Historia larga Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Dark RS, 7 Julio 2018.

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  1. Threadmarks: Capítulo 01. El Humano en la Tundra
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2235

    Capítulo 01. El Humano en la Tundra




    El paisaje es totalmente blanco, nieve hasta donde alcanza la vista; montañas, valles, caminos, todo está cubierto por una espesa capa de pureza helada. A la lejanía hay una enorme montaña que frena ligeramente la violenta tormenta que lleva casi dos horas de haberse desatado. La temperatura está muy baja, hasta para los que habitan en esta zona es casi insoportable.


    Un enorme mamut lanudo color blanco, cuya presencia es casi indetectable debido a la tormenta, avanza lentamente dando pesados pasos. La bestia mide casi tres metros de altura y cinco de longitud, con colmillos que son de la mitad del largo de su cuerpo, su pelaje es tan abundante que hay partes de su cuerpo donde llega a medir hasta medio metro. Carga una montura que sostiene un par de enormes canastos cuadrados, que se nota fueron tejidos a mano, los cuales están repletos de frutas, pieles y herramientas de piedra y metal.


    Sobre el animal va montado alguien que usa un grueso abrigo con gorro tejido de lana color azul oscuro, pantalones, botas y guantes del mismo color que la nieve. Siguiendo al mastodonte viene un segundo viajero vistiendo un abrigo con gorro y pantalones gruesos de color gris oscuro, guantes negros que resaltan demasiado y botas de cuero blancas. Este segundo intenta mantener el paso de la bestia, pero se nota que le cuesta trabajo hacerlo.


    El de abrigo gris tropieza cayendo de cara contra el frío manto, se sienta frotándose la mejilla adolorida. El mamut blanco se detiene con una señal que hace el que lo monta.

    —¿Estás bien? —cuestiona el del abrigo azul —. Te he dicho que camines con cuidado.

    —No es mi culpa, creo que hay algo bajo la nieve —explica quitándose la capucha.


    La del suelo es una chica de piel celeste con largo cabello azul oscuro que lleva atado en una cola, sus ojos son cafés como la madera, su cabeza es ovalada con mejillas generosas. Comienza a escarbar en la nieve para encontrar lo que la hizo caer.

    —No pierdas el tiempo jugando con nieve —regaña el que permanece sobre el mastodonte.

    —¡No juego! —responde enfadada la joven mientras continúa quitando nieve —. Solo quiero saber qué hay aquí.

    —Tengo una hija demasiado irresponsable —suspira bajando del animal.


    El de abrigo azul se baja la capucha, cosa que hubiera preferido evitar por la fuerte tormenta, pero el movimiento de la misma al ser movida por la ventisca hace que le cueste ver bien. Se trata de un hombre que pasa de los sesenta años, está en buena forma física, incluso mejor que las personas de la mitad de su edad, cualquiera que lo acabara de conocer juraría que apenas está comenzando los cuarenta. Mide poco menos de dos metros de alto, lo que lo hace alguien bastante alto. De piel y ojos como los de su hija, corto cabello blanco por la edad y una ligera barba que se debate entre gris claro y oscuro. Se puede apreciar una cicatriz profunda en la parte derecha de su cuello que continúa hacia abajo hasta ser ocultada por el abrigo


    La joven finalmente encuentra algo luego de mucho quitar nieve y de ganarse un dolor de brazos por el esfuerzo, al principio piensa que se trata de un animal muerto, pero conforme lo desentierra nota que en realidad se trata de una persona. El hombre la ayuda a sacarlo para poder así estudiarlo mejor. Es un joven ligeramente menor que la chica, casi tan alto como su padre, de cabello corto negro, usa ropas extrañas que no son las ideales para esta clase de clima, su piel, aunque azulada, no es de una tonalidad normal para los habitantes de este país.

    —¿Está muerto? —consulta la hija mirando el rostro del joven, no sería el primer cadáver que encuentra bajo la nieve pero si sería el mas apuesto.


    El mayor se inclina y coloca su mano en el cuello del joven que acaban de encontrar. Se queda por casi un minuto en silencio. Frunce ligeramente el ceño al sentir los latidos del corazón del desconocido.

    —Aún vive, pero su pulso es muy débil —informa el hombre indeciso, no está seguro si deberían llevarse al extraño a casa.

    —¡Debemos ayudarlo! —pide la joven con preocupación.

    —No creo sea buena idea —niega el hombre —. Podría tratarse de uno de los soldados de Delto, tal vez lo enviaron a buscar nuestra aldea.

    —No lo creo, no tiene puesta armadura... —se queda en silencio observando como respira, con dificultad, el joven —. Además, tú mismo me has enseñado que se debe ayudar a los que lo necesitan.

    —Traicionado por mis propias palabras —suspira el mayor avergonzado —. Ayúdame a subirlo, pero lo tienes que alimentar y sacar a pasearlo todos los días.

    —¡No encontramos a una mascota! —reclama ella ante la broma de su padre.


    Luego de tres días, el joven despierta en un lugar que no le es familiar. Parece tratarse de una casa pequeña de no mas de quince metros de longitud, con paredes y techo que dan la impresión de haber sido tallados de hielo blanco, el suelo está cubierto por pieles de diversos tonos oscuros. Se encuentra sobre una cama que está a no mas de medio metro del suelo, es de madera con un par de pieles negras cubriéndola y una mas que tiene encima que lo cobija. En el techo hay una pequeña lámpara que expide una tenue luz blanca proveniente de una débil llama del mismo color.


    Intenta levantarse pero siente todo el cuerpo entumecido y no lo logra. Escanea con su mirada la totalidad de la casa. Hay una segunda cama cerca suyo, pero las pieles de esa son grises y blancas, algunas herramientas cuelgan de las paredes, la puerta parece estar abierta ya que logra ver luz proveniente del exterior, una única ventana, que se encuentra cerrada, se localiza sobre las camas, hay un mueble largo sobre el que hay platos y cucharas, probablemente de piedra pulida, además de una olla de metal que despide un aroma que le parece que contiene sopa fría.


    Una chica de piel celeste y cabello azul oscuro largo entra por la puerta cargando una cubeta llena de agua. En cuanto ve que el joven está despierto corre hacia el exterior. A los pocos segundos regresa con un hombre alto que parece estar en forma, no como la joven que está ligeramente pasada de peso y es algo baja.

    —Veo que ya despertó —comenta el hombre acercando un tronco que se encontraba bajo la cama, toma asiento sobre este —. Dinos quién eres.


    El joven logra sentarse en la cama, observa con detenimiento a los recién llegados. El rostro inmutable del hombre es bastante similar al que él mismo suele poner cuando está por conversar con alguien en quien no confía. La chica solo parece estar curiosa sobre lo que vaya a decir. No sabiendo bien la situación en la que se encuentra, decide dar un poco de información.

    —Soy... —se frena al darse cuenta que estuvo por dar su verdadero nombre, el cual ha detestado desde siempre, razón por la que suele hacerse llamar por su apodo, uno que él se puso hace mucho —. Soy Magnus, ¿puedo preguntar dónde estoy?

    —Yo hago las preguntas aquí —desafía el hombre con firmeza.


    El joven permanece en silencio, aunque no parecen ser malas personas, tampoco se puede confiar en que no sean peligrosos. Según entiende de la situación, no es un prisionero, aunque se nota que el hombre lo atacaría si hace un movimiento erróneo. Los analiza un poco; la piel color celeste es algo que no ha visto mucho, prácticamente solo en tritones o magos con gran afinidad elemental de agua o hielo, son mas parecidos a humanos o alquimistas, pero tiene el presentimiento que no es el caso.

    —¿De dónde proviene, Magnus? —cuestiona el de cabello blanco sin cambiar la expresión seria.

    —Mi lugar de nacimiento es la tierra —«estoy bastante seguro que no estoy allá» —. Pero me encontraba en el continente Garja, que pertenece a un mundo distinto a la Tierra, cuando fui transportado a este lugar.

    —¿Tierra?, ¿Garja? —repite incrédula la única mujer en la habitación —. Suena que es un tipo raro.

    —Ya veo, así que vine a dar a otro mundo —murmura el chico pensativo.

    —No parece estar muy alterado por eso —señala el hombre con desconfianza, aunque sabe sobre los portales que conectan con otros mundos, no ve que hayan pruebas que este joven haya atravesado alguno o que provenga de otro planeta.

    —Si entrara en pánico cada vez que me sucede algo fuera de lo ordinario acabaría loco o hasta me termine matando —explica el humano bajando los pies de la cama.

    —Eres una persona precavida —añade el hombre frunciendo el ceño.

    —¿Puedo saber dónde me encuentro? —cuestiona el joven aún confundido.

    —Esto es Hogar, un poblado localizado al sur de la montaña Pico del Loro —informa la joven.

    —No le contestes —la reprende su padre.

    —No se preocupen por que sea una amenaza, me iré en unos minutos, debo encontrar una forma de regresar a mi mundo y no lo haré sentado aquí —dice el humano respirando con dificultad.

    —No tienes que hacerlo —se apresura a intervenir la joven tomando a su padre del brazo y llevándolo afuera de la casa.


    Magnus nota que hace mucho frío, mucho mas del que está acostumbrado a soportar. Supone que al estar siendo interrogado fue capaz de ignorar el helado clima, pero ahora que está solo lo puede percibir a la perfección. Finalmente se da cuenta que no lleva la ropa que tenía puesta cuando fue enviado a este mundo, en su lugar trae puesto un pantalón y una camiseta amarillenta.


    Padre e hija regresan, por la expresión del mayor, ella logró salirse con la suya en lo que sea que estaban discutiendo.

    —Te puedes quedar hasta mañana para que te recuperes un poco, luego te encontraremos otro lugar en el que puedas quedarte hasta que decidas qué hacer o a dónde ir —propone la chica notoriamente avergonzada, con las mejillas ligeramente oscurecidas, que es la forma en que las personas de su raza se sonrojan.

    —Gracias... perdona, pero no sé cómo te llamas.

    —Soy Cereza y ese gruñón es mi padre, su nombre es Manzana —presenta la joven sonriendo.

    —Mucho gusto —el humano intenta ignorar el hecho de que ambos se llaman como frutas.

    —¿Puedo preguntarte sobre lo que hacías en ese otro mundo? —pide ella con la mirada iluminada. Ha vivido tantos años en la misma aldea que se pregunta cómo es el mundo exterior, y enterarse que hay otros mundos abre un sin fin de posibilidades e interrogantes.

    —Soy mercenario y luchador de coliseo —cuenta buscando de reojo su ropa.

    —¡Eso suena asombroso! —grita ella entusiasmada —. Aunque no sé lo que sea un coliseo, los mercenarios son asombrosos, pueden viajar a muchas partes y conocer muchas personas distintas, es un trabajo asombroso.

    —Sí, es en efecto asombroso, pero peligroso, he estado al borde de la muerte en varias ocasiones, incluso acabé aquí luego de mi última misión.

    —Por cierto, ¿qué es un coliseo? —cuestiona ella curiosa.

    —No preguntes mas sobre eso —reprende su padre con preocupación, como si intentara que ella no sepa sobre ese tema, y esto no pasa desapercibido para Magnus.


    La chica se la pasa preguntando muchas otras cosas durante el resto del día y de la noche, su curiosidad sobre lo que hay en otros lugares es notoria e insaciable.



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    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: -
    Estilo de Lucha: -
    ______________
    Nombre: Cereza
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: -
    País de Origen: - (Hogar)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Manzana
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: +60 años
    Género: Masculino
    Raza: -
    País de Origen: - (Hogar)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: -
    Bestiario:
    Mamut Blanco: Mamífero de abundante pelaje blanco. Se alimentan de grandes frutas que crecen bajo la nieve. Se domestican para usarlos como medio de transporte.
    Humano: Seres que habitan el planeta Tierra. Mamíferos que dominan ese mundo.
    Lugares:
    Hogar: Nombre que se le da a diversos poblados por todo el país.
    Pico de Loro: Gran montaña localizada al suroeste del país. A sus faldas se encuentran el poblado Hogar y la villa Mithra.
    Otros:
    Llama Blanca: Fuego color blanco que arde a bajas temperaturas, la mayor parte del tiempo es frío o incluso tibio.
    Portales: Runas dejadas por hechizos en ciertos lugares que sirven como un vínculo entre un lugar en un mundo y otro lugar en un mundo distinto.
    Runa: Remanente de hechizos representados por símbolos, palabras o dibujos.
    Notas del Autor:
    Comencé con un capítulo ligero presentando a los personajes. No suelo hacer los capítulos muy largos, por lo que todos los capítulos siguientes tendrán un tamaño similar.
    Si encuentran algún error o tienen alguna crítica que dar espero me la hagan saber. Hace mucho no escribía ni publicaba nada, por lo que espero ir mejorando conforme avanza la historia. Agradezco el tiempo de quien se tome las molestias de leer este fic, muchas gracias y espero no haya sido aburrido.
     
    Última edición: 20 Octubre 2018
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  2. Threadmarks: Capítulo 02. Ataque a Hogar
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2567

    Capítulo 02. Ataque a Hogar




    Han transcurrido quince días desde que el humano despertó en ese país helado. Lleva diez días habitando en unas ruinas que se localizan a unos tres kilómetros del poblado donde viven Cereza y su padre. Estas ruinas parecen ser lo que quedó de una, muy antigua, biblioteca que está casi completamente enterrada bajo la nieve, lo único que es visible desde el exterior es un campanario, o eso parece que alguna vez fue ya que no hay señales de la campana. Una puerta de madera petrificada da acceso al interior, donde únicamente son accesibles los últimos tres pisos, habiendo barricadas hechas con muebles que impiden el paso a los pisos inferiores, haciendo imposible saber que tan grande es realmente el edificio.


    Cereza visita a Magnus un par de veces al día para llevarle algo de comer, a pesar de las negativas de su padre que le ha dicho que lo deje solo. Para ella levantar la puerta del campanario es imposible, pesa demasiado, al menos para ella que no está muy acostumbrada a las labores que requieren levantar mucho peso, aunque cuando se trata de caminar puede hacerlo durante horas sin cansarse. Este día, al igual que los anteriores, encuentra la puerta abierta, ya que el humano la deja así para que ella pueda entrar.


    La joven de piel celeste baja unas viejas escaleras de metal oxidado que llevan al interior de las ruinas. Cuando se acaban los peldaños continua avanzando por un pasillo sin iluminación, pero eso no la afecta, ya que al final del mismo hay una luz blanca, luz que proviene de la habitación en donde suele encontrar al humano leyendo algún libro. Por alguna razón, que ella no logra comprender, al humano le gusta tener la cara metida en algún libro. Aunque, según lo que pudo ver cuando vivía en casa con ella y su padre, él se levanta mucho antes del amanecer para ejercitarse, lo que ella consideraba un manjar para la vista cuando se quitaba la camiseta.


    Cuando llega a la habitación, le parece escuchar la voz de Magnus, como si conversara con alguien, pero no se escucha que nadie le conteste. Presta atención a lo que él dice.

    —Sé que es un dolor estar haciendo tantos mapas, pero así trabajo mejor —explica la voz del humano en un tono pensativo —. Tienes razón en eso, pero estarán bien sin mí —hace silencio durante unos segundos —. Lo sé, en cuanto termine la transcripción de especies y plantas peligrosas nos iremos.


    Cuando la chica se acerca un poco mas, el humano deja de hablar, como si le advirtieran sobre su presencia. Para cuando lo logra ver sentado en una banca de madera, que fue colocada al lado de una larga mesa de roca pulida que presenta varias fisuras, lo encuentra solo, y por mas que mira a los lados no logra ver a nadie mas, solo cientos de estantes de madera repletos de viejos libros y pergaminos.

    —¿Estabas hablando con alguien? —cuestiona colocando un viejo canasto color blanco sobre la mesa.

    —¿Trajiste comida? —pregunta él cambiando el tema, a pesar que la comida de este mundo no lo entusiasma en lo mas mínimo.

    —No puedo dejar que mueras de hambre —comenta ella sonriente mientras saca del canasto una olla abollada de metal, llena hasta la mitad con un líquido blanco en el que flotan trozos de verduras color rosa —. Mi especialidad; sopa de leche de mamut blanco con zanahoria rosa y una pizca de tomate picante para darle mas sabor —saca un plato hondo y sirve casi la mitad de la sopa en este, lo coloca frente al humano y le pasa una cuchara de madera —. Ten cuidado, sigue muy caliente.


    Para Magnus que le advierta que está “muy caliente” significa que con suerte está tibia. Según ha aprendido, los habitantes de este país se sienten a gusto con el frío, incluso un poco de calor ya les puede ocasionar incomodidad y el contacto leve con superficies calientes puede causar quemaduras graves. Prueba la sopa, está, como lo supuso, un poco tibia, para su gusto la zanahoria tiene poco sabor y le hubiera caído bien un poco mas de tomate picante.

    —Gracias, está rica —miente para no herir los sentimientos de la chica, pero preferiría que le trajeran los ingredientes para prepararlo él mismo.

    —Me alegra —añade ella sonriendo con el rostro ligeramente oscurecido.



    Cereza lo observa comer, le gusta ver que se coma lo que preparó especialmente para él. Esta es la segunda vez que ha preparado este platillo, la primera vez fue hace unos cinco años, en esa ocasión sacó la “leche” de un mamut macho, error que su padre detectó justo antes de que probara la sopa, pero esta vez está casi segura que si ordeñó a una hembra.


    Se pierde en el rosa de la piel del chico, es un tono que nunca antes había visto, está acostumbrada a ver pieles color celeste o de distintas tonalidades de azul, pero ese rosa es tan exótico que la hipnotiza. La ropa del joven también le es extraña; pantalones azules que no están hechos para abrigar, una camiseta blanca y una gabardina café claro que no cumple en lo absoluto el trabajo de un abrigo, pero cuando sale se pone un pantalón de lana sobre el que trae y un abrigo sobre la gabardina. Cambió los zapatos blancos de hule que traía por unas botas de cuero negras.

    —Tu apellido es Cortes, ¿cierto? —cuestiona el humano repentinamente.

    —Sí, no recuerdo que te lo hubiera dicho —intenta recordar cuándo fue que le dijo al humano su apellido, pero no lo logra.

    —No te preocupes por eso —la tranquiliza él para que no piense mas en el asunto. «No te esfuerces en recordarlo, nunca me lo dijiste» —. Tu padre debe tener qué, ¿unos sesenta años?

    —Eres bueno calculando edades, ¿cuánto me calculas a mi?

    —Veamos... —«no adiviné la edad de tu padre, solo confirmaba algo» —. Creo que unos veinte.

    —Vaya —aplaude ella emocionada —, estuviste muy cerca, tengo veintidós.


    El chico permanece pensativo durante unos momentos, luego mira hacia el vacío y asiente como si hubiera alguien ahí. Eso le parece extraño a ella, pero decide ignorarlo, en su lugar se arma de coraje para preguntarle algo que no se había atrevido hasta ahora por temor a la respuesta.

    —Tú... este... —juega nerviosa con el canasto, se le oscurece el rostro por completo — ¿tienes novia?

    —Tengo dos —contesta él sin pensarlo.

    —¿Dos? —pregunta sorprendida.

    —Es complicado, como nunca me decidí por una, ellas decidieron que las dos serían mis novias, aunque hubiera preferido que decidieran dejarme que complicar mas la situación.

    —¿No quieres la tercera? —dice avergonzada —. Es broma... ¿las quieres?

    —De eso estoy seguro, las amo mas que a nada en el mundo, moriría por cualquiera de las dos.

    —Son afortunadas... —susurra desilusionada —. ¿Cómo son ellas?


    El humano termina su comida y le gustaría continuar con su lectura en lugar de tener esta conversación, pero no tiene opción, le debe como mínimo eso por traerle comida todos los días.

    —Alice es humana, algo baja, es un año menor que yo, tiene el cabello negro hasta media espalda, es medio pálida, muchas veces parece estar triste pero cuando sonríe hace que el corazón se enternezca, es dulce, amable, antepone a los demás antes que a ella misma, es buena cocinera, le gusta prepararnos a todos los alimentos, la adorarías si la conocieras —cuenta él con una sonrisa sincera en el rostro.

    —Seguro es una chica linda...

    —Luego está Ma... mas bien, Elfina, detesta que use su nombre real, es rubia, ojos color esmeralda, es alta, bien desarrollada, como de mi misma edad, es atlética, bastante buena con el arco y en combate cerrado usando dagas, es un poco difícil de tratar, seguramente no te caería bien por su actitud fría, pero en cuanto la conoces bien... bueno, dejémoslo en que es difícil de tratar.

    —Suena como que te ha dado problemas esa Elfina.

    —Mas de un dolor de cabeza, pero no me haría daño, no puedo decir lo mismo de los demás, pero a mí no me haría nada.


    Conversan un rato mas sobre el resto de los mercenarios que conforman el grupo de Magnus. La chica regresa a la aldea, mientras que él se dedica a hacer anotaciones en un pergamino grande en el que ha estado escribiendo desde hace días.


    Magnus despierta en medio de la noche, se quedó dormido sobre un grueso libro que se le pegó en la mejilla. Escucha con detenimiento, percibe lo que parecen ser gritos en la lejanía. Se pone la ropa que lo mantiene caliente y la gabardina sobre esta. Corre hacia el poblado, conforme se acerca los gritos se intensifican, también puede escuchar llantos y murmullos desesperados.


    Cuando está a unos metros de una casa, cuya pared norte está destruida, nota un charco azul que huele muy parecido a la sangre. Se detiene y comienza a caminar en lugar de correr, los gritos comienzan a ser menos frecuentes, pero los llantos aún se escuchan por todas partes.


    Cuando llega al otro lado de la casa, encuentra un par de piernas que fueron cercenadas, de las cuales aún brota líquido azul. El humano se detiene en seco al ver un enorme ser de poco mas de dos metros y medio de altura, algo obeso pero con grandes bíceps, usa un taparrabos hecho con piel de animal color negro y blanco. El ser se voltea, en su mano lleva un brazo desmembrado y de su boca chorrea sangre azul, da un enorme mordisco al brazo mostrando una boca llena de filosos colmillos. Cuando este ve al humano sonríe ante la posibilidad de una nueva presa, deja caer el brazo y levanta un garrote de hielo que estaba a sus pies.


    El ser agita el garrote intentando golpear en la cabeza al humano, pero este salta hacia atrás evitando con facilidad el golpe. «Lo lamento, pero eres mucho mas lento que un ogro y con suerte mas débil también». Magnus corre hacia el costado del ser, lo golpea en las costillas comprobando que tan fuertes son su piel y huesos, desafortunadamente, es tal como lo leyó en una enciclopedia de bestias elementales; los troles de hielo tienen la piel y huesos muy duros.

    —Espero que los libros tengan razón con esto también —saca una daga de entre su gabardina y se la incrusta justo encima de la rodilla del trol, haciendo que este caiga al suelo sobre su rodilla buena.


    Una vez contra la nieve, el humano lo patea en la cabeza, usando todas sus fuerzas, dejándolo inconsciente en el acto. Observa al ser tendido en el suelo, frunce el ceño.

    —Lo sé, estas bestias viajan en grupos —responde el humano luego de recuperar su arma.


    Corre hacia la casa de Cereza, la encuentra en ruinas, con dos troles destruyendo las paredes usando garrotes de piedra. Ambos son casi idénticos al que acaba de enfrentar, los rostros son un poco distintos, pero la contextura es similar. Los troles lo comienzan a perseguir, se esconde en una casa que parece que está por derrumbarse, los seres lo siguen. El humano salta por una ventana y se queda quieto esperando que los troles no lo hayan perdido de vista ni intenten salir de la edificación.

    —¡Oigan, pedazos de basura putrefacta! —reta el humano aplaudiendo para que se concentren en él y no intenten salir de la casa —. ¡Intenten golpearme!


    Se acerca hasta quedar al alcance de los seres, estos golpean a la vez la pared, con la intención de ampliar la ventana, pero en su lugar producen que la casa se derrumbe sobre ellos. Magnus regresa a la casa de los Cortes, comienza a quitar los escombros con la esperanza de encontrarlos con vida. Se pasa levantando grandes trozos de hielo durante varios minutos hasta que una leve voz llama su atención.

    —Magnus... —dice en voz muy baja Cereza desde el otro lado de los restos de la casa.

    —¡Gracias a los Dioses! —exclama aliviado —. ¿Estás herida?

    —No, no estaba en la casa cuando atacaron esas bestias, llevo un buen rato oculta.

    —Momento, ¿estabas viendo mientras yo levantaba esos pesados escombros? —. Ella asiente tímidamente —. ¿Entonces por qué me dejaste hacerlo? —le reclama pellizcándole las mejillas.

    —Au, au, au, perdona, perdona —se soba el rostro cuando él la suelta —. Tenía miedo de que esos troles regresaran.

    —Manzana, tu padre, ¿dónde está él?

    —Me dijo que me ocultara y se fue a luchar contra esas cosas —informa la chica temblorosa.

    —No te preocupes por él, si hay alguien que puede derrotar a esos troles ese es tu padre, ahora ve, ve a a la biblioteca y no vuelvas hasta que todo se acabe.

    —Pero...

    —¡Sin peros, hazlo! —ordena con voz firme.


    El humano recorre los restos de la aldea, de las veinte casas que habían solo quedan tres que aún son habitables. Conforme avanza, encuentra restos tanto de pobladores como de troles, para cuando llega a la mitad del poblado, escucha un grito que lo obliga a voltearse. Ve a Cereza en el suelo siendo aplastada por el pie de un trol pequeño, al menos lo es comparado con los demás, mide poco menos de dos metros de alto.

    —Mag...nus... —gime ella sintiendo que pierde la consciencia, alarga la mano como si intentara alcanzar al chico.


    El joven corre hacia ella, patea, con todas sus fuerzas, en el cuello al trol, enviándolo a volar contra una pared, este se levanta a duras penas, da algunos pasos pero cae de nuevo debido al dolor que siente a causa de algunas costillas que se rompió por el impacto.

    —Por suerte los jóvenes no tienen huesos tan duros —afirma el humano un poco más tranquilo, ayuda a la chica a levantarse —. Me parece que este no es el camino hacia la biblioteca.

    —Tenía que... asegurarme que... mi padre esté bien... —explica respirando con dificultad.

    —Y ahora te quedarás oculta aquí hasta que todo acabe, ¿entendido?


    Ella asiente resignada, no le queda mas opción que esperar a que todo termine.



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    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: -
    País de Origen: - (Hogar)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Manzana Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: +60 años
    Género: Masculino
    Raza: -
    País de Origen: - (Hogar)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: -
    Bestiario:
    Trol de Hielo: Elemental que se mueve en grupos. Comen cualquier tipo de carne, aunque también puede comer verduras, frutas e incluso pasto para evitar morir de hambre. Los grupos son dirigidos por un líder que es el más fuerte.
    Vegetación/Alimentos:
    Leche de Mamut: Obtenida de mamuts hembras.
    Zanahoria Rosa: Verdura alargada color rosa con corona de hojas negras. Tiene poco sabor.
    Tomate Picante: Tomate color rojo oscuro. De sabor picante. Se usa para darle sabor a las comidas.
    Otros:
    Pergamino/Papel: Hechos de madera café procesada. Son mas resistentes que el papel de la Tierra.
    Sangre Azul: Sangre de los habitantes del país cubierto por la nieve.
    Captura1.png
     
    Última edición: 12 Octubre 2018
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  3. Threadmarks: Capítulo 03. El Orbe de Agua
     
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    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2349

    Capítulo 03. El Orbe de Agua




    La aldea está en ruinas, los gritos son cada vez menos frecuentes, lo cual puede ser señal de que casi no quedan enemigos o que casi no quedan aldeanos con vida. Magnus espera que se trate de la segunda opción. Conforme avanza comienza a encontrar troles muertos con trozos de lanzas y espadas incrustadas en sus cuerpos.


    También logra divisar unos cuantos aldeanos, en su mayoría armados con lanzas y espadas cortas, ocultos entre los escombros. Algunos parecen estar heridos o, en el mejor de los casos, exhaustos. Supone son los que derrotaron a los enemigos que ha estado encontrando sin vida. Casi a las afueras de la aldea, halla partes desmembradas de troles, como si alguien los hubiera amputado durante una encarnizada lucha, son cortes limpios que se notan fueron hechos de un solo corte, sin duda realizados por alguien muy fuerte y habilidoso.


    Un último enemigo se divisa a unos cien metros de donde se encuentra, por la forma en que se mueve es evidente que está combatiendo con alguien. Magnus corre hacia ese sitio. Encuentra a Manzana evitando los ataques de un monstruoso trol de casi cuatro metros de altura, quien sin duda es el líder del grupo que atacó la aldea. El hombre tiene un brazo herido que no mueve, blande, en su mano derecha, una espada larga y pesada de acero, la cual rebota cuando la golpea contra la piel del enorme ser.

    —¡Manzana! —grita el humano acercándose —. Lo distraeré, tú inmovilízalo.

    —No digas tonterías —reprende el hombre agotado.

    —No le queda casi energía, el trol tiene muchas mas fuerza que los dos juntos, puedo distraerlo mientras le aplica los puntos de presión —propone el joven.

    —¿Cómo lo sabes? —cuestiona sorprendido el que blande la espada.


    El jefe trol lanza un golpe hacia Manzana, este lo evita al retroceder de un salto. Luego lanza un segundo golpe, el joven logra esquivarlo a duras penas, como contraataque intenta hundir su daga en el musculoso brazo del monstruo, pero solo logra que se doble la punta del arma.

    —De acuerdo, hablaremos después —acepta el hombre mayor dejando caer la espada en la nieve.


    Magnus golpea las piernas del trol, este lo intenta agarrar pero sus movimientos son tan lentos que no lo consigue. El de piel celeste aprovecha para subirse en la espalda del enorme invasor, escala hasta llegar a su cuello, donde comienza a golpearlo con dos dedos en diversos lugares de la nuca y espalda alta. Manzana salta y aterriza de pie, el jefe trol cae de espaldas sin poder moverse, aún está consciente, esto es notorio ya que mueve los ojos y produce algunos gruñidos.

    —Ganamos —asegura el humano suspirando profundamente.

    —Aún no —niega Manzana levantando su espada, luego la empuja con fuerza dentro de la boca del monstruoso ser que ya no se mueve mas —. Ahora sí ganamos.


    Al joven nunca le ha gustado ver que alguien muera, mucho menos matar, siempre contiene los golpes que da para evitar ocasionar mas daño del necesario, algo que se refleja en el hecho que los cuatro troles que enfrentó aún siguen con vida, pero no por mucho tiempo, los pobladores los matarán tarde o temprano y lo entiende, los troles de hielo son plagas que destruyen todo en su camino. En la biblioteca habían registros de poblados enteros que desaparecieron por culpa de grupos nómadas de estas destructivas criaturas.

    —Ahora, ¿cómo supo que sé usar puntos de presión? —cuestiona con seriedad Manzana sacando la espada de la boca del jefe trol, sangre color azul oscuro escurre de la punta del arma.

    —Un par de libros en la biblioteca hablan sobre los Generales Blancos, por su edad, características físicas y nombre fue fácil de suponer que usted es Manzana el Liberador, guardián del Orbe de Agua, uno de los seis objetos legados por los Dioses —explica el humano manteniéndose alerta, no está seguro si el hombre lo intentará atacar por sacar su secreto a la luz.

    —Pocos en esta aldea saben que una vez fui un General Blanco, ni siquiera mi hija lo sabe, por eso le pido que no se lo diga —solicita el hombre pasando la mano derecha sobre su barba blanca.

    —Ya lo escuché... —dice Cereza, que llegó apoyándose con una tabla de madera —. La verdad tenía mis sospechas, pero me negaba a creerlo... El Liberador del que cuentan las historias jamás habría permitido que la situación del país llegara a este punto —se limpia una lágrima —. El Liberador tenía que estar muerto, por que él no es un cobarde que permitiría que el rey Delto gobierne con tiranía, no, el Liberador habría luchado hasta su último aliento para liberarnos, al igual que lo hizo hace veinte años.

    —Tenía que protegerte —explica el hombre sintiendo un nudo en la garganta, todo lo que su hija acaba de decir es acertado y lo hace sentirse como un verdadero cobarde —. Cuando tu madre murió no quedaba nadie mas que te cuidara, fue por tu bien, para que no te sucediera nada tenía que protegerte .

    —¡No digas que fue por mi!, por favor... —ella cierra ambos puños conteniendo la ira —. No te atrevas a decir que fue por mi bien, fue el ejército de Delto que atacó nuestra ciudad hace dieciocho años, fueron sus soldados los que mataron a madre y a cientos mas ese día, apenas si lograron salir unas cien personas con vida, armamos esta aldea con la esperanza de que los Generales Blancos resurgieran y nos salvaran del reinado de Delto... Pero no iba a ocurrir nunca, ¿cierto?

    —Yo... —Manzana no sabe que responder, su hija tiene razón, jamás ha cruzado por su mente intentar luchar en contra del actual soberano.


    El silencio de su padre hace que se sienta vacía y sin esperanza. Cereza sale corriendo con todas sus fuerzas, su dolor emocional enmascara el físico y le permite alejarse rápidamente. El hombre se voltea hacia el humano con el ceño fruncido y se dispone a gritarle.

    —Yo no tengo la culpa de su cobardía —sentencia el joven con seriedad para evitar que se atreva a reclamarle algo.

    —Es verdad —se resigna el hombre con tristeza, comienza a derramar algunas lágrimas.

    —¿A qué le teme? —cuestiona el humano curioso, cruza los brazos —. Leí sobre la odisea que pasaron ustedes seis, los Generales Blancos, recorrieron todo el país, derrotaron armadas completas, inspiraron al pueblo a levantarse y luchar a su lado, derrocaron al rey anterior trayendo prosperidad, pero ahí acaba el libro, no dice nada sobre el rey Delto.


    Manzana se sienta sobre un trozo de pared, está listo para contar lo que ocurrió, desahogar su pecado aunque sabe que no será perdonado. Deja la espada en el suelo, de pronto la sintió muy pesada.

    —¿Sabes cuál es el equipo perfecto para una batalla? —cuestiona el hombre que no espera recibir una respuesta acertada.

    —El que se complemente, que cubra las debilidades de los demás a la hora de luchar, que haya un equilibrio en fuerza, defensa e inteligencia —responde basado en los equipos en los que dividía a los integrantes de su equipo a la hora de llevar a cabo una misión.

    —Es correcto —alaba el de piel celeste, le da la impresión que quizás el humano logre entenderlo, se aclara la garganta —. Nuestro grupo consistía en dos atacantes, un defensor, un estratega, una adivina y una inventora. Claro que todos éramos vitales para que cada plan funcionase, liberamos ciudades, destruimos bases, capturamos comandantes enemigos y reclutamos a miles a nuestra causa.

    —Una clásica rebelión bien planeada —añade el humano impresionado.

    —Lo fue, y ese justo fue el problema también, dependimos totalmente de los planes, nuestro estratega ideó todo, desde el principio hasta el final —el hombre suspira pesadamente, como si lo que estuviera contando le pesara en el alma —. Aquel al que se le llamó el Brillante, Mora Delto, nuestro estratega, sus planes preveían las acciones del enemigo de tal forma que los derrotábamos con poca resistencia, claro que tuvimos luchas grandes, pero siempre supimos como enfrentar a los enemigos mas fuertes, en su momento fue una bendición.

    —Si todo salió tan bien, ¿cómo acabó todo tan mal? —pregunta el joven mostrando interés, baja los brazos.


    Manzana se pone en pie, se estira levemente para aliviar un repentino dolor en su espalda antes de proseguir con su historia.

    —Ese fue nuestro pecado, alguien ofreció que los seis Generales Blancos fungiéramos como los nuevos gobernantes, no recuerdo quien lo hizo, pero a la hora de hacer el trabajo de gobernantes, la mayoría de nosotros servía muy poco, es decir, éramos agricultores, monjes, luchadores o muy perezosos para el puesto, dejamos todo el peso sobre los hombros de Delto y los demás volvimos a nuestras vidas normales —comienza a caminar de un lado a otro, como si al quedarse quieto fuera a desmoronarse —. Algo sucedió, no sé qué fue realmente, hay rumores; unos dicen que el poder se le subió a la cabeza, otros que enloqueció, o que se volvió codicioso, sea como sea, su reinado de paz duró muy poco y todo volvió a ser como era antes de nuestra rebelión, no, es peor, antes ganamos gracias a sus estrategias, pero ahora es imposible si el enemigo es él.

