Microrrelato Limbo

Desolada y exiliada, así se sentía.
Tras haber despertado de algo que parecía ser un sueño eterno, sus pies la guiaban, ella sin saber a dónde, sin saber quién era, ¿era acaso el mismo mundo?

Y sus piernas, flacuchas y aporreadas actuaban como si fuesen independientes de ella; se tambaleaba y temblaba, como si de un pollito recién nacido se tratase, hasta que finalmente se detuvo, y alzó la vista.

"¡BIENVENIDOS!
10.00 la entrada
¡No te lo pierdas!"

Aquello no era más que un parque de diversiones abandonado, y sin embargo, ¿por qué sentía la necesidad de entrar?

De nuevo, sus pies la guiaban, esta vez llegó hasta la taquilla, no había nadie, eso era claro, y sin embargo, había un olor extraño que salía de ahí, ella lo describiría como un olor a "tristeza, muerte"

En el aire se respiraba nostalgia y soledad, como si de un mundo paralelo se tratase. Y sin embargo, ella sabía que tenía un nombre, que tenía una familia, un hermano pequeño al que quería, sabía que tenía un hogar, y sabía que tenía que volver.

Se había ensimismado tanto que no se percató de lo que había a su alrededor: los caballos del carrusel lucían negros, no tenían ojos, y sus piernas habían sido cortadas, los carritos chocones se habían oxidado, la rueda de la fortuna estaba hecha pedazos, y la montaña rusa estaba intacta, casi como si de hecho estuviese en funcionamiento.

Con inseguridad caminó hacia susodicha atracción, sintiendo como la piel se le ponía de gallina y el corazón le subía a la garganta. Examinó los asientos, recorriendo casi toda la fila, hasta que se percató de algo.
Había una muñeca muy peculiar en uno de los asientos, lucía desgastada, sucia, y sin embargo no estaba rota. Lucía un vestidito de halloween y tenía rizos dorados. Para ella era un verdadero encanto, puesto a que le recordaba a su infancia.

Se subió al carrito y abrazó a la muñeca, tarareando una canción que le recordaba a su hogar.

Levantó la cabeza.

—Sé que ya estuve aquí.—musitó, —pero hoy el cielo está gris y no hay rastro alguno de nubes flotando en él. No hay viento, no hay ruido, sólo está presente el olor a tristeza.

Unas lágrimas se deslizaron por sus ojos.
No estaba perdida, no había escapado de su hogar, no había hecho nada malo.

Y entonces se dio cuenta... el olor a tristeza provenía de ella.

Aquel sitio estaba muerto. El cielo, el viento, las nubes. Todos estaban muertos.
Igual que ella.



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Este escrito corto es un intento de hacer algo relacionado al terror.
Y es para la actividad "Serpientes y escaleras"

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