One-shot Little window, Little world. [Gakkou Roleplay|Aleck Graham]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Rider, 16 Junio 2021.

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    Rider

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    Escritor
    Título:
    Little window, Little world. [Gakkou Roleplay|Aleck Graham]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3011
    OH BOY HERE I GO! Wueno, pues hola que tal buenas tardes, me llamo Joaquín y soy alcohólico. Pero eso ya lo saben, hablemos de algo más interesante owó

    Este es el primer fic que me aviento no solo sobre Gakkou, sino el primer fic que me aviento sobre un rol en general, so yeah, es bastante cuestionable esta wea, no nos vamos a engañar.

    Also hola Yáahl que onda, ¿cómo van las lluvias? Todo fine? uwu Vengo a entregar la contraparte de la historia del niño verde, también conocido como Aleck Graham y para no tener que matarme a tochos ni bien arranque el rol. Quiero decir, si me voy a aventar tochos, pero no para contar el como Aleck llegó a la escuela (?

    Lo escrito en la siguiente historia es canon y transcurre antes de la llegada de Aleck a la academia Sakura. ¿Por qué? Porqué puedo.




    We got but one shot at life, let's take it while we're still not afraid.

    Because life is so brief and time is a thief when you're undecided.
    .
    Young hearts be free tonight.

    Time is on your side.

    Era otra noche tranquila en casa, la luna se había asomado tímidamente entre la negrura de las nubes nocturnas, entrando sutil a mi habitación, por aquella ventana que siempre dejaba abierta. No me importaba el frío que pidiese hacer en las despiadadas noches de las tierras altas, no me gustaba cerrar aquella ventana. Disfrutaba tan solo quedarme contemplándola, mirando hacía el infinito de la bóveda celeste sobre mí. Pensando, lamentando…Recordando.

    Me encontraba sentado sobre mi cama mirando hipnotizado por aquel hueco en mi pared que era mi único vistazo al mundo allá afuera. Ya era pasada la media noche pero ni siquiera me había molestado en ponerme la pijama. No era como si tuviera intenciones de dormir de cualquier modo.

    Mis padres habían llegado tarde a casa como era costumbre. Papá tenía que regresar a la oficina por cuestiones del trabajo y mamá…Bueno, ella ni siquiera me miró a los ojos cuando llegó. Supongo que tampoco tenía mucho que decir.

    Tanto Blake como Collin, mis hermanos, se habían dormido ya. Blake tenía que levantarse temprano para su gran partido mañana, y Collin era muy pequeño como para siquiera aguantar estar despierto más tarde de las diez de la noche.

    Y ahí estaba yo, en medio de una casa en un silencio sepulcral, el mismo silencio que siempre había cuando yo estaba ahí. Sabía perfectamente lo que pasaba cuando me marchaba, incluso un día me tomé el riesgo de espiarlos mientras no estaba. Todos parecían tan tranquilos, tan felices, como si fuera mi mera presencia lo que viciara el ambiente en la casa.

    Era curioso, por varios años traté de hablar con ellos, de hacer que las cosas volvieran a como era antes, pero cuando ellos me hablaban de vuelta lo único que podía escuchar era ese zumbido en mis oídos. Ese maldito zumbido.

    Me levanté como pude de la cama y me acerqué hasta el borde de la ventana, recargando uno de mis ante brazos sobre la misma. Contemplé una vez más la luna, brillando blanca y hermosa. Cómo aquella noche, aquella noche en que llegamos a la tierra del sol naciente él y yo.

    Siempre había sido problemático. Malas notas, falta de atención en clases, travesuras menores, pero nada de ello con malicia, sencillamente parecía que tenía azúcar en lugar de sangre en la venas y era incapaz de quedarme quieto en un solo lugar. La gente difícilmente era capaz de entenderme, mucho menos aguantarme. Excepto por él, mi abuelo.

