Lady Phantomhive

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Basada en el anime y manga: Kuroshitsuji (El Mayordomo Negro)
Serie japonesa creada por Yana Toboso. (Año 2006)

El universo y los personajes de Kuroshitsuji no me pertenecen, pertenecen a los autores y creadores, así como a los respectivos distribuidores de la serie.
FanFiction

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PROLOGO​

Londres, año 1893.​

Luego de la muerte de Ciel Phantomhive, la compañía de juguetes Phantom había estado cerrada por tres meses que se hicieron eternos.​

Dentro de una oficina a puerta cerrada se llevaba a cabo una importante reunión.​

La compañía Phantom estaba deliberando sobre la posibilidad de ascender al único sucesor vivo de la familia Phantomhive al mando.​

Perteneciente a la segunda rama de la familia, heredando su apellido a través del hermano menor de Vicent Phantomhive, tuvieron contacto con esta persona hace dos años.​

Debido a la necesidad de una cabeza motriz dentro de la empresa, hace año y medio se le otorgo la participación a dicho personaje con el apellido Phantomhive.​

La empresa ascendió gracias a la participación de ésta persona y gracias a sus creativas ideas y sugerencias, a pesar de su corta edad.​

La pastelería creció, el centro de comidas también, y pronto las delicias de la compañía Phantom fueron divulgadas por toda Inglaterra.​

Y por supuesto, la compañía de juguetes Phantom extendió sus dominios hacia Alemania y Francia, países con los cuales dicho sucesor tenía estrechos vínculos fraternales y amistosos. Principalmente en París, Francia, lugar de donde éste personaje fue convocado para la participación dentro de las empresas Phantom.​

Ahora la decisión era la siguiente:​

– ¿Será capaz ésta persona de llevar a cargo la importante obligación de ser la cabeza de la familia Phantomhive y, principalmente, la presidenta de la compañía Phantom? ¿Señor Tanaka?​

– Jo Jo Jo.​

– Todos los que estén a favor, alcen la mano –. La mano de todos los presentes se elevó – Todos los que estén en contra, con el mismo gesto –. Ésta vez nadie esta en desacuerdo.​

He aquí un hecho. Decisión de común acuerdo entre los participantes de la reunión. Incluyendo a los señores Finnian y Bardloy, junto con la señorita Meylin, sirvientes fieles de la familia Phantomhive.​

Se abre la sesión.​

 

Zuki y Ryuuji gracias por sus comments *-* y no te espio Zuki! xDD es que como te gusto mi otro fic te invite a leer este xP y con respecto al guion bajo mi teclado fue cambiado hace poco y es todo un remolido y solo descubri este (-) y este (–) y ya pronto descubriré que onda con el mas largo xDD

La historia es bastante larga, debo admitir, por que me emocione mucho al escribirla xDD pero espero que les guste ;3 Sebastian y Ciel aparecen recien en el capitulo III para darle un poco mas de protagonismo a la nueva chica que se asoma :)

Aqui les traigo el primer capitulo :D por favor dejen comments! xDDD liebe dich!

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CAPITULO I: "Ese mayordomo, desconocido"​

De ahora en más, una nueva vida se me regalaba.

Los días recorriendo las calles de Paris con mis amigas del club habían terminado, tenía una nueva responsabilidad de ahora en más. A pesar de tener tan solo catorce años, era increíble que se me haya puesto tanto peso sobre los hombros. Al fin y al cabo no podía negarme, era mi obligación por venir de una rama noble, por el hecho de llevar el nombre Phantomhive y por tener una existencia plena y vívida. Ya no había nadie con vida portando este nombre, solo yo.

—Bienvenida sea a la mansión Phantomhive, Lady Madeleine.
—Por favor, Señor Tanaka, me gustaría que me llamara con más respeto —una sonrisa torcida se posó en mis pálidos labios.
—Jo jo jo —fue lo único que logró exclamar dicho señor.

El viejo mayordomo cayó rendido, por padecer de presión baja. Era una suerte que el joven Bard estuviera allí para sostenerlo. No me serviría un mayordomo tan inútil y poco eficiente, pero sabía que él llevaba trabajando en aquella mansión una vida entera y que sería desconsiderado de mi parte echarlo a la calle, a él y a los tres empleados que se me había otorgado junto con la mansión.

—Por aquí, Lady Madeleine. —La voz del pequeño Finny estaba llena de una alegría que contagiaría a cualquiera. Menos a mí, claro.
— ¿Qué acabo de decir, joven Finnian? —mi tono de voz siempre fue de una manera dulce, muy severa y cortante.
— ¡Oh lo siento mucho señorita! Por aquí, Lady Phantomhive.