    —Busque a su hija, intente explicarle su punto de vista —recomienda Magnus tratando de no sonar condescendiente.

    —Hay muchos heridos que necesitan ayuda, Cereza puede esperar —susurra Manzana avanzando hacia el interior de lo que apenas ayer era su poblado, va arrastrando lo pies, la derrota en él es mas que evidente.


    Cuando el humano queda a solas cruza los brazos nuevamente y produce una sonrisa llena de entusiasmo.

    —Claro que estoy emocionado —le dice al vacío a su lado —. Suena a que puedo divertirme mientras busco una forma de volver a casa, si no hiciera tanto frío diría que este lugar es perfecto —escucha con atención, como si alguien le hablara —. Olvida eso por ahora, ayúdame a localizar a los heridos.


    Va hacia los restos de las casas y comienza a ayudar en la búsqueda de sobrevivientes y aplica primeros auxilios en los que lo necesitan.


    Llega la mañana, el humano desapareció desde hace tiempo. Manzana encuentra a su hija sentada mirando el amanecer, está sollozando, lo que le parte el corazón.

    —Cereza —musita el hombre para llamar su atención.

    —¿Qué quieres? —cuestiona ella indiferente limpiándose las lágrimas.

    —No hay nada que diga que pueda hacer que entiendas por qué hice lo que hice, te decepcioné, no, decepcioné a todos, lo lamento...

    —Un “lo lamento” no arregla nada —reprende la joven comenzando a llorar nuevamente.

    —Lo sé, yo aún tengo miedo, me convencí que es imposible cambiar las cosas, soy una decepción como Tempus y como padre —muestra una esfera hueca azulada, de veinte centímetros de diámetro, que parece estar hecha de hielo y contener agua en su interior —. Ese chico extraño, Magnus, ya se fue, antes de irse me propuso que fuera con él y lo ayudara a derrocar a Delto, era mi oportunidad de redimirme, pero, debo confesar que tuve miedo otra vez, lo rechacé, le di algunos víveres y herramientas para su viaje —observa con mucha nostalgia la esfera que sostiene —. ¿Tienes miedo, Cereza?

    —Lo tengo —confiesa ella secándose las lágrimas, se pone en pie —. Pero si tú no vas a hacer algo, yo lo haré, no sabré como pelear, o no seré muy inteligente, ni sepa bien como cocinar, pero no puedo quedarme quieta sabiendo que alguien que ni siquiera es de este mundo va a intentar derrocar a Delto, quiero que este país sea asombroso, no esperaré a saber si él lo logró o fracasó, quiero ser parte de eso, quiero salir y hacer lo que tú no pudiste, te juro que te superaré —promete ella con determinación.

    —Esta fue mi arma durante mi época como General Blanco, es el Orbe de Agua, úsalo para luchar o como mejor te parezca —. Ella lo toma y lo mira con admiración —. No sé si volverás a casa, pero ya eres una adulta, y mucho mas valiente que tu padre, ten cuidado mi niña, si sales ahora podrás alcanzar al chico en poco tiempo.

    —Gracias, padre —lo abraza con fuerza —. Estarás orgulloso de mí, lo juro.


    Cereza corre de inmediato hacia los restos de su casa para reunir provisiones y algunas otras cosas que le sirvan para el viaje. Cuando ella sale de Hogar, su padre la ve alejarse, no puede evitar sentirse temeroso de no volver a verla nunca.

    —Ya estoy orgulloso de ti, mi dulce Cereza —murmura sin quitarle la vista de encima —. Por favor, Dioses omnipotentes, protejan a mi hija y guíenla en su viaje.



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    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: - (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Manzana Cortes
    Apodo: El Liberador
    Profesión: Comerciante/General Blanco
    Edad: +60 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: - (Hogar)
    Armas: Espada de acero de hoja larga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Espadachín/Artes Marciales (Puntos de Presión)
    Especial:
    Orbe de Agua: Arma especial hecha de hielo hueco con agua en su interior. Es capaz de cambiar de forma ante los pensamientos del elegido(a) que la resguarda. Se especializa en la defensa por sobre el resto de orbes elementales. Su elemento es Agua/Hielo.
    Otros:
    Puntos de Presión: Estilo de artes marciales en el que el usuario puede golpear partes específicas de otra persona para provocar distintas reacciones. Es un arte que se considera perdido.
    Generales Blancos: Héroes de la guerra contra el rey anterior. Grupo conformado por seis Tempus que derrocaron al rey anterior.
    Orbes Elementales: Armas legadas por los Dioses para los habitantes del país cubierto por la nieve. Existen seis.
     
    Última edición: 14 Octubre 2018
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  4. Threadmarks: Capítulo 04. El Comienzo de la Aventura
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Capítulo 04. El Comienzo de la Aventura




    Magnus abandona la aldea antes del amanecer, se siente culpable de irse sin ayudar en la reconstrucción de la aldea. Lo único que de lo que está seguro es que no volverá a ese lugar, no cuando acaba de decidirse a iniciar una nueva aventura para detener al rey que gobierna este país de nieve y de camino encontrar una forma de regresar a casa. Lleva, en la espalda, una gran mochila llena de provisiones, utensilios de cocina, herramientas y un par de cambios de ropa. Decide usar la gabardina bajo el abrigo. Se dirige hacia el este, donde espera llegar al siguiente poblado para intentar recolectar información que le sea útil.


    Es un día nublado, aunque es algo normal en este país, y también se siente un ambiente en el aire, a pesar de lo cual, no baja la guardia, no le gusta estar desprevenido. Caminar en la nieve se le hace mas difícil de lo esperado, sin mencionar que el frío lo obliga a ir con mas lentitud de lo esperado. Para el anochecer se da cuenta que alguien lo está siguiendo.


    Alguien, vistiendo un abrigo gris claro, ha estado rastreando las pisadas del humano desde hace ya mucho tiempo, pero cuando cae la noche pierde el rastro, aunque no es por la oscuridad, es mas como si Magnus hubiera comenzado a borrar sus pisadas. Cuando pasa al lado de una gran roca alguien lo ataca y lo hace caer de cara contra la nieve. Magnus lo mantiene boca abajo, hundiendo su rostro contra la nieve, sosteniendo una daga contra su nuca.

    —¿Quién eres? —exige saber el humano usando un tono de voz intimidarte.

    —Soy… yo… Cereza… —contesta la chica con dificultad por tener la boca llena de nieve.


    El chico le quita la capucha del abrigo y se da cuenta que en efecto se trata de la hija de Manzana. La suelta y se pone en pie, le extiende la mano para ayudarla a levantarse.

    —¿Qué haces aquí? —cuestiona el humano sin ganas de escuchar la respuesta.

    —Quiero ir contigo, ver un poco el mundo, será asombroso —se le nota animada.

    —No voy a viajar por placer, es una misión que me impuse.

    —Eso lo sé —murmura ella inflando las mejillas —. Pero… ¿por qué?

    —¿Por qué qué?

    —¿Por qué vas a enfrentar a Delto tú solo? —pregunta ella preocupada y curiosa a la vez.

    —Lo diré en dos palabras: es divertido —explica él sonriente.

    —No lo entiendo.

    —Con que yo lo entienda basta —mira hacia el cielo nocturno —. Ya cayó la noche, será mejor que busquemos algún refugio para descansar por hoy.


    Pasan la noche entre unas rocas altas que impiden el paso del viento helado.


    Caminan un par de días haciendo desvíos en ciertas áreas donde la chica sabe hay animales peligrosos o plagas venenosas. Llegan a una gigantesca roca hueca que les sirve como refugio para pasar la noche. Aullidos desesperados los despiertan en medio de su sueño, el humano sale para averiguar lo que ocurre. A lo lejos se puede apreciar un gran número de lobos huyendo de algo enorme, que se asemeja a un pez, que nada a una indescriptible velocidad en la nieve.

    —¿Qué es eso? —cuestiona el joven irritado de ver a los lobos en aprietos, detesta con todo su ser ver sufrir a cualquier ser vivo, en especial animales.

    —Eso creo que es… —la de piel celeste luce aterrada, como si estuviera en presencia de un horripilante monstruo, incluso se pone pálida —. Es el Terror Blanco

    —No creí que vería a uno de los legendarios Cuatro Grandes Titanes de este mundo —comenta él recordando los textos que leyó sobre el encarnizado pez.

    —Pensé que se mantenía al sur del país —murmura la chica preocupada —. Por suerte parece estar lejos de aquí y es poco probable que nos encuentre, pero volvamos a la cueva por si acaso.


    Ambos regresan al interior de la roca. Al no poder conciliar el sueño comienzan a charlar para mantenerse ocupados en algo.

    —¿Qué clase de lobos perseguía el Terror Blanco? —cuestiona pensando en los lobos que están en el mundo del que provino.

    —Supongo te recuerdan a los lobos mercenarios que son parte de tu grupo —supone ella nerviosa, no puede dejar de voltear hacia la entrada de la cueva, el miedo de que el monstruo aparezca no la deja tranquila.

    —Sí, son buenos amigos, tres de ellos aún son cachorros —suspira recordando algunas ocasiones en que los pequeños canes hicieron travesuras —. Pero sigues sin responder a mi pregunta.

    —¿Cuál pregunta?

    —Si sabes qué clase de lobos eran esos que perseguía el Terror Blanco.

    —Claro, pues, no es como que hayan muchas especies de lobos en este país, solo existen los lobos de las altiplanicies, por lo que deben haber sido de esos —cuenta la chica intentando no imaginar la suerte de las pobres bestias.

    —Pensé que el Terror Blanco era enorme —añade el humano confuso, ya que en los libros que consultó decían que ese pez mide unos veinte metros de longitud.

    —Lo es, esos lobos tienen la asombrosa habilidad de hacerse cuatro veces mas grandes que su tamaño real, seguro esos animales medían unos diez o doce metros de altura, seguramente intentaron defenderse transformándose, pero es imposible hacerle daño al Terror Blanco —se queda mirando hacia el exterior, como si esperara ver al monstruoso pez en ese lugar.

    —Supongo que necesitaré algo mas grande que mi daga para defenderme en el camino —se dice el humano soportando el frío.

    —Eso me recuerda algo.


    Cereza revisa su mochila, comienza a sacar pieles pequeñas, cucharas de madera, una olla abollada, papeles en blanco y por último, que es lo que buscaba, un objeto ovalado parecido al hielo con agua en su interior. Lo toma con ambas manos y se lo muestra al chico.

    —Papá me dio su arma para que no estuviera indefensa —comenta sonriendo.

    —Vaya, tu padre en serio estaba de acuerdo con que vinieras a este viaje —añade el joven sorprendido de ver personalmente el Orbe de Agua, el arma que Manzana utilizaba cuando derrocó al anterior rey.

    —Solo que no sé pelear, por eso quiero que la uses tú —se la acerca para que la tome.


    Magnus se ve tentado a tomarla, pero entonces recuerda algo que leyó sobre las armas de los Seis Generales Blancos.

    —Si lo que creo es cierto, cualquiera puede usar el Orbe de Agua como arma, pero solo un miembro de la familia Cortes le puede cambiar la forma, tienes que alterar su forma para que la pueda usar —dice él observando el líquido dentro del orbe, es totalmente cristalino y puro.

    —No sé cómo hacerlo, papá no me dijo nada sobre eso —observa pensativa el orbe.

    —Comencemos con algo simple, imagina un cuchillo de cocina en tu mano.


    La chica se concentra en imaginar un cuchillo, poco después el orbe toma la forma de un cuchillo alargado y de hoja gruesa.

    —¡Es asombroso! —comenta entusiasmada por la manera en que cambió frente a sus ojos, el cuchillo ante ella es mas pequeño que la orbe que sostenía hace unos instantes.

    —Bien, ahora imagina que es más grande, mucho mas grande —. El cuchillo crece hasta tener cinco metros de largo, la chica, aunque se ve tentada a soltarlo antes de que se le caiga por el peso, sujeta el arma con facilidad, como si no pesara nada —. Imagina que es mas pequeña, un metro o algo así, también imagina que la empuñadura es tan grande como dos puños.

    —¿Qués es una empuñadura? —cuestiona confusa.

    —El mango, la agarradera, eso de lo que lo sostienes —explica un poco impaciente.

    —Ah, el mango, no uses palabras raras —el cuchillo se encoge hasta que la hoja mide poco mas de metro y medio de largo, la empuñadura también cambia su tamaño —. Esto es tan asombroso.

    —Baja un poco el ancho de la hoja — la hoja decrece un poco en las partes anchas —. Mejor, es casi como una katana, o algo por el estilo.

    —No es tan bonita —se queda mirando la espada, diseños apenas visibles de flores y plantas aparecen por toda la hoja —, ahora si es asombrosa —sonríe orgullosa como si acabara de realizar la obra de arte mas maravillosa que jamás se haya creado.

    —Gracias —mira los grabados en el arma con detenimiento —. No está mal, le dan personalidad.


    El chico comienza a mover la espada de un lado a otro como si luchara contra enemigos invisibles. Entrena durante horas para acostumbrarse al peso, grosor y longitud del arma, ya que es un poco mas pesada que la que suele usar. Amanece, el humano continúa blandiendo la katana sin presentar síntomas de cansancio.

    —Llevas como mil años jugando con esa cosa —reclama Cereza harta de verlo.

    —Te pudiste dormir hace mucho —le hace ver el humano haciendo un corte que produce una fisura en la pared —. Ya sabes que me gusta entrenar antes del desayuno.

    —Sí, pero normalmente estoy dormida y no tengo que ver como haces lo mismo una y otra y otra y otra y otra y otra…

    —Ya entendí, soy aburrido —baja la katana —. Haré el desayuno, partiremos al terminar de comer.

    —Quiero de esas tortas de huevo de azulillo que hiciste ayer —pide ella relamiéndose los labios.

    —Solo esos teníamos, hay algunos huevos de pato, pero no sabrán igual —informa él sacando un sartén de piedra de su mochila.

    —Los huevos de pato no saben dulces, haz lo que sea entonces —permite hincando las mejillas.


    Luego del desayuno continúan su viaje. Caminan durante todo el día hasta el anochecer, que es cuando acampan muy cerca de donde habían visto que estaba el Terror Blanco la noche anterior. Para el amanecer, el humano se levanta para entrenar con la espada, luego de unos minutos le parece escuchar una especie de gruñido que se hace cada vez mas fuerte. Va hacia el origen del sonido, los gruñidos son cada vez mas feroces. Una criatura peluda de cuatro metros de altura se abalanza sobre él.


    Cuando la chica se despierta ve un hocico lleno de colmillos cerca de su rostro, se levanta de golpe y retrocede varios metros para evitar al animal que supone la quiere atacar. Se trata de un lobo de las altiplanicies de pelaje un poco mas oscuro que la nieve, grandes ojos negros, está un poco obeso, mide aproximadamente medio metro de alto. El can le ladra moviendo la cola.

    —Al fin despertaste —comenta Magnus bebiendo de una tasa llena de agua endulzada.

    —¡¿Qué rayos sucede aquí?! —exige saber a gritos.


    El lobo se asusta por el grito de la chica y corre a refugiarse tras el humano, desde ahí ladra.

    —No asustes a Remiel —reprende él dando otro sorbo.

    —Que Remiel ni que ocho troles de hielo, ¿qué hace ese lobo aquí?

    —Desayunaba hasta que lo asustaste —señala un plato lleno de leche.

    —Lo preguntaré de una forma que hasta tú me entiendas, ¡¿qué hace esa cosa aquí?! ¡con nosotros!

    —Hace rato me lo encontré, estaba hambriento y me atacó, luchamos un poco, se desmayó por el hambre y cuando despertó le di un poco de leche de mamut para que se recuperara —explica el chico con total tranquilidad.

    —Deja ver si entendí esto, ¿el lobo te intentó devorar y en vez de alejarlo lo alimentas para que se ponga fuerte y te pueda atacar de nuevo?

    —Si lo dices de esa forma suena como que hice algo tonto —niega él acariciando la cabeza del can.

    —Eres un tarado, ojalá te devore —suspira ella resignada —. ¿Al menos me hiciste de desayunar?

    —Come lo que quieras, hay pan con mantequilla y agua dulce —informa señalando un plato cerca de las mochilas que contiene una pieza de pan.


    Luego del desayuno, siguen viajando hacia el este, acompañados por el pequeño canino que salta para no hundirse en la nieve.


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    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: - (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: -
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    Bestiario:
    Lobo de las Altiplanicies: Especie de lobo que tiene la capacidad de cuadruplicar su tamaño a voluntad. Viajan en grandes manadas de hasta veinte individuos. Las manadas tienen un sistema jerárquico en el que el lobo más viejo y fuerte es el que manda, se les conoce como El(La) Anciano(a).
    Vegetación/Alimentos:
    Huevo de Azulillo: Pequeños huevos color azul que ponen unas aves de nombre azulillo. Tienen un sabor ligeramente dulce, por lo que se les usa para crear alimentos que llenan de energía.
    Huevo de Pato: Huevos de color blanco que ponen una aves de nombre pato.

    Especial:
    Terror Blanco: Uno de los Cuatro Grandes Titanes. Tiene la forma de un gigantesco pez linterna blanco que tiene la habilidad de moverse en la nieve y el hielo como si nadara en agua. Su cuerpo está cubierto por cien ojos que pueden ver en todas direcciones a la vez. Su cuerpo mide unos veinte metros de longitud. Es indestructible y su cuerpo es incapaz de recibir daño.
    Otros:
    Cuatro Grandes Titanes: Nombre por el que se les conoce a las bestias más poderosas de los cuatro países que conforman este mundo.
     
    Última edición: 14 Octubre 2018
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  5. Threadmarks: Capítulo 05. Encuentro con Soldados
     
    Dark RS

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    2431

    Capítulo 05. Encuentro con Soldados




    A pesar de las quejas, gritos, regaños e incesantes objeciones de Cereza, Remiel se convierte en el tercer integrante de su equipo. Uno en el que ella no confía en lo absoluto y mantiene vigilado todo el tiempo.

    —¿Ya dije que pienso que es mala idea llevar a esa cosa peluda? —cuestiona ella manteniendo la distancia del lobo.

    —Creo que ya lo dijiste como cien veces, tal vez más, dejé de contar en la veinte —comenta el humano observando el horizonte, algo le molesta, pero no sabe de qué se trata.

    —Es en serio, ve a esa bestia salvaje, esa mirada de asesino, ese andar como si nos acechara, la forma en que abre la boca como si nos saboreara —dice la chica con escalofríos.


    Magnus voltea a mirar al lobo, observa los enormes y adorables ojos en su rostro de cachorro, la forma en que salta en lugar de caminar debido a sus cortas patas, el hocico abierto que da la impresión de que estuviera sonriendo.

    —Estoy acostumbrado a lobos mas grandes, por eso no estoy seguro, pero, ¿este lobo de las altiplanicies no es muy joven? —cuestiona el humano curioso sobre la edad aproximada de Remiel.

    —Pues, parece que tiene como un año, es joven aún, me parece que tardan como dos años en llegar a la edad adulta. Seguramente era parte del grupo que fue devorado por el Terror Blanco —el lobo le ladra y luego saca ligeramente la lengua —. Debo admitir que es un poco lindo, se puede quedar, pero te advierto que cuando te esté devorando te diré “te lo dije” y luego huiré lejos para que no me coma.

    —Me conmueve tu compañerismo —dice el humano fingiendo estar ofendido —. Solo recuerda que si lo primero que me come es la cabeza no te podré escuchar.


    Remiel comienza a ladrar ferozmente, da vueltas alrededor de ellos como si no supiera hacia donde debe ladrar. La chica se abraza al humano, pero se suelta de inmediato al sentir la piel cálida de este, siempre olvida que el chico produce mas calor del que ella puede tolerar.

    —Te lo dije, está haciendo la danza de la muerte alrededor de nosotros, debe estar decidiendo a cual de nosotros devorar primero —reclama ella temblorosa —. Y lo peor es que debo ser muy sabrosa y comenzará conmigo y luego morderá tus secos pellejos.

    —No nos comerá —murmura él con el ceño fruncido, mira de un lado a otro con mucho detenimiento, como si buscara algo —. Enemigos nos rodean. ¿Unos veinte? ¿No? Son treinta y siete.


    De entre la nieve aparecen soldados que estaban ocultos gracias a capas blancas que los camuflaban en el helado manto. Usan armaduras de cuerpo completo de acero blanco, todos de piel celeste o azulada, en su mayoría, cargan espadas cortas y, unos pocos, lanzas cortas. En el peto tienen un símbolo grabado: una M color morada sobre un óvalo verde.

    —Ese es el escudo de Delto —susurra Cereza abrazándose a Magnus, el miedo a los de armadura hace que soporte el calor que él produce.

    —Imagino que no están aquí para disfrutar del buen clima —bromea el humano.

    —En nombre del rey Delto, soberano del País Helado, quedan bajo arresto, si se resisten los ejecutaremos aquí mismo —amenaza uno de los soldados.

    —Iremos con ustedes en paz —el humano levanta las manos en señal de rendición.

    —¿Qué haces? —reclama la chica —. Nos matarán igual, debemos intentar escapar.

    —Son demasiados, si pudiera usar mi habilidad elemental lucharía, pero no puedo, así que por ahora iremos con ellos.

    —¿Tienes un plan? —interroga deseando que así sea.

    —Aún no, primero quiero ver la boca del lobo antes de pensar como vencerlo —comenta el humano sonriendo.

    —¿Harás que los soldados nos maten para que no te pueda decir “te lo dije” cuando el despiadado lobo nos coma?

    —Tal vez —se burla él guiñando un ojo.


    Encadenan a los tres y los llevan hacia la ciudad mas cercana, Stel Lum, que iba a ser la siguiente parada del humano y la chica. La ciudad está en ruinas, las casas y negocios fueron saqueados y destruidos casi por completo, las calles dañadas por las carretas de metal del ejército, no hay señal de los habitantes del lugar. Hace unos días esta era una ciudad veinte veces mas grande que el poblado de Cereza, y de su gloria pasada no quedan mas que escombros. Soldados hacen rondas por el perímetro. Una tienda amarilla, con el escudo de Delto a los lados, yace en medio del poblado, donde se nota que alguna vez hubo un mercado que ahora se encuentra destruido.


    Magnus y Cereza tienen las manos esposadas a la espalda y un collar de metal que lleva una cadena de acero hacia las esposas para imposibilitar el movimiento. Les quitaron todas sus pertenencias, incluido el Orbe de Agua. Remiel tiene puesto un bozal y cadenas en las cuatro patas para que no pueda atacar o moverse.

    —¡Esto es horrible! —comenta Cereza aterrada del estado de la ciudad —. Padre y yo estuvimos aquí hace unas semanas, este era un mercado lleno de gente donde hacíamos trueques con los productos que se cosechaban en nuestra aldea. Habían niños, animales, tanta energía, era asombroso… —comienza a sentir ganas de llorar al recordar lo hermoso que era todo antes —. Ahora es...

    —Oye —llama Magnus la atención de uno de los soldados que los vigilan —, llévame con tu líder.

    —Cállate —exige el soldado golpeando al humano en el estómago con una lanza.

    —¿Eso fue un no? —cuestiona en tono de burla el chico de cabello negro.


    El soldado lo golpea en el rostro haciéndolo caer al suelo. El joven escupe sangre en el suelo, sangre roja que hace que los soldados se alarmen. De la tienda amarilla sale un enorme hombre que sobrepasa los dos metros de altura, aparenta estar en sus treintas, usa una armadura brillante de bronce, trae el casco en la mano, su capa es color amarilla. De piel azul oscuro, con el cabello corto entre blanco y negro, ojos cansados color miel y barba poco poblada. Su presencia es es imponente en todo el sentido de la palabra.

    —Soy el capitán de esta unidad de exploradores del ejército del rey Delto, soberano del País Helado, mi nombre es Higo —se presenta el hombre acercándose, se agacha para ver con mas detenimiento la sangre, luego se voltea hacia el que tiene la piel de un color extraño, que aún presenta un poco de ese líquido rojo saliendo de la boca —. Tienes una piel de color extraña, hijo.


    Por la forma en que habla el capitán, Magnus supone que es algo mayor de lo que aparenta, probablemente tenga la misma edad que Manzana o quizás un poco más joven.

    —Normalmente es más oscura, pero el poco sol que hay no me permite broncearme como se debe, la próxima vez intentaré caer en una playa —comenta el joven con una sonrisa desafiante.

    —Traigan al cómico a mi tienda, vigilen a la chica y al lobo, si hacen algo extraño mátenlos de inmediato —ordena Higo en voz alta.


    Un par de soldados arrastran al humano a la tienda, lo dejan caer en el suelo y luego se retiran. Por dentro, la tienda tiene justo la apariencia que el chico esperaba. Una mesa con mapas encima, más mapas en un contenedor en una esquina, un librero conteniendo tan solo once libros, espadas amontonadas bajo la mesa, un par de sillas de madera sin respaldar, un catre con pieles color blanco en el que se nota alguien ha dormido, una candela con una llama blanca descansa sobre la mesa.


    El capitán Higo se sienta en una de las sillas, observa al joven de piel rosada, no le encuentra sentido a ese color de piel. Se aclara la garganta antes de comenzar a interrogarlo.

    —¿De dónde provienes? —cuestiona el hombre con firmeza.

    —De un lugar muy, muy lejano —responde a modo de burla.

    —¿Entiendes que te puedo matar si no obtengo mis respuestas? —cuestiona el capitán con el ceño fruncido.

    —¿Entenderlo?, me aterra la idea —continúa Magnus poniéndose en pie —. ¿Estuvo en el ejército que derrocó al anterior rey? —pregunta esperando obtener una forma de conectarse con el hombre que dirige al grupo de soldados.


    Higo se levanta, se asoma al exterior para cerciorarse que nadie los esté escuchando, una vez que se asegura no hay nadie cerca, vuelve a su asiento.

    —Fui parte de la rebelión, luego fui nombrado soldado cuando Delto llegó al poder —cuenta el hombre bajando la mirada.

    —¿Cómo pasó de ser un hombre que defendía a su país a ser uno que saquea y destruye ciudades para enriquecer a un ególatra como lo es Delto —cuestiona el humano sentándose en la otra silla.

    —¿Sabes el nombre de Delto? —. El prisionero permanece inmóvil —. Mora, Mora Delto, mejor conocido como…

    —Mora Delto, el Brillante, General Blanco que ayudó a derrocar al anterior rey, lo sé —termina de decir el humano con seriedad.

    —Correcto —el capitán se masajea la sien antes de proseguir —. Delto fue el estratega que ideó en su totalidad la caída del anterior rey, se puede decir que sin él nada hubiera funcionado —suspira pesadamente —. Lo nombraron el nuevo rey porque, bueno, era el hombre ideal para el trabajo.

    —Eso lo entiendo, pero, ¿cómo pasó de ser un libertador a ser un tirano?

    —Está convencido de que no hay suficientes recursos para todos, por eso decidió que solo los mejores deberían sobrevivir, los mas inteligentes y mas fuertes, esos son los mejores según su criterio, todos los demás deben entregar todo para que los elegidos puedan sobrevivir, esa es la misión de esta y al menos otras veinte unidades armadas —el hombre niega con la cabeza, lo que hace el rey no le parece correcto, pero ser soldado es la única forma que tiene para sobrevivir.

    —Ya veo, quiere convertir este país en un lugar donde los méritos decidan quien vive y quien muere, triste, realmente triste. Sin embargo, no veo señales de lucha en los alrededores, ¿dónde están los pobladores?, porque dudo que los mataran.

    —Encerrados en un granero al norte del poblado, los dejaremos salir en cuanto nos vayamos, se supone debemos matar a todos, pero no puedo dar esa orden, ruego a los Dioses de que puedan recuperarse y reconstruir todo —golpea la mesa con fuerza, su guante metálico produce un fuerte sonido.

    —¿Qué pasará con nosotros?

    —Me temo que son sospechosos, no son viajeros normales, no tienes sangre normal, no podemos dejarlos ir —informa Higo poniéndose en pie.

    —Hagamos lo siguiente —el humano se levanta, deja caer las cadenas y esposas al suelo, se termina de quitar el collar y lo arroja a los pies del capitán —. Quiero luchar por nuestra libertad.

    —¿Cómo te quitaste las ataduras? —interroga incrédulo el soldado de alto mando.

    —No son los primeros en ponerme esposas, tampoco es la vez que mas me he divertido con unas puestas —«sin mencionar que de lo primero que investigué en esa biblioteca fueron los mecanismos de las esposas y grilletes de este mundo, me hubiera costado más soltarme de una soga», mueve la cabeza de un lado a otro para relajarse —. Déjeme luchar por nuestra libertad o tendré que hacer un escándalo.

    —Los soldados están algo inquietos por estas misiones, supongo que un poco de diversión no les caerá mal, ustedes son tres, derrota a tres soldados de mi elección y los dejaré ir —propone el capitán interesado en ver las habilidades del sujeto hablador de piel rosa.


    Los soldados forman un círculo de unos cien metros de diámetro, gritan emocionados por el evento que está por llevarse a cabo, hace mucho que no asisten a algo que pueda considerarse ni remotamente interesante. Incluso comienzan a apostar sobre quién ganará la lucha. El primero en luchar es un soldado de unos dos metros de alto, musculoso, calvo, lleva un mazo con cadena que termina en una bola de metal llena de púas, la comienza a girar para intimidar al prisionero.

    —Comiencen —da la señal el capitán, esperando que el de sangre roja dure al menos unos minutos.


    El soldado lanza un golpe con su mazo, es tan lento que el humano no tiene que esforzarse por evitarlo, el de armadura lanza un segundo ataque, Magnus lo vuelve a esquivar, pero esta vez contraataca pateándolo en la rodilla derecha produciendo que el soldado tropiece y caiga de frente golpeándose el rostro contra la nieve. El humano toma el mazo y golpea la cabeza de su oponente usando el mango del arma para dejarlo inconsciente. Luego arroja el arma hacia un lado y cruza los brazos.

    —Con eso Remiel es libre —presume el chico con expresión seria.

    —¡Oye! ¡¿Por qué el lobo antes que yo?! —reclama Cereza a gritos.

    —Remiel está mucho más asustado que tú, ve lo alterado y tembloroso que está.


    La chica ve al lobo, el cual se encuentra durmiendo barriga arriba, mueve las patas como si soñara que corre, aúlla un momento y luego deja de patalear.

    —Te juro por todos los Dioses y Destructores que si salimos de esta te mato —amenaza la chica soportando las ganas de ir a golpearlo.

    —Entendido —sonríe divertido con la situación.


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    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Higo
    Apodo: -
    Profesión: Capitán del ejército del rey Delto
    Edad: 40+ años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: -
    Estilo de Lucha: -
    Lugares:
    Stel Lum: Ciudad al este de Mitra y Hogar. Actualmente en ruinas.
    País Helado: Nombre del país cubierto por la nieve
    .
    Otros:
    Armadura Blanca: Color que utilizan los soldados de rango más bajo del ejército de Delto.
    Armadura de Bronce: Vestimenta que utilizan los capitanes del ejército de Delto.
    Capitán: Primer rango por encima de los soldados de armadura blanca. Dirigen grupos de entre veinte a sesenta soldados.
    Escudo de Delto/Símbolo de Delto: Diseño que representa al rey actual. Es una M color morada sobre un óvalo verde.
     
    Última edición: 14 Octubre 2018
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  6. Threadmarks: Capítulo 06. Higo vs Magnus
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2262

    Capítulo 06. Higo vs Magnus



    El segundo soldado que enfrentará a Magnus no es tan grande o fuerte como el primero, pero si tiene la apariencia de ser más diestro en combate. Es de altura promedio, con toda su armadura puesta, cabello azul claro que apenas se asoma desde el casco, ojos verdes sin brillo, una larga cicatriz recorre la mitad derecha de su rostro, utiliza un par de espadas cortas de doble filo que hace girar con facilidad casi dando la impresión de tener un par de discos plateados.


    Los soldados gritan con entusiasmo ante lo que está por ocurrir, las apuestas comienzan a ser más fuertes, la mayoría a favor de su compañero en armas. Un ambiente como este hace que el humano se sienta a gusto, le recuerda mucho a los combates en los coliseos donde el bullicio de los espectadores es música para los oídos y la gloria llena de orgullo el alma de los luchadores.

    —Me parece injusto que deba luchar sin armas —comenta el humano esperando que lo dejen usar algo para defenderse en el siguiente encuentro.

    —Denle el arma que traía —permite el capitán cruzando los brazos, tiene curiosidad de ver de lo que es capaz de hacer el prisionero con una espada en mano.


    Un soldado le trae su katana a Magnus, este la toma y la blande para recordar bien su peso y alcance. El material del que está compuesta no pasa desapercibido para Higo, que reconoce al instante el Orbe de Agua, ya que lo vio varios veces durante la rebelión, solo que en esa ocasión estaba en posesión de Manzana Cortes, uno de los Generales Blancos.

    —Comiencen —permite el capitán sin apartar la vista de esa familiar arma.


    El soldado comienza dando estocadas al mismo tiempo usando ambas espadas, el humano bloquea ambos ataques con la katana. El de armadura retrocede, hace girar la espada en su mano derecha y tira un corte hacia arriba seguido de uno hacia la derecha, usando la otra arma, ambos son detenidos por el joven usando el orbe. El enemigo sube ambas espadas y las baja de golpe hacia el cuerpo del de piel rosa. Magnus toma la katana con su mano izquierda y frena ambos ataques, mientras que con la derecha sostiene una daga, que sacó unos momentos antes de entre su ropa, que coloca justo en la yugular del soldado, presionando lo suficiente como para causar miedo en el soldado.

    —¿Suficiente? —pregunta el humano hundiendo un poco su daga en el cuello del de armadura, produciendo un ligero corte en su piel azulada sin llegar a la vena.


    El soldado suelta las espadas en señal de derrota, se retira sin preocuparse por recogerlas, la humillación de la derrota y los abucheos de sus compañeros lo obligan a no querer quedarse.

    —Con esta victoria Cereza queda en libertad —le hace ver el chico al capitán.

    —Una promesa es una promesa —acepta el de armadura de bronce —. Pero el tercer encuentro no será tan fácil como los demás, tu oponente seré yo.


    Se produce un sepulcral silencio entre los soldados, nadie esperaba que el capitán se ofreciera a luchar en persona. Poco después comienzan las ovaciones hacia el superior. Las apuestas se vuelven mas agresivas, casi en su totalidad hacia Higo.

    —¿Cuánto tenemos de dinero? —cuestiona Magnus a su compañera de viaje.

    —Como mil bronces, pero son míos, son mis ahorros de cinco años —responde ella arrepintiéndose de haber respondido.

    —Apuesto mil bronces a mi persona —dice el humano en voz alta, las risas estallan de inmediato.

    —Parece estar muy confiado —el capitán pasa al centro para luchar —. Eso me gusta, significa que luchará en serio —cruza los brazos —. Para darle todavía más motivación haremos lo siguiente, si me llega a ganar le daré mil oros de las arcas.

    —¿Eso es mucho? —cuestiona el chico a Cereza.

    —Cien bronces son una plata y cien platas es un oro, con quinientos oros se podría reconstruir esta ciudad en su totalidad, con cincuenta se podría reconstruir Hogar, mi poblado —explica ella babeando por la enorme cantidad de dinero en juego —. Si ganas seremos ricos.

    —En ese caso espero que no se arrepienta después —advierte el humano al capitán.

    —Siempre soy fiel a mi palabra —asegura el de armadura de bronce —. Solo tiene que ganarme, luche como prefiera — un soldado trae una funda de cuero color bronce con una larga espada de doble filo en el interior, el capitán saca el arma y la toma con ambas manos —. Comienza cuando quiera.


    Magnus permanece inmóvil, nunca le ha gustado realizar el primer ataque, por lo que aguarda paciente a que su oponente comience. Pasan varios minutos sin que ninguno haga algún movimiento, los soldados comienzan a abuchear y exigir que alguien realice el primer movimiento.

    —Me decepciona, señor… me doy cuenta que no sé su nombre, pero no importará una vez que esté muerto —el de espada de doble filo coloca un pie adelante y toma la espada con firmeza.

    —Nunca me lo preguntó —responde el chico apoyando la katana en su hombro.


