Lluvia de Colores

Lluvia de Colores

“Se viste el cielo de luces en cascada de colores, para alegrar en la noche a los que están más tristones”.
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Me quedé viendo al cielo, mientras pensaba en esas palabras, daban vueltas en mi cabeza sin lograr llegar al meollo del asunto. Ella se veía triste, ella se veía distante, ¿por qué? No lo sé. ¿Había hecho algo que le había hecho enojar? Quizás, ella solía ser muy temperamental y fantasiosa, al punto de mal interpretar cada una de mis palabras.


— Tú nunca entiendes, ¿verdad? —dijo hace unas horas; ella se giró y me vio con una sonrisa triste— pero… así eres tú —después de decir eso, ella me dio la espalda, nuevamente, y salió corriendo del lugar.


El atardecer se veía hermoso, con sus tonos naranjas que me hacían recordar el huevo estrellado que había comido en la mañana. Los colores cambiaban constantemente, como las emociones de Lucy, se volvían: morados, amarillos, rosas, e incluso rojos.


— Así se ponen sus mejillas cuando se enoja… —empecé a reír solo.


Quizás el atardecer era la respuesta al acertijo de Lucy, quizá el sol del atardecer era lo que vestía al cielo en una cascada de colores, como sus emociones, pero… ¿Realmente alegraban la noche? Porque, antes de que anochezca, esa gama de colores ya habría desaparecido, y más que alegrarme, me haría sentir nostálgico.


Me recargué de espaldas contra el puente, que quedaba cerca de su casa, viendo como algunas estrellas empezaban a aparecer en el horizonte. Cerré los ojos unos momentos, y sentía los colores del sol atravesar mis parpados para contar una historia: mi historia. Veía mi cuerpo, hecho fuego, moverse con agilidad en medio del campo de batalla, sintiendo como el sol impregna mi piel de su aroma, sintiendo el sudor evaporarse en mi energía, y al abrir los ojos… se desvanece.


Veo que la luz casi está extinta, veo como el cielo estrellado empieza a iluminar la noche azulada, y siento como mi alma se escapa casi de mi ser. Mi corazón se alborota, mis ojos se iluminan y mis pupilas se contraen al admirar la luz estelar, siento como mi corazón se apretuja y mi cabeza se turba ante una emoción que no puedo describir, ante el cambio del mundo que me rodea.


¿Las estrellas? Quizás esa sea la respuesta, pero dudo sea tan simple como eso. Las estrellas ciertamente me alegran y hacen sentir mi corazón como el corazón de un niño, ciertamente me hacen sentir vivo, pero no son la explosión de colores que estoy buscando. No son la respuesta a lo que Lucy me está preguntando.


— ¿Cuál será? ¿Cuál será? —rasco mi cabeza, mientras me inclino un poco más— ¿Cuál será la respuesta correcta?


“¡Bang!”


“¡Boom!”


— ¿Ah? —el cielo se ilumina, y mis ojos se estremecen.


— ¡Natsu! —escucho su voz a mi derecha, me giro, ella está parada en la orilla del puente, con una sonrisa y sus manos en su espalda.


— Lucy… —las luces siguen estallando, una tras otra, en el cielo.


— ¿Ya resolviste mi acertijo? —ella sonríe una vez más y me empiezo a reír.


El cielo es iluminado por colores llamativos: verde, azul, rosa, rojo, morado, amarillo, naranja, y cientos de colores más, que toman tantas formas como les es posible. Me siento vivo, me siento bien, mi corazón se acelera y retumba de alegría. Ella se acerca a mí y me mira fijamente, para posteriormente recargarse a mi lado.


— ¿Ya lo sabes? —ella grita, tratando que su voz resalga sobre el sonido de los fuegos artificiales.


— Francamente… no —le digo, mientras veo el cielo hecho una lluvia de colores debido a las fiestas en el pueblo. Me siento alegre, y siento que nada podría superar este momento.


— Tú nunca entiendes nada —ella ríe y me vuelve a mirar— ¿Verdad?


— ¿Acaso eso importa? —le respondo—al final, así soy yo.


Y los fuegos artificiales, llenaron de luz nuestro corazón, en aquella noche llena de ilusión.