¡Al fin! :'D Pensé que nunca acabaría de escribir esto xD Luego de un año sin escribir casi nada, volver a la rutina se me hizo algo complicado xD Espero que os guste, es un escrito para la actividad "Cupido también se equivoca" :3 Dejo el prólogo de la actividad para que se sepa más o menos de qué va la cosa del sueño y demás. Contenido oculto —Cielos, no debí comerme ese plato ultra mega condimentado… ¿Dónde estoy? —¿Tú eres al que los mortales llaman Ash Ketchum? —preguntó el majestuoso pokémon saliendo de un cúmulo de nubes. —¡Arceus! ¡Sí, soy yo!—exclamó emocionado el chico de Pueblo Paleta, quizá estaba ahí para concederle su tan anhelado deseo de volverse un Maestro Pokémon —Verás, he oído mucho de ti y tus logros —oh sí, por fin alguien reconocería todo su gran esfuerzo—. Dicen que traes vuelta locas a todas las chicas, chicos y pokémon que se te pongan frente —… ¿Eh? ¿Pero de qué rayos hablaba?—. No me mires así, eso dice la internet, y si está en internet, cierto debe de ser. —Pero, pero… —¡Cierto debe de ser, he dicho! —gritó sin la posibilidad de poder contradecir sus palabras—. Verás, en la tierra últimamente ha habido muchos conflictos, todo debido a las diferencias entre los hombres, por eso he decidido arreglar todo de la única manera posible… —¿Una batalla pokémon? —¡Amor, tonto, amor! —contestó furioso y muy seguro de sí mismo, aunque esa emoción le era completamente desconocida—. Pero requiero un emisario que cumpla mi voluntad en la tierra, y por eso te he elegido a ti. —Pero yo no sé nada de… —Patrañas, lo harás bien… recuerda que eres… ¡mi elegido! Y yo nunca me equivoco… salvo esa vez que cree a los Magikarp, en serio, en qué estaba pensando… oh si ya recordé… pero no importa… regresarás a la tierra y harás feliz a una pareja de mortales. —¡Te digo que yo no sé nada de…! —Buena suerte. Y dicho eso, Ash apareció nuevamente en la tierra con un arco y saco de flechas mágicas. Sin más, ¡a leer se ha dicho! :'D Las flechas de cupido Hacía frío. Bastante, de hecho. El cielo ennegrecido acompañado por una suave llovizna, de esas que te calan hasta los huesos, vaticinaba otro poco apetecible día de invierno; sin duda la estación del año había comenzado fuerte. Los habitantes de la región de Hoenn habían perdido la cuenta, pero jurarían que llevaba ya casi un mes sin salir el sol completamente , dejándose ver única y exclusivamente entre las múltiples nubes que asomaban en el cielo. Sin duda una mala racha, pero poco se podía hacer al respecto. Los primeros y únicos rayos de sol de la mañana comenzaban a filtrarse por las suaves cortinas de la habitación, moviéndose al son de la brisa que se introducía por un pequeño hueco de una ventana olvidada. Por culpa de aquel despiste, el interior de la estancia había perdido su calidez habitual y eso, en pleno invierno, podría avecinar un par de resfriados no deseados. Bajo las sábanas de una mullidita cama se encontraban acurrucados una joven y su pokémon; este último tratando de buscar la posición más cómoda para entrar en calor, aún entre el sueño y la vigilia, logrando descolocar las sábanas hasta el punto de crear una bolita alrededor de su cuerpo. Sus orejas peludas sobresalían de entre las cobijas, dándole al pokémon un aspecto enternecedor. La castaña, sintiendo una corriente de aire helada recorrer toda su columna, no pudo evitar despertarse para darse cuenta de que la habían destapado. Suspiró, abrazándose a sí misma mientras se erguía en la cama, y observó cómo su pequeño Eevee dormía plácidamente ocupando todas las sábanas que ella también tenía el derecho de usar. —Será acaparador el muy... —murmuró molesta, frunciendo el ceño ante la escena. Decidida a volver a conciliar el sueño, se acercó amenazadoramente hacia el zorrito para sacarle de su "refugio", pero al instante una de las ventanas cercanas a ella se abrió de un portazo, bajando la temperatura del interior de la cabaña a cada segundo que pasaba. Sin perder un instante dejó de intentar recuperar su zona de confort y se abrió paso hasta la ventana, cerrándola rápidamente mientras sentía sus cabellos descolocarse con frenesí e imposibilitándole la vista. Empujó con todas sus fuerzas el cristal que se le resistía por la fuerte corriente de aire hasta que finalmente cedió... De mala manera, pero lo hizo; logró cerrar la ventana con un fuerte estruendo como consecuencia. Giró su rostro lentamente hacia las camas del resto, temiendo que alguno la hubiera escuchado. Solo espero no haber despertado a nadie... Silencio. Por unos incómodos instante, notó cómo bajo las sábanas de Ash se daba un ligero y casi imperceptible movimiento, pero tras farfullar algo ininteligible en sueños, dio media vuelta y siguió durmiendo como si nada. Se llevó una mano a su rostro, incrédula, mientras se arrastraba contra la pared hasta acabar sentada en el suelo. Sin duda odiaba el invierno y el mal tiempo que traía consigo, pero sobre todo, odiaba el frío. Por ello le gustaba tanto quedarse en casa todos los días de invierno, acurrucada bajos las sábanas frente a la chimenea de la sala de estar, contando historias junto a su hermanito y la abuela Mary. Y cuando les preparaba ese rico chocolate caliente... Oh, cómo añoraba eso... —Y ahora estoy aquí, en una cabaña con goteras y ventanas que se abren cada dos por tres hasta que se pase el mal tiempo... Simplemente genial —murmuró con sarcasmo en sus palabras, abrazándose las rodillas para tratar de entrar en calor. Quizás... Lo único que podría sacar bueno de esto es el silencio tan relajante que inundaba la sala. Pocas veces podía aprovechar algo así. Cerró sus ojos lentamente hasta que... —¡Aaaah! —gritó una voz proveniente de uno de los chicos, seguido por un golpe seco en el suelo, y todos los presentes se espabilaron del susto. Y ella que pensaba que tenían el sueño profundo... Et voilà... Como les decía, ahí se acababa el tranquilo silencio. —Uh... Eso ha tenido que doler —susurró Aura al ver a Ash tirado en el suelo; al parecer había sido víctima de una especie de pesadilla. Brock y Max se acercaron al instante preocupados por el chico y la castaña no iba a ser menos, por lo que les siguió hasta la cama del oriundo de Kanto, algo agarrotada por el frío—. ¿Estás bien? —¿Qué te ha pasado? A ver si lo adivino, ¿una pesadilla? —preguntó el criador pokémon con un deje de diversión en su voz al ver a su amigo sobarse un pequeño chichón de manera un tanto cómica. —Sí, eso creo. Fue un sueño bastante raro, la verdad. Creo que no debí comer tanta comida picante anoche... —el chico aún seguía algo confundido, mientras se tocaba su barriga recordando la cena del día anterior. Suponía que le había sentado mal—. Soñé con que Arceus me encargaba una misión rara, me daba un arco y unas flechas