Explícito Litost | Mimi x Emily | Gakkou Rolplay

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Yugen, 3 Septiembre 2020.

  1.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
    Miembro desde:
    25 Mayo 2013
    Mensajes:
    5,616
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    Litost | Mimi x Emily | Gakkou Rolplay
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4446
    Título: Litost
    Personajes: Emily Hodges & Mimi Honda | Menciones a Katrina Akaisa.
    Fandom: Gakkou Rolplay
    Summary: ''No, no te burles tú. No soy estúpida. ¿A qué has venido? Dímelo y puede que sea magnánima y me apiade de ti.''
    Advertencia: Contenido explícito por relaciones sexuales lésbicas y vocabulario soez.
    N/A: Hace como trescientos mil millones de años que no escribo de estas dos pero no pude resistirme tras leer el fic de Gabi. Escribir de Mimi y Emi desde hace algún tiempo siempre me resulta super tóxico y en este contexto de Gakkou con todo lo que ha pasado y demás me envenena el alma como una inyección de cicuta. ¿Pero qué le hago? Mi corazón de pollo es débil.

    ¿Por qué siempre te pongo como reemplazo Mimi? ¿Acaso te odio? *le hace pat pat y recibe una patada en la cara a cambio*

    Se me fue mucho la cabeza con esta shit y terminé auto censurándome a mí misma. Sorry (?) tal vez publique la versión sin censura en algún momento.

    Pista: No *huye avergonzada de la vida*


    >>Lítost es una palabra checa intraducible a otros idiomas. Representa un sentimiento tan inmenso como un acordeón extendido, un sentimiento que es síntesis de muchos otros sentimientos: la tristeza, la compasión, los reproches y la nostalgia. La primera sílaba de esta palabra, si se pronuncia alargada por el acento, suena como la queja de un perro abandonado<<

    —El libro de la risa y el olvido, Milan Kundera.

    *
    *
    *


    Sentía el sabor salado de las lágrimas en sus labios incluso si ya las había secado de sus ojos. Agónicas. Amargas. El corazón apretado en el pecho, pesado como una pared de concreto. aquella presión casi titánica que parecía querer arrancarle el aire de los pulmones con violencia. El pasillo estaba iluminado por las sombras y el color anaranjado del ocaso pero la luz no se colaba por las grietas ni los despojos de ella misma.

    Era una estúpida.

    Una completa y total estúpida.

    Lo sabía desde el primer momento. Ella era una pieza más, un juguete más, un catalizador más. Una mera herramienta desechable para que desbordada la ira que llevaba dentro. Los sentimientos nunca habían sido una opción.

    Jamás.

    ¿Qué había sido todo eso entonces? Sus palabras sedosas, el tacto ardiente de sus dedos. Todo lo que Katrina Akaisa tocaba lo convertía en oro como el rey Midas y luego lo destruía sin dilaciones ni miramientos. Sus acciones y palabras estaban vacías, eran movimientos calculados de forma milimétrica.

    ¿Qué era ella entonces?

    ¿Una mentirosa? ¿Manipuladora? ¿Moviendo los hilos tras bambalinas como una experta titiritera?

    Era ridículo realmente y Emily Hodges no era tan tonta como para no saberlo. Haberse enamorado de alguien como Katrina había sido un error garrafal. Su labia y gran carisma la habían cautivado. Había sido hechizada por los encantos felinos de la bruja de humo.

    Qué putada.

    Abrió la puerta sin hacer ruido e ingresó dentro de la estancia con los pasos sigilosos de un gato. No era la primera vez que entraba allí pero era, en resumidas cuentas, la primera con ese objetivo en mente. Si lo ponía en retrospectiva se sentiría egoísta, miserable. Pero no era como si aquella joven de apagados ojos azules dejara anidar sentimientos en su pecho desde hacía bastante tiempo tampoco.

    Los había repudiado todos.

    La estancia recogida estaba oscura como usual. Por el pequeño ventanuco se colaba la luz de la tarde y alzaba una columna de polvillo fino en el aire viciado y opresivo. La luz recortaba su silueta contra la pared. Encima del plinto, con una pierna sobre la otra, entre las sombras sinuosas y los instrumentos de gimnasia. El rostro delicado, los rasgos finos, el cabello rubio recogido en dos arbitrarias coletas.

