Lady Oscar [Longfic] Giros del Destino (Lady Oscar - La rosa de Versalles)

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Fatima Aquino, 3 Septiembre 2017.

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    Fatima Aquino

    Fatima Aquino Iniciado

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    3 Septiembre 2017
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    Título:
    [Longfic] Giros del Destino (Lady Oscar - La rosa de Versalles)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    6185
    Giros del Destino

    Advertencia:

    En bastante tiempo he leído tantos fics de Lady Oscar y en honor a tan buenas historias, la mía es apenas un homenaje sincero a Ikeda y a tantas fic writers. Pasen a divertirse!

    Introducción:

    Dicen que cuando soñamos o cuando estamos cerca de morir , espíritus nos rodean velando el umbral entre lo consciente y lo inconsciente, así como el paso entre la vida y la muerte.

    En esta historia un espíritu mágico en forma de paloma, se apareció ante aquella nefasta escena de muerte, el 14 de julio de 1789.

    - De vuelta. Estos humanos, viven tantas vidas desaprovechando la oportunidad de ser felices. Una más... ah! Vamos a intentar de vuelta cambiando algunos "pequeños" detalles en la historia de Oscar y André. Venimos repitiendo sólo tragedias a lo largo del tiempo... Patricios y plebeyos, señores feudales y vasallos, cristianos y moros, católicos y protestantes, conquistadores y conquistados... No entiendo como siempre se las arreglan para terminar tan mal. Solo quiero que sean felices! En fin... – Se posó sobre un tejado y tomó su forma real. Miró en los alrededores y vio solo destrucción y desolación. Entonces alzó un dedo y dibujó figuras en el aire, y dijo- ¡Aquí Vamos!

    Capítulo 1.

    De cómo comenzaron de nuevo las cosas...

    Francia, 1754. Casa de la Familia Jarjayes.

    El General Jarjayes se encontraba ansioso pues “tras seis hijas, esta vez debía ser un varón” - pensaba al mirar la copiosa lluvia que caía en ese caluroso día de agosto. De pronto, un rayo cayó en alguna parte de su propiedad haciendo estremecer la estancia.

    Luego oyó cómo el llanto de un bebé siguió aquel estruendoso sonido.

    - ¡Ah! ¡Un varón! ¡Esta vez debe ser un varón! -subió las escaleras como poseído por el grito de aquel recién nacido - esa garganta, esos pulmones fuertes, ¡debe ser un varón! - se repetía mentalmente mientras cruzaba la puerta de la habitación de Madame.

    -General, -le dijo la anciana ama de llaves - vais a despertar a vuestro bebé. Por favor tened un poco de paciencia!

    - ¡Nanny, por favor, muéstrame a mi hijo, dime que es un varón de una buena vez!

    La mujer extendió sus brazos para mostrar al bebé que sostenía arropado contra su pecho. - Acérquese General, con cuidado, ah! Dejadme entregarle a vuestro hijo. Es un hermoso varón, Señor.

    El General al oir esas palabras, se acercó y henchido de orgullo, tomo en brazos a su hijo y lo levanto en el aire, ante el horror de las mujeres que habían asistido al parto, ayudando a la matrona.

    - ¡Es un varón! ¡Por fin esta casa tiene a su heredero! Por generaciones la familia Jarjayes ha servido a los monarcas de Francia. Tú serás quien continúe con la tradición. ¡Ah! ¡Al fin un hombre! ¡Te llamarás André! ¡André Jarjayes!



    Los primeros 6 años de André Jarjayes transcurrieron de la manera que se esperaba pues no estuvo falto de cariño o afecto prodigado por un padre complaciente y a la vez exigente ante su heredero, una madre afectuosa y una nana que lo adoraba. Eso sí, desde pequeño tomaba clases de esgrima, equitación, idiomas y etiqueta... cuyos avances eran estrictamente supervisados por su padre.

    Cierto día, ocurrió que tras ausentarse su querida Nanny por unas largas semanas de viaje a su pueblito, apareció de vuelta en la mansión Jarjayes acompañada de una niña pequeña, más o menos de la edad de André.

    Él la estudió con singular atención al llegar, pues en su vida había estado tan cerca de una niña, ya que su padre lo había apartado de sus hermanas mayores para encargarse él mismo de su educación.

    La niña al principio parecía algo asustadiza; apenas miraba a la gente a quien Nanny le presentaba, oculta tras los pliegues de la falda de su abuela.

    Hubo una especie de acuerdo por parte del General y Madame en que la nieta de Nanny ingrese a la mansión ya que la pequeña recientemente había quedado huérfana y no tenía ningún pariente en Arras.

    Tenía la cabecita rubia y vestía un vestido sencillo y limpio pero se notaba que a pesar de los cuidados era bastante viejo. Cuando abrió los ojos y lo miró, André quedó admirado al ver un par de ojos azules muy bonitos, enmarcados en gruesas pestañas.

    -Vamos querida, saluda al Señorito de la casa. Anda no seas tímida.

    - Hola, me llamo André. ¿Cómo te llamas? Vengo de practicar con las espadas con mi padre. Nanny, me podrías servir jugo por favor? Es que es muda tu nieta? - lo dijo alternando la vista entre su nana y la niña que no terminaba de salir de aquellas faldas.

    - No soy muda. -dijo por fin

    -Entonces eres sorda? Te pregunté cómo te llamas.

    Ella sabía que su nombre era algo singular y que siempre venían muchas preguntas después de mencionarlo. Miró con grandes ojos a su abuela y dijo -Puedo contárselo?

    -Claro mi niña, el Señorito André te lo está preguntando.
    - No se burlará abuela?

    - Oh No, pequeña. El tiene un gran corazón y sabe tratar muy bien a las personas. Jamás se burlaría de ti - Dijo ella mirando también a André que tenía los brazos cruzados y una leve mueca en el rostro por tener que esperar su respuesta y su jugo.

    La niña tomó entonces coraje, se soltó de su abuela e hizo una mal ensayada reverencia ante André- me llamo Oscar, Oscar Françoise Grandier, para servirte amo. - y luego volvió detrás de abuela.

    André miró a Nanny sorprendido por aquella presentación algo inusual, mientras recibía su vaso de jugo. La abuela sólo asintió y le dio a entender al niño que lo declarado era verdad.

    -Pues me parece un bonito nombre. Me gusta, sabes? Es mucho mejor que te llames Oscar y no te llames Frambalda o Armaglia o Sulpicia. Mi madre tiene amigas con nombres así, y sé que sus hijos e hijas han heredado semejantes nombres. Ellos creen que son rimbombantes, a mí me suenan a jarabe para tos.

    Aquello arrancó pequeñas risitas de la niña. Si había algo que ese niño tenía es que siempre era muy ocurrente y tenía mucho ingenio en sus respuestas. Nanny también se río ante aquellos nombres tan rebuscados.

    -Algún día te contaremos la historia del nombre de la pequeña Oscar. Puedes entregarle el vaso de jugo a ella cuando hayas terminado.
    Y así lo hizo.

    - Nos vemos Mademoiselle Oscar, nos vemos Madame Nanny. - E hizo una pequeña caravana guiñando un ojo a ambas. - Mi padre estará esperándome en su estudio para las clases de latín. A revoir!

    **************************************************************************
    Pasaron los días y luego los meses. Oscar ayudaba en lo que podía a su abuela en la limpieza de la casa. Sus manos eran al principio pequeñas por lo que no era de gran ayuda. Pero cuando tenía tiempo y la abuela lo consentía, correteaba por el jardín persiguiendo mariposas y juntando flores como cualquier niña de su edad.

    Pronto cumpliría 8 años, y podría salir a conocer el mercado. Siempre escuchaba con atención a los demás criados de la casa de sus aventuras en París cuando ocurría algún incidente entre los mercaderes y los clientes. Oscar soñaba con salir de la mansión y conocer el mundo exterior. Ese iba a ser el mejor regalo de cumpleaños prometido por su abuela.

    Aquella mañana, detrás de un pequeño bosquecillo, había espiado como siempre venía lo haciendo, las prácticas de esgrima que el amo daba al Señorito André. Gustaba de ver los movimientos y escuchar el ruido al chocar las espadas. Lo mismo soñaba con alguna vez hacer uso de una espada o un florete. Pero no se atrevía siquiera insinuarle eso a nadie. Era su mayor secreto.

    - ¡Eres un flojo André! ¡Levántate, pareces una niña! ¡Eres muy hábil en tantas cosas, hijo mío, y hoy estas realmente torpe! ¡Qué te ocurre por Dios!
    El General era muy enérgico en sus palabras.

    -Padre, estoy cansado. Ya no quiero practicar por hoy.

    -¿Cómo te atreves? Si quieres ingresar a la Guardia Real, debes esforzarte más. Los hijos de otros nobles en Versalles están al acecho de algún puesto a tu edad. Deberías esforzarte más!

    - Es que no sé si quiero estar en la milicia Padre.

    Una bofetada cruzó la cara del niño y quedó en el suelo. André comenzó a temblar de rabia e impotencia mientras gruesas lágrimas surcaban sus mejillas.
    - No vuelvas a mencionar semejante estupidez André. Estas destinado a servir a los Reyes de Francia. Esa será tu misión en la vida. Jamás vuelvas siquiera a mencionar lo contrario.

    Su padre ofuscado se fue del lugar mientras el chico seguía en el suelo con los puños cerrados, producto de la impotencia.
    -Ya verás Padre -alcanzó a decir.

    Oscar presenció aquella escena, y quedó muy dolida por cómo el General había tratado a aquel niño que siempre era amable con ella. Había subido a un árbol para que no la notaran y cuando quiso retirarse, una rama se atascó a una de sus medias y parte de su falda, lo que provocó un sonido al rasgarse ambas prendas y ella cayó al suelo aparatosamente.

