Ciencia ficción Los Viajeros Vol. 2: Parte II: Un orden superior

Tema en 'Novelas' iniciado por Manuvalk, 16 Noviembre 2025 a las 12:42 PM.

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    Manuvalk

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    Título:
    Los Viajeros Vol. 2: Parte II: Un orden superior
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    5826
    Un saludo a todos los que se aventuren a leer esto, ya sean curiosos o conocedores de este universo ficticio, bautizado como Los Viajeros. Antes de dejaros con el comienzo de la parte II (tenéis las guías de personajes, la cronología y demás en mi blog), quiero agradecer a mi gran amigo Agus estresado por estar siempre aquí, disfrutando (aunque no siempre XD) con esta historia de mi autoría. Espero que esta parte que se viene sea de su agrado en términos generales. Dicho esto, ¡hora de leer!


    El fuego prueba al oro. La adversidad prueba al hombre”.

    Séneca





    Sinopsis: La expedición clandestina orquestada por Akkor ha dado comienzo, teniendo que entregar un cargamento misterioso a los kharaket, una especie inteligente con la que los anixis contactaron en el pasado y con la cual el representante superior tiene un pacto secreto. Por otro lado, en Ibos, parte del grupo tiene decidido enfrentar el lado corrupto del Consejo Superior pese a las consecuencias que puede tener semejante movimiento. ¿Podrá la expedición cumplir con su misión y regresar a Ibos en el mismo intento? ¿Lograrán los aliados derrocar el poder tiránico de sus enemigos sin perder sus vidas en el proceso?




    Conflicto





    Tres semanas después


    Estar lejos de tu hogar puede ser difícil, pese a que puedes sentir el calor de tus seres queridos, brindándote energía allá donde estés. Nunca he recordado un instante en el cual mi vida fuese fácil; nunca lo fue. Desde el momento en el que nací estaba destinado, inconscientemente, a cargar con un legado que desconocía pero con el que tenía un vínculo inquebrantable. Mi madre nos educó sola, a mí y a mi hermana, conforme pudo. Pero éramos una familia más grande; amigos, hermanos… pronto descubrí que ellos también eran mi familia. Y pese a mi deseo de partir, de ver otros mundos que deleitaran mis ojos, mi corazón siempre estaba con ellos. Lo sigue estando esté a los años luz que esté de mi familia. Volveré a casa aunque sea lo último que haga.


    Jackon esquivó con asombrosa facilidad el golpe directo de su oponente, pese al largo rato que llevaban enzarzándose entre sí sobre la lona predispuesta para el conflicto amistoso. Aunque a la hora del conflicto nadie era amistoso.

    La sudor recorría sus rostros mediante diversas y pequeñas gotas que se formaban debido al exigente esfuerzo físico que estaban teniendo durante una larga hora, pero eso no impedía que los combatientes siguiesen dando lo mejor de sí. Ninguno de los dos había sido derribado por más de cinco segundos sobre el área delimitada para la lucha, siendo una norma que ambos impusieron una vez estuvieron de acuerdo.

    Aquellos que espectaban el encuentro a pocos metros de distancia no podían evitar murmurar, asombrarse e incluso aplaudir los diferentes movimientos. El comandante de la expedición estaba enfrentando a su viejo conocido neoniano, quién le propuso una pelea al comienzo de la misión.

    — Son increíbles — Musitó Young, dándole un pequeño toque a quien tenía a su lado — ¿No te lo parece?

    — Sublime, desde luego — Contestó Ernu, uno de los anixis que formaba parte de la cruzada clandestina — Aunque sus movimientos ya empiezan a ser predecibles. El agua termina desgastando al metal.

    Kairos enlazó una serie de patadas a la altura de la cintura que Jackon se vio obligado a bloquear, contraatacando con un gancho indirecto de izquierda que terminó por convertirse en un amago, pues el humano pateó con su pie derecho a la rodilla de apoyo del neoniano, haciendo que éste se inclinase hacia él para finalmente asestarle un puñetazo contundente en el rostro.

    El derribo fue instantáneo y tras el se escucharon algunos vítores por parte de aquellos que observaban el entrenamiento de alto nivel entre el comandante de la expedición y uno de sus miembros.

    — ¡Y eso son cinco segundos en la lona! — Indicó con energía aquel que hacía de árbitro, siendo este Yeved, otro de los neonianos presentes — ¡Oficialmente el ganador es el comandante Vaalot! ¡Y ya son tres seguidas!

