One-shot de Pokémon - La historia del hielo

Tema en 'Fanfics Terminados Pokémon' iniciado por Aira Harune, 5 Julio 2014.

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    Aira Harune

    Aira Harune La luz en las sombras

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    Miembro desde:
    27 Mayo 2014
    Mensajes:
    28
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    La historia del hielo
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1823
    Fic escrito para la actividad "Pokémon ¡el poder del frío!"

    Ganar la liga pokémon, el sueño de cualquier entrenador que quisiera convertirse en un gran maestro pokémon. Poco después de hacerlo, decidí volver a Pueblo Paleta y ayudar al profesor Oak con los pokémon de su rancho. Allí no había más cosas que hacer aparte de cuidarlos y asegurarme de que los Tauros no atropellaran a otros pokémon accidentalmente al correr en manada. Esa era mi rutina, despertarme, desayunar e ir al laboratorio, era un poco repetitiva pero me gustaba estar cerca de ellos. Todo cambió aquel fatídico día...

    Eran las siete en punto de la mañana, tenía pensado dormir hasta tarde teniendo en cuenta que la noche anterior un Psyduck enfadado empezó a atacarme porque quería más comida y no quedaba, que no os engañe su apariencia de estar en otro mundo, a veces son muy agresivos. Entonces noté cómo la temperatura empezaba a bajar más y más, hasta el punto de que creí oír estornudar a Charizard desde su pokeball, supongo que fue mi imaginación. Lo que intento decir es que me desperté molesta, hacía un frío descomunal. Me levanté de la cama y me cambié de ropa, una vez despierta ya no podía volver a dormir. Abrí la puerta lentamente mirando hacia atrás, aún era pronto y no quería que mis padres se despertaran pero nada más poner un pie afuera me resbalé y recibí una bofetada de frío en mi cara.

    —Auch...

    Miré a mi alrededor y me dí cuenta de que todo estaba congelado: el suelo, los árboles e incluso algunas casas.

    —¿¡Pero qué ha pasado!?

    Me levanté y saqué a Charizard de su pokeball. Tenía que derretir el hielo, o de lo contrario iban a haber muchos problemas y tendría que ir por el pueblo arrastrándome por el suelo.

    —Charizard, usa lanzallamas, a este paso de resbalones no vamos a llegar nunca al laboratorio.

    Obedeció resignado, no se podía decir que Charizard era un pokémon que se dejaba controlar, es más, a veces ni siquiera me escuchaba. Igual, empezó a usar lanzallamas rodeando todo, pensé que el problema podría solucionarse muy rápido pero me equivoqué. Cuando las llamas desaparecieron, el hielo seguía allí, no había ni un rasguño.

    —¿Hielo que no se derrite? El único que puede saber qué estaba pasando es el profesor. Vamos a ir volando, no quiero caerme con cada paso que doy.

    Me subí a su lomo y emprendió el vuelo hacia el laboratorio, que estaba parcialmente congelado. Entré y encontré al profesor en medio de una videoconferencia con todos los profesores del resto de regiones: el profesor Elm, Abedul, Serbal, Encina y Ciprés. Los había conocido a todos mientras trabajaba con el profesor Oak, me acerqué y todos me saludaron alegremente.

    —Llegas justo a tiempo Sakura. Supongo que ya te habrás fijado en que todo el pueblo está congelado.

    —Sí. He venido porque pensé que tú podrías saber algo sobre el tema, o bueno, vosotros.

    De repente, noté cómo una expresión de preocupación se mostraba sobre sus rostros.

    —Verás Sakura, esto es algo realmente importante. No solo es en Pueblo Paleta, sino en todas las regiones del mundo. Nadie sabe lo que está pasando, ni siquiera los mejores maestros y científicos pokémon.

    En ese momento, Ernie; el anciano más viejo del pueblo, entró abriendo las puertas de par en par y empezó a gritar como un loco.

    —¡Os equivocais todos! ¡Es Articuno, ha despertado! ¡Estamos todos en peligro!