    Obviamente aquello llamó la atención de André que pensó se trataba de algún ave u otro animal suelto. Corrió sin pensar, preso de la curiosidad y se frenó de golpe al encontrarse con una Oscar con el vestido roto y la pierna rasguñada, herida de la cual ya brotaba un hilo de sangre. Ella evidentemente traía en el rostro una mueca mal contenida de dolor, pero por dentro se sintió arder de la vergüenza al saberse pillada.
    -Oscar,¿ te encuentras bien? ¿Caíste del árbol? Dime¿ te duele algo? ¡Contesta niña! -Pronto se encontraba arrodillado revisando la pierna y las manos que también estaban lastimadas.

    -Se-señorito . . Le- le pido disculpas.

    -Dime donde te duele por favor y dejémonos de ceremonias. -tomo la mano derecha de Oscar entre la suya y presionó la muñeca. Oscar emitió un quejido y él soltó la mano para inspeccionar la herida de la pierna que comenzaba a manchar las prendas de la niña. Sacó un pañuelo del bolsillo y comenzó a restregar en la pierna.

    -Debo llevarte de aquí. ¿Crees que puedes caminar?

    Oscar se incorporó algo dubitativa y André la sostuvo de forma delicada porque suponía que podría tener otras heridas. Al comprobar que podían hacer a pie el trayecto, André comenzó a preguntarse cómo ella llegó hasta ese lugar, y si lo estuvo espiando.

    -Señorito, caí del árbol, porque me gusta estar a solas algunas veces. Dio la casualidad que esta vez no tuve opción que presenciar el entrenamiento con vuestro padre. Creo que lo hacéis muy bien, tenéis mucha destreza manejando las espadas.

    -Y también presenciaste nuestro enfrentamiento, ¿es así?

    -Sí. Perdonadme esa impertinencia. Os prometo que no voy a repetir lo que vi.

    -Oscar, cuántas veces, voy a pedirte que suspendas el tratamiento de Vos, y solo tutéame. –Se agarró de este comentario para desviar la conversación, pues notaba que ella estaba muy avergonzada con aquella confesión.

    -¡Me cuesta muchísimo Señorito! Además mi abuela…

    -Vamos, ¡inténtalo! No tengo ni el título ni la jerarquía de mi padre, ya viste que me pega como a cualquiera de sus criados. No te avergüences.

    -Está bien, Señ… André. Lo intentaré.
    Llegaron hasta el establo, y André desenganchó un pequeño carro de madera, y pidió a Oscar que subiera para llevarla hasta la cocina de la mansión, para que sea atendida. - Es mucho lo que has caminado con la pierna así. Sube, y te acerco con la abuela. Seguro que tiene un poco de su pomada especial, siempre me la ponía cuando me lastimaba con las espadas al principio, o cuando caía de los caballos.
    Oscar no hizo nada, más que observar y obedecer lo que el hijo del amo le ordenaba. Quería entablar una amistad con él, porque, tal vez, él la ayude a cambiar su situación con respecto a las cosas que a ella le gustaría realizar en la vida. Sabía que no era boba, que era capaz de lograr sus sueños infantiles aún, pero, también era consciente de que siendo apenas una sirvienta, no tenía muchas posibilidades.
    Para André, aquella niña, era alguien muy rara. Apenas se saludaban, apenas la veía en la casa, ya que no salía mucho de las habitaciones de los criados. Algunas veces la vio con un trapeador en los pasillos, siempre quiso ser amable con ella, sin embargo, ella huía de la escena, dejando a un André con las ganas de saludarla. Tal vez, esta sería una buena oportunidad. Además de haber presenciado una escena tan íntima entre padre e hijo que nadie en la mansión conocía. Ahora sabía que no quería ser militar como el resto de los ancestros de la familia.
    “Ella conoce mi secreto, y pues, conozco el suyo: quien la manda a espiar cosas de hombres”, pensaba mientras tenia a sus espaldas a Oscar que iba revisando su herida con miedo y con asco de la sangre que iba pegoteándose a su piel y aquel pañuelo de seda.
    -Oscar. Seamos amigos. ¿Quieres? – Una idea comenzaba a asirse en la cabecita de aquel niño, para matar sus horas de aburrimiento entre tantas lecciones y reproches de su padre.
    -Eres mi amo. Lo que quieras deberé de aceptarlo. – Lo dijo ella cabizbaja y algo sorprendida ante semejante propuesta. “ El Señorito de la casa, ¿qué se estará imaginando este?”
    -Amigos, Oscar. Eso significa que también me puedas decir lo que te parece, no simplemente aceptar lo que te diga. Si algo no te gusta, tienes la libertad de contármelo. Puedo contar con dos cosas desde hoy: La primera, me tutearás. Y la segunda, si algo te molesta de mí, me lo harás saber sin pensar que soy tu amo. Y podría pedirte una tercera: No huyas cuando te saludo. Me es muy molesto pensar que saludo a un fantasma cuando te veo.
    Oscar simplemente asintió.
    -Es un trato? ¡Puedes responderme niña!
    -Sí, es un trato, André.
    -Creo que podremos hacer grandes cosas juntos. Recuérdalo, ¡nuestra amistad será una leyenda!
    -André. Creo que si no quieres entrar a la milicia, tu padre debería entenderlo. Creo que no mereces que te trate mal, ni te pegue. Te veo como a mi héroe favorito.
    André dio vuelta y paró aquella carreta, para mirarla sorprendido. No pensaba que la misma haya razonado lo que había presenciado y menos que se solidarice a su causa o que lo tuviera en tan alto concepto. Abrió los ojos, y la boca, para pronunciar algo… pero solo alcanzó a sacar aire de sus pulmones, y decir:
    -Llegamos. Voy a avisar a la abuela.
    *******************************************************************************
    Luego de haber inventado ambos la excusa de haber subido Oscar al árbol para alcanzar una última rama verde de aquel otoño, y que André la encontró en el patio tratando de caminar así, Nanny lavó y desinfectó aquella herida. La misma, si bien tenía algo de profundidad, era cuestión de tiempo para que sanara. Lo que preocupaba era la mano… y la ropa de la pequeña, pues además de manchada, estaba hecha jirones por la caída.
    -Pero cómo osas ocupar el tiempo del Señorito André en tus travesuras, Oscar. –Le decía al tiempo de terminar el vendaje. – Ahora, qué haremos para conseguirte ropa decente?
    La cuestión era, que la niña había venido de Arrás con 3 o 4 vestidos hacía casi 2 años, y la misma, se fue estirando. Las faldas ya dejaban ver sus piernas y el invierno que se acercaba era duro. Madame Jarjayes, había tenido la gentileza de regalarle un par de vestidos de las últimas hermanas de André, prendas que se salvaron de las donaciones anuales que ella realizaba a los barrios pobres de París y a los criados de Arrás. Ahora no quedaría otra que recurrir a los ahorros que la abuela tenía para regalar algo a su niña en su próximo cumpleaños.
    -Nanny, Oscar puede usar mi ropa que ya no me queda. – Intervino por fin André, verdaderamente intrigado por el rostro preocupado de la abuela, pues, en el caso del niño, él no sabía lo que era utilizar ropa descosida, remendada, o simplemente que le ajustara o quedara corta.
    -Ella es una niña. No puede usar ropa de niños, menos del Señorito.
    -Pero si no tiene con qué vestirse, Nanny, piénsalo. Ropas y zapatos. Puedo prestárselos, y cuando pueda me los devuelve. Además, le han puesto nombre de niño, y no les importó. ¿Qué va que ahora use ropa también de niño? Será solo una temporada.
    -Solo a ti se te ocurren esas cosas, pequeño – Dijo la Nana, pero evaluó qué chances tenía. Y la verdad, no habían muchas. La única dificultad que tendría sería la de dar explicaciones a los patrones, que su nieta utilizara prendas de su hijo y que correteara por la casa, vestida de niño.
    Pasaron 3 o 4 días, y el reposo en el cuarto, no medró el movimiento que había en la casa. Pero para Oscar, era la eternidad mirando el techo. Estando en cama, no tenía mucho que hacer. La pobre, ya se sabía de memoria cada grieta en la habitación, y la cantidad exacta de tejas que se utilizaron en su cuarto. Solo alcanzaba a hablar con alguna criada que le acercaba sus comidas, si su misma abuela no venía a revisar su progreso. Pero la mano se le había hinchado algo y adquirido un color morado en la zona del golpe.
    Una tarde, en que el General estaba en el Palacio, André tenía tiempo ocioso, y se escabulló para llegar al cuarto de Oscar.
    La encontró dormida, quiso salir del cuarto sin hacer ruido, pero fue en vano. El sonido de la puerta de madera, hizo que ella despertara de un salto. – No te vayas .
    -Pensé que estabas dormida, no quiero importunarte.
    -Es lo único que hago, para no imaginar que aquella mancha de la pared es la cara de un monstruo, y que esta otra, es la silueta de un hada mágica.
    -¡Qué cosas dices! Bueno, a decir verdad – dijo mientras se acercaba a la primera mancha – se parece a algo feo si lo miras desde este punto. Tal vez de noche ¡quiera comerte! Y el Hada te protegerá del monstruo?
    -Con que el hada me cure esta mano, me sentiré mejor. – Dijo mostrando la mano a André.
    -¿Alguien te ha revisado? ¿Te duele mucho?
    -Si, anoche soñé que un monstruo me tomó de la mano muy fuerte y no me quería soltar. Me dolía horrores.
    -Creo que voy a pedir a mi madre que traiga un cuadro para tapar esa mancha. – Consiguió una risa de Oscar. –Vuelvo en seguida – Dijo en seco, y se retiró. Oscar quedó algo confundida, y se volvió a acostar. El Señorito de la casa, nada más y nada menos, vino a preocuparse de su salud.
    André se dirigió a la cocina, se acercó a su nana, y espetó – Nanny, ¿has visto la mano de tu nieta? Hace tiempo que tuvo que verla alguien. Mi padre siempre manda por el médico a que revise mis golpes. Pudiste avisar para que el médico de la familia pase por aquí a mirarla.
    Evidentemente, el niño tenía el don de mando de su padre. Había heredado el carácter enérgico del General, y también la generosidad de Madame, pensaba Nanny. Ahora, el ingenio que desprendía, era todo un misterio de dónde lo habría sacado.
    -Hijo, no, no la revisó el médico. Pero sabes que pronto mejorará. Tiene buenos huesos y está tomando medicinas para evitar que se le inflame.
    -¿Me permites que hable con mi madre para que la revise el médico, Nanny?
    -Señorito, no creo que esté bien que los patrones tengan tantas atenciones con los criados de la casa.
    -Déjame intentarlo.
    La mujer observó cómo el pequeño se retiró corriendo, como si tuviera el mundo resuelto con su leve asentimiento. Confiaba en que su inocencia, tal vez obtenga una respuesta positiva de Lady Jarjayes.
    Oscar escuchó unos golpes en su puerta, y se incorporó de inmediato. Desde el otro lado, escuchó:
    -¿Puedes levantarte Oscar? Tengo las manos ocupadas para abrir la puerta.
    Oscar apoyó el cuerpo en el lado sano, y caminó dos pasos para abrir a duras penas con la mano izquierda el picaporte.
    André irrumpió en la habitación con un tremendo cuadro al óleo, que le abarcaba el ancho de ambos brazos. Bajó el cuadro apoyándolo en la pared, y volvió a salir.
    Oscar miraba aquella pintura algo extrañada. Nunca vio un cuadro tan de cerca. Los había visto en la sala y en el estudio del General, solo de paso, cuando cambiaba los floreros. Tras el polvo y las telarañas acumuladas, se notaba que había un personaje a caballo, pasó un dedo, y vio que el guerrero de armadura reluciente, tenía unos ojos azules muy bonitos.
    -¿Te gusta? – Preguntó André, que tras tocar la puerta y no recibir respuesta, no tuvo otra opción que abrirla.
    -Si, es un cuadro muy grande. - Realmente, Oscar no tenía muchas palabras para comentar la impresión que le causaba no sólo el cuadro, sino, que André estuviera trayendo a su cuarto un objeto así de valioso.
    -Toma, ¿podrías ayudarme a limpiarlo? – Le pasó un trapo de lino – Tú sacas el polvo, mientras me encargo de las telarañas. También traje clavos y un martillo, para que ya no tengas pesadillas a causa de esa mancha.
    -Gracias. No era necesario.
    -¿Sabes quien es la mujer del cuadro?
    -¿Es una mujer? No, no sé. Pensé que era un guerrero.
    -Es Juana de Arco. La heroína francesa por excelencia.
    Ah. – dijo sin prestar mucha atención.
    -¿¿¿Cómo que “ah”??? Conoces su historia, ¿verdad? ¿Alguna vez leíste sobre ella?- Lo dijo con grandes ojos. André era muy aficionado a leer libros y novelas del medioevo. Gustaba mucho de los capítulos sobre la Guerra de 100 años, por lo que aquella respuesta sin entusiasmo de Oscar, lo dejaba por el suelo.
    -Pues no, no conozco su historia. – Dijo mientras iba sacando el polvo del óleo, y con algo de vergüenza, confesó que no sabía leer.