La mansión Phantomhive, digna de su nombre, poseía todo el espacio y lujo que mi antigua mansión en Paris no poseía. No digo que mi hogar era pobre y sin clase, digo que ésta mansión rebosaba en perfección.
Pero el polvo me lleno la nariz, haciendo que la quietud dentro de esta mansión dé un estruendo ante mi estornudo.

— ¿Por qué la mansión está tan sucia, Señorita Meylin? —Era tanta mi indignación ante la suciedad que no pude evitar mirar a la joven empleada con bastante enojo.
— ¡Lo siento señorita! No esperábamos su visita, por lo que hicimos todo muy deprisa.
—Bueno no se puede hacer nada —la resignación no era una costumbre mía, pero por esa vez podía dejarlo pasar—, solo recuerden que ésta no es una simple visita. Desde ahora la nueva señora de esta casa soy yo.
—Sí —respondieron los tres en coro.

A medida que subía las escaleras podía apreciar cada detalle reconstruido a medida. Era consciente de que esa mansión ya había pasado por dos incendios, y sin embargo se había vuelto a reconstruirla las dos veces de la misma manera que se encontraba anteriormente.
Un olor picante y desagradable, además del polvo, se asomo a mi nariz en cuanto llegué a la cima de las escaleras.

— ¿Qué es ese aroma? ¿Qué se ha quemado?
—Por favor no se moleste señorita. —Respondió Bard—. Mientras cocinaba tuve un problema en la cocina y ésta se incendió. Pero ya está todo controlado y la cena será servida pronto.

Era increíble que tanta desventura se me haya hecho presente allí. Una sirvienta que deja la casa llena del polvo que tanto odio, un cocinero que incendió la cocina y quién sabe qué cosa hace para la cena. Mis ojos se posaron ante el pequeñuelo de cabello naranja, éste me sonrió con alegría pero vi la preocupación reflejada en sus pequeños ojos.

—Tsk. —Suspiré y luego me dirigí hacia más arriba de la escalera—. Será mejor que ni pregunte como se encuentra el jardín, sería demasiado.

Los tres agacharon la cabeza. De cierta forma, lo entendía. Pero solo un poco, la compasión no era algo normal en mi persona.
La habitación en la que me correspondía era muy hermosa. Las cortinas de seda se tambaleaban y la cama estaba tendida con sabanas azules.
Finnian y Bard dejaron mis maletas en el suelo y luego se retiraron. Meylin se quedo un momento más.

—Si necesita algo Lady Phantomhive, no dude en usar las campanas que se encuentran en cada habitación. Si no entiende algo, solo pregunte. Mañana temprano podemos darle un paseo por toda la casa para que pueda conocer su nuevo hogar, así como también el jardín.
—Está bien. Gracias por tu dedicación, puedes retirarte.
—De acuerdo Señorita –con un acto de reverencia se dirigió hacia la puerta.
—Dile a Bard que no bajare a comer, perdí el apetito.
—Como usted diga.

Meylin llegó a la puerta de la habitación, pero no pude aguantar mencionar algo antes de su retirada.

—Meylin.
— ¿Se le ofrece algo Lady Phantomhive?
—Ustedes tres, sin ofender, son tan torpes e incompetentes. —Ella bajo la cabeza, avergonzada ante mi comentario.
—Haremos nuestro mejor esfuerzo señorita.
—Pero… ¿Cómo es que mi difunto primo, Ciel Phantomhive, decidió quedarse con ustedes? Según lo que he escuchado de él, no era una persona muy buena que digamos.
—El joven amo era una persona muy especial para nosotros y siempre fue paciente ante nuestros numerosos errores, fracasos y accidentes, Pero, más que eso…

La voz de Meylin se apagó, llevó su mano a los labios como si no quisiera continuar, como si le doliera lo que iba a decir. O, como si sintiera nostalgia por algo, por alguien.

— ¿Más que eso…? —La invite a continuar.
—El joven amo no fue el que nos contrato, fue su mayordomo, Sebastian Michaelis.
—Mmm… —había oído mucho del mayordomo de mi primo Ciel, su mano derecha, su perro fiel, su aliado, su sombra. En la compañía todos tenían algo bueno que decir de aquel. Pero no sabía que había pasado con él—, ¿Qué paso con éste personaje, con Sebastian Michaelis?

El silencio se hizo presente por un minuto entero.

