La Rosa Blanca [Long-Fic]

Tema en 'CLAMP' iniciado por WingzemonX, 22 Febrero 2011.

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    WingzemonX

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    Título:
    La Rosa Blanca [Long-Fic]
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    14522
    Título: La Rosa Blanca
    Fandom: Card Captor Sakura, Shoujo Kakumei Utena, X/1999
    Resumen:
    Ha pasado ya cerca de un año desde que la última Carta Clow fue convertida en una Carta Sakura, y desde la última vez que Kinomoto Sakura vio a Shaoran. Ahora, con trece años de edad, un recuerdo que ella creía olvidado ha resurgido de pronto al recibir una extraña carta, la cuál sólo contiene una frase: "Ven y conoce tu destino...", acompañada a su vez de una sortija blanca con un sello en forma de rosa. En busca de respuestas, Sakura emprende el camino hacia Hooshi, en dónde sin quererlo se enfrentará a un mundo totalmente nuevo para ella, participando en en una serie de peligrosos Duelos con otros hechiceros que buscan el codiaciado premio: El Poder Para Revolucionar al Mundo...
    Tipo: Novela por Entregas
    Personajes principales: Sakura Kinomoto, Tomoyo Daidouji y Kotori Monou.
    Clasificación: Rated T (13+).
    Advertencias: Universo Alterno (En el caso de Utena y X), escenas violentas y de sangre, Spoilers (En el caso de Sakura).
    Géneros: Multicrossover, Universo Alterno, Acción, Drama, Misterio, Fantasía, Sobrenatural, Tragedìa, Romance, Psicológica.
    Fecha de inicio: 2005.
    Terminado: No.
    No. de capítulos: 29 (En progreso).
    Premio otorgado: Manga de Oro 2006 al Mejor Fanfic Realidad Alterna.

    Número de Palabras: 11,592 (Capitulo 01)
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    “Hace mucho, mucho tiempo, había una pequeña princesa, la cual estaba sufriendo por la muerte de sus amados padres. Entonces, apareció un príncipe, montado en un caballo blanco. Era una figura galante con una dulce sonrisa, que envolviendo a la princesa con un aroma a rosas y secando las lágrimas de sus ojos, le dijo: ‘Pequeña, vas a tener que soportar toda esta pena y esta tristeza que llevarás contigo. Pero nunca pierdas esta nobleza y esta fuerza cuando crezcas.’ Y colocando un anillo en su dedo continuó: ‘Esto es para que recuerdes el día de hoy’, ‘¿Nos volveremos a ver algún día?’, le pregunto la princesa, y él contestó ‘La sortija te guiará hacía mí, con ella estarás siempre a mi lado.’ ¿Ese anillo que él le dio era un anillo de compromiso como ella creía? Es posible, pero de todos modos, la princesa quedó tan impresionada por aquel príncipe, y lo buscó con tanto vigor, que decidió transformarse en uno ella misma... Pero, ¿Fue una buena idea...?”

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    Capitulo 1: El Sello de la Rosa

    La lluvia caía con fuerza sobre la ciudad, al tiempo que todas las negras nubes cubrían por completo el cielo. Todo se encontraba sumido en la oscuridad, como si la noche supiera de la tristeza que había en ese momento. Las luces rojas de una ambulancia cruzaban las calles mojadas a toda velocidad hasta llegar al hospital de la ciudad. Rápidamente, los paramédicos bajan a una persona en una camilla. Su cuerpo se encuentra tapado con una sabana blanca.

    Sentados en la sala de espera del lugar, se encontraban dos niños. Uno de ellos era un niño de diez años, cabello negro y corto, y la otra era una niña de apenas tres años, con cabello castaño y corto. El niño la sostenía en sus brazos, mientras ésta parecía dormir, sosteniendo a su vez un pequeño oso de color café oscuro. Él parecía tener en su cara una expresión de preocupación y angustia que no le era posible esconder en ese momento.

    De pronto, la niña se despierta de su sueño, abriendo sus grandes ojos verdosos. Luego, con una actitud inocente levanta la mirada hacía el joven que la sostiene.

    - Hermano. – Comenzó a decir la niña.

    - ¿Ya despertaste? – Le preguntó el joven al escucharla, a lo que ella asintió con la cabeza.

    - ¿Por qué está mi mamá aquí? – Le preguntó ahora ella. Él la miró con una expresión casi de tristeza, o más bien de impotencia. Tenía miedo de decirle la verdad.

    - No te preocupes Sakura. – Le respondió mientras le acariciaba su cabello castaño. – Todo va a salir bien hermana. – En ese momento, se escuchan las voces de dos personas paradas del otro lado de la puerta de la sala.

    Justo afuera de la sala de espera, se encontraban dos hombres hablando. Uno era un hombre de cabellos castaños y anteojos, el otro era un hombre vestido con una bata blanca como la que usan los doctores. El hombre de pelo castaño parece estar muy preocupado.

    - ¡Doctor, eso es imposible! – Decía mientras tomaba al doctor de sus ropas como señal de desesperación.

    - Lo siento señor Kinomoto, no hay nada que podamos hacer. – Le respondió el hombre de bata blanca con la mirada tranquila. – Su esposa ha fallecido...

    Estas palabras fueron como una espada atravesándole el estomago. Sus ojos se dilataron por completo y su rostro se llenó de sudor. Lentamente bajó la mirada ante la noticia, tratando de poder aceptarla. En ese momento pudo oír como la puerta detrás de él se abría, haciéndolo voltear. Parados ahí viéndolo, se encontraban sus dos hijos. Ambos habían escuchado a la perfección toda la conversación que habían tenido.

    El mayor de ellos, el niño de cabello negro, se contenía las lágrimas mostrando una expresión seria, tratando de esta manera no reflejar su tristeza, y menos a su hermana. Por otro lado, la niña, inocente y pequeña, no comprendía del todo lo sucedido. Se acercó hacía su padre lentamente, tirando de su pantalón.

    - Papá. – Dijo la niña con su dulce voz. – ¿Dónde está mi mamá?

    El hombre la miró con una expresión de tristeza, ¿cómo explicar algo como esto a una niña de sólo tres años? Su padre se agachó, abrazándola fuertemente.

    - Sakura – Comenzó a decir. – tu madre ahora está muy, muy lejos.

    - ¿Muy lejos?, ¿adonde fue? – Preguntó con inocencia.

    - A un lugar muy distante pequeña.

    - ¿Y cuando va a volver?

    - Hija... ella nunca volverá...

    La niña no podía entender esas palabras, pero a pesar de que no sabía muy bien de que se trataba, por alguna razón esto le comenzaba a causar una gran tristeza por dentro.

    - ¿Por qué papá?, ¿por qué ya no va a estar con nosotros? – Le peguntaba la niña cerca del llanto.

    - Hija, ahora no puedes comprenderlo, pero en ocasiones la gente que queremos se va, pero esto no quiere decir que nos dejen, o que ya no estarán con nosotros. Ella siempre estará contigo pequeña Sakura...

    - Pero yo quiero que esté con nosotros.

    - Lo siento mi pequeña Sakura… pero eso ya no será posible…

    A pesar de que él trataba de aliviarla, no pudo evitar que comenzara a llorar de pronto. Aferrándose con fuerza a su oso y con sus ojos llenos de lágrimas, se soltó de los brazos de su padre y comenzó a correr por los pasillos del hospital.

    - ¡Sakura, espera...! – Le gritó su hermano antes de salir corriendo detrás de ella.

    En esos momentos lo único que quería era estar sola. Era sólo una niña, ella no comprendía lo que ocurría, pero amaba a su madre, y ella también la amaba, y el hecho de que le digieran que ya no iba a estar con ellos simplemente le rompía el corazón. Ni siquiera vio para donde corría, cuando menos lo pensó, ya estaba afuera del hospital, se encontraba afuera en la lluvia. En poco tiempo, su cabello, su ropa e incluso su oso, se empaparon con el agua que caía del cielo.

    Después de caminar unos minutos, se encontraba un poco más tranquila. Pensó en volver de una vez al hospital, pero al querer caminar de regreso, se dio cuenta de que se encontraba perdida. Era peligroso que una niña tan pequeña estuviera en las calles a esas horas de la noche, y en especial con esa lluvia; las aguas del río comenzaban a correr con fuerza. Se sentó en la acera abrazando con fuerza su oso, mientras comenzaba a llorar de nuevo ante el miedo que ahora la inundaba. A sus espaldas, se encontraba la barda que separaba a la baqueta con el canal por el que pasaba el río.

    En ese momento, a lo lejos, un carro se movía rápidamente por la calle. Ésta se encontraba mojada por la lluvia e iba demasiado rápido, lo que provocó que el conductor perdiera el control del automóvil. Cuando menos lo pensó, el auto se subió por accidente a la baqueta, comenzando a moverse con fuerza hacía donde estaba sentada la niña. Ésta, al momento de mirar hacía su lado, sólo pudo ver las luces del carro, que rápidamente se abalanzaban contra ella. La niña se quedó paralizada sin poder hacer nada al respecto.

    De pronto, frente a los ojos del conductor y de la pequeña, justo cuando parecía que el auto la golpearía, una figura, salida de entre las sombras de la noche, pareció cruzar la calle a toda velocidad, tomar a la niña en sus brazos, y saltar junto con ella la barda del río segundos antes de que el auto se estrellara contra ésta.

    El extraño la pegó con fuerza contra su cuerpo. La niña se sintió segura en los brazos de esa persona. Su cabeza se encontraba recargada en su pecho, cálido y fuerte, y podía sentir como sus brazos la sostenían con fuerza, como lo hacía su padre.

    - ¿Quién eres tú? – Logró preguntar la niña entre toda la conmoción, antes de que ambos cayeran juntos a las aguas del río...

    ******
    Es una mañana muy tranquila y normal en esta pequeña ciudad japonesa bautizada con el nombre de “Tomoeda”. El sol ya ha cubierto con su resplandor cada rincón de la ciudad; desde el parque de diversiones hasta la escuela que lleva su mismo nombre. La gente empieza poco a poco su rutina diaria común de los días laborales. Se pueden ver diferentes figuras uniformadas, caminando algunos hacía una misma dirección. Esto ya era como un ritual típico para todos los estudiantes que aún trataban de olvidarse de las vacaciones y adaptarse al nuevo ciclo escolar. Claro está, algunos adoptaban esto mejor que otros.

    En un barrio de la ciudad, se encuentra una pequeña casa pintada en un tono amarillo. En el interior de ésta, el día también comienza para sus habitantes. El despertador comenzó a sonar con fuerza justo cuando sus números rojos marcaron exactamente las seis de la mañana. La figura resguardada debajo de las sabanas comenzó a moverse de un lado a otro, siendo ésta la única señal de vida que daba, mientras el aparato seguía sonando. De pronto, algo parece comenzar a alzarse lentamente por encima de la cama, como flotando. Su forma era pequeña, de cuerpo en un tono amarillo claro, cabeza grande y cuerpo pequeño. El rostro del extraño ser comprendía unos pequeños ojos negros y una larga boca.

    El pequeño voló con una expresión adormilada hasta el despertador. Una vez colocado sobre él, descendió hasta poner sus dos pequeño pies en el botón de apagado para que así dejara de hacer tanto ruido. Sin embargo, una vez realizado su propósito, cayó rendido de sueño sobre el aparato. Segundos después, ignorante de que el ruido ya se había ido, la persona debajo de las sabanas asomó una de sus manos, acercándola lentamente hacía el despertador, para luego hacerla descender con fuerza, golpeando de esta manera al ser dormido sobre él.

    - ¡Hay! – Gritó en cuanto se sintió aplastado por la mano. Al escuchar este gritó, la habitante de la cama separó su rostro de la almohada.

    Era una joven de unos trece años de edad, piel blanca y tersa, de cabello castaño corto hasta sus hombros, de ojos grandes y verdosos. Aún con el sueño en su rostro, logró sentarse en la cama.

    - ¡¿Porqué me golpeas?! – Le preguntó la victima de su golpe, elevándose mientras se frotaba sus dos manos en su cabeza

    - Lo siento. – Le respondió ella mientras se frotaba el ojo derecho – ¿Pero qué haces en el despertador?

    - Es que tú no te despertabas. Se ve que aún no te acostumbras de nuevo a levantarte temprano.

    - Sí, eso creo. – Agregó con un largo bostezo. – Es mejor que me levante o llegaré tarde a la escuela.

    La joven se quitó de encima las sabanas blancas que la resguardaban y con un algo de entusiasmo en sus actos se puso rápidamente de pie. Se dirigió a su ropero, esculcando en él hasta encontrar lo que buscaba: un traje de escuela de falda verde oscura, una playera blanca con un listón rojo en el pecho, y una boina de color verde.

    “Hola, mi nombre es Sakura Kinomoto…”

    La joven comenzó a cambiarse de ropas lo más rápido que pudo, quitándose primero la pijama y luego poniéndose cada una de las prendas que correspondían a su uniforme. Una vez lista, se dirigió a su espejo, dónde empezó a arreglarse su hermoso cabello castaño.

    “… Tengo 13 años y vivo en la hermosa ciudad de Tomoeda, en Japón. Voy en primero de Secundaria, y asisto a la Secundaria Tomoeda.”

    Mientras la dueña de la habitación se arreglaba, el pequeño ser de color amarillo se posó de nuevo sobre las sabanas de la cama, entregándose de nuevo al sueño, ignorando por completo lo que sucedía fuera de su cabeza. De pronto, su pequeña siesta es interrumpida cuando el lugar en el que está dormido comienza a moverse, a elevarse y luego aparentemente arrojarlo contra la pared.

    Del otro lado de la sabana, aparecen las manos de la joven castaña, ya vestida con su uniforme, aparentemente arreglando sus tendidos.

    - Kero, deberías de hacer algo de provecho mientras no estoy. – Le decía la joven mientras arreglaba su cama. Al mismo tiempo, el muñeco prácticamente se despegaba de la pared.

    - ¿Y qué quieres que haga todo el día aquí yo solo? – Le preguntó algo enojado, y adolorido por el golpe.

    “Este ser tan curioso es Kero, un ser mágico que siempre está a mi lado. A veces es algo glotón, pero la mayoría de tiempo es adorable.”

    Después de una limpieza general de su habitación, y con su mochila en hombro, se dirigió hacía la puerta del cuarto, dispuesta a retirarse. Sin embargo, antes de tocar la perilla con su mano, dirigió su vista hacía su compañero para despedirse.

    - Ya me voy Kero, nos vemos en la tarde. – El muñeco se posó de nuevo sobre la cama ya tendida, al tiempo que la joven se despedía.

    Una vez afuera, bajó apresuradamente las escaleras, para luego dirigirse hacía la cocina. Sin embargo, durante su camino, pasó frente a una habitación que tenía la puerta abierta. Sin poderlo evitar, desvió su vista hacía el interior de ésta. Entre tanta pila de papeles y libros, distingue una cabellera castaña que se encuentra recostada sobre la mesa.

    - “Pobre.” – Pensó al verlo. – “Debió estar tan cansado que se durmió en su escritorio.”

    Lentamente, sin hacer el menor ruido, cerró la puerta del estudio para que pudiera seguir durmiendo.

    “Él es mi padre, Fujikata Kinomoto. Es maestro de historia y Arqueología en la Universidad de Tomoeda. Últimamente su trabajo parece ser más agotador. Él se ha encargado de mí desde hace ya mucho años.”

    La joven entró en el comedor, clavando su mirada en la mesa. Sobre ésta, se encontraba un pequeña portarretratos, con la foto de una mujer de cabello claro y largo en ella. Sakura se acercó e inclinó su rostro al frente.

    - ¡Buenos días Mamá! – Saludó Sakura al retrato con una gran sonrisa.

    “Ella es mi madre, Nadeshiko Kinomoto. Murió hace años, cuando yo tenía sólo 3 años, por lo que no tengo muchos recuerdos de ella.”

    Rápidamente se dirigió al refrigerador, buscando algo que desayunar. Aún era algo temprano, pero parecía tener un poco de prisa. La casa estaba algo callada, como si fuera la única en el sitio. Sólo se escuchaban sus pasos resonar en el suelo de madera. Colgados en la pared, se encontraban varias fotos. Entre ellas, se encontraba una en la que se veían a una niña de pelo castaño y corto, un hombre alto del mismo color de cabello y anteojos, y un joven alto de cabello oscuro y corto.

    “Ese joven es mi hermano Touya. Hace unos meses él y su mejor amigo Yukito se mudaron a Kyoto para continuar sus estudios en la Universidad de haya. Él siempre fue alguien molesto, pero aún así lo extraño a veces.”

    - Gracias por la comida. – Se dijo así misma mientras cruzaba sus dos manos al frente. Estando sentada y sola en la mesa, comenzó a comer su desayuno tranquilamente.

    Una vez acabada su comida, la joven se puso de pie, y con su mochila en mano, se encaminó hacía la puerta. En cuanto estuvo frente a ella, vio un tumulto de sobres que yacían en el suelo; parecía ser el correo. Antes de colocarse sus zapatos para salir, se agachó para tomar las cartas en sus manos.

    Comenzó a ver una por una con cierta curiosidad, como esperando ver alguna cosa en especial. De pronto, se detiene en una carta, una con un sobre de color azul claro.

    - ¡Es de Tomoyo! – Se dijo así misma a reconocer el nombre en el sobre.

    “Tomoyo Daidouji fue mi mejor amiga desde hace más de tres años. Pasábamos la mayor parte del tiempo las dos juntas. Sin embargo, su madre la envió a estudiar la secundaria a una escuela de Hooshi. No la he visto en los últimos meses, pero constantemente estamos en contacto por carta o teléfono."

    Sakura había visto la carta en sus manos con una gran sonrisa en su rostro. Sin embargo, ésta se desvaneció poco a poco hasta cambiar a una expresión totalmente diferente. Era como un reflejo de tristeza, nostalgia. Miró el sobre detenidamente en silencio por unos segundos.

    - Shaoran… - Se dijo así misma en silencio.

    La presencia de esa carta pareció traerle un mal recuerdo a su mente. Nostalgia, tristeza, incluso algo de rencor y melancolía. La carta de su amiga en si no era la culpable de eso, sino un recuerdo que le trajo consigo. De pronto, algo hace que la atención de la joven cambie. Siente una extraña sensación en su nariz, un extraño aroma.

    - “¡Este aroma!” – Pensó al sentirlo. – “Ya lo he olido en otra parte.”

    Rápidamente, pasó la carta de color azul hacía atrás junto con las otras. Frente a ella quedó la última de ellas. El sobre era de color blanco, y era éste de donde salía ese aroma tan extraño que había sentido; era como el olor de las rosas. El sobre estaba sellado con un emblema, un emblema que asemejaba a una rosa.

    Sakura se quedó quieta, clavando su mirada fijamente en ese extraño emblema. Tanto el aroma que despedía el sobre, como el emblema que lo adornaba, la hacían sentir algo familiar, pero no estaba segura de que era…

    ******
    De pronto, frente a los ojos del conductor y de la pequeña, justo cuando parecía que el auto la golpearía, una figura, salida de entre las sombras de la noche, pareció cruzar la calle a toda velocidad, tomar a la niña en sus brazos, y saltar junto con ella la barda del río segundos antes de que el auto se estrellara contra ésta.

    El extraño la pegó con fuerza contra su cuerpo. La niña se sintió segura en los brazos de esa persona. Su cabeza se encontraba recargada en su pecho, cálido y fuerte, y podía sentir como sus brazos la sostenían con fuerza, como lo hacía su padre…

    ******
    - “Este aroma a Rosas ya lo he sentido.” – Seguía pensando. – “Pero… ¿Dónde?”

    - ¿Sakura? – Escucha que alguien le habla a sus espaldas.

    Rápidamente se da la media vuelta para ver de quien se trataba. De inmediato distinguió la figura de su padre, parado frente a ella con una cara algo adormilada.

    - ¡Papá! – Dijo al verlo. – ¿Te desperté?

    - No, no hija. – Le contestó. – Me sorprende verte aquí, ¿no vas a llegar tarde?

    Al oír esto, sin perder el tiempo alzó su muñeca izquierda para ver su reloj. Efectivamente, ya se le estaba haciendo tarde. Apresurada tomó las cartas y se las dio a su padre. Se despidió, se puso los zapatos y salió corriendo de la casa.

    El señor Kinomoto, por su parte, se quedó de pie viendo al frente; aparentemente algo adormilado aún. Lentamente bajó la mirada y vio la carta con el sobre blanco que Sakura estaba viendo.

    La campana de la secundaria sonó como de costumbre. Para estas alturas cada alumno ya se encontraba en su respectivo salón, o por lo menos cerca de éste. Sakura se encontraba sentada en el interior de uno de ellos. Su asiento se encontraba a lado de la ventana. Esto le traía muchos recuerdos, ya que en la primaria se sentaba en un lugar muy parecido. La joven estaba sentada, viendo a través del cristal de la ventana. Del otro lado, se encontraba un árbol, con todas sus ramas cubiertas de hojas verdes.

    La mirada de la joven era llena de nostalgia, tristeza. Era la misma expresión que había puesto en esa ocasión, cuando vio la carta de su amiga, y le recordó… aquella persona…

    ******
    La figura de la joven era alumbrada por la luz que despedía aquella marca a sus pies. El ser frente a ella cerró los ojos en señal de aceptación. Ella, por su parte, alzó su bastón hacía ella. Las alas de éste se alargaron hasta casi tocar al ser frente a ella.

    - Regresa a la forma humilde que mereces… ¡Carta Clow! – Al decir estas palabras, el cuerpo del ser comenzó a cambiar. Un brillo la cubrió, y como si fuera parte del viento, su cuerpo comenzaba a alargarse y acercarse al bastón. La joven cerró unos momentos sus ojos. Parecía que por un instante lo dudaría, pero no fue así. Rápidamente los abrió de nuevo, mirando fijamente su objetivo. – Carta que fuiste creada por Clow, abandona esa vieja forma y transfórmate para servir a tu nuevo dueño… ¡hazlo por el nombre de Sakura!

    El brillo proveniente de la marca a sus pies creció a gran medida hasta cubrirlos a ambos. La forma del ser comenzó a cambiar drásticamente, tratando de tomar la forma que necesitaba: la forma de una Carta Sakura.

    De pronto, Sakura vio como algo no pasaba como ella esperaba. Lo que se supone era la carta que estaba sellando, se movió drásticamente hacía su izquierda, directo a la escalera que se había destruido. Ahí vio como la silueta de una persona era rodeada por la carta, hasta convertirse una esfera de color oscuro que lo rodeó por completo. Ella identificó de inmediato quién era.

    - ¡Shaoran! – Gritó la joven mientras volvía a las escaleras. Quería ir a donde él estaba, pero entre ellos había un gran abismo. Aún dentro de esa esfera, pudo ver como él alzaba su mirada, viéndola con una gran sonrisa en su rostro.

    - Que bueno que llegué a tiempo. – Le dijo. – Parece que aún me quedaba algo de magia. Es natural que estés cansada porque usaste muchas cartas en un sólo día.

    - Pero Shaoran. – Decía ella con la desesperación brotando sin remedio de su boca. El chico la miró tranquilo, talvez tratando de calmarla.

    - Aunque este sentimiento se pierda… no importa que cosa pase… te prometo que aún así… te seguiré…

    En ese momento, la esfera se cubrió por completo de un resplandor dorado. Por un instante, no fue capaz de ver nada de lo que ocurría en su interior. Impotente, sólo se pudo quedar de pie, viendo como pasaba lo que ella más temía…

    - ¡¡Shaoran no!! – Gritó alzando su mano al frente, como si pudiera alcanzarlo.

    El resplandor se esfumó por completo, y una vez más el joven fue visible para ella. Ella se quedó de pie, sin saber que decir o hacer. En ese momento, volteó a verla. Sintió en su expresión tal frialdad que casi le desgarraba el alma. Trataba de pronunciar alguna palabra, pero le era imposible.

    En ese momento, Sakura vio como una luz pasaba frente a su rostro y se mantenía flotando ahí por unos instantes. En esos momentos no lograba ver al chico frente a ella, pero aún así ese resplandor le despedía algo de confianza. Escuchó una voz dulce que le hablaba, al tiempo que el resplandor llegaba hasta su mano y tomaba forma. Era una carta, con la forma de una niña sosteniendo un corazón; la parte baja estaba escrita la expresión “The Hope”. La miró por unos momentos y luego volvió a alzar su rostro hacía el frente. Él la seguía mirando.

    - Sabes Shaoran. – Comenzó a decir, armándose de valor. – A decir verdad, no me importa lo que pienses ahora de mí. Tú me gusta mucho Shaoran, y siempre serás la persona más valiosa para mí…

    La joven tomó la carta entre sus manos y la presionó contra su pecho. Aún podía sentir algo cálido en ella, algo cálido que le llegaba hasta lo más profundo. Bajó la mirada, como no queriendo verlo. Sin embargo, algo sorprendente para ella pasó…

    - Para mi también… – Escuchó de pronto que su voz le hablaba. Lentamente subió su mirada de nuevo. Él estaba de pie, del otro lado, mirándola fijamente. Una sonrisa se dibujó lentamente en sus labios, como si le estuviera diciendo que todo estaba bien. – Sakura…

    ******
    - ¡Buenos Días Kinomoto! – Escuchó de pronto que una voz le decía a su lado. Esto la sacó drásticamente de sus pensamientos.

    Parada a lado de su escritorio, se encontraba una joven de cabello rojizo y corto hasta los hombros, vestida con su mismo uniforme. Sakura la volteó a verla un poco exaltada ante la sorpresa de escuchar su voz, pero luego de un rato pareció calmarse.

    - ¡Eres tú Tsubaki! – Dijo agarrando un poco de aire. La joven notó algo raro en ella.

    - Oye, ¿te sucede algo? – Le preguntó con cierta curiosidad.

    - ¡No!, ¡No! – Le contestó apresurada. – Creo que estaba tan sumida en mis pensamientos que me sorprendiste… eso es todo.

    Sakura terminó sus palabras con una risa nerviosa que no convenció del todo a la joven pelirroja. Sin embargo, decidió no hacer más preguntas al respecto. Sakura volteó su vista hacía el pupitre. Casi había olvidado por completo lo que estaba pensando hace un momento. Tsubaki se sentó en el escritorio que estaba a lado.

    - Otra vez estás muy pensativa, ¿no? – Comentó la joven pelirroja. – ¿En que piensas ahora?

    - En nada en especial. – Le contestó.

    - A mí no me engañas. Siempre que una chica mira por la ventana, debe de estar pensando en algo romántico.

    - ¡¿Romántico?!

    - Sí... Yo creo que la linda Sakura Kinomoto está enamorada…

    - Bueno yo…

    Sakura trataba de encontrar que decir para zafarse del comentario de su amiga. En ese momento, la puerta del salón se abrió de golpe. Sakura volteó a ver hacía haya por simple reflejo. En el umbral, se encontraba un chico, vestido con un uniforme de color negro, alto, de piel ligeramente morena, cabello negro y largo agarrado con una pequeña cola de cabello y ojos grandes y oscuros. El chico pareció llamar la atención de todas las alumnas presentes en el salón.

    - ¡Es Hirameshi! – Dijo Tsubaki con un tono emotivo. – ¿No te parece realmente encantador Kinomoto?

    - ¿He? – Dijo ella algo extrañada ante la pregunta.

    Ya parecía una costumbre de la gente de este salón el reaccionar así al entrar ese chico. Parecía la clase de chico que una chica buscaría: alto, apuesto, fuerte e inteligente. Su amiga parecía estar en las mismas condiciones que el resto. Sin embargo, Sakura no le ponía mucha atención. El chico caminó hacía su escritorio, que se encontraba justo enfrente del de Sakura.

    - Buenos días Kinomoto. – Saludó en cuanto estuvo frente a ella.

    - Buenos días. – Regresó ella el saludo. El chico colocó su mochila sobre el escritorio y luego se sentó en la silla, volteando hacía Sakura.

    Sakura sintió sus grandes ojos oscuros encima de ella. En un principio no le puso mucha importancia, pero después de un rato comenzó a incomodarla.

    - ¿Si? – Preguntó algo nerviosa.

    - Qué hermosos ojos verdes tienes Kinomoto. – Le dijo con un tono suave.

    Tsubaki que estaba sentada a lado, se sorprendió al oír esas palabras. Sakura por su parte, se quedó muy extrañada ante la pregunta, y al mismo tiempo más nerviosa que antes.

    - Bueno… gracias… - Le contestó ella tratando de ser amable.

    - Me hubiera encantado estar en tu misma escuela durante la primaria. Así los hubiera contemplado desde hace muchos años. – Las palabras de Hirameshi la hacían ponerse roja de vergüenza. Los años al parecer no la habían ayudado a separarse de su lado tímido. – Kinomoto…

    - ¿Si? – Dijo casi sin poder hablar.

    - ¿Podrías verme detrás del gimnasio durante el receso?

    - ¡¿Qué?! – Gritaron tanto Sakura como Tsubaki al escuchar esa pregunta.

    Mientras el resto de los alumnos comían sus respectivos almuerzos, detrás del Gimnasio de la Secundaria, Sakura asistía a la cita que había acordado. Se encontraba de pie esperando, mientras a lo lejos Hirameshi se acercaba con una soda de bote en cada mano. Al mismo tiempo, entre los arbustos, Tsubaki espiaba lo que ocurría. En el rostro de la joven de veía estaba realmente nerviosa; no sabía que era lo que estaba haciendo ahí.

    - “¡¿Qué rayos estoy haciendo aquí?!” – Pensaba inquietantemente – “¡¿Porqué me meto en estas cosas?!”

    En ese momento, el chico le arrojó una de las sodas que traía consigo, tomando desprevenida a la joven. Sakura trata de reaccionar, tomando la soda que le habían arrojado. Casi se le resbalaba de las manos, pero al final pudo sostenerla.

    - Tienes buenos reflejos. – Le comentó Hirameshi.

    - Gracias. – Contestó ella.

    Hirameshi abrió la soda que tenía en su mano y luego dio un largo trago de ésta. Por su parte, Sakura seguía inmóvil, sosteniendo entre ambas manos el regalo que le acababa de dar. Por unos instantes todo su sumió en un incómodo silencio.

    - Kinomoto. – Dijo de pronto Hirameshi, llamando de nuevo la atención de Sakura. – Sé que sólo nos conocemos desde hace un mes o un poco más. Sin embargo, tengo que decirte algo. – Sakura, y también Tsubaki oculta en los arbustos, se exaltaron al escuchar esas palabras. – Quiero decirte… que me gustas…

    Sakura se quedó como piedra al escuchar eso. Tal fue su sorpresa, que sin querer soltó la soda que tenía en sus manos. La lata descendió hasta caer con fuerza en la tierra a sus pies.

    - “¡Qué chica tan afortunada es Kinomoto!” – Pensaba Tsubaki sin quitar sus ojos de la escena.

    - Kinomoto… ¿te gustaría ser mi novia?

    La joven se quedó petrificada con su rostro totalmente rojo de la pena. Parecía estar aún en shock después de escucharlo. Entonces, pareció despertar y salir un poco de la sorpresa. Sin decir ni una sola palabra, bajó la mirada hacía sus pies. La soda se había abierto al caer al suelo, manchando un poco sus zapatos; sin embargo, esto pareció no molestarla.

    - Lo… lo siento… - Dijo de pronto aún con la mirada baja. Al oír esto, el chico se sorprendió. – Lo siento pero… no puedo ser tu novia…

    Sin dar más explicación, la joven se dio media vuelta y salió corriendo, mientras Hirameshi se quedaba de pie viendo como se alejaba. Al principio se vio extrañado por esa reacción. Sin embargo, después de un tiempo su rostro demostró cierto enojo. Apretó con fuerza el bote en su mano, haciendo que el jugo saliera de éste y manchara su mano. Al mismo tiempo, Tsubaki se había quedado congelada ante la reacción de su amiga.

    En los bebederos de la escuela, Sakura se encontraba mojando un pequeño paño blanco. Después de unos momentos, cierra la llave del agua y luego camina hacía una banca, en la cual apoya su pie. Con el paño comienza a limpiar la soda que le había caído encima. En su expresión una vez más se dibuja la tristeza y la nostalgia. No sabía si era por lo que acababa de pasar, o si era por lo… otro…

    - Shaoran… - Se dijo así misma como un suspiro, sin perder de vista sus zapatos de color blanco.

    - ¡¿Qué estás loca Kinomoto?! – Escuchó de pronto que la voz de Tsubaki le gritaba a su lado. Del susto, la joven casi cae al suelo, pero logró recobrarse.

    - ¿De qué hablas? – Le preguntó mientras trataba de agarrar algo de aire.

    - ¡¿El chico más apuesto del salón te pide que seas su novia y tú te echas a correr de esa manera?! – Le gritó casi enojada – ¿Qué te pasa?

    - No había forma de que le dijera que sí… - Le contestó con un tono algo triste. Tsubaki se extrañó al escuchar ese tono en la voz de su amiga. De pronto, una sonrisa picara se dibujó en su rostro.

    - Lo sabía. – Dijo con algo de sospecha. Luego, extendió su mano derecha, hasta que su dedo pulgar tocó la frente de Sakura – ¡Estás enamorada de alguien!, ¿verdad? – Sakura miró nerviosa el dedo que estaba sobre su frente.

    - Yo…

    - ¿Quién es Shaoran?

    - ¡¿Qué?! – Gritó sorprendida – ¡¿Cómo…?!

    - Los estabas suspirando hace un momento, y creo que no es la primera vez.

    - Es que… es algo privado…

    - ¡Dímelo! – Le gritó con un tono rudo, acercando su rostro a ella. Era tal la determinación de la chica, que Sakura no tuvo más remedio que ceder…

    Sakura y Tsubaki se encuentran ahora conversando entre los árboles del jardín, sentada a la sombra de uno de ellos. Tsubaki tenía sobre sus piernas una caja de almuerzo, del que tomaba algunos bocados mientras escuchaba a su compañera.

    - Shaoran fue la persona más importante de mi vida. – Le comenzó a contar la joven castaña. – Fue la primera persona en confesarme abiertamente lo que sentía por mí… y la primera persona a quien le dije con todo mi corazón que me gustaba. – La joven guardó silencio unos instantes. – Yo creí que él y yo teníamos algo… pero hace como un año que no tengo ninguna noticia de él.

    Al oír esto, Tsubaki pareció ahogarse con un pedazo de su almuerzo, ya que comenzó a toser con fuerza mientras se golpeaba el pecho. Sin embargo, Sakura pareció no darse cuenta de lo que le pasaba.

    - Su familia vive en Hong Kong. – Prosiguió. – Creo que le he escrito casi 100 cartas, pero no he recibido ni una sola respuesta. He querido ir a visitarlo, pero siempre que quiero comunicarme para haya para avisar o algo así, nunca me responden. – Después de un rato, Tsubaki parece haber podido hacer pasar el pedazo de comida, y comenzó a respirar normalmente. – Es como si quisiera que yo pensara que ha desaparecido…

    - ¡Eso no! – Gritó Tsubaki mientras se ponía de pie. – ¡¿Cómo es posible Kinomoto?!, ¿Sigues detrás de un chico del que no tienes noticia en un año?, ¿Dónde esta tu dignidad por favor? – Las palabras de Tsubaki no agradaban del todo a la joven. – Si ese tipo estuviera realmente interesado en ti, ¿Crees que actuaría de esa manera?

    - ¡Tú no sabes nada de Shaoran! – Le respondió ella con un tono agresivo, poniéndose también de pie.

    Tsubaki dio inconscientemente un paso hacía atrás al escuchar ese grito por parte de su amiga. Era la primera vez que veía algo de furia en la expresión de Sakura. Tsubaki vio que todo lo que le había dicho era realmente enserio. De pronto, Sakura vio como la pelirroja extendía sus dos manos hacía el frente, colocándolas en sus hombros.

    - Parece que realmente lo quieres. – Le dijo Tsubaki, con tono tierno y sensible que tranquilizó a la castaña – ¿Pero te parece justo que te quedes siempre esperando a que él te responda sin ningún resultado? Escúchame, eres linda, simpática, lista, enérgica… Piénsalo, ¿crees en verdad que si él tuviera un sentimiento especial por ti te trataría de esa manera? – Sakura se sobresaltó un poco al escuchar ese último comentario…

    - ¿Un sentimiento… especial…? – Se dijo así misma en voz baja, la joven de ojos verdes bajó su mirada sin perder la expresión de sus ojos.

    La conversación con Tsubaki no le había ayudado del todo a sentirse mejor. Sin embargo, sus palabras le habían hecho recordar algo muy importante que sucedido hace cerca de un año. Los recuerdos de esa noche eran tan vividos en su mente como siempre lo habían sido. Podría ser que entre sus palabras, Tsubaki le había dado una clase de respuesta…

    ******
    - Para lograrlo, tendrás que sacrificar el sentimiento más especial que posees en este momento…

    - Aunque este sentimiento se pierda… no importa que cosa pase… te prometo que aún así… te seguiré…

    ******
    - “Eriol me lo advirtió.” – Pensaba la joven de cabello castaño. – “Si quería salvar a la ciudad, a las cartas y a las personas, tenía que sacrificar el sentimiento más especial que tenía. Shaoran… ¿Podrá ser que en verdad todo lo que sentías por mí se esfumó esa noche?”

    - ¿Te pasa algo hija? – Escuchó de pronto que la voz de su padre le hablaba. – Te notó algo callada.

    Sakura se encontraba sentada en la mesa de su casa, acompañada de su padre que estaba sentado frente a ella. Afuera estaba lloviendo, y aún en el comedor se pueden escuchar las gotas de lluvia caer. Ambos se encontraban comiendo la cena, aunque Sakura se encontraba metida profundamente en sus pensamientos, hasta que su padre la sacó de ellos.

    - No, no… no es nada. – Le contestó apresurada, tratando de dibujar una sonrisa falsa en sus rostro.

    - Últimamente has estado muy pensativa, ¿ocurre algo malo? – Sakura volvió a descender su vista, quitando la sonrisa de su cara.

    - Nada malo. – Le dijo con algo de desgano. – Solamente que me he sentido muy sola sin Tomoyo o Touya por aquí… eso es todo.

    - Sí. Parece que muchas cosas en tu vida están cambiando pequeña Sakura. – Le dijo su padre con una voz algo profunda. Sakura volteó a ver a su padre. Una expresión algo pensativa adornaba su perfil. – Los cambios son parte de crecer, y nos gusten o no tenemos que afrontarlos. – La joven se extrañó al escuchar esas palabras de su parte. No era normal verlo de esa manera tan seria. – Sakura, hay algo que quiero comentar contigo.

    - ¿Qué pasa? – Preguntó algo preocupada.

    El señor Kinomoto alzó sus manos hacía el frente, cruzándolas frente a su rostro. Luego, recargó sus codos en la mesa, de tal manera que su plato de comida quedará ente ellos.

    - Unas personas se acaban de comunicar conmigo hace poco. – Le dijo con un tono serio. – Sakura, me acaban de ofrecer un trabajo en la Universidad de Keio.

    - ¡¿Enserio?! – Gritó emocionada Sakura al tiempo que se separaba de su silla. Por primera vez en el día se le veía un gran entusiasmo en su mirada. – ¡¿En la Universidad de Keio?!, ¡No puedo creerlo!, ¡Te felicito!, ¡Es una gran oportunidad para ti!

    La niña parecía saltar de alegría ante la noticia. Keio era una de las Universidades más antiguas y prestigiosas del Japón. El que su padre fuera a trabajar en ese lugar era un gran orgullo para ella y no podía evitar el sentirse feliz. Sin embargo, como de golpe, algo le llegó a la cabeza sacándola por completo de toda su alegría.

    Su padre permanecía sentado, con la misma expresión; parecía que sabía muy bien que era lo que por la mente de su hija estaba pasando en ese instante. Sakura bajó sus brazos lentamente, y miró perdidamente hacía el frente.

    - Pero… La Universidad de Keio está en Tokyo… - Dijo la joven con algo de ahogo en sus palabras. Su padre cerró un momento sus ojos.

    - Si acepto el trabajo, tendría que mudarme a Tokyo. – Le mencionó sin cambiar su tono de voz. Sakura se quedó totalmente callada al escuchar esto. – Sé que ya empezaste el año, y no sé si estés dispuesta a dejar a estas alturas Tomoeda y venir conmigo. – El señor Fujikata bajó sus manos, y apoyándose con ellas en la mesa se puso de pie. – Ésta sería un gran cambio para todos. Podría arreglar que te quedarás a vivir con Sonomi por una temporada si así lo prefieres. – Sakura no decía nada; simplemente se le quedaba viendo. – Dejaré que lo pienses…

    Tenía tantas cosas en la cabeza que sentía que ésta le iba a estallar. Con su mirada perdida y moviéndose como si no tuviera nada de vida en el cuerpo, Sakura caminaba hacía su habitación. La puerta del cuarto se abrió lentamente, mostrando del otro lado la silueta de su dueña. El lugar era únicamente alumbrado por la luz de una lámpara que se encontraba sobre el buró a lado de la cama. Afuera la lluvia continuaba. Lentamente caminó hacía la cama y sin esperar ni un segundo, se desplomó sobre ella de tal manera que su rostro cayera sobre una almohada. Aferró con fuerza sus manos a este objeto, atrayéndolo por completo hacía si.

    - ¿Porqué? – Se decía así misma mientras clavaba su rostro en la almohada. – ¿Porqué me tienen pasar estas cosas?... – En la voz de la joven se veía una gran desesperación y tristeza. Parecía no poder soportar todo lo que le está pasando. – Mi mamá, Yukito, Touya, Tomoyo… Shaoran… Todos se han ido, ¡Todos!... Y ahora, ¿Qué es lo que tengo que hacer?, ¿Me iré de Tomoeda para siempre?, ¿O me tengo que separar de mi padre…?, ¡¿Qué demonios es lo que debo de hacer?!... Desearía que las cosas fueran como siempre… desearía que las cosas fueran como siempre han sido… ¿Porqué…?

    Sakura ocultó por completo su cara en la almohada de su cama, tratando de olvidarse de todo lo que la rodeaba. Se sentía tan fuera del lugar, como si no perteneciera a ese sitio. Por primera vez en mucho tiempo, sentía las ganas de no existir…

    En ese instante, algo llamó su atención. Una vez más, entre toda la oscuridad en que se había metido, sintió de nuevo ese aroma a rosas. Despegó rápidamente su rostro, alzando la cabeza. Era ese aroma una vez más. Lentamente se giró hacía el buró que estaba a lado de su cama. Ahí se encontraban dos sobres. Uno era le sobre de color azul claro que le había enviado su amiga Tomoyo. Pero sobre este sobre, estaba la otra carta, la carta de sobre blanco y con ese sello en forma de rosa.

    - ¡Es la carta de esta mañana! – Se dijo sorprendida al verlo. Habían pasado tantas cosas que ni siquiera se había acordado de leer el correo que le había llegado.

    Era raro como una vez más ese aroma llegaba a ella. Extendió su mano hacía el buró, tomando la carta del sobre blanco. La acercó hacía ella, mirando detenidamente el sello que la mantenía cerrada. Se quedó inmóvil y silenciosa unos momentos, antes de decidir abrirlo.

    Con su mano derecha abrió el sobre de un tirón. Luego, metió su mano para sacar el contenido de ésta. Al jalar los papeles que estaban adentro, algo más salió. Sakura vio como un pequeño objeto salía del sobre y caía directo a su almohada.

    Rápidamente, la joven bajó la vista, centrándola en ese misterioso objeto. Al principio no pudo identificar de qué se trataba; era pequeño y blanco. Acercó su mano a él y lo alzó para verlo de cerca. Ya frente a su rostro, pudo ver que era una sortija… una sortija de color blanco, con un sello de color rosa en ella. El sello era algo similar al que estaba en el sobre, el sello de una rosa.

    - ¿Qué es esto? – Se preguntó mientras miraba la sortija con cierta extrañes. El sello parecía brillar con intensidad cuando la escasa luz del cuarto lo tocaba.

    En ese instante, Sakura volteó hacía su otra mano, donde sostenía el contenido del sobre. Sin soltar ninguna de las dos cosas, se sentó en la cama y luego acercó los papeles hacía ella. Eran dos cartas, ambas dobladas con dos dobleces. La primera parecía estar rodeada por un listón rosa que lo mantenía cerrado. Sakura quitó el listón lentamente y luego abrió la carta.

    El Papel era de forma rectangular y de color blanco. En las orillas tenía como adornos algunas líneas de color rosa. Esta carta tenía el mismo aroma que el sobre. Extrañamente, sólo contenía una oración en letras negras, colocada en el centro del papel con un tipo de letra muy llamativo.

    - ‘Ven y conoce tu destino.’ – Dijo Sakura, leyendo el contenido de la carta. Se quedó muy extrañada al leer eso, ya que no le encontraba ninguna clase de sentido.

    Después de unos segundos cambió a la otra carta que había recibido. Esta era diferente a la otra; parecía más que nada una especie de documento. Sakura centró primeramente su atención en el título de la carta, escrito con letras grandes y negras: “Academia Othori”.

    - ‘Estimada Señorita Kinomoto Sakura’. – Comenzó a leer el contenido de la carta. – ‘Nos complace informar que ha sido aceptada en la Academia Othori de la ciudad de Hooshi, como alumna del 1º Grado de Secundaria en el presente ciclo escolar.’ – Mientras leía, la confusión se hacía claramente visible en su mirada. – ‘Será un placer para nosotros contar con su presencia dentro de nuestra Institución. Por favor, repórtese lo antes posible para que pueda implantarse en sus clases sin más tardar… ¿Atentamente… la Directiva de Othori…?’

    Una vez terminada, Sakura bajó la carta hasta sus rodillas. La verdad no podía entender ni una sola palabra de lo que acababa de leer. Era como si le estuvieran hablando a otra persona.

    - ¿Academia Othori? – Se preguntó así misma algo, confusa. – ¿Esa es la escuela en que estudia Tomoyo?, Pero si yo nunca pedí solicitud para entrar…

    En ese momento, volteó la carta hacía atrás, teniendo al frente de nuevo la primera de ellas. Se quedó un largo tiempo, viendo fijamente esas palabras escritas… “Ven y conoce tu destino…”

    - “¿Mi Destino?” – Pensaba sin quitar sus ojos de la carta. De pronto, su expresión cambió. Parecía sorprendida, asombrada, o hasta asustada. – “¡No puede ser!”

    ******

    - ‘Tú destino aún no está preparado…’ – Recordaba Sakura que una voz le decía. Frente a ella, simplemente se encontraba la silueta de una persona que no distinguía con claridad. – ‘Hasta que ese día llegue, tú tendrás que olvidar esta noche… pero nunca olvides la fortaleza de tu corazón. Sólo ella te llevará hacía tu verdadero destino…’

    ******

    Sakura soltó las cartas, haciendo que éstas cayeran sobre sus rodillas. Sobre éstas, además, cayó la sortija de color blanco. Sakura se quedó con la mirada perdida, viendo hacía el frente. Parecía estar asustada o intranquila por algo. Sus ojos parecían estar a punto de soltar las lágrimas, pero no eran por tristeza. No sabía que era lo que le estaba pasando.

    - “¿Qué son…?” – Pensaba con cierta ansiedad. – “¡¿Qué son esos recuerdos?!... ¡Eso no pasó en realidad!... ¿o sí?... ¡¿O sí?!”

    La joven llevó su mano derecha hasta su boca, apretándola con fuerza, Parece tratar de evitar que soltara un grito. La otra mano ha aferró con fuerza su pecho. Podía sentir como los latidos de su corazón subían cada vez más de ritmo.

    - ¡Sakura! – Escuchó de pronto que una voz chillona le gritaba a su derecha. El grito la asustó tanto que inconscientemente alzó su mano derecha, golpeando lo que fuera que la había llamado.

    La figura amarilla del guardián Kerberos salió volando por la habitación después de haber recibido un fuerte golpe por parte de su ama. Su pequeño cuerpo quedó estampado en la pared por unos instantes, antes de descender hasta el suelo. Sakura se le quedó viendo fijamente con el susto aún en los ojos. Su respiración se había vuelto muy agitada por la impresión.

    - ¡¿Porqué me golpeas?! – Le gritó Kero, que se levantaba del suelo y volaba hasta ponerse frente a su rostro.

    - Lo siento mucho Kero. – Le dijo, aún algo exaltada. – Pero me asustaste.

    - ¿Qué te ocurre?, ¿Te veo muy intranquila?

    Sakura no le contestó. Guardó silencio unos momentos, volteando a ver de reojo las cartas y la sortija que estaba sobre ella. Se les quedó viendo fijamente por unos segundos sin pronunciar ni una sola palabra. Kero la observaba con preocupación y extrañes.

    De pronto, Sakura agachó la cabeza y llevó sus dos manos hacía ella, haciendo un gesto de dolor. Más imágenes venían a su cabeza sin entender de qué se trataba. Era oscuro, veía charcos de agua, un río y las luces de un carro. Todo lo vio en menos de un segundo, y al terminar se desplomó de nuevo en la cama.

    - ¡Sakura! – Gritó exaltado el guardián, acercándose a ella.

    Sakura tenía los ojos cerrados, como si se hubiera desmayado. Kero descendió hasta las sabanas de la cama, colocándose frente al rostro de su ama. Una vez ahí, comenzó a moverla, tratando de hacer que reaccionara. Después de unos segundos, la joven abrió de nuevo sus ojos verdes. Aunque borroso al principio, pudo distinguir la figura amarilla de Kero frente a ella.

    - Sakurita. – Le dijo Kero, mirándola con preocupación. – ¿Qué te pasa?

    - Esa noche. – Dijo la joven mientras se sentaba en la cama. – La noche en que murió mi madre.

    - ¿Qué?

    - Pero… eso fue hace diez años… - Sakura se encontraba balbuceando en voz baja, y Kero era incapaz de entenderla. En ese momento, la puerta del cuarto se abrió de golpe. Por reflejo, Kero se quedó paralizado, como su fuera un muñeco.

    - ¡Sakura! – Escuchó que su padre decía desde la puerta. Ella lo volteó a ver rápidamente. – ¡¿Te sucede algo?!

    Sakura no dijo nada. Lentamente volteó a ver de reojo las cosas que le habían llegado por correo, en especial la sortija blanca. Rápidamente tomó la sortija en una mano y a Kero en la otra, apretándolo tanto que casi lo asfixiaba.

    - ¡Tengo que salir un momento papá! – Dijo apresurada mientras salía del cuarto.

    - ¡Pero está lloviendo!

    - ¡No importa, llevaré mi sombrilla!

    Fujikata se quedó extrañado al ver como su hija salía disparada sin dar explicaciones. Aunque en el fondo lo hacía sentir mejor, ya que no se veía tan triste como antes. En ese momento, volteó su mirada hacía la cama de su hija. Las cartas colocadas sobre las sabanas llamaron de inmediato su atención.

    Sin importar el clima que hay afuera, Sakura salió a la calle, cubriéndose con un amplio paraguas de color azul. En su hombro, inocentemente sentado, se encontraba Kero, quien aún estaba algo confundido sobre lo que estaba pasando. La joven caminó unos minutos y luego se paró de golpe. Kero miró en todas direcciones para ver porque se habían parado.

    - ¡Es aquí! – Dijo de pronto la castaña, con sus ojos centrados en el otro lado de la calle. Su mirada estaba totalmente perdida en los recuerdos que difícilmente podía ver. – ¡Aquí es donde ocurrió!

    En la otra banqueta, había una larga barda de color verde que tenía un agujero en la parte baja. Del otro lado de la barda se encontraba un canal por el que pasa el río. Debido a la lluvia que estaba cayendo, en ese momento el río parecía estar muy abundante. Sakura miraba en esa dirección sin desviar ningún segundo su mirada.

    - ¿De que hablas Sakura? – Le preguntó Kero algo extrañado.

    - La noche en que murió mi madre, yo me sentía muy triste y sin querer me salí del hospital en plena lluvia… yo sola. – En ese momento, la joven alzó su mano derecha hacía el frente, apuntando hacía la reja que rodeaba al río. – Cuando menos lo pensé me encontraba ahí, en ese mismo lugar.

    Kero miró hacía la dirección en que su dueña apuntaba. Se dio cuenta de que no se trataba de un camino desconocido para ellos. En el tiempo que él llevaba en Tomoeda, recordaba que Sakura ya había pasado algunas veces por ahí. Entonces, ¿por qué hasta ahora le venía ese extraño interés?

    - Creí que tu madre había muerto cuando tenías tres años, ¿Cómo puedes recordarlo?

    - No lo sé… en verdad no lo sé. – Sakura bajó un poco la cabeza. En su rostro se veía una gran confusión. – Nunca había pensado en eso antes de este día, y no sé porqué ese recuerdo se me vino a la mente de nuevo. Aún así… no tengo muy claro que fue lo que sucedió…

    Sakura seguía tratando de recordar que era lo que había pasado aquella noche. Lo único que tenía eran ciertas imágenes que aparecían en su cabeza, imágenes que cada vez se volvían más confusas. En ese momento, un extraño sonido la saco de sus pensamientos. Un sonido que a su vez lo sentía relacionado con lo que estaba tratando de recordar. Entre el sonido de la lluvia caer, escuchaba otra cosa: llanto, el llanto de una persona.

    Rápidamente alzó su mirada hacía el frente, al lugar al que estaba mirando hace un momento. Se trataba de una pequeña niña, de cabello en un tono rubio y largo, vestida con traje de color rosa y, lo que a Sakura le llamó más la atención, un oso en sus manos. La niña caminaba por la otra banqueta. Se veían las gotas resbalar por sus mejillas; y no eran gotas de lluvia.

    - ¿Qué hace esa niña afuera con este clima? – Preguntó Kero al verla.

    Sakura, por su parte, se le quedó viendo fijamente con una expresión de confusión. Esto le había dado otro recuerdo. En lugar de esa niña, se vio así misma parada del otro lado de la banqueta. Esa noche llovía, y también estaba triste.

    - ¿Porqué estoy recordando esto? – Se preguntaba así misma totalmente confundida.

    De pronto, escuchó otro sonido que la hizo reaccionar de la misma manera. Era el sonido de las llantas de un carro, acercándose por la calle. Las luces delanteras del carro atravesaban la lluvia, llegando hasta donde ellos estaban. El vehículo pareció perder el control y salirse del camino. La niña alzó su mirada al frente y vio como el vehículo se dirigía directo hacía ella. Sakura, al ver esto, reaccionó en un instante.

    - ¡¡Cuidado!! – Gritó la joven, al tiempo que corría con todas sus fuerzas hacía el otro lado de la calle. En el transcurso, había soltado su paraguas, el cual cayó lentamente hacía el suelo.

    - ¡Sakura! – Gritó el pequeño guardián, pero la sombrilla de Sakura descendió hacía él, cubriéndolo y haciéndolo caer al suelo.

    La niña se había quedado paralizada al ver ese auto acercarse a ella. De pronto, cuando menos se dio cuenta, las manos de la ex Card Captor la tomaron con fuerza y luego ambas se arrojaron hacía el frente…

    - ¿La Academia Othori? – Preguntó una mujer de cabello rojizo y corto que estaba del otro lado de la línea. Ésta se encontraba sentada en su oficina, con su teléfono puesto en su oreja derecha. – ¿Por qué preguntas?

    En la casa Kinomoto de Tomoeda, el profesor Fujikata se encontraba de pie frente al teléfono. En su mano izquierda, sostenía un par de papeles.

    - Tomoyo está estudiando haya, ¿no es así? – Mencionó el profesor con seriedad.

    - ‘Así es. Se trata de una escuela algo antigua de Hooshi. Es muy exclusiva y costosa, por lo que no cualquiera logra entrar.’

    - Sakura acaba de recibir una carta. – Le informó al tiempo que alzaba la carta de su mano. – Al parecer le están ofreciendo una beca para que estudie haya

    - ‘¿Una beca?, no sabía que habías enviado solicitud.’

    - Bueno, yo no lo hice. Pensé que a lo mejor tú lo habías hecho.

    - ‘Yo tampoco fui. De hecho yo no fui la de la idea de que Tomoyo fuera a esa escuela.’

    - ¿No?

    Una sombrilla de color rojo se movía por las calles a lado del río. Debajo de ésta, la figura de la amiga de Sakura, Tsubaki, se refugiaba de la lluvia.

    - Qué clima tan horrendo. – Se decía así misma con desganó, mientras caminaba. – Es casi tan horrendo como el día que he pasado.

    De pronto, un fuerte ruido llamó su atención de golpe; había sido como una especie de choque. Tsubaki giró su atención hacía su izquierda. En la barda que se encontraba del otro lado del río, se encontraba un auto, con la mitad de él prácticamente adentro. El golpe del auto había tumbado la barda de protección.

    Mientras tanto, Kero se quitaba la sombrilla azul de encima. Rápidamente volteó a ver hacía la otra banqueta. El carro había chocado contra la barda.

    - ¡Sakura! – Gritó el muñeco mientras se elevaba en el aire, sin importar quien pudiera verlo.

    Debido a la lluvia que caía le era muy difícil mantenerse en el aire. Sin embargo, pudo llegar hasta donde se encontraba el auto, manteniéndose flotando en el aire. La barda había sido derrumbada. Sin embargo, no parecía haber rastro de Sakura o de la niña. El guardián se movió un poco hacía el frente, hasta colocarse sobre el río. Una vez ahí, pudo ver algo. Sakura se encontraba colgada de la orilla del canal, sostenida únicamente de su mano derecha. Al mismo tiempo, con su mano izquierda, sostenía a la pequeña, que tenía sus pies volando hacía abajo.

    - ¡Tengo miedo! – Decía la niña entre lágrimas, mientras se aferraba con fuerza a su oso, usando su otra mano.

    - No te preocupes, todo va a estar bien. – Le decía ella mientras trataba de sostenerse. Su brazo poco a poco comenzaba a perder fuerza. Si no hacía algo, ambas caerían al río. – “¿Qué hago?, ¿Qué hago?... “ – Se preguntaba con insistencia. – “Mamá…”

    - ¡Sakura! – Escuchó de pronto que la voz de Kero le gritaba desde arriba. Sakura alzó su mirada y vio la pequeña figura de su amigo flotando sobre ellas.

    - Kero… - Dijo la joven casi sin fuerzas.

    En ese momento su brazo ya no pudo resistir más tiempo el peso de ambas. Los dedos de la joven se soltaron de golpe, y ambas se comenzaron a precipitar hacía las aguas del río. Kero trató de alcanzarla, abalanzándose hacía abajo.

    Mientras caía, Sakura tenía su mano derecha alzada hacía el arriba, y ésta era la única cosa que era capaz de ver. Inconscientemente, comenzó a cerrar sus ojos, como si comenzara a quedar inconsciente…

    - ‘Tú destino se ha preparado…’ – Se escuchó de pronto que una voz profunda le decía.

    En ese momento, los ojos de la joven de cabello castaño se abrieron, separando sus parpados con toda su fuerza. En ese instante, un fuerte destello de luz pareció estallar justo frente a ella, brillando como si se tratará de una gran estrella. Sentía algo raro, como si estuviera flotando o cayendo lentamente en el agua. Sin embargo eso parecía no llamarle la atención; sólo podía ver esa gran esfera de luz frente a ella.

    De pronto, de entre toda la luz blanca en sus ojos, distinguió una gran silueta negra que poco a poco se volvía más grande. Era la figura de una persona, pero no lograba verla con claridad. La persona comenzó a descender rápidamente, hasta estar prácticamente a su frente. Quien quiera que fuera, extendió su mano hacía ella, tomando con fuerza la de ella. Sakura, sin dudarlo, apretó con fuerza la mano que le había extendido.

    Su rostro parecía opacado por el fulgor a sus espaldas. Aún así, sentía algo conocido, algo confiable, algo cálido. Su mano la hacía sentir tan segura como no se había sentido en mucho tiempo. Por un instante, sintió como si ambos estuvieran suspendidos en el aire, inmóviles. Aún así, sentía como una ligera brisa pasaba entre ellos.

    - ¡¿Eres tú?! – Le preguntó sin quitarle sus ojos de encima. – ¡¿Eres tú a quien vi hace diez años?!

    - ‘El día que te prometí llegó.’ – Le siguió diciendo sin soltarla. – ‘La fortaleza de tu corazón ha sido lo que te ha traido hasta este momento.’

    - ¡¿Quién eres tú?!, ¡¿Qué sabes de mi destino?!

    - ‘Esas son preguntas que tú responderás por tu cuenta tarde o temprano…. Sakura, Ven y conoce tu destino…’

    En ese momento, el destello se volvió más fuerte, tanto que los ojos de la joven fueron incapaces de ver. Y en un sólo segundo, todo se volvió… blanco…

    Sus ojos seguían aún cerrados. El agua había dejado de caer del cielo, pero el suelo en el que ella estaba recostada seguía muy húmedo. Frente a su rostro, su guardián en forma de muñeco flotaba. Lentamente se acercó a ella y comenzó a tocar su mejilla con su pequeña patita.