    -Ni una palabra?

    -Si, algunas palabras si. Mi padre solía llevarme a la Iglesia a que el sacerdote nos enseñara catecismo y a leer y escribir.

    -Entonces te falta práctica. Y sé cómo arreglar eso. Si vamos a ser amigos necesito que leas historias.

    - Bueno. Tú eres el amo.

    - Ya está listo este cuadro. - Dijo incorporándose del suelo y sacudiendo el polvo que le había caído en la ropa.

    Oscar trató de imitarlo pero al apoyar la mano para tomar impulso, un gran dolor le hizo lanzar un quejido.

    André aprovechó la ocasión para acercarse y tomarle la otra mano y ofrecer ayuda para que pudiera incorporarse. No podía desaprovechar lo que Madame Jarjayes le había enseñado sobre modales y ser siempre un caballero.

    - Mi lady, permitidme que os ayude.

    Oscar lo miró extrañada. Aquel niño hablaba algo raro... pensó, pero se dejó ayudar igual.

    -¿Sabes? Mañana vendrá el Dr Lassone a visitarte y revisar esa mano. Mi madre ha mandado a buscarlo.

    - Oh. ¡Gracias! ¡Gracias Señorito! -Dijo ella con profunda devoción.

    - ¿No habíamos acordado que ya no me tratarías de señorito?. También tengo una sorpresa más. Mi madre ha aceptado que te preste mi ropa. ¿No te molesta eso?

    - Creo que usar ropa de niño es más divertido que usar vestidos viejos. -La pequeña comenzó a tomar confianza. -En realidad hacer cosas de hombres es más divertido que vivir encerrada y sin hacer nada.

    André sólo asintió y pidió disculpas para volver a salir de la habitación. Al volver lo hizo con Jean, uno de los mozos que atendían en la mansión. Le indicó que quería ese cuadro para ocultar la mancha de la pared y el chico procedió a cumplir con lo que pedía el amo, quien a su vez lo ayudaba facilitándole el martillo y los clavos.
    Cuando finalizó le agradeció y autorizó a que se retire.

    Luego.se puso frente al cuadro y preguntó

    -¿Te gusta?

    -Si, me gusta mucho. En verdad te agradezco. No sabría cómo pagarte.

    - No es nada. Ese cuadro estaba en el ático del ala oeste. Estaba tirado y abandonado. Aquí servirá para inspirarte.

    -¿Inspirarme?. ¿Para qué?

    -Pues, ya veremos.

    *************************************************************************

    Finalmente los días transcurrieron y el otoño dio paso al invierno. La mano de Oscar sanó tras unos ejercicios y masajes que el médico indicó a Nanny. Al recuperarse de las heridas Oscar dejó la cama y comenzó a vestirse con los pantalones que gentilmente André le prestó y la amistad entre ellos fue creciendo.
    El General fue destinado un tiempo a dirigir una misión en la frontera, por lo que André no sufriría la presión de la estricta supervisión paterna. Lady Jarjayes sin embargo, tomó más protagonismo en la educación de su hijo insistiéndole en transmitir valores como la generosidad, honradez y caballerosidad. Gustaba mucho de ver que tenía un muy buen trato con las personas y que velaba por los desprotegidos. Ella conversaba mucho con André y conocer de su propio hijo que genuinamente quería ayudar a aquella niña, significaba que sus enseñanzas no eran en vano.

    Sabía que al volver su esposo, podría reprobar "el tiempo perdido" en "tonterías de mujeres" sin embargo, ella sabía que estaba invirtiendo esa temporada en formar a un gran caballero.
    - ¡Hola Nanny! -saludó André apoyándose en la punta de los pies para alcanzar a ver lo que había en la mesada. - Hmmmm.... ¡huele delicioso! ¿Que es?
    - Es un pastel de cumpleaños, hijo. En tres días, cumple 8 años mi nieta.
    - ¡Es cierto! ¡Lo olvidé! ¡Esperé más la Navidad que se me pasó el cumpleaños de Oscar!

    La familia Jarjayes tenía por costumbre juntarse en la casa paterna para festejar las Navidades. No solía venir toda la parentela, pero siempre había más de una hermana que llegaba con su marido e hijos por lo menos una semana antes de Navidad.
    Era la única época del año, que André no se sentía tan solo, pues, los sobrinos que en algunos casos, tenían su edad, o eran algo mayores que él, jugaban y correteaban por todos los rincones.
    Oscar estaba acostumbrada a que su cumpleaños siempre pasara desapercibido. En esa casa, la única que recordaba su fecha especial, era su abuela. Cuando vivía con sus padres, ellos organizaban un festejo con todos los niños del pueblo. No había dinero para grandes lujos, pero siempre un pastel que su madre horneaba y golosinas que el sacerdote de la villa regalaba a los niños por Navidad, “y por el cumpleaños de la querida Oscar Françoise”. Desde que llegó a la mansión, solo su abuela quedaba para el obsequio, siempre solía ser el pastel, y algún paseo, alguna prenda de vestir, y estar juntas todo el día.
    El General, había enviado un mensaje a su mujer, avisando que llegaría con suerte la noche del 24, pero que después de año nuevo, partiría de inmediato para seguir supervisando a sus tropas en la frontera con Austria.
    Esa tarde, Oscar se encontraba en la biblioteca limpiando los muebles con una de las criadas, y quedó deslumbrada al ver tantos libros apilados.
    -El General es un hombre muy culto, ¿verdad Marie?
    -Supongo que sí, pero, ¿acaso crees que una persona puede leer todos estos libros? ¿No los tendrá solo para fanfarronear como todos los aristócratas? Nosotros los siervos no podríamos leer un solo libro, con tanto trabajo encima. – Al ver que Oscar seguía embelesada mirando y pasando sus finos dedos por el lomo de varios ejemplares, quiso bajar a Oscar de su nube, con un comentario más: - Creo que esto es solo para la gente que no trabaja y puede dedicarse a leer. A una sirvienta como tú, ¿de qué le serviría aprender todo lo que está aquí?
    -¿Crees eso? A mí me gustaría leer todo lo que hay aquí. Creo que si aprendo lo que hay en los libros, algún día podré dejar de ser una sirvienta.
    -¡Jajajajaja! – Marie se llevó las manos a los labios para evitar que la niña viera su boca desdentada al emitir la carcajada. – Tu destino, es ser una sirvienta siempre. Algún día podrías ser la nana de alguno de los hijos de un noble, como tu abuela, pero no puedes aspirar a ser más que eso.
    Esas palabras calaron de manera profunda en el corazón de Oscar, que apenas contenía las lágrimas.
    -No creo que porque hoy sea sirvienta, no tenga futuro en otra cosa más adelante.
    -Pues bueno, realmente, no hay futuro que no sea sirvienta para ti. Tampoco servirías para agradar a los hombres. No hay algo de atractivo aun en ti niña.
    André que pasaba con uno de sus sobrinos, alcanzó a escuchar la conversación, e ingresó en la biblioteca intempestivamente.
    -Solo una persona tan insegura, malvada y pobre de corazón puede transmitir semejantes ideas a una niña inocente. Si tu no puedes alcanzar tus sueños porque no luchas por ellos, no quieras venir a apagar los de Oscar. Ella demuestra mucho más coraje por soñar al menos lo que quiere ser en el futuro. Te pido que nunca más vuelvas a insinuar siquiera que Oscar no puede aspirar a ser algo más que sirvienta o una meretriz. Ofendes a Oscar, a mi querida Nana y a mi familia. – Demostraba mucha tranquilidad y dominio de sus palabras para ser un niño de 9 años.
    -Seño-Señorito… - Fue lo máximo que alcanzó a decir Marie. André la dejó con la palabra en la boca, y cerró la puerta furioso.
    -Por qué increpaste así a la sirvienta? – Preguntó Paul que si bien estaba distraído, puso toda su atención al escuchar el tono que André utilizó con una simple mucama y el portazo que dio.
    -Porque no puede hablar así en mi casa. –Dijo simplemente para no dar más explicaciones.
    -Ufff… Mis padres no se meten en líos con los criados. Tampoco deberías inmiscuirte en conversaciones con ellos, André.
    -Si ves una injusticia, debes actuar. No importa que sea con criados o en la corte de Versalles. Si actúas ante una injusticia, puedes cambiar el destino de una persona.
    -Ay querido André… -decía el chico mientras ponía los ojos en blanco. Ya le habían advertido que su pequeño tío (2 años menor que él) tenía estos pensamientos algo quijotescos.
    Más tarde estando sola Oscar en la cocina tratando de ordenar la vajilla recién lavada, recordó las palabras de Marie sobre ser sólo una sirvienta en la vida.