    Y por encima de ese aspecto de princesa prototípica, la mancha en el lienzo.

    La mecha rosa.

    Un día había desaparecido por semanas y al regresar ya la tenía. Rosa. Como el tono que adquirían sus ojos violetas bajo la luz adecuada. Como el desvaído de sus uñas. Como los labios delicados, curvados en una mueca mordaz.

    Mimiko Honda.

    —Hey Hodges—tenía la mejilla apoyada sobre la mano pero su expresión mostraba cierto interés— ¿Te gusta el Érebo?

    La oscuridad.


    La princesa tirana del Sakura Gakkuen en su trono particular.

    Aquella pregunta átona le removió algo por dentro. Emily se tensó, todos y cada una de sus células reaccionando al tono casi predatorio en su voz. La pregunta le arrojó una cuestión distinta a la mente. ¿Qué hacía allí? ¿Qué mierda hacía allí?

    Estúpida.

    Estaba hecha un completo desastre.

    —Mimi—susurró con la voz algo áspera y se apoyó contra la puerta. Se cerró a su espalda.

    No tenía tiempo para estupideces.

    Sabía lo que hacía allí. Lo sabía perfectamente. No podía recomponerse sola. Desde que las manos de Katrina habían tocado su piel, la había enredado en sus dedos y la había devorado se había vuelto irremediablemente adicta. Había perdido por completo la cabeza. Una parte de su ser sabía que aquello no era lo correcto, que no podía opacar el dolor y el vacío con el roce de la piel.

    Eso era lo que hacían ellas.

    Pero eso hacía muchísimo tiempo que le importaba una mierda. Lo había buscado, lo había ansiado, como un animal desesperado y en celo. Lo había degustado de todas las formas posibles. Pero el roce carente de sentimientos siempre era frío y ominoso. La calidez había sido remplazado por el resentimiento y la confusión.

    —Duele ¿verdad?—prosiguió ella. Tenía esa facilidad, comparable con la de Katrina para leer a las personas. En su voz se coló una diversión cínica—. Haber sido usada. Te sientes engañada, ultrajada y es una puta mierda. Bueno, bienvenida a mi mundo.

    Érebo.

    Una de las tres partes del Hades griego.

    Emily apretó los labios.

    Los rumores corrían como el fuego sobre un reguero de pólvora. Mimiko Honda solo era una sombra de la joven orgullosa y altiva que había sido. Se habían convertido en un animal. El delineador negro le enmarcaba los ojos como los de un gato y todo en su actitud recordaba a uno. Pero no era un gato. No era nada.

    Había vendido su alma por un mínimo de calor y atención. De quien fuese. Daba igual el quien. Lo daría todo con tal de sentirse necesaria para alguien.

    —Yo...

    —¿Sabes cuál es el problema?—Mimi soltó un bufido—. Que creía que tú, entre toda la gente, eras diferente—bajó del plinto de gimnasia de un salto y se acercó a ella con el sigilo de una leona. Había aprendido a movilizarse en las sombras incluso si se había mantenido lejos del territorio que ostentaba Akaisa y el resto de las cabezas de Cerbero. ¿Alcohol? Podía aplacar todas sus carencias emocionales con puro sexo. Había perdido la cuenta de cuantos habían sido— ¿A qué has venido? Este es el armario de enseres. Sabes lo que pasa aquí.

    Claro que lo sabía.

    Katrina la había llevado allí incontables veces.

    Le acarició la mejilla de forma casi mecánica. El tacto de su piel cálida se le antojó brutalmente gélido. Carente de humanidad. La chica que alguna vez había sido su mejor amiga, aquella joven déspota y orgullosa solo había acrecentado su despotismo. Era poco más que una cáscara vacía.

    —Me alegra que pienses en mí, perra—en sus labios se dibujó una sonrisa tosca. El gesto no alcanzó sus ojos— Pero no soy segundo plato de nadie.

    —No yo... yo no he venido a eso.

    Mentirosa.

    Mimi repasó con paciencia sus rasgos. La piel suave, los ojos violetas. El cabello azabache y liso que le enmarcaba el rostro.

    Ya claro.

    —¿Ah no?

    Emily no respondió. Mimi arrastró los dedos por la piel de su mejilla y terminó deslizando sus uñas largas y perfiladas.