—No se moleste por lo que voy a decir señorita, pero creo que debe encontrarse con el joven amo en este momento.
— ¿Crees que ha muerto junto con Ciel? —No creía que fuera tanta la lealtad de dicho mayordomo como para acompañar a su amo hasta la muerte.
—No —dijo en voz baja—. Creo que deben estar juntos en algún lugar, viviendo muchas aventuras.
— ¿Crees que Ciel está vivo? ¿Cómo esta eso Meylin?
—No se ofenda por favor señorita, pero el joven amo no es de los que morían fácilmente. No es que quiera que usted no sea nuestra nueva señora, solo que no me convencen de que mi joven amo Ciel haya muerto.
— ¿Y en que te basas para decir eso? —Meylin había ganado mi atención ante dicho discurso. Un punto a favor de ella.
—El último día que estuvo aquí, el joven amo iba a salir a un largo viaje junto con Sebastian. Pero no preparo equipaje alguno, solo tomó el carruaje y se fue. Y como despedida nos había dicho que podíamos hacer lo que queramos con la mansión, hasta quemarla. Nosotros no hicimos eso, ¡claro que no! Aquí guardamos muchos momentos que pasamos con el joven amo.
— ¿Y cómo supieron lo de su muerte?
—Sebastian le llevó a los amigos más cercanos del joven amo una caja con dulces y con una tarjeta que decía “En memoria de Ciel Phantomhive”
—Entonces el mayordomo fue el que afirmo la muerte de Ciel. Pero nunca supieron nada de ellos de nuevo ¿Verdad?

Meylin afirmó con la cabeza. Su expresión de felicidad se acabo.

—Bueno creo que ya pregunte suficiente. Puedes irte Meylin.

Dicho esto ella se retiró. Un misterio se hizo presente.
Ahora conocía la historia a través de alguien que la vivió. Pero, si lo que me dijo Meylin era verdad, Ciel podría estar vivo.
La posibilidad de que volviera a su puesto, ahora que yo subía al mando de las Empresas Phantom, podría ser posible. Y ya que estaba ahí, no quería que nadie me saque en un buen tiempo de mi nuevo lugar.
Necesitaba idear un plan. Algo para asegurarme de que mi primo Ciel no estuviera vivo y, principalmente, que no vuelva a retomar el lugar que dejo. Por derecho, la empresa siempre le pertenecerá. Mi padre, John Phantomhive, era el hermano menor de su padre, el tío Vincent. El mayor siempre se queda con todo, esa es la ley. Mi padre solo poseía una parte de la fortuna que le había dejado el abuelo al fallecer, todo lo demás se quedo para mi tío Vincent Phantomhive.

Entonces caí en cuenta de algo. El mayordomo.

Todos sabían de la muerte de mi primo Ciel solo por que Sebastian había repartido esas tarjetas funerarias. Entonces, si encontraba al mayordomo podría despejar esas ideas de que si mi primo estaba vivo o no. Eso era, tenía que buscar al mayordomo cuanto antes.

Ante mi nuevo plan, no pude evitar sonreír antes de dormir.

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** Fin del Capitulo **​

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Bueh hasta aqui llegamos HOY pero hay mil cosas para mañana xDD como este fic ya lo termine no me preocupa tanto como el de sasuhina que aun no lo termine xDDD un beso y please comenten :) y ya explique lo del guion largo! jejeje e...e :p​

 

Bueno ahora SI corregi el tema ese de los guiones! ;3 ojala que llame la atencion de mas lectores XDDD porfis dejen comments! jeje aunque sea un "seeh estuvo bueno" xD besitos​

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CAPITULO II: "Ese mayordomo, buscado"

Tres días después, por la mañana, volví a encontrarme con la misma cantidad de accidentes del día de ayer y antier. Era una suerte de que el desayuno esté bien servido y que el té no esté frío. Mientras disfrutaba del famoso Earl Grey, mande llamar a los sirvientes al comedor para informarles mi nueva decisión.

—Bueno al parecer ustedes son más que incompetentes, son inútiles —bebí un sorbo de té al mismo tiempo que los tres agachaban la cabeza, era como la quinta vez que repetía esa frase—. Pero no se preocupen, no voy a despedirlos. Ustedes han pasado bastante tiempo aquí y creo que se han ganado su propio lugar.

Enseguida Bard, Finny y Meylin suspiraron de alivio y celebraron el hecho de no ser despedidos. Me aclare la garganta con un sonido bastante alto para que volvieran a la posición en las que estaban.

—Pero al parecer, ustedes tres no son competentes por su propia cuenta. Por lo que he decidido que voy a contratar un mayordomo, de ser posible al mismo que había contratado mi primo Ciel en su época.

