueño no esté tan alejado de la realidad a partir de hoy — Lill esbozó una sonrisa de oreja a oreja — Mente Colmena es pasado. — Al haberse engendrado en el cuerpo de su madre infectada, creemos que portaba la bacteria también en su interior — Reveló el doctor al líder neoniano — Coincide con la información de que los conflictivos terroristas hayan desfallecido repentinamente. Quizá la expedición haya logrado su cometido y hayan aniquilado a Mente Colmena, por ende, sus Veerham han perdido la vida. Y probablemente, su hijo estaba infectado también. — Os quiero; Gina, Owen. Lill... Os amo. — No... no... mi Jaarik... Oh, no... siempre te querré.
Saludos, amigo, paso a comentar el capítulo de esta semana. Al fin el foro aguantó y pudimos tener tiempo para leer por aquí. Con este capítulo, la saga de Mente Colmena ha terminado por fin. Siuuuuuuuuuuuuu Vamos por parte. El capítulo arranca muy bien, con Vraco y Omnius recibiendo a Jaarik de parte de Yak, y Ender. Es allí donde Ender y Yak reciben la noticia de que el sabio Cyprus fue asesinado por Dexton en lugar de Cohren, lo que lo vuelve información útil, ya que saben que él no es un aliado en realidad. Bien, Vraco, al fin hablas y con la gente indicada. Sumas puntos para ser parte del top en el futuro Luego vemos como se da el asalto en la nave. Policías y militares enfrentan a los Renegados infectados. Om, en un acto de camaradería, hace de distracción para que Lill se infiltre y llegue con Adam, donde el hombre todavía goza un poco de su control pese a haberse dejado abducir por Mente Colmena. Gracias a sus poderes, logra advertir a los aliados que tiene, aprovechando esa oportunidad para escapar. Lill logra escapar por los pelos gracias a la ayuda de Om, con quien ha establecido una excelente relación de amistad y fraternidad. Mientras el tiroteo sigue su curso, Zack decide escaparse con algunos de ellos, y Yak, quien parece que no se lo tomó muy bien el tener a Mente Colmena en casa tras lo que le hizo a su planeta y a su novia, lo sigue, haciendo una maniobra muy peligrosa con las lanzaderas, y allí, tras haber acabado con todos los demás, Zack se ve invadido del todo por Mente Colmena, hablando sobre sus hazañas y sobre cómo le arrebató a Yak a su novia. Justo antes de que pudiera hacer algo más, Yak acaba con él, y pone fin a ese traidor que llevó a Snow a una trampa. Bien, Yak, por fin dejaste de joder y te centraste en la amenaza principal. Cuando Adam y Dexton ven que están cayendo, y no solo allí, sino que la lucha para obtener la bomba de energía en Veerhamia está saliendo mal, estos dos deciden retirarse para al menos, si no pueden ganar la guerra, hundir a la alianza con ellos. Dexton termina muerto, acabando así su vida, mientras que Adam queda como el único de todos los demás. Viendo que estaba ya en las últimas, Mente Colmena toma el control completo de Adam, quien tiene una conversación final con Lill y con Om. Donde acepta su derrota. Ni en Paraíso ni en el otro planeta puede hacer algo para ganar, pero es en ese mundo donde puede hacer la última jugada, como dije antes, para destruir a la Alianza. Allí hay algo extraño, y es que Adam le mencionó a Lill que planeaba enviar una expedición en su búsqueda. Eso no recuerdo que pasara, pero sé que Snow en su momento recibió por parte de Cinthia, Ender y Arva esa idea como sugerencia. Pero bueno, Lill hace bien en no creerle, que seguro Adam iba él mismo en la expedición para matarlo y luego quedarse él con Snow, el muy cerdo. Al final, Lill tiene su propio punto de vista y Om el suyo. Y tiene sentido. Lill ocasionó Regresión, y causó muchos desastres. Él no quiere que se repita una destrucción como esa, y está aferrado a detener a Adam o Mente Colmena antes de que pulse el detonador. Mientras que Om, que fue víctima de Regresión, perdiendo su columna en el proceso, sabe que una herida profunda y severa no es moral para la alianza, y tiene un enfoque más optimista. Él recuperó su columna, y luego, convencieron a los Anixis humanizados post muerte de Deon que se uniesen a ellos, llegando incluso a vivir en Paraíso. Fue buen contraste entre dos personajes que se llevan bien cara a cara contra el enemigo más peligroso que tenían de frente. Cuando Adam se decidía a