    —No juegues conmigo—casi fue un siseo—. La zorra roja te mordió la mano. Por eso estás aquí. Confiaste, te enredaste en su juego mientras te tensabas una soga invisible al cuello. Y acabaste colgada.

    Emily fue incapaz de encontrar sus ojos. Se sentía miserable y estúpida. Y no solo por Katrina. La actitud jocosa de Mimi no estaba ayudando.

    Era como una daga.

    La apuñalaba una y otra y otra vez.

    —La quiero.

    Soltó un bufido que sonó más como una risa sardónica. ¿Qué eran los sentimientos en cualquier caso? Mierda problemática. Te atabam al suelo, te retenían y cortaban tus alas. Te hacían débil y estúpida. Vulnerable.

    —Me he enamorado como una tonta—prosiguió y esbozó una sonrisa rota y amarga—. Incluso si sabía desde un principio que solo era un juguete para ella. Incluso así, yo...

    —Eres lamentable—la voz de Mimi cruzó la estancia como una saeta helada. Directa y contundente—. Querías hacer lo que te diera la gana y ser libre y te ha terminado golpeando en la cara, ¿es eso?

    Emily apretó los labios. Deseó cruzarle la cara de lado a lado. Estaba segura de que no sería la primera ni la última.

    Liza.

    Shiori.

    —No te burles de mí.


    —No, no te burles tú. No soy estúpida. ¿A qué has venido? Dímelo y puede que sea magnánima y me apiade de ti.

    Estúpida.

    Estúpida.

    Maldita estúpida.

    —Sabes perfectamente a que he venido.

    Mimi la recorrió nuevamente con la mirada antes de enfocar sus ojos.

    —Te diré lo que creo. Has venido a que te consuele. A que recoja los pedazos de tu corazón roto y lo recomponga. Pero las de nuestro tipo solo saben una forma de lidiar con el dolor ¿no?

    Sexo.
    Sexo.

    Sexo.
    Puro y salvaje sexo.

    >>¿Qué quieres Hodges?

    Se mordió ligeramente el labio pero la miró. Logró mirarla, de forma casi desafiante. Su actitud la jodía inmensamente.

    ¿Qué has hecho de ti misma Mimi?

    —Que me toques.

    ¿Qué hemos hecho?

    —Ya lo estoy haciendo.

    —No. No así.

    —Vas a tener que ser más específica, cariño.

    No hagas eso. Estás actuando como ella a propósito.

    Su expresión se endureció.

    —Dilo. Que quieres.

    Las palabras emergieron de sus labios casi como una orden implícita. Estaba molesta, estaba dolida. ¿Pero haber acudido a ella era lo correcto? ¿Lo había hecho porque le recordaba a Akaisa? No era como si no tuviera a nadie más a quien elegir. Pero allí estaba. En la guarida de aquel animal sin límites aparentes.

    No iba a jugar su juego.


    Estaba harta de ser un juguete.

    —Que me folles. Quiero que me folles.

    —Que soez, Hodges. Debería morderte la lengua.

    La besó con ansiedad, de forma salvaje. La silenció de un bocado como si quisiera devorarla. La empujó contra la pared y coló su muslo entre sus piernas. Emily separó las suyas sin oponer resistencia.

    La zorra roja le había enseñado bien.

    —Dime que te hacía. Cómo te tocaba esa perra.

    —N-no.

    Dudó.

    Dudó inmensamente porque recordar a Katrina le clavaba una daga directa al pecho. Pero su piel ansiaba el tacto ajeno, su cuerpo no se calmaría con el propio. Ya no.

    Tomó aire lentamente, de forma ligeramente ruidosa.

    —Ella... me quitaba la ropa—murmuró entonces. Mimi llevó sus manos al lazo del uniforme y lo desató con un movimiento simple. ¿Cuantos habían sido? ¿Cuantas? Le era fácil. Era bonita y tenía un cuerpo de proporciones atractivas. Se apoderaba de la ansiedad y la inocencia hasta consumirla. Desabrochó los botones con habilidad, uno a uno hasta que abrió la camisa blanca y la chaqueta acabó en el suelo. La luz de la tarde acarició su piel lechosa y remarcó la tela fina del encaje del sostén. Emily se mordió ligeramente el labio—y... me desabrochaba el sujetador.

