Colección de Pokémon - Las luchas no significan destrucción

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Navaja, 28 Noviembre 2018.

  1.  
    Navaja

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    Escritora
    Título:
    Las luchas no significan destrucción
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    7275
    Hola muchachos, han pasado años sin publicar y espero no hayan pasado en vano porque les quiero presentar un estracto de un Long Fic que escribo desde que salió Pokémon Sol y Luna. Si les gusta esta muestra me comprometo a subir la historia completa... Esta historia ha sido una evolución constante tanto en narrativa como en lo emocional, por lo que espero de todo corazón que les agrade y la disfruten tanto como yo lo hice creandola.
    Cambio y Fuera.

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    — Inhalen profundo — Zack levantó ambas manos hasta la altura de su abdomen para hacer énfasis que estaba inhalando —, mantengan cinco segundos… y exhalen — observó a los ocho jóvenes que estaban en fila delante suyo vestidos con sus Dobok y Ti blanco para principiantes, todos con la frente sudorosa luego de la hora y media entrenando Taekwondo. Todos suspiraron con alivio y otros fueron a beber agua de sus cantimploras —. Todos lo hicieron muy bien — asintió con satisfacción —, ahora están libres hasta la próxima semana y recuerden practicar todo lo que hicimos hoy. Habrá evaluación otra vez, ¡que tengan una buena semana! — Zack inclinó su torso hacia delante y sus alumnos hicieron lo mismo.

    En ese momento del bolso de alguno de sus alumnos salió un Pokémon simio con una especie de casco en la cabeza y un coco que parecía una pelota verde, comenzó a saltar por el lugar, sin importarle pasar por sobre Zack quien lo esquivó rápidamente echándose hacia atrás. La Mienshao de Zack intento detenerlo pero su Entrenador la detuvo.

    — ¿De quién es este Pokémon? — Zack no le quitó de encima la vista a aquel Pokémon desconocido para él.
    — Es mío, Zack – sensei — se disculpó una alumna avergonzada; amarraba su ondulado cabello anaranjado en dos coletas altas —. En verdad lo siento mucho, está emocionado por el partido de voleibol que tengo a la tarde.
    — Regrésalo a la Pokébola entonces — al escuchar la orden la alumna corrió hacia su bolso con la cara roja de vergüenza —. Margot, un momento — Zack se acercó a la niña, mordiéndose una uña, mientras ella esperaba recibir un sermón.
    — Dígame, sensei — su voz temblorosa reflejaba el miedo.
    — ¿Qué Pokémon es ése? — sonrió Zack ampliamente enseñando casi todos los dientes.
    — Oh — suspiró Margot —, es Passimian. Es un Pokémon tipo lucha y le encantan los deportes, igual que a mí, aunque aún no logro controlarlo cuando se entusiasma — su semblante reflejaba cansancio y frustración mientras tomaba la Pokébola y dejaba que la luz infrarroja lo absorbiera de vuelta.
    — Me parece un Pokémon bastante bonito — << Le diré a Navaja que me dé más información sobre el Pokémon >> Observó cómo rápidamente su alumna guardaba sus cosas, muy nerviosa, mas esta vez una leve sonrisa se había dibujado en su rostro —. Será mejor que vayas a prepararte para el partido y relájate. Para controlar los músculos primero hay que controlar esto — se señaló la frente con dos dedos.
    — ¡Gracias, sensei! — Margot corrió hacia la salida del Pueblo Lilii ante los ojos curiosos de sus compañeros quienes se alistaban para irse y poco a poco se iban yendo mientras Mienshao los despedía alegremente agitando una de sus patas.
    — Terminamos por hoy, Mienshao. Lo hiciste excelente — Zack alzó una mano y su Pokémon chocó una de sus patas con la mano de su Entrenador —. Ahora descansemos antes que empiece la siguiente clase — empezó a limpiar todos los implementos usados en el entrenamiento para luego guardarlos y dirigirse hasta la casona de Kaudan que lo había autorizado para usarla para descansar, comer o guardar sus herramientas.

    Apenas entró vio al Kahuna salir de la cocina junto a su nieto.

    — ¡Pero si es Kaudan y el pequeño Tilo! ¿Cómo están?
    — Yo estoy muy contento porque tengo mucho que entrenar, ¡Pienso volver a ser Campeón de Alola! Casi no pude alardear de eso así que voy por la revancha — sonrió empuñando las manos de emoción mientras en sus ojos se veía un brillo refulgiendo cual fogata.
    — Ya va a caer — rió Zack —. Sigue entrenando y verás cómo tus Pokémon cada vez serán más y más fuertes.
    — ¡Gracias! — asintió Tilo — Yayo, te espero afuera, ¡adiós, Zack! — rápidamente salió por la puerta principal.
    — Que refrescante es ver a niños con tan fuertes convicciones — asintió Zack.
    — Si quiere triunfar, no debe ser de otra manera. Desde que se construyó la Liga hace dos años su única motivación ha sido alzar su nombre en el primer puesto — asintió Kaudan —, es por eso que hoy lo guiaré en su entrenamiento y eso nos tendrá ocupados todo el día — hizo una pausa y se acercó a Zack y bajó la voz —. Quisiera pedirte un favor.
    — Dígame para qué soy útil — Zack notó que Kaudan observaba hacia una de las habitaciones del fondo del pasillo e hizo lo mismo.
    — Un discípulo mío tiene algunos problemas con el entrenamiento intensivo al que lo someto y creo que tú podrías ayudarlo, no es muy difícil. Ejercicios de respiración y técnicas para relajar el cuerpo.
    — ¡Con gusto! Ahora vine a descansar antes de la siguiente clase. Me desocupo a las siete, de ahí en adelante lo relevo de su muchacho.
    — A esa hora es perfecto. Yo tengo que irme en seguida con Tilo — Kaudan posó una mano en el hombro de Zack —. Pasa a la cocina cuando gustes — se despidió dirigiéndose al pasillo de las habitaciones—. Y estruja el talento de tus alumnos. Nos vemos, Zack.
    — Gracias, Kaudan. Espero sea un buen día para Tilo y usted — Zack aprovechó de ir a la cocina para pedir su batido que le guardaban en el congelador y también recibir la comida y agua que reservaban para Mienshao, luego se dirigió hasta el vestíbulo y se dejó caer en uno de los sillones, donde lo esperaba su Pokémon, muy hambrienta — Media hora más y comienza una nueva clase, así que me apresuro en terminar mi batido — se empinó la botella mientras Mienshao comía muy a gusto su comida preferida.

