La Conquista del Paraíso [LCdP: América] Estadísticas de personaje

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por John Whitelocke, 6 Noviembre 2020.

  1.  
    John Whitelocke

    John Whitelocke Usuario popular

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    17 Diciembre 2019
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    Aquí van las estadísticas generales, con atributos y equipamiento por PJ, junto con sus fichas.

    Nombre: Catalina
    Apellido: Sarmiento
    Genero: femenino
    Bando: Europeos
    Edad: 21 años

    Historia: Nació en San Sebastián; no tiene parientes, al menos que ella sepa, fue abandonada en un convento cuando era bebé. Pero posee un amor casi salvaje a la libertad, con doce años escala la tapia del convento y escapa, ocultándose de aquellas monjas que deseaban que se convirtiera en una de ellas, jamás esperaban aquella falta de agradecimiento al escapar siendo que ellas la cuidaron toda su infancia.
    Hasta entonces había vivido una doctrina religiosa severa, obligándola a conocer los ritos cristianos, no odiaba aquella religión, simplemente le parecía aburrida tanta repetición, no soportaba la rutina, las comodidades de un techo y comida no eran suficientes como para desear ese estilo de vida hasta el final, además de que le interesaba conocer el mundo y sobre todo a muchas mas personas.
    Al escapar del convento logra sobrevivir comiendo frutas y raíces en un bosque cercano, hasta que logra robar ropas de hombre y, disfrazada, se refugia en Pasajes, un pueblo costero y altamente mercantil.
    Al caminar por las calles de Pasajes, no tardó en darse cuenta que sus habilidades en la lectura y las costumbres cristianas no le servirían en un pueblo el cual parecía vivir fuera de las leyes de Dios, robos constantes, asaltos y riñas la obligaron a entender que el mundo no era tan sencillo y que las personas no se detendrían con sólo sermones de la Santa Biblia, debía calarse ante su nueva vida pues no pensaba regresar de rodillas al convento.
    A los quince años ya era una ladrona experta, viviendo en los tejados de distintas casas, ocultando su pocas pertenencias lejos de otras manos hábiles como las suyas, mirar desde arriba a las personas era su modo de operación, así era más fácil buscar a su presa y atacar; aquello parecía un plan perfecto, pero entendería que siempre hay depredadores más grandes.
    A los diecisiete fue atrapada por un grupo de guardias, los cuales al creer que sólo era un niño que se había desviado del camino del bien, la castigaron con sólo una golpiza, hasta ese momento nadie podía decir que era una niña, su voz seguía siendo aguda y por la falta de buenos alimentos se mantuvo pequeña, la dejaron ir después bajo advertencia; pero al volverla a atrapar meses después la volvieron una desmirlada, cortándole una de sus orejas para que no volviera a robar. Algo que no la detuvo.
    A los diecinueve, al ver que los techos ya no funcionaban para alguien de su tamaño, tuvo que buscar otro método de ingreso, y no sería uno honrado, su buena fé ya estaba muerta desde que descubrió la crueldad humana. Se convirtió en una baratera, una ladrona que esperaba en la puerta de los garitos para asaltar a los jugadores que han bebido demasiado o ganado en exceso; esto la hizo aliarse a un contador, un individuo de dudosa reputación que llevaba la cuenta de lo que gana y pierde cada jugador; este hombre se llamaba Diego, el cual fue el primero en notar que Catalina era una mujer, volviéndose en amantes.
    Juntos se hicieron de buen dinero con actos ilícitos, sólo robando y desvalijando propiedades, jamás mataron a alguien en el proceso. Fue por esto que cuando atraparon a Diego, sólo lo encarcelaron, pero para liberarlo debería de tener demasiados reales, algo que Catalina no tenía, hasta que le llegó el rumor de las riquezas en el nuevo continente, aquello la llevó a idear una manera para finalmente embarcarse como grumete en un barco rumbo a las Américas, allí conseguiría lo necesario para poder ayudar a Diego antes de que terminara muerto.