    El capitán aprovecha este descuido para atacar, salta cinco metros en el aire y se deja caer con la espada por delante, el humano retrocede varios pasos justo a tiempo para no ser aplastado por el ataque e inmediatamente lanza una patada, pero el de armadura la bloquea con su brazo.


    Higo toma la pierna del chico y lo hace caer de espaldas, luego lanza un corte con su espada, el cual, a duras penas, Magnus bloquea con su katana. El humano patea en el peto al capitán, logrando así crear distancia entre ambos, se levanta de inmediato para dejar de estar en desventaja.


    Comienzan a atacarse con sus respectivas armas, las cuales resuenan fuertemente cada vez que se encuentran. Ese intercambio de ataques continúa durante algunos minutos. La emoción de los soldados es más que notoria, se oyen vitoreos hacia el capitán e incluso algunos para Magnus. Cereza siente el corazón en la boca, ver que ambos combatientes están tan parejos la pone muy nerviosa, si Magnus llegara a perder será ejecutado como consecuencia, al menos eso es lo que piensa.


    Magnus retrocede y sufre un, extraño, tropiezo. Higo aprovecha para lanzar un ataque, pero el humano arroja su daga directo hacia el rostro descubierto del capitán. El de armadura desvía el arma corta usando la gruesa armadura de su antebrazo, cuando baja el brazo ve un montón de nieve que se le mete en los ojos y lo cega por unos momentos. Mientras se quita la nieve del rostro siente como le arrebatan la espada de la mano, aunque intenta recuperarla es demasiado tarde, ya no logra sentirla y no es capaz de ver en estos momentos. Los gritos paran en seco y eso no le gusta en lo absoluto a Higo. Para cuando el capitán recupera la visión nota su espada justo en su rostro y al Orbe de Agua cerca de una abertura de la armadura que llega hasta su cuello.

    —He perdido —acepta el de armadura de bronce bajando las manos en señal de derrota.

    —Fue entretenido —asegura el humano devolviéndole la espada —. Con esta victoria yo soy libre.


    Un soldado toma a Cereza desde atrás y coloca una espada en su cuello, otros cinco se acercan para atacar al prisionero que acaba de derrotar a su líder.

    —¡Deténganse! —ordena Higo golpeándose en el peto para que todos sus subordinados le presten atención —. Di mi palabra y la cumpliré —los soldados retroceden y sueltan a la chica —. Traigan mil monedas de oro del cofre y las cosas que les decomisamos, en este momento dejo en libertad a los tres.

    —Pero, capitán, ¿cómo explicaremos esto al rey? —cuestiona un soldado con preocupación.

    —¿Explicar qué? Esto nunca ocurrió, perdimos mil monedas en una violenta tormenta, jamás capturamos a nadie sospechoso —dice con firmeza el de armadura de bronce.

    —Sí, señor —aceptan los soldados al unísono.


    A Magnus y Cereza les son devueltas todas sus pertenencias mas una bolsa de piel blanca que contiene cien piezas de oro, una pequeña fortuna, según asegura la chica. Remiel despierta, bosteza y, sin saber la razón, ya no tiene puestas las cadenas, de lo que se siente aliviado. Va hacia el humano y comienza a ladrar de forma adorable para que lo alimente.


    El grupo de soldados empaca y se prepara para dejar la ciudad. Higo se acerca a los que fueron sus prisioneros, los mira con seriedad, cruza los brazos.

    —No fue para nada agradable haber perdido en una lucha tan corta —asegura el hombre.

    —Para mi fue muy larga, resultaste ser muy veloz a pesar de la pesada armadura que usas, no como los dos que enfrenté antes que se notaba que el peso de las armaduras los frenaba —explica el chico levantando al lobo del suelo.

    —Debes estar acostumbrado a luchas mas cortas, las guerras te serían imposibles, luchar durante horas siendo atacado en todas direcciones es muy duro —asegura el hombre asintiendo.

    —Ya he estado así, lo difícil es atacar sin matar —comenta pensativo.

    —¿Qué harán ahora? —cuestiona el capitán curioso.

    —Viajaré un poco más, reuniré mas aliados y luego le patearé el trasero a Delto —amenaza con una sonrisa confiada.

    —Que tengas al Orbe de Agua me hizo pensar que dirías algo por el estilo, quería probar tu espíritu en combate para ver si serías capaz de luchar contra el rey Delto —baja los brazos —, y aunque me gustaría pensar que vas a librarnos de ese bastardo, no me hago esperanzas.

    —¿Es Delto tan fuerte? —cuestiona el humano acariciando la cabeza del can.

    —Lo desconozco, nunca lo vi luchar en persona, pero dicen que es muy hábil, termina luchas de un golpe, sin embargo, para llegar a él debes ocuparte de los Generales Negros antes —comenta observando como los soldados comienzan a marchar hacia el sur.

    —Siempre hay sub jefes antes de llegar al último jefe. ¿Son fuertes?

    —Mucho —asegura el hombre suspirando —, son apodados los Generales Negros debido a que se les considera tan fuertes como los Generales Blancos, no tengo mucha información sobre todos, pero sí sobre la que me comanda, la única mujer de los Generales Negros, Zana Horia, la Alocada, se puede decir que es una sádica que adora azotar a cualquiera que tenga en frente, usa una Orbe Artificial que asemeja un látigo, su base militar es una de las cuatro mas grandes en el país, también es una de las cuatro que producen las orbes artificiales —cruza de nuevo los brazos.

    —¿Qué es una Orbe Artificial? —cuestiona el joven bajando al lobo, quien de inmediato le comienza a morder los pantalones.

    —Son una copia de las Orbes Elementales, pero no pueden tomar la forma que su portador desee, pueden ser utilizados por cualquiera, además es posible destruirlas aunque son endemoniadamente resistentes, en eso son peores que las originales. Se necesitan varios días para construir una sola, los materiales para hacerlas son tan poco comunes que solo se le dan a los soldados con armaduras de plata y superiores.

    —¿Sabes la localización de las cuatro bases? —interroga el humano esperando conseguir una ventaja sobre sus enemigos.

    —Si me das un mapa te marco sus localizaciones —. Magnus saca un pergamino donde dibujó un mapa del País Helado —. Veamos, aquí —pone una marca en el mapa —, aquí hay otra, aquí otra y creo que la última está por acá —marca las otras tres.

    —Intentaré derrotar a Delto —asegura Magnus con seriedad.

    —Que los Dioses te acompañen en tu viaje —le da una llave al joven de piel rosada y se marcha.

    —¿Qué crees abre? —pregunta Cereza curiosa sobre la llave.

    —Seguramente el lugar donde están los ciudadanos encerrados, él me dijo que siguen con vida.


    Comienzan a avanzar hacia un enorme granero para dejar en libertad a los habitantes de la, ahora, ciudad en ruinas. La chica se adelanta un poco y se voltea con una expresión jovial.

    —¿Estás formando un grupo de mercenarios? —cuestiona ella recordando la conversación con Higo.

    —Sí, no puedo hacer esto solo, jamás lo lograría —comenta sin detenerse —. Ya tengo a la gruñona y al lobo, voy avanzando bien.

    —¡¿Te atreviste a llamarme gruñona?! —reclama ella a gritos.

    —¿Cómo sabes que no eres el lobo? —sonríe en burla. Remiel ladra alegremente.

    —¡No digas tonterías y discúlpate por llamarme gruñona!


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    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Higo
    Apodo: -
    Profesión: Capitán del ejército del rey Delto
    Edad: 40+ años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Espada de Doble Filo
    Estilo de Lucha: Espadachín
    Otros:
    Moneda de Bronce: Moneda de denominación mas baja del País Helado.
    Moneda de Plata: Corresponde a cien monedas de bronce.
    Moneda de Oro: Corresponde a cien monedas de plata.
    General Negro: Rango más alto en el ejército del rey Delto. Solo hay cuatro soldados que cuentan con este título.
    Orbe Artificial: Armas especiales creadas en base a los poderes de las Orbes Elementales.
    Captura1.png
     
    Última edición: 15 Octubre 2018
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  7. Threadmarks: Capítulo 07. Templo de Destino
     
    Dark RS

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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Aventura
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    2315

    Capítulo 07. Templo de Destino



    Luego de liberar a los pobladores y darles quinientas monedas de oro para ser usadas en la reconstrucción de la ciudad, Cereza y los demás continúan su viaje hacia el este. Los habitantes de Lum Stel les dieron, como agradecimiento, algunas provisiones, que no querían aceptar por lo poco que quedó en la destruida ciudad, pero los ciudadanos insistieron tanto que tuvieron que aceptarlas. Además de los alimentos, les obsequiaron un segundo abrigo para Magnus, quien lo usa sobre el primero, y aún así siente mucho frío.


    El día es luminoso mas no soleado, nunca se puede decir que algún día es soleado en el País Helado. Aunque el humano sufre de un terrible frío, para la chica de piel celeste es un día bochornoso. En lugar del abrigo, ella lleva una blusa sin mangas color blanca. Magnus no puede dejar de notar que ella no lleva sostén, se aprecia perfectamente la forma redonda de los pechos de la chica, pero a la vez se nota que esta no tiene pezones, lo que hace meditar al chico sobre lo poco que investigó acerca de la raza de la chica, ni siquiera sabe el nombre de su gente.

    —¿Puedo preguntar algo? —inicia él la conversación, con la esperanza de que hablar le suba la temperatura, aunque sea un poco

    —Pregunta lo que quieras, antes de que me derrita por el calor —permite ella jadeando.

    —¿Ustedes dan de mamar a sus hijos? —cuestiona de forma cruda, una vez que se escucha decirlo, comienza a desear haber pensado mejor la pregunta.

    —No digas tonterías, solo los mamíferos dan de mamar a sus crías, los Tempus somos elementales no mamíferos, aunque debo admitir que se nos clasifica como simios —explica ella sin ganas de hablar, el calor se comienza a poner cada vez mas insoportable para ella.

    —Con que así se llama tu raza, nosotros los humanos también somos primates, pero sí somos mamíferos —añade él mirando hacia el cielo.

    —No puedo creer que esta sea la conversación que tendré antes de morir —se queja agotada.

    —Remiel, ¿puedes llevar a Cereza? —cuestiona él. El pequeño lobo asiente.


    Remiel se echa, comienza a crecer hasta llegar a los dos metros de altura. Magnus ayuda la chica a subirse en el lomo de la bestia, le quita la mochila para cargarla un rato.

    —Creo que fue buena idea llevarnos a este lobo —comenta la joven recostándose en el can. Poco después se queda dormida sobre el suave pelaje de este.

    —Es adorable cuando duerme —comenta al verla descansar —. Lo sé —contesta mirando hacia la derecha, que es el lado contrario del que va la bestia —. Me lo tomo en serio —hace silencio por unos momentos — ¿A cuánto estamos de ese edificio?, bien, llegaremos para el anochecer, con suerte ahí me podré refugiar del helado clima.


    Casi una hora después del anochecer, llegan hasta un enorme edificio de piedra, a juzgar por el tamaño y las ventanas, tiene al menos cinco pisos de altura, el techo es de forma triangular y está hecho del mismo material que las paredes. Una enorme y pesada puerta de acero, que mide cinco metros de alto y siete de ancho, es la única forma de entrar en este, o al menos la única que es visible desde el frente. Un par de lámparas de cristal con tenues flamas blancas se encuentran a cada lado de la puerta.


    El humano se dispone a tocar a la puerta para llamar la atención de cualquiera que esté dentro, pero la misma se abre lentamente antes de poder hacerlo. Un hombre mayor, de piel azul claro, muy delgado, ojos verdes y sin cabello, se asoma desde el interior. Viste una túnica amarilla, que deja el hombro derecho al descubierto, y sandalias ligeras.

    —La Suprema Sacerdotisa los está esperando, pasen por favor —dice el hombre de túnica.


    Entran con cautela. Por la decoración interior del edificio, se nota que se trata de una especie de templo. Hay un par de monumentos, que miden cinco metros de alto cada uno, los cuales asemejan a un ser humanoide sin facciones faciales distinguibles. Decenas de lámparas cuelgan de las paredes produciendo una relajante iluminación blanca. El suelo es de madera barnizada con una alfombra que lleva desde la entrada principal hasta una puerta amarilla de madera gruesa con diseños de las fases de la luna tallados por toda la superficie. Hay pasillos a unos metros de la puerta amarilla que llevan a niveles subterráneos. No parece haber forma de subir a los pisos superiores, o al menos no una desde este cuarto.


    El de túnica los acompaña hasta el frente de la puerta de madera y se retira de inmediato sin decir palabra alguna. La puerta se abre y una débil voz les permite entrar.

    —Este lugar es algo raro —comenta Cereza en voz baja.

    —Ya llegamos hasta aquí, veamos quién está dentro —propone el humano estudiando el lugar.


    Pasan a un cuarto que mide no más de veinte metros de largo y ancho, el techo no está a más de tres metros de altura. Todo el suelo está alfombrado en color amarillo oscuro, una estatua de dos metros, idéntica a las que se encuentran en la habitación anterior, reposa en el extremo opuesto a la puerta. Cojines, color amarillo claro, descansan justo en medio del cuarto. Antorchas colocadas en cada rincón iluminan el lugar gracias a llamas blancas que brillan con intensidad.


    Una mujer anciana se encuentra en pie frente a la estatua. Su piel es arrugada, algo comprensible a sus ochenta años, de una tonalidad entre celeste y verde claro, su cabello es dorado y largo con un mechón que le cubre el lado derecho del rostro, su ojo visible es amarillo brillante. De estatura muy baja y extremadamente delgada. Usa una túnica blanca sobre otra amarilla, está descalza, usa aretes dorados. En su mano trae un bastón verde traslúcido, hueco por dentro.

    —Bienvenidos sean, Cereza, Remiel, espectro y chico de piel rosa —saluda la anciana acercándose a los recién llegados.

    —¿Cómo es que sabe nuestros nombres? —cuestiona la chica un poco alterada. El lobo asiente enérgicamente al querer saber lo mismo.

    —Soy la Suprema Sacerdotisa del Templo de Destino —señala con su bastón hacia la estatua, luego lo baja para apoyarse en él —. El Dios Destino me bendijo con la capacidad de ver lo que depara la vida de una persona, es decir, su destino, no siempre es un único destino, a veces una misma persona puede tener varios destinos, dependiendo de una cierta decisión que tome en cierto momento de su vida.

    —Entonces estábamos destinados a venir a este lugar, por eso sabe nuestros nombres —asegura el chico, según lo que entendió de la explicación de la anciana.

    —Mi persona estaba destinada a conocerlos a ustedes —menciona la de bastón cerrando el ojo.

    —No me creo nada de lo que dice la ancianita, creo que está medio chiflada —susurra Cereza incrédula de todo lo que ha dicho la anciana.

    —Creí que dirías que es asombroso —se burla el humano.

    —Me gustaría hablar con el chico de piel rosa a solas, por favor —pide la Suprema Sacerdotisa.

    —Me parece bien —acepta el joven.

    —Hay alguien afuera que la llevará a las habitaciones donde pasará la noche, señorita Cereza, puede llevar a Remiel con usted también —informa la del bastón con voz cansada.

    —Eso me parece asombroso —acepta la chica sonriendo, dormir en un cuarto es un lujo que hace días no se da. El lobo asiente con entusiasmo.


    La joven y el lobo salen y son guiados a las habitaciones, las cuales se localizan dos pisos bajo tierra. Magnus y la anciana quedan a solas, el chico la mira con seriedad.

    —Cereza no lo notó, pero usted mencionó que venimos con un espectro —dice él sintiéndose intranquilo por las intenciones de la anciana.

    —Intenta que no lo vea, pero siento su presencia, es un espectro muy poderoso y lo siento justo a su lado, joven de otro mundo —la mujer se sienta en uno de los cojines.

    —Impresionante que sea capaz de vernos —dice un ser de dos metros de alto, vistiendo una capucha negra, que aparece de la nada al lado izquierdo del humano —. Nadie había demostrado ser capaz de percibirnos, al menos nadie en este mundo —un par de ojos dorados brillan en medio de la oscuridad de su rostro.

    —Su nombre es Ghoul, me siguió cuando fui enviado a este mundo, es uno de mis mas cercanos amigos —presenta Magnus al ente que levita a su lado —. Lo he mantenido en secreto de Cereza y Remiel, ninguno puede sentir su presencia y no tenía sentido que se mostrara.

    —Tampoco nos gusta que cualquiera nos vea, solo nuestro amo —explica Ghoul desapareciendo y reapareciendo al lado opuesto del humano, pero con la mitad de su tamaño anterior.

    —Según el destino que he visto, debo enseñar a este espectro varios hechizos que los ayudarán en su misión de derrotar a Delto —comenta ella observando detenidamente al ente.

    —¿Puede ver si logramos cumplir nuestra misión? —cuestiona el humano interesado en la respuesta.

    —Me temo que no, ni tu nombre o el del espectro fui capaz de percibir, sus almas están siendo guiadas por un Dios distinto a Destino, un Dios que se divierte al ver como se desarrollan sus vidas y que interviene cambiando el destino a su antojo —informa la anciana colocando el bastón en el suelo.

    —¿El Destructor? —cuestiona Ghoul usando una voz grave.

    —Correcto —ella asiente con la cabeza —. Ustedes provienen de un mundo abandonado por los Dioses y que fue adoptado por el Destructor, todo lo que haga alguien que no está bajo la bendición de Destino es impredecible para mí, por eso no sé si ganarán o perderán, solo sé que debo enseñarle magia al espectro para aligerar el peso de su largo viaje.

    —Es mejor así, prefiero que no me cuenten el final de la historia, será mas divertido descubrirlo por mí mismo —el humano sonríe entusiasmado, no saber lo que sucederá hace que le emocione aún más llegar hasta el final.

    —¿Qué dice, espectro Ghoul? —cuestiona la anciana esperando la respuesta, ya que no puede enseñar magia si el que va a recibir la educación no está dispuesto a aprender.

    —Haremos lo que el amo nos indique —informa disminuyendo su tamaño hasta quedar de medio metro de altura.

    —Te ordeno que hagas lo que quieras hacer, es tu decisión, y deja de depender de mis órdenes, eres totalmente independiente de mí, eres mi amigo, no mi sirviente —le reclama el humano nuevamente, ya que es algo que se la pasa diciéndole desde el día que se conocieron.

    —Como desee, amo —acepta el espectro desapareciendo. Reaparece frente a la anciana midiendo metro y medio de alto —. Queremos aprender, queremos ayudar al amo.

    —Supongo eso fue decisión tuya —suspira él resignado — ¿Hay algo que me tenga que decir o enseñar?

    —No, joven de piel rosa, pero le aseguro que lo que le enseñe al espectro le será de utilidad a lo largo de su arduo viaje —asegura la anciana bajando levemente la cabeza.


    Alguien guía a Magnus hacia las habitaciones. Una vez a solas, el espectro observa detenidamente el bastón de la Suprema Sacerdotisa.

    —El amo debió estar muy cansado para no notar lo que obviamente es la Orbe de Viento —comenta el ente usando una voz chillona.

    —En efecto —asiente la anciana levantando su bastón —. Soy Uva Místikka, la Adivina, guardiana del Orbe de Viento —la anciana se pone en pie —. Soy responsable en parte de la situación actual de este país, yo vi que un destino posible de Delto era este, nunca dije nada, decidí arriesgarme y confiar en que él tomaría otro rumbo —camina un poco, acercándose a la estatua —. Hubiera sido un país tan hermoso y pacífico. ¿Qué harías si el muchacho que llamas amo tomara un camino erróneo?

    —El amo no tomaría decisiones que lastimen a sus amigos —desaparece y reaparece al lado de la estatua —. Pero de hacerlo, prometimos que lo detendríamos, nos hizo jurarlo.

    —Comencemos tu entrenamiento, espectro —anuncia la Suprema Sacerdotisa satisfecha con la respuesta.


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    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Uva Místikka
    Apodo: La Adivina
    Profesión: Suprema Sacerdotisa del Templo de Destino
    Edad: +80 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Orbe de Viento
    Estilo de Lucha: Magia/Adivinación
    Bestiario:
    Tempus: Elementales de inteligencia superior que dominan sobre el País Helado. Se supone que hace mucho tiempo eran mamíferos.
    Espectro: Ser conformado por varias almas que piensan como una sola.

    Lugares:
    Templo de Destino: Templo dedicado a la adoración del Dios Destino. Dirigido por una Suprema Sacerdotisa que es capaz de ver el futuro.
    Hechizos:
    Adivinación: Hechizo que permite ver uno de los futuros más probables de un ser vivo.
    Otros:
    Mochila: Bolso de piel de animal o cuero en el que se transportan distintos objetos.
    Supremo Sacerdote/Suprema Sacerdotisa: Líder espiritual que tiene la obligación de custodiar un templo. También son los encargados de divulgar la sabiduría de los Dioses.
    Monumento: Escultura que asemeja la forma que, según las enseñanzas, tienen los Dioses. Humanoide que carece de género, sin facciones faciales definidas.
     
    Última edición: 20 Octubre 2018
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  8. Threadmarks: Capítulo 08. Alma de Fuego
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2826

    Capítulo 08. Alma de Fuego



    Han transcurrido varias horas, Magnus es incapaz de conciliar el sueño, el frío es tan intenso que hubiera dado lo mismo dormir a la intemperie. El cuarto en el que está es algo pequeño, dos metros de ancho por dos y medio de largo, totalmente de piedra, unas cuantas pieles amontonadas sirven como cama y otra mas para cobijarse. Una candela de flama blanca, sobre una piedra que sobresale en la pared, ilumina débilmente el cuarto. De no ser por que no hay puerta parecería que está en una celda.


    Remiel duerme con él, lo abraza para procurar mas calor, pero no funciona en lo absoluto. Normalmente conversaría con Ghoul para distraerse, pero este continúa su entrenamiento y no ha regresado a su lado. Se levanta y comienza a recorrer el pasillo, realmente no sabe a dónde va, solo quiere estar en movimiento para entrar en calor. Ninguno de los cuartos tiene puerta, encuentra a Cereza profundamente dormida a dos habitaciones de distancia, decide no despertarla, que él no pueda dormir no le da derecho para desvelarla. Calcula que hay unos cuarenta cuartos, en su mayoría están ocupados por los seguidores de Destino, o le parece que es más apropiado llamarlos monjes, lo piensa por las túnicas amarillas que visten.


    Al final del pasillo encuentra escaleras que suben y otras que dan a un nivel aún inferior. En el piso de arriba está la cocina y el comedor comunal, tuvo que pasar por ahí más temprano. Baja para explorar un poco las instalaciones.


    Se decepciona al ver que son mas cuartos, pero estos se usan como depósitos. En algunos hay cajas de madera apiladas, ropa doblada, provisiones colgadas del techo, herramientas, pedazos de estatuas y papeles atados con cuerdas de lana.


    Al final del pasillo se topa con una puerta de metal, la toca, la siente tibia, lo cual le sorprende. La abre y entra para revisar qué hay detrás. Llega a lo que parece ser una habitación quince veces más grande que las pequeñas de antes. El suelo es de piedra pulida con señales de haber sido quemado en algunas partes, las paredes están pintadas de rojo, hay candelas de cera dorada con llamas amarillas por todo el lugar. Una cama de metal, cubierta por una tela no flamable, se encuentra en el rincón derecho del fondo, algo hace bulto bajo una segunda tela. Hay una bañera de cerámica del lado contrario, la cual se encuentra llena de agua caliente, libros, ligeramente quemados, guardados en una biblioteca de piedra, están junto a la puerta.


    El humano se sienta al lado de la bañera, el vapor que sale de esta lo adormece, aunque quisiera meterse y tomar un baño caliente, se abstiene de hacerlo. La habitación es tan agradable que ignora, al menos por ahora, que el dueño de la misma se encuentra descansando en la cama.


    Pasa casi una hora hasta que finalmente quien dormía en la cama despierta, se quita la manta de tela de sobre su cuerpo, bosteza estirando los brazos. Magnus despierta al instante y se pone en pie lentamente, observa al dueño del cuarto bostezar pesadamente.


    Se trata de una mujer joven, probablemente de la misma edad de Cereza, con una altura similar pero mas delgada, su piel es de una tonalidad rojo intenso, su cabello es color azul oscuro y le llega hasta media espalda. Para cuando ella nota al invasor en su habitación se espanta, pero no por que su presencia sea inesperada. El humano la ve directamente a sus dorados ojos que brillan como el sol.

    —¿Estás mal? —cuestiona ella preocupada al ver al extraño con la piel de color rojiza. Se levanta de la cama, duda en si acercarse o mejor alejarse.

    —Lo estoy —asegura él observando las túnicas que usa ella, que es una amarilla sobre una negra.

    —¡Debe salir de aquí pronto! —advierte ella consternada por la salud del chico —. Aquí es muy caliente para usted, podría morir si se queda más tiempo.

    —Estoy bien, este calor me gusta —comenta él tranquilizándola —. ¿Por qué hay calefacción aquí?

    —No la hay, mi cuerpo es el que produce este calor —confiesa en voz baja, duda en si seguir hablando, hace mucho que no tiene con quien conversar, al menos alguien distinto a la Suprema Sacerdotisa que suele hablar con ella desde la puerta —. No soy normal…

    —Yo no soy un Tempus —le hace ver el humano sonriendo ligeramente —. Soy de otro mundo, el frío de este país me ha estado afectando estos últimos días, el ambiente de aquí es un deleite.

    —¿En serio? —interroga ella con el corazón acelerado.

    —Sí, mas bien perdona que entrara sin permiso, es solo que el calor me tentó a entrar —se disculpa con vergüenza, «ella reaccionó mejor de lo que se esperaría al encontrar a un desconocido en su cuarto».

    —Te puedes quedar otro rato, si quieres —«extraño, no puedo ver el destino de este hombre. Nunca antes me había sucedido».

    —Me llamo Magnus, soy un humano, provengo de un lugar llamado Garja, me mandaron a este mundo y ahora busco la forma de cómo volver a casa —se presenta haciendo una reverencia.

    —Yo soy… —se siente insegura de si continuar la charla o no.

    —No te preocupes, no tienes que darme tu nombre.

    —Soy Opal, soy una híbrida, mi madre era Tempus y mi padre un Magnarus —nota que el chico no entiende el segundo nombre —. Los Magnarus son una raza similar a los Tempus, pero son del País en Llamas, sus cuerpos siempre están produciendo calor, normalmente son incompatibles, pero mi madre soportaba bien el calor y mi padre el frío.

    —Magnarus suena parecido a mi nombre —señala él añadiendo un poco a la conversación.

    —Es verdad —asiente sonriendo, sus dientes son dorados como el oro, que es el color normal que los habitantes del País en Llamas los tienen.

    —¿Por qué estás aquí sola y no en las habitaciones comunes? —pregunta él suponiendo la respuesta.

    —Por el calor que produzco, no es tan caliente como el de un Magnarus puro, pero si lo bastante como para lastimar a los que habitan el templo, si toco a alguien lo quemo gravemente, me mantengo aquí para que nadie salga herido por mi presencia —explica ella con melancolía en su voz.


    El humano comprende a lo que se refiere, el calor, tan agradable para él, debe ser sofocante, sino es que letal, para los Tempus. Trata de entender lo sola que debe sentirse al estar todos los días aislada, lo triste que debe ser pasar tanto tiempo sin hablar con alguien, sin el contacto de otros.

    —¿Te importa si entreno aquí? Podré sudar después de tanto tiempo, lo creas o no, extraño sudar durante un entrenamiento —propone él para pasar otro rato en la habitación.

    —Claro, incluso puedo ayudar, sé algunos hechizos que me ha enseñado la Suprema Sacerdotisa, seguro que logro que sea mas intenso.

    —Me sería de gran ayuda, gracias, Opal —«acabo de darme cuenta que se llama como una gema, no es tan inusual como las frutas, pero es curioso, aunque supongo que lo inusual en este mundo soy yo».


    Quitan la cama para hacer mas espacio, el cuarto no tiene el tamaño ideal para un entrenamiento adecuado, pero es mejor que hacerlo en el pasillo y ella se niega a salir al exterior.

    —No te contengas —pide el humano vistiendo solo pantalones y camiseta.

    —No lo prometo —dice nerviosa, tiene miedo de lastimarlo —. Púas.


    Estalagmitas se comienzan a formar en el suelo, el joven las va evitando conforme aparecen, la mayoría son más altas que él. Cuando ya no salen mas, las comienza a destruir con golpes y patadas, se comienza a arrepentir de no haberse puesto vendas alrededor de las manos.

    Púas —susurra impresionada por la fuerza del chico.


    Mas estalagmitas aparecen y se repite lo mismo.

    —Dame algo distinto —pide él entrando en calor.

    —Yo… bueno… Invocación: Roca Viviente —recita esperando que no venga uno muy fuerte.



    Un ser de roca aparece de la nada frente a ella. Para Magnus no es inusual ver que un invocador haga aparecer una bestia sin un círculo mágico, ya que es como se hace en Garja. El ser de roca mide dos metros de alto y tres de ancho, tiene tres piernas que consisten en dos rocas cada una, no tiene brazos, cabeza o algún órgano ocular.

    —Creo que lo puedes hacer mejor —reta él con la esperanza que ella traiga una bestia mas amenazante.

    —Ese es muy grande, quería traer uno de la mitad de su tamaño —comenta ella consternada por la seguridad de su invitado.


    Las piernas de la roca viviente desaparecen en un parpadeo, comienza a rodar embistiendo hacia el humano usando mucha fuerza. Magnus la evita, la patea en un costado para desviarla y hacerle chocar contra la pared, la cual se agrieta ligeramente. El ser de roca comienza a levitar, cinco brazos con manos de tres dedos le crecen alrededor, de las manos comienzan a formarse estacas de piedra.


    La roca viviente avanza hacia su oponente, comienza a lanzar puñaladas con las estacas. Magnus las evita sin dificultad, su cuerpo está tan acostumbrado a evitar ataques que se mueve por instinto prediciendo la trayectoria de cada ataque. Logra arrebatar una de las estacas, que aún trae la mano sosteniéndola. Usa el arma de piedra para golpear las manos de la bestia elemental, utiliza la suficiente fuerza como para destruir los brazos con un solo impacto.


    Quedando solo el cuerpo de la Roca viviente, esta crea estacas por todo su cuerpo y gira para aplastar al humano. Magnus lo detiene al tomarlo de dos estacas, y gracias a que no venía a mucha velocidad. Lo arroja contra la pared y de inmediato lo golpea para que se incruste y no pueda zafarse mas. La roca viviente desprende la parte que está atorada en la pared, se regenera y crea formaciones similares a espadas por todo su cuerpo, comienza a girar a una enorme velocidad y se arroja contra el chico.

    Denegación: Roca Viviente —se apresura a decir Opal.


    El ser de roca desaparece al estar a pocos centímetros de Magnus. El humano cae sentado, sintiéndose cansado, no ha sido mucho tiempo el que ha pasado entrenando, pero ha gastado mucha energía en la lucha. Voltea a ver a la chica.

    —Eso estuvo cerca —se dice Magnus sin apartar la mirada de ella —. Si lo que he leído sobre esos elementales de roca es correcto, jamás le podría haber ganado.

    —Se regeneran casi al instante, pueden crear lo que sea a partir de sus cuerpos, tienen una cantidad de energía enorme y se necesitan varias horas para cansarlos —explica ella preocupada de lo cerca que estuvo de ver como el ser de roca mataba al chico.

    —Aún puedo seguir —asegura él entusiasmado por lo intenso del entrenamiento.

    —Deberíamos parar ya —recomienza ella nerviosa.

    —Un poco mas, por favor —pide con una mirada aguerrida.

    —De acuerdo, te lanzaré algunos ataques y nos detendremos cuando lo diga —acepta ella dando las reglas del último entrenamiento —. Aquí voy —suspira profundamente, levanta ambas manos y apunta las palmas hacia el humano, se siente nerviosa, intentará no usar mucho poder —. Fuego.


    Esferas ardientes comienzan a salir de las palmas de las manos de Opal. Magnus saca su daga de su pantalón, desvía los ataques con ella, comienza a correr hacia la chica mientras corta con su arma las esferas de fuego que le son arrojadas, salta unos tres metros en el aire, casi llegando al techo. La chica junta las manos y crea una bola de fuego grande que arroja. El chico la parte con su arma corta y derriba a la híbrida al caerle encima.


    Magnus se encuentra sobre ella, el calor que emana la de piel roja lo hace sentir muy bien, y, aunque quiere permanecer sintiéndolo, se levanta y le extiende la mano para ayudarla a pararse. Opal duda en si levantarse o no, sentir otro cuerpo tan cerca la alteró, no está acostumbrada al contacto de otra piel, no fue doloroso o desagradable, al contrario, es algo que desea repetir.


    Ella toma su mano y se pone en pie, su respiración y pulso aumentan más de lo que lo habían hecho antes. No tiene idea de qué es lo que pueda estarle sucediendo, no entiende cómo es que algo tan simple como lo es tomar de la mano a alguien la hace sentirse acelerada.

    —Es la primera vez que entreno de esta forma —confiesa ella apartando la mirada —. Normalmente practico los hechizos pero nunca los uso.

    —Fue algo intenso, hace días que no tengo una lucha real, esa roca viviente por poco me mata, a pesar de eso fue muy emocionante —comenta notándose raspones en las manos —. Gracias, Opal.

    —De nada, Magnus.

    —Dejé tu cuarto hecho un desastres, perdona —se disculpa al ver los daños en las paredes y los trozos de las estalagmitas —. Creo que puedo arreglarlo un poco, creo.

    —No te preocupes por eso —niega ella, coloca una mano en la pared y otra en el suelo —. Plano.


    La pared comienza a regenerarse y los trozos de roca que salieron del suelo comienzan a ser absorbidos lentamente por el piso, al cabo de un par de minutos todo queda justo como estaba antes del iniciar el entrenamiento.

    —No es la primera vez que mi cuarto recibe daños, la Suprema Sacerdotisa me enseñó este hechizo para poder arreglarlo sin depender de nadie más —explica la híbrida.

    —Quisiera repetirlo de ser posible, no sé cuánto más estaré aquí, probablemente hasta mañana, ¿puedo volver esta noche? —pide el chico deseando repetir, no solo el entrenamiento, si no también volver a la habitación que le resulta tan cálida y agradable.

    —Claro —acepta ella sonriendo.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Opal
    Apodo: -
    Profesión: Monje
    Edad: 21 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus/Magnarus
    País de Origen: País Helado (Templo de Destino)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Magia
    Bestiario:
    Magnarus: Habitantes del País en Llamas. Son elementales que, al igual que los Tempus, descienden de mamíferos. Sus cuerpos producen un intenso calor.
    Roca Viviente: Elemental de roca que puede crear piezas de roca desde su cuerpo. Es, literalmente, un trozo de roca con vida. Se pueden regenerar en pocos segundos, tienen una enorme cantidad de energía y resistencia.
    Hechizos:
    Púas: Forma estalactitas o estalagmitas desde cualquier superficie. El tamaño de las mismas varía dependiendo del mago que realiza el hechizo. Un mago poderoso puede crear piezas puntiagudas de roca de la nada y arrojas.
    Invocación: (Nombre de Bestia): Invoca a la bestia que se nombra. Se debe conocer a la bestia antes de realizar un hechizo. Un mago poderoso puede invocar una bestia que jamás haya visto, pero no siempre le funcionará.
    Denegación: (Nombre de Bestia): Hace que una bestia invocada sea devuelta al lugar del que provino. Un mago no puede denegar una bestia invocada por otro mago o que no fue invocada.
    Fuego: Crea bolas de fuego que son arrojadas desde las palmas de las manos del mago. El tamaño de la bola de fuego depende de la cantidad de energía que usa el mago.
    Plano: Hace que lo que toque el mano se vuelva liso. En caso de fisuras o agujeros, se rellenan con el mismo material del que está hecho lo que se quiere alisar. También desintegra cualquier protuberancia o saliente de la superficie.

    Otros:
    Híbrido: Combinación de dos especies distintas.
     
    Última edición: 20 Octubre 2018
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  9. Threadmarks: Capítulo 09. La Decisión de Opal
     
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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2479

    Capítulo 09. La Decisión de Opal



    Cerca del medio día, la Suprema Sacerdotisa se toma un descanso del arduo entrenamiento al que somete al espectro, quien a demostrado tener aptitudes especiales para aprender con facilidad, e incluso mejorar, cada hechizo que le ha enseñado , claro que es la primera vez que entrena a un espectro y no está segura si es algo normal en esta clase de seres.