    Al terminar la última clase de ese día, Zack indicó a sus alumnos que se formaran para hacer los ejercicios de relajación para finalizar la sesión.

    —Mantengan… exhalen — Zack observó como todos exhalaban sonoramente al unísono y sonrió para sí mismo — ¡Muy bien! Es mi deber como instructor corregir sus fallas y también felicitarlos cuando superan metas, ¡hoy todos lo hicieron de maravilla! Parece que quieren ganar la siguiente cinta lo antes posible y les tengo que decir ¡que eso me encanta! — rió Zack gustoso — Con esto damos por finalizado el entrenamiento — antes que terminara de hablar sus alumnos comenzaron a reclamar porque querían que la clase siguiera — Ya, ya… Me quedó claro que les encanta, no sigan gritando —hizo un ademán con las manos para que bajaran el volumen de sus voces —. Como les gusta tanto el entrenamiento, entonces sigan practicando a diario todo lo que han aprendido hasta ahora y en la evaluación de la próxima semana me enseñan de lo que están hechos ¡Hasta la próxima y cómanse todo el desayuno! — Zack junto a Mienshao inclinaron su torso hacia sus alumnos y ellos hicieron lo mismo.

    Como acostumbraba, Mienshao despedía a los alumnos agitando una de sus patas alegremente, mientras Zack se dedicaba a limpiar los instrumentos usados, quitándoles la tierra y el sudor. Estaba con el gel limpiador en la mano cuando se acercó alguien y le habló.

    — ¡Alola! ¿Es el instructor? — Zack se volteó y vio que se trataba de una mujer joven sonriendo, vestía una falda blanca y una blusa elegante anaranjada y su cabello rubio resplandecía con el sol del atardecer. Detrás de ella estaba uno de sus alumnos más pequeños de la clase que acabó hacía un rato, su cara estaba roja de vergüenza y con la vista hacia abajo.
    — Ese soy yo. Zack, un gusto — estiró la mano para estrecharla con la señora, quien se mostró extrañada por el gesto del joven pero estrechó su mano de todas formas, ella estaba acostumbrada al saludo de su tierra natal, con ambos brazos formando un arco hacia abajo.
    — Quería saber cómo va Álex en sus clases — sonrió la madre hacia su hijo.
    — ¿Es la madre de Álex?
    — Por mala suerte… — contestó el niño entre dientes.
    — Es tan gracioso — rió la señora al escuchar a su hijo.
    — Álex tiene muy buen desempeño, muy disciplinado y con mucha garra. Hoy estuvimos conversando sobre la posibilidad de subir de rango ¿cierto, Alex? — el niño asintió sin mirar a su instructor — Par eso tendrá que ser muy estricto en su entrenamiento ya que empezamos con las evaluaciones semanales — Zack se mordía la lengua para no preguntar qué le ocurría a Álex, sin embargo no quería inmiscuirse en asuntos personales.
    — ¡Me parece perfecto! Imagino que para sacar lo mejor de sus alumnos usted debe ser un excelente instructor — sonrió la madre de forma coqueta.
    — Ellos lo hacen todo, yo solo soy su guía — devolvió la sonrisa.
    — Pero es el instructor quien les enseña todo — insistió la señora y Álex se tapó la cara con una mano — ¡y qué joven es usted para ser instructor! Seguro es un prodigio para que Kaudan lo deje impartir clases sin su supervisión — lo miró de pies a cabeza esbozando una sonrisa notoriamente coqueta.
    — Mamá… — Álex jaló la blusa de su mamá, desesperado.
    — Sé lo suficiente — Zack se rascó la nuca, entendiendo el malestar de Álex.
    — ¿Haces clases para adultos? Permíteme llamarte de “tú” — la señora arregló su melena — Me llamo Lorena.
    — Por ahora solo a los niños, Lorena — se disculpó Zack.
    — Si decides cambiar de opinión, acá tienes una alumna — la atracción de Lorena hacia Zack no escatimaba en sutilezas ni siquiera estando su hijo presente << No haré clases para adultos si van a ser así… ¡qué horror! >>. Zack trataba de mantener un semblante neutro — ¿Sólo haces clases de Taekwondo?
    —Los viernes son de Taekwondo, mañana hago clases de Lucha Libre. El lunes retomo con clases de Kick Boxing, los martes son de Boxeo, miércoles de Capoeira y los jueves son de Sumo — Zack se sentía feliz al contarle a la gente a lo que se dedicaba. Producto de años de prácticas intensas y muchos torneos que le ayudaron a aprender bastante. Zack era una como una esponja con el tema de las luchas, no quería especializarse en ninguna porque todas le apasionaban con tal fuerza que si se decantara por una, no sería lo suficientemente feliz; al menos eso había aprendido hasta el minuto.
    — ¡¿Y todas las clases las impartes tú?! — Lorena se mostró muy entusiasmo.
    — Así es, mis Pokémon me prestan mucho apoyo con sus habilidades — Zack le dedicó una sonrisa a su Mienshao.
    — ¡Pero qué hombre tan talentoso! — se sonrojó ella cubriéndose una mejilla con la mano — Un hombre como tú no estará soltero ¿o sí, Zack?
    — ¡Mamá, tengo que hacer mis tareas! — intervino Álex, salvando a Zack de la incómoda situación.
    — Está bien, hijo, no sigas jalándome la blusa — regañó sutilmente mientras dedicaba una sonrisa forzada al luchador —. Un gusto haberte conocido, Zack.
    — Que les vaya bien. Álex, no olvides la evaluación — señaló Zack con un dedo a su alumno mientras él movía sus labios articulando un lo siento y Zack asintió, mientras el niño y su madre se alejaban.
    — No sabía que tu instructor era tan guapo. Vendré a buscarte más seguido — Lorena intentó tomar de la mano a su hijo pero éste se zafó con fuerza.
    — ¡No vengas más! Sabía que te ibas a poner así — el molesto Álex bajó a paso rápido por la colina, dejando atrás a su madre.
    — Las madres tenemos derecho a que nos gusten otros hombres, además de tu papá.
    — Ya quiero volver a la casa con mi papá, ¡porque él no me avergüenza en público!
    — De él aprendiste a ser tan amargado — reclamó Lorena a su hijo de nueve años.