    Rasgos físicos: Mujer de pelo castaño claro, el cual siempre llevaba corto por su pasado ocultando ser mujer; usa siempre un pañuelo amarrado a la cabeza para ocultar su falta de oreja izquierda. Su tez es algo bronceada, con ojos color café obscuro los cuales le ayudan a tener una mirada fuerte y profunda. Es delgada, pero tiene músculos fuertes por sus años brincando techos y robando a borrachos, estos últimos le provocaron algunas cicatrices en el hombro o espalda cuando le lanzaban botellas de vidrio.


    Rasgos psicológicos: Es de temperamento fuerte; es algo bromista y ama la libertad sobre todas las cosas. No detesta la religión católica pero al llevar la vida que tuvo, no la profesa. No le gusta beber, pues era consciente de lo que la bebida le hacía a hombres y mujeres por igual, sabía que eran las víctimas perfectas para un robo. Disfruta de robar, aunque el causar daño físico a otra persona le resulta algo muy difícil de hacer, pero si es necesario defenderá su vida y la de Diego con lo que ella pueda. Por lo que se considera bastante egoísta y nada bondadosa.


    Finalidad: Conseguir suficientes riquezas para volver a España y poder ayudar a liberar a Diego
    [​IMG]

    Distintivos gastados: 3 (Puntos de vidax3)

    Atributos de base:

    Precisión: 0
    Puntos de vida: 105
    Status: 4

    Armas:

    • Ballesta
    • Daga
    • Hacha

    Armadura:

    • Escudo musulmán
    • Cota de malla

    Animales:

    • Ninguno
    • Un nativo plebeyo muerto
    Collar de huesos y oro (1)
    De ballesta: más de 3 (+3)
    De armas de fuego: -
    Nombre: Marcio
    Apellido: Hernandes
    Género: Masculino
    Bando: Conquistador - Español
    Edad: 15 años

    Historia: Marcio nació en desgracia, porque su madre murió a consecuencia de su propio nacimiento. Su padre, un tullido que había perdido una pierna en un incidente de caza, siempre le tuvo presente que su madre había muerto a consecuencia de su nacimiento. Él creció con lo poco que era capaz de conseguir su padre, haciendo uso del engaño y de la pena que podía dar por su condición. Había sido educado para engañar y robar desde muy pequeño y en varias ocasiones se había librado de que le cortasen una mano por muy poco. Criado a golpes y entre gente de muy baja reputación, Marcio se aventuró en un viaje hacia el nuevo mundo, para explorar todo aquello que podía darle un mundo desconocido. Atrás no dejaría nada que le importase y su padre agradecería no tener que seguir dándole nada de lo que a penas conseguía.

    Rasgos físicos: Marcio es un joven con aspecto inocente, sus ojos oscuros y grandes parecen transmitir honestidad, su cabello ondulado y color marrón y su tez pálida. Su cuerpo es delgado y algo enclenque, aunque es rápido y ágil. Su ropa suele ser cómoda para poder correr, trajes de pantalón corto y chaleco, con camisas con cuello doblado y chaqueta.

    Rasgos psicológicos: extrovertido, con labia y con un carácter afable. Es una persona que aparenta ser alegre pero lleva una gran carga emocional por su historia. Es conciliador y normalmente no reaccionaría de forma brusca a un altercado. Tiene buen fondo, aunque normalmente primarán sus necesidades sobre las de los demás.

    Finalidad: Como ladrón, su primera finalidad es encontrar riqueza en el nuevo mundo. Aunque sobretodo desea un cambio de vida.

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    Distintivos gastados: 3 (Puntos de vidax2 y precisión)

    Atributos de base:

    Precisión: 2
    Puntos de vida: 100
    Status: 5

    Armas:

    • Ballesta
    • Puñal
    • Hacha

    Armadura:

    • Escudo musulmán
    • Cota de malla

    Animales:

    • Ninguno
    Piedra verde (1)
    Cruz de bronce (1)
    Nombre: Leão. (León)

    Apellido: Silva.