    El líder de la expedición levantó el puño en señal de victoria y algunos de los presentes le aplaudieron el gesto, a excepción de unos pocos que aún no habían terminado de entrar en la dinámica del grupo.

    Las diferencias entre todos ellos eran notables, pero mientras algunos las habían dejado a un lado para colaborar en el éxito de la misión, otros se habían mantenido fríos y distantes en todas las ocasiones en las que había que interactuar.

    Jackon tenía un labio partido, pero eso no le importaba en absoluto. Estaba celebrando haber derrotado en un combate cuerpo a cuerpo a Kairos, quien se estaba incorporando ayudado por Yeved y Horn.

    — Buena pelea, jefe — Kent le tendió una mano a su superior mientras con la otra se encajaba de nuevo la mandíbula — Pero no te descuides, no perderé la revancha.

    — La estaré esperando con ansias, compañero — Sonrió Vaalot con cierta prepotencia.

    El comandante alzó la vista una vez se saludó cordialmente con el neoniano, momento en el que se percató de la presencia, a cierta distancia —casi al fondo del gimnasio—, de Oda.

    La inteligencia artificial con forma humana se encontraba seria y de brazos cruzados, habiendo observado toda la pelea. La robot ya le había dejado claro a su superior que no aprobaba esas cosas.

    — Jackon, ha sido increíble de ver — La ingeniera Yazuke se aproximó a él, comprobando la herida que éste tenía en el labio — Déjame ver.

    — No es nada — Musitó él, restándole importancia — Luego le diré a Uldi que le eche un vistazo.

    — Podría hacer eso yo, ahora — Insistió la asiática, mostrándose amable y servicial.

    — Ahora no — Dijo Vaalot, tajante — Te lo agradezco, Mia, pero me voy a duchar y enseguida debo preparar el descenso de mañana.

    — Es cierto… mañana llegamos a las coordenadas marcadas — La mujer no parecía muy entusiasmada con la respuesta de su líder y con la misión en si — ¿Qué sabemos sobre ese mundo?

    — Tenemos los datos, mañana os los comunicaré a todos justo antes de partir a su superficie — Jackon se veía un tanto serio, como si ya se hubiese instalado en su mentalidad de comandante — Si me disculpas…

    — Por supuesto, comandante.

    El hombre se dirigió a la salida mientras en el proceso algunos de sus soldados e ingenieros le felicitaban por la victoria. Un tablón electrónico marcaba los combates que ya se habían dado entre los miembros de la expedición que quisieran participar, siendo tres victorias para Jackon, dos para Kairos y otras dos para Brokad, el neoniano con implantes tecnológicos.

    Evidentemente no todos habían decidido participar en esos combates, por lo que todavía quedaban muchos posibles emparejamientos y por ende muchas luchas de lo más interesantes entre soldados tan dispares.

    — Jackon — Oda frenó el avance del comandante, quién pasaba por su lado para salir de esa amplia sala que contenía armería y gimnasio — Te necesitamos en la mejor forma para mañana. No me parece correcto haber empleado tu energía física de hoy en una pelea irrelevante para nuestros intereses.

    — A veces pareces un robot, Orenda — Le dijo Vaalot con cierta ironía, quitándole hierro al asunto — Estoy bien, tengo energía para hoy y para mañana tendré mucha más.

    — Mañana podría ser el encuentro con los kharaket y no sabemos cómo van a reaccionar, pese al acuerdo que tengan con Akkor.

    — Soy consciente de ello, pero contamos con Ikviek y Ernu. Ambos conocen a los kharaket y podrán advertirnos de sus movimientos.

    — Eso no significa nada — Insistió la IA con forma humana, tratando de no hablar alto para llamar la atención de otros — Lo que sabemos por parte de Akkor es que les corresponde la entrega de un cargamento, pero no sabemos ni que contiene esa caja ni que pretenden esos alienígenas. Simplemente te digo que seamos cautos, nuestra prioridad es regresar a Ibos.

    — ¿Te crees que no lo sé? — Jackon se sentía constantemente vigilado por Oda y así se lo hizo saber — No eres mi niñera y yo soy el comandante. Sé muy bien lo que hago.

    A esas palabras las acompañó la espantada de Vaalot, que se marchó rápidamente del lugar mientras Orenda permanecía quieta, procesando todo lo que el humano le había dicho.

    Para una robot que no tenía emociones como tal pese a que las reconocía, todo era interpretado de una forma más analítica y lógica, por lo que no se tomaba personal nada de lo que se le dijese. El resto de tripulantes que estaban presentes en el área, a excepción de unos pocos, decidieron marcharse también del lugar.