    Por su parte, Zack aún no podía creer cómo un adulto teniendo un hijo se comportaba de esa manera tan inadecuada.

    — Y es por eso que prefiero las relaciones pasajeras… ¿te imaginas me topo con una loca así? — a Zack le dio un escalofrío al verse a sí mismo con una mujer como Lorena, teniendo que hacerse cargo de un hijo mientras a él lo quieren solo por su físico. Mienshao se cubrió la boca con una de sus patas disimulando su risa — ¡No, no, no! Zacky es un alma libre… — se auto convencía mientras guardaba rápidamente los instrumentos y útiles de aseo para terminar de limpiarlos a salvo de más gente en la casona de Kaudan — ¿Quieres comer algo compañera? — Mienshao asintió y siguió a Zack, que llevaba su bolso al hombro, hasta que entraron a la casona para poder descansar del largo día — Iré a la cocina y vuelvo — dejó el bolso en uno de los sillones, en los que Mienshao se dejó reposar.
    En ese momento alguien salió raudo por la puerta principal, dejando el eco de un portazo en la sala principal. Mienshao giró la cabeza pero no logró ver quien era, sin embargo al ver a Zack regresar con la merienda se concentró en zampársela mientras Zack hacía lo mismo con una Malasada que guardó como “bocadillo descanso”, así llamaba las golosinas.
    — ¡Qué bien que te gustara lo que preparé! Fue algo rápido, pero eficaz — Mienshao asintió gustosa —. Estoy muy satisfecho con tu desempeño de hoy, ¡eres excelente líder! Quizá no sea necesaria mi presencia en los entrenamientos, te dejaré sola con los muchachos — rió Zack acariciando la cabeza de su Pokémon —. Bien, Mienshao. Terminamos por hoy así que nos vamos a casa.
    Al recibir la positiva de su Pokémon, Zack la regresó a la Pokébola y metió las botellas con restos de comida en el bolso antes de salir por la puerta principal.