Mientras cerraba los ojos para beber otro sorbo de té, ninguno de ellos pronuncio palabra alguna. Los miré de reojo y note como se miraban contrariados entre ellos y como susurraban palabras.

— ¿No están de acuerdo con mi decisión?
—No es eso señorita. Es que Sebastian desapareció luego de la muerte del joven amo —la respuesta de Bard no me sorprendía.
—Estoy conciente de eso, pero voy a poner un anuncio en el periódico local en Londres y ofreceré una recompensa a quién logre encontrar al tal Sebastian Michaelis. Ustedes recuerdan cómo es, ¿verdad?
—Sí. —Respondieron los tres al unísono.
—Perfecto. No quisiera que vengan a estafarme.
—Pero… ¿Qué pasa si no lo encuentra, señorita? —La carita de curiosidad de Finny relució en duda.
—Mientras tanto haré unas entrevistas buscando otro mayordomo que por lo menos sirva de algo en esta casa.

Y así terminaba con el último sorbo de té y me paré de la mesa de inmediato para revisar la agenda que tenía pendiente. Ellos se quedaron en silencio, mientras me dirigía hacia la puerta del comedor para ir a mi despacho, pero tan pronto la puerta se cerró tras de mí pude escuchar los cuchicheos entre ellos.

Mis órdenes se cumplieron al pie de la letra y esa misma tarde diez personas se presentaron en la mansión, atraídas por el puesto de “Mayordomo de la Condesa Phantomhive”, también se presentaron damas, por supuesto. Pero todo eso era una pantalla de mis verdaderos planes, yo quería el mayordomo de mi primo Ciel. Yo deseaba obtener los servicios de Sebastian Michaelis.

Siempre me consideré una persona caprichosa y perseverante. Gracias a eso había llegado al puesto donde estaba. Raíces francesas, pero hija de un noble ingles, Condesa de la casa Phantomhive. Aliada de la Reina Victoria, única heredera de las empresas Phantom. Definitivamente, lo tenía todo. No podía quejarme de nada. Pero no pararía hasta obtener el servicio del mayordomo indicado, y ése era Sebastian Michaelis.

—Estuve investigando —le comente al joven que vino a la mansión para escribir el anuncio que saldría en el periódico—. Todos los que han conocido a ese mayordomo han dicho más de una virtud, ninguna imperfección y por sobre todo, una lealtad y solemnidad propias de él. Además ayudaba a mi difunto primo en sus labores del bajo mundo que cumplía para la reina. ¿Es suficiente motivo por el que quiera encontrar a tan perfecto sirviente?
—Si usted lo dice, mi lady —respondió el joven, aún nada convencido de mi explicación a mi insistente preferencia hacia alguien que conocía—. Pero si usted nunca lo ha visto, ¿podrá reconocerlo?
—Todos los sirvientes de ésta casa lo han visto y han convivido con él mucho tiempo, nadie será capaz de engañar a ésta joven, sir.
—Eso me alegra. Lo tendré en cuenta cuando escriba el anuncio.
— ¡Eso espero! Y más vale que dé resultado, no se me ocurre otra cosa más. No puedo rebajarme a mí misma a ir en busca de un desconocido.
—Ajá señorita… ¿segura que no quiere dictarme usted misma lo que quiere ir en el anuncio?
—Confío en su buena riqueza de palabras y en su buena memoria para recordar todo lo que he dicho de éste mayordomo.
— ¿Y cuanto ofrecerá por él?
—Solo ponga que soy muy generosa en cuanto a la recompensa ¿De acuerdo?
—Por supuesto, lady.

Dicho esto, el joven bebió la taza de té que se le había servido y luego se marchó. Una chispa de esperanza brilló dentro de mí ser.

Sentada frente al escritorio de mi despacho, no comprendía con exactitud de donde había nacido mi obsesión por un mayordomo desconocido ante mis ojos. Es verdad, quería corroborar que mi primo Ciel no estuviera vivo, pero también sentía lo bueno que sería tener a mi servicio a alguien como aquel mayordomo.

Sea defecto o virtud, me encantaba tener gente que se dedique a servirme, a acatar mis órdenes a la perfección, y por sobre todo a ser leal a mí y nunca desobedecerme. Esa era yo y no estaba dispuesta a cambiar.

** Fin del Capitulo **​

Hasta aquí llegamos! xDD iba a colgar imágenes ilustrativas pero se me paso de largo O_O igual desde el próximo voy a empezar a colgarlas xDD por que edite esas imágenes con tanto amor *-* en el capitulo 3 ("Ese mayordomo, solicitado") YA APARECEN CIEL Y SEBASTIAN!! muajajajaja :B SO! nos vemos otro día con un nuevo capitulo. Besitos!