    Género: masculino.

    Bando: Conquistador (portugués)

    Edad: 26 años.

    Historia: Nació en Esposende; un pueblo pesquero al norte de Portugal. Se crió entre redes de pesca y sal marina; trampas para pájaros y espadas de madera. Tuvo una infancia feliz aunque muy humilde. Su padre era navegante y se ausentaba durante intervalos de meses, por lo que su madre se encargó de su crianza. Leão era el mayor de tres hermanas y por consecuencia el hombre de la casa. A una edad imberbe comenzó a dejar sus juguetes de madera y a ocuparse de los deberes. Ayudaba a su madre con la casa, con las tareas diarias y pronto encontró su primer trabajo con doce años, ayudando en el puerto con cajas y materiales que transportaban a la capital. Su paga era miserable pero servía para la causa de su hogar, aunque se pasaba casi doce horas diarias deslomandose y cuando llegaba finalmente a cenar sus hermanas le servían como si fuera su propio padre. Su contextura comenzó a cambiar, de ser un cuerpo de niño a ser de un adolescente; se volvió robusto y fuerte, incluso le llamaban "Touro" que significa Toro, por su tremenda fuerza y para cargar y arrastrar cargamento a la par de las mulas. Nunca fue muy religioso, sabedor de su propia realidad, comenzó a entender que no Dios ni Jesús le ponían el pan en la mesa, sino él mismo.

    Con sus dieciocho cumplidos comprendió finalmente que su padre no iba a regresar. Su madre comentaba que tuvo que fallecer en alta mar, donde seguro estuviera a gusto de morir. Leão no estaba tan seguro de ello pero decidió que lo mejor era que su madre piense que su esposo había muerto haciendo lo que más le gustaba. Leão no lo extrañaría demasiado, tenía pocos recuerdos de él; la gran mayoría era estar en silencio cuando él estaba en la casa y no hacerlo enojar. Incluso creía que golpeaba a su madre, aunque nunca lo pudo comprobar, pero lo sabía. Muy en su interior lo sabía. Y una gran parte de él deseaba que volviera para romperle la cara. La parte irónica era que su madre, conforme pasaban los días, le decía lo parecido que era a su padre físicamente.

    A veces llegaban barcos piratas que se mantenían a distancia prudente de la costa y anclaban unas cuantas horas para luego seguir su camino. La casa de Leão estaba ubicada justo a menos de cien metros de la línea de agua, ese tipo de casas, su propia casa, eran por normal general las primeras en ser saqueadas. Es por eso que él y los vecinos se contentaban con acercarse y gritar insultos contra los piratas los cuales les respondían a voz de cuello. Los más osados se mojaban hasta la cintura y lanzaban piedras, sin éxito, hasta la silueta del barco. Era un ritual que se repetía cada mes.

    "Tienes rabia en tu interior, chico. Y estás sano y fuerte. ¿Peleas?"

    Le había preguntado un hombre rechoncho. Lo conocía de vista del pueblo.

    Leão contestó que sí, que peleaba. Pero a puños. Su trabajo en el muelle no era para gente que se amedentraba fácilmente y en muchas ocasiones para hacerse valer tuvo que pelear y hacerse escuchar con sus puños. El hombre le dijo que le enseñaría a usar la espada, que el Imperio necesitaba a hombres como él. Leão aceptó.

    Se le daría una paga mensual y podría visitar a su familia cada domingo de la semana, incluso algún sábado. Se trasladaron hacia Vila Do Conde, donde se enteraría más tarde que ése lugar sería una de las localizaciones claves para la ingeniería naval portuguesa.