    — ¿Así que tú eres el instructor? — no terminaba de cerrar la puerta cuando la pregunta le llegó como una estaca en la espalda, burlesca, casi intimidante, ronca. Al voltearse se encontró con un hombre alto y fortachón en medio del escenario de madera que utilizaba para impartir clases y también se usaba para venerar con combates al espíritu guardián Tapu Koko. Llevaba puesta ropa deportiva negra, a excepción de una playera blanca que lo hacía ver mucho más corpulento de lo que era. Unas gafas doradas adornaban su cabellera blanca, enmarcando su cara pálida, la cual parecía enfermiza debido a las enormes ojeras oscuras, dándole una imagen prematuramente decrépita.
    — Así es, ¿te puedo ayudar? — Zack intentó hacer memoria por si lo había visto con anterioridad, aunque sea de reojo, pero definitivamente lo recordaría, más aun siendo tan llamativo.
    — Dime tú — el sujeto alzó las cejas esbozando una media sonrisa hacia un lado.
    — Oh — Zack bajó los escalones señalándolo con un dedo —, tú eres el discípulo de Kaudan. Mucho gusto, mi nombre es Zack —se adelantó para estrecharle la mano, mas no obtuvo respuesta.
    — En Alola no hacemos contacto físico con extraños — al escuchar eso Zack empuñó la mano y la bajó hasta su cadera.
    — Mi culpa. Vengo de Johto y ahí tampoco se saluda con afecto, soy yo el efusivo. No me has dicho tu nombre, colega.
    — Guzmán — contestó en un suspiro impaciente —, ¿qué edad tienes?
    —Veintisiete para ser exacto, ¿realmente importa?
    — A mí sí. No me gusta tratar con niños, así que estás bien — sonrió desganado.
    — Bueno, Guzmán, ¿por qué estás aquí?
    — Pregúntale a Kaudan, a fin de cuentas él me envió contigo — la actitud burlesca de Guzmán molestó a Zack, quien dejó su bolso deportivo en el suelo sin mirarlo para esconder el ceño fruncido y al erguirse posó ambas manos empuñadas en sus caderas.
    — ¿Entonces no me vas a decir? — al observar al bribón delante suyo y notar que no iba a colaborar con información con él, suspiró — No quisiera hacer juicios de valor.
    — Según Kaudan tienes un criterio razonable, así que utilízalo — Guzmán se balanceaba con los pies como queriendo intimidar a Zack.
    — A ver, déjame intentarlo — lo miró de pies a cabeza analizando su postura corporal, su mirada desafiante, su vestimenta, le hubiera servido ver sus manos pero estaban resguardadas en su chaqueta, y por último sus marcadas ojeras que quizá a qué tipo de situaciones se debían — ¿Falta de control de impulsos? — Guzmán detuvo y se inclinó hacia Zack en silencio y una sonrisa estudiadamente macabra se volvió a dibujar en su rostro.
    — Un poco…
    — Entonces te puedo ayudar, Guzmán — sonrió Zack —. Imagino que tienes muchas sensaciones acumuladas aquí — se señaló el centro pecho — penas, frustraciones, tú sabrás mejor que yo.
    — Entonces, ¿qué tienes pensado hacer con mi tiempo?
    — Verás, Guzmán — Zack golpeó dos veces el suelo con la punta de su zapato —, no nos conocemos y para que este tiempo de entrenamiento sea provechoso, agradecería que fueras más sincero conmigo ¿te parece?
    — No sé por qué Kaudan me recomendó contigo. Me dijo que eras experto en no sé qué y acá me tienes.
    — Es algo — Zack levantó los hombros —, esto me da una idea sobre qué haremos para tu control de impulsos, pero antes dime ¿alguna vez has golpeado a alguien estando enojado?
    — Enojado si y por diversión también — Guzmán hizo una mueca entre un quejido y un intento de sonrisa — ¿Te asusta que me enoje contigo?
    — Para nada — carcajeó Zack —. Solo es información útil para lo que haremos. Se agachó hasta su bolso y correr el cierre para hurgar en él hasta que encontró lo que buscaba y volvió a reír — ¡Acá están! Algo en mi interior me dijo que no los sacara.
    — ¿Ahora tienes poderes psíquicos? — el irreverente tenía una pésima actitud para todo lo que el luchador tenía para decir.
    — ¡Para nada! Mira — enseñó dos guantes azules para boxeo —, practicaremos Boxeo.
    — ¿Eh? Para golpear no necesito de esos — Guzmán negó con la cabeza esbozando una sonrisa forzada.
    — Vamos a boxear y como instructor es mi deber enseñarte a hacerlo bien, sin que lastimes tus nudillos, claramente. Alza tus manos — Guzmán cedió de mala gana ya que no le quedaba de otra y Zack empezó a ajustar los guantes — ¿Cómo los sientes?
    — Supongo que bien.
    — Golpea — Zack alzó una mano a la altura de su pecho y con la otra invitó a Guzmán a que le hiciera caso, Guzmán golpeó torpemente la dura mano de Zack quien ni se inmutó —. Me parece que aún están flojos — Zack palpó que la mano de Guzmán ocupara todo el espacio disponible en el interior del guante antes de abrocharlos con fuerza — ¿Están cómodos? — Guzmán asintió mientras observaba sus puños enguantados.
    — ¿Y… tú serás mi oponente?
    — No. Dejemos que el verdadero experto te enseñe ¡Hitmonchan! — Zack lanzó una pokébola que había sacado de uno de los bolsillos del bolso y liberó al Pokémon luchador que lo saludó con un choque de puños — Guzmán, te presento al Campeón de Peso Mosca del año pasado, sus puñetazos son considerados los más rápidos de mi ciudad natal. Cinco medallas, dos trofeos, para que te hagas una idea ¿Te animas a un round?
    — Ni por ser Pokémon ni Campeón ¡Guzmán nunca se amedrenta! — iba a abalanzarse sobre el Pokémon cuando la mano de Zack lo detuvo anteponiéndose al brusco gesto de Guzmán.
    — Antes que ocurra el encuentro debes saber un par de cosas — cuando Guzmán volvió a su posición quitó su brazo de en medio —. Te haré una demostración y luego pasamos a las reglas de combate — Zack se posicionó delante de su Pokémon y juntó los puños con él —. Lo primero que debes hacer es saludar cordialmente a tu contrincante, ahora esperas que el árbitro dé la orden y el encuentro comienza — se separó levemente de Hitmonchan con los brazos empuñados a la altura del rostro mientras volteaba hacia su nuevo alumno —. Fíjate bien, Guzmán. Debes observar al oponente y tratar de predecir sus movimientos, por su postura corporal podrías adivinar si usará un derechazo, un izquierdo o un upper cut, etc. — simuló cada uno de esos golpes en el aire — Ahora abre bien los ojos porque haremos una simulación de combate ¿bien? — Guzmán asintió — Ahora Hitmonchan, ¡esquiva mis golpes!
    Con ambas manos empuñadas Zack empezó a dar una ráfaga de golpes considerablemente rápidos y poderosos, mientras Hitmonchan hacía gala de unos reflejos extraordinarios, no permitiendo que se le tocara ni una sola vez. Los golpes de Zack se veían potentes, casi como si pudiera cortar el viento con ellos, casi a la par de su Pokémon, quien quiso rematar dándole un golpe hacia su entrenador, pero logró esquivarlo a pocos milímetros alejando su torso, producto de tantos años de practicar juntos.
    — Bien, Hitmonchan — Zack dio un apretón cariñoso al hombro del Pokémon luchador, quien tenía la vista fija en su siguiente oponente, quien lo observaba receloso —. Guzmán, es tu turno de intentar golpear a Hitmonchan… Recuerda que lo más importante es la elegancia de la técnica y lo efectivo de los golpes, siempre tratando de conseguir la victoria.
    — Lo tengo — sonrió Guzmán emitiendo una risa entre dientes.
    — Estira primero. No puedes luchar con el cuerpo tenso.
    — Déjame hacerlo… es insultante que solo me dejes golpear, ¡quiero una pelea como corresponde, rival y rival! ¡Hitmonchan, golpéame con lo que tengas! — sonrió Guzmán y Zack arrugó el rostro, no podía dejarlo hacer eso, mas otra idea reemplazó su preocupación.
    — Está bien — soltó de mala gana — ¡A sus puestos! Ah, Guzmán ¿no quieres quitarte la chaqueta o las gafas? No quisiera deberte nada por este encuentro tan… irresponsable.
    — No me las quito por nada — la mirada desafiante de Guzmán permanecía intachable; Zack suspiró armándose internamente de paciencia.
    — Será cómo tú quieras… Recuerda la postura — Zack se acercó al obstinado Guzmán para tomarlo de los antebrazos y alzarlos hasta la altura del rostro —, siempre debes cubrir tu rostro, no importa con qué brazo golpees, el otro debe quedar acá cubriendo tu cara que es la zona vulnerable. Tú debes saberlo bien, un golpe directo te puede mandar al piso o al hospital.
    — ¿Podemos ir al grano? Ya estoy listo — Guzmán chocó dos veces sus nudillos enguantados, casi entusiasmado por la dinámica que estaba por realizarse.
    — Ya va — Zack se posicionó en medio de ambos —. Salúdense — esperó que Guzmán y Hitmonchan juntaran los puños para alzar un brazo y dejarlo caer bruscamente — ¡Comiencen!