    Entornó los ojos.

    Joder.

    Mimi deslizó los dedos por el bajo de su espalda provocándole escalofríos por la columna a medida que ascendía su roce; la piel se le erizó. Siempre había sentido una envidia insana por el tamaño de su busto. Y en ese momento no era la excepción pero los celos por algo tan ínfimo eran opacados por unos celos mucho mayores.

    Unos que ardían bien dentro.

    —Mira eso, ya tienes los pezones duros—susurró y apretó el agarre en la espalda de Hodges jugando con sus dedos en el enganche del sujetador. Soltó una risa por la nariz—. Ni siquiera te he tocado aún maldita pervertida.

    Emily se estremeció. La sensación de los dedos de la Honda, el tono en sus palabras y su aliento caliente sobre su oído estaba nublando su mente con una facilidad irrisoria. Maldito cuerpo hormonal. Había hecho eso tal cantidad de veces que la anatomía se anticipaba a sus movimientos y sus nervios reaccionaban ante el más ligero roce por su parte.

    Ardía.

    Joder si ardía.

    Mimi...—suspiró cuando el sostén acabó en el suelo y el aire viciado le rozó la piel de los senos. Estaba sensible. Tan jodidamente sensible que el solo roce del aire le arrancaba suspiros ligeros y ahogados. No sabía si era causa de su desesperación o ansiedad, si estaba buscando aferrarse al calor meramente físico que podía encontrar en sus acciones o si realmente Mimi era tan habilidosa.

    —¿Qué más te hacía?

    Daba igual.

    Emily tragó grueso. Empezaba a sentir la garganta seca.

    —Me tocaba los pechos y...—contuvo un suspiro cuando Mimi ahuecó sus senos, apretó las palmas y presionó. Sus ojos no habían abandonado su rostro en momento alguno buscando grabar en su mente todas y cada una de sus expresiones. El rubor, los ojos entrecerrados, la forma en que mordía sus labios. La debilidad de su gesto la hacía arder. Emily humedeció los labios con la punta de la lengua— los chupaba.

    Joder.

    La sonrisa de un depredador se extendió en los labios rosa desvaído de Mimi. Esa vulnerabilidad. Estaba cediendo y eso era algo que la hacía ronronear internamente como un gato satisfecho. Soltó una risa ronca contra sus labios y volvió a devorar su boca. Presionó, brusca, salvaje, colando su lengua en la cavidad ajena sin miramientos. Emily no se lo negó. La ansiedad empezaba a quemarle la piel como una llama viva. Estaba buscando provocarla, consumirla.

    Y vaya si lo estaba consiguiendo.

    Sus manos se arrastraron por sus costados deslizando sus uñas perfiladas y largas sobre la piel tierna. El tacto le produjo escalofríos y la respiración se le entrecortó cuando volvió a presionar sus senos entre sus palmas, con firmeza. Lo estaba haciendo a propósito.

    Esquivando las áreas sensibles. Buscando divertirse a su costa.

    La perra lo disfrutaba.

    Podía verlo en sus ojos.

    ¿Era una venganza? ¿Una muestra de rencor por haber ido detrás de Katrina? ¿Era su castigo por haberse confiado demasiado? Mimi no se lo iba a servir en bandeja, por supuesto. También estaba dolida, quebrada, rabiosa y rota. Si iban a usarse iban a usarse bien.

    Reafirmar su dominio y autoridad, escucharla casi suplicarle le inflaba demasiado el ego.

    Jódete Akaisa.

    Deslizó la lengua por su cuello trazando un camino ardiente y húmedo. Lento y tortuoso. Solo entonces se apartó un par de pasos y se deshizo de la chaqueta propia y los botones de la camisa. Tenía una figura grácil, atractiva. Las medias de seda negra apretaban sus muslos y marcaban la piel clara. Se mordió ligeramente el labio inferior antes de tomar la mano de Emily y obligarla a ahuecar su propio seno.

    —Tócame, vamos.

    No fue una súplica, fue una orden. Autoritaria y áspera. Pero algo en su voz parecía necesitarlo.

    Pedirlo.

    No pensaba darle tanta autoridad.

    A nadie.

    Le gustaba tener el control. Le daba algo a lo que aferrarse. Seguridad donde no había nada.