    Claro que se sentía mal. Sin embargo agradecía que una vez más la haya salvado André, y aún así ella sabía que a pesar de todo, había algo de verdad en lo que dijo Marie.
    " sólo ser una sirvienta..." amargas lágrimas corrieron por las mejillas de la niña aquella noche.
    Al ir a dormir, miró la figura gallarda de Juana de Arco, que desde su caballo la miraba desafiándola. Ahora iba entendiendo qué iba a inspirarle aquella lejana guerrera de quien no conocía su historia pero en cuyos ojos retratados creía perderse.
    El 24 de diciembre la casa estaba en estado de total algarabía pues el General estaba de vuelta en el hogar, los salones principales estaban decorados y se olían diferentes manjares desde la cocina. Los criados estaban vestidos con sus mejores trajes e iban y venían con bandejas repletas de comidas y postres para la cena de Nochebuena.
    Las madres dejaron sus regalos bajo el árbol que habían instalado en el salón y los niños se hacían ilusión sobre qué regalo este año iban a recibir.

    Ese año André fue el que también puso un regalo para su "amigo Oscar", pero sabía que llegado el momento de la distribución ella probablemente estaría sola o con su abuela festejando de forma íntima su cumpleaños. Estaba feliz de compartir con sus parientes en especial con chicos de su edad... Sin embargo sentía algo de pena por aquella niña que siempre estaba sola.
    En la cena el General propuso un brindis a la salud de toda la familia y de los Reyes de Francia. Auguró que el siguiente bebé que estaba próximo a nacer de una de sus hijas, obviamente sea varón y que el próximo año sea próspero para todos.
    Respondieron ¡Salud! Y los sirvientes comenzaron a servir comida. En esta ocasión se preparó un asiento especial para Nanny quien gozaba del aprecio de las hermanas Jarjayes.

    André buscó con la mirada a Oscar entre la servidumbre y supuso que la niña estaría solitaria en algún rincón de la cocina. Se las arregló para escabullirse llevando dos Ttodos grandes de torta entre sus bolsillos y desapareció del salón rumbo hacia las habitaciones de los criados.
    También recogió antes su regalo.

    La buscó en varios sitios pero la halló finalmente mirando el cielo desde una ventana en el saloncito de descanso de los siervos.

    -¡Oscar! -Dijo quedamente. Se le antojó que la niña estaba como en trance mirando la luna y no quería interrumpir su ensoñación bruscamente-¡Oscar! ¿Puedo sentarme a tu lado?

    La niña giró la cabeza levemente hacia donde estaba André y sin decir palabra sólo hizo lugar en el alféizar de la ventana.

    - ¿Qué haces aquí así sola?

    - Mi abuela está con tu familia cenando y los criados sirviendo. Como no soy tan rápida como ellos , me quedé aquí a mirar el cielo.

    -¿Tienes hambre? ¿Ya comiste algo?

    Oscar sólo negó con la cabeza. Entonces André comenzó a revolver sus bolsillos y sacó las tortas que había traído.

    -¿Quieres cenar conmigo? -y le alcanzó una de esas tortas.
    Oscar la tomó y sonrió como agradecimiento. Aspiró el olor de la misma y sintió que la vainilla le picó la nariz.

    - ¿Por qué viniste aquí? ¿No mandarán a buscar al heredero Jarjayes?

    - No creo. Estarán todos más preocupados por escuchar a mi padre en sus hazañas quien luego pasará a debatir con sus yernos sobre la política del país. Sabes que me aburren esos temas.

    Cuando terminaron de comer, André con algo de rubor en su cara producto también de haber bebido ponche y un poco de vino mezclado con agua, se armó de valor (No entendía por qué se sentía así, no ahora... si tanta expectativa había puesto para que llegara este momento) y sacó un paquete envuelto a manera de regalo y se lo extendió a Oscar.

    -Sé que mañana es tu cumpleaños. Sé que mañana estarás en el mercado con tu abuela, y pues tal vez tenga que estar mucho tiempo con mi padre. Por eso quise adelantarme y darte mi obsequio. ¡Feliz cumpleaños, Oscar!

    La pequeña abrió sus ojos ante aquella grata sorpresa. Otra vez su héroe venía a rescatarla de sus miserias y tenía semejante gentileza con ella.

    -Gra-gracias André. No tienes que hacer esto.

    -Somos amigos. Te perdono este año. Pero el próximo debes regalarme algo el 26 de agosto. ¡Recuérdalo! - Dijo con una sincera sonrisa.-Espero que te guste. ¿Por qué no lo abres ya? Vamos...¡Abrelo!

    Oscar ni siquiera quería deshacer ese envoltorio, como temiendo que con el papel también se desharía el momento tan especial que estaba teniendo con su nuevo amigo.

    André ansioso, tomó nuevamente el obsequio y sacó las cintas que sujetaban el papel y descubrió un libro para Oscar. Ella comenzó a mirar detenidamente la portada y el lomo.

    -André, son muchísimas páginas. ¿Crees que voy a leerlo todo alguna vez? No soy muy buena leyendo, ya te lo dije.

    -Claro que si. Leerás todos los libros que quieras. Te voy a ayudar si me permites.

    -Gracias. -y algunas lágrimas comenzaron a aparecer entre sus pestañas. Justamente tenía aún aquel mal sabor de lo que Marie le había dicho en esos días. -Gracias, Gracias.

    André notó que las emociones de Oscar estaban aflorando y que estaba a punto de llorar.

    Él sabía el significado de aquello. La niña estaba herida por la escena anterior.

    - Nadie tiene derecho a despreciar tus sueños. Seremos grandes amigos y tu serás una gran persona. Nunca dejes que alguien se burle de ti. ¡Feliz cumpleaños, mi querida Oscar!

    Y sin más, tuvo que retirarse porque oyó que gritaban su nombre para el brindis de media noche.

    Oscar abrazó su libro nuevo y se quedó más tiempo mirando las luces de los fuegos artificiales que provenían del Palacio de Versalles.

    ***************************************************************************************

    Al día siguiente, Paul estaba en la biblioteca molesto por no encontrar un libro, sabía que era el favorito de André y que a él también le gustaba. Se acercó a su tío y le dijo

    -Oye André, ¿has visto aquel libro sobre Juana de Arco que el año pasado no terminé de leer? Estoy seguro que estaba en el estante que está al lado de la puerta del estudio de tu padre.

    -Pues no lo he visto. Hace años que no lo leo. Es raro... - y se alejó con una sonrisa maliciosa en el rostro, dejando a un Paul algo confundido.


    Fin del capítulo 1.
    ****************
    Fátima. ​
     
  2.  
    Fatima Aquino

    Fatima Aquino Iniciado

    Tauro
    Miembro desde:
    3 Septiembre 2017
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    [Longfic] Giros del Destino (Lady Oscar - La rosa de Versalles)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    6368
    Capítulo 2.
    De cómo les afectó crecer...

    De aquellas Navidades habían pasado varias temporadas más. A nadie en la mansion incomodaba ver a una niña vestida con ropas masculinas.

    La amistad entre Oscar y André había madurado con charlas y largos paseos en la mansión y alrededores . Se volvieron inseparables.

    En cierta ocasión Lady Jarjayes recibió un reclamo del General por tener a su hijo tan apegado a una criada, no obstante ella hizo ver a su marido lo sólo que se encontraba André, siempre leyendo o practicando sin compañía de su edad.

    -Pero es una criada, sin modales, y si los tuviera, sería una dama. Qué sacaría de provechoso André con ese tipo de compañía?

    - Esa niña tiene algo que otras niñas de su edad no tienen. Y es que no quiere perder tiempo en frivolidades. Quiere instruirse y quiere ser alguien de provecho en la vida. Creo que ella puede ayudar a André a sacar lo mejor que tiene.

    -Tonterías! De vuelta con tu romanticismo mujer! Siempre creyendo que André será mejor persona con esa clase de enseñanzas y sentimentalismos. Mi hijo será un gran militar por la disciplina y perseverancia en las ciencias y entrenamientos que le doy.

    Lady Jarjayes puso los ojos en blanco como siempre que prefería evadir lo que su marido decia y simplemente dejaba de discutir con él, después de todo era un gasto de energía innecesario ya que siempre se las ingeniaba para salirse con la suya.