    Decidió ir a visitar a Opal para conversar con ella. Observa la pesada puerta caliente que nadie nunca se atreve a tocar, y no los culpa ya que siquiera acercarse a esta causa quemaduras en los que tienen menor tolerancia al calor, incluso para ella es insoportable estar tan cerca. Murmura algo, su temperatura corporal decrece, luego murmura algo mas produciendo que la puerta se abra sola.

    —Suprema Sacerdotisa, me honra con su presencia —saluda la chica de piel roja arrodillándose y colocando ambas manos en el suelo, delante de sus rodillas.

    —He visto que has tomado una decisión —comenta la anciana con seriedad.

    —Sí, Suprema Sacerdotisa, ya me he decidido —asegura la joven bajando la cabeza para evitar el contacto visual, su azulado cabello toca el suelo.

    —¿Recuerdas cuáles son tus dos opciones? —interroga la del bastón sin perder la expresión neutra.

    —Las recuerdo —sube la mirada —. Permanecer aquí varios años hasta que un grupo de exploradores del País en Llamas me encuentren y me lleven allá, donde seré coronada como la nueva emperatriz por ser la única familiar con vida del emperador del sur, mi padre —levanta la cabeza y sube las manos sobre sus piernas —. Ó, salir de aquí al ser tentada por alguien sin destino y perecer prematuramente.

    —¿Prefieres morir pronto ante la posibilidad de vivir hasta que mueras de vejez siendo adorada por los Magnarus? —cuestiona la anciana en espera de una respuesta franca.

    —¿Puedo hablar libremente? —pide de manera respetuosa para poder dar las razones de la decisión que tomó.

    —Por supuesto.

    —He estado encerrada en este cuarto desde que tengo memoria, no quiero que crea que no agradezco todo lo que ha hecho por mí, pero ese chico es capaz de soportar el calor que emana de mi cuerpo, incluso puedo tocarlo sin lastimarlo —comenta la joven con entusiasmo, algo que Uva no está acostumbrada a ver en la joven.

    —De quedarte serás reverenciada por los Magnarus, como su gobernante —añade para disuadirla.

    —Seré temida nada más, será como cambiar este cuarto por un trono, mi piel es muy caliente para los Tempus y muy fría para los Magnarus, siempre seré una indeseable donde sea que me encuentre, pero no para él.

    —Para ese joven no eres mas que un objeto para calentarse, morirás por nada —añade con firmeza la Suprema Sacerdotisa, con la esperanza de que la joven entre en razón.

    —¿Qué objetivo tiene ese joven? —cuestiona la de piel roja.

    —Busca derrocar a Delto, no sé si lo logrará, es muy posible que no lo haga —cuenta la anciana sintiéndose afectada por el calor, el hechizo que puso en si misma comienza a perder efecto mucho antes de lo normal.

    —Incluso si muero mañana, de la forma mas horrible, no cambiaré de opinión —Opal demuestra una enorme determinación en su rostro —. Me iré con el grupo de Magnus.

    —Mi dulce Opal... —la anciana se calla, no insistirá mas —. Protección —se acerca a la joven y la abraza con fuerza —. Guardaré una tumba de aprendiz de adivina para cuando te traigan de vuelta.

    —Gracias, Suprema Sacerdotisa, será un honor que mis restos reposen en un lugar santo —agradece abrazando de vuelta a la anciana. Que Uva use protección para que nada la afecte también produce que Opal sea incapaz de sentir su piel.


    Esa noche, el humano regresa al cuarto de Opal, duerme aprovechando lo cálido que es el cuarto y a la mitad de la madrugada comienza a entrenar. En esta ocasión, la dueña de la habitación invoca una roca viviente mucho mas pequeña, que el chico logra derrotar, aunque le toma un buen rato hacerlo.


    Él pide permiso para usar la bañera de agua caliente para así tomar un baño, la de piel roja acepta y aguarda afuera del cuarto.

    —¿En serio no te molesta el agua caliente? —cuestiona ella tentada en mirarlo.

    —En este momento es como una bendición —confiesa él sumergiéndose, hace tanto que no se baña en agua caliente que pensó que jamás volvería a hacerlo —. ¿Cómo logras que permanezca caliente sin tener calentador?

    —Cuando entro, mi cuerpo calienta el agua al punto de hervir y como siempre hace calor aquí, nunca se enfría mucho —explica ella nerviosa al percatarse que él está usando el agua en la que ella se ha bañado durante los últimos cuatro días.


    Hay silencio durante algunos minutos, se oye como chapotea el agua cada vez que él se mueve. Ya no soportando mas, Opal da un vistazo hacia el interior del cuarto, posa su mirada en la bañera donde ve la desnuda espalda del chico, es mucho mas ancha y firme que las de los monjes del templo. Su rostro se pone de un rojo brillante, siente algo que no había sentido en sus veintiún años de vida. Una especie de calor, solo comparable con el que siente algunas noches y tiene que complacerse para que se le pase. Se pregunta si lo que le sucede es a lo que llaman libido.


    Magnus sale de la tina, el agua caliente baja por su musculoso cuerpo, su piel presenta un color rojizo más intenso que su normal tono casi rosa. La chica encuentra ese color aún mas excitante, baja su mirada hacia la entrepierna del humano, está rasurado con apenas leves vestigios de vellos, aún sin estar erecto su miembro es grande. Comienza a desear verlo con una erección. Él se seca con una toalla gruesa que había traído, y luego se viste con un pantalón azul y camiseta blanca.

    —Gracias por prestarme el baño —agradece él saliendo de la habitación, nota el color rojo brillante en el rostro de la chica, pero lo ignora al no saber si es normal que haga eso —. Iré a comer, seguro ya mis amigos están despiertos, gracias de nuevo.


    Ella solo asiente, lo sigue con la mirada hasta que lo pierde de vista en el largo pasillo, entra a su habitación, cierra la puerta, se quita las túnicas quedando desnuda, su figura, a pesar de lo delgada que es, es notablemente generosa, con pechos redondeados sin pezones, vello azul en su entrepierna, caderas anchas y trasero pequeño. El ardor en su sexo es insoportable, se mete en la bañera y comienza a fantasear.


    Magnus regresa a las habitaciones, pero ya no hay nadie en estas, sube al comedor, donde encuentra a Cereza y Remiel desayunando. El chico se sienta a la mesa frente a la chica.

    —Tienes un raro color rojo y estás mas caliente que de costumbre —reclama la de piel celeste comenzando a sentirse acalorada.

    —Estaba con una chica caliente practicando movimientos y luego me duché —explica él antes de levantarse e ir por un plato de comida.

    —¡¿Qué?! —grita ella sorprendida por esa descarada confesión —. ¡Se supone tienes dos novias, y a mí ni me tocas, y te vas a jugar con alguien mas! —reclama queriendo golpearlo en la cabeza con un plato que toma de sobre la mesa.

    —¿Eso entendiste? Entonces lo diré distinto, encontré una chica que en lugar de tener la piel fría la tiene caliente, y su cuarto es cálido, entrené con ella y luego tomé un baño de agua caliente.

    —¿La misma con la que entrenaste ayer? —cuestiona un poco mas tranquila, pero sin soltar el plato.

    —Correcto, sabe usar magia, pero no creo que sepa pelear cuerpo a cuerpo —explica mientras observa su comida sin ganas de comer.


    Como de costumbre, el desayuno consiste en un platillo frío: carne de cuervo blanco con puré de patatas y trozos de rábano blanco, que haya agua helada para acompañar no ayuda a que la comida sea más apetecible.

    —Una maga sería muy útil, no sabes lo asombrosa que es la magia, según lo que se cuenta de la General Blanca Uva Místikka, su magia podía barrer a cientos de soldados con una sola palabra, ella es tan asombrosa, quisiera conocerla, aunque no se sabe si aún sigue viva —comenta entusiasmada la chica, antes de comerse un gran trozo de carne blanca casi congelada.

    —Los magos que conozco son muy fuertes, muchos en el grupo al que pertenezco saben usar algún hechizo, incluso yo, pero aquí no funciona ninguno —comenta lamentando la falta de su hechizo de dimensión de bolsillo, donde guarda una gran cantidad de armas y objetos que le serían de utilidad.


    Remiel se levanta, toma su plato con el hocico y lo lleva a la cocina, luego regresa con una segunda porción y se vuelve a sentar a la mesa. No teniendo mas remedio, el humano come un poco de puré y un par de pedazos de rábano, estos últimos saben mejor de lo que esperaba.


    Luego de casi una hora, Opal está tendida sobre su cama, cubierta solo por una de las mantas de tela. Se pregunta si la razón de querer acompañar al chico es a causa de las hormonas, que parecen haberse alborotado como nunca este día. De pronto se pregunta que sucedería si él entrara y la encontrara así. ¿Se excitaría por verla desnuda? ¿La violaría salvajemente una y otra vez hasta el cansancio? Está por comenzar a tocarse cuando se sienta y decide pensar con claridad. La tela se resbala dejando al descubierto sus pechos, pero al no haber nadie con ella no le importa.


    Le da vueltas al asunto, su primer opción es morir de vejez, sin haber tenido contacto real con nadie, vivir sola por siempre por el único pecado de haber nacido como una híbrida. Por otra parte, si se va ahora tendrá amigos, por poco tiempo, y sufrirá una muerte horrible.


    Se vuelve a acostar, cierra los ojos, analiza si lo está abordando de forma incorrecta. «El objetivo de Magnus es derrocar el rey Delto, incluso la Suprema Sacerdotisa se cree incapaz de enfrentarlo, aunque muera durante el proceso, si logro hacer algo importante que ayude a Magnus a hacer mas fácil su misión, entonces podré descansar en paz. No soy exactamente una guerrera, pero mi padre fue un importante general del País en Llamas y mi madre fue una maga de este país, incluso mi tía fue una fiera guerrera que ayudó en la lucha en contra del anterior rey». Por mas que lo analiza se da cuenta que lo lleva en su sangre, la batalla es parte de su ser y este debe ser su destino. Nuevamente se decide a ir con los que desean detener al rey. Y si en el camino ocurre algo con el chico, será un extra al que ella no se opondrá en lo absoluto.


    El humano, que aún conversa con Cereza en el comedor, siente un repentino escalofrío, como si hubiera alguien hablando sobre él.

    —¿Qué te pasa? —cuestiona la chica de piel celeste al verlo estremecerse.

    —Ni idea, tal vez me vaya a enfermar o alguien habla mal de mí —dice aún sintiendo hambre, al final no se comió la carne congelada ni la mayor parte del puré.

    —Eres un llorón cuando se trata de comida —reclama ella cansada de esperar a que se coma el resto del desayuno —. Iré a revisar las provisiones, a ver si falta algo que podamos comprarles a los de la cocina.

    —Ve, gracias —la chica se levanta y se retira. Remiel aguarda a ver si le dan la carne que permanece en el plato del humano —. Bien, tú ganas, cómelo —le acerca el plato, de inmediato, el can comienza a devorar la carne y el puré restante como si no hubiera un mañana.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Opal
    Apodo: -
    Profesión: Aprendiz de Adivina
    Edad: 21 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus/Magnarus
    País de Origen: País Helado (Templo de Destino)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Magia
    ______________
    Nombre: Uva Místikka
    Apodo: La Adivida
    Profesión: Suprema Sacerdotisa del Templo de Destino/General Blanco
    Edad: +80 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Orbe de Viento
    Estilo de Lucha: Magia/Adivinación
    Vegetación/Alimentos:
    Carne de Cuervo Blanco: Carne sacada del ave cuervo blanco.
    Rábano Blanco: Vegetal color blanco con corona color verde.
    Hechizos:
    Protección: Protege al objetivo del hechizo de todo físico, magia, malestar y veneno durante un tiempo limitado. El tiempo de duración del hechizo depende de la energía que el mago puso al conjurar. La invulnerabilidad tiene como efecto extra que no se pueda sentir la suavidad o temperatura de la piel, tanto del hechizado como del que lo intente tocar.
    Otros:
    Tumba de Aprendiz de Adivino/a: En el Templo de Destino hay un sitio especial, varios metros bajo tierra, donde los cuerpos de las Supremas Sacerdotisas, Supremos Sacerdotes y sus aprendices yacen para toda la eternidad. Sus ataúdes son sellados con un hechizo que solo un Supremo o Suprema Sacerdote/isa puede levantar.
     
    Última edición: 28 Octubre 2018
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  10. Threadmarks: Capítulo 10. La Decisión de Opal II
     
    Dark RS

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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Capítulo 10. La Decisión de Opal II




    Es el tercer amanecer en el templo, el humano pasó, nuevamente, la noche durmiendo en el cuarto de la híbrida, y durante la madrugada entrenó en el pasillo, esto lo hizo para que ella no despertara por el ruido y que durmiera bien.


    Luego de dos horas de entrenamiento, regresa a las habitaciones que se encuentran en el piso superior, para despertar a sus compañeros de viaje y partir lo mas pronto posible, esto ya que Ghoul terminó de aprender todos los hechizos que la Suprema Sacerdotisa iba a enseñarle. A Cereza la encuentra enrollada en una manta, casi da la impresión de ser un capullo por el que se asoma un rostro.

    —Oye —susurra él tocándole la mejilla para que despierte.

    —Cinco horas más —pide ella adormilada.

    —Qué cinco horas ni que nada —regaña él pellizcándole ambas mejillas —. Tenemos que irnos pronto.

    —¡Eres un bruto! —se levanta ella sobándose el rostro —. ¿Así tratas a tus amigos?

    —Solo a los que no se levantan temprano.

    —Tarado, sin tacto, ni amigos debes tener —se queja enfadada —. Por lo menos desayunamos, ¿no?

    —Claro, después de comer empacamos. Iré por Remiel para ir al comedor —informa antes de salir del cuarto.


    El humano va hacia el cuarto en el que se supone debió pasar la noche, que es donde duerme el lobo. Cuando entra encuentra una escena similar que en la habitación de Cereza. De alguna forma el lobo se había enrollado en una piel blanca y solo su hocico se asoma.

    —Lo siento, Remiel, sin favoritismos.


    Toma la piel y la jala haciendo que el can de una vuelta en el aire y aterrice de pie. Remiel comienza a ladrar hacia todas partes, confundido sobre lo que acaba de ocurrir, luego de algunos segundos se tranquiliza y observa al chico que aún tiene en sus manos la piel con la que se cobijaba.

    —A comer, si no te apresuras... —el can sale corriendo en dirección al comedor —. Creo que seré el que se quede sin comida si no se apresura.


    Magnus abandona la habitación, regresa para devolver la piel que todavía lleva en las manos, luego sale nuevamente. Extrañamente, el frío, que hasta hace unos momentos gobernaba en el pasillo, comienza a menguar rápidamente.

    —Buen día, Magnus —saluda Opal sonando tímida, voltea la mirada a los lados como si buscara algo.

    —¿Dormiste bien? —cuestiona sonriendo, no tanto por verla sino por el agradable calor que emana de su cuerpo.

    —Sí, gracias por preguntar —baja la mirada como si no quisiera hacer contacto visual, a la vez que sus mejillas toman un tono brillante — ¿Puedo pedirte algo?

    —Claro —permite él, se da cuenta que el brillo intenso en el rostro de la chica es debido al sonrojamiento —, pide lo que quieras, veré si lo puedo cumplir.

    —Q-quiero... ir contigo... en tu viaje… —murmura nerviosa.

    —No depende tanto de mí, hay que preguntar al resto —contesta casi por instinto, ya que siempre ha dejado esa clase de decisiones a votación cuando alguien nuevo quería unirse a su grupo —. En este momento están comiendo arriba, te llevaré con ellos.

    —Yo... —luego de pensarlo por un momento termina asintiendo —. Iré allá arriba...


    Comienzan a caminar hacia las escaleras que dan al piso superior. El chico voltea a ver hacia el lado contrario del que se encuentra Opal, frunce el ceño.

    —No me estoy armando un harem, y allá tampoco lo hacía —reclama él en voz baja.


    El comentario no pasa desapercibido para la de piel roja, quien se sonroja aún más. Continúan en un incómodo silencio hasta que llegan al comedor. En cuanto arriban, algunos de los monje que comen ahí se ponen de pie y abandonan el sitio.

    —Ignóralos —pide el humano, dándole una palmada en el hombro.

    —Está bien, estoy acostumbrada, soy una paria donde sea que vaya —explica sonriendo levemente, ya que eso le recuerda que para Magnus su presencia no es una molestia.


    Para cuando están cerca de la mesa donde comen los compañeros de viaje de Magnus, estos voltean a ver detenidamente a la que piensan es la causante del repentino cambio de temperatura.

    Frío —murmura Opal.


    De un momento a otro, la Tempus y el lobo sienten que la temperatura vuelve a ser agradable.

    —Ella es Opal, una maga que quiere unirse nuestro grupo — luego se voltea hacia la de piel roja y señala a la de piel celeste —, ella es Cereza y a su lado está Remiel —el lobo levanta las orejas para prestar atención.

    —Mucho gusto —saluda la híbrida nerviosa.

    —Oh, es la fogosa que te calienta por las noches —comenta la de piel celeste inflando las mejillas.

    —No digas cosas que se malinterpreten —reclama el chico.

    —Es justo eso —frunce el ceño mirando detenidamente a Opal.

    —No sabía que eras su novia... —comenta la híbrida decepcionada.

    —¡¿Qué?! ¿Yo novia de este mujeriego? Nunca —niega Cereza inmediatamente, las mejillas se le oscurecen —. Además, tiene dos novias en el mundo del que proviene.


    La de piel roja voltea a ver al chico, este asiente con tal expresión que confirma lo dicho por la Tempus. Pero eso no la desanima, al contrario, produce un sentimiento aún mas fuerte en ella.

    —Entonces tienes mucha experiencia —musita Opal con el rostro completamente brillante.

    —Ignorando ese comentario —se apresura a decir el humano para cambiar pronto el tema —, ella quiere venir con nosotros. ¿Qué piensan?

    —No creo sea buena idea que nos acompañe la calentona —comenta la de piel celeste, «ella más parece que se quiere venir contigo» —. Su calor nos enfermaría a mí y a Remiel.

    —Puedo... yo... —intenta decir Opal, pero está muy nerviosa como para continuar, hablar con extraños siempre le ha sido difícil, en especial por la poca interacción que ha tenido con otros.

    —Adelante —la anima él colocándole la mano sobre la espalda.

    —Yo... yo usé un hechizo en ustedes, para que permanezcan a una temperatura baja, por eso ya no sienten mi calor corporal, dura de uno a dos días el hechizo y solo ocupo unos instantes antes de poder volver a usarlo, por lo que puedo estarlo usando para que no sientan mi molesto calor corporal —dice la híbrida con el fin que lo tomen en consideración.

    —Con tu cuerpo encima de Magnus vamos a sentir tu presencia —reclama Cereza en voz baja.

    —Tomen en cuenta que un mago nos puede ser útil —añade Magnus.

    —Tú solo quieres que se una para calentarte, eres un llorón con el frío —por el tono en la voz de la Tempus, se nota que está bastante enfadada —. Total, eres un mujeriego sin remedio, puede venir.


    El lobo asiente sin saber el por qué de la actitud de Cereza.

    —Está decidido entonces, bienvenida al grupo, Opal —comenta entusiasmado el humano.


    A media mañana, salen del templo y toman rumbo hacia el noreste, que es donde se localiza la base enemiga mas cercana. La Suprema Sacerdotisa llora la partida de Opal como si hubiera fallecido, pero es debido a que sabe que la próxima vez que la vea, será a su cadáver.


    El silencio entre las jóvenes es incómodo de presenciar, da la impresión de que hubieran tenido una discusión por algo y no se hablen mas.


    El humano comienza a tomar nuevamente un tono rosa azulado en su piel, esto a causa del intenso frío que hace. Para entrar en calor decide iniciar una conversación problemática, que espera haga que ellas se comiencen a llevar mejor.

    —Tengo una duda —dice él repentinamente para romper el silencio —. Si sus razas no dan de amamantar a sus hijos, ¿por qué tienen pechos?

    —¡Imbécil, ¿qué clase de pegunta es esa?! —reclama Cereza deteniéndose en seco.

    —Tengo curiosidad, es todo —añade él complacido de que funcione su plan, aunque espera que hayan consecuencias al final, posiblemente dolorosas consecuencias para su persona.

    —Yo le pregunté lo mismo a la Suprema Sacerdotisa hace años —interviene Opal —. Me explicó que nuestros antepasados, tanto de los Tempus como de los Magnarus, eran mamíferos, pero que, por los climas del País Helado y el País en Llamas, mutaron para adaptarse al punto de volverse elementales, claro que eso tomó miles de años, quizás más.

    —Eso es algo que todos saben —comenta la de piel celeste intentando aparentar que ya lo sabía.

    —Los pechos no han desaparecido en todo este tiempo ya que son atractivos para los varones y aumentan la posibilidad de apareamiento —termina de explicar la de piel roja.

    —Ya lo entiendo —añade Magnus al final.

    —No vuelvas a hacer preguntas raras —regaña Cereza —. Siempre se porta así de raro —le dice a Opal —. También tiene costumbres medio raras.

    —¿Cómo cuáles? —quiere saber la de túnicas.

    —A veces lo veo hablando solo y… —el resto lo dice en voz muy baja.


    Ambas chicas continúan avanzando. El chico las ve conversar y reír. Se da cuenta que tenía razón en intentarlo, ellas solo necesitaban un pequeño empujón para llevarse bien. Repentinamente cambia su expresión serena por una seria.

    —¡Qué no me estoy armando un harem! —reclama al espectro que no se hace visible —. Tampoco las ando seduciendo —escucha unos momentos lo que dice el ente —. Mejor deja de molestar con eso y sigue avanzando, nos tomará varios días llegar a la base, y sí, necesito que entres y hagas reconocimiento, aquí no hay nadie que venda ese tipo de información.


    Para el anochecer, entran en una poco profunda cueva subterránea que Remiel encontró gracias a su olfato. La revisan para cerciorarse que no haya algún animal peligroso o plantas venenosas. Encuentran una familia de zorros grises, quienes mantienen la distancia de los extraños que invadieron su hogar. Magnus les da trozos de patatas que sobraron del almuerzo, al principio los animales dudan en si tomarlos, pero luego de un rato se deciden y comen hasta saciarse. Se acurrucan a los pies de Opal aprovechando el agradable calor que ella desprende.

    —Por suerte no habían ratones de nieve en la cueva —comenta Cereza aliviada por ese echo.

    —Leí sobre esos animales, portan una enfermedad peligrosa, ¿cierto? —cuestiona el humano no muy seguro de creer lo que leyó sobre esos roedores, ya que los textos los comparan con los mensajeros de la muerte y la decadencia.

    —Son más que peligrosos —añade la de piel celeste —, son portadores de la muerte blanca, no hay cura conocida para esa enfermedad. Produce fiebre, los músculos se atrofian, causa dolores intensos y poco menos de veinte horas de infectarse ocurre una muerte dolorosa —«y jamás te diré que los pisos inferiores de las ruinas donde te quedabas están infestados por esas plagas».


    Un zorro se sube sobre el regazo de Magnus, él lo comienza a acariciar en la cabeza.

    —Podríamos hacer guantes con las pieles de estos zorros grises —propone la Tempus —. Soy buena tejiendo guantes de piel, padre y yo los llevábamos a los poblados vecinos para venderlos, también sé hacer otras prendas y cobijas.

    —No te atrevas a lastimar a estas inofensivas criaturas —el zorro sobre Magnus comienza a gruñirle a la chica de piel celeste —. Ya, ya, tranquilo, no dejaré que la malvada Tempus los dañe.

    —Yo solo decía, también trabajo con piel de mamut, lobo y alce.


    Inmediatamente, Remiel comienza ladrar y todos los zorros gruñen alterados observando con desconfianza a la que los quiere convertir en ropa.

    —Desde el lado positivo, no estamos viajando con algún mamut —añade el chico forzando una sonrisa.


    Una vez se calman los animales, continúan con una conversación mas seria.

    —Tenemos que definir nuestras fortalezas y debilidades en combate para planear el asalto a la base enemiga —comienza a decir el único hombre en el lugar.

    —Yo sé usar magia, soy de largo alcance, no sé luchar cuerpo a cuerpo y, aunque aprendiera, mi cuerpo es demasiado débil como para mantener una lucha por mucho tiempo —explica Opal un poco nerviosa por el ataque que realizarán, quizás sea ese el lugar dónde vaya a morir.

    —¿Qué magia puedes usar para atacar? —cuestiona Cereza.

    Fuego, que me permite lanzar bolas de fuego, Hielo, que crea estacas de hielo que son lanzadas al enemigo y... bueno es todo lo que tengo para ataque —confiesa un poco avergonzada de no ser de tanta ayuda como lo hizo ver al principio.

    —¿Qué otros hechizos sabes? —interroga el humano.

    —Veamos, Frío, que ya saben que hace, Calor, que calienta el cuerpo, pero es demasiado calor como para usarlo en Magnus, lo herviría vivo... Luego tengo Dormir, que duerme a la persona en quien lo uso, pero está limitado a cinco veces cada quince horas —recuerda que cuando no puede dormir suele usar ese hechizo en si misma —. Abrir, que abre cualquier clase de cerrojo, incluso los electrónicos, Cerrar, los cierra, también tengo...

    —Espera, ¿cerrojo electrónico?, ¿hay tecnología de ese nivel aquí? —cuestiona el chico sorprendido, ya que según ha visto hasta ahora, todo parece ser muy primitivo.

    —Sí, antes del ascenso al poder de Delto, habían ciudades enormes con carretas que podían avanzar grandes distancias sin usar bestias, algo llamado comtatadora, radios algo de algo de comunicación, cámaras fotogénitas y electricidad —menciona Cereza, numerando algunos nombres mal, ya que no los recuerda correctamente, por la causa que todo eso desapareció cuando era muy pequeña.

    —Es una sorpresa, una real sorpresa —se dice el humano pensativo —¿Qué sucedió con todo eso?

    —Una gran parte la tiene Delto, se dice que llevó varias cosas muy avanzadas a su castillo y a las bases grandes —responde la de piel roja.

    —¿Hay electricidad en las bases? —cuestiona esperando que así sea, ya que si encuentra una fuente de corriente eléctrica será capaz de usar la energía elemental de rayo, que produce de forma natural la electricidad, para utilizar ataques elementales.

    —Hasta donde sé, sí —le asegura la de piel celeste.


    La expresión del humano cambia drásticamente a una de confianza, un golpe de suerte como este le dará una enorme ventaja en un combate contra numerosos enemigos.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Opal
    Apodo: -
    Profesión: Aprendiz de Adivina
    Edad: 21 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus/Magnarus
    País de Origen: País Helado (Templo de Destino)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Magia
    Bestiario:
    Zorro Gris: Pequeños animales de pelajes grises, e incluso plateados, que suelen habitar en madrigueras o cuevas. Se alimentan principalmente de frutas, animales más pequeños e insectos.
    Ratón de Nieve: Pequeños roedores que habitan por todo el País Helado y se alimentan de casi cualquier cosa. Son portadores de la Muerte Blanca.
    Hechizos:
    Frío: Provoca un abrupto descenso en la temperatura corporal. Si se usa en un Tempus, evita que le dé calor y siempre sienta una temperatura agradable. El tiempo de duración del hechizo depende de la energía del mago que lo usa.
    Hielo: Crea estacas de hielo que son arrojadas en la dirección que la palma de la mano del mago apunte. El tamaño, rapidez de disparo y velocidad de creación de las estacas depende de la energía del mago.
    Calor: Provoca un abrupto aumento en la temperatura corporal. Si se usa en un Magnarus, evite que le dé frío y siempre sienta una temperatura agradable. El tiempo de duración del hechizo depende de la energía del mago que lo usa.
    Dormir: Hace que sobre quien se usa el hechizo caiga en un profundo sueño.
    Abrir: Abre toda clase de cerrojo, incluso los electrónicos. Tiene la cualidad de que puede desatascar una puerta que sea imposible de abrir.
    Cerrar: Cierra toda clase de cerrojo, incluso los electrónicos. Tiene la cualidad de que puede atascar una puerta.

    Otros:
    Muerte Blanca: Enfermedad para la que no hay cura conocida. Produce fiebre, atrofia muscular, dolor intenso y a las veinte horas ocurre la muerte.
     
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  11. Threadmarks: Capítulo 11. Base Roja
     
    Dark RS

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    Capítulo 11. Base Roja




    Opal continúa enumerando todos los hechizos que posee, además de mencionar cómo funcionan, debilidades y el tiempo que toma para que hagan efecto y duración. Una vez termina pasan al siguiente, para discutir sus fortalezas y debilidades, que en este caso es el miembro más joven del grupo, sin mencionar que es el que menos entiende de lo que se habla.

    —Diría que Remiel puede luchar siempre que los enemigos no tengan armamento a distancia y sean pocos —asegura Magnus, observando al lobo dormir.


    Los zorros se alejan un poco de la chica de piel roja, el calor comienza a ser incómodo para ellos. La cueva se encuentra levemente iluminada por una candela de llama blanca que está por agotarse, la cual encendieron en cuanto llegaron.

    —Por último, sería Cereza... —comienza a decir el humano, hasta que se da cuenta que no tiene idea de la forma de lucha de la Tempus.

    —Yo... —susurra la de piel celeste nerviosa —. Sé tejer, sé cocinar, sé cultivar y podría seguir por horas contando lo asombrosa que soy.

    —Pero, ¿cómo prefieres luchar? —insiste el chico, temiendo que ella no tenga habilidades de combate en lo absoluto.

    —Puedo cosechar, sé ordeñar, camino mucho sin cansarme... —se le humedecen los ojos.

    —No te preocupes, Cereza, no te dejaremos fuera de la misión —promete él mirándola a los ojos.


    Al ver esto, Opal se convence de que tiene que hacer una diferencia. A Magnus ya lo ha visto durante los entrenamientos, y definitivamente sabe como pelar. Un lobo tan joven, como lo es Remiel, sería más una carga que una ventaja. Y que la de piel celeste no sepa ni defenderse es preocupante. Decide que se esforzará al máximo, para que el ataque a la base enemiga sea un éxito, así deba perder la vida en el intento, que es algo para lo que está preparada.


    En la tarde del siguiente día, se ven obligados a ocultarse debido a una compañía militar de poco más de cien soldados que, afortunadamente, no los llegan a ver. Todos ellos van armados con espadas o lanzas, un par llevan un estandarte con el emblema de Delto: una M color morado sobre un óvalo color verde. La mayoría viste armaduras blancas, por excepción de uno que porta armadura plateada, que es quien va dirigiendo la compañía, este va montando un mamut blanco no muy grande, al menos no lo es en comparación con el que pertenece a Manzana.


    Permanecen ocultos durante un par de horas antes de continuar, esto como precaución de que vinieran más soldados atrás o que los que pasaron se devolvieran por alguna razón.


    Transcurren quince días de viaje, durante los cuales entrenan algunas horas cada día y conversan sobre las posibles acciones a tomar. Están a menos de tres kilómetros de su destino, y ya son capaces de divisar la Base Roja, localizada justo al sur del lago del Lagarto Ancestral. Las chicas y el lobo permanecen lejos mientras que el humano se acerca a la edificación para estudiarla de cerca. Se esconde en un hoyo que cava, a medio kilómetro del edificio, usa una piel blanca encima como camuflaje.


    La Base Roja es un edifico de forma rectangular de trescientos metros de largo, cien de ancho y cien de altura. Está hecho en su totalidad de metal pintado de color rojo, con el emblema de Delto sobre una gran puerta de diez metros de alto y quince de ancho, del mismo color y material que el resto del edificio. Hay al menos cincuenta soldados haciendo rondas alrededor de la base, todos de armadura blanca. Esferas de cristal, que posiblemente sirvan como cámaras de seguridad, se localizan sobre la puerta y a cada cinco metros de distancia, muy alto en las paredes.


    Un soldado introduce un código, en un tablero que está al lado de la puerta, esta se abre un poco dejándolo entrar y luego se cierra de inmediato.


    Al ver que en efecto existen máquinas que funcionan con electricidad, el humano se alegra, se mira la mano derecha, algunas chispas salen de esta. Supone que está muy lejos de la base como para usar su habilidad elemental de forma correcta, pero una vez esté dentro no tendrá ese problema. El espectro, que entró a investigar la base, aparece, siendo visible solo para el humano, aunque no hay nadie más cerca de todas formas.

    —Amo, es una edificación simple, tres pisos, en el primer piso hay un salón central donde se encuentra la general, un cuarto de control para las cámaras, algunos cuartos que no parecen haber sido usados en mucho tiempo, veinte habitaciones, como para unos cien soldados cada una, se encuentran en los dos pisos superiores, al menos tres cocinas, cincuenta baños pequeños, existen dos celdas, con lo que parecen ser civiles, en el sótano de la base, las escaleras a los pisos superiores están tras puertas con cerraduras como la de la puerta —informa Ghoul, usando varias voces a la vez.

    —Dime más sobre los civiles —pide mientras retrocede lentamente cubierto con la piel.

    —Son ciento treinta y siete, en malas condiciones, están peligrosamente desnutridos y viven sobre sus propios desechos —desaparece y reaparece frente al chico.

    —¿Soldados?

    —Trescientos dos en el interior y cincuenta y siete patrullando, todos de armadura blanca.

    —¿Seguridad? —al notar que está lo bastante lejos de la base, comienza a correr de vuelta con los demás, para discutir sobre lo que encontró.

    —Cámaras de seguridad por todas partes, pero hay una única sala donde cinco soldados monitorean las grabaciones a tiempo real —se desvanece y se muestra al lado derecho del humano —. Todas las puertas ocupan un código de seguridad para abrirse.

    —Dibujaremos un mapa en cuanto podamos.

    —También tenemos que informar que hay una fábrica bajo tierra, al parecer ahí fabrican orbes artificiales, pero por el polvo y telarañas, no parecen haberla usado en mucho tiempo —se desvanece.


    Cuando el humano llega con los demás, les comenta sobre sus hallazgos. Dibuja un par de mapas según las descripciones que da el espectro. A la vez que traza, va ideando un plan que modifica conforme avanza en el diseño del plano de la base. Una vez tiene todo listo, reúne a todos y les explica el plan.

    —No sé —comenta la de piel celeste no muy convencida de que funcione lo que planeó el chico.

    —¿Tienes alguna duda? —interroga Magnus, ya que si hay algo mal quiere solucionarlo desde ahora.

    —Tu último plan consistió en pelear hasta que nos dejaran ir, no fue exactamente lo más brillante que he visto —reclama Cereza, por su expresión, no cree que a Magnus se le ocurran buenas ideas.

    —Yo pienso que puede funcionar —añade Opal pensativa —. Con mi habilidad Abrir puedo abrir todas las puertas, y puedo sellar varias puertas con Cerrar, los demás hechizos serán continuos y no se desactivarán hasta que se les agote el tiempo, la última parte depende de Cereza y a los soldados del final los enfrentará Remiel —el lobo ladra moviendo la cola al escuchar su nombre.

    —Digamos que tiene sentido y que funcionará, pero ¿cómo saber que el lobo entendió lo que tiene que hacer? —cuestiona preocupada la de piel celeste, mirando el rostro de ingenuidad que presenta el cachorro en este momento.

    —Las bestias son muy inteligentes, si te comunicas con ellos de corazón te entenderán, incluso puedes entenderlos. Remiel de pie —el lobo, que estaba echado, se pone en pie y saca pecho como si estuviera orgulloso de algo —, abajo, rueda, pancita —el can se echa, luego rueda sobre su lomo hasta quedar patas arriba mostrando su estómago —. Eres un buen chico —le acaricia el vientre, a lo que el lobo responde moviendo la pata trasera izquierda.

    —No me confío —insiste Cereza —. Remiel, crece, aruña, muerde —la bestia se pone en pie, se transforma hasta quedar de dos metros de altura, rasguña la nieve produciendo un hoyo, cierra el hocico como si mordiera algo y luego ladra —. Tal vez funcione.

    —Aún así —añade la de piel roja, notoriamente preocupada —, el otro plan es muy peligroso, no quiero que vayas solo, Magnus, no tienes hechizos, y eso de enfrentar a la líder enemigo es una locura.

    —No se preocupen por mí, sigan el plan y verán como todo sale bien, lo prometo —dice para tranquilizarlas. «Además, no voy solo, se puede decir que voy a hacer trampa».


