La isla de las mil cartas Parte I: El barco que no soportó la tormenta. Se dice que quedar varado en una isla desierta es lo peor que le puede pasar a un hombre. Pierden sus placeres, pierden el gusto por la vida y esperan su muerte sin decir más. Mi abuelo, una persona muy sabia y característica por su gran sentido del humor, tuvo una vez la oportunidad de contarme una historia que no he podido olvidar a veinte años de su muerte. Me dijo, que el hombre nunca será capaz de entender y explorar todo el océano, y me dijo que, si alguna vez un hombre entendiera todos los misterios del mar; quedaría loco o nadie le creería. -Confío –me dijo-, en que tú si me creas, ya que si se lo cuento a alguien más, quedaré en un manicomio el resto de mis días. Y me contó, a mi escasa edad de siete años, que cuando era joven él y un compañero se habían ido en un barco desde España hacia China, pero que en el camino, en una noche, una gran tormenta azotó al barco, lo último que recordó haber hecho fue agarrar su maleta y una brújula. Me dijo, que al día siguiente muy temprano todos estaban muertos, con sus cuerpos flotantes en el agua, el barco estaba destruido y sólo se veían restos por doquier. -Manuel….Manuel… -llamó mi abuelo a su amigo incansablemente. Pero nadie le respondía, y mi abuelo se sintió muy pero muy mal por ver tanta gente muerta. Pero, justo cuando iba a darse por vencido, sintió ganas de contemplar el sol directo a los ojos, pues nunca lo había hecho en vida y como sentía que iba a morir quería hacerlo. Pero, en el horizonte se distinguía una isla, muy chica y angosta, no más ancha que el tamaño de una mansión (Cosa que en una isla es un tamaño muy chico). Nadó y nadó con todas sus fuerzas para llegar a aquella isla, parecía fácil, pero no estaba nada cerca, sentía cómo sus ganas de llegar y su fuerza física se agotaban rápidamente, sabía que un calambre en el agua era mortal. Pronto, notó que su cuerpo era rígido y que estaba muy agotado, pero que no podía descansar hasta llegar a tierra firme. Nadó y nadó con su fuerza de voluntad, pues físicamente no podía dar más. Al pararse un momento a descansar, notó un extraño objeto a unos diez metros de donde estaba él, sus ojos tenían agua salada y por eso no distinguía muy bien aquel objeto, era como una silueta negra, de forma cuadrada, como si fuera una tienda para acampar, creyó que si conseguía recargarse en aquél objeto podría descansar. Estaba a punto de ponerse en marcha cuando pensó: “¿Y si es producto de mi imaginación?”, entonces no supo qué hacer, sabía que si no hacía algo pronto se iba a hundir con su cuerpo así de débil. “Si llego ahí y todo es producto de mi imaginación, moriré, y si me quedo aquí, igual moriré”, por tanto decidió nadar, nuevamente fue su instinto de supervivencia el que lo hizo llegar hasta aquél objeto, por que físicamente estaba muy agotado. Nunca supo que fue lo que sucedió después. Despertó, se dio cuenta de que se había quedado dormido encima de aquél objeto, y supo lo que era al instante; el objeto resultó ser su maleta de viaje, de hecho ahí había comida (Lástima que estaba echada a perder) y estaba la brújula que había metido la noche del desastre, pero no encontraba el mapa que había metido el día que zarparon. Pero no todo era tranquilidad, el sol se estaba poniendo y ya casi era de noche. “Si me quedo mucho tiempo más, y encima de noche, moriré”, volteó hacia sus lados y observó la isla, dicha isla ya se veía más cerca, ya se distinguían algunas palmeras. Mi abuelo nadó y nadó, pero antes de cualquier cosa, notó que en su mano había sangre, y sangre en alta mar sólo significa una cosa: problemas. “Demonios, seré un imán de tiburones si no me apresuro”. Apresuró su nado, no quería morir después de haber llegado tan cerca de la isla. Pero lo hizo, llegó sano y salvo, ya era de noche, y una vez en la isla, sucedieron dos cosas; la primera, se acostó y gritó “Gracias Dios”, y la segunda fue que oyó una voz a unos dos metros de él. -Armando, llegas con vida –dijo. Mi abuelo reconoció esa voz en seguida; era Manuel, su amigo. -¡Manuel! –gritó. CoNtInUaRá... Bueno espero que les guste, y dejen sus comentarios, voy a trabajar en la conti, es la primera vez que hago un fic, haber si al alguien le gusta.
Re: La isla de las mil cartas wenax! esta muy weno... tienes una forma de narra muy cool lo seguire leyendo ya soy utu fan nº 1!! nos vemos swire!