    Emily apoyó las manos en el cuerpo de Mimi de forma casi inconsciente y la pegó contra sí con su mano libre. Su mente ya no estaba en sí, ¿así que qué mierda importaba? Mimi le clavaba las uñas a ratos en la piel, buscando lastimarla y pasaba las yemas de sus dedos con suavidad buscando consolarla. Quería romperla, terminar de quebrarla. Y al mismo tiempo quería sanar con cariño genuino todas y cada una de sus heridas. Quería dañarla pero ansiaba cuidarla. Quería destrozarla pero deseaba recomponerla.

    Ambas estaban hechas un jodido y completo desastre.


    El muslo entre las piernas de Emily presionó con fuerza y ella gimió, apretando su cuerpo en torno a la Honda, buscando aquella ansiada fricción que pedía a gritos. Su boca terminó sobre los pezones sensibles y deslizó la lengua despacio contra la piel. Fue suficiente para que todo el cuerpo de Hodges se estremeciera. Un gemido más agudo, más urgente emergió del fondo de su garganta cuando decidió ceder.

    La respiración de Mimi también se había agitado, su cuerpo reaccionando a las caricias ligeras. Rodeó el pezón con sus labios, su boca que quemaba y usó su mano libre para estimular el contrario. Apretó, tiró ligeramente de él y deslizó el pulgar de forma lenta y tortuosa.

    La perra sabía bien lo que hacía.

    Su muslo entre sus piernas inició un constante vaivén por debajo de la falda oscura del uniforme. Emily gimió con necesidad y buscó la fricción, ansiosa. Tensó las caderas y no tardó en acompasar el movimiento de forma profunda e intensa.

    Meow~

    No tenía idea de por qué Mimi le había maullando en el oído pero probablemente era una muestra más del poder y el dominio que ejercía sobre ella en ese instante. No había que ser un genio para notar que la tenía comiendo de la palma de la mano, entregada y sumisa, y aquello le divertía de una forma casi enfermiza.

    Ah claro.

    Kat.

    Gato.

    Eso era.

    Se estaba burlando. Se estaba riendo, inmensamente divertida con su lamentable situación. No había espacio en sí misma para sentir compasión ni lástima. Todos esos sentimientos que la hacían débil y vulnerable, que la exponían al dolor lacerante de unos sentimientos y emociones altamente convulsas habían sido puestas detrás de la máscara. Convenientemente almacenadas, contenidas. Llevaba demasiado tiempo con el corazón vacío de cualquier sentimiento cálido y genuino.

    Estaba vacía.

    Porque estaba enferma después de todo.

    Entre besos regados de ansiedad Mimi la empujó sobre la colchoneta. Cuanto había visto ese maldito trozo de plástico. Si tan solo las paredes pudieran hablar.

    —Emily.

    >>Emily<<

    ¿Desde cuando no la llamaba así? Se había rehusado a hacerlo, creando una clara distancia emocional entre ambas. Llamarla por el apellido era impersonal y frío.

    Pero allí estaba.

    La calidez de su nombre.

    Contra su voluntad Emily sintió la respiración cortarse en su garganta. El nudo se apretó aún más, tenso. No quería. No quería llorar, joder. Dejó besos húmedos sobre su cuello. Soltó un sollozo bajo, tembloroso, y Mimi presionó sus labios contra los suyos.

    Ya no sabía por qué mierda lloraba.

    Si por Katrina. Si por el inmenso desastre en que se había convertido. Si porque se sentía rota y usada. Si lloraba porque el tacto de Mimi era frío pero algo dentro de ella quemaba. Si lamentaba haberla lastimado. Si se arrepentía. Si era un todo y un nada al mismo tiempo.

    Pero eso era ¿verdad?

    Mimi nunca había soportado verla llorar.

    Deslizó la punta de su lengua por su mejilla recogiendo sus lágrimas saladas. ¿En qué momento se habían roto tanto? ¿En qué momento el mundo había perdido sus colores? ¿En qué momento se habían convertido en ese desastre?

    —¿Quieres que pare?—susurró en su oído. Y por primera vez algo de calidez genuina se coló en su voz.

    Emily sacudió la cabeza con vehemencia. Mimi llevó sus dedos al rostro de Emily y le apartó las lágrimas de las mejillas.