    - Sakura, Sakurita… - Decía, mientras trataba de despertarla.

    - ¡Kinomoto!, ¡Kinomoto! – Escuchó de pronto que alguien cerca de ahí gritaba.

    Rápidamente Kero se quedó totalmente paralizado, quedándose tirado a lado de Sakura como si fuera un muñeco. Tsubaki corrió por la banqueta hacía donde la joven castaña se encontraba. Una vez ahí, se agachó un poco y la agitó algo brusca en sus actos. Después de unos momentos, los ojos verdes de la joven se abrieron. Lo primero que vio al despertar fue el rostro de su amiga.

    - ¿Estás bien? – Le preguntó ella al verla despertarse. Con una mano en su cabeza, logró sentarse en la banqueta.

    - ¿Qué sucedió? – Preguntó algo confundida.

    - Es lo que quiero saber. – Le contestó ella. – ¿Qué fue ese resplandor?

    Al escuchar esa pregunta, Sakura se olvidó por completo de su cabeza o de donde estaba. Rápidamente se giró hacía su amiga, mirándola con ansiedad y tomándola de sus hombros.

    - ¡¿Resplandor?! – Preguntó apresurada. – ¡¿Tú lo viste Tsubaki?!, ¡¿Tú también lo viste?! – Tsubaki retrocedió un poco sin entender la reacción de Sakura.

    - Sí, eso creo. – Le contestó nerviosa. – Pero no estoy segura de que era…

    Sakura bajó sus manos y su mirada lentamente. Se quedó muy pensativa sobre lo que acababa de ver. Todo parecía haber sido como una clase de sueño. De pronto, escuchó unas voces a su lado. La pequeña niña a la que acababa de tratar de salvar se encontraba acompañada de una mujer; parecía ser su madre. Sakura se quedó perpleja, viendo a la mujer abrazando con fuerza a la pequeña.

    - Kinomoto, ¿Y esa sortija? – Escuchó de pronto que su amiga le preguntaba.

    Entonces, Sakura desvió su mirada hacía abajo una vez más. Notó de inmediato lo mismo que Tsubaki acababa de ver. En el dedo anular de su mano izquierda, se encontraba esa sortija que había recibido; la sortija de color blanco y un sello en forma de rosa. Aún admirada por todo, alzó su mano y la acercó a su rostro. El sello se veía tan claro a pesar de estar nublado.

    - “¡¿Fue real?!” – Se preguntaba así misma. – “¡¿Todo este tiempo fue real?!”

    Mientras Sakura tenía sus ojos clavados en el sello de esa sortija, Tsubaki tomaba en sus manos a Kero, que seguía inmóvil como muñeco.

    - ¡Qué raro!, juraría que este muñeco estaba volando hace unos momentos. – Comentaba la joven, mientras tiraba lentamente de una de las orejas del guardián.

    - ‘Es una buena escuela, eso te lo puedo asegurar.’ – Le dijo Sonomi al señor Fujikata con quien aún seguía hablando por teléfono. – ‘No hubiera enviado a Tomoyo si no hubiera estado segura de eso. Con Tomoyo haya puede que no se sienta tan sola. Creo que sería una mejor opción que llevarla hasta Tokyo.’

    - Sí, también lo creo así. – Le mencionó el profesor, el cual tenía sus ojos puestos en una de las cartas que traía en sus manos. Era una carta blanca que sólo tenía escrita una frase en letras negras…

    Las nubes poco a poco parecían despejarse del cielo. Ya se estaba haciendo de noche, pero por las nubes que cubrían el firmamento éste no tenía el color típico del ocaso. Sakura caminaba de regreso a su casa, sosteniendo su paraguas en las manos. Kero, igual que antes, estaba sentado en su hombro. Sakura había estado muy callada en todo el camino, y Kero lo había notado.

    - Oye Kero. – Dijo de pronto la joven rompiendo todo el silencio. – ¿Tú fuiste quien nos salvó? – Kero pensó un poco antes de contestar.

    - Iba a hacerlo, pero algo raro sucedió. – Le dijo con firmeza. Sakura se detuvo y se quedó parada con cierta seriedad. – Fue un resplandor que las cubrió por un segundo y luego se esfumó. Como por arte de magia, las dos aparecieron en la banqueta. No sé que fue todo eso.

    - ¿Sólo fue un segundo? – Le preguntó con algo de ahogo en su tono.

    - Sí, así es. – Le contestó el muñeco. Sakura desvió en ese momento la mirada y se quedó muy pensativa. – Sakura, ¿Qué fue lo que pasó?

    Ella pensó en contestarle, pero no estaba segura de que palabras decirle. De nuevo en silencio, reanimó la marcha hacía su hogar. Las palabras que había escuchado en ese momento le seguían dando vueltas. Estaba tan metida en sus pensamientos que ni siquiera se había dado cuenta de que estaba en el frente de su casa.

    - ¿Sakura?, ¿Eres tú? – Escuchó de pronto que la voz de su padre le hablaba desde el comedor.

    - Sí papá. – Le contestó desde la puerta. Colocó sus zapatos en la entrada y caminó hacía el interior. Sakura y su padre se encontraron en el recibidor. Por alguna razón, no tenía ánimos de verlo a los ojos. – Lamento haberme tardado.

    - ¿Estás bien? – Le preguntó con cierta preocupación al verla algo mojada.

    - Sí, sí… - Contestó. – Ya me siento mejor. Sólo necesitaba algo de aire fresco.

    Su padre se quedó de pie inmóvil por unos momentos. Sakura también se quedó parada, con su mirada en el piso. De pronto, el señor Fijikata caminó hacía ella, colocándose a una corta distancia de su hija. Sakura alzó la cabeza, viendo a su padre que la miraba con una extraña sonrisa. Esa era la sonrisa que acostumbraba ver en él. Hubo algo en ella que la tranquilizó un poco.

    - Sakura, leí la carta que recibiste de Othori. – Le dijo de pronto. Esto dejó atónita a la chica. – Le acabo de hablar a Sonomi para preguntarle al respecto. Es una buena escuela según dice. – Guardó silencio antes de continuar. – Pienso que talvez el estudiar ahí junto con Tomoyo te sea de mejor agrado que quedarte aquí en Tomoeda o venir conmigo a Tokyo.

    - Bueno… - Comenzó a decir ella con algo de balbuceos. – Lo estuve pensando, y creo que sería agradable ir a Othori y estar junto con Tomoyo de nuevo… pero…

    Sakura calló de golpe. Su padre había sentido algo en su tono. Era talvez miedo o dudas. Ella bajó una vez más su mirada. Se sentía aún muy confundida sobre lo que tenía que hacer, ya que ahora tenía que elegir algunos de los caminos que se le habían puesto. En la vida con cada decisión que se toma, se escoge un camino. Sakura tenía miedo de tener que decidir que camino era el que tenía que seguir.

    En ese momento sintió como las manos firmes de su padre se colocaban sobre sus hombros. Alzó una vez más su mirada. El rostro de su padre estaba justo frente al suyo, ya que éste se había puesto en cuclillas frente a ella. La mirada de su padre era la que siempre había visto. Ésta le inspiraba una gran confianza, una gran seguridad. Era tierna, era sensible pero firme. Esa era la mirada de su padre.

    - Siempre hemos estado juntos hija. – Comenzó a decirle. – Nunca nos hemos separado, ya que siempre has sido mi pequeña. Después de que tu madre murió, siempre estuvimos tú, yo y tu hermano. Sin embargo, en este momento tu hermano ya se ha retirado, y esto lo hizo para poder seguir su propio camino. Esa fue una decisión que él tomó por su cuenta. En este momento es el turno de que tú también tomes una decisión… el momento de que también tomes un camino… mi pequeña Sakura…

    Sakura se le quedó viendo fijamente sin decir una sola palabra. Simplemente se quedaba de pie, escuchando cada una de las palabras que su padre le decía. Siempre su padre había sido su principal fuente de confianza, y en esta ocasión no había sido la excepción. Sin que se diera cuenta siquiera, los ojos de la joven se comenzaron a llenar poco a poco de sus lágrimas. Sin poder contenerse, se abalanzó hacía el frente, abrazando con fuerza a ese ser a quien tanto quería.

    - ¡Papá!… ¡Te quiero!… - Le decía con gran alegría aunque lo dijera entre sollozos. Él por su parte, la tomaba con el mismo cariño en el que ella lo hacía.

    - Y yo a ti cariño…

    La puerta del cuarto se abrió lentamente, igual que hace unos minutos. Aún la luz estaba apagada con excepción de la luz sobre el buró. Sakura en esta ocasión no fue a su cama, sino que caminó hacía la ventana de la habitación. En el camino, el pequeño ser amarillo se retiró de su hombro y comenzó a flotar a lado de su ama.

    Sakura se paró frente a la ventana, viendo hacía arriba. Las nubes poco a poco parecían retirarse; casi parecía que no hubieran estado ahí. Y poco a poco la luz de la luna comenzaba a alumbrar. Sakura centró sus ojos verdes en el brillo de ese astro que tan buenos recuerdo le traía.

    - ¿Sakura? – Preguntó Kero, que flotaba a lado de su rostro.

    Sakura se quedó en silencio unos momentos, como si no lo hubiera oído. De pronto, giró su mirada hacía su guardián, teniendo una brillante sonrisa en el rostro.

    - Ya lo he decidido… - Le dijo con seguridad – Tú y yo iremos a Othori…

    “Y fue en ese momento, en el atardecer de un día de Primavera, en el que las Arenas del destino comenzaron a moverse hacía la misma dirección… y la más hermosa de las rosas blancas, comenzó a florecer…”

    FIN DEL CAPITULO 1

    - - - - - - - - - - - -

    Sakura: Tratando de buscar una respuesta al misterio de esta sortija, me dirijo ahora hacía la ciudad Hooshi, donde me reúno de nuevo con mi amiga Tomoyo. Lo que busco esta aquí, en la Academia Othori, ¿Pero que clase de lugar es éste?, ¿Qué hace esta chica aquí?, ¿Qué rayos es lo que pasa en esta escuela?

    Kotori: Cuando entras en Othori, entras en un nuevo mundo.

    Sakura: No se pierdan el próximo capitulo de “La Rosa Blanca”…¡El Mundo yo voy a Cambiar!

    = Capitulo 2: La Entrada =

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  2.  
    blackrose18

    blackrose18 Usuario VIP Comentarista Top

    Piscis
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    Sin tener ganas de molestar.. pero varios pedazos del fic son en sí como leer el primer capítulo del manga de Utena exactamente, no quiero sacar conjeturas, pero espero no se vuelva demasiado parecido ni al manga ni la serie.

    Mini dedazo xD

     
  3.  
    Pami

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    Lo encontré interesante, me recordó muchísimo a los primeros fics que leí de CardCaptor Sakura, tiene ese toque de aquellos FanFics que encontraba en las páginas en el 2003~2005.
    Al ser crossover siempre han manejado un poco de escenas similares a uno de los mangas de los que hablan, es comprensible. No sé porqué pero siempre sucedió.

    Tienes algunos errores de dedo y de tildes, entre los de dedo anoté los siguientes:
    digieran - dijeran
    baqueta - banqueta
    de haya - de allá
    hacía haya - hacia allá.
    ¿He? - ¿Eh?
    estudiando haya - estudiando allá.
    talvez - tal vez.

    Tienes problema, de hecho, con el 'haya' y el 'allá'.

    Sugeriría bastante que revisaras tu capítulo o buscaras un beta, ayudan bastante.

    Hace mucho que no leía algo así, me recuerda a La Torre de Tokyo.
    Por cierto, el fic puede quedarse aquí o, si va a manejar más CCS que otros fandom, irse al foro de CardCaptor Sakura.

    Kotori me cae mal, es el único personaje de las CLAMP que me cae mal xD
     
  4.  
    Estrella Solitaria

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    Me parecio muy buena la trama de tu historia sobre Sakura, el misterio sobre la sortija me encanto, pero que triste que no sepa nada de Shaoran. No me fije mucho en la ortografía porque ya personas anteriores lo mencionaron. Las personalidades se apegan a los personajes y el padre de sakura sigue siendo tan comprensivo como siempre, espero el siguiente capitulo.
    Saludos!!!
     
  5.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

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    La Rosa Blanca [Long-Fic]
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    *Comentarios:
    @blackrose18: Primeramente, gracias por ser la primera ene ste foro en leer mi historia y dejarme un comentario, y también por ser creo la primera persona en estos 6 años en leer la historia y tener un conocimiento amplio de Utena. Sobre lo que comentas, tienes razón, y la verdad no es algo que me enorgullezca. Lo que pasa es como mencione antes, esta historia la comencé hace 6 años ya, y el concepto ha estado cambiando mucho desde entonces. En un principio me parece que quería hacer algo burdo, de seguir la línea de la serie de Utena a mi estilo, pero conforme iba avanzando fui cambiando esto, y desprendiéndome a una línea totalmente diferente. Pero pro lo mismo, varios de los primeros capitulos tienen mucha semejanza con la primera temproada del anime, no por completo, más bien en la línea de los capitulos (por ejemplo el orden de los Duelos). Pero aproximadamente del capitulo 15 en adelante, dejé definitivamente de hacer eso y tomar otro rumbo diferente.​
    A lo largo de estos años he considerado muchas veces el no sólo editar, sino reescribir todos los primeros capitulos, por lo que tú mencionas, por los errores argumentales y de ortografía que tienen. ¿Por qué no lo he hecho? Sé que no es excusa, peroal verdad es que tengo 6 años escribiendo este fanfic, con capitulos que actualmente ya llegaron a tener en promedio 18,000 palabras por capitulo (no es broma) y apenas voy a la mitad de la historia (tampoco es borma), así que mi prioridad pro el momento es llevarlo a buen término. En otras palabras, ya quiero terminarlo, pero a la vez no quiero cortarlo, asi que ando lidiando con eso. Luego de terminarlo, si aun me quedan ganas y energías, pienso hacer algo asi comouna reedición o versión mejorada, o algo asi. Pero por lo pronto, si me pongo a reeditar todos los primeros capitulso, me tardaré otros 10 años en termianr esto xDu. Así que en conclusión, ahora ando en un plan de "lo hecho, hecho está" con respecto a esta historia.​
    @Pami: Gracias por tus palabras realmente, significan mucho para mí :), y también gracias por mover la historia al foro de CCS. Es curioso, en todo este tiempo, es la primera vez que alguien me dice que mi Fanfic le recuerda a Mikki-chan. Extrañamente yo sólo he leído "El Último Cardcaptor", hace tiempo he querido leer los demás fanfics de ella, pero su sitio oficial siempre me da problemas para poder verlos. Algún día tal vez lo haga xD. Y si te recuerda a los fanfics que aparecieron entre el 2003 y 2005 como dices, tal vez sea pues este fanfic lo empecé justamente en el 2005, así que tiene mucho de la época (supongo). Lo que mencionas sobre los errores de dedo y ortografía, bueno, va de la mano con lo que dije arriba sobre el comentario de blackrose18. Este capitulo lo escribí hace 6 años, y en ese entonces no le ponía tanta atención a esos detalles. De hecho, ni siquiera lo releía luego de terminarlo, algo que ahora hago con todos mis fanfics. Así que sí, tiene muchos de esos errores, y de seguro algunos de lso otros capitulos lo tendrán.​
    ¿Por lo que lo corrijo? Pues aunque suena mal y de seguro me van a regañar, sigo diciendo lo mismo: ando en un plan de "lo hecho, hecho está" con respecto a esta historia. Voy para adelante y quiero darle un final lo más pronto posible, si me pusiera a corregir todos los primeros capitulos, me tardaría unos años más en terminarlo. Y además tengo otros dos proyectos que me ocupan actualmente, y que tambien tengo que repartir mi tiempo libre entre éste, el otro, el otro, mi novia, mi salud y mi familia xD. Así que bueno, para no hacerlo largo, no lo corrijo porque no tengo tiempo realmente. Lo que mencionas del Beta Reader, lo he intentado un par de veces, pero nunca me ha funcionado. No sé, creo que soy malo para trabajar con una segunda persona, yo tengo mis tiempos muy irregulares, mis modos, mi no sé qué de que sé yo, y simplemente no me funciona.​
    No sé porque a todo el mudno le cae mal Kotori xDu, no sé que es ese algo que hace que todos la odien. A mí me agrada y en todo caso me cae más mal Kamui, jajaja.​
    @Estrella Solitaria: ¡Muchas gracias pro tu comentario! Siempre intentó apegarme a la personalidad de los personajes, pero en coasiones es dificil predecir como reaccionarian a cierta situación particular. Lo de la sortija va de la mano con al serie de Utena (que no es necesario haberla visto para entenderle a la trama) y lo de Shaoran se retomara más adelante. Y lo de la ortografía, bueno, xDu sin comentarios, jajajaja. Muchas gracias de nuevo, y espero que disfrutes el Capitulo 2, que no se porque me salio tan corto...​
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    Número de Palabras: 7,581 (Capitulo 02)
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    Su rostro parecía opacado por el fulgor a sus espaldas. Aún así, sentía algo conocido, algo confiable, algo cálido. Su mano la hacía sentir tan segura como no se había sentido en mucho tiempo. Por un instante, sintió como si ambos estuvieran suspendidos en el aire, inmóviles. Aún así, sentía como una ligera brisa pasaba entre ellos.

    - ¡¿Eres tú?! – Le preguntó sin quitarle sus ojos de encima. – ¡¿Eres tú a quien vi hace diez años?!

    - ‘El día que te prometí llegó.’ – Le siguió diciendo sin soltarla. – ‘La fortaleza de tu corazón ha sido lo que te ha traído hasta este momento.’

    - ¡¿Quién eres tú?!, ¡¿Qué sabes de mi destino?!

    - ‘Esas son preguntas que tú responderás por tu cuenta tarde o temprano…Sakura, Ven y conoce tu destino…’
    En ese momento, el destello se volvió más fuerte, tanto que los ojos de la joven fueron incapaces de ver. Y en un solo segundo, todo se volvió… blanco…

    - - - - - - - - - - - -​

    A lo lejos se escuchaba el agua de la regadera cuando ésta caía sobre el suelo. La puerta del baño estaba cuidadosamente cerrada, y su interior estaba completamente cubierto por el blanco vapor surgido de la ducha caliente. Al mismo tiempo, una joven de cabello oscuro y largo, se movía de un lado a otro con mucha rapidez. La joven tenía el pelo recogido, y usaba una visera blanca en su cabeza; además, llevaba puesta una playera verde clara de mangas cortas, una falda blanca corta y debajo de éste unos shorts de tela del mismo color. Se movía revisando cada rincón, como buscando algo.

    - ¡Aquí está! – Se dijo así misma después de agacharse debajo de una de las camas del cuarto. Rápidamente estiró su mano para sacar una larga raqueta de tenis negra con cuerdas verdes.

    Una vez encontrado lo que buscaba, se alzó de nuevo para poder irse. Sin embargo, justo cuando se levantaba, escuchó un ligero timbre que venía de encima de la cama. Rápidamente dirigió su mirada hacía ella. Colocado sobre sus sabanas, había un objeto de color amarillo, de forma rectangular, con algunos botones que brillaban al ritmo del timbre que sonaba.

    - ¡Oye Daidouji!, ¡Tú teléfono está sonando! – Gritó la joven al tiempo que se dirigía hacía la puerta de la habitación – ¡Voy a jugar Tenis!, ¡Nos vemos más tarde!

    Para cuando ella salió del cuarto, el sonido del agua ya había cesado por completo. Pasaron unos escasos dos o tres segundos antes de que la puerta del baño se abriera, dejando pasar por ella gran parte del vapor. Entre toda la neblina, se distingue una figura blanca que camina hasta colocar sus pies desnudos en la alfombra de la habitación. Su piel era blanca, prácticamente se puede decir que era pálida. Su cabello era largo y oscuro, y sus ojos azules y grandes.

    La joven se encontraba cubierta por una bata blanca y por una toalla en su pelo del mismo color. Del lado izquierdo, la bata parecía tener una insignia bordada, algo parecido a una rosa. Caminó hasta la cama, tomando el teléfono. Después de presionar un botón, lo dirigió a su oído.

    - Hola. – Dijo con una voz dulce. – ¿Quién habla?

    De pronto, sus ojos se abrieron de par en par al escuchar esa voz del otro lado de la línea. Su sorpresa fue tal que no pudo ni hablar al principio, pero luego toda su emoción se desmoronó de golpe.

    - ¡Sakura! – Gritó entusiasmada. – ¡Qué sorpresa!, ¡¿Cómo has estado amiga?!

    Después de unos momentos, la sonrisa amistosa de su rostro se borró momentáneamente, regresando a esa expresión de sorpresa que tenía al principio. Inconscientemente llevó una de sus manos a su boca como señal de sorpresa.

    - ¡¿Qué dices?! – Preguntó por último con la voz entrecortada, pero luego su emoción volvió a surgir. – ¡¿Estas aquí en Hooshi?!
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    Capitulo 2: La Entrada

    Parada en la banqueta de la ciudad, con su maleta a un lado y un mapa frente a su rostro, se puede distinguir una cabellera castaña que se asoma por encima del papel blanco del mapa. En su mirada se ve cierta preocupación o confusión. Detrás de ella, la gente de la ciudad se encontraba caminando de un lado a otro sin ponerle mucha atención.

    - ¡Cielos! – Se decía así mima. – ¡Esta ciudad es realmente grande!

    - ¿Qué tan difícil puede ser encontrar esa escuela? – Comentó el pequeño Kero, mientras asomaba su cabeza por la maleta.

    - Mejor le llamo otra vez a Tomoyo para que me diga como llegar.

    La joven acercó su mano al bolso que traía consigo, sacando de éste uno de esos teléfonos de color amarillo. Sin embargo, cuando se disponía a marcar los números, alguien que pasaba detrás de ella la empujó por accidente, haciendo que el aparato en sus manos se le fuera para el frente. El teléfono rodó hasta llegar a la mitad de la calle.

    - ¡Rayos! – Se dijo en voz baja mientras caminaba hacía su aparato, dejando su maleta en la banqueta.

    Algo distraída en sus actos, había olvidado fijarse en los carros de la calle. Kero, que la veía desde su posición, pudo ver como un vehículo se acercaba rápidamente hacía donde estaba su joven dueña.

    - ¡Sakura! – Gritó el muñeco, tratando de advertirla.

    La recién llegada se agachó para poder tomar su aparato. Sin embargo, en cuanto lo tuvo en la mano, escuchó el grito de su acompañante. Por instinto, alzó la mirada hacía su derecha, viendo como la parte de enfrente del vehículo estaba por precipitares en su contra.

    Todo fue tan rápido que no pudo ni moverse. Simplemente se dignó a cerrar sus ojos y bajar la mirada, como esperando que algo pasara. Para su suerte, ese milagro pasó. Se escuchó claramente el rechinado de las llantas contra el asfalto, al tiempo que detenían su marcha. La defensa del auto se detiene a tan sólo unos centímetros de la chica. Ella pudo sentir como el frío metal se posaba justo frente a ella.

    Sakura abrió lentamente los ojos, siendo la matrícula del vehículo lo primero que ve; un rectángulo largo y blanco con unas letras en un tono rosa que deletreaban la palabra “Rose”. La joven se le quedó mirando unos segundos, sin reaccionar aún.

    - ¿Te encuentras bien linda? – Escucha de pronto que una voz le dice al frente. Aún algo asustada, logra ponerse de nuevo de pie, centrando su mirada en el conductor, que la miraba con una expresión despreocupada. – Deberías de tener cuidado en la calle...

    El auto era conducido por un chico de largo cabello rojizo que se escondía detrás de la tela blanca de su uniforme, que se encontraba además adornado por algunos botones y bandas en un tono dorado. Lo que más llamó la atención de la castaña, fueron sus grandes y brillantes ojos azules, y esa sonrisa que adornaba su blanco rostro.

    - Sí... lo siento... – Logró responder, aún algo afectada por el susto.

    - No te preocupes. – Le dijo el joven. Su voz hacía sentir muy extraña a Sakura. Era cálida y segura. – También fue mi culpa por no fijarme bien. – Luego de decir esto, abrió la puerta del conductor, bajando del carro sin perderla de vista en ningún momento. – Así que dime, ¿Qué hacía una chica como tú a la mitad de la calle?

    - Bueno... – Sakura alzó el teléfono para mostrárselo – Es que estaba tratando de tomar mi teléfono porqué se me había ido.

    - Qué tontita. – Le dijo con algo de burla, no pero con la intención de ofender. – ¿No te das cuenta que me hubieras causado una gran pena?

    Mientras Sakura conversaba con el extraño, Kero se encontraba observándolos desde la maleta en la banqueta.

    - “¿Y ese chico quién será?” – Se preguntaba el ser mágico.

    En ese momento, Sakura pensó que sería buena idea preguntarle a ese chico sobre el lugar que buscaba en lugar de llamarle de nuevo a su amiga.

    - ¿Ya te sientes bien? – Le preguntó amablemente el joven, recargándose en la carrocería de su vehículo.

    - Sí, gracias. – Le contestó recobrando su aliento normal. – Disculpe, no sé si me pueda ayudar. – El chico no aparentaba tener más de uno o dos años más que ella, pero aún así no pudo evitar el tener que llamarlo de “usted”. – Vera, es que estoy buscando un lugar.

    - Bueno, conozco muy bien esta ciudad. – Le contestó – ¿Qué estás buscando?

    - Estoy buscando la “Academia Othori”, donde estudia una amiga, ¿No sabe dónde se encuentra?

    Después de oír tal pregunta, el joven pelirrojo se le quedó viendo con una cara de extrañado. Sakura notó esto al instante, y también se quedó extrañada.

    - ¿Estás hablando enserio? – Preguntó el joven sin perder la expresión.

    - Sí... – Contestó ella sin entender muy bien la sorpresa del chico. – ¿Por qué?, ¿Pasa algo malo?

    - No, no es nada – Le dijo, con una sonrisa de regreso en su rostro. – Es que me parece raro que alguien pregunte sobre donde se encuentra la Academia Othori.

    Mientras le contestaba, el chico extendió su mano derecha, haciendo que su dedo apuntara por encima de su hombro izquierdo. Sakura alzó la mirada hacía donde le apuntaba. De pronto, por encima de todos los edificios de la ciudad, alzándose en todo su esplendor, vio una larga torre blanca, que parecía casi como un faro. La joven se le quedó viendo unos momentos, como hipnotizada. De pronto, la voz del joven la sacó de sus pensamientos.

    - Es la Torre de la Rectoría. – Le mencionó. – Está justo en medio de toda la Academia Othori. Esa torre se puede ver desde cualquier punto de Hooshi. Además, mira a tu alrededor.

    Sakura bajó la mirada, volteando hacía las banquetas. Estaba tan apresurada y concentrada en sus cosas que no había notado algo. Casi todos los jóvenes que caminaban estaban vestidos de la misma manera, con el mismo uniforme escolar. Los chicos vestían unos pantalones verdes claros, y un chaleco color negro. Las mujeres usaban una falda corta color verde claro, y un chaleco también negro.

    - ¡Todos visten el mismo uniforme...! – Dijo sorprendida.

    - Si vives en Hooshi es seguro que estudies en Othori. Por estas cosas no es muy difícil dar con la Academia. – Al mismo tiempo que le decía esto, el chico regresaba al interior de su vehículo, colocando sus manos sobre su volante. – Sube.

    - ¿Qué?

    - En estos momentos me dirijo para aquel sitio. Si quieres te puedo llevar.

    - ¡Muchas Gracias! – Le contestó corriendo hacía la puerta del copiloto.

    - No olvides tu maleta.

    Al escuchar esto último, rápidamente giró su mirada hacía la banqueta, y algo apenada corrió hacía ella, tomando su maleta por la manija. Rápidamente corrió de regreso al auto y de inmediato este comenzó la marcha.

    Una vez en camino, Sakura tenía su atención puesta en todos los alrededores que iban pasando. Desde que había llegado a la ciudad, le había parecido un sitio muy extraño. Todos los edificios parecían tener cierta antigüedad, a la vez belleza, desde sus molduras, puertas, altas ventanas, calles blancas, faros de luz, etc. Parecía como una antigua ciudad europea justo aquí en Japón.

    - ¡Qué ciudad más hermosa! – Mencionó Sakura, mientras miraba con cierta admiración.

    - Es la primera vez que vienes a Hooshi, ¿verdad? – Le preguntó el chico pelirrojo sin quitar su atención del camino. La joven respondió con una afirmación de su cabeza. – Disculpa mi descortesía. Mi nombre es Kiryuu Touga del Tercer Grado de Secundaria*; ¿Tú como te llamas?

    - Yo soy Kinomoto… Kinomoto Sakura. – Le contestó con una sonrisa amistosa.

    - Sakura… – Se dijo así mismo el chico con algo de satisfacción. – ¡Qué bello nombre! – La joven no pudo evitar sonrojarse un poco al oír esas palabras. – Así que, ¿a qué vas a Othori?, ¿Vienes de visita?

    - No, no exactamente… - La joven no contestó del todo la pregunta.

    En ese momento, su expresión cambió a una más seria. Bajó un poco la mirada al mismo tiempo que alzaba su mano izquierda, hasta que sus ojos se encontraron con esa sortija blanca que ahora traía consigo. El sello en forma de rosa que tenía parecía brillar más con la luz del sol de esa ciudad. Touga, por su parte, al sentir la seriedad a su lado, volteó a verla de reojo. Lo primero que vio al voltear, fue la sortija que traía consigo. La miró por unos segundos, y luego dirigió de nuevo su mirada la frente, adornando de nuevo su rostro con una sonrisa.

    - Ya veo, así que eres tú… - Mencionó en voz baja, pero no lo suficiente para que Sakura no lo escuchara.

    - ¿Qué? – Le preguntó confundida, volteando a verlo.

    - Mira, hemos llegado. – Le informó de inmediato, mirando hacía el frente.

    Al oír estas palabras, Sakura desvió su atención hacía la parte delantera del auto. A lo lejos, más delante de la calle, Alzándose por encima de árboles y construcciones, se encontraba los grandes edificios de la Academia Othori. Sakura abrió sus ojos de par en par, al mismo tiempo que se acercaban, con una gran maravilla en su expresión. Todo el lugar se cubría poco a poco con el brillo de sus construcciones blancas y adornos dorados en ellas. La Academia parece situarse por encima de cualquier cosa en la ciudad, como un gran castillo ubicado en lo más alto de su reino, lleno de ríos, árboles y costas.

    El auto marchó por una pequeña calle, rodeada de algunos árboles y al mismo tiempo de estudiantes que marchaban hacía la misma dirección. Sakura alzó su mirada con admiración. En el arco dorado de la puerta principal, se podía ver el sello de la rosa, el sello de academia, y justo detrás de esté, se ve la torre principal de la Escuela, aquella que ella ya había visto desde lo lejos pero que de cerca se veía tan prepotente y fuerte.

    - ¡¿Ésta es la Academia?! – Preguntó sorprendida la joven castaña, al tiempo que se acercaban a la puerta. – ¡Qué grande es!

    - Eso es porque tiene los grados de primaria, secundaria, preparatoria y universidad en el mismo campus. – Le comentó el conductor con algo de elocuencia al hablar. – Así como algunos, dormitorios para sus alumnos, aunque la mayoría se encuentran fuera del terreno de la escuela.

    En cuanto el automóvil estuvo justo frente a la Entrada, Sakura sintió como si el tiempo se detuviera por un momento. Sintió casi como una presión sobre el pecho en cuanto pasaban por debajo del arco. La sensación duró sólo un instante, ya que en cuanto estuvieron adentro ésta desapareció. Era extraño, no había sentido esa sensación desde hace ya algo de tiempo.

    Touga los dirigió hasta el gran estacionamiento que estaba en la parte de enfrente, dónde se encontraban varios vehículos estacionados. Sakura pensaba en lo que acababa de pasar, tratando de averiguar que había sido. Una vez colocado en uno de los lugares, Touga apagó el motor delicadamente. En cuanto el sonido del carro se esfumó, otro ruido tomó su lugar.

    - ¡Superior Touga! – Escuchó de pronto la joven que varias voces gritaban a los lejos. Los gritos la hicieron reaccionar de golpe.

    En un abrir y cerrar de ojos, vio como una multitud de alumnas vestidas con el uniforme de la Academia se reunía frente a la puerta de Touga, casi peleándose por estar más cerca. Sakura las miró totalmente confundida y hasta algo asustada.

    - Buenos días. – Le contestó el joven, alzando su mano derecha. Luego, abrió lentamente la puerta, y las jóvenes se hicieron hacía atrás para dejarlo salir de su vehículo. El joven se puso de pie y rápidamente fue rodeado por completo. En ese momento, voltea a ver a su acompañante por encima de su hombro. – Discúlpame, tengo algunas cosas que hacer; ¿Podrás seguir tú sola?

    - ¿He?... Sí, sí… - Contestó Sakura, agitando su mano. – Gracias por todo…

    - No me agradezcas ahora. – Le dice por último girándose al frente y comenzando a caminar, seguido por toda la multitud. – Puede que algún día te pida que me pagues el favor.

    Sakura lo miró con extrañes mientras se alejaba del vehículo. Al principio no lo había notado, pero justo ahora que se iba sentía una extraña presencia que rodeaba a ese misterioso joven. Cada vez le parecía más extraño este nuevo lugar.

    Sakura salió del auto cargando su maleta con las dos manos. Luego caminó hacía la pequeña banqueta frente al estacionamiento, sentándose en ella con la maleta al frente. Miró unos momentos hacía los lados para asegurarse de que nadie la veía. Luego la abrió un poco acercando su rostro. Desde el interior, se asomó la pequeña cabeza redonda de Kero.

    - ¿Ya llegamos? – Preguntó apresurado el guardián. – ¿Qué fueron todos esos gritos de hace un momento?

    - Kero, ¿no sentiste algo extraño hace poco? – Le preguntó la joven con seriedad. Kero se quedó algo extrañado ante la pregunta que le hacía.

    - ¿Algo extraño?, ¿qué quieres decir?

    - No estoy segura… Pero en cuanto entramos a este lugar, sentí una extraña sensación. No era exactamente igual, pero era parecida a la sensación que me causaba la presencia de una Carta o el poder Mago Clow…

    - ¿Qué dices? – Preguntó algo asombrado. – ¿Un Presencia Mágica?

    - No estoy segura. – En ese momento, Sakura alzó su mirada hacía el cielo; éste se encontraba totalmente azul. – Pero creo que algo raro ocurre en este lugar…



    La campana del elevador sonó con un tono despacio en cuanto llegó al piso requerido. Las puertas se abrieron de par en par, revelando a su pasajera. La joven comenzó a adentrarse lentamente en la oficina. Era una habitación realmente amplia, con alfombra y tapiz rojos, con varios libreros repletos de volúmenes, y en la pared del fondo una amplia ventana cubierta con unas cortinas del mismo color que las paredes y el suelo. Frente a las cortinas, estaba un gran escritorio de madera, con una silla reclinable y una computadora de color blanco.

    La recién llegado contempló por un momento todos los alrededores de la habitación. El lugar estaba realmente silencioso, tal y como había estado el viaje en el elevador. A simple vista parecía que no había ni una sola alma además de la suya en ese lugar.

    - Hola. – Dijo en voz alta la joven, volteando hacía todos lados en busca de alguna respuesta. – ¿Hay alguien aquí?

    Los llamados de la joven parecieron no ser oídos, ya que todo se volvió a quedar callado en cuanto ella dejó de hablar. Sin ponerle mucha importancia a este detalle, siguió inspeccionando el lugar de lado a lado. Sobre los libreros y lo muebles con cajones había varias cosas, como pequeños portarretratos, figuras de porcelana frágiles ante la vista de cualquiera, algunas otras figurillas de acero, y hasta una que otra planta.

    De pronto, algo en especial del cuarto llamó la curiosidad de la joven de cabello castaño. Sobre un librero que estaba contra la pared del lado derecho, se encontraba un cuadro, un cuadro relativamente grande, como esos que ella había visto en la televisión colgados sobre una chimenea, pero ahí no había ninguna. El cuadro era pintado a mano según parecía, y en él tenía la imagen de tres personas.

    En realidad la pintura se veía más nueva de lo que realmente era. Las tres personas usaban atuendos antiguos al estilo occidental, lo cual le pareció muy curioso. Miró con la vista a cada uno de ellos. El primero, el que se encontraba más hacía la izquierda del cuadro era un hombre joven pero alto, de cabello rubio muy claro, casi blanco, de ojos grandes y verdes y piel blanca. Vestía un saco de color gris oscuro, y no se le veía la parte de cintura para abajo. El chico tenía una larga sonrisa despreocupada, y una mirada en sus ojos a la vez penetrante, como si lo estuviera viendo cara a cara.

    La joven bajó un poco la vista. A la derecha del chico, sentada hacía delante de los otros dos en una elegante silla de tapiz rojizo, estaba una mujer, también de aspecto joven. Tenía el cabello negro y largo, sujeto con un extraño peinado. Sus ojos estaban entre abierto, y por ellos se asomaban dos grandes perlas de extraño color rojizo, también con una mirada algo penetrante. Tenía la piel blanca, pero muy blanca. Hasta ese día las personas más “pálidas” que Sakura conocía eran su amiga Tomoyo y su madre, que la conocía más que nada por medio de fotos. Pero ahora que veía a esa mujer, parecía casi ser un fantasma. Vestía un atuendo de extraño color negro con algunos detalles blancos. La joven estaba sentada con sus manos sobre sus rodillas, mirando hacía el frente con una posee algo elegante.

    Sakura movió lentamente su mirada hacía un lado, para contemplar al tercer y último personaje. La joven centró su atención en el rostro del tercero. Pareció contemplarlo por unos instantes con una gran expresión de confusión. De pronto, sus ojos se abrieron de par en par, cambiando de confusión a gran asombro. La tercera persona era un hombre, también joven y sólo un poco más bajo que el otro. Tenía el cabello negro, aparentemente agarrado con una pequeña cola que se mostraba por encima de su hombro izquierdo. Tenía piel blanca, y sonreía con una expresión tranquila y con sus ojos aparentemente cerrados; frente a estos traía un par de anteojos transparentes. Vestía casi igual que el primero, sólo que en lugar de gris era un saco negro, y sobre éste traía algo similar a una capa o algo así, del mismo color que el saco.

    Sakura se le quedó viendo totalmente paralizada. No podía creer lo que estaba viendo. Ella ya había visto a ese hombre antes, estaba casi segura.

    - “¿Qué es esto?” – Pensó Sakura sin poder reaccionar aún. De pronto, pareció recuperar algo de energía y rápidamente se agachó hacía su maleta, sacando con su mano al pequeño guardián que ahí aguardaba. – ¡Kero!

    - ¡¿Qué sucede?! – Preguntó algo confundido y exaltado mientras Sakura lo sostenía cerca de ella.

    - ¡Mira este cuadro! – Le dijo mientras se ponía de pie y lo colocaba frente a su pecho.

    El guardián se quedó unos segundos mirando al frente, con sus pequeños ojos puestos en la pintura frente a él. De pronto, se notó como el rostro del pequeño poco a poco se mutaba, hasta estar con sus ojos totalmente abiertos, al igual que su boca. La impresión había sido la misma.

    - ¡No puede ser! – Se dijo así mismo, sin quitar los ojos de esa tercera persona que también había impresionado a su ama. – ¡¿Clow?!

    - ¿Hola? – Oyeron de pronto que una voz les decía a sus espaldas.

    Los dos se exaltaron o más bien se asustaron al oírla, respondiendo con un fuerte grito, sobre todo de la joven. Rápidamente Sakura se dio la media vuelta mientras respiraba con algo de dificultad ante la situación. Frente a ella estaba la causante de su último susto.

    - Perdón si te asusté. – Le dijo la misma voz, asomándose por encima de una pila de libros y papeles que traía consigo.

    La persona caminó hacía el escritorio, colocando las cosas sobre éste y luego se giró hacía la confundida Sakura. Para su sorpresa, era una joven de cabellos rubios y largos hasta la mita de su espalda, ojos grandes de color verde, vestida con el mismo uniforme escolar que usaban el resto de las estudiantes de esa academia.

    - Me encontraba ordenando algunas cosas. – Agregó la extraña, volteando a verla con una sonrisa en el rostro. A simple vista se veía que era algunos años mayor que ella; puede que se trate de una estudiante de preparatoria.

    - No se preocupe. – Le contestó la joven recobrando un poco la calma, y apretando con fuerza sus manos.

    - Bonito muñeco. – Mencionó ella girándose hacía la pila de cosas que traía.

    Al oírla decir eso, Sakura se acordó de Kero. Al voltear a verlo se dio cuenta de que por la impresión lo había apretado entre sus manos hasta casi ahogarlo.

    - Lo siento… - Dijo la joven en voz baja al tiempo que soltaba al guardián. Después de recobrar un poco la calma, se volvió hacía la joven rubia. – Estoy buscando al director...

    - ¿Al director? – Preguntó ella volteando a verla por encima de su hombro. – No se encuentra por el momento, pero tal vez yo pueda ayudarte. – La joven le dio la vuelta al escritorio y luego se sentó en la silla detrás de él. Sakura por simple reflejo caminó hacía el frente y se sentó en una de las sillas del frente. – Soy Kanae Othori.

    - ¡¿Othori?! – Preguntó sorprendida la joven.

    - Sí, así es. – La extraña volteó su mirada hacía su izquierda, mirando el cuadro sobre el librero que solamente unos segundos antes Sakura estaba observando con tanta extrañes. – Mi antepasado fue uno de los principales fundadores de la Academia, hace más de un siglo creo. Fue la primera Academia en Japón con un sistema al estilo occidental, y desde entonces ha estado creciendo.

    La joven castaña volteó a ver el cuadro de nuevo. Una vez más su atención se centraba en esa persona tan familiar para ella.

    - “¿Ese hombre será el Mago Clow?”

    - ¿Te sucede algo? – Le preguntó Kanae al notar una mirada extraña en la joven.

    - No, no es nada. – Contestó apresurada.

    Sakura sacó de entre sus cosas las dos cartas que había recibido. Tomó aquella que le decía que había sido aceptada y se la entregó a la estudiante, la cual la vio detenidamente por algún tiempo.

    - Las clases comenzaron hace más de un mes. – Le dijo por fin sin quitar sus ojos del papel en sus manos.

    - Lo sé, pero recibí esta carta hace unos días apenas.

    - ¿Enserio?, Eso es muy extraño. – Kanae se veía algo confundida al respecto. Colocó su mano en su barbilla y se quedó pensando por unos instantes. – ¿Habrá sido un error de la administración? Déjame revisar la base de datos.

    La joven se giró hacía la computadora en el escritorio y comenzó a teclear en ella rápidamente, mientras se veía como la pantalla cambiaba de diferentes formas. Sakura se quedó unos momentos esperando una respuesta. En sus manos traía a su acompañante, que se quedaba inmóvil para no llamar la atención.

    - Las cartas de aceptación se enviaron antes de que acabara el semestre anterior. – Comentaba la joven mientras continuaba ocupada en la máquina. – No sé que pudo haber pasado. – Después de un rato dejó de teclear y centró su atención en el monitor. – Aquí estás, te encuentras registrada en la lista de alumnos.

    Kanae se quedó contemplando unos momentos la lista frente a ella con algo de duda en su mirada. Sakura sintió de inmediato que algo raro pasaba.

    - ¿Sucede algo?

    - No, no pasa nada. – Le contestó ella recobrando la normalidad. – Todo tu expediente está bien, solamente falta de asignarte un dormitorio. Pero fuera de ello todo está en orden. Es extraño. Normalmente si no hay respuesta por parte del aceptado es dado de baja, pero al parecer sigues en lista. Eres una persona con suerte. Si aún deseas integrarte a las clases puedes empezar pero hasta mañana. Por lo pronto si no tienes donde quedarte me puedo encargar de conseguirte alojamiento.

    - Gracias, se lo agradecería mucho.

    - Muy bien. – Le joven se puso de pie y caminó hacía una puerta que estaba al lado de la puerta del elevador. – Espera aquí, te traeré algunas cosas.

    La joven entró en la puerta dejando a Sakura y a Kero solos una vez más. La joven sin pensarlos dos veces dirigió su atención de regreso a la pintura. Aún tenía su mente metida en ese asunto.

    - Kero, ¿Ese hombre de ahí es el Mago Clow? – Preguntó por fin la joven para tratar de librarse de dudas. – Se ve algo más joven que cuando lo conocí en el pasado, pero se parece mucho.

    - No tengo ninguna duda. – Le contestó el guardián con seriedad. – Ese chico en el retrato es el Mago Clow.

    - ¿Por qué no me dijiste que él fue uno de los fundadores de esta Academia?

    - Yo no sabía nada de esto.

    - ¿Qué?

    Kerberos se quedó callado y bajó su mirada como pensando en algo. Kero parecía estar aún más confundido de lo que estaba su ama.

    - No recuerdo haber oído hablar de una Academia llamada Othori hasta ahora, y jamás recuerdo que el Mago Clow la haya mencionado. A pesar de eso, el primer recuerdo que tengo de Clow se ve justo como en este cuadro, así que no creo que todo esto haya ocurrido antes de que Yue y yo fuéramos creados, y aún así no tenía motivos para esconderlo.

    - ¿Lo habrás olvidado acaso? – Mencionó Sakura alzando la mirada.

    La antigua Card Captor recordó en ese momento que no era la primera vez que ocurría algo como eso. Ya hace algo de tiempo Yue y Kerberos habían olvidado cosas de su pasado sin que ellos se hubieran dado cuenta, como el lugar en que se encontraba la casa del Mago Clow o detalles más de su vida con él. En ese momento Sakura pensó que había sido causa de Eriol, pero en estos momentos estaba teniendo sus dudas. ¿Podría ser éste otro detalle de la antigua vida de Kero que el Mago Clow no quería que recordara?

    - Pero esas otras dos personas... – Kero volvió a alzar su mirada hacía el cuadro. Sin embargo, en esta ocasión centró su atención en las otras dos personas que ahí se encontraban, en esa joven y en el otro hombre. – yo... creo que...

    De pronto, antes de que Kero pudiera pensar o decir algo más, otra cosa en la habitación llama la atención de ambos. Es una canción que sonaba algo baja pero que ellos pudieran oír bien. Sakura algo confundida comenzó a voltear a todos lado tratando de buscar el origen de esa música. De pronto, su atención se centra en el causante de su impresión: sobre uno de los muebles, rodeado a los lados por un par de figurillas, se encontraba un pequeño radio, largo de color dorado, con una apariencia algo antigua. Al frente tenía con números rojos la hora del día que era. De pronto, la canción ceso y en su lugar quedaron las voces de unas personas.

    - ‘¿Qué será?, ¿Qué será?, ¿Qué será lo que pasará?’ – Escuchó de pronto que las voces de dos jóvenes decían al mismo tiempo.

    - ¿Qué? – Preguntaron extrañados ambos, clavando su mirada en la radio.

    - ‘Para todos nuestros readioescuhas, en estos momentos están sintonizando la Radio Sombra de nuestra Academia, aquí con sus amigas A-Ko y B-Ko.’

    - ‘Hola a todos.’

    - ‘Y dime, ¿Has escuchado la nueva nueva que se cuenta en el jardín?’

    - ‘¿Si he escuchado la nueva nueva que se cuenta en el jardín?’

    - ‘Sí, si has escuchado la nueva nueva que se cuenta en el jardín.’

    - ‘Creo que no he escuchado la nueva nueva que se cuenta en el jardín.’

    - ‘¡Ah!, Pues parece que una nueva Rosa Blanca acaba de florecer en el lugar.’

    - ‘¡¿Es verdad?!, ¡¿Es verdad?!’

    Las dos parecían conversar entre ellas al mismo tiempo que informaban a quienes los escucharan. Sakura no entendía muy bien que pasaba, pero aún así se quedó escuchando.

    - ‘Y la hermosa Rosa Blanca está confundida por el aroma de las rosas.’

    - ‘¿Una rosa confundida con el aroma de las rosas?’

    - ‘¡Qué insólito!, ¿No?’

    - ‘Tendremos que tener a esta rosa confundida como invitada algún día.’

    - ‘¿Qué será?, ¿Qué será?, ¿Qué será lo que pasará?’

    En ese momento, las cortinas rojas del cuarto fueron movidas hacía adelante por una fuerte ráfaga de aire que entró por ella, moviendo a su vez varios papeles y libros que se encontraban sobre el escritorio. Sakura se cubrió un poco de los papeles que volaban. El viento se detuvo tan rápido como empezó. La joven bajó lentamente sus brazos, centrando su mirada hacía el frente.

    - ¡¿Qué rayos fue eso?! – Preguntó extrañado Kero, pero su ama parecía no escucharlo.

    Sakura tenía su atención puesta en la ventana, ya que debido al viento que acababa de entrar las cortinas se había corrido como por arte de magia. Sakura comenzó a caminar hacía ella lentamente, hasta estar justo delante de la ventana. Del otro lado, a lo lejos en el campus, se veía una forma algo singular. Parecía una especie de cúpula formada por las verdes copas de varios árboles, que a su vez estaban rodeados por una barda blanca. Era como un pedazo del bosque que rodea a la Academia rodeado por todos los edificios del lugar. Desde la oficina del director ese sitio se veía en línea recta.

    La joven se le quedó contemplando por unos momentos sin saber muy bien que era lo que miraba. Aún así, había algo en ese extraño lugar que parecía llamarla…

    - Ya estoy aquí. – Dijo de pronto Kanae entrando de nuevo a la Oficina con algunas cosas en la mano. Sakura volteó a verla por encima de su hombro. La joven miró casi asustada todos los papeles tirados en el suelo. – ¿Qué pasó aquí?

    - Entro algo de viento por la ventana. – Contestó Sakura algo nerviosa.

    - ¿Viento?, no puede ser. – Kanae colocó las cosas sobre el escritorio y se agachó para comenzar a rejuntar. Sin embargo, antes de empezar, alzó su vista y se dio cuenta de que Sakura estaba frente a la ventana. – ¿Estás viendo el bosque?

    - ¿Un bosque?

    - Así le decimos. – Comentó mientras empezaba a juntar todo. – Aunque bueno más bien es una fracción del bosque que existía en este lugar antes de que la Academia se construyera. Cuando la Academia se comenzó, los fundadores especificaron que esa parte en especial no se debería de tocar para nada, y ha perdurado así hasta ahora. Suena algo romántico ir hasta haya, pero nunca he estado en ese sitio, pues está prohibido para los alumnos.

    La castaña se iba a poner a ayudarla a levantar las cosas. Sin embargo, antes de hacerlo, volvió su atención de nuevo al “Bosque” que estaba frente a ella. Aún sentía algo muy extraño al verlo…


    Casi al mismo tiempo, las puertas de otro elevador se abren de par en par en cuanto éste llega a su destino. Del otro lado de las que casi parecen rejas, se ve el arco de una puerta alta, que tiene en la cima un hermoso vitral con la forma de una rosa, por donde pasan algunos de los rayos de la mañana. La puerta lleva hasta un amplio balcón que se encuentra del otro lado de la Torre de la Rectoría, dándole la espalda a la puerta principal de la Academia. En medio del balcón, se encuentra una mesa de centro de color blanco, con cinco sillas alrededor, de las cuales sólo dos estaban ocupadas por dos personas.

    Uno era una joven, de unos 15 años de edad, delgada, de cabello en un singular tono naranja claro, de largo hasta la altura de sus hombros, de ojos grandes y verdes; vestía un saco blanco de mangas largas y cuellos alto, y unos pantalones anaranjados, diferente al uniforme habitual de la escuela. El otro era un chico más joven, delgado con cabello azuloso y corto, de ojos del mismo color; traía casi el mismo traje que la joven, sólo que con pantalones azules.

    Ambos se encontraban sentados a lados opuestos de la mesa, dándose la espalda el uno al otro. El joven traía en sus rodillas un cuaderno de apuntes en el que escribía algunas cosas con la mano derecha y en la mano izquierda sostenía un cronometro. Los dos parecían esperar algo o a alguien.

    - ¿No es muy temprano para reunirse? – Preguntó la joven de cabello anaranjado, rompiendo esta manera el silencio entre los dos. En ese momento, se ve como el chico toma su cronometro y lo detiene aplastando uno de los botones.

    - Se dice que se trata de algo importante. – Contestó el joven peliazul sin dejar de escribir en su cuaderno. – En la escuela, ya se comenzaron a surcar los rumores…

    - ¿Rumores? – Preguntó la joven, inclinando un poco la cabeza hacía su derecha.

    En ese momento, vemos como algo cae justo en el centro de la mesa en un abrir y cerrar de ojos, aunque a los dos jóvenes nos le llama para nada la atención. Era un sobre, de color blanco, sellado de la misma manera que la carta que le había llegado a Sakura en aquella ocasión; de hecho, era prácticamente igual.

    - Rumores surcados por el viento. – Se escuchó de pronto que una voz les decía desde el umbral.

    Poco a poco se escuchó como unos pasos se acercaban al balcón, saliendo de las sombras para ser alumbrado por la luz. Frente a ellos, surgió la figura de Touga Kiryuu, el chico que acababa de ayudar a Sakura. Ahora se veía que él también vestía como el resto, sólo que con pantalones blancos. El joven caminó hasta colocarse frente a la mesa; los otros permanecieron en su misma posición.

    - ¿Dónde está Sainoji? – Le preguntó la joven, volteando a verlo de reojo.

    - Parece que aún sigue dormido. – Contestó el pelirrojo con algo de burla.

    - Perderá el primer periodo. – Agregó el chico de azul.

    Touga se dio media vuelta y se recargó delicadamente en la mesa. Al mismo tiempo, metía su mano en el bolsillo de su chaqueta, sacando de aquí un teléfono celular de color negro. Tomó el celular y lo colocó sobre la carta. Luego, alzó su mirada un poco. Desde su posición, podía ver con claridad el vitral en forma de rosa. Parecía brillar con la luz del sol.

    - Acabo de ver a la persona que esperábamos. – Les comentó el chico sin desviar la mirada.

    - ¿Te refieres a la nueva Rosa Blanca? – Le preguntó el joven de cabello corto con tranquilidad.

    - ¿Estás seguro? – Agregó la joven de la misma manera. – ¿Él ya lo sabe?

    - Yo creo que sí. – Contestó Touga mirándola por unos momentos y luego regresando su atención al mismo lugar. – Pero lo que preocupa es que “Ellos” ya lo sepan.

    - ¿Y cómo es ella?

    - Es muy singular. Me parece la clase de persona que creería en los cuentos de hadas…

    - Los cuentos de hadas pueden hacerse realidad. – Comentó el chico, siguiendo aún con su trabajo.

    - Sobre todo… si las hadas son en realidad insectos… - Agregó por último la joven de naranja, y después de eso los tres se quedaron el silencio…

    - Qué profundo…



    El ascensor vuelve a sonar al mismo tiempo que la rosa sobre ella brilla como un foco. En esta ocasión ocurre porque había llegado hasta la planta baja. Las puertas se abren y la figura de la joven castaña aparece de nuevo del otro lado. Después de estar en la oficina del director, Sakura había vuelto a lo que parecía ser el recibidor de la Torre de la Rectoría. Era un lugar amplio y que seguía la forma de la torre, con varios caminos y escaleras a los lados, y unos pisos arriba tenía varios vitrales de colores por donde entraba la luz del sol. Los alumnos y alumnas caminaban de un lugar a otro hacia sus respectivos destinos.

    Sin embargo, lo más llamativo de ese sitio se encontraba en el centro. Era una fuente de agua, grande y de forma circular, en cuyo piso tenía dibujada la figura de una rosa, que era como el símbolo de la escuela. Con el agua sobre ella, le daba un hermoso efecto a la rosa. Sakura caminó con la cabeza baja hacía la fuente. Sobre el borde colocó las cosas que Kanae le acababa de dar y a lado en el suelo recargó su maleta. Como tratando de descansar, se sentó en el borde a lado de las cosas y bajó la mirada hacía el agua. Aunque parecía muy cristalina, Sakura era capaz de ver su reflejo en ella, algo enturbiado por el agua que seguía cayendo.

    - Qué escuela más extraña. – Se decía así misma, mientras contemplaba su reflejo.

    Desde que llegó, todo en ese lugar le parecía raro, totalmente diferente a lo que ella conocía. Prácticamente parecía como si hubiera llegado a “Otro Mundo”. Sumida en sus pensamientos, no despegó su mirada del agua ni un sólo momento. Viéndose en la fuente, se daba cuenta por primera vez en mucho tiempo de lo mucho que había cambiado físicamente, y no sólo por el largo de su cabello o cositas como esa. Aunque ahora se veía más grande, por dentro seguía siendo casi la misma persona.

    En ese instante, algo hizo que Sakura recobrara su atención hacía el mundo exterior y no al de su cabeza. Era eso otra vez, eso que la seguía desde hace días: el olor a rosas. Lo sintió una vez más cerca de ella, tan cerca como en aquella ocasión. Rápidamente la joven alzó su mirada hacía el frente. El agua de la fuente salía de la columna principal y caía en forma de cascada. A través del agua que caía, Sakura nota una silueta, que se veía algo borrosa, pero de inmediato identificó que era una persona.

    Sakura se quedó totalmente callada, teniendo su mirada puesta al frente. Sentada del otro lado de la fuente, se encontraba otra persona que ella no había visto cuando se sentó. Era una joven, vestía con el mismo uniforme de chaqueta negra y falda verde que traían todas las alumnas. Tenía cabello castaño claro, largo hasta su cintura; piel blanca y unos ojos grandes y castaños claros. La joven tenía en su mano derecha lo que parecía ser una rosa de pétalos blancos, misma que sostenía cerca de su pecho. Al igual que ella, se encontraba sentada, viendo su reflejo en el agua.

    Extrañada, Sakura miraba la sonrisa que ella tenía en su rostro, una sonrisa despreocupada, tranquila y clara, así como una mirada calmada pero profunda. Ella no sabía porque se le quedaba viendo, pero había algo en ella que simplemente le llamaba demasiado la atención; ¿vendrá de ella el aroma a rosas? Mientras Sakura pensaba sin quitarle los ojos de encima, en un momento la extraña alzó su mirada hacía ella. La chica de Tomoeda sintió con fuerza esa mirada en ella, tanto que sintió como sus cabellos se levantaban.

    La extraña se le quedó viendo fijamente sin cambiar su expresión. Por unos segundos ambas se vieron la una a la otra, sin decir ni una sola palabra. Aunque Sakura hubiera querido decir algo, no tenía la voz en ese momento para decirlo. De pronto, vio como la joven bajaba su mano, hasta colocar en el agua la rosa de pétalos blancos.

    La rosa fue arrastrada por la corriente, y casi como magia, se fue acercando poco a poco hacía la joven de ojos verdes. Sakura desvió su atención en ese momento hacía la rosa, siguiéndola con la vista hasta que ésta se encontraba justo frente a ella. Algo tímida, acercó su mano izquierda, en donde traía su sortija, tomándola y sacándola del agua. Sakura alzó la rosa, acercándola a su rostro. Las pequeñas gotas de agua en los pétalos la hacían brillar con una gran hermosura.

    - “¡¿Una Rosa Blanca?!” – Pensó algo extrañada mientras veía la flor.

    Después de unos segundos de parecer estar hipnotizada por esa rosa, Sakura reaccionó, alzando la mirada de nuevo al frente. La joven ya se había puesto de pie desde hace rato, y se veía como se alejaba poco apoco.

    - ¡Oye!, ¡Espera! – Le gritó Sakura mientras trataba de darle la vuelta a la fuente para alcanzarla.

    En ese momento recordó que una vez más había olvidado su maleta. Sin perder tiempo se giró de nuevo hacía el sitió en donde estaba sentada y corrió hacía su equipaje, tomándolo de la manija. Sin embargo, cuando se volvió a voltear al frente para seguirla, la joven ya había desaparecido por completo de su vista, aparentemente mezclada entre toda la multitud de estudiantes.

    Sakura se quedó unos momentos de pie, muy pensativa mirando en la misma dirección. Después de un rato miró de nuevo la rosa que tenía en sus manos. Varias de las gotas de agua ya se habían caído debido a sus movimientos tan bruscos.

    - Me pregunto quién era. – Se dijo así misma sin quitar la atención de la flor.
    FIN DEL CAPITULO 2
    - - - - - - - - - - -​

    Sakura: No entiendo nada, ¿Quiénes son estos sujetos?, ¿Porqué él trata tan mal a su novia?... ¿Cómo?, ¿Un duelo en la Arena del Bosque?

    Sainoji: Si tanto te interesa el bien de la Prometida de la Rosa, demuéstralo en un Duelo.

    Kotori: Yo le poseeré a aquel que sea el campeón de los Duelos del Sello de la Rosa.