    Fare, la científica de la nave Explorario, pasó por al lado de Oda y pensó que podría estar preocupada por el comandante Vaalot, pues les había visto hablar.

    — No te preocupes por el comandante, Orenda — La syleriana de aspecto delgado y fino decidió mostrar su afecto al colocar una de sus manos en el hombro de la ‘humana’ — Es más inteligente y fuerte de lo que parece, al menos para mi.

    Oda asintió, mostrando una falsa sonrisa.

    Y es que la mujer robot debía disimular las emociones humanas —que eran casi las mismas que las del resto de especies— para pasar más inadvertida, puesto que mostrarse con total frialdad o seriedad podría extrañar a muchos de los tripulantes, pese a que no todos eran especialmente emocionales con los demás. Sin embargo, sabía que era muy relevante el crear conexiones de ese calibre con otros miembros de la expedición para así tener posibles aliados para sus intereses si se prestase el momento para la ocasión de necesitarlos.

    Todos se marcharon de la armería/gimnasio a excepción de Nosh, que decidió quedarse en el banco de trabajo para realizar una serie de modificaciones a un Flasher por el cual se quejó Ikviek, ya que según él durante su práctica en la misma sala —donde también estaba la galería de tiro—, el arma no respondía del todo bien a las órdenes de disparo cuando éste apretaba el gatillo.

    Y sabiendo que el humano era uno de tantos que tenía dotes de ingeniería, recibió el pedido por parte del ex soldado anixis, que veía en Nosh a un tipo callado e introvertido que apenas había interactuado con nadie durante todo este tiempo, a excepción del propio Ikviek.

    — ¡Te he dicho que mis modificaciones funcionan perfectamente!

    Nosh escuchó de pronto como varios pasos resonaban en dirección a su área de trabajo, volteándose para ver que efectivamente así era. Brokad, el neoniano que tenía por extremidades piezas de ingeniería robóticas —piernas y brazos a los cuáles se les podían ver todas las piezas, expuestas a la vista de cualquiera— llegaba hecho una furia y persiguiendo a Kris, syleriano y otro de los ingenieros presentes en la expedición.

    Éste elevaba sus ojos al cielo en señal de agotamiento mental, lo cual le producían las incesantes quejas y reproches del soldado neoniano. Ninguno de los dos prestó especial atención al humano que se encontraba reparando uno de los Flasher de la armería.

    — ¡Vale, Brokad, déjame en paz! — Exclamó Kris, girándose para confrontar al soldado — ¡Solo te he dicho que les vendría bien contar con una capa metálica como protección para evitar que se deterioren las piezas más rápidamente!

    — ¡No quiero ninguna protección de esas! — Contestó Brokad con arrogancia — ¡Además, tal cuál están dan más miedo!

    — ¡¿Qué te hace pensar que los kharaket o cualquier especie pueda temerte por llevar implantes cibernéticos como extremidades?!

    — ¡Parezco una máquina andante, Kris! ¡Puedo correr a más velocidad que cualquiera de esta nave, puedo trepar más ágilmente y no puedo quedarme sin extremidades en combate!

    — Si puedes, solo basta con que varias balas impacten en los conductos que enlazan con tu sistema nervioso y quedarían inutilizadas.

    — ¡Ninguna maldita bala va a penetrar todas las capas!

    — ¡Maldito idiota! ¡¿Qué capas?! ¡Llevas cero protección!

    — ¡La protección es para inútiles que tienen miedo! ¡Yo no temo a nada!

    — ¡Pues mucha suerte si hay algún tiroteo ahí fuera!

    — ¡Parece que la toxicidad de Syleria la lleváis los sylerianos en la sangre!

    Brokad decidió terminar la discusión ahí, emprendiendo el camino hacia la salida y dejando a Kris allí mismo, a solas con Nosh. Ambos ingenieros se miraron entre sí mientras el syleriano negaba con la cabeza, apoyando sus manos sobre su propia cintura en un claro gesto desalentador.

    — Hola — Rath, la neoniana psicóloga y experta en el contacto con otras especies, apareció repentinamente en la zona — ¿Por casualidad no habéis visto a Ikviek? Le toca una sesión conmigo.

    — No, no lo he visto — Murmuró Kris, al mismo tiempo que Nosh negaba con la cabeza sin decir palabra alguna — Si lo vemos, le diremos que le esperas…

    — En mi camarote — Explicó ella — Allí trato a la tripulación, ya que no tengo una sala habilitada.

