Contenido oculto: ADVERTENCIA Éste cuento es un desafío de para la actividad ¡Agosto te desafía! de SweetSorrow . Desafío n° 9; Reescribir un cuento de memoria. Os advierto... me acuerdo de la historia, el nombre exacto no so (? Había una vez una Gallinita con sus pollitos que vivían en una humilde granja. Éstas pequeñas bolitas peludas de color amarillo siempre saltaban y jugaban alrededor de los prados. Pero estas pequeñas y adorables criaturas no vivían sólo con su madre, no. También en la granja vivían 3 animalitos más; un Perro, un Gato y un Pato. Un día, la Gallina y sus pollitos encontraron semillas de trigo a lo largo del camino. —¡Qué espléndido! —dijo la gallina—. Hay que sembrarlas en los campos. ¿Quién puede ayudarme a sembrar las semillas en los campos? —preguntó amablemente la gallina volviendo a la granja. —Yo no —dijo el Perro. —Yo no —dijo el Gato. —Yo tampoco —dijo el Pato. —Bien —dijo la Gallina—. La sembraré con mis pollitos yo sola. Juntando a sus adorables hijos la Gallina recorrió los campos sembrando el trigo que habían encontrado en el camino y, cuidándolas sagradamente, éstas semillas pronto se convirtieron en trigos con bellas espigas listas para cosechar. Cansada, pero satisfecha la Gallina vio como su trabajo y el de sus pollitos rendía frutos. Cuando fue el tiempo perfecto la Gallina volvió a preguntar: —Ahora, ¿Quién puede ayudarme a cosechar el trigo? Rápidamente los otros 3 animales de la granja negaron con la cabeza. —Yo no —dijo el Perro. —Yo no —dijo el Gato. —Yo tampoco —dijo el Pato. —Bien —dijo la Gallina—. Cosecharé con mis pollitos el trigo yo sola. Con arduo trabajo el trigo fue cosechado. Posteriormente a eso, era necesario trillar los granos. —¿Quién va a ayudarme a trillar el trigo? —Yo no —dijo el Perro. —Yo no —dijo el Gato. —Yo tampoco —dijo el Pato. —Bien —dijo la Gallina—. Trillaré con mis pollitos el trigo yo sola. El calor se expandía y el cansancio se hizo palpable, pero la Gallina trilló los granos de trigo. Era hora de llevar los granos al molino, para convertirlos en harina. —¿Quién podrá ayudarme a llevar los granos al molino? —Yo no —dijo el Perro. —Yo no —dijo el Gato. —Yo tampoco —dijo el Pato. —Bien —dijo la Gallina—. Llevaré con mis pollitos el trigo al molino yo sola. El molino hizo su trabajo y los granos pasaron a ser blanca harina. —Ahora, ¿Quién podrá ayudarme a hacer pan? —Yo no —dijo el Perro. —Yo no —dijo el Gato. —Yo tampoco —dijo el Pato. —Bien —dijo la Gallina—. Haremos el pan con mis pollitos. Amasaron y transformaron la harina en bollos. Luego de cocerlos, el pan humeaba y destilaba un delicioso aroma. El Perro, el Gato y el Pato no tardaron en comenzar a saborearse. —¿Quién me ayudará a comer el pan? —preguntó la Gallina. —¡Yo! —gritó el Perro. —¡Aquí, yo! —corrió el Gato. —¡No me lo perdería! —dijo el Pato. —Pues no, como no me ayudaron, no les doy —dijo la gallina, y cortó muchos pedazos de pan que repartió a sus pollitos—. La recompensa viene para aquellos que trabajaron duro y se esforzaron, así que no comerán. El Perro, el Gato y el Pato jamás olvidaron la lección.
La moraleja es simple pero buena e importante, bonito cuento (que por cierto, no conocía, así que no sé que tan fielmente lo recordaste, pero mínimo lo habrás hecho lo bastante bien para que esta versión funcione por si sola). ¡Un saludo!