    Cuando tenía unos siete u ocho años mi abuelo se había convertido en mi único amigo real. Allá a donde fuera yo iba con él, podía escuchar por horas sus historias de marineros y la multitud de cosas que vivió o sobre su experiencia con el trabajo de destilería y cuantos matices podía tener una bebida.

    Tal vez no eran los temas para un niño, pero Dios sabe cuánto disfrutaba hablar con él, después de todo, mi abuelo era el único que conseguía hacer que me quedara quieto por horas, siempre decían que se podía ver cierto brillo en mis ojos cuando estaba con él.

    Fue por eso que cuando me contó que iría en un viaje de hasta un sitio muy lejano llamado ‘Japón’ sabía que yo quería ir junto con él, ni siquiera sabía que era eso o donde quedaba, pero no importaba para mí. Creo que tenía intenciones de importar su whisky hasta allá en un licorería local, no lo sé.

    Por supuesto, yo a esa edad ni siquiera era consciente de lo que implicaba un vuelo internacional. Vaya, probablemente ni siquiera entendía lo que implicaba que Japón estuviera en otro continente, al otro lado del mundo y el choque cultural que iba a presenciar, pero estaba decidido.

    Les rogué a mis padres hasta el cansancio. Por aquellos tiempos nuestra relación no estaba tan fragmentada como un cristal roto. Ellos de primeras se negaron –como era malditamente obvio– aun con lo mucho que confiaban en mi abuelo, dejar a un niño de menos de 10 años embarcarse en un viaje a otro país era peligroso, pero mi abuelo de alguna u otra manera acabó por convencerlos de dejarme ir.

    El vuelo fue relativamente tranquilo, recuerdo que tomamos el avión temprano en la mañana, pero era un vuela de más de dieciséis horas. No sé cómo logré quedarme quieto en mi asiento por más de medio día sin causar problemas.

    Cuando finalmente estábamos por llegar, recuerdo mirar fascinado por la ventanilla del avión, las preciosas luces de neón de Tokio acompañadas sutilmente por la luz lunar. Era preciosa.

    Tras el aterrizaje, el abuelo y yo llegamos agotados hasta nuestro hotel, él cayó rendido de inmediato sobre la cama, pero yo me quedé unos cuantos minutos más viendo la belleza de la ciudad desde el balcón de nuestra habitación.

    Había algo mágico en aquella vista, o en toda la ciudad en general. Se sentía cálido, aun a miles y miles de kilómetros de Irlanda, me sentía en casa.

    Al salir el sol a la mañana siguiente decidimos dar un paseo por la ciudad antes de que tuviera que ocuparse de sus negocios. El parque Ueno quedaba relativamente cerca de nuestro hotel, además mi abuelo había estado escuchando que era la temporada en la que los cerezos florecían, tenían una palabra específica para eso, pero en ese momento no estaba segura de cual era o que significaba. Estaba claro que era mi abuelo quien había tomado las clases para al menos entender el japonés básico.

    Cuando llegamos al parque sencillamente me quedé maravillado con el panorama, ver los pétalos rosas se arrastrados suavemente por el viento, las familias felices, las sonrisas, el sol brindando el calor y la luz suficientes, era un imagen de postal.

    —¡Abuelo, abuelo, mira, los pétalos! Este sitio es precioso.— Miré a los ojos a mi abuelo, quien parecía estar igual de conmovido con la vista. Le pedí permiso para juguetear por ahí y explorar el lugar, a lo cual acepto, pero pidiéndome que no me alejara demasiado.

    No supe muy bien que me pasó en ese instante, pero sencillamente la energía y felicidad que me invadió en ese momento era anormal hasta para mí. Simplemente extendí mis brazos al costado y comencé a correr con una amplia sonrisa en mi rostro, como si fuera yo una especie de avión hiperactivo recorriendo el parque a toda velocidad.