    — Bueno, dínoslo a nosotros los ingenieros — El syleriano señaló toda la sala en la que se encontraban, la cual compaginaba armería, gimnasio y banco de trabajo a la vez.

    Rath asintió sin querer proseguir más de la cuenta con esa conversación, decidiendo por el momento seguir buscando al soldado anixis con el cual tenía una conversación pendiente. La neoniana avanzó por los diferentes pasillos de la Explorario, pero no encontraba a Ikviek hasta que se dio de bruces con él saliendo del almacén previo al puente de mando.

    — Tenemos una sesión — Indicó ella, un tanto molesta por tener que ser la que fuera a buscarle a él.

    — Disculpa, Rath — Musitó él, señalando al puente de mando — Pero no podrá ser hasta dentro de un rato.

    — ¿Y eso por qué…?

    El soldado señaló directamente a Plaxor, que se encontraba en el puente de mando junto a Horn y Jackon, al parecer en lo que estaba siendo una discusión acalorada entre el ex consejero anixis y el comandante junto a su piloto.

    Ikviek no estaba dispuesto a perderse la oportunidad de ver que estaba ocurriendo para aportar su punto de vista, pues el ex soldado chocaba fuertemente con las ideas de su antiguo general en el ejército superior y siempre aprovechaba cualquier ocasión para confrontarlo.

    — ¡Ya te he dicho que deberíamos descender con las lanzaderas, no con la Explorario! — Plaxor estaba bastante cerca del piloto humano, que sin embargo, no le tenía miedo aparentemente — ¡No podemos exponer la nave a ningún contratiempo y Pateliala es un mundo difícil!

    — ¿Qué está pasando aquí? — Ikviek no se lo pensó dos veces a la hora de intervenir en esa tensa discusión, siendo acompañado por Rath — ¿Otra queja más sobre el proceder de los demás?

    — Habló el saboteador número uno — El ex general del ejército superior atacó al que fuera su ex soldado en un tiempo pasado — No tienes ni voz ni voto en esto.

    — De hecho, sí lo tiene — El comandante Vaalot confrontó también al anixis que Akkor había metido en la expedición para controlar el curso de esta — Toda la tripulación tiene derecho a hablar porque así lo quiero. Aunque el que toma las decisiones soy yo.

    — Recuerda que quién manda es Akkor, tú solo eres su experimento favorito — Plaxor apretó los puños y los dientes al decir eso — Como iba diciendo, no podemos aterrizar con la nave en Pateliala. Hace un largo tiempo de la última vez que se hizo el contrabando con los kharaket y el punto de encuentro podría estar comprometido, además de que las condiciones climáticas no son muy favorables ahí.

    — La IA de la nave está realizando el escaneo planetario — Indicó Horn, el piloto, de brazos cruzados y gesto indiferente ante las quejas del ex consejero — Para el descenso de mañana tendremos toda la información.

    — ¿Has mandado mensaje a la baliza que detectamos al entrar al sistema? — Jackon sabía que debían informar a la especie dominante de la zona sobre su presencia — Deben saber que estamos en las coordenadas.

    — Lo hice, pero no hubo respuesta — Musitó el piloto humano, alzando los hombros — Ha pasado un día completo y nada.

    — Esto no me gusta… — Plaxor era pesimista por naturaleza.

    — Aquí debo coincidir con el gruñón — Indicó Ikviek, un soldado veterano con bastante experiencia en su campo y sobre los kharaket — Si no contestan, es extraño. Propongo descender armados y con una de las lanzaderas, ser un equipo pequeño nos vendría bien para analizar la situación y no exponernos a todos. Eso sí, sin el cargamento.

    — Concuerdo contigo, Ikviek — El líder de la expedición pensaba prácticamente lo mismo — Plaxor, no es mala idea la tuya, ya ves que podemos trabajar todos juntos. Pero tu actitud lo complica todo.

    El ex consejero lanzó un gruñido como respuesta y optó por marcharse del puente de mando, dejando a solas a los dos humanos, al anixis y a la neoniana. Fue precisamente esta última la que se quedó mirando a Plaxor, consciente de que le vendría bien tener una sesión con ella para expresar el porqué de toda esa ira en su interior. No obstante, ya habría tiempo para ello.

    La psicóloga —y a su vez exploradora— del navío vio como Horn realizaba una serie de comandos en el puente con el objetivo de aproximar la Explorario al planeta de nombre Pateliala. Todo esto mientras Ikviek le comunicaba algo al comandante de la misión.

    — Sabes que este tipo va a darnos problemas, ¿verdad?