y... —¿Pika pi? Al oír aquella vocecita adormilada, Ash se giró para ver a un Pikachu recién despertado acercarse con curiosidad, queriendo descubrir de qué hablaban sus amigos. El entrenador lo recibió con una sonrisa dándole los buenos días y obviando el tema del que hablaba por unos instantes, abrazando al pequeño roedor mientras se hacía a un lado para dejarle un hueco junto a él. Max, quien miraba con una sonrisita la escena de pokémon y entrenador, pudo percatarse que al moverse a un lado el azabache, había algo que juraría no haber visto la noche pasada ahí. ¿De qué se trataba? —En fin, como iba diciendo. En mi sueño Arceus me mandaba una misión de emparejar a personas por alguna razón, y me dio un arco y unas flechas de copito o algo así. Yo es que de estas cosas no entiendo... —tras aquellas palabras, el resto de amigos soltaron una pequeña risa ante la falta de cultura de Ash, pero también por lo absurdo del sueño. —Cupido, querrás decir las flechas de cupido —sonrió Aura, divertida, mientras acariciaba la orejita del ratón eléctrico ahora a su lado. El pequeño disfrutaba de las caricias alegremente, recostándose en el regazo de la joven para poder seguir recibiendo aquel gesto de cariño que tanto le gustaba. —Pues la verdad es que ya me gustaría tener sueños así de divertidos, porque de pesadilla no tiene nada. Aunque... Me conformo con los míos, que tampoco son tan malos... —y de repente y sin venir a cuento, del rostro del moreno salió una sonrisilla muy usual en él, la típica que ponía cuando pensaba en chicas... Bueno, ya le conocen. Ash rio por lo bajo algo nervioso al no entender a qué se refería, mientras que la coordinadora de ojos lapislázuli le miraba de reojo con una ceja alzada. A veces podía llegar a ser algo cansino Brock, pero él era así; qué remedio. De todas formas y a pesar de eso era un muy buen amigo para ella, por lo que no podía quejarse mucho de la situación. Pero de un momento a otro, el chico sintió que le tocaban en la espalda para llamar su atención, y al girarse pudo comprobar cómo el más joven de los Balance le enseñaba algo situado en la cabecera de su cama. Nadie hubiera imaginado que se trataba de... —¿Eso es...? ¡Ah, son el arco y las flechas del sueño! ¿Cómo... c-cómo puede ser? —el entrenador fue el primero en reaccionar, anonadado, mientras se levantaba de la cama y se acercaba para coger ambos objetos con total incredulidad—. Todo eso... ¿fue real? —Eso parece... Por lo visto vas a ser el nuevo cupido moderno —se rascó la mejilla Max, algo divertido con la idea pero sin saber muy bien el motivo por el cual fue Ash el elegido para esto. Sin duda a su amigo le pasaban cosas tan interesantes... Pero Ash no lo veía de esa manera. Estaba preocupado, ¿¡cómo iba a hacer de copi... de cupido si nunca se había enamorado!? ¡Él no entendía el amor, ni le hacía falta! Nervioso, se revolvió en el sitio, despeinándose el cabello tratando de pensar en algo. ¿¡Por qué sus amigos se lo tomaban como algo divertido!? —Oye Ash, ya que estás, ¿por qué no me emparejas con una de esas chicas tan bonitas que vimos el otro día en la ruta pasada? —el mayor del grupo, Brock, le comenzó a dar codazos amistosos mientras sus ojos se convertían en corazones, viéndose al fin en una de sus citas de ensueño. Aquello fue la gota que colmó el vaso, y el azabache lo miró asustado. —¡Noooooo! —y, gritando como si se le hubiese ido la cabeza por completo, salió de la habitación dando un portazo. El resto se quedaron mirándose por unos instantes, haciéndose los serios, hasta que no aguantaron más y estallaron en risas. Incluso Pikachu reía junto a ellos, con lágrimas incluidas. —Esto tengo que verlo con mis propios ojos —comentó Aura algo más calmada, llevándose un mechón de su cabellera castaña tras su oreja para poder ver mejor. Sin duda iba a ser divertido. En un rincón pasando desapercibido por el alboroto, un pequeño bulto entre las sábanas se desperezaba suavemente. Asomó su cabeza de entre las cobijas y bostezó somnoliento sin entender nada. —¿Eev? —murmuró, refregándose los ojos con una de sus patitas. ¿Qué se había perdido? *** Se abrieron paso hacia la planta baja de aquella cabaña para entrenadores que habían logrado alquilar para pasar la noche, Aura abrazándose a sí misma aún con el pijama rosa en su posesión y una adormilada Eevee siguiéndole la pista a duras penas. La madera chirriaba a cada paso que daba y un par de goteras le hicieron la faena de mojarle el cabello; los estornudos no se hicieron de esperar. Ella habría optado por alquilar cualquier otra residencia para entrenadores, recorrer la ruta entera bajo la lluvia hasta llegar al siguiente centro pokémon, ¡o incluso dormir en una cueva si hacia falta! Pero el resto negaba con el contexto de que no podían arriesgarse a enfermar, y siendo su única opción, tuvieron que escoger... lo que sea que fuese esto. Observó su reflejo proyectarse en el cristal repleto de gotas cristalinas, y se percató de que aquel día empeoraba por momentos. ¿Cuánto tiempo deberían quedarse ahí estancados, sin poder avanzar en su viaje? ¿Llegaría a tiempo a su siguiente concurso? Eevee, quien observaba a su entrenadora mirar a la nada misma mientras fruncía ligeramente el ceño, la sacó de su ensimismamiento para que pudieran avanzar por fin hacia la sala de estar. El resto ya había bajado hace un rato pero ellos decidieron quedarse un poco más en la cama hasta que les entró el hambre, y ya podía olerse el rico desayuno de Brock desde allí. Por lo menos ahora lo que tenían claro es que debían saciar su gran apetito cuanto antes. Ambas sonrieron más animadas que nunca y bajaron los peldaños de dos en dos a toda velocidad, con el riesgo de resbalarse y caerse pero... ¿qué más daba? ¡El desayuno de Brock no podía hacerlas esperar! Abrieron la puerta de la sala en cuestión y buscó con la mirada la mesa reservada para ellos cuatro, cerca de la ventana con vistas al exterior. Eevee le seguía el paso moviendo su colita animada, olisqueando el dulce aroma del desayuno recién servido. Su tripa también le rugía, debía de admitirlo, y ansiaba poder probar por cuenta propia el desayuno que el cocinero del grupo había hecho de igual forma para todos los pokémon. —¡Aura, al fin apareces! —la vocecita de Max le hizo volver en sí y pudo contemplar cómo se acercaba a ella risueño, con una pequeña mancha de chocolate cerca de su mejilla. Al parecer y deduciendo la escena, no habían podido resistirse y ya habían comenzado el desayuno sin el resto. Brock por su parte la miraba desde el fondo con una sonrisita nerviosa, sacudiendo la mano en un intento de excusarse pero su boca llena de comida le limitaba las cosas—. Como tardabas mucho y todo tenía tan buena pinta, no pudimos resistirnos... Aprovecha ahora