Nota. 1. Este relato está hecho exclusivamente para la actividad "¿Donde están las musas cuando las necesitas?" 2. Esta obra esta basada en la vida y obra de Sanada Yukimura. 3. La canción que dio inspiración a este escrito es Yellow de Coldplay. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- El joven ronin caminaba en medio de la madrugada, ante el frío y el olor a sal que generaba el mar, que a través de su oleaje mostraba su ferocidad. La luna que se tornaba de un intenso tono amarillo, todavía se asomaba en el cielo de color aciano. El chico algo triste y abatido pensaba en la locura que había sucedido hace unas horas, intranquilo Sanada Yukimura miraba las estrellas, con lágrimas en sus ojos pensaba en que haría ahora que había sido mandado al exilio. Las guerras habían cesado, las naciones y los clanes estaban encontrando la calma pero a pesar de eso, era el momento perfecto para ser atacados, eso lo tenía claro Yukimura, sin embargo lo que no precisó el ex samurái era quien los iba a atacar. Al cabo de unos días justo como el imaginó la hostilidad llego a ellos, sin embargo al ver el culpable de la amenaza no pudo creerlo, su hermano mayor estaba usurpando el mandato a la fuerza y una gran parte del clan Sanada se había unido a su causa, después de 10 días de constante lucha su padre mando a llamar al en ese entonces capitán Yukimura. -Hijo, voy a dar mi rendición, así que te pido que retires a los pocos hombres que quedan en el campo de batalla- afirmo con un gesto cansado. -Pero… ¿que pasara con nosotros?- pregunta inquieto el chico. -Nos quedan una veintena de hombres, seremos derrotados fácilmente, es mejor rendirse- afirma el viejo. Sanada Yukimura no estaba de acuerdo con la decisión que estaba tomando su padre, pero también era consciente que iban a morir de continuar luchando, su hermano, a quien conocía como la palma de su mano no era alguien que sintiera misericordia ni empatía alguna, no sería de extrañar de que pidiera la cabeza de su padre y del mismo Yukimura. Al final termino obedeciendo. Era de tarde cuando se dirigían al palacio del nuevo regente del clan, los símbolos estaban siendo modificados, y tanto el como la veintena de hombres que quedaban miraban con preocupación el pueblo pensando que podría tratarse de su última interacción con un lugar querido. -´Padre, hermano, por favor tomen asiento- decía cordial el hombre en la silla de honor, después de que entraron a su morada. Los dos hombres accedieron a su petición. Luego de un rato la charla estaba por finalizar. -Mis hombre piden a gritos que los haga cometer seppuku o que les dé una muerte digna de un traidor, sin embargo soy misericordioso, y como hombre de corazón puro que soy, los voy a desterrar, ustedes, sus hombres junto con todas sus familias se marcharan esta noche de aquí, o no creo poder contener a mis hombres mucho tiempo- bufó burlón mientras tomaba sake. -¡Pero es invierno, nos mataras de hambre! – se quejó Yukimura ante el que alguna vez fue su hermano. -No es mi problema, ustedes ya no pertenecen a este clan, así que velen por si mismos- comentó levantando los hombros el hermano mayor. Después los guardias los sacaron de los aposentos del nuevo señor del clan. Así fue como ocurrió todo, el ex samurái viendo como el cielo aclaraba a la par que el sol salía, no veía como escapar de su angustia. -Aquí estas Yukimura, me tenías preocupada- expresó una delicada voz femenina. -Oh, Akihime- comenta con una sonrisa amarga el joven.