 

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CAPITULO III: "Ese mayordomo, solicitado"​

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—Joven Amo —una voz proveniente de la oscuridad del cuarto interrumpió los pensamientos de Ciel Phantomhive, que se encontraba en el palco mirando la ciudad envuelta en negro y el cielo teñido sutilmente con el sol matutino.​

—Hasta que llegas. ¿Qué ocurre?​

—He traído un nuevo periódico de Londres. Dice algo muy interesante de la señorita que había captado nuestra atención anteriormente.​

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Una sonrisa maliciosa se asomó a los labios de Ciel y sus ojos brillaron, rojos, en la oscuridad del palco. ​

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—¿Te refieres a Lady Madeleine?​

—Así es.​

—¿Y que tiene el periódico sobre mi querida prima? —el tono de desprecio se hizo presente tan pronto el joven había pronunciado la palabra “prima”.​

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El mayordomo se acerco a su amo y empezó a hojear el periódico en sus manos, buscando la página a la que hacía referencia. Ciel se dirigió a un sillón que se encontraba cerca de él, mientras Sebastian ponía el periódico abierto frente a él, en una pequeña mesita redonda situada frente a él, y le señaló el artículo descrito.​

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—¿A caso es interesante que celebre sus quince años en mi mansión? —dijo Ciel, con un tono molesto—. Supongo que está en su derecho. Ese lugar es su casa ahora y si ella quiere puede hacer lo que quiera, incluso demolerla, no entiendo cómo…​

—Éste artículo es el que quiero que lea, amo. —Interrumpió Sebastian y señalo más abajo del gran recuadro donde se mostraba el anuncio de la fiesta. Ciel hizo una mueca mientras leía el artículo en voz alta.​

—“Lady Madeleine, Condesa de la Mansión Phantomhive, ha solicitado los servicios del mayordomo Sebastian Michaelis. Si está en su poder, que se presente lo mas pronto posible ante ella, o en caso contrario, si alguien tiene alguna información o referencia acerca del paradero de Sir Michaelis que entre en contacto con Lady Madeleine o alguno de sus empleados. La Condesa es muy generosa en cuanto a recompensa…”​

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La voz del joven Ciel se desvaneció mientras terminaba de leer el artículo en voz baja y luego solo la siguió con la mente. Le indicó a Sebastian que apartara el periódico y éste lo levanto de encima de la mesita.​

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—¿Y que opina al respecto, joven amo?​

—Creo que esa niña no esta conforme con todo lo que se le ha dado y quiere mas de lo que puede tener —la respuesta de Ciel fue fría y termino con una mueca torcida.​

—Entonces, ¿hará algo al respecto?​

—¿Por qué tendría que hacerlo? —los ojos fríos de Ciel brillaron en la oscuridad cuando volteó a mirar a Sebastian.​

—¿No le molestará si voy a retomar mi puesto en la mansión?​

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Un silencio casi destructivo se hizo presente. La silueta del sol aparecía lenta en el horizonte, mientras iba alumbrando con desgana el firmamento nocturno.​

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—¿Qué tonterías estás diciendo? ¡Tú eres mi mayordomo! ¡Para la eternidad! ¿O piensas negarte al contrato? —Por puro reflejo, Ciel se arranco el parche del ojo y dejo ver la marca del contrato al mismo tiempo que sus ojos brillaban de un rojo intenso.​

—Joven amo, usted no ha cambiado en nada —la voz de Sebastian era serena e implacable a medida que se sacaba el guante blanco y mostraba su mano izquierda, donde la marca del contrato brillaba en respuesta al de Ciel—. Su facilidad para pasar a la histeria sigue siendo única. Y yo no he dicho que no seré su mayordomo, solo he preguntado si le molestaría que haga caso al pedido de la Señorita Phantomhive.​

—Ya tienes un contrato permanente con el Señor Phantomhive, no necesitas nada más.​

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El sol ya había dejado su escondite por completo. El cielo se encontraba totalmente iluminado y sus reflejos cubrían el rostro de Ciel, implacable.​

Sebastian le pasó el periódico para que siguiera leyéndolo y con una reverencia se retiró.​

El joven Ciel hojeaba con desgana las páginas del periódico sin encontrar nada que pudiera captar su atención. Pero luego se detuvo en el anuncio que había estado leyendo antes, pero con énfasis en el gran título: “La joven Phantomhive celebrará su cumpleaños numero 15…”​