y come todo lo que puedas antes de que Ash lo haga por ti. —Glotón, por lo menos podríais haber esperado un poco más —rio ligeramente la hermana mayor, limpiando con el dedo pulgar la mancha en la mejilla del niño con una mano mientras le devolvía el saludo con una mirada inquisitiva al moreno, que disfrutaba la comida sin reparos. Entonces su mirada volvió a desviarse hacia los alrededores al recordar el incidente de hacía un rato—. Oye Max, ¿dónde se ha metido Ash? El chico no pudo evitar soltar una ligera risa al recordar la manera en la que se marchó de la habitación, pero simplemente negó con la cabeza. Él también se preguntaba lo mismo. —Ni idea, quizás se haya ido a dar una vuelta para despejar las ideas pero con esta lluvia me parece poco probable —se encogió de hombros y miró hacia la mesa de los pokémon—. De todas formas Pikachu y el resto están aquí desayunando, así que no creo que se haya ido muy lejos. —Vaya... Supongo que habrá que esperar a que vuelva, pero me parece extraño que falte a una comida. ¿Tanto le ha afectado esto? —No lo creo, conociéndolo no tardará en llegar —Brock decidió acercarse a los hermanos al ver que aún seguían con la charla y el desayuno de la chica comenzaba a enfriarse, y la tomó por los hombros con una sonrisa—. Vamos Aura, no quieras tomarte la comida fría, que luego sabe muy mal. La coordinadora asintió sin rechistar y se dejó llevar animada hacia la mesa por ambos chicos, deseando poder probar por cuenta propia su parte del desayuno. Una vez cogió asiento, notó a todos los pokémon del equipo degustarlo con ganas. Eevee acababa de unirse de igual forma, y devoraba el plato con voracidad. Vaya, sí que tenía hambre el pokémon. —¿Una o dos tortitas, Aura? —Brock le tendía el plato con el tenedor en mano de forma servicial, como siempre solía ser. Le encantaba ver que sus amigos disfrutaban tanto de su comida, y con el simple hecho de verles así él ya se sentía realizado. —¡Dos, dos! ¡Hoy tengo mucha hambre! —alzó la mano con una gran sonrisa plasmada en su rostro, haciendo reír al resto; a veces se paraban a pensar que Aura y Ash eran tal para cual con este tema, ¿cómo podían comer tanto y seguir tan delgados? —Así me gusta, con el mismo amor por la comida que siempre —rio ligeramente mientras le servía el plato. —¡Yo también quiero repetir, Brock! —¡Calla Max, yo iba primera! —le tapó la boca a su hermano, en una especie de riña cariñosa entre ellos logrando inundar la estancia con una atmósfera cargada de risas y alegría. Un gran contraste para el día que se avecinaba en el exterior, pero aplicaban literalmente el refrán: "al mal tiempo buena cara". Lástima que nada era duradero. De un momento a otro todos guardaron silencio al ver abrirse la puerta de la sala; Ash ingresó en la estancia con un aura negativa cubriéndolo completamente; hoy no era su mejor día al parecer. Caminó lentamente hacia el grupo congregado en la mesa bajo la atenta mirada de todos en el lugar, y se dejó caer en la silla, apoyando su cabeza contra la mesa. A simple vista se notaba que había tratado de hacer algo para remediar el marrón que le había caído encima con pésimos resultados. ¡A él le gustaba idear estrategias de combate, no de temas amorosos ni demás! ¿No se habría equivocado Arceus en escogerlo...? ...Sí, debía ser eso, no había otra explicación. —No tienes buena cara, Ash. ¿Una tortita? —ofreció Brock, tratando de disipar el incómodo silencio actual en el ambiente. —... —Esto... ¿Y algún dulce? Te suelen gustar mucho —Aura, algo nerviosa, trató de ayudar a su amigo de la misma forma. En algún momento se le pasaría el bajon, ¿no? —... —¡Ya sé! Brock también ha preparado cupcakes de chocolate, tus favoritos~ —sonrió Max chasqueando los dedos, y como por arte de magia el chico levantó la cabeza de la mesa y se le iluminó la mirada al comprobar que no mentía: ¡los tenía delante de sus ojos! —¡Quiero ocho de eso, por favor!, ¡y tortitas ya de paso! Ah, sí, ¡y una tostada con un chocolate caliente también! —segundos después, el entrenador gozaba de un desayuno completo a su medida, olvidando todo el asunto por ahora. Max miró a sus amigos con orgullo al haber hallado la respuesta correcta, mientras ambos le aplaudían por lo bajo a modo de juego. Por otra parte en la zona de los pokémon, Munchlax descansaba luego de haberse atiborrado de toda su comida y también, seamos sinceros, de un poco de la de sus compañeros. Y es que su apetito era insaciable, no se podía hacer nada para remediarlo. Se recostó en el suelo tan tranquilo, suspirando con una sonrisa en su rostro hasta que descubrió algo que le hizo volver las ganas de comer en cuestión de segundos: en la silla del chico de gorra roja colgaba un saco con una especie de piruletas rosas largas, acabadas en un corazón. También había un arco pero eso lo obvió al no ser comestible. Se levantó con gran pesadez debido a su enorme barriga y al hecho de que había comido demasiado, y se acercó como si nada hacia los entrenadores. Saboreando ya su próximo aperitivo, estiró su corto bracito aprovechando que la silla no era muy alta y, pasando desapercibido trató de coger el saco repleto de piruletas. Por suerte y antes de que llegase a conseguirlo un avispado Pikachu se percató de la que iba a liar si dejaba que Munchlax alcanzase a las flechas de cupido que tan ricas le parecían al pokémon, y corrió hacia él todo lo que pudo. —¡Pika pika chu! —exclamó, agarrando a su amigo y tirando de él para evitar que lograse su propósito, pero no conseguía hacerlo entrar en razón. El pokémon seguía tirando cada vez más y más hasta que... —¡Munchlax, no! —gritó alarmada su entrenadora levantándose de la silla de golpe para detenerlo, pero el pokémon no estaba por la labor de obedecer y en un tirón logró romper el saco, haciendo caer todas las flechas al suelo. La chica en un intento por agarrarlas a tiempo y evitar ninguna desgracia puso el pie en mal lugar y se tropezó, a punto de caer de boca al suelo. Cerró los ojos ante el impacto que le esperaba, pero nunca llegó a sentirlo. Al volver a abrirlos con algo de temor notó cómo unos protectores brazos la abrazaban por la cintura evitando así la caída, y al alzar la cabeza se encontró de frente con los ojos de Brock. Éste respiraba agitado por el susto, pero al instante le regaló una sonrisa indicándole que todo estaba bien. Aura, aún sorprendida por el suceso se irguió con el corazón latiéndole a mil por el susto que se había dado, tratando de asimilar lo sucedido. —¿Estás bien? No te has llegado a hacer daño, ¿no? —aquellas palabras hicieron volver en sí a la chica, quien seguía aún sujeta por el mayor por alguna extraña razón. Aún así no podía quejarse de ello, se sentía segura, protegida entre sus brazos. Nunca había notado aquello