estallar todo, cae repentinamente al suelo, junto con todos los demás Renegados. La explosión en Veerhamia ya tuvo efecto, lo que significa que en este mismo instante, Lio también perdió la vida en la misión. Con Mente Colmena destruido y acabado, solo es cuestión de desarmar los explosivos para proteger el arca que es el futuro de la humanidad. Las cosas avanzan, y Snow despierta del coma, para encontrarse allí a su familia reunida y a salvo, y la noticia de que Mente Colmena, igual que chiquito Romero en el arco de Boca, no va mas :v La noticia pesada es cuando vemos que Jaarik también murió con los demás. Lo que significa que ese pobre bebé nació infectado. Es decir que, como dijo Zack, Mente Colmena realmente le arrebató a Yak todo lo que quedaba. Su mujer, su planeta y su hijo. El neoniano ya había perdido a su primera novia, a su mentor, a una representante en la guerra contra la Resistencia y a otra contra los infectados. Ahora, pese a que todo ha terminado, está solo, sin familia, y sin planeta. Sin mencionar que también está sin trabajo, ya que el observatorio científico donde trabajaba tampoco está. Veo un fuerte paralelismo entre Yak y Wagner en mi historia, y ya sabemos como terminó eso En fin, amigo, ha sido una conclusión muy acertada para este arco. Al final, nunca vimos a la Mente Colmena original, puesto a que la bacteria nunca fue visualizada, y solo habló a través de sus infectados. Tuvo una gran presencia en la historia sin haber estado nunca allí, casi como Orz en LGC. Bueno, ya basta de paralelismos entre LV y LGC,que nos quedamos hasta la madrugada. Con el villano final vencido, solo queda esperar por los capítulos finales y ver cómo seguirán sus vidas los sobrevivientes a partir de ahora. Estaré expectante para verlo, puesto a que sé que se viene algo grande más adelante y que estaré esperando con ansias. Ahora me despido hasta (si dios, mi internet y el foro quieren) la semana que viene para otra leída en simultáneo. Que pronto estarán por llegar a su fin, pero deseo que no llegue nunca :( Pero bueno, sabes que siempre tendremos la chance de seguir cuando sigas haciendo más capítulos ya sea de este o de otro universo. Eso es todo por ahora. Un abrazo y cuídate mucho
Bienvenidos al décimo capítulo de esta parte final de Los Viajeros. Faltan cinco capítulos para darle un cierre a esta historia (no a su universo) y habiendo terminado con la trama de Mente Colmena, los capítulos venideros mostrarán, básicamente, lo que se aproxima en el futuro de este universo ficticio. Este es el capítulo más corto de la parte, cosa que quiero avisar. Como siempre, quiero agradecer a mi amigo Agus estresado por estar al pendiente de esta historia y disfrutarla tanto como yo al escribirla. Sin más que añadir, ¡a leer! Aquí es donde pertenezco Un niño de siete años de edad corría por un parque, esquivando los distintos árboles que se le presentaban en el camino, zigzagueando a trompicones mientras luchaba contra la realidad motriz de su cuerpo infantil. Una brisa fresca, siendo plena primavera en los aledaños de Ciudad Anixis, acariciaba el pelo rizado del pequeño. Su risa inocente se entremezclaba con sus gestos de concentración al saltar y esprintar en diferentes direcciones, demostrando una energía inagotable. No obstante, su diversión estaba por terminar, pues recibió el llamado —inesperado para el chico— de su madre. — ¡Lio! — Una mujer de pelo rubio castaño ondulado, extenso y voluminoso, levantó la mano desde el banco en el que se encontraba sentada junto a un hombre — ¡Ven aquí, hijo! — ¡Okay mamá! ¡Ya voy! El joven infante se llama Lio Herswood Hennessey, hijo de Lynx e Iris. También nieto de Lio Santos, el héroe del sacrificio que permitió a la expedición de la comandante Ripley poder eyectar la bomba de energía que destruyó a Mente Colmena y con ello, su lugar de origen. Evidentemente, portaba el nombre de su abuelo materno en honor a este, algo en lo que sus padres estuvieron de acuerdo en cuanto nació. — ¡Papá, papá! ¡¿Lo has visto?! — Lio Jr se veía realmente entusiasmado — ¡Iba súper rápido y esquivaba los árboles también! ¡Como en la historia del abuelo! — Claro que lo he visto, hijo mío — Lynx se incorporó del asiento y levantó a su retoño con efusividad — ¡Eres todo un prodigio, Lio! ¡Algún día serás un explorador fantástico! — Lynx, no le digas esas cosas, por favor — La mujer le recriminó esas últimas palabras a su marido — Ya sabes que no quiero que se le metan esas ideas en la cabeza. La exploración ya no es necesaria, tenemos otras necesidades en el mundo de hoy. El ingeniero decidió no contestar a la ex soldado, ya que aquel era un tema delicado que habían mencionado en repetidas ocasiones. De hecho, Iris prohibía a Lynx que le contara al niño esas historias verídicas de su heroico abuelastro, o al menos, le pedía que fueran ficticias y a ser posible, de momentos menos frenéticos que esas famosas expediciones en las que el hombre de Ceres participó. No obstante, el padre de la criatura pocas veces obedecía a esas peticiones de su amada, decidido a revelarle a su hijo lo increíble que era Lio Santos. Por ello, el pequeño ya soñaba con ser como el héroe de sus cuentos nocturnos. [...] Habían pasado siete largos años desde que la amenaza de los Veerham se consideró historia pasada en el territorio conocido, con la destrucción de su sistema y a su vez con la caída de los Renegados, sus agentes infiltrados en Paraíso que intentaron boicotear la estabilidad de la sociedad y el proyecto del arca. Siete años de trabajo duro, de reorganizarse y mejorar, de reconstruir lo dañado y recuperar lo perdido. Había muchas cosas que tomaría mucho más tiempo traer de regreso a la actualidad, pero durante esos siete años transcurridos, se había dado el paso más importante: el comienzo. En una gran sala ubicada en la tercera y última planta del edificio de la base militar se encontraban los principales líderes del gobierno de la Alianza. Apenas tenían reuniones en los últimos años, pero al menos se requería hacer una cada seis meses con el propósito de ponerse al día y tratar asuntos de menor índole, pero que debían ser igualmente tratados por los cuatro representantes de las especies unidas. Ninguno de ellos se demoró excesivamente en aparecer en el lugar, aunque sus viviendas ya no se encontrasen en dicha área sino repartidas por diferentes ubicaciones de la megápolis que conformaba Ciudad Anixis. La gobernadora de la humanidad, reelegida por su gente hacía cuatro años, observaba a sus conciudadanos por el ventanal de cristal que separaba el silencio en la sala del bullicio urbano del exterior. Parecía que el tiempo no había pasado para Snow, a excepción de unas arrugas un tanto marcadas en la comisura de sus ojos verdes y de sus labios. La mujer se volteó al escuchar entrar, escoltado por su protector, al Elegido Paokt. El líder syleriano evidenciaba cierta dificultad para andar con normalidad, debido a que su prótesis de espalda se estaba deteriorando con el paso del tiempo y la acción desenfrenada con la que éste vivía años atrás. — Gracias, Olver — Om se dirigió a su protector y discípulo, que formó parte de la expedición comandada por Ashley — Ahora espérame fuera. — Entendido, Elegido. Una vez el protector Thanix dejó el gran salón cerrando la puerta tras de sí, líder syleriano y humana se dieron un afectuoso abrazo que denotaba el estrecho vínculo que compartían tras tantos años de luchar codo con codo. El tiempo les había hecho envejecer pero esas memorias perduraban en sus mentes, pese a que algunas de ellas fuesen traumáticas para ambos. — Me alegra volver a verte, Snow — El Elegido no dudó en tutearla dada la confianza entre los dos. — Lo mismo digo, Om — La gobernadora respondió con una sonrisa — ¿Qué tal te van las cosas? — Van bien, no me puedo quejar — Contestó el syleriano, decidido a tomar asiento en uno de los cómodos sillones que había en el lugar — Disculpa que me siente en mitad de la conversación, pero empiezo a notar los efectos de la edad... y los de llevar una prótesis metálica como columna vertebral. — Descuida, lo comprendo — Por cortesía, la mujer decidió también tomar asiento, posicionándose en el sillón de enfrente. — ¿Y qué es de tu vida? — También va bien — Se sinceró Snow, entrelazando los dedos de sus manos — Mis hijos son adultos y empiezan a hacer su vida, he convencido a mi marido de dar clases para los jóvenes soldados de la academia... — Vaya, ¿el viejo Lill Crane enseñando sus trucos a la futura