    —Tranquilízate Ernie. —Y me giré hacia los monitores— ¿Articuno?

    —Forma parte del trío de aves legendarias junto a Zapdos y Moltres, representa el hielo. La leyenda dice que cuando despierten las tres aves legendarias empezarían una pelea que dejaría al mundo en cenizas. Pero es una leyenda, nadie los ha visto de cerca todavía. —Me informó la profesora Encina.

    —¡Es Articuno, estoy seguro! —Ernie defendía ferozmente su idea, decidí apoyarle un poco, supongo que desde otro punto de vista podría ser lógico.

    —¿Y no cabe la mínima posibilidad de que Articuno haya despertado? —pregunté— Es una de las pocas explicaciones que hay hasta ahora.

    —Bueno...en todo caso... —Pero el profesor Oak no pudo terminar la frase ya que el laboratorio empezó a temblar.

    —¿¡Qué...qué está pasando!? —La conexión se cortó y el monitor se apagó a la vez, salimos corriendo y vimos a todo el pueblo correr por las calles asustados.

    A continuación, escuché un grito de un pokémon y miré hacia el cielo, ví una silueta parecida a la de un pájaro, pero mucho más grande de lo normal. No podía ver bien debido a la luz del sol que pegaba en mis ojos, pero estaba casi segura de que ese pokémon podría ser el legendario Articuno, puesto que había visto una vez una foto suya en libros de investigación del profesor.

    —¡Mirad! —dije señalando hacia el cielo— ¿Es Articuno, no?

    Pero para entonces el temblor y Articuno habían desaparecido juntos. Todos se miraron unos a otros extrañados, lo que podría haber sido una catástrofe acabó siendo solo un temblor minúsculo. ¿Falsa alarma? No podía dejar de pensar en lo que ví, si era realmente Articuno tendría la oportunidad de perseguirlo. Podría matar muchos pájaros de un tiro. Si él era el causante de todo y le vencía la congelación de la Tierra se detendría, tendría el privilegio de contactar con un pokémon legendario y si fuera posible, lo capturaría. Sí, me había decidido, estaba invadida por la emoción.

    —Profesor... —dije con un hilo de voz— ¿dónde podría encontrarse Articuno?

    —Según algunas leyendas podría encontrarse en las Islas Espuma, ¿qué pretendes hacer?

    —Yo...yo...¡iré a detenerlo! —Estaba decidida a hacerlo, solo necesitaba un buen equipo y valor. Y creo que tenía las dos cosas.

    —Pero solo es una leyenda Sakura, además, es demasiado peligroso. —Dijo el profesor empezando a preocuparse. No era raro. Las Islas Espuma estaban muy lejos y la situación en la que estábamos no ayudaba mucho.

    —Solo necesito reunir de nuevo mi equipo. Estoy segura de que no pasará nada malo.

    Me abalancé corriendo hacia el laboratorio de nuevo, concretamente al patio trasero, donde tenía a todos los pokémon bajo su cuidado. Empecé a divagar por todo el lugar, buscando a mis antiguos compañeros quienes después de mucho buscar resultaron estar reunidos en la misma zona. Estos eran un Snorlax, un Arcanine, un Jolteon, un Gastly, un Dragonair y Charizard. Todos y cada uno de ellos estaban contentos de volver a formar un equipo, incluso Charizard que ,a pesar de su carácter, estaba muy contento. No necesitaba nada más, cogí sus pokeball y me dispuse a partir enseguida ignorando al profesor.

    —¡Adios! —Creo que el profesor Oak intentó decirme algo antes de que me marchara pero no alcancé a oirle, pues Charizard ya había emprendido el vuelo.

