Era tarde o temprano. Menos me podría importar, ya que algo contuvo mi atención. Durante años me obligué a seguir de largo y simplemente dejarme llevar por lo que la vida me trajera. Tuve una muy buena educación... Me esforcé durante doce años y salí de la educación superior con excelentes notas. Rendí una excelente Prueba de Selección Universitaria y entré a una excelente universidad a estudiar una carrera que nunca me enteré de que trataba hasta que me vi un día con un diploma en la mano... Me decían que ya era "hora de emprender"... Así que me puse a trabajar y gano bastante buen dinero. Me río todos los días en una cafetería con un grupo de colegas y siempre hablamos de lo mismo. Cosas... de adultos... Llego todas las noches a un bello departamento en un hermoso barrio... Acaricio a mi perro... aunque nunca me gustaron los perros en verdad... Pero tengo uno, es ruidoso y sucio y se llama Rocco. El nombre no recuerdo habérselo puesto yo. Cada noche hago la misma rutina, constante y un poco tediosa, pero divertida. Y poco a poco, cuando tengo la cabeza en la almohada, empiezo a escuchar silencio, o mejor dicho a no escuchar nada más que un pequeño zumbido en mis oídos. Cada mañana, es lo mismo. Hasta ese día. Salí tarde de casa ya que olvidé que la reunión de ese día empezaba más temprano de lo normal. Iba muy asustado pensando en el sermón que me iba a llegar de mi jefa, no comí nada. Prefería matarme de hambre que recibir un llamado de atención de un grupo de viejos arrugados, pero muy admirables. Vivo relativamente cerca del trabajo así que me voy caminando, solamente que ese día me fui corriendo. Tuve que detenerme en un semáforo en rojo mientras maldecía entre dientes a una anciana que se encontraba delante mío porque yo sabía que me iba a obstaculizar el paso, pero al voltear mi mirada noté una tienda que no había visto nunca. Hojee la vitrina cuando la vi. Era un espejismo en el desierto. Me quedé embobado y me fui acercando lentamente. Entré en la tienda, las personas adentro eran un tanto más jóvenes que yo, pero eso no me detuvo y llegué al mesón. Le apunté al que atendía que me mostrara lo que vi en vitrina y él se encargó de sacarla. Le pasó un paño encima y sacó una gran cantidad de polvo hacia el aire -Es algo vieja y probablemente tenga polvo hasta por dentro...- “¿Cuánto me pides por ella? Tengo dinero de sobra...” Lo miré seguro. “Mira amigo, de ser ese el caso, te recomiendo que te lleves otra mejor...” Se mostraba amigable, pero no me interesaban sus propuestas. Solamente tenía ojos para esa belleza de antaño. Le negué con la cabeza y le dije varias veces que esa era la que quería. Él me dijo que no había problema alguno y me señaló si deseaba probarla. Le dije que no, con miedo. Él se jactó un poco y me dijo que en tres días estaría lista para que me la lleve. Me asusté y sentí un nudo inmenso en el estómago, le dije que si podía ser inmediatamente y saqué un fajo de billetes de mi maletín, él me miró serio y la metió en su estuche. Le entregué todo el dinero que tenía, y me fui de allí. Tenía ahora un estuche, mi maletín y mi chaqueta en las manos. Me quedé quieto por lo menos por cinco minutos. Sin saber qué hacer, algo giraba entre mis ojos, pero no podía apuntar hacia que era. Sonó mi teléfono. Solté el maletín que golpeó fuertemente el suelo y contesté aún estupefacto. Era mi jefa, que no podría estar más enojada. Mientras me insultaba y amenazaba yo seguía quieto, sin parpadear. Sin procesar nada. Despabilé, miré a mi alrededor, y escuché la voz iracunda de mi jefa. Me reí y le grité directo en el pequeño micrófono del aparato de comunicación ese. “! POR MÍ, PUEDES IRTE... A... LA... REVERENDA… MIERDA!.... ¡VIEJA HIJA