Re: La isla de las mil cartas *hola, esta muy bueno swire, al principio pense que era una mujer la que le grito a armando, pero veo que fue manuel, jeje, okis esta bueno*
Re: La isla de las mil cartas hum, bastante interesante la historia :o cuentas con mi apoyo espero puedas continuarlo pronto me agrada tu forma de narrar, pero tal vez un poco mas de detalles seria bueno saludos y te cuidas Atte.Kibary :rosa:
Re: La isla de las mil cartas Tu historia está interesante, y has dejado una gran incógnita que me hace pensar en lo que sigue. ¿Será que pasará lo que estoy pensando? Tienes una bonita manera de relatar los hechos, pero ¿me dejarás hacerte unas críticas? Fíjate que hay muchas palabras que repites, y eso traba un poco la lectura. Tampoco coloques mayúsculas al abrir un paréntesis si no has puesto punto antes. Y luego tienes algunos pequeños errores en cuanto a puntuación se refiere. A mi parecer (sólo a mi parecer) no hace falta más descripción, sino trabajar más en las palabras que usas. Las repeticiones no sólo traban, sino que pareciera que le quitan el brillo al relato, ¿me explico? Espero la continuación de esta historia. Me figuro que te traes algo muy bueno entre manos. ¡Síguelo!
Re: La isla de las mil cartas Capitulo 2: ¿En dónde estamos? -¡Manuel, que bueno que estás vivo! -Que bueno que tú también lo estás. -Y… ¿Cuándo llegaste? -Hoy en la mañana, por su puesto. Yo no quedé inconsciente como tú, así que te busqué y traté de traerte conmigo, cosa que no fue fácil por que era de noche, pero como pesas mucho no podía nadar contigo a mis espaldas, así que te dejé encima de una tabla. -¡Gracias! -No me lo agradezcas, mejor ayúdame a encender una fogata, mañana te enseñaré algo increíble que descubrí. -¿Qué… que ha sido? -Mañana lo verás, ¿sabes? Mejor no hagas nada, has nadado mucho y se ve que estás agotado, durmamos con la luz de las estrellas, yo también estoy muy cansado. Al día siguiente, mi abuelo despertó con muchas energías. Manuel estaba parado contemplando el mar, pero volteó hacia mi abuelo. -Así que ya despertaste, Armando –dijo. -Así es –contestó mi abuelo, poniéndose en pie. -Conociéndote, debes estar muerto de curiosidad por saber que he descubierto. -¿Qué es? -¿Te das cuenta? Ésta isla no aparece en el mapa, observa –dijo Manuel mostrando un mapa. -¡Ése es mi mapa! -Si, si. Lo saqué de tu maleta e inmediatamente al llegar a esta isla lo puse a secar. Si sacas tu brújula, te darás cuenta de algo aún más intrigante. Mi abuelo sacó su brújula, con la esperanza de no encontrar nada raro en ella, pero el puntero de la misma apuntaba al sur. -Si la tocas, te asombrarás con el resultado –dijo Manuel. Mi abuelo, quien no se resistía, tocó suavemente la brújula. El resultado fue que el puntero comenzó a apuntar a todas direcciones, se volvió loca unos diez segundos, y luego volvió a apuntar al sur. -Esto está muy loco, Manuel. -No has visto nada. Anda, te voy a llevar donde descubrí aquello que te dije anoche. Caminaron, por primera vez mi abuelo miró la isla con cuidado; era más grade de lo que parecía desde afuera, con una selva tropical a unos veinte metros de la costa, Manuel llevó a mi abuelo por dentro de la selva, el camino era muy difícil, aunque todo tenía una extraña calma. En un tramo, había una palmera tirada, pocos metros después había un pequeño espacio sin palmeras ni nada de vegetación, era un círculo un poco hondo, de unos dos metros, las palmeras alrededor estaban todas caídas. -Observa los troncos de las palmeras que están en el suelo, ¿Ves? –dijo Manuel apuntando a un tronco de una palmera-, esas cortadas son de espadas, y eso no es todo, ven conmigo. Caminaron hasta el otro extremo de la isla, de modo que llegaron de nuevo a una costa. -Observa aquella palmera –dijo Manuel-, ¿Ves lo que hay? -Es, es un cofre ¿No es así? Caminaron hacia el cofre, alrededor había unas botellas de vidrio, y dentro del cofre, había más, pero algunas tenían líquido. -Ron –dijo Manuel-, aquí ya ha habido piratas, y cerca del mar están sus restos. -De modo que… -Si, nos vamos a morir aquí. CoNtInUaRá... Gracias a todos por sus comentarios, se toman en cuenta ;) Bueno dejo la segunda parte, pero son mas, eh...