    —Entonces deja de llorar. La gente no llora cuando está conmigo, Em. Estás manchando mi reputación.

    ¿Hablaba siquiera en serio? ¿Era un intento de esos consuelos torpes y orgullos de la antigua Mimi? Había cierta diversión cálida en su voz.

    No lo sabía.

    Y realmente no le importaba tampoco.

    Le besó el vientre. Los músculos se le tensaron en anticipación y la respiración se le agitó, ardiente. La miraba con ojos ansiosos, vidriosos. Mimi le recorrió los muslos con las uñas, el interior de estos, los besó y apretó entre sus dientes.

    La rabia se colaba de forma inexorable en medio de la ansiedad, deslizándose entre las grietas de la máscara. Una parte de su ser era pura ira ciega. El gemido de Emily sonó más como un quejido pero el dolor le envió una descarga casi ajena al cerebro, certera e intensa y sus manos le aferraron el cabello y la apretaron contra sí. Mimi soltó una risa contra su piel, su aliento caliente le produjo escalofríos.

    Pero qué linda.

    —¿También te mojabas tanto con ella?

    No le dio tiempo a responder. Presionó los labios sobre la tela de sus bragas. Emily se estremeció agitada y un gemido brusco emergió de sus labios ante el contacto ansiado. Introdujo los dedos en el elástico de la ropa interior y jugueteó con él amagando por quitársela.

    —Mimi, deja de jugar.

    Le pidió de forma ahogada, casi sin aire.

    —Levanta las caderas.

    Emily obedeció y Mimi le quitó las bragas deslizándolas sinuosas por sus muslos firmes. Bajó el cierre de la falda a un costado y también se la quitó. Deslizó las uñas por sus piernas desnudas casi arañándola, presionando, de forma posesiva. Le gustaba. Impacientarla. Ver el deseo en sus ojos oscurecidos, opacados por la libido.

    Había algo meramente animal y primitivo en eso.

    Emily enrededó los dedos en su cabello con mayor intensidad y la apretó entre sus piernas con necesidad y autoridad, su respiración turbulenta. Mimi soltó una risa baja y decidió dejar de torturarla entonces. Porque sí. Porque ella decidía cuando y cómo. Deslizó la lengua por los pliegues calientes y húmedos con lentitud.

    Salado.

    Ardiente.

    El fuego la consumió.

    Los gemidos ahogados y los jadeos no tardaron en llenar el aire viciado del cuarto. Se colaron por cada rincón en sombras, hicieron vibrar las paredes.

    Quebraron el muro y la distancia que había entre ambas.

    —Dios, Em.

    Em.

    Se colocó entre sus piernas y casi boqueó por aire al descender las caderas y permitir que su intimidad húmeda se encontrase con la suya. La sensación casi eléctrica sacudió sus nervios y su espalda se arqueó apenas, como un gato. Dejó caer la cabeza hacia atrás con un suspiro ahogado antes de incorporarse y mirarla a los ojos con extraña intensidad.

    Ardía.

    Ardía como la mierda.

    Emily volvió a gemir. El contacto caliente y húmedo era simplemente demasiado cuando se sentía tan sensible, cuando apenas acababa de alcanzar la cúspide y se encontraba en la cima de nuevo.

    —Intenta imitar mi ritmo—le dijo la en un susurro y presionó sus caderas contra las suyas, frotándose—. Se sentirá mucho mejor así.

    Eso era todo lo que había.

    Todo lo que alejaba el dolor era el sentimiento completamente opuesto. Ese que lo teñía todo de un vibrante rojo y el resto de cosas dejaban de tener peso e importancia. El cerebro desbordaba endorfonas y oxitocina. Y la hormona del amor jugaba un papel clave que la volvía meramente adictiva para dos personas que solo buscaban amor y habían terminado hechas pedazos incomprensibles en el suelo.

    Emily obedeció. Y el roce se volvió brusco, acompasado con los gemidos de ambas y las respiraciones agitadas. El nombre de la una en los labios de la otra. El pecho que subía y bajaba con profundidad, el sudor perlando la piel, el calor casi asfixiante que casi impedía respirar con normalidad.

    ¿Quién estaba usando a quién?