Una mueca maliciosa cruzo su rostro.​

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—¡Sebastian!​

—¿Sí, joven amo? —la silueta del mayordomo se materializó de repente.​

—He cambiado de opinión. Prepara nuestro equipaje y consigue lo más pronto posible un viaje a Inglaterra. Volvemos a Londres.​

—¿Alguna noticia le ha hecho cambiar tan bruscamente?​

—Así es. —Ciel lanzó la página en la que se había detenido contra el rostro de Sebastian— ¡Vayamos a la fiesta de mi queridísima prima!​

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Con un gesto de pocos amigos, el mayordomo de traje negro aparto el periódico de su rostro y le echó una mirada rápida a la página.​

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—¿Ir a Londres para la fiesta de Lady Madeleine? ¿Habla en serio joven amo?​

—¿A caso no escuchas bien? Quiero viajar hoy mismo, así que será mejor que te apresures. La fiesta es el viernes y solo tenemos dos días.​

Con una reverencia, Sebastian Michaelis asintió con la cabeza y luego se retiró de la presencia de su amo.​

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**Fin del Capitulo**​

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Tan tan tan taaaaaaaaaaaaan xDDD bueh estoy un poco loca hoy e_e este capitulo va dedicado a ZUKI, mi fiel lectora y a MARLEX que me dio su apoyo para tener mas lectores xDD se que mis capitulos son MUY CORTOS y me disculpo u_u el proximo sera mas largo :D es que ahora cai en cuenta de LO CORTO! que son :(​

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PRÓXIMO CAPITULO: "Ese mayordomo, danza"​

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Dejen Comments! xP porfis e.e jeje​

 

CAPITULO IV: “Ese mayordomo, danza”

—Y coménteme Señorita Madeleine —comenzó el joven Stewart, un socio reciente dentro de la compañía Phantom—, ¿Cómo hizo para colocar franquicias en suelo Alemán?
—Bueno no fue muy difícil. Tengo contactos alemanes.

La historia detrás de esos contactos era muy larga y no quería sacarlo a relucir en ese momento dado, por lo que quise dejarlo hasta ahí.

—¿Qué clase de contactos? —me insistió el joven de nuevo, mientras bebía otro sorbo de té negro.
—Era amiga muy cercana de un embajador alemán que residía en Francia —dije con desgana—. Un tiempo viví por allí, hace como tres años volví a París y luego la compañía Phantom contacto conmigo, poco tiempo después de volver a mi casa. Y ahora he me aquí —esa era la manera más cordial de terminar con aquella historia.
—¿Y vendrá el embajador mañana?
—Lo haría, si estuviera vivo. —Mi sonrisa cordial, mascarada falsamente, se hizo presente al mismo tiempo que Stewart habría la boca de la sorpresa.
—Vaya eso no me lo esperaba. Lo siento mucho.
—No hay problema. Supongo que ya estaba bastante viejo. Murió de un ataque al corazón.

Y así termine con esa conversación. No me gustaba que me pregunten de mi pasado y, era una ironía considerando que todos estaban interesados en saber de donde había salido tan repentinamente.

Las siguientes pláticas solo giraron en torno de a qué me dedicaba en la empresa y cuáles eran los planes futuros a seguir. Así debía ser. Después de todo, estaba buscando un nuevo socio, no un nuevo amigo.

Amigo. Esa palabra resonó en mi mente por un momento. Nunca había tenido un amigo de verdad en toda esa corta vida que me había tocado. Antes, por que era una chica metida en la casa que no socializaba con nadie, y después, por que todos los que se acercaban a mí solo venían con un interés disfrazado. Con el tiempo deje de buscar amigos, solo quería personal que sirviera y buenos socios que me ayuden. Los amigos vendrían después, mucho después.

—Se hace tarde —dijo Stewart al mismo tiempo que sacaba su reloj de bolsillo, luego vio el cielo que se oscurecía lento—. Será mejor que me retire. Las calles últimamente andan peligrosas en Londres.
—¿Peligrosas?
—Así es. Hay bastantes personas desaparecidas en la ciudad. Scotland Yard hace todo lo que puede, pero ya sabe como es la policía de incompetente.
—Lo espero mañana, de igual forma. La gala nocturna en la mansión Phantomhive no es tan peligrosa como en la ciudad.
—Así será lady.

Cuando Stewart se fue, me quedé en el despacho sola. Meylin entró de repente, sacándome bruscamente de mis pensamientos, para buscar las tazas de té y los platos sucios. Luego la soledad volvió a acompañarme.

En alguna parte de la noche, no recuerdo que hora, me quedé dormida en el sillón del escritorio. Al menos, así me sentía, soñolienta y sin mucha noción de mí misma.

