Gosick [Longfic] Redención en el sendero del lobo gris [Gosick]

Capítulo 1: El marques y aquella mirada

Grevil retiró parte del cabello rubio que tenía en su rostro, suspiró agitado a causa del intenso calor, mientras que observaba impaciente el reloj que llevaba su bolsillo, arrojándolo de vuelta una y otra vez.

Se sentó en el borde del carruaje y observó al conductor del mismo, un hombre maduro con un ligero bigote y la cabeza calva.

— Estoy seguro que ha tenido un contratiempo señor, la señorita de Signore estaba ansiosa por pasar tiempo por usted— afirmó.

— Tal vez postergué este encuentro por mucho…—susurró cabizbajo.

—¿Dijo algo señor? — preguntó el cochero que no había alcanzado a entenderlo.

—Yo…

Algo se aproximaba a ellos a toda velocidad desde un extremo del camino, del mismo de donde Jaqueline acudiría a él. Era un auto de motor, era de color negro más compacto y hechos para el campo de los que había llegado a Saubure post-guerra, un hombre de piel morena conducía, estaba seguro que lo había visto alguna vez en los campos trabajando con su madre en otros tiempos.

Se detuvo frente a él, Grevil se puso de pie.

— Mi señor, marques, traigo un mensaje para usted— se dirigió a él con respeto.

Había asumido el cargo luego de que su infame padre muriese en aquel altercado, lo había hecho sin pena ni gloria más con él tiempo a su modo y con consejos de Jaqueline había llevado su cargo de la manera más benévola posible.

— Habla entonces ¿de quién es este?

— La señorita Jaqueline, ella necesita ayuda…

Grevil no necesito escuchar más, con una señal le indicó a su cochero que lo esperara y abrió la puerta del auto del mensajero e ingresó en él.

— Llévame con ella, me explicaras en el camino.

El hombre afirmó con la cabeza, dio un giro en U y avanzó a toda velocidad. Mientras tanto le explicaba.

— La señorita venía con usted como se habían citado, pero entonces frente a sus ojos ocurrió un accidente, alguien pedía ayuda a la orilla del camino y ella naturalmente lo ayudó, un carruaje se volcó justo en la orilla del barranco y la vida de todos sus tripulantes pende de un hilo, ella y su cochero los asisten ahora mismo.

Grevil sonrió levemente, era tan típico de ella querer ayudar a todos, era una de las cosas que más le gustaban de ella.

Frenaron justo cuando un hombre y una mujer corrían por el sendero frente a ellos, se encontraban heridos, pero convicción se alejaban de allí, ella llevaba a un pequeño en brazos, por breves segundos lo observó con preocupación.

Ella era rubia, tenía los ojos verdes y de pequeña estatura, delgada, como una pequeña muñeca de porcelana.

— ¿Vic-to-ri-que?... — murmuró asombrado mientras se giraba alejándose.

Su acompañante era también de ojos verdes y pelo rubio.

La voz de Jaqueline lo sacó de este trance y saltó de la puerta del auto para llegar a ella.

— Llama a algún equipo de rescate campesino, me encargaré de ayudarla. — le indicó Grevil a quien lo había llevado allí.

Este afirmó con la cabeza.

— …Lleva a esa pareja también contigo…por favor…—agregó mientras corría el barranco hacia Jaqueline.

La ropa que llevaba no adecuada para el campo, menos para correr entre piedras y estuvo a punto de caer varias veces a causa de sus mocasines blancos en punta.


— ¡Grevil! — exclamó entusiasmada la pelirroja. Mientras asomaba su mano para saludarlo. — puedo oler tu colonia desde aquí— afirmó.

Grevil se sonrojó levemente por esta afirmación, suspiró mientras se hincaba para ayudarla. Frente a él se extendía un vacío de al menos unos 30 metros de profundidad, Jaqueline apenas se sostenía en lo que tendría el ancho del borde una banqueta y aguerridamente le extendía la mano a un niño que permanecía aterrado en el fondo del carruaje, varios metros abajo, acurrucado entre dos figuras sin vida.

Las necesidades de Jaqueline eran las suyas, se lo había jurado hace mucho incluso antes de que pudieran estar juntos.

Le dio su mano a ella y ella puso estirarse hasta llegar al niño.

— Por favor toma su mano niño, yo, yo le confiaría mi vida sin dudar…

Algo en la mirada en Grevil de Blois emanó en ese instante la confianza necesaria para que el niño se levantara dejando atrás el carruaje que segundos después se desbordó cuando el piso debajo de él se hizo añicos, el grito lanzando estallando en llanto, se quiso lanzar intentando alcanzar quien seguramente eran sus padres pensando tal vez vanamente que también a ellos podrían recatarlos. Esto casi hace que Jaqueline y él caigan igual.

Jaqueline hizo un esfuerzo y atrajo al niño hacia ella y luego más arriba para que Grevil pudiera tomarlo, este se abrazó brevemente a él y entonces lo vio.

Rubio, de ojos verdes, esa misma mirada que por tanto suplicó desde aquel calabozo del marqués de Blois, ellos eran como su hermana, ellos eran lobos grises.

Aquel crujir resonó hasta lo más profundo de su ser, aquel sonido fue precedido por un grito desesperado de Jaqueline mientras caía, todo hacía sido tan inesperado, tan sorpresivo, parte del piso donde se encontraba él se destrozó y se vio obligado a retroceder, fuera de sí, mudo y aterrado soltó al niño y se aproximó de nuevo luchado por ver entre la polvareda. Tal vez podría verla colgando luchando por su vida y daría la suya para ayudarla, tal vez la encontraría al fondo del mismo y decidiría acompañarla.

Sin embargo, Jaqueline de Signore, había desaparecido.