    La brisa primaveral en mi rostro, lo suaves pétalos en contacto con mi piel, el sonido de las risas de fondo en el parque. En ese momento no tenía dudas, había encontrado un hogar lejos de casa.

    O al menos eso pensé, pensé que ya tenía todo aquel sitio…Hasta que lo escuché. Aquel niño cabeza de cerillo.



    Cayden Dunn

    Yo iba corriendo de lo más despreocupado, cuando unas simples palabras lograron llamar toda mi atención, como las polillas son atraídas a la luz. Ni siquiera estoy seguro de que fue lo que dijo, pero estaba seguro de que no había sido algo en japonés, de hecho, sonaba bastante similar a mí, pero su acento era muchísimo más sutil.

    Me planté frente al pelirrojo, olvidándome por completo de lo que estaba haciendo, mirándolo a los ojos, esos orbes ámbar como los míos, pero mucho más opacos, sutiles, discretos. Con genuina curiosidad comencé a cuestionarle sobre su origen, ya de por si me parecía extraño la similitud en nuestros ojos, ¿Pero toparme a alguien que hablase mí mismo idioma en una tierra desconocida? Rebasaba el límite de las coincidencias.

    —¿Eres de Escocia? —interrogué sin mayores miramientos, sabía que ese acento que percibía tenía que ser de alguna zona de Reino Unido o de Irlanda, pero no obtuve respuesta, tal vez el chico estaba algo sorprendido por mi acercamiento, o yo estaba siendo muy intrusivo quizás —¿Las Tierras Altas? ¿Irlanda?

    Pero aquel pelirrojo negó con la cabeza mientras contestaba en el mismo idioma, indicando que él era de Japón.

    —¿Eh? ¡Mentira! Hablas igual que yo.

    No fue hasta aquella afirmación que me percaté de que el chico no iba solo, estaba acompañado de su madre. Una hermosa mujer de melena castaña y ojos azules como el mar.

    La señora amablemente se colocó a nuestra altura y me dirigió una sonrisa calidad y sincera igual que sus palabras. Explicó que aun con su descendencia, el chico era japonés y que había vivido ahí toda su vida. Incluso lo comparó tiernamente con una bolita de arroz.

    Supe en ese momento que alguien que habla con tanto amor y sinceridad podía ser de fiar, aun si se trata de una desconocida para mí. Además, nadie con un nombre tan bonito cómo ‘Neve Keane’ podía ser mala.

    —¡Aleck Graham! —contesté despreocupado ante la pregunta sobre cuál era mi nombre, para seguidamente apuntar con el dedo índice al adulto que a mí me acompañaba—.Vengo con mi abuelo. Estamos recorriendo el lugar.

    Mi abuelo se integró por completo con nosotros tres y se presentó propiamente ante la señora Neve y el pequeño Cay. Cuando los adultos comenzaron a hablar, me puse a examinar con mucho mayor detenimiento al chico, de todo, lo que más resaltaba en él era ese cabello rojizo que cargaba sobre su cabeza.

    —¡Eh, tienes pelo de fuego! — solté sin ningún tipo de malicia en mis palabras, era más una observación infantil, aunque el chico por primera vez respondió con velocidad y naturalidad.

    —¿Ah? Y tú apellido de galletas.

    En un momento me tomó por sorpresa el comentario del chico, sin duda podía ser tan volátil como el fuego aun a su corta edad, aunque al menos a mi abuelo le hizo gracia la observación, después de todo, las Galletas Graham si eran conocidas en todo el mundo, pero eran pocas las ocasiones en las que nos asociaban con esa compañía.

    —Oye Al, acompaña al Fueguín a comprar eso ¿De acuerdo? Diviértanse un rato, seguro que él puedo mostrarte el parque mejor que nadie ¿No?

    —¡A la orden, capitán! —contesté entusiasmado ante las palabras de mi abuelo tras que la madre de Cay le diera algo de dinero para comprar lo que ellos llamaban unos “Dangos”.