    El viaje fue largo, medio día volando sobre Kanto. Era realmente preocupante, todo estaba congelado y escarchado. Durante el camino estuve pensando más, me había precipitado mucho. Aunque me encontrase con Articuno en las Islas Espuma...¿Tendría la fuerza suficiente como para derrotar a un pokémon legendario? ¿Podría capturarlo? ¿Tendría tanta suerte como para encontrarlo cuando ningún otro lo había hecho? Eran demasiadas preguntas y ninguna respuesta, aunque yo me inclinaba más por el no. Después de una pequeña siesta de descanso desperté sobre las Islas Espuma, un poco más de espera y aterrizamos sobre lo que se suponía que era la cueva en donde descansaba Articuno. Raramente, ésta no estaba congelada.

    —Aterricemos.

    Charizard empezó a descender lentamente batiendo sus alas con paciencia. Al pisar el suelo sentí como si una gran fuerza me mandara irme de ahí. Definitivamente era el escondite de Articuno. Me metí en la cueva, estaba bastante oscuro que apenas podía ver. Pasaron unas dos horas hasta que llegué al final de la prueba, una sala que estaba vacía.

    —No está aquí... —Cuando estaba a punto de dar marcha atrás sentí que estaba a punto de congelarme. Miré hacia abajo y ví cómo el hielo avanzaba por el suelo y también por las paredes.

    —¡Artic! —Oí gritar.

    En el tiempo de un pestañeo Articuno apareció frente a mis ojos, estaba tan sorprendida que me caí de la impresión.

    —Ar...Ar...¡Articuno! —Mi mente se quedó en blanco olvidando todo lo que debía hacer. Instintivamente, cogí una de las pokeball que llevaba encima que resultó ser la de Dragonair.

    Estaba demasiado sorprendida como para darle órdenes de ataque a Dragonair y en un momento, cayó. Volvió a su pokeball y fue lanzando las otras una a una, y ví cómo todos caían uno a uno, quedando solo Charizard. No tenía más tiempo ni pokémon que perder, me repuse y lancé la última esperanza que me quedaba.

    —¡Lanzallamas! —Así comenzó una feroz batalla entre el pokémon legendario de hielo y mi mejor compañero. Muy igualada, es verdad que Charizard llevaba ventaja en cuanto a tipos pero Articuno no se dejaba vencer por eso. Lanzallamas entabla un choque contra Rayo Hielo, en bucle— ¡No te dejes vencer!

    La batalla parecía no tener fin, ninguno de los dos iba a echarse atrás pero ya estaban muy cansados. Alguna que otra vez Charizard recibía un impacto por parte de Articuno y viceversa. Un último ataque lo decidiría todo.

    —¡Es el ataque definitivo, Envite Ígneo! —Charizard se abalanzó sobre el legendario, quien contraatacó con el Rayo Hielo más poderoso que habría visto el mundo, capaz de congelarlo todo. Una pantalla de humo invadió el lugar producto del choque de los ataques. Cuando se disipase el humo podría saber el destino del mundo. Destruido o salvado.

    Sentía que en cualquier momento mi corazón podría salirme de mí. Poco a poco se fue levantando la niebla, pude observar cómo Articuno estaba indefenso en el suelo. ¡Victoria! Pensé en celebrarlo con Charizard, sin él no habría podido hacerlo. Pero también le divisé tirado en el suelo, con graves heridas y debilitado. Le metí en su pokeball para que descansase y luego le llevaría a un centro pokémon, pero antes había una cosa por hacer, sí. Sostenía en mi mano una master ball, regalo del profesor Oak después de que ganase la liga pokémon. La única posibilidad de atrapar a Articuno completamente y sin dudas. Iba a lanzarla contra el pokémon cuando me temblaron las manos, lo pensé mejor y me guarde la master ball. Ya tuve la oportunidad de conocer a un legendario, ver lo que nadie antes había visto. Ya era suficiente. Simplemente me fuí de allí camino al centro pokémon más cercano. Pude observar por el camino cómo el hielo se iba derritiendo y la luz del sol atravesaba la nieve. No sabía las razones por las cuales Articuno lo congeló todo, pero desde ese día todo empezó a transcurrir como lo hacía siempre. En cuanto a los profesores, les dije que no encontré nada allí, solo que cuando había salido todo ya estaba derretido. Esa experiencia era mejor guardarla como mi secreto.
     
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