Legendarios: Ejercito

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por MGH, 21 Diciembre 2015.

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    MGH

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    Legendarios: Ejercito
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    492
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    Legendarios: Ejercito


    Capitulo #1: El inicio del camino


    Soy Yoh Naeda, hijo adoptivo de Yaku naeda desde los 13 años, tengo 17 años, nací en la región de idgria, en un pueblo muy pobre, a los 12 escape, pase por la muralla que separaba esta región de las demás, conoci a Yaku, mi actual familia, a mis amigos, Gray, Sadan y Kiara, con los cuales estoy a punto de graduarme de el colegio, también soy el descendiente de Mero, el cuarto legendario, ese de las películas, libros y leyendas, creo que corrí con esa suerte, en fin, la vida va bien, desde que deje atrás a mi viejo hogar, y empezó la locura de el señor alas del fénix o algo así, ya no me importa, aunque de ves en cuando pierdo el conocimiento y despierto en lugares muy lejanos.

    20/06/2541

    _Yoh despierta_grito Yaku_

    _Si ya desperté_respondí_¿Ya esta mi desayuno?

    _Si aquí esta

    _Que hay en tele

    _No se, sube el volumen

    Reportaje:

    Estamos aquí en ciudad central, donde por un extraño motivo, los jefes del ejercito, en sus 5 ramas, defensa: aérea, submarina, marina, terrestre y todos los escuadrones, están en proceso de reclutamiento forzoso, ya que al parecer, la organización mundial de unión y defensa a echo un aviso importante; ya que en el pasado 18 de junio se dio a luz la noticia de que ya están presente en nuestro mundo la reencarnación de los nombrados legendarios que en el pasado nos llevaron a la perdición junto a las grandes naciones, con la fracasada auditoría realizada en el monte de blas en el pasado milenio, al parecer algunos de ellos están ubicados aquí en Ertes, y piensan encontrarlos para tenerlos como defensa junto a las bestias legendarias ya ubicadas, se sabe que están a punto de eclosionar, pero no lo harán hasta que estén en los brazos de sus guías, hasta ahora no se han dado detalles pero al parecer hay una disputa mundial por el control de estos mismos, ¿volverán a meter la pata? ¿pasara lo mismo en la próxima auditoría? ¿serán usados como armas de guerra?-

    _Mierda_dije_ mierda, mierda, mierda, mierda

    _Yoh, Yoh clamate_ dijo Yaku intentando calmarme_ note encontraran

    _Eso crees, me van a agarrar, me mataran

    _ no lo harán, eso, eso a ellos no les conviene

    _No, no- _cai tendido en el suelo_



    _Yoh, ¿me puedes escuchar?

    _ Mero

    _ Me recuerdas todavía

    _Claro que te recuerdo, viste eso, me están buscando

    _ No importa, debes escucharme bien, tienes que irte a la isla de conteras, al norte de falbas, hay encontraras a la criatura que te va a acompañar, es una gran defensa pero sin ti no podrá ser controlado

    _Pero ya lo tienen ubicado, acaso no viste

    _ Son mentiras, yo mismo me asegure de que solo tu pudieras encontrarlo, sigue tu corazón, y tu mente, no podre seguir hablándote

    Desperté de pronto

    _Que pasa_Dijo yaku_

    _ Tendré que irme, hay alguien que me esta esperando...............
     
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    Capítulo 2: Empezó el desastre

    Ya han pasado cinco días desde que hablé con Mero. Y no sé por qué, pero, con cada día que pasa, siento un ardor dentro de mí. Siento que algo me llama, un calor que cada vez va aumentando.


    Al día siguiente en la mañana.

    ―Papá, me voy al colegio.

    ―Sí, que te vaya bien, Yoh ―se despide antes de oír el sonido de la puerta cerrándose.


    En el camino.

    Creo que pasaré por la casa de Sadan primero, me dije. Durante el tranquilo trayecto empecé a notar cómo todo a mí alrededor empezaba a sentirse más y más caluroso, pero decidí restarle importancia.

    ―¡Sadan! ―grité una vez que estuve frente a su casa―. ¡Sal!

    ―Ya bajo. ―Se oyó la respuesta.

    Bueno, eso significa que me tocará esperar. Y cinco minutos después…

    ―Buenos días, Yoh.

    ―Hola, Sadan, ¿nos vamos?

    ―Vamos ―concordó.

    ―¿Qué te dieron de comer? ―pregunté mientras nos alejábamos de su hogar.

    ―Pan, ¿y a ti?

    ―Cereal, otra vez. ¿Cambiamos?

    En esos instantes, cuando íbamos camino al colegio, nuestras miradas cambiaron. Justo desde el sur un resplandor naranja se reflejaba por todo el cielo y, como si estuviera a punto de anochecer, todo se nubló después. De los dos se apoderó una sensación de miedo cuando, de repente y como si se tratasen de fuegos artificiales, surgieron dos luces de colores que aparecían y desaparecían cual luciérnagas. Pero lo más terrorífico era que un objeto se dirigía a toda velocidad hacia nosotros ¡e iba a colisionar!