    Guzmán se adelantó en dar el primer golpe y Hitmonchan lo esquivó sin dificultad, dando saltitos en su posición. Siguió intentando asestarle un golpe con todas sus fuerza sin resultado positivo, el Pokémon tipo lucha era muy rápido, Hitmonchan sonreía ante la situación.
    — ¿Para qué escapas? Eres luchador ¡demuéstramelo! — Guzmán invitó a Hitmonchan, quien de un solo golpe suave lo lanzó al suelo. Zack quedó boquiabierto mientras Guzmán, mareado, se sentó en el suelo de madera y sobó su barbilla.
    — Levántate antes que pasen diez segundos, si no quedas fuera — advirtió Zack y Guzmán se levantó de sopetón, ignorando su malestar para demostrar que él sí podía en una pelea, ¿acaso no había sido el entrenador más temido? Obviamente alguien como él podría salir victorioso.
    Guzmán se lanzó gritando hacia Hitmonchan y gruñía en cada intento que fallaba, mientras salpicaba saliva por la boca.
    — ¡¿Quieres dejar de escapar?! — gruñó entre dientes mientras Hitmonchan lo evadía a lo que el Pokémon le respondió, sonriendo, con otro puñetazo de mediana potencia, el cual fue suficiente para enviar a Guzmán de vuelta al piso — ¡Me lleva…!
    — Está bien, terminó la pelea — suspiró Zack con el ceño fruncido y con amas manos empuñadas sobre su cinturón negro —. Hitmonchan, estuviste de película. Ahora regresa a tu pokébola — el Pokémon se despidió con una sonrisa antes de ser absorbido por la luz infrarroja y Zack lo guardó en un bolsillo de su mochila para luego ir hacia donde Guzmán y ayudar a levantarlo pero recibió un codazo por parte de este, no quería que lo tocaran.
    — ¡¡No!!¡Qué paliza tan vergonzosa! ¡Jamás había sido humillado así por un Pokémon! — Guzmán se golpeó la cabeza con ambas manos empuñadas, con toda la fuerza que le quedaban en esos puños.
    — ¿Pero qué…? ¡Detente! — Zack con fuerza agarró por los brazos a Guzmán, obligándolo a detener su auto flagelo — ¡Cielos, Guzmán! Si no tuvieras los guantes puestos te habrías hecho un moretón.
    — ¿¡A ti qué te importa!? Ya estuve en tu clasecita, ¿me puedo ir? — los ojos de Guzmán estaban inyectados con una rabia inconmensurable.
    — No — en ese momento Zack soltó a Guzmán y relajó los músculos —. Ven, quiero hablar contigo.
    — ¿Me puedo quitar los guantes? — soltó Guzmán casi como un estruendo.
    — Aún no es momento — Zack sacó una botella con agua de su bolso y lo invitó a sentarse en la orilla del escenario. Guzmán lo siguió —. Verás… si te dejé pelear bajo las condiciones que pusiste fue para demostrarte que sin disciplina no hay combate, al menos no uno real. Por la misma razón te pregunté si habías tenido alguna riña con golpes — destapó la botella y bebió un sorbo largo para después darle la botella a Guzmán, quien intentaba agarrar la botella con los guantes —. Si hay una cosa que me molesta es que la gente utilice las peleas con fines egoístas: riñas, peleas callejeras, abusos… toda esa gente no tiene idea de lo ridículos que se ven — el ceño fruncido de demostraba lo mal que le ponían las situaciones que describió —. Las luchas son un arte, no nos golpeamos para humillar, es todo lo contrario, Guzmán, hay que saber ejecutar cada movimiento con disciplina y responsabilidad — la mirada de Zack reflejaba orgullo, alegría y Guzmán notaba eso. Intentó beber un sorbo de agua pero la botella se resbalaba —. Para mucha gente, incluyéndome y también algunos Pokémon, las luchas son lo que mueve nuestras vidas. Lo hacemos por pasión, respetando a nuestros contrincantes. Las luchas son una demostración del control mental y resistencia física de cada uno y me embarga una profunda tristeza el que la gente que no entiende eso utilice la violencia sin escrúpulos — Zack notó el esfuerzo de Guzmán por tratar de beber de la botella y con una mano la alzó y Guzmán tragó tanta agua que se trapicó, Zack rió y esperó que a su alumno temporal se le quitara la toz para seguir —. He dedicado mi vida entera a aprender cada rama de las luchas junto a mis Pokémon y estoy orgulloso de lo que hemos logrado juntos. Dar clases acá en Alola ha sido una de las mejores oportunidades que se me han presentado ¿sabes por qué? — Guzmán negó con la cabeza mientras Zack volvía a tomar la botella con agua y miraba el horizonte — Porque allá afuera hay muchos niños con espíritu competitivo y quiero enseñarles que esto no se trata solo de saber ejecutar un golpe o ganar riñas sin sentido; quiero hacer lo posible para quitar la mentalidad violenta que comienza a temprana edad y, si esta conversación te sirvió de algo ni te imaginas el intenso regocijo que sentiré al final de esta sesión — Zack dedicó una sonrisa cariñosa a Guzmán quien hizo una mueca de desagrado mientras con el antebrazo secaba el agua que había escurrido por su barbilla y cuello.
    — ¿Qué sigue ahora?
    — Bueno — Zack se levantó y se encaminó hasta su bolso otra vez para sacar una pokébola del bolso —, ahora trataremos tu control de impulsos, sígueme.
    Zack liberó de la Pokébola un Machamp un poco diferente al resto de los que acostumbraba a ver, este en particular tenía una considerable altura, sobrepasando incluso la suya y la de su entrenador, alcanzando dos metros de altura.
    — ¡Qué impresionante! — Guzmán solo había visto los otros, los que no pasaban de la altura de un chico promedio, así que se levantó para verlo más de cerca.
    — Guzmán, te presento a mi compañero de toda la vida y el luchador más fiero que me ha tocado conocer — el orgullo y la profunda alegría que Zack sentía al ver a su Pokémon se reflejaba en el tono de su voz y en la forma de mirarlo con ojos brillando de emoción. A Guzmán le simpatizó la forma en que Zack presentó a su Pokémon, ya que él conocía esa mirada, la misma con la que él observaba a sus Pokémon.
    — Hola grandulón — sonrió Guzmán a Machamp, quien parecía estar contento por acompañarlos.
    — Harás lo siguiente: golpearás con todas tus fuerzas las palmas de mi amigo, quiero que te concentres en todo lo que te molesta: el pasado, relaciones, familia y todo lo que te enoje. Con cada golpe quiero que dejes salir toda la amargura de tu interior.
    — Así que para esto eran los guantes — observó Guzmán un poco más interesado.
    — No queremos machacar tus nudillos — sonrió Zack —. Hay dos reglas fundamentales para este ejercicio: la primera es que sólo serán puñetazos, o sea que nada de combate cuerpo a cuerpo con Machamp porque te destruiría, su trabajo es solo prestar apoyo al golpe que darás — tomó una mano enguantada de Guzmán y la dirigió con suavidad a una de las manos abiertas de Machamp para ejemplificar lo que decía — y la segunda regla y más importante, Guzmán, es que saques toda la rabia y sentimientos enjaulados en tu interior — Zack se atrevió a poner una palma en el pecho de Guzmán — ¡Eres capaz de vencer tus propios pensamientos! ¡Ahora vamos a darle con todo a lo negativo! Machamp, atento a los movimientos de Guzmán.
    Guzmán observó detenidamente a Machamp que lo esperaba con sus cuatro palmas abiertas, observó sus manos enguantadas y se concentró en lo que había que hacer, aunque no quisiera parecer sumiso o que quería colaborar con el ejercicio, le había interesado eso de golpear la palma de Machamp y había entendido que tal vez golpearse a sí mismo o romper cosas no serían tan efectivos como el golpear a Machamp como si fuera saco de boxeo, esta vez no quebraría nada ni sangraría y todo lo que lo rodeaba estaba para apoyarlo solo a él, brindado desinteresadamente por alguien como Zack, alguien que a su criterio valía la pena reconocer.
    Pronto su memoria comenzó a trabajar y lo primero que recordó fueron los remolques de la Ruta 13 al lado del desierto. Ya no soportaba vivir con gente que a simple vista se notaba que estaban cansados de su presencia, no todos, pero las malas caras se hacían notar por quienes alguna vez fueron sus discípulos. El primer golpe fue con el brazo derecho, imagino la cara de todos sus ex reclutas y las golpeó imaginariamente sobre la palma de Machamp << Eso fue aliviador >>. Frunció el ceño y apretó los dientes, la sensación de recordar lo ridículo que se sentía por estar siendo cuidado al fin y al cabo por adolescentes, vergüenza se daba a sí mismo.
    Zack entendió que por la mente de Guzmán pasaban montón de sensaciones, por la expresión de su cara se notaba que eran cosas importantes, así que se limitó a observar.
    Después del primer golpe los pensamientos empezaron a invadir la mente de Guzmán y algunos lo hicieron enojar tanto que dejó toda su ira salir y los golpes iban, chocaban con las palmas de Machamp; Guzmán gruñía y su piel blanca empezó a teñirse de un tono rojizo, tenía sus ojos inyectados en odio que dejaba escapar en cada golpe rápido y potente.