    Comienzan la misión durante la mitad de la noche, hay menos guardias de lo esperado, lo que aprovechan para pasar entre ellos, camuflados gracias a la oscuridad de la noche y pieles blancas que los hacen confundirse con la nieve. Usando un hechizo de Opal, abren la puerta principal y la cierran en cuanto entran. El espectro pone a dormir a los que vigilan los monitores.

    —Ten cuidado —pide Cereza al de piel rosa —. Si te matan te juro que te pego.

    —Si me matan te prometo que no vuelvo —bromea él en voz baja.

    —Idiota, cuídate mucho —murmura la de piel celeste nerviosa.


    Salen en direcciones opuestas, las jóvenes y el lobo toman una puerta que está al lado derecho de la habitación, de donde comienzan, que conduce a un pasillo con paredes y suelo de piedra, hay varias puertas de metal con sus respectivas consolas de acceso. La híbrida va poniendo el hechizo Cerrar en cada una de ellas, para evitar que lleguen soldados desde estas.


    El pasillo se desvía hacia la izquierda, se detienen y se asoman, ven a un grupo grande de soldados haciendo guardia frente a algunas puertas, todos armados con lanzas de madera barnizada y afiladas puntas de acero. Algunos otros recorren el pasillo, pero no llegan hasta donde se encuentran ellas. Todos comienzan a notar un aumento en la temperatura.

    —Sé que dije que era posible, pero nunca lo he intentado —confiesa Opal, en voz baja, sintiendo que el corazón le va a estallar.

    —¿De qué hablas? —cuida de no levantar la voz para que no las descubran.

    —De realizar la combinación de hechizos, le dije a Magnus que si era posible, pero nunca he realizado una y no sé si los hechizos que me pidió que usara son compatibles —declara nerviosa la de piel rojiza.

    —Si no funciona pasaremos a la segunda opción —le hace ver Cereza, vigilando que ningún soldado se percate de su presencia.

    —Se supone hay que evitar eso, si subo la temperatura lo suficiente como para que pierdan la conciencia, es posible que sufran graves quemaduras por lo calientes que se pondrán las armaduras, eso suponiendo que logren sobrevivir... —comenta nerviosa la maga.

    —No veo por qué seguir esa parte del plan, los soldados de Delto han asesinado a miles de Tempus, destruido decenas de ciudades, poblados y villas, nos despojan de todo, todo —recuerda la situación ocurrida en Stel Lum, donde los soldados se llevaron todo lo necesario para la supervivencia de los pobladores y los dejaron a su suerte.

    —Igual no quiero matar, Magnus aseguró que podremos salir todos sin tener que quitar ninguna vida, quiero creer que es cierto —la determinación en las palabras de Opal le dan nuevos ánimos a Remiel, que por poco ladra.

    —Entonces haz esos benditos hechizos.


    Opal cierra los ojos y respira profundamente para tranquilizarse. Según la Suprema Sacerdotisa le ha dicho, no hay nada imposible en este mundo, uno mismo se impone los límites, y si se intenta con suficiente fe y alma, se puede lograr incluso lo que parece imposible. Aunque también le dijo que no es posible cambiar los destinos que han sido adivinados.

    Dormir.


    Uno de los soldados, que recorre los pasillos, cae profundamente dormido repentinamente. Los demás se alertan por esto.

    —¿Qué ocurre? —cuestiona un soldado, que está al lado del que cayó.

    —¡Intrusos, avisen a la general! —grita otro.


    Tres soldados corren y dan vuelta al corredor encontrándose de frente con las chicas. Antes de darles tiempo de atacarlas, Remiel se transforma y se les tira encima derribándolos a todos a la vez.

    Plaga —susurra Opal un poco alterada por haber sido descubierta.


    Todos los soldados comienzan a caer al suelo sin dar señales de que vayan a levantarse. Plaga es un hechizo con la capacidad de diseminar otro hechizo a cualquiera que haya estado a menos de cien metros del hechizo original, excluyendo al que usó Plaga. Incluso Cereza y Remiel caen en un trance profundo, Opal se ve obligada a despertarlos con el hechizo Despertar.


    El espectro aparece frente al humano. El pasillo en el que están es parecido al que recorren las chicas, solo que mucho más amplio y las puertas son más grandes y gruesas, tampoco hay desviaciones, va completamente derecho hacia el salón donde se localiza la general. El suelo está empapado y al menos veinte soldados yacen tirados incapaces de levantarse. El olor a cabello quemado predomina en el aire.

    —¿Cómo van? —cuestiona el chico, preocupado por el avance de sus compañeros.

    —Les faltan unas veinte puertas que sellar antes de proseguir, pero sometieron a todos los soldados que podrían detenerlas, estimamos que en quince minutos llegarán, el lobo Remiel, parece tener suficiente fuerza como para encargarse del resto de soldados que encontrarán en las celdas —informa el espectro, mirando detenidamente a los que yacen en el suelo.

    —Bien, ya pasaron lo difícil —comenta él aliviado —. Sella todas las demás puertas de la base, solo quiero dos puertas abiertas y sabes bien a cuales me refiero.

    —Sí, amo, nos alegra ver que se divierte —señala, con la manga de la capucha, a los soldados inconscientes.

    —Todavía falta la jefa antes de terminar el calabozo, en cuanto todo esté cerrado iré a enfrentarla, espero que sea buena luchadora —se cruza de brazos con una sonrisa de entusiasmo.

    —En ese caso, iremos enseguida, amo, espere solo unos momentos —pide Ghoul antes de desaparecer.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Opal
    Apodo: -
    Profesión: Aprendiz de Adivina
    Edad: 21 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus/Magnarus
    País de Origen: País Helado (Templo de Destino)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Magia

    Lugares:
    Base Roja: Una de las cuatro grandes bases militares del País Helado. Dirigida por un General Negro.
    Lago del Lagarto Ancestral: Lago localizado al norte del país. Toma su nombre por ser el hogar de un enorme reptil que suele beber agua de ese lugar.

    Hechizos:
    Plaga: Hechizo que dispersa un hechizo antes usado en algún ser u objeto. Suele diseminarse hasta a cien metros a la redonda, aunque un mago poderoso puede aumentar ese perímetro. El que conjura el hechizo Plaga es inmune al efecto del hechizo duplicado.
    Despertar: Despierta a alguien que duerme. Anula los efectos del hechizo Dormir. Un mago poderoso puede despertar a alguien en coma.

    Otros:
    Cámaras de Seguridad: tecnología que solo se encuentra en las bases y el castillo. Permite filmar las acciones de quienes pasan frente a sus lentes.
     
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  12. Threadmarks: Capítulo 12. Zana la Alocada
     
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    Capítulo 12. Zana la Alocada




    El salón central se encuentra, como lo indica su nombre, justo en medio de la Base Roja, es el lugar donde la general se divierte. Es, oficialmente, la habitación más grande de la edificación, con cincuenta metros de largo y ancho. Está hecho en su totalidad de piedra pulida color gris oscuro, dando un aire como de calabozo, cadenas cuelgan del techo, que está a unos cinco metros de altura, candelas de flamas rojas iluminan el cuarto, estas hacen que sea el lugar más caliente de toda la base. El suelo está ligeramente inclinado hacia las orillas, en donde hay pequeños desagües que se tragan todo líquido que caiga al piso. Un simple sillón, manchado de azul, yace en el extremo opuesto a la entrada principal, tras este hay una pequeña puerta de madera pintada en gris que da a un pequeño cuarto al que solo la general puede entrar.


    Dos civiles, vistiendo simple ropa color amarilla, se encuentran aprisionados, de brazos y piernas, por gruesas y pesadas cadenas. Presentan heridas sangrantes por todo el cuerpo, a uno de ellos le falta una oreja. La sangre de estos hombres chorrea al suelo, donde es conducida a los drenajes, que se encargan de mantener un poco menos sucio el cuarto. Dos soldados hacen guardia, uno a cada lado de la gran puerta, pero desearían no estar ahí, presenciando lo que acontece.


    Una especie de cable de metal, de color rojo intenso, parte por la cintura al que le falta la oreja, este da un intenso grito de dolor, pero, para su desgracia, no muere de inmediato. Los gritos pidiendo ayuda y gemidos de agonía llenan el salón central durante al menos veinte segundos, hasta que finalmente pierde la vida. El otro prisionero grita rogando por una muerte indolora.


    Una mujer, de poco más de treinta años, sonríe ante tan atroz escena. Su piel es ligeramente mas oscura que la de Cereza, de ojos negros y feroces, su cabello color rojo le llega hasta media espalda, lo trae atado en una cola. Es delgada y no muy alta. Viste una armadura color rojo brillante, junto con una capa color rosa, manchada con sangre azul, que lleva el emblema de Delto tejido justo en medio. El casco de la armadura, que tiene un diseño único, descansa sobre el sofá. En las manos, la mujer, trae un látigo de metal color rojo que se mueve como si tuviera vida propia.


    El látigo serpentea hacia el que aún cuelga de las cadenas, le corta ambas piernas haciendo que este grite con todas sus fuerzas, el arma cambia de dirección y le amputa los brazos, lo que hace que el prisionero caiga al suelo, sin extremidades. El hombre pierde sangre tan rápidamente que es un milagro que siga con vida. La mujer se acerca al agonizante hombre, se inclina para verlo más de cerca, disfruta la forma en que este muere lentamente, como pierde el brillo de los ojos, como respirar se le dificulta, las lágrimas que derrama por el sufrimiento.

    —No importa cuantas veces lo vea, es tan hermoso ver como estas basuras pierden sus vidas, me hace estremecer —confiesa la de armadura roja, relamiéndose los labios —. Lástima que mueran con tanta facilidad.


    Los soldados no pueden hacer más que apartar la mirada ante tal escena, uno de ellos agradece no haber cenado, y probablemente no lo haga. Habían traído a los más de mil habitantes de un poblado cercano, que se localizaba al norte del lago del Lagarto Ancestral, llamado Hogar, que comparte nombre con muchos otros poblados improvisados que se fueron fundando con la desaparición de las grandes ciudades. Traer a todas esas personas fue una tarea muy difícil, pero lo es aún más saber el destino que tuvieron más de la mitad de ellos, y que a los pocos que aún sobreviven les espera una muerte como la que presenciaron esta noche.

    —Me dije que solo mataría dos por noche, pero necesito uno más, traigan uno más —pide la mujer excitada.

    —Pero, General Horia… —comienza a protestar uno de los guardias, pero la mirada de enfado de la mujer lo hace callar al instante.

    —Tendré a alguien más colgando de estas cadenas, no me interesa si es una de esas basuras o a uno de ustedes —amenaza ella, con tal seriedad que paraliza a los custodios de la puerta.

    —Sí, General Horia, en seguida…

    —Que sea un niño, amo los gritos de los niños, cuando les abres el estómago hacen un sonido demasiado hermoso, me ayuda a conciliar el sueño —pide ella notoriamente ansiosa por su nueva víctima.

    —E-enseguida, General Horia…. —acepta el otro de los soldados con pesar.


    Cuando los de bajo rango abren la puerta, para traer a un niño de entre los prisioneros, son tomados de la cabeza por alguien que aguardaba del otro lado. Son golpeados el uno contra el otro siendo noqueados al instante.


    La general ve como un joven de piel rosada entra a su salón de juegos, todo en él es extraño, como si fuera de otro país, uno que tal vez ni siquiera perteneciera a este mundo.

    —No es tan bueno como un niño, pero este intruso me servirá —asegura la mujer poniendo una expresión sádica.


    Magnus, observa con desagrado los cadáveres que parecen haber sido desmembrados violentamente, por la cantidad de sangre los estuvieron torturando por un buen tiempo antes de que acabaran con sus vidas. Suspira arrepentido de no haber entrado antes, tal vez los hubiera podido salvar.

    —La jefa al final del calabozo, debo suponer —comenta el chico, cambiando su expresión de desagrado por una sonrisa de entusiasmo ante un rival fuerte.

    —¿Qué tonterías dices? —interroga la general, confusa por la extraña frase.

    —Vine a desmantelar esta base y a hacerte pasar por una humillante derrota —dice él para provocarla.

    —Una basura tan baja como tú jamás podrá ponerme un dedo encima —sentencia la de armadura, a la vez que su látigo se mueve violentamente a su alrededor —. Este día será tu final a manos de la General Negro Zana Horia, general del ejército del rey Delto —su arma se tranquiliza.


    El arma de Horia serpentea hacia el chico, este la evita, pero el látigo se desvía y logra producirle un corte en el abrigo dejando al descubierto la gabardina. Magnus produce, desde una funda, de cuero, improvisada en su cinto, el Orbe de Agua, que sigue convertido en espada. El látigo va directo hacia él, pero lo bloquea con la hoja del orbe haciendo que se enrolle en este.

    —Es inútil —se burla la mujer —, el Orbe Artificial Beta es capaz de cortar cualquier material.


    El orbe artificial comienza a ejercer presión en el arma del humano, pero luego de unos segundos la general se da cuenta que le será imposible destruirla.

    —¡Es imposible! —exclama incrédula— Lo único que no puede ser destruido por las Orbes Artificiales Superiores son las orbes ele... ¡imposible! ¿Tienes una Orbe Elemental? —cuestiona sorprendida.

    —Tal vez —dice sonriendo —. No te preocupes por eso y ataca con todo lo que tienes, ¿o acaso me tienes tanto miedo que te rendirás?

    —¡Disfrutaré cortarte en pedacitos!


    La orbe artificial suelta la espada y comienza a moverse como una serpiente intentando morder a su presa, el humano la evita con facilidad, corre hacia los lados y desvía los ataques con el Orbe de Agua cuando no le es posible esquivar los ataques. Magnus analiza a Zana, por lo poco que se ha movido desde que comenzó el combate y su posición casi neutral saca dos conclusiones: la primera es que ella no es una guerrera muy hábil, solo debe ser muy leal a la causa de Delto, y tener las agallas de dar órdenes que a otros les revolvería el estómago. De lo otro que se da cuenta es que el látigo no reacciona a los movimientos de la mujer, ya que casi no mueve la mano, por lo que debe poseer una especie de vínculo mental con su portador.


    El humano incrusta la espada contra el suelo aprisionando el látigo. La mujer intenta jalarlo o devolverlo a su forma compacta, pero es inútil, su orbe artificial está fuertemente atrapado contra la dura piedra. Antes de darse cuenta, tiene al intruso frente suyo.

    —Vamos, lucha, aún tengo ganas de golpear algo —dice él, lanzando un golpe de medio lado hacia el costado de la armadura de la general.


    Horia lanza un puñetazo hacia el chico, este lo evita y la golpea en el codo dislocándoselo. La mujer, ignorando por completo el dolor, le da una patada en el estómago, la cual hace mucho daño debido al metal de la armadura. Horia levanta ambas manos y las baja de golpe para darle al intruso, pero este evita el ataque, la mujer se desbalancea por haber perdido su objetivo, Magnus aprovecha esto, la toma de la cabeza y le da un rodillazo justo en la cara. La general retrocede por el dolor, pero no llega a dar más que tres pasos antes de que el humano la noquee de una patada en la nuca.

    —Si los demás generales son así de inútiles, no será problema derrocar a Delto —asegura el humano, notoriamente decepcionado por la pobre pelea que acaba de darle la General Negro.

    —Sin embargo, este terreno le daba la ventaja a usted, amo —le hace ver Ghoul, apareciendo a su lado.

    —Tienes razón, de haber estado a campo abierto, y en la nieve, no me habría sido posible correr con tanta libertad, sin mencionar que por más profundo que hubiera incrustado la espada, hubiera sido fácil que liberara el látigo —hace silencio mientras piensa —. Su estilo de lucha, aunque casi nulo, es ideal para hacer grandes daños y controlar múltiples enemigos a la vez, un mal paso en la nieve podría costar muy caro en contra de esta mujer.

    —¿Qué hacemos ahora, amo? —cuestiona el espectro.

    —Ir al cuarto de control a conseguir información.

    —¿Cree que funcione eso en las computadoras de este mundo? —cuestiona desapareciendo.

    —Si la influencia del Destructor afecta mas que solo lectura y habla entonces no habrá problemas, caso contrario, destruiremos la computadora y ya —contesta esperando que funcione lo que tiene planeado.


    Magnus va hacia la puerta que está atrás del sillón, la encuentra abierta, no está seguro si así estaba o si el espectro la abrió por adelantado, pero no piensa preocuparse por esos pequeños detalles. Al pasar por esta, encuentra una habitación de no más de diez metros de largo y cinco de ancho, con el techo a seis metros de altura, en donde solo encuentra un enorme teclado de dos metros de longitud frente a un monitor de seis metros de ancho y cinco de alto. No encuentra ningún puerto usb o algo similar, por lo que se dispone a hacer algo más drástico. Se quita el abrigo, quedando con la gabardina, se busca en los bolsillos interiores hasta que saca algo envuelto en plástico, una vez le quita la envoltura, deja ver que se trata de un dispositivo de almacenamiento pequeño, de no más de cinco centímetros de largo y uno de ancho.


    Abre el dispositivo y saca un alambre de cobre que no está conectado en un extremo. Procede a abrir el teclado, suponiendo que adentro encontrará el procesador central, y así es. Se da cuenta que le tomará tiempo descifrar como funciona antes de poder conectar el dispositivo, por lo que sale y encadena a la general y los soldados, en caso de que despierten mientras está ocupado. Luego regresa a revisar los circuitos de la computadora.


    Cereza y los demás se encuentran frente a una puerta de acero negro, que es hacia donde se supone deben ir, Opal se queda afuera vigilando que no vengan más soldados, también lo hace debido a que no puede entrar sin enfermar a los que están adentro, su calor corporal, en un espacio cerrado tan lleno de objetos de metal, puede resultar muy perjudicial para los Tempus.


    Cereza entra, baja unas escaleras metálicas en cuyo final encuentra a un par de soldados que desenvainan en cuanto la divisan. Remiel, transformado, se arroja sobre estos y los golpea con las patas, evitando usar las garras, hasta que ambos enemigos pierden el sentido. Más soldados aparecen debido al escándalo producido, estos también son atacados por el lobo. Luego de unos minutos de lucha, todos los de armadura son incapaces de luchar. La chica continúa hacia el interior, para poder así completar la misión. El can recupera su tamaño normal, se devuelve por las escaleras, está sangrando, debido a que uno de los soldados logró incrustarle una espada corta en el costado, de la cual le había quedado un trozo adentro, el cual se cae solo antes de lograr salir de la base, haciendo que la herida sangre todavía más.


    La de piel Celeste encuentra las celdas, en donde cientos de pobladores yacen encerrados, están en muy malas condiciones, algunos apenas si respiran. Al ver a la recién llegada comienzan a suplicar por auxilio. Un par de puertas y gruesos barrotes de metal oxidado son lo que los mantienen aprisionados. Un nauseabundo olor a desperdicios fecales mezclado con orina llena los pulmones de la joven. La chica agradece que esté oscuro y no sea capaz de ver bien el suelo de las celdas.

    —Silencio —pide Cereza, nerviosa, no sabe si habrán más soldados cerca —. Vengo a sacarlos de aquí.


    La cerradura de la puerta, al igual que todas las demás, es electrónica, y sin saber el código, pasa a hacerle una señal a Opal para que la abra desde lejos. Toma una de las espadas de los soldados derrotados, le pesa mucho más de lo que esperaba, la comienza a golpear en contra de los barrotes de metal, para producir tanto ruido como le es posible, solo espera que no haya enemigos que la puedan escuchar.


    La de piel roja escucha el sonido, es la señal que acordaron para que ella abriera todas las puertas de los calabozos. Se concentra en el origen del ruido, le parece que está a unos diez metros hacia abajo y otros veinte al frente. Cierra los ojos, imagina la puerta en la distancia que calculó.

    Abrir —susurra, sin perder la concentración.


    Las puertas de las celdas se abren, los prisioneros salen de estas, algunos lloran de felicidad, otros celebran su liberación.

    —Muy pronto para cantar victoria —les dice Cereza —. Síganme en silencio, los llevaremos afuera, carguen a los que no pueden caminar, no dejaremos a nadie atrás.


    Cuando oye que suben las escaleras, la de piel roja se apresura a salir de la base y aguardar a una distancia prudente para no afectar a nadie. Remiel ya está afuera, tambaleándose de forma extraña, luego de caminar unos segundos en la nieve, cae al suelo. La de túnicas corre a auxiliar al lobo, le nota una profunda herida en el costado, se alarma sin saber qué hacer para ayudarlo.

    —¿Qué haría la Suprema Sacerdotisa en estos casos? —se cuestiona con preocupación —. Veamos, lo primero sería... ¡Limpiar la herida!


    Se saca un pañuelo de seda color negro de entre las túnicas, lo usa para limpiar la sangre alrededor de la herida. Luego lo humedece con la nieve y lo pasa por todo el corte intentando limpiar cualquier impureza que entrara en el corte.

    Sanar —murmura insegura en si funcionará.



    La herida empieza a cicatrizar lentamente, el lobo comienza a quedarse dormido, una mala señal para su condición actual.

    —Vamos, Remiel lindo, despierta, vamos, no te duermas —le levanta la cabeza a lo que el can gime levemente —. No, no, mantente despierto, pequeño, si lo haces te daré doble porción de carne.


    El lobo levanta levemente las orejas, mantiene los ojos abiertos, pero se nota que le toma esfuerzo. El premio prometido es motivación suficiente como para intentar no dormirse.

    Sanar, Sanar, ¡Sanar! —repite el hechizo hasta que la herida cierra por completo, pero, como el cachorro no presenta señales de mejoría teme lo peor.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Opal
    Apodo: -
    Profesión: Aprendiz de Adivina
    Edad: 21 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus/Magnarus
    País de Origen: País Helado (Templo de Destino)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Magia
    ______________
    Nombre: Zana Horia
    Apodo: La Alocada
    Profesión: General Negro del ejército del rey Delto
    Edad: 30+ años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Base Roja)
    Armas: Orbe Artificial Beta (Látigo Rojo)
    Estilo de Lucha: Distancia
    Hechizos:
    Sanar: Hechizo que cura las heridas sufridas. Capaz de acelerar la cicatrización, e incluso calmar un poco el dolor. Un mago muy poderoso es capaz de regenerar heridas mortales e incluso hacer que el dolor desaparezca por completo.
    Otros:
    Armadura Roja: Armadura usada por el General Negro que tiene bajo su mandato la Base Roja.
    Orbe Artificial Beta: Orbe artificial propiedad de la General Negro Horia. Es un látigo con la capacidad de cambiar su grosor y largo, incluso de moverse como si estuviera vivo. Su movimiento y tamaño depende de lo que su portador ordene. Recibe órdenes de manera mental.
    Computadora de Control: En la Base Roja hay dos. La primera solo sirve para ver y grabar los videos de las cámaras de seguridad. La segunda, a la que solo Horia tiene acceso, sirve para almacenar información, ver las grabaciones de las cámaras y hacer videoconferencias con otras bases y el castillo.
     
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  13. Threadmarks: Capítulo 13. Los Nuevos Generales Blancos
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2752

    Capítulo 13. Los Nuevos Generales Blancos




    Magnus desarmó gran parte del computador, conectó el dispositivo directamente al procesador, algo que le tomó más tiempo de lo normal. El monitor se enciende mostrando varias letras que dicen “Neko Troll” en color blanco sobre la silueta de la cabeza de un gato. Comienza a digitar rápidamente en el amplio teclado.

    —Si se nos permite saberlo, amo, ¿qué o quién es Neko Troll? —cuestiona el espectro, apareciendo del tamaño de un ratón justo al lado de la cabeza del humano.

    —Era una buena amiga hacker que murió hace tiempo, si le pagabas lo suficiente te conseguía la información que quisieras sobre lo que quisieras, me aseguró que este programa es capaz de hackear cualquier máquina, claro que desde entonces han salido nuevas computadoras, pero esta no es una máquina muy compleja, así que debería funcionar —explica el chico sin parar de teclear.

    —Suena parecida a los traficantes de información de Garja —asegura el espectro con una voz chillona.

    —Más o menos, pero en Garja se puede conseguir información mas confiable que en la Tierra.

    —¿Confía en que funcionará? —interroga observando como las letras van apareciendo en la pantalla.

    —Por cinco millones de dólares más le vale que funcione —comenta recordando cuanto le había costado comprar el programa —. Al menos me regaló seis dispositivos con el programa y me enseñó como conectarlos directamente al procesador.


    Luego de unos minutos, logra acceder a los archivos guardados en el disco duro. Lee por encima algunos, otros con mayor detenimiento. Le gustaría tener más tiempo para revisar todo, o al menos que hubiera una forma de llevarse todo lo contenido en la memoria de la computadora, pero en su situación actual, lo mejor que puede hacer es leer rápido y solo lo que parezca importante.

    —Según estos datos, este planeta es tan pequeño que cabría en el país más grande de mi mundo y aún sobraría espacio —comenta el humano sorprendido de enterarse sobre eso —. Oh, esto es interesante, al parecer localizaron el paradero del Orbe de Fuego. También malas noticias, según cuenta aquí, la portadora de este falleció hace años.

    —¿Qué desea hacer, amo?

    —Iremos por ese orbe, si quedó transformado en arma lo podremos usar sin problemas, de lo contrario, al menos lo quitamos del alcance de Delto —dice el humano pensativo —. Tengo lo necesario, es hora de partir.


    Magnus teclea un comando para después desconectar el dispositivo, lo envuelve cuidadosamente en el plástico especial que lo protege del calor, frío y descargas eléctricas, y se lo guarda en un bolsillo interno de la gabardina. En el monitor aparece un enorme número diez caricaturizado como si cada número fuera un gato negro de ojos verdes, comienza a cambiar, descendentemente, al nueve, que tiene las mismas características que el diez. El humano abandona el cuarto. Para cuando la cuenta regresiva llega al cero, la computadora chispea y produce un espeso humo negro. Magnus recoge un par de objetos antes de salir del salón principal, donde queda encadenada y amordazada la general Horia, los objetos son sus recompensas por pasar al jefe de la base.

    —Si preguntan quién hizo esto, diles que fueron los nuevos Generales Blancos —susurra el humano a la General Negro, que lo mira con rabia —. Te cuidas mucho, espero podamos luchar en otra ocasión, me saludas mucho al rey cuando lo veas.


    La mujer intenta gritar, pero la mordaza se lo impide, aunque por la expresión fúrica en su rostro, es más que obvio que no está para nada contenta.


    El humano sale de la Base Roja, encuentra a los pobladores que fueron liberados, así como algunos soldados que se encuentran bajo la influencia del hechizo Dormir de Opal. Va en busca de sus acompañantes para ver cómo les fue, las encuentra sentadas mirando algo en el suelo.

    —Magnus —susurra la de piel roja bastante alterada —. Es Remiel, está mal.

    —Lo hirieron... al defenderme... —confiesa la otra chica, sollozando.

    —Remiel —el chico se arrodilla, y le pone la mano sobre el vientre para sentirle los latidos de su corazón —. Tiene buen pulso, la herida parece estar bien cerrada, creo que perdió algo de sangre. Dejémoslo dormir un poco, traigan pieles para envolverlo y que no le dé frío.

    —¿En serio estará bien? —cuestiona la Tempus preocupada.

    —Sí, estoy acostumbrado a tratar con lobos mas grandes, esta herida ya sanó, lo tantee y no parecen haber huesos rotos ni sangrado interno, solo está cansado —informa él, seguro de que el cachorro se pondrá bien.


    La Tempus va de inmediato por un par de pieles, en las que envuelve al lobo para que no le dé frío. El can duerme profundamente, no da señales de sentir dolor alguno, lo que alivia a todos.

    —Hay que hablar con los pobladores que liberaron —comenta el chico una vez que la situación se tranquiliza un poco.

    —Pues ve a hacerlo —se apresura a decir Cereza.

    —No, no podemos ser ni Opal ni yo, lo mejor es que lo haga un Tempus, sin mencionar que ya te conocen, eres la que los sacó de su encarcelamiento, eres la mejor para el trabajo —le hace ver el chico, con una sonrisa maliciosa.

    —Parece que no quieres hacerlo tú —suspira resignada —. ¿Cómo se supone lo haga? ¿Qué se supone debo decirles?

    —Hazles saber que tienen que irse de aquí, que deben crear un nuevo lugar al que llamar hogar, que las cosas no serán fáciles pero que todos unidos pueden superar lo que sea —narra él, para que ella se los diga a los pobladores.

    —Diles eso tú, te salió muy lindo, ve, ve —insiste Cereza para no tener que ir a conversar con nadie.

    —No seas payasa y ve de una vez, antes de que los hechizos, que mantienen cerradas las puertas de la base, pierdan su efecto y tengamos a cientos de soldados sobre nosotros —reprende el humano intentando apresurarla.

    —Voy, pero que conste que me obligas —musita ella, inflando las mejillas.


    Cereza va hacia donde están los pobladores, aunque, se encuentran en libertad luego de muchas semanas de cautiverio, no parecen muy optimistas en cuanto a lo que harán a partir de ahora. Esto hace que la chica se sienta triste, es casi igual que su poblado luego de haber sido atacado por los troles de hielo. Cierra los ojos, toma una bocanada de aire fresco que llena sus pulmones. De pronto siente como si todos la observaran, al abrir los ojos se da cuenta que así es, todos tienen la mirada postrada en su persona, lo que la pone aún más nerviosa.

    —Yo... —se voltea como buscando la ayuda de Magnus, este asiente con seriedad —. Yo... quiero... ustedes pueden...

    —Damas y caballeros —interviene Magnus acercándose, está convencido que le será imposible a la chica dar un discurso frente a todas esas personas —, soy un asistente de la valiente mujer que los salvó, fui de muy poca ayuda y gracias a su esfuerzo ustedes han sido liberados. Ella luchó incansablemente por su libertad, arriesgando su vida ante feroces enemigos, enemigos que los tenían cautivos en condiciones deplorables.


    Cereza se queda en silencio mientras él habla. «Su capacidad de mentiroso es asombrosa, no entiendo cómo pero la gente parece estarse creyendo lo que dice, yo podría creerle lo que dice de no ser porque está hablando de mí».

    —Lamentablemente, no podemos guiarlos hasta un lugar donde estén a salvo —continúa hablando él, los pobladores comienzan a murmurar —. Deberán seguir por su cuenta, buscar un nuevo hogar, un nuevo lugar en el que puedan sanar, en el que puedan llorar sus pérdidas, en el que puedan continuar viviendo, sé que no será fácil, nada que valga la pena es fácil —hace una pausa intencional para que mediten sobre lo que acaba de decir. Luego de unos segundos continúa — sé que a ella le gustaría hacer más por ustedes, pero los planes de esta mujer no se limitan a salvarlos, no, este es solo el principio, ella se ha impuesto la misión, no, la obligación como Tempus, de derrocar al rey Delto y darle a todos en este país la oportunidad de vivir sus vidas sin el temor de ser atacados por soldados, soldados que deberían protegerlos.

    —¡Es una santa! —grita una mujer entre la multitud.

    —¡Rogaremos a los Dioses por su seguridad! —se oye decir a un hombre.

    —Silencio, por favor —pide Magnus con seriedad —. Ella, con total desinterés, me pidió les diera un obsequio final.


    Le hace una señal a Opal para que le lance una bolsa de piel que ella trae en brazos, el chico la atrapa en el aire y la abre mostrando unas frutas y verduras que hay en su interior. Tres manzanas color gris del tamaño de un puño, un racimo de uvas color azul y otro color verde, una patata grande, pequeños frutos similares a frambuesas de color verde y dos zanahorias color rosa.

    —Obviamente no es suficiente para que coman, pero es suficiente para que comiencen un huerto, ella les puede explicar mejor cómo sembrarlos —le da la palabra a Cereza, ya que la chica ha desempeñado labores de agricultura durante toda su vida.

    —Gracias, asistente —agradece nerviosa.


    Cereza se pasa varios minutos explicando la forma correcta de sembrar las semillas, afortunadamente, hay algunos agricultores entre los pobladores y eso ahorró mucho trabajo.


    Las personas se alistan para partir, tienen planeado ir a Stel Lum, esperando ser recibidos a pesar de las actuales condiciones en que los soldados dejaron la ciudad. Algunos del grupo se encargarán de conseguir alimento durante el transcurso del viaje. Un niño va hacia Cereza, está bastante delgado y sin cabello, apenas viste una camiseta sucia y rota, a pesar de lo cual, viene con una enorme sonrisa.

    —¿Cómo te llamas? —cuestiona el pequeño con curiosidad.

    —Yo... —comienza a decir Cereza.

    —Ella es Cereza —la interrumpe el humano —, la nueva General Blanco Cereza Cortes.


    Los murmullos no se dan a esperar, el surgimiento de nuevos Generales Blancos les da nuevas esperanzas. Esperanzas de un mejor mañana. Los pobladores parten entusiasmados, con ánimos para sobrellevar el largo viaje hacia Stel Lum, y los problemas que se aparezcan durante el camino.


    Una vez que la multitud está lo bastante lejos, la chica de piel celeste toma a Magnus por el cuello del abrigo y lo comienza a sacudir violentamente.

    —¡¿Por qué hiciste eso?! —reclama ella furiosa.

    —Fue divertido, por eso —miente para burlarse, realmente lo hizo para esparcir el rumor de la aparición de nuevos Generales Blancos.

    —¡Estúpido mujeriego mentiroso! —lo sacude aún más fuerte — ¡Te aprovechas de mi nobleza!


    Al poco tiempo amanece, ven el sol asomarse en el horizonte. Remiel despierta, se quita las pieles de encima y se estira a la vez que bosteza, salta torpemente hacia los demás, ya que la nieve está algo acumulada y se hunde cada que da un paso, permite que el chico lo levante.

    —¿Ahora hacia a dónde, asistente? —cuestiona la de piel azul, comenzando a sentir nuevas fuerzas a pesar de no haber dormido en toda la noche.

    —Al este, creo —busca el mapa en su mochila y lo revisa —. Hacia montaña Plana, donde se encuentra el Orbe de Fuego.

    —¿Localizaste el Orbe de Fuego? —cuestiona interesada la de piel roja.

    —Si los datos en la base son correctos, sí. Parece que la anterior guardiana fue muerta luego de caer en una trampa, terminó enfrentando un numeroso grupo de troles de hielo que habita en ese lugar, pero al final fueron demasiados para ella y terminó muriendo. Se supone que el orbe permanece en poder de los troles, solo hay que quitárselos —explica el chico pensativo.

    —Primero, ¿eres idiota? —reclama Cereza —. Segundo, ¡¿estás chiflado?! Plana es la mayor madriguera de troles de hielo, hay cientos de esas plagas en su interior.

    —Creo que si Magnus lo cree posible, entonces deberíamos intentarlo —añade Opal, optimista.

    —Iremos, oiré el plan, si no me gusta, están por su cuenta —acepta la Tempus notoriamente nerviosa.

    —Está decidido, ¡iremos a Plana y recuperaremos el Orbe de Fuego! —exclama con entusiasmo el humano. Remiel ladra moviendo la cola.

    —Yupi —dice de forma sarcástica la de piel azul.


    Parten de inmediato hacia el este. Pasados varios días de viaje, ven a lo lejos una ciudad grande, o al menos lo es en comparación con las otras que han visitado antes. Una vez están cerca encuentran un monumento, esculpido en roca gris que mide tres metros de altura, parecido a un alce en cuya base tiene grabada la leyenda: “En honor a los Alces Ancestrales, cuyas vidas traen prosperidad a las nuestras”.

    —¿Qué es un alce ancestral? —cuestiona el humano, ya que no está entre los animales que investigó, por lo que supone que es un herbívoro inofensivo.

    —Es una de las Cinco Bestias Ancestrales del País Helado —explica la Tempus —, una de las razas más antiguas y que no han tenido cambios en los últimos miles de años, se supone quedan pocos. Ahora que lo recuerdo, la mayoría viven por aquí cerca, siempre he querido ver alguno en persona.

    —La Suprema Sacerdotisa me habló sobre ellos, son grandes y fuertes, pero prefieren huir que luchar, son de las pocas bestias que sanan a los que encuentran heridos, se supone usan una especie de habilidad sanadora, no sé los detalles pero supongo que es como mi hechizo Sanar, también me dijo que son capaces de revivir si mueren, aunque solo si murieron siendo adultos —añade Opal recordando lo que le dijo su mentora, pero fue hace tantos años que no está segura de recordarlo todo.

