-La Melodía-

-La Melodía-

¡Hola! Bueno, este es uno de mis originales, debo decir que me gusta mucho y espero que también a ustedes les agrade. :)

“La melodía”​

Llegó del trabajo cansado, había sido un día muy difícil, y para su pesar, apenas era martes.
Caminó por el pasillo de su casa y aventó su saco en el sillón, se quitó los zapatos y continuó hasta la cocina. Malhumorado tomó una copa, puso varios cubos de hielo y después la llenó de vino.

Él era un hombre de no más de treinta y cinco años, alto y delgado. Su piel era tostada, tenía el cabello castaño, facciones afiladas y unos hermosos ojos verdes que cautivaban con solo mirarlos, pero, pese a tener tan hermosas orbes, estas reflejaban un vacío interior… un vacío casi incomprensible.

Salió a la terraza con la copa de vino en sus manos. Afuera corría una brisa fresca, que le liberó un poco del calor que sufría. Suspiró.
Levantó y clavó su mirada en aquel cielo azul oscuro lleno de pequeños puntitos brillantes.

Ella lo observaba desde una de las ventanas que se encontraba en las escaleras, el parecía tan aburrido que decidió alegrarlo un poco… bajó las escaleras lo más rápido que sus piernas le permitieron, emocionada por la idea que acababa de tener.
Ya que llegó a la planta baja corrió dando brinquillos al piano que se encontraba cerca de las puertas que llevaban a la terraza, se sentó y suspiró sonriente. Puso sus finas manos sobre las teclas para comenzar a tocar la melodía, que sabía, era la favorita de él.

Desde la terraza escuchó el piano tocar, otra vez, su melodía favorita, soltó una carcajada entre dientes y dio un trago a la copa. Cerró los ojos y disfrutó de aquella canción, que solo ella podía interpretar de una manea tan magnífica… tan perfecta…

Después de algunos minutos ella escuchó como se abría la puerta, volteó y lo observó ahí parado en el marco de la puerta, observándola con una sonrisa ligera en la cara.

Observaba el piano fascinado.
La canción terminó.

—Aunque ella ya no esta… el piano jamás cesará de tocar…


Una vez más quedó solo en aquella gran mansión, en silencio, pero sabía que al día siguiente, cuando llegara cansado del trabajo y saliera a tomar su copa de vino, el piano le alegraría la noche con su melodía favorita…

--Fin​

• Autor: Rachel Ferrer

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