    Allí habían formado, muy rudimentariamente, unos fuertes de práctica. Había dianas para tiro, muñecos de paja que algunos golpeaban con sus espadas y muchos gritos y órdenes a bocajarro. Leão se encontró perdidos; él no tenía disciplina y tampoco tanto dinero para costearse armas o armaduras, como veía que muchos portaban. Él estaba descalzo, con los pies hundidos en la arena, con la ropa deslichada y ojos curiosos que lo absorbían todo. Su primera orden fue que forme filas y se quedó congelado, sintiendo las miradas de todos. Eso le valió tres latigazos. Luego aprendió, a base de no querer repetir el castigo, las órdenes de forma rápida. Aprendió a marchar, a saludar y a atacar. Se volvió más fuerte y masticó un odio casi visceral hacia su jefe de compañía, quién era el que le fustigaba siempre que veía un error. Leão ganó otro mote en el fuerte, un mote despectivo por sus pintas y por mano de su jefe. "Peixe", para no olvidar que se crió entre pescados. De igual forma, pronto su mote quedó entre sus compañeros de entrenamiento y no le molestaba, pero cuando la entonación era usada por su jefe, una rabia interior brotaba de su garganta.

    Un domingo volvió a su hogar y su madre, mas anciana de lo que Leão recordaba, se paralizó al verlo. Era un vivo retrato de su padre difunto. Se había dejado la barba castaña y desprolija, había crecido de hombros y sus brazos aprisionaron sin problema la cintura de su madre, fundiéndose en un abrazo eterno. Sus hermanas también habían crecido y eran muy hermosas, las dos más grandes estaban prometidas y la más pequeña con vergüenza de su hermano mayor. Se pusieron al día, hablando sobre sus vidas y los rumores de una posible guerra, aunque eran los rumores de siempre. Lo cierto es que se seguía reclutando hombres jóvenes y fuertes para pertenecer a las filas del Imperio. Y cada vez había más movimiento en su propio pueblo, más cascos de barcos y el martillo sonando durante los días y las noches. Antes de despedirse su hermana menor le regaló un anillo de plata, mismo anillo que su padre le había regalado antes de su última expedición. Leão lo aceptó y le sorprendió lo ajustado que quedaba en su dedo pulgar, recordando lo pequeño que era cuando jugaba a ser el hombre de la familia e intentaba colocárselo pero quedaba demasiado grande para sus dedos.

    Leão se hizo muy amigo de un compañero, de João Baptista, un mosquetero experto y con una puntería tan precisa que era la envidia de todos. Mientras el primero le enseñaba picardías el segundo adiestraba el y el control de la respiración para mantener el pulso estable. Salían a beber juntos y peleaban espalda con espalda. Incluso compartían mujeres y se reían entre ellos por el desempeño de cada uno. Catrina era el amor de Leão pero éste nunca se lo dijo a su amigo, quién también compartía el lecho de ella.

    Una noche de borrachera, mientras masticaban opio y bebían ron, se encontraron en uno de los tantos barrancos que rodeaban la playa. Habían hecho una pequeña hoguera y reían de todo lo que se movía. Leão, con el valor del alcohol y la perdida de desinhibición del opio, le dijo lo de sus sentimientos de Catrina. Baptista se petrificó, diciendo que Catrina le había dicho esa misma mañana que estaba embarazada y creía que era de él. Leão entró en cólera y comenzaron a discutir a gritos, borrachos, totalmente enemistados. La hoguera se apagó y entre ellos crecía el fuego del odio, aunque duró poco. João trastabilló y cayó por el precipicio.

    "—¡Leão!"

    Gritó Baptista; fue la primera y única vez en su vida que le llamó por su nombre. Leão "Peixe" Silva asomó por encima de las rocas. Se tumbó en el suelo, al borde del precipicio y alargó el brazo. Baptista era tan grande como él, de modo que elevarlo sería una tarea casi imposible, pero no había otra opción.

    "—¡Toma mi mano!"

    Gritó Leão y Baptista se estiró de nuevo en un intento por llegar a la mano de su amigo. Las yemas de los dedos se tocaron.

    "No puedo..."

    Masculló Baptista entre dientes, cubierto de sudor, con lágrimas en los ojos.