    —Interesante —murmura el humano —. Pero bueno, sigamos, tenemos que conseguir provisiones para seguir con el viaje.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Opal
    Apodo: -
    Profesión: Aprendiz de Adivina
    Edad: 21 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus/Magnarus
    País de Origen: País Helado (Templo de Destino)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Magia
    Bestiario:
    Alce Ancestral: Enormes alces considerados criaturas ancestrales. Tienen la habilidad de revivir, siempre que sus cerebros permanezcan intactos y estén completamente formados, lo que ocurre cuando alcanzan los cuatro meses de edad. Son capaces de sanarse por completo, y a otros, incluso regenerar miembros perdidos.
    Vegetación/Alimentos:
    Manzana Gris: Fruta color gris con sabor ligeramente dulce. Una fruta muy común.
    Uva: Frutas pequeñas y redondas, normalmente verdes, púrpuras o azules. Crecen en grupos.
    Frambuesa: Pequeñas frutas dulces. Se suelen moler para endulzar el agua.
    Especial:
    Cinco Bestias Ancestrales del País Helado: Considerados seres que han vivido desde hace miles de años sin sufrir cambios físicos importantes. Muy fuertes o con cualidades curativas muy superiores. Hay pocas de cada una de las cinco especies de bestias ancestrales. Se les considera espíritus que representan el alma del País Helado, por lo que ni el ejército se mete con ellas.
     
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  14. Threadmarks: Capítulo 14. Ciudad Comercial de Dos Ríos
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Aventura
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    Capítulo 14. Ciudad Comercial de Dos Ríos




    Esta ciudad, a diferencia de las que visitaron anteriormente, posee amplias calles, de diez metros de ancho, conformadas por adoquines con forma de rombo, las aceras consisten en grandes láminas de roca negra de tres metros de longitud. Las casas son de un material similar al cemento, con techos de madera recubiertos con un barniz especial que los protege de la humedad y el frío. En cada esquina hay pequeños faroles, con candelas de cera blanca dentro de contenedores de cristal, sobre postes de acero moldeado en forma de espiral de color blanco y negro, dando la impresión de ser dos barras de metal enrolladas entre si. Las edificaciones son de distintos tamaños y colores, la mayoría constan de dos o tres pisos haciendo parecer la ciudad aun más grande.


    Algunos carruajes transitan las carreteras, según se aprecia, los hay de tres clases: cuatro, seis y ocho ruedas. Los de cuatro ruedas, que solo llevan pasajeros, son impulsados por alces de un cuerno. Los de seis, la mayoría lleva un toldo de tela, son usados como transportes de carga liviana, se ven personas que llevan cajas de alimentos u otras cosas muy grandes como para cargarlas a pie, estos son tirados por alces de dos cuernos. Por último, los de ocho ruedas, que parecen ser de carga pesada, son tirados por mamuts de pelaje blanco.

    —Este luce como un lugar en el que podríamos conseguir provisiones —comenta el único hombre del grupo, sintiéndose complacido de ver bestias bien cuidadas transitar por todas partes.

    —No lo dudo —añade Cereza —. Esta es la Ciudad Comercial de Dos Ríos, uno de los mas grandes centros de ventas e intercambios en todo el país, tiene ese nombre debido a que está justo en medio de dos ríos, el Río del Lagarto Ancestral, en cuya mitad se localiza el lago del mismo nombre, y el río Ball Yuu Juu, no me preguntes por qué se llama así, por que no lo sé —siempre le pareció curioso el nombre del segundo río, pero nunca ha encontrado a nadie que le sepa explicar la razón detrás de ese nombre.

    —No logro ver el final de la ciudad —comenta él lamentando que no podrá recorrerlo todo.

    —Mide poco más de veinte kilómetros de longitud y cuarenta de anchura, es un lugar asombroso, realmente asombroso por donde se vea, mi padre prometió que algún día vendríamos a intercambiar productos a este lugar —comenta la Tempus entusiasmada.

    —No creo poder entrar —comenta la de piel roja —. En un lugar como este mi calor generaría muchos problemas, sin mencionar que tal vez se ofendan de ver una monje con túnicas negras.

    —¿Qué tiene que ver el color de tu ropa? —cuestiona confuso el chico.

    —En este país se alaban a los Dioses —comienza a explicar Opal —, la túnica amarilla representa a Destino, pero, también quise seguir las enseñanzas de mi lado paterno, en el País en Llamas se le reza al Destructor, por eso el color negro, pero para los Tempus el Destructor es el mal.

    —Oh, no sabía eso —dice sorprendida Cereza —. La verdad solo había visto monjes con túnicas amarillas, verdes y blancas.

    —Actualmente solo existen cuatro templos en este país, se supone antes existía uno por cada Dios, pero Delto destruyó los templos de los Dioses menores y el del Dios Muerte —comenta la de piel rojiza observando la ciudad —. El amarillo es por Destino, verde es por Vida, blanco es por Justicia y por Sabiduría, y se supone que los seguidores de Muerte usaban Gris.

    —Está por anochecer —informa Magnus —. Podemos dormir afuera y mañana voy con Cereza a recorrer la ciudad y buscar provisiones.

    —Yo quiero dormir en una cama —se apresura a decir la de piel celeste —. Llevo semanas sin dormir en una cama, ¡merezco dormir en una cama!

    —Pero...

    —No importa —interrumpe la híbrida a Magnus —. Que yo no pueda entrar no quiere decir que deban quedarse afuera conmigo, pasen la noche en un lindo lugar.

    —Ya oíste a la fogosa, vamos.


    Cereza toma al chico del brazo y se lo lleva al interior de la ciudad. Remiel los sigue de cerca. En las calles hay menos nieve de la que esperaba Magnus, pero la chica le explica que hay magos que se encargan de limpiar las calles después de cada nevada, es uno de los trabajos mejor pagados de la ciudad, se presume que hay al menos un hechicero encargado de mantener sin nieve o basura cada quinientos metros de calles y aceras. Esto no le es tan poco común al chico, ya que en Garja también hay encargados de limpieza que mantienen las ciudades limpias, aunque ellos tienen poco trabajo debido a que, casi en su totalidad, los habitantes del continente reciclan la basura y jamás tiran nada al suelo, algo que desearía que se diera en su mundo natal.


    Ya entrada la noche, encuentran lo que suponen es una posada. Se trata de una edificación de seis pisos de alto, con techos de madera, está pintado de color naranja claro con las ventanas y puertas de madera pintadas de color blanco. Escaleras de piedra suben hasta la puerta del edifico. Una vez dentro son recibidos por un par de Tempus, un hombre en sus treintas vistiendo un abrigo café claro y pantalones verdes, y una mujer ligeramente mas joven usando el mismo atuendo.

    —Bienvenidos al Cabrito Brincador —saludan a la vez —. Por este lado está la recepción, pueden quedarse el tiempo que gusten.


    La recepción consiste en un pequeño cuarto que está después de un corto pasillo, que es donde están los dos empleados que les dieron la bienvenida, y el área común. Consiste en un escritorio largo de madera, detrás del cual se encuentra una mujer de unos setenta años de piel celeste muy clara, con cabello blanco, usa un conjunto idéntico al que traen los que dan la bienvenida. Tras la anciana hay un mueble lleno de compartimientos, la mayoría de ellos vacíos, otros tienen llaves o papeles, al parecer son cartas para los que están hospedados en esta posada.

    —Bienvenidos al Cabrito Brincador —saluda la mujer mayor, su voz es suave.

    —Gracias —le contesta Magnus —. Nos gustaría un cuarto con dos camas.

    —Me temo que hace unos minutos se ocupó la última con dos camas, les puedo ofrecer dos cuartos o uno con cama grande —informa la anciana sonriente.

    —¿Cuánto sería cada una de las opciones? —pregunta Cereza un poco nerviosa.

    —Dos cuartos, se los dejaríamos a cinco monedas de plata, el de una cama grande sale en siete monedas de plata —explica la recepcionista —. Claro que ambas opciones incluyen dos comidas, la cena y el desayuno, y la estadía por una noche. Hay baño propio en la habitación grande o uno compartido por cada seis cuartos individuales.

    —¿Pueden entrar bestias? —cuestiona el joven señalando hacia Remiel.

    —Oh, vaya, pero que lindo cachorrito tienen ahí —alaga la mujer encantada por el can, a lo que el lobo ladra feliz y mueve la cola —. Este lugar acepta mascotas, incluso encontrarán algunas en el área común, pero deben pagar una plata extra y si llega a destrozar algo deberán pagarlo.

    —Tomaremos la grande, pagaré por adelantado —dice el chico a la vez que coloca una moneda de oro sobre el mostrador.

    —Gracias por su preferencia, les daremos el cambio en el momento que vayan a dejar la posada, esta es la llave —saca una llave de metal, que muestra siete picos, de uno de los compartimientos del mueble, tiene un llavero blanco en el que está escrito en negro “2-D”.


    Llegan al área común, donde el suelo está alfombrado en rojo, con elegantes muebles de madera, una escalera de madera da al segundo piso. Cuadros de montañas y lagos congelados decoran las paredes. Hay cinco Tempus descansando o charlando en este lugar. También se encuentran unos pocos animales, tal como lo dijo la anciana. Un jabalí blanco de no más de un metro de alto pero dos y medio de largo, una cabra joven de pelaje gris claro usando un bozal para que no se coma los muebles o la alfombra y un par de conejos blancos durmiendo bajo el asiento de su dueño. Remiel se queda a jugar con el resto de animales.


    Magnus y Cereza suben al segundo piso, las puertas están numeradas desde la 2-A hasta la 2-F, usan la llave y entran al cuarto que rentaron. El suelo es de madera con una alfombra café que cubre dos tercios del piso, un par de sillones individuales de cuero color café oscuro, un mueble con tres gavetas y un espejo en la parte superior, una cama tamaño matrimonial con sábanas de seda blancas y un par de almohadas de plumas de pato. Hay una mesita a cada lado de la cama sobre las cuales se encuentra una candela blanca. Una puerta de madera da hacia el baño. Por donde se vea es una habitación lujosa, aunque esperaban más por el elevado precio que les cobraron.

    —No intentes sobrepasarte o te juro que te mato —amenaza ella notoriamente nerviosa.

    —No te preocupes, dormiré en el suelo, esta alfombra es muy suave.

    —¡No!, es decir... —las mejillas se le oscurecen —. Puedes dormir en la cama, solo mantén las manos lejos de mi, y otras partes también.

    —Cereza —él se le acerca —, sin ofender, pero tu cuerpo es mas frío que el suelo.

    —¡Idiota mujeriego, ojalá te muerda un ratón de nieve y te mueras! —le saca la lengua.

    —Me conmueve cuanto te agrado —dice el chico en forma sarcástica.


    Se van a dormir temprano, no sin antes comer la cena que les dieron en la posada. Para la chica no es problema dormirse, la temperatura es perfecta y tiene el estómago lleno. Remiel se sube a la cama, da algunas vueltas y se acuesta a dormir sin inconvenientes.


    En contraste, al humano le es difícil conciliar el sueño, ya que hace demasiado frío, se acostumbró tanto a dormir al lado de Opal que olvidó lo brutales que son las noches. Incluso intenta cubrirse con varias pieles, pero ni así logra calentarse lo suficiente. Para la mitad de la noche decide que no podrá descansar y en su lugar va a las afueras de la ciudad para entrenar con la híbrida.


    Una vez llega al sitio donde aguarda oculta Opal, nota que tiene el cabello dorado en lugar de azul, no la hubiera reconocido de no ser por su piel roja.

    —¿Qué le pasó a tu cabello? —cuestiona perdido en el hermoso color rubio del largo cabello de la híbrida, le recuerda mucho al cabello de una de sus novias.

    —Usé un hechizo de cambio de color. ¿No te gusta? —cuestiona nerviosa —. Lo puedo cambiar si te gustaba mas mi color natural.

    —Te queda mejor que el azul, pero quédate con el color que mas te guste a ti.

    —En ese caso lo dejaré así por ahora —informa ella sonriente.

    —Cierto, vine porque quiero comenzar el entrenamiento mas temprano, pero si quieres dormir mejor lo hacemos mas tarde.

    —No podía dormir, así que no me importa comenzar ahora.


    La maga invoca una roca viviente de medio metro de alto, la cual sirve como compañero de lucha del chico. Magnus tiene casi perfeccionado el arte de evadir ataques y correr en la nieve, calcula cuanto tiempo debe pisar y que tanto peso tiene que poner en cada movimiento. Su mayor problema es que sigue hundiéndose mucho en la nieve, y es algo que sabe que le puede costar caro en una lucha contra un enemigo a distancia como lo fue la General Negro Horia. Para el amanecer, la roca viviente es devuelta a su lugar de origen. Magnus se deja caer al suelo exhausto, el entrenamiento le sirvió perfectamente para entrar en calor.

    —Esto fue muy intenso —asegura notoriamente agitado.

    —Lo haces mucho mejor que al principio —lo alaga Opal —. Si te consigues zapatos especiales para nieve podrías moverte con mayor libertad.

    —Ya uso botas para nieve —hace ver el humano sentándose.

    —No esa clase de zapatos —corrige negando con la cabeza —. Me refiero a zapatos especiales, la Suprema Sacerdotisa tiene algunos, contienen un hechizo que les impide hundirse en terrenos blandos como la nieve o el lodo.

    —¿Esos zapatos existen? —cuestiona él interesado.

    —Claro, se supone hace décadas eran muy populares, pero se dice que Delto los decomisó todos y se usan exclusivamente para las botas de las armaduras de su ejército —añade ella recordando que eso fue lo que le comentó la Suprema Sacerdotisa.

    —De haberlo sabido antes hubiera tomado algunas botas de la Base Roja —se lamenta él.

    —Perdona, pensé que lo sabías.

    —No es tu culpa —comienza a analizar sus opciones. «Tal vez en el pueblo las consiga, siempre cabe la posibilidad de que existe un mercado negro en el que las vendan.»

    —Oye —llama su atención la chica, se le acerca y se sienta frente a él, se sonroja al punto que el rostro se le ilumina y el calor de su cuerpo aumenta —. ¿Quieres tener sexo?


    La pregunta toma por sorpresa a Magnus, al principio piensa que ella bromea, pero está tan apenada que no parece ser el caso.

    —Espero no hables en serio...

    —¡Es en serio! —interrumpe ella con una mirada decidida.

    —Te recuerdo que tengo novia, bueno, novias —se corrige mirando hacia el lado derecho, donde la híbrida no ve a nadie.

    —No tienen por que saberlo —dice bajándose la túnica hasta la cintura dejando al descubierto sus firmes pechos sin pezones —. Sé que llevas semanas sin acción, debes estar deseoso —susurra ella a su oído de forma provocativa.

    —Puede que lleve mucho, mucho, demasiado de echo, sin tener sexo, pero eso no es excusa para engañar a mi novia, bueno, novias, deja de corregirme mientras hablo —reclama al espectro que le habla solo a él, pero no se hace visible —. El asunto aquí es que no podría hacerlo, perdona.

    —¿Si te digo que soy virgen cambiarías de opinión? —comenta acariciándole el pecho al chico.

    —No lo haría —niega sonrojado —. Créeme que de no tener novias —pone especial énfasis en la última palabra para evitar una nueva corrección por parte de Ghoul — te tendría contra el suelo y te daría duro.

    —Eso solo logra encenderme mas —le hace ver ella subiéndole el abrigo, aunque por dentro aún trae la gabardina y una camiseta.

    —Dije que no, Opal —reprende él tomándola de lo hombros y haciéndola retroceder.

    —No es justo... —murmura ella decepcionada —. Eras mi única oportunidad.

    —No digas eso, eres hermosa y seguramente alguien...

    —¡No hay nadie, nunca lo habrá! —interrumpe ella gritando —. ¡Soy tan caliente que mataría a un Tempus y tan fría que mataría a un Magnarus! —comienza a derramar lágrimas.


    Es la primera vez que Magnus la ve llorando, sus lágrimas son de un tono rojo intenso, al caer al suelo derriten la nieve y producen un hoyo de varios centímetros de profundidad antes de apagarse.

    —Eres el primero que me puede tocar sin sufrir quemaduras graves, duermes a mi lado sin miedo a morir, incluso te resulta agradable, eras mi única opción... —no es capaz de seguir hablando, solloza lo mas silencioso que le es posible.

    —No soy tu única opción —corrige él abrazándola —. Cuando encuentre la forma de volver a casa puedes venir conmigo, tu calor corporal apenas si sería ligeramente caliente en Garja.


    Ella quiere decir que, por mas que quisiera irse con él a ese otro mundo, le será imposible hacerlo, su destino está sellado, morirá y no terminará el viaje. El destino es imposible de cambiar, es una frase que solía decir la Suprema Sacerdotisa y que está profundamente grabada en su psique. Desde que dejó el Templo de Destino sabe que puede morir en cualquier momento, pero no se arrepiente de su decisión. En el poco tiempo que ha estado fuera pudo ayudar a liberar a varias personas y dejar en ridículo a uno de los generales del ejército de Delto.

    —Gracias, ansío eso —miente ella sintiendo que debe disfrutar el tiempo que tenga.

    —Si no te unes a nuestro grupo tienes muchas otras opciones, como maga tienes un sin fin de posibles trabajos o un gran futuro como mercenaria —hace ver él sonriendo.

    —¡Maldito mujeriego violador! —grita Cereza ante la escena que presencia —. ¡Saliste a abusar de la pobre de Opal!

    —No es lo que piensas —corrige la de piel roja avergonzada, se sube la túnica de inmediato.

    —Llegaste antes de poder hacerle algo —añade Magnus —. Ya sabes que soy un mujeriego que no se aguanta, menos mal que llegaste a tiempo para salvarla.

    —¡Imbécil! —la Tempus lo golpea en la cabeza usando el puño —. Si lo vuelves a intentar —«con alguien que no sea yo» —te juro que te arrepentirás.

    —Si, si, no te preocupes —dice Magnus poco interesado en la amenaza.

    —Ven, Opal, alejémonos de este animal bastardo y mujeriego.

    —Yo... —voltea a ver al chico, este asiente —. Bueno, vamos, Cereza.


    Ambas chicas se alejan conversando en voz baja.

    —¿Por qué hizo eso, amo? —cuestiona el espectro.

    —Para no crear fricciones, si Cereza piensa que yo inicié todo no se va a enojar con Opal y pueden seguir siendo amigas, no sé hasta que punto se lo creyó, pero lo que importa es que no vayan a comenzar a discutir —comenta comenzando a sentir frío nuevamente.

    —Lo encontramos ilógico, amo —hace silencio unos momentos —. También pensamos que debió aprovechar la oportunidad, no sabe cuánto estará aquí o si es que logrará volver.

    —Tal vez no sea seguro que pueda volver, pero igual lo estoy intentando y si lo intento es para volver con todos mis seres queridos —hace ver el humano pensativo.


    La de piel celeste se trajo el desayuno que le dieron en la posada y lo comparte con la híbrida. Magnus no come como castigo por su mala acción. Remiel se quedó en el Cabrito Brincador a comer junto con las demás bestias.




    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Opal
    Apodo: -
    Profesión: Aprendiz de Adivina
    Edad: 21 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus/Magnarus
    País de Origen: País Helado (Templo de Destino)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Magia
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    Última edición: 7 Octubre 2018
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  15. Threadmarks: Capítulo 15. El Coloso
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
    Mensajes:
    1,641
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2891

    Capítulo 15. El Coloso




    Luego del desayuno, el humano y la Tempus van hacia el área comercial del sector sur de la ciudad, donde la mayor parte de las tiendas o centros de canje se encuentran localizados, esto ya que es la entrada que la mayoría de los viajeros y comerciantes utilizan. En su mayoría son mercados en los que venden frutas, verduras, semillas y utensilios domésticos. La variedad tan escasa de alimentos hacen que el chico se pregunte si los Tempus no se aburren de siempre comer lo mismo. Las carnicerías son menos comunes que las fruterías, pero tienen mayor variedad de productos. Carne, de diversos animales, procesada en tan distintas formas produce la sensación de que existen mas opciones en carne de un solo animal que en las verduras en general. Compran suficientes provisiones como para un par de meses de viaje.


    Continúan recorriendo el área, con Magnus cargando tres pesadas cajas de madera repletas de provisiones. El aroma a estiércol invade de pronto el aire, el origen del olor es un establecimiento de unos veinte metros de largo y cincuenta de ancho, hecho de madera pintada en azul en la parte superior y blanco en la inferior. La entrada a este lugar es una puerta doble de dos metros de largo y dos de alto, cada una. Sobre la entrada hay un cartel con la forma de una carreta siendo tirada por una cabra en cuyo interior dice: “Carruajes del Alce del Sur”. Al lado derecho del edificio, hay un potrero en el que se encuentran algunos alces de uno y dos cuernos, además de cabras grandes, los cuernos de estas parecen ser de roca. A la izquierda hay otro potrero, solo que en este hay un único mamut blanco.

    —Perfecto, aquí podemos conseguir un transporte —comenta el humano observando a las bestias.

    —Al menos caminaríamos menos —añade la Tempus suspirando.


    Entran al local, los recibe un hombre de piel azul oscuro vistiendo un overol blanco con una camiseta amarilla por debajo. Su cabello es corto de un tono café oscuro, en su rostro muestra un bigote generoso que no deja que se le vea la boca. En el overol tiene bordado el mismo diseño del letrero que se encuentra afuera, pero sin el nombre del local.

    —¿Qué les puedo ofrecer este bello y caluroso día, jovenzuelos? —saluda el hombre sonriendo, aunque es algo de lo que no se dan cuenta ya que su bigote le oculta la boca.

    —Gracias —responde Magnus. «Hace mucho frío, no siento lo caluroso del día» —. Buscamos un trineo resistente, como para viajes muy largos.

    —Veo que el jovenzuelo planea un viaje, tengo lo que buscan, sí, señor, les encantará —se voltea y camina un poco hacia el interior del edificio —. Está por acá.


    Los guía hasta un grupo de trineos simples, pero pintados de distintos colores, algunos a penas si son lo bastante grandes como para llevar dos personas, otros como para cuatro y un pequeño espacio atrás.

    —Estos son los mejores trineos de toda Ciudad Comercial de Dos Ríos, oh, sí, los mejores, la calidad de la madera, la pintura especial evitará que la madera se pudra por la humedad, las bases son de metal bellamente forjado —les dice el vendedor señalando los detalles de los trineos.

    —Necesito algo mas grande —«algo mas al estilo del oeste, una caravana, algo poderoso, pero, ¿cómo lo explico?»—. Que quepan mas personas, con una parte posterior cubierta para llevar muchas cosas y no se caigan con el movimiento.

    —¿Algo mas al estilo de una caravana de comerciantes? —cuestiona el hombre.

    —Tendría que verla para saber si es lo que busco —explica el humano.

    —Tenemos de tipo comercial en nuestro local del norte, sí, señor, y son hermosos, en cuanto posen sus ojos en esos bellos carros se enamorarán de inmediato, oh, sí —los ademanes del vendedor son tan exagerados que resultan llamativos.

    —¿Nos indica el camino? —pide el chico.

    —Puedo hacer algo mejor que eso, jovenzuelos —silba, un ave aparece de entre los trineos y se posa sobre su hombro.


    Es una pequeña ave no mayor a quince centímetros de altura, con dos pares de alas, idénticas, tan largas como su cuerpo, de plumas azul brillante, su pico es corto y de color blanco. Además de dos cortas patas color blanco que usa para mantenerse en pie. Observa a los recién llegados con un par de minúsculos ojos negros, luego voltea hacia el vendedor, mostrando que tiene un tercer ojo en la nuca.

    —Este pequeñazo se llama Cometa, es la mascota mensajera de nuestros cuatro locales —presenta el del overol acariciando la cabeza del ave —. Bueno, uno de los mensajeros, hay uno por cada local, pero este es el que nos representa.

    —Así que un ave mensajera... —comienza a decir el chico de cabello negro analizando la posibilidad de conseguir una.

    —Ni se te ocurra, no conseguiremos un ave —reprende la joven frunciendo el ceño.

    —Lo llamaríamos Sky o Falcon o quizás....

    —¡Qué no! —grita Cereza espantando al ave.

    —Pero que vocerrón tiene la jovenzuela, casi estira la pata el pobre Cometa del susto —el ave tiembla de miedo oculto tras sus cuatro alas como si fuera un capullo azul —. No sudes por eso, Cometa, mejor guía a estos jovenzuelos hacia el local del norte, al norte, ¿entendiste? —el ave apunta con una de sus alas hacia el norte —. Sí, señor, al norte.

    —¿Lo seguimos? —cuestiona la joven.

    —Pues sí y no.


    El hombre los guía a la parte trasera del edificio, donde dos carruajes, que son guiados por dos cabras cada uno, se encuentran listos para salir. Son de madera barnizada, con el logo y nombre de la tienda, en cada uno caben de dos a tres personas.

    —Estos son los carruajes que usamos justo para estos casos, sí, señor, ya que el del norte está muy lejos, muchas horas caminando, muchas horas, pero con estos llegarán pronto. Además les informo que dos de nuestros locales se especializan en la venta de carros comerciales y luego este y el del oeste son mas para uso común, pero bellos, eso sí, son bellos como el amanecer visto desde la cima de una montaña —informa el del overol con orgullo.


    El ave sale del local y comienza a dar vueltas esperando ver que los clientes se suban al trineo. Magnus y Cereza se suben a uno de los carruajes. De inmediato las cabras, cuyos cuernos son de piedra lijada de tal forma que perdieron el filo, comienzan a andar, voltean hacia el cielo, cuando ven a Cometa lo comienzan a seguir. Están entrenadas para solo seguir a las aves mascota de los locales, razón por la que no tienen correas para guiarlas. Durante el trayecto, Magnus nota que las bestias llevan collar, el de la derecha, que es completamente blanco, lleva un collar azul con una placa que dice “Rocky”, la otra, que tiene pelaje gris con manchas cafés por toda la espalda, posee uno café en cuya placa dice “Bull Winkle”.

    —¿Los cuernos de estas cabras son de hueso? —cuestiona él al ver que parecen ser de un material distinto al normal.

    —Son de roca, tienen la habilidad de regenerar los cuernos si se rompen, según mi padre están en proceso de convertirse en elementales de tierra, en unos cientos o miles de años serán elementales, la carne de estos es muy dura y poco nutritiva, por eso solo se crían las cabras comunes para sacarles carne, pero estas, las cabras de cuernos de roca, se dejan salvajes, ni sabía que eran utilizables para jalar carretas, aunque como es un trineo pequeño que casi no pesa supongo era mejor que usar alces, que son mas fuertes y pueden volcar estos carros —explica Cereza un poco aburrida por el viaje —. Y antes de que lo propongas, tampoco conseguiremos una de estas.

    —Pero, la llamaríamos Copo de Nieve y viajaría al lado del carruaje.

    —No molestes mas con eso.


    Luego de casi una hora de viaje, las cabras llegan hasta un local dos veces mas grande que el anterior, incluso la puerta es dos veces mayor. Tiene los mismos colores que la sucursal del sur, con un letrero similar, tres veces mayor, sobre la puerta, con la leyenda “Carruajes del Alce del Norte”.


    Una vez dentro son recibidos por una mujer de baja estatura usando el mismo atuendo que el hombre del sur. Es regordeta, con mejillas generosas, como las de Cereza, cabello negro corto y ojos cafés.

    —¿Cómo tán? —saluda la vendedora sonriendo.

    —Bien, gracias —devuelve el saludo el humano—. Venimos por que nos dijeron que aquí podría conseguir carruajes de tamaño comercial, queremos verlos.

    —Pu claro, tenemo de to —informa la mujer señalando a los lados.


    Por todo el edificio hay grandes carretas, ideales como para transportar productos. Todas de madera, pintadas en distintos colores. Algunas tienen diseños tallados en los costados, lo que demuestra la dedicación a la hora de hacerlas.

    —E’to son lo me’or, duradero, fuertotes, con bonito diseño, so digan cua y se lo llevan ya mimo.

    —No sé tú, pero ocupo un traductor —susurra la joven un poco perdida en la conversación.

    —Necesito algo que traiga cubierta para la carreta, de preferencia que sea resistente a las tormentas, que pueda cambiar de trineo a carreta para andar tanto en calles como en la nieve, que quepan al menos dos personas al frente —solicita el chico esperando tengan algo similar.

    —Mucho pi’e —se dice la vendedora pensativa —. Ha uno, pe es caro.

    —Déjeme verlo —pide esperanzado de conseguir un transporte grande.

    —Po aquí —la vendedora sale por una puerta, mucho mas pequeña que la principal, que está al fondo de la tienda.


    Una vez afuera encuentran cinco grandes carretas, todas idénticas, pero de color distinto. Los cajones están a dos metros del suelo, estos tienen pared de madera fina de dos metros de alto, sobre la cual hay una estructura de metal redondeada, de cinco metros de alto. Miden otros cinco de largo. Por dentro, clavadas al suelo, tienen dos largas cajas con tapa de un metro de altura que también pueden servir para sentarse. La estructura de metal posee una reja en el lado trasero que impide que alguien pueda subir si está cerrada. El espacio del cochero es lo bastante amplio como para sentar a tres personas sin problemas. Peldaños de metal ayudan a subir, tanto del lado del conductor como en la parte trasera. En el suelo, de cada carreta, hay una rampa de metal que facilita la labor de cargar. Tiene seis grandes ruedas de metal de tres metros de diámetro. Bajo el cajón, a pocos centímetros del suelo, hay una estructura de acero que cumple el papel de trineo.

    —Etas son la me’or carreta comercial, la Coloso De luce —menciona la mujer. En cada una de las ruedas de metal, en relieve, aparecen las palabras “Coloso Deluxe”.


    El humano estudia, detenidamente, uno de los vehículos de arriba a abajo. La madera es gruesa y de calidad, el armazón está tan bien hecho que podría usarse como bote. La pintura y el barniz son de la clase que protege la madera de la humedad. Las ruedas están como nuevas y la forma de las mismas impide que se resbalen en los caminos helados. Una palanca, al alcance de los que se sienten al frente, produce el cambio de carreta a trineo, y viceversa, en pocos segundos.

    —Es perfecta —comenta él pensando en que caben varias personas atrás, incluso Remiel en su forma grande puede permanecer en pie y aún sobra espacio —. ¿Qué precio tiene?

    —Veamo, el Coloso De Luce e carillo, cento die mone’as de oro.

    —¡Tan caro! —exclama sorprendida la joven —. Por ese precio compro una casa de lujo.

    —E mu bueno el Coloso De Luce, co e cerrao e mu segu’o, cabe mucha cosa, vale la pena, lo ju’o po mi honor —la vendedora parece convincente , aunque no entendieron la mitad de lo que dijo.

    —Me lo llevo —asegura el humano mas que entusiasmado.


    Pasan la próxima hora afinando los detalles. El carro incluye dos carpas, tejidas a mano, hechas de hilo de telaraña, que es el material mas fuerte, en lo que a textiles se refiere. Es un material que no se quema con facilidad y lo bastante resistente como para que las espadas y flechas reboten contra esta. También les dieron correas de cuero para bestias de transporte; dos como para alces de un cuerno, dos para alces de dos cuerno y una para mamut. Es en esta parte que les informa que deben comprar las bestias por separado, lo que induce a un gasto extra, pero necesario.


    Luego de discutirlo un poco con Cereza, que sabe sobre estos asuntos por su experiencia como comerciante, lo reducen a cuatro opciones. La primer opción es usar diez cabras cuerno de roca, pero guiar a tantas es difícil y comen demasiado. Tres alces de un cuerno es la segunda opción, pero tienen los mismos problemas que las cabras. Un par de alces de dos cuernos es lo mas viable, ya que son fuertes, veloces, y aunque comen mucho, pueden correr durante un día, o día y medio, antes de necesitar descansar o comer. Como última opción a considerar, está el mamut de pelaje blanco, que aunque come menos que dos alces de un cuerno, son mucho mas lentos.


    Luego de unos minutos de revisar los posibles gastos y velocidades de cada opción, se deciden por la pareja de alces de dos cuernos. El primero, cuyo pelaje es café oscuro, tiene un collar color gris con una placa que dice su nombre, “Tomas”. El otro, de color café un poco mas claro que el primero, con el pecho blanco, usa un collar café claro que dice “Jerry”.


    La carreta, a la cual Magnus bautizó con el nombre de Coloso, es llevada por otros empleados del local hacia la entrada sur de la cuidad, esto ya que una carreta tan grande causa grandes problemas al ocupar toda la calle, ya que impide el paso de los demás vehículos. Como un extra incluyen diez sacos de alimento especializado para los alces, que les alcanzará para al menos tres semanas. La semana en este mundo consta de cinco días.



    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    Bestiario:
    Azulillo: Ave de plumaje azul. Tiene cuatro alas, pero puede volar mientras tenga una funcional de cada lado. Posee un tercer ojo sobre su nuca que le permite estar pendiente de cualquier amenaza encima suyo.
    Cabra: Pequeños animales que se crían por sus pieles, leche y carne.
    Cabra Cuernos de Roca: Similares a las cabras, pero de mayor tamaño. Sus cuernos son de roca en lugar de ser de hueso. Su carne no es apta para el consumo.
    Alce de Un Cuerno: Grandes bestias que poseen un enorme cuerno justo en medio de sus cabezas. Suelen criarse para que tiren de los trineos y carruajes.
    Alce de Dos Cuernos: Más grandes que la variedad de un cuerno. Tienen dos cuernos sobre sus cabezas. También son criados para jalar vehículos de nieve. Son tan fuertes que muchos son entrenados como guardianes.
    Vegetación/Alimentos:
    Alimento Para Alces: Mezcla especial de frutas secas con pasto verdoso.
    Otros:
    Trineo/Caravana/Carro: Vehículos que se pueden movilizar en nieve o hielo.
    Carruaje/Carreta/Caravana/Carro: Vehículos que se movilizan solo en terrenos llanos.
    Coloso Deluxe: Vehículo que puede pasar de trineo a carruaje en un instante.
    Semanas: Constan de cinco días.
     
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  16. Threadmarks: Capítulo 16. Alce de Porcelana/Alce Negro
     
    Dark RS

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    20 Marzo 2012
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    1,641
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    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    3118

    Capítulo 16. Alce de Porcelana/Alce Negro




    Una vez terminan de resolver los detalles finales de la compra del Coloso, y las bestias para llevarlo, ya ha caído la noche, por lo que optan por pagar dos monedas de plata para que un carro de transporte privado los lleve de vuelta a la posada, un precio un tanto elevado, como todo en Dos Ríos. Pero no les queda otra opción, ya que si caminaran de vuelta llegarían hasta después del amanecer, suponiendo caminen sin descansar.


    Para el día siguiente, un regimiento de al menos mil soldados llegan a la ciudad de forma repentina. Vienen, como suelen hacerlo una vez al mes, por provisiones para abastecer las bases cercanas y proveer a los distintos grupos de soldados que hay en la zona norte del País Helado. Al ejército les venden los productos a precio de costo, esto fue ordenado mediante un decreto realizado por el rey anterior, para que los comerciantes no pierdan dinero, pero tampoco ganen nada, una práctica que el rey Delto considera ventajosa para ambas partes, aunque los comerciantes no la hallan en lo absoluto justa.


    Magnus y Cereza deciden no salir de la posada mientras los soldados se encuentren en las calles, aunque es poco probable que alguno de los solados sean de los que derrotaron en la Base Roja y los reconozca, prefieren no correr el riesgo. Para el medio día, los de armadura abandonan la ciudad llevando cientos de trineos cargados de provisiones, utensilios y herramientas.


    Una vez pueden salir, Magnus y Cereza, notan el ambiente sombrío que dejó la visita de los militares. Las tiendas y puestos de alimentos están vacíos, la basura y la destrucción de las calles, y algunos locales, es mas que notoria. La expresión depresiva de los Tempus en general es mas que suficiente para saber que los soldados no son bienvenidos en Dos Ríos. Los magos, encargados de la limpieza, comienzan a salir a cumplir con su deber. Se les escucha decir “Reparar”, “Levitar” y “Lavar”. Que parecen ser hechizos que reconstruyen las calles y negocios, hacen que la basura se eleve y sea depositada en contenedores de metal delgados de forma cuadrada, y que se produzcan chorros de agua jabonosa que eliminan la suciedad.


