Microrrelato La purga de los pecados uno por uno a quien disfrute

Tema en 'Nano y Microrrelatos' iniciado por Thithalia, 3 Abril 2013.

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    Thithalia

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    Aries
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    Título:
    La purga de los pecados uno por uno a quien disfrute
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    502
    LA PURGA DE LOS PECADOS, UNO POR UNO A QUIEN DISFRUTE.



    Tierra y naturaleza, un mundo blanco. Cuando maldices te dicen <<No maldigas, más bien bendice>>, pero ¿Cómo bendecir a la mujer Eva quien probó la fruta prohibida y al hombre Adán quien la comió? ¿Cómo bendecir al primer chismoso, aquel que dijo era culpa de Eva, cuando Eva era responsabilidad de Adán? Entonces ¿Fue culpa de Eva o de Adán?

    Entonces, ¿De quién fue la culpa? ¿Se les bendice o maldice?

    Si nunca hubiera comido la fruta prohibida ¿Cómo seria nuestro diario vivir?

    ¿Lo reconoces? El primer pecado cometido… La gula.

    Los soldados defienden a un hombre maldito, un hombre que vende a su pueblo por su placer. Dan su vida por un líder que no da la vida por ellos. Hombre que toma todo de su pueblo y no da nada a ellos; que en épocas de hambruna el pueblo se convierte en un pueblo fantasma y el rey un festín se da.

    Los hombres defienden a un espejismo de su mente, saben el mal que produce y lo defienden aun así ¿Qué defienden?

    El cerdo come y come. Sin darse cuenta frente a la gran chimenea una mesa de cedro llena de exóticos platillo ¿Qué les describo? Un cerdo en la mesa con una manzana en la boca, los brazos amarrados en su espalda en una posición deforme, espalda quebrada hacia abajo, arrodillado y la cara congelada en terror. Bajo su cuerpo una bandeja de plata.

    A un lado una sombra de elegante estructura trasladaba de un carrito a otro las verduras y acompañamientos, cuando terminó se limpió las manos en un blanco pañuelo y lo tiró a la chimenea. Se acercó a la mesa y tapó la bandeja, dejando el cerdo dentro. Se escucharon paso provenir de afuera.

    Camino a los ventanales y subió al barandal, miro el cielo sin luna y la figura desapareció entre neblina negra.

    Los comensales entraron, el pueblo. Se pararon al lado de cada silla, poco tiempo después un mayordomo entró.

    —Por favor siéntense y coman, el rey no podrá presentarse.

    Los pueblerinos asintieron y se sentaron. Comieron y comieron, tanto se hartaron, se llenaron los bolsillos y las faldas, comieron hasta no poder más. Cuando ya no había más por comer el mayordomo se acerco a la bandeja de plata y la destapó.

    Gemidos ahogados se escucharon, el cerdo rey descansaba desfigurado en el plato.

    Ahora la cuestión es ¿Se lo comerían o le darían una digna sepultura?

    Las mujeres se levantaron y a la platería se acercaron y los cuchillos de cortar carne tomaron, los niños sirvieron el vino y los hombres sonrieron. ¿Aquí, qué fue más poderoso? ¿La justicia o el pecado?

    Tanta fue la entretención que no vieron el pueblo bañarse en un río de fuego, pronto les tocará a ellos y no habrá por donde escapar.

    Y si miras con atención entre las sombras que la llamas forman una silueta sonríe con macabra paz.
     
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