antes, ¿el susto le estaba haciendo delirar? —Sí, no me hice nada. Muchas gracias Brock —suspiró hasta calmarse finalmente, y le regaló una sincera sonrisa al moreno. Y cuando ya se encontraba lo suficientemente bien como para ser soltada, su cuerpo no le respondía. Como si no quisiese acabar con aquella cálida sensación que le brindaba ser abrazada, si fuera por ella se quedaría así para siempre. Pero en un momento de lucidez comprendió que aquello se estaba volviendo extraño, y que el resto les miraba raro. Sin dejar de mirarle a los ojos le sonrió con timidez, separándose lentamente de sus brazos—. Bueno, ya puedes soltarme... Estoy bien, de verdad. —Pero yo no quiero dejarte ir de nuevo, Aura... —le murmuró, abrazándola de nuevo con delicadeza por la cintura sin poder dejar de ver aquellos ojos azules que le hipnotizaban. La joven al oír aquello sintió su cuerpo estremecerse ligeramente, y sus mejillas se tornaron de un cierto tono carmesí. ¿Qué le pasaba a Brock, y por qué ella no tenía la suficiente fuerza de voluntad como para oponerse?—. ¿Alguna vez te he dicho lo linda que eres? Porque si no es así fui un idiota en no hacerlo. —A-a-ah... G-gracias, supongo... —fue lo único que logró articular, separándose del agarre débilmente al sentir sus manos escurrirse con suavidad por su espalda. Su rostro ahora estaba al rojo vivo, pero no podía dejar que continuase con aquel comportamiento extraño—. Brock, ¿q-qué haces? El muchacho se separó sin más remedio y la miró en silencio, deseando internamente el haber continuado abrazado a ella. —Perdona si te incomodé, pero no pude evitarlo. Eres el ser más bello de la Tierra y es un regalo el poder tenerte aquí conmigo, ¡prométeme que no nos separaremos jamás de los jamases hasta que la muerte nos separe! —exclamó, incando una rodilla en el suelo de forma dramática mientras le agarraba las manos como si le propusiese matrimonio. Sus ojos ahora eran dos corazones, dando a entender a la coordinadora lo que estaba pasando. —¡Max, Ash, creo que le ha acertado una de las flechas de cupido por culpa de Munchlax! —les avisó al resto desde su posición con sus mejillas aún enrojecidas, dirigiéndole miradas nerviosas de vez en cuando a Brock. Pero del otro lado las cosas no marchaban mejor ni por asomo. —¡A Ash también le ha alcanzado una flecha, y a los pokémon igual! ¡Esto es un completo caos! —y efectivamente el muchacho estaba en lo correcto: la sala se había transformado de repente y ahora todos estaban emparejados; Munchlax abrazaba a un asfixiado Pikachu sin querer dejarle marchar, Combusken perseguía a una asustada Eevee, Ash no dejaba de abrazar su plato de tortitas... Y esos solo eran un par de ejemplos—. ¡Tenemos que resolver esto Aura! —¿Y cómo? ¡Que yo sepa las flechas en cuanto aciertan no tienen marcha atrás! —exclamó alto para que pudiese llegar a escucharla, pues nadie paraba de hablar y el bullicio creado era ininteligible. Brock por su parte no dejaba de alagar a la chica mientras se apegaba más a ella. —Te quiero, estaremos juntos para siempre y viviremos felices el uno con el otro —sonrió embobado, acariciando un mechón de cabello castaño de la joven. Ésta solo se limitaba a taparse el rostro de la vergüenza, sin saber qué hacer. ¿Por qué las trastadas de Munchlax siempre tenían que liarla de esta manera? *** Habían pasado un par de horas desde el "pequeño incidente" y el reloj ya marcaba las cinco de la tarde. Al parecer, la llovizna les había dado una tregua temporal a los entrenadores y lejos de desaprovechar la oportunidad, decidieron salir al exterior a que les diera un poco el aire y... en fin, a despejar las ideas. El efecto no daba indicios de que fuera a pasarse y todos seguían igual, lo que complicaba bastante las cosas. ¿Que dónde se encontraban ahora? En un pequeño parque no muy lejos de la residencia de entrenadores, donde todo estaba empapado por la lluvia. Pero eso no impedía que los pokémon más juguetones se ensuciasen en el barro y se montasen en las cosas de todas formas, nada ni nadie podía quitarles su gran energía. Max, quien era el único que se salvaba de aquello, se hacía cargo de vigilar que todo iba bien sentado en un banco donde podía observar todo el parque. Y no se encontraba solo, pues detrás del asiento, entre unos arbustos, nuestra joven coordinadora trataba de esconderse del acosador de Brock. —Psst, Max, ¿se ha ido ya? —susurró Aura, sacando su cabeza llena de hojas de detrás del arbusto que le hacía de refugio. Llevaba toda la tarde evitando encontrarse con el chico pero éste siempre se las arreglaba en encontrarla de alguna manera. ¡Era muy pesado, y ella no podía más! —Eso parece... Juraría que hace un momento estaba al lado del tobogán pero creo que se ha ido. La joven suspiró de alivio y salió lentamente de su escondrijo. Al fin podría estirar las piernas un poco y quitarse toda esa maraña de hojas que se le habían pegado en el cabello, ahora ella parecía un arbusto andante. —Menos mal... Pero no va a tardar mucho en encontrarme, ¡y me pone muy nerviosa! —la pobre Aura infló sus mejillas haciendo una especie de berrinche, recordando todos los piropos que no paraba de decirle. No sabía cómo pero lograba subirle los colores con tanto ligoteo, y la hacía parecer vulnerable. —Tranquila, tranquila. A ver si logramos encontrar la forma de revertirlo —rio el menor ante la reacción de su hermana, mientras le daba palmaditas en la cabeza. Aunque sinceramente, no tenía ni idea de cómo hacerlo. Su mirada se posó en Ash, quien no se alejaba de aquel plato de tortitas con corazones en sus ojos y se llevó una mano al rostro, exasperado. Si cupido no les iba a servir de ayuda iban bien... Poco tiempo después, la chica sintió que alguien le abrazaba y levantaba con fuerza y no pude evitar soltar un chillido del susto. —¡Aura, mi dulce amada, al fin te encuentro! Te echaba mucho de menos y no te veía por ninguna parte, ¡me tenías muy preocupado! —exclamó el moreno mientras la abrazaba con más fuerza de forma protectora, pero dejando a la joven casi sin respiración. —¡M-Max, a-ayuda, por favor! —pese a sus intentos de zafarse del agarre, el muchacho la tenía bien sujeta por lo que sola no iba a lograr mucho. ¡Y la estaba asfixiando! —¡Brock suéltala, suéltalaa! —y el pequeño Max lo único que pudo hacer era tirarle de la oreja como siempre hacía hasta que le hiciese caso. Total, con la de veces que lo había hecho ya seguramente le hubiera hecho la oreja más grande. Por suerte llegó a obedecer y Aura, mareada, tuvo que agarrarse del banco para no caer al suelo. —Ups perdóname, es que me encanta abrazarte y no pude resistirme... —se rascó la mejilla algo arrepentido entre suaves risas nerviosas. La chica, luego de recuperar el aire, clavó sus ojos zafiros en los