    Dan un paseo por los vecindarios cercanos, para estudiar con mayor detenimiento el estado de la ciudad. En lo referente a Cereza, están en una especie de cita, aunque el ambiente de la ciudad no ayuda a que lo parezca. Magnus hace algunas preguntas a los que se topa en el camino, preguntas que la chica no se molesta en prestarles atención. Para el final de la tarde, comen pan frío y agua endulzada, con polvo de frambuesas, en un pequeño local que tuvo la suerte de no haber sido visitado por los soldados.


    La chica regresa a la posada un tanto deprimida, de tanto ver los rostros tristes de los ciudadanos, mientras que el humano continúa interrogando a los que se encuentra. Finalmente haya información sobre un lugar que puede tener ciertas cosas que le sean útiles.


    Entra en una pequeña tienda que vende adornos de piedra y porcelana. Es un lugar pequeño, de no mas de diez metros de longitud por quince de ancho. Una alfombra color rojo cubre parte del suelo de madera negra. El encargado del negocio es un hombre de unos setenta años, de piel celeste, tiene vestigios de cabello blanco en su cabeza, presenta el rostro arrugado y ojos cansados color verde. Viste una camisa blanca, corbata roja, pantalón de seda azul oscuro y lustrosas zapatillas negras.

    —Buenas noches —saluda el anciano con voz cansada —. Le doy la bienvenida al Alce de Porcelana.

    —Busco algo especial —dice el humano colocando diez monedas de plata sobre una mesa de madera con gravados de montañas, detrás de la cual se encuentra el hombre.

    —¿Qué tan especial? —cuestiona el anciano cambiando un poco su expresión amable a una seria.

    —Tan especial que haga que una rata de nieve parezca un cuervo blanco ladrando —murmura el humano la contraseña que alguien le había dado mas temprano.

    —¿De qué color es el cuervo blanco que ladra?

    —De tomate amargo y uvas.


    El viejo presiona una tabla floja que está bajo la mesa, la alfombra se levanta mostrando que oculta una puerta que va hacia el sótano.

    —Bienvenido al Alce Negro —comenta el hombre sonriendo —. Ojalá encuentre lo que busca y más.


    Magnus baja al sótano, la puerta se cierra tras él. Velas rojas con llamas blancas iluminan el camino hacia abajo. El frío aumenta conforme baja, al punto que comienza a temblar. Llega hasta un cuarto apenas iluminado por velas. Las paredes están hechas de hielo, al igual que el suelo y techo. Cientos de objetos se encuentran regados por todo el suelo. Tiene la impresión de haber llegado a un salón de tesoros, en lugar de a una tienda.

    —Bienvenido —saluda una voz desde un rincón.


    La dueña de la voz es una anciana de edad parecida a la del dueño del local de arriba. De piel celeste casi gris, cabello azul oscuro con rastros de canas y ojos negros. Lleva puesto un vestido naranja con diseño frutal. En su mano trae una espada en su funda que usa como apoyo.

    —¿Qué buscas? —cuestiona entrecerrando los ojos.

    —Necesito botas especiales para nieve, algo que evite que me hunda —pide el joven prestando atención a la anciana.

    —Tengo algunas —va hacia la derecha y trae un par de botas negras de cuero.

    —¿Tiene algo mas fuerte?

    —¿Estilo armadura? —el chico niega —. ¿Algo que no parezca peligroso pero que si lo usas para patear haga mucho daño? —cuando ve que el joven cliente asiente, sonríe —. Un luchador, no quedan muchos, claro que tampoco queda por qué luchar.

    —Si queda —corrige él con seriedad —, luchar por la libertad. Derrotar a Delto y sus Generales Negros traerá una nueva era a este país.

    —Yo luché en la gran batalla donde derrocaron al rey anterior, perdí un hijo en esa lucha, ¿y para qué? Todo está igual o peor que antes. Delto resultó ser un dictador que solo se preocupa por desarrollar su ideal de la raza superior —suspira pesadamente, se sienta sobre un cofre de metal rojo —. Únicamente los mas fuertes pueden unirse al ejército y solo los mas inteligentes y con buena salud pueden vivir en las ciudades del sureste.

    —¿Las ciudades del sureste? —cuestiona el chico interesado en el tema.

    —Son las ciudades al sur del río de las Almas Perdidas y al este de la montaña de las Arañas —suspira pesadamente por segunda ocasión —. Si no me equivoco, son Ciudad Bidente, dos poblados llamados Hogar, Arpa, Villa Lago Fluorescente y, la lujosa ciudad, Estrella, que es donde gran parte de los nobles tienen sus hogares.

    —Si no me falla la memoria, el sureste limita con el mar, lejos de los demás países, eso quiere decir que es el lugar ideal para mantener a las personas a salvo de ataques de bestias vecinas o grupos invasores de avanzada —comenta Magnus entendiendo la razón de que sean esas las ciudades que Delto protege.

    —Es justo eso —la anciana ríe secamente.

    —¿Qué pensaría si le digo que hay nuevos Generales Blancos dispuestos a luchar contra el reinado de Delto? —interroga él observando la reacción de la mujer.

    —Tonterías, pensaría que son tonterías —acaricia el cofre con nostalgia —. No hay quien le gane a los Generales Negros y sus armas especiales.


    Magnus se quita el abrigo y la gabardina, dejando ver que alrededor de su tórax, sobre la camiseta, se encuentra enrollado el látigo rojo que pertenecía a la General Negro Horia. Lo agarra de la empuñadura, el mismo se desenvuelve y comienza a serpentear alrededor del humano.

    —¿Reconoce esto? —el arma gira imitando un torbellino.

    —Eso pertenece a... es la... —la anciana siente que le falta el aire al ver el arma de uno de los generales del ejército de Delto — ¿Cómo?

    —Atacamos su base, ella, la General Negro Horia, salió con vida de ese ataque —menciona para no decir que la dejó con vida intencionalmente, al igual que a todos los soldados —. Pero la desarmamos, liberamos a los prisioneros y destruimos la fábrica de Orbes Artificiales —esto último lo hizo el espectro una vez que abandonaron la base.

    —Quiero creer, pero... —lágrimas salen de los pequeños ojos oscuros de la Tempus.

    —No lo crea, espere a ver resultados, no digo que ganaremos, pero lucharemos, no tengo idea de cuánto tiempo tomará, sin mencionar que el plan aún no es claro, pero prometo que haremos todo lo posible —promete a la vez que el látigo se envuelve en su cuerpo, este de inmediato se pone la gabardina y el abrigo encima.

    —¡Nuestra ciudad está mas que dispuesta a levantarse en armas si vemos que hay oportunidad de tomar el poder! —exclama, casi gritando, la anciana.

    —Lo tomaremos en cuenta. Por ahora, lo que necesito son los zapatos —recuerda él.

    —Claro —se levanta del cofre y lo abre, saca un par de botas de cuero negro —. Estas fueron mis botas durante esa lucha, tal vez no lo parezca, pero, hace veinte años yo era grande, puede que mas grande y fuerte que tú. Me encogí tanto que ya no puedo usarlas, pero a ti deberían quedarte bien —les da una última mirada antes de que el joven las tome —. No lo aparentan, pero son fuertes, tienen una placa de acero en la parte superior y en medio de la suela hay otra.


    Magnus se quita las botas que trae y se pone las que le dio la anciana, le quedan justas, pero son cómodas, tienen un material suave por dentro. Camina fácilmente con ellas, las placas no se sienten si no se intenta doblar uno de los zapatos.

    —Una cosa mas —saca, del mismo cofre, un par de guantes de cuero azul —. Si los miras bien, puedes apreciar que tienen placas de hierro pintadas en azul, cuesta verlas —golpea levemente una de las placas usando su larga uña, produciendo un sonido metálico —. También usa estos, les falta un poco de acción, tienen el mismo hechizo que las botas, por lo que no se hundirán si tocas la nieve.

    —Muchas gracias —Magnus los toma, se quita los guantes para nieve, se coloca los que le dio la mujer y luego se pone encima los de nieve —. ¿Cuánto le debo?

    —Tontito, son un obsequio, úsalos, derroten a los Generales Negros, preparen un ataque al castillo y promete que cuando todo termine vendrán a dar las buenas nuevas —pide la anciana al borde de derramar lágrimas por la emoción —. Una pregunta, joven, ¿eres un Tempus? Lo pregunto por tu piel casi rosa.

    —No lo soy, soy de otro lugar, pero mis compañeros son de este país —explica sonriendo.

    —Irónico que un extranjero luche cuando otros nos rendimos —se reclama la anciana.

    —¿Puedo dar un vistazo a ver que mas tiene aquí? —solicita el chico con curiosidad de ver qué tesoros encuentra en ese lugar.

    —Claro, pero tendrás que pagarlos —comenta la mujer cerrando el cofre.


    Magnus regresa a la posada, se quita el látigo y lo devuelve a su mochila, donde lo guarda normalmente, pero con la llegada de los soldados lo quería tener a mano para usarlo en caso de emergencias.


    Llegada la mañana, luego de entrenar y comer, abandonan la ciudad. El coche, y los alces, los esperan en la entrada del sur, donde Cometa custodia el mismo para asegurarse que sean los dueños quienes lo tomen. Acomodan las cajas llenas de provisiones en el fondo, al lado de los sacos conteniendo el alimento de las bestias que llevan en el carro. Guardan, en los cajones, las mochilas y armas. Colocan la rampa en el suelo de la carreta y cubren todo con pieles que compraron en la ciudad. Remiel corretea alrededor del vehículo, demostrando lo feliz que está por no tener que volver a estar saltando en la nieve todo el tiempo, para no hundirse.


    Aprovechando que en la estructura de metal hay ganchos en la parte superior, Magnus cuelga el segundo objeto que tomó de la base. El primero fue la Orbe Artificial Beta, el látigo que usaba Horia, el otro es el casco rojo que no se puso la general durante el combate. El cual tiene un diseño similar a un cráneo con colmillos.

    —¿Por qué guindas esa cosa ahí? —reclama Cereza sintiendo escalofríos al ver el casco.

    —Es un trofeo, un símbolo —explica él orgulloso.

    —¿Quieres conseguir los cuatro cascos de los Generales Negros? —cuestiona Opal.

    —Correcto, si los otros tres tienen diseños distintos será una colección estupenda —explica él sonando entusiasmado.

    —Lo supuse —añade la de piel roja sonriendo—. Es tan propio de ti hacer eso, creo que coleccionarías las Orbes Elementales de poder hacerlo, ¿cierto?

    —Pues claro, las exhibiría en mi habitación cuando logre volver a casa, pero no me los puedo llevar, en cambio, los cascos no son importantes para este mundo —hace ver él mirando el casco con detenimiento. «Espero en serio sean diseños distintos, o acabaré con cuatro cascos iguales de distinto color» —. Bueno, vamos al este, llegaremos en pocas horas al bosque... ¿Cómo se llama el bosque más cercano?

    —Deja reviso —dice la Tempus sacando uno de los mapas del cajón, lo analiza y piensa en lo veloces que son los alces de dos cuernos —. Estamos a unas horas del bosque del Topo y a poco mas de un día del bosque de las Águilas, yo digo que vayamos directo al bosque de las Águilas, y de ahí a montaña Plana son unos dos o tres días de viaje.

    —Si nadie se opone, haremos eso —propone él, espera a ver si alguien más quiere decir algo o dar alguna sugerencia —. En ese caso iremos a ver águilas —asegura al ver que nadie toma la palabra.


    El humano va hacia el puesto del conductor, toma las riendas de ambos alces, las jala ligeramente tres veces, lo cual es la señal para que comiencen a andar. La velocidad de las bestias es mucho mayor de lo esperado por él, van tan rápido que le es difícil ver el camino en frente. Remiel se sienta al lado del chico para sentir la fresca brisa en su rostro, saca su lengua, la cual se mueve con el aire.


    Luego de unos minutos, el de cabello negro se be obligado a detener el trineo. Entra al carro y se sienta al lado de la híbrida.

    —Hace demasiado frío —confiesa tembloroso, se abraza con fuerza a Opal para intentar recobrar su calor corporal —. No serviré como conductor, perdón.

    —Me tocará a mí, supongo —suspira Cereza con el ceño fruncido —. Pero no te le pegues tanto a Opal o no lo haré —los separa al no soportar verlos tan juntos.


    Cereza pasa al puesto del conductor, aunque sabe como dirigir un trineo, casi no tiene experiencia en hacerlo, ya que su padre nunca le confiaba ni el trineo ni las riendas del mamut blanco. Comienza lento, para acostumbrarse al movimiento, luego de unos minutos da la señal para que los cérvidos aceleren. La velocidad a la que avanzan le resulta adictiva, la nube de nieve que levanta el trineo al avanzar los hace casi invisibles desde lejos. Por un momento se pregunta la razón por la que su padre no se consiguió algunos alces para jalar el viejo trineo, pero luego recuerda que él solía decir que entre menos se resalte es menos probable ser detectado por los soldados.




    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Opal
    Apodo: -
    Profesión: Aprendiz de Adivina
    Edad: 21 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus/Magnarus
    País de Origen: País Helado (Templo de Destino)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Magia
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    Lugares:
    Ciudades del Sureste: Ciudades protegidas por los soldados. Donde los Tempus de la nobleza tienen su hogar. Son constituidas por: Estrella, Arpa, Hogar, Hogar, Ciudad Bidente y Villa Lago Fluorescente. Se localizan al este de la montaña de las Arañas y al sur del río de las Almas Perdidas.
    Hechizos:
    Reparar: Reconstruye algo al estado que tenía con anterioridad. El tamaño del objeto a reconstruir y el tiempo anterior al que se quiere llevar el objeto varía dependiendo del poder del mago.
    Levitar: Hace flotar un objeto, además lo moviliza dependiendo de la voluntad del mago que ejecutó el hechizo. El tamaño del objeto y qué tan lejos se puede llevar dependen del poder del mago.
    Lavar: Produce agua jabonosa a presión desde la mano del mago. La cantidad de agua producida y la presión de la misma depende del poder del mago.

    Otros:
    Decreto de Comercio XII: Todo asentamiento civil debe proveer a los soldados todo lo que necesiten, a cambio del precio de costo. Si alguien se niega a cumplirlo será ejecutado de inmediato y todos sus bienes serán confiscados.
     
    Última edición: 9 Noviembre 2018
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  17. Threadmarks: Capítulo 17. El Pecado de Opal
     
    Dark RS

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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Aventura
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    103
     
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    Capítulo 17. El Pecado de Opal




    Pasa día y medio de viaje, llegan al bosque de las Águilas, donde, opuesto a lo esperado, no encuentran una sola ave. En este bosque predominan dos tipos de árboles: el árbol blanco, cuyo tronco es blanco y las hojas presentan diversas tonalidades verde oscuro, el otro es el árbol café, de madera café oscuro, con hojas amarillas en algunos, y azul oscuro en otros. No es un bosque muy frondoso, pero si es tan amplio como la tercera parte del tamaño total de la Ciudad Comercial de Dos Ríos. Hay pasto color blanco por todas partes, que resulta ser la planta más común del País Helado. Varios arbustos frutales son la fuente de alimentación de la mayoría de los animales que habitan en el área.


    Cereza y los demás recogen algunas bayas de los arbustos para aumentar sus provisiones. Remiel junta frutas caídas, las va amontonando cerca del Coloso. Un ave blanca, con pocas plumas negras en el rostro, dando la apariencia de estar usando máscara, comienza a robarse algunas de las frutas sin que el lobo, ni nadie más, se dé cuenta. Remiel no logra explicarse cómo es que nunca aumenta la cantidad de comida que recoge. Luego de dejar descansar unas horas a los alces, continúan el viaje.


    Transcurridos otros seis días, deteniéndose solo para comer, dormir y entrenar, finalmente arriban a las faldas de la montaña Plana. En la cima se aprecia un bosque, más que nada conformado por árboles de hojas tan blancas y puras como la nieve recién caída. Cada cien metros, rodeando la montaña, hay letreros que advierten sobre la presencia de troles de hielo en el área. Estacionan el Coloso detrás de una colina, asegurándose de que no sea visible desde la montaña, esto con el fin de evitar llamar la atención de las funestas criaturas que habitan el sitio.


    Magnus investiga la situación de la cueva donde se supone está el Orbe de Fuego. Pero llegando a la misma, ve a un grupo de seis troles arrastrando el cuerpo sin vida de un mamut blanco. Otros tres salen de la cueva a ayudarlos. La abertura es tan grande que el cuerpo del mastodonte entra sin problemas.

    —Ve y revisa —pide el humano al espectro.

    —Hay demasiados, amo —informa el espectro luego de unos minutos. Se vuelve visible.

    —¿Qué tantos? —interroga sin perder de vista a los troles que patrullan la entrada a la guarida.

    —Ciento dos adultos, quince jóvenes, además de uno de casi cuatro metros de altura que se encuentra justo en el fondo de la cueva, presumimos se trata del líder —desaparece y reaparece al lado derecho del chico —. Hay desviaciones y caminos sin salida por todas partes, parece un laberinto.

    —¿Viste el Orbe?

    —Sí, vimos algo que coincide con la descripción, una esfera en llamas amontonada con otro montón de objetos, es caliente, pero al líder no parece molestarle —informa antes de desaparecer.


    El humano regresa a la caravana, encuentra a Cereza entrenando con el Orbe de Agua, convertido en un bastón de dos metros de largo. El lobo ladra al verlo venir, corre a recibirlo.

    —No hagas ruido, Remiel —pide el de cabello negro, acariciando la cabeza del can.

    —¿Qué tal luce? —cuestiona la Tempus bajando el bastón.

    —Horrible, necesitamos un buen plan para entrar y tomar el orbe —suspira al sentir que está en un callejón sin salida —. Por ahora alejémonos un poco de la montaña, esas cosas son nocturnas y hay demasiadas.


    Para la noche, conversan dentro del Coloso mientras cenan. Como es habitual, la comida es apenas tolerable para el chico; extraña enormemente la comida caliente de su mundo.

    —¿Ef tam impotante coseguif la Ofbe de Fuego? —cuestiona Cereza con la boca llena.

    —Traga y luego hablas —reclama Magnus —. Aun sin tener a alguien que la pueda transformar, que sea de fuego nos daría una enorme ventaja contra los Tempus, el calor de esta los afectaría mucho.

    —¿Cómo lo usarías? —pregunta Opal curiosa.

    —La ataría al Orbe Artificial para golpear con esta —explica él imaginándolo.

    —Oh, y como puedes alargarlo y retraerlo lo usarías como una bola con cadena —añade la de piel roja entusiasmada por la notoria emoción del chico —. Las quemaduras duelen por más tiempo que los cortes, también ahuyentaría a los menos comprometidos con el ejército, derretirías edificaciones de hielo sin usar magia.

    —Lo sé, es genial de solo imaginarlo —añade él —. Eso sin mencionar los usos que se le puedan dar que aún no he descubierto.

    —Pareces muy entusiasmado —comenta la de piel celeste un poco perdida en la conversación, no le parece que sea tan asombroso el Orbe de Fuego si no son capaces de cambiarle la forma.


    Para la mitad de la noche, todos duermen, por excepción de Opal, que siente un hormigueo en su intimidad. Usa su mano derecha para satisfacerse mientras ve el rostro de Magnus, se muerde el labio inferior para no dejar escapar un gemido, aumenta el ritmo y la intensidad conforme se acerca al orgasmo. Antes de acabar, se le ocurre una idea que nace de su lujuria.

    Dormir, Dormir, Dormir —usa el hechizo una vez en cada uno de sus acompañantes, incluso en el lobo, solo para prevenir que no vaya a despertarse e interrumpir.


    Al dormirlos con magia, se asegura de que no despierten, casi sin importar lo que les suceda. Hasta donde Opal sabe, alguien bajo el efecto del hechizo Dormir solo puede despertar si sufre de un dolor extremo o si se comienza a ahogar por la falta de aire. Caso contrario, dormirán profundamente por otras cuatro horas.


    La de cabello dorado se sube las túnicas y se quita la ropa interior. Baja el pantalón del chico, traga saliva nerviosa, en su interior sabe que lo que hace está mal, pero su deseo la obliga a continuar. Acto seguido, baja el pantaloncillo de lana que Magnus usa como ropa interior, dejando al descubierto su miembro. Es la primera vez que lo ve tan de cerca, lo encuentra más pequeño que cuando se lo vio aquella ocasión en que le prestó la bañera de su habitación, allá en el Templo Destino. Le acaricia la punta torpemente con los dedos, se sorprende al ver que eso lo hace crecer hasta quedar enorme, grueso y caliente. «¿Qué estoy haciendo?», se pregunta apartando la mano, «me dejó muy en claro que no engañará a sus novias». No es capaz de apartar la mirada de los genitales de Magnus, se siente excitada de solo ver el miembro erecto. «Si no hay penetración, no es engaño...»


    Se coloca sobre la cintura del inconsciente chico, frota su vagina contra el duro y cálido miembro, él no realiza ningún movimiento o sonido. Ella fantasea que él despierta y la penetra con salvajismo. Continúa su acto durante algunos minutos hasta que tiene un largo y placentero orgasmo, esta vez no se molesta en acallar sus gemidos, los cuales son muy ruidosos y eróticos.


    Se termina de quitar las túnicas, sube la camiseta y abrigo del humano para verle el torso desnudo. La musculatura marcada la excita todavía más. Le comienza a besar el abdomen, luego se lo lame lentamente, saboreando el sabor masculino de su cuerpo.

    —Perdona —le susurra al oído —. Espero no me odies.


    Comienza a frotar nuevamente su entrepierna. El calor del miembro de Magnus es tal que incluso a ella le resulta elevado. Ese calor la hace sentirse extasiada, y la dureza del miembro contra su vagina es embriagante. Se apoya contra el pecho de él, aumenta la intensidad de sus frotaciones. Toma con firmeza el abrigo del de cabello negro al mismo tiempo que alcanza el clímax, pero no se detiene, continúa unos minutos más hasta que tiene un tercer orgasmo.


    Agotada se deja caer sobre el cuerpo del chico, le besa tiernamente el pecho varias veces. Nota que a Magnus no se le ha pasado la erección a pesar de el largo tiempo que lleva frotándose contra este. Usa su mano para masturbarlo, luego de unos de minutos sale un líquido espeso color blancuzco de la punta del miembro, el cual se derrama sobre la mano de ella y el abdomen de él. Se mira la mano llena de esa viscosa sustancia. «Con que esto es semen, es la primera vez que lo veo. Es caliente y tiene un olor fuerte». Se lo frota dentro de su propia intimidad.


    Terminado su frenesí, Opal se comienza a sentir culpable. Prácticamente abusó de Magnus, y si él se entera se enojará tanto que jamás volverá a confiar en ella, puede que incluso le pida que deje el grupo y regrese al templo.


    Está convencida que él lo sabrá. Aunque limpió tanto como pudo, y vio como una bendición que él se rasure allí abajo y no haya quedado vello pegajoso, sabe que se él terminará enterando de alguna forma.


    Comienza a pensar en qué puede hacer para contentarlo y que no le tome mucha importancia a lo que hizo, piensa que quizás Magnus no lo crea tan grave al no haber habido penetración. Se toma la cabeza, se siente mareada, intenta pensar en algo especial, algo que le haga ganar su perdón. De un instante a otro se le ocurre, lo que ella cree será, la solución perfecta.


    El humano en verdad quiere poner sus manos sobre el Orbe de Fuego, si lo consigue para él, y además confiesa que es sobrina de la General Blanco Fortaleza, la anterior guardiana del Orbe de Fuego, y que es muy posible que le pueda cambiar de forma, conseguirá que se ponga muy feliz y no se enfade, incluso que no se dé cuenta en lo absoluto.


    Llega la mañana, Magnus despierta más tarde de lo acostumbrado, no es para nada común que no se despierte antes del amanecer para poder entrenar, y esa es su primer señal de que algo no anda bien. Nota que Opal no se encuentra cerca, se asoma afuera, pero tampoco la ve por ninguna parte.

    —¿Dónde está Opal? —cuestiona el humano sintiéndose desorientado.

    —La híbrida salió hacia la cueva a recuperar el Orbe de Fuego —informa el espectro apareciendo sobre el lobo, del tamaño de un ratón.

    —¡¿Qué?! —cuestiona sorprendido — ¡¿Por qué?!


    Ghoul explica al humano lo que la maga le hizo durante la noche, con lujo de detalle por alguna razón. El sentimiento de traición no se hace esperar, pero es opacado por la preocupación por el bienestar de la chica de piel roja. Decide que pensará qué hacer sobre ese incidente hasta que traiga de vuelta a Opal.

    —¿Hace cuánto salió?

    —En siete minutos se cumplirán dos horas —dice desapareciendo.

    —¡Cereza, Remiel! —grita él poniéndose otro abrigo.

    —¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién? —cuestiona la Tempus despertando de golpe. Remiel bosteza y se pregunta si lo llamaron para darle de comer.

    —¡Opal se fue sola a enfrentar a los troles! —exclama el humano mostrando preocupación.

    —¿Por qué?

    —¡Yo que sé, solo apúrense y vamos!


    Parten de inmediato hacia la cueva, a pie para evitar hacer ruido, les toma casi media hora llegar al lugar donde se encuentra la entrada. El cadáver de dos troles, completamente carbonizados, yacen en el suelo, una clara señal de que Opal los atacó para poder entrar a la guarida.


    Entran, conforme se adentran, encuentran cada vez más y más señales de quemaduras en las paredes de roca. Cereza se siente asustada, irrumpir sin un plan en una guarida tan poblada por troles de hielo no es algo que quisiera hacer, nunca. El espectro los guía por caminos donde no hay troles, al menos no despiertos. La chica no pregunta cómo es que el humano sabe por dónde deben ir, se limita a seguirlo, solo espera que esa fe ciega en el instinto de Magnus no le cueste caro.


    Luego de unos quince minutos, en un espacio amplio que apesta a podredumbre, encuentran cuerpos colgados, además de mucha sangre en el suelo, en su mayoría de tonalidad rojiza o azul. Los cuerpos pertenecen a varios cientos de animales, y un par de Tempus. Aunque desean desesperadamente no encontrarla en este sitio, el calor que se siente en el ambiente es inconfundible.

    —¡NO! —grita desesperada Cereza, cayendo de rodillas casi de inmediato, comienza a llorar observando un lugar específico.


    Magnus voltea hacia donde mira la chica, es entonces que lo encuentra, el cuerpo desnudo de Opal colgando de cabeza de cadenas oxidadas. Tiene abierto desde el abdomen hasta la base del cuello, le sacaron todos los órganos, solo exhibe la carne y los huesos, como si se tratara de una res colgada. Bajo el cadáver hay un gran charco de sangre rojo hirviendo. No hay rastros de dónde pueda encontrarse su cabeza.

    —¡No, Opal...! —el llanto de Cereza es muy ruidoso, tanto que llama la atención de los troles que se encuentran cerca.


    Remiel baja la cabeza y orejas a la vez que derrama lágrimas por la pérdida de su amiga. Aúlla amargamente produciendo eco por toda la cueva.


    La mente del de cabello negro se pone en blanco. La tristeza e ira son remplazados, repentinamente, por una absoluta calma y una expresión neutra. Chispas comienzan a surgir de su cuerpo, sus ojos se vuelven completamente dorados, cual soles.


    Ghoul reconoce las señales de lo que le ocurre a su amo. El Ángel de Rayo, fue el nombre con el que Elfina, la primer novia de Magnus, bautizó esa técnica, una que Magnus es incapaz de controlar.

    —¡Saca a Cereza de aquí! —ordena el espectro a Remiel, haciéndose visible solo para él.


    El lobo se sorprende ante la repentina aparición, le ladra un par de veces hasta que nota un brillo dorado que cubre el cuerpo de Magnus. Su instinto le dice que es peligroso, que debe huir. Se transforma, agarra a Cereza del abrigo y sin darle oportunidad de reaccionar la arroja sobre su lomo y arranca a correr con todas sus fuerzas. Pasan al lado de algunos troles de hielo, pero van tan rápido que no les da oportunidad de perseguirlos.

    —¡¿Qué te pasa?! —reclama la chica agarrándose con fuerza del pelaje del can para evitar caerse.


    Energía elemental de rayo cubre por completo el cuerpo del humano, volviéndolo una silueta dorada. Un par de alas crecen desde su espalda, al principio son poco claras pero, conforme pasan los segundos, se oscurecen y deforman al punto de parecer doradas alas de ave. Abre la boca, ruidos similares a truenos salen de su interior, como si se trataran de rugidos eléctricos.

    —Esa es nuestra salida —dice el espectro resignado a tener que retirarse —. Ni siquiera nosotros sobreviviríamos a esto —susurra a la vez que avanza hacia la pared, desaparece antes de atravesarla.


    Una vez en el exterior, el lobo continúa corriendo, ni estando afuera se siente a salvo. Gritos de dolor provenientes de troles de hielo comienzan a interrumpir el silencio de la mañana. Una potente luz, amarilla y caliente, es emitida desde el interior de la cueva, .

    —¡Detente! —pide la chica al lobo — ¡Magnus sigue adentro, tenemos que volver por él!


    Luego de pocos minutos, solo un trol permanece con vida en toda la madriguera, el líder. Este trol de hielo usa una pechera de metal, una falda de cuero estilo gladiador, placas de metal atadas, con cadenas, alrededor de sus gruesos brazos y un cinturón de huesos sobre la falda que producen ruido cuando avanza.


    El trol intenta golpear, usando un garrote de madera, al intruso, pero los ataques rebotan en la cubierta dorada de este. Magnus levanta la mano con lentitud, apuntándola hacia el enorme ser, una filosa espada de rayo se forma en un instante, con la mano de Magnus como empuñadura. Esta arma elemental atraviesa el costado del líder con tal facilidad que cualquiera pensaría que el trol está hecho de humo.


    El humano abre la boca emitiendo cientos de chispas. El arma elemental estalla en el interior del ser, produciendo que este se esparza en piezas por todo el lugar.


    El humano acumula aún más energía elemental de rayo, la montaña comienza a temblar ante el poder destructivo, que crece con cada minuto que transcurre.



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    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Opal
    Apodo: -
    Profesión: Aprendiz de Adivina
    Edad: 21 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus/Magnarus
    País de Origen: País Helado (Templo de Destino)
    Armas: -
    Estilo de Lucha: Magia
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    Bestiario:
    Ave Ladrona: Ave de plumaje blanco con algunas plumas negras alrededor de los ojos. Les gusta robar la comida de otros cuando se encuentran distraídos.
    Vegetación/Alimentos:
    Árbol Blanco: De tronco blanco y hojas verdes.
    Árbol Café: De tronco café y hojas amarillas o azules.
    Pasto Blanco: Hierba más común del País Helado, de poco valor nutritivo.
    Lugares:
    Bosque de las Águilas: Bosque que debe su nombre a que hace cientos de años había un enorme árbol que llegaba hasta las nubes y que en sus ramas vivían decenas de águilas. El árbol desapareció hace mucho tiempo y no queda el más mínimo rastro de su existencia.
    Montaña Plana: Montaña al noreste del País Helado, donde un grupo numeroso de troles de hielo tienen su hogar.

    Otros:
    General Blanco Fortaleza: Una de los Seis Generales Blancos que derrocaron al rey anterior. Alguna vez fue la guardiana del Orbe de Fuego.
    El Ángel de Rayo: Técnica en la cual Magnus ingresa en un estado de inconsciencia durante el cual su cuerpo se rodea de energía elemental de rayo. Ataca sin importar quitar vidas o la destrucción que cause a su alrededor. Durante este estado es completamente invulnerable a toda clase de daños físicos y mágicos, y su energía es ilimitada.
     
    Última edición: 9 Noviembre 2018
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  18. Threadmarks: Capítulo 18. Regreso al Templo de Destino
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    20 Marzo 2012
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    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2309

    Capítulo 18. Regreso al Templo de Destino




    La montaña Plana tiembla de tal forma que los animales, en el bosque localizado en su cima, comienzan a descender para salvarse. La guarida de los troles de hielo se comienza a caer, varios de los caminos se derrumban, algunas paredes se comienzan a fisurar.


    Una esfera de energía, color rojo brillante, sale de entre una pila de cabezas y cráneos que están apilados en un rincón. La misma entra en el cuerpo del chico, haciendo que toda su energía elemental de rayo estalle de golpe, calcinando casi en su totalidad la cueva. Uno de los ojos del chico, el izquierdo, permanece dorado, mientras que el otro se torna de un rojo intenso.

    —Esta no era la despedida que planeaba —dice el chico, con la voz de Opal —. Supongo no puedes escucharme, puedo sentir que no estás consciente de lo que sucede.


    El ojo amarillo comienza a volver a la normalidad hasta que se cierra. Se acaricia el rostro con la mano derecha. Lágrimas rojas caen del ojo aún abierto.

    —Te preguntarás por qué te detuve... Vi que perdías el control e ibas a destruir la montaña, si te caía encima no sobrevivirías, tienes que vivir para buscar la forma de volver a casa... con ellas... sé que no disculpa lo que hice, pero... espero puedas... perdonarme alguna vez... —el rojo en el ojo comienza a desaparecer —. Me parece llegué... al limite… soporta mi alma consciente... desde ahora mi alma... será parte de ti...



    Cae de rodillas, pierde fuerzas al punto de no poder ni mover un dedo, el ojo derecho casi ha regresado a la normalidad.

    —Te quie... —antes de poder terminar la frase cierra el ojo y cae al suelo.


    Ghoul aparece ante el cuerpo inconsciente del humano. Lo observa con su par de ojos blancos dentro de la oscura capucha negra. Pasados algunos minutos, en los que no se confiaba que la amenaza en verdad hubiera menguado, se acerca a su amo, con mucha lentitud.

    —Fue una razón pobre para que sacrificara su alma —comenta el espectro, confuso sobre la razón por la que Opal usó lo último de su estado consciente, como alma, para detener a Magnus —. En ese estado, a pesar de su descontrol, si la montaña le hubiera caído encima, simplemente habría sido evaporada en un instante, el Ángel de Rayo es demasiado poderoso como para que algo tan simple como una montaña logre lastimarlo —se queda en silencio mientras escanea y estudia la energía del chico —. Vemos que no solo lo calmó, le legó habilidades que le serán muy útiles. Tal vez no fue un desperdicio total, cualquier cosa que haga al amo más poderoso es bienvenida.


    Magnus abre los ojos lentamente. La cabeza le duele y da vueltas, no tiene idea de lo que ocurrió. Lo último que recuerda es que estaba ante el cadáver de Opal, y ahora se encuentra en otro lugar, donde cuerpos calcinados y desmembrados de troles yacen por doquier. Las paredes, suelo y techo están completamente negras. Se sienta, intentando darle sentido a lo que ocurrió.

    —Despertó antes de lo que calculamos, amo, nos da gusto —comenta el espectro acercándose.

    —¿Qué sucedió? —cuestiona sosteniéndose la cabeza.

    —El Ángel de Rayo sucedió —informa entrecerrando los ojos.

    —¡¿Cereza está bien?! ¡¿Remiel?! —cuestiona, aterrado por lo cerca que estaban sus compañeros cuando perdió el control —. Por favor, dime que están bien.

    —Lo están, amo. El lobo se llevó a la Tempus al exterior, los seguí un rato hasta que calculamos estarían a salvo, y regresamos en cuanto el Ángel de Rayo terminó —se desvanece.

    —No siento frío… —se dice notando que es la primera vez que se siente así, como si no le afectara el ambiente en lo absoluto.

    —El alma de la híbrida está en su cuerpo, usó su última fuerza en este mundo para que se tranquilizara, como efecto secundario, acabó pasándole algunas características, como lo es su temperatura corporal, quizás también algo de magia o energía elemental de fuego —hace saber Ghoul sin hacerse visible.

    —Opal… —cierra los ojos, «gracias... Perdona, no pude llegar a tiempo».


    Cereza regresa a la entrada de la cueva, manejando el Coloso. Remiel viene oculto en la carreta, cubierto por varias pieles, ocultándose. Magnus se encuentra sentado afuera, abraza algo redondo que está envuelto con su abrigo. La Tempus se baja del vehículo y corre a revisar al chico.

    —¿Estás bien? —cuestiona preocupada.

    —Sí —responde en voz baja —. Mas importante, tomaré algunas pieles.

    —¿Para qué las necesitas?

    —Llevaremos a Opal al Templo de Destino —suspira levantándose.


    El humano envuelve el cuerpo de la híbrida usando tres pieles blancas. La chica de piel azul no tuvo el coraje de ayudarlo, le asusta volver a ver el cadáver de Opal.