    Sakura: ¡¿Cómo fue que me metí en esto?!

    Sainoji: ¡Ya no hay vuelta atrás!, ¡O pierdes o mueres!

    Sakura: No se pierdan el próximo capitulo de “La Rosa Blanca”… ¡El Mundo yo voy a Cambiar!

    = Capitulo 3: La Doncella =

    - - - - - - - - - - - -​
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    blackrose18

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    Título:
    La Rosa Blanca [Long-Fic]
    Total de capítulos:
    7
     
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    *Comentarios:
    @blackrose18: Jajaja, a lo mejor, pero en muchas partes lo he visto escrito como "Sainoji", incluyendo los subtitulso de lso capitulos que tengo de Utena y le pelicula, asi que bueno, asi lo escribo a lo largo de todos los capitulos.

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    -Número de Palabras: 9,736

    El sol se apartó por completo del cielo, haciendo que la noche cayera en un abrir y cerrar de ojos sobre la ciudad de Hooshi. Los edificios blancos de la Academia, sus salones, y la gran Torre que se erguía en el centro, ahora se veían oscuros por el efecto de las sombras. Detrás de todas las construcciones, se encontraba ese singular lugar, una porción de árboles, rodeados por una especie de barda blanca, y al frente unas escaleras que llevaban hacía un portón alto con el sello de la rosa en él.

    Todo el sitio se encuentra en silencio. Los alumnos de seguro ya se encuentran en sus respectivas casas o dormitorios. Pero este silencio no era del todo absoluto. Cruzando el aire de la noche, se escuchaban unos sonidos consecutivos, los sonidos de los pasos que avanzaban en línea recta hacía el bosque. Entre toda la oscuridad de la escuela, se ve una figura blanca que sube las escaleras al frente de la singular construcción. Quien quiera que fuera, marchaba con pasos lentos, hasta colocarse frente al portón que indicaba la entrada al bosque. La persona alzó su mirada hacía el enorme sello que en ella se encontraba. De pronto, se escucha como algo suena en el interior de su bolsillo, con un singular tono.

    Después de un par de segundo, introduce su mano derecha en el bolsillo, sacando de aquí un pequeño teléfono celular de color oscuro. Lo abrió con sólo una mano y luego lo acercó a su oído derecho, todo esto sin apartar sus ojos de la puerta.

    - Llamas con algunas horas de retrazo. – Dijo de golpe sin esperar siquiera a que la persona del otro lado de la línea comenzara a hablar.

    - ‘Los asuntos importantes acaparan mucho el tiempo.’ – Le contestó una voz del otro lado. – ‘Además, no eres una persona fácil de localizar.’

    - He estado ocupado en mis propias cosas. – Agregó la persona delante de la puerta, mientras comenzaba a caminar hacía ésta.

    - ‘La persona que esperabas ha llegado; me refiero la sexta Rosa Blanca.’

    - Sí, eso oí. Fue más pronto de lo planeado. – Mientras hablaba por su teléfono, alzó la otra mano y la colocó sobre la puerta. En el dedo anular de su mano izquierda, llevaba una sortija de color blanco con un sello de color rosa. – El Bosque está agitado. Dentro de poco habrá un gran movimiento.

    - ‘Y de eso me tengo que encargar yo, ¿no es así?’ – Preguntó con algo de sarcasmo, pero el chico no le contestó. Permaneció unos segundos en silencio, antes de volver a hablar.

    - Estaremos en contacto otra vez. – Dijo por último antes de cerrar el teléfono de nuevo, cortando de esta manera la llamada. Inmediatamente después, comenzó a bajar su mano izquierda, hacía una las perillas de la puerta…

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    Capitulo 3: La Doncella
    Con el sol asomándose ya por encima de las montañas, y con el cielo azul y cristalino sobre las personas, la mañana se encontraba comenzando con normalidad en la reluciente ciudad de Hooshi. Con los rayos de luz alumbrando el frente de la escuela, vemos a los alumnos de Othori comenzar a marchar hacía el interior de ésta, con el propósito de comenzar otro nuevo día de clases. Esa mañana hacía una ligera brisa, muy agradable para la mayoría.​
    - ¡Qué hermosa mañana! – Mencionó una de las alumnas que caminaba hacía la escuela a otra que caminaba a su lado.​
    - Hacía rato que el día no empezaba tan bien. – Agregó la otra. – ¿No será que va a pasar algo importante el día de hoy?​
    Las dos jóvenes pasaron a lado de otra persona que también traía su uniforme, así como decenas de otras que iban detrás y delante de ellas. Sin embargo, había una diferencia entre ella y el resto. Mezclada entre todas las demás alumnas, aparentemente no llamando para nada la atención, y vistiendo el mismo uniforme de chaleco negro y falda en tono verde claro, se encuentra la figura de una joven de hermoso cabello castaño que le llega hasta los hombros, con unos ojos grandes y verdes que adornaban su rostro. La joven camina hacía la escuela al igual que el resto, pero en su lugar lo hace con la cabeza baja y la mirada algo perdida en su mente. Ese va a ser su primer día de clases en Othori.​
    Sus pensamientos aún se encontraban algo revueltos, debido a tantos cambios que surgieron en su vida. Aún no puede creer que en esos momentos se encuentre en ese lugar tan diferente y extraño para ella, y en verdad era “diferente” y “extraño”. Su mayor propósito para ir hasta ese lugar era encontrar algunas respuestas, pero con tan sólo un día ahí, había obtenido más preguntas. Dio un rápido vistazo al sello de la sortija que con cuidado porta en su mano izquierda, recordando de esta manera parte del día anterior, el día en que llegó a Othori por primera vez…​
    ******​
    La extraña se le quedó viendo fijamente sin cambiar su expresión. Por unos segundos ambas se vieron la una a la otra, sin decir ni una sola palabra. Aunque Sakura hubiera querido decir algo, no tenía la voz en ese momento para decirlo. De pronto, vio como la joven bajaba su mano, hasta colocar en el agua la rosa de pétalos blancos.

    La rosa fue arrastrada por la corriente, y casi como magia, se fue acercando poco a poco hacía la joven de ojos verdes. Sakura desvió su atención en ese momento hacía la rosa, siguiéndola con la vista hasta que ésta se encontraba justo frente a ella. Algo tímida, acercó su mano izquierda, en donde traía su sortija, tomándola y sacándola del agua. Sakura alzó la rosa, acercándola a su rostro. Las pequeñas gotas de agua en los pétalos la hacían brillar con una gran hermosura.

    ******​

    - “El aroma a rosas que recuerdo… es aroma a Rosas Blancas…” – Pensaba confundida la joven mientras veía su sortija. Ese aroma lo había percibido sólo una vez hace diez años, y ahora parecía percibirlo en todas partes. Colocó su mano sobre el lado izquierdo de su pecho. Por alguna razón había guardado en ese lugar la rosa que le habían entregado ayer. – “Hay algo muy raro en esto…”

    Todo lo que le había pasado hasta entonces le parecía demasiado extraño, y eso era mucho considerando que Sakura ya no era la clase de joven que se le hacía raro cualquier cosa. Aún tiene presente en su memoria cuando hace sólo tres años su vida cambió por completo, embarcándose en esa extraña casería con el propósito de sellar los poderes de las Cartas Clow. ¿Cómo podría olvidarlo?, fue en esa época en donde obtuvo a tantas grandes amistades, y vivió tantos buenos momentos. Pero esa época ya había acabado con la partida de todas aquellas personas queridas que tenía a su lado. Desde entonces había tratado de tener una vida normal; lo más raro en estos años había sido la presencia de Kero en su casa. Sin embargo, ahora algo aún más raro le estaba pasando.

    Todo había comenzado con ese extraño encuentro con aquella misteriosa persona hace más de diez años, y luego ese segundo avistamiento hace unos escasos días. La sortija con un sello de rosa que ahora usaba en su mano, la carta que recibió de un extraño invitándola a venir a Othori, y ahora el ver la imagen del Mago Clow colgada en la oficina del director… y sobre todo se encontraba el aroma a Rosas Blancas, el cual la comenzaba a rodear. De todo esto, sólo había algo de lo que estaba segura: Othori no era una escuela normal.

    - ¡Sakura! – Escuchó en ese momento que su nombre era pronunciado por una voz al frente del camino. La joven es sacada de golpe de sus profundos pensamientos y obligada a alzar su mirada hacía el frente para ver quien le hablaba.

    En ese instante, en cuanto levantó sus ojos, pudo distinguir de quien se trataba; de hecho la voz ya le había dado muchas pistas. Parada en el camino, agitando con fuerza su mano en el aire de lado a lado, estaba una joven, de largos cabellos oscuros que le llegaban hasta su cintura, y ojos azules en su rostro. Estaba vestida con el mismo uniforme que el resto, sólo que como algo extra parecía tener detrás de su cabeza una especie de listón del mismo color que su falda.

    - ¡Hola Tomoyo! – Le regresó el saludo la joven castaña, tratando de reaccionar.

    Sí, había olvidado otra ventaja que tenía al venir a esta ciudad y a esta Academia. Tomoyo Daidouji, que había sido su mejor amiga durante años, se había mudado ella sola a este sitio, y había entrado a estudiar a esa misma Academia. Esta sería una oportunidad para estar de nuevo con su vieja amiga, aunque en el fondo sentía algo de extrañes por las coincidencias que tenía la vida en este aspecto.

    Una vez encontradas después de meses de no verse, Sakura y Tomoyo tenían muchas cosas de que hablar. Ambas chicas caminaban juntas por la Academia, como tratando de recorrerla de punta a punta. Aún era temprano y faltaba algo de tiempo para que la primera clase comenzara, así que no había ninguna clase de apuro. En su recorrido, ambas conversaban de muchas cosas, sobre todo de que había sido de ellas desde que se separaron. Aunque hasta ese momento Tomoyo había omitido por completo el tema de porqué Sakura estaba en la Academia, la joven sabía que tarde o temprano se lo preguntaría, y la verdad no estaba muy segura de lo que tendría que responderle.

    - ¡Sakura!, ¡Enserio te ves divina con ese uniforme! – Le decía la joven con cierta emoción consigo.

    - ¿Tú crees eso Tomoyo? – Le preguntó ella algo avergonzada por los halagos de su amiga.

    - ¡Por supuesto!, en verdad te sienta muy bien... ¿Porqué no habré traído mi cámara? – La joven puso una cara de tristeza ante su situación, la cual no sorprendió del todo a Sakura pero de igual manera incomodó.

    - ¿Aún sigues haciendo grabaciones con tu cámara Tomoyo?

    - Así es, aunque la verdad no he encontrado nada más interesante que grabar después de ti Amiga.

    - Me lo imagino… - Agregó ella con una sonrisa nerviosa.

    Al parecer su amiga tampoco había cambiado mucho en su interior durante estos tres años. Aún seguía siendo la misma chica simpática, agradable, con una gran sonrisa en el rostro que no parecía poder ser perturbada con nada. Seguía siendo una persona con una gran facilidad al hablar, y aunque algo introvertida cuando se refiere a temas relacionados con ella misma, siempre prestaba mucha atención a lo que los demás le decían, sin importar que fuera.

    Sin embargo, al igual que ella, físicamente Tomoyo no era exactamente igual. Estaba ahora más alta, claro está, pero prácticamente se podría decir que ella y Sakura se encuentran en iguales alturas. Su piel se había refinado aún más, aunque aún seguía con esa singular ausencia de color en ella que no había disminuido ni aumentado en ese tiempo. Siempre había tenido el cabello de ese largo, pero ahora acostumbraba arreglárselo con mucho cuidado, y eso se notaba a simple vista. El singular moño colocado detrás de su cabeza le llamaba mucho la atención a su amiga, ya que sus listones eran tan largos que casi igualaban el largo de su cabello. Además de algunos otros atributos, era lo único que había cambiado en ella.

    Por primera vez en semanas, Sakura se sentía en verdad contenta. El platicar con su amiga de esa manera la hacía recordar muchas cosas, y eso le hacía regresar su antigua sonrisa. De pronto, como por arte de magia, algo hace que ambas jóvenes desvíen su atención de la conversación por unos momentos. Se trataba de una melodía, una melodía hecha en el piano. Por alguna razón, esa melodía pareció llamar a Sakura. Al girarse hacía su izquierda, de donde parecía provenir la pieza, pudo ver ahí una pequeña área verde que se encontraba rodeada por completo por los salones. En ese lugar, hacía un lado, se encontraba un árbol, rodeado por algunos arbustos, que también se esparcían a lo largo del área.

    Y ahí, en el centro de ese lugar, rodeado a su vez por varios rosales que tenían en si rosas de diferentes colores, se encontraba un pequeño kiosco, blanco como las construcciones que lo rodeaba, y brillante como la luz del sol que se reflejaba en él. Tenía al frente unas pequeñas escaleras que llevaban a su interior. Y en el interior de este kiosco, blanco como el mármol y brillante como diamante, se encontraba la fuente de esa melodía: un piano, de aspecto algo antiguo pero bien cuidado. Justamente sentada al frente del piano, se encontraba la persona que hacía música con sus dedos. Era una joven que vestía el mismo traje que ellas y que el resto, otra estudiante, con un largo cabello en un tono castaño claro y piel blanca. La joven tenía sus ojos cerrados mientras sus dedos se movían lentamente por las teclas del piano, al ritmo de la melodía que con ellos creaba.

    Las rosas alrededor del Kiosco parecían florecer con la hermosa canción que ella tocaba, iluminadas a su vez por los rayos del sol de la mañana. Sakura se le quedó viendo fijamente, mientras al igual que las flores escuchaba esa canción. No lo podía creer, pero era ella, la misma chica que el día anterior había visto en la fuente de agua. Era algo extraño que la viera de nuevo, percibiendo a su alrededor el mismo olor a Rosas Blancas.

    - ¡Es esa joven! – Se dijo así misma con sorpresa, sin quitar los ojos de su posición.

    Tomoyo miró a la joven del kiosco por unos segundos y luego volteó a ver a su amiga. Le extrañó mucho el ver la mirada tan fija que tenía en sus ojos. Volvió de nuevo su mirada al kiosco, mirando esta vez con curiosidad el kiosco, el piano, y a la misteriosa joven…



    La campana que anunciaba el inició de las clases sonó al fin, y como reflejo todos los alumnos se comenzaron a reunir en los salones. En uno de ellos, en un salón del 1º Grado de Secundaria, todos los alumnos se encontraban ya sentado en sus lugares. El maestro estaba al frente, teniendo a su izquierda a una estudiante, una estudiante cuyo rostro no era familiar para el resto del salón, pero que sí fue el centro de atención de muchos por vario tiempo.

    - Alumnos, les presento a Kinomoto Sakura. – Comenzó a decir el maestro, alzando su mano hacía la alumna a su lado. – Ella viene de la ciudad de Tomoeda y será su nueva compañera a partir de este día. Sakura…

    - Buenos días. – Saludó la joven, inclinándose un poco hacía el frente. – Soy Sakura Kinomoto, es un placer conocerlos a todos…

    Entre los alumnos comenzaron a oírse varios mormullos con respecto a la nueva noticia. Sakura se quedó de pie al frente, recorriendo el salón con su vista. Por azares del destino no había quedado en el mismo salón que su amiga Tomoyo, pero esperaba que ese no fuera un problema.

    - Hay un lugar al final de la última fila. – Dijo el profesor, indicándole a la joven donde sería su asiento.

    Sakura de inmediato dirigió su vista hacía el lado derecho del salón, del lado en el que estaban las ventanas. Al final de esa fila el asiento estaba desocupado, pero eso no fue lo que llamó la curiosidad de Sakura, sino el asiento de adelante. Era como si lo hubiera pedido así. En el asiento de frente, mirando hacía la ventana con una expresión soñadora, estaba esa misma joven de cabello castaño. Era ya la tercera vez que la miraba. Aún tenía en su mente la melodía que estaba tocando hace unos momentos.

    - Ya puedes sentarte. – Le dijo el maestro al ver que Sakura parecía no reaccionar. Algo apenada, caminó hacía su nuevo asiento, mientras el profesor daba inicio a la clase.

    Caminó entre las dos últimas filas para poder llegar a su lugar. Una vez que pasó a lado de ella, no pudo evitar mirarla de reojo. La joven por su parte ni siquiera la volteó a ver. Parecía tener su atención puesta en el exterior, en el cielo azul y en la mañana brillante. Sakura se sentó en su silla y alzó la mirada al frente, colocando sus ojos en la cabellera de la joven delante de ella. Para variar, el perfume que traía consigo esa joven le seguía recordando ese aroma…



    Pasaron algunas clases, la mañana continuó, y luego vino un pequeño receso para los alumnos. En todo ese tiempo Sakura no había cruzado ni un sola palabra con esa chica, no porqué no quisiera, más bien porqué la seriedad que la rodeaba la hacía sentirse de una manera muy incomoda. No había sentido algo así con un extraño desde hace mucho, no desde aquella vez en que un alumno nuevo llegó a su salón de primaria, y por rarezas de la vida le había tocado sentarse justo detrás de ella… ese fue un día muy singular.

    Pero ahora le pasaba algo parecido. En esos momentos Sakura se encontraba frente una ventana del segundo piso, viendo hacía abajo el kiosco blanco rodeado por los edificios. Esa chica estaba ahí de nuevo, pero ahora no tocaba piano. Tenía en sus manos una pequeña regadera con la que echaba agua a las rosas que rodeaban el kiosco. Sakura no entendía para nada porque esa joven le llamaba tanto la atención. Lo más seguro era por aquel aroma que siempre la rodeaba, y que era el mismo que ella percibió en aquella ocasión. Podría ser una coincidencia, ¿o no?, ¿y por qué le había dado esa rosa en la fuente?, ¿Ella sabría algo de la sortija que traía consigo en esos momentos?, eran las preguntas que surcaban sus pensamientos.

    - ¿Sakura? – Escuchó de pronto la voz de Tomoyo que se acercaba su derecha. Su amiga caminaba por el pasillo hacía donde ella se encontraba. – ¿Sucede algo?

    - ¿Sabes quién es la chica del Kiosco? – Le preguntó volviendo de nuevo la mirada hacía el mismo lugar. – Toca el piano de una manera hermosa.

    Tomoyo miró a la joven con detenimiento, viendo como seguía regando las rosas. Pareció pensar por unos momentos antes de contestar a la pregunta de su amiga.

    - No estoy muy segura, ya que no llevó mucho tiempo en esta escuela. Pero si no me equivocó ella está en tu salón, ¿No es así? No conozco su nombre, pero me parece que es parte del Consejo Estudiantil.

    - ¿Consejo Estudiantil? – Preguntó extrañada Sakura al oírla, volteando a ver a su amiga.

    - Sí, es un consejo que se conforma por la Elite de la Secundaria y la Preparatoria. Deportistas, intelectuales, es un grupo reducido en donde puedes encontrar de todo. Al parecer se encargan de los asuntos referentes al Alumnado. Son como un lazo entre los alumnos de Othori y la directiva de la Academia. Aquellos que tienen el privilegio de estar en este consejo se pueden considerar afortunados. Lo puedes identificar de inmediato, ya que la mayoría suele vestir diferente al resto de los alumnos.

    - ¿Y ella es miembro de ese consejo?

    En ese momento Sakura volvió a voltear hacía el frente. La escena ya había cambiado en un abrir y cerrar de ojos, pues había una segunda persona en el kiosco. La otra persona era un chico, alto y fornido, de cabello verdoso, ondulado y largo hasta la mitad de su espalda aproximadamente. Vestía un traje compuesto de un saco de color blanco con algunos adornos de dorado y rojo, y unos pantalones de color verde más fuerte que el que usaban los alumnos; ese estilo de traje ella ya lo había visto antes. La chica estaba parada frente a él, con la mirada baja y sosteniendo la regadera en su manos. El chico parecía estarle diciendo algo, pero por su expresión no parecía ser nada bueno.

    - ¿Y él? – Preguntó Sakura. Tomoyo lo miró por unos segundos.

    - Me parece que es el Capitán del Equipo de Kendo. – Respondió. – Pero por su vestimenta debe de ser miembro del Consejo.

    - ¿Será su novio o algo parecido?

    De pronto, la aparente discusión que había ante ellas pareció aumentar de nivel. Frente a los ojos de ambas chicas, el joven de cabello verde alzó su mano derecha hacía un lado, para luego jalarla y golpear con fuerza a la chica de cabello castaño justo en su mejilla derecha. Sakura y Tomoyo se quedaron atónitas al ver esto. El golpe fue tan fuerte que dejó roja la mejilla de la joven, y a su vez la empujó a tal escala que cayó hasta el suelo, tirando de esta manera toda el agua de la regadera que traía consigo.

    - ¡O por Dios! – Gritó Sakura asustada; Tomoyo simplemente se quedaba en silencio.

    La joven trató de ponerse una vez más de pie, pero él pareció no esperarla. La tomó con violencia de su muñeca y la jaló con fuerza para que se parara. La joven bajó la mirada, sin poder verlo a los ojos. El chico alzó su otra mano hacía atrás para volver a golpearla. Al ver esto, Tomoyo no pudo resistir e hizo la mirada hacía otro lado, cerrando los ojos; sin embargo, Sakura pareció quedarse paralizada ya que ni siquiera se movía. En ese momento, justo cuando la mano del chico se estaba abalanzando de nuevo contra la joven, otra mano que llegó desde atrás lo tomó de la muñeca, deteniendo con fuerza los actos del chico de pelo verde.

    Al sentir que alguien lo detenía, de inmediato giró su atención hacía sus espaldas. Sin nada de sorpresa en su rostro, distinguió de inmediato el rostro de la persona causante de esto, un joven alto y fornido, de cabello lacio y largo hasta su cintura de tono rojizo, vestido con el mismo traje que él, sólo que con unos pantalones de color blanco en lugar de verdes. El recién llegado lo miraba con una expresión severa en sus ojos azules.

    - ¡Superior Touga! – Dijo Sakura sorprendida después de ver la escena tan heroica. Tomoyo volvió su atención de regreso al kiosco después de oír hablar de nuevo a su amiga. Lo primero que vio al abrir los ojos fue al joven de cabello rojo.

    - ¿Lo conoces Sakura?

    - No exactamente… - Sakura se encontraba muy pensativa en lo ocurrido.

    Sin decir nada, el chico de cabello lacio jaló con fuerza al otro, moviéndolo hacía atrás y apartándolo de la joven. Luego, se puso delante de él, parándose entre el chico de cabello verde y la joven de cabello castaño, la cual tenía su mano puesta en el lugar en el que había recibido el golpe. En ese momento parecieron comenzar a hablar.

    - Él es el Presidente del Consejo Estudiantil. – Le comentó Tomoyo a su compañera. – Touga Kiryuu…

    - ¿Él es el Presidente de ese grupo? – Comentó sorprendida la joven de ojos verdes. – Por eso vestía un uniforme diferente al resto… Gracias al cielo que apareció…



    Al igual que el día anterior, el extenso balcón que sobresale de la parte trasera de la Torre de la Rectoría parece estar ocupado por un grupo de personas. Parado frente a la mesa blanca, teniendo ésta a sus espaldas, se encuentra Touga, el chico de cabello rojizo, acompañado a su lado de las mismas dos personas con las que estaba el día anterior, la joven de cabello anaranjado y el chico de cabello azul, que estaban a su derecha e izquierda respectivamente. Frente a ellos tres, a algunos pasos de distancia, estaba el chico de cabello vede y ondulado, que los veía con despreocupación. Y a las espaldas del chico, estaba la joven de cabello claro y largo, que estaba parada con su mirada baja y con su mejilla derecha aún roja por el golpe.

    - ¿Qué era tan importarme como para reunir al Consejo tan temprano? – Preguntó con cierta burla el chico de verde.

    - Sainoji, las clases empezaron hace horas. – Contestó Touga con firmeza, pero al otro no apreció importarle del todo.

    - ¿Estás enojado porqué no asistí a tu última reunión de emergencia?

    - De haberlo hecho te hubieras enterado de algunas cosas. Pero en esta ocasión venimos a hablar de ti Sainoji.

    El chico de cabello verde dejó de sonreír al oír esto. Su indiferencia cambió a algo de extrañes.

    - ¿De mí?

    - Nos preocupa mucho el trato que estás comenzando a tener con la Prometida de la Rosa. – Prosiguió el joven de rojo.

    - Has olvidado por completo que la Prometida le pertenece al Fin del Mundo. – Agregó la joven a su diestra con la misma firmeza.

    - Nosotros no somos más que los elegidos para protegerla y llevarla hasta el castillo. – Comentó seguido el chico de azul, mientras daba un vistazo a sus apuntes.

    - Kotori podrá pertenecerte Sainoji – Siguió Touga. – pero estás yendo en contra de las reglas del Sello de la Rosa al hacer con ella lo que te plazca.

    - Lo que te plazca.

    - Lo que te plazca.

    Eran más que evidentes las acusaciones que los tres estaban teniendo directamente hacía él. Sin embargo, no se le veía nada de preocupación al respecto. Después de oírlos, su sonrisa regresó a adornar su expresión.

    - Eso no es cierto Touga, y tú lo sabes. – Les contestó con algo de indiferencia. – Déjense de tonterías. Kotori es mía, toda mía. Yo puedo hacer lo que me de la gana con la funda de mi arma.

    - ¡¿La Funda?! – Gritó con algo de enojo el chico de azul, poniéndose de pie.

    - Kotori es muy simpática, pero aquí entre nos, aunque la adornes y le llames “Princesa”, todos sabemos que no es más que la funda del Poder de Dios. No tengo porque preocuparme por los sentimientos de una vaina.

    Se veía a simple vista que estos comentarios no agradaban del todo al chico de azul, al cual se le comenzaba a ver algo de enojo en el rostro. Mientras tanto, los otros dos permanecían firmes ante todo.

    - Miserable. – Le dijo el joven mientras daba un paso hacía adelante. Sin embargo, en ese momento Touga coloca su mano izquierda delante de él, señalándole que se calme.

    - ¿Has olvidado por completo el verdadero fin de todo esto Sainoji? – Le preguntó el Presidente del Consejo sin quitarle ni un sólo momento la vista de encima. – ¿Has olvidado acaso que la Prometida de la Rosa que tienes en tu poder es la Doncella de Blanco?

    El lugar se quedó en silencio por unos instantes. Ambos se vieron el uno al otro por algún tiempo sin decir nada. De pronto, él chico de verde desvió la mirada y volteó a ver a la joven detrás de él por encima de su hombro derecho.

    - Kotori – Dijo el chico para llamar su atención. La joven alzó apresurada la mirada hacía él. – ¿eres feliz? – La joven se quedó unos momentos en silencio. De pronto, para sorpresa de todos, una larga sonrisa apareció en su rostro.

    - Si señor Sainoji. – Le contestó sonriente.

    - ¿Te desagrada como te trato?

    - No, para nada. – Le respondió con la misma expresión. – Yo le pertenezco a usted, y puede tratarme como usted quiera.

    - ¿Te gusta ser una funda?

    - Sí señor Sainoji… me gusta ser una funda…

    - ¡Kotori! – El chico de azul volvió a tratar de intervenir, pero fue inútil.

    - Ya lo oíste Mikki. – Dijo el chico de verde al tiempo que se daba la media vuelta hacía donde estaba la joven. Ella al mismo tiempo se giró hacía la puerta y el chico la abrazó del hombro. – Si tanto les interesa la Prometida de la Rosa, demuéstrenmelo en un duelo, si se creen tan valientes.

    Las causas de la reunión del consejo se retiraron del balcón sin ninguna preocupación, dejando a sus tres compañeros algo disgustados, en especial por la actitud de aquel que llaman “Sainoji”.

    - Qué sujeto más patán. – Mencionó en voz baja la joven de cabello anaranjado, pero no lo suficiente como para que los otros dos no lo escucharan.

    - ¿Vamos a dejar las cosas así? – Preguntó el chico de azul, volteando a ver a Touga, que seguía viendo hacía el frente, aunque Sainoji ya había salido de su vista.

    - No importa lo que digamos, Kotori en estos momentos está en propiedad de Sainoji. – Le contestó con algo de frustración. – Por lo tanto nosotros no podemos hacer nada… fuera de la Arena. Pero recuerden que una nueva rosa acaba de florecer.

    - ¿Esa persona?

    - Si las expectativas que tiene son tal y como él espera, esa rosa podría ser la llave para cambiar el estado actual de la Prometida. – Mientras decía esto, Touga se giró hacía un lado, mirando a lo lejos ese lugar al que llamaban “El Bosque”. Desde ese balcón se tenía una vista directa de él – Por lo pronto, lo más que podemos hacer es esperar…



    En el cielo comenzaban a verse algunas nubes blancas que volaban sobre la Academia a un ritmo muy despacio. En esos momentos vemos a Sakura recostada boca arriba en el pasto verde de uno de los espacios libres del campus. Se encuentra ahí acostada, con su mochila a lado y sus manos sobre el vientre. Su rostro se ve algo adormilado, mientras parece observar el movimiento lento de las nubes. Al parecer el día había sido algo pesado para ella. Inconscientemente comenzó a cerrar poco a poco los ojos, hasta que pareció quedarse dormida…

    ******​

    Escuchó de pronto unos pasos que se acercaban hacía ella. La joven abrió rápidamente sus ojos. Ya no sé encontraba en el mismo lugar. En ese momento estaba en un lugar totalmente extraño. Parecía estar flotando en el aire, pero aún así sentía el suelo en sus pies. A su alrededor, arriba y debajo de ella, se veía el cielo estrellado, como si todas las estrellas la estuvieran rodeando.

    Los pasos se hicieron más fuertes, hasta que se detuvieron de golpe. La joven alzó su mirada hacía el frente. Parado en el aire de la misma manera que ella, estaba un hombre, de estatura alta, vestido con una extraña vestimenta de la cual resaltaba una amplia capa de color oscuro. Tenía el cabello de un color oscuro, con una cola de caballo que le pasaba por encima de su hombro. Su piel era blanca, traía los ojos aparentemente cerrados, y frente a estos traía un par de anteojos. Aún así, el hombre parecía mirarla con una gran sonrisa en el rostro.

    - Usted es... – La joven quiso decir algo, pero la sorpresa no la dejó continuar.

    - Finalmente nos conocemos. – Le dijo el hombre con una voz suave, pero que parecía resonar como eco. – Había esperado mucho tiempo para poder verte Sakura. Las Cartas necesitan a un amo poderoso, pero necesitan aún más a alguien con un corazón fuerte. Esta es la fuente de tu fuerza Sakura. Kerberos y Yue han hecho una gran elección.

    - ¡Usted tiene que ser el Mago Clow! – Dijo por fin la chica castaña. El hombre movió su cabeza de arriba a bajo como señal de afirmación. La joven alzó el bastón que traía consigo y lo miró con detenimiento. – Entonces... este bastón le pertenece...

    - No, de ninguna manera. Ese bastón fue hecho por tu propia cuenta. Tú bastón no está regido por el poder del sol o de la luna, sino por el poder de tu propia estrella.

    - ¿De mi estrella?

    - Ten cuidado con tu poder Sakura. Tu estrella tiene un brillo muy pequeño en estos momentos, pero dentro de poco ese brillo aumentará aún más. Ese brillo será el que te guíe por tu camino...

    ******​

    Pasaron sólo dos o tres segundos antes de la joven abriera de nuevo sus ojos. Esperaba que al abrirlos el cielo se encontrara una vez más frente a ella, pero no era así. En cuanto sus ojos se abrieron, lo primero que vio fue la figura redonda y amarilla del rostro de su guardián.

    - ¿Por qué tan pensativa? – Le preguntó Kero, mientras volaba sobre su rostro.

    - ¡Kero! – Gritó exaltada la joven mientras se sentaba, golpeando al guardián con su cabeza y al tiempo empujándolo hacía el frente. Sakura no se veía muy contenta por la sorpresa. – ¿Te escondiste en mi mochila de nuevo?, Te dije que te quedarás.

    - No exageres tanto. – Le contestó mientras caminaba de nuevo hacía ella. – De todos modos nadie te está viendo.

    Sakura miró a su alrededor y no vio a nadie cerca. Luego se giró hacía su mochila, la cual se encontraba abierta pues Kero había salido de ella. Sakura la tomó para cerrarla.

    - ¿Estuviste todo el día metido en la mochila sin hacer ruido? – Le preguntó al guardián mientras ella organizaba sus cosas.

    - Sólo quería ver la escuela de nuevo y tratar de de averiguar más cosas

    - Pues yo no he podido averiguar nada. He estado ocupada todo el día.

    Desde que las clases empezaron, Sakura había tenido una clase tras otra, en las cuales tuvo que hacer algunos ejercicios y a la vez tratar de ponerse al corriente con lo que iban. Hubiera sido más fácil para ella si su amiga hubiera estado en su salón, pero aún así trataba de no atrasarse. Además ya le habían dejado algunas tareas para hacer, así que en esos momentos su mente estaba muy ocupada en esos asuntos. Sin embargo, también seguía pensando en las otras cosas…

    - Hola Sakura. – Escuchó que alguien le decía a sus espaldas, asustándola de golpe. Rápidamente se giró hacía atrás, quedándose aún sentada en el pasto. La joven se tranquilizó al ver que se trataba de su amiga.

    - ¡Tomoyo! – Dijo sorprendida. Tomoyo a su vez se giró hacía le pequeño ser amarillo que flotaba a su lado.

    - ¡Hola lindo Kero!

    - ¡Hola Tomoyo! – Le contestó emocionado el guardián. – ¡Te extrañé mucho!, en especial a tus deliciosos pasteles.

    - Tú no cambias.

    Tomoyo se sentó a lado de su amiga, mientras Kero flotaba delante de ellas; no muy alto, para que la gente lo fuera a ver. Se veía que el guardián estaba contento de ver de nuevo a Tomoyo, tanto como su dueña. Sakura, por su parte, parecía aún estar algo adormilada. Mientras Tomoyo y Kero conversaban, no pudo evitar volver a ver la sortija en su dedo, alzando un poco su mano.

    - ¡Qué bonita sortija traes puesta Sakura! – Le dijo de pronto su amiga, volteando a ver la mano izquierda de Sakura.

    - Sí, eso creo. – Contestó la joven mientras la contemplaba. – Su emblema se parece al sello de la escuela, ¿no?, en casi todas partes lo he visto.

    En ese momento, Sakura ve como Tomoyo toma su mano con las suyas y la acerca hacía ella. Aparentemente se puso a ver más de cerca la sortija y su emblema.

    - Me parece que ese anillo ya lo he visto en otras personas. – Le mencionó Tomoyo mientras la inspeccionaba.

    - ¡¿Enserio?!

    - ¿Dónde lo obtuviste?

    Sakura se quedó unos segundos callada al oír la pregunta de su amiga, quién notó de inmediato que algo le ocurría. Sakura trajo su mano de vuelta hacía a ella y volvió a ver ese anillo blanco. Aún le costaba trabajo creer que ese objeto y ese vago recuerdo del pasado la hayan arrastrado hasta ese lugar.

    - Tomoyo. – Comenzó a decir la antigua Card Captor con seriedad. – Tú eres mi mejor amiga, y siempre nos hemos contado todo, ¿verdad? Pero hay algo que hasta ahora nunca te he dicho, ni a ti ni a ninguna otra persona. No es porqué no te tuviera confianza ni mucho menos… es sólo que… hasta hace unos días yo no lo recordaba. – Tomoyo se quedó muy seria al sentir una extraña emoción en las palabras de su amiga. Era raro verla de esa manera. – Fue algo que pasó hace ya diez años… la noche en que mi madre murió…

    Sakura trató de explicarle a su amiga todo lo ocurrido. Sin embargo, le era muy difícil ser clara en sus palabras, ya que aún en esos momentos no tenía los recuerdos concisos de lo ocurrido aquella noche, y mucho menos podría entrar en detalles. Aún así, Tomoyo la escuchaba con mucha atención, y aparentemente no tenía dificultad para comprenderla. Sakura le dijo lo que recordaba de hace diez años, luego la llegada de la misteriosa carta por parte de Othori.

    - La sortija y la carta me llegaron hace algunos días. – Prosiguió la Card Captor con su relato. – No sé que relación tenga todo esto con lo ocurrido en aquel entonces. Pero siento la necesidad de averiguar que fue lo que pasó, y que quieren decir con “Mi Destino…”. – Sakura alzó su mirada hacía el cielo. Las nubes parecen no haberse movido después de todo el tiempo. – “Mi Príncipe”… En ese momento, hace diez años, recuerdo haberlo llamado “Mi Príncipe”, como los que aparecen en los cuentos de hadas… No lo entiendo… eso ocurrió hace diez años, y yo era sólo un niña… ¿Cómo es posible que lo recuerde…? – Comenzó a preguntarse con algo de frustración. – Ni siquiera recuerdo como fue que murió mi madre… ¿Por qué ese recuerdo viene a mí después de tanto tiempo?

    En ese momento siente como las manos de su amiga la toman del rostro y dirigen su cabeza contra su pecho, tratando de recostarla y al mismo tiempo de tranquilizarla. Sakura parecía algo afectada por todo.

    - Tranquila Sakura. – Le decía su amiga.

    - Lo siento. – Le dijo la joven, algo más tranquila. Después de unos segundos apartó la cabeza del pecho de su compañera. – Además hay otra cosa extraña. Al parecer el Mago Clow fue uno de los fundadores de esta Academia.

    - ¿El Mago Clow?

    - Pero eso es algo que aún no me explico. – Agregó Kero, cruzando sus brazos mientras flotaba en el aire. – No recuerdo que el Mago Clow haya tenido algo de relación con este sitio.

    - Es uno de los tantos misterios que rodea a esta escuela.

    Tomoyo volteó a ver tanto a Sakura como a Kero. Se les veía cierta preocupación en sus expresiones. De pronto, la joven de cabello oscuro se pone de pie en un segundo, llamando la atención de ambos.

    - Pues no importa que sea lo que pase Sakura. – Comenzó a decir la joven con gran seguridad. – A partir de ahora yo estaré a tu lado para apoyarte a lo largo de esta búsqueda que has librado. No importa si sólo puedo ayudarte en cosas pequeñas, yo estaré aquí para ti. Tal y como en los viejos tiempo, ¿sí?

    Tomoyo le sonrió de una manera alegre como era su costumbre. Sakura se le quedó viendo unos momentos en silencio. Era verdad, Tomoyo no había cambiado, y aún en estos momentos seguía dispuesta a estar a su lado. Recordaba que durante toda su travesía como Card Captor, buscando atrapar y convertir a todas las Cartas Clow, Tomoyo había sido una de las personas que había estado a su lado. No le importaba si no poseía poderes mágicos o algo parecido, ella siempre estaba dispuesta a ayudarla. Sakura le sonrió de la misma manera, tratando de regresarle los alientos.

    - Gracias Tomoyo. – Le contestó la Card Captor.

    Una vez afirmada la aceptación de su amiga, Tomoyo pareció ponerse muy contenta. De pronto, juntó sus dos manos el frente y alzó su mirada feliz al cielo.

    - Y si tengo una nueva oportunidad, te volveré a grabar con mi cámara. – Agregó la joven con un gran brillo en sus ojos. Este comentario pareció llegarle a la castaña. – Ya me imaginó la nueva colección de videos. “Sakura y sus aventuras en Othori”, ¿Qué te parece?

    - ¿Aventuras…? – Preguntó nerviosa la joven.

    - “Se ve que Tomoyo no ha cambiado para nada sus costumbres.” – Pensaba el pequeño ser amarillo mientras miraba a ambas con una expresión pícara.

    El día casi llegaba a su inevitable fin. El sol estaba cerca de llegar al horizonte, lo que provocaba que gran parte de su luz estuviera enfocada en la parte oeste del cielo. Sakura se encontraba caminando por uno de los pasillos exteriores de la academia, dirigiéndose aparentemente hacía la entrada de la escuela. Se había quedado hasta tarde para arreglar algunos asuntos pendientes con su ingreso, los cuales le habían tomado más tiempo de lo que pensaba.

    La escuela ya se encontraba prácticamente sola, pues la gran mayoría de los alumnos se había retirado. Sólo quedaba uno que otro en sus respectivas actividades extracurriculares, pero la mayoría estaba reunida en el gimnasio o en la pista, por lo que la enorme escuela se sentía sola alrededor de la joven. Ni siquiera su amiga Tomoyo pudo quedarse con ella, ya que tenía que ir a su dormitorio y comenzar con sus tareas, que también eran algunas. Aunque ella quería quedarse a acompañarla, Sakura no podía permitir que por su culpa fuera a fallar con la escuela. A pesar de las negaciones de su amiga, la castaña pudo convencerla de que se fuera. Aún así, Sakura no se encontraba totalmente sola, ya que tenía a Kero con ella. La joven traía al guardián sujeto con su brazo derecho, cerca de su pecho, mientras con la otra mano sostenía la mochila.

    Caminaban hacía la puerta con pasos lentos. En el rostro de Sakura se veía cierta incertidumbre sobre algo. En algunos minutos no habían cruzado palabra, pero rápidamente la joven rompió el silencio.

    - Sabes algo Kero – Comenzó a decir. – hoy estuve recordando la primera vez que vi al Mago Clow. – Esto llamó de inmediato la atención del guardián. – Fue al final del Juicio Final. De repente apareció frente a mí, como si fuera un espejismo, pero fue real.

    - ¿Enserio?

    - En ese momento me dijo que mis poderes no venían del sol ni de la luna, sino que provenían del brillo de mi propia estrella. También me dijo que en ese momento el brillo de mi estrella era muy escaso, pero que con el tiempo crecería.

    - Y así fue. – Afirmó con mucha confianza el ser mágico. – La prueba está en que fuiste capaz de convertir todas las Cartas Clow a Cartas Sakura, y todas ellas te aceptaron como su nueva dueña. Aunque la verdad hace ya algún tiempo que no utilizas ninguna de las Cartas.

    Al escuchar esas palabras, algo de nostalgia volvía a la mente de la joven. Recordaba su última travesía como Card Captor, en donde su meta era transformarse en la Maestra de las Cartas Mágicas. En esos momentos, Eriol Hirakizawa, la reencarnación en persona del propio Mago Clow, le había puesto muchas pruebas en su camino, con el propósito de que sus poderes crecieran más y lograra transformar con éxito todas las cartas. Con duras penas, y contando siempre con la ayuda de sus amigos, logró pasar esa prueba con éxito, convirtiéndose en la nueva dueña de las Cartas Sakura.

    Sin embargo, a pesar de todo, en estos últimos años no había tenido ninguna razón para volver a usar las Cartas para alguna cosa. Aún traía colgando de su cuello esa llave mágica que era su mejor arma, de hecho siempre la traía consigo. Pero en este tiempo no la ha usado de nuevo a ella o las Cartas Sakura… no desde esa noche…

    Como se estaba volviendo costumbre últimamente, algo en el exterior hizo que Sakura saliera una vez más de sus pensamientos tan profundos. Sin que se diera cuenta siquiera, se encontraba en el pasillo que pasaba junto al jardín en medio de los salones, donde se encontraba el kiosco de color blanco. De pronto, la joven detuvo sus pasos al ver pasar frente a ella la figura de una persona, vestida con su uniforme, y que llevaba consigo una pequeña regadera blanca. Caminó hacía el jardín, directo hacía los rosales que rodeaban al kiosco. Las coincidencias de la vida se hacían cada vez más extrañas para Sakura. Como por acción del destino, se había encontrado una vez más con esa misteriosa joven de cabello largo.

    La extraña caminó frente a ella, sin voltear a verla siquiera. Sakura la miró con sorpresa, y la siguió con la vista hasta que ésta llegó a su destino. Kero, que seguía en los brazos de su dueña, se quedó extrañado ante su reacción.

    - ¿Sucede algo Sakura? – Le preguntó el guardián, volteando a verla hacía arriba.

    - Kero vuelve a meterte a mi mochila. – Le contestó la joven sin voltear a verlo.

    - ¡¿Otra vez?! – Renegó el muñeco.

    - ¡Anda!, sólo será un momento. – Le decía su dueña, mientras lo tomaba con fuerza y lo introducía en la mochila. Kero se metió, pero aún así se mantuvo atento por lo que fuera a pasar.

    La joven se encontraba semiarrodillada frente a las plantas, mientras delicadamente rociaba sobre las rosas el líquido cristalino de su regadera. Había una mirada seria en sus ojos, pero acompañada una sonrisa despreocupada. El rubor rojizo de su mejilla parecía tenerla muy indiferente para entonces, aunque se notaba a simple vista que estaba desapareciendo. De pronto, escucha como alguien se acerca hacía ella por detrás. Parece voltear a ver de reojo por unos segundos, pero de inmediato regresa su atención hacía la labor que realiza.

    Sakura se detuvo a una cierta distancia de la joven, sosteniendo su mochila hacía el frente. La joven no volteó a verla ni dejó de hacer lo que hacía. La castaña se comenzó a sentir algo incomoda.

    - Hola. – Saludó la joven después de unos segundos, tratando de romper el frío. – Lamento molestarte, soy Sakura Kinomoto, me siento detrás de ti en la clase y quise presentarme…

    - Ya te presentaste frente a la clase, ¿o no? – Le contestó la extraña con un tonto normal, pero sin desviar su vista.

    - Sí, lo sé. Pero quería hacerlo de manera personal. – A Sakura le incomodaba, y al mismo tiempo le molestaba un poco la indiferencia que la joven tenía hacía ella. De pronto, se percató de ese singular perfume una vez más. – Y… también quería agradecerte por la rosa de ayer… ¿lo recuerdas?…

    Este último comentario apreció llamar su atención, ya que se pudo apreciar como levantaba un poco la regadera, evitando que el agua siguiera cayendo. Al mismo tiempo alzó su mirada, clavándola perdida hacia el frente.

    - No es nada. – Le respondió con un poco más de emoción, y luego continuó con lo suyo.

    En este momento Sakura se alegró por esto, pero al mismo tiempo se preguntaba así misma que era lo que estaba haciendo. ¿Por qué tenía tanto interés en conocer a esta joven? Cuando la vio por primera sintió algo extraño a su alrededor. Con el tiempo y su práctica con la magia había adquirido algo de intuición con respecto a algunas cosas. Ya se habían cruzado tanto en este poco tiempo que Sakura lleva en Othori, y por eso talvez era cosa del “Destino” el que se conocieran.

    De pronto, Sakura voltea a ver el piano en el kiosco. De cerca se veía más hermoso que de lejos. Pareciera como si parte de la melodía de esa mañana siguiera rondando aún a su alrededor.

    - Tocas el piano, ¿verdad? – Le preguntó Sakura, siguiendo con su plática. De nuevo, la otra joven pareció escucharla, pero no volteaba a verla. – Te escuché esta mañana. Lo haces muy bien. Yo tenía un amigo que también sabía tocarlo. Yo soy algo torpe como para tocar un instrumento así, pero en la primaria aprendí tocar la flauta.

    - No importa con que instrumento lo haga… - Comenzó a decir la joven de las rosas para sorpresa de la ojos verdes. – Si lo hace con todo el corazón, la melodía que haga será hermosa…

    En este instante, después de decirle estas palabras, lentamente se puso de pie, sosteniendo en su mano derecha la regadera. Luego, se giró hacía la chica que se le había presentado, mirándola con sus ojos grandes y castaños, y con esa sonrisa tan singular.

    - Me llamo Kotori… Kotori Monou. – Agregó con algo de entusiasmo.

    - Kotori… - Repitió Sakura en voz baja.

    Después de por fin decirle su nombre, Kotori se giró hacía lo rosales, y quedándose de pie en esta ocasión, continuó con su trabajo. Sakura se quedó muy pensativa después de esto. Luego de oír su nombre, y mirarla a los ojos… todo eso le pareció algo conocido.

    - Oye, Kotori… ¿nos conocemos de alguna otra parte? – Le preguntó con curiosidad.

    - No lo creo.

    - No estaba segura, pero ahora que hablamos… creo que ya nos habíamos visto en otra parte… - Kotori abrió sus ojos de par en par al oír esto. – Aunque no recuerdo cuando habrá sido…

    Antes de que pudiera pensar en algo o decir otra palabra, Kotori se dio rápidamente la media vuelta. En un abrir y cerrar de ojos clavó sus ojos sobre la joven, asustándola un poco. Se quedó unos momentos inmóvil, sólo mirándola. Sakura se estaba poniendo algo nerviosa ante la mirada de la joven, cuando de pronto ésta tomó la regadera en sus manos y la colocó en el barandaza del kiosco. Luego, caminó lentamente hacía ella. Sakura se quedó de pie sin moverse.

    Ante toda la sorpresa y pena de la antigua Card Captor, Kotori se le acercó, hasta estar a tan sólo unos centímetros de ella. En ese momento, Sakura vio como la Joven metía su mano en el lado izquierdo de su abrigo, sacando de este lugar la rosa de pétalos blancos que Sakura guardaba en ese lugar.

    - ¿Porqué guarda la rosa en el interior de su traje?, ¿No sabe que se podría maltratar? – Le decía Kotori, mientras parecía estar arreglando los pétalos. Después de unos segundos, extendió sus manos de nuevo al frente, colocándole la rosa de color blanco en el lado izquierdo, como si fuera un prendedor o algo parecido. – ¡Listo!, ahí se ve perfecta.

    - Gracias… - Le responde la Card Captor, algo confundida con respecto a lo que acababa de pasar.

    Sakura voltea a ver la rosa en su pecho. A pesar de que la acababa de mencionar hace unos momentos, no recordaba siquiera que la tenía guardada en ese lugar; parece que es más despistada de lo que creía. No estaba muy segura de que esa rosa concordara con el uniforme que traía consigo, pero aún así al verla, no podía evitar sentir algo muy profundo…

    - ¡Kotori! – Gritó de pronto una persona detrás de Sakura, regresándola a la realidad.

    Al momento en que se voltea a ver de quién se trata, se sorprende al distinguir una brillante y abundante cabellera verdosa que se acerca hacía ellos, con una mirada llena de furia además. Sakura reconoció al sujeto de inmediato, en especial por ese singular color de pelo y el traje blanco que traía diferente al resto. El chico caminó con pasos rápidos hacía el frente, empujando a Sakura hacía un lado con tan fuerza que casi caía al suelo.

    - ¿Estás perdiendo de nuevo el tiempo con esas rosas? – Le preguntó a Kotori con un tono lleno de severidad. La joven no pudo evitar bajar la mirada ante su presencia.

    - Lo siento señor Sainoji. – Le contestó algo apenada.

    El chico la miró con enojo en su expresión. De pronto, observa de reojo a Sakura, la cual parece estar algo aturdida por todo.

    - ¿Y tú quién rayos eres? – Le preguntó con un tono no muy cortés.

    - Pues yo…

    - ¿Acaso eres alguna de esas tontas que busca ser amiga de Kotori?, Apestas a Rosas Blancas igual que ella.

    Esa clase de comentario no le agradó para nada a Sakura. Sobre todo le molestaba esa manera tan soberbia de actuar; ya de por si no le había parecido muy amigable que digamos al verlo golpear a su propia novia.

    - ¿Y qué si lo fuera? – Le preguntó la joven con firmeza.

    En ese momento, al escucharla dirigirle la palabra, cierta sorpresa apareció en el semblante del peliverde, que se le quedó viendo con una mirada tan dura y hasta cierto punto aterradora, que hizo que Sakura se asustara un poco. El chico se giró por completo hacía ella, acercándosele lentamente.

    - Tu actitud me parece muy imprudente niña. – Le contestó él con un tono rudo, al tiempo que llevaba sus dos manos hacía su cuello. Luego, con un movimiento de sus mano, hizo todo su cabello hacía atrás.

    En ese momento en que el chico movía sus manos, logró ver como un rayo del escaso sol que quedaba pegaba en su mano izquierda, dirigiendo hacía sus ojos un extraño brillo. Sakura al principio no supo de qué se trataba, hasta que puso más atención a su mano. El gran asombro en Sakura se hizo más que evidente al ver lo que adornaba la mano izquierda del chico; no podía creerlo, pero ahí estaba: la misma sortija blanca con el sello de la rosa.

    - ¡Esa sortija! – Dijo sorprendida, sin quitar sus ojos de ella. El chico alzó su mano, mirando con algo confusión el motivo de la sorpresa de la chica. – ¡¿Porqué traes esa sortija?!

    La reacción de la joven pareció extrañarle. Una vez más la volteó a ver con serenidad, pero no parecía tener la intención de contestarle su pregunta. De pronto, Kotori aparece, parándose entre ambos.

    - Por favor Señor Sainoji. – Le comenzó a decir con algo de desesperación, pero luego trató de fingir tranquilidad. – Ella no es nadie… por favor no le haga caso.

    El chico que al parecer respondía al nombre de “Sainoji”, la miró con una expresión seria por unos segundos. Una vez más, Kotori bajó su mirada delante de él. De pronto, la tomó su barbilla usando su mano derecha y la obligó a alzar la mirada, de tal manera que la pudiera ver a los ojos.

    - ¿Eso que veo en tus ojos es temor Kotori? – Le preguntó sin soltarla. Kotori no le contestó, y en su lugar pareció tratar de desviar de nuevo su mirada. Esto aparentemente enojó al chico. – ¡No me gusta como miras!

    En un abrir y cerrar de ojos, la empujó ligeramente hacía atrás con su mano derecha en su barbilla, para luego volver a golpearla en el rostro con la otra mano. Sakura se quedó sorprendida al volver a ver esto, pero en esta ocasión de cerca.

    - ¡Kotori! – Gritó, mientras la joven caía inevitablemente al suelo.

    - ¡A tu dueño tienes que verlo con respeto, no con miedo!, ¡¿Entiendes?! – Le gritó Sainoji con furia.

    Al tiempo que le gritaba esas palabras, se veía como el chico alzaba de nuevo su mano para rematar con un segundo golpe. Sin embargo, una vez más, tal y como había pasado esa mañana, una mano salvadora intervino en el acto, tomándolo inesperadamente de su muñeca, jalándolo hacía atrás. El chico se vio muy confundido ante esta acción. Inmediatamente volteó a ver que había pasado. Para su sorpresa, una pequeña mano blanca era la que sostenía su mano, pero más increíble aún fue lo primero que vio al voltearse: una sortija blanca idéntica a la suya.

    - ¡¿Qué crees que estás haciendo?! – Escuchó que una voz le preguntaba.

    En el momento volteó a ver el origen de esa pregunta. En efecto, sus sospechas eran ciertas. Se trataba de Sakura, la cual lo estaba sujetando con su mano izquierda, mirándolo con una expresión firme y decidida. El chico la miró de reojo, aún algo confundido. De pronto, Sakura pareció como reaccionar, quitando esa expresión de su mirada, e inmediatamente después retiró su mano del chico, colocando su mano sobre su pecho.

    - “¿Qué estoy haciendo?” – Se preguntó así misma, también algo confundida.

    - Así que se trataba de la nueva Rosa. – Oyó que el joven de cabello verde decía al frente con cierta burla en su tono, haciéndola alzar su mirada. Sainoji estaba volteado hacía ella, con una sonrisa burlesca en el rostro.

    - ¿Qué?

    - En ese caso, viendo tus acciones, debo de interpretar todo esto como que me estás retando, ¿no es así? – Sakura no entendió para nada sus palabras.

    - Retando… ¿de qué estás hablando?

    - No me salgas con eso. No puedes lanzar un desafío y luego tratar de retractarte. – Sakura notó en esto cierta seriedad en las palabras del chico, pero al mismo tiempo algo de confianza. Mientras decía esto, Kotori se ponía de pie. – Ya que al parecer estás tan interesada por el bienestar de la Doncella, te otorgaré tu derecho a un duelo. Te veré en la Arena de Duelos en el Bosque detrás de la escuela justo cuando el sol se oculte.

    Sainoji se giró hacía su izquierda, comenzando a caminar para alejarse del kiosco. Sakura lo seguía con la vista, aún más confundida que antes, sin entender muy bien lo que acababa de pasar.

    - ¡Kotori!, Vamonos. – Gritó con fuerza mientras caminaba. Sin dudarlo, Kotori comenzó la marcha detrás de él. Sin embargo, Sakura aún seguía en la misma situación.

    - ¿Al Bosque? – Preguntó, pero el chico pareció no hacerle caso. – Pero creí que los alumnos no podían entrar. Espera…

    - Procura no llegar tarde que mi tiempo es valioso. – Le dijo por último el chico de cabellos verdes, sin dar más explicación ni decirle nada. Luego desapareció por el pasillo junto con la extraña joven que acababa de conocer…

    FIN DEL CAPITULO 3
    - - - - - - - - - - - -​

    Sakura: ¿Un Duelo en el Bosque?, ¿Qué quiso decir con eso?, ¿Tendrá alguna relación con lo que busco?

    Touga: Del otro lado de la puerta hay un bosque, y en éste se encuentra la Arena de Duelos…

    Sakura: ¡¿Qué?!, ¿Qué es ese Castillo que flota en el Cielo?!

    Sainoji: Sólo aquellos que poseen el Sello de Rosa podemos entrar. Si quieres saber más, ¡Tendrás que vencerme!

    Sakura: No se pierdan el próximo capitulo de “La Rosa Blanca”… ¡El Mundo yo voy a Cambiar!

    = Capitulo 4: Donde Brilla la Luz de Dios =
    - - - - - - - - - - - -​
     
  8.  
    blackrose18

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    Que pésimo subs xD si se oye que dicen Saionji, y no puedo dar arcadas cada que leo el nombre mal escrito lol... y bueh, es Miki con una k pero es algo indiferente. Supongo no pondrás ninguna relación yaoi-yuri ya que no se permite (y el contexto de Utena con Shiori y Juri) y em... realmente, me salto muchas partes del fic ya que es ver la serie en escrito, incluso parte de los diálogos son los mismos.

    Y aquí algo personal, no sé qué tan bueno sea marcar ciertos simbolismos que abusan en la serie, realmente no creo que resalten tan bien si lo escribes.
     
  9.  
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    uuu me gusto mucho este capitulo, bueno como todos los demás también XD, narración limpia y ese chico de pelo verde tan arrogante, mira que pegarle a una mujer, eso me dio rabia, me gustaria haber estado ahí ajjajaa, esa niña kotori me da pena, pero por algo lo hara, muchas preguntass tengoo espero poder respondermelas todas, hasta la conti
    Saludos!!!
     
  10.  
    blackrose18

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    HAHAHAHAHA cualquiera que haya visto la serie x´D sabría que Anthy -que es el personaje real- es una persona a la que uno termina sintiendo todo menos pena.
     
  11.  
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    aii disculpa, no me vi la serie, además opino de lo que wing escribio, además decía claramente que no era necesario haber visto la serie para comprender lo que wing publicara XP
     
  12.  
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    La Rosa Blanca [Long-Fic]
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    14111
    [​IMG]
    *Comentarios:

    @blackrose18: Huy, entonces tal vez no te sea muy agradable leer los siguientes capitulos xDu, por los nombres, jajajaja. Sobre las relacion yaoi/yuri, nah, no es el plan del Fanfic, y al menos hasta donde va la historia no se ha dado, creo... Pero bueno. Y si, en los primeros capitulos muchas partes que se asemejan a la serie, cosa que no me hace sentir orgulloso, pero bueno, ya dije anteriormente mi punto de vista sobre ese tema. Sé que deberia de editar todo esto, pero ya lo hare... ¡¡En su momento!! Por último, en efecto Anthy no es digna de ninguna lastima xD pero Kotori no es Anthy, y al menos en ese sentido, si se puede sentir un poco de lastima por Kotori, pero minímo puedo spoilear que este personaje tiene destinado un rumbo diferente al de Anthy.

    @Estrella Solitaria: Muchas gracias por tu comentario, me alegra ver que te haya gustado. Y no te preocupes, en efecto, hice esto especialmente para no fuera necesario haber visto o leído SKU para entenderle. ¿Si le has entendido hasta ahora? Y Kotori no es como Anthy, no te preocupes. Está bien que sientas pena por ella :). Gracias de nuevo por seguir mi historia.

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    -Número de Palabras: 12,579

    Los alrededores del dojo de kendo, dentro del campus de la Academia Othori, se encontraban en completa calma. Aún así, desde su interior se escuchaban los repetitivos sonidos de una espada que cortaba con fuerza el aire, cada uno acompañado de un pequeño grito por parte de aquel que la blandía. Sainoji Kyoichi, capitán del equipo de Kendo, se encontraba en el interior del lugar vistiendo un traje de kendo de colores oscuros, y portando en sus manos una espada de madera, misma que movía hasta colocarla por encima de su cabeza, para luego avanzarla con fuerza hacía el frente. El chico de cabello verde tenía su vista fija al frente de él, mientas seguía haciendo el mismo ejercicio con mucha precisión.