del moreno y le fulminó con la mirada. Pero antes de estallar en uno de sus berrinches se calmó, contuvo toda su ira y respiró hondo para observar ahora el camino que tenía en frente. Max, nervioso, se dedicó a observar la reacción de su hermana mayor. —¿Sabéis...? Creo que mejor me voy a dar un paseo y así descargo los nervios —pero nada más dar dos pasos notó a Brock seguirle, sonriente como si no pasase nada—. ¡Sola, un paseo sola! ¿Qué no entiendes de eso? —Es que... No puedo estar sin ti. Aparte tengo que protegerte por si te pasa algo en el camino —aquellas palabras lograron volver a sonrojar a la chica, quien sintió de nuevo esa extraña sensación que le oprimía el pecho. Agitó su cabeza y trató de obviar aquello; todo es obra de las flechas de cupido, no lo dice de verdad... Esa era la cruda realidad. —Está bien... De todas formas ibas a venir aunque te dijera que no... —sucumbió finalmente y adelantó el paso para no tener que verle. Brock sonrió con alegría y rápidamente se dirigió hasta ella como un niño que había conseguido lo que quería. Max por su parte los despidió no muy contento con aquello, mientras llevaba ambas manos tras su espalda. Como llegase a intentar enamorar a su hermana... No salía vivo de esta. (...) Avanzaron por aquella ruta desierta en completo silencio, con la única compañía del sonido de las diminutas gotas de agua que caían continuamente, casi de manera rítmica, de las hojas de los árboles. El olor a tierra mojada luego de aquella semana de incesantes lluvias era grande, pero a ninguno de los presentes parecía molestarle; era soportable a fin de cuentas. Ni que decir tiene que todo, completamente todo estaba lleno de barro, y los múltiples charcos de agua formaban una pista de obstáculos a esquivar si no querían acabar calándose los zapatos. Dirigió una mirada de soslayo y lo vio; él seguía ahí, con esa sonrisa permanente que se le había quedado desde que fue alcanzado por la flecha de cupido. Él seguía ahí, guardando un poco las distancias como le había pedido no, suplicado, pero sin apartarse de su lado de forma protectora. Él seguía ahí, y parecía que no se iba a alejar nunca. Volvió la vista al frente y suspiró, sin saber cómo sentirse ante todo esto. ¿No era algo lindo tener a alguien así que te protegiese y al que le gustases? Sacudió la cabeza y frunció el ceño, tratando de mentalizarse de que estaba equivocada. ¡Era un hechizo, por el amor de dios! ¡Él no hablaba en serio! No hablaba en serio... ¿verdad...? —¡Agh, esto es demasiado confuso! —gritó, llevándose las manos a la cabeza con exasperación. Aquello se le estaba saliendo de las manos. —¿Qué te ocurre? ¿Estás bien amorcín? —preguntó preocupado el chico, y fue directo hacia ella para ver la causa de sus problemas. —¡Estoy bien, estoy bien! No hace falta que te acerques, e-estoy... bien —Aura puso ambos brazos al frente indicándole que no se acercara, pero Brock no estaba convencido del todo. —¿Segura? No quiero que estés mal —indagó, acercándose poco a poco a la coordinadora. Ésta sin embargo no se quedó quieta y comenzó a caminar lentamente de espaldas, alejándose lo que pudiese de él. —Que sí, que sí, no pasa nada —murmuró, aunque como si sus palabras no sirviesen de nada, siguió avanzando hacia ella. Pero al estar de espaldas y el otro distraído, no se percataron de la presencia de un acantilado no muy lejos de ellos, y de un momento a otro, un paso en falso logró hacer perder el equilibrio de la joven. Sintió como perdía el control de su cuerpo y el corazón le daba un vuelco, en un intento desesperado por agarrarse a algo. —¡Brock! —chilló Aura tratando de coger su mano, y ambos desesperados trataron de agarrarse a tiempo. El muchacho logró tomar su mano pero ambos estaban en un tira y afloja, el equilibrio lo único que lograba es aplazar lo inevitable. La chica clavó su vista en Brock con los ojos vidriosos y la piel pálida, sin saber ya qué hacer—. Brock suéltame, si seguimos así caerás tú también —gimió entre lágrimas, hundida en la desesperación. —¡Ni hablar, no voy a dejarte caer! —exclamó con templanza, haciéndole abrir más los ojos a Aura, sorprendida. En el rostro del moreno no se le veía un atisbo de duda, estaba muy seguro de lo que hacía. Continuó tirando de ella pero poco a poco iba arrastrándole consigo. Ahora es cuando maldecía haber dejado a todos sus pokémon jugando con Max. —¡Por favor Brock, puedes salvarte tú, no seas idiota! —Escúchame Aura —la voz del joven ahora se notaba más seria que nunca, mientras miraba a los ojos a la chica—. Si te dejo caer no podría perdonármelo nunca, y si este es mi destino no me importaría aceptarlo. Si llegamos a caer te protegeré de la caída, no voy a permitir que te pase nada malo. Aura no podía creer haber oído aquello, mientras más y más lágrimas surcaban sus sonrosadas mejillas. Trató con todas sus fuerzas subir y ponerse a salvo, poder volver a respirar con tranquilidad, pero la lluvia había empapado el suelo y no era capaz de mantenerse en pie. Un trozo del risco comenzaba a romperse, y aquello solo confirmaba el destino que les deparaba. En unos pocos instantes, la tierra se resquebrajó y ambos cayeron al vacío. Brock pegó a la joven contra su cuerpo y la abrazó con todas sus fuerzas, cerrando los ojos a la espera del impacto. Segundos después, la oscuridad los envolvió por completo. *** Abrió sus ojos con extrema lentitud, sintiendo sus párpados pesados y la vista nublada. Su mente ahora estaba hecha un completo caos y casi no podía recordar lo sucedido. Se levantó con pesadez hasta quedar sentada, volviendo poco a poco a la realidad: se encontraba en una especie de cueva con la única luz que les brindaba las llamas de una pequeña fogata. Se frotó los ojos suavemente, y logró escuchar el sonido incesante de la lluvia; fuera estaba cayendo una buena tormenta. Al menos, estaban a salvo ahí. Pero un momento, ¿cómo llegaron allí? Y lo más importante, ¿está bien Brock? Todavía algo desorientada se levantó y apoyó su mano en la pared de granito, recorriendo todo el lugar con nerviosismo. Se encontraba algo agarrotada y confusa, nada más, pero necesitaba saber si él se encontraba bien. Fueron unos momentos de tensión bastante incesantes, pero relajó la mano que ahora se encontraba sobre su pecho al ver al moreno acurrucado en una esquina, alzando y bajando su cuerpo ante cada cogida de aire. Respiraba, estaba bien... Una sonrisa decoró el rostro de Aura, y corrió hasta arrodillarse a su lado. —Hey, Brock... —susurró con una voz dulce, mientras le movía el brazo con suavidad. Sintió como movía su cabeza hasta quedar de frente con ella, pero aún seguía dormido. Su mano inconscientemente se posó en su salvaje cabellera, y le acarició delicadamente mientras sonreía de la ternura que le daba verle dormir tan tranquilo. Lentamente fue bajando su mano hasta que acarició sus facciones, y fue entonces cuando el muchacho abrió los ojos; un rubor decoró las mejillas de la coordinadora al verse descubierta. —Hola... —sonrió adormilado, notando aquella caricia que tanto le relajaba. Los recuerdos de la caída lo hicieron volver en sí y se irguió rápidamente para quedar sentado frente a ella, con una clara preocupación en su rostro.