    Seguí los pasos del pelirrojo hasta el puesto. Quedé simplemente fascinado al escucharlo hablar en un japonés completamente fluido, que contrastaba mucho con cómo lo había escuchado hablar hacía unos instantes.

    La palabra seguía regresando a mi mente, aquella que había estado escuchando en el hotel y desde que habíamos llegado al parque.

    — ¡Ah, ¿cómo era el nombre de esto?! —cuestioné al chico, tratando de señalar a toda la inmensidad del sitio—. De lo que se celebra, de lo que la gente viene a hacer aquí.

    —Hanami, es como decir ver flores.

    —¡Ha-na-mi! —repliqué con alegría— ¡Oye, oye, di más cosas en japonés!

    Quien hubiera imaginado que esa simple palabra y un niño de pelirrojo sería mi mayor motivante para tomar clases japonés años más tarde.

    Aún más. Quien hubiera imaginado que a tantos kilómetros de mi hogar, encontraría a mi mejor amigo, a alguien como él.

    Tenía un par de amigos en la escuela, y por supuesto, tenía a mi abuelo y a mis hermanos, pero había algo distinto en ese pelirrojo, la gente generalmente no me toleraba por demasiado tiempo, no pasaba mucho hasta que mis hermanos preferían empezar a jugar solos, o que mis amigos no me invitaran cuando salían a jugar videojuegos o se iban de campo junto con sus padres.



    Pero él no.

    Él nunca se fue.

    Él nunca me dejó.

    Después de aquel día y que mi abuelo atendiera sus negocios, nos continuamos reuniendo por toda esa semana con Cayden y su madre, recorrimos todo el distrito y eventualmente toda la ciudad, además, parecía que mi abuelo se llevaba bien con la mamá del pelirrojo, así que tras esos días prometimos que íbamos a volver.



    Y así fue…

    Primavera, verano, periodos de vacaciones escolares, incluso una vez mi abuelo pudo convencer a mis padres de que me dejaran pasar las fiestas con él en Japón junto con los nuevos socios que había hecho el viejo.

    Las mañanas jugando y capturando bichos en el parque, las tardes comiendo en cada puesto ambulante que se nos pasara enfrente, las noches de verano con aquellos fuegos artificiales. Creo que pocas veces en mi vida había sido tan feliz. Tenía a mi abuelo cerca y finalmente tenía un amigo, un verdadero amigo.



    Hasta que me lo negaron, hasta que fui creciendo…

    Los años pasaban y con ello la distancia entre mis padre y yo, así como iba creciendo la magnitud de problemas en los que me metía. Las discusiones en casa, las constantes comparaciones con mis hermanos, el desprecio, las palabras que poco a poco se convirtieron en silencios despectivos.

    Fueron tantos años en los que creí que realmente había algo malo conmigo, que estaba podrido por dentro, que no era lo suficientemente bueno.



    Tal vez tenían la razón.

    Un día quizás simplemente crucé la línea, tan desesperado por llamar la atención de mis padres, por ser aceptado y querido acabé cometiendo cosas que pusieron en peligro a mí y a otros.

    Mis padres simplemente me prohibieron volver a salir con mi abuelo. Creían que él era la causa de mi declive en conducta y comportamiento. Traté por todos los medios hacerles entender que no era mi abuelo la causa, que de hecho, cuando estaba con él, me sentía feliz, tranquilo y que cuando viajaba con él a aquella tierra lejana, me sentía bien, sentía que por fin había encontrado una manera de crecer para ser alguien mejor de lo que era.

    Pero no hubo caso, todos los puentes entre ellos y yo se habían derrumbado, y lo peor…Es que ni siquiera estaba seguro de cómo o por qué. Ni siquiera el abuelo pudo convencerlos, recuerdo que una noche él y mis padres discutieron, llegando hasta los gritos, pero no pude averiguar el motivo, en ese momento tenía demasiado miedo como para preguntar. Para ellos yo era un forastero, tanto en la tierra del sol naciente como en mi propio hogar.

