Long-fic de Pokémon - Los vengadores de Kanto

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Joseph Francisco, 15 Octubre 2024 a las 2:17 PM.

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  1.  
    Joseph Francisco

    Joseph Francisco El avatar es mientras tanto

    Sagitario
    Miembro desde:
    5 Octubre 2024
    Mensajes:
    10
    Título:
    Los vengadores de Kanto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    105
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    Hola gente de la isla , Me pueden llamar Joseph, les presento mi primer fic que esta basada en las teorías del fandom acerca de la guerra de Kanto, según los testimonios del teniente surge líder del tipo eléctrico en el juego.

    La historia es protagonizada por Darien, un muchacho que a sus 10 años lejos de convertirse en un entrenador pokemon, soñaba con ser como su padre, alguien fornido con pokémon grandes y fuertes y que forma parte de la brigada de demolición de construcciones plateadas (empresa constructora no canónica). Sin embargo, las circunstancias tienen otros planes y sus sueños se ven frustrados.
     
  2. Threadmarks: Prólogo
     
    Joseph Francisco

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    Los vengadores de Kanto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1056
    Ciudad Celadon, 10:30 PM.

    La noche se cernía sobre la ciudad, y la atmósfera era densa con el humo de la tragedia. Los ecos de sirenas retumbaban a lo lejos, mezclándose con el murmullo nervioso de los vecinos que se asomaban por las ventanas. "Estamos aquí reportando en el lugar de los hechos, donde se confirma el incendio de la mansión de la familia Silph. Se reportan cinco muertos y tres desaparecidos, y se sospecha que los desaparecidos son jóvenes de entre 12 y 15 años..." La voz de la reportera se cortó abruptamente cuando un hombre la empujó fuera de la cámara, dejando a todos en un silencio helado.

    "¿Quieren saber qué están haciendo las autoridades al respecto? ¡NADA! Estos son criminales de guerra, están por encima de todos, ¡no vieron lo que yo vi! ¡UN MONSTRUO LANZANDO LLAMAS BLANCAS POR SUS MANOS!" Su grito resonó en el aire, cargado de desesperación y terror.

    **En casa,** apagué la televisión, sintiendo un nudo en el estómago. La oscuridad parecía cerrarse a mi alrededor, y el aire se sentía espeso, como si la propia casa estuviera conteniendo la respiración.

    “Mamá, ¿papá vendrá pronto? Tengo miedo...” Mi voz temblaba, reflejando la angustia de un niño atrapado entre la inocencia y la brutal realidad que me rodeaba. Cada sombra en la habitación parecía cobrar vida, cada ruido exterior se amplificaba en mi mente.

    “No pasa nada, Darién. Papá tiene un poderoso Rampardos. Está ayudando a construir una nueva muralla en Ciudad Plateada. Vendrá pronto”, dijo mi madre, acariciando mi cabeza con ternura, pero sus ojos delataban una preocupación profunda.

    Suspiré, deseando ser como mi padre. “Quiero ser parte del equipo de demolición, ¡romper, destrozar, sudar como un hombre!” La ilusión brillaba en mis ojos, pero la preocupación en el rostro de mi madre no pasó desapercibida.

    **Más tarde, en Ciudad Carmín, 12:07 PM.**

    Una explosión resonó en la distancia, despertándome en la tina. “Ay no, me quedé aquí dormido...” Me levanté, buscando mi toalla en el patio, solo para encontrar la puerta principal abierta. Un escalofrío me recorrió la espalda.

    “¿Mamá? ¿Dónde estás?”

    El silencio fue ensordecedor, como si el mundo se hubiera detenido. Entonces, el teléfono sonó, rompiendo la calma.

    “¿María eres tú? ¡Tienes que salir rápido de Carmín ahora!” La voz de mi tía Carina estaba llena de pánico, cada palabra cargada de urgencia.

    “Darién, cariño, ¿y tu madre?”

    “No lo sé, me quedé dormido...”

    “Oh, mierda... No le abras la puerta a nadie. ¡Voy para allá!” La llamada se cortó, y un grito de terror emergió de mi garganta cuando una explosión sonó a dos calles de mi casa, iluminando el cielo nocturno con un resplandor aterrador.