    Durante todo el camino hacia el templo, el humano ha permanecido en total silencio, observando las pieles blancas que cubren el cuerpo de la híbrida, casi no ha probado bocado o dormido, incluso ha descuidado sus entrenamientos. Para el séptimo día, el Coloso es detenido por un grupo de soldados que cobra impuestos a los comerciantes que pasan por ese sitio, o es lo que afirman hacer, ya que se dedican a tomar todas las provisiones de los viajeros y enviarlas a la Base Roja.


    Cereza siente mucho miedo, un grupo de al menos cien soldados están rodeando el carro, en su mayoría cargan lanzas. Al juzgar por sus armaduras blancas, todos parecen ser soldados comunes.

    —En nombre del gran rey Delto, se les ordena entregar su carga —ordena un Tempus, acercándose a la joven que conduce el enorme vehículo.

    —Yo… este… —Cereza traga saliva nerviosa, no sabe qué hacer o decir.

    —Baje de inmediato —pide el de armadura con firmeza.

    —Voy… —se baja aterrada, hay demasiados soldados a su alrededor.

    —¿Hay alguien más? —cuestiona el hombre apuntando su lanza hacia el cuello de la chica.

    —Eh… ah… Ma… —las palabras no le salen, tiene demasiado miedo.

    —Oigan —llama Magnus la atención de los soldados —. Si quieren meterse con alguien, háganlo conmigo, llevo días queriendo desquitarme con alguien.


    Sin darles oportunidad de reaccionar, el humano saca, de entre su ropa, el Orbe Artificial Beta, el cual se alarga hasta llegar a los diez metros de longitud, también se ensancha hasta llegar a los quince centímetros de grosor. El arma comienza a moverse cual serpiente en la nieve, derriba soldados con tal facilidad que hace cuestionarse sobre el talento de los mismos para el combate.

    —Créanme cuando les digo que esperaba mucho más de ustedes —dice el chico decepcionado de lo poco hábiles que son los de armadura —. Los terminaré de una vez.


    El látigo comienza a girar a gran velocidad, formando un torbellino de nieve que se traga a los soldados. Luego de unos segundos se detiene, dejando al descubierto a los Tempus enemigos enterrados en la nieve, todos vivos, pero incapaces de moverse.

    —Bravo —felicita una voz femenina.


    El humano voltea a mirar en la dirección de la que provino la voz. Ante él, se encuentra una Tempus de armadura dorada, de primera vista se nota está en sus treintas. La coraza la hace ver mas musculosa de lo que en realidad es. De cabello negro corto, ojos cafés, nariz pequeña y piel azul oscuro. Muestra una perfecta pose militar, con las manos en la espalda. En su cintura trae un par de espadas.

    —Vaya, pero si es alguien que me puede entretener un rato —comenta el humano, suponiendo que el color de la armadura significa que es alguien de alto rango y muy fuerte.

    —Soy la comandante Papaya, líder de la quinta división de asalto de la General Negro Horia —se presenta la mujer bajando los brazos.

    —Bueno, comandante Papaya —«no debo reírme de su nombre, no es su culpa», piensa respirando profundamente para aguantar la risa —, yo soy asistente de la nueva General Blanco Cereza Cortes, quien acabará con el reinado de Delto y sus Generales Negros —presenta el joven señalando a su compañera de viaje.

    —¿Yo qué? —cuestiona sorprendida la joven Tempus. «Te juro que si sigues diciendo que soy la líder de este grupo, te mataré mientras duermes.»

    —Con que hay nuevos Generales Blancos —se burla la comandante sacando una de las espadas de su funda —. Probemos la fuerza de esta supuesta nueva General Blanco.


    Magnus observa el arma que empuña la de armadura dorada. Le parece que es algo extraña, como si no fuera una espada común: la empuñadura está atornillada y la hoja está hecha de un material parecido al del látigo, pero en color gris. Recuerda lo que había dicho Higo, que desde los de armadura plateada hacia arriba, les dan Orbes Artificiales, y como dorado es mayor que plateado, o al menos así debería ser, supone que esa espada, si no es que ambas, son orbes artificiales.

    —No se confunda —la corrige Magnus sonriendo —, usted es muy poca cosa para enfrentar a la gran Cereza, por eso seré el que la enfrente.

    —¿Me insultas acaso? —Papaya se siente ofendida por el comentario recibido —. Te mostraré quien es poca cosa.


    El Orbe Artificial Beta se encoge hasta quedar de un metro de largo y un centímetro de ancho. Ambos se miran, esperando que el otro dé el primer paso. Luego de casi dos minutos, la comandante, al igual que Cereza, se impacienta. Corre hacia el chico que la insultó, tomando con ambas manos su arma. Magnus esquiva, haciéndose hacia el lado, algo que salvó su vida, ya que la hoja aumenta su largo.


    De inmediato usa el látigo para atrapar el tobillo izquierdo de la mujer, para acto seguido hacerla caer de espaldas. Se ve obligado a apartarse, para evitar la espada de la comandante, que ella usa para alejarlo antes de darle la oportunidad de atacarla mientras está abajo.

    —¡Es un insulto usar el látigo de la General Horia! —exclama indignada la mujer.

    —Lo tengo en la mano desde hace rato, no veo el caso de quejarse hasta ahora —reclama él, golpeando el brazo de la mujer con la orbe artificial.

    —Admito que duele —confiesa la mujer, poniéndose en pie —. No soporto ver el látigo de la general en manos de cualquiera, por eso debo devolvérselo, junto con sus cabezas —amenaza al mismo tiempo que saca la segunda espada, la cual es idéntica a la primera.


    Oírla decir “cabezas” le recordó que el cuerpo sin vida de Opal yace en el interior de la carreta. Haber comenzado a luchar hizo que se le olvidara, pero ahora que lo recordó no está de ánimos para alargar más el enfrentamiento.


    El chico arroja el látigo al aire, la comandante lo observa subir, luego baja la mirada, justo a tiempo, para ver una daga que se dirige hacia su persona. Usa la espada en su mano derecha para desviarla, para cuando cree estar a salvo, se da cuenta que el chico se encuentra a su lado. Magnus la agarra de los brazos, impidiendo que use sus armas, la mujer intenta librarse, pero él tiene más fuerza que ella. Alarga las espadas para atravesar al joven de piel rosa, pero este le dobla los brazos para que las armas pasen de largo.


    Él la empuja con fuerza para luego patearla en el costado. La placa en la bota hace que la armadura se abolle. Magnus salta hasta llegar a los dos metros de altura y cae con fuerza sobre los brazos de la comandante, hundiendo la armadura y quebrándole los huesos del antebrazo.


    Cinco soldados logran levantarse, empuñan espadas, corren hacia el humano para atacarlo mientras está desprevenido. De la carreta sale Remiel, en su forma grande, y comienza a perseguir a los de armadura, quienes huyen despavoridos ante el tamaño de la bestia. Un sexto soldado intenta alcanzar su lanza, pero Cereza lo golpea usando el Orbe de Agua, convertido en una cuchara de un metro de longitud, produciendo que pierda la conciencia por el golpe.

    —Dile a la General Negro Horia, que si siguen atacando a los viajeros la apalearemos nuevamente, y esta vez no tendremos piedad —amenaza el humano con seriedad —. Y me quedo tus orbes artificiales como recuerdo de lo patética que fue esta lucha.


    Levanta las espadas que Papaya tiró cuando sus brazos fueron lesionados, las reduce hasta el máximo que es posible, lo cual es doce centímetros de largo y cinco de ancho. Se las guarda en un bolsillo interior de su gabardina. Recoge su daga y el látigo.


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    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbes Artificiales (Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Tomas & Jerry
    Género: Masculino & Femenino
    Raza: Alces de Dos Cuernos
    Armas: Cornamentas
    Estilo de Lucha: Embestida
    Especial:
    Alma: Esfera luminosa que contiene toda la información de un ser vivo: personalidad, conocimiento y habilidades. Su color depende de su afinidad elemental. Un alma puede mantener su consciencia durante varias horas, pero han habido casos donde un alma mantiene su personalidad durante varios años, al mantenerse durmiente. Si un alma es puesta dentro de un cuerpo, ese cuerpo adquiere algunas, en raras ocasiones todas, las habilidades del ser original al que perteneció el alma.
    Otros:
    Armadura Dorada: Armadura que utilizan los soldados que están justo por debajo, en rango, de los Generales Negros.
    Comandante: Segundo rango más alto en el ejército. Suelen haber de cuatro a cinco comandantes por cada General Negro.
     
    Última edición: 17 Noviembre 2018
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  19. Threadmarks: Capítulo 19. El Destino Impredecible
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    103
     
    Palabras:
    2135

    Capítulo 19. El Destino Impredecible




    Después de destruir las armas de los soldados, y tomar algunas de sus provisiones, regresan al Coloso y continúan el viaje hacia el templo. Luego de algunos días, que más dieron la impresión de ser meses, finalmente llegan al Templo de Destino, donde son recibidos por tres monjes. Magnus lleva cargando el cuerpo y cabeza de Opal, los coloca en el suelo del cuarto en el que los recibió la vez anterior la Suprema Sacerdotisa. Desde la última vez que estuvieron en este lugar no han habido casi cambios, lo único notorio es que hay velas nuevas.


    La Suprema Sacerdotisa entra a la habitación, camina pesadamente, trae el ojo visible rojizo, como si hubiera estado llorando. Avanza hasta estar frente a las pieles que envuelven el cadáver de la que una vez fue su preciosa aprendiz, a quien amó como si hubiera sido su propia nieta, aunque no se lo demostrara tanto como le hubiera gustado.


    Magnus se arrodilla ante la anciana, coloca las manos en el suelo y baja la cabeza hasta que su frente toca la alfombra amarilla. Le tiemblan los brazos.

    —Lo lamento, en serio lo lamento —confiesa él, soportando las ganas de llorar, incluso en un momento como este quiere parecer fuerte.


    Cereza se sorprende ante esta acción, comienza a sollozar, se limpia las lágrimas con las mangas del abrigo, pero estas no dejan de brotar. El lobo baja la cabeza, no se atreve a mirar el bulto donde yace la que una vez fue su amiga. La Suprema Sacerdotisa se apoya en una rodilla, coloca su mano derecha sobre las pieles que envuelven la cabeza de la híbrida, cierra el ojo. Se concentra.

    Visión —murmura para luego quedarse en silencio por unos minutos.


    Nadie se atreve a decir nada, el chico no intenta levantarse o moverse en lo absoluto. Uva comienza a llorar, abre su dorado ojo, bajando la mirada, como si acabara de descubrir algo terrible.

    —Oh, mi dulce Opal, de haberlo sabido... —murmura sintiéndose culpable. Se pone en pie —. ¿Opal alguna vez les dijo que su muerte había sido adivinada?

    —No —niega Cereza sorprendida.

    —Le dije que moriría —confiesa la anciana —. Le dije que era imposible cambiar el destino, que si se iba de aquí terminaría teniendo una horrible muerte.

    —Y la tuvo... por mi culpa —declara el chico sin levantarse.

    —Eso aparenta, pero su muerte no coincide con mi predicción —suspira pesadamente —. Debía morir a manos de soldados, en la Base Roja, pero, usando el hechizo Visión, que me permite ver fragmentos de la vida de los que ya no están con nosotros, pude constatar que Opal sobrevivió la incursión a la base, no solo eso, se supone moriría de forma cruel, con mucho dolor, pero sus últimos recuerdos me hacen ver que algo la atacó por la espalda y cegó su vida de un solo golpe, no sintió nada —se limpia las lágrimas con la túnica blanca.

    —¿Qué quiere decir eso? —cuestiona la Tempus joven, siente que el estómago se le revuelve.

    —El destino que puedo adivinar no toma en cuenta a los que están bajo la protección del Destructor, el Dios Oscuro —comienza a explicar Uva —. Significa que en el momento que salió de aquí, su destino cambió por completo, no estaba por su cuenta, siguió el camino de alguien que el Dios Destino no puede controlar, pudo vivir mucho tiempo de no haberle dicho que el destino es absoluto… Pudo ser feliz...

    —Le aseguro que fue feliz el tiempo que estuvo con nosotros —comenta el chico levantando la mirada hacia la anciana, una simple lágrima baja por su mejilla —. No fue su culpa que muriera, de eso también estoy seguro.

    —Tampoco fue tuya —informa la anciana, acariciando la cabeza del humano, es capaz de sentir el alma de Opal en su interior —. Murió por algo que ella, por su cuenta, quiso hacer, algo precipitado y peligroso.


    La Suprema Sacerdotisa sonríe levemente, el calor que irradia el joven extranjero es tan familiar que es casi como estar cerca de su aprendiz. Un calor que siempre le resultó insoportable, un calor del que siempre tuvo que protegerse, un calor que en este momento le quema la mano. Pero no la aparta, quiere grabarse esa sensación, jamás olvidar a su querida aprendiz. A esa dulce chica que quiso ver el mundo, quiso mejorar el país, que quiso amar a alguien. Su querida aprendiz, a quien crió desde niña y murió por confiar ciegamente en sus enseñanzas.

    —Ella te quiso mucho, te dejó su alma, creo lo sabes —comenta la anciana quitando la mano, se le formó una terrible quemadura en la palma. Podría sanarla con facilidad, pero no lo hace, ni lo hará, es la marca de su propio pecado.

    —Lo sé, su último regalo... Ya no siento más frío, no ocupo usar abrigos ni nada —añade él, suspirando con tristeza.

    —Tal vez no lo sabes, pero Opal era la sobrina de Piña Fortaleza —informa la Suprema Sacerdotisa.

    —¿La Aniquiladora? ¿La guardiana del Orbe de Fuego? —cuestiona Magnus incrédulo.

    —Sí, su familia tenía una alta resistencia al calor, por eso Piña podía blandir el orbe y por eso la madre de Opal fue capaz de relacionarse con un Magnarus —explica la anciana —. Es posible que puedas cambiarle la forma al Orbe de Fuego, de lo contrario, ya no existe nadie que lo pueda hacer.

    —¡Es asombroso! —añade Cereza, de forma animada, para cambiar el ánimo de todos —. Significa que gracias a Opal serás capaz de agregar un arma más para que pelees contra los Generales Negros.

    —Es verdad —murmura él sonriendo. «Gracias, Opal, no te decepcionaré».


    Ese día, pasan la noche en la habitación que usaba la de piel roja, cuando vivía en el templo. Todo está mucho más frío, ya que era caliente debido al calor corporal que irradiaba la híbrida. El nuevo calor de Magnus es un problema para Cereza, pero el espectro suele usar el hechizo Frío para que no le afecte, algo que ella no ha notado, ya que no se ha dado cuenta que la nueva temperatura corporal del chico la debería dañar.



    La Tempus duerme en la cama, el chico en el suelo sobre unas pieles grises. Remiel descansa en la bañera, que no ha tenido agua prácticamente desde el día en que Opal desocupó la habitación. Para el amanecer, el chico decide estrenar uno de los pocos hechizos que heredó del alma de la híbrida.

    —Veamos, creo que era; Invocación: Alce Ancestral —pero nada ocurre —. Quizás no pueda invocar algo que no sé dónde se encuentra. Si ese es el caso, Invocación: Zorro Gris.


    Un zorro de pelaje gris aparece frente al chico. El animal está confundido, apareció repentinamente en un lugar extraño. Cuando ve a Magnus, se le acerca y comienza a chillar.

    —Creo que te invoqué —le informa al zorro —. Necesito un favor, ¿puedes hacer algo por mí? —el pequeño animal asiente —. Intentaré mandarte de vuelta a tu madriguera y luego de nuevo aquí, lo que necesito es que me digas si en efecto llegas a tu hogar, ¿entendido? —el zorro asiente —. Bien, en ese caso, Denegación: Zorro Gris.


    El animal desaparece tan repentinamente como apareció. Luego, el humano repite el hechizo de invocación, trayéndole otra vez.

    —¿Llegaste a tu casa? —cuestiona el humano, esperando con ansias las respuesta. El zorro gris, de forma enérgica, le hace saber que así fue —. Excelente, te lo agradezco —le acaricia la cabeza y luego lo hace desaparecer.


    Al comprobar que el hechizo de invocación únicamente puede traer animales, bestias o elementales con los que ha tenido contacto, continúa con el siguiente paso, que es traer a la roca viviente con la que ha estado entrenando. Luego de una hora de intensa lucha contra el elemental, que no cae por más que lo ataca, lo manda de vuelta a dónde sea que estuviera antes de ser llamado.


    Magnus regresa al interior del templo, despierta a Cereza y al lobo, suben al comedor para discutir su próximo movimiento. Estudian el mapa cuidadosamente y solo una de las bases, descartando la Base Roja, está lo bastante cerca como para ser su próximo destino.

    —Creo que podríamos ir al sur, hacia la Base Rosa. Duraríamos la mitad de lo que tardamos desde la... montaña Plana... —propone el humano comenzando a sentirse decaído.

    —Opal no querría que te pongas triste —le hace ver la Tempus —. Recobra esa confianza que a ella tanto le gustaba —sonríe intentando que eso lo saque de sus pensamientos negativos.

    —Tienes razón —respira profundo —. De acuerdo al mapa, las bases tienen localizaciones bastante particulares, como a mitad de camino entre las fronteras y el centro del país.

    —Debe ser por que rodean al castillo de Delto, que está casi a la mitad del país —supone la Tempus observando el mapa.

    —¿Cerca del lago Azul? —cuestiona él señalando un lago en el mapa.

    —Un poco hacia el oeste, pero sí, quizás por aquí —señala en el mapa —. No me hagas mucho caso, por que no lo conozco personalmente, mi padre me ha dicho que es ahí donde se encuentra.

    —Interesante —se queda pensativo durante un rato —. Por ahora, atacaremos la Base Rosa, ¿alguna idea sobre cómo es el General Negro que la controla?

    —No sé, desconozco todo sobre los generales esos o las bases —niega la de cabello azul.

    —No importa —comienza a revisar el mapa —. La ciudad mas cercana es esta.

    —¿Honorium? —lee la chica el nombre del lugar —. Está casi al doble de distancia que la base.

    —¿Conoces el lugar? —cuestiona él.

    —No, no es una ciudad comercial, por lo que ni idea —hace ver ella moviendo la cabeza hacia un lado.

    —Sin embargo, están lo bastante cerca como para saber algo sobre la base, a menos que nos topemos con soldados, los derrotemos e interroguemos —propone el humano golpeando, impaciente, la mesa con su dedo índice derecho.

    —Prefiero el poblado, aunque, si tiene nombre, es posible que sea algo grande, tenemos provisiones limitadas, llegaríamos a la base sin problemas, pero no al poblado —hace ver ella un poco frustrada por la situación.

    —Pararemos en este bosque, el bosque de los Azulillos Cantarines, parece ser de los más grandes, quizás el cuarto o quinto de mayor tamaño, deben haber frutas y animales que podamos cazar para reponer provisiones.

    —No veo más opción, los otros poblados serían Stel Lum o volver hasta mi poblado Hogar, pero ambos estaban en mal estado la última vez que los visitamos, sería injusto pedirles comida y agua limpia para nuestro viaje —añade ella, poco entusiasmada de volver a casa.

    —Entonces cazaremos y recolectaremos en ese bosque —asegura el chico, decidido a que eso es lo que harán —. Saldremos en media hora.

    —¿No nos quedaremos al funeral de Opal?

    —No podemos, la Suprema Sacerdotisa dijo que los entierros en el Templo de Destino son privados y solo participan los monjes —suspira, a él también le hubiera gustado quedarse a darle el último adiós a su amiga.


    Salen del templo hacia su siguiente destino, el bosque de los Azulillos Cantarines, a donde llegan luego de una sola semana de viaje.


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    Nombre: -
    Apodo: Magnus
    Profesión: Mercenario
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Humano
    Mundo de Origen: Tierra
    Armas: Daga/Orbe Artificial Beta/Orbes Artificiales (Espadas)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Cereza Cortes
    Apodo: -
    Profesión: Comerciante
    Edad: 22 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Hogar)
    Armas: Orbe de Agua
    Estilo de Lucha: Inexistente
    ______________
    Nombre: Remiel
    Edad: 1 año
    Género: Masculino
    Raza: Lobo de las Altiplanicies
    Armas: Garras y Colmillos
    Habilidad: Transformación (Crecimiento corporal x4)
    Estilo de Lucha: Cuerpo a Cuerpo
    ______________
    Nombre: Uva Místikka
    Apodo: La Adivina
    Profesión: Suprema Sacerdotisa del Templo de Destino/General Blanco
    Edad: +80 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado
    Armas: Orbe de Viento
    Estilo de Lucha: Magia/Adivinación

    Hechizos:
    Visión: Permite ver fragmentos de la vida de una persona. Un mago muy poderoso puede ver los recuerdos de un muerto, siempre que toque la cabeza.
    Otros:
    Entierro de Aprendiz de Adivino/a: Ritual prohibido solo practicado en el Templo de Destino. Se desconocen los detalles exactos del rito.
    General Blanco, Piña Fortaleza: También conocida bajo el apodo de La Aniquiladora, por su brutal fuerza física. Fue la más fuerte de los seis Generales Blancos originales. Murió en una lucha contra los troles de hielo en la montaña Plana. Era capaz de soportar temperaturas muy altas, al igual que el resto de su familia. Fue la guardiana del Orbe de Fuego. La familia Fortaleza está oficialmente extinguida, por lo que el Orbe de Fuego perdió a su último dueño.
     
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  20. Threadmarks: Capítulo 20. Reunión en el Castillo
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Los Nuevos Generales Blancos (Finalizado)
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    Género:
    Aventura
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    Capítulo 20. Reunión en el Castillo




    Esa misma mañana, en el castillo, donde Delto ha estado viviendo desde que fue elegido como el nuevo rey del País Helado. Un águila trajo un mensaje, el cual le es entregado de inmediato al soberano. Una vez leído, el dirigente manda a llamar a sus soldados de confianza, con el fin de llevar a cabo una reunión para discutir sobre una nueva amenaza que se ciñe sobre el país.


    El lugar para reunirse consiste en una habitación amplia, en cuya mitad hay una mesa de mármol tallada a mano, con delicados diseños de animales. Sobre esta hay un mantel de seda blanco. Las paredes son de piedra pulida, el piso de ónix, ligeramente decolorado para no lucir tan oscuro. Un candelabro, con cuatro bombillas blancas, que funcionan con electricidad, cuelga a lo alto, justo sobre el mueble de mármol. Alrededor de la mesa, hay cuatro sillas de metal con cojines de distintos colores; rojo, rosa, azul y verde. Además de un trono de platino con tapicería de gamuza blanca, que funciona como quinto asiento.


    En el trono, se encuentra sentado el actual rey del País Helado: Mora Delto. Un hombre de cuarenta y cinco años, cabello negro largo atado en una cola de caballo, ojos cafés y piel celeste. Es alto, y su fornida figura se oculta bajo su ligera armadura de platino. Trae una capa morada, puesta alrededor del tórax. Lleva dos espadas al cinto, ambas en sus respectivas fundas negras.


    Aguarda la llegada de sus comandantes de confianza. Cada General Negro tiene un grupo de comandantes, que dirigen parte de las tropas bajo su mando. Así como los comandantes responden directamente a un General Negro, los generales responden directa y exclusivamente al rey en persona. A pesar de la clara separación de rangos, el rey posee un grupo de comandantes, quienes no tienen mayor rango o poder que los Generales Negros, sin embargo, no están obligados a obedecer a los generales, a menos que el rey así se los haya ordenado.


    La reunión tratará sobre un tema delicado, un tema que el rey preferiría tratar con los generales, pero convocarlos tomaría días, al menos para tres de ellos.


    Tocan a la puerta, misma que es de acero dorado. Se le permite el ingreso al que tocó. Se trata del comandante favorito del rey, uno que podría ser ascendido a General Negro, aunque no por méritos propios. Su nombre es Mora Delto II, hijo mayor del rey. Es la viva imagen de su padre, cuando tenía su edad, y el comandante más joven de todo el ejército; con apenas dieciocho años de edad. Trae armadura dorada y capa blanca, además de un par de espadas color blanco al cinto, muy parecidas a las que pertenecían a la comandante Papaya. Toma asiento en la primer silla, a la derecha de su progenitor.


    Al poco tiempo, llega un Tempus en sus treintas, de cabello verde oscuro corto, ojos azules, y piel celeste muy clara. Está muy obeso, su dorada armadura está hecha a la medida, ya que una normal no le queda. Trae una ballesta soldada sobre su hombrera derecha, esta se mueve de un lado a otro. Su nombre es Agua Cate, comandante de la División de Investigación del Castillo. Se sienta del lado derecho de la mesa, junto al hijo del rey.


    Al cabo de unos minutos, entran los últimos comandantes que fueron invocados a la reunión. Se trata de los hermanos mellizos, Kiwi y Naranja Galunn. Kiwi, es una joven a principios de sus veintes, de cabello blanco largo suelto, ojos negros, piel azul brillante, delgada, presenta una cicatriz que comienza en su labio inferior y baja hasta su pecho, la cual le fue hecha por el rey anterior. Trae un anillo plateado en su dedo índice derecho. Naranja, su hermano, también usa su cabello blanco largo y suelto, de ojos y piel similares a los de su hermana. Es mucho más fornido que ella. Los guantes de su armadura son grises en lugar de dorados. Toman asiento en los asientos sobrantes.


    Con todos presentes, el rey Delto da inicio a la reunión.

    —Los convoqué con el fin de discutir sobre una posible amenaza —presiona un botón, que se encuentra en el apoyabrazos izquierdo de su trono. Parte de la pared, detrás suyo, se abre y una gigantesca pantalla aparece —. Verán, recibí un mensaje perturbador.


    En la pantalla se muestra una gran cantidad de texto. Los comandantes lo leen, todos se sorprenden sobre lo que ahí se informa.

    —Eso no puede ser correcto —declara el comandante Delto —. No debería haber nadie que pueda derrotar con tal facilidad a la General Negro Horia, o a su comandante Papaya.

    —Eso de los nuevos Generales Blancos también es preocupante —añade Agua —. Se burlan del legado de su majestad, es un insulto.

    —¿No será una broma? —insiste el primogénito del rey —. Tal vez la General Negro Horia solo rompió su orbe artificial y busca que se lo reintegremos sin tener que pagarlo.

    —Lo consideré, ella suele forzar sus orbes hasta el punto de que se rompen —añade el rey, observando fijamente a su hijo —. Pero, el reporte también informa sobre la destrucción de la fábrica de orbes artificiales que se encontraba en el sótano de la Base Roja. ¿Algo que agregar, comandante Agua?

    —Mi rey, de echo, recibimos una petición inusual de la general Horia, pide piezas e ingenieros para hacer reparaciones mayores a dicha fábrica —informa el obeso hombre.

    —¿Es posible reparar esa fábrica? —cuestiona el soberano.

    —No por el momento —el de cabello verde niega con la cabeza —. Muchas de las piezas usan materiales que solo se consiguen en el País en Llamas. Y, como ya sabe, estamos en malos términos con el Emperador del Sur.

    —La exigencia de ese hombre no es coherente —comenta el comandante Delto —. ¿Por qué piensa que tenemos a su hija?


    El rey lo analiza detenidamente, siempre le ha parecido que la excusa, para no abrir una relación comercial, que siempre da el soberano de la zona sur del País en Llamas, no era más que eso, una excusa. Pero en este momento se pregunta si es algo plausible. «La familia Fortaleza tenía una gran resistencia al fuego. Piña jamás tuvo hijos, los descendientes del rey anterior fueron ejecutados junto con él…». De pronto el rostro del rey cambia abruptamente, al recordar algo.

    —¿Alguno sabe qué sucedió con la hermana de Piña Fortaleza? —cuestiona el rey.

    —Hasta donde sé, fue asesinada por el General Negro Norojo —responde Naranja.

    —¿Seguro? ¿Sabes si tuvo hijos? —interroga el soberano, con interés en la respuesta.

    —El general siempre presumió sobre eso —asegura el mellizo varón —. En cuanto a hijos no lo sé, lo siento, mi rey —baja la cabeza, avergonzado por no ser de más ayuda.

    —De echo —añade Agua —, hay un rumor que dice que ella y un general Magnarus pasaron una apasionada noche, en una cueva, durante uno de los intentos del País en Llamas para invadir nuestro país, pero no soy capaz de asegurar la veracidad sobre ese asunto. Es solo un rumor que corre entre los que estuvieron desplegados en la frontera durante ese tiempo.

    —Interroguen a los soldados de la Base Roja —ordena el rey —. Quiero saber todo sobre esos nuevos Generales Blancos, absolutamente todo.

    —¡Sí, señor! —responden todos los comandantes al unísono.

    —Mora —dice el rey —, dile a tu hermana que deje de espiar las reuniones, cree que no me doy cuenta, pero no es para nada sutil.

    —Sí, señor, de inmediato —acepta su hijo bajando la cabeza —. Estoy muy apenado por el comportamiento de mi hermana, me aseguraré que no lo vuelva a hacer.


    Una vez terminada la reunión, el hijo de Delto se dirige hacia los pisos superiores, donde el rey y sus hijos tienen sus aposentos. Entra en una habitación, tan grande como una casa pequeña, con paredes de piedra pintadas de blanco, el suelo está alfombrado en azul, hay una gran cama, de cuatro postes con cortinas de seda celeste, cobertor de seda blanca y una almohada grande de plumas de pato. También se encuentra ahí una pequeña biblioteca, llena de libros que nunca han sido leídos, un armario amplio, en el que hay veinte vestidos y diez pares de zapatos de tacón alto, todos tan blancos y puros como la nieve recién caída.


    Una joven se encuentra mirando por la amplia ventana de la habitación. Es una Tempus de quince años, piel celeste, baja, cabello negro, hasta media espalda, atado en una trenza, y ojos cafés. Tiene la apariencia de ser una chica delicada. Usa un vestido largo color blanco, zapatos de tacón y guantes de seda del mismo color.

    —Ya sabes que no debes espiar las reuniones —reclama el comandante a la joven.

    —No entiendo qué tiene de malo —musita ella inflando las mejillas.

    —Si no eres llamada por padre para asistir a una reunión, entonces no debes estar espiando.

    —No es justo —baja la mirada —. Ni me deja hacer servicio militar ni nada, a mi edad tú ya eras capitán del ejército.

    —A tu edad yo ya podía luchar contra capitanes como igual —le hace ver su hermano —. Pero no puedes compararte conmigo, tú no eres nada, eres una inútil

    —¡Yo también puedo ser útil! —exclama con energía.


    La chica saca un báculo de bajo de su cama. Mide un metro de largo, con una esfera blanca a la que rodea un anillo que levita sin tocarla. Es totalmente blanco, emite un brillo tan intenso como el de las llamas blancas de las velas.

    —Soy una sanadora —informa orgullosa.

    —Los sanadores no tienen rango superior a soldado común —informa el de armadura cambiando su expresión a una de lástima.

    —¿Por qué no? —cuestiona ella frunciendo el ceño —. Son soldados tan, o más importantes, que los combatientes, salvan vidas en el campo de batalla.

    —Los sanadores se quedan atrás, son los primeros en huir y no son capaces de protegerse solos, los rangos fueron hechos para recompensar a los más grandes guerreros, aquellos que arriesgan sus vidas encabezando batallas, derrotando a incontables enemigos.

    —Pero…

    —¡No he terminado! —reprende él, con firmeza —. Solo alguien dispuesto a matar a otro puede ascender, tú no matarías ni a una araña.

    —¡Yo soy capaz de matar! —grita ella sin pensarlo.

    —¿En verdad? —cuestiona incrédulo —. Pruébalo, mata a Bun.

    —¿Qué? —cuestiona ella temblorosa al escuchar el nombre de su mascota, una que ha tenido desde que era muy pequeña.

    —Lo que oíste, es tu prueba, mata a Bun y le pediré a padre que me deje incluirte en mi escuadrón, dependiendo de cómo te desenvuelvas ascenderás —propone él, con una sonrisa aterradora.

    —Yo… no puedo… —lágrimas comienzan a brotar de sus ojos.

    —Eso pensé —sonríe poniendo una expresión horrible —. ¿Qué te parece si lo mato por ti y decimos que fuiste tú? —cuestiona acercándose a ella.

    —¡No! —grita ella temerosa.

    —Eres una inútil —toma el rostro de la joven, usando la mano derecha —. No entiendo qué le vio mi padre a la zorra de tu madre.


    La chica se aparta, frunciendo el ceño ante el comentario ofensivo que su hermano hizo de su madre.

    —¡Mi madre no era ninguna zorra! —grita la chica, tomando con fuerza el báculo.

    —Lo era —asegura el comandante, abriendo completamente los ojos —. Sedujo a padre y cuando naciste intentó dejar su buen nombre por los suelos.

    —Eso no es… —se sienta en la cama sintiéndose derrotada, ella ha escuchado ese rumor durante toda su vida y nunca ha sabido si es verdad o no.

    —Aunque padre nunca te haya querido y te tenga cerca por puro compromiso, recuerda que tu hermano está siempre para ti —le susurra al oído.

    —Lo sé —responde ella en voz baja, muestra una mirada vacía.


    El de armadura sale de la habitación sonriendo, torturar a su hermanastra hasta el punto de verla quebrarse es una de esas cosas que le alegran el día. Incluso ha pensado en matar a Bun frente a ella, eso le dolería mucho, pero al haber sido un obsequio de su padre, el animal se la pasa con guardias todo el tiempo.


    La realidad no es como el comandante Mora se lo hace creer a su hermana. El rey Delto la quiere mucho, al punto que no le permite entrar en el ejército debido al riesgo de salir herida, o peor, sin mencionar que la hizo estudiar magia sanadora con los mejores magos para que siempre pudiera curarse en caso de necesitarlo. Se le prohíbe acercarse a las reuniones, para que nadie pueda pensar que ella posee información valiosa de índole militar y, como consecuencia, sea secuestrada para sacarle esa información.



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    Nombre: Mora Delto
    Apodo: El Brillante
    Profesión: Rey del País Helado/General Blanco
    Edad: 40 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Espadas Gemelas (¿?)
    Estilo de Lucha: -
    ______________
    Nombre: Mora Delto II
    Apodo: -
    Profesión: Comandante del Ejército del País Helado/Príncipe/Primer Heredero al Trono
    Edad: 18 años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Orbes Artificiales (Espadas)
    Estilo de Lucha: Espadachín
    ______________
    Nombre: Agua Cate
    Apodo: -
    Profesión: Comandante del Ejército del País Helado/Comandante de la División de Investigación
    Edad: 30+ años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (¿?)
    Armas: Ballesta
    Estilo de Lucha: -
    ______________
    Nombre: Kiwi Galunn
    Apodo: -
    Profesión: Comandante del Ejército del País Helado
    Edad: 20+ años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (¿?)
    Armas: Anillo (¿?)
    Estilo de Lucha: -
    ______________
    Nombre: Naranja Galunn
    Apodo: -
    Profesión: Comandante del Ejército del País Helado
    Edad: 20+ años
    Género: Masculino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (¿?)
    Armas: Guanteletes (¿?)
    Estilo de Lucha: -
    ______________
    Nombre: -
    Apodo: -
    Profesión: Princesa/Segunda Heredera al Trono
    Edad: 15 años
    Género: Femenino
    Raza: Tempus
    País de Origen: País Helado (Castillo)
    Armas: Báculo (¿?)
    Estilo de Lucha: Sanadora
    ______________
    Nombre: Bun
    Género: -
    Raza: -
    Armas: -
    Estilo de Lucha: -
    Especial:
    XXXXX: Báculo luminoso, de un metro de largo. En su parte superior hay una esfera con un anillo que la rodea sin tocarla.
    Otros:
    Armadura Platino: Armadura que únicamente el rey del País Helado puede utilizar. Desarrollada con una tecnología especial que la hace liviana y flexible.
    Espadas Gemelas (¿?): Armas que utiliza el rey Delto. De fundas negras.
    Anillo (¿?): Joyería que utiliza la comandante Kiwi.
    Guanteletes (¿?): Parte de la armadura del comandante Naranja.
    Ballesta (¿?): Arma que utiliza el comandante Agua.
    División de Investigación (DI): Grupo de científicos que desarrollan tecnología.
    Sanador: Mago que se dedica a sanar. Normalmente pertenecen al ejército.
     
    Última edición: 2 Febrero 2019
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