    Finalmente con el correr de varias semanas, el General evaluó que André tenía grandes progresos en Latín, literatura, en matemáticas, tenía mejores reflejos con las espadas y mejor rendimiento en equitación; por lo que, si era por esa amistad con la sirvienta que vestía de varón y tenía ambiciones masculinas como había dicho su esposa, pues bien, se aprobó la dichosa amistad.

    En esa época, André que conocía el caracter autoritario del General y que no quería que lo reproche por su amistad con Oscar, se escabullía en el cuarto que ella ocupaba para enseñarle sus mismas materias cuando ella tenía tiempo libre.

    De corazón ambos seguían siendo niños aunque la pubertad iba marcando su territorio en el cuerpo de cada uno. André pronto comenzó a alargarse más y a notar variaciones en su voz. Oscar todavía tenía rostro y cuerpo de niña pero por mes iba creciendo y estirándose, revelando algunos rasgos más femeninos en sus formas.

    En cuanto a sus progresos académicos, tenía sus técnicas de estudio. Comenzó a desarrollar su memoria y si las clases las tomaba de noche, trataba de recordar en la mañana siguiente la lección anterior. Si podía en el día, volvia a repasar los temas o se adelantaba y llenaba de preguntas la cabeza de su joven profesor en la siguiente lección.

    Nanny se sentía orgullosa de cuanto iba aprendiendo su nieta. La veía hablar y parlotear con André siempre compitiendo sobre historia o matemáticas. Se corregían mutuamente los errores de gramática o pronunciación. Se desafiaban en quien conocía vocablos raros en latín y griego. Pero en su corazón ella sabía que tenía que hacer algo sobre esas trasnochadas de estudio casi diario en la habitación de Oscar. Los criados ya comenzaban a lanzar indirectas que la incomodaban sobremanera.

    -Señorito André, me gustaría charlar con vos sobre un tema en especial?

    -Claro Nanny. Sabes que si tú me pides algo tienes que darlo por hecho. -Estaba sentado en la mesa y al pronunciar aquellas palabras cruzó sus manos frente a su barbilla. Quería pasarse de serio pues la anciana lo trato de "Vos" cuando siempre lo llamó "hijo ".

    -André , agradezco todo lo que ayudas a Oscar. Sin lo que le enseñas ella sería una persona tosca y sin alegría y se rodearia sólo de malas influencias. Sin embargo, me preocupa que ambos están creciendo y tú sigas yendo a su habitación por las noches. No sé si me explico.

    -Te sigo Nanny, sin embargo sabes que no le haría nada a ella. Pero entiendo. Voy a arreglar esa situación.

    André era sorprendentemente un niño maduro para su edad. Nanny estaba segura que se debía a que en su casa nunca lo trataron como a un niño y principalmente debido a la educación de su padre y a las largas horas de charlas con su madre.

    Obviamente Madame Grandier debía poner en contexto a Madame De Jarjayes para que la misma sepa tomar la situación cuando André fuera a pedirle aceptar alguna de sus ocurrencias.

    - Nanny, Ya imaginaba que en algún momento esto sucedería, sin embargo confío mucho en André y sé que a su edad no pensaría en algo mal intencionado de su parte hacia tu nieta - lo decía mientras tomaba su té que la anciana le había traído.

    -Madame, sin embargo los demás sirvientes han comenzado a insinuar cosas y me preocupa que algo así perjudique a mi nieta y su permanencia en esta casa. Ella no tiene a donde ir.

    -No deberías tener en cuenta lo que digan ellos. Tu nieta se ha comportado muy bien estos años. Parece una niña muy inteligente aunque también la notaba muy solitaria como André. Ahora son apegados.

    - El Señorito no ha tenido más que atenciones con ella. Los dos alimentan fantasías que no corresponden. Oscar está muy contenta con vestir como niño y que el Señorito le haya enseñado tantas lecciones. Sueña con estudiar algo o tener un negocio propio. André a su vez habla que no quiere entrar a la Guardia Francesa. Me temo que eso no agradará al Amo.

    La anciana realmente estaba preocupada por esto último. Sabía de las generaciones de Jarjayes que habían servido a los Reyes franceses y que el último vástago se niegue a continuar con la tradición militar, era algo grave. Lady Jarjayes por su parte creia que sólo era una especie de desafío a la autoridad paterna lo que le pasaba a su hijo. En su momento André terminaría entrando en razón.

    - Nanny, lo que creo que sucede es que André ve en tu nieta a la princesa del cuento a la que hay que salvar. Sólo que ella no es una princesa igual a las demás. Es algo peculiar y creo que a los dos hace bien que sean amigos.

    -Princesa ¿Oscar? Nada más lejos que eso mi señora.

    -Por eso es muy original. No te preocupes Nanny y esperemos a ver qué nos dice André, qué propondrá para zanjar esta situación.

    La anciana confiaba mucho en su Ama. Siempre la había visto como una mujer sabia por haber criado a seis hijas antes pero lo que llamaba la atención en todos los círculos que ella acudía, era ser considerada una mujer muy culta y muy inteligente al tratar a las personas. Fue esto lo que el General vio ella cuando acepto el matrimonio convenido entre sus familias. Por eso aunque el General discutiera con ella, él apreciaba tener los consejos sabios de su esposa.

    ********************************************************

    André no dejo de ir a enseñar sus lecciones a Óscar, pero ella observó que el mismo estaba inquieto y algo extraño.

    -André hace mucho frío. ¿Por qué dejas la puerta abierta?

    -Porque tengo calor. Hace calor.

    - ¡Pero si te castañean los dientes!

    - De ahora en más vamos a estudiar con las puertas abiertas. Si los demás aprendieran lecciones de historia o geografía no andarían de chismosos! -gritaba como para que toda el ala de servicio lo escuchara.

    - No te entiendo.

    -Ay no me hagas caso. -aclaro la garganta y volvió a levantar el tono de su voz -¡La guerra de los 100 años fue un conflicto armado que duró 116 años (1 de enero de 1337-17 de octubre de 1453) entre los reinos de Francia e Inglaterra.-entonces le pasó el libro a Oscar. -Ahora lee tu desde esta parte.

    - Esta guerra fue de raíz feudal, - André la interrumpió.

    -Debes alzar tu voz, debemos practicar entonación desde ahora.

    Oscar lo miró extrañada pero le hizo caso de todas formas y prosiguió en su lectura

    -Su propósito era resolver quién controlaría las enormes posesiones acumuladas por los monarcas ingleses desde 1154 en territorios franceses, debido al ascenso al trono inglés de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou.

    -Muy bien Oscar! Ahora dime quien fue esposa de Enrique II?

    -La reina Eleonor de Aquitania

    - Que estaba antes casada con?

    -Luis VII. Espera… entonces aquello fue un divorcio?

    -Puede decirse que si. El Papa mismo anuló su matrimonio.

    -¿Y eso puede hacerse? Acaso un matrimonio por Iglesia nunca puede deshacerse?

    -Pues, creo que esa anulación no respondía precisamente a los intereses religiosos sino a intereses económicos, favores e influencias. Como Duquesa de Aquitania era la mayor feudataria de Francia, así que fue muy inteligente en saber con qué sostener sus argumentos para el divorcio. Comprendes?
    - Creo que si. Si tienes dinero puedes comprar lo que quieras... -emitió un largo bostezo. André miró como volvia a apoyar el mentón sobre una mano, y sonrió divertido. -¿Por qué te ríes?
    - No recuerdo haberte visto con sueño antes. Ó es que te aburre leer?
    -Pues no, lo que pasa es que hoy ha sido un día realmente agotador y cuesta un poco no sentir sueño.

    André entonces dijo que por ese dia dejarían la lectura y se despidió de su amiga.

    Decidió hablar con su madre esa misma noche.

    Ella se encontraba borrando un pañuelo sentada en un diván. Cuando vio a su hijo, lo invitó a sentarse a su lado y siguió con su labor, dando tiempo a André a que ordenara sus ideas antes de hablar.

    -Madre.

    -¿Si? -respondió ella sin apartar la vista de la tela.

    -Madre, tengo algo serio que contarte.

    Entonces Lady Jarjayes por fin dejó a un lado el bordado y se posicionó de manera a escuchar al jovencito.

    -Necesito que Oscar tome las mismas lecciones en la biblioteca de mi Padre y en los mismos horarios que me toca hacerlo.

    -¿Y para que quieres esto André?

    Su madre nunca preguntaba los por qués. Esto era para André siempre más fácil de responder al General. Pero Lady Jarjayes siempre profundizaba en sus averiguaciones sólo con preguntar la finalidad. "Para qué ".

    - Para que ella se supere a si misma. Para que nadie manche su honor. Y para que me haga compañía en esas aburridas lecciones.

    - Ya tome conocimiento que hay personas que te ven enseñándole en su habitación. Deberías saber que hagas lo que hagas, aunque tengas las más nobles intenciones, siempre habrá gente que quiera criticarte. Lo importante André, no es querer tapar el sol con un dedo para callarlos a todos. Lo importante es que tu estés convencido que lo que haces es lo correcto.

    - Es que, me preocupa que una niña tenga tantas dificultades para salir adelante, ya por ser mujer, y dada su condición de no ser noble, le sea más difícil optar por lo que quiera hacer. .. Y más allá de eso, otra vez que haya gente que sólo se quiera burlar, criticar o manchar su reputación, sin conocerla realmente, sin preocuparse del prójimo.

    Lady Jarjayes tomó las manos de su hijo entre las suyas y con dulzura miró a su niño

    -Entiende que tu Padre es un hombre sin mucha paciencia. Ella debería estar á la altura de lo que ya has avanzado tu mismo.

    -Madre, Oscar ya tiene mi mismo nivel. Ponla a prueba tú misma y dime si puedo pedir a mi Padre que acepte mi petición.

    -Me parece válido. Mañana voy a esperarla a la mañana para charlar . Le puedes avisar por favor?

    -Claro que si. Espero Madre en que puedas convencer a mi Padre.

    -Haremos lo mejor que se pueda.