    — ¡No! ¡No! ¡No! ¡¡NO!! — gritaba dejando salir toda su rabia mientras los recuerdos resurgían de su memoria para hacer énfasis en su actual sensación de euforia, como su inmadurez como líder del Team Skull que tanto tiempo sirvió de refugio a su maldad << Tenía que disolverse de otra manera, ¡no debí vender mi lealtad! >> Recordó momentos más significativos de su época como delincuente, como cuando se hizo con la Insectostal Z y su etapa final como líder, cuando abandonó sus ideales y se transformó en un cascarón vacío, casi servicial con todo el que lo conociera.
    — ¡Qué estúpido! ¡Patético! ¡Inútil! — escupía saliva a medida que la frecuencia de los golpes incrementaba al igual que el odio y la fuerza empleada en ellos.
    — Buenos golpes, Guzmán, otro derechazo, ahora un izquierdo… ¡Eso! ¡Sigue así! ¡Tú puedes! — el deleite de Zack llegó en el momento de introspección de Guzmán << Tú puedes >> esa frase era de las que de pequeño anhelaba escuchar y las personas, incluyendo a Zack, que se lo habían dicho de corazón los contaba con los dedos de una mano sin llegar a cuatro. Esto, acumulado a las sensaciones a flor de piel que ocurría en Guzmán provocó que sus ojos lagrimearan y para disimular lo que le ocurría cerró los ojos mientras seguía golpeando incesantemente las rápidas palmas de Machamp.
    Más pronto que tarde, Guzmán se vio inmerso en un torbellino de emociones negativas y recuerdos dolorosos. Con cada golpe se sentía más cansado y un poco menos tenso, pero la rabia incrementaba. Zack observaba como cada vez la careta de gamberro se quebraba dejando ver a alguien lleno de dolor y angustia sacar lo que llevaba guardando por quizás cuánto tiempo.
    — ¡Ya no lo quiero más! — gruñó antes de caer por un tropezón al suelo, lo cual no lo limitó en seguir propinando golpes que Machamp recibía con maestría.
    — ¿Guzmán? — Zack dio un paso al frente, entonces Guzmán se levantó, mareado, a seguir con los golpes y aunque su cuerpo estuviera cansado y se tropezara más seguido, se levantaba a seguir golpeando, sumido en sus pensamientos y sensaciones que no daba lugar a prestarte atención al cansancio. Zack sintió que no debía interrumpir semejante mar de emociones íntimas, ajenas a lo que en su labor como instructor debía inmiscuirse.
    Guzmán cayó al suelo de rodillas, exhausto, luego de dar la paliza de su vida a sus recuerdos y no se atrevía a abrir los ojos encerrando de esa forma las lágrimas que sus párpados sostenían. Jadeaba mucho y estaba mareado. Se quedó sentado en el piso un rato hasta que pudo recuperar el aliento y el mundo dejara de girar.
    — Toma — Zack extendió nuevamente la botella que había quedado a un lado del escenario, Guzmán con su antebrazo secó el sudor de su frente y las lágrimas que amenazaban en delatar su impotencia y recibió la botella sin mirarlo. Una vez la botella tocó sus labios bebió de un sorbo largo toda el agua que contenía y luego se la devolvió a Zack — ¿Cómo te sientes? — preguntó mientras le quitaba los guantes de boxeo.
    — Como si hubiera hecho algo que deseaba hace mucho, algo que haría otra vez y otra — confesó esbozando una leve sonrisa.
    — Con Machamp estamos satisfechos de que sientas que lograste algo ¿cierto, compañero? — Machamp asintió contento —, ven, levántate — Zack y Machamp extendieron sus manos hacia Guzmán, quien observó esa escena de respeto hacia su persona por quienes le tendían una mano sonriendo sinceramente. Esto bastó para dejarle en claro que no lo estaban juzgando y que podía tomarles las manos sin temor.
    — Puedo levantarme solo —sonrió sin mirarlos.
    — Como quieras… — Zack levantó ambas manos resignado a los rechazos de Guzmán — Ahora tenemos que seguir con el siguiente ejercicio.
    — ¡¿Hay más?! — Guzmán se alarmó haciendo un gesto de desagrado.
    — Por supuesto — sonrió Zack pasando una mano por la espalda de Guzmán, invitándolo a caminar con él —. Daremos dos vueltas por Pueblo Lilii, al menos en este sector, ¡Andando! — Zack dio una palmadita en la espalda de Guzmán y se lanzó a trotar, en pocos segundos dejó atrás al cansado y sudoroso Guzmán que a regañadientes lo siguió al ver que el gigantesco Machamp saltaba del escenario de madera y alcanzar a pocas zancadas a su entrenador para después correr a su propio ritmo y adelantarse por varios metros al atlético Zack.
    — ¡Ánimo, solo son dos vueltas y terminamos! — Zack retrocedió hacia Guzmán al ver que solo avanzaba a paso lento.
    — Dijiste dos vueltas pero no dijiste corriendo — Guzmán siguió su camino sintiéndose glorioso por haber encontrado el vacío argumental de su interlocutor.
    — ¡Caray…! — Zack negó con la cabeza mientras posaba ambas manos en sus caderas — Ahora sé que debo ser más específico para evitar que me vuelvan a tomar el pelo — caminó al lado de Guzmán para explicarle la forma correcta de respirar para resistir en las carreras.
    — ¡Está bien, está bien! Luego de esto me piro — Guzmán señaló la cara de Zack con el dedo índice para luego empezar raudo la carrera por el camino que recorrió Machamp, quien ya comenzaba la segunda vuelta.
    — Paciencia, Zack… no todos los alumnos son dóciles — murmuró y retomó la carrera detrás de Guzmán para corregirlo en caso que hiciera otro problema.
    Guzmán corrió hasta que en un punto se entumecieron sus piernas, por lo que se detuvo y puso ambas manos en su cadera mientras estiraba hacia atrás la espalda.
    — Hey, lo peor que puedes hacer después de una carrera es parar de sopetón. Te recomiendo caminar hasta que tu ritmo cardíaco te permita respirar con normalidad y después retomar, ¡vamos! Falta un poco más de una vuelta — Zack era tan carismático que hacía parecer hasta fácil de ejecutar cada cosa que se le ocurría, es más, incluso hacía imposible para Guzmán enojarse con alguien así pero eso no se lo demostraría, su orgullo era más latente que su gratitud o simpatía.
    Una vez retomaron la carrera Zack trotó al lado de Guzmán, a su ritmo y este no lo miró ni de reojo y cuando se acercaban al final de las dos vueltas empezó a caminar nuevamente hasta llegar a la meta intentando dejar en claro que no aceptaba las reglas de nadie excepto las suyas.
    Cuando pudo detenerse casi no sentía las piernas entumecidas, temblorosas, casi como si no se pudieran su propio peso y se dejó caer en la orilla del escenario de madera.
    — Quede con ganas de dar otra vuelta, ¿te apuntas, colega? — bromeó Zack ante la cara de agotamiento que Guzmán apenas lograba disimular, lo cual era difícil, teniendo la cara enrojecida y el sudor que resbalaba por su rostro y cuello, dejando incluso su cabellera húmeda, junto con una respiración agitada que intentaba ralentizar con ahínco.
    — Ya está. Y como te cumplí ahora cumplo mi palabra y me voy — Guzmán se puso en marcha en dirección a casa de Kaudan. Zack se cruzó de brazos e hizo una mueca de desagrado.
    — Así no llegarás a ningún lado.
    — ¿Qué dijiste? — Guzmán se devolvió para mirar amenazantemente al luchador directo a os ojos, no podía poner su cara sobre la de él ya que sus estaturas eran muy similares, altos y fortachones.
    — Tu actitud — contestó Zack con serenidad —. Por más entrenamiento mental y físico que Kaudan, yo o cualquiera te brinde, no lograrás más que un fracaso tras otro.
    — ¡¿Qué?! ¡¿Cómo te atreves a hablarme así?! Se nota que no me conoces ni por rumores ¡porque nadie que conozca a Guzmán le habla así! — Guzmán acercaba su cara a la de Zack, salpicándolo con saliva y sudor, la euforia y rabia aún latentes lo impulsaron a querer darle un empujón a Zack, pero este tomó por la muñeca el brazo derecho del bribón y esquivó rápidamente el empujón, doblándole el brazo por la espalda y rodeándole el cuello con el antebrazo, inmovilizándolo completamente
    — Y ninguna persona criteriosa atacaría a un luchador experto. Así que este encuentro lo gano yo, Guzmán — Zack soltó a Guzmán y observó cómo la cara de enojo volvía a aparecer.
    — Después de esto no creas que te librarás de mí tan fácil — amenazó sobándose la muñeca.
    — ¡Me parece bien! Así te conozco un poco más y te presento a algunas nenas — sonrió Zack.
    — ¡¡Ughh!! Así no puedo… — se quejó Guzmán llevándose una mano al entrecejo — De todas formas por tu culpa tendré dolor de espalda, así que esto no se queda aquí — fue lo último que dijo. Se había sentido deshabilitado ante la resistencia corporal y asertividad de Zack, así que se fue lo más rápido que pudo a casa de Kaudan.
    — Tal como te lo he dicho siempre Machamp… ni la técnica más poderosa de combate puede contra un buen argumento. Jaque Mate — se carcajeó burlón, mientras su Machamp asentía.