    ―¡Esa cosa viene hacia nosotros! ―exclamó aterrado mi amigo.

    ―¡Sadan, corre!

    Salimos del lugar cuando, tras una nube de polvo, escuchamos un impacto. Me acerqué corriendo hasta allí porque sabía que se trataba de una persona.

    Estaba tapado con capucha y no se le veía la cara, pero cuando notó mi apariencia se fue de inmediato. No sé cómo lo hizo, sólo se desapareció y, tampoco entiendo el por qué, pero cuando lo vi, sentí una atracción muy rara.

    Antes de que pudiera buscar alguna explicación, llegó la madre de Sadan muy alterada.

    ―¡Sadan! ¿Sadan, estás bien? ―preguntó nerviosa, abrazando a su hijo―. Deprisa, hay que volver a casa ahora. Yoh ―me dijo, girándose hacia mí―, tienes que volver con Yaku.

    Corrí hasta mi casa con desesperación. Cuando llegué, el televisor se hallaba encendido y en él estaban pasando justo un reportaje. Me quedé escuchándolo hasta que se fue la luz, pero conseguí descubrir que el ejército había mandado varias tropas hasta aquí en busca de algo.

    Salí afuera a ver qué pasaba ahora. Yaku no estaba en casa, no sabía a dónde podría haber ido. De repente una gran explosión se oyó desde la escuela y corría hasta allá. Ya estaba a unos metros de distancia y pude ver a varios jóvenes entrando al bunker del colegio.

    Intenté llegar, pero no pude. Algo me había atrapado desde la tierra y me empezó a arrastrar hasta atrás. Me volteé alterado, dispuesto a luchar para zafarme, y lo que vi me aterrorizó.
     
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    Capítulo 3: El Dragón certero


    Justo en el momento en me volteé, distinguí un tipo de serpiente que provenía de la tierra. Era del mismo color marrón, pero no tenía escamas y se movía de una forma extraña, como si quisiera arrastrarme hasta su origen. Yo no podía dejar que eso pasara.

    Intentaba escapar a su agarre de una manera u otra, siendo arrastrado cada vez más, cuando escuché un gran estruendo. Al mirar hacia atrás otra vez, vi que un auto del ejército se acercaba a gran velocidad con un arma potencial en la parte superior. Habían disparado contra la serpiente, logrando cortarla a la mitad y consiguiendo que la parte que me sujetaba se desvaneciera.

    Sin perder ni un segundo, me levanté y eché a correr hasta un lugar seguro. Llegué hasta el almacén abandonado cerca de la escuela, entré y me aseguré de cerrar la puerta para que nadie o nada entrara. Me quedé parado allí, recuperando el aliento, cuando se escuchó el sonido de unas latas cayendo.

    ―¿¡Quién está ahí!? ―pregunté.

    ―Yoh.

    ―¡Kiara! ¿Qué haces aquí?, ¿estás bien? ¿Por qué no estás con los demás?

    ―Yo… Bueno, yo… No sé. Me perdí del grupo. Y cuando escuché el sonido del camper disparando, me asusté y corrí ―explicó asustada.

    ―Qué bueno que estás bien ―comenté aliviado, a punto de agregar algo más cuando una duda se despertó en mi mente―. Espera, ¿y cómo sabes qué disparó?

    ―Bueno, no me gusta hablar de esto, pero mi padre me enseñó cosas sobre armas. Así que sé reconocer el armamento militar y… También sé usarlo.

    ―Oh, ¿tu padre lo hizo? ―Hablando de eso, pensé entre mí, no conozco a su padre. Es más, creo que nunca lo he visto―. Debe ser un buen hombre.

    ―Sí, lo fue ―afirmó con una sonrisa triste―. Murió en la última guerra de expansión. Yo tenía quince años.

    ―No… No lo sabía.

    ―Es que no me gusta hablar de eso.

    Un silencio incómodo se estableció entre nosotros. No sabía qué decir para hacerla sentir mejor y ya estaba por sugerir el salir afuera a revisar cuando empecé a escuchar una melodía de flauta.

    ―¿Escuchas eso?

    ―Sí, ya lo he escuchado antes. ¡Sígueme, rápido!

    ―¿Qué? Espera, Kiara, ¿a dónde vamos?

    Me llevó hasta el sótano del lugar y me sorprendí mucho al verlo, principalmente porque nunca antes había estado allí. Y, tampoco, jamás me hubiera imaginado lo que guardarían.

    Se trataba de un arsenal militar completo.

    ―¿Qué es todo esto? ―pregunté en cuanto el asombro me devolvió el habla.

    ―Lo dejó mi papá por si volvían a atacar los terroristas.

    ―Pero, ¿las usaremos…?

    ―Por supuesto ―dictaminó con seriedad, tomando una de las armas y caminando hasta mí―. Toma.