    El abuelo hizo un viaje más a Japón él solo, pero luego de eso jamás volvió a mostrar intenciones de ir de nuevo. Parecía ser que no le interesaba viajar si iba él solo.

    Jamás supe que fue sus negocios en Japón, tal vez solo dejó un corresponsal encargado o simplemente se limitó a importar el whisky sin involucrarse personalmente con su comprador.

    Solté algo de aire al volver a concentrar mi atención sobre la luna, mientras aún tenía recargado mi ante brazo sobre la ventana, cómo lo hacía todas las noches. Todo lo que tenía eran recuerdos y la compañía de la noche.

    Pero eso iba a cambiar, aun si eso implicaba dejar atrás todo, aun si mis padres creían lo contrario, yo no era una mala persona, no era así, no era malviviente sin futuro. Solo necesitaba una oportunidad para demostrarlo, una oportunidad para dejar todo atrás.

    Y esa oportunidad llegó, en la forma de una carta.



    “Estimado señor Graham, nos complace informarle que la Academia Sakura ha aceptado su solicitud de inscripción y transferencia de su sede estudiantil actual.
    Esperemos se presente cuando le sea posible en nuestras instalaciones para comenzar con su regularización de clases.”
    桜​

    Hacía ya algo de tiempo que a mis padres les daba un poco igual lo que me ocurriera. Desde que el abuelo se había marchado casi parecía que para ellos yo no era su hijo, no después de las cosas que había hecho. Cuando les hablé sobre irme a estudiar al extranjero su única pregunta fue: “¿Y cuánto dinero necesitas?”



    Agradables personas sin dudas.

    Tomé todo aquello que me cupiese en una maleta y me puse en contacto con una amable señora mayor quien era dueña de unos pequeños departamentos económicos cerca de la zona céntrica de Tokio.

    Mi vuelo salía en un par de horas y comenzaría mis clases un par de semanas después de mi llegada. Estaba a punto de dejar toda una vida de 17 años atrás, para embarcarme rumbo a lo desconocido como un auténtico forastero. Y lo único que podía pensar era:

    —Que pequeño se ve el mundo desde una ventana.

    Me separé de aquel lugar en el que malgastaba todas mis noches y una amplia sonrisa se dibujó en mi rostro. No sabía si volvería a ver a Cay o que también me iría en la escuela o si acaso mi nivel de japonés era lo suficientemente bueno. Lo único que sabía, es que podía comenzar otra vez. Solos yo, mi maleta y un boleto de ida en mi bolcillo.
     
    Última edición: 16 Junio 2021
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Bueno mira, yo literalmente me acabo de sentar a corregir un trabajo de la uni y de hecho tengo muchas weas que comentar antes que esto, pero es qUE NO PUEDO AGÁRRAME EL FANGIRLEO. Además la canción me mete un chute de energía marca Graham que ni Dios me lo quita ahora mismo, así que aquí vengo y seguro sale un shitty comment pero no me importa nada vieja vivan los Highlanders Tokyo Gang version.

    Yo es que amo a estos niños en todos los malditos universos posibles, a los tres chicos de Gérie pues, pero como aquí tenemos a dos nomás pues en eso quedo y es que siempre, no importa cómo carajos, al juntarlos sale algo de lo más bonito y wholesome. Lo que hemos dicho siempre, que al principio no sabíamos cómo iba a salir eso de relacionarlos y luego solo pasó la magia, y es que de alguna manera siento que encuentran el uno en el otro algo que ambos echan en falta. Aleck por la distancia con su familia y Cay por ser hijo único y por la distancia con su padre específicamente. No es que llenen vacíos ni nada, si no como que saben que en el otro hay un cachito de familia, que se pueden cuidar entre sí, y eso los consuela y los hace llevarse bien a pesar de ser tan jodidamente diferentes.