    La playa estaba llena de gente animada y el bullicio era enorme con todos los niños y sus Pokémon, los entrenadores buscando tesoros ocultos bajo la arena con sus Stoutland, los surfistas, los nadadores y uno que otro famoso que se iba a dar un gusto al Resort Hanohano, para esto último, Navaja siempre llevaba su Pokévisor cargado en caso que divisara a alguien de su interés.
    Entonces fue cuando sonó su celular, Navaja se apresuró en ir a la torre de salvavidas, donde guardaba su bolso, a contestar: era Zack.
    — Hey, ¿qué tal?
    — Filosita, necesito que me des información acerca de un Pokémon llamado Passimian.
    — ¡Con más rapidez esos Pyukumukus en el agua! — gritó el encargado aplaudiendo a ritmo de pasos corriendo.
    — ¡Ya voy! — respondió desde la torre, para luego volver al teléfono — En casa buscaré todo lo que necesites, ahora debo correr. Adiós Zack.
    — Nos vemos — fue lo último que dijo antes de cortar la llamada.
    — Necesitaré ayuda — murmuró para sí misma y se le ocurrió sacar la Poké Montura de Stoutland para que encontrara los Pyukumukus escondidos en la arena — Tú podrás ayudarme a hacer esto más rápido, pero recuerda: únicamente Pyukumukus — Navaja debía advertirle a Stoutland para que este no se entusiasmara buscando otras cosas, para su suerte, el Stoutland que le había sido entregado era obediente, pero si se le dejaba a sus anchas era muy juguetón, por lo que necesitaba supervisión constante. Una vez puesta su ropa de montura, bajó de la torre y se fue a la playa.
    El turno de Navaja estaba ya casi a su término, pero aún faltaba mucho que hacer, entonces fue sorprendida por alguien.
    — ¿Acaso no te vi en mi gimnasio alguna vez?
    Navaja miró a todos lados hasta que vio a dos personas paradas observándola y grande fue su sorpresa al identificar la figura masculina detrás de la ropa veraniega y gafas oscuras.
    — ¿Falkner, acaso… eres tú? — preguntó Navaja agudizando la vista ya que el sol del atardecer no permitía distinguir muchas caras.
    — El mismo — contestó quitándose las gafas y dedicándole una sonrisa —. Vine de vacaciones y no pensé que me iba a encontrar contigo, Navaja.
    — ¿Recuerdas mi nombre? — incrédula, no sabía qué decir.
    — Siéndote sincero lo había olvidado, pero el otro día vi a Zack y me habló que te podría encontrar por aquí. Fue una grata sorpresa ver a uno de los luchadores más famosos de Johto por estos lados.
    — Me alegra que pienses eso de él. El Kahuna de Mele Mele vio su talento y ahora colabora con él.
    — Algo me contó… Te confieso que tenía miedo de equivocarme de chica, por eso te pregunte. Estás algo distinta.
    — ¡Oh, lo dices por el cabello! — Navaja acarició su larga melena — Es un pequeño gusto que me doy, pero sigo siendo la misma.
    — Espero no creas que estoy pintada aquí.
    — Kahili, lo siento mucho, solo me deje llevar por la conversación — Kahili era muy bonita, tenía ojos claros y un simpático lunar en la mejilla, llevaba su larga cabellera plateada suelta y usaba ropa deportiva muy elegante — No quisiera ser grosera, pero mi turno está por terminar y debo irme. Un agrado haberlos saludado a los dos — se despidió haciendo una pequeña reverencia.
    — A mi padre le gustan los buenos trabajadores, así que has lo que debas hacer y no te distraigas.
    — Seguro, nos vemos — se despidió Navaja haciendo el saludo característico de Alola y volviendo con Stoutland, que estaba escarbando en otra esquina de la playa mordisqueando una concha << ¿Y él qué pinta en todo esto? >>
    — Que alegría volver a verla — confesó Falkner.
    — ¿Por qué?
    — Es una larga historia — respondió volviendo a colocarse las gafas.
    — Me la cuentas en otra ocasión, ahora vayamos al hotel a comer — Kahili se adelantó hacia dentro del hotel y Falkner fue a su seguidilla.
     