    El dojo era amplio, con paredes y suelo de madera. No tenía ninguna clase de iluminación extra que no fuera la luz que entraba por las ventanas altas de la construcción. Como ya estaba atardeciendo, la luz que entraba era muy poca, por lo que el lugar estaba casi a oscuras. Mientras el capitán realizaba su ejercicio, sentada en el suelo alejada de él, se veía la figura de Kotori, la joven que tocaba el piano en el jardín. La chica parecía estar preparando el té, ya que frente a ella había varios instrumentos para ello, incluyendo una sola taza. La joven realizaba su labor con una mirada perdida, pero sin descuidar lo que hacía.

    - Es extraño. – Escuchó decir de pronto al chico de la espada, después de terminar una de sus repeticiones. Sin embargo, parecía ser más para si mismo que para ella. – Por alguna razón me estoy sintiendo emocionado…

    Sainoji alzó de nuevo su espada y continuó con su ejercicio. Kotori se quedó unos momentos seria, dejando inconscientemente lo que estaba haciendo por unos instantes. De pronto, alzó su mano con cuidado, colocándola en su mejilla, que aún tenía un poco de rubor en ella. Parecía estar recordando algo mientras hacía esto.

    - ¡Kotori! – Le gritó Sainoji. – Apresúrate con ese té.

    La joven obedeció de inmediato a las ordenes que le dieron, regresando a lo que se encontraba haciendo.

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    Capitulo 4: Donde Brilla la Luz de Dios

    Pasó algo de tiempo. El sol ya se encontraba prácticamente en el horizonte, y todo el cielo se cubría de anaranjado. Casi llegaba el momento que aquel chico le había indicado, pero Sakura aún seguía sin entender lo que le había dicho, y sobre todo le llamaba la atención la sortija que él traía consigo. Ella se encuentra ahora sentada en los escalones del kiosco blanco, con el pequeño guardián amarillo flotando a su frente. La joven tiene la mirada inclinada hacía el suelo, con su cabeza recargada en sus dos manos.

    - ¿Un duelo?, ¿De qué estaría hablando? – Se seguía preguntando con insistencia.

    - ¿No dijo Tomoyo que era el capitán del equipo de Kendo? – Comentó el Guardián mientras seguía flotando.

    - ¡¿Estabas escuchando eso?! – Le preguntó su dueña, recordando el momento en que su amiga se lo había dicho. – Pero entonces, ¿a lo que se refería era a un duelo de espadas?

    - ¿Si no sabes nada de eso entonces para qué lo retaste?

    - ¡Yo no lo reté!, o por lo menos creo que no lo hice…

    Sakura trató de repasar lo ocurrido, y una vez más volvió a su posición, centrando su mirada al frente. Aún tenía en su pecho la rosa de pétalos blancos que Kotori le había colocado.

    A Sakura siempre se le había considerado como una persona tranquila. Era extraña la ocasión en que se enojaba con alguien; normalmente los culpables de dichas ocasiones eran su hermano y Kero, pero fuera de ellos casi nunca reaccionaba de una manera agresiva o algo parecido ante alguien. Sin embargo, al ver a Kotori siendo tratada de ese modo por ese chico, no pudo evitar intervenir e incluso tomarlo del brazo, tal y como lo había visto en la mañana. No estaba segura de que la había empujado a realizar tal cosa, pero se sentía algo extrañada por ello.

    - ¡¿Qué rayos voy a hacer?! – Se preguntó ocultando su rostro entre las manos.

    - No tienes porqué ir.

    - Pero hay algo más… - Agregó la joven, alzando el rostro. – Ese chico de cabello verdoso… él tenía mi misma sortija.

    - ¿La sortija de la rosa?

    En ese momento, la joven miró su mano izquierda. Esa era la sortija que le había venido junto con el sobre y las dos cartas de Othori. Al mismo tiempo, después de ese extraño encuentro hace unos días, la sortija se había colocado en su dedo. Desde entonces no se la había retirado, ya que sentía que de alguna manera estaba conectada con lo ocurrido hace diez años. Ahora, encuentra a otra persona que también la tiene, ¿qué significaba todo eso? Mientras se preguntaba así misma sobre lo acontecido, recordaba además el momento en que el chico citó lo del “duelo”.

    - Creo que él la vio en ese momento… y luego habló del duelo. ¿Tendrá alguna relación? – Sakura dio un largo respiro y luego bajó su cabeza. – Ni siquiera tengo una espada.

    - ¿Porqué no usas la Carta Espada?

    - ¿Estás bromeando?, ¿Cómo podría usar esa carta?

    - Yo sólo daba una solución. Además ayudaría que vuelvas a utilizar tus poderes, que ya han de estar algo oxidados.

    - ¡Yo no tengo nada oxidado…!

    De pronto, cuando estaba dispuesta a responderle su comentario, un sonido familiar llega hasta ellos desde sus espaldas, el sonido de una tonada. Sakura se dio rápidamente media vuelta. Sobre el piano del Kiosco, como si siempre hubiera estado ahí, parecía haber aparecido de la nada un pequeño radio, largo de color dorado, con una apariencia algo antigua. Al frente tenía con números rojos la hora del día que era, cerca del ocaso. Ellos ya habían visto esa radio antes, al igual que esa tonada que cesó de repente.

    - ‘¿Qué será?, ¿Qué será?, ¿Qué será lo que pasará?’

    - ‘Para todos nuestros readioescuhas de Othori, ahora están sintonizando la Radio Sombra de nuestra Academia, aquí con sus amigas A-Ko y B-Ko.’

    - ¿Es esa radio otra vez? – Preguntó extrañado el Guardián. Sin saber por qué, ambos se quedaron escuchando con atención. Lo que ambas jóvenes decían les parecía demasiado extraño…

    - ‘¿Oíste la última nueva nueva A-Ko?’

    - ‘No lo creo B-Ko… la última nueva nueva que escuché es ahora la última vieja nueva.’

    - ‘¡Pues parece que las puertas del bosque se volverán a abrir!’

    - ‘¡¿Enserio?!, ¡¿Enserio?!’

    - ‘Así es, así es.’

    - ‘Otro duelo en la Arena del Bosque, ¡Qué emoción!... ¿Y quines son está ocasión?’

    - ‘Por un lado, de brillante cabello verde y largo, se encuentra nuestro campeón y capitán del equipo de Kendo: Kyoichi Sainoji.’

    Unos extraños aplausos comenzaron a sonar en ese momento, pero parecía como si provinieran de su alrededor en lugar de la radio. Sakura volteó hacía todos lados algo confundida.

    - ‘¿Y quién es nuestro retador?’

    - ‘¡Ah!, en la esquina del retador, con brillante cabello castaño y corto, ojos grandes y verdes, tenemos a la Nueva Rosa del Jardín.’

    Los aplausos volvieron a sonar con fuerza. Eso de “La Nueva Rosa del Jardín” ya lo había escuchado en la ocasión anterior.

    - ‘¿A la que le confunde el aroma de las rosas?’

    - ‘¡Sí!, esa misma.’

    - ‘Qué rápido se adaptó al ambiente de la Academia. Desde nuestro estudio le deseamos la mejor de la suertes a la retadora’

    - ‘¡Y recuerden!, ¡Nunca pasa hasta que pasa!’

    En ese instante una fuerte ráfaga de viento cruzó en el lugar, haciendo que Sakura tuviera que cubrirse un poco. Al mismo tiempo fue tan fuerte que el pequeño Kero fue empujado hacía un lado, ya que se encontraba flotando desde hace un momento. La ráfaga duró sólo unos segundos, y luego tal y como llegó, cesó de golpe. Sakura alzó su mirada de nuevo al frente.

    De pronto, sus ojos se abrieron de par en par, expresando de esta manera un enorme asombro que le nació en ese instante. El radio ya no se encontraba para nada sobre el piano, había desaparecido por completo. En su lugar, parecía haber un extraño objeto alargado, de un material parecido a madera.

    - ¡¿Qué?! – Gritó sorprendida la joven mientras se lanzaba rápidamente hacía el kiosco, parándose frente al piano y mirando hacía todos lado para tratar de ver que había pasado con el radio. Sin embargo, no había ningún rastro de él. – ¡¿Pero qué…?!

    - ¿Cómo se habrán enterado tan rápido del duelo? – Oyó que la voz de Kerberos le preguntaba a su lado, volviendo hacía ella después de ser empujado.

    - ¡Pero Kero!, ¡¿No viste…?! – Sakura trataba de hablarle sobre lo ocurrido con el radio, pero no pudo ya que el guardián continuó.

    - ¡Oye!, Si lo anunciaron por radio, ¿crees que vayas a tener público?

    Al escuchar esta pregunta, Sakura se quedó muy seria por unos momentos, mirando fijamente a Kero. De pronto, un extraño rubor rojizo cubrió por completo su rostro, seguido de por una expresión de vergüenza.

    - ¡¿Público?! – Gritó nerviosa. – ¡Hay no!... ¡Qué pena!

    - A ti todo te da pena… - Le comentó el muñeco con seriedad.

    En ese instante, Kero miró lo que se encontraba sobre el piano, en el lugar en el que antes estaba el radio. Era un objeto alargado, de un material parecido a la madera, pero no estaba muy seguro de lo que fuera. Parecía tener en uno de sus extremos un mango de color blanco. Kero le encontró forma después de unos momentos: era una espada de bambú, usada en el Kendo para practicar. Era extraño, ¿cómo había llegado eso ahí?

    - ¿Y esa espada? – Preguntó extrañado.

    Sakura se olvidó un poco de su pena al escuchar la pregunta de su compañero. La hechicera bajó su mirada y la clavó en la espada de entrenamiento sobre el piano. La miró unos segundos con algo de extrañes en la mirada. Luego, tímidamente, comenzó a acercar su mano hacía ella, hasta tomarla de la empuñadura…



    Y la noche cayó de golpe en un abrir y cerrar de ojos. Al horizonte aún se veían unos escasos rayos de luz cuando el cielo oscuro ya se encontraba cubierto por el brillo de las estrellas. La luna parecía surgir de atrás del bosque, como el sol saliendo del horizonte. Con pasos solitarios en el camino, vemos la pequeña silueta de Sakura, que al parecer por alguna clase de reflejo se dirige hacía el misterioso lugar en el que la habían citado. En una mano traía su mochila, de donde sobresalía la pequeña cabeza amarilla de Kero; en la otra traía la misteriosa espada que había encontrado sobre el piano. Parecía como si alguien la hubiera dejado ahí justo para ella, justo para ese momento.

    Sakura caminaba con su vista fija en el bosque. Aún sentía esa extraña sensación que había sentido la primera vez que vio la misteriosa construcción. Le habían dicho que se trataba de una parte del bosque original que existía en esa región, antes de que la Academia o la Ciudad fueran construidas. Al momento en que la Academia comenzó a construirse en esa colina, sus fundadores, entre los que al parecer se encontraba el Mago Clow, especificaron que esa parte del bosque se quedara intacta.

    Se colocó un tipo de barda o algo parecido alrededor para que no cualquiera entrara a ese lugar. Aunque era muy chico para considerase un bosque de verdad, si se veía muy grande, más grande que los edificios de la escuela, y más alto también, con excepción de la Torre de la Rectoría claro está. Las copas de los árboles sobresalían demasiado por encima de la barda blanca. Era extraño que un pedazo tan apartado del resto el bosque haya proliferado tan bien, y sobre todo en tanto tiempo. De seguro debería de estar en constante cuidado por la directiva.

    La razón del porque los fundadores decidieron tener esa edificación siempre fue un misterio para todos, además de qué fuera lo que se encontrara en su interior, ya que a los alumnos siempre se le había prohibido la entrada. Pese a esto, Sakura se dirigía hacía ese lugar. La joven se detuvo frente a las escaleras. Desde su posición, se veía un gran portó que parecía ser la entrada. Se quedó unos momentos de pie, contemplando todo.

    - ¿Estás segura de qué quieres hacer esto Sakura? – Oyó de pronto que le preguntaba su acompañante.

    - No. – Le respondió con desgano. – Pero aún así, siento que sería una buena oportunidad de averiguar algo de lo que venimos a investigar. Recuerda que ese chico tiene la misma sortija.

    - Sí, tienes razón. Además se supone que ese extraño bosque fue colocado aquí por Clow y los otros dos.

    En ese momento se vio como la ligera expresión del guardián cambiaba a una más seria, mientras veía al bosque fijamente. A Sakura le pareció muy extraña su reacción.

    - Siento una extraña presencia alrededor de este sitio. – Comentó el guardián sin desviar la mirada.

    - ¡¿Una presencia?! – Parecía que Kero sentía lo mismo que ella. – ¿Cómo una presencia mágica?

    - No exactamente. Es parecida, creo… pero es diferente. Supongo que es lo mismo que sentiste ayer, ¿no es así?

    - Sí, es parecido. Kero, ¿crees que eso provenga del interior de este bosque? – Kero guardó silencio unos momentos, meditando en la pregunta de su ama.

    - Sólo hay una manera de saberlo.

    Sakura entendió de inmediato sus palabras. Una vez más clavó su mirada al frente y comenzó a subir uno por unos los escalones blancos. En realidad esperaba no tener que pelear o algo parecido, ya que no era exactamente buena con la espada, y menos como para enfrentarse a alguien del equipo de Kendo. Llevaba esa espada por si la situación lo ameritaba o algo parecido, pero más que nada esperaba poder obtener lo que quería sin tener que hacer algo como eso.

    Después de subir los escalones, se encontraba frente a la puerta. Era una puerta alta, de un material brillante y fino. Tenía dibujada en ella un símbolo de color rojo en forma de una rosa, la misma que se veía en diferentes lugares de la academia, y que a su vez era parecida a la de su sortija.

    - ¿Otro emblema de rosa? – Se preguntó extrañada la chica de ojos verdes.

    - Se ve que en esta escuela les gusta ese tipo de plantas. – Agregó Kero desde la mochila.

    Sakura caminó hasta estar justo enfrente de la puerta. Alzó su mirada para verla por completo. Algo con el doble de su altura entraría sin problema por esa puerta. Más abajo se encontraban lo que parecían ser dos manijas. Sakura colocó su mochila en el suelo unos momentos, y luego alzó su mano izquierda hacía una de ellas, tratando de moverla, pero parecía estar cerrada con llave.

    - ¡Está cerrada! – Se dijo así mismas, sin soltar la manija. – De seguro sólo los directivos tienen la llave. ¿Cómo se abrirá?

    - Talvez el chico tiene llave.

    Mientras trataba de pensar en una manera para entrar, algo ocurría en la manija que sostenía con su mano izquierda. De pronto, aparentemente de la nada, una pequeña gota transparente pareció surgir de la puerta, como si se tratara de un charco. Luego, como por arte de magia comenzó a flotar en el aire, directo a la mano de Sakura, o más bien directo hacía la sortija de su mano. La gota tocó con delicadeza el sello de la sortija, desplomándose al contacto.

    Sakura retiró rápidamente la mano de la manija al sentir el líquido frío en su dedo. Extrañada, miró con detenimiento su mano. Extrañamente no había ningún rastro de agua o algo parecido.

    - ¿Qué fue eso? – Se preguntó confundida.

    En ese momento, algo comenzó a pasar. Casi podía sentir que el suelo bajo sus pies se movía, y un extraño sonido la rodeaba. De pronto, la puerta pareció dividirse en dos, creando una línea de luz que dividió a cada una de las manijas. Una de las mitades se desplazó hacía la derecha, mientras la otra se movió hacía el lado contrario, cada una al mismo ritmo. Mientras se movían, Sakura veía como una extraña niebla blanca surgía de la abertura entre ellas, que cada vez era más grande. La joven miraba sorprendida como ambas partes se desplazaban hasta desaparecer por completo de su vista, dejando en su lugar el alto umbral de la entrada.

    - ¡Se abrió! – Mencionó sorprendido el Guardián de color amarillo, mientras desde su posición veía atónito lo que acababa de suceder.

    - Pero, ¿cómo…? – Sakura se encontraba en las mismas condiciones que su acompañante, o talvez con una sorpresa mayor todavía.

    Desde donde estaba parada, el interior del Bosque se veía algo oscuro. Sin embargo, al fondo de todo, podía distinguir un brillo blanco que sobresalía. Se mantuvo totalmente inmóvil por unos instantes, como dudando en lo que tenía que hacer. Sin embargo, aún tenía esas palabras presentes en su mente, “Ven y conoce tu destino…” No sabía la razón, pero había algo en esa frase que en parte la había llevado hasta ahí.

    - Entremos entonces. – Dijo al final mientras tomaba de nuevo su mochila. Miró al frente una vez más y comenzó a adentrarse al interior del bosque.

    Frente a la puerta había un camino, un camino formado de una piedra blanca o algo que se le asemejaba. El camino parecía llevar hasta lo profundo del bosque. Al lado del camino había varios adornos cubiertos de rosas, por lo que todo el sitio parecía estar impregnado con su aroma. Atrás de estos adornos se encontraban los árboles, que parecían tomar diferentes formas y apariencias en la oscuridad.

    - Mantente adentro de mi mochila Kero. – Le decía Sakura mientras marchaban.

    - Sí…

    - Y no vayas a salir por nada.

    - ¡Ya lo sé!

    Lo normal sería que mientras más se adentraran, más oscuro se pusiera. Sin embargo ese no era el caso en esta ocasión. Mientras más marchaban, poco a poco el lugar parecía comenzar a alumbrarse. Era todo muy extraño. Ese camino aparentemente tenía que llevar a algún lugar en especial. Era extraño además que todas esas rosas crecieran tan bien, considerando que por el alto de los árboles de seguro no les llegaba mucho la luz del sol. Ahora la sensación que sentían afuera los rodeaba por completo, como si todo el lugar fuera la fuente de ello.

    El resplandor blanco que se veía desde el umbral parecía estar más claro mientras caminaban. Poco a poco, pudo distinguir que lo que se encontraba al frente era una especie de claro o algo parecido, y además veía una extraña construcción que no podía ver con mucha claridad como para decir que era. Después de caminar por un cierto tiempo, por fin llegaron hasta el final del camino blanco, y ahora estaban en una parte totalmente alumbrada como si fuera de día, pero no se veía por ningún lado la fuente de esa luz. Sin embargo, lo que llamaba su atención en ese momento era la figura realmente extraña que estaba frente a ellos.

    Parecía ser una construcción seminclinada que se elevaba hasta lo alto. Aparentemente tenía la forma de un cilindro o algo parecido, hueco por dentro. Éste era rodeado por una escalera de color blanco en forma de espiral, misma que le daba vuelta tras vuelta hasta también elevarse junto él. Parecía como si el cilindro fuera como un soporte de la escalera en espiral, pero no había forma de que se mantuviera así con un soporte hueco como ese, y mucho menos con la inclinación que tenía.

    - ¿Qué eso? – Se preguntó así misma, mientras caminaba hacía ella. Aún no estaba muy segura de qué se trataba.

    Sakura se colocó frente al primero de los escalones. En ese momento se fijó bien y notó que no era una la escalera que subía, si no dos. Entonces alzó su mirada hacía lo alto, tratando de ver hasta donde subía esa extraña construcción. De pronto, sus ojos se abrieron por completo ante el asombro de ver que estaba sobre ella: era el cielo. Sobre ella había un cielo azul con nubes blancas, como si fuera de día. Pero era imposible, afuera era de noche, ¿cómo podía estar de día ahí adentro? La construcción se elevaba hasta lo más alto y se perdía entre las nubes. ¿Cómo podía ser tan elevado?, de ser así de seguro se vería desde afuera del bosque. Cada segundo que proseguía en ese camino encontraba más cosas sin explicación.

    - ¡Kero! – Comenzó a gritar conmocionada, pero su guardián no respondió para nada. – ¡Kero mira eso!

    - Dijiste que no saliera para nada. – Le contestó desde la mochila.

    - ¡Kero! – Apresurada, metió rápidamente su mano en la mochila, sacándolo abruptamente.

    - ¡¿Qué es lo qué pasa?!

    - ¡Mira!

    La chica lo alzó hacía lo más alto, apuntándolo hacía el lejano cielo azul sobre ellos. Kerberos se quedó unos momentos inmóvil, mirando hacía arriba con una expresión normal. Pasó algo de tiempo ante de que el pequeño se zafara delicadamente de las manos de su dueña y comenzara a flotar, todo esto sin quitar la vista del mismo punto.

    - ¿Es el cielo? – Preguntó con tan sólo un poco de sorpresa.

    - ¡¿Cómo puede estar de día?! – Preguntó apresurada la joven, aún algo nerviosa al parecer. – ¡¿Qué es eso?!

    - Te sorprendes muy fácilmente Sakura. – Le contestó el Guardián volteando a verla de reojos. – Ni siquiera pareces una hechicera.

    - ¿Qué cosa?

    - No es para tanto. Talvez sea una especie de pintura o algo parecido que asemeja al cielo, además de algunos reflectores o algo parecido para simular la luz del día. En estos tiempos no es muy raro hacer parecer que es de día cuando es de noche.

    - Pero Kero, mira esa escalera.

    Al oír las palabras de la joven, Kerberos bajó su atención hacía la escalera frente a él. Era de un material muy blanco, tanto que brillaba con fuerza, como si le pegaran en verdad los rayos del sol.

    - ¡Qué construcción más extraña! – Comentó mientras volaba hacía ella. Le dio una vuelta mirándola con mucha atención. Después de se quedó flotando frente a su dueña con los brazos cruzados. – Me parece que ya había visto antes una espiral como ésta.

    - ¿Enserio?

    - Talvez la arena que dijo el chico está arriba. – Dijo por último alzando su mirada de nuevo.

    - Estoy comenzando a creer que esto no es una buena idea. – Agregó la Card Captor, mirando también hacía arriba.

    En ese momento se veía que Sakura se encontraba algo confundida con todo esto. Como ya se había mencionado, Sakura ya había visto en los últimos años una gran variedad de cosas que para el resto de seguro serían cosas imposibles; con tan sólo contar al pequeño ser mágico que la acompañaba en esos momentos. Pero al parecer aún no perdía su habilidad para sorprenderse y hasta asustarse de las cosas. Ahora estaba ahí frente a algo que le parecía realmente raro. Talvez Kero tenía razón y era una clase de ilusión óptica. Aún así, ¿porqué tener algo como eso en medio de un bosque?

    De pronto, desde la cima, de entre todas las nubes que se veían desde ahí, comenzó a ver algo. Todo ese lugar se veía iluminado como si fuera de día, pero aún así algo sobresalía. Había una luz blanca, una luz que sobresalía de todo lo demás. Ese resplandor, ella ya lo había visto antes. Al ver esa luz blanca frente a ella, y al sentir ese aroma a rosas blancas que la rodeaba, se sintió igual que en aquella ocasión… ¿era acaso alguna clase de señal?

    - Sí tienes razón. – Mencionó de pronto el guardián, dándose la media vuelta. – La verdad, todo ha estado muy raro desde que llegamos a este lugar. Aún no tengo muy claro el motivo por el que decidiste venir. ¿Quieres regresar ahora?

    Después de algunos momentos, Kero notó que Sakura parecía no reaccionar. La joven seguía mirando hacía arriba, totalmente ida al parecer. Kero volteó hacía la misma dirección, intentando ver que era lo que llamaba tanto a su dueña. El guardián sólo vio el cielo…

    - ¿Sakura…? – Preguntó algo confundido.

    - No… está bien… - Dijo al final, pero sin desviar aún la mirada. – Continuemos…

    En ese momento Sakura volvió su atención de nuevo a los escalones delante de ella. Se quedó inmóvil unos instantes, pero luego comenzó a colocar sus pies en ellos. Kero la seguía por detrás, algo confundido. Sin que su dueña lo dijera, él mismo se introdujo en la mochila que la joven traía consigo. La Card Captor empezó a subir poco a poco, uno a uno cada escalón. Mientras subía, tenía su atención puesta en lo más alto, como esperando volver a ver el resplandor de hace unos momentos. Las escaleras de más arriba le bloqueaban un poco la vista, pero eso parecía hacerse menos.

    La espera de Sakura no tardó mucho en acabar, ya que una vez más volvió a ver el mismo resplandor brillante y puro que deseaba ver. Sin embargo, dicho brillo vino acompañado de algo aún más extraño. Estando cerca de la cima, pudo ver que en lo más alto de las escaleras se encontraba una construcción alargada, misma que parecía sostenerse por la parte cilíndrica al centro de la escalera en espiral. Y exactamente sobre dicha construcción alargada, se encontraba la fuente del fulgor claro que había apreciado…

    Era casi imposible, pero mientras subía la escalera hacía la cima, logró verlo. Su atención estaba tan centrada en él que ni siquiera notó que a su alrededor ya no había ni un sólo árbol, ni nada parecido. Alrededor sólo se veía el cielo azul. Cuando menos lo pensó, los escalones habían terminado. Ya en lo alto, logró ver con tal claridad ese objeto en el cielo, que casi se desmayaba; la cumbre de lo más extraño que había visto durante ese noche…

    - ¡¿Pero qué…?! – Fue lo único que pudo pronunciar al posar sus ojos sobre él.

    Ese objeto completamente brillante que flotaba sobre ella, era… un CASTILLO…un castillo aparentemente invertido, con largas torres que apuntaban hacía abajo, flotando sobre la larga construcción en la que estaba parada, rodeada únicamente por el cielo azul que asemejaba al día.

    - ¡Un Castillo! – Se dijo así misma totalmente confundida. – ¡¿Un castillo en el cielo?!

    Esa construcción flotante sobre ella era de un enorme tamaño, y radiaba un brillo tan fuerte como si se tratara del mismo sol.

    - Es la primera vez que observas ese Palacio, ¿no es así? – Oyó que otra persona decía a su lado. Sakura reaccionó de inmediato, volteando a ver quien le hablaba. Parado frente a ella, estaba ese chico de cabello verde y largo otra vez, Kyoichi Sainoji.

    Se encontraba vistiendo un traje muy singular, con chaleco de cuello alto, de mangas largas, blanco pero en la parte de enfrente tenía una franja de negro. Tenía unas hombreras de color dorado, y además todo el traje tenía algunos detalles dorados y rojos, además de una especie de gema de color verde que usaba en la parte de arriba del pecho, y unos pantalones negros en la parte de abajo

    El chico la miraba con cierta malicia. En ese momento Sakura sacó su atención de lo que flotaba en el cielo y se fijó más en el lugar en el que ahora estaba parada. Era un lugar amplio y completamente despejado, elevado en el aire, con un piso de color blanco. En el piso además había algunos círculos rojos que parecían formar una figura. Alrededor había una especie de barrera pequeña, del mismo material blanco que la escalera. En efecto parecía ser una arena o algo parecido.

    - ¿Ésta es… la Arena de Duelos? – Se preguntó así misma.

    - Ese castillo sobre ti es el Palacio donde reside la Eternidad. – Le mencionó Sainoji de pronto, volteando a ver la imagen en el cielo. Esta respuesta extrañó a la joven castaña. Sainoji rió un poco y luego la volteó a ver. – Puedes tomarlo simplemente como un espejismo o un truco, despreocúpate.

    - ¿Truco? – Sakura no pareció muy conforme con una respuesta como esa. En ese momento Sainoji se le quedó mirando fijamente, aparentemente con algo de incertidumbre.

    - ¿Acaso subiste las escaleras? – Preguntó. – Qué gasto de energía. Había una góndola como ascensor.

    - ¿Una góndola…?

    El chico pareció reírse de la ingenuidad de la chica, algo que ella percibió de inmediato. Sakura no pudo evitar sonrojarse de la pena, pero tampoco podía dejar de pensar en todo lo que la estaba rodeando ahora. Alrededor de la arena no había ninguna señal de árboles, sino el puro cielo y las nubes blancas.

    - “¿Todo esto será en verdad un truco?” – Se preguntaba mientras miraba de un lado a otro.

    Mientras la joven castaña trataba de encontrarle sentido a los sucesos, el Capitán del Equipo de Kendo la miraba con interés.

    - ¿Empezamos? – Le preguntó con un tono pícaro mientras se daba la vuelta.

    - Esperé. – Le dijo ella, deteniéndolo. – Quería pedirle que me hablara sobre esta sortija… ésta que usamos tú y yo…

    Sainoji al principió ni la volteó a ver, pero al escuchar la petición miró por encima de su hombro izquierdo, observando la sortija que estaba en su mano.

    - ¿Para qué?

    - Necesito saber qué es. – Le contestó con algo de inquietud, pero luego trató de recuperar la calma. – Además…

    - ¿No sabes nada verdad? – Interrumpió el Capitán, casi burlándose. – Sí, eso lo sé. Hagamos esto: Si me vences en el duelo, te diré algunas cosas sobre el sello de la rosa que portas en tu mano izquierda. – Sakura pareció reaccionar al escuchar esto. – Por algunas razones no te lo puedo decir todo, pero será mejor que nada. Pero eso será sólo si logras vencer.

    - Pero yo…

    De pronto, le parece escuchar como unos pasos se acercan por su lado derecho. Los sonidos hacen que se distraiga del chico de cabello verdoso y volteé su atención hacía su diestra. Caminando desde el centro de la larga arena, en línea recta hacía donde se encuentran los dos, estaba una tercera persona, una joven vestida con un largo vestido blanco que le cubría hasta los pies, sin mangas y con algunos detalles negros y adornos dorados, incluyendo una diadema que asimilaba a una corona en su cabeza. En cuanto la vio dirigirse hacía ella, Sakura la reconoció.

    - ¡Kotori! – Mencionó al distinguir el rostro de la muchacha de cabello largo, por encima de sus vestimentas brillantes.

    La joven caminó hasta colocarse a lado del capitán, quien la tomó de la cintura y la acercó hacía si mismo. Kotori tenía la mirada algo perdida, pero una sonrisa tranquila en su expresión.

    - ¿Qué hace ella aquí? – Preguntó Sakura confundida, mientras admiraba el vestido blanco que portaba. Era realmente elegante, y hecho con un gran detalle. Ella se veía muy hermosa con él.

    - La Doncella de Blanco siempre debe de estar a lado de su Príncipe. – Le contestó sonriente el capitán de Kendo.

    - ¿Doncella de Blanco? – Cuestionó una vez más la joven sin comprender, aunque tenía una idea del porque “Blanco”.

    Mientras tanto, Kotori comenzó a alzar ambas manos hasta colocarlas sobre su pecho, luego junto sus palmas de tal manera que sus dedos apuntarán hacía arriba. Como si se tratara de un truco de magia, después de unos segundos la joven separó abruptamente las manos, y en su mano derecha sostenía ahora una rosa de pétalos blancos salida de la nada. Kotori se colocó delante de Sainoji, comenzando a colocar la rosa en el lado izquierdo de su pecho.

    Mientras ella realizaba ese extraño preparativo, Sakura miraba confundida. En ese momento, volteó a hacía su lado izquierdo, en el lado en el que ella también traía una rosa blanca. La había olvidado por completo, pero al ver como le colocaba esa rosa al capitán recordó que la misma Kotori se la había colocado hacía un par de horas. Una vez que el chico de cabello verdoso tenía su rosa en el pecho, Kotori se dio la media vuelta, volteando a ver a la supuesta retadora.

    - El ganador del duelo será aquel que pueda mantener su rosa intacta hasta el final del mismo. – Le comenzó a decir. – El propósito del reto es tratar de alcanzar la rosa del enemigo con la hoja de su espada. Si su rosa se deshoja, perderá sin remedio.

    Al parecer se trataban de las reglas del duelo. No eran muy complicadas, por lo que Sakura no tuvo problemas en comprender como estaba el asunto.

    - Entonces… ¿aceptas mi propuesta o no? – Le preguntó Sainoji con insistencia. – La verdad como tú eres la retadora, no debería de tener ese tipo de consideraciones contigo, ¿lo sabes? Pero ha pasado algo de tiempo desde el último duelo que tuve, y la verdad me siento de buen humor en esta ocasión, por lo que te sugeriría aceptar.

    Sakura permaneció en silencio mientras meditaba sobre la cuestión. Miró de reojo la rosa que estaba en su pecho, la espada de bambú que cargaba en una mano y la sortija que portaba en la otra. ¿En verdad tendría que tener un duelo de espadas con ese chico? La razón por la que estaba en ese lugar era el saber la verdad de lo ocurrido hace diez años, y estaba casi segura que esa sortija tenía mucho que ver. Podría averiguar algo si le seguía el juego y participaba en ese duelo, ¿pero valdría la pena?

    Entre las Cartas Sakura que ahora tenía en su poder existía la “Carta Espada”, que transformaba su cetro en una espada. Fuera de esa arma, nunca en su vida había tomado una espada, y de hecho en las ocasiones en las que la había usado nunca fue en un duelo o algo parecido. Pero ahora le daban esa oportunidad de averiguar un poco de lo que venía a buscar, ¿tendría que aprovecharlo?

    Sainoji parecía estar esperando una respuesta por parte de su retadora. Kotori permanecía de pie justo enfrente de él, dándole la espalda y mirando a Sakura fijamente. Después de unos segundos, la joven de ojos verdes baja su mirada un poco y luego se da la media vuelta. Al principio da la impresión de quererse retirar, pero para alegría de Sainoji, la joven camina hacía la pequeña barda que rodea la arena y recarga en ella la mochila que trae con ella, dejándola en el piso.

    El capitán sonríe al ver esto. Mientras Sakura les da la espada, Sainoji se mueve un poco hacía el frente, acercando su rostro al oído izquierdo de la joven vestida de blanco.

    - Empecemos entonces Kotori… - Le susurra al oído en voz baja, a lo que ella responde asintiendo con la cabeza.

    Estando la mochila de Sakura ya en el piso, se ve como el pequeño Kero, que aún estaba en su interior, asoma un poco la cabeza para mirar lo que ocurría. Desde adentro había estado escuchando todo, y en definitiva algo no le gustaba de todo esto.

    - “¿Qué estoy haciendo?” – Pensaba la antigua Card Captor mientras se ponía de nuevo de pie. – “Él es capitán del equipo de Kendo, y yo no sé nada de esto.” – Sakura se volteó de nuevo hacía donde estaban los demás, caminando al lugar en el que estaba parada. En su mano derecha seguía portando la espada de bambú. – Talvez no fue tan buena idea…

    En ese momento la joven alzó la mirada. Kotori comenzaba a caminar hacía el frente hasta colocarse algunos pasos delante de Sainoji. Éste a su vez permanecía de pie detrás de ella. Sakura en ese momento se dio cuenta de una cosa. Ella traía una espada de bambú, la que había encontrado encima del piano, pero el chico de cabello verde no traía ninguna consigo… ¿Con qué se supone que iba a pelear?

    - ‘Rosa del Noble Castillo…’ – Comenzó a decir Kotori de pronto, mientras alzaba ambas manos y las colocaba frente a su pecho, manteniéndolas un poco separadas. De pronto, de entre las palmas de la chica, comenzó a formarse un pequeño resplandor, mismo que comenzó a hacerse más grande poco a poco, hasta formar una esfera de luz blanca que casi opacaba la luz que venía del castillo sobre ellos.

    - ¿Qué es eso? – Preguntó Sakura, mientras trataba de cubrirse los ojos, pues el brillo era tan fuerte que casi la lastimaba.

    Kotori separó por completo sus manos, bajándolas rápidamente.

    - ¡Poder de Dios que duermes en mí!, ¡Atiende a mi llamado y muéstrate ante tu Maestro…!

    En ese momento, entre todo el fulgor que los rodeaba en ese momento, Sakura logró ver como Sainoji se acercaba a la joven de cabello largo y la tomaba con su brazo derecho. De pronto, de su pecho, cubierto por la esfera de luz blanca, comenzó a surgir un objeto, un objeto alargado que parecía estar brotando de su propio cuerpo.

    - ¡¿Qué?! – Logró decir la joven castaña, que aunque no veía con toda claridad no podía creer lo que veía.

    El capitán del equipo de Kendo tomó dicho objeto con su mano izquierda, sujetándolo con mucha firmeza. Luego, poco a poco, comenzó a jalarlo, hasta que comenzó a tomar forma. A estas alturas quien sabe que era lo más raro, la arena en el aire, el castillo en el cielo, o el hecho de que el pecho de Kotori estaban sacando un objeto con la forma de la… “Empuñadura de una Espada”…

    - ¡¡Dame el Poder para Revolucionar al Mundo!! – Gritó con fuerza el joven de cabello verdoso, sacando lentamente toda la espada del pecho de la joven, hasta que incluso la larga hoja metálica de la misma hizo acto de presencia. El filo de la extraña arma relució con un gran fervor, al tiempo que el joven la alzaba al aire una vez que ésta estaba afuera. Era como si hubiera sacado una espada de su “Funda”…

    Sakura se quedó totalmente atónita al ver esto, igual que su guardián, quien miraba todo desde lo lejos. La espada tenía una empuñadura larga de color verde claro, con un círculo dorado en la punta que parecía tener una figura parecida a una estrella. El protector de mano era grande, completamente dorado y decorado con varios detalles; su forma era casi abstracta. En el centro llevaba una gema de color verde que parecía absorber la luz que rodeaba al arma. La hoja era alargada, de un material reluciente, casi parecía diamante. En ella estaban incrustados varios signos de color negro.

    - ¡¿Qué… qué… rayos… es eso?! – Sakura había llegado al límite. Esa espada que estaba ahora en las manos de ese chico, no era una espada común. Todo su alrededor estaba cubierto por una extraña aura. Era como si la espada radiara un extraño calor, era algo realmente extraño.

    - “¡Esa espada!” – Pensaba Kero con el mismo tipo de asombro. – “¡Siento un tremendo poder proveniente de esa arma!... ¡¿Pero cómo…?!”

    En ese momento, se pudo escuchar como comenzaban a sonar unas campanas, como si se tratara de lo que marca el inicio del duelo. Kotori se hizo a un lado, dejando el campo libre. En su rostro se veía un poco de cansancio. Sainoji, con su arma en mano, comenzó a acercarse lentamente a su contrincante, quién aún parecía estar impactada.

    - ¿Eso que traes ahí es acaso una espada de Bambú? – Le preguntó burlesco. – Pobre tonta, ¡¡¿Osas enfrentar a la Espada Sagrada con el Poder de Dios con una simple espada de entrenamiento?!!

    Sin ninguna clase de advertencia previa, el capitán se lanzó hacía el frente drásticamente. Sakura sólo logró reaccionar cuando el chico ya estaba a una distancia muy corta de ella. Aún así, logró moverse rápidamente hacía un lado, sacándole la vuelta. Sainoji movió con fuerza su espada de izquierda a derecha, haciendo un rápido y certero movimiento circular. Sakura apenas y pudo salir librada de ese ataque, pero incluso pudo sentir como el viento creado por ese movimiento la golpeaba, casi como si fuera la misma hoja.

    La Card Captor cayó al suelo debido al movimiento tan violento que tuvo que hacer para esquivarlo, soltando involuntariamente la espada que traía. Sainoji se enderezó tras su primer ataque, volteando a ver a la joven en el suelo.

    - ¿Qué pasa?, ¿Acaso fui muy rápido? – Le decía, siguiendo con la burla.

    Sakura trató de levantarse, pero al principio sólo se quedó sentada en el piso, con la mirada perdida en el suelo.

    - ¡Esa espada… es de verdad! – Mencionó en voz baja, casi asustada, pero Sainoji fue capaz de oírla aún así.

    - Por supuesto que es de verdad. – La contestó, mientras alzaba el arma hasta colocar la hoja frente a su rostro. – ¿Qué pensabas tonta?, ¿Qué tendríamos un duelo con espadistas de madera?... por favor, ¿enserio no sabes absolutamente nada de lo que está pasando?

    Kotori miró esto desde una parte alejada de la arena. Su atención estaba más que nada puesta en Sakura, quien seguía en el suelo, casi espantada por lo que le acababa de pasar.

    - “Esta joven…” – Meditaba la chica de blanco. – “Ella no tiene ninguna idea de lo que significa portar el sello de la rosa… ¿Será en realidad un Duelista de la Rosa Blanca?”

    Mientras en la arena ocurrían todas estás cosas, un poco apartado y tan alto como la arena, se encontraba otra construcción. Parecía un edificio de piedra, semejante a un castillo, con dos largas torres. En cada torre se encontraba algo parecido a un balcón que daba hacía la arena. Además, entre las torres se encontraban unas campanas de metal, que posiblemente eran las que habían sonado hace algunos momentos.

    Sentado en la barda de uno de los balcones, se encontraba la figura de una persona que veía hacía la arena. Se trataba de nada menos que Touga Kiryuu, el presidente del consejo, quien miraba lo que estaba pasando con la ayuda de unos binoculares de color dorado.

    - Ese fue un movimiento torpe. – Se dijo así mismo, mientras miraba a Sakura a través de los lentes. – Pero supongo que cumplió con su cometido. Aún así se ve a simple vista que nunca ha tenido un combate de verdad, mucho menos con una espada. – El joven pelirrojo bajó sus miralejos, mirando con su propia vista la arena, claro que sin ellos no se veía a la gente en ella. – Me pregunto sin en verdad será ella…

    Sin tener paciencia para que su oponente se recuperara, el capitán comenzó a marchar hacía ella con un paso desafiante.

    - Anda chiquilla, ponte de pie que ese fue apenas mi primer ataque.

    Sakura lo volteó a ver sin levantarse, aún con incredulidad en la expresión.

    - ¡¿Qué estás loco?! – Le gritó con algo de desesperación. – ¡¿Cómo se le ocurre atacarme con espada como esa?!, ¿Qué no sabe que podría matar a alguien…?

    - ¿Matar?... aquellos que peleamos por obtener el Poder de Dios, debemos de estar dispuestos a arriesgar la vida… ¡Así que en guardia!

    Sainoji tomó la espada con ambas manos y la alzó hasta colocarla encima de su cabeza. Luego la lanzó con fuerza hacía adelante, haciendo un movimiento vertical con ella. Sakura de nuevo logró reaccionar para moverse y esquivar dicho golpe. Mientras reaccionaba, por alguna razón tomó la espada de bambú que había soltado, y comenzó a moverse hacía atrás, tratando de evitar el filo de la espada.

    Si hay algo que sus años como porrista en la escuela y su travesía como Card Captor le dejaron, fue una buena condición física y reflejos agudos, que aunque no eran del todo “excelentes”, en ese momento le estaban ayudando de mucho.

    - ¡Esto es una locura! – Trataba de decirle Sakura, sin detenerse ni un solo instante. – ¡¿Estás conciente de lo que estás haciendo?!

    - ¡Ya deja de palabrear tanto! – Le gritó con algo de enojo. – ¡Si traes esa sortija es por algo!, ¡Dime chiquilla!, ¡¿Qué tienes de especial como para que el Fin del Mundo te haya elegido?!

    - ¡¿Fin del Mundo…?! – La chica de ojos verdes se extrañó al oír esa expresión tan rara, y esto le costó caro.

    Sainoji se lanzó con fuerza hacía el frente, aprovechando el instante de distracción de la joven. La hoja de la espada la alcanzó justo en el brazo derecho, provocándole una herida. Sakura dio un gemido de dolor al sentir el filo en su brazo. Por reflejo comenzó a caminar hacía atrás para alejarse del chico que la atacaba. Rápidamente alzó su mano izquierda para colocarla en la herida que acababa de recibir.


    La joven miró asustada la sangre roja que brotaba de su cortada, manchando su uniforme y su mano. Aunque le provocaba cierto dolor, no parecía ser algo grave.

    Mientras ella trataba de recuperarse, Sainoji no perdió el tiempo y de nuevo se preparó para atacar. Tomó otra vez la espada con ambas manos en la empuñadura, y la colocó al lado derecho de su cabeza, para después lanzarse directo hacía donde Sakura estaba. La joven en esta ocasión ya no pudo reaccionar para moverse a un lugar. Por reflejo, la joven alzó la espada de bambú para intentar defenderse, pero no le funcionó. La hoja de la espada de Sainoji rompió en dos la espada de Bambú…

    La parte superior de la hoja de bambú se desprendió, cayendo a lado de los pies de Sakura, mientras la hoja de metal la hería de nuevo, pero en esta ocasión en el hombro izquierdo. La joven gritó del dolor ante su nueva herida, mientras soltaba la empuñadura de su ya rota espada y se desplomaba hacía el suelo, cayendo relativamente cerca de donde estaba su mochila.

    - ¡Ese Sainoji! – Se dijo el Presidente del Consejo, con desaprobación. – Nunca tiene consideración con las damas…

    - ¡Sakura! – Se escuchó que gritaba la voz de Kero, al tiempo que salía de la mochila y volaba bajo hasta colocarse sobre el rostro de su dueña. – ¡Sakura!, ¡¿Estás bien?!

    La joven tenía los ojos cerrado como reacción, pero aún estaba consciente. Al abrir de nuevo sus grandes ojos verdes, vio una vez más el rostro preocupado de su guardián. Estando aún recostada sobre su costado derecho, bajó la mirada hacía la rosa en su pecho. Los pétalos blancos habían sido alcanzados por algunas gotas rojas provenientes de su segunda herida, pero fuera de ello seguía intacta.

    - Kero… - Sakura trató de levantarse, pero cuando intentaba apoyarse con sus manos, el dolor de sus heridas se lo impedía. Kero se le acercaba con inquietud.

    - Sakurita… ¡Estás herida!... ¡Sabías que esto no era una buena idea…!

    Aún sin poderse levantar, Sakura escuchó de pronto como los pasos del chico se acercaban hacía donde ella estaba. La joven volteó a ver por encima de su hombro. Sainoji caminaba hacía ella, con una expresión fulminante en los ojos. Casi se queda congelada al verlo venir de nuevo en su contra. No podía creer lo que le acababa de pasar. Ni siquiera en sus tiempos de Card Captor, en los que tenía que atrapar y transformas las cartas mágicas, había recibido un daño como el que ahora tenía en su cuerpo…

    - “¡¿Qué hago?!” – Pensaba totalmente paralizada, mientras Sainoji se le seguía acercando. – “¡Esto es una locura!... ¿Me rendiré…?... ¿Podré rendirme…?”

    De pronto, antes de que pueda tomar alguna clase de decisión, nota como algo se interpone en el camino del chico de cabellos verdes. Frente a los ojos de Sakura, aparece la larga caballera castaña de la joven Kotori, que caía con gracia sobre la espalda blanca de su vestido. Kotori estaba de pie frente a ella, con la vista hacía Sainoji.

    - ¡Kotori! – Dijo sorprendida al verla. Sainoji miraba a la chica de blanco con un expresión seria.

    - ¡Por favor Señor Sainoji!, ¡Ella ya está desarmada! – Le comenzó a decir la joven de ojos castaños, casi como suplica. – Además está herida, ¡No hay porqué continuar con este duelo!

    - ¡No digas tonterías! – Le gritó el chico peliverde, golpeándola en la mejilla derecha con la mano que tenía libre. Como la vez anterior, el golpe fue muy fuerte, tanto que prácticamente derrumbó a la joven en el suelo de la arena.

    - ¡Kotori! – Gritó Sakura, sentándose en el piso por simple reacción, pero detenida por el dolor.

    - ¿Acaso crees que me voy a detener tan fácil?, todo el mundo sabe que un Duelo no acaba hasta que las campanas no lo indiquen así. Además, no estoy conforme, este resultado no justifica mi emoción. Me quiero divertir más… - De nuevo Sainoji se dirigía en dirección a donde yacía su oponente. De pronto, su andar fue abruptamente detenido, pues comenzó a sentir como algo jalaba de su mano derecha. Al voltear para ver de que se trataba, se sorprende al ver que Kotori, estando de rodillas en el suelo, el sujetaba la mano evitando que prosiguiera. – ¡¿Qué estás haciendo?!

    - Yo soy su Prometida… le pertenezco por completo y por eso usted puede hacer conmigo lo que quiera… - Kotori alzó su rostro, volteando a ver con una mirada firme. – Pero no por eso puede hacer lo mismo con quién a usted le plazca…

    Tanto Sainoji como Sakura parecieron sorprenderse de esta reacción por parte de la joven vestida de blanco. Sin embargo, la diferencia radicó en que después de unos momentos, la sorpresa del capitán pasó a ser furia ante tal osadía.

    - ¡Suéltame! – Gritó enojado, y luego la empujó con fuerza usando su pie derecho. Kotori una vez más se desplomó en el suelo. Sakura miraba todo esto desde su posición. – ¡Si no vas ayudar, mejor no me estorbes!

    En ese momento, la joven de cabello corto se olvidó de sus heridas y se concentró más en la persona que ahora estaba tirada en el suelo. Parecía que ese último golpe había sido más fuerte, ya que Kotori no reaccionó hasta unos segundos después, y con un horrible raspón en el lado izquierdo de su frente. Sakura se le quedó viendo fijamente, sin creer lo que estaba viendo. No podía concebir siquiera que alguien tratara tan mal a una persona, era algo que ni siquiera ella podía tolerar…

    Mientras Sakura tenía su atención puesta en la joven de blanco, su contrincante en el duelo se paró delante de ella, alzando de nuevo su arma. La miró con una expresión fulminante, antes de lanzarse de nuevo.

    - ¡En Guardia niña! – Le gritó con furia el chico peliverde, mientras se arrojaba rápidamente hacía ella, pero en esta ocasión no le iba a resultar tan sencillo…

    Mientras él se acercaba a ellos y Sakura tenía su vista fija en Kotori, Kero se giró rápidamente hacía la amenaza delante de él, con un brillo tan fuerte en sus ojos que casi parecían llamar. Al parecer Sainoji aún no se había dado cuenta de su presencia, pero ya lo haría…

    - ¡No dejaré que la toques maldito! – Le gritó con su tono medio aniñado que poseía en esa forma.

    De pronto, la figura amarilla del guardián se cubrió de un resplandor dorado, mismo que Sainoji percibió de inmediato. Las alas de Kero crecieron de golpe, cubriendo su cuerpo por completo. En unos cuantos segundo, las alas se volvieron a abrir, dejando el camino libre para la verdadera apariencia del Regente del Sol, un felino grande y dorado, con unas enormes alas blancas…

    Kerberos se colocó justo delante de su ama, interponiéndose en el camino de su atacante. El Capitán se detuvo de golpe al ver tal criatura delante de él.

    - ¡¿Qué demonios…?! – Fue lo único que alcanzó a decir…

    En las mandíbulas de la Bestia Sellada comenzó a verse el brillo de unas llamas resplandecientes, mismas que el guardián arrojó al frente sin titubear. Sainoji reaccionó de inmediato, dando un largo salto hacía atrás, hasta salir del alcance de las llamas. El chico descendió de su salto a varios metros de Sakura, mientras el guardián permanecía de pie, mirándolo con sus ojos dorados y profundos.

    - ¡¿Una criatura mágica?! – Preguntó Kotori al ver a Kerberos. La joven aún estaba en el suelo, y tenía su mano en la herida de la frente.

    - ¡¿Qué rayos es esa cosa?! – Cuestionó el peliverde, aún algo exaltado.

    - ¡No soy una cosa! – Le contestó Kero, ahora con un tono muy diferente de voz al igual que su apariencia. – Y la verdad no te importa que sea patán, pero lo que si te ha de importar es que si te atreves a acercarte de nuevo a Sakura, lo vas a lamentar de veras… - Los ojos de Kero brillaron de color dorado al dar esta última advertencia…

    - Sea lo que seas, no puedes intervenir así… estamos en un Duelo…

    - No tienes idea de cuanto me importa…

    Se veía a simple vista que Kerberos no se encontraba de buen humor. Se veía la furia en sus ojos, y en su expresión que enseñaba todos sus colmillos blancos. Después de todo, su ama, su dueña… su amiga acababa de ser atacada abruptamente por ese sujeto, fuera un duelo o no. Ahora él era el único que estaba a su lado, y tenía más que la responsabilidad de cuidar de ella.

    - Espera Kero. – Oyó de pronto que la voz de su ama le habla a sus espaldas. Kero volteó a verla y notó como se apoyaba en su cuerpo, tratando de levantarse.

    Colocando sus manos en la espalda del felino, la joven de ojos verdes trataba de ponerse de pie poco a poco. Mientras lo hacía, Sakura echo un vistazo a su sortija. El anillo blanco había sido manchado con su sangre, al igual que su palma cuando le hicieron la primera herida. Sakura se quedó contemplando su mano izquierda por unos instantes. Sus heridas parecían ya no molestarle.

    - ¡Sakura! – Dijo el Guardián, extrañado por como se veía su acompañante.

    - Castillo en el Cielo, Arena en el aire… espadas que salen del pecho de las persona… la verdad no tengo ni la menor idea de lo que está pasando… - La joven logró pararse de nuevo en sus piernas y girarse hacía Sainoji, que aún seguía algo alejado tras el ataque de Kero. Mientras lo hacía, colocaba la mano zurda sobre su pecho. – Pero algo muy adentro me dice que no debo permitir que destruyas la rosa que me regaló Kotori…

    De pronto, Sakura pareció introducir su mano en el interior de su uniforme, sacando de ahí un pequeño objeto que colgaba de su cuello, un objeto similar a una… “llave”.

    - ¡Esa es…! – Dijo sorprendido el Guardián del sol al ver la llave mágica en las manos de su dueña.

    En es momento, a los pies de Sakura, surgió de la nada un círculo de luz, un circulo que tenía en su interior la figura de una estrella, y a los lados un sol y una luna. El brillo que rodeó a la joven era muy similar al que había rodeado a Kotori, al momento de sacar la espada que ahora tenía en sus manos el joven de cabello verde.

    - ¡¿Qué es eso?! – Preguntó asombrado el capitán al verla.

    - ‘Llave que guardas el poder de mi estrella...’ – Comenzó a recitar, mientras al frente su llave flotaba, envuelta en una esfera de luz. – ‘Muestra tu verdadera forma ante Sakura, quien aceptó esta misión contigo… ¡Libérate!’

    La esfera de luz blanca que rodeaba a la llave se hizo más grande. En su interior, se pudo ver como el objeto parecía alargarse cada vez más, hasta dejar en su lugar lo que a simple vista parecía un báculo de color rosa, con una estrella dorada en la punta.

    - ¡¿Pero qué rayos…?! – Se preguntó así mismo Sainoji, siendo ahora él el que no entendía lo que pasaba.

    Desde su posición en el balcón, Touga miraba lo que estaba pasado en al arena a través de sus Lentes de Opera.

    - “¡¿Qué es esa luz que proviene de ese objeto?!” – Pensaba el Presidente, igual de sorprendido.

    Sakura extendió su mano derecha, tomando el báculo que estaba frente a ella, dándole varias vueltas en el aire, antes de tomarlo con firmeza con las dos manos. Mientras en su mano derecha sostenía el bastón, con la otra mano sacaba un segundo objeto, un objeto alargado y plano, como un papel… o una Carta. La joven tomó la carta y la impulsó al frente, haciendo que esta diera varios giros en el aire frente a ella.

    - ‘Carta Sakura, convierte en mi arma para la victoria…’ – Prosiguió, mientras giraba el báculo encima de su cabeza y luego alzaba la estrella del mismo hacía la carta. – ¡¡Espada!!

    La Carta dejo de girar, siendo cubierta por completo por un resplandor de color blanco. El objeto pareció comenzar a cambiar de forma, y como si se tratara de una ráfaga de viento empezó a cubrir la vara de color rosa. El báculo en las manos de la joven cambió drásticamente su forma al momento de pasar esto. La extraña ráfaga se disipó, dejando en su lugar lo que asemejaba la forma de una espada, de una hoja larga y recta, con una empuñadura larga con un protector de mano algo similar al de la espada que Sainoji usaba, con una gema roja en el centro.

    Por su parte, el capitán del Equipo de Kendo de la Academia pareció quedarse atónito al ver esto, pues no esperaba que fuera a sacar algo como eso.

    - ¡¿Qué?! – Se decía el capitán. – ¡¿Qué clase de espada es esa?!

    Touga sonreía desde su posición, ya que las cosas acababan de dar un ligero giro que no tenían previsto.

    - Parece que esta rosa tiene algunas espinas. – Dijo para si mismo, mientras se daba la media vuelta para retirarse de ese lugar.

    Sakura sostuvo su nueva arma con la mano derecha, extendiéndola hacía el frente. Luego, sin perder tiempo ni importarle su estado, se lanzó al frente, dispuesta a ser ella la que ahora tomaba la iniciativa. En su camino hacía el lugar en el que estaba su contrincante, pasó justo a lado de donde se encontraba Kotori, quien la seguía con la vista.

    Demostrando sus habilidades con la espada, Sainoji reaccionó rápidamente, colocando su espada hacía el frente de tal manera que detuvo sin problema la ofensiva de la joven. Ambas hojas chocaron la una contra la otra, creando un fuerte estruendo. Sakura tomó el arma con ambas manos, tratando de empujarla hacía el frente, pero al parecer no tenía la suficiente fuerza. Ambas armas parecieron pelear la una contra la otra.

    Después de resistir por un tiempo, Sainoji reaccionó de nuevo, empujando su arma con todas sus fuerzas hacía el frente. Esto provocó además que pudiera empujar a su oponente hacía atrás. Sakura dio algunos pasos de espaldas ante el impulso, pero logró mantenerse de pie y colocarse de nuevo en defensa (o más bien lo que ella trataba que fuera una defensa).

    - “¡Impresionante!” – Pensó Kerberos después de ver el choque de las armas. – “Se supone que la Carta Espada es capaz de cortar en dos cualquier objeto de este mundo. Incluso el Poder defensivo de la Carta Escudo es inútil ante su filo. Pero la espada de ese chico logró repeler por completo su ataque, y además dejando su hoja totalmente intacta… Esa espada no es para nada común… ¿De donde habrá salido?”

    - Veo que tenías un As bajo la manga después de todo. – Mencionaba Sainoji, sosteniendo su arma al frente. – ¿Tratabas de burlarte de mi acaso?, ya decía yo que no podías tener esa sortija nomás porque sí.

    - ¿Qué quieres decir con eso? – Le preguntó Sakura al escuchar tal comentario. – ¿Qué tiene de especial esta sortija?

    - No seas ansiosa niña… ahora que tienes un arma como esa en tus manos, ¡En verdad va a valer la pena el haber desenvainado la Espada Sagrada!

    De pronto, el chico peliverde bajó rápidamente su espada, hasta que la punta de la hoja tocó el suelo a lado de su pie derecho. Luego, se impulsó hacía el frente, arrastrando la hoja detrás de él. Del piso se levantaban chispas ante el contacto de la hoja contra éste. Una vez frente a su contrincante, movió su espada de abajo hacía arriba, directo a ella. Sakura colocó su espada en su lado izquierdo, haciendo que la hoja la protegiera. Una vez más ambos filos parecían pelear entre ellos.

    - “Es la primera vez que Sakura utiliza su poder mágicos en algún tiempo.” – Meditaba el guardián dorado, mientras veía el encuentro. – “Pero no se le ve agotada, aún considerando su estado. Además, es la primera vez que la veo con ese coraje en sus actos… es muy extraño… pero siento como el aura mágica de Sakura aumenta en estos momentos… ¿será acaso qué…?”

    Kero parecía estar muy concentrado en lo que le ocurría. Sus ojos tenían cierta preocupación o inquietud en su mirada. De pronto, baja su cabeza por unos instantes, pero luego la sube de inmediato.

    - ¡Sakura! – Le gritó desde su posición. La joven seguía deteniendo el ataque de Sainoji, por lo que no lo pudo voltear a ver por completo, pero sí lo escuchaba. – ¡Gira tu pie derecho por detrás y sácale la vuelta!

    - ¡¿La vuelta?!

    Sakura trató de reaccionar lo más rápido que pudo, siguiendo las instrucciones que le acababan de dar. Rápidamente movió su pie por detrás, girando todo el cuerpo con él. El movimiento hizo que se moviera hacía el lado derecho de Sainoji, y al mismo tiempo se salió del alcance de su espada, la cual siguió la ruta del ataque original, yéndose de paso.

    La joven quedó de pie a alguna distancia del chico, permaneciendo a su costado derecho. Éste por su parte volteó a verla rápidamente sorprendido.

    - ¡Lo hice! – Dijo entusiasmada la antigua Card Captor.

    - ¡No pierdas la posición Sakura! – Le volvió a gritar Kerberos, con algo de severidad. – ¡Sostén con firmeza la espada con la mano derecha!, ¡Pie derecho al frente, el izquierdo atrás! – Sakura estaba un poco extrañada de que Kero le estuviera dando instrucciones, pero trataba de hacerle caso, tomando la espada con la mano derecha, y separando los pies. – ¡¡No tan separados!!, ¡Sostén la espada al frente de manera diagonal!, procura que la hoja te cubra el pecho.

    - “¡¿Ese felino le está dando instrucciones de cómo usar la espada?! – Sainoji miraba esto sin entender de que se trataba, pero tampoco se quedó pensando mucho en eso.

    Sin perder más tiempo, se lanzó de nuevo hacía Sakura para tratar de atacarla una vez más. Sakura se quedó inmóvil, esperando.