    ************************************

    Al día siguiente Oscar estaba algo nerviosa después que haya conocido por boca del propio André que la Señora quería hablar con ella. Fue hasta el jardín donde se encontraba Madame trabajando en trasplantar unos brotes de rosas al suelo del jardín ... tenía un vestido mas modesto y las manos sucias. Pero aún así, esa mujer lucia muy elegante.

    - Hola Oscar, acércate por favor.

    -Si Madame.-Dijo tímidamente.

    -Me dijo André que has estudiado mucho.
    -Si Madame

    -Pero él cree necesario que sigas estudiando, con él en la biblioteca. Te gustaría eso?

    -Si Madame.

    -Crees que podrás seguir el mismo ritmo de André, Oscar?

    - Creo que si Madame. Pondré de mi parte para que así sea. Me esforzaré mucho.

    - Dime Oscar, para que quieres estudiar tanto? -y ahí estaba su pregunta crítica.

    -Quiero... Me gustaría conocer muchas cosas para estudiar alguna vez en una gran escuela, y luego ayudar a las personas como yo a salir de la pobreza.

    -¿Quieres enseñar? ¿Quieres curar?, puedes ser institutriz o enfermera querida.

    - Madame, no lo sé todavía. Le agradezco mucho a la familia Jarjayes por todo lo que hacen por mi, y algún día pagaré haberme cuidado y ayudado.

    -- Oh querida. No es para tanto. Acaso no quieres casarte y formar familia? Sabes que las jovencitas apenas unos años mayores que tú ya se casan y tienen hijos. Una niña de tu edad ya mira a los muchachos.
    -¿En serio? - Oscar abrió los ojos, realmente estaba sorprendida por semejante idea. - Pues ahora quisiera seguir aprendiendo Madame. Sólo tengo a mi abuela como familia y cuando ella ya no pueda servir a vuestra familia, me gustaría llevarla a una casita para vivir conmigo.
    - Realmente eres adorable, Oscar. Puedes estudiar con o sin André todo lo que quieras en la biblioteca.
    - Madame, os agradezco mucho. No obstante, podríais decirle a mi abuela que no se enoje conmigo por no poder ayudarle en la cocina en las mañanas?
    - No te preocupes pequeña. Tu abuela lo entenderá.

    Madame quedó reflexionando en el jardín mientras veía a Oscar correr hacia la mansión. Sin dudas era una pequeña muy singular. Sus hijas tenían a la edad de 12 años pretendientes en las casas de los aristócratas más renombrados de Versalles. Tener a Oscar estudiando con André sería como re escribir algo diferente a lo que estaba acostumbrada con sus hijas anteriores.

    Como siempre, convencer al General sería la tarea más complicada y ella debía preparar el ambiente para dentro de unas semanas, tiempo que llegaría su esposo después de sus misiones en la frontera.

    ******************************************

    - De verdad crees que vas a poder leer este libro. ¿En tan poco tiempo? Me parece que estás exagerando la promesa que hiciste a mi madre.
    - Debo leerlo. Me gustan las historias medievales ¿No que si éramos amigos debía leer mucho?
    -¡He creado un monstruo! - Andre río y se rascó la cabeza. -Podríamos parar la lectura por hoy.? Me gustaría darte una sorpresa.

    Oscar clavó sus ojos en los de André con gesto de.desaprobación. - Si no superas la emoción de leer un libro con otro libro no cuentes con que me levante de aquí.

    - ¡Oh! Te emocionará más que esos libros de espadas y armaduras. Necesito que me acompañes al patio.

    Oscar obedeció a André como siempre, con algo de escepticismo. Realmente estaba más interesada en la lectura, y encontrar un ejemplar sobre la biografia de Carlomagno en la biblioteca era algo que la tenía en vilo desde que vio la portada de aquel libro.

    Llegaron al patio y André salió disparado en dirección a un viejo roble. Oscar decidió sólo seguirlo caminando.
    -Et voilá ma cherie. - dijo André tirando una espada en el aire para que Oscar la atrape, Sin embargo no contaba con que la niña retrocederia asustada al darse cuenta.

    -¡Ey! ¿Estás loco? ¿Quieres matarme acaso? -Sus ojos de verdad demostraban terror.

    - Pero… pensé que te gustaría la idea. – y ahí estaba André con su característica rascada de cabeza cuando se sentía desorientado.

    -¡La idea de que me rebanes algo no! ¡Hay sables en Oriente que pueden rebanar un cuerpo humano como si fuera mantequilla!

    André puso los ojos en blanco -Dame paciencia Señor!- Se acercó a donde había quedado la espada, la tomó y se la acercó poniendo una rodilla en el suelo. - ¿Mi Lady, os gustaría acompañarme en la práctica de espadas de esta mañana?

    Oscar la tomó con algo de curiosidad. La pesó y trato de equilibrarla en lo alto desde la empuñadura.
    -Mirar cuando la usas es distinto a tenerla entre mis manos.
    -¿Crees que podrías sostenerla? - Oscar asintió y se paró con algo de torpeza moviendo la espada en el aire.

    André se acercó a ella y poniéndose detrás corrigió su postura guiando su espalda y sus brazos.
    -Deberías separar más los pies. ¿Ves? Tu pierna derecha va un poco más al frente para equilibrar la espada que llevas en tu mano derecha. - Oscar se ruborizó ante el contacto de las manos de André sobre sus manos al separar las suyas del mango de su espada, pues la niña la tomaba con ambas manos a puño cerrado. Era la primera vez que lo sentía tan cerca de su rostro. Escuchó en su mente como un eco las palabras de Lady Jarjayes " Las niñas de tu edad ya piensan en muchachos"... y André era un muchacho.

    -¡Ey Oscar! ¡Aquí! ¿Me oyes? - André tronó los dedos frente a ella para llamar su atención . - No estarás soñando con ella, ¿verdad?
    -Ella?
    - ¡Si! Apuesto que quieres verte como Juana de Arco. ¡Hoy vamos a comenzar a entrenar para que alguna vez guies al ejército francés en su lucha por la libertad!

    Oscar sintió que su rostro ardía. Primero el contacto, luego creer que André leyó su mente y ahora la comparación con su heroína.

    - Pues, pues.... en-enséñame!

    -¡En garde!

    Al cabo de tres horas de mucha paciencia y práctica, Oscar pudo dominar su pulso y resistir las estocadas de André. Varias veces dejó caer la espada en el suelo, pero él no permitió que se rindiera. Le recordaba que era su sueño, que se lo había confesado tiempo atrás.
    Para ella era una inyección de determinación por lo que retomaba la posición y con fiereza volvia a gritar -¡Ataca!

    Notó Oscar en el transcurso de aquellas horas que le ardían las manos de tanto sostener el metal. Pidió hacer un alto y al desprender se dio cuenta que las mismas estaban rojas y con ampollas. Ni los trapeadores habían conseguido forzar su piel. Se quedó mirando por un momento el tono rojizo que tenía en las palmas ahí donde sujetaba el puño metálico.

    - ¿Se te han formado callos? - Se acercó André jadeando por el cansancio.
    -Me arden - alcanzó a decir ella. André observó sus mejillas sonrojadas por el esfuerzo. Oscar trató de recogerse instintivamente el pelo a un costado porque le molestaba el sudor, dejando al descubierto una parte de su alabastrino cuello. Este gesto natural sin embargo, llamó la atención de André pues, además desprendía un leve olor a agua de rosas.
    -Mira, mis manos ya están así. - Dijo extendiéndoselas frente a ella. - Son callos. Ya no me duelen.
    Oscar se acercó más y comenzó a pasar la yema de los dedos por sobre cada callo con ávida curiosidad. El cuerpo de André reaccionó ante el delicado tacto sintiendo una descarga en su espina dorsal. Era la primera vez que se producía semejante sensación.
    - ¡André!
    - ¿Que? - Dijo por fin saliendo de su trance
    -Te pregunté si en cuanto tiempo dejaron de arderte las manos.
    -Nana tiene una pomada que te refrescará.. Si quieres vamos a que te la unte. Oscar asintió y comenzó a seguir a André.
    Ya en la cocina André pidió el pote mágico a la abuela y ella pensando que era para su propio uso le dio sin observar que era Oscar la que lo necesitaba.
    André se sentó a su lado en la mesa y comenzó a untar aquel unguento para calmar el ardor. Una vez que hubo terminado con ella, le pidió :
    -Podrías colocarme también a mi? Antes que me vuelvan a doler. -pero es que no sentía más dolor... sin embargo, inventó aquella excusa para que Oscar vuelva a posar sus dedos en sus manos.
    Y ahí estaba de vuelta esa sensación extraña que se apoderaba de sus sentidos Se reprochó a sí mismo por mentir a su amiga. Retiro su palma cuando el remordimiento invadió su mente.
    -Perdón. Perdón Oscar -dijo y súbitamente se alejó corriendo. Ella quedó sin entender lo que sucedía.

    En su cuarto André estaba tumbado en la cama tratando de encontrar una explicación a aquella extraña emoción. La imagen de su cuello blanco, el olor suave que desprendía y aquellos dedos blancos y finos que recorrieron sus callos. ¿Por qué se agitaba su corazón ante esas imágenes?

    ********************************************

    El resto de la tarde después de un baño, Oscar como siempre se dirigió a la biblioteca a continuar con sus lecturas..
    - Estás aquí. -Dijo André al asomarse desde la puerta. -Me gustaría acompañarte. Que lees?
    -Carlomagno. Es interesante.
    - De veras? Te escucho.

    Oscar comenzó a leer, sin embargo Andre cayó en cuenta que poco y nada lograba retener de lo que ella decía. Iba concentrándose en las diferentes variaciones de voz y del movimiento de sus labios. Notaba que habían mechones de pelo que se introducían en su cuello por debajo del cuello de su camisa y sintió curiosidad de saber si picaban o acariciaban esa piel. Siempre la tenía ahí, a su alcance, pero ese día él estaba descubriendo a una nueva Oscar. Le gustaba mirar la perfección de toda ella.
    - Estás muy distraído hoy André Jarjayes!
    -Es que... -suspiró- Estoy un poco cansado. Mañana te gustaría volver a practicar con las espadas?