    ―¿Qué es esto?

    ―Es una XM 130. Dispárale a todo lo que se mueva, Yoh.

    ―¡Pero hay civiles allá afuera!

    ―En esta situación no hay civiles en las calles.

    De pronto, se escuchó un estruendo proveniente desde la entrada del almacén. Alguien estaba abriéndose al sitio a la fuerza.

    ―¿Militares?

    ―No, es otra cosa. Toma. ―Kiara me extendió un artefacto raro―. Ponlo sobre la mira. Hará que las balas reboten, así no morirás.

    ―Pero, Kiara, ¡yo no sé cómo usar esto!

    ―¡Apunta y hala del gatillo! ¡No es tan difícil! ―protestó molesta antes de girarse―. Salgamos.

    ―Espera.

    Al abrir la puerta de sótano y subir las escaleras, descubrimos que la mayor parte del almacén había desaparecido. Y la misma serpiente de antes se encontraba entre los escombros de la destrucción, mirando en mi dirección.

    ―¡Corre, Yoh! ―gritó mi amiga, haciéndome reaccionar.

    La criatura intentó atraparme con una embestida, pero ya la esquivé. Sin embargo, con su cola consiguió sujetarme de un pie.

    ―¡Kiara, dispárale a la cola! ¡Cuando se destroza una parte de su cuerpo, la otra desaparece!

    Ella me hizo caso y disparó. En cuanto me vi libre, una melodía más grave empezó a sonar y unos hombres llegaron. Eran de la armada y, cuando nos vieron, empezaron a disparar.

    ―¡Yoh, apúntalos! ―gritó Kiara, desesperada―. Así las balas te rebotaran.

    Actúe tal y como me dijo y el artefacto comenzó a funcionar. Ninguna de las balas podía tocarme gracias a un escudo de luz que se había formado, el cual hacía que éstas se desvanecieran al aproximarse hasta mi cuerpo. No obstante, yo sólo estaba apuntando en una dirección.

    ―¡Yoh!

    Justo en ese instante, un soldado me disparó desde atrás. Pensé que me mataría, que todo para mí había acabado, pero algo se puso en medio del camino. ¿¡Kiara!? No, no era ella, sino la serpiente.

    ―¡Yoh, dispara!

    Efectivamente, apreté el gatillo y las balas viajaron hacia los soldados. La serpiente me atrapó y, en ese momento, empecé a perder el conocimiento. Pero algo andaba mal y no estaba dispuesto a caer ahí como un idiota, seguiría luchando hasta el final.

    En medio de la lluvia de balas, las tropas trajeron una de sus armas destructivas y empezaron a destrozar el pueblo. Y ahí fue donde todo se puso intenso.

    La serpiente se volvió más grande, destruyendo cada camper que se le aparecía. No importaba qué arma usaran en su contra: destructiva, potencial o de corto alcance; ella arrasaba con todo a su paso. De entre una nube de polvo, emergió una silueta con lo que parecía ser una flauta pequeña. La serpiente le obedecía a él.

    ―Yoh, ven. Por aquí.

    Juntos nos refugiamos detrás de una porción de techo roto.

    ―¿Quién es él?

    ―Creo que es… Él es el Dragón certero.

    ―¿El Dragón certero? ―repetí extrañado.

    ―Sí, es un criminal buscado por las autoridades mundiales. Lo llaman así porque en sus ataques usa dragones provenientes de la nada y nunca, pero nunca, falla un ataque.

    En ese momento perdí el conocimiento.


    Desperté sin saber qué pasaba. Había un lago frente a mí y, a mi espalda, estaba un hombre que no conocía, pero algo andaba mal. Lo último que recordaba era haberme desmayado, nada más. ¿Qué es lo que había pasado? ¿Y quién era ese hombre raro que parecía un ermitaño?

    ―Hola ―saludó aquel hombre.

    ―¿Quién eres?

    ―Antes de responder, ¿puedo hacerte una pregunta?

    ―Eh, está bien ―respondí un poco confundido.

    ―Con ese poder tan destructivo que tienes, ¿de verdad necesitas un arma para poder defenderte?

    No había entendido a lo que se refería, así que guardé silencio. Él no habló más y yo me ocupé en observar el extraño lugar donde me encontraba, hasta que la recordé.




    ―¡Kiara! ―exclamé de golpe.

    ―¿Te refieres a la chica?

    ―Sí, ella. ¿Sabes dónde está?

    Estuvo en silencio por un minuto entero antes de comenzar a hablar.

    ―Tú tenía… una buena amiga.

    ―¿Qué quieres decir con que tenía?

    La mirada que me dirigió lo dijo todo.

    ―No. No, no, no. ¡No!

    ―Ella murió intentando defenderte.

    Eso me destrozó por dentro, no tenía palabras. No podía asimilar la noticia

    ―Yo soy Cerberus Magno ―se presentó―, pupilo de Mero. Yo soy al que llaman Dragón certero.
     

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