Experimento La magia de la locura, cura y hace una nueva amistad

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por Brunchi, 4 Enero 2018.

  1.  
    Brunchi

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    Título:
    La magia de la locura, cura y hace una nueva amistad
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1854
    Aquel invierno se había tornado muy fresco el ambiente, todos los árboles de Alaska protegían a los pinos de la manada, excepto uno, aquel pino y arbolito mas flaco y alto no era protegido por los mayores, por alguna razón era un pino solitario al cual pocos se acercaban a charlar con él, pero si era de hablar, aunque a veces gozaba de la tranquilidad.

    Esa mañana al despertar decidió que era tiempo de recorrer más terreno por lo que con ayuda de un cuervo amigo, se empezó a movilizar por los aires, el acto en sí era muy maravilloso, ya que se observaba las raíces fuertes de aquel paliducho árbol. En un momento el cuero no pudo agarrarlo con facilidad debido a una fuerte ventisca ocasionando que se le resbale de sus garras y caiga en picado aquel pino.

    El cuervo había sido llevado contra la corriente y alejado de su amigo, ocasionando que aquel pino alto quedara sólo y varado en un montículo de nieve, pero lo que se esperaba era lo que a continuación ocurriría. Esta aventura se estaba por convertir en la mejor de todas, o quizás en una de muchas.

    La temperatura empezaba a bajar, y el arbolito se arrastraba como podía entre la nieve. hasta que logró encontrar lo que parecía ser una pequeña pared de un roble viejo y muerto. Mientras se iba acercando empezó a escuchar gruñidos ¿frustrados? ¿sonidos raros? en el camino.

    Al acercarse observó algo un poco inusual, el sabía de la existencia de tigres siberianos por el territorio pero nunca había observado un tigre de tono morado y medio derretir. Por lo que pensó al principio en una alucinación a causa del frío.

    —Grr... si no hubiera seguido a estrella para estos lugares no estaría en esta situación absurda —gruñía por lo bajo, intentando moverse.

    El pino alto no quedaba de terminar creyendo lo que veía sus ojos, por lo que tímidamente se fue acercando, saltando de a poco.

    —Disculpa, ¿usted es un tigre? ¿Necesita ayuda?—dijo el pino.

    La tigresa cambió a un tono morado pálido casi rosaceo, demostrando un asemeja de sonrojo.

    —Emm... define necesitar ayuda, y si, soy un tigre sólo que un tanto diferente —contesta el tigre.

    Quién intenta con todas sus fuerzas volver a formar sus patas traseras pero junto cuando lo que parecía ser grumo de mermelada se empezaba a formar, una calentura extraña lo derretía nuevamente. Ocasionando bufidos y gruñidos por parte de la tigresa. Si era una tigresa, el pino lo había abducido así por el tono de voz suave y aterciopelada con un deje de agudeza.

    El pino empezó a sentir también una especie de calor en el ambiente cercano a ella, por lo que lo extraño, e intentó averiguar mientras charlar con ella.

    —Necesitar ayuda, es cuando por alguna razón x no estas pudiendo hacer o salir de algún problema —comenta sabiamente aquel pino alto.

    La tigresa lo escucha atentamente mientras lo observa, notaba que en ese momento era más alto que ella, aunque la belleza de sus hojas en ella producía fascinación y curiosidad, aunque algunos se empezaran a tornar grises.

    —Entonces, he de admitir que necesito ayuda, hace mas de tres horas que he intentado levantarme de aquí pero algo me derrite —comenta avergonzada y dejando su orgullo de lado.

    El pino al escuchar y ver de reojo su actuar sonríe levemente.

    —¡Oye, oye no te rías que te estoy observando!—gruñe mientras hace que sus ojos se formen grandes cómo dos globos en forma de cerezas y al final parezcan ojos de caracol.

    Ocasionando sin más que ese pino alto niegue divertido evitando reír por lo observado, era de más que la parte de las cerezas lo había sorprendido ya que las cerezas son su fruta preferida.

    —Vale, vale, no se enoje conmigo señorita, ¿por cierto como se llama? —dice con voz curiosa.