— ¿Estás bien, no te ha pasado nada? —A-ah, no, la verdad —se miró a sí misma y no halló rastro de rasguños ni nada por el estilo. Milagrosamente, estaba bien—. ¿Y tú, cómo te encuentras? —Igual que tú, no entiendo cómo seguimos con vida. Pero me alegro que sea así —murmuró con sinceridad, mirándola feliz de ver que estaba bien. En un descuido de la joven, la rodeó con sus brazos, sacando todo el miedo que había guardado durante la caída. Aura no pudo evitar sonreír también con los ojos algo llorosos, y le correspondió el abrazo sin dudarlo. Se quedaron así por unos instantes, disfrutando de la compañía del otro, hasta que se vieron sorprendidos por unas voces que lentamente ingresaban al refugio. Ambos se separaron algo sorprendidos, pero su sorpresa aumentó al ver que no se trataban de personas, si no de pokémon. Tres, para ser exactos. —Aww, ¿vieron qué parejita más mona tenemos aquí? ¡Son una ricura! —exclamó dando saltitos de emoción una pequeña Ralts que al parecer, se comunicaba con ellos gracias a la telepatía que caracterizaba a los tipo psíquico. Seguida de cerca un Gallade los observaba con seriedad, caminando junto al resto de pokémon. —¿Están seguros que fue buena idea traerlos aquí? ¿Y si delatan nuestro hogar? —gruñó desconfiado, sin quitarles la vista de encima. —Claro que fue buena idea, Gallade. ¿Acaso les dejarías heridos afuera con la que está cayendo? No tienes corazón —le regañó una Gardevoir que le miraba con desaprobación, para luego girarse hacia los humanos con una sonrisa bondadosa—. Perdónenle los modales, es un viejo cascarrabias. ¿Os encontráis a gusto aquí? Aura y Brock no pudieron evitar sorprenderse en una principio ante aquellos pokémon. ¡L-les estaban hablando! Pero claro, tras recapacitar recordaron que la telepatía lograba este efecto tan interesante. La coordinadora de Hoenn fue la primera en hablar, algo nerviosa por lo de "la parejita". ¡E-Ellos no eran novios! —Creo que se equivocan, no somos pareja, solo amigos —aclaró ante todo, ligeramente sonrojada, y Brock tuvo que asentir ante lo dicho aunque en el fondo, aquellas palabras le tocaron un poco—. Y sí, nos encontramos muy bien aquí, ¿vosotros nos salvasteis de la caída? Muchísimas gracias... —Ow, ¡no hay de qué! —exclamó la Ralts alzando las patitas, contenta—. Nos alegramos ver que se encuentran a salvo. Nos tuvieron muy preocupados. —La verdad es que sí, al veros caer casi me da algo. ¡Suerte que os encontramos a tiempo! —esta vez Gardevoir fue la que optó por hablar, haciendo sonreír a ambos jóvenes. Les debían la vida, a fin de cuentas. —Pues no sé muy bien cómo compensároslo, fue increíble —Brock, quien había estado escuchando todo, decidió hablar al fin. —Si nos queréis devolver el favor, marcharos de aquí. Ambas pokémon miraron enojadas a Gallade quien, dándoles la espalda a todo los presentes, se dedicaba a darle más leña al fuego. Brock y Aura, sintiéndose incómodos, decidieron que lo mejor era irse ya y volver con sus amigos, quienes seguro estarían preocupados. Con aquello comenzaron a caminar hacia la salida, pero al ver que la lluvia no cesaba y no llevaban nada para protegerse, llegaron a plantearse la opción. Sintieron unas manos agarrarles y tirar de ellos con delicadeza, y comprobaron que se trataban de Ralts y Gardevoir. —Con esta lluvia corréis el peligro de enfermar. Quedaros al menos hasta que amaine un poco, por favor. —B-bueno... —la joven le dirigió una mirada dubitativa a su acompañante, quien no le quedó otra que asentir algo indeciso—. Está bien, gracias... —¡Siii, fiesta de pijamas! ¡Yujuu! —Ralts saltaba emocionada alrededor de ambos entrenadores haciéndoles reír ante tanta emoción. Gardevoir intervino y la tomó en brazos, pues ya era tarde para que siguiese despierta. —Vamos pequeñaja, de fiestas nada, que seguro que ambos están agotados. Y tú también, así que a dormir —le dije de forma maternal ante el berrinche de la pequeña. —¡Jo, siempre cortando el rollo! Pues nada, ¡buenas noches! —les despidió con la manita de los invitados, y ambas se retiraron a dormir al igual que Gallade quien les dirigió una mirada de soslayo no muy amable. ¿Qué le pasaría a ese? Y así tan pronto como aparecieron, se marcharon al interior de la cueva. Aura sonrió internamente mientras veía alejarse al grupo tan peculiar de pokémon, y se abrazó a sí misma al sentir algo de frío. Observó la fogata en su máximo esplendor y no dudó en sentarse frente a ella pues, con las constantes brisas que se adentraban desde el exterior, en cualquier momento lograrían apagar las flamas; habría que aprovecharlas mientras tanto. Brock no tardó en imitarla y se sentó a su lado, apoyado en la pared de la caverna. Reinaba el silencio entre ambos por alguna razón, como si no supiesen de qué hablar. Era extraño... ¿Acaso se le habría pasado el efecto de las flechas de cupido a Brock? La joven le dirigió una mirada de soslayo, y vio como su mirada se encontraba fija en el fuego, sin saber a dónde más mirar. Abrazó sus rodillas y enterró su cabeza entre ellas, avergonzada. Una parte de ella se entristecía de ello a pesar de todo, ¿no quería que acabase ya de perseguirla tanto? ¿Por qué ahora le gustaría que hubiese seguido haciéndolo? Acaso... ¿le habría empezado a gustar? Sacudió su cabeza con nerviosismo, con esas coloradas mejillas que tanto le sacaban de quicio. ¿Pero en qué estaba pensando? Necesitaba dormir y ya está, estaba cansada tanto física como emocionalmente, por eso parecía delirar. Estaba a punto de levantarse cuando sintió que el chico le agarraba del con suavidad y le obligaba a quedarse allí. —Aura estoy algo confuso, ¿podrías explicarme qué es lo que ha pasado hoy? —fue lo primero que salió de sus labios, mientras sonreía con nerviosismo sin recordarlo muy bien del todo. La chica no sabía cómo explicarlo, más que nada por lo embarazoso que le resultaba el solo hecho de contárselo. Al parecer sí que estaba en lo correcto y se le pasó el efecto, ¿habría resultado igual con el resto? —P-pues... —murmuró sin mirarle a los ojos, jugando con un mechón de su cabello castaño—. Munchlax logró liarla como siempre y les emparejó a todos. A ti también te alcanzó una flecha y... puedes imaginarte el resto —y una suave risa algo nerviosa afloró de sus labios, evitando decir mucho más de aquello. Al principio Brock