    -Si Andre! Me gustaría mucho. Gracias nuevamente. - lo dijo con una sonrisa que André se descubrió desarmado ante aquel gesto instintivo.

    -Me-me tengo que retirar. Tengo sueño. Nos vemos mañana.
    Subió las escaleras lo más rápido que pudo. Otra vez tenía un mar agitado por dentro. No tenía sueño pero necesitaba tranquilizarse. Sentia ganas de estar cerca de Oscar pero a la vez tenía que controlar aquellos efectos fisicos que le eran completamente extraños al notar algo nuevo en ella.

    ************************************
    Al día siguiente después de desayunar Andre busco.a su amiga por la casa sin éxito. Entonces se dirigió frente a aquel roble y la encontró practicando sablazos en el aire.
    - Lo ideal es que tengas un contrincante Oscar. El aire no puede atacarte como este servidor. Buenos días!
    -Buenos días. Quería practicar desde temprano. Sabes que ya no me duelen las manos? Mi abuela me vendó anoche las heridas después de colocar aquella pomada y hoy amaneci sin molestias.

    -Te dije que los remedios de la nana son milagrosos. Estas lista?
    Oscar asintió y se puso en posición para comenzar la siguiente lección de esgrima. Hubo momentos en que dio pasos avanzando y atacando muy a pesar del buen nivel de André quien la superaba en técnica y fuerza por los años de práctica. Ella demostraba que en poco tiempo podría estar a su mismo nivel. Era impetuosa y aunque cometiera errores de principiante, los corregia de inmediato en la siguiente jugada.
    Al cabo de un buen tiempo, oyeron la voz de Madame Grandier quien les alcanzó una bandeja con manzanas maduras y una jarra con agua.-Deben alimentarse niños- dijo - con semejante ejercicio bajo el sol pueden sufrir alguna descompensación.
    Ambos soltaron sus armas y se dirigieron al lugar en que Nanny depositó aquello que trajo.
    -Manzanas! Dijo André- Quien llega al último pierde una manzana!
    Oscar corrió con su vida para dejarlo atrás. Al tener menos peso lo superó ampliamente en la carrera.
    -Me debes una manzana André Jarjayes. -dijo con la respiración agitada.
    -La verdad que a la velocidad que corres, te debo un árbol completo. - Tenía las manos apoyadas en las rodillas tratando de recuperarse.
    André devoraba con avidez las frutas y Oscar lo seguía. Descansaron satisfechos bajo la sombra del roble sentados sobre el pasto. Oscar recogía con los brazos sus rodillas y miraba el cielo, alternando momentos en que inhalaba la brisa de la mañana cerrando los ojos y dejándose llevar por sus pensamientos.
    André la observaba deleitado por aquellos gestos que para el comenzaban a delinear la femineidad de su compañera y le gustaba.

    - Dime Oscar. -le dijo sacándole de sus ensoñaciones- recuerdas cuando nos conocimos?
    -A que viene esto? Claro que lo recuerdo, Señorito André. -levanto las cejas para marcar las dos últimas palabras.
    -Ah... sabes cuánto odio que me digan "Señorito"... Pero más odio si tu me lo dices así. - André puso una cara sería al principio, Pero luego la volvió a mirar con una tierna sonrisa.
    Oscar se fijó en sus ojos verdes que bajo el árbol adquirían una tonalidad más pura y brillante. Estaba de buen humor.
    - Es el tratamiento que te corresponde alguna vez serás el Conde Jarjayes y todos seremos tus vasallos. Aunque te disguste, esa es tu realidad.
    -Recuerdo esa primera vez que Nanny te presentó. ?Por que tenías miedo a que me.burle de tu nombre?
    - La respuesta es obvia y la sabes.
    -Claro. Pero aquella vez prometieron contarme el motivo de tu nombre. Es cierto que resulta singular, pero desde que te conozco...nunca he podido ver a otro Oscar sin asociarlo a cierta niña impetuosa.
    - Es una historia algo peculiar. Habíamos nacido en la misma fecha otro niño y yo en Áreas. El padre de ese niño se llamaba Oscar y su madre Françoise. Mis padres habían elegido el nombre de Catherine María Josefa, Sin embargo el secretario del cura que debía inscribir nuestros nombres estaba ebrio, y confundió los papeles y anotó en mi acta de nacimiento el nombre de aquel niño y él se llevó el nombre de Joseph Marie Constantine.
    - No se quién se llevó la peor parte!
    - Pues creo que me tocó esa peor parte a mi.
    André se acercó a ella y tocó su hombro con el suyo.
    - No lo creo. Desde esa vez te he dicho y lo sostengo que me gusta mucho tu nombre. -y suspiro al terminar la frase.
    Oscar sintió arder sus mejillas y escondió la cabeza entre sus brazos.
    - Ninguno de nuestros padres reparó en aquel error sino días después. En la pila bautismal me llamaron por mi nombre correcto lo mismo que a aquel Oscar. Sin embargo el secretario envío a París los documentos y en el censo quedé registrada como Oscar. Mi padre quiso cambiar ese nombre pero le dijeron que para ello necesitaba contratar un abogado y solicitar audiencia con el mismo Rey para lograr el cambio.
    André seguía escuchándola, mirándola fascinado. Notaba que bajo sus pestañas iba formándose una capa de humedad cada vez que ella mencionaba a su padre.
    - Eso obviamente costaba mucho dinero y mi padre no lo tenía. Se prometió a si mismo ahorrar dinero cada año para pagar un abogado que iniciara los trámites pero los que habían en Arras sabiendo del interés de mis padres sólo aumentaban sus honorarios también cada año.
    -Basuras. Aprovechadores. -Dijo André con seriedad.
    -Luego, Mi madre habló con el sacerdote pues se negaba a llamarme por un nombre masculino. El padre varias veces la había oído llamarme Catherine, y la reprendió porque ese ya no era mi verdadero nombre y que debía aceptar la voluntad de Dios. Que aquello sucedió por algo. Ella no quiso acatar y como era insistente nuevamente les dijo que ese error fue de ellos y que debían repararlo. El sacerdote y el secretario urdieron un plan y mi madre cayó en la trampa, juntamente con la madre de Joseph. Ambas acudieron a la Iglesia solitaria y ambos hombres les propusieron negociar el nombre de sus hijos a cambio de que ellas les entreguen su honor.
    -Miserables mal nacidos! -Espetó furioso el chico.
    - Mi madre había prevenido a mi padre que no estaba segura de acudir al sacerdote, por lo que él había seguido los pasos de ella, y al oír los gritos de ambas mujeres, él comenzó a llamar a los vecinos para que lo ayudaran a abrir las puertas de la Iglesia. Encontró a la madre de Joseph inconsciente y a mamá con la ropa rasgada. Los malnacidos quisieron inventar una excusa y los hombres del pueblo igual les cayeron con una gran golpiza. Habían jurado que nunca cambiarían nuestros nombres por aquella ofensa, como castigo por querer torcer la voluntad de Dios y no colaborar con sus representantes.
    -Dios... Dios.. en su nombre la humanidad sigue cometiendo tantos crímenes.
    De nuevo Oscar escondió el rostro y André notó que estaba sollozando.
    -Mi padre antes de morir me dijo que tal vez debiera aceptar el nombre de Oscar al final para protegerme mientras fuera una niña indefensa, y que me instruyera en algún oficio o profesión de manera a que obtenga dinero o me casara con algún hombre de dinero que pueda cambiar mi nombre.
    André apoyo una mano en su hombro y comenzó a presionar gentilmente para demostrarle que quería consolarla. La abrazó por completo y Oscar dio rienda suelta a sus lágrimas y por fin lloró en silencio en los brazos de su amigo. El calor y el olor que percibió entre las ropas de André la tranquilizaron e inundaron sus sentidos. Pronto las manos de él comenzaron instintivamente a recorrer su espalda para lograr que dejara de llorar. Oscar se separó del abrazo y lo miró. André secó sus lágrimas con los pulgares. Entonces acercó su rostro al de ella y susurró dulcemente en su oído:
    - Pero tú ya no eres una niña indefensa. -Y luego le dedicó una tierna sonrisa. - Sigamos practicando mi pequeña Catherine!
    -Supongo que me seguiré llamando Oscar... -Dijo ella con una sonrisa maldibujada en su rostro. - y algún día voy a tener dinero para cambiar este nombre. Voy a luchar por ser alguien con una profesión!
    -O conocerás algún joven y apuesto noble de alto linaje y cercano al Rey que se quiera casar contigo y te ayude a lograrlo.

    -¡Jajaja! ¡No digas bobadas, André! ¿Qué noble va a querer casarse con una plebeya que tiene nombre de hombre? ¡Jajajaja!
    André suspiró y prefirió seguirle la corriente. Se sorprendió a sí mismo haber hecho aquella propuesta, pero agradeció que Oscar sea algo despistada para este tipo de temas.
    -Bueno ma cherie-Dijo incorporándose y tomando su florete- Sigamos practicando. No podemos descansar más. Debes ser fuerte para luchar contra sacerdotes pervertidos y secretarios lujuriosos que se quieran aprovechar de tu aspecto suave y débil.
    Oscar también se incorporó y de vuelta iniciaron una nueva práctica de esgrima.
    Llegaron un tiempo ejercitándose. Oscar mejoraba rápidamente. En unas horas parecía dominar nuevas técnicas y resistir con más bravura.

    A lo lejos el General Jarjayes que había llegado sin previo aviso, observó al principio un poco escéptico pero luego prestando atención a los movimientos de aquella chiquilla. Calculaba que tenía estilo y que hasta parecía manejar mejor la espada que André. Con más práctica y sus enseñanzas podría ser una experta en poco tiempo... Pero André con tantos años, era muy Bueno, pero le era extraño que aun siguiera repitiendo ciertos errores que ya debió haberlos corregido.
    Entró a la casa y preguntó por Madame Jarjayes.
    Una vez que la vio sentada en un sillón...