camada de soldados que protegerán Paraíso? — Om no pudo evitar reírse al imaginarse a su amigo humano en esa tesitura — Jamás pensé que le vería dando clases. — Ni yo, pero si te pasas por la academia próximamente, ahí lo verás — Carver acompañó sus palabras con risas — Me negaba a que desaprovechase sus conocimientos y experiencias quedándose en casa, cultivando en el invernadero y poco más. — Lo entiendo, lleva años con esa vida pacífica, pero ambos sabemos que un poco de acción no le hará mal alguno. Siempre ha sido un soldado. — En efecto, justo eso es lo que pienso. La conversación entre ambos líderes se vio interrumpida por la entrada en la sala del sabio Cohren, el actual líder thuniano a expensas de que Vraco alcanzase una edad aún más madura, momento en el que se le cedería el testigo, tal y como siempre quiso Cyprus en su día. Su túnica roja, propia de los líderes thunianos, era demasiado llamativa como para no verla. Cohren tomó asiento al ver que tanto la humana como el syleriano estaban ya acomodados, no sin antes aproximarse a ambos y darles un respetuoso saludo con las manos. — Espero no haberme demorado mucho en aparecer — El sabio expresó su sincera preocupación por si había llegado tarde a la reunión. — En absoluto, sabio Cohren — Paokt lo absolvió de cualquier duda — Estábamos hablando informalmente en lo que llegabas tú y el líder Quetaryan. — Así es, esperemos que no se atrase — La gobernadora se refería a Yak. — Podemos esperar — El thuniano decidió relajarse, dado que se encontraba algo tenso al coincidir con líderes que se conocían de hacía muchos años atrás, siendo él un completo desconocido pese a haberse reunido ya varias veces con anterioridad — ¿Cuál era el tema que íbamos a tratar en la reunión de hoy? — La puesta a punto del arca — Reveló Snow, aunque en teoría, los cuatro líderes lo sabían — Pensaba que en el mensaje enviado se especificaban los motivos de esta reunión. — Bueno, yo no recibo mensajes electrónicos — Cohren sorprendió a los otros dos representantes con esa afirmación — En realidad, mis discípulos me informan. — Vaya... sea como sea, estás aquí, así que se agradece que seas puntual y te informes a tu modo — La gobernadora humana asintió a modo de agradecimiento. — ¿No deberían venir también la representante de los benefactores del arca y el emisario anixis? — El sabio thuniano volvió a la carga con otra pregunta. — Sí, tanto Raven Gallagher como Yak Quetaryan y Eeron no deberían tardar en aparecer — Dijo Om, asimilando que iba a ser una reunión diferente a las que acostumbraban únicamente los cuatro líderes de la AIE — ¿Quizá deberíamos avisarles de nuevo para...? — No hará falta, Om. El líder neoniano apareció al poco de escuchar la pregunta que estaba formulando el Elegido, quien se volteó para ver llegar a su viejo amigo. Sin embargo, el contraste con Snow era evidente, pues mientras a ella la había saludado con afecto, a Yak apenas se lo mostró. Aunque era más por el propio Yak que por tener algo en su contra, pues desde la aniquilación de los Renegados y la muerte de Jaarik por haber estado infectado, Quetaryan anuló cualquier intento de contacto con aquellos que más le conocían y le apreciaban, terminando por alejarlos de su vida. — Yak, nos alegra tenerte aquí. La gobernadora Carver le tendió la mano, pero ese acto fue rechazado por el neoniano, que tomó asiento al dejarse caer sobre su sillón. Estaba claro que el líder neoniano no tenía interés alguno en saber de la vida de los demás y estaba allí únicamente para cumplir las funciones de su cargo como representante de su pueblo. Apenas pasaron dos minutos más hasta que aparecieron Raven y Eeron, prácticamente llegando juntos. La multimillonaria humana saludó cordialmente a los líderes mientras que el emisario anixis hizo lo propio tras ella. — Antes de comenzar con la reunión, quería saber algo — Eeron empezó la conversación con una pregunta — ¿Ha habido contacto mediante el comunicador que os di? ¿Algún mensaje de Akkor? — Por el momento, nada — Respondió Om con seriedad — Quizá sea la distancia a la que están tus líderes, pero por el momento no ha habido respuesta. — Entiendo — El anixis se veía algo decepcionado con ello — Bueno, tratemos el asunto para el que hemos