    "¡Si puedes, maldita seas! ¡Si puedes, João!"

    Le espetó Leão a gritos. Y los dedos de Baptista rozaron los suyos, cada vez más cercanos, un poco más... Leão, a riesgo de su vida, se estiró más hacia abajo. Baptista quedó suspendido del brazo de Leão, que le sostenía haciendo un esfuerzo descomunal. Había tenido que vencerse demasiado hacia fuera para tomar la mano de Baptista y ahora era incapaz de arrastrarse hacia atrás sin soltarlo. Estaban atrapados y la única solución que le quedaba a Leão para sobrevivir era abrir la mano y soltar a su amigo. De lo contrario, por agotamiento, caerían los dos.

    "Suéltame. Suéltame. No podrás subirme nunca. Suéltame y sálvate tú."

    Se hizo silencio entre los dos; ni siquiera había viento. Pasaron un rato así, respirando entrecortadamente, aturdidos por las energias consumidas por mantener las manos férreamente unidad una a la otra. Finalmente, poco a poco, el peso comenzó a ceder... y la mano se soltó. El propio Baptista se soltó antes de que ambos se maten.

    El gritó desgarrador de Leão fue tan fuerte que algo se rompió en su interior para siempre. Se enterró a João con honor y a él le cortaron el dedo pulgar e índice de su mano derecha como castigo. João Baptista Santos jamás volvería a disparar, a pelear y a reír con él. Su puntería perfecta ya no valdría de nada. Catrina lo aborreció por lo sucedido y de pronto para Leão todo carecía de sentido.

    Volvió a su hogar, encontrando la tumba de su madre, siempre esperando la llegada de su esposo en el horizonte. La casa estaba abandonada y sus hermanas seguro con una mejor vida que la de él. Acarició el anillo de plata que su hermana le había regalado, que ahora colgaba de su cuello como si fuera un colgante.

    Y cuando la noticia de la expedición se volvió conmoción nacional, Leão decidió que lo mejor sería partir para allí. Dejar sus demonios interiores atrás y buscar un futuro prometedor. Pero pronto se dará cuenta que, no importa lo lejos que te muevas, los demonios, si no lo has podido dejar atrás, te perseguirán allá donde vayas.

    Descripción física: mide un metro ochenta y tres, es corpulento, de manos grandes y tórax de buey. El cabello es castaño e intenta mantenerlo corto, siempre peinado hacia atrás. La barba es abundante y desprolija, simplemente deja que crezca a voluntad. De ojos suaves, que enmarcan una extraña nostalgia, de un color como si fueran dos nidos de luz, dos amaneceres; iris caoba con pequeños matices amarillos. Nariz ancha, producto de sus múltiples peleas. Le falta el dedo pulgar e índice de la mano derecha y lleva un colgante de un anillo de plata.

    Rasgos psicológicos: es de temperamento fuerte; no puede hablar despacio, su voz resuena muy fuerte siempre aturdiendo a su interlocutor. Es intenso, no piensa sus acciones sino que responde inmediatamente. Enérgico, siempre quiere estar en movimiento y la religión no es algo que profese pero sí la respeta. Es consciente de lo que significa la religión para su mundo.

    Finalidad: realiza el viaje por él mismo y por su amigo Baptista. Su idea es conocer otro mundo, saber si existe gente allí, cómo serán y si atraviesan lo mismo que atravesó él en su vida. En general, busca similitudes con su vida cotidiana.
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    Distintivos gastados: 3 (Precisiónx2 y animal)

    Atributos de base:

    Precisión: 4
    Puntos de vida: 80
    Status: 4

    Armas:

    • Ballesta
    • Daga
    • Hacha

    Armadura:

    • Escudo musulmán
    • Cota de malla

    Animales:

    • Perro dogo
    • Un nativo plebeyo muerto
    Collar de huesos y oro (1)
    De ballesta: Dos (2)
    De armas de fuego: -
    Nombre: Akumal (Tierra de tortugas)