asintió, asimilando la información mejor de lo que ella esperaba... Pero tras unos segundos, la risa divertida del moreno inundó el lugar. Aura al principio no supo cómo tomárselo, pero no pudo evitar sonreír al verle así. —¿Por qué te ríes? —inquirió sin que la sonrisa abandonase su rostro, con un deje de timidez en su voz. —Porque seguro que me vi ridículo —comentó sin dejar de reír, llevándose una mano tras la nuca de manera despreocupada—. Aunque me hago una ligera idea, seguramente me comporté igual que cuando voy tras todas esas chicas, perdóname. —¿A-ah...? —la chica estaba algo sorprendida porque se lo tomara a risa, pero agitó sus manos delante de ella para tratar de excusarle—. No tranquilo, tú no tenías la culpa, estabas bajo el hechizo de la flecha... No tienes por qué disculparte —le defendió, sonriendo con sinceridad. Brock se rascó la mejilla algo apenado pero le correspondió la sonrisa sin dudarlo. —Gracias por entenderlo Aura, eres una gran amiga. Y le sonrió con timidez bajando la mirada, porque las palabras del chico la hicieron enmudecer. Y se limitó a asentir ante aquello, porque es lo único que podía hacer. Era una gran amiga, sí... ¿Por qué ahora, por primera vez, eso le había dolido? Siempre habían sido eso, amigos, nunca se habían demostrado nada especial. Aunque también podía ser porque desde siempre únicamente había tenido ojos para Ash, y no había prestado atención a lo que le rodeaba. Ahora todo era una maraña de sentimientos contradictorios, y casi no podía pensar con claridad. Quizás, al haber pasado todo el día junto a él, había logrado ver esa faceta tuya que antes no tuvo la oportunidad de ver porque ella no quiso al ser tan cerrada de mente y porque aunque sabía que Ash no sentía nada por ella, aún así lo intentaba. Y a pesar de que el moreno ya le había aconsejado dejar de intentarlo porque se preocupaba por ella y no quería que le hicieran daño, lo había ignorado por completo. Por primera vez en mucho tiempo, sintió una opresión en el pecho que le impedía respirar con claridad. Una duda la carcomía por dentro y, aunque le resultase vergonzoso, su interior le pedía a gritos que lo preguntase. Apretó los puños y miró hacia el frío suelo, con las mejillas de un tono aún mayor, y se decidió a hablar. —Brock... —¿Pasa algo Aura? —Me gustaría saber... ¿por qué persigues solo a las chicas nuevas que te encuentras en el viaje? Es decir, cuando nos conocimos no hiciste lo mismo, y creo que con el resto de compañeras de viaje que tuviste tampoco —y finalmente lo soltó, pero para entonces todo su ser estaba completamente nervioso y desearía ahora no haber dicho eso. ¿En qué estaba pensando?—. ¡N-no es lo que parece! D-digo, a ver, s-solo era una tontería... ¡N-no me hagas mucho cas...! —Aura —rápidamente se vio cortada por la voz del chico, quien le miraba fijamente con una seriedad extraña en él. Se irguió del susto y le devolvió la mirada llena de vergüenza—. Si no te perseguía a ti es porque eres dos años más pequeña que yo, y me daba miedo dar una mala imagen, bueno, qué digo, una aún peor... —y aquella sonrisilla nerviosa volvió a formarse en sus labios a medida que hablaba—. Pero también porque sé de lo que sientes por Ash, y no quería interponerme. La coordinadora abrió los ojos sorprendida por lo dicho, pero antes de que fuese a decir nada, Brock continuó hablando. —Yo suelo perseguir a chicas que me parecen bonitas, pero al ser compañeros de viaje tuve la suerte de viajar con una chica linda y a la vez poder conocerla mejor, porque vamos, quizás alguna de las chicas con las que trato de ligar fuesen lindas pero que en realidad su personalidad fuese horrible —rieron ante aquello por unos instantes imaginándose a alguna bipolar que lo tuviese de sirviente; nadie se merecería ese destino tan cruel, y él tampoco—. Pero tú Aura, eres bonita tanto por dentro como por fuera. Y sí, también me gustas, pero sé que tratas de acercarte a Ash y yo no soy quien para interponerme. Total, ya estoy acostumbrado a esto, creo que en mi lista de rechazadas voy por la 500 ya. Y de nuevo volvió a reír tomándoselo todo de una manera increíblemente bien, y aquello no dejaba de sorprender a la joven, que se había quedado completamente sin palabras. Ella que se sentía tan mal en los momentos en los que la rechazaban, y Brock simplemente seguía sonriendo, como si nada. Nadie nunca le reconocía eso, pero era cierto: Brock era un claro ejemplo de perseveración, con cada caída volvía a levantarse más fuerte que antes. Ojalá pudiese ser así, era algo digno de admiración. —Lo siento... —susurró, y apoyó su cabeza en el hombro del moreno, mirando la fogata ante ellos. Aquella acción le había tomado por sorpresa al chico, y un suave rubor apareció en sus mejillas—. Ahora mismo estoy tan confusa... Siempre pensé que sentía algo por Ash, algo más que admiración, pero creo que me dejé llevar y no supe apreciar lo que tenía a mi alrededor. Eres un gran chico Brock, y todas esas personas que te rechazaron se lo pierden —esta vez era ella la que se sinceró, y alzó la mirada para poder verlo bien. Sonrió—. Estoy segura que algún día encontrarás a la persona adecuada. —No, Aura, yo soy el que lo siente. Durante todo el viaje solo he pensado en buscar a chicas y más chicas, pero nunca me di cuenta que tenía a la más maravillosa de todas tan cerca de mí —y tras esas palabras tan bonitas, la cara de Aura era la viva imagen del color de una baya Tamate. El chico no pudo evitar reír ante aquella carita y optó por volver a mirar a la fogata, dejándola calmarse un poco—. Yo creo que debería agradecerle a Munchlax por todo esto, si no hubiese sido por el lío de las flechas de cupido, nunca hubiera podido decírtelo. —Y-yo... Aún no tengo muy claro todo esto, p-pero supongo que sí... Quizás me empieces a gustar un poquito... —murmuró, poniéndose las manos en la cara para taparse al sentirse desprotegida— —¿Es en serio? —preguntó Brock al sentir el corazón darle un vuelco. ¡La había correspondido, aquello era increíble! O bueno, en parte... ¡Pero eso le valía! Sonrió enormemente y la abrazó al sentirse tan bien, mientras que Aura aún seguía sin destaparse; en el interior, ella también sonreía. De nuevo volvía a estar entre sus brazos y sintió aquella calidez, como la primera vez. Aquella sensación de protección, de no querer separarse nunca; ambos se demostraban tanto con aquel simple gesto, que es lo único que importaba en aquel momento. Lentamente fueron separando sus cuerpos, pero los brazos de Brock rodeándole la cintura le negaban dejarla ir. Aura al sentir aquello y casi sin hacer uso de la razón, fue arrastrando con suavidad ambos brazos hasta el cuello del, como en una caricia, y se quedaron mirándose el uno al otro sin querer soltarse más. Se