    La tigresa lo ve aun caminar y moverse con aquellas raíces, y se deja recostar en la nieve, ocasionando que parte de su cara se derrita y caiga en el suelo como masa, mientras un aroma de sandía y uva inunda el ambiente.

    —Me apodan Nuna, y bueno me llamo Bruna, y si lo sé, un nombre común y corriente, ¿Tu como te llamas?—comenta la tigresa.

    El pino la observa con curiosidad, a decir verdad era la primera tigresa de color morado que conocía y más aún con aquel nombre.

    —Me llamo Abel, señorita Bruna, y para mi es la primera vez que escucho aquel nombre—comenta el pino.

    La tigresa iba a dar un comentario pero cuando menos se lo espera, una raíz de parte del pino la agarra y estira hacia él, y sin la quita de la zona caliente, dando como hecho que había algún heiser oculto en esa zona.

    La tigresa no caía de la gran impresión y audacia de lo que había hecho.

    —Wow, ¿Pero cómo.. ?¿Cuándo... ?¿Cómo sabías.. ? —empezó a preguntar curiosa, mientras volvía a recomponerse en cuerpo.

    El pino sonríe feliz al verla bien, pero sabía que la posición en como estaba no era muy cómoda para él, ya que la tigresa había caído sobre él. Al parecer ella pronto se percató de aquello y se movió, pero justo cuando se iba a levantar sintió de pronto mucho frío, y sus ramas se secaban.

    La tigresa se preocupa y enseguida se reconstruye, más luego se deja ver como la verdadera tigre siberiana de carne, hueso y pelaje. Y sin más lo agarra con su hocico llevándolo a un lugar cálido.

    Observaba como su amigo el pino, Abel se debilitada, logrando que ella se inquietar a un mas, acelerando su correr con cuidado, hasta llegar a una cálida cueva. Bueno no tan cálida pero era cómodo para ambos.

    El pino alto al sentir la calidez del ambiente se empieza a sentir un poco mejor, pero hace tiempo que no recibía agua ni siquiera comida.

    —N-no... sé que... me pasa—murmura débil, Abel.

    La Tigresa sin que diga mas, sale corriendo de la cueva en busca de ayuda. Ocasionando que el pino piense que quizás ya no le importaba lo que sucediese con él, empezando a empeorar así.

    Mientras la tigresa recorría rápidamente los alrededores y gruñía en signo de pedido de ayuda. Y sin una estrella empieza a descender de los cielos preocupada al ver a su amiga en ese estado, aunque ella al esconderse de ella, podría haber causado.

    —¿Qué te sucede Bru.. ?—dice la estrella preocupada.

    La tigresa se remueve inestable, y con su hocico olfateando el lugar, mientras la escucha.

    —Estrella ayúdame, ayúdame a encontrar agua, lo necesito —suplica.

    La estrella brilla asintiendo y sin más la lleva junto a una reserva de manantial de agua pura. Nuna lo empieza a colocar en un envase hecho de su mermelada mas luego, lamer a la estrella en agradecimiento.

    —¡Gracias estrella, te debo una! —exclama y se pierde de vista entre los montículos de nieve.

    Con una increíble audacia, velocidad y delicadeza empieza a surcar largos caminos en dirección a la cueva, con la fe de poder ayudar a su nuevo amigo. Que sin duda alguna le daría un apodo en cuanto estuviese bien.

    —¡Ya llegué!—dice con respiración agitada.

    El pino alto la observa asombrado y débil, ¿no que lo había abandonado? ¿O es que acaso ya estaba seco hasta sus raíces y ya era el cielo? Observa como la tigresa deja a su lado un tipo de envase de algún tipo de material con agua, y con sus últimas fuertes dirige sus raíces en dirección al agua, para empezar a absorberlo.

    Poco a poco se empieza a sentir más húmedo y no seco, por lo que cuando observa a la tigresa se sorprende aun más, al observar como va creando de un montículo de su material morado, cerezas naturalezas, y se los acerca con el hocico a él, junto con sus orejas gachas.

    —Comerás toda, y luego me dirás lo que quieras, por favor —dice preocupada.

    Y sin más, asiente avergonzado, mientras la come ante las miradas de aquella tigresa que ahora ya no se veía morada. Cuando se lo terminó, y empezó a sentirse mejor, algo que no se esperaba ocurrió.