En mi cabeza resonaba la melodía de un vals, lento y rítmico. El violín era el único instrumento que distinguía por el sobrevuelo de notas, y me moví al compás de la canción dando vueltas en el gran salón. El vestido de un rojo escarlata, adornado con guirnaldas brillantes, hacía que me sienta como si flotara en el aire y revoleaba al compás de la melodía.

Un hombre de traje blanco estaba sentado en un sillón del salón. Se acercó a mí con una sonrisa y llevando su cabello hacia atrás, su cara no se me hacía conocida, pero cuando me sonrío tan cordialmente decidí acercarme a él, que me ofreció una mano.

Y volví a dar vueltas y vueltas en el salón, pero acompañada del hombre de traje blanco. Su mirada relucía con sus bellos ojos color bordo y su cabello negro se mecía en el aire a medida que sonaba la canción. Con aquella mirada tan cristalina, pude verme a mí misma en el reflejo de sus ojos. La imagen era tan vívida. Mis ojos celestes brillaban sin soñolencia alguna y mi cabello rubio caía sobre mis hombros, con los rizos bien formados y rebosando en perfección. Imaginé que si alguien más hubiera estado en ese salón con nosotros dos, iba a comentar la perfecta pareja que hacíamos.

—Lady Madeleine, ¿Por qué finge tanta felicidad?

El comentario que me hizo aquel hombre de repente hizo que reaccionara y me detenga en medio del gran salón. La música dejó de sonar al mismo tiempo en que había parado el baile.

—¿A qué se refiere usted?
—Sus ojos son profundos como el agua de un lago cristalino. Pero yo puedo ver a través de toda esa profundidad que no es feliz de verdad.
—¿Cómo se atreve a decirme algo así? ¡Ni lo conozco!
—Pero yo si la conozco a usted, my lady.

Empujé a aquel joven maleducado que había parado toda esa hermosa escena y subí las escaleras para dirigirme a mi cuarto. El salón no era más que el que tenía en mi propia mansión, solo que en el sueño las paredes eran doradas y todo estaba adornado con rosas blancas y azules.

Cerré de un portazo mi habitación y le eché llave enseguida. Me recosté de espalda por la puerta y me dejé caer hasta tocar el piso. Luego alcé las rodillas y las abracé, como solía hacerlo cuando era más pequeña.
Ese reflejo hizo que miles de imágenes de mi infancia pasaran por mi mente. Imágenes que había enterrado, que había considerado muertas. Podía sentir esa dificultad para respirar y un hueco en mi pecho comenzó a apretarme duro. Me pregunté si ése de verdad era un sueño, por que tenía entendido que un sueño no podías sentir dolor.

—¿Por qué está tan afligida my lady?

Me dirigí hacia esa voz tan pronto término de pronunciar esa oración, y vi al mismo joven de traje blanco sentado sobre el marco de la ventana, que estaba abierta y dejaba paso libre al frío viento de la noche. La luna iluminaba su rostro y sus ojos dieron un centelleo rojizo de un momento a otro, de una manera tenebrosa y nada natural.

—¿Cómo entraste aquí? —fue lo primero que vino a mi cabeza, pero tenía miles de preguntas formuladas para él—. ¿Quién eres tú? ¿Qué quieres? ¿Por qué vienes a atormentarme de un momento a otro? ¡Vete! ¡Te ordeno que te vayas!

La voz se me quebró y no entendía por que me sentía tan mal repentinamente. Tal vez ese si era un sueño después de todo. ¿Cómo más podría explicar el cambio drástico de estado de ánimo y, la manera en que este sujeto se materializo en mi habitación cerrada?

—Pero si usted me ha llamado. Yo solo obedezco órdenes. —A medida que hablaba se acerco a mi posición, sin borrar aquella sonrisa burlona y sin que sus ojos dejen ese centelleo rojizo que en nada se parecían a los ojos color bordo que había visto antes. Éstos no eran nada cristalinos y tranquilos, eran brillantes y espeluznantes.
—Yo no te llame. Nunca te he conocido en mi vida —los labios me temblaron, él se acercaba y yo no tenía a donde correr ni que hacer si intentaba lastimarme. Su imagen de joven agradable había desaparecido totalmente y ahora solo podía verlo como un joven un poco psicópata y con algo bastante sobrenatural. Sus ojos centelleantes estaban fijos en mí.
—Pero usted quería conocerme —se arrodilló frente a mí. Yo no moví ni un centímetro de mi cuerpo, permanecí inmóvil abrazando mis rodillas y sin apartar la mirada de sus ojos.