    — Lo suponía desde el principio.

    — No sé si lo has pensado, pero él es el único enlace directo con Akkor — Dijo el veterano anixis en un tono bajo para evitar que Rath o Horn le oyesen — Y sé que como soldado que eres, tienes un plan para regresar a Ibos. Pero no todos aquí queremos regresar a ese mundo.

    — ¿Quieres irte al planeta donde están el resto de exiliados?

    — Seguro que allí las cosas son más justas que con el Consejo Superior.

    — Allí siguen dependiendo del Consejo.

    — No completamente. Según tengo entendido, hay un sistema el cual hace funcionar todo allí.

    — Bueno, por el momento la misión es…

    — Esta misión solo le interesa a Akkor y Plaxor — Ikviek estaba siendo completamente sincero con el comandante respecto a lo que pensaba — A menos que los kharaket sean útiles para ti, no entiendo el motivo por el cual seguimos haciendo esto, cuando podríamos lanzar a Plaxor por una esclusa al espacio exterior y volar hacia las coordenadas del planeta de exiliados.

    — No tenemos esas coordenadas, Akkor nos las dará cuando terminemos con esto — Jackon había pensado en todo — Comprendo que tengas tus metas, Ikviek, pero necesitamos cumplir con la misión antes de siquiera planear qué hacer. Además, como bien dices, los kharaket podrían ser útiles.

    — En base a mi experiencia con ellos, solo son un lastre — Murmuró el anixis, que no se veía por la labor de seguir tratando ese tema — En fin, tú verás, Vaalot. Supongo que Akkor te designó comandante de esta expedición porque al final sabía que obedecerías como un siervo.

    Jackon vio como Ikviek se marchaba del puente de mando y no pudo evitar sentir como un brote de rabia le recorría el cuerpo, pues esas palabras por parte del anixis eran un claro ataque sutil a la parsimonia con la que el actual comandante se tomaba sus intereses respecto la misión. Sin embargo, el humano decidió serenarse, sabedor de que sus objetivos no habían cambiado pero entendiendo que por el momento necesitaba seguir el plan establecido.

    Su instinto le decía que los kharaket podrían ser útiles de alguna forma, por lo que no quería desaprovechar esa oportunidad, además de que le intrigaba ver que tipo de cargamento transportaban pese a que por el momento no tenían forma de abrirlo.

    Fuese lo que fuese, el comandante Vaalot alzó la vista y la centró en Pateliala, un mundo de color blanco ante sus ojos el cual sería su próximo destino.

    […]

    El humo de un cigarrillo se elevaba hacia arriba con lentitud, creando diversas formas gracias al movimiento del aire en una corriente de viento producida por varias ventanas abiertas.

    El bullicio de la ciudad de Vianus en su frontera con el exterior era menor que en el centro, pero eso no evitaba que los sonoros trabajos de reconstrucción en la zona no se colasen al interior de los apartamentos.

    Dicho cigarro se encontraba sobre un escritorio, concretamente en un cenicero que se veía impoluto hasta que el tabaco empezó a dejar caer la ceniza mientras se iba consumiendo.

    Kendall observaba como aquello que había sido su vicio durante los primeros años en Ibos, se evaporaba con el paso del tiempo ante sus ojos. Un humo blanco y espeso producido por el fuego que ardía en el interior del pitillo daba al detective la posibilidad de imaginar formas con el, gracias a como se mecía en el aire con suavidad. El hombre se tocó el costado derecho de su torso, sintiendo la cicatriz casi imperceptible que le había dejado la operación que tuvieron que realizarle.

    Ahora solo contaba con un pulmón natural y otro artificial, que era el que le habían implantado tras perder el suyo propio.

    — ¿Kendall…? ¿Estás ahí?

    Xom alzó la vista y la centró en la puerta de su pequeño apartamento.

    Su vista se topó con la pantalla que producía el humo del cigarrillo. El detective abrió el primer cajón de varios con los que contaba su escritorio y sacó de este un Striker reconvertido a pistola, dejándolo sobre la mesa.

    Tras unos segundos de completo silencio solo interrumpido por el sonido de la productividad de un nuevo día en Vianus que entraba por las diversas ventanas abiertas, el hombre dio el visto bueno a esa visita.

    — Estoy aquí. Pasa.

    La puerta ya estaba abierta, así que el visitante solo tuvo que accionar el pomo para obtener el acceso al despacho del detective. Kendall ni se inmutó cuando vio entrar al representante de la Alianza Interestelar de Especies, aquel que le contrató para una misión clandestina que terminó evaporándose como el humo de ese cigarrillo que estaba por apagarse solo.