    Observo cómo uno por uno de sus hojas iban cayendo de él, alarmándolo, y preocupando a la tigresa, quién se acerca a él, y con cuidado deja su pata entre las hojas y sus raíces.

    —Estar solo, y no tener con muchos que charlar dándote ese cálido aliento de amistad, está haciendo efecto —comenta la tigresa.

    El pino la miraba sintiendo y en parte comprendiendo sus palabras, siempre andaba sin resguardo de los pinos mayores, quienes se debían encargar de dar amistad y calidez a todos. De un momento a otro observa como la tigresa empieza a soltar lágrimas doradas casi del color del jugo de melón.

    —Tienes razón... ¿Pero por qué lloras? No llores por favor —dice el pino.

    Pero justo al intentar evitar que sus lágrimas extrañas caigan al suelo, con sus raíces, ocasiona que al roce de las mismas sienta una calidez que nunca había sentido.

    —Lo lamento...nunca me ha gustado que los seres sean... sean así, yo... yo debí hacer algo antes... yo... —La tigresa lloraba culpando se.

    Confundía al pino, pero mientras mas lágrimas doradas iban cayendo, observaba como las hojas caídas desaparecían y hijas nuevas crecían en él, dónde faltaban.

    —No es tu culpa, no te culpes, yo... yo lo quise así, no me gusta estar con gente que no me aprecia realmente... O no le intereso, no te culpes por favor...—dice el pino.

    Pero como observaba que ella no lo escuchaba decidió hacer algo al respecto, gracias a sus lágrimas milagrosas ya se sentía mejor, por lo que hizo que con sus ramas levantara la mirada y lo observara.

    —Oye... Bruna, no te preocupes ya estoy bien. No llores, tranquila si te hace sentir mejor, puedes pasar un buen rato conmigo —comenta el pino.

    Ella lo mira, y sus ojos se vuelve dorados.

    —¿De veras?

    —De veras, mira que bonitos ojos tienes —dice un poco avergonzado.

    La tigresa ríe feliz y sin más le lame, agradecida.

    —Gracias Arbobel —comenta divertida

    —¿Eh.. qué ? ¿Qué es eso? —pregunta el pino sin entender.

    La tigresa lo mira divertida, y con ganas de picarlo burlona, ya conocedora de que ese sería el apodo del mismo.

    —Arbobel, será mi apodo para ti —explica.

    —Eso suena a un monstruo extraño que secuestra a niños—comenta el pino alargando sus ramas, estirándose.

    Logrando que con aquel comentario haga reír a la tigresa.

    —¡Ay Dios, pero que dramático! —ríe a borbotones ocasionando que se convierta nuevamente en una tigresa de mermelada, y empiece a soltar gotas de mermelada al reír.

    —¡Es que fue lo primero que pensé al escucharlo! —se defiende mientras también le contagia la risa.

    Desde entonces así fue como aquel pino alto tuvo su aventura, y con ella obtuvo una nueva amiga, especial por ser diferente y por hacerlo reír por su nuevo y peculiar apodo.

    Era el comienzo de una mágica locura con sabor y comienzo a una larga amistad.
     
    Última edición: 4 Enero 2018
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    Tu imaginación no tiene límites, siempre consigues sorprenderme. Me dio mucha ternura y me gustó bastante que añadieras parte de nuestras conversaciones hahaha lo hiciste muy bien. Me sacaste una sonrisa durante todo el escrito. Me encantó el final XD me hizo reir mucho al recordar eso. Tienes una forma de escribir que, aunque con sus fallos, se hace extraña, casi mágica y hace que me guste bastante.

    No sé si tirarte sal o esconderme avergonzado hahaha
     
    • Gracioso Gracioso x 1
  3.  
    Brunchi

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    Es que me contradice, te dije que haría algo, que tuviera un opción al principio, pero al final me salió muy creo que algo vergonzoso. Me alegra saber que te saqué sonrisas, esa siempre es mi meta, y bueno, quizás me pasé un poco en dejarte apenado, quizás... Pero al menos hice bien en escrito, llegó el mensaje y produjo reacciones.
     
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