acercaron muy lentamente, tan cerca, que casi podían sentir el roce de sus labios. Solo unos milímetros los separaban, pero como si el destino les jugase una mala pasada, descubrieron que no estaban solos allí. —¡Lo sabía, sabía que erais una parejita! ¡Yo decía la verdaaad, yujuu! —¿y a que no adivinan quién era? Sí, era la hiperactiva Ralts haciendo de las suyas, cómo no. Ambos se separaron con rapidez, avergonzados, mientras la pequeña pokémon correteaba en círculos a su alrededor. No tardó mucho en aparecer Gardevoir por el mismo lugar. —¡Ralts, deja ya de molestar y vete a la cama de una vez, vamos! —la riñó, tomándola de nuevo en brazos, e hizo un par de reverencias a los chicos a modo de disculpa, apenada—. Lo siento mucho, no se sabe estarse quieta. —N-no pasa nada, no te preocupes... —murmuraron los dos en sincronía, sin perder el sonrojo de sus mejillas. —¡Joo, pero yo quería ver cómo se besaban! —se quejó, alejándose de la zona en brazos de su madre—. Pues nada, ¡nos vemos~! Su silueta finalmente desapareció en la lejanía del interior de la cueva, y ambos chicos suspiraron exasperados. Menuda pokémon; les había cortado el momento pero había que admitir que les caía bien. Fuera la lluvia comenzaba a amainar finalmente, y el sol aún iluminaría lo suficiente para poder volver a la cabaña con el resto gracias al mapa de Brock que siempre llevaba a mano, por lo que era el momento perfecto para retirarse. Se levantaron con cierta pesadez pero encontrándose mucho mejor y apagaron la fogata, listos para marcharse al fin. Sus miradas se cruzaron por unos instantes y se devolvieron la sonrisa recordando lo anterior, para ponerse en marcha hacia la salida. —Aura —le llamó antes de dar ningún paso, y se giró para verlo agachar la cabeza con un deje de timidez—. Lo de antes significa que... ¿tengo una oportunidad? La coordinadora sonrió con dulzura al oír sus palabras, sintiendo de nuevo aquella sensación tan extraña y a la vez tan linda en su estómago. Dio un paso para acercarse a él sin vacilar y tras hacer que la mirase, le dio un tierno beso en la mejilla. —¿Eso responde a tu pregunta? —inquirió, ensanchando su sonrisa, y tomó de la mano al joven para tirar de él con diversión—. ¡Y ahora démonos prisa, no vaya a ser que preocupemos al resto! La acción le había tomado totalmente por sorpresa a Brock, dejándole algo aturdido y con una sonrisa boba en el rostro, pero no tardó en seguirle el juego y ambos echaron a correr hacia la salida. Quizás Ash no fuese el mejor cupido que ha habido en la historia del amor, ni el que supiese más del asunto. Pero había logrado de manera indirecta que dos personas acabasen juntas, cumpliendo la misión que tenía impuesta. Y una vez más, Arceus supo que su elección fue la correcta.
Hola, estoy de pasado y muriendo de dolor de cabeza, no estoy listo para morir, no sin terminar mis fics. Estube interesado en leer tu fic con respecto a esta activiadad, solo que cuando mire la cantidad de plabras dije `` wowww, si que hay mucho que leer, pero porque tantas palabras´´ luego lo entendi. Primero te digo que la historia no fue lo que esperaba, me refiero a que fue a Ash a quien le dieron la mision de enamorar a la dichosa pareja y bueno, el casi no hizo nada, el accidente no fue su culpa, fue culpa del hambre voraz de Munchalx, Ash solo trajo los articulos y todo fue una serie de enventos inesperados, la verdad es una verdadera duda para mi, saber quien fue el verdadero cupido, en mi opinion `` solo fue un accidente´´ Dejando de lado esa critica, te digo que fue, muy lindo y tierno, tienes una increible narracion, estoy soprendido y feliz por ti ( ahora entiendo porque la cantidad de palabras ya que se centran mas en la narracion que en los dialogos); me gusto bastate esa forma de narrar cada detalle, momento y emocion sentida, increible; la conservacion del romance estubo siempre presente como el drama, jeje, me gusto bastante. Mis saludos y suerte .
Owwwwn, qué tierno xD Seguí esta historia según la ibas construyendo y me gustó mucho, pero por alguna razón nunca vine a comentar ni a dejar mi rating, así que lo haré ahora. La historia fue muy bonita, con un romance que, en mi opinión, no pega ni con cola xD Pero eran las restricciones de la actividad/concurso, así que para lo que tenías que hacer, está muy bien :'D Como siempre, te extiendes mucho en las narraciones y haces una ambientación extremadamente detallada, lo cual es genial porque ayuda a recrear la escena bien. Solamente ten cuidado de no extenderte más de la cuenta, pudiera ser que pasara de ser un lindo adorno a hacerse un lastre algo pesado. No se da el caso aquí, pero tenlo siempre presente, es algo en lo que creo que podrías caer alguna que otra vez. He de decir que la forma de lanzar las flechas me resultó muy cómica xD Me imaginó al Munchlax cogiendo la bolsa y liándola. y Ash pegado a sus tortitas xDDDDD Qué gracioso pero qué real. Otro detalle que me encantó fue al final de la primera parte el despertar de Eevee. Ya me había olvidado de su presencia y de repente apareció ahí, aún dormido. Qué mono xD Añadiré que nunca me imaginé que Ralts and family fueran a aparecer. Fue algo completamente inesperado, pero bonito; Raltsita es muy tierna y dan un buen escenario para esa confesión; un escondrijo en un acantilado donde solo vive una familia aislada de los peligros, sin gente que moleste. Como te dije en su momento y te vuelvo a repetir, es una magnífica historia en mi opinión, con un buen desarrollo y una extensión adecuada, que hace que la lectura sea amena. Y además, tiene el toque romanticón y sensiblón que necesitabas para la actividad. ¡Muy bien hecho, Andy! Enhorabuena. Sigue así, Lucas Diamond~
Fuerte. Efectivamente y tal y como lo dice, conejitablanquitamonokumita vuelve en SEPTIEMBRE DE 2015, después de 6 meses sin escribir nada, pero al paracer flasheaste y dijiste que era un año. Las actividades seguían a full. Pokémon seguía a full. Pero la escritura se elevó exponencialmente a un nivel más que aceptable. El advanceshipping seguía fuerte, el “azabache” estaba en la cúspide de los trash-fics románticos. Un romance super inocente, con May loca por BROCK?!?!?!. Igualito a los fics de la pelucha con May y Harley cogiendo como conejos por donde se les ocurre. IGUALITOS, DIRIA YO. De golpe hay una especie de dramón. Y DE GOLPE HAY UN RALTS QUE HABLA. ¿Ahora saben de dónde saqué la idea de Vega y Ren, no? Siguen dudando de mi máquina del tiempo, no pasa nada. El título está presente, un tanto raro a lo largo de toda la historia. La verdad, un regreso fuerte con un triángulo amoroso medio comédico. Todo muy tierno. Y Lucas Diamond, ese chequeto que ayer me reventó a likes cuando estaba haciendo cosas de borracha, hace su estelar aparición.