Re: La isla de las mil cartas Capitulo 3: La historia. Mi abuelo y Manuel discutieron qué debían hacer, pero al final decidieron que esperar su muerte sería lo más lógico; no tenían comunicación, ni alimentos, no tenían nada. Mi abuelo, dentro de sí, rechazaba la idea de dejarse morir, pero era lo más obvio, pues no había siquiera agua potable. Llegó la noche, ambos tomaron algo de ron, cuyo sabor era horrible. -Quedarse varado en una isla es lo peor que le puede pasar a un hombre –dijo mi abuelo. -Depende de qué isla estemos hablando. -¿Existe alguna donde se pueda sobrevivir? -Cuando yo era joven, mi padre me contó una historia. -¿Qué historia? -Me dijo, que existe una isla de ensueño, no como esta porquería. -Dime más, por favor. -Pues, te diré. Cuenta la leyenda, que una vez unos piratas quedaron varados en una isla desierta, uno de esos piratas se llamaba Ha (suena já). Todos los piratas lucharon por sus vidas, pero al paso de los días las provisiones se acababan, y Ha tuvo una idea; poner una carta en una botella y lanzarla al mar, sabía que ésa botella debía parar en algún sitio, así que usó una botella de ron para poner su carta ahí. -Ya veo… -Entonces, justo cuando iba a lanzar la botella, un pirata dijo: “Nos quedan provisiones suficientes para un día, todos moriremos en una semana”. Ha sabía que una semana no era suficiente para que llegara la ayuda, y menos en esa época. Así que de nuevo se le ocurrió una idea; si ésa botella iba a parar a algún lado, tan solo debía seguirla para llegar él también. Y así lo hizo, lanzó la botella y esperó unos segundos para seguidamente lanzarse el también. -Vaya historia… -Aún no termina. Guarda silencio. -Lo siento. -Ha siguió la botella, hasta que de repente encontró una costa, se sintió muy bien consigo mismo. Pero, pronto se dio cuenta de que no era una isla cualquiera. -¿Qué tipo de isla era? -Era una isla muy chica, del tamaño de tres barcos, con una pequeña choza y una única palmera. -Qué decepción. -Si, Ha se sintió muy decepcionado. Pero antes de sentir nada, se sintió admirado por aquella isla; era una isla llena de botellas con cartas dentro. Al lado de la choza había una pala aunque Ha no supo para qué demonios había una pala en una isla, pero no tardó mucho en fijarse qué escondía aquella isla. ¡Ésa isla estaba llena y llena de cartas! Dentro y fuera de botellas, a pesar de su poco tamaño, la isla estaba repleta de cartas. Ha cavó con la pala y se dio cuenta de algo un poco confuso, ¡aún bajo la arena había botellas con cartas dentro! ¡Por donde sea que cavase, había más y más cartas! -¿Y? ¿Acaso eso le sirvió de algo? -¡Dentro de la choza sólo había más y más cartas, dentro y fuera de botellas! -¡¿Y?! -¡Te dije que fueras paciente y escucharas! Ha sintió curiosidad por ver al menos una botella, y leyó: ¡Auxilio! ¡Auxilio! Nos encontramos en el océano Atlántico en una isla desconocida, si estás leyendo esto por favor manden ayuda, nuestras coordenadas las pusimos en las botellas. -Y ahí estaban escritas las coordenadas, Ha sintió que estaba entre puras historias tristes, pero ¿sabes? A los dos días pasaron por ahí unos pescadores que lo llevaron de vuelta a casa. Se dice que esa isla es bendita, saca del apuro y cumple los deseos que pidas estando en ella. -Vaya, así que al fin de cuentas si le sirvió ¿no? -Pues, si… -¡Que buena suerte la de Ha! Una buena historia, buenas noches Manuel, ¿Manuel? Manuel ya estaba dormido. CoNtInUaRá... Bueno, como las partes 2-3 son muy cortas las puse casi al mismo tiempo. Aún falta el capítulo 4.
Re: La isla de las mil cartas Me gustó la historia de Ha. Se me hizo que la isla se formó a base de botellas :D Pero me resultó raro que Manuel supiese tanto de la isla a la que arribaron. ¿Acaso la recorrió toda en una noche? Y se supone que Armando encontró su valija. ¿Acaso se desmayó y Manuel lo subió a una tabla? Me confundí un poco en algunas partes.
Re: La isla de las mil cartas Manuel llegó un día antes, nadó la noche de la tormenta y llegó a la isla en la mañana (Cuando apenas Armando se ponía en camino). En ese tiempo Manuel investigó.
Re: La isla de las mil cartas ¡Ah! Creí que Manuel había muerto esa noche. Pero ya me quedó más claro.