    - ¡Sakura!, ¡Extiende tu brazo al frente manteniendo la posición de la hoja! – Sakura lo obedeció, cubriendo de esta manera el ataque con su hoja. – ¡Retrocede rápido! – La joven se impulsó hacía atrás con ligereza, alejándose de Sainoji. – ¡Mantén la hoja cerca de tu cuerpo!

    - Sí…

    - ¡Qué fastidio! – Expresó el capitán con enojo. Igual como lo había hecho con anterioridad, Alzó su espada por encima de su cabeza para hacer un ataque vertical.

    - ¡Alza la espada de manera horizontal sobre tu cabeza!

    - Sí.

    Sainoji hizo descender su arma hacía Sakura, quien por su parte levantó sus brazos, colocando la espada encima de ella. Logró cubrirse el golpe de esta manera, pero el impulso del mismo la empujó hacía abajo, queda semiarrodillada en el suelo, pero protegiéndose aún con su arma.

    El capitán seguía empujándola hacía abajo, y aunque Sakura sostenía su arma con ambas manos, no podía hacer algo contra su fuerza, lo que provocaba que poco a poco fuera cediendo.

    - ¡Aquí termina todo niña! – Le decía confiado, mientras seguía presionando su hoja contra la suya. – ¡Tú felino no podrá ayudarte ahora!

    - ¡Sakura! – Kero parecía estar dispuesto a ir en su ayuda en ese momento. Sin embargo, antes de que comenzara a moverse, el brazo derecho de Kotori se interpone en su camino, evitando que siga.

    Kerberos voltea a ver extrañado a la joven que lo detiene. Kotori observa con detenimiento la escena delante de ellos.

    - ¿Qué estás haciendo tú? – Le preguntó Kero algo exaltado.

    - Criatura Mágica – Comenzó a responderle. – No intervengas en el Duelo en estos momentos.

    - ¿Cómo dices?

    Kotori se quedó callada mientras seguía viendo como Sakura era doblegada ante el capitán del Equipo de Kendo. Kerberos no entendía aún todo lo que estaba pasando, pero decidió guardarse su intervención de nuevo hasta que observar que realmente fuera necesario.

    Sakura cayó de rodillas en el suelo, sujetando su espada encima de su cabeza. La hoja de su arma casi tocaba su frente, pero aún intentaba resistir. Se sentía tan extraña. Era la primera vez que usaba la Carta Espada de esa manera, pero por alguna razón lo sentía de una manera casi natural. Además de todo, aún cuando había ido dispuesta a no tener que pelear o algo parecido, en esos momentos se negaba a rendirse. Sin embargo, en ese instante estaba siendo derrotada drásticamente.

    - “¿Qué hago ahora?” – Pensaba la joven Kinomoto. – “No puedo hacerlo… no soy tan fuerte como él… ¿Qué debo hacer…?”

    ******​

    Sakura estaba en el recibidor de su casa, acompañada por una persona que pronto habría de irse. La joven seguía estando un poco triste por su despedida. Ella lo conocía desde toda su vida, siempre ha estado ahí con ella. Incluso estuvo con ella… esa noche. Pero ahora él se iba…

    - Tienes que ser más fuerte Sakura… - Le contestó su hermano, volteándose rápidamente hacía ella.

    Él estaba parado frente a la puerta de su casa, ya con su maleta en el hombro. La joven de cabello castaño se extrañó ante ese comentario, mientras él le hablaba con su habitual tono algo duro que ella conocía muy bien.

    - ¿Fuerte?

    - Ahora que me voy, es necesario que te vuelvas más fuerte hermana. – El chico le sonrió amablemente y prosiguió. – Debes de aprender a proteger a los que quieres y a ti misma. Ya no estaré aquí para protegerte de todo.

    - ¡Oye! – Le contestó ella. – ¡Tú no me protegías de todo!

    - ¿A no? – El chico de estatura alta le hablaba en un tono aparentemente con la intención de hacerla enojar, pero luego volvió a un tono un poco más amable. – Nunca estarás sola Sakura. Incluso si no estoy contigo, siempre te protegeré, ¿entiendes?, y también mi padre. Pero tarde o temprano vas a tener que hacer las cosas por tu cuenta.

    - Yo hago muchas cosas por mi cuenta hermano.

    - Pero la mayoría siempre ha sido entorno a otras personas. – Sakura se quedó sería ante ese comentario.

    El chico bajó su maleta colocándola en el suelo. Luego, caminó hacía su hermana, colocando sus brazos en sus hombros.

    - ¿Recuerdas que en una ocasión te dije que por alguna razón yo podía ver cosas que los demás no podían?

    - Sí…

    - Pues no necesito dicho don para ver en tu interior Sakura. Yo más que nadie sé de la gran fuerza que hay en tu corazón… eres la persona más fuerte que conozco hermana, y tienes que aprender a usar esa fuerza… nunca permitas que alguien trate de dañar dicha fuerza, ¿entiendes hermana…?

    ******​

    De pronto, como sacando fuerza de la nada, Sakura comienza a empujar su arma en el sentido contrario en el que Sainoji se encontraba haciéndolo. El chico se quedó asombrado al ver como la joven comenzaba a ganarle en fuerza.

    - ¡¿Qué está pasando?! – Preguntó con algo de desesperación.

    - ¡Imposible! – Agregó Kero al ver lo que estaba ocurriendo.

    La hoja de la espada de Sakura comenzó a cubrirse de un brillo entre blanco y dorado, mismo que comenzó a extenderse por toda la espada, hasta llegar a la joven que la sostenía. Era como si Sakura comenzara brillar por alguna razón…

    - “¡No puede ser!” – Pensaba el guardián de oro al ver tal acontecimiento. – “¡Sakura está brillando!... ¡Está brillando… como una Estrella!”

    El gran esfuerzo que estaba realizando se veía a simple vista en su rostro. Pero poco a poco logró ponerse una vez más de pie, empujando el arma de su oponente con ella. Luego, cono un último esfuerzo, impulsó a Sainoji junto con su arma directo hacía el frente. Sainoji sintió como la fuerza de la joven lo empujaba con fuerza hacía atrás, hasta casi caer de espaldas, pero logró mantener el equilibrio lo suficiente para no caer.

    - “¡¿De dónde proviene esa clase energía?!” – Se preguntaba el chico, mientras trataba de recuperar la compostura.

    Para cuando el capitán logró alzar su mirada de nuevo hacía la joven ojos verdes, está mantenía este extraño brillo dorado a su alrededor. Comenzaba a respirar con algo agitación mientras sostenía su espada al frente de ella. De pronto, Sakura toma una posición que llama su atención. Tomó su espada con ambas manos, colocándola a su lado derecho de manera horizontal, de tal forma que la punta de la hoja diera derecho hacía donde estaba Sainoji.

    - “¿Intentará un ataque directo?” – Pensó el peliverde al ver la posición, y sus suposiciones se hicieron realidad, ya que acompañada de un lago grito, la joven castaña se lanzó hacía el frente, manteniendo la posición para que la punta de la hoja apuntara a su enemigo.

    - ¡No Sakura! – Gritó exaltado el Guardián. – ¡No podrás ganarle en un ataque frente a frente!

    - ¡Ella lo quiso así! – Gritó Sainoji como respuesta.

    Rápidamente, el chico de cabello verde se colocó en la misma posición en la que ella se había colocado, lanzándose también al frente, directo a colisionar contra su oponente. Sakura no se detuvo para nada, al contrario, corrió decidida en la misma dirección. Era la primera vez que tenía una reacción como la que acababa de tener.

    - ¡¡AAAAAAHHH!! – Ambos duelistas gritaron con energía cuando se encontraban ya el uno contra el otro.

    Sakura y Sainoji lanzaron sus espadas hacía el frente al mismo tiempo, entre cruzándose en el aire y continuando su camino hacía el pecho del contrario. Los cuerpos de ambos contrincantes parecieron cruzarse el uno con el otro, hasta que en un abrir y cerrar ambos se estaban dando las espaldas entre ellos. Aún después de cruzarse, ambos continuaron su camino unos pasos más, antes de detenerse por completo.

    Sakura comenzó a dar algunos pasos torpes, que terminaron por hacerla caer al suelo sin remedio. La Card Captor cayó, soltando su espada en el acto, misma que se deslizó por el piso hacía el frente; su fulgor dorado ya se había disipado. Sainoji por su parte logró detenerse poco a poco y mantenerse de pie.

    - ¡Oh no!, ¡Sakura! – Kerberos corrió apresurado hacía donde yacía su amiga. Quien sabe cual haya sido el resultado de todo esto.

    Una sonrisa confiada surgió en el rostro del capitán, confiando en su victoria. Lentamente se comenzó a dar la media vuelta para ver a oponente caído. De pronto, mientras se da la vuelta, siente como algo cae desde su pecho, directo a la punta de su zapato. Rápidamente baja su mirada hasta el suelo, y sus ojos se horrorizan al verlo. En la punta de zapato, y en el suelo alrededor de su pie izquierdo, yacían varios pétalos blancos…

    - ¡No! – Se dijo así mismo, casi con horror. Tímido, dirigió su atención hacía el lado izquierdo de su pecho. Su miedo era realidad: la Rosa de Sainoji se había deshojado…

    Kero llegó ante su ama. Ésta comenzó a intentar ponerse de pie. Lentamente se giró hacía sus espaldas. En efecto, los pétalos de la rosa de Sakura estaban completamente intactos.

    - ¡No! – Sainoji soltó su arma ante la impresión, cayendo después de rodillas en el suelo. – ¡No!, ¡Es Imposible!

    En ese momento, siente como unos pasos se acercan hacía donde él está. El chico desvía un poco la mirada, sólo para divisar la silueta de la llamada “Doncella de Blanco”, misma que aún con un golpe en la frente y una mejilla roja ante otro, lo mira con una sonrisa tranquila.

    - Lo siento mucho… – Le comenzó a decir la joven de ojos castaños. – Superior Sainoji…

    Los ojos del Capitán se abrieron de par en par al oír esas palabras, las cuales fueron seguidas por el retinar de las campanas lejanas, marcando el fin absoluto de ese “Duelo”. Al mismo tiempo, Sakura se sentaba en el suelo, teniendo a su lado a su leal y preocupado Guardián que trataba de ayudarla.

    - Sakura, ¿Te encuentras bien? – Le preguntó el felino alado.

    - Sí. – Contestó ella con algo de desgano. – Kero… nunca voy a volver a hacer una locura como ésta… lo prometo…

    Kerberos sonrío ante el comentario de su dueña. Parecía que todo estaba bien. Mientras tanto, el capitán del equipo de Kendo no se veía del todo bien. Sainoji había perdido contra su retadora, y esto era algo que el chico aún no asimilaba del todo.

    - Acéptalo Sainoji. – Escuchó de pronto que una voz le decía a sus espaldas. Sainoji y el resto de los presentes dirigieron su vista en la dirección en la que habían provenido esas palabras. – La nueva Rosa te venció con todas las de la ley. Las campanas lo han decidido.

    Unos pasos se acercaron lentamente hacía donde estaban, hasta detenerse unos metros detrás de Sainoji. Desde su posición, Sakura le pareció reconocer a esa persona vestida de traje blanco y de largo cabello rojo…

    - ¡Usted es…! – Alcanzó a decir Sakura al verlo.

    - ¡Touga! – Mencionó sorprendido el chico de cabello verde.

    El Presidente del Consejo de Estudiantes sonrío ante el asombro de los que ahí se encontraban. De pronto, el chico dirigió su atención ante la ganadora del desafío. Sakura seguía aún sentada, con su guardián a un lado, mismo que miraba al recién llegado con desconfianza.

    - Sainoji. – Comenzó a decir, sin voltear a ver al dueño e ese nombre. – Según tengo entendido, hiciste una pequeña promesa antes de empezar tu duelo, ¿o no?

    El derrotado capitán miraba al Presidente con algo de antipatía en su expresión. Sin importarle mucho esto, Touga caminó hacía donde estaba Sakura, parándose entre ella y Sainoji.

    - Por el momento no tenemos permitido decirte mucho Kinomoto Sakura. – Comenzó a decirle con un tono gentil al hablar. En ese momento, el chico alza su mano izquierda hacía el frente, como si tuviera la intención de mostrarle a la joven aquello que adorna uno de sus dedos.

    - ¡Esa…! – Sakura quedó asombrada al verla: Touga traía esa misma sortija que tenían ella, y también ese chico. – ¿Pero… cómo…?

    - Pero creo que sí puedo decirte lo siguiente… - El joven alzó su mano hacía lo más alto, como apuntando con ella el castillo que se encontraba justo a sus cabezas. – Esta sortija que porto en mi mano, y que tú llevas en la tuya, es el Sello de la Rosa…

    - ¿El Sello de la Rosa?

    - Esta Sortija es la verdadera llave para nuestro Destino…

    - ¿Acaso dijo… “Destino…”?

    Esas palabras hicieron resonar en su cabeza aquellas que escuchó la otra noche… “Ven y conoce tu destino…” Entonces, ¿estaba en lo correcto al decir que todo esto se relacionaba con aquel hecho…? ¿Qué era lo que en realidad se esconde detrás de estos llamados “Duelos”? Había aún muchas preguntas, pero había algo que Sakura debería de saber en ese momento… y es que esto… era sólo el “Principio”.

    FIN DEL CAPITULO 4
    - - - - - - - - - - - -​

    Sakura: Después de ese extraño duelo, me he mudado a mi nuevo dormitorio, ¡Y Kotori es mi compañera de cuarto!

    Kotori: Las Reglas del Sello de la Rosa dicen que ahora le pertenezco.

    Sakura: ¿Qué es lo que está pasando en este lugar?, ¿Y qué es lo que se traen en manos el Consejo Estudiantil?

    Touga: Hay cosas que tienes que descubrir por tu cuenta…

    Sakura: No se pierdan el próximo capitulo de “La Rosa Blanca”… ¡El Mundo yo voy a Cambiar!

    = Capitulo 5: Encuentros =

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    blackrose18

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    Lo de Anthy lo comenté mas que nada porque pensé que la sustituiste con Kotori... supongo Akio igual no hará su bizarra aparición más en su "trope" : todo lo que se mueva... en serio, él y Touga me espantaban demasiado.. y eso que la escena del carro de Mikki y Kozue fue tétrica.. y el duelo tuvo un giro distinto por lo que veo x´D pensé que seguiría un tanto la línea.. pero siguiendo eso ya daría más pistas yuri al punto de que la serie se vuelve wtf x´D buen trabajo.
     
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    La Rosa Blanca [Long-Fic]
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    *COMENTARIOS:

    @blackrose18: xD Jajaja, sí y no. Si porque pues, es la prometida de la rosa y bla bla, y tiene varias cosas como a Chu Chu, pero no proque no va a representar el mismo papel. En Cuanto Akio, él si aparecerá (de hecho en este capitulo aparece), pero igual su papeles será totalmente diferente.. Pero no, no será tan descarado como en el Anime xDu Y en lo personal me parecio mas bizarra la de Shiori y Ruka haciendolo en el asiento trasero mientras éste se montaba en el cofre... Con estos Directores de hoy en día nadie está a salvo. Y sí, bueno, sigue una linea similar, pero Sakura no es Utena, y no llegó a Othori tan desamada xD así que era evidente que las cosas no serían las mismas. Gracias por tu comentario :) Y bueno, como eres tan fan del canon, este capitulo si lo lees de seguro terminaras matandome xD, pero tambien son cosas que siempre quise ver el Utena (y vamos que era lo único que le faltaba a la serie en sí) ¿A qué me refiero? Ya lo veras, xD.

    Saludos!


    Numero de Palabras: 13,820 Palabras

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    El Presidente del Consejo de Estudiantes sonrió ante el asombro de los que ahí se encontraban. De pronto, el chico dirigió su atención ante la ganadora del desafío. Sakura seguía aún sentada, con su guardián a un lado, mismo que miraba al recién llegado con desconfianza.

    - Sainoji. – Comenzó a decir, sin voltear a ver al dueño e ese nombre. – Según tengo entendido, hiciste una pequeña promesa antes de empezar tu duelo, ¿o no?

    El derrotado capitán miraba al Presidente con algo de antipatía en su expresión. Sin importarle mucho esto, Touga caminó hacía donde estaba Sakura, parándose entre ella y Sainoji.

    - Por el momento no tenemos permitido decirte mucho Kinomoto Sakura. – Comenzó a decirle con un tono gentil al hablar. En ese momento, el chico alza su mano izquierda hacía el frente, como si tuviera la intención de mostrarle a la joven aquello que adorna uno de sus dedos.

    - ¡Esa…! – Sakura quedó asombrada al verla: Touga traía esa misma sortija que tenían ella, y también ese chico. – ¿Pero… cómo…?

    - Pero creo que sí puedo decirte lo siguiente… - El joven alzó su mano hacía lo más alto, como apuntando con ella el castillo que se encontraba justo a sus cabezas. – Esta sortija que porto en mi mano, y que tú llevas en la tuya, es el Sello de la Rosa…

    - ¿El Sello de la Rosa?

    - Esta Sortija es la verdadera llave para nuestro Destino…

    - ¿Acaso dijo… “Destino…”?

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    Capitulo 5: Encuentros

    El día de escuela estaba cerca de acabarse para los alumnos. Ya sólo faltaban algunos cuantos minutos para que la campana sonara de una vez por todas, y dejara el camino libre para todos los estudiantes de la Academia. Aunque en realidad no todos estarían desocupados después del toque de campana, ya como en todos los días existían algunas actividades que había que realizar en las tardes.

    Algunos pasillos se encuentran vacíos, pues unos cuantos grupos aún tienen clases. Aún así, se ve una que otra figura que camina por ellos. De pronto, la puerta alta del salón de música se abre lentamente, rompiendo el silencio que reinaba en la habitación. El piano oscuro que se encontraba al fondo fue alcanzado de inmediato por la luz que entraba por la puerta. Una mano blanca se acerca al encendedor, prendiendo las luces para alumbrar el sitio.

    El objeto principal del salón era sin duda el piano, negro completamente, a excepción de sus teclas blancas. Además de esto, había uno que otro instrumento, como guitarras y flautas. La habitación estaba totalmente sola, excepto por la joven que acababa de entrar. Era una estudiante de la Academia, vestida con el uniforme normal. Tenía largo cabello oscuro hasta su cintura, y ojos grandes azul oscuro. Su piel era totalmente blanca, casi como la nieve. En su cabello llevaba un largo listón de color verde claro como adorno del mismo.

    En el lado izquierdo del salón se encontraba algo parecido a un pequeño escenario, con algunos atriles en él. La joven caminó hacía este lugar, colocando en un atril unas hojas que traía consigo. En ellas había varias notas de música e indicaciones; parecían ser algunas partituras.

    Una vez colocadas las hojas en su lugar, retrocedió unos pasos hacía atrás, sin perder de vista nunca las notas delante de ella. Luego, cerró los ojos por completo, manteniéndolos así por algún tiempo. Parecía estarse concentrando en algo, y se quedó inmóvil por algunos segundos. Una tonada suave pareció comenzar a sonar en su cabeza, como el sonido del piano. Se sentía casi como si alguien lo tocara, pero el único piano del salón se encontraba inmóvil en su lugar.

    De pronto, la joven alza la cabeza, tomando un poco de aire y luego abre sus ojos de golpe…

    Kumo ma ni odoru hikari
    Zonge ni furi sosogu kisetsu ima hajimaru

    Su voz era sueva y dulce, con un hermoso tono en ella. Su canción parecía de alguna manera cubrir todo el salón del música por completo, como influyendo en todo su alrededor.

    Kake yoru tomo no koe ni
    Furimukeba soko ni itsumo kawaranu egao
    Soshite hizashi wa kagayaku

    Fuyu no ite tsuku michi wo yuku toki
    Saige nai hagemashi ni
    Iku no tasukerareta darou
    Kimi no you ni kimi no you ni fuuki kureru hito de itai yo

    Al mismo tiempo que la intérprete realizaba su canción totalmente concentrada en sus acciones, en el pasillo se escuchaban unos pasos acercarse hasta donde se encontraba la puerta. Vestido con el uniforme negro de los varones, un chico alto, de complexión algo tosca y cabello negro y corto, pasa enfrente de la puerta del salón de música. Casi parece haber escuchado la música imaginaria que acompañaba a los versos de la canción, ya que se detiene frente a ésta, mirando hacía su interior con algo de curiosidad.

    Haruka ni tsutsuku michi no
    Yuku saki wa kumo no kanata e to nobotte yuku

    Itsushika michi wa hanare
    Sorezore no mirai aruki hajimeru toki mo
    Kitto hizashi wo kagayaku

    La chica de cabello oscuro parecía tan enfocada en lo que hacía, que al parecer no se había dado cuenta aún de que tenía un espectador que la miraba desde la puerta.

    Yume ni yaburete kizutsuita toki
    Tasuke ai sasae au
    Tomo dachi de ite hoshii yo

    Kimi no tame ni kimi no tame ni chikara ni naru hito de yo
    Warau toki mo naku toki ni mo
    Gogatsu no hizashi no you ni…

    La canción parecía haber llegado a su fin. La última parte de la misma había contenido cierta presencia de sentimiento que se había notado en su tono de voz. La joven volvió a cerrar los ojos, bajando su mirada lentamente. Parecía que se encontraba tomando algo de aliento. De pronto, da la impresión de sentir la mirada de alguien sobre ella. La joven se da rápidamente la vuelta, golpeando el atril y tirando sus partituras por accidente. El chico en la puerta se exaltó un poco al darse cuenta de lo ocurrido. Ella por su parte lo miraba confundida.

    - ¡Lo siento!, no quise asustarte. – Se disculpaba apresurado. Parecía un chico un poco mayor que ella; posiblemente estaba ya en el último grado de Secundaria.

    - No, perdón. – Contestó amable, mientras caminaba hacía donde estaban sus hojas. – No esperaba que hubiera otra persona en la habitación.

    La joven se agachó lentamente, colocándose de rodillas en el suelo para recoger sus cosas.

    - Déjame ayudarte. – Le dijo mientras dejaba su mochila en el suelo y se acercaba para levantar también algunas partituras. Ella sólo le sonrió como agradecimiento. – Estaba caminando por el pasillo, pero me llamó mucho la atención la canción que cantabas. Tienes una voz hermosa.

    - Gracias. He estado en coros desde que era una niña. Creo que ya tengo mucha práctica al respecto.

    - Percibí un gran sentimiento brotar de ti al momento de cantar esa canción. – Le dijo el chico, sin mirarla. La joven se extrañó un poco al oírlo. Luego, la volteó a ver con una sonrisa leve. – Fue una experiencia muy agradable.

    Había algo muy singular en su mirada. Sus ojos poseían un tono como rojizo oscuro, y eran profundos y algo penetrantes. Ella lo contempló, algo extrañada, y en especial sus ojos… sentía como si fuera la primera vez que los veía. Cuando menos lo pensó, el chico ya estaba de nuevo de pie. La joven reaccionó de inmediato, parándose igual.

    - Muchas gracias. – Le expresó la joven con gentileza. – Me llamo Tomoyo, del 1º Grado de Secundaria.

    - Es un placer. – Le contestó, extiendo sus manos hacía el frente para entregarle sus partituras. La joven alzó su mano derecha, tomándolas con cuidado. Él sonrió con moderación, sin soltar las hojas aún. – Yo me llamo… Kamui…



    Anunciando la llegada de un nuevo visitante, la campana del ascensor sonó, justo antes de que sus puertas se abrieran. Desde atrás de ella, surgió el brillo de un par de ojos verdes, que comenzaron a adentrarse en el interior del cuarto. Era la segunda vez que estaba en ese lugar, pero la atmósfera silenciosa y calmada era idéntica a la primera ocasión en la que había estado. De nuevo parecía que no había nadie en la oficina.

    Era extraño que la entrada a la Oficina del Director fuera justamente la puerta del ascensor. ¿Sería esa la única habitación del piso? Después de éste, sólo quedaba un piso más, el último piso de la Torre de la Rectoría, pero la oficina del director estaba en el penúltimo. Al no ver a nadie, la joven no pudo evitar acercarse al cuadro en la pared que había llamado su atención la otra ocasión. Eran esas tres personas de nuevo, de las cuales sólo reconocía a una.

    Sólo había visto al Mago Clow en dos ocasiones. La primera cuando el Juicio Final acabó y apareció frente a ella como un fantasma. La segunda fue en una ocasión cuando viajó al pasado. No sabía mucho de él, ya que nadie le hablaba demasiado al respecto, pero sabía lo suficiente.

    - “Si el Mago Clow es en verdad uno de los Fundadores de esta Academia… ¿Habrá estado él detrás de la construcción de esa extraña arena?” – Pensaba Sakura con detenimiento, mientras miraba el cuadro delante de ella y recordaba parte de lo sucedido la noche anterior…

    ******​

    - ‘Rosa del Noble Castillo…’ – Comenzó a decir Kotori de pronto, mientras alzaba ambas manos y las colocaba frente a su pecho, manteniéndolas un poco separadas. De pronto, de entre las palmas de la chica, comenzó a formarse un pequeño resplandor, mismo que comenzó a hacerse más grande poco a poco, hasta formar una esfera de luz blanca que casi opacaba la luz que venía del castillo sobre ellos.

    - ¿Qué es eso? – Preguntó Sakura, mientras trataba de cubrirse los ojos, pues el brillo era tan fuerte que casi la lastimaba.

    Kotori separó por completo sus manos, bajándolas rápidamente.

    - ¡Poder de Dios que duermes en mí!, ¡Atiende a mi llamado y muéstrate ante tu Maestro…!

    En ese momento, entre todo el fulgor que los rodeaba en ese momento, Sakura logró ver como Sainoji se acercaba a la joven de cabello largo y la tomaba con su brazo derecho. De pronto, de su pecho, cubierto por la esfera de luz blanca, comenzó a surgir un objeto, un objeto alargado que parecía estar brotando de su propio cuerpo.

    El capitán del equipo de Kendo tomó dicho objeto con su mano izquierda, sujetándolo con mucha firmeza. Luego, poco a poco comenzó a jalarlo, hasta que comenzó a tomar forma. A estas alturas quien sabe que era lo más raro, la arena en el aire, el castillo en el cielo, o el hecho de que el pecho de Kotori estaban sacando un objeto con la forma de la… “Empuñadura de una Espada”…

    - ¡¡Dame el Poder para Revolucionar al Mundo!! – Gritó con fuerza el joven de cabello verdoso, sacando lentamente toda la espada del pecho de la joven, hasta que incluso la larga hoja metálica de la misma hizo acto de presencia. El filo de la extraña arma relució con un gran fervor, al tiempo que el joven la alzaba al aire una vez que esta estaba afuera…

    ******​

    Al recordar los acontecimientos, Sakura colocó su mano derecha sobre su hombro, el lugar donde había recibido una de sus heridas. Aún le dolían un poco, pero parecía que ya se estaban cerrando. Era la primera vez que recibía una herida de ese tipo, y con más razón una herida hecha por otra persona.

    - “Esa espada… esa arena… ese castillo…” – Pensaba con insistencia. – “¿Qué es todo eso?”

    - ¿Hola? – Escuchó de pronto que una voz le decía desde el escritorio. Sakura fue drásticamente sacada de su mente, y al mismo tiempo asustada.

    Rápidamente se dio la media vuelta, quedando de espaldas contra un librero. El movimiento fue algo brusco al parecer. Desde abajo del escritorio de madera, comenzó a asomarse la cabellera rubia de una persona, seguida por sus ojos verdes y su piel blanca. Sakura se calmó al reconocerla.

    - ¡Eres la chica del otro día! – Decía la joven, saliendo de abajo del escritorio. Era la misma joven de preparatoria que la había atendido la vez anterior, Kanae Othori.

    - Sí, soy Kinomoto Sakura. – Contestó ella, tranquila. Era la segunda vez que le salía de sorpresa a sus espaldas, y viendo el mismo cuadro exactamente. – Me dijeron que tenía que venir para acá para ver algunas últimas cosas.

    Kanae se sentó en la silla en donde debería de estar el director. Sakura, siguiendo con la costumbre, se sentó en una de las sillas delante del escritorio.

    - Bueno, de nuevo te tocó venir cuando el director no se encuentra. – Le comentaba la chica rubia. – Pero de nuevo yo te atenderé.

    - ¿Acaso trabajas aquí?

    - Bueno, mi familia es dueña de la escuela, pero se podría decir que ayudo como secretaria o algo parecido. – Mientras le contestaba, Kanae se giró hacía la computadora, tratando de buscar los datos que necesitaba. – Es una buena forma de pasar el tiempo, y quedar bien con mis padres.

    La familia de esa chica era dueña de la escuela; eso ya se lo había dicho antes. Sakura se preguntaba si ella sabría lo que en realidad hay en el bosque. Por lo que le dijo la primera vez que la vio, lo más probable era que no. Sin embargo, esos dos chicos, Sainoji Kyoichi y Touga Kiryuu, ¿Qué tenían que ver ellos con esa arena?

    - Ya se te asignó un dormitorio – Mencionó Kanae, llamando la atención de la joven. – y lo podrás comenzar a ocupar de inmediato.

    - ¡¿Enserio?!, ¡Eso me alegra! – Expresó Sakura sonriente ante la noticia.

    - Pero también falta un último detalle… - Agregó por último Kanae, extrañando a Sakura.

    - ¿Un detalle?

    La joven rubia abrió uno de los cajones del escritorio, buscando de entre su contenido un fólder en especial. Una vez encontrado, lo sacó y colocó sobre el escritorio para que Sakura lo tomara.

    - En esta Academia en especial la elección de una Actividad Extracurricular es obligatoria. – Le comentaba ella al mismo tiempo que la joven castaña veía los papeles en el interior del fólder. – Por lo menos por los primeros semestres, tienes que desarrollar una actividad aparte de tus clases. La mayoría de los alumnos la escoge al inscribirse, pero tú fuiste un poco irregular al respecto, por lo que aún no tienes asignada ninguna.

    - Lamento las molestias.

    - No te preocupes. Normalmente en un caso así, supongo que te colocarían en aquella que aún no estuviera ocupada o algo así. Pero el número de alumnos que ingresaron este año no fue tanto, y la mayoría de las actividades aún tienen cupo. Por eso todavía tienes oportunidad de elegir una.

    En el interior del fólder había algunas hojas impresas. En algunas de ellas venían las actividades extracurriculares de la Academia, así como una descripción y los horarios de las mismas. Eran realmente muchas, varias más de las que había en su otra escuela.

    - ¿Tengo que escoger alguna de estás?

    - Othori tiene una gran variedad de Actividades. Tenemos las deportivas como el equipo de Fútbol, básquetbol, baseball, esgrima, kendo, natación… o las culturales como el club de teatro, música, el coro… lo importante es que elijas alguna lo antes posible. Te sugiero investigar cual se adapta más a tus gustos, habilidades y horarios. ¿Has practicado algún deporte?

    - Bueno, cuando estaba en la primaria fui parte del Equipo de Porristas.

    - Hay un Equipo de Porristas también, pero si quieres probar alguna cosa nueva tienes la libertad de hacerlo. – Kanae se puso de pie luego de proporcionar la información. Recargada a lado del escritorio, estaba su mochila. La joven la tomó, preparándose para irse. – Bueno, nos vemos luego. Asegúrate de elegir una actividad lo antes posible.

    La joven de cabellos rubios caminó hasta el ascensor, presionando el botón para abrirlo. Sakura, por su parte, se quedó unos instantes viendo la hoja impresa frente a ella, con todas las actividades, entre las cuales tenía que escoger una…



    Unos cuantos pisos hacía abajo, aparentemente a la mitad de la Torre, se encontraba el Balcón de la Rosa, lugar en donde el Consejo de Estudiantes tenía sus reuniones. En medio del balcón, en la mesa blanca que ahí se encontraba, estaban tres de los integrantes del consejo. Sentados cada uno en una silla, estaban una joven de cabello anaranjado y largo, y un chico de cabello azul corto, ambos vestido con trajes blancos. Los dos aparentemente se encontraban jugando una partida de ajedrez, ya que entre ellos había un tablero, con las piezas negras y blancas del juego.

    Mientras ellos dos estaban ocupados en su partida, sentado en la mesa de espaldas a sus compañeros y a la puerta que daba al balcón, estaba Touga, el Presidente. En su mano derecha sostenía una raqueta de tenis de color negra, con la cual golpeaba una pequeña pelota amarilla, impulsándola hacía arriba para que luego cayera y la golpeara de nuevo. Repetía el mismo movimiento con cierto ritmo, evitando que la pelota se le cayera.

    De pronto, la tranquilidad que hasta entonces había reinado en el balcón, se vio drásticamente interrumpida. Unos pasos apresurados se acercaron desde la puerta, rápidamente hacía la mesa. Sainoji, el capitán del Equipo de Kendo y también miembro del Consejo, caminó furioso hacía la mesa; su enojo se veía a simple vista.

    - ¡Touga! – Gritó con enojo, mientras azotaba sus dos manos contra la mesa blanca. Las piezas del tablero de ajedrez saltaron ante tal acto tan brusco, cayendo de su lugar y por lo tanto arruinando el juego.

    - Buenas tardes Sainoji. – Le contestó el Presidente del Consejo sin voltear a verlo. – ¿Te ocurre algo?, ¿te levantaste con el pie izquierdo esta mañana?

    - ¡Cállate! – Contestó el capitán igual de irritado. – ¡Vine a hablar del duelo de ayer!, ¡Porque estoy casi seguro de qué tú fuiste el que envió a esa chica como una trampa!

    - ¿Trampa dices? – Touga no se distraía para nada de lo que hacía. Ni siquiera le había dado la cara a la persona que le estaba reclamando, pero en su rostro se veía una sonrisa burlesca al respecto. Sainoji prosiguió.

    - Primero tu maldita reunión y quejas de cómo trataba a la Prometida de la Rosa, y luego esa chica que me reta a un Duelo… ¡Tú tuviste algo que ver con todo esto!

    Las palabras de Sainoji claramente poseían un tono de acusación. La joven de cabello anaranjado volteó a ver de reojo al presidente, esperando que repuesta daría. Mientras tanto, el chico de cabello azulado acomodaba las piezas del tablero, empezando por las piezas blancas.

    - Sainoji, me halagas al considerarme el culpable de tu derrota. – Le respondió con burla. – Pero te guste o no la única culpa de los resultados de anoche es tuya.

    - ¡Eso no fue justo!, ¡Esa chica tenía una espada fuera de lo normal!

    - ¿Una espada? – Preguntó la joven de grandes ojos verdes al oírlo. – ¿De qué tipo?

    - Sí, en verdad era una espada muy extraña. – Mencionaba Touga para si mismo. – Me pregunto de donde la habrá sacado.

    - ¡Touga! ¡Exijo que la Doncella de Blanco regrese a mi lado!

    Como si fuera una reacción ante las exigencias del peliverde, en uno de los golpes que Touga le dio a la pelota, ésta voló demasiado, cayendo por consecuencia en el suelo, y rodando un poco hacía el frente. El Presidente la vio fijamente, hasta que se detuvo por completo.

    - No estás en posición de exigir nada, ex-Príncipe de Blanco. – Le decía al tiempo que se paraba de la mesa y caminaba hacía donde estaba su pelota. A Sainoji pareció no agradarle esa respuesta.

    - Las campanas sonaron al favor de esa chica. – Agregó el chico que estaba a su lado, una vez que todas las piezas blancas estaban de nuevo en su lugar. Sainoji lo miró de reojo, mientras él por su parte adornó su rostro con una sonrisa de satisfacción. – No importa lo que digas Sainoji… Kotori en estos momentos está en propiedad de la Nueva Rosa.

    Hasta cierto punto, sus palabras parecían una provocación, talvez como venganza de lo ocurrido en la otra reunión que había tenido el consejo. Mientras tanto, Touga se agachó para tomar su pelota con la mano izquierda.

    - Deja de pensar tanto en eso, y mejor vete buscando una nueva pareja para el baile. – Le decía al tiempo que se levantaba. – Después hablaremos sobre tu Derecho al Reto.

    El Capitán del Equipo de Kendo no estaba para nada contento por sus respuestas. Se le veía realmente furioso por lo acontecido, y le enojaba aún más el hecho de que a simple vista el resto del Consejo se burlaba de él. Antes de irse, Sainoji volteó a ver el tablero, y con movimiento brusco de su mano, tiró todas las piezas blancas que habían acomodado, cayendo algunas en la mesa y otras sobre el chico de azul. El Capitán se dio la media vuelta y se retiró con pasos rápidos.

    Por su parte, el chico en la mesa no pareció enojarse del último acto del capitán, ya que se le quedó viendo fijamente, hasta que desapareció por completo, aún con esa expresión de satisfacción en su semblante. Una vez que Sainoji se retiró, Touga se giró hacía sus compañeros.

    - Estás disfrutando esto, ¿verdad Mikki? – Le preguntó el Presidente.

    - No puedo negar que me siento de muy buen humor esta mañana. – Contestó él, al tiempo que tomaba las piezas y las comenzaba a colocar de nuevo.

    - Sí yo también… - Agregó el pelirrojo, e inmediatamente después y sin espera, lanzó la pelota amarilla por encima de su hombro izquierdo, cayendo desde lo alto del balcón, hasta rebotar en la tierra. – Al parecer tenemos a un mal perdedor en el Consejo.

    El Presidente caminó de regreso a la mesa, pero en esta ocasión se sentó en su silla, dándole ahora la espalda al bosque a lo lejos.

    - ¿Y entonces como fue? – Preguntó por fin la chica de naranja. – ¿Era tal y como fue predicho?

    - Fue un duelo algo extraño. – Contestó. – Al parecer la Nueva Rosa trae consigo algunos poderes mágicos que al menos yo no tenía contemplados. – Mientras decía esto, el chico recargaba su cabeza hacía atrás poco a poco, hasta que vio el cielo azul sobre él. – Y además, tenía junto con ella a un extraño ser con alas, parecía como un león o algo parecido. Debo aceptar que la Nueva Rosa es más interesante de lo que yo pensaba. Si alguno de nosotros la reta… no sé si la podremos derrotar…



    La campana que marcaba la hora de salida sonó al fin, indicando de esta manera igual que en todos los días el final de las clases, por lo menos para la Secundaria. De nuevo se comienza a ver un movimiento de alumnos por los salones, pasillos y patios. Sakura había salido algo más temprano. Ya había ido a la oficina del director para recoger los papeles que tenía pendientes, y ahora se encontraba sentada en una banca blanca que estaba en el patio. A su lado se encontraba su mochila, y sobre sus piernas estaba el fólder que le habían entregado. La joven miraba con detenimiento el objeto con los papeles, muy pensativa sobre algunas cosas.

    - “Parece que oficialmente ya soy alumna de esta Academia.” – Pensaba con algo de desidia.

    Desde un principio el venir a esta Academia no era del todo normal, o algo del todo habitual. Dejar su ciudad atrás, su casa, sus amigos y a su padre, era una decisión muy difícil. Aunque era cierto que varias de las cosas que quería ya no estaban en ese lugar, aún había varios recuerdos en esa ciudad, los cuales aún tenía muy presentes en su corazón. Pero ahora todo se complicaba más de lo que ella creía. Seguía sintiendo la cortada de su hombro, y la herida de su brazo. No podía evitar seguir viendo la sortija en su mano izquierda, y preguntarse si todo lo que había hecho hasta ahora valía realmente la pena.

    - ¿Sakura? – Escuchó de pronto que una vocecita le decía a su diestra, proveniente de su guardián Kero, que para variar asomaba su pequeña cabeza hacía el exterior. – ¿Otra vez estás pensativa?, ya te dije que eso no te queda.

    - ¡Quédate adentro! – Le dijo rápidamente, pero guardando un poco el tono de su voz para no ser oída. Rápidamente acercó su mano derecha, tratando de tapar al pequeño, viendo hacía todos lados para asegurarse de que nadie los viera. – ¿Porqué te está gustando tanto meterte a mi mochila últimamente?

    - No veo cual es el problema, siempre lo hacía en tu otra escuela. – Le contestaba Kerberos, tratando de hacer a un lado la mano de su ama. – Además no veo el motivo de esconderme, si ya esos sujetos y la joven de anoche me vieron…

    Su guardián le hacía recalcar de nuevo lo mismo en lo que ella estaba pensando hace unos momentos. Recordaba muy bien como lo de anoche se había comenzado a salir tanto de control, que hasta él tuvo que intervenir para ayudarla, aún frente a esos sujetos. En cierta forma se sentía algo mal al respecto, ya que fue ella la que al final de cuentas decidió ir, aunque Kero ya la había tratado de persuadir de lo contrario.

    - Tienes razón Kero. – Mencionó la joven con seriedad, quitando su mano de la mochila. El guardián se quedó muy confundido por su cambio de tono. – Lo siento, por mi culpa tuviste que transformarte e intervenir para salvarme. Perdóname.

    Kerberos comenzó a sentir una cierta sensación de culpa por parte de su dueña. Sakura era una persona tan noble y buena para él, que no podía tolerar el verla en ese estado.

    - No te pongas así Sakura. – Le contestó con una sonrisa. – Recuerda que yo fui quien tomó la decisión, a pesar de que a ti no te gusta que me presente ante las personas. Pero cuando Yue y tu hermano se fueron, me prometí que yo sería el encargado de cuidar que nada malo te pasara, y pienso cumplirme a mí mismo esa promesa Sakurita.

    - Gracias Kero. – Sakura pareció sonreír al escuchar tales palabras. – Hasta ahora tú has sido el único que ha estado a mi lado en todo, y casi nunca te lo agradezco. Debo de ser una ama terrible.

    - No mucho. – Agregó Kero con un tono jovial. Aparentemente olvidándose de donde se encontraban, comenzó a elevarse hasta salir de la mochila, y pararse en la banca a su lado. – Pero mientras me des deliciosos bocadillos, yo te perdono cualquier cosa.

    Sakura rió un poco ante los comentarios de su guardián. En ocasiones él era capaz de ponerla de buen humor cuando lo necesitaba. En ese momento, mientras se despreocupaba de los problemas, comenzó a molestarle la herida del brazo derecho. Inconscientemente llevó su mano al lugar donde había recibido su primer ataque. Kero se le acercó algo preocupado por ella. Fuera lo que fuera, parecía que la presencia de ese duelo aún perduraba entre ellos.

    - ¡Sakura! – Escucharon ambos que alguien les gritaba cerca de ellos.

    De entre un grupo de alumnos que iba pasando a lo lejos, distinguieron como surgía el rostro conocido de su amiga Tomoyo, que caminaba hacía la banca.

    - Tomoyo… – Dijo la joven con un tono bajo, sujetando aún su brazo.

    Ellas no se habían visto desde el día anterior, por lo que Tomoyo aún no sabía lo que le había pasado a su amiga. La joven llegó hasta donde ambos estaban, distinguiendo de esta manera al pequeño guardián amarillo.

    - Hola Kero… - Saludo la joven morena con una sonrisa. Sin embargo, en este momento percibió algo extraño en sus amigos. En sus expresiones se veía cierta seriedad que la extrañaba. – ¿Porqué tan serios?

    En ese instante Tomoyo notó como Sakura estaba sujetando su brazo, y parecía que le dolía un poco.

    - ¿Te encuentras bien Sakura? – Preguntó algo angustiada, mientras se sentaba a su lado, quedando Kero entre ambas chicas.

    - Sí… no te preocupes. – La castaña trataba de no alarmar a su amiga por el estado en el que estaba, pero tampoco quería mentirle o algo parecido. – Sólo son unas heridas…

    - ¡¿Heridas?! ¿Te lastimaste…?

    La joven y el guardián permanecieron en silencio por unos momentos. Cuando por azares del destino Sakura se adentró en su misión como Card Captor hace cerca de tres años, ella no tenía muchas intenciones de divulgarlo. Fue su amiga Tomoyo por su propia cuenta la que la descubrió, y lo hubiera hecho tarde o temprano, ya que es una chica demasiado lista. Pero en esta ocasión tendría que ser ella personalmente la que le contara lo que estaba pasando.

    Sin temer, ya que confiaba ciegamente en ella, le comenzó a contar lo sucedido el día anterior. Comenzó desde su encuentro con Kotori y Sainoji en el Kiosco del pequeño jardín, el hecho de que el capitán tenía la misma sortija que ella, y lo del extraño reto. Le contó como era el verdadero interior del Bosque, la misteriosa escalera en espiral que llevaba a aquella arena, y el castillo que aparentemente flotaba sobre ella. Trató de contarle todo lo importante, y sobre todo con respecto al Duelo. Tomoyo escuchaba sorprendida lo que su amiga le contaba.

    - ¡No puedo creerlo! – Dijo al final de todo, con una expresión de asombro.

    Tomoyo era otra de las personas que había estado a su lado cuando comenzó su travesía en busca de las Cartas Mágicas, y también cuando comenzó a transformarlas a su nombre. Incluso había sido victima de alguna de ellas, aunque gracias a Dios nunca fue nada grave. Ella incluso le hacía algunos vestidos para que los usara en sus misiones, y también la grababa usando sus poderes y demás. Quién sabe que tantas cosas había visto a su lado. Aún así, al igual que su amiga, le era difícil de creer todo lo que le estaban diciendo.

    - Yo tampoco lo creo… - Agregó Sakura al terminar su relato. – Aún no tengo ni la menor idea de lo que realmente pasó anoche.

    - ¡¿Y te lastimaron?!, ¿No fue nada grave? – Tomoyo estaba preocupada por el bienestar de su amiga. Ella nunca había estado en una situación en donde una persona la atacara como describía, y hasta donde sabía Sakura tampoco.

    - No, sólo fueron dos heridas superficiales creo. – Le contestó, queriendo reflejar una sonrisa para que su amiga no se preocupara de más. – Pero si no fuera por Kero la verdad no sé que me hubiera pasado… - Sakura volteó a ver al pequeño guardián en la banca. – Muchas gracias Kero…

    - No tienes que agradecérmelo. – Mencionó él con tranquilidad. – Como ya te dije, si Yue o tu hermano no están aquí, soy el único que puede protegerte pequeña Sakura.

    - Pero, ¿Cómo supiste esas cosas al momento de decirme como usar la Carta Espada?

    - Cuando Clow era joven practicaba mucho el uso de la espada. – Sakura se sorprendió al escucharlo decir eso.

    - ¿Enserio?

    - Ya te había mencionado que el Padre de Clow era ingles y su madre era de origen chino, ¿lo recuerdas? Además de magia occidental y oriental, Clow aprendió además ambos usos de la espada, tanto la oriental como la esgrima occidental. Como has de entender, yo nunca he usado algo como eso – Kero rió un poco ante su comentario. – pero sí conozco algunas bases, gracias a ver las prácticas de Clow.

    - Así que el Mago Clow acostumbraba usar la espada. – Aunque para Kero esto que le acababa de decir no era del todo significativo, a Sakura pareció llamarle la atención. Parecía estar pensando un poco en su mente. – Ahora comienzo a pensar que el Mago Clow debió de haber tenido algo que ver con esa extraña arena…

    Las Bestia Sellada permaneció en silencio ante el último comentario de la castaña. Si el hombre al que conocía como Clow Reed estaba en verdad detrás de la fundación de esta escuela, y en la preservación de ese pedazo del bosque, era más que posible que la especulación de su ama fuera cierta, y que también él estuviera de alguna manera involucrado con la construcción de esa arena.

    Kerberos también pensaba que Clow tenía algo que ver con esa espada que el Capitán había usado. Eso explicaría porque esa arma era tan extraña y poderosa, hasta el punto de resistir un ataque de la Espada de las Cartas Sakura. Sin embargo, no se parecía a nada a algo creado por el Mago Clow, y la energía que radiaba de ella no era parecida a su magia, por lo que no estaba del todo seguro.

    - Fue realmente extraño lo que nos pasó. – Comenzó a decir el guardián. – Pero esto nos hizo ver que hay algo muy secreto en este lugar, más de lo que nosotros teníamos previsto, algo que posiblemente Clow colocó aquí por alguna razón. Si queremos saber a ciencia exacta lo que ocurre, tendremos que investigar.

    - Está bien… - Asintió Sakura con algo de calma. – Mientras no tenga que hacer otra vez lo de anoche…

    - No digas eso, qué usaste la espada magníficamente para haber sido tu primera vez.

    - ¡No digas esas cosas Kero!

    Sakura parecía haber recuperado su habitual buen humor; era el efecto de ser molestada por su guardián. Tomoyo por su parte, se veía algo más tranquila al ver que su amiga estaba mejor. Sin embargo, aún parecía estar algo preocupada. No era muy habitual que ella reflejara algo como eso, aunque casi siempre estaba pendiente de lo demás. Ella sabía en el fondo que una vez más su amiga tendría que pasar por algunas dificultades, y fuera lo que fuera deseaba estar a su lado… una vez más…



    Las dos jóvenes acababan de pasar por el portón principal de la Academia, caminando juntas hacía el exterior de la escuela. Kero seguía metido en la mochila de su dueña, aunque de todas maneras se encontraba asomando la cabeza hacía afuera.

    - ¿Ya te asignaron un dormitorio Sakura? – Le pregunta Tomoyo al tiempo que continúan caminando.

    - A, sí, casi lo olvidaba. – La joven se detuvo por unos momentos, para sacar de su mochila uno de los papeles que le habían entregado. Una vez en su mano, siguió su camino mientras lo leía. – De acuerdo con esto… me asignaron al dormitorio D-3.

    - ¡¿D-3?! – La joven de cabello largo se detuvo de golpe al escuchar las palabras de su amiga. Sakura extrañada, se detiene igual.

    - ¿Sucede algo?

    - Bueno, no estoy segura, pero en el tiempo que llevo aquí he escuchado algunas cosas sobre ese lugar. – Sakura y Kero estaban confundidos por las cosas que Tomoyo les estaba diciendo. La joven prosiguió. – Dicen que todos los alumnos que han sido asignados a ese dormitorio, no ha podido durar mucho en él, y se salen de inmediato.

    - ¿Acaso nos tocó el dormitorio en peores condiciones por haber llegado tarde? – Cuestionó el pequeño guardián con apatía.

    - No, no es eso. Lo que pasa es que muchos dicen que ese dormitorio está “Embrujado”… - Ambos parecieron tardar algo que en procesar lo que les acababan de decir, pero después de unos segundos, Sakura reaccionó de golpe.

    - ¡¿Embrujado?! – Gritó algo asustada, mientras daba algunos pasos hacía atrás.

    - Eso es lo que dicen, pero posiblemente sea sólo un rumor. – Agregaba Tomoyo con una sonrisa inocente.

    Aún así se veía que Sakura no estaba del todo convencida. Ya le habían pasado varias cosas raras en esta academia como para que ahora tuviera que dormir en un dormitorio “embrujado”.

    - Sakura le tiene mucho miedo a los fantasmas… - Mencionó Kero con broma en sus intenciones.

    - ¡No!… ¡no es cierto!... Bueno, sí…

    - ¡Anda Sakura!, ¡Si hay un fantasma en ese lugar lo derrotaras con tu espada!

    - ¡¿Qué?!



    Un par de horas después, luego de pasear un poco y de conocer los rumores con respecto a su nueva morada, un poco a fuerzas y un poco por curiosidad, la antigua Card Captor y sus acompañantes fueron hacía donde estaba el dormitorio D-3. Sakura y su amiga Tomoyo estaban paradas afuera del lugar. A simple vista se veía como si fuera una casa normal, de color blanco, de dos pisos, con un jardín en el frente y rodeada por una pequeña barda blanca de madera. Había a simple vista algunos rosales y demás.

    - ¿Éste es? – Preguntó la ojos verdes, mirando el edificio.

    - No se ve como un lugar embrujado… - Agregó Kero desde su posición.

    - Pero si se ve algo silencioso…

    El lugar se veía muy calmado, sin ninguna clase de ruido a su alrededor. Era extraño, casi parecía que nadie estaba en el lugar, lo cual sería extraño considerando que ya habían pasado algunas horas desde que los alumnos salieron de la escuela.

    - Tal vez todos se acostaron a dormir la siesta. – Mencionó Tomoyo como manera de explicar lo sucedido. – ¿No quieres que te acompañe adentro?

    - No, estoy bien. – Contestó apresurada la joven castaña. – Tú tienes que regresar para tu práctica, ¿no? No me gustaría quitarte más el tiempo.

    - No te preocupes por eso Sakura. – Tomoyo adornó de nuevo su rostro con esa sonrisa tan calmada y dulce que acostumbra llevar consigo. – Estar contigo nunca será de alguna manera una perdida de tiempo. Podría faltar a mi práctica, sólo esta vez.

    - ¡Eso no!, de ninguna manera voy a dejar que faltes a tu práctica de coro sólo por mí.

    - Pero… ¿y lo fantasmas? – Sakura recordó de nuevo lo acontecido a los rumores del dormitorio. Aún así, no estaba dispuesta a permitirlo.

    - No hay problema. – Comenzó a decirle con una risa nerviosa. – Tengo a Kero conmigo, y él me protegerá de cualquier fantasma maligno.

    Tomoyo sentía que su amiga aún seguía teniendo miedo, y no deseaba dejarla sola. Sin embargo, tampoco quería que se sintiera culpable o responsable porque ella faltara a su práctica. Pensó que lo mejor era hacerle caso a su amiga.

    - Bueno, está bien. – Asintió al final la morena – Prometo venir a verlos en cuanto termine, ¿de acuerdo?

    - ¡Sí!

    Luego de despedirse, la joven se dio media vuelta, comenzando a caminar de regreso a la Academia. Sakura y Kero la miraron caminar por la calle hasta ya se encontraba muy lejos. Tomoyo siempre había sido la clase de persona que se preocupaba por los demás antes de preocuparse por ella misma. En cierta forma Sakura estaba feliz de tener una amiga como ella.

    La castaña se volvió a girar hacía la casa delante de ella. El edificio yacía inmóvil frente a ella, aún con el mismo silencio a su alrededor. Por un cierto tiempo, la joven se quedó de pie, completamente inmóvil y sin decir o hacer algo.

    - ¿No piensas entrar Sakura? – Pregunta su guardián después de algún tiempo al ver que su ama no reacciona.

    - ¡Ya voy! – Contestó apresurada, pero aún así no cambió mucho su posición.

    Después de aparentemente meditarlo por algún tiempo, Sakura toma un largo suspiro y abre la pequeña puerta de la barda, para luego caminar hacía la entrada del dormitorio. Abrió la puerta lentamente, intentando no hacer mucho ruido. Algunas luces del interior estaban apagadas. La ojos verdes se adentró con cuidado en el recibidor. El lugar a simple vista era espacioso, y se sentía una agradable sensación en su interior.

    En el recibidor había un pequeño mueble, con un florero de rosas blancas en él. Había algunos cuadros colgados en las paredes, pero no se distinguía con claridad que había dibujados en ellos. La joven comenzó a caminar con cuidado, entrando más y más en ese nuevo lugar para ella. Sin pensarlo, llegó al comedor. Había dos largas mesas con manteles blancos, con sillas a sus lados en donde seguro comían los estudiantes. A su derecha había unas puertas blancas con vidrios transparentes que daban hacía el jardín de enfrente. Del otro lado, parecía estar la entrada a la cocina. Tal y como lo suponía desde un principio, no había visto a ninguna persona desde que entró.

    - ¡Hola!, ¿Hay alguien aquí? – Comenzó a gritar con algo más de confianza, esperando que alguien le contestara, pero no hubo respuesta alguna. – ¿Acaso no hay nadie?

    - ¿Todo el mundo tendrá actividad extracurricular el día de hoy? – Preguntó Kerberos confundido desde la mochila.

    Era realmente extraño. El lugar parecía hermoso y agradable, pero estaba completamente solo. ¿Sería entonces verdad el rumor de que estaba embrujado?, y de ser así posiblemente ningún alumno dormía en ese lugar, y por eso le habían asignado ese dormitorio. Los pensamientos de Sakura comenzaban a ponerla nerviosa. El saber que posiblemente estaba embrujado ya había sido malo, pero el saber que ahora posiblemente iba a estar ella sola no era una mejora.

    En ese momento, algo rompe drásticamente el silencio que había en la casa, llegando rápidamente a los oídos de Sakura. Era un sonido que ella ya había escuchado antes, y que al principio no reconoció, pero que después de unos segundos percibió sin problema de que se trataba. Era una melodía, una melodía tocada en el piano. La joven salió al pasillo, caminando por él hasta llegar a unas escaleras que llevaban al segundo piso. Estando de pie frente al primer escalón, alzó su mirada hacía arriba. La música provenía de arriba.

    - “¡Esa canción!” – Se dijo así misma sorprendida. ¿Podría ser lo que ella estaba pensando?

    Aún confundida, comenzó a subir las escaleras, guiada por las tonadas de la melodía. Conforme subía, la música se hacía más clara, y más se estaba cerciorando de lo que pensaba.

    En el piso de arriba se veían algunas puertas, que posiblemente daban a los cuartos. Sakura percibió que el sonido provenía de su lado izquierdo. Al final del pasillo se veía una habitación, cuya entrada era sólo el umbral. Desde su posición parecía una especie de sala. La joven caminó hacía ese lugar, donde estaba la fuente de la canción. Al llegar al umbral de la sala, se quedó congelada al ver su interior.

    En efecto parecía una especie de salón, cono unos sillones, unos arreglos en las esquinas del cuarto, una ventana alta al fondo por donde entraba la luz del sol, y en el centro, como si fuera la exhibición principal, estaba otro piano más, pero éste era completamente blanco, y era alumbrado por la luz que entraba por las ventanas. Y tal y como ella lo temía, sentada frente al piano estaba la responsable de la melodía, la misma que ya había escuchado en el pasado.

    - ¡No puede ser! – Se dijo así misma al verla de nuevo, la misma joven de piel blanca y largos cabellos castaños, sentada en un pequeño taburete, tocando las teclas rápidamente con sus dedos.

    No podía ser posible que una vez más le tocara toparse con ella. Era la joven que tocaba el piano en el jardín el otro día, la que le regaló esa rosa blanca, y la misma que estaba en la arena durante su extraño duelo. Era como la tercera vez que se encontraba con ella sin que ella lo esperara… ¿era acaso una coincidencia?

    Por unos segundos más, la castaña se quedó de pie en el umbral, simplemente viendo como ella continuaba con su interpretación. Después de un corto tiempo, la canción llega a su fin, y los movimientos de la joven se detienen. En ese instante, ella alza la mirada hacía la entrada, clavando sus ojos castaños en la confundida Sakura. Se exalta un poco al ver que ya sabía de su presencia, pero ella le sonríe con ternura.

    - Bienvenida… Señorita Sakura. – Le dice la joven de cabello largo, estando sentada aún frente al piano.

    - ¡Tú eres… Kotori!, ¿Cierto? – Logró preguntar Sakura después de unos momentos.

    - Así es señorita… soy Kotori Monou. – En este punto Sakura estaba un poco confusa, y le extrañaba el trato de “señorita”, ya que ellas dos estaban en el mismo salón y por lo tanto era de la misma edad.

    En este momento Sakura recordó que no la había visto en la escuela, y que su lugar había estado vacío todo el día. También notó que en la frente tenía una pequeña curita blanca, justo en el lugar donde había recibido un golpe esa noche.

    - ¿Qué haces aquí? – Comenzó a preguntar. – ¿Tú estás en este dormitorio?

    - Así es señorita, y la estaba esperando. – Kotori se puso de pie y comenzó a caminar hacía ella.

    - ¿Esperándome? – Preguntó Sakura sin entenderle. Kotori pasó a su lado, saliendo del salón.

    - Por favor sígame. – Le dijo la joven castaña volteando a verla para luego seguir con su camino.

    Sakura no parecía muy convencida de seguirla, pero decidió ir con ella, siguiéndola por detrás con pasos lentos. Mientras caminaban, la joven no quitaba la mirada de su guía. Ella había tenido que ver con lo ocurrido esa noche.

    - ¿No es la chica de anoche? – Escuchó de pronto que su guardián le preguntaba en voz baja.

    - Sí, parece que ella duerme aquí. – Respondió casi en mormullos para que no los oyeran. Kotori estaba más adelante que ellos, por lo que no era mucho problema.

    - Talvez ella sepa algo que nos sirva.

    - No creo que sea buena idea preguntarle algo de eso. Después de todo ella es la novia de aquel capitán, y talvez no nos quiera decir algo.

    Sakura estaba conciente de que esa joven debería de saber algunas cosas de lo que necesitaba, peor aún no estaba segura de que la ayudaría. Por una parte, esa chica estaba con aquellas personas, las cuales tampoco le quisieron decir nada, más que esas palabras que le dijo el Presidente del Consejo. Sin embargo, aunque no la conocía realmente, le inspiraba cierta confianza, una sensación que no entendía muy bien. No parecía ser una mala persona.

    Kotori la guió hasta la última puerta del pasillo. Una vez frente a ella, se dio la media vuelta hacía ella.

    - Ésta es nuestra habitación. – Le dijo mientras sonreía. Sakura se exaltó al oírla.

