La incomodidad del ser Vivo atrapado enmigo mismo preso entre paredes de carne y hueso no me logro estirar para acomodarme. Así de terrible es ser hombre libre rodeado de barrotes. No puedo quejarme. No por falta de ganas sino por prohibición de esta terca e hipócrita sociedad, en la que se requiere autorización hasta para llorar. Por eso estoy angosto, porque me es negado el derecho primero; ser infeliz, estar amargado, no querer lo que no quiero.