  2.  
    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    EXCELENTE historia con la que regresas, Navy OuO. Realmente te luciste escribiendo esto acerca del buen Guzma...

    Ah, que es "Guzmán"... bueno, no sé cómo lo llamen cuando aparezca en el animé (si es que se dignan a hacerlo aparecer). Pero supongo que es buen nombre español (mucho mejor que llamar "Lulú" a Mallow...)

    Como sea, Zack es un loquillo xD. Pero un loquillo de los buenos ;). Realmente se esfuerza en mantenerse en forma y hacer que otros saquen tensiones y se fortalezcan... en cuerpo y alma.

    Es cierto, pelear no implica necesariamente destrucción. Es una gran filosofía la que Zack sigue -u-... y tiene una Mienshao, un Hitmonchan y un Machamp. Tres Pokémon que no se ven mucho, la verdad... solo le faltó un o una Scrafty xD jaja. (quizás la tiene por ahí atrás)

    Guzma me causó haaaaarta penita ;3;. Pobrecillo... espero que algún día logre sacar toda la negatividad que lleve dentro y la mande al espacio sideral xD. En serio... creo que debería ser feliz este pobre chico.

    En cuanto a la "filosita"... espero lo pase bien en estas vacaciones. Ya se vio con Falkner y con Kahili, así que puede que haya cosas muy interesantes.

    Ahora solo queda esperar a ver qué sigue en esta colección xP. ¡Mucho ánimo, Navaja! :D
     
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  3.  
    AlqA

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    Piscis
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    Excelente trabajo, esperando el siguiente capitulo.
     

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