DE PUTA! ¡RENUNCIO!” Arrojé el teléfono contra una pared y me puse a caminar. Cada vez más rápido... Me solté la corbata, solté mi chaqueta, me desabotoné los primeros tres botones de la camisa y corrí, corrí y corrí con mi estuche bien apretado en la mano. Llegué a mi casa y me senté en el suelo. Estaba anonadado... Había renunciado. Me llamaron mis padres al teléfono de mi departamento al momento exacto en el que me acomodé. Me dijeron que se habían enterado que renuncié. Que mi secretaria les dijo, la escena ocurrida con mi ex jefa volvió a repetirse. Los mandé a tomar por culo y reventé el teléfono contra la pared. Miré el estuche, estaba ansioso por abrirlo y usar mi joyita por primera vez. Así que lo hice sin pensarlo...La miré, la sostuve, la preparé y al escuchar el chasquido que esperaba supe que estaba lista. Me levanté y la sujeté como un bebé... La alisté, me la puse en la boca, apreté el gatillo y... ahora estoy aquí... Solo... completamente solo en un foso blanco y lleno de silencio. Pero feliz, completamente feliz, porque por fin hice algo que yo quería hacer... Era tarde o temprano. Menos me podría importar, ya que algo contuvo mi atención. Durante años me obligué a seguir de largo y simplemente dejarme llevar por lo que la vida me trajera. Tuve una muy buena educación... Me esforcé durante doce años y salí de la educación superior con excelentes notas. Rendí una excelente PSU y entré a una excelente universidad a estudiar una carrera que nunca me enteré de que trataba hasta que me vi un día con un diploma en la mano... Me decían que ya era "hora de emprender"... Así que me puse a trabajar y gano bastante buen dinero. Me río todos los días en una cafetería con un grupo de colegas y siempre hablamos de lo mismo. Cosas... de adultos... Llego todas las noches a un bello departamento en un hermoso barrio... Acaricio a mi perro... aunque nunca me gustaron los perros en verdad... Pero tengo uno, es ruidoso y sucio y se llama Rocco. El nombre no recuerdo habérselo puesto yo. Cada noche hago la misma rutina, constante y un poco tediosa, pero divertida. Y poco a poco, cuando tengo la cabeza en la almohada, empiezo a escuchar silencio, o mejor dicho a no escuchar nada más que un pequeño zumbido en mis oídos. Cada mañana, es lo mismo. Hasta ese día. Salí tarde de casa ya que olvidé que la reunión de ese día empezaba más temprano de lo normal. Iba muy asustado pensando en el sermón que me iba a llegar de mi jefa, no comí nada. Prefería matarme de hambre que recibir un llamado de atención de un grupo de viejos arrugados, pero muy admirables. Vivo relativamente cerca del trabajo así que me voy caminando, solamente que ese día me fui corriendo. Tuve que detenerme en un semáforo en rojo mientras maldecía entre dientes a una anciana que se encontraba delante mío porque yo sabía que me iba a obstaculizar el paso, pero al voltear mi mirada noté una tienda que no había visto nunca. Hojee la vitrina cuando la vi. Era un espejismo en el desierto. Me quedé embobado y me fui acercando lentamente. Entré en la tienda, las personas adentro eran un tanto más jóvenes que yo, pero eso no me detuvo y llegué al mesón. Le apunté al que atendía que me mostrara lo que vi en vitrina y él se encargó de sacarla. Le pasó un paño encima y sacó una gran cantidad de polvo hacia el aire -Es algo vieja y probablemente tenga polvo hasta por dentro...