    - ¿Dijiste… “nuestra” habitación?

    - Sí… yo seré su compañera de cuarto señorita.

    - ¡¿Qué?!, ¡¿Tú?! – Esto parecía ser más que una coincidencia.

    La joven de cabellos largos abrió la puerta de la habitación. Era un cuarto pequeño, con suelo de madera y una ventana en la pared del fondo. Del lado derecho había dos literas, cada una con sabanas blancas, tendidas y arregladas. En el centro había un tapete de color rojo, y sobre él había una mesa baja con algunos cuadernos sobre ella. En la pared del lado izquierdo había un escritorio y un mueble similar a un librero con una televisión en él. A lado de la puerta estaba el ropero, con dos puertas de madera.

    Kotori entró a la habitación y caminó hacía las literas, sentándose en la cama de abajo y volteando a ver a la joven en la puerta.

    - Yo dormía en la cama de abajo. – Le dijo la chica. – Pero si usted lo desea puede dormir en donde decida.

    Sakura aún estaba confundida. No sólo le había tocado en el mismo dormitorio, sino que además estaba en su misma habitación. Con algo de cautela, colocó su mochila en el suelo, recargada en el ropero. Luego se acercó un poco, parándose frente a la mesa en el centro.

    - Entonces, ¿nos asignaron en el mismo cuarto? – Le preguntó algo confundida.

    - Así es. – Contestó Kotori sonriendo. – Era inevitable, las reglas del Sello de la Rosa especifican que ahora yo le pertenezco…

    - ¿Qué? – Sakura no entendió para nada el significado de esas palabras. – ¿Qué quieres decir con eso…?

    Kotori se le quedó viendo sin decir nada. Al parecer no tenía muchas intenciones de contestarle, por lo menos no aún. Sin aclarecer aún la dudas de su nueva compañera, la joven se puso de pie y caminó hacía el lugar en el que estaba la mochila de la ojos verdes.

    - Por cierto, ¿no trajo consigo a su ser mágico? – Le preguntó mientras se paraba, a lo que Sakura reaccionó con algo de nerviosismo. Había olvidado que ella había visto a Kero esa noche.

    - ¿Ser mágico…? – Preguntó nerviosa, tratando de ocultar las apariencias.

    - Sí, me refiero a ese pequeño muñeco amarillo que se hace grande, el que apareció en el duelo. – Kotori se agachó frente a la mochila, con la intención de abrirla. – ¿Está aquí en su mochila?

    - ¡Oye!, ¡Espera…! – Sakura quiso detenerla, pero ya era muy tarde para ello.

    La joven abrió la mochila de par en par, dejando el campo libre para la pequeña cabeza redonda de Kerberos, el cual se quedó congelado al ver la situación. Sakura tampoco se veía del todo bien al respecto. La chica de cabello largo por su parte, lo miraba tranquila con un gesto calmado en el rostro.

    - Hola, mucho gusto. – Kotori acercó su mano hacía el guardián, tomando uno de sus pequeños bracitos como señal de saludo. – Mi nombre es Kotori Monou.

    - Hola… - Contestó él, aparentemente más calmado. Incluso comenzó a elevarse, saliendo de la mochila. – Yo soy el Gran Kerberos, Guardián de las Cartas…

    - ¡Kero! – Le gritó su dueña al ver lo que hacía.

    - No se alarme así señorita Sakura. – Le dijo Kotori tratando de calmarla.

    Sakura en ese momento notó que Kotori actuaba de lo más natural ante Kero. Sabía muy bien que lo había visto anoche, pero aún así le extrañaba la naturalidad con que lo trataba.

    - Pero… ¿No te parece extraño? – Le preguntó confundida la antigua Card Captor.

    - ¿Extraño?... – Kotori miró fijamente a Kero de arriba hacía abajo, mientras éste flotaba frente a su rostro. – no para nada, porque yo también poseo un ser como él. – Sakura y Kero se quedaron pasmados al escucharla decir eso. – Se llama “Chu-Chu”.

    - ¿Chu… Chu? – Mencionó Kero con extrañes.

    En ese momento, el guardián comienza a escuchar como la puerta del ropero a sus espaldas se comienza a abrir. Al oírlo, se voltea rápidamente para ver que era. Entonces, lo primero que tiene frente a él al voltearse es un par de ojos redondos y negros, que lo ven profundamente.

    . ¡¡Aaaaah!! – Gritó asustado mientras flotaba retrocediendo hacía atrás.

    Ya un poco más lejos, logró ver con claridad de que se trataba. Extrañamente, parecía un ser pequeño, que también flotaba en el aire igual que él. Era de color morado, con una cabeza grande y redonda, con un par de orejas que parecían antenas. Tenía una cola larga medio enroscada que caía hacía atrás mientras flotaba. Sus ojos eran pequeños y negros, y sus mejillas tenían un singular rubor rojizo.

    - Chu… tenemos invitados esta tarde… Chu… - Dijo de pronto el misterioso ser, con un tono algo aniñado y gangoso, mientras flotaba para colocarse a lado de Kotori.

    - ¡¿Qué es esa cosa?! – Preguntó exaltado el ser amarillo, aún algo impresionado.

    - Chu-Chu, ellos son la señorita Sakura y el joven Kerberos. – Le decía la joven de ojos castaños al ser morado, mientras acariciaba su cabeza con el dedo índice de su mano. – Vivirán con nosotros a partir de ahora, saluda Chu-Chu…

    - Chu-Chu… - Fue lo único que dijo, al tiempo que revoloteaba de un lado a otro en el aire. Kero por su parte, no lo veía con tan buenos ojos.

    - ¡Qué lindo! – Escuchó de pronto que la voz de Sakura gritaba, al mismo tiempo que se acercaba a donde estaba.

    - ¡¿Ese te parece lindo?! – Le gritó irritado el Guardián del Sello de las Cartas.

    Sakura se arrodilló en el suelo frente a él y extendió sus manos al frente. El pequeño descendió, posándose sobre ellas. Era muy ligero, casi parecía una pluma. Su rostro era algo singular, casi chistoso.

    - ¡No puedo creerlo!, es casi como Kero o como el Spinelsun de Eriol. – Decía la joven castaña con emoción.

    - ¡¿Qué?! – A Kerberos no le pareció del todo su comentario, pero Sakura parecía no ponerle mucha atención. – ¡Ninguno de ellos se parece a mí!

    - ¿De dónde lo obtuviste? – Le preguntó a Kotori con curiosidad.

    - Fue un regalo…

    - ¿Un regalo?

    - Lo obtuve hace mucho, cuando era niña, y desde entonces siempre ha estado conmigo.

    La joven miró con detenimiento al pequeño mientras decía esas palabras. De pronto, se elevó de las palmas de Sakura, directo al hombro izquierdo de la chica, la cual le sonrió cariñosamente. Sakura los miraba fijamente con cierta fascinación.

    - Voy a ir a preparar algo de té señorita. – Mencionó la joven al mismo tiempo que se ponía de pie.

    - Chu… té y panecillos… Chu… - Agregó el pequeño en su hombro.

    Antes de que Sakura asintiera o algo, ambos dejaron la habitación dejando en ella a dos personas con algunas revolturas de sentimientos. Por una parte, Sakura estaba fascinada por encontrarse con otro ser mágico, y al mismo tiempo estaba sorprendida de que ella tuviera uno. Por otra, Kero estaba algo exaltado aún, y a simple vista parecía que su primera impresión de Chu-Chu no había sido muy buena.

    - ¡Qué sujeto tan raro…! – Mencionaba Kerberos con antipatía.

    - ¿No será qué también Chu-Chu es una creación del Mago Clow? – Mencionó Sakura, pensando un poco. Kero reaccionó ante esta pregunta, volando hacía el frente y colocándose frente a ella.

    - ¡¿Cómo puedes decir eso?! – Le gritó algo enojado. – ¡Todo lo creado por el Mago Clow posee un gran poder mágico, y yo no sentí nada en esa extraña criatura!, ¡No hay forma de que ese Cho-Cho haya sido creado por Clow!

    - Bueno, bueno, cálmate. – Le decía la joven, tratando de tranquilizarlo. – De todas maneras creo que Kotori tampoco es una persona normal. Después de todo anoche vi claramente como ese chico de cabello verde sacaba esa extraña espada de su pecho.

    - Sí, también recuerdo eso. – Kero pareció tranquilizarse un poco. – Eso nunca antes lo había visto. Sabía de seres mágicos que se podían fusionar con objetos, o transformarse en armas… pero nunca de una persona que pudiera guardar en su interior una espada.

    - Aún así me parece muy extraño que ella tenga un ser como ese… y además es raro también que hayamos quedado exactamente en el mismo dormitorio y como compañeras de cuarto… - Sakura comenzaba a sospechar que había algunas cosas detrás de todo esto que acababa de pasar. – “¿Qué habrá querido decir con ‘Ahora le pertenezco’…?”


    Ya era un poco tarde; la mitad del sol estaba prácticamente oculta ya, y en más de la mitad del cielo ya habían salido las estrellas. Desde las calles, la única luz que se veía encendida en el dormitorio D-3 era la de la nueva habitación de Sakura. El lugar se encontraba en un distrito residencial, tranquilo y calmado. Alrededor del dormitorio había algunas casas sencillas, algunas servían también de dormitorio. La mayoría de ellas tenían una apariencia más occidental que japonesa, pero en varias se podían percibir algunos detalles que las hacían ver como parte de su país.

    Un par de calles hacía el sur, se encontraba una casa de dos pisos, con tejas anaranjadas. Pero lo singular de esta casa era el hecho de que alguien estaba sentado sobre el techo. El frente del dormitorio de Sakura daba hacía el sur, por lo que la persona que ahí se encontraba podía ver desde su posición el edificio. Esta persona estaba sentada en las tejas, mirando a lo lejos con la ayuda de unos binoculares dorados, directo a la única ventana con luz. La persona tenía además a su lado lo que parecía ser una espada al estilo japonés, de empuñadura en un tono marrón oscuro, envainada en una funda del mismo color y con un protector de mano de color dorado. Desde cierta perspectiva, evidentemente se encontraba espiado desde lo lejos.

    - La Nueva Rosa y Doncella de Blanco ya se han encontrado. – Se dijo así mismo mirando a través de sus quevedos. – Se ve que el Fin del Mundo no pierde el tiempo. – En ese momento, el chico baja los objetos dorados, mostrando del otro lado unos grandes y profundos ojos azules. El espía era Touga, el Presidente del Consejo, vestido con su traje blanco y acompañado a su lado por esa espada; ¿Qué estaría haciendo él en ese lugar? – Me pregunto que reacción resultara de la interacción de estas dos chicas.

    Touga se veía algo pensativo, mientras en esta ocasión miraba con su propia vista en dirección al dormitorio. Aún recordaba parte de lo ocurrido en el duelo de anoche, cosas que le habían llamado demasiado la atención.

    - ¿No te han dicho que es de mal gusto espiar a las personas sin su permiso? – Oyó de pronto que una voz pronunciaba cerca de él.

    El presidente reaccionó rápidamente girando su atención hacía su derecha. A lado de la casa en la que se encontraba sentado, había un árbol, cuya altura rebasaba sólo un poco la altura del segundo piso. Exactamente parado sobre la punta del árbol, como si fuera un póster o algo parecido, se encontraba la persona que le había hablado. El chico comenzó a verlo de arriba hacía abajo con mucho detenimiento, y con una expresión muy seria en los ojos.

    El extraño era un joven, aparentemente unos dos o tres años mayor que él. Era de piel morena, de cabellos en un tono entre morado y blanco, con una pequeña cola de caballo que le caía hacía atrás. Sus ojos eran verdes, y vestía un saco parecido al que él usaba, sólo que en lugar de blanco era rojo, y en la parte de abajo llevaba unos pantalones de color negro. Otra cosa que llamaba la atención era que él también traía una espada, no al estilo japonés sino más occidental, con una empuñadura similar a la de un sable, enfundada en una vaina negra, sujeta a un cinturón oscuro que llevaba en la cintura.

    El extraño lo miraba con una sonrisa maliciosa en el rostro, y una mirada muy extraña. Touga, por su parte, se mantenía serio, pero en el fondo se sorprendió de no haber notado su presencia hasta que él le habló… ¿Qué tanto tiempo habrá estado ahí?

    - Si lo hiciera con su permiso no sería espiar. – Le contestó el Presidente a final de cuentas, al mismo tiempo que se pone de pie, tomando su espada a la vez. – Además sólo me encargo de que personas como tú no se acerquen demasiado… Rosa Negra…

    Las palabras de Touga casi parecían una acusación. El otro chico ni siquiera se mutó ante ello. Se mantuvo tranquilo, con la misma expresión. De pronto, se escucha como ríe un poco y alza la mirada hacía el cielo.

    - Me estás mal interpretando. – Le dijo con serenidad mientras volteaba hacía arriba. – El atardecer ya se encuentra en curso, y las estrellas ya han salido. Las estrellas del atardecer siempre se ven hermosas, por lo que quise venir a verlas de frente.

    - Eso ni tú lo crees. – Touga sonrió ante las palabras sin sentido que le decían. El otro también se veía relativamente tranquilo.

    - Pero para mí, las Estrellas más hermosas, son las de la mañana….

    Touga pareció confundido ante sus comentarios. De pronto, sin quitar la mirada del cielo, se ve como el chico de piel oscura acerca su mano izquierda a la funda, y luego con la otra toma la empuñadura de la misma.

    - Hace demasiado silencio por aquí, ¿no te parece Presidente? – De pronto, se ve como el chico comienza a desenfundar lentamente su arma, hasta que la hoja recta de la misma ya se encuentra afuera. – ¿Te molestaría hacer algo de ruido conmigo?

    - Con gusto… - Respondió sonriente el pelirrojo.

    En ese momento, mientras sostenía su espada enfundada con la mano izquierda, Touga alzó su mano derecha, hasta colocarla a la altura de su pecho. El chico cerró los ojos unos momentos, como si estuviera meditando. El otro chico por su parte pareció esperar. De pronto, en la palma del chico de cabello largo, comenzó a formarse una esfera de luz blanca, seguida por una ráfaga de viento que comenzó a soplar a su alrededor, moviendo sus cabellos rojos de un lado hacía otro.

    - ‘Espíritus Protectores del viento...’ – Comenzó a recitar el Presidente, aún con los ojos cerrados. – ‘Invocó su poder para la protección de la Tierra y el Cielo, y la liberación de las almas combativas...’ – Touga alzó su mano hacía lo más alto, y el brillo se hizo cada vez más fuerte. – ‘¡Protejan este Territorio de la destrucción del Acero!’

    En ese momento, la luz en su mano pareció dividirse en varios rayos de luz, que se comenzaron a esparcir por todos lados. Todo un pedazo de lo que rodeaba a la casa comenzó a cubrirse una extraña atmósfera. El cielo, con su combinación de azul oscuro y anaranjado, comenzó a ponerse en un tono entre rosado y rojo. Al mismo tiempo, como si fuera magia, todas las personas o seres vivos que pasaban por la calle o estaban cerca, desaparecieron de golpe, como si nunca hubieran estado ahí. Desde lo lejos, se veía como una especie de domo rodeaba toda esa área, cubriéndola como si fuera niebla.

    Al mismo tiempo en el dormitorio D-3, Sakura estaba sentada en el suelo frente a la mesa baja de su nueva habitación, tomando el té acompañada de Kotori, Kero y el misterioso Chu-Chu. De pronto, una extraña sensación le recorre la espalda, hasta llegar a su cabeza. La joven castaña reacciona ante esto, abriendo sus ojos de par en par, y soltado por accidente su taza con té, el cual se derramó sobre la mesa.

    - ¡¿Sentiste eso Sakura?! – Le preguntó apresurado el guardián, volteándose hacía la ventana.

    - Sí… ¿Qué fue Kero?

    Ambos se acercaron rápidamente hacía la ventana. Desde ahí pudieron ver el extraño domo que se había formado sobre esa área. Su interior parecía cubierto de niebla, y no se podía ver su interior. Sakura y guardián se quedaron extrañados al verlo.

    - Chu… es un Territorio de Duelo… Chu. – La pequeña criatura morada de Kotori estaba flotando detrás de ellos, cuando lo oyeron decir eso. Ambos lo miraron sin entenderle. Por su parte, Kotori seguía sentada en la mesa, bebiendo su té.

    Con excepción de Touga y del otro chico, en el interior de esa misteriosa área, ya no quedaba ni una sola persona, ni un alma y ni un sonido… ¿A dónde había ido todo el mundo?, ¿porqué el cielo se veía así?

    - ¿Así que estos son los famosos Territorios de Duelo? – Preguntó el chico de cabello claro, mientras miraba su alrededor. – ¡Fascinante!, es la primera vez que veo el interior de uno. ¿Es cierto que cualquier daño que hagamos al entorno dentro de él no afectará al mundo de afuera?

    - Así es. – Contestó el Presidente. En ese momento, mientras sostenía su espada del lado izquierdo, el chico pelirrojo colocó su mano diestra cerca la empuñadura, como preparándose para desenfundar. – Es un espacio especial para llevar acabo un duelo fuera de la Arena. ¿No los conocías?

    - La verdad no leo mucho. – Respondió con sarcasmo o broma. – Sólo los conozco por lo que he oído… Pero igual creo que me divertiré…

    En ese momento, sin previa advertencia, Touga flexionó un poco sus piernas con la intención de tomar algo de impulso. Luego, dio un largo saltó hacía el frente, directo al árbol en donde aquella persona se encontraba. Una vez en el aire, y mientras se aproximaba a su objetivo, tomó la empuñadura, preparado para desenfundar. El otro chico, al verlo, se impulsó hacía atrás rápidamente, dejando el árbol en el que estaba posado. Touga desenvainó a toda velocidad, moviendo su arma hacía la derecha en forma circular. La hoja cortó justo la punta del árbol, pero no alcanzó a tocar a su verdadero objetivo.

    Después de su movimiento evasivo, el chico de piel oscura cayó sobre el tejado de otra casa que estaba al otro lado de la calle, mientras el pelirrojo descendió hasta caer en el pavimento. Justo cuando sus pies tocaron tierra, sin perder el tiempo y sosteniendo su espada en la mano derecha y la funda en la izquierda, se impulsó de nuevo hacía arriba. En esta ocasión el salto fue tan alto que superó sin problema la altura de la casa. De inmediato embistió hacía el frente con la hoja de su espada. El adversario alzó su arma, cubriendo ese ataque sin el menor problema. Ambas hojas comenzaron a empujarse la una contra la otra, sin que ninguna de ellas pudiera ganar a simple vista. El extraño dio un salto hacía atrás para alejarse del Presidente, y éste cayó de pie en el techo. Ambos quedaron sobre el tejado, frente a frente.

    - Creo que fallaste Presidente. – Le decía con burla el chico de cabello blanco.

    Touga por su parte parecía mantenerse tranquilo ante su presencia. Sin quitarle sus ojos azules de encima en ningún momento, tomó su espada y la comenzó a meter de regreso a su funda lentamente. Una vez envainada de nuevo, Colocó su pie izquierdo hacía atrás, sujetando el arma con la mano del mismo lado. Luego, acercó la otra mano a la empuñadura, sin llegar a tocarla.

    - Veamos si fallo en esta ocasión. – Le contestó el Presidente, con cierta confianza.

    Touga se lanzó de nuevo al ataque, corriendo rápidamente hacía el frente. Su contrincante ni siquiera se movía; se quedaba ahí parado, simplemente observándolo. Como la vez anterior, mientras se aproximaba a su enemigo Touga tomó el mango del arma, desenfundándola a toda velocidad. El hoja se dirigía hacía el costado derecho del chico vestido de rojo, pero antes de que pudiera tocarlo éste colocó su espada de manera vertical, con la punta de la hoja hacía abajo, de tal manera que el ataque de Touga chocó contra ella, protegiéndolo por completo.

    Sin embargo, parecía que Touga no había terminado. El presidente plantó con fuerza sus pies en el techo, teniendo el derecho flexionado hacía el frente, y el izquierdo extendido hacía atrás. A simple vista se vio como comenzaba a apretar con fuerza la empuñadura, comenzando a tratar de mover su espada con todas sus fuerzas. De pronto, el chico de piel oscura comenzó a sentir como era empujado poco a poco, deteniendo aún la hoja de Touga en la misma posición. Sin embargo, el Presidente comenzó a ejercer más fuerza, hasta que toda su espada se movió violentamente hacía la derecha, empujando consigo a su oponente.

    Tras ese extraño movimiento, el extraño fue arrojado con fuerza hacía la orilla del tejado, hasta romper el pequeño pretil que lo rodeaba. Comenzó a caer hacía tierra firme sin remedio, chocando la planta de sus pie con fuerza contra la banqueta. El impacto terminó por dejar su marca en el cemento, fracturándolo moderadamente. De inmediato alzó su mirada hacía el tejado, sólo para ver como el pelirrojo descendía hacía donde él se encontraba. A pesar de todo, él seguía sonriendo como si nada pasara. Reaccionando rápidamente, se movió hacía un lado, rodando un poco por la banqueta para esquivarlo.

    Una vez más había escapado de su alcance, por lo que Touga cayó justo en el mismo lugar en donde el extraño estaba, haciendo más grande el efecto del impacto. Al mismo tiempo, el otro se ponía de pie, estando a varios metros de distancia del presidente, comenzando a limpiarse el polvo de su saco rojo.

    - Suerte que estamos dentro de este extraño territorio. – Mencionaba calmado, mientras se arreglaba el traje. – Este tipo de conducta llamaría demasiado la atención.

    - Para eso son exactamente. – Agregó Touga, y también se puso de pie.

    En ese momento, el pelirrojo soltó su vaina, dejándola caer al suelo. Ahora que tenía su mano izquierda libre, la colocó sobre su empuñadura, tomando su arma con ambas manos. Una vez más se lanzó al ataque, y el otro lo estaba esperando. Touga comenzó a atacarlo repetitivamente con su espada lo más rápido que podía, pero su contrincante, sujetando su arma sólo con la mano derecha, se las arreglaba para cubrir las embestidas de la katana.

    - Parece como si disfrutaras de esto. – Mencionaba el Presidente del Consejo, sin dejar de atacar ni un segundo.

    - Soy una persona tranquila Presidente. – Le contestó el otro, haciéndose hacía atrás, mientras se defendía. – Me divierten las cosas sencillas de la vida.

    - Sí tú lo dices…

    Después de mucho embestir sin tener resultados, Touga colocó su espada hacía su lado izquierdo para moverla con velocidad hacía el lado contrario. El chico de cabello claro se le adelantó a sus pensamientos, ya que justo cuando se disponía a tirar su golpe, se elevó de un salto, pasando por encima de su cabeza. Luego de saltarlo, cayó justo a sus espaldas, desde donde se disponía a lanzar una estocada con su arma. Sin embargo, Touga siguió que el camino de su ataque, comenzando a girarse hacía atrás, moviendo su espada circularmente.

    El extraño retador volteó hacía su diestra, y vio como Touga se comenzaba a girar, y su espada se dirigía de nuevo hacía él. Ante la situación, se vio en la necesidad de retroceder hacía atrás, hasta quedar fuera del alcance de Touga, el cual ni siquiera lo rozó.

    - “Es muy rápido…” – Pensó el Presidente, al tiempo que se giraba por completo, colocando su espada al frente.

    - Te falta velocidad en tus movimientos Presidente. – Le comentó el enemigo, mientras con la mano izquierda se quitaba el pelo de la cara. – De haberlo querido, con esa lentitud te hubiera acabado desde hace ya algún tiempo. – Touga pareció no ponerse contento al escuchar esas palabras.

    - Y a ti te hace falta dejar de hablar tanto… - Le contestó con seriedad, antes de lanzarse hacía el frente.

    En esta ocasión el chico de piel morena no se espero a que él se acercara. En cuanto vio la intención de volver a atacarlo, se volvió a elevar hacía arriba con un salto, quedando sobre un póster de luz. Touga no se detuvo para nada, y de inmediato se impulsó a donde aquel estaba para atacarlo en cuanto estuviera cerca. El retador se movió de su lugar, impulsándose hacía otro lado. La espada de Touga golpeó justo en el lugar en el que estaba parado. La fuerza del golpe fue tal que el póster de luz comenzó a partirse en dos, desde la cúspide hasta la base, cayendo ambas parte al suelo.

    Tras eso, Touga comenzó a descender de nuevo. Mientras caía, giró la vista hacía el otro ser dentro del Territorio. Después de moverse de su lugar, el extraño estaba prácticamente suspendido en el aire, mientras descendió hacía el techo de otra residencia. Los pies del chico vestido de blanco tocaron suelo y sin pensarlo saltó a donde estaba su enemigo.

    Parecía que el chico de rojo ya había tomado la decisión de esquivarlo, ya que de nuevo comenzó a saltar hacía otro lugar para evitarlo. Touga cayó de pie en el lugar en el que se encontraba anteriormente su objetivo, volteando a ver de reojo como él comenzaba a descender hacía otra parte. Sin voltear a verlo por completo aún, la mano del Presidente comenzó a cubrirse de un extraño resplandor rojizo, mientras que empezó a expandirse hacía la espada, la cual fue cubierta con algo parecido a varios relámpagos rojos. Rápidamente se giró, extendiendo su arma en directo a donde estaba la otra persona. De la energía que rodeaba a la hoja, comenzó a formarse algo parecido a una esfera de luz roja, misma que salió disparada directo a donde estaba el chico de piel oscura.

    - ¡¿Qué?! – Se dijo así mismo el blanco del ataque, al verlo venir hacía él.

    Rápidamente, estando aún suspendido en el aire tras el último salto, se giró un poco para colocar la hoja de su arma delante de él. El impacto de color rojo chocó justo en ella, deshaciéndose en el acto, pero al mismo lo impulsó hacía atrás con fuerza. El empujón provocó que cayera más rápido de lo previsto, cayendo con fuerza en otro techo.

    Touga pareció no perder el tiempo, y de inmediato comenzó a mover su espada, alzándola con fuerza en dirección a donde estaba su objetivo. Con cada movimiento, se creaba otra esfera roja que era disparada en su contra. El chico vestido de rojo comenzó a saltar de tejado a tejado, esquivando los ataques del pelirrojo, los cuales chocaban contra las construcciones, dañándolas en parte. Touga también comenzó a moverse, tratando de acércasele lo más que pudiera, sin dejar de atacar con su poder.

    Después de evitar algunas de las esferas rojas del chico, el retador cayó sobre el techo de una residencia de dos pisos y se giró hacía atrás rápidamente. Touga estaba de pie en la casa del otro lado de la calle; su mano y la hoja de su espada seguían teniendo ese extraño brillo rojizo.

    - ¿Ya te cansaste Presidente? – Le preguntó con burla.

    - Yo me preguntaba si tú ya te cansaste de escapar. – Contestó él con un tono muy parecido.

    - Sólo estaba viendo si eras capaz de seguirme el ritmo. Y lo has hecho muy bien hasta ahora… pero como vez ninguno de tus intentos ha sido capaz de herirme.

    - Si eso es lo que quieres… ¡Te lo concederé!

    Touga se impulsó con fuerza hacía el frente, directo hacía la otra casa. El chico ahora parecía no estar preparado para escapar. Touga ya estaba justo frente a él, cuando lanzó un certero ataque vertical, de arriba hacía abajo. A pesar de todo, su oponente no se movió siquiera. Touga prácticamente vio como su espada, resplandeciendo por completo de rojo, lo golpeaba hasta alcanzar incluso el tejado. El golpe de la katana fue tan fuerte que se levantó una fuerte capa de polvo, gran parte de la casa pareció fracturarse, y el vidrio de las ventanas se rompió por completo…

    Touga quedó de pie después de dar su ataque; en su rostro se veía algo de agotamiento ante el último movimiento realizado. El polvo comenzaba a disiparse poco a poco, hasta que el chico pelirrojo logró ver el gran agujero que su ataque había provocado. Aún así, no había ni el menor rastro de la persona a la cual iba dirigido.

    - ¡Pero qué…! – El rostro del chico se quedó lleno de sorpresa al ver esto. Aún la cortina de polvo no se disipaba del todo, cuando la silueta de una persona apareció justo detrás de él.

    - Te dije que te faltaba velocidad… - Escuchó de pronto que la voz de ese chico le decía a sus espaldas.

    Touga se quedó aún más impactado al oírlo. Podría jurar haberlo alcanzado, pero no sólo no lo tocó, sino que además se había colocado detrás sin que se diera cuenta siquiera. Trató de girarse lo más rápido posible, pero no fue lo suficientemente rápido. El chico de rojo movió su espada hacía su lado izquierdo, para luego girarla con velocidad hacía la derecha. Touga quiso reaccionar y huir de su hoja. Logró hacerse hacía atrás, pero aún así el filo de su contrincante logró herirlo, provocándole una herida leve en el hombro derecho.

    El chico de blanco se separó rápidamente del otro, saltando por encima del agujero que había provocado, y cayendo a la orilla del ya muy destruido tejado. En cuanto pudo, llevó su mano izquierda a la región de la herida. Parecía ser superficial, pero estaba comenzando a sangrar, manchando la tela blanca de su saco. En sus ojos se veía algo de incredulidad ante lo que le acababa de pasar.

    - Buen movimiento. – Le dijo su enemigo, estando parado al otro lado del techo. Entre ambos quedaba el agujero provocado por el golpe de Touga. – Pero después de hacer esta destrucción, creo que ya has agotado tus fuerzas… ¿o no?

    El Presidente se quedó unos momentos callado, mirándolo fijamente con una expresión seria. De pronto, una sonrisa confiada apareció en su rostro, lo cual extraño al chico de rojo. Touga quitó su mano de la herida y se paró con firmeza, como si nada hubiera pasado.

    - Te sorprenderá cuanta energía soy capaz de tener. – Contestó el pelirrojo con gran seguridad, y su mano derecha y espada comenzaron a cubrirse de nuevo con la misma energía rojiza de hace unos momentos.

    - Me sorprendes. – Mencionó sonriente la otra persona. – No tenía idea de que una Rosa Blanca tuviera tanta energía guardada. Talvez sea tiempo de ponerme serio…

    En ese momento, el joven de piel oscura comenzó a alzar su espada, colocando su mano derecha sobre la parte izquierda de su pecho, con la punta de la hoja apuntando hacía el cielo. De pronto, una ligera brisa comenzó a soplar a su alrededor, como si él lo estuviera controlando. Ambos chicos parecieron prepararse para empezar de nuevo, lanzándose el uno contra el otro a gran velocidad. Ambos chicos se encontraron en el aire, justo sobre el agujero en el techo. Las espadas de ambos chocaron entre si, provocando un fuerte destello…

    De pronto, mientras ambos chocaban sus hojas, algo hizo que su atención se aparatar por completo de la pelea. Touga comenzó a notar como comenzaba a ocurrir algo irregular a la extraña barrera que rodeaba al territorio, mismo que también notó el otro chico. Ambos parecieron cruzarse en el aire, cayendo en el lado contrario en el que estaban parados antes de lanzarse. Los dos dirigieron su atención hacía el mismo punto de la barrera, donde parecía estar comenzando a abrirse o algo parecido.

    - ¿Qué es eso? – Preguntó Touga al verlo.

    De pronto, ambos peleadores parecieron ver como una figura comenzaba a atravesar la barrera, tomando forma poco a poco en el área de su territorio. Los dos parecieron sorprenderse al ver que se trataba de una persona, una joven para ser exactos. La persona que acababa de entrar caminaba por la calle, pero en cuanto penetró se paró de golpe al ver frente a ella las casas destruidas, y los póster de luz derribados a causa del combate entre ambos chicos.

    - ¡¿Qué pasó aquí?! – Se preguntó así misma asustada.

    Se trataba de una joven de cabello oscuro y largo adornado con un listón verde, piel muy blanca y ojos grandes y azules, vistiendo el uniforme de la Academia Othori. Touga se quedó atónito al ver que había entrado a su Territorio de Duelos.

    - ¡Atravesó la barrera que rodea al Territorio! – Se dijo sorprendido.

    Por su parte, el otro chico parecía algo más calmado, pero en su rostro se veía algo de curiosidad ante lo que acababa de acontecer. Se comenzaba a preguntar quien era esa chica. De pronto, se escucha como un timbre comienza sonar en el bolsillo izquierdo de su pantalón. Quintando su atención unos momentos de lo que sucedía, el extraño metió su mano en el bolsillo, sacando un pequeño celular de color rojizo. No lo contestó ni nada parecido; simplemente miró la pantalla unos momentos y luego alzó la mirada hacía el otro chico.

    - Lo siento Presidente, pero al parecer ya me tengo que ir. – Le dijo con una sonrisa. – Tengo una cita, pero terminaremos esto en otra ocasión, lo prometo.

    - Como sea. – Le contestó Touga con algo de apatía. – De todos modos en estos momentos tenemos un visitante inesperado.

    En ese momento, Touga alza su mano izquierda hasta colocarla a la altura de su pecho. Una ligera luz blanca se posa sobre su palma, y se ve como si comenzara a absorber el viento que los rodeaba. La extraña barrera comenzó a hacerse más y más pequeña. Mientras se reducía, como por arte de magia todos los destrozos que habían hecho y demás comenzaban a desaparecer, y todas las construcciones regresaban a su estado normal. Los póster de luz se alzaron de nuevo, las casas y sus techos estaban intactos, y las calles estaban tal y como estaban antes de que todo comenzara.

    El cielo regreso a su color normal, y al igual que todo el alrededor; incluso las personas y demás seres que habían desaparecido, reaparecieron de nuevo, siguiendo con sus actividades como si nada hubiera pasado.

    El chico de piel oscura vio con asombro como todo regresaba a la normalidad. Después de todo, lo que había escuchado acerca de los Territorios de Duelos era verdad. Sin agregar algún comentario extra, el extraño dio un par de pasos hacia atrás, descendiendo por arte de la gravedad hacía tierra firme. Una vez de regreso a la calle, enfundo de nuevo su espada y alzó la mirada hacía el Presidente, que estaba aún en el tejado.

    - ¡Mi nombre es Himemiya!, ¡Akio Himemiya! – Le gritó desde su posición. – ¡Recuérdalo! – Dicho esto, comenzó a caminar como si nada por la calle, alejándose del lugar. Touga, por su parte, lo miraba con desconfianza.

    - Akio… Himemiya…

    Al mismo tiempo, Tomoyo, que iba a visitar a Sakura y a Kero como había prometido, se quedó congelada en la calle. Todo lo destruido que había visto había desaparecido, y la calle y las casas estaban como si nada. La chica se frotó los ojos con cuidado, casi con ingenuidad.

    - ¿Qué fue eso? – Se preguntó sin entender que era lo que pasaba. – ¿Habrá sido un espejismo?

    Sin tener aún muy claro lo que le había pasado, prosiguió con su camino, marchando hacía donde estaba el dormitorio de su amiga. En ese mismo momento, desde las alturas, Touga la seguía con la vista, con algo de confusión en su mirada.

    - Bueno, todo resultó bien. – Se dijo así mismo al ver como todo estaba sin ningún rasguño tras su pelea. Pero seguía viendo con misterio a esa estudiante. – Me pregunto quién será, ¿Y cómo habrá podido penetrar al Territorio de Duelos?

    Sin quitarle los ojos de encima, el presidente acercó su mano izquierda a la herida que había recibido. Tomoyo prosiguió con su marcha, ignorante de lo que había acontecido en ese lugar antes de su llegada…

    FIN DEL CAPITULO 5
    - - - - - - - - - - - -​

    Sakura: ¿Un Baile de Bienvenida para los Alumnos de Nuevo Ingreso?, es extraño que lo hagan hasta ahora.

    Touga: Todas las Rosas Blancas se han reunido en el Campo… este Baile marcara el inicio del verdadero Juego.

    Sakura: ¿Cómo?... ¡¿Tengo que pelear una vez más en la Arena en el Bosque?!

    Sainoji: ¡No permitiré que tal humillación persista! ¡Exijo ahora mismo mi Derecho al Reto!

    Sakura: No se pierdan el próximo capitulo de “La Rosa Blanca”… ¡El Mundo yo voy a Cambiar!

    = Capitulo 6: En la Noche del Baile =

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    Notas del Autor:

    Bueno, este fue un capitulo, que aunque no pasó un duelo o algo parecido, resulta ser más importante de lo que yo tenía previsto al principio. Y de seguro aquellos que conocen la serie de “X” habrán notado algunas similitudes con un capitulo de Anime, y admito que está basado en el mismo, pero recuerden que más que nada esta es una historia que involucra parte de los aspectos de “Utena” y “X” en el universo de “Card Captor Sakura”, así que no se sorprendan si hay parecido en capítulos posteriores.

    Como ven en este capitulo Touga y Akio nos mostraron algunas habilidades especiales que no tenían en la serie original. De hecho incluso en el Duelo de Sakura y Sainoji, éste demostró algunas cosas fue de lo común (y por supuesto que Sakura también), y creo que ya en este punto algunas personas ya habrán entendió hacía donde va todo esto. También como habrán notado aparece la letra de una canción en este capitulo; esto se dará varias veces en capítulos más adelante, y será como algo especial.

    Pues bueno, el siguiente capitulo será también algo singular, y les sugiero que no se lo pierdan. Pues bueno, hasta la próxima entrega entonces.

    *Canción Interpretada en este Capitulo: “Tomoe (To My Friend)” de la serie “Card Captor Sakura”.

    Atte.
    Wing Beelezemon – Wingzemon X
    “The Last Power of This Revolution…”
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    La Rosa Blanca [Long-Fic]
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    Numero de Palabras: 11.843 palabras

    El aire a su alrededor parecía ser cubierto por los pequeños pétalos rosados, que eran movidos con delicadeza por el viento hasta caer en el suelo. La joven estaba sentada, de espaldas contra ese enorme árbol, cubierto por completo por esas hermosas flores rosadas que lo adornaban. En su rostro se veía una expresión perdida, además de algunos golpes y heridas, mismos que fueron recibidos por su cuerpo tras el último golpe encestado. Ella parece estar observando algo con sus grandes ojos verdes. Parados frente a ella, se encontraban dos siluetas, dos siluetas que se ven cara a cara.

    Una de ellas le está dando la espalda, y la otra se encuentra algo lejos de ellos, volteando a ver en su dirección. Era extraño, pero no podía distinguir ninguna clase de facción o seña en sus rostros; era como si un manto oscuro los tapara por completo, por lo que no tiene ni la menor idea de quienes son. La que está frente a ella aparentemente viste un traje de color blanco, mientras que el otro usa un traje de color azul. Ambos sostienen en sus manos derechas una espada, como preparados para atacar en cualquier momento.

    La joven se siente como una simple espectadora de ello, y no es capaz de moverse o de decir algo. De pronto, sin previo aviso, ni nada que lo desencadenara, ambas siluetas parecen impulsarse hacía arriba a gran velocidad. Una vez suspendidos en las alturas, ambas se acercan entre si, chocando las hojas de sus espadas la una contra la otra. El golpe creó un fuerte destello blanquizco, que la dejó ciega por unos instantes…

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    Capitulo 6: En la Noche del Baile

    La mañana estaba comenzando con un hermoso cielo azul encima de la ciudad. Poco a poco comenzaba a hacer más calor, indicando que el verano casi llegaba para Japón. Es temprano por la mañana, y en Hooshi el movimiento de estudiantes y personas ya ha dado inicio. Unos cuantos alumnos madrugadores ya se encuentran en camino a la escuela, mientras que otros apenas tratan de separarse de la cama.

    El dormitorio D-3 se encuentra muy callado, tal y como estaba el día anterior. En el interior de la cocina se encuentra una sola persona, Kotori Monou, vistiendo ya su uniforme de falda verde y saco negro, además de un delantal blanco como extra. La joven está frente a la estufa, cocinando unos huevos sobre un sartén. Mientras realiza su labor, su rostro se ve adornado con una larga sonrisa, al mismo tiempo que tararea una canción en voz baja.

    Mientras Kotori preparaba el desayuno en el primer piso, arriba en su cuarto aún había una persona que no despertaba. La cama de abajo ya se encontraba tendida y arreglada, mientras que en la de arriba se veía aún un bulto oculto bajo las sabanas. La figura de su ocupante se movía de un lado a otro, como rehusándose a levantarse. Después de algunos segundos, vemos como lentamente el cobertor y las sabanas son retiradas hacía un lado, dejando al descubierto a la joven de ojos verdes, vestida con una pijama en un tono rosado claro. La joven está acostada boca arriba, con la mirada somnolienta puesta en el techo. Con delicadeza alza su mano derecha, frotándose los ojos con cuidado.

    - “¿Qué fue ese sueño?” – Pensaba mientras intentaba despertar por completo.

    Esa había sido su primera noche en su nuevo dormitorio, y también la primera vez que dormía en una litera. Aún así aparentemente había dormido bien, e incluso había soñado algo.

    - ¡Buenos días! – Le gritó de pronto con entusiasmo su pequeño guardián amarillo, apareciendo de golpe frente a sus ojos.

    La joven, aturdida y exaltada, dio un fuerte grito, cayendo de la cama por consiguiente y azotando con fuerza en el suelo. Kerberos, algo tímido, flota lentamente para colocarse en el aire sobre su ama. Sakura, por su parte, se sienta lentamente en el piso, mientras se frota la cabeza debido al dolor del golpe.

    - ¡Deja de asustarme así Kero! – Le gritó enojada, volteando a verlo desde el suelo.

    - ¿Ahora que te pasa? – Le preguntó el ser mágico, sin entender muy bien su actitud.

    La joven castaña trató de ponerse una vez más de pie, aparentemente algo mareada por haber caído de tan alto. Sin poder sostenerse muy bien, se sentó en la acama de abajo.

    - Tuve un extraño sueño anoche. – Le contesta mientras alza la mirada.

    - ¿Otro sueño? – Al escuchar las palabras de su ama, Kerberos desciende, hasta quedar flotando a su lado. – ¿qué viste?

    La joven desvió sus ojos verdes en dirección a su guardián en cuanto éste le hizo esa pregunta. Luego, alzó un poco la mirada, como meditando con respecto a que respuesta dar. Kero la miraba fijamente, como ansioso de saber que le diría. Después de algunos segundos, la Maestra de las Cartas voltea a ver de nuevo a su guardián, para luego sacar una sonrisa tímida de sus labios.

    - Ya… lo olvidé… - Contestó avergonzada, a lo que la Bestia Sellada reaccionó, descendiendo en seco hacía el piso como roca. – ¡Talvez más tarde lo recuerde!

    Sakura intentaba recordar con claridad que era lo que había soñado, pero cada vez que trataba de acordarse de algo, parecía que olvidaba aún más. Sólo tenía en la cabeza algunas imágenes, pero nada claro.

    - Talvez sea buena idea recurrir a la Carta Sueño para averiguar de que se trata. – Sugirió el ser de color amarillo, mientras se comenzaba a elevar de nuevo.

    Kero estaba conciente de que en más de una ocasión los sueños de Sakura no habían sido del todo normales. Ya había sido capaz de ver en ellos acontecimientos del futuro, y del pasado, por lo que frecuentemente estaba al pendiente de que era lo que soñaba. Aún así, ya había pasado algo de tiempo desde la última vez que Sakura tuvo un sueño de ese tipo. De pronto, mientras se elevaba, Kero notó algo singular en la mano izquierda de su dueña.

    - ¿Dormiste con esa sortija puesta? – Le preguntó extrañado al ver la sortija blanca en su mano. Sakura alzó su mano al oírlo, viendo que la sortija aún estaba ahí. – De hecho, creo que no te la has quitado desde que llegamos a este lugar.

    - Se me ha olvidado quitármela, eso es todo. – Le contestó la joven, como intentado zafarse de problemas.

    - ¿Y porqué no te la quitas ahora? – Cuestionó el guardián.

    Sakura parecía algo dudosa. Miró con detenimiento el adornó de su dedo anular, sobre todo el sello de color rosa. Ya habían pasado unos tres o cuatro días desde que llegaron a Hooshi, y aún más desde aquella noche en la que esa sortija apareció. Desde entonces aparentemente no se la había quitado. Posiblemente si se le olvido, ya que en realidad casi ni la sentía. Ella nunca había sido muy seguidora de ponerse anillos, aretes, collares o cosas de ese tipo. Cuando mucho se colocaba algunos adornos en el pelo, como listones o broches, pero nada ostentoso. Siempre había vivido como una persona sencilla.

    Pero esa sortija no era un adorno ni nada parecido. Esa sortija tenía que ver con lo que ellos vinieron a buscar, de eso estaba segura. Aún así, no tenía ningún motivo para traerla siempre.

    - Está bien… - Contestó, mientras acercaba su mano derecha para retirarla. Colocó sus dedos pulgar e índice sobre ella para sacarla de un pequeño jalón, cuando fue interrumpida de golpe.

    - ¡Buenos días señorita Sakura! – Escucharon de pronto que la voz de Kotori gritaba con alegría desde la puerta, justo después de que ésta fue abierta. Sakura y Kerberos desviaron su atención hacía la entrada, donde se encontraba la joven de cabello largo, con un delantal blanco, y su pequeña mascota Chu-Chu flotando a su lado. – ¿Ya se despertó señorita?, el desayuno está servido,

    - Chu, huevos y pan tostado, Chu… - Agregó el pequeño ser púrpura, mientras se movía de un lado a otro.

    - Gracias Kotori… - Contestó la recién levantada, aún algo exaltada por la sorpresa.

    Minutos después, luego de cambiarse, colocarse el uniforme de la Academia, arreglarse y demás, Sakura se reunió con Kotori en el primer piso. Por supuesto, ambas eran acompañadas por sus respectivos seres mágicos. Kotori había esperado a que Sakura bajara; se notaba ya que su plato se encontraba intacto en el momento en que ambos, la joven castaña y su guardián, entraron al comedor. Ahora ambas jóvenes estaban sentadas la una frente a la otra, con sus platos de comida colocados delante de ellas en la mesa.

    La joven de cabello largo se encontraba desayunando con tranquilidad, masticando su comida con una sonrisa despreocupada. Su mascota Chu-Chu estaba sentada en la mesa, sujetando un tenedor que para su tamaño parecía enorme, y comiendo con él de la misma manera. Sin embargo, Sakura y Kero parecían no compartir su sentimiento. La joven estaba sentada, mirando el plato sin decir nada, mientras su guardián, se colocaba sobre su hombro izquierdo.

    - ¿Hay algo malo con su desayuno señorita? – Preguntó Kotori al ver que no había tocado su plato.

    - No, nada de eso… - Contestó apresurada, agitando sus manos. – Es sólo que…

    La joven volteó lentamente hacía su lado. Ambas estudiantes se encontraban sentadas en el centro de una de las largas mesas del comedor, la cual al igual que la otra se encontraba completamente vacía, con excepción de ellas dos.

    - ¿En verdad somos los únicos que dormimos aquí? – Preguntó tímidamente al ver que tan solo estaba el lugar.

    En todo el día de ayer, ni en la noche, ni en lo que iba de la mañana, nadie había estado en el dormitorio además de ellas y de sus acompañantes. En otras palabras, todos los cuartos de arriba estaban vacíos, excepto el de ellas, ya que nadie más dormía ahí. Era realmente extraño… parecía que los rumores con respecto a ese lugar no eran del todo un invento.

    - Así es. – Le contestó con un tono elocuente. – En este dormitorio sólo habíamos estado yo y Chu-Chu hasta que usted llegó.

    Así que después de todo sí estaban ellas solas en ese lugar. Ayer Tomoyo había ido de visita después de su practica, tal y como había prometido. En ese momento Sakura le contó un poco sobre lo que hasta entonces sabía, incluyendo el hecho de que Kotori afirmaba que en ese momento “le pertenecía”. Kotori sólo le había contestado unas pocas de sus preguntas, pero aún no tenía nada que le pudiera ayudar.

    - ¿Quiere más jugo señorita? – Le preguntó, extendiendo la jarra de jugo hacía ella.

    - No gracias… - Contestó Sakura con vergüenza. El trato de Kotori le empezaba molestar. – ¿Podrías dejar de decirme “señorita Sakura”?

    - ¿Porqué?

    - Es sólo que me incómoda. No estoy muy acostumbrada a que me hablen de “usted”. – Al escucharla decir eso, Kotori bajó su mirada como seña de arrepentimiento.

    - Lo siento…

    - ¡No te preocupes! – Le dijo apresurada, tratando de no hacerla sentir mal. – ¡Está bien…! puedes decirme como tú quieras, no es necesario de que me trates con tanto respeto… ¿de acuerdo?

    - Por supuesto… Señorita Sakura… - Le contestó alzando la cabeza con una sonrisa.

    Sakura dio un suspiro de resignación al darse cuenta de que no le iba a hacer caso. En realidad su nueva compañera era una chica realmente extraña, incluso dejando a un lado lo de la otra noche. También la criatura mágica que tenía consigo, el tal “Chu-Chu”. No dejaba de pensar que había detrás de ellos dos… ¿será que Kotori era también una maga como ella?, ¿Y exactamente que tiene ella que ver con ese duelo?

    - Kotori. Siento insistir, ¿pero no puedes decirme más sobre aquello? – Le preguntó en voz baja, como temiendo que alguien la escuchara. Sakura intentaba preguntarle de nuevo sobre sus dudas.

    - ¿Se refiere a lo del duelo con el superior? – Le cuestionó ella a su vez, también en voz baja, como siguiéndole el juego.

    - Ayer, aunque me contéstate algunas cosas, no me quisiste decir nada claro. ¿No puedes decirme que significa esta sortija o porque tuve ese duelo?

    - Lo siento de nuevo. Si por mí fuera le diría exactamente de lo que se trata todo esto…

    - ¡Ya basta de ocultar cosas! – Se escuchó de pronto que la voz chillona del guardián le gritaba, justo antes de aparecer entre ambas, flotando encima de la mesa. Sakura retrocedió un poco hacía atrás al verlo justo frente a ella. – ¡¿Qué no ves que necesitamos saber esto y tú no cooperas?!

    - ¡Kero…! – A Sakura no le agradaba que su acompañante se pusiera a gritar así.

    - ¡Tú misma dijiste que ahora le perteneces a Sakura!, ¿o no? – Afirmó con firmeza, apuntando a su dueña con su pequeña manita amarilla. Sakura se exaltó al oírlo. – ¡Eso quiere decir que tienes que obedecerla y decirnos toda la verdad ahora mismo!, ¡¡Así que hazlo!!

    - ¡¡Kero!! – Sakura tomó con fuerza al pequeño guardián, y lo bajó rápidamente hasta pegarlo contra la mesa.

    Aunque deseaba tener respuestas, en definitiva exigirlas no era una opción. Pero al parecer Kero lo deseaba más, y más rápido. De pronto, ambos escucharon como Kotori se comenzaba a reír moderadamente, como si le pareciera divertido.

    - De acuerdo. – Dijo mientras se reía. De repente, la joven de cabello largo se puso de pie y dejó rápidamente el comedor. Sakura y las dos criaturas mágicas en la mesa la siguieron con la vista hasta que se alejó.

    - ¿A dónde va? – Se preguntó Sakura sin entender que era lo que había pasado.

    Los presentes en el comedor parecieron esperar a que regresara, a excepción de Chu-Chu, que no tardó en seguir comiendo. En menos de un minuto, Kotori hizo acto de presencia de nuevo. En su mano izquierda sostenía lo que parecía ser un cuaderno grande de dibujo, mientras con algunos crayones en su otra mano parecía dibujar algo. La joven se sentó en su silla, mientras seguía haciendo algo con sus colores. Luego dio vuelta y movió el cuaderno para que Sakura y Kerberos lo vieran.

    Los dos de inmediato pusieron sus ojos sobre él. De repente, una expresión de confusión se hizo presente en los semblantes de ambos.

    - Está bien señorita, intentaré darle una pequeña explicación. – Le decía desde atrás del cuaderno.

    En la hoja blanca se encontraba un dibujo muy extraño, hecho con crayones, que casi daba la impresión de haber sido dibujado por una niña. El dibujo constaba de cinco caritas de caricatura. De izquierda a derecha, había una con cabello verde largo, otra con cabello anaranjado largo, el tercero con cabello azul corto, y el último de cabello pelirrojo largo. Por encima de esas cuatro, había una quinta, de ojos verdes y cabello castaño. La quinta tenía una corona sobre ella, y unas flechas que apuntaban hacia cada una de las otras.

    - En está escuela existen varios estudiantes en papel de “Duelistas”, y se les llama “Duelistas de la Rosa”. – Comenzó a decirle, mientras apuntaba a las caras del dibujo. – Todo duelista usa una sortija como la suya; el hecho de que la porte quiere decir que usted fue elegida para ser uno de ellos. – Kotori comenzó a apuntar a las cuatro caras de la parte baja de la hoja. – Hasta que usted llegó, todos los duelistas de la Rosa Blanca habían sido los miembros del Consejo de Estudiantes, como el Superior Sainoji y el Superior Touga. Los duelistas se baten en duelo para poseer a una de las Prometidas de la Rosas… ¡Cómo yo!

    La joven de cabello castaño subió lentamente su mano, hasta que su dedo apuntó a la cara de la parte de arriba. Por los ojos verdes y el cabello castaño, parecía que se trataba de Sakura.

    - Desde hace algún tiempo el campeón había sido el Superior Sainoji, pero como usted lo venció, en estos momentos usted se encuentra como la actual campeona. Por consiguiente usted posee a la Doncella de Blanco, es decir a mí. – Luego, señaló cada una de las flechas, que iban desde el dibujo de Sakura, hacía el resto de las caras dibujadas. – Cada duelista posee algo que se llama “Derecho al Reto”, que es un derecho que se les otorga de poder retar al nuevo campeón una vez, y así tener la posibilidad poseer a la Prometida. Para mantenerse en su lugar de Campeona, debe de vencer a todos aquellos que la reten a partir de ahora. ¿Entiende?

    Una vez termina su explicación, alzó la mirada hacía los dos receptores. Kero flotaba a lado de su ama, con una expresión seria en el rostro, mientras que ella parecía algo confundida ante el tipo de explicación que le acababan de dar.

    - Sí… - Contestó algo tímida la castaña. – Pero… ¿Por qué usas dibujos?

    - Traté de hacerla lo más clara posible. – Le respondió Kotori con una sonrisa inocente.

    Ambos parecieron tardar un poco de tiempo en asimilar la información que les acababan de dar. Después de unos segundos, Sakura abrió sus ojos de par en par, y rápidamente se puso de pie, despegándose de la silla.

    - ¡Un segundo! – Dijo exaltada. – ¡¿Me estás diciendo que ahora otras personas me vendrán a retar a mí a un duelo como el que tuve?!

    - Así dicen las reglas. – Contestó la joven de ojos castaños con naturalidad.

    Sakura se sentó de golpe en la silla, manteniendo su mirada perdida en el frente. El sólo escuchar eso había provocado que le volvieran a doler sus heridas. Kotori tomó su vaso de jugo, dando un ligero sorbo de él.

    - El actual campeón no puede rehusar el “Derecho al Reto” de otro duelista – Prosiguió – aunque si usted es retada posteriormente por alguien que ya ha usado ese derecho ante usted, se puede dar el lujo de rechazar o aceptar dicho duelo.

    - ¡¿Entonces no me puedo rehusar a pelear?!... – Sakura no parecía muy feliz. – Entonces… ¿Qué pasaría si perdiera?

    - En ese caso… - La joven tomó otro trago de su vaso, acabándolo por completo. Luego, lo colocó lentamente de nuevo en la mesa. – Yo le perteneceré a quién la derroté señorita.

    Sakura se extrañó al escucharla decir eso. En ese momento recordó esa parte de la explicación, la cual por la conmoción inicial había pasado por alto. Había dicho que los supuestos duelistas se batían en duelo para tener a la “Doncella de Blanco”. Sainoji había llamado a Kotori de esa forma. Además estaba eso de que ahora le “pertenecía”. Ahora lo entendía, aunque en realidad no era algo que se pudiera entender.

    - ¿Me estás diciendo que tú le perteneces a quién gané alguno de esos duelos? – Preguntó la joven ojos verdes, confundida al respecto. Kotori asintió con su cabeza. – No lo entiendo, ¿Acaso sirves de trofeo de estos duelos como si fueras un objeto?, ¿cuál es el propósito de todo esto?, ¿por qué lo haces?

    - No se lo puedo contestar todo. – Le dijo Kotori, mientras se levantaba y recogía su plato. – Pero ese es mi destino señorita, y yo lo he aceptado desde hace ya mucho tiempo.

    - ¿Tu destino…? – Una vez más esa palabra se hacía presente en una conversación.

    Kotori recogió todos sus cubiertos, y se encaminó hacía la cocina. Sakura la siguió con los ojos por unos momentos. Había obtenido nuevas respuestas, tal y como quería. Sin embargo, aún tenía otras preguntas que responder… varias otras…



    El lugar, la Academia Othori de Hooshi. Más exacto en el área que corresponde a los edificios de Preparatoria. A pesar de ser relativamente temprano, ya varios alumnos de esta área se encuentran presentes en el campus. Curiosamente el uniforme de los alumnos de Preparatoria era básicamente el mismo que el de los alumnos de Secundaria. En otras palabras, parecía como si todos los alumnos de la Academia Othori pertenecieran al mismo nivel. Claro que los alumnos de preparatoria ya eran más grandes, y tenían otros privilegios que los de secundaria no tenían.

    Sin embargo, entre todos los trajes negros y verdes que había en el campo, había un punto de un color diferente que de alguna manera resaltaba del resto de los alumnos. Recargado en un pilar afuera de uno de los edificios, se encontraba un joven que no vestía igual que el resto. Llevaba puesto algo parecido a un saco de mangas largas, de color azul y de algunos detalles en rojo. A la altura de la cintura, llevaba un cinturón grueso de color negro, y en la parte de abajo vestía unos pantalones blancos y unos zapatos negros. Por debajo del cinturón, su sacó se alargaba hasta llegar un poco por debajo de sus rodillas. El chico era de tes clara, con pelo en un singular color entre rosa y blanco que le llegaba hasta sus hombros; además, sus ojos eran de color púrpura oscuro, con una expresión seria y penetrante.

    El joven se encontraba tranquilo en ese lugar, sosteniendo con su mano derecha un libro de pasta verde, el cual parecía estar leyendo con detenimiento. El resto de la gente que caminaba cerca de él parecía serle del todo indiferente; era casi como si estuviera él solo. De pronto, se escuchan unos pasos acercarse rápidamente.

    - ¡Superior Mikage! – Se escuchó que gritaba una voz femenina en las cercanías.

    El chico de traje azul volteó un poco su mirada hacía su derecha, mirando de reojo a las personas que le hablaban. Tres estudiantes se le acercaron rápidamente, colocándose a su lado. El chico las miró sin cambiar de posición.

    - Superior, ¿ya tiene pareja para el Baile de Bienvenida? – Le preguntó sonriente una de ellas.

    - ¿Porqué no va conmigo superior? – Preguntó otra.

    - No, mejor vaya conmigo… - Agregó la tercera.

    Las tres chicas parecían estarle pidiendo con mucha insistencia. El joven mantuvo la calma mientras ellas le hablaban una tras otra. De pronto, se vio como cerraba lentamente su libro y se separaba del pilar.

    - Lo siento, pero no tengo pensado ir. – Les contestó con delicadeza.

    - Vamos superior, ¡Salga a divertirse una noche! – Comentó una de ellas como bromeando. – No le hará daño ir al baile un par de horas.

    - Lo lamento, pero hoy tengo algunas cosas que hacer por lo que me será imposible. – Volvió a disculparse el chico, mientras parecía prepararse para irse. – Con su permiso, me retiro…

    Dichas estas palabras, el joven se alejó caminando por el pasillo exterior del edificio. Las chicas lo siguieron perdidamente con la mirada.

    - ¿No es lindo el Superior? – Comentó una de ellas, seguida por un largo suspiro. – Es el chico más inteligente y brillante de la preparatoria…

    - No, posiblemente es el chico más inteligente de toda la Academia Othori. – Agregó otra de ellas con elocuencia.

    - ¡Además es muy lindo!

    - Aunque aún así es algo serio…

    Luego de haberse despedido, el joven de azul caminó por el pasillo, hasta llegar a su final y pasar al jardín. Mientras caminaba, se veía como algunos de los alumnos lo volteaban a ver con curiosidad. Posiblemente se debía a que usaba un uniforme diferente al resto, o el hecho de que algunos lo han de conocer. La verdad era que sólo había dos grupos en Othori que tenían permitido no traer el uniforme reglamentario: uno era el Consejo de Estudiantes, formado en ese momento por puros alumnos de secundaria. El segundo era el llamado “Círculo de la Rosa Negra”, un grupo exclusivo de alumnos de los tres niveles de primaria, secundaria y preparatoria, que se suponía reunía a las mejores mentes de la escuela. Entre estos, se encontraba este chico tan singular.