venido. ¿Señora Gallagher...? — Sí, comenzaré yo, gracias — Raven tomó la palabra como representante de aquellos seres adinerados que aportaban parte de su patrimonio en el proyecto del arca con el objetivo de ir a bordo — Según las últimas comprobaciones, el estado del arca es óptimo. Los daños ocasionados por los Renegados fueron reparados definitivamente hace tres años y las mejoras en diferentes funcionalidades han sido aplicadas. El arca posee una mezcla de tecnología anixis y vieja tecnología humana adaptada a la actual, pero está a punto. Apenas quedarían unas últimas comprobaciones de motores, núcleo de energía y demás, pero en menos de un año todo eso debería estar solventado. El proyecto está prácticamente terminado. [...] — Buenos días, comisario. — Hola, jefe. — Señor, la IA que nos instalaron tiene los datos que pediste ayer. — Entendido, me informará en mi despacho — Murmuró Ender, que una vez había entrado a la comisaria de Ciudad Anixis, recibía el saludo y las noticias de parte de su cuerpo de policía — Buen trabajo, todos. Seguid así. Esas palabras provenientes de su superior hacían sentir bien a los agentes presentes, los cuales realizaban informes en sus respectivas mesas y ordenadores, siendo una tarea monótona y algo cansada. Xom se metió en su despacho personal y en cuanto tomó asiento, una pequeña plataforma que servía como un portal de enlace electrónico emitió un sonido previo a la voz femenina de una IA. — Buenos días, comisario Xom. Tal y como solicitó, tengo los índices de criminalidad del último mes: solo un tres por ciento. La ciudad se mantiene segura con las diversas patrullas diarias de los agentes y al margen de eso, rara vez hay altercados entre la población, más allá de algún vándalo con acciones protestantes pero inofensivas. — Excelente — Musitó Ender, asintiendo al oír aquella buena noticia — Tu ayuda en la comisaria es esencial, Oda. Buen trabajo. — Es un placer servir a una utilidad posterior a las expediciones, comisario — La IA que habitaba la Nolartis tenía ahora diversos portales de enlace en diferentes lugares de Ciudad Anixis, para acceder a sus capacidades en según que campos — Estoy a su servicio. [...] — ¿Es aquí? — Sí. Lo trasladaron de sitio para evitar que algunos irrespetuosos pintaran sobre el. Lo alejaron de la ciudad hace cinco años con ese propósito. — ¿Y Snow va a venir? — No podrá esta vez, tiene una reunión con los líderes. — Entiendo. Lill y Ashley observaban con detenimiento el precioso mural de los caídos al que solían acudir cada cierto tiempo. Los nombres de aquellos que dieron sus vidas no solo en la lucha contra Mente Colmena sino en anteriores batallas se encontraban allí. El dúo había terminado de dar sus respectivas clases en la academia de formación para soldados, por lo que aprovecharon para pasarse por el área con su lanzadera particular. La mujer seguía ostentando el cargo de comandante del ejército de la AIE tras haberlo sido en la última expedición de la Nolartis. Desde su regreso, no se hizo ningún otro viaje al espacio y de eso habían transcurrido siete años. Sin conflictos que enfrentar, la actual comandante se dedicaba a dar clases de diversos ámbitos en la academia, formando a futuros jóvenes soldados para proteger lo que tanto les había costado obtener: un futuro. Lo propio hacia el hombre, ex comandante y soldado retirado tras la invasión Veerham en el territorio conocido, siendo ahora un profesor militar en la academia por petición de su mujer y gobernadora, que quería darle un rol más importante que simplemente verlo cultivar en el invernadero próximo a su vivienda. A regañadientes pero poco a poco cogiéndole el gusto, Lill accedió. Ahora, sus alumnos lo veneraban dada su condición de viajero. — Ojalá muchos de ellos estuviesen aquí con nosotros — Crane no pudo evitar sentirse nostálgico, al recordar a viejos compañeros de expedición — Ninguno merecía morir tan joven. Fue un privilegio conocerles a todos. — Estoy de acuerdo contigo — Asintió Ripley, emocionada al rememorar diferentes momentos con varios de ellos — Los echo de menos a todos, pero cuando pienso en Alexander, Axlor, Eron, Fallon o Lio... — Te comprendo, Ash. Déjame decirte que, a mi modo de ver, los estas honrando con creces — Se expresó el hombre, con los ojos humedecidos debido al sentimiento de nostalgia que le invadía — También Vanth o Arva... todos ellos en algún momento influyeron en nuestras vidas para bien. Y míranos ahora, llevando su espíritu con nosotros. — Hemos sido familia, aún lo somos — Murmuró la mujer, secándose las lágrimas que brotaban de sus ojos — Es un honor tenerlos presentes a todos ellos. — Fíjate si los tenemos presentes que Alexander nos unió, Vanth nos abrió a un nuevo mundo, Axlor fue nuestro compañero, Eron fue un verdadero amigo, Fallon nos hizo ser mejores, Arva fue una hermana y Lio fue un hermano... La comandante Ripley sonreía al mismo tiempo que un incesante mar de lágrimas recorría su rostro, evidenciando unas secuelas emocionales de las que difícilmente podría recuperarse alguna vez en su vida. Igualmente para Crane, quien podía presumir de la fortuna que le acompañaba, pues tenía a toda su familia con vida. Aunque en el fondo de su corazón, deseaba que esa familia fuese más grande con la presencia de otros que ya no estaban. Ambos se fundieron en un reconfortante abrazo que demostraba la unión que hacía tanto tiempo había entre sí. Un vínculo inquebrantable forjado con el paso del tiempo y las historias que habían vivido juntos. — Volvamos a casa. — Me parece bien. Tanto Lill como Ash posaron sus manos sobre el mural de piedra que tenía escritos los muchísimos nombres de aquellos caídos a lo largo de la historia desde que las subespecies se encontraron entre sí, descubriendo que formaban parte de algo más grande que se estaba reconectando tras tantos siglos separados. Tras esto, el viejo dúo de la Arcadia se marchó del área, en la que se respiraba una calma digna de un auténtico paraíso. [...] La noche había llegado tras un día largo en sus respectivos trabajos. Habiendo estado un rato por la mañana en el parque junto a su retoño, la familia Herswood Hennessey se encontraba en su hogar, antaño el negocio de lanzaderas que regentaba Lio Santos. Ahora el garaje del lugar era la sala de ingeniería de Lynx, quién era todo un manitas a la hora de construir cualquier objeto de utilidad. Algunas de las lanzaderas que quedaron ahí abandonadas le servían al ingeniero, que usaba piezas de estas para fabricar diversas cosas. Con una luz tenue iluminando una mesa de madera en la cual había todo tipo de herramientas, Herswood se mostraba enfrascado en la construcción de un proyecto el cual llevaba años perfilando. Lo que parecía estar construyendo tenía la forma de un brazo metálico, muy similar a una prótesis. A su lado se podía apreciar un portal de enlace electrónico, por el cual Oda se comunicaba directamente con Lynx. Desde el regreso de la Nolartis que la IA de esta pasó a ser de un uso bastante generalizado en Ciudad Anixis, aunque únicamente líderes y personal cualificado tenía acceso a sus beneficios. — El proyecto avanza según lo planeado, Lynx — Le dijo Oda al hombre mientras éste trabajaba — Jamás pensé que lo vería, pero así es. — Yo tampoco creí poder ser capaz, pero con tu ayuda y mis manos estamos haciéndolo realidad — Contestó el ingeniero, ajustando el zoom de unas gafas que portaba para mayor precisión en los ajustes que hacía en ese brazo robótico — Ya queda muy poco. — Sé cual será mi propósito — Indicó la IA, sonando decidida — No lo olvidaré. — Sé que no lo harás, Oda. La aparición de Iris en el garaje no distrajo en absoluto al ingeniero, que seguía retocando algunas cosas en ese brazo protésico colocado en mitad de la mesa. Su mujer se aproximó a otra mesa más aislada en el garaje, colocada en una esquina oscura y cubierta por una manta desgastada que parecía esconder algo debajo. Hennessey le levantó lentamente, observando el progreso del proyecto en el que su marido había estado varios años trabajando en secreto. Nadie ajeno a la familia lo sabía, únicamente ellos dos y la inteligencia artificial de la Nolartis. — Lynx... — Musitó ella, algo asombrada — Ya casi está lista. Herswood se volteó hacia la madre de su hijo y le sonrió, sintiéndose orgulloso del trabajo que estaba realizando. Hennessey le devolvió el gesto mientras cubría nuevamente el avance de ese proyecto misterioso. De pronto, la puerta de la vivienda que daba acceso al garaje se