    Apellido: -

    Género: Masculino

    Bando: Mexica

    Edad: 29

    Historia: Desde su inicio en la formación militar en Telpochcalli se trato de un joven plebeyo de grandes aspiraciones. Buscando la meta de llegar a ser reconocido como guerrero y obtener el privilegio de ascender a Noble.
    En su formación, se mantuvo firme en aprender y recoger el conocimiento básico que el Telpochcalli del pueblo le tuvo por ofrecer. Poco se demoró en enterarse de su falta de talento y el alcance de sus capacidades.
    No aceptando ese estancamiento, fue participe en batallas junto a otro grupo de jóvenes. Deseando encontrar su habilidad en lo militar y superar su límite. Con un desempeño bajo en las batallas, pero manteniéndose con vida, fue recogiendo experiencia de esas situaciones de muerte.

    En esta última etapa de su vida busco aprender en base a la enseñanza. Su años y experiencia le valió por suficiente para lograr ser un Telpochyahque para la nueva generación de jóvenes del Telpochcalli.


    Rasgos psicológicos:
    En su mayor parte es alguien calmado y tomo su tiempo en cuanto se trata de dar un vistazo a lo desconocido. No contará con un algo nivel en cuanto analizar el entorno o a otros mexicas, pero de igual forma lo hará con tal de expandir su conocimiento.
    Su, por ahora corto, tiempo enseñando a los jóvenes le hizo dar cariño a las nuevas generaciones. Tomando una actitud paternal y protectora si una situación de peligro se presenta. Ver a esos jóvenes crecer y progresar es algo que le trae orgullo.
    Es complicado en cuanto mostrar sus emociones se refiere, por lo cual sus expresiones fáciles se mantienen rígidas la mayor parte del tiempo.

    Finalidad: Luchar por la prosperida del imperio azteka y lograr alcamzar el título de Noble.
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    Distintivos gastados: 3 (Precisiónx2 y armadura)

    Atributos de base:

    Precisión: 4
    Puntos de vida: 80
    Status: 5

    Armas:

    - A distancia

    • Temátatl
    • Estólica

    - Cuerpo a cuerpo

    • Técpatl
    • Tlaximaltepoztli

    Armadura:

    • Ichcahuipilli o chaleco de algodón acolchado

    Animales:

    • Xoloitzcuintle
    • Un nativo plebeyo muerto
    De arco: -
    De lanzadardo: -
    De honda: Uno (1)
    Nombre: Yohualli (noche)

    Apellido: Popoca (el que humea)

    Género: femenino

    Bando: mexica

    Edad: veinticuatro años

    Historia: Yohualli desciende de un amplio linaje de guerreros cuachicqueh (guerreros rapados). Los Popoca son la principal familia noble residente en el calpulli de Teopan (en donde está el Dios), barrio conformado por, lo que se cree, descendientes del dios Popocatépetl. Viven, pues, al pie del volcán homónimo. Teopan se encuentra en el límite sur de Tenochtitlan y, por ello, los Popoca ejercen una muy importante labor en las relaciones sociales con los altépetl aledaños que rinden tributo a la ciudad. Los Popoca conforman, a su vez, una larga tradición criando y entrenando guerreros cuachicqueh en el Calmécac de Tenochtitlan, localizado en el recinto ceremonial. Yohualli fue enviada allí a sus diez años, donde fue educada en historia, astronomía, la medición del tiempo, música y filosofía, religión, hábitos de limpieza, cuestiones de economía y gobierno, y sobre todo, disciplina y valores morales. Para los mexicas es muy importante que sus gobernantes sean aptos para los cargos que desempeñan y, en consecuencia, los alumnos debían superar duras pruebas para demostrar su valía y habilidad militar: ayuno, abstinencia, penitencia, autosacrificio. Estudiar en el Calmécac representa para los Popoca un ineludible signo de prestigio y estatus social, y Yohualli se desempeñó hábilmente en aquello que le fue conferido. Comenzó a ejercer como militar mexica a los dieciséis años, valiéndose de méritos y escalando así en la pirámide de las sociedades guerreras: se convirtió en una guerrera cuachicqueh a los veinte años.