    ¿Cual era el sentido real de todo eso? ¿Tenía sentido siquiera o era una incomprensión más, un mero escape, un catalizador? Ninguna lo sabía ya con certeza.

    Y la sensación intensa, que casi las entumecía las hizo vibrar. Y creció y creció y creció.


    Los gemidos se convirtieron en gritos. El calor las arrasó prácticamente al mismo tiempo y ambas se deshicieron junto a la otra. Los cuerpos húmedos por los fluidos y el sudor, enrojecidos y satisfechos. La fiera dentro de ambas había logrado calmarse y se ocultó entre las sombras buscando descanso.

    Permanecieron un breve segundo así, calmando sus respiraciones y el latido errático dentro del pecho.

    Mimi se incorporó, levantó su ropa y comenzó a vestirse de forma casi mecárnica. Emily siguió sus movimientos con la mirada. La vio liberarse el pelo en una cascada dorada sobre sus hombros. La vio abrochar convenientemente los botones y el lazo del informe y colocarse la chaqueta. La vio alisar su falda hasta que estuvo presentable. Estaba buscando recomponerse. Siempre lo hacía con una facilidad irrisoria.

    El problema era que en las otras ocasiones no se había permitido sentir nada.

    Y en esa, el sentimiento se había colado sin pedir permiso. Había arrojado al suelo parte de la máscara mostrando que la Mimi de antaño seguía allí aún, en alguna parte. Resguardaba y protegida entre filosas espinas. Oculta del mundo. Porque era frágil y débil y la vulnerabilidad no era conveniente.

    La odiaba.

    —Mimi.

    —Vístete Hodges.

    Hodges.

    Abrió la puerta y abandonó el almacén de enseres sin mirar atrás. Después de mucho tiempo, de meses enteros de polvos sin compromiso, la chispa había vuelto a brillar en sus ojos por un breve segundo. Ese instante en el que se dio cuenta de la verdad. En la que reunió las piezas del rompecabezas y todas encajaron de golpe. Si era amor o solo estaba muy jodida le importaba una mierda. Fuera cual fuese la naturaleza real de esos sentimientos había algo inamovible.

    La quería.

    Joder, siempre la había querido.

    Era su mejor amiga.

    ¿Qué le había dicho a Rachel?

    >>Es la verdad. Puedes negarla o puedes aceptarla. Pero la realidad siempre seguirá siendo lo que es<<

    Y ese era el mayor problema de todos.

    Al final del día... ¿quién era la más estúpida de las dos?
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 4
  2.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Buenas, que comente un explícito en lugar de hacer mi trabajo de adquisición dise (???)

    okey so tengo sentimientos encontrados con lo que viene siendo algunos puntos del fic, aunque quiero aclarar desde el principio que sí me ha gustado y que nada tiene que ver con eso so yeah, let's get into it (?

    First of all pues creo que ya todos lo saben pero voy a aclararlo de nuevo bc eh why not, siempre me gusta hablar del develop de mis niñas. So Emi no se va a enamorar de Kat, eso es algo que tengo clarísimo a pesar de que nunca sabes lo que va a pasar en un rol. Emi es una romántica en el fondo y creo que nunca podría enamorarse de alguien que desde un principio ya estaba claro que no iba a haber sentimientos, y que tampoco es tan tonta vaya (?). Eso sí, ella sí tiene un crush enorme en Kat, más que en los demás, lo de que la bruja de humo la hipnotizó es canon asf. Lo que sí pasaría, que es lo que ya he puesto en algún fic y lo que estuve comentando con Pau, a pesar de saber que está siendo usada solo para sexo y eso, quizás le gustaría ser su amiga después o idk, incluso conocidas, lo que fuese y, ciertamente, si Katrina se deshace de ella de una manera algo brusca o idk, sí que le afectaría más que nada porque es sensible y es eso, perder toda clase de contacto con alguien con quien ha pasado mucho tiempo pues duele igual so yeah eso por un lado.

    Por otro lado...