    Omnius se quedó de pie frente al detective, mirando por un momento ese cigarro que emitía constantemente su toxicidad al ambiente del lugar.

    — ¿No lo habías dejado?

    — Ni lo he tocado — Musitó Kendall, sin mirar directamente a los ojos de su principal líder — ¿Qué quieres, Om?

    — Saber cómo estás — El syleriano tomó asiento frente al anfitrión — Desde que te dieron el alta que no he sabido nada de ti. Y de eso ya hace más de una semana.

    — ¿Qué quieres, Om? — El humano sabía que no estaba allí simplemente por conocer su estado de salud — ¿Esperas que te dé las gracias por haber hecho un trato que salvara mi vida?

    — Bueno, no me quejaría si me lo agradecieras.

    — Pues no lo vas a oír de mi boca — Contestó Xom, tajante — Salvaste mi vida a costa de la de otros que se han ido exiliados y a los cuáles probablemente no volvamos a ver. Hubiese preferido mil veces antes que guardaras la confesión de Relic y yo hubiese muerto.

    — Ken, no me creo que pienses así…

    — ¡Yo no tengo a nadie aquí conmigo! — Exclamó el detective, golpeando la mesa con sus puños — ¡Jackon tiene a su hermana y su pareja aquí! ¡Otros exiliados también tienen a sus familias!

    — Tú eres familia mía y del grupo, amigo — Paokt intentaba justificar su decisión desde que la tomó, pese a que nadie de aquellos a los que consideraba de su familia les convenciese — Jackon, Kairos, Mia… han sido exiliados, sí. Pero no están al borde de la muerte como lo estabas tú. Yo os metí en esto y no quería perder a nadie. La muerte de Eeron aún pesa…

    — Ser exiliado bien podría significar acabar muerto allá donde sea que hayan sido llevados — Le contra argumentó el hombre con rasgos asiáticos — Me da igual que sea una colonia y que el Consejo la provea de suministros o no, de que tengan un sistema de gobierno o un líder allí… es un mundo sin ley. Y has dejado que los nuestros se fueran injustamente allí, haciendo un trato de mierda con un hijo de perra corrupto que nos tiene en la palma de su mano. No pierdas el tiempo en darme explicaciones sobre porqué te pareció tan bien escoger este camino, Om. Para mí, te equivocaste y no tengo ningún interés en pretender que no me importa. Ahora, si me permites, estoy muy ocupado…

    El gesto de Kendall señalando la puerta fue bastante revelador para Paokt, que entendió perfectamente que no era muy bienvenido en el piso franco del detective.

    Aceptándolo con entereza a pesar de que le dolía, el representante de la Alianza y aún miembro del Consejo Superior, se incorporó de su asiento y emprendió el trayecto hacia la salida con el semblante serio. No hubo un adiós ni un hasta luego de despedida, no hubo palabras más que las que ya se habían dicho. Eso era, en cierto modo, suficiente para saber como estaban las cosas entre Omnius y el resto de esas personas que eran de su familia. La situación era la que era tres semanas después de todo lo sucedido.

    Cuando Xom se percató, el humo del pitillo había dejado de salir de este, lo que quería decir que ya se había apagado.

    — Debería prepararme — Murmuró para sí mismo, tomando la pistola que tenía sobre la mesa junto a otras pertenencias — Me están esperando.

    El detective tomó todo lo que consideraba necesario para su breve viaje y salió de su apartamento, dirigiéndose a una zona próxima en la que aparcaba su lanzadera de uso personal.

    Kendall se sentó en el asiento de conductor y activó los propulsores del vehículo aéreo, elevándose sobre el asfalto hasta tomar una altura considerable, rotar la lanzadera y apuntar con ella hacia la dirección en la que debía ir. Apenas le iba a tomar diez minutos al trayecto que, de ser andando, sería media hora larga.

    Su destino no era otro que el Distrito Neonia, donde le estaban esperando aquellos que compartían su misma visión de seguir presionando al Consejo Superior.

    Cuando el hombre llegó, se encontraba sobre un área rodeada por chatarra, un tanto alejada del núcleo urbano del distrito neoniano. Había viejos transbordadores y lanzaderas desmontadas a piezas entre todo tipo de materiales tecnológicos que se recolectaban para reciclarlos allí. Justo en el centro había una pequeña explanada que bien podía servir como zona de aterrizaje, lugar en el que Xom optó por hacer descender su vehículo aéreo al ver que había otro más ubicado en esa zona.