    Los Popoca son una respetada familia dentro de la nobleza mexica. Poseen miembros en las estructuras políticas, económicas, militares y religiosas de Tenochtitlan. Una de las ceremonias ritual más importantes de las que participan es el Tlacaxipehualiztli (desolladura de hombres), la celebración realizada en nombre de Xipe Tótec, dios de la vida, la muerte, y la resurrección, así como también de las enfermedades y la agricultura. Como su nombre lo indica, se procede el primer día del mes sacrificando y desollando a los cautivos de guerra. Les arrancan el corazón, les quitan la piel y luego los desmembran y permiten a su sangre fluir como lluvias nocturnas. Los sacerdotes y algunos guerreros visten entonces con sus pieles pintadas de amarillo, ahora “vestiduras doradas”, y se organizan combates a muerte. En dicho festival, si un guerrero de un calpulli particular toma cuatrocientos cautivos tendrá el gran privilegio de matar a una víctima notable en la piedra de gladiadores. Este ideal es una de las mayores señales de prestigio a la que aspiran las sociedades guerreras, los Popoca entre ellas. El padre de Yohualli lo consiguió a sus veintinueve años y es uno de los objetivos de la joven.

    Rasgos físicos: Yohualli es una muchacha de complexión atlética y estatura promedio. Lleva una gran corona decorativa de plumas y abalorios sobre su cabeza rapada, y la trenza que cae sobre su oreja izquierda está hilada con mostacillas verdes, azules y amarillas. Lleva, a su vez, el rostro pintado en rojo y negro, colores que suele reemplazar por azul o amarillo al estar en batalla. Utiliza el característico tlahuiztli amarillo de los guerreros cuachicqueh por encima del ichcahuipilli (similar a un gambesón) y sandalias en los pies, además de unos aros fundidos en oro, encastrados con diversas piedras de colores.

    Rasgos psicológicos: Yohualli es una muchacha de gran tenacidad mental. No es una maestra de la oratoria pero posee cierto carisma entre sus compañeros guerreros. Tiende a ser enérgica, mas no infantil, puede serenarse si la situación lo requiere y demuestra un profundo respeto frente a las figuras de autoridad. Está orgullosa de ser una guerrera cuachicqueh y se esfuerza por traerle prestigio y honor a su familia. En el campo de batalla tiende a ser apasionada, incluso algo salvaje, si se quiere. Desde muy pequeña expresó su deseo de ser lo que es y logró evitar, así, otros destinos que suelen depositar sobre las jóvenes de los Popoca y la nobleza en general. Posee un fuerte sentimiento de comunidad y reconoce la importancia del trabajo en equipo, aunque es algo tozuda y orgullosa y esto, a veces, trae conflictos con sus pares. Se preocupa y le interesa mucho conseguir la mayor cantidad de cautivos posibles en toda batalla de la cual participe, ya sean guerras floridas o no.

    Finalidad: honrar el nombre de los Popoca, defender Tenochtitlan y participar del Tlacaxipehualiztli.
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    Distintivos gastados: (Puntos de vida x2 y animal)

    Atributos de base:

    Precisión: 0
    Puntos de vida: 100
    Status: 2

    Armas:

    - A distancia

    • Tlauitolli (arco especial)
    • Atlatl (lanzadardos)

    - Cuerpo a cuerpo

    • Macuahuitl
    • Técpatl (cuchillo)

    Armadura:

    • Chimalli
    • Ichcahuipilli
    • Cuatepoztli de águila

    Animales:

    • Jaguar
    • Serpiente
    De arco: Uno (1)
    De lanzadardo: -
    De honda: -
    • Un nativo noble muerto
    Cruz de plata (1)
     
    Última edición: 15 Diciembre 2020
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