    Dios, encima le agarré un cariño tan grande a Aleck que no te lo puedo explicar y adoro cada cosita que vamos sabiendo de él, de su familia, de sus issues, todo, porque la verdad el pobre tuvo una familia cagada y sigue siendo un Happy Meal. Háblame de resiliencia. (?)

    Y me posee el espíritu de Cay en dos pinches segundos y me quiero agarrar a palos con todos los que no le dan al niño verde el amor que merece, te lo juro me lo quiero cargar todo :slap: cómo se atreven a tratar a mi Happy Meal así.

    just because im small doesn't mean i cant beat your ass.jpg

    En fin, back to the important things. Voy a quotear unas cosas y sabrás disculparme, pero soy egocéntrica y quoteé como media interacción de los niños porque sí, porque así soy.
    Flashbacks a mi propio ficazo cuando coloqué el nombre de Aleck y ya me tienes llorando en el piso. Eso es todo.

    Pero a ver, Aleck, si no serás tú bien pinche débil a la mamá de Cay JAJAJAJSHJE what's this. Pero tampoco lo puedo culpar, siempre me imaginé a esta señora como un ángel caído del cielo, todo lo bueno del mundo existe en Neve Keane change my fucking mind. Aleck, tienes una segunda mamá en Japón, que lo sepas, esta señora también se da de madrazos con quién sea por ti.

    Me van a encontrar muerta por softness a las 3:30 am y será super worth. Aleck como vas a decirme que tu mejor amigo es eSTE PENDEJO? No lo ves??? NO VES EN LO QUE SE CONVIRTIÓ AJDAJEHJSk

    Bueno ya, pero diosito lo que sentí en el corason de poio cuando leí esto ;-; me volvió a doler que decidiéramos que Aleck luego solo se desapareciera, porque les dolió un huevo a los dos. Aleck más solo que la mierda en Irlanda, con los issues de su familia y el otro imbécil de cabeza en las gang stuff por estar buscando que alguien, quien sea, lo acepte.

    God: bien, tienes una oportunidad nueva para darle a Aleck una familia decente
    Rider: *transfiere todos los issues de Pokémon a Gakkou* wanna see me do it again?

    Ya for real voy a llorar (?) Cuz esto encastra con la crisis existencial que ya leíste Cay y pensé que quizás saber esto, que Aleck pensó o sintió que él no lo dejó solo nunca en el tiempo que estuvieron juntos, sería de las pocas cosas capaces de traerle paz al corazón en estos momentos porque lo dejé super broken. Also not me llorando por la amistad de estos dos estúpidos aquí y en la China.

    ALECK COME HERE, PAL, WE'RE GONNA LOVE YOU TO THE MOON AND BACK.

    PARA RIDER, PUEDES? *inhales* PURAS MIERDAS LE AVIENTAS ENCIMA A LA CRIATURA. Joder, me duele un montón imaginar al niño creciendo y la distancia con su familia creciendo a la par que él. En la adolescencia la relación con los padres cambia mucho, obvio, se pone distancia en algunas cosas y en otras se recorta al ir ganando madurez, pero a Aleck solo se le quemaron todos los puentes y aquí estamos.

    Ya dije que me quiero dar de chingadazos con todos? Bien. :satan:

    bRO encima luego llegué aquí y me di cuenta, como me di cuenta en Pokémon de alguna manera, que quizás algunos de los issues de ambos chicos son parecidos en cierta medida. Pasa que aquí lo vi mucho más claro y woah, ahora me duele más que antes, suponiendo que sea posible (?)

    Fin de mi tremendo rant, dios mío, super worth haberme esperado todo el día pa leerlo (???) Me gustó un montón leer al Happy Meal, de verdad uwu ♥ gracias por aventarte el ficazo y bueno, te esperamos en Gakkou para los dramones.
     
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