    - Desde cuando esa niña practica con André a las espadas?
    -Buenos días Conde Jarjayes. Bienvenido a vuestra casa. Os estábamos esperando con ansias. -Dijo la mujer con una sonrisa mientras dejaba su bordado a un lado.

    -Perdón Madame. Buenos días! Te extrañe mucho. Ahora responde lo que te pregunte.- Dijo mientras se quitaba los guantes.
    -Antes que te disgustes, te explico que fue un pedido de tu hijo y viendo que en la casa nadie quería entrenarlo accedí a conceder su petición.
    - No me malinterpretes querida esposa. Me ha sorprendido el manejo que tiene esa niña con su espada. Hace cuanto esta practicando?
    -Apenas desde ayer.
    -!Desde ayer! Es increíble! Parece casi una experta! ¿Cuántos años tiene?
    -Hace poco cumplió 14 años.
    - Que piensas de ella Madame?.-Dijo rascándose la barbilla.
    -Es una niña inteligente, honrada, y muy respetuosa. Sus ambiciones no son las de las niñas normales. Me ha sorprendido gratamente y es por eso que aliento su amistad con André... pero... General, conozco ese gesto. Me gustaría saber qué estas pensando querido esposo.
    -Pienso sacar provecho de la situación. Además, mujer , el Rey me ha notificado que hay serias posibilidades que André sea asignado como comandante de la Guardia Real que atenderá al Delfín!
    Lady Jarjayes llevó las manos a la boca de la sorpresa. Podía imaginar las interminables reuniones y charlas con los asesores de Su Majestad para que otorguen ese cargo a su hijo. Para el General, era motivo de mucho orgullo esta noticia, No así para André que probablemente inicie una guerra con tal de llevar la contra a su padre.
    - Monsieur! Estoy orgullosa de este logro. Sin duda es una gran noticia para la familia. Sé que es tu sueño largamente acariciado. Pero sabes que André tiene sus objeciones.
    - Sé que puedo contar con tu ayuda para convencerlo, querida. Entiendes que es importante para nosotros que André tenga su espacio en la Corte, un cargo militar como todas las generaciones de Jarjayes. Reconozco que protestará, pero debemos conseguir que acepte y se empeñe en dar lo mejor de sí mismo para dejar en alto el nombre de esta familia.

    Ajenos a esta conversación, Oscar y André volvieron del patio ingresando sonriendo a la mansión. Estaban agotados pero la charla era amena.
    En lo alto de la escalera se encontraba el General que saludó de manera muy sería.
    - Oscar, necesito conversar en privado contigo . Acompañame por favor .
    Ella miró a André buscando ayuda en sus ojos y se encontró con los de él que sólo transmitían más angustia.

    - Si, amo. Subo. -Cabizbaja se dirigió hasta el Conde, subiendo los escalones.
    André comenzó con el torbellino de ideas mezcladas con emociones, donde lo primero que temía era que su padre la regañe por estar cerca de él. Pero en ese caso me debería reprender a mi. Ó tal vez por andar en ropas de hombre, O le advertirá tal vez aquello de que no alimentara esperanzas por ser una sirvienta.... "Diablos! -pensó con los puños apretados, mientras veía alejarse la figura de Oscar lentamente - No quiero que la dañe, no quiero que la maltrate como me maltrata a mi. No ahora que se que es una niña tan frágil".

    Lady Jarjayes que de nuevo estaba bordando en una esquina del salón, presenció la escena y hasta podría decirse que adivinaba los pensamientos de su hijo, entonces carraspeó suavemente de manera a llamar su atención.

    -André, ven aquí. Acompáñame por favor.
    -Madre, por qué la va a regañar?
    - Por qué asumes que la regañará?

    -Pues porque mi padre sólo regaña a las personas. Lo hace siempre conmigo. No soportaría que la trate mal.
    Lady Jarjayes observó el rostro de su niño. Comenzó a adivinar que pasaba algo por su cabeza pero prefirió no angustiarse por eso.

    -Tal vez sólo quiera conocerla. Tu padre sólo quiere tu bienestar. Y eso incluye conocer a quienes están a tu alrededor.

    Mientras tanto, Oscar estaba frente al escritorio del General, observando el gran porte del aquel amo a quien ella tenía en el concepto de exigente en extremo.

    -Siéntate por favor. -Jarjayes estaba de espaldas.

    La niña obedeció con temor. No despegaba los ojos del suelo.

    - Se que te llamas Oscar y eres la nieta de Marrón -Glacé. Cuantos años tienes?

    -Tengo 14 años, Señor.

    -Me han informado que has estudiado con André todo este tiempo. Me alegra saber que tienes un gran progreso.

    -Gracias Señor.
    -Iré al grano, Oscar. -El General que estaba de espaldas a ella giró y apoyó sus puños en el escritorio para asegurarse que la escuchara - Hoy vi como usas la espada y estoy muy sorprendido. Lo haces muy bien. Todavía me pregunto cómo has aprendido.

    -Me ha enseñado André y antes... -recordó que ella los miraba practicar y temió alguna reprimenda - he leído algo en la biblioteca al respecto , Señor Jarjayes.

    - Quiero que sigas entrenando con mi hijo, Oscar. Quiero que sigas estudiando con el. Y llegado el momento quiero que me ayudes a que André elija el camino correcto para su vida.

    -Señor, le agradezco que quiera que acompañe a su hijo, sin embargo no sé en que podría ayudar a que André elija su camino.

    -Solo te pido que lo convenzas de que acepte ingresar a la Guardia Real. Sabes que ese es su destino, y es lo mejor para el.

    -Señor, Creo que el debería tener esta charla con Vos, y no conmigo.

    -Confío en que me ayudarás Oscar.

    -Señor haré lo que esté a mi alcance.

    - Por supuesto que no hace falta que André tenga conocimiento sobre nuestra charla.

    -Entiendo Señor.
    -Puedes retirarte.

    Oscar se levantó de la silla y salió del salón. Cerró la puerta y se quedó pensando en toda la situación. No estaba de acuerdo con el pedido del Amo. Ella debería apoyar los sueños de André como él apoyaba los suyos. Definitivamente no podría salir en contra de André.

    Al bajar las escaleras vio que al pie de ellas estaban un par de ojos verdes anhelantes, que no ocultaban la impaciencia por conocer la conversación entre ella y su padre. Había adelantado un pie sobre el primer escalón. La impaciencia lo consumía.

    -Que fue lo que te dijo?

    -Me felicitó porque he estudiado contigo y dice que manejo mejor la espada que tú. Quiere que siga así.

    André quedó boquiabierto. No podía creer que el General no haya regañado a Oscar o a la amistad entre ambos.

    - Por qué tengo la impresión que me estás ocultando algo?

    - Nos vemos mañana para seguir practicando, Petit garçon. - y se alejó hacia sus aposentos con una sonrisa traviesa, dejando a André que de nuevo sólo quedó rascándose la cabeza por la confusión.

    Fin capítulo 2.

    ************************************
    Fátima.
     
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  3.  
    Meowffin

    Meowffin "Nunca des por hecho que no pueden"..

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    Simplemente diré... Wao.

    De verdad, me deja sorprendida...

    Bien... Pues he visto fallas de tildes, signos de puntuación. Además, el guión que utilizas para los diálogos no es el correcto; debes utilizar el guión largo.

    De acuerdo al tamaño de los capítulos... Son capítulos muy extensos. Deben ser más cortos, preferiblemente divididos a la mitad para que las personas no se cansen al leer.

    Me sorprendió que, con lo poco que leí de ambos capítulos, en estos no hubiese una sola falta ortográfica. Y me sorprendió también que coincidentemente una de tus personajes se llame como yo: Nanny; aunque es lo lógico al ser la cuidadora del pequeño.

    Como Yáahl e InunoTaisho te hicieron ver en tu perfil, publicaste los capítulos como dos fics separados... Para actualizar tu historia (subir nuevo capítulo) basta con escribir el capítulo nuevo en la caja de comentarios en tu historia y dar a responder.

    Buscaré a un moderador o líder de foro que mueva este capítulo a donde corresponde: en tu primer tema.

    También te ofrezco la ayuda de un beta-rader que se acople a tus necesidades, conozca el fandom y te ayude a mejorar en tu escrito.

    Como dije antes... Me sorprendió tu historia. Únicamente basta con arreglar esos detalles y hacer esos capítulos más cortos, y tendrás un excelente long-fic que mostrar a tus lectores.

    Me quedo anonadada. Felicidades, bella dama. :)
     
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  4.  
    Fatima Aquino

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    [Longfic] Giros del Destino (Lady Oscar - La rosa de Versalles)
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  5.  
    Meowffin

    Meowffin "Nunca des por hecho que no pueden"..

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    Y hazlo tranquila... Nosotros somos pacientes y nos alegra el ayudarte.
     
  6.  
    Fatima Aquino

    Fatima Aquino Iniciado

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    Hola querida Muffins. Estoy queriendo publicar mi 3er capítulo en este fic y me encuentro algo desorientada, pues pensaba que haciendo un "copy-paste" desde un Word al espacio de edición de FFL podía hacerlo pero es todo lo contrario. También le sugiere la opción de subit un archivo. Pero me temo volver a meter la pata, por lo que te pido auxilio. Gracias!
     
  7.  
    Meowffin

    Meowffin "Nunca des por hecho que no pueden"..

    Tauro
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    Te respondi por MP (mensaje personal), para no hacer spam aquí... :)
     
  8.  
    InunoTaisho

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    Coincido con Muffins en cuanto a la consulta de un beta para mejor presentación del escrito y capítulos más cortos (que yo hago casi todo lo contrario con capítulos de casi 5000 palabras... XD)), y sigue sus consejos para continuar con esta interesante historia.
    No he visto ni leído "La rosa de Versalles" pero busqué información en la Wiki y me pareció interesante la trama, así que te felicito y animo para que continúes adelante con esto sin desfallecer. Saludos.
     
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