Eran profundos y rojos. Como fuego puro. Me imagine que lo único que podía comparar con aquellos ojos eran las llamas del mismísimo infierno. Y me sentí envuelta en aquellas llamas, sin poder escapar de ellas.
El cuerpo comenzó a temblarme, imaginándome envuelta en aquellas llamas eternamente. Bien sabia yo que nunca había pisado una iglesia, sino para el funeral de Arnold y del Embajador Dimitri, pero si tuviera que estar frente a una corte comandada por Dios, Él me enviaría al infierno sin dudarlo. Llevaba más de un pecado capital en mi historial de vida.
Quise alejarme de esas llamas así que hice lo único que se encontraba a mi alcance en ese momento, enterrar el rostro entre mis rodillas.

—¿Hice algo que la incomode? —preguntó él, gentilmente. Ahora que no veía sus ojos rojos solo podía dejarme seducir por el sonido de su voz.
—¿Quién… eres…. tú….? —tenia que saberlo. Quería saberlo antes de despertar de ese sueño que se había tornado en pesadilla.
—¿Por qué se esconde de un simple mayordomo? —preguntó, sin contestar mi pregunta. Luego sentí como sus manos tomaron mi rostro, su tacto era aterciopelado a causa de sus blancos guantes, y hicieron que vuelva a encontrarme con sus ojos. Pero ahora ya no brillaban de esa forma espeluznante, su brillo solo era a causa del reflejo de la luz de la luna en la pared.

—No me haz contestado —esta vez mi voz sonó menos temblorosa y quebrada.
—Ya le he dicho my lady, usted solicito mi presencia y he venido a cumplir su deseo. Un mayordomo de la casa Phantomhive, ¿Cómo no puede realizar algo tan simple?

Su mano me acarició la mejilla y con la otra hizo a un lado todo el cabello que había caído sobre mi rostro.

—¿Es esto un sueño? —más que para él, la pregunta iba dirigido a mí misma.
—¿Cómo podría yo saberlo? Si solo soy un simple mayordomo —me sonrió con los ojos cerrados y cuando iba a salir una pregunta más de mi boca, expiró ante sus ojos abiertos de nuevo.

Cuando me dí cuenta él me tenía en brazos, y mientras me arrullaba se dirigió a mi cama apartando las sabanas de seda negra para tenderme cuidadosamente sobre el colchón de plumas, recostando mi cabeza con cuidado sobre la almohada.

—Será mejor que descanse my lady. Tiene una fiesta muy importante en el día que pronto comenzara y aun no ha dormido.
—Tú no eres real.
—¿Usted lo asegura? Tal vez lo descubra cuando el alba se asome a su ventana. Ahora necesita dormir y descansar para estar hermosa en su gala nocturna.
—¿A dónde iras?
– Tengo cosas que hacer, es mi deber como mayordomo de la casa Phantomhive.
—Pero tú no eres mi mayordomo.
—Pero sí soy el mayordomo del Señor Phantomhive, el dueño de ésta casa.

La lucidez se apoderó de mí en cuanto mencionó esas dos palabras, “Señor Phantomhive”. Quise tocarlo para asegurarme que fuera real y estiré la mano para entrar en contacto con su mejilla fría. Solo sonrió.

—No te vayas Sebastian —en ese momento ya no sentía para nada que ese era un sueño. Él no dijo nada, solo colocó su mano sobre mis ojos.
—Buenas noches, my lady.

—¡Sebastian!

Me levanté exaltada de la cama y la habitación se encontraba vacía. La luz del candelabro que estaba a lado de la cama iluminaba opacamente el lugar.
¿Fue un sueño? Me pellizque y lo sentí. Alcé las sabanas y note que tenía puesto el camisón de dormir. Pero, ¿Cómo había llegado ahí? Si me encontraba en el despacho. Bostecé y apagué la luz de las velas. Ya habría tiempo de pensar por la mañana.

—Sebastian. —Volví a mencionar antes de cerrar los ojos.

**Fin del Capitulo**​

Estoy feliz por que tengo mas lectoras/es!! ;3 y este capitulo si es largo xDD es que de repente algunos son largos y luego son cortos :B igual espero que les guste! ^^ espero sus comentarios, quejas, sugerencias (Zaki sugirió estar en la historia para matar a mi Mary Sue D: jejeje), etc :)

PRÓXIMO CAPITULO: "Ese mayordomo, atrevido"

Y ya se que todos empiezan con "Ese mayordomo..." pero asi es como lo hacia Yana Toboso xP por eso quise hacerlo así también :) Hasta un nuevo capitulo!