- “¿Cuánto me pides por ella? Tengo dinero de sobra...” Lo miré seguro. “Mira amigo, de ser ese el caso, te recomiendo que te lleves otra mejor...” Se mostraba amigable, pero no me interesaban sus propuestas. Solamente tenía ojos para esa belleza de antaño. Le negué con la cabeza y le dije varias veces que esa era la que quería. Él me dijo que no había problema alguno y me señaló si deseaba probarla. Le dije que no, con miedo. Él se jactó un poco y me dijo que en tres días estaría lista para que me la lleve. Me asusté y sentí un nudo inmenso en el estómago, le dije que si podía ser inmediatamente y saqué un fajo de billetes de mi maletín, él me miró serio y la metió en su estuche. Le entregué todo el dinero que tenía, y me fui de allí. Tenía ahora un estuche, mi maletín y mi chaqueta en las manos. Me quedé quieto por lo menos por cinco minutos. Sin saber qué hacer, algo giraba entre mis ojos, pero no podía apuntar hacia que era. Sonó mi teléfono. Solté el maletín que golpeó fuertemente el suelo y contesté aún estupefacto. Era mi jefa, que no podría estar más enojada. Mientras me insultaba y amenazaba yo seguía quieto, sin parpadear. Sin procesar nada. Despabilé, miré a mi alrededor, y escuché la voz iracunda de mi jefa. Me reí y le grité directo en el pequeño micrófono del aparato de comunicación ese. “! POR MÍ, PUEDES IRTE... A... LA... REVERENDA… MIERDA!.... ¡VIEJA HIJA DE PUTA! ¡RENUNCIO!” Arrojé el teléfono contra una pared y me puse a caminar. Cada vez más rápido... Me solté la corbata, solté mi chaqueta, me desabotoné los primeros tres botones de la camisa y corrí, corrí y corrí con mi estuche bien apretado en la mano. Llegué a mi casa y me senté en el suelo. Estaba anonadado... Había renunciado. Me llamaron mis padres al teléfono de mi departamento al momento exacto en el que me acomodé. Me dijeron que se habían enterado que renuncié. Que mi secretaria les dijo, la escena ocurrida con mi ex jefa volvió a repetirse. Los mandé a tomar por culo y reventé el teléfono contra la pared. Miré el estuche, estaba ansioso por abrirlo y usar mi joyita por primera vez. Así que lo hice sin pensarlo...La miré, la sostuve, la preparé y al escuchar el chasquido que esperaba supe que estaba lista. Me levanté y la sujeté como un bebé... La alisté, me la puse en la boca, apreté el gatillo y... ahora estoy aquí... Solo... completamente solo en un foso blanco y lleno de silencio. Pero feliz, completamente feliz, porque por fin hice algo que yo quería hacer...
Oh, te diría que tuviste unos cuantos errores de ortografía, pero no se mucho de eso, excepto que colocaste unas cuantas comas donde no debiste o cosas así... solo es cuestión de revisar el documento una vez más. Y sobre la historia, -confieso- me dejo algo confusa y descolocada, y es que está genial, sí, pero... osea se mato por su vida frustrante, (¿?) ¿Por qué el suceso rutinario de la mañana se repite? Es como un ciclo del que el muchacho no puede salir por estar atrapado en una especie de dimensión en la que no cumplio su propósito?. Sabes qué, mejor olvida eso, es que siendo sincera no lo entendí, jejeje. ¿Podrías explicármelo?
Tienes razón con lo de los errores ortográficos y lo de las comas. En verdad no leo cuando termino de escribir, es una mala costumbre. Sobre explicarte de qué trata, creo que no sería la idea en verdad, pero te puedo decir que la gente es compleja, más de lo que parece ser e incluso a veces no existen motivos para hacer las cosas. A veces nos nacen, a veces simplemente dejamos que las cosas pasen y no sabemos por qué, pero todo apuntando a satisfacernos. O quizás no lo redacté bien, quien sabe.
Oh, okey... es que yo lo tome de muchas formas, variadas, pero creo que tienes razón en lo dicho, -"La gente es compleja"-Igual puedo quedarme con lo opción de que lo hiciste así por que es lo que querías. Puede que yo no le hallé el significado que tu esperas dar y yo lo tome de otra manera, -incluso metáforica- pero está bien, si tú estás satisfecho, pues felicidades, pero igualmente me gusto esto. Lo disfrute.