LO QUE EL VIENTO SE LLEVO

LO QUE EL VIENTO SE LLEVO [One-shot]

Les doy una cordial bienvenida a los usuarios que se tomaron la molestia de leer esto.Hace tiempo que no solia pasar por aca, asi que me gustaria empezar con un one-shot, de mi propia creacion!

¡Es un solo capitulo!
¡Disfrutenlo!


LO QUE EL VIENTO SE LLEVO

El viento suspiraba fuertemente en las afueras del lugar, meneaba las desabrigadas ramas de los árboles, cayendo innumerables hojas del cielo hacia la tierra y de ésta hacia el oriente. Todo parecía muy fastidioso aquel día, como los últimos 2 meses que habían pasado. Otro día más de otoño. Otro día más de vida. Cómo me he vuelto vago últimamente, dependiente de la gente que está a mi alrededor. Fuera de cualquier peligro afuera. Adentro de un rincón.

Solía moverme inquietamente, siempre lo hacía. Antes sacudía mis pies para llamar la atención. Recientemente mi madre me había dicho que de grande seria un buen jugador de fútbol, seguro que mi padre estaría orgulloso de mi y jugaría conmigo cualquier hora, no importase lo que pasara. Pero ahora mi corazón era frágil, como un cristal delicado que es guardado en una vitrina, para que no se rompa; me limito a moverme, recostado siempre en una cama, observado por personas de piel blanca y con objetos frios.

Cuando dormía, soñaba que alrededor de mí, me abrazaba el mar, cálido y pacífico. Sus olas zumbaban en mis oídos, como si me arrastrara aquella melodía espléndida hacia el fin del océano de donde no quería despertar. Arriba, veía las estrellas, una por una, grandes, chicas, fugaces, de todo tipo. Recordé cómo mi madre al sentarse en aquel sillón antiguo, cruzaba la pierna y me tomaba de la mano, sus cabellos despeinados como de costumbre, su rostro nostálgico y su sonrisa.... aunque era linda, estaba decaída. Soledad, tristeza, ansiedad, tal vez, eso era lo que la afligía. Me cantaba una canción de cuna cada noche, mientras que mi padre detrás de la puerta, se negaba a verme, ¿Qué había hecho yo? ¿Por qué me odias tanto papá? ¿Por qué no me miras? ¿Por qué no me dices te quiero? Pensé que tu felicidad sería tenerme a tu lado como cualquier padre a su niño. Acaso la razón es mi enfermedad, mi estado te tiene así. “La ciencia es nuestra salvación”, solía decir con orgullo, absorto de su benevolencia por ésta; ¿Qué pasaría si desapareciera? ¿Estarías preocupado? ¿Llorarías por mi? ¿Cambiaria algo? Si lo hiciera, nadie me molestaría nunca, ella, siendo mi madre me cuidaría desde aquí y no dejaría que me fuera de su lado, no volvería a ver ese rostro de inquietud y a mi padre le probaría lo equivocado que estaba.

Tengo sueño, estos hombres de piel blanca no me dejan dormir, inundan este lugar con más frecuencia. Siento pesado mi cuerpo, débil. Mi madre no está aquí, se la han llevado. ¿Por qué? Yo quiero ver a mi madre, no me la quiten. ¿Dónde está? Grito, nadie me responde, grito de nuevo, todos parecen ignorarme.

Pronto, aquel mundo que soñaba empezó a desvanecerse; aquel mar se disipaba como un río en plena sequía; las estrellas desaparecían rápidamente; aquella melodía ahora era tan solo un susurro; todo pasó tan apresuradamente. Yo quería regresar a donde estaba antes de llegar a este mundo, al vientre de mi madre, ahí nadie me haría daño. Pero por mas personas que estuvieran a mi alrededor, me sentía solo. Una silueta difusa apareció detrás de mí, como una sombra detrás de aquellos de piel blanca, mi respiración era agitada, sentí una gran presión sobre mi pecho, mis ojos empezaron a dilatarse, empecé a percibir muchos murmullos, muchos de esos alcancé a escuchar era que no muriera, que la ciencia me salvaría la vida, pero yo, decepcionado de ello, sólo por probar que no era cierto, que la ciencia no era perfecta, caí en el regazo de aquel extraño que me llevaba en brazos. El viento ahora acarició mi cuerpo. Los gritos de mi madre se hicieron escuchar, y él, ¿dónde está? Quiero saber si al menos siente pena por mí, aunque sea un poco. Miré hacia mi alrededor, arrodillado en el piso, con las manos en su pecho y con un grito ahogado, lo encontré, esa fue, quizás, la primera vez, en estos dos largos meses, que vi llorar a mi padre cuando escuchó que su niño de dos meses, había fallecido.

¡Oh! Son las 6 de la tarde, que aburrido, el viento sopla más de lo normal, vuelve a suspirar como si quisiera llevarse algo más que las hojas de los árboles, mientras que deja sorprendida a más de una persona con la brisa que carga consigo.

FIN