    **La puerta empezó a ser tocada.** Cada golpe era un latido de mi corazón, resonando en mi pecho como un tambor de guerra. Sin pensarlo, abrí la puerta, y lo que vi me aterrorizó: un Pokémon enorme, rojo, que emanaba calor, seguido de un hombre robusto con ropas militares.

    “¡Escucha, muchacho, no tenemos mucho tiempo! Hay gente mala afuera...”

    Sentí el miedo apoderarse de mí, un frío helado que me recorría la columna. “Ese auto es de papá... ¿Mataste a papá?”

    El hombre vaciló, y en ese instante, el caos se desató.

    “Emm... Rayos, la cagué... Escúchame, vendrás conmigo a las malaaaaaaa!!!” Un rayo envolvió al hombre, dejándolo noqueado; era el Galvantula de mi mamá, un destello de esperanza en medio del horror.

    “¡Darién, debemos ir!”

    El Pokémon rojo golpeó a mi madre, mandándola contra la pared. El Galvantula se recompuso y lanzó una telaraña eléctrica, manteniendo ocupado al monstruo, pero el peligro seguía acechando.

    “¡Darién, corre!”

    En estado de pánico, corrí hacia el patio. Pero el Magmortar comenzó a perseguirme. Cuando intenté saltar la cerca, una pared de fuego apareció frente a mí, como un monstruo que me atrapaba en su trampa. Reaccioné a tiempo, pero mis manos se quemaron al intentar protegerme.

    Estaba rodeado en un círculo de fuego, y el Pokémon me agarró de un brazo, quemándome. “¡Ayuda!” grité mientras el monstruo se relamía, disfrutando de mi sufrimiento.

    “Maaaarr jajajaja.” Rió, imitando mis gritos, mientras acercaba una de sus garras candentes a mis partes íntimas. Mi corazón latía con fuerza, cada pulsación resonando como un tambor de guerra en mis oídos.

    “¡Magmortar!” El hombre llamó a su Pokémon, lo que hizo que el monstruo se detuviera y me soltara.

    “Deja algo para mí, no jodas. Recuerda que nos lo tenemos que llevar vivo y lo menos dañado posible, sino, sabes lo que nos pasará con el jefe... Mierda, lo quemaste bastante. Bah, diré que fue daño colateral. El fuego se está empezando a propagar por la ropa tendida y la hierba, debemos irnos.”

    Dijo levantándome de mi muñeca quemada, sacándome un grito.

    “¡Calla!” me ordenó, tapándome la boca y dándome una nalgada. “Vaya que buena retaguardia tienes. Magmortar ya jugó contigo, en el auto me tocará jugar jejejeeeeeeee...”

    De nuevo, un rayo cayó, pero esta vez le afectó a él, liberándome.

    “¡No toques a mi hijo, Galvantula, trueno!” El trueno cayó sobre el Magmortar, dejándolo inmóvil por unos segundos.

    “¡Darién, huye!”

    Tomé una sábana mojada y atravesé la pared de fuego, escapando hacia los matorrales. Corrí hacia la intersección que llevaba a los muelles, donde no había nadie, ni siquiera los guardias. Escuché una fuerte explosión y subí al segundo nivel del lugar.

    Usando unos prismáticos, apunté hacia mi casa y lo que vi fue horroroso: llamas blancas envolvían mi hogar, y allí estaban ellos, observando cómo ardía. Apunté al Magmortar, que de repente giró la mirada hacia mí, dándome un gran susto que me hizo tropezar y caer.

    Cubierto con la sábana y adolorido, salí del muelle. Vi a muchos correr hacia Ciudad Fucsia; a lo lejos, una multitud se agolpaba. Dos personas conversaban:

    “Oye, dicen que hay demasiada gente en Fucsia, la ruta está abarrotada. ¿No sería mejor huir al pueblo Lavanda?”

    “Nooo, para nada. En ese lugar solo hay vejestorios indefensos. Allá somos muchos, podremos defendernos.”

    Solo los vi perderse entre la multitud. En mi condición, no quería que me vieran así, así que opté por un lugar más tranquilo y desolado: Pueblo Lavanda.

    Al llegar, me acerqué a la primera casa que vi y simplemente me desplomé en la puerta, dándome un golpe con la cabeza. Después de eso, no supe más de mí.
     
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