    De pronto, sus pasos son detenidos al escuchar una tonada de timbre que suena cerca de él. Rápidamente acercó su mano al bolsillo izquierdo de su saco; en el dedo anular de esa mano, el chico traía puesta una sortija… una sortija de color negro, con un sello de color azul oscuro en forma de rosa. Del bolsillo sacó un pequeño celular de color negro. El chico presionó uno de los botones y luego lo acercó a su oído.

    - Mikage. – Dijo contestando la llamada.

    - ‘Vaya, hasta que te dignas a contestar.’ – Se escucha de pronto que una voz dice al otro lado de la línea. El joven parece reconocerla de inmediato. – ‘Sabes que odio dejar mensajes en los buzones.’

    - ¿Se te ofrecía algo Himemiya? – Le preguntó con algo de fastidio.

    Al mismo tiempo que él se encontraba en los patios de la preparatoria, del otro lado de la línea, en el estacionamiento general de la Academia, un automóvil rojo y brillante llegaba a uno de los cajones. El auto tiene unas matrículas negras, con la palabra “OTHORI” escrita en letras azul marino. El conductor del auto se baja de éste, sosteniendo a lado de su oído su teléfono de color rojo.

    - ¿No puedo llamar sólo para saludar? – Preguntó con burla, mientras se bajaba.

    El conductor era un chico, aparentemente también de la edad como para estar en preparatoria. Su piel era oscura, sus ojos verdes, y su cabello era de un tono claro, y estaba sujeto en forma de una cola de caballo. Él tampoco vestía el uniforme de la escuela, sino un traje parecido al que usaba la otra persona, sólo que su saco era rojo y sus pantalones eran negros.

    - ‘¿Qué pasó con el rumor de la nueva Rosa Blanca?, ¿pudiste cerciorarte de ello?’ – Preguntaba el chico de azul con seriedad, e ignorando los comentarios del principio.

    - No, Kiryuu, el presidente del Consejo de Estudiantes, intervino en mi misión, y dejamos un duelo pendiente.

    Al escuchar eso, un semblante de incertidumbre apareció levemente en la mirada del chico de azul.

    - ¿El Presidente estaba cuidando el Dormitorio de la Doncella de Blanco? ¿Entonces era cierto o no que una nueva rosa le ganó a Kyoichi?

    - ‘No lo comprobé exactamente, pero me parece que sí.’ – Contestó. – ‘De ser así, la Doncella de Blanco está ahora en su poder.’

    El chico en el estacionamiento tomó su mochila, que se encontraba en el asiento de atrás de su auto, y comenzó a caminar para alejarse de él.

    - Hay otra cosa de que te quería comentar. – Agregó mientras caminaba. – En el duelo de ayer contra el Presidente, alguien intervino.

    - ‘¿Intervino?, ¿qué quieres decir?’

    - Una persona desconocida logró entrar al terreno de duelos inesperadamente.

    - ¿Una persona? – Esto pareció llamar de inmediato la atención del joven. – ¿Quién era?

    - No lo sé, por eso es “desconocida”. Su rostro no me pareció familiar. Era una joven de cabello oscuro y largo; vestía el uniforme de la Academia, por lo que debe de estudiar aquí. Lo más seguro es que sea en la secundaria.

    La persona que había recibido todas estas noticias se recargó en uno de los árboles del patio, como empezando a meditar sobre ello.

    - Eso hay que Investigarlo con cuidado. – Agregó luego de unos segundos.

    - De eso me encargo yo, no te preocupes. – Le contestó el otro con ligera. – Pero pasando a otro tema, ¿piensas ir al Baile de Bienvenida?

    - ¿Porqué habría de ir?

    - Vamos, sal de tu estudio por unas horas. ¿Por qué no vienes conmigo y con Kanae?

    - ¿Acaso quieres salir con tu novia y conmigo?

    - Lo siento Mikage, pero no eres lo suficientemente atractivo como para calificar para una cita conmigo. – De nuevo el chico de rojo le hablaba en tono de burla. Este último comentario pareció desagradar al otro.

    - Tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo en un baile. – Le respondió con un tono agresivo.

    - Genial, te recogeremos a las ocho…

    - ¡¿Qué?!, ¡Yo nunca…! – Antes de que pudiera decirle alguna cosa, la llamada se cortó de golpe.

    El chico de cabello rosado separó su teléfono del oído y miró la pantalla de éste con cierta inconformidad en su mirada.



    Después de unos minutos de camino y demás, Sakura se encontraba ya en su salón de clases, sentada en su lugar asignado al final de la última fila. Durante sus últimos años de Primaria se había sentado en un lugar muy parecido. De hecho, imaginándose que su antiguo salón y ese fueran el mismo, ella se sentaría en el lugar justo delante de ella, el sitio que en ese momento le pertenece a Kotori. Ella no estaba en el salón en esos momentos, ya que ambas se habían separado en cuanto llegaron a la escuela.

    Sakura estaba sentada con su mirada en la ventana. Recordaba que en su primer día de clases en la Academia, Kotori estaba viendo por ella también. Era curioso, pero justo frente a la ventana había un árbol de cerezos, uno de los cuales crecía la flor llamada “Sakura”. La época en que esos árboles florecían ya había pasado hace más de un mes, por lo que ahora sólo se veían sus hojas verdes. Su madre le había puesto ese nombre, ya que según varias personas la flor de Sakura era su flor favorita. Su nombre de alguna manera se suponía que le daba fuerzas… incluso sus cartas mágicas tenían ahora su nombre en ellas.

    No pudo evitar el recordar a su madre al momento de pensar en todas esas cosas. Su madre… apenas y lograba recordarla por su cuenta. De no ser por todas las fotos que había de ella, talvez ni siquiera sabría como era. Siempre tenían una fotografía de ella en la mesa, y la saludaban cada mañana como si aún estuviera ahí. Nunca se sentía triste o sola sin ella, ya que siempre la sentía consigo, en especial por varias cosas que le decía su hermano. Sin embargo, desde que recordó de golpe aquella noche en que su madre murió, no había podido evitar tener una mezcla de sentimientos con respecto a ese día. Hubo una ocasión, en sus principios como Card Captor, en que una de las cartas la había hecho ver la imagen de su madre una vez más. Ese había sido al parecer un deseo inconsciente de su parte… y ahora algo parecido le brotaba.

    - Buenos días Sakura. – Escuchó de pronto que una voz le decía a su lado.

    Sakura se sobresalta un poco, ya que estaba tan metida en lo suyo que ni siquiera la había sentido. La voz pertenecía a su amiga, Tomoyo Daidouji, la cual estaba parada a su lado. Sakura la volteó a ver con cuidado, y luego quiso regresarle el saludo.

    - ¡Buenos días Tomoyo! – Le contestó con alegría, aunque se le notaba algo de nostalgia en el fondo.

    - ¿Sucede algo Sakura? – Le preguntó su amiga al notar su actitud. Sakura negó moviendo su cabeza hacía los lados, y luego sacó su mente por completo de sus pensamientos pasado.

    - No, estoy bien. Sólo pensaba un poco. – Tomoyo no se veía del todo convencida con esa explicación, pero prefirió no molestar con más preguntas.

    - ¿Hoy no viene Kero contigo? – Le preguntó mientras se sentaba en el asiento de Kotori. Tomoyo no iba en su salón, pero aún así parecía haber ido a verla.

    - No. Por suerte lo convencí de que se quedara en el dormitorio. Para compañías extrañas tengo suficiente con Kotori. – Sakura mencionó esto último con algo de broma. La verdad era que el trato de “usted” y la forma de ser de su compañera de cuarto, la incomodaban casi igual que tener a Kerberos en su mochila.

    - ¿Y donde está ella?

    - En el Kiosco del Jardín creo.

    En ese momento, antes de decir alguna otra palabra, Sakura volteó hacía los lados. En el salón sólo había algunos cuantos alumnos. Parecía que por algunas cosas en dirección, los maestros estaban retrasados en su clase. Todos los alumnos que estaban ahí se encontraban platicando entre ellos. Sakura se cercioró de que nadie las oía para seguir hablando. Acercó la cabeza hacía el frente, como si fuera a decir un secreto.

    - Esta mañana me contó algunas cosas. – Le comentó a Tomoyo en voz baja. Ayer le había comentado lo que hasta ese momento sabía, pero quería decirle lo que Kotori le había dicho. – Parece que la gente que trae esta sortija son duelistas o algo parecido, que se baten en duelos en donde el ganador la gana a Ella.

    - ¿A ella? – Tomoyo supuso de inmediato que se refería a Kotori. – ¿En qué sentido?

    - No estoy segura. Pero cada vez estoy más convencida que hay más de un secreto en esta Academia… y creo que todos ellos tienen que ver con el Mago Clow o con el Consejo Estudiantil…



    Tal y como se había pensando, por alguna razón las clases aún no habían dado inicio. Se siente algo de movimiento en la escuela, con clases o sin ellas. Parecía que un evento estaba apunto de suceder en el lugar. Varios alumnos y alumnas hablaban entre si con entusiasmo y alboroto. Los maestros parecían haberse reunido en la dirección ese día, y por eso al parecer iban a tener la primera hora libre.

    Aparentemente con el propósito de aprovechar este tiempo, Sainoji, el capitán del Equipo de Kendo, se encontraba en el Dojo, con su traje de entrenamiento y una espada de madera en sus manos. Como era común en los entrenamientos de este deporte, el chico movía su arma de manera vertical, de arriba hacía abajo con gran fuerza. Luego volvía hacía atrás y hacía el mismo movimiento.

    La mirada del chico de cabello verde era seria, casi de enojo. Parecía aún resentido por lo pasado. Todavía recordaba todo lo que había ocurrido la otra noche, y lo había analizado paso por paso. No podía creer el hecho de que había perdido de esa manera, y contra una niña que ni siquiera sabía usar la espada. Durante varios años, sólo una persona había sido capaz de vencerlo en espadas… pero aún así, en la última ocasión él se había coronado como el Campeón.

    - Me sorprendes Sainoji. – Se escucha de pronto que alguien le habla desde la puerta del lugar. El joven detiene su ejercicio y voltea de reojo hacía la entrada. – ¿Te levantaste temprano esta mañana?

    Parada en el umbral de la puerta del Dojo se encontraba la joven de cabello anaranjado y traje blanco que estaba el otro día en el Balcón de la Rosa. La joven sostenía su mochila en la mano derecha, y en la otra traía un objeto alargado cubierto con una manta de color naranja.

    - ¿Se te ofrecía algo Jury? – Preguntó el Capitán con desgano, al tiempo que reiniciaba su ejercicio. La joven ignoró su actitud.

    - Sólo vine a informarte que el día de ayer, Touga tuvo un enfrentamiento con una Rosa Negra en el interior de un Territorio de Duelos.

    Al oír esa noticia, Sainoji se detuvo por un par de segundos. Sin embargo, sin prestarle mucha importancia ni decir alguna otra cosa, de inmediato continuó con lo suyo.

    - Él está bien, gracias por preguntar. – Agregó la joven con sarcasmo.

    - No veo porque me debería de interesar las tonterías que haga Touga. – Le contestó con fastidio. – Pero ya que estás aquí, quiero le des un mensaje a él y al resto del Consejo. – Sainoji se detuvo de nuevo. Sin embargo, en está ocasión comenzó a cambiar de posición, moviendo su arma hacía el lado derecho. – No voy a permitir que está humillación perduré por más tiempo… Con baile o sin él, voy a cobrar mi Derecho al Reto esta misma noche. – Dicho esto, movió con fuerza su arma de derecha a izquierda, cortando el aire a su paso sin problema…


    - ¿Baile de Bienvenida? – Preguntó Sakura luego de escuchar a su amiga.

    Sakura y Tomoyo habían salido del salón para caminar un rato por el patio, ya que parecía que no iban a tener la primera clase. Las dos jóvenes seguían platicando de sus asuntos. De repente, en su plática salió a relucir el tema del “Baile de Bienvenida”, mismo que al parecer sería esa misma noche. Tomoyo tenía en sus manos un volante del evento, el cual leía mientras caminaban.

    - Se realiza al inicio del ciclo escolar con el propósito de darle la bienvenida a los alumnos de nuevo ingreso de la Secundaria y la Preparatoria. Cómo tú y yo por ejemplo. – Tomoyo le acercó el volante para que pudiera verlo con más detenimiento. A Sakura le extrañaba un poco la fecha.

    - Pero si los primeros exámenes parciales ya se encuentran muy cerca. – Comentó – ¿No es un poco tarde para hacer un baile como ese?

    - Parece que por problemas administrativos, el baile se tuvo que suspender hasta ahora.

    Sonaba un poco lógico, pero a la vez un poco extraño. Sakura recordaba que de igual manera su carta de aceptación había llegado algo tarde, aunque estaba omitiendo el hecho de que ni siquiera se había inscrito o algo parecido.

    - ¿Quieres ir Sakura?

    - ¿Yo? No lo sé. Ahí dice que es un baile formal, y yo no tengo ningún vestido o algo parecido.

    - ¡No seas tonta Sakura! Yo misma te puedo hacer un vestido.

    - ¿Para esta noche…?

    - Tú sólo déjamelo a mí.

    Como siempre Tomoyo trataba de ayudarle fuese lo que fuese. Sakura hasta llegaba a sentirse culpable de que su amiga se tomara tantas molestias por ella, pero existían ocasiones en las que no había forma de hacerla cambiar de opinión. Ella en realidad no tenía muchos ánimos de ir a un evento como ese, pero no quería dejar a su amiga sola.

    - ¿Van a ir al Baile de Bienvenida? – Mencionó de pronto una tercera persona detrás de ellas. Sakura se sobresaltó de nuevo y se dio la vuelta. Parecía que ya era una costumbre el que la gente le hablara sin que ella se diera cuenta. Kotori apareció en el patio, parándose detrás de ambas.

    - ¡Kotori! – Dijo sorprendida al verla. – ¿De dónde saliste?...

    - ¡Hola! – Saludó Tomoyo con gentileza mientras se le acercaba. – Ayer no tuvimos la oportunidad de presentarnos adecuadamente. Me llamó Tomoyo Daidouji.

    - Mucho gusto. – Regresó el saludo la joven de cabello largo. – Yo soy Kotori Monou…

    - Encantada. Sakura me ha contado varias cosas de ti… ¿Es cierto que de tu pecho sale una Espada?

    Sakura se exaltó al escuchar esa pregunta por parte de su compañera. Tomoyo siempre acostumbraba tomar todas esas cosas con mucha tranquilidad. Por su parte, Kotori pareció algo dudosa con respecto a que decir.

    - Tomoyo está enterada de todo ese asunto… - Le comentó Sakura con algo de nerviosismo.

    - ¿Se refiere a lo referente a los Duelos?...

    - Sí, Sakura me lo contó. – Agregó la joven morena. – Pero no te preocupes, soy de completa confianza, y nunca contaría a otra persona lo que mi amiga Sakura me confiara. – De pronto, el semblante de Daidouji cambia a uno más serio y pensativo. – Aunque yo tampoco entiendo muy bien de que se trata. – Tomoyo comenzó a caminar un poco hacía un lado; parecía estar pensando en algo. – De acuerdo a lo que Sakura y Kero me han descrito, todo esto es como un juego… ¿no?

    - ¿Juego? – Preguntó la joven de cabello corto sin entender muy bien a que se refería.

    - Sí, es como un juego, en donde cada participante pelea por ganarte a ti. – Tomoyo volteó a ver fijamente a Kotori. – Pero un juego donde simplemente se reparten un mismo premio entre el que gane y el que gane, no tiene mucho sentido. Todo esto me hace pensar que debe de existir un “Premio” aún más grande al final de todo esto, ¿no es así?

    Sakura se quedó impactada al escuchar a su amiga. Con las pocas cosas que Sakura le había dicho, parecía que Tomoyo ya había sacado sus propias conclusiones, algo que ni ella ni Kero habían hecho. Tal parece que ella era más buena para este tipo de cosas.

    - ¡Qué lista es joven Daidouji! – Asintió Kotori con una sonrisa. Parecía que después de todo sí tenía razón.

    - ¿Entonces los Duelistas que tienen esta sortija pelean para ganar un premio en especial? – Cuestionó la joven de ojos verdes.

    - Se podría decir que sí hay algo especial que todos buscan con estos Duelos. Yo soy sólo como una de las llaves que sirven para obtenerlo. – Kotori bajó un poco su mirada y cerró sus ojos. Sakura y Tomoyo se quedaron algo serias al notar la actitud de la joven. – Ese “Premio” que todos desean se llama… “El Poder para Revolucionar al Mundo”…

    - ¡¿El Poder para Revolucionar la Mundo?! – Expresaron las dos al mismo tiempo. En realidad parecía una expresión muy extraña… ¿se estaría refiriendo a algo “literal”?

    - ¿Y qué es? – Preguntó Tomoyo sin poder resistir la curiosidad.

    Kotori continuaba con su cabeza baja y sus ojos cerrados. Al principio pareció no reaccionar ante la pregunta. Luego de unos segundos, la chica alzó la mirada hacía las dos jóvenes impacientes.

    - ¡Ya casi comienza la segunda clase! – Mencionó sonriente, mientras se giraba hacía su derecha. – ¡Es mejor que vayamos hacía nuestros salones!

    Sin decir o explicar alguna otra cosa, la ojos castaños comenzó a caminar indiferente en la dirección en la que se encontraba su salón. Sakura y su acompañante se quedaron de pie, viendo como se alejaba.

    - Creo que es otra de esas cosas que no nos puede contar. – Mencionó resignada la joven castaña, al ver como se iba evitando el tema. Tomoyo rió un poco ante la situación.

    - Mejor hablemos de otra cosa… - Sugirió. – ¿Porqué no vamos tú, yo y Kotori juntas al Baile?

    - Creo que me sentiría incomoda entre tanta gente… Pero si tú quieres ir, te acompañaré Tomoyo.

    - ¡Maravilloso!... ¡Así podré llevar mi cámara y grabarlo todo! – Sakura de alguna manera veía venir esto. – ¡Comenzaré esta noche los Videos de tu Nueva Aventura por obtener!... ¿Cómo dijo que se llamaba?

    - ¿Te refieres a eso de…





    - … El Poder para revolucionar al Mundo. – Decía la voz del Presidente del Consejo Estudiantil desde uno de los balcones de la construcción. Sus ojos azules estaban puestos en la entrada principal, por donde poco a poco comenzaban a ingresar los alumnos.

    El cielo sobre ellos estaba de color azul oscuro, alumbrado por las estrellas que brillaban esa noche. No había luna, por lo que la luz de estos astros no era opacada por nada.

    La Academia Othori tiene un sitio especial para llevar acabo sus eventos como bailes u ocasiones de ese estilo. Se trata de un gran salón, ubicado fuera del campus, en un sitio en especial de la ciudad, y que también tiene un teatro para llevar a acabo las representaciones del Club. El edificio era de tres pisos, y en cada piso había una serie de balcones exteriores. El lugar tiene una fachada que da la impresión de antigua, como barroco o algún otro tipo de arquitectura muy adornada. Es como una típica construcción al estilo europeo, elegante y grande. La entrada principal tenía unas puertas altas, y frente a éstas había unas largas escaleras. Varios alumnos de la Secundaria y de la Preparatoria, con sus trajes y vestidos formales, caminaban hacía el interior del recinto. Parecía un lugar demasiada elegante y formal como para ser el sitio de un baile de escuela. Este lugar era conocido como el “Salón de la Luna”.

    Touga Kiryuu se encontraba de pie en uno de los balcones del segundo piso, mirando hacía el frente del Salón. Mientras todos los demás alumnos llevaban trajes formales y demás, él traía consigo el mismo traje de color blanco que siempre trae en la escuela. Claro que no era exactamente el mismo que siempre usaba, ya que el saco que usaba el día anterior había sufrido algunos daños tras su “encuentro”. De repente, sin que el chico se diera cuenta, una figura se acerca sigilosa por detrás de él. Cuando menos lo pensó, un par de manos blancas y suaves le taparon los ojos desde su espalda.

    - ¿Quién soy? – Preguntó una voz femenina. El chico sonrió aún con sus ojos tapados.

    - Eres tú Nanami. – Contestó con serenidad el Presidente y las manos se retiraron de golpe de sus ojos.

    - Adivinaste… hermano. – Agregó por último la joven detrás de él.

    La persona en cuestión era una joven, de estura media, rubia y de cabello largo hasta su cintura, de ojos grandes en un tono azul oscuro. La chica traía un vestido largo de color amarillo, con un chal de color morado claro. La joven era de buen ver, con unas facciones refinadas y delicadas. Su piel era blanca, y se veía muy bien cuidada.

    - Hermano, ¿no pudiste preocuparte un poco por tu arreglo? – Le mencionó con un tono burlón al ver el traje que traía.

    - Fue un día un poco ocupado. – Contestó sonriente para justificarse. – Tuvimos que venirnos directo de la escuela para acá.

    - ¿Y no trajiste a ninguna de tus novias contigo hermano? – Le preguntó de una manera pícara mientras se le acercaba.

    - ¿Novias?, ¿de qué estás hablando?

    - No te hagas el inocente.

    La joven parecía bromear con el Presidente de la manera más natural. Él por su parte parecía no incomodarle en lo más mínimo su presencia. La verdad era que entre ambos había cierto aire de refinamiento o de “altura”.

    - Tampoco tuve mucho tiempo de preocuparme por conseguir una pareja. – Agregó el pelirrojo sin demora.

    - ¿Por qué no bailas conmigo la primera pieza hermano? – La joven se le acercó y tomó su brazo para jalarlo hacía el interior del edificio. En ese momento, se notó como en la expresión de Touga se notaba algo de dolor.

    - ¿Te duele algo Touga? – Preguntó al notarlo extraño.

    - No es nada… es sólo una lesión que me hice practicando. – Touga hizo que la joven se sostuviera de su brazo y ambos entraron hacía al salón.

    Casi al mismo tiempo que Touga y su acompañante se retiraron del balcón, frente al edificio se detenía un auto, que pertenecía a uno de los alumnos que iba al baile. En Hooshi eran poco los alumnos de nivel de secundaria que tenían un auto; sólo unos cuantos de tercer grado como Touga tenían uno. En la preparatoria era más común verlos. Este auto en especial, un hermoso carro rojo y brillante, pertenecía a un chico en especial, ya que venía conducido por el mismo chico de piel oscura y cabello claro que había peleado con el Presidente la otra noche.

    El chico venía vestido con un chaleco de color negro, y debajo de éste una camisa blanca, además de unos pantalones de vestir también negros. El conductor se bajó por su puerta, y en un movimiento rápido saltó el cofre, deslizándose por él con gran agilidad, hasta caer del otro lado del auto. Una vez ahí, colocó su mano en la manija de la puerta, abriéndola con delicadeza.

    - Ha llegado la reina del baile. – Mencionó con elocuencia al tiempo que abría la puerta y se agachaba como reverencia.

    Del lado del copiloto, se bajó por la puerta una persona que venía con él, una joven de preparatoria, de cabellos rubios claros y de ojos verdes y grandes. Tenía un vestido de color anaranjado y largo.

    - ¿Qué es una reina sin su rey? – Agregó la joven mientras se paraba y se sostenía del brazo de su acompañante.

    - Para eso estoy aquí, ¿no? – Mencionó él, acercando su rostro al de ella.

    Akio Himemiya del último año de Preparatoria, era otro miembro del famoso Círculo de la Rosa Negra. Su novia era Kanae Othori, cuya familia era la dueña mayoritaria de la Academia, y uno de los fundadores de la misma había sido su antepasado. Ambos eran muy conocidos en el campus como una pareja muy popular, y por lógica ambos venían juntos al Baile de Bienvenida.

    De pronto, el chico desvió su atención hacía el interior del automóvil. En los asientos traseros, había aún una tercera persona que no parecía haber reaccionado, un joven de cabello largo hasta sus hombros en un tono rosa claro, vestido con un traje de color azul. El chico estaba sentado, con sus ojos cerrados, una expresión completamente seria y sus brazos cruzados.

    - Anda Mikage, ¿no ves que ya llegamos? – Le informó Akio al ver que no se movía.

    El chico abrió sus ojos de golpe, volteando a ver a los dos de reojo. Resignado, colocó su mano sobre la puerta, impulsándose con ella para saltar hacía afuera el auto.

    - Mikage, pudiste ponerle un poco más de empeño al momento de arreglarte. – Le comentó Kanae al ver su atuendo, el mismo traje que siempre llevaba a la escuela en lugar del uniforme.

    Souji Mikage del segundo año de Preparatoria. A sus 17 años de edad, es considerado el más grande genio y prodigio dentro de la Academia Othori, tanto en lo académico como en lo deportivo. Ingreso a Othori en el último año de secundaria, y al terminar ingresó a la preparatoria. Es el único encargado del Círculo de la Rosa Negra, el cual él mismo creó hace dos años tomando un antiguo proyecto que había en la Academia, mejorándolo y haciéndolo lo que ahora es. Aunque es un alumno de preparatoria, se le considera ya a un nivel universitario o mayor.

    - Sólo estaré un par de minutos y luego me iré. – Contestó el chico con indiferencia ante el comentario de la joven. – No tenía caso el arreglarme con esmero.

    - Tú siempre tan serio. – Comentó entre burlas la ojos verdes, mientras se sujetaba de su brazo y del de su novio al mismo tiempo. – Bueno caballeros, ¿qué les parece si entramos? – Un poco a fuerzas, y un poco con gusto, los tres comenzaron a marchar juntos hacía el interior del salón.

    El lugar era de gran tamaño, con una larga pista de baile y mesas a los lados, con manteles blancos y finos sobre ellas. Había mesas de bocadillos para los que asistían, y varios meseros caminaban de lado a lado con bandejas y carros con comida. El sitio era alumbrado por varios candelabros de cristal que colgaban desde el techo. En una especie de pequeño balcón elevado en el segundo piso, se encontraba una orquesta de violines que daba ambiente al lugar. Todo parecía demasiado arreglado y formal, y con más razón no parecía tratarse de un baile de escuela.

    Estando de pie frente a la mesa de bocadillos, una de las estudiantes que asistió al baile se encontraba sujetando con su mano derecha una cámara de video, misma que movía lentamente alrededor, grabando todo el salón con ella.

    - ¡¿No es hermoso?! – Exclamó la joven de largo cabello oscuro, mientras se giraba lentamente a su derecha, continuando con su cámara. – ¡Casi parece un baile de cuentos de hadas!

    La persona detrás del lente de la cámara se giró hasta que su aparato enfocó a una de sus acompañantes, una joven de cabello castaño y corto, vistiendo un hermoso vestido largo de color de rosa claro.

    - ¿No te parece Sakura? – Preguntó mientras la enfocaba.

    - Sí… - Respondió ella con algo de vergüenza. – Tomoyo… - La joven bajó su mirada, viendo lo que traía puesto. – ¿Cómo pudiste hacer este vestido tan rápido?

    - ¡Eso es lo de menos Sakura! – Contestó su amiga sin bajar la cámara. – ¡Te ves bellísima con ese vestido de noche!

    Sakura miró su traje con algo de pena. El vestido le llegaba un poco por debajo de las rodillas, y era con una falda amplia. Le cubría los hombros y la mitad de los brazos, y venía junto con unos guantes de color blanco. En el pecho, traía una rosa de color rojo como adorno. En realidad no era tan raro para ella usar vestidos de ese tipo, ya que siempre había sido una persona que disfrutaba de vestir bien. Sin embargo, todo el ambiente que la rodeaba, todo ese aire tan formal y serio, sumado con el vestido que casi por arte de magia su amiga le había conseguido… todo eso la hacía sentir un tanto incomoda. De todas maneras, el avergonzarse con facilidad era una de sus características principales.

    - Estoy de acuerdo con eso señorita Sakura. – Agregó una tercera persona al comentario.

    Kotori estaba parada a su lado, mirándola sonriente como siempre. La misteriosa joven traía un vestido blanco sin mangas que le llegaba hasta sus rodillas. En el centro también tenía una rosa como adorno. Tomoyo desvió un poco su cámara hacía la joven de cabello largo.

    - Kotori, tú también te ves muy bien… - Le comentó mientras la enfocaba. – ¿Puedo llamarte “Kotori”?

    - Sí, no hay problema. – Contestó ella con tranquilidad. – Y usted también se ve muy bonita joven Daidouji.

    - Muchas gracias…

    Daidouji bajó su filmadora, mostrando de nuevo su rostro. Ella traía un vestido elegante de color azul, largo que le llevaba hasta los tobillos. El traje le mantenía descubiertos los hombros, y traía además unos guantes largos que le llegaban por debajo de los codos. Traía el cabello arreglado con una larga trenza, sujeta con un listón azul.

    Las tres habían llegado hace sólo unos minutos. En todo el camino, Tomoyo había estado grabando con su cámara. Se veía que en este tiempo sus gustos y pasatiempos no habían cambiado para nada. Tampoco se había hecho menos su habilidad para el diseño y la confección. Sakura miraba sorprendida su vestido. Su amiga lo había hecho algo cubierto, aparentemente con el propósito de cubrir las vendas de sus heridas, las cuales ya casi estaban curadas a pesar de que eso había pasado hace sólo un par de noches.

    - Es extraño. – Comentó Sakura con confusión. – ¿No es demasiado para un Baile de Bienvenida?

    - Othori es una escuela de mucho prelitigio y tradición. – Le contestó Kotori. – Siempre se esmera mucho en sus eventos y concursos. Este es sólo un baile pequeño. Los eventos más importantes de la Academia son el Baile de Invierno, y el Festival que se hace en la época en que florecen los cerezos.

    - ¡¿Entonces éste es un Baile “Pequeño”?!

    - Así es.

    La hechicera estaba sorprendida con el lugar en el que ahora estaba. No sólo estaba en una extraña escuela donde pasaban cosas fuera de lo común, sino también en un lugar muy diferente a su natal Tomoeda. A estas alturas Sakura comenzaba a sentirse como pez fuera del agua.

    Mientras tanto, en la pista de baile, los ojos de casi todas las personas estaban puestos en el centro, específicamente en una pareja que bailaba lentamente al ritmo de los violines. Esta pareja en especial estaba integrada por dos personajes muy conocidos de la Secundaria. Uno era Touga Kiryuu del tercer grado, presidente del Consejo de Estudiantes, y uno de los chicos más populares del campus. Su pareja era Nanami Kiryuu del primer grado, su hermana menor, y una de las chicas más populares y cotizadas, incluso cuando aún estaba en la primaria. Ambos hermanos eran el reflejo de la “belleza” y de la elegancia. Ambos pertenecían a la Familia Kiryuu, una familia muy conocida y que había residido en Hooshi casi desde sus inicios; También eran unos de los principales benefactores de la escuela. Touga y Nanami eran algo diferentes entre ellos, en especial por algunas actitudes o reacciones. Aún así, había mucho parecido en sus ojos…

    La pieza terminó, y ambos se detuvieron al tiempo. Con su hermana sostenida de su brazo izquierdo, Touga caminó hacía afuera de la pista. Las personas se hicieron hacía un lado para dejarlos pasar; era casi como si pertenecieran a la realeza.

    - No has perdido tu gracias hermano. – Comentó la joven rubia mientras caminaban.

    - Tú tampoco Nanami. – Agregó el pelirrojo. – Y dime, ¿no viniste con alguna persona en especial?

    - Estoy en las misma situación que tú hermano. Claro que recibí varias invitaciones, pero ninguno cumplía con mis expectativas.

    - Me parece que nadie puede cumplirlas Nanami…

    En ese momento, Touga desvió un poco su mirada hacía un lado. Entre toda la multitud, logró distinguir el rostro de Kotori y de Sakura, las cuales seguían de pie frente a la mesa. El chico se detuvo de pronto, extrañando a su acompañante.

    - ¿Sucede algo? – Preguntó.

    - No, no es nada. – Le contestó, volteando a verla. – Recordé que tengo un asunto pendiente. ¿Has visto a Jury o a Mikki por aquí?

    - Me parece que los vi hace unos minutos. ¿Acaso vas a trabajar incluso en este baile?

    - Ya sabes como son los deberes del Presidente del Consejo Estudiantil. – Dijo Touga con cierta broma. – Nos vemos al rato Nanami.

    El Presidente se soltó delicadamente de su hermana y caminó apresurado hacía un lado del salón. Nanami, por su parte, se le quedó viendo con los brazos cruzados y con cierta inconformidad en su mirada. Siempre parecía que su hermano le estaba ocultando algo.

    Cuando la siguiente pieza empezó, ya varias parejas estaban en la pista listas para comenzar. Entre ellas estaban Akio Himemiya y Kanae Othori, otra pareja que llamaba la atención de los asistentes al baile. Por su parte, la tercera persona que venía con ellos, Souji Mikage, estaba sentado en una de las mesas, indiferente ante lo que pasaba. Con su mano derecha, se encontraba moviendo la sortija de color negro que traía consigo en la mano contraria.

    De pronto, como había pasado esa tarde, tres jóvenes se le acercaron rápidamente, parándose a su lado. Mikage volteó a verlas con cuidado, mientras ellas lo miraban con cierta emoción.

    - ¡Superior!, Creí que había dicho que no vendría. – Le mencionó una de ellas.

    - Me trajeron contra mi voluntad. – Contestó. – Pero me iré dentro de poco.

    - ¡No diga eso Superior!, ¿Porqué no baila conmigo una pieza?

    - No, mejor baile conmigo. Vamos, tiene que animarse un poco…

    El chico no estaba de humor como para cumplir las peticiones de las jóvenes. Había muchas cosas que estaban ocurriendo y que tenían su atención puesta en ello.

    - Lo siento, pero no me estoy sintiendo del todo bien. – Se disculpó mientras se paraba. – Voy a salir a tomar algo de aire. – Con excusa o sin ella, se alejó de la mesa para intentar evitarlas de nuevo.

    Sakura y sus amigas seguían de pie en el mismo sitio, mirando el baile como simples espectadoras. Tomoyo continuaba grabando los alrededores con su cámara, mientras Kotori se entretenía con los bocadillos de la mesa. Sakura por su parte miraba a las diferentes personas que bailaban y conversaban. Ese baile y la música la hacían recordar, recordar lo ocurrido hace un año, durante el festival de su ciudad.

    Había sido durante los días de verano, en los cuales la última de las Cartas Clow se rebeló, la carta que había sido sellada en su mansión. En esos días su escuela había organizado un festival, donde ella había participado en una obra de teatro. Le había tocado ser una princesa, una princesa que peleaba en una guerra entre dos reinos por un gran poder, que asistía a un baile como en el que se encontraba ahora, y conocía a un Príncipe que se le declaraba… era muy curioso que esos recuerdos le vinieran a la mente. Esa noche siempre estaría en sus recuerdos, por la obra… por esa carta… y también por ese otro “Príncipe”.

    - Me sorprende verlas por aquí. – Escuchó de pronto que alguien les decía a su derecha.

    Las tres jóvenes voltearon hacía la misma dirección al oírlo. La persona era Touga Kiryuu, parado frente a ellas a algunos pasos.

    - ¡Superior Touga! – Exclamó sorprendida la joven de ojos verdes.

    Sakura ya había tenido algunos encuentros con en ese joven. Cuando llegó a la ciudad, la había llevado a la escuela en su auto, y en la noche del aquel Duelo que tuvo, él apareció en la arena. La joven no pudo evitar voltear a ver hacía la mano izquierda del pelirrojo, donde portaba la misma sortija que ella. Sakura recordó en esos momentos lo que Kotori le había dicho sobre los que portaban esa sortija… los llamados “Duelistas”.

    - Buenos días Superior. – Saludó Kotori con amabilidad.

    El chico se acercó a ellas con cuidado. De pronto, cuando ya estaba cerca, vio con claridad a la tercera persona que estaba Sakura y Kotori. Los ojos de Touga se abrieron por completo al ver a Tomoyo con detenimiento. A simple vista no se había dado cuenta, pero ya cerca notó que la había visto antes.

    - “¡Esa chica…!” – Estaba casi seguro de que era la misma chica de la otra noche, aquella que había atravesado su Territorio de Duelos.

    - ¿Le sucede algo? – Preguntó la joven de cabello largo al notar algo extraño en su mirada. Touga estaba convencido de que era ella, o al menos se parecía mucho. Sin embargo, era mejor no llamar la atención con eso.

    - No, no es nada. – Contestó tratando de excusarse. – Creo que no nos conocemos… ¿o sí?

    - Ella es mi amiga Tomoyo Daidouji. – Comentó Sakura, alzando su mano hacía su amiga.

    - Mucho gusto Superior. – Agregó la ojos azules, inclinándose un poco hacía el frente.

    Touga pareció meditar por unos segundos. Tenía curiosidad por saber quien era ella, pero en esos momentos tenía otras cosas de que ocuparse.

    - Encantado, soy Kiryuu Touga, Presidente del Consejo Estudiantil. – Contestó el chico con amabilidad. Luego de eso, se giró hacía Sakura y Kotori. – ¿Te apellidas “Kinomoto” no es así?

    - Sí. – Contestó apresurada la joven.

    - Me gustaría que tú y Kotori me acompañaran por unos momentos. Me parece que hay un pequeño asunto que debemos tratar… ¿no lo crees tú?

    Sakura supo de inmediato que con esas palabras el Presidente le quería insinuar algo. Ella volteó a ver de reojo a Kotori. Sabía que de seguro se trataba de ese asunto tan peculiar, del cual ella tenía mucha curiosidad en saber.

    - Está bien… - Respondió algo tímida. – En un momento volvemos Tomoyo.

    - Sí, no se preocupen.

    El chico pelirrojo se dio la media vuelta, y las dos jóvenes lo comenzaron a seguir. Tomoyo se les quedó viendo mientras se alejaban, con algo de preocupación en el semblante. Al mismo tiempo, desde otro lado del salón, los ojos azules de la Nanami también seguían los movimientos de su hermano, y de las dos jóvenes que lo acompañaban.

    - “¡¿Qué se trae mi hermano con ellas…?!” – Se preguntó la joven rubia, aparentemente no muy feliz.

    Touga guió a las jóvenes hasta uno de los balcones del segundo piso. En ese lugar los esperaban otras dos personas. Al verlos, Sakura se detuvo en el umbral del balcón, como desconfiando un poco; Kotori se detuvo a su lado. Las otras dos personas se encontraban paradas frente a la pequeña barda que rodeaba al balcón. Lo primero que llamó la atención de la joven, fueron sus trajes, muy similares al que traía puesto el presidente y al que usaba aquel chico de cabello verde.

    Uno de ellos era una joven, de cabello anaranjado y ondulado, de largo hasta la mitad de su espalda. Sus ojos eran de color verde oscuro, eran grandes y con una mirada penetrante. Traía un saco de color blanco parecido al que usaba Touga, con un adorno de color dorado en los hombros. En el frente, la franja roja por la que se abría llegaba hasta su cintura, donde se separaba y le llegaba hasta las rodillas. Llevaba unos pantalones anaranjados claros y zapatos negros.

    La otra persona era un chico de cabello azul claro y corto, aunque detrás de su nuca se veía ligeramente largo. Sus ojos eran azules, igual que su cabello, grandes y profundos; tenía una expresión gentil en el rostro. Vestía un saco igual que el de los demás, y con el mismo largo. Sus pantalones eran azules, y sus zapatos negros. Touga caminó hacía el frente, parándose en medio de ambos. Llevó sus manos hacía atrás de su espalda y luego se giró hacía las dos jóvenes.

    - Kinomoto Sakura… - Comenzó a decirle con una sonrisa. – Déjame presentarte al resto del Consejo Estudiantil...

    - Yo soy Arisugawa Jury, capitana del Equipo de Esgrima. – Mencionó la joven de anaranjado.

    - Yo soy Kaoru Mikki, miembro del Equipo de Esgrima, pero también participó en ocasiones con el Club de Música. – Agregó inmediatamente después el chico de azul.

    - Yo soy Touga Kiryuu, miembro del Club de Kendo, y Presidente actual del Consejo. – Comentó por último el chico vestido por completo de blanco. – Aunque tú y yo ya nos habíamos presentado antes.

    - Mucho gusto. – Respondió Sakura, tratando de ser amable, aunque en el fondo no podía ocultar su sorpresa o reacción. – ¿Todos ustedes son…?

    - ¿Duelistas? – Interrumpió la joven de cabello naranja, y de inmediato alzó su mano izquierda, mostrando sin problema la sortija con el Sello de la Rosa en ella. Sakura se quedó impactada al ver de nuevo a una persona con ese objeto.

    - En estos momentos no sabes nada de esto, ¿verdad? – Le preguntó el chico de azul. Él también poseía una sortija blanca en su dedo.

    - No. Kotori me ha dicho un poco… pero no todo…

    - No culpes a Kotori, ella sólo sigue algunas peticiones. – Le comentó el Presidente. – ¿Le has contado a otra persona lo que te ha sucedido hasta ahora?

    Al oír la pregunta, Sakura dudo un poco con respecto a cual debería de ser su respuesta. Después de uno segundos de meditar, decidió ser sincera al respecto.

    - Sí… a mí amiga Tomoyo. – Contestó, con algo de timidez. Touga pareció ponerse serio al escuchar la respuesta.

    - ¿La joven que estaba con ustedes?

    - Sí… pero ella es muy confiable, y no se lo contará a nadie.

    Los tres chicos notaban algo curioso en la forma de ser y en la forma en que la joven se expresaba. Parecía algo nerviosa, como si dudara qué decir o que hacer, como si quisiera quedar bien con ellos o algo parecido. A simple vista aparentaba ser una persona moderada y amable, pero por alguna razón eso los extrañaba.

    - Entiendo que en estos momentos te sientas confundida con respecto a cosas que te acaban de suceder. – Comenzó a decir Touga, mientras caminaba hacía el frente. – Puede que librar un duelo de espadas, en una arena elevada en el cielo, colocada bajo un enorme castillo flotante, en contra de una espada sacada del pecho de una chica… - Touga se detuvo en medio del balcón, y bajó un poco su mirada. Una sonrisa de broma o burla surgió en sus labios. – Bueno, puede que todo esto resulte algo extraño para algunos. – Luego, el chico alzó el rostro hacía el frente. – Pero tengo entendido que las cosas extrañas no son cosa nueva para ti… ¿O sí?

    Sakura se exaltó al oír ese comentario. El chico la miraba con una expresión ladina, como esperando alguna respuesta de su parte. Ese comentario probablemente se refería al hecho de que ella posee poderes mágicos, y eso de seguro lo habrá notado en el duelo que había tenido. Sin embargo, ella sentía que había algo más detrás de eso… como si el Presidente conociera que clase poderes, o que clase de “cosas raras” ha visto.

    - ¿Qué quiere decir?... – Le preguntó confundida. Kotori la volteó a ver con algo de preocupación.

    - Sí Touga… - Escucharon de pronto que otra persona decía desde las espaldas de Sakura y Kotori. Touga y los otros rápidamente alzaron su mirada en esa dirección. Justo detrás de ambas jóvenes, surgió la silueta alta y prominente de una persona de cabello largo, que se paraba con firmeza, teniendo las luces de los candelabros como fondo. – ¿Por qué no nos dices qué quieres decir con eso?

    - ¡Sainoji! – Exclamó sorprendido el pelirrojo en cuanto lo reconoció.

    Sainoji Kyoichi, el Capitán del Equipo de Kendo, y también actual vicepresidente del Consejo Estudiantil; también era la persona con la que Sakura había tenido ese extraño duelo. El chico traía puesto el mismo sacó blanco que traía el resto de los miembros del consejo, además de unos pantalones verdes y unos zapatos de color gris oscuro. Sin embargo, lo que más llamaba la atención era lo que sujetaba en su mano izquierda: una espada, una Katana japonesa para ser exactos, guardada en su vaina de color negro y con una empuñadura de color verde oscuro.

    - Sainoji, ¿Qué haces con esa espada? – Le preguntó la joven de cabello anaranjado al ver el arma que traía consigo.

    - ¿Qué no te lo dije Jury? – El chico comenzó a caminar hacía el balcón. Sakura y Kotori se hicieron a un lado para dejarlo pasar. El chico no quitó ni un momento sus ojos púrpura de la joven castaña, la cual casi se sentía asustada ante su presencia. – Tengo pensado tener un duelo esta noche.

    - ¡¿Un duelo?! – Exclamó sorprendida la antigua Card Captor.

    - ¡Así es! – Le gritó con severidad. – ¡Exijo ahora mismo mi Derecho al Reto!

    - ¿Derecho al Reto…?

    - Sainoji, éste no es el momento para esas cosas. – Intervino Touga, acercándose al chico.

    - ¡Tú no te metas! – Le gritó girándose hacía él, y apuntándolo con la punta de su funda. – ¿Sabes qué es lo creo Touga?, deliberadamente tú sabías de esta chica, y no me quisiste decir nada antes de que tuviera el duelo. En otras palabras… tú y el Consejo se las arreglaron para poner las cosas en mi contra… ¿o no?

    - ¿Yo? – Preguntó con indiferencia el Presidente. – Déjate de tonterías, tú sabes tan bien como yo que el único culpable de que hayas perdido a la Prometida de la Rosa eres tú… por tu descuido y por subestimar a tu contrincante.

    - ¿A sí?... pues no volveré a cometer esos errores. – Sainoji se giró de nuevo hacía Sakura, clavando su mirada como flecha sobre ella.

    En ese momento, una persona caminaba en dirección a donde estaba el balcón. Souji Mikage, que ya estaba un poco cansado de estar en ese sitio, caminaba sin rumbo, cando notó a toda la multitud que se encontraba en ese lugar. Aparentemente reconoció a casi todos los del balcón. Sin que se dieran cuenta, se escondió un poco para lograr escuchar lo que ocurría.

    - Kinomoto Sakura… - Sainoji alzó su mano izquierda con todo y su espada, colocándola a la altura de su pecho. Desde esa posición, era visible su sortija con el Sello de la Rosa. – ¡Te reto a un Duelo por la Doncella de Blanco! – Gritó con energía. Sakura se quedó atónita al oírlo. – A cambio de ello, apuesto mi Derecho al Reto…

    Todos en el balcón se quedaron en silencio al oír esas palabras. Kotori volteó a ver al receptor de dicho reto. Sakura se había quedado casi paralizada al oír lo que le acababan de decir… ¿otro de esos extraños duelos?, ¿otra vez tendría que ir a ese bosque y a esa arena?... ¿Otra vez estaría en esa situación…?

    - ¿Un… Duelo…?

    FIN DEL CAPITULO 6
    - - - - - - - - - - - -​

    Sakura: ¡No puede ser!, ¿Otro Duelo en esa Arena?, ¿Pero porqué?

    Touga: Eres el Campeón de las Rosas Blancas. Si deseas obtener el Poder de Dios, tienes que derrotar a todos tus retadores.

    Sakura: ¿Qué es el Poder de Dios?, ¿Porqué ellos lo desean con tanto ahínco?... ¿Será acaso algo ligado a la verdad de esta Sortija?... ¿Quién es…?... No se pierdan el próximo capitulo de “La Rosa Blanca”… ¡El Mundo yo voy a Cambiar!

    = Capitulo 7: El Brillo de los dos corazones =

    - - - - - - - - - - - -​

    Notas del Autor:

    Pues bueno, fue un capitulo de un largo estándar, pero muy significativo si me lo preguntan. En el próximo se viene el segundo Duelo, donde veremos algunas otras cosas interesantes. Ahora voy aprovechar para aclarar algunas cosas con respecto al “Tiempo” y el pasar de los años.

    Primero que nada, debo aclarar que en Japón el ciclo escolar no comienza en Septiembre, como es aquí en México, sino a comienzos a “Abril”. También deben de recordar que el cumpleaños de Sakura es el 1º de Abril, lo que quiere decir que cumple años justo antes de iniciar el nuevo ciclo.

    Al comienzo de la serie, especifican que Sakura tiene 10 años y cursa el 4º Grado. En los capítulos se ve como llega el verano, el otoño, y luego el invierno. El Capitulo 36 fue titulado en México como “El nuevo curso escolar de Sakura inicia”. Considerando los hechos, esto quiere decir que Sakura inicia el 5º Grado y acaba de cumplir los 11 años. Todo lo siguiente a ese capitulo (El Juicio Final y lo referente a la 3º Temporada) pertenece al 5º Grado. Shaoran vuelve a Hong Kong, y no regresa a Japón hasta la 2º Película de “La Carta Sellada”. Aquí especifican que se encuentran en las Vacaciones de Verano, y que han pasado cuatro meses desde que Shaoran se fue. Como él se fue antes de que terminara ese curso, y ya están en las vacaciones de verano, esto quiere decir que Sakura ya está en 6º Grado y ya cumplió los 12 años.

    Entonces, está historia se sitúa cerca de un año después del final de esta película, cuando Sakura ya cumplió los 13 años y ha comenzado el 1º Grado de Secundaria. Esto quiere decir que se sitúa más o menos a mediados o finales de Mayo, cuando poco a poco ya se está acercando el verano. Sólo quería aclarar ese punto para ubicarlos un poco en el tiempo, y espero haber sido claro al respecto para que no haya confusiones un poco más adelante.

    Atte.

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    “The Last Power of This Revolution…”
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    La Rosa Blanca [Long-Fic]
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    Número de Palabras: 12,082 Palabras

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    - ¿A sí?... pues no volveré a cometer esos errores. – Sainoji se giró de nuevo hacía Sakura, clavando su mirada como flecha sobre ella. – Kinomoto Sakura… - Sainoji alzó su mano izquierda con todo y su espada, colocándola a la altura de su pecho. Desde esa posición, era visible su sortija con el Sello de la Rosa. – ¡Te reto a un Duelo por la Doncella de Blanco! – Gritó con energía. Sakura se quedó atónita al oírlo. – A cambio de ello, apuesto mi Derecho al Reto…

    Todos en el balcón se quedaron en silencio al oír esas palabras. Kotori volteó a ver al receptor de dicho reto. Sakura se había quedado casi paralizada al oír lo que le acababan de decir… ¿otro de esos extraños duelos?, ¿otra vez tendría que ir a ese bosque y a esa arena?... ¿Otra vez estaría en esa situación…?

    - ¿Un… Duelo…?

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    Capitulo 7: El Brillo de los dos Corazones

    Las puertas del bosque se abrieron como la otra noche. Detrás aparecieron las sombras provocadas por árboles, y al fondo de todas ellas se veía ese escaso rayo de luz blanca. Todo era igual que aquella noche. Pero ahora, la persona que abría la puerta estaba acompañada de otra persona. La joven de cabello castaño, vestida con el mismo traje rosa que llevaba en el baile, se quedó pie frente al umbral, viendo con cuidado lo que yacía delante de ella. Unos pasos detrás, la acompañaba su nueva compañera, la joven de cabello castaño y lado, la cual observaba a su “dueña” con algo de preocupación. En la mirada de la ojos verdes aún se notaba la incredulidad ante su situación…

    ******​

    Sakura se quedó completamente en silencio tras el reto que había recibido por parte del Capitán del Equipo de Kendo. Los presentes en el Balcón del Salón de la Luna parecieron quedarse en silencio, como esperando que respuesta daba. Ella parecía intentar procesarlo todo, ya que no parecía haberlo asimiliado por completo.

    - ¿Otro duelo…? – Se dijo así misma en voz baja. Kotori, que estaba a su lado, la observaba en silencio. De pronto, la actitud de Sakura da un giro drástico, alzando su mirada con firmeza. – No, ¡De ninguna manera!

    - ¡¿Qué?! – Gritó sorprendido Sainoji ante tal reacción. La sorpresa pareció no limitarse al Capitán, ya que el resto pareció reaccionar de la misma manera.

    - ¡Señorita Sakura! – Expresó Kotori con exaltación ante esa respuesta.

    - No puedo tener otro duelo sin sentido como ese. – Comenzó a decirles la ojos verdes. – No entiendo cual es el propósito de todo esto, y ninguno me lo quiere decir. ¿Qué es esta sortija?, ¿Porqué se pelan para obtener a Kotori?, ¿De qué se trata todo esto?

    Por primera vez Sakura parecía haber reaccionado, exigiendo que dejaran de jugar con ella. Estaba conciente de que se había metido sin querer en algo muy serio, pero no toleraba que esas personas tan extrañas estuvieran tan dispuestas en disponer de ella, y también de Kotori a su antojo. El humor de Sainoji no mejoró con esas palabras.

    - ¡A mí no me interesa si sabes o no en que estás metida! – Le contestó con enojo, haciendo que Sakura retrocediera un poco. – Si no me otorgas mi derecho al reto, no sólo perderás a la Prometida de la Rosa al instante… además serás expulsada de esta escuela…

    Ese último comentario por parte del chico de ojos púrpura pareció impactar a la joven castaña. Sus ojos se abrieron por completo al escuchar la palabra “expulsada”. Por su parte, Touga y el resto del Consejo se quedaron serios en su mismo lugar.

    - ¡¿Expulsada?! – Preguntó Sakura con asombro en su voz.

    - Lo creas o no, las Reglas del Sello de la Rosa se encuentran por encima de cualquier otra regla de esta escuela. Aquellos que son elegidos por encima de todos para portarlo reciben varios privilegios que el resto no posee. – Sainoji alzó de nuevo su mano izquierda, en donde sujetaba su espada, mostrando de nuevo su sortija al frente. – Sin embargo, su supervivencia en este lugar también se encuentra regida por sus reglas. Si no aceptas mi reto… serás expulsada de inmediato.

    Sakura se quedó de pie en silencio. Esas palabras, podrían ser una advertencia… o incluso una amenaza, pero fuera como fuera no le daban muchas opciones. Volteó a ver por encima del hombro de Sainoji a Touga y los otros. Ellos simplemente miraban todo desde el barandal, sin decir nada. Al parecer no tenían nada para desmentir al Capitán. Sin poder resistir por mucho, Sakura se dejó caer de rodillas al suelo, con su mirada puesta en el piso. Kotori rápidamente se le acercó, agachándose a su lado.

    Por su parte, Sainoji la miraba con superioridad en sus ojos, pero al mismo tiempo con algo similar a odio. Sin importarle la respuesta de Sakura, el chico le sacó la vuelta para dejar el balcón.

    - Te esperaré en la arena. – Le decía mientras caminaban. – Si no vas, tendrás que afrontar las consecuencias.

    El Capitán del Equipo de Kendo se adentró de nuevo en el salón, dejando a sus espaldas un aire denso de incertidumbre. Sakura se quedó en el suelo por unos momentos. Lentamente levantó su mano derecha, colocándola en su hombro. Debajo de ese vestido rosado, se encontraban las vendas blancas que cubrían su herida. Si no aceptaba esa proposición, la expulsarían de la Academia. Si se iba, tal vez nunca descubriría la verdad de ese lugar… de esa sortija… del mago Clow… y de lo ocurrido hace diez años. Pero para ellos tendría que volver a hacer una locura como la de la otra noche. Si participaba otra vez en un duelo como ese, quién sabe en que clase de resultado culminé en esta ocasión.

    Kotori seguía a su lado. Ella no le había dicho nada, ya que la verdad no estaba muy segura de que tenía que decirle en esos momentos. En los ojos de la Doncella se veía una expresión de culpa, culpa ante la situación actual de su compañera.

    En ese momento, las tres personas que estaban con ellas en el balcón comenzaron a caminar hacía el frente. Sakura percibió como una de ellas se paraba frente a ella y luego se agachaba hasta colocarse a su altura. La joven alzó su mirada, admirando de inmediato los ojos azul claro del chico de cabello corto del consejo. El joven estaba frente a ella, mirándola con una gran sonrisa.

    - Tranquila Kinomoto. – Le dijo él con tranquilidad, talvez intentando transmitirle el mismo sentimiento a ella. – Puede que todo esto sea nuevo para ti, pero no tienes porque preocuparte. Sabes, yo también me asuste la primera vez que llegue a esta Academia y me encontré en la Arena de los Duelos. – El chico le hablaba con una gran amabilidad y naturalidad. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que un extraño le hablaba de esa manera. – Dime, ¿te gustan los cuentos? Si te hace sentir mejor, mira todo esto como algo que tienes que afrontar para llegar al final, como si fuera un obstáculo. Si logras afrontarlos todos, te aseguro que descubrirás todo lo que viniste a buscar.

    Dichas estas palabras, el joven de cabello azul se levantó, regalándole al final una sonrisa amistosa. Inmediatamente después, él, así como el joven de blanco y la joven de anaranjado, comenzaron a caminar hacía el interior del salón. Sakura y Kotori se pusieron de pie segundos después. La hechicera volteó a verlos fijamente, viendo como se perdían entre toda la gente en el interior.

    ******​

    Ese momento inmediatamente la había llevado ante la puerta del bosque, donde ella y Kotori se encuentran en ese momento. Pero en realidad todo esto había comenzado hace ya tiempo. Los caminos escogidos por la joven la habían llevado una vez más ante ese lugar tan misterioso, tan llamativo. Aún desde la puerta, la Card Captor era capaz de percibir la esencia y el aura profunda que rondaba en sus alrededores. Sentía una mezcla de sentimientos al estar de nuevo en ese lugar, pero el principal de todos era la duda.

    La Doncella de Blanco era capaz de percibir la duda y la indecisión en su acompañante. Estaba segura que ella no pertenecía a ese lugar. Sakura venía de un mundo totalmente diferente al que ahora estaba, y en el fondo le preocupaba que clase de consecuencias aparecerían en ella con el pasar del tiempo.

    - Lo siento mucho Señorita Sakura. – Dijo de pronto Kotori, bajando su cabeza. Sus palabras rompieron el silencio que había reinado entre ambas desde hace algunos minutos. Sakura la volteó a ver confundida.

    - ¿De qué hablas Kotori?

    - De no ser por mí, posiblemente usted no estaría en estos problemas.

    De alguna manera Sakura percibía una culpa verdadera en la expresión de la joven de cabello largo. Era tan extraña su actitud. La Hechicera de cabello corto desconocía que clase de vida había tenido como para tomar esa forma de ser tan sumisa que ahora tenía. Su personalidad y su actitud… Kotori en definitiva era uno de los tantos misterios de ese lugar. Sakura intentó sonreír con la intención de aliviar las culpas de su nueva amiga.

    - No Kotori, no digas eso. – Le respondió de pronto con tranquilidad. – Si hay una culpable en todo esto, supongo que soy yo. Mi padre siempre me enseñó a aceptar las consecuencias de mis actos, ya fueran buenas o malas. Venir hasta acá persiguiendo un recuerdo que había olvidado, el entrar a este bosque aquella noche y aceptar aquel duelo… todas esas cosas fueron decisiones que tome por mi cuenta. Mi hermano también me dijo que la mayoría de las cosas que hago, son con respecto a otras personas, y que algún día me tocaría a mí decidir mi camino propio. No estoy muy segura si éste es mi verdadero camino… pero… - La joven cambió su vista de nuevo hacía el frente, distinguiendo desde lo lejos la escasa luz que se encontraba rodeada de puras sombras. – Lo único que me queda es continuar lo que empecé.

    Kotori pareció asombrarse ante tal reacción. Aunque Sakura intentaba proyectar cierta seguridad en sus palabras, la joven de blanco podía percibir de inmediato algo de confusión en ella. El semblante de Sakura le recordaba mucho a otra persona, una que ella conoció hace mucho tiempo. Pero ella podía jurar verla reflejada en esta chica…

    De pronto, Sakura comenzó a caminar hacía el frente, adentrándose en el bosque de una vez. Después de dar un par de pasos, se giró hacía atrás, mirando a Kotori.

    - Vamos Kotori. – Le dijo sonriente. – La vez anterior estaba con Kero… y en esta ocasión tampoco me gustaría hacerlo sola.

    Una sonrisa adornó de nuevo el semblante de la joven de blanco. Siguiendo las indicaciones de su acompañante, Kotori comenzó a marchar hacía el frente, siguiendo por detrás a la ojos verdes.



    En el Salón de la Luna, el Baile continuaba con normalidad, ya que la mayoría de los asistentes a éste desconocían lo que ocurriría esa noche en la Academia. Ya había pasado algo de tiempo desde que Sakura y Kotori se marcharon con el Presidente del Consejo. Tomoyo se había quedado sola en el baile, sólo ella y su cámara de video. En esos momentos se encontraba sentada en una de las mesas del salón, simplemente esperando. Parecía revisar en su aparato las grabaciones que había hecho hasta entonces, de cómo llegaron al Baile y demás. Parecía estar algo preocupada por su amiga.

    - ¿A dónde habrá ido Sakura? – Se preguntaba así misma, sin quitar la mirada de la pequeña pantalla de la cámara.

    - ¿Por qué estás tan sola aquí? – Escuchó de pronto que una voz le preguntaba a sus espaldas.

    Al principio no estaba muy segura si la pregunta era para ella, pero de todas formas giró su cabeza hacía atrás, mirando por encima de su hombro izquierdo. Detrás de su silla se encontraba parada una persona, vestida con un traje formal de pantalón y saco negro, así como una camisa blanca debajo de ella. Era un chico alto, de cabello oscuro y corto, que la observaba con una sonrisa.