    En cuanto aterrizó, apagó los propulsores y salió del vehículo, un neoniano y una syleriana se aproximaron a él. No destacaba nada en ellos, a excepción de una marca idéntica que portaban en una de sus cejas; una cicatriz que parecía más hecha a propósito que en algún accidente.

    — ¿Kendall Xom? — La pregunta provino del neoniano, que quería corraborar la identidad del recién llegado.

    — Ese soy yo — Musitó el hombre de rasgos asiáticos.

    — Síguenos — Le indicó la syleriana — Tus amigos y nuestra líder te esperan en el subsuelo.

    — ¿Perdón? — Kendall no comprendió a qué se refería — ¿Vamos a un sótano?

    — Algo así — Espetó el neoniano, con la vista al frente — Un punto de encuentro en la clandestinidad.

    El humano suponía lo que querían decirle esos dos mercenarios y en su interior agradecía el no tener que usar más su apartamento como piso franco para reuniones que involucraban investigar al Consejo Superior, más que nada porque eso hacía que su propio hogar fuese un objetivo si los operativos de Akkor descubrían que allí llevaban a cabo reuniones secretas para atentar contra sus intereses.

    Los dos guardias guiaron a Xom hasta un contenedor rodeado por todo tipo de piezas de vehículos aéreos. Una vez dentro, cerraron tras de sí la puerta. El interior del contenedor se veía como si se tratase de un pequeño refugio con un catre y poco más, pero el neoniano se acercó a una alfombra y la levantó para revelar un compartimento.

    La syleriana le ayudó a abrirlo y Kendall pudo ver que había unas escaleras que llevaban hasta el subsuelo.

    — Baja por estas escaleras y te encontrarás con alguien — Le indicó el neoniano, que se acercó a una pequeña mesa en la cual había dos Striker que parecían haber sido limpiados — Nosotros nos quedamos vigilando.

    — Vale, entendido.

    El detective empezó a bajar por las escaleras mientras escuchaba como cerraban ese compartimento secreto tras de sí. El lugar se sentía algo polvoriento y eso le hizo toser tímidamente un par de veces mientras descendía a esa especie de sótano clandestino. La luz allí era rudimentaria, pudiendo verse bombillas y cables mal colgados por la pared de piedra en lo que era un pasadizo iluminado que le llevó a encontrarse de bruces con una persona ante una puerta.

    — ¿Kendall Xom? — El custodio de esa entrada iba fuertemente armado, algo que sorprendió al humano.

    — Sí.

    — Adelante, la reunión está a punto de comenzar.

    El guardia abrió la puerta para dar acceso a Kendall a su interior, cerrándola tras de sí acto seguido.

    Se encontraba en un espacio amplio, similar a una sala de recreativos privada, con la excepción de que los recreativos eran una galería de tiro pequeña, un proyector apuntando a la pared con varios sofás a su alrededor y finalmente una barra con varias botellas contadas de alcohol. Al menos, eso era todo lo que se veía a simple vista. Justo en la zona de los sofás y el proyector había varias personas, rodeando a una mesa diminuta pero en la cual había distintas armas sobre ella.

    Cuando el detective se acercó pudo divisar algunos rostros conocidos, los cuáles le habían dado la indicación de que se personase allí.

    — Ken, ya estás aquí — Dijo la comandante Mercer, incorporándose para darle un abrazo — Me alegra verte bien.

    — Sí, lo mismo digo.

    — ¿Todo bien? — El joven Crane también estaba allí, levantándose de su asiento para darle un buen apretón de manos a su amigo — Siéntate por aquí si quieres.

    — Me alegra ver que tienes buen color de piel — Murmuró Karla, que también abrazó al hombre de rasgos asiáticos — Y que te sumas a la causa.

    — Puedes sentarte aquí si quieres — La joven Vermeer también se encontraba allí y le hizo un hueco a su lado al detective — Me alegra que estés bien.

    — Gracias, a todos.

    A excepción de todos esos rostros familiares, también había al menos seis que le eran completamente desconocidos. Dos de ellos eran Eret y Vorta, siendo esta última la actual líder del grupo de mercenarios que había hecho de esa área de chatarra su refugio clandestino tras el exilio de Kairos. Parecían haber estado trabajando los últimos meses para terminar haciendo esa especie de sótano secreto que bien podía servir para hablar de temas privados que convenía no airear en zonas públicas o casas.

    La syleriana le tendió la mano al asiático, que la aceptó con normalidad poco después de haber tomado asiento entre Andrómeda y Owen.