entreabrió, revelando una pequeña mano y posteriormente un rostro infantil asomándose. Lio Junior vestía con un pijama estampado de dibujos de ositos. El niño se frotó los ojos ante sus padres, que tuvieron que disimular un poco lo que andaban haciendo. — No puedo dormir... — Murmuró el joven, algo frustrado por ello — ¿Me podéis leer otro cuento del hombre de Ceres? Lynx e Iris se miraron, debatiendo con la mirada sus diferentes posturas respecto a contarle al pequeño historias de su abuelastro, que solo hacían más que alimentar el deseo del niño de ser algún día un famoso explorador espacial; un héroe y una leyenda. Sin embargo, quien decidió tomar el control de la situación fue Oda. — Yo te leeré un cuento, Lio. Ves a tu habitación y enseguida te lo leo. Verás como te duermes. — Vale... gracias, Oda — Lio Jr asintió con alivio, despidiéndose de sus padres con la mano — Buenas noches, papá. Buenas noches, mamá. — Buenas noches, hijo — Iris se acercó a él para darle un beso en la frente. — Descansa, campeón — Dijo Lynx, centrado en su trabajo — Recuerda que mañana empiezas los entrenamientos para benjamines y tienes que estar bien dormido. — ¡Sí! — Exclamó entusiasmado el joven — ¡Dormiré mucho! — Eso quería oír — Sonrió Lynx — Que duermas bien, mi niño. Junior asintió y se marchó corriendo a su habitación, donde en breve Oda le contaría un cuento —había allí otro portal de enlace electrónico— mientras sus padres empleaban parte de su tiempo nocturno en avanzar con ese proyecto personal que tenían ambos. Algo que ellos querían crear con el propósito de legar algo a los futuros aventureros de la gran arca. [...] — ¿Cómo crees que les estará yendo a los chicos? — Esa expedición al exterior de la ciudad es determinante para que la academia les apruebe o no en sus especialidades. Será una grata experiencia, seguro. — Ojalá les vaya bien. Sé la ilusión que tienen por formarse. — Sigue sin convencerme que los Vaalot quieran irse en la gran arca. — Vamos, Lill, ya son adultos y pueden tomar esa decisión — Snow tomó la mano natural de su marido — Nosotros los hemos cuidado tras lo de Arva, pero no somos sus padres. Apenas tenemos voto en lo que decidan hacer con sus vidas. Ambos estaban sentados en el porche de su vivienda, observando el precioso cielo estrellado con el que contaban esa pacífica noche. Una temperatura perfecta y un aire sorprendentemente puro para estar en un planeta de creación artificial hacían de la velada algo idóneo. — Lo sé, pero les tengo cariño. También los siento como hijos míos. — Y yo, pero entiendo que tras haber perdido mucho en su vida, quieran empezar una nueva en otro lugar. — Ya... ¿y escuchaste hablar a Owen? — Lill recordó algo que sucedió unas semanas atrás — Ese chico está loco por Karla y lo saben todos menos él. — Es un poco despistado. Como tú en aquella época — La gobernadora de la humanidad se echó a reír al recordar los inicios de su relación en la Arcadia. — No lo niego, pero conozco ese sentimiento, lo viví contigo — El ex comandante se sinceró con su mujer en ese instante — Me preocupa que quiera marcharse también en el arca por estar con Karla. — ¿Lo ves capaz? — Por supuesto. Yo hubiese hecho lo mismo por ti. — Cierto. Sois como dos gotas de agua, tú y tu hijo. — Vaya... eso me hace pensar que no seremos los últimos viajeros. — Habrá otros, después de nosotros. Y estoy en paz con ello. — ¿Incluso si son nuestros hijos? — Incluso si son nuestros hijos. — ¿Por qué? — Porque eso significará que tendremos personas de bien mirando por el futuro y la seguridad de todos. Tal y como hicimos nosotros. Carver y Crane se sujetaban las manos, sentados en dos mecedoras bajo la plácida noche iluminada. La inmensidad del cosmos siempre les atrajo e incluso sin estar a bordo de una nave, esa sensación de pertenencia a un lugar lejos del que estaban les invadía momentáneamente. El impulso por ver que hay siempre más allá era una llama en su interior que nunca se había podido apagar. Y eran conscientes de que, muy probablemente, sus hijos albergaban también ese deseo en sus entrañas. — No querría estar en otro lado que no fuese el tuyo — El hombre besó la mano de su amada. — Yo tampoco — Contestó ella, mirándole a los ojos — Aquí es donde pertenezco.