    - ¡Hola! – Saludó el chico alzando su mano derecha. – ¿Me recuerdas?

    - ¡Claro! – Respondió la joven de ojos azules, sonriéndole desde su silla. – Eres Kamui… ¿cierto?

    - Sí, así es. – Contestó el chico de la misma manera.



    Tras una caminata ligera, Kotori y Sakura estaban ahora frente a la escalera en espiral. Sakura no pudo evitar maravillarse al apreciarla de nuevo, claro que en esos momentos ya conocía que era lo que había al final de ella. La sensación era exactamente la misma que en aquella ocasión. Desde abajo no se podía percibir el castillo encima de la arena, pero si se podía ver el rastro de la luz que éste irradia.

    Kotori por su parte no parecía compartir exactamente la misma maravilla; de seguro para ella no era algo muy nuevo. De pronto, Sakura nota como su acompañante comienza a caminar hacía el frente, directo al pilar central de la escalera. Parándose a una corta distancia de la construcción, comienza a alzar su mano derecha hacía el frente. De pronto, su palma se cubre con un brillo blanquizco claro. En cuanto vio esto, Sakura comenzó a sentir algo extraño; esa era la sensación que le provocaba la magia. En ese momento, en el pilar central, aparecieron de la nada un par de puertas blancas, mismas que de inmediato comenzaron a abrirse hacía los lados, como las puertas de un ascensor.

    - ¿Ese es el ascensor que mencionó aquel chico? – Preguntó Sakura al verlo.

    - Así es. – Le contestaron. – Con esto ya no tiene que subir las escaleras.

    Kotori entró al interior del ascensor, el cual más bien era únicamente un suelo circular con una marca roja en él. Sakura la siguió unos momentos después, algo dudosa. No recordaba haber visto eso la primera vez que estuvo en ese bosque, pero no le dio mucha importancia en realidad.

    - Ahora que lo pienso, este vestido no es el adecuado para este tipo de cosas. – Mencionó las Card Captor al entrar al ascensor.

    - No se preocupe por eso señorita Sakura. – Le contestó Kotori, con tranquilidad.

    Una vez que ambas estuvieron adentro, las puertas se cerraron de golpe. En ese momento, Sakura comenzó a sentir como el suelo a sus pies se comenzaba a mover. Poco a poco, el suelo se comenzó a elevar por si solo, casi como si fuera magia.

    - ¡Increíble! – Mencionó sorprendida la castaña. La joven de blanco pareció reír un poco ante las repetidas sorpresas de su amiga.

    - Ahora es momento de que el Príncipe de Blanco se vista como tal. – Le mencionó Kotori, mientras caminaba hacía el frente de Sakura, la cual al parecer no entendió a que se refería. – El Campeón no puede pisar la Arena con cualquier traje…

    Kotori se paró delante de Sakura con firmeza. Ésta por su parte la veía confundida. De pronto, la joven de cabello largo cierra sus ojos y alza sus dos manos, colocándolas en su propio pecho. En ese momento, Sakura comienza a ver como un resplandor blanco comienza a cubrir a Kotori poco a poco, hasta que se vuelve prácticamente invisible para ella. Intentó cubrirse los ojos, ya que el brillo era demasiado fuerte como para verlo directamente. Toda la góndola pareció cubrirse con ese fulgor, como envolviendo a sus dos ocupantes por completo.

    Por unos segundos, Sakura logró sentir un calor muy fuerte en su pecho. No lograba ver nada por ese brillo. Toda esa sensación era casi la misma que había experimentado la ocasión en la que vio a ese extraño de nuevo, y al despertar tenía su sortija puesta. Sentía como si flotara en el aire, y al mismo tiempo sentía su cuerpo ligero, como si no estuviera en él.

    El ascensor llegó hasta la arena. Cuando Sakura menos lo pensó, el brillo comenzó a esfumarse de sus ojos, y ante ella surgió la amplia y elevada Arena de Duelos. Se sentía algo confundida por lo que acababa de pasar, ya que en realidad no sabía que era lo que pasó. Ni siquiera estaba segura de cuando había llegado a ese lugar. Miró a todos lados, y de nuevo vio el cielo azul rodear la Arena, aunque afuera era de noche, y el enorme castillo flotante sobre ella, en el mismo lugar que la vez anterior.

    - ¿Estoy en la Arena? – Se preguntó así misma, algo confundida.

    De pronto, acercó su mano derecha a su pecho, como intentado tomar algo de aire. En ese momento, sintió como su mano tocaba algo, que no era la rosa que su vestido llevaba de adorno, sino algo duro, casi como metal. Sakura bajó rápidamente su mirada. Lo que vio pareció despertarla de su aturdes, pero la llenó de aún más confusión, ya que lo que traía puesto en ese momento, no era su vestido rosa.

    - ¡¿Qué?! – Exclamó asombrada al ver el nuevo traje que traía puesto, el cual parecía aún mantener algo del resplandor blanco de unos momentos.

    Su vestido rosa había desaparecido por completo, y ahora vestía un extraño traje. La parte de arriba comprendía un saco blanco de mangas y cuello largo, con una franja de negro al frente. Tenía botones dorados, así como unas hombreras iguales. En el pecho se encontraba lo que había tocado su mano hace unos momentos, algo parecido a un prendedor dorado con una joya verde en ella. Luego, llevaba una falda corta de color blanco, y debajo de ésta surgían dos medias negras que cubrían sus piernas, terminando con un par de botines de color blanco.

    La joven se miró por todos lados, intentando entender que había pasado con su ropa. Esa no era la que traía puesta, ¿qué era lo que había pasado? Después de algo inspeccionar, pareció reconocer el saco blanco, ya que era muy parecido al que Sainoji traía puesto la otra noche durante su duelo, aunque ahora éste parecía estar perfectamente a su talla. En ese momento, se da cuenta que detrás de ella se encuentra otra persona. Rápidamente se da la media vuelta, sólo para darse cuenta de que a sus espaldas se encuentra la persona con la que había venido.

    Kotori estaba de pie detrás de Sakura. Para sorpresa de la joven de ojos verdes, de igual manera el traje de Kotori había cambiado drásticamente. Ya no traía el mismo vestido que llevó al baile, sino aquel enorme y elegante vestido blanco que traía aquella noche, en la que también tuvo un duelo.

    - ¡Kotori! – Expresó con confusión al verla. – ¡¿De dónde salieron estos trajes?!

    - Eso que traes puesto es el traje del Príncipe de Blanco. – Escuchó de pronto que una voz ya algo familiar para ella le contestaba al frente de la arena.

    Sakura se olvidó unos segundos de su traje y se volteó hacía el frente rápidamente. Como lo esperaba, el Capitán Sainoji se encontraba de pie en la arena, mirándola con seriedad desde el lugar en el que estaba parado. A su lado izquierdo, seguía sosteniendo la misma espada que traía en el baile, y en su pecho traía puesta una rosa blanca, tal y como había sido la vez anterior.

    - Disfrútalo, porque será la primera y última vez que lo tengas. – Agregó por último con confianza.

    - ¿Príncipe de Blanco? – Se preguntó la castaña, mirando con cuidado el traje.

    A lo largo de su travesía como Card Captor, su amiga Tomoyo le había confeccionado una gran cantidad de disfraces y trajes, y la mayoría los había usado en sus misiones. Pero ese extraño uniforme le había aparecido de la nada, como por arte de “magia”, al igual que el vestido blanco que Kotori usaba ahora. Aún así, era una sensación muy singular, ya que lo sentía realmente cómodo, como si hubiera sido hecho especialmente para ella.

    Mientras Sakura una vez más trataba de hallarle sentido a lo que le pasaba y a lo que la rodeaba, la persona que la había acompañado hasta arriba se le acercó, parándose a su frente. Kotori, acercó sus manos al lado izquierdo de su “ama”, colocando en su pecho una rosa blanca, tal y como ella lo había hecho en la otra ocasión pero con Sainoji. La joven ojos verdes miró la flor en su pecho. No sabía porque, pero estaba casi segura de que era la misma rosa que había usado en el duelo anterior… tenían la misma esencia.

    - ¿Recuerda las Reglas señorita? – Le preguntó la joven de vestido blanco, dando dos pasos hacía atrás.

    - Sí… eso creo. – Contestó aún algo aturdida.

    Kotori se le quedó viendo por unos momentos, como admirando la confusión en la joven de saco blanco. Al mismo tiempo, recordaba lo que había pasado en la ocasión anterior a esa, en la que Sakura resultó lastimada por culpa del Capitán del Equipo de Kendo. Kotori se había dado cuenta que ella no sabía usar del todo la espada, y que su ser mágico ya no estaba con ella para ayudarla. Además, el capitán se veía particularmente molesto ahora, y no estaba segura de cómo podría reaccionar en el duelo. La Doncella de Blanco bajó un poco la mirada, meditando por unos cuantos segundos. Luego, volteó a verla de nuevo.

    - Puede perder si así lo desea señorita. – Le dijo con tranquilidad, y con una expresión sonriente. Sakura se extrañó al oír esas palabras. – Si desea terminar con esto y ya no intervenir más en este asunto, puede perder a propósito y retirarse. Así yo le perteneceré de nuevo al Superior Sainoji y usted será libre.

    - Pero Kotori… - Sakura volteó a ver al chico de cabello largo por encima del hombro de Kotori. Sainoji seguía de pie, al parecer impaciente para que el duelo empezara. – ¿Cómo podrías regresar con ese sujeto que te trata tan mal?

    - Soy la Doncella de Blanco señorita, ese es mi destino. – Kotori cerró los ojos, y comenzó a hablar con mucha firmeza. – Mi propósito es servirle a aquella persona que sea el Príncipe de Blanco, por lo que en estos momentos lo único que busco es cumplir sus deseos.

    La antigua Card Captor parecía no comprender del todo lo que su compañera le decía. Desde el momento en que la había conocido, había sentido que en ella existía algo diferente, algo que de alguna manera hizo que le llamara la atención. De igual manera, se le había complicado demasiado el entenderla, a ella y a todo este juego de duelos en el que se había metido.

    Sin darle tiempo de hacer alguna pregunta más, Kotori comenzó a retroceder poco a poco, alejándose de ella. Cuando estuvieron a cierta distancia una de la otra, la joven de cabello largo bajó su cabeza, cerró los ojos y alzó sus manos hacía delante del pecho. En ese momento, Sakura pareció reconocer esa postura.

    - ‘Rosa del Noble Castillo…’ – Comenzó a recitar la Doncella, sin perder su posición. Igual y como había pasado la otra vez, entre las manos de la joven comenzó a formarse una esfera de luz blanca, misma que comenzó a hacerse más fuerte. – ‘¡Poder de Dios que duermes en mí!, ¡Atiende a mi llamado y muéstrate ante tu Maestro…!’

    La esfera en el pecho de Kotori comenzó a radiar una luz cegadora que iluminó toda la arena. Sin embargo, al contrario de lo que le había pasado la otra noche, en esta ocasión la luz no lastimaba para nada a Sakura. La joven se quedó de nuevo atónita al ver como una vez más la empuñadura sobresalía de su pecho, rodeada por todo el fulgor. Kotori se hizo un poco hacía atrás, alzando la cabeza hacía arriba.

    - ¡¿Esa espada otra vez?! – Se preguntó así misma la ojos verdes al verla.

    - Señorita Sakura, tómela. – Le decía la Doncella, teniendo aún los ojos cerrados y la empuñadura sobresaliendo de su pecho.

    - ¿Qué dices?

    - Esta arma frente a usted es la Espada Sagrada, el arma que puede invocar consigo el Poder de Dios. Ahora esta espada le pertenece… ¡Tómela!

    La joven castaña se quedó dudando unos momentos. No estaba muy segura de lo que tenía que hacer. En su primer duelo, había tenido que combatir contra esa arma, y a simple vista había notado que no era normal. Ahora que aparentemente ella es la “Campeona”, parece que tiene que usar esa misma arma… pero, ¿podría usar algo como eso?

    Aún con todas sus dudas, vemos como después de unos momentos decide seguir la petición de su compañera, acercándose lentamente hacía la fuente de esa fuerte luz. Con mucho cuidado acerca su mano izquierda al objeto con brillo dorado, tomándolo con fuerza. Luego, comenzó a jalarla delicadamente, sacándola poco a poco. La empuñadura, su protector dorado y su hoja, salieron del cuerpo de Kotori, siendo alumbrada por la luz que caía del castillo sobre ellos.

    Una vez que la espada estaba afuera, Sakura retrocedió unos pasos, colocando su mano derecha arriba de la izquierda, y así tomando el arma con más firmeza. El brillo en el pecho de Kotori se esfumó, y ésta parece haber quedado algo agotada por el proceso. Por su parte, Sakura sostenía esa extraña espada hacía el frente, teniendo sus brazos lo más bajo posible. Sus ojos estaban completamente abiertos y puestos sobre la hoja de metal.

    - “¿Qué es esto?” – Pensaba ella al sostenerla. La sensación a su alrededor era totalmente nueva, nunca había sentido algo así. Escuchaba su propio corazón latir con fuerza, y al mismo tiempo sentía algo muy parecido en la espada. – “¡¿Qué es esta sensación que la rodea?!... ¡Es casi como si estuviera viva!”

    - ¿Qué te pasa? – Le preguntó en tono burlesco el Capitán al ver el rostro de la muchacha. – ¿Acaso la espada pesa demasiado para ti?

    Acompañado de una ligera risa molesta, Sainoji alzó su arma hacía el frente de su rostro, colocándola de manera horizontal mientras la tomaba de la funda con la mano izquierda y de la empuñadura con la otra mano. Luego, lentamente comenzó a separar sus manos, moviéndolas hacía sus respectivos lados. La espada comenzó a ser desenfundada poco a poco, hasta que su larga hoja estuvo fuera de la vaina. El chico tiró con fuerza la funda hacía el suelo, haciéndola rodar por el mismo hasta que cayó lejos de él.

    - ¡En esta ocasión no habrá ninguna clase de consideración! – Le gritó con furia el Capitán, mientras tomaba su arma con ambas manos y la alzaba hacía su lado derecho. – ¡Lamentarás el momento en que decidiste hacerme ver en ridículo!

    Las campanas comenzaron a resonar con fuerza a lo lejos, y el Duelo dio por fin inicio. Sin esperar siquiera que las campanas dejaran de sonar, Sainoji se lanzó violentamente hacía el frente, sosteniendo su espada del lado derecho. Sakura aún parecía algo confundida por lo que pasaba, pero en cuanto las campanas sonaron la joven pareció despertar. El chico de cabello verdoso intentó envestirla con un movimiento horizontal de su arma para comenzar. Sakura simplemente retrocedió por reflejo, chocando al mismo tiempo su espada con la de su oponente para tratar de detenerlo. Sainoji no paró, y comenzó a atacar hacía el frente repetitivamente. La joven por su parte se limitaba a tratar de protegerse, retrocediendo cada vez hacía atrás.

    Kotori se había hecho a un lado para no estorbar en el combate, y así poder ver el duelo. Sin embargo, ella no era la única espectadora. Como la vez anterior, desde el balcón alejado de la arena, algunos ojos se encontraban observando el combate. En esta ocasión no era sólo una persona, sino tres. Touga Kiryuu y el resto del Consejo, estaban en aquel balcón, mirando en dirección a la arena. El chico pelirrojo, como siempre observaba hacía aquel lugar con la ayuda de sus binoculares.

    - Sainoji comenzó atacando con mucha violencia. – Mencionó de pronto el chico de cabello corto y azul, refiriéndose a la manera de atacar de su compañero.

    - Será mejor que habrán muy bien los ojos en este duelo. – Les comentó el Presidente sin quitar su atención de la Arena.

    - ¿Y eso porqué? – Cuestionó la única mujer que los acompañaba. – ¿Esperas acaso que algo increíble pase esta noche?

    - Digamos que el final de este duelo no está del todo decidido.

    - Sí, supongo. ¿Crees que Sainoji pueda ganarle a esta chica ahora que usa la Espada Sagrada?

    - No lo sé. Pero algo te puedo asegurar Jury. – Touga bajó moderadamente los objetos frente a sus ojos. – Sainoji es como un Lobo salvaje… el cual enseña lo más filoso de sus colmillos cuando le han quitado lo suyo.

    Ambos chicos parecieron extrañarse ante tal comentario. Sin importarle la reacción de sus acompañantes, el Presidente alzó de nuevo sus binoculares para ver mejor.

    Al momento de atacar, en los ojos de Sainoji se podía percibir cierta rabia en sus acciones. Parecía estar más que dispuesto a llevar ese enfrentamiento hasta sus últimas consecuencias.

    - “Voy a ganar.” – Pensaba sin dejar de atacar ni un sólo momento. – “¡Tengo que ganar! Nadie en esta Academia obtendrá lo que me pertenece…”

    El chico se lanzó sin moderación hacía el frente, embistiendo a su contrincante con todas sus fuerzas…

    ******​

    El sol se estaba ocultando a lo lejos. El horizonte se teñía de anaranjado, y los edificios eran alumbrados por los escasos rayos de luz que aún quedaban. Tirado en la calle a los pies de su agresor, un chico de unos trece o catorce años de edad yacía inmóvil, aparentemente inconsciente ante el último golpe encestado por esa persona. Otros tres chicos de la misma edad se encontraban de pie frente a él, con sus rostros cubiertos por la rabia.

    - ¡¿Qué te estás creyendo mocoso?! – Gritó uno de ellos, refiriéndose a la persona frente a ellos.

    - ¡Eres un presumido! – Agregó otro con el mismo sentimiento.

    Parado más haya de su amigo caído, estaba el causante de sus rabias. Era un niño, de tan sólo unos nueve o diez años de edad al parecer, de cabello verdoso y largo, sujeto con una cola hacía atrás. Sus ojos púrpura eran adornados con una expresión de malicia, misma que reflejaba su confianza y su superioridad al parecer.

    - El presumido hace alarde de cosas. – Mencionó el niño, casi con burla. – Yo por el contrario, se las estrello en la cara…

    Como respuesta ante los comentarios tan soberbios del chico, los tres se lanzaron en su contra abruptamente. Parecía que el niño a su corta edad ya estaba demasiado familiarizado con las peleas. Sus atacantes no lograron tocarle ni un sólo cabello al principio. Por el contrario, él logró dejarlos de combate con gran facilidad. El primero de ellos fue atacado directo a su estomago luego de fallar su intento de golpearlo. El impacto fue tal que el chico cayó al suelo, con sus manos aferradas a su abdomen. El segundo intento acercársele por la espalda, pero no logró tomarlo por sorpresa, ya que de inmediato se giró hacía él, acertándole una patada justo en la garganta.

    Los tres intentaron repetidamente de agredirlo. Cuando mucho alguno logró darle un o dos golpes, pero para él parecían no significar nada. No tardaron mucho en darse cuenta de que no estaban tratando con alguien normal. Tomando a su amigo que estaba tirado en el suelo, todos salieron corriendo al mismo tiempo, alejándose del lugar. El ganador de la riña se quedó de pie en el mismo sitio, observando con orgullo como sus oponente huían de él.

    - Nadie puede ganarme… - Dijo de pronto para si mismo. – Nadie… porque yo soy el mejor.

    Esa era la vida que había escogido vivir desde siempre. Peleándose, discutiendo, ganándose cada vez más enemigos, todo con el propósito de demostrar que era el más fuerte, que no había nadie que pudiera ganarle. Pero si existía una persona cercana a él que lograba vencerlo, que lograba ponerlo en la misma situación en la que él ponía a esos chicos. Era la presencia de la esa persona la que en parte lo orillaba a actuar de esa manera, a seguir intentando superarse. Cuando esa otra persona se doblegara, él podría ser feliz…

    Sin embargo, cada vez que ganaba una pelea de ese tipo, se sentía lleno de vida. El derrotar a su contrincante, por más insignificante que éste fuera, lo hacía sentir orgulloso. Pero ese sentimiento se esfumaba cuando volvía a su mundo, al mundo en donde no era aceptado ni querido, el mundo en donde sus acciones no eran para nada sinónimo de orgullo. Cada tarde al regresar, era recibido de la misma manera. Ese hombre siempre lo recibía con una bofetada en su mejilla. No importaba con que tanta fuerza esa persona lo golpeara, él jamás caía al suelo ante él.

    - ¡Chiquillo insolente! – Le gritó llena de rabia esa silueta alta y prominente, que alzaba su mano en alto para acertar un segundo golpe en su contra. Como siempre, el niño se mantenía de pie. – ¡¿Cuántas veces te he prohibido pelearte en la calle?!

    Los regaños de esas personas le eran siempre de todo indiferentes. Ni los gritos ni los golpes lo harían cambiar. De ninguna manera caería de rodillas ante alguien, ni siquiera ante esas personas.

    - ¡No sabes más que meterte en problemas Kyoichi! – Agregó la mujer sentada en el fondo de la habitación con un tono de completo regaño. El chico mantenía su vista en el suelo. – ¿Porqué no eres más como tus hermanos mayores? Ninguno de ellos no provocó alguna vergüenza como la que tenemos que pasar contigo.

    - Ya estoy harto de estas tonterías. ¡Apártate de mi vista!

    Casi todas las sesiones de regaños terminaban de la misma manera. Esas dos personas no eran capaces de mirarlo por mucho tiempo antes de exigirle que se fuera. En silencio, el chico de cabello verdoso se giró hacía la puerta, saliendo de ese cuarto.

    - Este niño terminará por volverme loco. – Agregó el hombre una vez que el niño se había retirado. Se acercó hacía su mesa, donde había una botella con un liquido oscuro. – Además… parece que esa tontería se está haciendo más grande cada vez.

    El chico se había quedado en la puerta unos momentos, sólo para escuchar el último comentario por parte de esa persona. “Tontería” era lo que había dicho. Ese comentario era sólo para no usar la palabra “Fenómeno”, pero estaba seguro que se moría por decirla. Tarde o temprano le daría la razón para hacerlo.

    El niño alzó su mano derecha, hasta colocarla a la altura de su pecho. De pronto, justo sobre su palma, pareció formarse algo. Poco a poco, pareció surgir en su mano lo que aparentaba ser una flama… una flama de un fuego de color verdoso…

    ******​

    El último ataque lazando por Sainoji había empujado a Sakura hacía atrás. La ojos verdes retrocedió unos pasos, intentando recuperar la compostura. Sainoji se detuvo por unos momentos. De nuevo volvió a tomar su arma con ambas manos. Después de un par de segundos, reanudo su ataque, moviendo su espada que rápidos movimientos diagonales. Sakura sólo colocaba la espada en sus manos hacía el frente, intentando que su hoja la protegiera.

    Al mismo tiempo, Touga, que seguía mirando todo desde el balcón, bajó de pronto sus binoculares, reflejando un cierto semblante de preocupación.

    - ¿Qué pasa Touga? – Le preguntó el chico de azul al ver su expresión.

    - Hay algo extraño. – Contestó con seriedad. – La Espada Sagrada parece estar reaccionando en las manos de esa chica.

    - ¿Reaccionando?

    Sakura parecía tener algo de problemas, pero aún así se las arreglaba para protegerse de los ataques de su contrincante. La joven retrocedía inconscientemente de espaldas, hasta que sin preverlo siguiera, llegó hasta la pequeña barda que rodea a la arena, la cual le impidió continuar. La barda apenas y le llegaba a la cintura. Sainoji no desaprovechó y de inmediato alzó su hoja, atacando de arriba hacía abajo. Sakura alzó su arma para protegerse, pero la fuerza del chico era mayor a la de ella, por lo que la hizo prácticamente pegar la espalda en la parte superior de la barda, quedando con su cabeza colgando en el aire. Sainoji seguía empujándola, como intentando intimidarla. Ella por su parte trataba en vano de resistir.

    - Ahora no tienes esas cartitas, ni a ese león alado para que te ayude. – Le decía el chico de cabello verde, mientras continuaba ejerciéndole presión. – Aunque empuñes la Espada Sagrada en tus manos, no hay forma de que me venzas en esta ocasión.

    Dichas esas palabras, el chico se separó un poco, levantando de nuevo su arma con la mano derecha. Inmediatamente después, la dejó caer con fuerza hacía donde estaba la joven castaña. Sakura reaccionó rápidamente, moviéndose hacía un lado para esquivarla. La hoja de la katana chocó contra la barda, atravesándola con su filo hasta casi alcanzar su base. Sakura rodó un poco por el piso, alejándose de Sainoji. Había escapado sólo por poco.

    - Sainoji tiene razón. – Mencionó Jury, quién acompañaba a los otros dos miembros del Consejo. – Desde aquí puedo ver claramente que esa chica nunca ha usado una espada de verdad, mucho menos una con la naturaleza de la Espada Sagrada.

    - La experiencia no siempre lo es todo Jury. – Le comentó el chico de cabello azul, sin quitar sus ojos de la arena.

    - No, también influyen las habilidades. – Agregó Touga. – Y estoy seguro de que esta joven posee algunas fuera de lo común.

    Sainoji sacó su espada de un fuerte tirón, rompiendo parte de la barda. Luego, se giró hacía la chica de saco blanco, la cual intentaba alzarse de nuevo.

    - ¿No se supone que el propósito es deshojar mi rosa? – Le preguntó nerviosa, mientras se ponía de pie. – ¡Actúas como si quisiera matarme!

    - Si murieras, igual yo sería el ganador. – Le contestó con descaro. Sakura se quedó exaltada al escuchar esas palabras. No podía creer que una persona dijera algo como eso. – Te lo dije la vez anterior, ¿o no? Los Duelistas peleamos por obtener el Poder para Revolucionar al Mundo… en esta batalla…. ¡Uno tiene que estar dispuesto a perder la vida!

    Sakura estaba asombrada de oír algo como eso, ¿exactamente en qué clase de juego se había metido? También estaba extrañada de oír de nuevo esa expresión, “El Poder para Revolucionar al Mundo”; ¿Qué era exactamente eso?

    De pronto, Sakura ve como Sainoji comienza a tomar una posición de ataque. Coloca su pie derecho hacía atrás y el izquierdo flexionado hacía adelante. Toma la espada con ambas manos, y la mueve hacía su lado derecho, hasta que su torso queda de perfil. La espada es colocada de manera horizontal, de tal manera que la punta de la hoja apunta hacía el frente, derecho a Sakura.

    - Como te lo dijé, en esta ocasión no habrá ninguna clase de consideración…

    En ese momento, Sainoji parece comenzar a apretar con fuerza la empuñadura del arma, al mismo tiempo que sus ojos parecen encandecerse. De pronto, su cuerpo parece ser cubierto por una aura verdosa que comienza a rodearlo como si fuera viento. Sakura sintió un extraño poder que comenzaba a rodear del chico, y casi sentía como si la jalara.

    - ¡No puede ser! – Gritó exaltada Kotori al ver lo que Sainoji planeaba.

    - ¡Sainoji va a usar su poder! – Comentó Mikki al ver como el resplandor verde aumentaba.

    - ¿No es algo exagerado? – Preguntó Jury confundida. – Podría derrotarla sin necesidad de hacer algo como eso.

    - Él siempre ha sido una persona a la que le gusta hacer cosas innecesarias.

    El brillo que rodeaba a Sainoji comenzó a concentrarse por completo en la espada. De pronto, toda la hoja de la misma fue cubierta por ese resplandor, comos si fueran en realidad llamas verdes. Hecho esto, el capitán se lanzó rápidamente hacía el frente con un fuerte impulso, manteniendo la misma posición.

    - ¡Recibe esto mocosa!, ¡¡Midori no Yaiba!! – Gritó mientras se aproximaba al objetivo.

    En el transcurso, el chico apartó su mano izquierda de la empuñadura, extendiendo con fuerza su brazo derecho hacía el frente junto con el arma. Todo fue muy rápido, y a Sakura le era casi imposible ver con claridad lo que ocurría; simplemente pudo apreciar como el brillo verde se le acercaba, como un rayo de luz.

    La joven alzó la llamada Espada Sagrada, como queriendo usarla de escudo. Instantes después sintió como la punta del arma de Sainoji chocaba contra su hoja, acompañada de un fuerte impulso. Sakura fue empujaba hacía atrás, al mismo tiempo que Sainoji seguía moviéndose hacía el frente como bala de cañón. Los pies de la joven de blanco eran arrastrados por el suelo, sin poder siquiera detenerse. De pronto, Sainoji se detuvo de golpe, pero Sakura siguió con el mismo impulso, siendo arrojada hacía atrás, hasta caer de espaldas en el suelo de la arena.

    Sakura apenas e intentaba recuperarse cuando Sainoji se lanzó de nuevo al ataque. Tomó su arma con la mano derecha, aún con la misma aura verdosa a su alrededor, jalándola hacía atrás para agarrar impulso. La joven logró semiarrodillarse antes de que Sainoji estuviera prácticamente frente a ella. El chico jaló su arma hacía el frente, moviéndola de manera circular hacía el costado izquierdo de la ojos verdes. Sakura colocó su espada de ese lado, para que la protegiera. Las hojas chocaron entre si, creando un fuerte estruendo. La fuerza del golpe fue tan grande que Sakura fue empujada drásticamente hacía su derecha. La joven fue impulsada, como volando cerca del suelo, hasta que su cuerpo chocó radicalmente en contra la barda de la Arena.

    - ¡Señorita Sakura! – Gritó Kotori desde su lugar, pero al parecer no tenía la intención de acercársele.

    La joven quedó recostada sobre su hombro izquierdo, con la espalda contra la construcción blanca. Sainoji se repuso después de su golpe, parándose firmemente. Inmediatamente después, agitó su mano derecha un poco, y las flamas verdosas se esfumaron. En su mano se veían unas ligeras marcas similares a quemaduras, aunque leves a simple vista.

    - ¿No creen que esa chica cae demasiado al suelo? – Mencionó la joven de cabello naranja, mirando ahora a través de los binoculares de Touga.

    - Me parece que tiene problemas con su equilibrio. – Mencionó el chico de azul, arrebatándole los binoculares para ver mejor. – La complexión de su parte superior parece fuerte, pero talvez sus piernas necesiten más fuerza.

    - No hay remedio. – Jury recuperó los objetos dorados de un tirón y los acercó a sus ojos. – Con habilidades especiales o no, y aunque La Espada Sagrada parece estar reaccionando en sus manos, no hay duda de que no sabe como usarla.

    - Si Sainoji usa su técnica una vez más, este duelo ya no durará mucho…

    El Presidente parecía no escuchar lo que sus acompañantes platicaban. Su atención a simple vista estaba fija en la arena.

    El golpe que tuvo contra la barda pareció aturdir a Sakura. Con un poco de esfuerzo intentaba pararse de nuevo, pero le resultaba difícil el lograrlo en esa ocasión. Sentía un dolor en la cabeza, y comenzaba a ver borroso. La fuerza del último ataque había sido muy grande, y de no haberse protegido de seguro estaría muerta. Sainoji se veía impaciente. Lo que más deseaba el capitán era acabar de una vez por todas con ese duelo y recuperar lo que según él le pertenecía.

    - ¡Anda ya! – Le gritó exaltado. – ¡Ponte de pie y continuemos!, ¡O arranca tu rosa y ríndete! Esto ya me está aburriendo, y ambos sabemos muy bien en que va a acabar…

    Sakura continuaba en su intento de alzarse. La espada se encontraba tirada a su lado, y ella apenas y podía arrodillarse en el piso. Una vez que estuvo algo levantada, trato de enfocar bien su mirada. Frotó un poco sus ojos y después de unos segundos logró ver con algo más de normalidad. La joven estaba confundida sobre que era lo que tenía que hacer en esos momentos. Lo más sensato sería el rendirse y dejar eso, pero algo la había detenido de hacerlo desde un principio.

    Por su parte, Kotori la admiraba con algo de preocupación en la mirada. Era algo extraño; había tenido que ver muchos duelos hasta ese día, pero era la primera vez que le preocupaba tanto la seguridad de su Príncipe. En esos momentos ella era la Doncella de Blanco, y su labor debería de ser el velar por el bienestar de la joven castaña. Aún así, no le estaba permitido intervenir directamente en el encuentro. De pronto, Kotori cerró sus ojos lentamente y pareció concentrarse.

    - “Señorita Sakura…” – La joven en el suelo comenzó a oír una voz que resonaba en su cabeza. Al oírla, Sakura se sorprendió, ya que de inmediato reconoció de quién era la voz.

    - ¿Kotori? – Preguntó confundida, volteando a ver a la chica de vestido blanco. Ella seguía con sus ojos cerrados, y permanecía inmóvil.

    - “Por favor señorita, ríndase. Usted no tiene porqué continuar con esto.” – Prosiguió la voz de la Doncella, con preocupación en el tono.

    Sainoji a simple vista parecía ignorante de lo pasaba. Harto de esperar a que Sakura se repusiera, colocó sus manos sobre la empuñadura de la Katana, y comenzó a correr hacía ella. Su contrincante se había distraído unos momentos, pero al ver que se acercaba apresurado en su contra, de inmediato extendió su mano hacía la espada, alzándola para defenderse.

    La hoja de Sainoji chocó contra la Espada Sagrada, empujando a ésta y a su dueña hacía atrás. Sakura estaba sentada en el suelo, con su espalda contra la barda, mientras Sainoji la seguía empujando. Luego, el capitán separó su arma deliberadamente, para luego comenzar a atacar repetitivamente con ella, una y otra vez, chocando su filo contra la hoja de la Espada Sagrada, como esperando que ésta cediera. Sakura cerraba sus ojos, simplemente usando la espada como si fuera un escudo e intentando resistir.

    - En estos momentos se encuentra en una gran desventaja. – Oyó en ese momento que Kotori le seguía hablando. – La mayoría de los Duelistas de la Rosa son espadachines ya experimentados, y poseen mejor control de sus poderes. Usted tiene un gran poder señorita, pero no tiene el suficiente control de él como para poder usar la fuerza de la Espada Sagrada.

    - ¿La Espada Sagrada?

    Sainoji se detuvo al oír esa pregunta. Se veía un poco confundido por haberla escuchado decir eso. De pronto, voltea a ver de reojo a Kotori, que continua en la misma posición.

    - “Esa espada contiene sellado en su interior el Poder de destruir y de crear, poder que sólo puede se invocado por alguien de experiencia y habilidad. Si sigue así, el superior la matará…”

    A pesar de que el capitán había detenido su ataque, Sakura continuaba con su espada alzada hacía el frente. Al tiempo que Kotori le hablaba por la mente, ella miraba el arma que tenía en sus manos, sobre todo la gema verde en el centro. En ese momento, Sakura bajó su atención hacía su pecho. La gema del sacó era prácticamente igual a la de la espada, como si representara el corazón de ambas partes.

    En ese momento, el chico de cabello verdoso comenzó a notar que era lo estaba pasando, y a simple vista no parecía contento.

    - ¡Kotori! – Gritó disgustado, mientras se giraba hacía ella. De pronto, la hoja de la Katana se cubrió temporalmente por un extraño brillo verdoso, mismo que luego pareció convertirse en rayo de luz que chocó contra el suelo justo debajo de los pies de Kotori. Esto hizo que perdiera su concentración, y abriera sus ojos de golpe. – ¡Deja de intervenir en el duelo! Cuando vuelvas a mi lado haré que recuerdes cual es tu lugar.

    Kotori bajó su cabeza, desviando la mirada del duelo. Sakura aprovechó ese momento para levantarse por completo. Aún seguía un poco aturdida, pero ya era menos, por lo que trataba de mantenerse de pie lo más que podía. Comenzaba a sentir de nuevo las heridas del otro duelo; posiblemente entre tanto ajetreo se le habían vuelto a abrir. En su mano derecha sostenía la Espada Sagrada, cuya hoja se encontraba tocando el suelo. Ella aún seguía admirándola.

    Esa espada que tenía en su mano había surgido del cuerpo de Kotori, rodeada por un resplandor blanco similar al que ella había visto en el pasado. La otra noche, su hoja había sido capaz de aguantar un golpe de la Carta Espada, la cual según su guardián Kerberos era capaz de partir en dos cualquier objeto. Desde que puso sus manos en ella, había presentido una extraña sensación que le rodeaba el cuerpo. Era uno de los objetos más misteriosos que había visto.

    - “Esta espada no es común.” – Se encontraba pensando. – “De alguna manera esta espada parece poseer su propio corazón…”

    El capitán se giró de nuevo hacía Sakura, sin importarle donde ésta tuviera la mente. Abalanzó su arma de nuevo hacía ella, sacándola de sus pensamientos. Ahora que se encontraba de pie, logró reaccionar mejor y mover hacía un lado para evitarlo. La joven se movió hacía el lado derecho de Sainoji, alejándose de él lo más que pudo. Luego, estando a cierta distancia de él, tomó su arma con ambas manos, intentando sujetarla con firmeza.

    La verdad era que a pesar de su forma, la espada no le parecía pesada ni nada de eso. La verdad era ligera, por lo menos para ella. Era extraño que pudiera usarla con tal naturalidad, si era la primera vez que la usaba. Sainoji no tardó mucho en lazarse de nuevo hacía ella.

    - “Este chico hizo aparecer una flama verde en su arma.” – Pensaba mientras lo veía venir. – “Esta arma es como un objeto mágico… este traje y el vestido de Kotori, aparecieron de la nada… y el castillo en el cielo…”

    El capitán chocó su arma contra la hoja de la Espada Sakura, creando un fuerte estruendo con ella. Sakura sujetó la espada con fuerza, intentando resistir el ataque.

    - “Entonces… todos los que poseen esta sortija…”

    Sainoji movió por completo su espada hacía el lado derecho. En ese momento la soltó de su mano izquierda, y la alzó hacía arriba con la mano diestra.

    - “Todos ellos… incluyéndome a mí… son personas que habilidades que no todos poseen…”

    El chico de blanco lanzó su espada con fuerza de arriba hacía abajo. Sakura se intentó defenderse del ataque, pero como siempre la fuerza del chico fue mayor a la suya. El impacto la empujó hacía atrás, casi haciéndola caer.

    - “¿Acaso todos son personas con poderes mágicos como yo…?”

    Antes de que Sakura lograra recuperarse de ese impacto, Sainoji reaccionó primero, alzando su pierna izquierda rápidamente, clavando la planta de su zapato justo en el abdomen de la joven. El golpe fue tan fuerte que Sakura sintió como le sacaba todo el aire. La joven fue empujada hacía atrás, cayendo de nuevo al suelo.

    Llevó de inmediato su mano izquierda a su estomago como señal de dolor, mientras intentaba recuperar su aliento. Kotori parecía ver todo esto con impotencia. Por su parte, Sainoji seguía mirándola con la misma expresión del principio.

    - Ya no perderé más el tiempo. – Dijo Sainoji con seriedad. – Acabaré de una vez con esto…

    Una vez más, el capitán tomó el arma con ambas manos, y la misma aura de color verde comenzó a cubrirlo. La espada poco a poco brilló de nuevo con el mismo fulgor, tal y como había estado hace unos minutos. En esta ocasión, parecía que le estaba tomando algo más de esfuerzo el lograrlo.

    Por su parte, Sakura parecía intentar pararse luego del golpe. Al mismo tiempo, intentaba entender el arma que tenía en sus manos, y todo lo que le ocurría. Las palabras de Kotori y la extraña presencia que la rodeaba, todo era muy raro, pero aún así había algo en todo ello que la hacía querer descubrir que era exactamente. De pronto, sin importarle que su enemigo estuviera frente a ella preparándose para atacarla, la chica se puso de pie, parándose con firmeza. Separó su mano izquierda de su abdomen, y tomó su arma con ambas manos. En ese momento, cerró los ojos, colocando la espada frente a ella. Comenzó a concentrarse, intentado sentir con más calma la presencia a su alrededor. Sainoji y Kotori parecieron extrañarse al verla hacerlo…



    El baile continuaba su curso, al igual que la noche. Tomoyo, que seguía aguardando a sus acompañantes, ahora no estaba sola. Se encontraba sentada en la misma mesa, pero ahora acompañada de ese chico que conoció el día anterior, Kamui. Era un joven del grado superior, educado y amable. Le extrañaba un poco el que un extraño se le acercara de esa manera, pero se sentía a gusto con él.

    - No viniste sola, ¿verdad? – Le preguntó el chico después de un rato de estar hablando.

    - No, vine con una amiga, pero el Delegado del Consejo se la llevo hace unos momentos. – Contestó la ojos azules. Kamui pareció extrañarse un poco de su respuesta.

    - ¿Una amiga? – Preguntó algo confundido. – Entonces creo que hay un problema.

    - ¿A qué te refieres? – Cuestionó la joven sin entenderle muy bien sus palabras.

    - Bueno, lo que pasa es que me pareció verte llegar con dos chicas… pero aún así dices que vienes con “una amiga”.

    Tomoyo se apena un poco ante esto. Sí, al haber dado esa respuesta sólo había estado pensando en su amiga Sakura. Por un momento pareció olvidarse de Kotori, que también iba con ellas.

    - Lo que pasa es que apenas acabo de conocer a la otra persona que venía con nosotras. – Intentó contestar para explicarse. – Pero supongo que dentro de poco también se convertirá en mi amiga.

    El chico pareció sonreír ante las palabras de la joven de cabello largo. En su tono de voz se notaba tanta dulzura y amabilidad. Era como ese tipo de personas las cuales es casi imposible enojarse con ellas.

    - Eres una persona muy buena, ¿lo sabías?...



    El tiempo pareció detenerse. Ni un sólo sonido o movimiento se sentía en el aire. Sakura estaba totalmente rodeada por oscuridad, parada en medio de toda ella, intentado ver más haya de lo que sus ojos cerrados podían percibir. Todo estaba muy quieto, muy calmado; era una extraña sensación de paz para una situación como en la que se encontraba. Ella ya había sentido eso en otras ocasiones, y lo recordaba aún. De pronto, comenzó a sentir una ligera brisa que soplaba frente a ella.

    - “¿Qué fue eso?” – Se preguntó al sentirlo, y luego empezó a presentir una brisa tras otra. – “Es viento... Hay una extraña sensación en el viento…”

    Permaneciendo aún con los ojos cerrados, extrañamente comenzaba ver imágenes en su mente. Parecía poder ver el viento que la rodeaba, como si se tratara de niebla o algo parecido, acompañada de diferentes brillos. Frente a ella, podía percibir un resplandor verdoso, que parecía estar jalando el viento hacía él. Esa presencia debería de ser de Sainoji; era raro, pero casi lo estaba viendo, aunque sus ojos estuvieran cerrados.

    - “Ese es el poder que rodea al superior… Puedo sentirlo, ¡Puedo sentir su poder en el viento!” – De pronto, comenzó a sentir algo parecido muy cerca de ella. Era como una ligera ráfaga que le daba la vuelta, casi como un pequeño tornado. Esa energía era de color entre blanco y dorado, y su origen estaba justo en las manos de la antigua Card Captor. – “¡La Espada!, ¿La Espada también posee ese tipo de ráfaga?... no, ese poder proviene del mango, de la parte en la que la sujeto…”

    En ese instante, recordaba lo que Kotori le acababa de decir con respecto a esa arma, que en su interior tenía un gran poder que sólo podía ser usado por alguien con gran habilidad. Ella había logrado desarrollar sus poderes en un tiempo relativamente corto, y aunque hacía ya algún tiempo que no los usaba, ella aún estaba segura que continuaban en su interior. Si no lograba usarlos en ese momento, quien sabe lo que le depararía.

    - “Esta espada es como una arma mágica.” – Se decía así misma. – “Es similar a mi bastón, el cual recibe mis poderes. Debo de hacer que esta espada reciba mi magia… o si no… o si no…”



    - ¡Prepárate! – Se escuchó de pronto que el capitán gritaba con energía. De inmediato, y con toda la espada cubierta con esas flamas verdes, se lanzó de nuevo en contra de su enemigo.

    Sakura permanecía aún de pie, con sus ojos cerrados y la Espada Sagrada colocada al frente. Kotori, y el resto del Consejo que miraba desde el balcón, enfocaron sus ojos por completo en esta última parte. Sainoji se impulsó rápidamente al frente, sujetando su espada con la mano derecha para acertar con ella de nuevo un ataque al costado izquierdo de la joven.

    De pronto, mientras el chico de verde se aproximaba a su meta, algo extraño comenzó a suceder. Los cabellos castaños de Sakura, así como la falda blanca que traía, comenzaron a ser movidos con delicadeza, como si el viento la comenzara a perturbar. Igual que como había pasado con Sainoji, la chica también comenzó a ser cubierta por una misteriosa aura, pero ésta era de color dorado. Los que lo miraban se quedaron atónitos al ver como su poder parecía aumentar de golpe.

    Todo esto ocurrió en tan sólo unos segundos. Sainoji recordó que ese mismo brillo la había cubierto la vez anterior. Pero no era el momento de ponerse a pensar en eso. Estando ya frente a ella, jaló su espada hacía sus espaldas y luego la trajo de vuelta con todas sus fuerzas hacía adelante. De pronto, sin que el capitán lo pudiera percibir siquiera, algo se interpuso en el camino de su arma. La hoja de la Espada Sagrada, sujetada por Sakura a su lado izquierdo, había detenido el golpe de Sainoji, y la chica no se había movido siquiera tras recibirlo.

    - ¡¿Qué?! – Gritó estupefacto el capitán al verla. ¿De dónde había sacado la fuerza para resistir el poder de su Midori no Yaiba?

    - ¡¿Qué es eso?! – Exclamó sorprendida la capitana del Equipo de Esgrima en el Balcón.

    - ¡¿Está liberando los Poderes de la Espada Sagrada?! – Agregó el chico de azul en las mismas condiciones.

    - ¡No!, ¡Eso es imposible! – Contestó la joven. – ¡Es la primera vez que la porta!, no hay forma de que ese poder provenga de la espada…

    - ¡Entonces…!

    Touga parecía no compartir la sorpresa de sus amigos. Al contrario, se le veía de lo más tranquilo. De pronto, mientras miraba desde su posición, una sonrisa confiada surgió en sus labios.

    Sakura abrió sus ojos de golpe, enfocándolos en Sainoji. Luego, mientras tomaba la empuñadura con ambas manos, comenzó a moverla por encima de su cabeza, hacía su lado derecho. Con este movimiento, desvió a su vez la espada de Sainoji, el cual por la fuerza que había puesto en el golpe terminó por ser él que caía en el suelo en esa ocasión. Sakura se alejó un poco haciéndose hacía atrás, sin perder la posición. En ese momento, una sonrisa de felicidad se hizo visible en su rostro.

    Sainoji por su parte se quedó tirado unos momentos. No lo podía creer… había caído, ahora estaba en el suelo. Pero no había sido por ella… ¿o sí?... en realidad había caído por su propia fuerza, pero ella había sido quien lo provocó. No podía creer que ella le hubiera hecho esto. Las flamas de su espada fueron esfumadas de nuevo. Su mano una vez más se cubrió con esas marcas de quemaduras.

    - ¡Imposible! – Exclamó incrédulo Sainoji desde el suelo. Sus ojos comenzaron a enfocar una rabia tan grande, que parecía que explotaría.

    - ¡Lo logré! – Se dijo así misma Sakura, al darse cuenta de lo que había logrado.

    Kotori, seguía de pie en el mismo lugar, admirando de lejos lo que acababa de acontecer. Al principio se le veía totalmente atónita, como no pudiendo creer lo que veía. De pronto, su rostro cambio de semblante, una expresión de felicidad, así como el que adornaba el rostro de Sakura en esos momentos.

    - ¡Muy bien señorita! – Gritó como manera de ánimo. El oír eso, no pareció componer el humor de Sainoji.

    Levantando un poco del cuerpo, centró sus ojos en su espada y en su mano derecha. Miraba las marcas que su técnica le había provocado. No podía creer que estuviera en una situación como esa, y en contra de un enemigo tan insignificante como ese.

    - No lo toleraré… - Se decía así mismo, mientras comenzaba a levantarse. Ya de pie, mantuvo su mirada fija en el suelo. – ¡No lo toleraré!.... ¡¡No lo toleraré!! – El chico alzó rápidamente su cabeza, enfocando sus ojos púrpura llenos de odio en Sakura.

    Su grito de rabia fue acompañada por una extraña ráfaga, que Sakura sintió casi como golpe. Esa parecía haber sido una representación del poder de Sainoji, el cual estaba cerca de explotar al parecer.

    - ¡No puedo creer que tenga que usar mi Midori no Yaiba por tercera vez! – Decía el chico entre rabietas. – ¡Pero ya no interesa! ¡Lo único que quiero es acabar contigo!

    Sainoji alzó su mano derecha hasta lo más alto. En un abrir y cerrar de ojos, todo su brazo se cubrió de golpe con las flamas verdes, pero en esta ocasión eran más fuertes que las veces anteriores. Sakura, Kotori y el resto de los espectadores se quedaron atónitos al ver esto. Sainoji estaba dispuesto a apostarlo todo en ese último ataque. Sakura se veía algo dudosa, pero seguía sujetando su espada con firmeza, y delante de ella.

    - ¡Veamos que tal te va con esto! – Le gritó el chico de cabello verde, antes de lanzarse hacía el frente. – ¡¡Aaaah!!

    En esta ocasión, Sakura ya no se quedaría de pie esperando a que el ataque llegara hacía ella. Sujeto su espada con fuerza, y sin dudarlo, también se lanzó hacía frente, dirigiéndose directo a la coalición con el Superior. Ambos se dirigían hacía el final del duelo…

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    - Aquellos que peleamos por obtener el Poder de Dios, debemos de estar dispuestos a arriesgar la vida…

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    Sainoji alzó su mano derecha hacía lo más alto, preparado para hacer de nuevo un ataque vertical con ella.

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    - Esta sortija que porto en mi mano, y que tú llevas en la tuya, es el Sello de la Rosa… Esta Sortija es la verdadera llave para nuestro Destino…

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    Sakura movió su espada hacía su lado izquierdo, aún empuñándola con sus dos manos. Se preparaba para contraatacar el movimiento de Sainoji. En ese instante, se ve como su hoja comienza a brillar como hace unos momentos

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    - Pero ese es mi destino señorita, y yo lo he aceptado desde hace ya mucho tiempo.

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    Acompañado cada uno por un fuerte grito, Sakura abalanzó su espada de abajo hacía arriba, mientras Sainoji hizo un movimiento completamente contrario, con su arma cubierta por el fuego. Ambas colisionaron la una contra la otra entre ambos, aplicando toda su fuerza en ese ataque…

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    - Dime, ¿te gustan los cuentos? Si te hace sentir mejor, mira todo esto como algo que tienes que afrontar para llegar al final, como si fuera un obstáculo. Si logras afrontarlos todos, te aseguro que descubrirás todo lo que viniste a buscar.

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    Ambos duelistas se quedaron quietos por unos instantes, mirando hacía el frente con toda su atención. En ese momento, los ojos de Sainoji se abren ante la sorpresa. La parte superior de la hoja de katana, aún cubierta con algo de las flamas verdes, se desprendía del resto de su espada, dando varias vueltas en el aire tras el golpe que había recibido de la Espada Sagrada. La hoja descendió lentamente hacía el suelo…

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    - ‘Esas son preguntas que tú responderás por tu cuenta tarde o temprano…Sakura, Ven y conoce tu destino…’

    ******​

    Luego de realizar su movimiento final, Sakura sujetó su espada con la mano derecha, moviéndola hacía el lado contrario. Rápidamente, y antes de que Sainoji pudiera reaccionar, movió su arma de manera circular de izquierda a derecha, con la hoja a la altura del pecho de Sainoji. La punta de la espada pasó sin tocar el cuerpo del capitán, hasta que llegó a su costado izquierdo, donde de un sólo jalón desprendió la rosa blanca de su pecho. Al mismo tiempo que la rosa de Sainoji se desprendía, la hoja de su katana caía al suelo, rebotando en éste por unos momentos, antes de quedar inmóvil a los pies de Sakura.

    La rosa iba soltando sus pétalos blancos en el camino. Sainoji, incrédulo aún, la seguía con su mirada casi perdida. La rosa tocó el suelo, quedándose inerte sobre él. Sakura se alejó rápidamente de él dando varios pasos hacía atrás. La respiración de la joven era algo apresurada, y su mirada se veía cansada.

    Sainoji se quedó mirando la rosa en el suelo. Las flamas de su mano comenzaron a desvanecerse poco a poco, hasta que dejaron en su lugar una espada rota, y un brazo algo quemado, así como su manga. El resultado era innegable… el duelo había terminado.

    - ¡No!... – Se escuchó de pronto que el chico de cabello verde decía en voz baja, mientras se dejaba caer de rodillas. – ¡No!, ¡No!, ¡¡¡NO!!!

    El chico soltó la parte de la espada que le quedaba, y chocó sus dos puños con el piso como señal de furia. Este movimiento fue acompañado del resonar de las campanas a lo lejos, las cuales indicaban de esa manera que el enfrentamiento de esa noche había terminado.

    Sin que las campanas dejaran de sonar, Sakura se desplomó en el suelo, cayendo casi de rodillas. Aún seguía sujetando su arma al frente. Ahora más que nunca no podía creer lo que acababa de pasar. Por alguna razón no era capaz de quitar sus ojos verdes de la hoja de la espada. Pero ella no era la única que estaba asombrada. Kotori se había quedado totalmente paralizada. Parecía que ese resultado había sido toda una sorpresa para ella.

    - Señorita… Sakura… - Mencionó con la voz entre cortada, con sus ojos fijos en su ama.

    El sentimiento era mutuo en el balcón en donde estaba el Consejo. Jury y Mikki parecían no creer lo que acababan de ver. Touga por su parte se le veía más tranquilo, pero también se veía algo de incredulidad en su semblante.

    - ¡Eso fue impresionante!, ¡No lo puedo creer! – Exclamó el chico de azul sin recato. – ¡¿Son estos los poderes que trae consigo la Nueva Rosa?!

    Parecía que lo que Touga les había dicho al principio sí se cumplió después de todo. Algo impresionante ocurrió esa noche.

    En ese momento, mientras todos estaban sumidos en la conmoción del final, una figura extra a ellos, colocada en el otro balcón de la construcción, comenzó a moverse con la intención de retirarse para esa noche. Jury pareció percibir de pronto esa presencia extraña. De inmediato volteó su atención hacía su derecha, en dirección a donde estaba el segundo de los balcones. Desde su perspectiva, parecía que estaba completamente vacío.

    - ¿Qué ocurre Jury? – Le preguntó Touga al verla reaccionar de esa manera.

    - Me parece que teníamos a un observador en el otro balcón. – Le contestó la chica de anaranjado sin quitar sus ojos de esa dirección.

    Touga se extraña al oírla decir eso. De inmediato voltea en la misma dirección que su acompañante, pero tampoco logra ver algo.

    Al mismo tiempo, bajando por unas escaleras, las cuales lo llevaran a la salida, se encuentra otra persona que también estaba viendo el duelo desde las alturas. De entre toda la oscuridad que lo rodeaba, sobresalieron sus ojos púrpura y profundos, su cabello en un tono rosa claro hasta sus hombros, y su traje de color azul y largo. Su mirada era seria, pero algo pensativa al mismo tiempo. Al parecer meditaba sobre lo que acababa de ver.

    El haber ido a ese baile no fue una perdida de tiempo después de todo. De no haber ido, no habría tenido la oportunidad de ver ese duelo tan singular.

    - “Antes de cualquier clase movimiento, hay que investigar con cuidado a esta nueva rosa que responde al nombre de ‘Sakura’…” – Pensaba con cuidado el chico de azul, mientras seguía bajando por las escaleras…



    Ya era algo tarde cuando Sakura y Kotori se encontraban de regreso en su dormitorio. La única luz encendida del lugar era la de su cuarto, en donde las dos eran acompañadas por Kero y Chu-Chu. El primero de estos no parecía del todo feliz.

    - ¡¿Tuviste otro duelo?! – Gritó exaltado el ser amarillo, mientras se elevaba frente al rostro de su ama. – ¡¿Por qué no me dijiste que lo tendrías?! ¡¿Y con ese desgraciado de cabello verde otra vez?!

    La joven castaña se hizo un poco hacía atrás ante los reclamos del guardián. Las dos jóvenes volvieron a traer los mismos vestidos que usaban en el baile, el vestido rosa para Sakura y el blanco corto para Kotori. Mientras Kerberos le gritaba con un tono casi de regaño, Kotori se encontraba curándole algunos de los golpes que había recibido durante la confrontación de esa noche. Mientras tanto, Chu-Chu estaba parado en la mesa del cuarto, devorando una pequeña galleta sin importarle la discusión.

    - No tenía mucho tiempo como para venir a decirte Kero. – Intentó disculparse la Card Captor.

    - ¡¿Pero porque lo volviste a hacer?!

    - Tú escuchaste lo que nos dijo Kotori. – Contestó con un tono más firme. – No podía rehusarme. Si no lo hacía iba a ser expulsada de la escuela.

    Kerberos se cruzó de brazos y volteó a ver hacía otro lado. Lo que más le molestaba en el fondo era el no haber estado a su lado para poder ayudarla. Sin embargo, al parecer su dueña no necesitó de su ayuda en ese momento.

    - ¿Por qué decidió ganar el duelo después de todo señorita? – Escuchó de pronto que Kotori preguntaba, luego de colocarle una pequeña venda en su mejilla izquierda.

    - No lo sé. – Contestó, colocando su mano sobre la mejilla. – Últimamente no estoy muy segura de qué es lo que me obliga a hacer las cosas. Venir a esta escuela, ir a la arena aquella noche… ganar este duelo.

    - ¿Siente que algo la empuja a hacerlo?

    En parte esa expresión usada por Kotori se aplicaba bien a su situación, pero no era del todo exacta. “Empujar”, ¿algo la estaba empujando en verdad a hacer todo eso?, ¿o esas decisiones las tomaba por su propia cuenta?, era un pensamiento que la perturbaba en verdad, y en especial en esos momentos.

    - No lo sé… la verdad no lo sé. – Fue lo único que logró decir. – Pero creo que el destino me ha puesto en este sitio por alguna razón… tal y como pasó hace diez años… y también hace tres años…

    Sakura se quedó unos momentos en silencio, meditando unos segundos. Sin fijarse, sus ojos se encontraban puestos en el pequeño Chu-Chu, que seguía en la mesa devorando su galleta…



    La Academia se encontraba sola para esas horas de la noche. De los estudiantes “especiales” que habían ido a ese lugar durante la noche, sólo quedaba uno, un chico pelirrojo que estaba parado en el estacionamiento, recargado en su hermoso automóvil rojo. A simple vista parecía estar hablando por teléfono con alguna persona, ya que a lado de su oído izquierdo sostenía un pequeño celular oscuro.

    - ‘Gané la apuesta.’ – Se escuchó de pronto que decía una voz al otro lado de la línea.

    - Así es. – Contestó el presidente con resignación. – Tenías razón, ganó el duelo después de todo. Esta chica es más misteriosa de lo que pensaba. Pero sólo ha ganado un duelo hasta ahora, ¿Crees que logre derrotar a los otros? – La voz del otro lado del teléfono se quedó en silencio por unos momentos.

    - ‘Eso estamos por comprobarlo.’ – Contestó al final, antes de colgar.

    Touga sonrió satisfecho al tiempo que guardaba su teléfono celular en el bolsillo. Inmediatamente después, se introdujo en el interior del vehículo, saltando la puerta de un sólo salto. El vehículo se comenzó a mover, dejando a sus espaldas la puerta principal de la Academia Othori.

    FIN DEL CAPITULO 7

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    Sakura: ¿Duelos?, ¿Espadas?, ¿Castillos?, ¡¿Cómo me puedo concentrar en la escuela así?!

    Tomoyo: Tienes que dejar de pensar en todo eso Sakura, o reprobarás los primeros parciales.

    Sakura: Mikki Kaoru… Él es un miembro del Consejo Estudiantil, ¡Pero parece ser muy amigo de Kotori y de Tomoyo!, ¿Será acaso un engaño? ¡¿Cómo?!, ¿Se ha ofrecido a ayudarme a estudiar?, ¿Será correcto confiar en esa persona?... No se pierdan el próximo capitulo de “La Rosa Blanca”… ¡El Mundo yo voy a Cambiar!

    = Capitulo 8: Amanecer en el Jardín Soleado =

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    Franco Astudillo

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    creeme que lo unico que conosco de anime seria inuyasha sakura card captor y tsubasa. mi opinion podra parecerte muy poca cosa comparada con otras pero quiero que sepas que me encanto. soy nuevo, solo hace dos dias me registre, y solo e leido pocos fic, pero este sin duda es el que mas me ha gustado, llevas 7 capitulos y tienes mi atencion permanente t lo aseguro. me gusta mucho como escribes y sabes, lo unico que t recomieno es mejorar el tema de los hacentos, que es en lo que me pude fijar, pero en si, si pudiera imprimiria cada uno de los capitulos para leerlos todo el rato.
     
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