    This is kinda incorrect y es otro issue de la trama. Es cierto que este fic fue antes de que Emi se hiciese amiwi de Anna y planeásemos que su relación sería kinda lesbic (? y también es cierto que ni loca acudiría a Anna para llenar su vacío (aunque siendo que acudiría a ella para hablarlo y idk, igual solucionarlo de una manera más sana (? mira que incluso la veo yendo a hablar con Ko para que le de consejo (?)) pero sí que ya conocía a Joey y Alisha y estoy segura que sería los primeros a los que acudiría en una situación de este estilo. Estoy segura, además, que especialmente a Joey le encantaría encargarse de la niña sabiendo que está ahí por culpa de Kat (?) pero aun si ni con ellos puede... es que ni de lejos se plantearía acudir a Mimi para tener sexo. No por orgullo ni nada parecido, es porque es Mimi, es su amiga a pesar de todo y no sé, es algo que no veo que se le ocurra. Si esto le pasase veo que tendría dos maneras de cope with it: iría de fiesta a solas a emborracharse y fuck with someone random, quizás para llamar la atención de Katrina y todo, o iría con la mentalidad de "no puedo sacar a Kat de mi cabeza así que haré que mi cabeza esté llena de tantas cosas que no tendré tiempo de pensar en ella" aka se mataría a estudiar, leer, ver series, se pillaría un trabajo (solo trabaja en verano ella porque no le da la vida), iría al gimnasio... en fin, overwroking as always.

    De todas formas, en un supuesto caso de que estuviese jodidamente desesperada, podría buscar a Mimi sí. Podría verlo que a lo mejor ella va con intenciones de hablar con ella e intentar al menos solucionar eso pero pues la cosa acabaría sexosa(?)

    La parte de la zukulemcia pues 7u7

    Quiero mencionar especialmente que...

    ¿QUÉ TIENE LA GENTE CON HACER QUE LA NIÑA HABLE DE LO QUE QUIERE AL FOLLAR? ISTG. Comprensible pero ahora que me he imaginado que Joey le haría lo mismo pues me ha hecho gracia JAJAJA

    Yo te digo por qué, niña. Bc you stupid asf y te guardas las cosas como una pendeja y en algún momento puto explotas. Y no solo de Kat, seguramente en ese momento tendría un montón de cosas encima, su casa y su familia, Kash, las otras chicas... en fin, como ya dijo Ko en los Casilleros (y cito textualmente): "Era una estúpida, ¿no? Se desbordaba, liberaba algo de presión y de inmediato volvía a cerrar el grifo, incapaz de liberarlo todo. Incapaz de avanzar sobre los caminos que trazaba a tientas."

    Nunca se desahoga del todo, siempre lo guarda y solo lo deja salir de vez en cuando un poco, lo suficiente para dejar espacio para nuevas preocupaciones. Girl, ciertamente necesitas ayuda, deja que Ko-kun te haga un tecito y te escuche hablar largo y tendido(?)

    This is so unfair y sigo pensando que es un poco exagerado, teniendo en cuenta que Mimi lo único que vio es que Emi intentaba ayudar a alguien y prácticamente su actitud ha sido: no te juntes con nadie que no seamos nosotras xdxdxd

    Still unfair (?) Pero bueno.

    Anyways

    Después de esa primera parte la verdad es que fueron pasando cosas que me gustaron más. Que después de todo Mimi se puso algo más soft y pues al final del día es lo que dice, que la quiere, igual que Emi quiere a Mimi con todos sus defectos y seguramente, nunca le echará en cara los errores que ha cometido y su actitud. Porque es Emi pendeja pero porque es su amiga y entiende que no necesita eso, que a pesar de que le haga daño y que se moleste con ella y todo... al final del día la quiere y como le dijo a Aika, sigue siendo su amiga, y en fin. Como dijo en pokémon, su relación va más allá de todo eso, y creo que ninguna de las dos nos equivocamos al poner que Mimi sentiría algo de nuevo al hablar con Emi porque... es su Emi. Por eso creo que in rol lo acabarán solucionando todo, a pesar de todo el drama.

    So DIOS esto se em ha quedado mucho más largo de lo que me hubiese gustado pero bueno AJAJAA ahí va (?) Como digo al principio, a pesar de los issues que le veo al theme, en general me ha gustado mucho y ha sido bien sepsi 7u7 y siempre adoro a Emi bien pasiveada (cosa que ocurre un 95% de las veces xDD) y es kinda lindo volver a escibir o leer de ellas de vez en cuando, sobre todo con las interacciones nuevas y todo eso so yeah, that would be all~
     
    • Fangirl Fangirl x 1
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