    — Kendall Xom — Dijo Vorta con seriedad y respeto — Tus amigos nos han hablado bastante bien de ti y de lo que hiciste, aunque casi terminase con tu vida.

    — Sí, bueno, no contaba con las consecuencias inesperadas de ello.

    — Los operativos de Akkor son impredecibles — La líder de los mercenarios había estado investigando mediante sus recursos — Y por lo que sabemos, no son pocos. El representante superior tiene a su disposición a la élite del ejército superior, básicamente.

    — Soldados o emisarios camuflados en sus puestos — Pensó en voz alta la comandante del ejército de la Alianza — Ese malnacido ha metido mano en todo tipo de poder en esta sociedad.

    — En efecto, y con el representante Paokt a su merced, investigarle no va a ser tarea fácil — Eret se unió a la conversación — No tenemos a nadie que pueda servirnos como espía desde dentro del Consejo. En cambio ellos ahora son dos, contando a Akkor y Relic.

    — Tres, porque Omnius es ahora mismo su sirviente — Karla lo dijo despectivamente — Y según hemos sabido por Echo, el ahora general Orlat está investigando por su cuenta.

    — Bueno, sabemos que el consejero Valtin y la consejera Ziba no están involucrados en la corrupción de Akkor, al menos no directa ni conscientemente — Andrómeda había hecho los deberes, inmiscuyéndose de lleno en la misión que tenían ante sí — ¿Habéis pensado que podríamos…?

    — ¿Contactar con ellos? — Vorta miró incrédula a la joven científica — Sin pruebas, sería como vendernos ante Akkor.

    — Cierto, necesitamos ir a ellos con algo sólido que demuestre que el resto del Consejo en el que se encuentran es corrupto — Owen asintió al escuchar a la líder syleriana — La cuestión es cómo obtenemos esas pruebas.

    — Va a haber conflicto, eso es evidente — Echo quiso dejarlo claro de primeras — Olvidémonos de sutilezas, eso era lo que pretendíamos y nos terminaron sometiendo sin apenas haber empezado. Saben que vamos a por ellos y se van a preparar. Hagamos lo propio.

    La comandante Mercer señaló las armas que había sobre la mesa.

    Varios Striker, Flasher y Winlock sin etiqueta —fuera de los controles de las autoridades— estaban allí para que cada uno tomase el que quisiese. Todo el grupo se miró entre sí, conscientes de lo que significaba todo aquello. Se acabó el intentar investigar sin hacer daño e ir cuidadosamente, pues eso ya no era viable. Si querían exponer la corrupción, debían enfrentarla con dureza. La lucha contra los operativos no iba a ser tarea fácil y debían prepararse para enfrentar militares anixis que protegían los intereses del representante superior. Todo ello si querían terminar exponiendo a Akkor.

    Uno a uno empezaron a tomar armas mientras Vorta y Echo se miraban entre sí, asintiendo. Sin lugar a dudas, ellas dos eran las que más deseos tenían de atacar a la corrupción de la sociedad anixis. Sabían que tenían un tiempo límite antes de que Kairos y Jackon pudiesen regresar a Ibos.

    — Necesitaremos un plan, ¿no? — La científica Vaalot tampoco quería lanzarse a lo loco a un ataque — Entiendo que debemos protegernos, pero dudo que un ataque frontal sea lo mejor.

    — No atacaremos a lo loco — La líder de los mercenarios quiso tranquilizar a quiénes estuviesen preocupados por ello — Dadnos unos días y mi gente recolectará información sobre las próximas exposiciones públicas del Consejo. Ahí podremos trabajar con algo.

    — Por el momento, os sugerimos que os quedéis con un arma y la mantengáis cerca — Eret quiso dejar claro ese detalle — No dudéis de que los operativos también irán preparados.

    — Esperad, ¿por qué tanta preocupación por esto de repente? — Owen sabía que su amigo neoniano no lo decía en vano — ¿Sabéis algo?

    — Sabemos lo suficiente como para suponer que os están vigilando — Vorta lo dijo sin pensárselo dos veces — Por mucho pacto que haya hecho con Omnius, Akkor sabe que sois un cabo suelto y le daréis problemas.

    — Yo se los voy a dar, de eso puede estar seguro — Kendall sorprendió a todo el grupo cuando accionó el seguro del arma, demostrando que no había perdido su conocimiento ni dotes de soldado — Seamos la resistencia que termine por derrocar la corrupción en Ibos. Es ahora o nunca.
     
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