Microrrelato Latidos

Latidos
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¿Lo escuchas? Ahí está, ¿Otra vez? ¿Aún no? Ya lo sé, soy la única que parece sentir, que parece vivir a la par de este momento, escuchando los susurros de tu débil corazón, sosteniendo tu mano y suspirando, deseando sólo por un segundo que este momento sea para siempre.


Me miras, te miro, sonríes, te sigo, tus dedos se entrelazan con los míos y siento que en ese silencio se encuentra la música, el ritmo, más maravilloso de todos; esas caricias, esos besos inocentes y sinceros forman la obra de arte más exquisita de este mundo, una que ni yo puedo comprender del todo.


Caminas, un paso, el mío, suspiras, te giras, te tomo, y se forma una sincronía como las ondas del agua en una llovizna veraniega. ¿Lo entiendes? ¿No? ¿Aún no? ¿Por qué? No sé, quisiera saber porque soy la única que puede seguir este ritmo, este modo, este sentir que me hace vibrar por estar viva.


Si miro al Sol desde una colina, o a la Luna desde mi ventana, si me detengo a respirar y una lágrima se suelta sin querer, ¿Eso es vivir? ¿Eso es sentir? Quisiera entenderlo, quisiera decirlo, expresarlo, aprisionarlo. En las hojas que escribo, que tiro, que muevo, que revolotean en el viento que se alborota en su momento y en sus espacios, dándome paz y tranquilidad.


¿Qué es? ¿Qué siento? Cuando te abrazo y escucho: tan tranquilo, silencioso, majestuoso; bombeando lentamente, llenando tus mejillas de rubor, tus ojos de luz, y mis días de dicha. Se detiene, se mueve, avanza y su ritmo me enloquece; a veces aumenta, a veces disminuye pero me alegra que siga sonando, que siga avanzando.


Como las manecillas de reloj, en su solemne “tick tack tock”, así tu corazón. ¿Lo escuchas? ¿Lo sientes? La sangre que fluye por tus venas, que te mantiene vivo, tibio, repleto de todo y de nada. Me muevo, te beso, te giras, y aquí empezamos de nuevo.


¿Lo escuchas? Ahí está, ¿Otra vez? ¿Aún no? Ya lo sé, soy la única que parece sentir lo que sólo tu corazón sabe decir.